Está en la página 1de 14
Oportunidades, estructuras de movilizacién y procesos enmarcadores: hacia una perspectiva sintética y comparada de los movimientos sociales Dovs McApau, Jou D. McCakmiy y Maver N. Zan En una obra de amplia difusién, publicada en los afios sesenta, el socidlogo Daniel Bell proclamaba el «lin de las ideologias». A prin- cipios de los sesenta, muchos cientificos sociales crefan que la socie- dad habia alcanzado un estadio de desarrollo que permitirfa sustituir cl conflicto ideol6gico por un consenso pragmatico y més pluralist, Bell y sus colegas no podifan estar més equivocados. El mismo ao que se publicaba el libro de Bell, estudiantes de color realizaban sentadas en toda Ja zona sur de los Estados Unidos. A su vez, estas sentadas revitalizarfan un moribundo movimiento pro derechos civiles, asi como Ia tradicién del activismo izquierdista, latente en Norteamérica desde los aifos treinta, En la década siguiente, el pais se vio desgarrado por disturbios urbanos, manifestaciones antibélicas masivas, huelgas de estudiantes y asesinatos politicos. A nivel mundial proliferaron los movinientos estudiantiles: en Francia, México, Italia, Espaila, Japén, Pakistin y muchos otros paises. En Checoslovaquia, el ejército Sovié- lico reprimié brutalmente un intento por reformar y humanizar el ros- sro del Comunismo. Resumiendo, en los afios sesenta se asisti6, precisamente, a una pro- liferacién del tipo de movimientos sociales y revoluciones que, segiin Hell, eran cosa del pasado. A lo largo de los tiltimos veinticinco aos wha ido poniendo de manifiesto la pobreza de su argumento. En todo «aso, en las tltimas décadas, los movimientos sociales y las revolucio- 21 nes se han convertido en un rasgo distintivo -si bien no siempre apre- ciado~ del panorama politico. En los afios setenta, los fundamentalis- {as islémicos arrebataron el poder al shal de Irén. Los sandinistas depu- sicron a Somoza en Nicaragua. Grupos terroristas en Talia y en ‘Alemania incrementaron sus ataques a instalaciones militares, politicas y-simbolos de la hegemonfa corporativa. Durante los aos ochenta se asisti6 a procesos similares, En las Islas Filipinas, el asesinato, en 1984, del rival politico més antiguo de Fer- dinand Marcos, Benigno Aquino, genet6 una revuella popular que aparté Marcos del poder. En los Estados Unidos, el temor creciente ante la imenazai nuclear desencaden6 una campaiia, a nivel nacional, @ favor de lano proliferacién nuclear. En Aftica del Sur, un movimiento antia- partheid renovado forz6 la excarcelacin de su lider tradicional, Nelson Mandela, BI fin de la década results tan inverosimil como asombroso, cuando, uno (ras otro, Jos regimenes del Pacto de Varsovia se hundie- bajo la presi6n ejercida por las revueltas populares. Desde el punto de vista académico, tanto en Europa como en Esta~ dos Unidos, el estudio de los movimientos sociales y las revoluciones, izadlos por las turbulencias de los afios sesenta y avivados por el surgimiento de una mirfada de movimientos alo largo del dl to de siglo, se ha convertido en una industria en expansién en el dmbi- to de las ciencias sociales. En los Gitimos veinte aiios, utilizando pers: pectivas diferentes, socislogos, politdlogos e historiadores han creado ‘una rica tradicién académica, tanto te6rica como empitica, en lo refe- rente al estudio de los movimientos sociales y Ias revoluciones. Parece hhaber legado Ja hora de hacer inventario de un tipo de estudios que pro- Iifera como los hongos. Creemos que, revisando esta profusin de tra- bbajos, se pueden discernir las lineas maestras de una perspectiva sinté- tica y comparada respecto de los movimientos sociales, que trascenderia cualquiera de las perspectivas tedricas espectlicas sobre este tema. En el presente libro se opta por esta perspectiva, si bien se intenta, asimis- ‘mo, ampliarla y aplicarla de forma comparada, La sintesis emergente Cada vez mas frecuentemente, los expertos en movimientos soci Jes de diversos patses, oficialmente representantes de tradiciones te6ri- cas distintas, destacan, a la hora de analizar el surgimiento y desarro— lo de los movimientos Sociales y revoluciones, tres grupos de factores, a saber: 1) La estructura de oportunidades politicas y las-constriccio= nies que tienen que afrontar los movimientos sociales. 2) Las formas ide organizaci6n (tanto formales como informales) a disposicién de los — 2 contestatarios. 