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Los actos

jurídicos

Derecho
Privado I

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Los actos jurídicos
Acto jurídico
Definición. Caracteres

El artículo 259 del Código Civil y Comercial define al acto jurídico en los
siguientes términos: “El acto jurídico es el acto voluntario lícito que tiene
por fin inmediato la adquisición, modificación o extinción de relaciones o
situaciones jurídicas”1.

Así, dentro de las clasificaciones y subclasificaciones en las que se funda el


Código, tal como hemos señalado en el Módulo 3, el acto jurídico se
presenta como un hecho humano –acto– voluntario y lícito que tiene
además la particularidad de tener por fin inmediato la adquisición,
modificación o extinción de relaciones o situaciones jurídicas.

De tal definición se advierten los caracteres que presenta el acto jurídico:

1) Es un acto voluntario: el acto jurídico es en esencia un acto voluntario,


es decir ejecutado con discernimiento, intención y libertad. Esta voluntad
interna debe traducirse en una acción material que la dé a conocer.
2) Acto lícito: el acto jurídico debe ser conforme a los preceptos del
derecho, pues no podría concebirse que el ordenamiento tutelara actos
contrarios al ordenamiento mismo. De modo que, cuando aparece en sus
elementos lo contrario a la ley, al orden público o a las buenas
costumbres, la ilicitud se comunica a todo el acto que, en consecuencia,
es inválido.
3) El fin jurídico inmediato: el fin jurídico es la realización de un interés que
la ley considera digno de tutela, característica sobresaliente del acto
jurídico porque en ella se manifiesta el aspecto funcional del negocio
jurídico como instrumento destinado a cumplir una función económico-
social. Este aspecto funcional es el que permite distinguir el acto jurídico
de otros actos que, siendo voluntarios y lícitos, no son actos jurídicos, ya
que la voluntad no está encaminada a establecer relaciones jurídicas, o
no tiene por objeto inmediato la producción de efectos jurídicos (Tagle,
2002).

1 Art. 259 del CCCN.

1
Elementos esenciales

En relación al sujeto: voluntad, capacidad, parte otorgante y


representante

En la estructura del acto jurídico se distingue el contenido que lo integra,


conformado por las reglas establecidas por los sujetos en ejercicio de la
autonomía privada, de los elementos que concurren a formarlo. Estos
últimos son los elementos esenciales que, por ser tales, constituyen el
negocio jurídico. Ellos son: los sujetos, el objeto, la causa y la forma.

Diferentes personas o sujetos pueden intervenir en el otorgamiento de un


acto jurídico, por lo que corresponde distinguir entre partes, otorgantes y
representantes.

Las partes: son las personas o sujetos que, con la declaración de voluntad,
ejercen una prerrogativa jurídica que les es propia, por repercutir
directamente en su esfera de interés patrimonial o extrapatrimonial. Es decir,
son los sujetos a quienes se imputan las relaciones jurídicas que el acto tiene
por fin establecer, aquellos cuyos derechos se crean, modifican, transfieren,
extinguen, etc.

Los otorgantes: son quienes intervienen en la celebración de un acto


emitiendo la declaración de voluntad que conforma su contenido.
Generalmente, quien otorga el acto es la parte, pero en muchas ocasiones
ocurre que quien otorga el acto no es la parte, sino otro sujeto que obra en
su representación.

Los representantes: son quienes, en virtud de una autorización legal o


convencional, emiten una declaración de voluntad en nombre, por cuenta
y en interés de otra, denominada representado. Según la naturaleza de la
autorización para obrar en nombre de otro, los representantes son legales
o voluntarios.

Ahora bien, la validez del acto jurídico en relación a los sujetos depende de
dos requisitos: a) la capacidad; b) la voluntariedad.

La exigencia de la capacidad supone la aptitud para ejercer por sí mismos


actos jurídicos válidos –capacidad de ejercicio– por lo que, tratándose de
una persona menor de edad, el acto será válido cuando se trate de aquél
que la ley autoriza otorgar (por ejemplo, el supuesto de que el adolescente
puede decidir por sí respecto de aquellos tratamientos que no resulten

2
invasivos ni comprometan su salud o provoquen un riesgo grave en su vida o
integridad física).

