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Cusco 2
Cusco 2
Esto parece haber sido así, hasta que más de cien años después de la llegada de
los primeros españoles a Cusco, cuando no existía más el Imperio y la vigencia política
y religiosa de su mito de origen se había desvanecido, Bernabé Cobo (1653), ilustrado
sacerdote de la época, indagó una vez más en la memoria de las primeras edades,
recibiendo de don Alonso Topa Atau, nieto del Inca Huayna Capac, la certificación de
una versión, que ya no solo daba una incierta dirección cardinal para ubicar la famosa
Posada del Amanecer, sino que esta vez, consignaba la referencia de su ubicación
precisa en Tambo, conocido también como Ollantaytambo; pueblo situado en la parte
media del Valle Sagrado de los Incas, y uno de cuyos tramos superiores era conocido en
la colonia como el Valle de Yucay.
(21) Esta palabra tan nombrada, dada la inexistencia de una grafía definida, fue escrita por los
cronistas de diversas maneras, así tenemos: Pacaritanpu, Pacaritambo, Pacarictanpu,
Pacarectanpu, Pacarectambo; de las cuales consideramos que la palabra Pacaritanpu fue la
mejor transcrita.
Pacariui: El lugar donde uno nació. (Bertonio, 1612, II: 1879: 241)
Paccarin: Amanecer. (Gonzales Holguín 1608, 1989: 266)
Tanpu: Posada. (Ibid)
Pacaritanpu, se entiende entonces como Posada del Amanecer, la Posada donde uno Nació y
que metafóricamente significaría, el lugar que atestiguó el inicio de un nuevo tiempo, o el
nacimiento de una dinastía.
(22)
Pardo, 1946; Urton, 1989; Bauer, 1992; Angles, 1995
(23)
Urton, 1989. En Rev. Andina, No l
De esa versión, que luego Cobo (1956/1653, III: l47) publicó en su “Historia del
Nuevo Mundo”, citamos algunos párrafos:
“...Luego que fueron puestos (los Incas) por su padre el sol en la laguna de
Titicaca, les mandó que tomasen la vía y derrota que gustasen... Y que despedido con
esto el sol su padre, caminaron la vuelta del Cuzco, probando a hincar en la tierra la
barreta de oro donde quiera que paraban, y que llegando al valle de Yucay, y bajando un
poco más por la rivera del río que por el corre hicieron alto en Pacarictanpu (significa
dormida que amanece) ...así salieron de una cueva que está en el sobredicho asiento de
Tanpu, Tambo, llamado Pacarictanpu por una ventana de piedra...de donde partieron al
salir el sol, por cuya causa dieron aquel nombre a aquel lugar, encaminándose al valle
del Cuzco...”
“...que Manco Capac, primer Inca, había sido Hijo del Sol, y salido por una
ventana de una casa y engendrado por el rayo o resplandor del sol...fue a los altos de
una serranía donde está el valle del Cusco a vista...” para luego fundar la ciudad.
El mito de la Posada del Amanecer, los hermanos Ayar y la fundación del Cusco
(26)
Tanputtoco: La ventana de Tanbo/ Capacttoco: Ventana del rey. Betanzos (1551), 1880: 10
(27)
Vaca de Castro (1542), 1920: 6-12
Detalle de una de las “ventanas” del Pacaritanpu, y aproximación al efecto de luz que
confirió carácter sagrado al lugar. La luz del sol, ingresa a este espacio simbolizando la
unión entre el cielo y la tierra y la consiguiente iluminación de sus héroes, hecho por el
cual se denominó a los Incas como los Hijos del Sol.
Salieron también de este lugar, los hermanos Ayar Uchu, Auca y Cachi,
acompañados de Mama Ocllo, Cura, Ragua y Huaco, portadoras de las semillas de maíz
y la dorada vajilla con la que los atenderían; mientras ellos, armados de alabardas de oro
y hondas de trenzados nervios, caminaban dando vueltas de modo que la luz del sol se
reflejara en los espejuelos de oro de sus regios vestidos.
Así, dulcemente le rogaron para que volviera al lugar de donde salieron y donde
quedó finalmente sepultado. Ese día la tierra tembló.
El solsticio de invierno, marcó en los Andes el tiempo del renacimiento del sol y
el de la revitalización del mundo, y el de verano el de su madurez. Las características
que asumen las imágenes del sol en los dibujos de Guaman Poma (1613), evidencian
estos antiguos conceptos.
Seis meses después, en el solsticio de verano (Dic. 22, una vez que la Naturaleza
ha madurado), su “vitalidad” desciende al mediodía sobre la Tierra para recibir las
ofrendas colocadas en su altar; por que de acuerdo a la antigua tradición, en esta época
del año en la que se celebraba el Capac Raymi o la gran fiesta, los espíritus de los
muertos regresaban para comunicarse con los vivos y se realizaban festines en los que
se honraba su memoria. Según Cobo (1653) “La razón por la que se sacaban los cuerpos
de los muertos (momias), era para que sus descendientes pudieran beber con ellos como
si estuvieran vivos, y en esta ocasión pedir a sus antepasados que les hicieran tan
valientes como lo habían sido ellos”.
