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Análisis sobre la crisis de la economía

española.

Este análisis está dedicado a las políticas económicas que podrían contribuir a que España
escapase de una dramática crisis económica que dura ya tres años. Una crisis que había
venido gestándose durante un periodo más prolongado y cuyos orígenes se remontan a un
pasado lejano; a políticas económicas pretéritas que, desgraciadamente, aún siguen vigentes.
Por tanto, y pese a su apariencia académica, éste es un análisis aplicado que discute políticas
económicas reales, aun cuando éstas apenas reciban un tratamiento explícito en los ensayos
aquí recogidos, al dedicarse primordialmente éstos a analizar hipótesis, hechos, modelos y
mecanismos de causalidad. Es decir, el tipo de cosas que deberíamos conocer, y conocer bien,
antes de diseñar políticas económicas. La idea es que, a fin de que las políticas económicas
tengan un mínimo sentido y sean eficaces (y no lesivas, que es lo que suele suceder con
muchas de ellas), estas políticas deben basarse en un análisis económico riguroso e
incorporar la triste, pero invariablemente cierta, reflexión de que –en Economía, al igual que
en cualquier otro ámbito de la vida “nada es gratis”. Espero que mi país Republica
Dominicana se mire en el espejo de España aun estamos a tiempo para tomas las medidas de
volver a encausarnos en el camino correcto.

Empezamos por la evolución de los últimos años; Es impresionante, pues muestra una caída
del salario real promedio durante más de 8 años consecutivos, lo que se traduce en un
empobrecimiento absoluto que las familias obreras sólo compensan con un aumento del
empleo y la incorporación de la mujer al mercado de trabajo. Esta pauta regresiva coincide
con la incorporación de más de dos millones de trabajadores inmigrantes, un hecho decisivo
en la evolución socio-económica de los últimos años. Este proceso de extensión y
recomposición de la clase trabajadora se ha utilizado para reducir los salarios reales en
muchos sectores, sobre todo en los de menor calificación.

Cabe comentar un último aspecto. Desde 1995 la economía española muestra un crecimiento
sostenido, sobre el que debemos preguntarnos si altera la pauta descrita. Se trata de un
crecimiento peculiar, pues si bien registra tasas muy superiores al promedio europeo, no se
basa en un modelo sólido y tecnificado, sino en un uso muy intensivo de fuerza de trabajo de
bajos salarios, junto con factores especulativos y un abultado déficit exterior (más del 6% del
PIB). Podemos identificar cuatro factores que lo impulsan.

1. La enorme concentración y centralización del capital que, con centro en la banca (BBVA,
SCH, La Caixa) se manifiesta en algunos sectores muy dinámicos de la economía global:
telecomunicaciones y energía (Telefónica, Endesa, Repsol, etc.), lo que ha permitido que el
capital español tenga, por vez primera, gran presencia en el extranjero, sobre todo en
América Latina.

2. El boom de la construcción y la burbuja inmobiliaria, verdadero motor de la economía


española en este ciclo, que se sostiene con el imparable aumento del endeudamiento de las
familias.

3. La inversión de los fondos europeos, cuyo gran salto coincide con el inicio del ciclo en 1995,
en infraestructura que apalanca a otros sectores, sobre todo alimentando el boom de la
construcción. Estos fondos no son una “ayuda” desinteresada de los países ricos a los más
pobres, sino una inversión estratégica de las principales potencias (Alemania y Francia), que
se refleja en los balances de sus multinacionales en forma de licencias, contratos o compras, y
que abre la puertas a sus productos, como evidencia el aumento espectacular del déficit
comercial español con esos países, que coincide milimétricamente con el inicio de la llegada
masiva de sus “ayudas”. El saldo, que se habrá de evaluar en un futuro próximo, es la
destrucción del tejido productivo y la mayor dependencia española con respecto a los centros
de poder europeos.

Los analistas económicos aseguran que la situación económica en España ha mejorado


basándose en que el PIB ha subido unas décimas. Sin embargo, el PIB sólo refleja el
movimiento de capital, es decir, los beneficios empresariales, bien mediante la venta de
sucursales para comprar acciones en otras empresas (diversificación), o bien mediante el
traslado de empresas a otros países como China, India o Países del Este, donde la mano de
obra y las materias primas son más baratas (deslocalización).