3) Los procesos colectivos de interpretacién, atribucién ¥y construcci6n social que median entre la oportunidad y la accin. ‘Quiz4 resulte més sencillo referirse a éstos tres factores'utilizando Jas abreviaturas convencionales: oportunidades politicas, estructuras de. movilizacion y procesos enmarcadoies- En lo que respecta a la importancia de estos tres factores, parece cestarse generanclo un consenso entre los expertos en movimientos socia~ les. ¥ ello, a pesar de que se fueron configurando a partir de perspec- tivas muy diferentes y, en ocasiones, incluso antagdnicas. Empezare- ‘mos hablando de cada factor por separado, prestando especial atencién a las escuelas y autores més destacados. Oportunidades politicas En la actualidad, los especialistas suelen sefialar la importancia que reviste el sistema politico ~Gonsiderado de forma general— a a hora de hhablar de oportunidades para la acci6n colectiva, Se constata su influen- cia sobre Ia extensién y forma adoptada por cada uno de los movi- mientos. Sin embargo, de hecho, las bases tebricas de esta perspectiva son bastante recientes. En los Estados Unidos, la relacién entre poltt ‘ca institucionalizada y movimientos sociates/tevolucidn, fue estableci- da porteéricos dedicados al estudio de procesos politicas como Char= les Tilly (1978), Doug McAdam (1982) y Sidney Tarrow (1983). Partiendo de"est0s estudios, cierto mimero de especialistas europeos (© profesionales formados en Europa), pertenecientes a la escuela de Ios nuevos movimientos sociales, aportaron una dimensién comparada al estudio de las estructuras de oportunidad politica. De entre 10s europeos que han explorado las relaciones existentes entre politica institucionalizada y la desarrollada por movimientos sociales, cabe me ‘cjonar a Hans Peter Kriesi (1989), Herbert Kitschelt (1986), Ruud Koop- mans (1992) y Jan Duyvendak (1992). En los trabajos presentados por todos estos expertos se aprecia un inteiés connin hacia el estudio de la interacci6n entre movimientos socia- les y politica institucionalizada. A este interés compartido se ha Mega- do partiendo de los intentos por responder a dos cuestiones totalmente diferent@s.A través de los primeros estudios realizados por 19s nortea- rericanos, se pretendfa explicarel surgimiento de movimiento’ socia- tes concretos en base a los cambios en la estructura institucional o en las relaciones informales de poder de un sistema politica nacional dado. ‘Ms recientemene, los éuropeos han emprendido estudios compatados sobre as diferencias en la estructura, la amplitud y et éxito alcanzado, por movimientos de corte similar. En este caso, 1a atenci6n se centra- bu, sobre todo, ef las diferencias en las caractertsticas paliticas de los 23 cestados nacionales en los que se-inscriben, El primer tipo de investi- gacién ha tendido a generar estudios de caso centrados en el detalle historico-respecto de moviiientos concretos o ciclos de protesta (p.¢j. McAdam, 1982; Costain, 1992; Tarrow, 1989a). El segundo tipo de estudios ha catalizado la investigacién comparada, basada en Ia lescripeidn simultéinea del mismo tipo de movimiento social en con- textos nacionales diferentes (p. ej. Kriesi y otros,1992; Joppke, 1991; Ferree, 1987), Sin embargo, en ambos casos, los investigadores se han Adejado guiar por la misma conviecién: los movimientos sociales y las revoluciones adoptan una forma u otra, dependiendo de la amplia gama de oportinidades y constricciones politicas propias del contexto nacio- nal en el que se inscriben, Esiructuras de movilicacién Como se ha podido comprobar, existe un amplio acuerdo respect de Ia influencia que los sistemas politicos i jonalizados ejercen sobre las posibilidades de accién colectiva y las formas que ésta adop- ta, Sin embargo, si admitimos esta premisa, parece que habria que con cluir que el grado de influencia alcanzado por los movimientos sociales no dependerfa de los diversos tipos de estructuras de movilizacién a través de las cuales los grupos intentan organizarse. Al hablar de estruc+ tras de movilizacién nos estamos refitiendo a «los canales colectivos tanto formales como informales, a través de los cuales la gente puede rmovilizarse e implicarse en Ia acci6n colectivan, Este interés por los gru- pos de nivel medio, las organizaciones y las redes informales que cons: tituyen Ja base colectiva de los movimientos sociales y las