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Con mirada psicológica la doctrina que sigo señala que: “El error, en realidad,

solo interesa al ámbito del Derecho por sus efectos y consecuencias, pero el origen
del problema es ajeno al Derecho, porque concierne al entendimiento, definiendo
a este como parte del proceso mental del razonamiento que concluye con una elección
y decisión. En este orden de ideas, todavía fuera de la esfera jurídica, se conceptúa
como error todo juicio o valoración que sea diferente del criterio que se acepta
como válido en el campo del conocimiento sobre el que se ha expresado la elección
o decisión, obsérvese que aludo a criterio aceptado como válido, lo que es distinto de
criterio verdadero”(50).
Sobre la ignorancia y su asimilación al error se ha dicho con criterio que: “La
ignorancia es distinta del error, pero jurídicamente se asimila a este, porque en uno y
otro caso el agente celebra un negocio que no concluirá como cierto, o que celebraría
(47) FLUME, Werner. Ob. cit., p. 500. Se ha señalado que: “Cuando un negocio jurídico se apoya en varias
declaraciones de voluntad (como el contrato), la impugnación se refiere a la declaración de voluntad del
que yerra pero afecta al negocio jurídico, que pierde su validez por la anulación”. Ob. cit., p. 501.
(48) Ibídem, p. 502.
(49) LOHMANN LUCA DE TENA, Juan. Código Civil comentado. 1ª edición. Gaceta Jurídica, Lima, 2003,
p. 855.
(50) LOHMANN LUCA DE TENA, Juan. Ob. cit., p. 855. Así se señala que: “El error solo surge cuando hay
confrontación entre él y la verdad; por lo tanto, solamente podemos hablar de error cuando la proposición
niega lo descubierto como válido o verdadero”. Ob. cit., p. 856.
Jairo Cieza Mora
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en condiciones distintas. La ignorancia o falta de información conduce a conocimiento
defectuoso y por tanto a formarse como un criterio de las cosas distinto del
correcto”(51).
Es interesante definir si los presupuestos de error establecidos en el artículo 202
de nuestro CC son númerus clausus. Sobre este particular el autor seguido señala
que: “A mi entender, es preferible no ceñirse a la enumeración taxativa y permitir así
que una jurisprudencia cauta y prudente analice si el error sometido a decisión judicial
puede o no considerarse esencial en la medida de su relevancia. Tales serían los
casos, en materia de objeto, del error sobre el valor de algo (distinto de error de cantidad),
el que recae sobre la existencia del objeto o sobre la identidad del mismo, y el
que recae sobre el nombre o denominación de algo (distintos, por cierto, del error en
la declaración)”(52).
Sobre el error de cálculo la doctrina nacional citada señala con acierto: “Precisemos,
pues. El error de cálculo es aquel que recae sobre números, entidades abstractas
a partir de la unidad; el cálculo es el conjunto de operaciones aritméticas abstractas.
La cantidad, en cambio, es cosa bien distinta. Porque la cantidad a la que el
artículo alude es el conjunto de ciertas partes, independientes y más o menos
homogéneas.
Mientras que el cálculo es un procedimiento, la cantidad es una suma de ciertas
unidades, o sea, la cuantía que resulta”(53).
Sobre la improcedencia de anulabilidad por error rectificado correctamente
se señala que: “Aunque el error sea esencial y conocible, quien erró no podrá solicitar
la anulación si la otra parte ofrece introducir las modificaciones necesarias, es decir,
cumplirlo de modo satisfactorio para el errante”(54).
El autor que vengo siguiendo mantiene dos hipótesis sobre la rectificación del
error y por tanto la no anulación del negocio. La primera de ellas señala: “Que el
destinatario
de la declaración pudo reconocer o efectivamente reconoció el error, esencial
o no, pero el negocio fue celebrado. En este supuesto, si el destinatario ofrece
subsanar su falta de diligencia y seriedad y acomodar sus intereses a los del errante,
este no puede negarse y pretender impugnar el contrato”(55).
(51) LOHMANN LUCA DE TENA, Juan. Ob. cit., p. 857.
(52) Ibídem, p. 859.
(53) Ibídem, p. 873. En este sentido se ha dicho que: “Según la norma, el simple error de cálculo no es suficiente
para instar la anulación. Dos razones abonan para esta solución. La primera es que el error no es esencial
en el sentido que señala el artículo 202, porque no recae la equivocación sobre cosas o personas, tal como
señala el precepto. La segunda es que el error aritmético en que se ha incurrido (si no hace modificar la
voluntad de convenir sobre una cierta cantidad sine qua non), puede rectificarse y corregirse, sin que
por ello quede alterada la representación mental que una o las dos partes se han hecho de la prestación”.
Ob. cit., p. 873.
(54) Ibídem, p. 878.

(55) Ídem.

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