En cuanto a la voluntariedad, supone que el sujeto haya obrado con


discernimiento, intención y libertad, debiendo concurrir los tres elementos
integrantes de la trinidad que condiciona la voluntariedad de los actos.

Representación: definición. Efectos

Siguiendo a Fontanarrosa, la representación surge cuando un individuo


(representante, sujeto de la declaración de voluntad) ejecuta un negocio
jurídico en nombre de otro (representado, sujeto del interés), de modo que
el negocio se considera como celebrado directamente por éste último, y los
derechos y las obligaciones emergentes del acto celebrado por el
representante pasan inmediatamente al representado (Fontanarrosa,
2013).

Es decir que la representación implica que una persona, el representante,


que se encuentra investida de poder y autorización suficiente, actúe frente
a terceros en nombre y por cuenta ajena.

La particularidad de esta actuación se ve reflejada en la circunstancia de


que los efectos de los actos jurídicos llevados a cabo por el representante
recaen en forma directa sobre la persona del representado como si éste los
hubiera ejecutado.

La regla general en materia de representación es que “los actos jurídicos


entre vivos pueden ser celebrados por representante”2. Ahora bien, como
toda regla tiene una excepción y, frente a esta posibilidad de celebrar actos
jurídicos por medio de representantes, la norma limita dicha facultad a “los
casos en los que la ley exige que sean otorgados por el titular del
derecho”3; por ejemplo, los actos de última voluntad, como el testamento
(art. 2465), o personalísimos (art. 55), como el matrimonio (art. 406).

Requisitos

La representación como instituto jurídico reglado en nuestro derecho debe


reunir ciertos requisitos que la hacen viable.

2 Art. 358 del CCCN.


3 Art. 358 del CCCN.

3
En primer lugar, debemos contar con una persona que actúe como
representante, a quien sólo se le exige discernimiento para celebrar los
negocios en los que interviene. Ahora bien, para que su actuación sea
legítima, se requiere que tenga facultad para representar, lo que implica
que se encuentre habilitado para ello, ya sea a través de una norma que lo
disponga (representación legal) o por la voluntad del sujeto al que
representará (representación voluntaria).

En segundo lugar, es necesario que la actuación del representante sea


conocida por los terceros en esos términos. Es decir, se requiere que los
terceros conozcan que el sujeto con el que están celebrando el negocio
jurídico actúa en nombre y por cuenta ajena, en representación de otra
persona.

En este sentido, el representante no sólo debe actuar en nombre de otro


sino que también debe hacer saber a las personas con las cuales contrata
que su actuación se lleva a cabo a los fines de satisfacer un interés ajeno, el
del representado.

Por último, la actuación del representante debe sujetarse a los límites


impuestos en el poder conferido. Dichos márgenes de actuación pueden
haber sido dispuestos tanto por la ley como por la voluntad del
representado, y la actuación sin poder o en exceso de las atribuciones
conferidas traerá aparejada las consecuencias jurídicas dispuestas en el art.
376 del Código Civil y Comercial de la Nación.

Clases de Representación

La representación puede ser legal, voluntaria u orgánica.

Representación Legal

La representación es legal cuando resulta de una norma de derecho, esto


es, cuando tiene su origen en la ley, cuando es la propia norma la que
dispone la actuación por medio de un representante de manera necesaria y
forzosa para integrar la capacidad de aquellos que, de hecho, no la
ostentan. A modo de ejemplo, son representantes legales los curadores
(respecto a las personas incapaces o con capacidad restringida por razones
de salud mental y los inhabilitados, arts. 32, 49, 101, 102, 138 a 140 del
CCCN), los tutores (respecto de los niños, niñas o adolescentes que no han
alcanzado la plenitud de su capacidad civil cuando no haya persona que
ejerza la responsabilidad parental, arts. 104 a 137 del CCCN), y los padres
(respecto de las personas por nacer y de los menores de edad no
emancipados, art. 101 del CCCN).