revolucio- nes, se refleja en el segundo elemento conceptual de nuestra sintesis. ‘AL igual que ocurtfa en el caso de los estudios sobre oportunidades politicas, la reciente avalancha de teorias y trabajos de investigacién sobre la dindmica organizacional de la accién colectiva se ha inspira- do, basicamente, en dos perspectivas teGricas distintas, La ms impor- iante de ellas es fa eorfa de movilizacién de recursos. Tal y eomo fue- +a formalada inicialmente por McCarthy y Zald (1973 y 1977), la teoria de movilizacin de recursos intentaba romper con concepciones de cor- te pesimista sobre los movimientos sociales para centrarse en proce= sos de movilizacién y en las manifestaciones organizativas formales de estos procesos. En opiniGn de MeCarthy y Zald, aunque los movimientos sociales no deban ctistalizar, necesariamente, en una organizaciGn for- mal, extraen su fuerza, como motor del cambio social, precisamente de las organizaciones que generan, En ocasiones, parecfa que estos auto- res no centraban su interés tanto en el surgimiento y desarrollo de movi- mientos sociales en general, como en la deseripeién y caracterizacién 24 de un nuevo tipo de movimiento -movimientos sociales conformados por profesionales— al que consideraban un grupo cada ver més influ- yente en la América contempordnea. La segunda de las corrientes tedricas que ha impulsado el estud de las dindmicas organizacionales de la accidn colectiva, ha sido ¢l mode- Jo que parte de procesos politicos. En general, los especialistas que tra- bajan en esta linea, comparten el rechazo por la equiparacién entre movi- mientos sociales y organizaciones formales, propia de los estudios basaidos en la movilizacién de recursos. Charles Tilly y algunos de sus colegas sentaron las bases teGricas de esta forma de entender este tipo de procesos, aportando informacién sobte el papel eritico desemperia- {do por algunos entornos basicos -en especial Ia vecindad y el lugar de trabajo~ a la hora de facilitar y estructurar la accidn colectiva. Partien- cdo de Jos trabajos de Tilly, otros especialistas intentaron aplicar su méto- do de trabajo al estudio de movimientos més contemporéneos, por ejem- plo, Aldon Morris (1981, 1984) y Doug McAdam (1982) analizaron el papel desempefiado por instituciones locales centradas en los problemas de la gente de color —bisicamente iglesias y escuelas~a la hora de expli- car el surgimiento de los movimientos norteameticanos pro derechos civiles, Algo similar emprendié Sara Evans (1980) que investigaba los orfgenes de los movimientos feministas, sefialando el importante papel desempeiiado por grupos amistosos informales, que legaron a generat auténticas redes compuestas por mujeres que, a st vez, participaban en los movimientos pro derechos civiles y en la Nueva Lzquierda America- na, Esta afinidad te6rica, basada en el interés mostrado hacia estructu- ras de movilizaci6n basieas © informales, se percibe incluso en los tra- bajos sobre captacién mis modernos (Gould, 1991; Kriesi, 1988; | McAdam, 1986; Paulsen, 1993; Snow, Zurche y Ekland-Olson, 1980), en Jos que se intentan rastrear redes organizativas. En un principio, algunos especialistas entendieron que ambos mode- los te6ricos resultaban ser mutuamente excluyentes, sin embargo, con el paso del tiempo y merced a la gran proliferacién de estudios empi- ricos inspirados en ambos criterios, los especialistas han eobrado con- ciencia de la enorme variedad de entornos en Ios que se da la accién colectiva, asi como de la diversidad de formas organizativas a las que los movimientos sociales dan lugar. Por consiguiente, dejaron de lado sus diferencias respecto de los méritos relativos de este 0 aquel enfo- que para centrarse.en otro tipo de investigaciones concemnientes, basi- camente, a Ja dindmica organizacional de los movimientos sociales. ‘Algunos de los temas de estudio més interesantes serfan: 1) El andlisis| comparado de las infraestructuras organizativas que permite com- prender mejor los patrones histéricos de movilizacién y predecir en qué lugafés existe na mayor posibilidad de que se geneten movimientos 25 sociales. 