Sin embargo, este análisis no tiene en cuenta el reverso de la moneda: la diversificación y la


deslocalización dan lugar a la pérdida de miles de empleos.

Se omiten, premeditadamente, las consecuencias negativas que conllevará el recurrir a las


prejubilaciones anticipadas: los costes que generarán a la Seguridad Social redundarán en un
déficit económico aún más elevado.
Por otra parte, las empresas no invierten lo suficiente, España no desarrolla tecnología
competitiva y, por lo tanto, la demanda exterior disminuye mientras el número de
importaciones aumenta.

También debe tenerse en cuenta que España depende en un 82% del petróleo extranjero.

¿Cuál es la solución que adopta el Gobierno? La alternativa a la que recurriría cualquier


partido político, independientemente de su ideología, sería la ya recurrente subida de tipos
de interés y de impuestos.

Esta medida afecta, principal y negativamente, a las personas que están pagando una
hipoteca, pues el desequilibrio entre el aumento del precio de los productos básicos y los
salarios genera una gran inseguridad a la hora de comprar un apartamento, ya que nadie
tiene la garantía de que su empresa «no prescindirá» de él en un momento determinado.

Todo ello da lugar a una desesperanzadora lectura de la escala demográfica: no se puede


tener hijos ya que supondría un gasto añadido a la ya ahogada economía familiar. Por lo
tanto, nos encontraremos, a corto plazo, con que el número de ancianos a los que tendrá que
financiar la Seguridad Social superará con creces al de personas que sí están en edad laboral
(la próxima generación) y, sobre la que recaerá todo el peso de la población inactiva. La
balanza comercial se hace insostenible.

Mientras el Gobierno sigue utilizando mensajes mediáticos tergiversando esta terrible


realidad y destacando «la positiva situación económica» de España en la «zona euro»
basándose en el aumento de unas décimas en el PIB.

¿Cuándo y cómo se derrumbará esta farsa? ¿Llegaremos a una situación de bancarrota? Me


temo que sí.

La clase política y la corrupción, los recortes y sus consecuencias para la sanidad o la


educación, y los bancos se han consolidado en julio como problemas de España, detrás del
paro y la economía, según se refleja en todos los análisis técnicos sobre dicha economía.

La lista de problemas ha vuelto a estar encabezada por el paro, citado en el 78,6% de los
cuestionarios, ocho décimas más que el mes anterior pero por debajo de las cifras del último
año, cuando no bajaba del 80%. En segundo lugar repiten los problemas de la economía, con
un 46,5%, también por debajo de los registros mensuales del último año.
En tercer lugar se consolida la clase política, citada como un problema en el 25,4% de los
cuestionarios, seguida de la corrupción y el fraude (12,2%).

En quinto y séptimo lugar aparecen la sanidad (10,4%) y la educación (7,1 %) dos asuntos que
asomaron como un problema preocupante al mismo tiempo que comenzaron las medidas de
ajuste. Los recortes sociales también son citados expresamente en el 5% de las entrevistas.

Y por segundo mes consecutivo, lo bancos entran en la lista de los problemas del país (sexta
plaza), citados en julio en el 8,6%.

Desafección política

Ello genera una gran desafección, un rechazo intenso a los dos grandes partidos. "Los
políticos, la política, PP y PSOE como partidos mayoritarios, son valorados como 'un todo
negativo', causante de la crisis y culpable de su gestación y desarrollo. Por vez primera desde
la transición todos los políticos suspenden como clase social. Nadie se libra del voto de
censura de la población, nadie supera el 4.

Política y finanzas son visualizados como sectores causantes de la crisis, beneficiarios,


cómplices y encubridores de sus responsabilidades. El Estado de las Autonomías es el
destinatario de esas críticas porque "ese sistema administrativo se asocia claramente, en el
imaginario colectivo, con amiguismo, clientelismo, despilfarro, derroche, ruina y déficit
público".
La sociedad española será la verdadera rescatista de la banca, pues será quien cargará con el
barril sin fondo en que se ha convertido la crisis financiera de ese país.

