Está en la página 1de 5

ANEXO 1

La mano de obra de los esclavos negros.

Los esclavos negros asentados en el Perú eran de la parte africana occidental llamada
Alta Guinea o región del Cabo Verde.
La esclavitud negra africana en el Perú co-
lonial estaba firmemente asociada con el
trabajo en las plantaciones no solo de la
caña de azúcar, sino también del algodón,
vid, olivo, etc., aparte de otras actividades
como la artesanía y el servicio doméstico
en las mansiones de la aristocracia
colonial. Los conquistadores/colonizadores estaban plenamente convencidos que los
esclavos negros, por su misma fortaleza y sumisión, eran los más indicados para trabajar
intensivamente en el cultivo de la caña de azúcar, que por su mismo valor industrial para
la fabricación del azúcar y derivados, requería de la mano de obra de los esclavos negros
para entregar su fuerza de trabajo en los inmensos cañaverales de la costa peruana.
Por otro lado, los negros traídos desde el África no pudieron competir con los indios en
la resistencia de los trabajos de altura; y especialmente en las mitas en los socavones
mineros. Los esclavos negros africanos, en cambio, se aclimataron mejor en aquellas
zonas del Nuevo Mundo, que presentaban ciertas similitudes y ventajas comparativas
geográficas y meteorológicas con las regiones del África, es decir, se adaptaron con
facilidad al clima de la inmensa costa rural peruana. Fueron + tratados por sus amos o
dueños, mediante el uso de la violencia. A pesar de ello, el esclavo negro africano, aportó
con su cuota de sacrificio, no solo a la economía americana, sino también en el campo
de la cultura.
ANEXO 2

EL MONOPOLIO ESPAÑOL Y EL CONTRABANDO DE MERCADERÍA

El objetivo del monopolio español era obtener las ganancias exclusivas de los
productos comerciados con las colonias de América y evitar la competencia de
otras potencias europeas como Inglaterra, Francia y Holanda. España exportaba
a América cerámica, calderos, sal,
hilos, armas, tabaco, mercurio,
espejos, papel, sellado, barajas y
vidrio; e importaba cuero, sebo,
tasajo y algodón.

También prohibió a sus posesiones


americanas comerciar con otras
naciones y sólo abrió unos pocos
puertos para el comercio con
España. El transporte de las
riquezas americanas se hacía a través de flotas, que circulaban protegidas por
la Armada española.

En un principio, se habilitó un solo puerto en España, el de Sevilla, y más tarde,


el de Cádiz. Desde allí enviaban la mercadería a los puertos americanos de
Veracruz (en México) y Portobelo (en Panamá), mediante una flota compuesta
por barcos mercantes y galeones de guerra, que defendían a aquéllos de los
ataques de los piratas.

Las mercaderías partían de España dos veces al año y llegaban a Veracruz entre
diciembre y enero, y a Portobelo, en agosto. Desde allí eran repartidas todas las
colonias por distintas rutas comerciales. Los productos que llegaban a Buenos
Aires seguían el siguiente camino: del puerto de Cádiz (España) llegaban al de
Portobelo; de allí se dirigían al Callao y bajaban a Lima, desde donde arribaban
finalmente, a Buenos Aires.

De esta manera, las mercaderías tardaban muchos meses en llegar a destino,


por la distancia que debían recorrer, y su precio aumentó enormemente a causa
del transporte. Además, muchas de ellas llegaban en mal estado.
Todo esto llevó a un hecho que fue tomando poco a poco gran importancia, el
contrabando, es decir, la introducción de mercancías en forma ilícita, sin pagar
los derechos de aduana. Inglaterra, Francia, Holanda y Estados Unidos
contrabandeaban intensamente productos como ginebra, espejos, tejidos, seda,
perfumes, adornos, vajilla, tabaco, agujas, telas, clavos, cuchillos y varios
objetos. Por supuesto eran mucho más baratos y las ganancias que obtenían los
contrabandistas superaban el 200%.

Por otra parte, el intenso desarrollo de la economía interna gracias a la


explotación minera, había impulsado el florecimiento de una serie de actividades
comerciales, como la textil y la agrícola, que abastecían ya no solo a los
mercados cercanos -asentamientos mineros y ciudades- sino que empezaron a
exportar bienes a otros territorios coloniales. El intercambio intercolonial de
productos fue tan intenso que se convirtió en un obstáculo para el sistema
monopólico español.

Durante el siglo XVI, los valles de Arequipa e Ica se volcaron a la producción de


vinos y aguardientes, productos que no solo fueron consumidos en el virreinato
sino que tuvieron una gran demanda en Centroamérica.
Sin embargo, los productos europeos siguieron teniendo demanda en el Perú,
pues muchos de los productos peruanos no alcanzaban la calidad de los
importados.