2) La determinaci6n de Jarelacién existente entre forma orga iva y tipo de movimiento, 3) La comprobacién de la influencia que, bre los movimientos pueden ejercer, tanto las estructuras estatales como el tipo de atallasno se libraran cara a cara, sino de forma indirecta, a través de los filiwos de los medios de comunicacién. Por tanto, el éxito de intentos de ‘icacién de mareos posteriores no dependerd de las ventajas que pueda ofrecer un modelo w otro, sino de la independencia, la simpatia y los jwocedimientos usados por los medios de comunicacién. Resumiendo, ereemos que el andlisis debe centrarse en problemas \liyorsos seggin el estadio de desarrollo en que se halle el movimiento shjoto de estudio, To largo de ta fase de surgimiento de a accién colec~ \iva, el papel exitico Jo desempeitan las oportunidades que, para la accién, oliece el medio, Posteriormente, es el movimiento mismo el que debe jpasar a ser objeto preferente de estudio. Mas concretamente, Ia exten- in, el earfcter y los resultados de la accién colectiva pasan a depen- Joy, cu gran medida, de la interaccién que se dé entre el movimiento jpta ser mas exactos, los MSOs que se supone le representan— y otros \cintes organizados que forman parte de la situacién de conllicto, Jn perspectiva comparada Al contrario de lo que ocurre en el easo de otras corrientes te6ri- 1», la perspectiva que se ha esbozado surgi6 como consecuencia del Jivloyo ininterrumpido entre especiatistas que trabajaban en contextos a nacionales muy distintos. El resultado es que el punto de vista que se ofrece siempre ha tenido una importante faceta comparada. Alin no hhemos conseguido hacer explicita esta caracteristica implicita de nues- tra teoria. Para intentar hacerlo retomaremos, nuevamente, los tres con- cceptos centrales sefialando e6mo, en nuestra opinién, podria utilizarse ‘cada uno de ellos para arrojar cierta lz sobre las diferencias y simili- ludles existentes entre movimientos de diversos paises. Oportunidades politicas Como ya se ha seitalado, en la mayor parte de la investigaci6n sobre oportunidades politicas se ha intentado mostrar cémo los cambios en algiin aspecto del sistema politico crean nuevas posibilidades para la aacei6n colectiva, posibilidades que son aprovechadas por una o varias personas que encauzan la protesta (Costain, 1992; McAdam, 1982; ‘Tarrow,19892), Asi pues, el concepto ha sido utilizado, mayoritariamente, en relacién con los estudios de caso como factor explicativo del surgi miento de un movimiento concreto ode un ciclo de protesta. Sin embat- £0, recientemente, se ha empleado el término de forma muy diferente en la investigacidn; de una forma explicitamente comparada. En vez de centrarse en el papel que desempeiia el incremento de las oportunida- des polfticas a la hora de analizar el surgimiento de movimientos con- cretos, los especialistas han comenzado comparar entre si los movi- mientos que se originan en los distintos paises, intentando explicar las diferencias que se perciben en las dimensiones, forma u organizaciGn, asf como el grado de éxito aleanzado, teniendo en cuenta las divergen- cias existentes en las estructuras formales del poder politico, Asi, por ejemplo, Myra Marx Ferree (1987) ha intentado analizar las divergencias entre los movimientos de corte feminista de Estados Unidos y de Alemania Occidental, centrandose, sobre todo, en las dife- rencias politicas ¢ institucionales existentes entre ambos paises. Algo similar ha sido puesto de manifiesto por Chistian Joppke (1991), cuan- do, en st intento por analizar las divergencias existentes en el surgi- iento y desarrollo de los movimientos antinucleares en los Estados Unidos y Alemania Occidental, atribuye las variaciones a las diferen- cias existentes en el contexto politico en el que se han desarrollado Jos movimientos. Dieter Rucht (1990) también estudié los movimien- tos antinucleares, pero ampli¢ el campo de estudio hasta incluir Fran- cia, los Estados Unidos y Alemania Occidental. No obstante, al hacer- Jo, uliliz6 un esquema interpretativo basado en «la diferencia existente en la estructura de las oportunidades politicas», diferencia que expli- caria las divergencias en «el desarrollo, las estrategias, las formas orga nizativas, el tipo de actividades y los resultados obtenidos». Por diti- 42 tno hay que meneionar el proyecto de investigacién més ambicioso planteado hasta el momento respecto del anélisis de la relaci6n exis iente entre el contexto politico nacional y 1a amplitud y naturaleza de I accin coleetiva. Hans Peter Kriesi y algunos de sus colegas (Kriesi yy otros, 1991, 1995) han estudiado, desde esta perspectiva, el surgi- mniento y desarrollo posterior