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La región de América Latina y el Caribe se enfrenta hoy a uno de los retos más
grandes de la historia: ¿cómo sacar a millones de personas que viven en situación
de pobreza y pobreza extrema en la región?, líderes y lideresas de la región deben
buscar alternativas ante estos escenarios negativos, que ponen en peligro la
democracia y las conquistas sociales que han logrado gobiernos progresistas de
América Latina y el Caribe. Los datos de la CEPAL que respalda esta visión
negativa sobre el futuro de la igualdad, se encuentran en el Informe Social de
América Latina, los cuales indican que en la región “186 millones de personas viven
en situación de pobreza, las cuales representan el 30,7% de la población, mientras
que la pobreza extrema afectó al 10% de la población, cifra que equivale a 61 millón
de personas”6.
Una década de crecimiento para la región basado en los precios altos de las
materias primas en el mercado mundial, era insostenible en el tiempo, esto confirma
la vigencia del pensamiento de Raúl Prebisch sobre los ciclos económicos y la caída
de los precios de intercambio, prueba de esto, es la depreciación de las materias
6
CEPAL, (2017) Panorama Social de América Latina. Recuperado:
https://www.cepal.org/es/publicaciones/42716-panorama-social-america-latina-2017-documento-
informativo (pp.88)
primas en el año de 2014, lo cual implicó la contracción de las economías regionales
y la caída del Producto Interno Bruto (PIB), lo cual según la CEPAL produjo el
aumento de 168 millones a 187 millones de personas viviendo en situación de
pobreza y pasar de 48 millones a 62 millones de personas en situación de pobreza
extrema, en tan solo cinco años.
Otro escenario difícil para América Latina y el Caribe, tiene que ver con la
inestabilidad de los sistemas democráticos, que está estrechamente relacionado
con las desigualdades, puesto que la profunda brecha entre ricos y pobres pone en
duda el papel del Estado como ente garante de derecho, abonado a
condicionamientos de entidades financieras internacionales, erosiona la soberanía
de los pueblos y da poco margen de maniobra para contrarrestar las desigualdades.
Este círculo vicioso ha dejado como resultado que América Latina y el Caribe sean
la región más violenta del mundo, según datos del Banco Interamericano de
Desarrollo (BID) el mantenimiento de cárcel entre 2010 y 2014 representó más de
6.500 millones de dólares que dejaron de percibir los países de la región8.
Se toma como premisa básica, que la lucha por las desigualdades no debe
reducirse a un tema de ingreso, más bien el debate debe enfocarse a estudiar la
sociedad en conjunto para descubrir cuáles son los factores que hace reproducir
un sistema injusto que coarta las libertades de la persona, excluye a la mayoría de
la población del desarrollo e impide el ejercicio efectivo de Derechos Humanos.
7
El Mundo, (2017). “CEPAL: América Latina crecerá 2.2% el próximo año”. Recuperado de:
http://elmundo.sv/cepal-america-latina-crecera-2-2-el-proximo-ano/
8
Solorza, M (2017). “América Latina sigue siendo la región más violenta” Recuperado de:
https://canal1.com.co/noticias/internacional/america-latina-sigue-siendo-la-region-mas-violenta-de-
todo-el-planeta-bid/
En esta época de poscapitalismo y posverdad, Las organizaciones de la sociedad
civil, organizaciones no gubernamentales, movimientos estudiantiles, partidos
políticos, entre otros, deben hacer frente a los aparatos de desinformación y a
instituciones que legitiman la situación de desigualdad a nivel mundial. El manejo
de las tecnologías de la información y comunicación será decisivo en el futuro
próximo, para generar denuncia y plataformas de inclusión que visibilicen la
situación de desigualdad que viven múltiples grupos, atendiendo a las
particularidades y normas establecidas por las sociedades. Lo anteriormente
expuesto, refuerza la idea que la lucha por la igualdad parte de la aceptación de las
desigualdades, es decir que se debe velar por el derecho de la “no igualdad” como
concepto homogeneizador y paradójicamente discriminante. En resumen, la
igualdad no debe ser entendida como un estadío ideal e inevitable, más bien la
igualdad debe ser hilo conductor de todo proceso o mecanismo, atendiendo una
vez más a las características que definen a los grupos que buscan la legitimación
de sus derechos, sin que estos coarten o limiten el acceso de otros.
La lucha por la igualdad en la región debe iniciar por disminuir las asimetrías
sociales a nivel interno. La dinámica sociocultural determina como las sociedades
visualizan la igualdad; como ejemplo, tenemos que en Latinoamérica y el Caribe,
los grupos étnicos y mujeres son los más afectados por la pobreza y exclusión, por
tanto, los Estados deben crear sistemas de protección y mecanismo que permitan
la movilidad social. Lo anteriormente expuesto puede evidenciarse en las dinámicas
de desigualdad social en la configuración de los espacios públicos, esto da como
resultado que la mayoría de ciudades de América Latina y el Caribe sean centro de
desarrollo rodeados de anillos urbanos, donde habitan la mayoría personas que
son excluidos por la configuración de los centros urbanísticos y que viven en
situación de vulnerabilidad ante desastres naturales.
Referencias