Nótese en la secuencia fotográfica, cómo la sombra generada por la parte correspondiente al
pico del cóndor, desciende hasta el altar destinado a proveerle de alimento y se posesiona de tal
modo, que la sombra se ubica en el punto medio donde se encuentra un gnomon que permite
fijar esta fecha (solsticio de verano).
Es a partir de este mito, que los quipucamayoc registraron los sucesos que
devinieron en el tiempo y contaron siglos después, los hechos del linaje de los Incas.
Entre estos, narraron como en el amanecer de esta civilización, apareció en el valle del
Cusco reflejando sus áureos vestidos la luz solar el Hijo del Sol y tras suyo el gentío
que aglutinado en esa imagen, tomó el promontorio situado entre las ciénagas
alimentadas por dos ríos (Saphy y Tullumayu), para allí Manco Capac fundar el
Inticancha o Recinto del Sol; no sin antes Mama Ocllo, mujer suya e indómita guerrera,
echara a la gente de los señoríos del lugar.
Nacía entonces a 3,350 msnm. en un valle de clima sano y seco, rodeado por un
mar de montañas, un centro ceremonial, y también empezaba a latir el corazón del que
vendría a ser el Imperio de las Cuatro partes del Mundo o del Tahuantinsuyo.
Delimitaron luego, cuatro espacios llamados canchas, alrededor del templo que
atesoraba la piedra en la que se había transformado Ayar Auca, y allí se afincaron para
venerar al sol y ver fructificar sus maizales.
La ciudad de Cusco. Sobre los cimientos y cenizas de los que fueron los principales templos de
la capital del imperio Inca, se yerguen hoy esbeltos y hermosos templos coloniales.
No habría de pasar mucho tiempo, antes de que parte de los alrededores del
Valle tributase al templo, y Manco Capac viéndose viejo ordenara que los diez ayllus
que acompañaron su gesta desde la Casa del Amanecer, se tornasen en protectores de su
panaca o linaje; dejó finalmente el poder a su hijo Sinchi Roca, y a su linaje, su huauque
o su “doble” como oráculo que sería reverenciado en la imagen del pájaro Indi.
Descrito como un hombre noble, cuyo destino aparente lo alejaba del poder,
Inca Yupanqui revirtió esa condición al defender del acoso de los guerreros Chancas la
sagrada ciudad del Cusco, en esa circunstancia desamparada por su temeroso padre el
Inca Wiracocha y su sucesor Inca Urco. Victorioso al fin y contra el designio de la
tradición, se ungió con la borla imperial aclamado por el pueblo con el nombre de
Pachacutec (El Transformador del mundo).
Político hábil, conocedor de la trama con la que estaban tejidos los intereses de
los antiguos linajes que se disputaban el poder, peregrinó a la Casa del Amanecer
instituyéndola como oráculo y adoratorio universal, para luego de reformar los
calendarios y tomar para sí el pueblo de Tambo, finalmente someter a todos aquellos
que cuestionaban la legitimidad de su gobierno31.
(81)
Sarmiento (1572), 1960: 237-239
Del corazón de esta Ciudad, que fue su plaza principal, hacia las cuatro partes
del mundo, dirigió también los caminos que junto a sus ejércitos tomaron las tierras
altas, estableciendo en cada jornada lugares de descanso y aprovisionamiento a los que
llamaron tambos, allí disponían de sal, papas, quinua y llamas con las que descendieron
al límite de las selvas para regresar cargados de coca, oro, alimentos y plumas
multicolores.
(32)
Hyslop, 1992: 54 – 56
EL QORICANCHA
Dotarlo de todo aquello que fuese capaz de crear ese reflejo, fue el deseo del
inca Pachacutec, luego que en un sueño recibiese (antes de vencer a sus enemigos y ser
coronado), una lámina de cristal en la que resplandeciente como el sol, Wiracocha le
mostró el que vendría a ser su vasto imperio33.
Construido en sus partes más antiguas con diorita verde, andesita roja en sus
jardines, y la gris oscura para los muros y recintos de nichos y puertas trapezoidales34
dedicados al sol, la luna, las estrellas, el rayo y el arco iris, quedaron todos en conjunto,
alrededor de una fuente y un amplio patio, como una muestra de su más fina y sintética
arquitectura; la que más allá del perdido significado esotérico de sus colores y las
riquezas que contuvo, recreó la solidez que inspira el paisaje andino y el espíritu austero
y equilibrado de sus constructores.
(33)
Molina (1574), 1948: 20
(34)
El diseño trapezoidal tiene una función muy parecida a la del arco, en la que los esfuerzos se
reparten lateral y verticalmente; y como forma, se constituyó en el sello de la arquitectura inca.
