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El Mal Paso

De Humberto Orsini
(Sainete tradicional para recordar a mi pueblo)

Personajes:
Ermenegilda
Romualda
Fulgencia

Sala de pueblo. Muebles modestos. Nadie en escena.


Ermenegilda entra corriendo.

Ermenegilda: ¡Romualda! ¡Romualda!


Romualda: (Apareciendo alarmada) Ermenegilda, ¿qué
ocurre?
Ermenegilda: ¡Ay, Romualda! ¡Lo que ha ocurrido! ¡Lo
que ha ocurrido!
Romualda: ¿Y qué ha ocurrido, mujer?
Ermenegilda: ¡Déjame espirar que casi no puedo hablar!
Romualda: Pero, Ermenegilda, por Dios, ¿qué ha
ocurrido?
Ermenegilda: ¡Una desgracia, una gran desgracia!
Romualda: ¿Pero qué desgracia ha ocurrido, mujer?
¡Cuéntame!

El mal paso / 1
Ermenegilda: ¡Anacleta! ¡Anacleta, la hija de los Cabello
Peinado!
Romualda: ¿Pero, qué le paso a Anacleta?
Ermenegilda: ¡Ay! ¡No me atrevo a contártelo!
Romualda: Mujer, ¡habla de una vez, que me va a dar
algo!
Ermenegilda: Está bien, te lo diré, pero después no vayas
a decir que soy una chismosa.
Romualda: Está bien, pero habla. ¿Qué le paso a
Anacleta?
Ermenegilda: ¡¡¡¡Que dio un mal paso!!!!
Romualda: ¡Ay, Dios mío! ¡¡Qué horror!! Dígame, y ella
que estaba comprometida para casarse.
Ermenegilda: Así es, mijita, ¡y con un buen partido!
Romualda: ¡Qué! ¿Que ese muchacho es partido?
Ermenegilda: No, mujer, que es un buen candidato.
Romualda: ¡¡¡Así que Anacleta dio un mal paso!!! ¡Quién
lo iba a creer! ¡Tan seria que parecía y resultó una motolita!
Ermenegilda: Dígame, ahora no podrá casarse.
Romualda: ¡¡Qué desgracia para esa familia!!
Ermenegilda: ¡Esa familia como que tiene mavita! ¿Te
acuerdas de Manuela, la otra hija? Se casó con un patiquín
de la ciudad y al poco tiempo descubrió que el tipo estuvo
preso en El Dorado.
Romualda: ¡Qué horror!
Ermenegilda: ¿Y qué me dices del hijo? Parece que le
pasó algo raro.
Romualda: Ellos dicen que está trabajando la agricultura,
pero ya todo el mundo sabe que está preso.
Ermenegilda: ¡¡Mujer!! ¡Tú sí sabes cosas! ¿Y, por qué
estará preso?
Romualda: ¡Guá!Dicen que se robó unos burros y los
vendió como carne de ganado.
Ermenegilda: ¡¡¡Ay, Dios mío!!! ¡¡Me siento mal!! ¡¡Creo
que voy a vomitar!!
Romualda: Pero ¿qué te pasa?

El mal paso / 2
Ermenegilda: ¡Entonces yo comí carne de burro! Bastante
carne que le compré cuando tenía la pesa. Una vez le dije:
“mira Pancracio, esa carne está muy dura. ¿No será carne
de burro?” Pues mujer, se puso nervioso y me respondió:
“Mire Ermenegilda, déjese de esos jueguitos que no me
convienen. Puede ser que esté un poco dura, pero échele
bastante candela para que vea que se pone como carne de
lapa”. ¡¡Ahora me doy cuenta que la lapa era yo!!
Romualda: ¡Y no se diga de la otra hija! ¿Te acuerdas?
Que al poco tiempo de casada el marido descubrió que ella
se la jugaba con el boticario…
Ermenegilda: ¡Claro que me acuerdo! Pero es que los
hombres también son una amenaza, mijita. Fíjate en
Fulgencia, la de los Tabate, desde que el primo le hizo el
daño, no pudo casarse nunca. ¡Claro! ¿Quién se va a casar
con una mujer que tiene el camino… bueno… andado?
Romualda: Es verdad. ¿Quién se va a casar con una mujer
usada?
Ermenegilda: ¡Eso es lo que yo digo!
Romualda: Pero, dime, ¿quién le hizo el daño a Anacleta?
Ermenegilda: ¡No lo sé, pero lo voy a averiguar! ¡¡Como
que me llamo Ermenegilda!! Bueno… no es que yo sea
chismosa o fisgona, pero uno tiene que interesarse en las
cosas que ocurren el pueblo. ¿No crees?
Romualda: ¡¡Así es, mijita!! A mí no me gustan lo chismes,
pero uno tiene el deber de preocuparse por el prójimo. Y,
dime, ¿cómo te enteraste del mal paso de Anacleta?
Ermenegilda: Me lo acaba de decir su prima Fulgencia, y
tan pronto como me lo dijo corrí a contártelo.
Romualda: ¡¡Qué desgracia para esa familia!! Y el
hombre, ¿qué se haría?
Ermenegilda: ¡¡¡Ese debe andar huyendo!!!
Romualda: Yo no le deseo mal a nadie, mijita, pero ¡¡se lo
merecía!! La mamá le daba muy mala vida a su marido. Y,
además…
Ermenegilda: Y además, ¿qué? mujer.

