pobreza, la humildad y la caridad de cristo y observa en él tu rostro. Vive siempre alegre en el señor y no dejes que tiniebla alguna ni amargura envuelvan tu corazón.
Con andar apresurado y paso ligero
avanza confiada y gozosamente por el camino de las bienaventuranzas.
Dichosos aquellos a los que ha sido
dado andar por la senda que conduce a la vida y perseverar en ella hasta el fin.
El amor que no puede sufrir no es
digno de ese nombre.
Atiende a la pobreza, la humanidad
y caridad de Cristo. Oh pobreza bienaventurada que da riquezas a quienes la aman y abrazan.
En la medida que se ama algo
temporal, se pierde el fruto de la caridad.
Clara, una joven muy santa de Asís,
se entusiasmó por esa vida de pobreza, oración y santa alegría que llevaban los seguidores de Francisco y abandonando su familia huyo a hacerse monja según su sabia dirección.
Ve segura alma mía, porque aquel
que te creo, te santificó… Clara siente en la Eucaristía la presencia de Jesús Resucitado, por eso, hace de ella el centro de su vida.
“Si sufres con Cristo, reinaras con
él; si con él lloras, con él gozarás; si mueres con él en la cruz de la tribulación, poseerás las moradas eternas en el esplendor de los santos y tu nombre inscrito en el libro de la vida, será glorioso entre los hombres”.
Pon cada día tu alma ante el espejo
de cristo y escruta continuamente tu rostro en él, para poder adornarte de todas las virtudes. “Fija tu mente en el espejo de la eternidad, fija tu alma en el esplendor de la gloria, fija tu corazón en la divina sustancia y transfórmate toda entera por la contemplación, en imagen de tu divinidad, para que también la sientan los amigos cuando gustan la dulzura escondida que el mismo Dios ha reservado desde el principio para quienes lo aman”
Para Santa Clara la pobreza era el
camino en donde podía alcanzar más perfectamente esa unión con Cristo. La vida de Santa Clara fue una constante lucha por despegarse de todo aquello que la apartaba del amor y todo lo que le limitaba su corazón de tener como único y gran amor al señor y el deseo por la salvación de las almas.
Para Santa Clara la oración era la
alegría, la vida; la fuente y manantial de todas las gracias, tanto para ella como para el mundo entero. BENDICIÓN DE SANTA CLARA DE ASÍS Os bendigo en esta vida y os bendigo después de mis días. Como puedo y más de lo que puedo. Con todas las bendiciones que el padre de las misericordias derramó y derramará en el cielo y en la tierra sobre sus hijos. Amén.