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El escondite de las vocales

Las letras habían estado de fiesta todo el fin de semana.

Habían pasado muchas horas jugando y bailando y ahora


estaban tan cansadas que no sabían como juntarse
para hacer las palabras. Menos mal que pronto llegarían
los niños al colegio y con sus lápices de colores las
ayudarían a construir palabras y frases.

Habían jugado al escondite y desde entonces no habían


vuelto a ver a las vocales. Las consonantes estaban
preocupadas, sin ellas no podrían enseñar a los niños a
leer y a escribir.
La señora H, mudita como era, se puso a buscar dentro
de las cajas a las señoras A, E e I y a los señores O y U.
Con gestos pidió ayuda a la señora B, pero está había
comido tanta tarta de chocolate que se le había hinchado
la tripa y no se podía mover.

El señor T junto con la señora S se encargaron de buscar


en los armarios y las jóvenes X y Z miraron detrás de las
cortinas. Las letras R, M y P seguían bailando y en lugar
de ayudar no paraban de molestar.
Cada vez quedaba menos tiempo, los niños pronto iban
a llegar. El señor W, aunque sabía que aparecería en
pocas palabras, estaba muy preocupado.

– Ya no podremos ser un abecedario, - se quejó


la señora D.

Las encontraremos, lo importante es que trabajemos
todos juntos y nos organicemos bien para buscarlas-,
dijo la vibrante señora R.
Miraron en toda la clase. No quedó rincón en el que no
buscaran. Tristes y cansadas decidieron guardarse en
los libros ya que oían a los niños subir por las escaleras.

Al abrir las consonantes los cuentos se sorprendieron y


alegraron mucho pues ahí, en su sitio, estaban las
vocales esperando a los pequeños. Éstas sabían que los
niños querrían escribir sus nombres con ellas y que
tendrían mucho trabajo, por ello, se había ido pronto de
la fiesta para descansar y hoy poder jugar y hacer
muchas palabras.

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