de los nuevos movimientos sociales en Francia, Suiza, Alemania y los Pafses Bajos. Wstrucneras de movilizaci6n Otros trabajos recientes reflejan una tendencia comparada similar 11 estudiar los otigenes y efectos de diversas estructuras de moviliza- Sn. Bn el capitulo 8 de este libro, Dieter Rucht oftece un ejemplo \snifico de esta tendeneia, Rucht intenta describir y explicar la diver J de estructuras adoptadas por los movimientos sociales en Fran- via, Alemania y los Estados Unidos. En un articulo anterior, John McCarthy (1987) comparaba las tasas de afiliaci6n institucional de luntos paises, intentando explicar asf las diferencias registradas en lo que a lugar, forma 0 caricter de la acciGn colectiva respecta. Por ejem- plo, en su opini6n, el carécter originariamente religioso de muchos de Jox movimientos norteamericanos se deberia a que el niimero de per- ‘onas que se consideran miembros activos de la iglesia es mucho mais levado en Estados Unidos que en otras democracias occidentales. Por Ultimo, Kim Voss se halla estudiando en la actualidad el desatrollo hist6- {ico de los primeros movimientos obreros en Estados Unidos Ingla- terra para determinar si las diferentes formas de organizacién que se tuloptaron podrian explicar la derrota de los American Knights of Labor el éxito tltimo de sus compaiieros ingleses (véase cap. 10). La variedad de estos trabajos indica que existen buenas posibilida- Jos para la realizacién de estudios comparados en este dea. Centrén- ‘Jonos s6lo en los tres ejemplos aquf mencionados, resultarfa que los iuvestigadores ya estén intentando comprender las diferencias transna- ‘ionales existentes respecto de 1) la ubicaci6n institucional tras la movi- \ivacien, 2) el papel desempefiado por el sistema politico.» Ia hora de vo \uucturar el perfil organizacional del movimiento, y 3) el efecto que |) eslyuctuta organizacional puede tener sobre las posibilidades de super- Jviencia 0 desaparieién del movimiento. Piovesos enmarcadores {in el easo del tercero de nuestros conceptos atin no existe investi~ clon comparada, Posiblemente se deba a que se trata de un término reciente acuiaci6n en nuestra 4rea y tespecto del cual el desarrollo 4B {eérieo es escaso. No obstante, estamos convencidos de que la investi- gacidn comparada seria igual de fructifera que en los dems casos. En el ensayo introductorio a la seccién dedicada a procesos enmar- cadores, intentamos refiner nuestra comprensién del concepto diferen- ciando hasta cinco t6picos distintos, Estos son 1) el bagaje cultural (Swidler, 1986) a disposicién de los contestatarios; 2) las estrategias enmareadoras por Jas que optan los grupos; 3) la lucha que se genera centre un grupo que desea estructurarse y otros agentes de la accién colec- tiva~en especial el estado y contramovimientos que pudieran haber sur- sido-; 4) 1a esteuctura y el papel desempefiado por los medios de comu- nicacién en esta batalla; y 5) el impacto cultural que el movimiento puede tener al modificar elementos culturales que constituyeron su razén, primera de ser. Esta enumeracién resulta de wtilidad para intentar mejorar nuestra comprensi6n del concepto de marco, pero resulta asimismo interesante por las posibilidades que brinda para llevar a cabo estudios comparados. Partiendo de cualquiera de los cinco t6picos es fécil imaginar posibles investigaciones de corte comparado. Por ejemplo, en el caso del prime- 10 de ellos se podria crear un mapa de ideas y actitudes similar al re zado por McCarthy (1987) en su estudio comparado sobre el grado de cafiliacién institucional. Bs decit, en vez de comparat los déficit y logros infraestructurales de los diversos paises, podran buscarse las ideas que luvieran especial resonancia en contextos nacionales determinados, E] segundo de nuestros tépicos ofrece un campo de investigacién ‘menos amplio al referitse, exclusivamente, a las similitudes y diferen- Cias existentes en las estrategias enmarcadoras utilizadas por los gru- pos en los diversos paises. También se podrfa incluir entre los temas de estudio los esfuerzos por erear marcos Llevados a cabo por el estado y los posibles contramovimientos. De este modo el investigador llevaria sus estudios empiricos hasta el tercero de nuestros t6picos. De hecho, existe un proyecto de investigacién, realizado en colaboraci6n entre especialistas norteameticanos y alemanes, que pretende entender la dind- mica