El mal paso / 3
Romualda: Bueno, te lo digo porque eres tú, y yo sé que
no se lo vas a contar a nadie…
Ermenegilda: Claro, mujer; tú sabes que yo soy una
tumba.
Romualda: Me contaron que cuando su marido estaba
grave de muerte, ella se veía tras el corral con el señor
cura.
Ermenegilda: ¡¡¡Que horror!!! ¡¡Y con el señor cura, que
se la echaba de santo!!
(Entra Fulgencia corriendo)
Fulgencia: ¡Doña Romualda! ¡¡Doña Romualda!! ¡¡Qué
bueno que la encuentro!!
Romualda: Fulgencia, ¿qué pasa?
Fulgencia: Le manda a decir mi mamá, que si tiene yodo
que le preste. ¡Es para Anacleta!
Ermenegilda: ¿Para Anacleta? ¿Y eso se cura con yodo?
Fulgencia: ¡Claro, yo me curé con yodo!
Romualda: ¿Cómo? ¡¡Ay, Dios mío!! ¿Y a ti también te
ocurrió eso?
Fulgencia: ¡Claro! ¡Y me curé con yodo!
Ermenegilda: Mijita, mijita, pero si eso no se cura con
yodo… ni con nada. Después que el camino está abierto,
no se cierra… ni con piedra lumbre.
Fulgencia: Pero, sí, doña Ermenegilda. ¡Sí se cierra! ¡¡Yo
me cerré la mía!!
Romualda: ¡Ay, dios mío! ¡Qué horror!
Fulgencia: Además, a Anacleta se le rajó solamente un
poquito…
Ermenegilda: ¡No, niña! ¡Eso se raja o no se raja!
Fulgencia: Pero si fue solamente un poquito, aquí en la
nalga.
Ermenegilda: ¡¡Y fue por la nalga!! ¡Qué horror!
Romualda: ¡¡Esto es el fin del mundo!! ¡¡A lo que hemos
llegado!! ¡En mis tiempos no se veían esas cosas!
Ermenegilda: ¡Nunca había visto nada igual!
Romualda: ¡Ese hombre es un sádico! Y, ¿ya está preso?

El mal paso / 4
Fulgencia: ¿Qué hombre?
Ermenegilda: Pero, muchacha, ¿no entiendes? El hombre
que le hizo el daño.
Fulgencia: ¿Qué daño?
Romualda: Muchacha, el daño que le quieren curar.
Fulgencia: Si no fue un hombre.
Ermenegilda: ¿Qué no fue un hombre?
Fulgencia: Claro que no.
Romualda: Entonces, ¿qué fue, un burro?
Fulgencia: ¡No, fue con un palo!
Ermenegilda: ¿Fue con un palo? ¡¡Peor todavía!! ¡Esto es
el fin del mundo!
Romualda: Mira, muchacha, tranquilízate, y cuenta con
calma qué fue lo que pasó.
Fulgencia: Que Anacleta estaba montada en una mata de
mango, dio un mal paso, se vino abajo, cayó sobre unas
ramas y se rompíó la nalga con un palo.
Romualda: Ermenegilda, Ermenegilda, ¿Tú no me dijiste
que Anacleta había dado un mal paso?
Ermenegilda: ¡Ésta es la culpable! Pero, fulgencia, ¿tú
eres loca? ¿tú no me dijiste que Anacleta había dado un
mal paso?
Fulgencia: Sí, pero usted no me dejó terminar lo que le
iba a decir y se fue corriendo. Pero… ¿qué entendió usted,
pues?
Ermenegilda: Bueno, yo entendí… eso, ¿verdad,
Romualda?
Romualda: Ermenegilda, Ermenegilda. Eso te pasa por
mal pensada y chismosa.
Fulgencia: Pero, ¿qué fue lo que pensaron ustedes que no
entiendo?
Emenegilda: Nada malo, niña, eso, que Anacleta se cayó
de una mata de mango. ¿Cómo íbamos a pensar nada malo
de una familia tan honrada y distinguida como tu familia?
¡No faltaba más!

El mal paso / 5
Romualda: Bueno, ya todo está aclarado. Voy a buscarte
el yodo.
Emenegilda: (Exclama horrorizada) ¡¡Ay, Dios mío!!
Romualda: Mujer, ¿qué te pasa ahora?
Emenegilda: Es que le conté lo de Anacleta a Sinforosa, a
Encarnación, a Carmen Rosa y a Petra María. Adiós. (Sale
corriendo)
Fulgencia: No entiendo nada. No entiendo nada.
(Romualda se queda en el sitio)

TELÓN

* Esta obra forma parte del libro “Sainetes de hoy con temas y estilos
de ayer” de Humberto Orsini

El mal paso / 6

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