Este comercio americano fue un éxito, pues atrajo el interés de las potencias
europeas; así mercaderes franceses, italianos, flamencos e ingleses supieron
aprovechar la incapacidad de España para satisfacer la demanda americana de
productos. Hacia 1680, y teniendo como centro el puerto de Cádiz, dichos
mercaderes acapararon el ochenta por ciento del tráfico comercial. Los
comerciantes del Perú, también supieron sacar provecho de la situación.
Esquivaron las ferias de Portobelo por sus altos precios, burlaron los circuitos
mercantiles sevillanos y la imposición fiscal, y se embarcaron directamente a
España para comprar a los proveedores extranjeros. Todo ello contribuyó al
rompimiento del monopolio establecido por la corona española.

España impuso un rígido sistema comercial a sus dominios en América, conocido


como el monopolio, según el cual las colonias sólo podían comerciar a través
suyo. El problema era que España no era un potencia industrial ni mucho menos
estaba en condiciones de abastecer y comprar a su vez, todos los productos que
producía América. Por lo tanto, se fue transformando en una intermediaria entre
los productores y consumidores ingleses o franceses y los productores y
consumidores americanos.

Estas situaciones generó el desarrollo del contrabando, es decir la entrada y


salida de mercaderías por puertos clandestinos para no pagar derechos de
aduana. Por otra parte fue generando mucho descontento y fomentó las ideas
partidarias de terminar con el monopolio y el fomento del libre comercio.

Asimismo, la industria fue el sector de la economía americana menos favorecido


por el gobierno de la metrópoli. Hay que tener en cuenta que América constituía
el principal mercado consumidor de las manufacturas españolas y que por ello,
tanto la corona como los propios fabricantes y comerciantes, estaban
interesados en impedir el establecimiento de manufacturas en las colonias. Su
objetivo era evitar a toda costa que la demanda de productos españoles
decayera.
ANEXO 2

EL MONOPOLIO ESPAÑOL Y EL CONTRABANDO DE MERCADERÍA

España impuso un rígido sistema comercial a sus dominios en América, conocido como el
monopolio, por el que sus colonias americanas estaban prohibidas comerciar con otras
naciones. El objetivo del monopolio
español era obtener las ganancias
exclusivas de los productos comerciados
con las colonias de América y evitar la
competencia de otras potencias europeas
como Inglaterra, Francia y Holanda.

Asimismo, la corona como los propios


fabricantes y comerciantes, impidieron el
establecimiento de industrias en las
colonias. El objetivo era evitar a toda costa que la demanda de productos españoles
decayera.

Sin embargo, el intenso desarrollo de la economía interna, gracias a la explotación minera,


había impulsado el florecimiento de actividades comerciales, como la textil y la agrícola,
surgiendo así un intercambio intercolonial de productos como vinos y aguardientes
(Arequipa e Ica), los cuales no sólo fueron consumidos en el virreinato sino que tuvieron una
gran demanda en Centroamérica; pese a ello aún los productos peruanos no alcanzaban la
calidad de los importados.
Por otra parte, el transporte de las riquezas americanas fue a través de flotas, que circulaban
protegidas por la Armada española para defenderse de los ataques de los piratas. En un
principio, se habilitó un sólo puerto en España, el de Sevilla, y más tarde, el de Cádiz. Desde
allí enviaban la mercadería a los puertos americanos de Veracruz (en México) y Portobelo
(en Panamá). Dichas mercaderías tardaban muchos meses en llegar a su destino, por la
distancia que debían recorrer, y su precio aumentó enormemente a causa del transporte.
Además, muchas de ellas llegaban en mal estado.

Finalmente, la incapacidad de España para satisfacer la demanda americana de productos,


llevó a un hecho que fue tomando poco a poco gran importancia, el contrabando, es decir,
la introducción de mercancías en forma ilícita, sin pagar los derechos de aduana. Así,
Inglaterra, Francia, Holanda y Estados Unidos contrabandeaban intensamente productos
como ginebra, espejos, tejidos, seda, perfumes, adornos, vajilla, tabaco, agujas, telas,
clavos, cuchillos y varios objetos. Por supuesto eran mucho más baratos y las ganancias que
obtenían los contrabandistas superaban el 200%.

A todo esto, los comerciantes del Perú, también supieron sacar provecho de la situación.
Esquivaron las ferias de Portobelo por sus altos precios, burlaron los circuitos mercantiles
sevillanos y la imposición fiscal, y se embarcaron directamente a España para comprar a los
proveedores extranjeros. Todo ello contribuyó a la ruptura del monopolio comercial
español.

Lincografía:
https://mihistoriauniversal.com/edad-moderna/contrabando-extranjero-america-colonial/
http://historiadelperu.carpetapedagogica.com/2012/07/la-industria-en-la-colonia.html

También podría gustarte