de los movimientos proabortistas y antiabortistas. En un estudio preliminar (véase Gamson y otros, 1993) los miembros del proyecto intentan esbozar las estructuraciones de defensores y detractores del aborto, en cada uno de los patses Elenarto de nuestros t6picos, ef papel desempefiado por los medios de comunicacién como agentes encargados de eluborar la percepcién piiblica del movimiento, podria dar lugar a interesantes estudios com- parados, A efectos de comprender mejor el papel de los medios, se podrian analizar las variaciones transnacionales de sus caracteristicas. Por ejemplo, su grado de independencia respecto del Estado, los pro- cedimientos que utilizan, su orientacién editorial, etc. Posteriormente, 44 que intentar liga estas diferencias a variaciones registradas res- jnccto de los resultados obtenidos por los movimientos. Asi, por ejem- jlo, cl fracaso de la campatia presidencial de Perot en 1992 y el éxito ‘de Berlusconi en las elecciones italianas de 1994 parece deberse, -an medida, al diferente grado de habilidad de los medios de comu- nicaciGn ala hora de exponer las debilidades poltticas eruciales de ambos canidatos. La diferencia en los resultados se explicaria, a su vez, debi- «lo a las divergeneias en ciertos fmbitos clave, en especial el grado de ‘nclependencia y Ta orientaci6n editorial. EI quinto de nuestros tpicos también podrfa ser objeto de un estu- dio comparado sistemiitico. Se podria intentar descubrir hasta que pun- \o los movimientos han sido capaces, en Tos distintos paises, de refor- tnular algsin tipo de discurso ptiblico. Por ejemplo, se podria intentar cstudiar la «feminizacién del diseurso ptiblico» para rastrear el impac- to quc los movimientos feministas han tenido, en este aspecto, en todas, jus democtacias occidentales industrializadas. O el debate podrfa adop- {a un sesgo mis hist6rico, Por ejemplo podria intentar descubrirse si ln ecepcionatided norteamericana pudiera haberse debido a la ausencia nt coneiencia de clase, que, asu vez, hubiera sido consecuencia 16} ‘on de la inexistencia de movimientos obreros significativos. Es deci snalizando los cambios que se han dado en el seno del discurso publi- » cn Oveidente se podria determinar si Norteamérica siempre ha sido 1 caso excepeional en fo que al sindicalismo respecta, si los movi- Inicntos obreras de oitos pafses fueron, simplemente, més eapaces de |niroducir el problema de los trabajadores en el discurso pablico Conclusion hn este ensayo introductorio, que refleja lo ambicioso del presente Iii, iemos intentado lograr cuatro objetivos. En primer lugar, hemos woridlo esbozar una perspectiva analitica amplia, tal y como entende- ‘hos que ha surgido, de forma esponténea, entre los especialistas en yyimiientos sociales en los stimos diez afios, aproximadamente. Ds j) vb) perspectiva se pretende resaltar lo determinantes que tesultan, Joti cl estudio de Jos movimientos sociales, aspectos como las oporta- iyilasles politicas, las estructuras de movilizacisn o los procesos enmar- lores y kas relaciones existentes entre estos elementos. En segundo {ivr sntentamos identificar las principales corrientes de pensamiento \\ siya sya pudigramos comprenider mejor cada uno de Los con: jlos imbién hemos querido proponer una investigacién mis dind- {iio plinieando a los especialistas el reto de identificar las refaciones inioiioy entre nuestros tres Factores. Entendemos que esto es espe- 45 cialmente importante en el caso del estudio de 1) su surgimiento y 2) su desarrollo posterior y el posible abandono de la accién colectiva. Por ‘timo, hemos mencionado, brevemente, la naturaleza esencialmente ‘comparada del problema y propuesto estudios empiricos que ayudarian a desarrollar esta tltima perspectiva. Resulta obvio que el aspecto comparado nos parece realmente importante. Gran parte de la riqueza de datos y resultados que aporta el presente volumen se debe a Ia participacisn y perspectiva de espe- Cialistas de distintos paises. Con este libro no sélo queremos sintetizar los resultados obtenidos por medio de un discurso de corte transnacio- nal, sino también recomendatlo y contribuir a su desarrollo. Porque s6lo traspasando Jos Ifmites que el estudio empitico sobre movimientos socia- les de base nacional impone, podemos tener la esperanza de lograr una ‘mejor comprensién de In accién colectiva. 46 Il. OPORTUNIDADES POL{TICAS

También podría gustarte