Alrededor de la fuente y del amplio patio del Qoricancha, se edificó superponiéndose a sus
recintos, el claustro del convento de Santo Domingo.
Producido el devastador terremoto que en el año de 1,950 asoló la ciudad de Cusco y destruyó
parte de este claustro, los restauradores liberaron de los recintos del incólume Qoricancha las
superpuestas y derruidas construcciones coloniales.
En la fotografía se aprecian los edificios dedicados al rayo y al arco iris.
El templo de las estrellas.
Desde entonces (una vez concluido el templo que representó el centro, del centro
del Imperio), el culto a Wiracocha floreció, y aunque la religión incaica podría
entenderse como politeísta, esta en realidad era monoteísta, de allí que aquellos
elementos entendidos como múltiples divinidades como el sol, la luna, las estrellas, la
Tierra y sus elementos, los héroes civilizadores y hasta las momias de sus antepasados,
eran comprendidos solo como intermediarios del ser supremo, de esa sustancia
conceptuada por los Incas como invisible y adorada por los iniciados, los sacerdotes y
los sabios que moraban en este templo. Las antiguas oraciones incaicas transcritas en
1613 por el cronista nativo Joan de Santa Cruz Pachacuti, así lo dan a entender.
Oración a Wiracocha
¡Oh Wiracocha supremo fundamento, señor que dice: sea este varón, sea esta mujer.
Señor de la luz y la generación, ¿Dónde estás? ¿No podré verte? ¿En el mundo de
arriba, en el mundo de abajo, en la Tierra está tu real altar? Óyeme ¡Tú, que en el mar
de arriba permaneces y en el mar de abajo te conviertes, Animador del Universo creador
del ser humano Señor de los señores
Se sabe que para estos hombres nobles, que se distinguieron por tener la cabeza
rapada36 y los lóbulos de las orejas deformados por pesadas pendientes, el oro significó
más que un valor de intercambio, un metal asociado por su color e incorruptibilidad al
culto del espíritu solar, que en el Qoricancha conoció su esplendor.
Los documentos del siglo XVI describieron coronado por una cenefa de oro al
Templo del Sol, y en su interior, donde permanentemente se alimentaba el fuego
sagrado, las láminas que adosadas a sus paredes doraban el escenario en el que gracias a
un ingenioso artificio el metal bruñido de la figura del sol reflejaba los primeros rayos
que iluminaban este aposento, y en especial a la figura humana del ídolo Punchao
(significa el día), el cual contenía en un depósito colocado a la altura del vientre, las
cenizas de los corazones de los Incas antecesores37.
(36)
Hoy en día, la evocación popular representa a los gobernantes incas con el cabello largo,
debido a que impuesta la moda española del siglo XVI, los nobles la hicieron suya, imagen que
posteriormente se hizo extensiva a los retratos idealizados de los Incas pasados. Mas los
documentos que describen a estos, afirman lo contrario, tal es el caso de las descripciones
hechas por Garcilaso y los dibujos hechos por Guaman Poma.
(37)
Cobo (1658), 1956 III: 360-861 El ídolo descrito, cuarenta años después de la llegada de los
primeros españoles al Cusco, fue finalmente capturado junto a Felipe Tupac Amaru el último
Inca, una vez vencida su resistencia en el reducto de Vilcabamba
Ídolo inca, con lóbulos de las orejas deformadas.
El inca orando a la Casa del Amanecer. Nótese el cabello rapado y sus enormes orejeras. G.
Poma (1618).
De las estructuras del templo del sol, hoy no queda nada, pues sobre este se
construyó la actual iglesia de Santo Domingo.
(38)
Garcilaso (1609), s/f: 184
(39)
Zuidema, 1988: 151
En este templo, situado en una latitud en la que durante medio año el clima es
seco; el rayo, el relámpago y el arco iris fueron también venerados en sus recintos como
anunciadores de la preciada y fertilizadora lluvia, la que a su vez alimentaba el caudal
de las fuentes de su fantástico jardín. Allí hechos de oro y en tamaño natural, se
irguieron en sus pedestales figuras de hombres, plantas y animales y cuanto a la madre
Tierra pudieron ofrendar, por que de acuerdo a su tradición, aquello que se le da, en
igual proporción se recibe.
Claro está, que por ser las informaciones de las crónicas, en su mayor parte
provenientes de fuentes secundarias, fácilmente podrían tomarse como imaginarios
estos relatos, si no fuese por que muchas de las piezas descritas (entre ellas las planchas
de oro del templo), fueron consignadas en el acta del reparto del tesoro suscrita por
Francisco Pizarro en 1533.
Así, en este lugar donde los dioses de los pueblos conquistados, las fuerzas de la
naturaleza, los hombres hechos atemporales momias y la tradición más antigua
convergían, se nucleó la dinastía del Cusco bajo.