España ha entrado en su segunda recesión en tres años con un costo social en aumento, pues
se espera que las autoridades gubernamentales recrudezcan las severas medidas de
autoridad que ya han aplicado.

La crisis económica-financiera mundial cumple ya cinco años de pesar gravemente sobre


todas las economías del mundo, aunque algunas han sido más afectadas, como Grecia y
ahora España.

España ya entró a su segunda recesión en tres años, lo que ha tenido un impacto directo en
materia laboral, tanto que uno de cada cuatro españoles está sin empleo, en tanto que si se
toma a los jóvenes menores de 25 años la tasa se dispara a 52 por ciento. En su más reciente
actualización de las perspectivas económicas, el Fondo Monetario Internacional (FMI) estimó
una caída de la economía española en 2012 de 1.7 por ciento y para 2013 de un 0.6 por ciento
de decremento.

No obstante, el Ministerio de Finanzas español calcula que la contracción económica en 2013


será más pronunciada que la prevista, lo cual sin duda demorará la recuperación del empleo.

La crisis financiera española es una especie de barril sin fondo, al grado de que los esfuerzos
constantes que desde 2009 han realizado los gobiernos para solucionar los problemas del país
se han prácticamente desperdiciado sin llegar a solución alguna.

Uno de los factores más importantes que agudizan la crisis es la situación que se vive a nivel
de endeudamiento de las regiones autonómicas, problemas que arrastran desde el episodio
de la burbuja inmobiliaria.

La situación es grave, apuntó, ya que estas economías subnacionales no pueden pagar sus
facturas ni solventar sus deudas a corto plazo, y las estimaciones más conservadoras indican
que la deuda acumulada llega a los 140 mil millones de euros. Tan sólo este año deben ser
refinanciados unos 36 mil millones de euros, y sería el gobierno nacional quien asumiría la
carga emitiendo deuda, pero a un mayor costo.

El sistema bancario es el más afectado por la crisis, pues tiene créditos incobrables, al grado
de que la Comisión Europea, y particularmente Alemania, recientemente autorizó el plan de
recapitalización presentado por el gobierno español.
El proyecto contempla un rescate de hasta 100 mil millones de euros (123 mil millones de
dólares) que beneficiará a los bancos -y por su puesto a los banqueros- españoles.

El gobierno asumirá los costos, respaldando la deuda cuyo monto real aún no se conoce, por
lo que los recursos anunciados pueden ser insuficientes y nuevamente la idea de un barril sin
fondo viene a la mente.

El rescate español se inscribe dentro de la serie de episodios vividos por otros sistemas
bancarios como el griego, cuyo costo asciende a 240 mil millones de euros, Irlanda con 85 mil
y Portugal con 78 mil millones de vapuleados euros. Además, el rescate representa un costo
social pues los españoles sufrirán mayores presiones ya que se espera que se recrudezca la ya
de por si severa austeridad aplicada por las autoridades gubernamentales.

Entre las más controversiales está el tener que adelantar la reforma al sistema de pensiones,
sobre todo en la ampliación de la edad de jubilación, que establece que a los 67 años se
podrán jubilar los trabajadores que hayan cotizado 37 años, y los que deseen retirarse a los
65 años, necesitarán 38 años y medio de cotización.

Así, la reforma se traduce en un aumento de tres años y medio del periodo de contribución,
lo cual estaba programado a concretarse de manera progresiva en el 2027, ¿Barril sin fondo?

De igual forma, se incrementaría el impuesto el consumo (IVA) del 18 al 23 por ciento,


medida que ya se realiza y se hace generalizado, como lo aplica Grecia y Portugal. El recorte
de gastos y aumento de impuestos son la fórmula para agudizar la recesión, lo que se
convierte en un círculo vicioso.

Estas medidas aumentarán el descontento social y podrían avivar mayores y más profundas
movilizaciones, lo que ahondaría el nerviosismo de los inversores, elevando los costos de los
bonos del gobierno.

"El costo del rescate, aún si es menor a los 100 mil millones de euros anunciados, es sin duda
enorme y como siempre son los habitantes quienes cargarán con el barril sin fondo en que se
ha convertido la crisis económica española, son los verdaderos rescatistas de última
instancia".

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