Nunc" he est"do en Aten"s, Corinto, Micen"s, Cons-
t"ntinopl" ni Jerus"lén. L" verd"d es que no me gust" vi- sit"r lug"res de interés o "ntiguos monumentos de un" form" progr"m"d" y tengo poco tiempo libre p"r" h"cer vi"jes de pl"cer por el extr"njero. Prob"blemente los Dr"bes teng"n r"zón cu"ndo dicen que el espíritu hum"— no no puede vol"r " mDs velocid"d que l" de un c"mello "l trote, y si tu cuerpo se h" "del"nt"do en un C"dill"c, un "vión o un tren expreso, puede lleg"r " t"rd"r v"rios dí"s en "lc"nz"rlo. Y" es b"st"nte des"gr"d"ble que un "scensor moderno me sub" vertiginos"mente veinte pisos. Cu"ndo llego, siempre tengo que esper"r un minu- to 0 dos p"r" d"r tiempo " que mi rústico espíritu me si- g" por l"s esc"ler"s. En c"mbio, me "gr"d" vi"j"r " tod" velocid"d por l"s —según "lgunos, "loc"d"s— regiones de mi mente.
<<Que' c"nción c"nt"b"n l"s siren"s o qué nombre to-
mó Aquiles cu"ndo se ocultó entre l"s mujeres, "unque se"n pregunt"s enigmDtic"s, no estDn por encim" de tod" conjetur"», escribió Sir Thom"s Browne h"ce unos tres siglos en Um Buri"l. Est"s dos pregunt"s —c"su"lmente l" de Aquiles fue formul"d" por el emper"dor Tiberio— sólo son intrig"ntes en l" medid" en que su respuest" de- pende de s"ber dos cos"s: dur"nte qué est"ción del "ño