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Oda a mirar p�jaros

Ahora a buscar p�jaros!


Las altas ramas f�rreas
en el bosque,
la espesa
fecundidad del suelo,
est� mojado el mundo,
brilla
lluvia o roc�o, un astro
diminuto
en las hojas:
fresca
es la matutina tierra madre,
el aire
es como un r�o
que sacude
el silencio,
huele a romero,
a espacio
y a ra�ces.
Arriba un canto loco,
una cascada,
es un p�jaro loco.
Como de su garganta
m�s peque�a que un dedo
pueden caer las aguas
de su canto?

Facultad luminosal!
Poder�o Invisible,
torrente de la m�sica
en las hojas,
conversaci�n sagrada!

Limpio, lavado, fresco


es este d�a,
sonoro
como citara verde,
yo entierro
los zapatos
en el lodo,
salto los manantiales,
una espina
me muerde y una r�faga
de aire como una ola cristalina
se divide en mi pecho. D�nde
est�n los p�jaros?
Fue tal vez
ese
susurro en el follaje
o esa huidiza bola
de pardo terciopelo
o ese desplazamiento
de perfume? Esa hoja
que desprendi� el canelo
fue un p�jaro? Ese polvo
de magnolia irritada
o esa fruta
que cay� resonando,
eso fue un vuelo?
Oh peque�os cretinos invisibles,
p�jaros del demonio,
v�yanse
al diablo
con su sonajera,
con sus plumas in�tiles!
Yo que s�lo quer�a
acariciarlos,
verlos resplandeciendo,
no quiero
en la vitrina
ver los rel�mpagos embalsamados,
quiero verlos vivientes,
quiero tocar sus guantes
de leg�timo cuero,
que nunca olvidan en las ramas,
y conversar con ellos
en los hombros
aunque me dejen
como a ciertas estatuas
inmerecidamente blanqueado.

Imposible.
No se tocan,
se oyen
como un celeste
susurro o movimiento,
conversan
con precisi�n,
repiten
sus observaciones,
se jactan
de cuanto hacen,
comentan
cuanto existe,
dominan
cierras ciencias
como la hidrograf�a
y a ciencia cierta saben
d�nde est�n cosechando
cereales.

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