4
Representación voluntaria

Por otro lado, la representación puede también tener su origen en la


voluntad del representado. En efecto, la representación es voluntaria
cuando resulta de un acto jurídico, refiriéndose al apoderamiento que se
manifiesta a través de la declaración unilateral de una persona que otorga
a favor de otra un poder o autorización para que actúe frente a terceros a
nombre y por cuenta suya, de manera tal que los efectos de los actos
jurídicos celebrados por el representante recaigan en forma directa sobre
el patrimonio del representado.

Representación orgánica. La teoría del Órgano

Desde otro costado, la representación orgánica corresponde a las personas


jurídicas, las cuales, como hemos señalado, son definidas en el art. 141
como todos los entes a los cuales el ordenamiento jurídico les confiere
aptitud para adquirir derechos y contraer obligaciones para el
cumplimiento de su objeto y los fines de su creación.

En el caso de las personas jurídicas, la particularidad se centra en el hecho


de que la teoría del órgano implica que no haya un tercero (representante)
que actúe en nombre del ente ideal, sino que es la misma persona jurídica
la que actúa a través de su órgano de representación.

Esta representación orgánica es la manera a partir de la cual las personas


jurídicas pueden vincularse y obligarse frente a los terceros, en tanto se
genera una imputación directa sobre los entes ideales de lo realizado por
sus representantes.

El artículo 359 dispone “Efectos. Los actos celebrados por el representante


en nombre del representado y en los límites de las facultades conferidas
por la ley o por el acto de apoderamiento, producen efecto directamente
para el representado”4.

Así, el artículo establece el principal efecto de este instituto jurídico. Los


actos que se hubieran llevado a cabo por medio de un representante, en
cumplimiento de los requisitos propios de esta figura (es decir, siempre y
cuando se haya actuado con facultad para representar, haciendo conocer
al tercero que se actúa por otra persona y dentro de los límites de su
actuación, ya sea dispuesta por ley o por un acto de voluntad), producen
efectos directos sobre el representado, como si éste último personalmente
hubiese celebrado el acto.

4 Art. 359 del CCCN.

5
En relación al objeto: requisitos de validez

En cuanto al objeto del acto jurídico, el art. 279 del Código Civil y Comercial
dispone que:

El objeto del acto jurídico no debe ser un hecho imposible o prohibido por
la ley, contrario a la moral, a las buenas costumbres, al orden público o
lesivo de los derechos ajenos o de la dignidad humana. Tampoco puede ser
un bien que por un motivo especial se haya prohibido que lo sea5.

De tal modo, los requisitos del objeto de los actos jurídicos son:

 Posibilidad: el objeto del acto jurídico no debe ser imposible, requisito


que se predica no sólo de los hechos sino también de los bienes. La
imposibilidad para causar la nulidad del acto debe ser: originaria, es
decir, debe estar presente desde que el acto se celebró, sin perjuicio
del supuesto de convalidación previsto para los actos jurídicos sujetos a
plazo o condición suspensiva (art. 280); absoluta, el objeto debe ser
imposible para todos y no sólo para el sujeto obligado. Si la
imposibilidad es parcial, el acto no es necesariamente nulo; quien
pretendió adquirir un derecho sobre un objeto parcialmente imposible
puede dejar sin efecto el contrato o demandar la parte que existiese
(art. 1130) (Rivera y Medina, 2014).
 Determinabilidad: el objeto del acto jurídico debe ser determinado o
determinable. Este requisito surge de los arts. 1005 y 1006 del CCCN,
que regulan el objeto de los contratos. Así, es determinado cuando
legal o convencionalmente se prevén los mecanismos o herramientas
que permitan precisarlo en el momento del cumplimiento del acto y es
determinable cuando se establecen los criterios suficientes para su
individualización. En caso de que el objeto fuera absolutamente
indeterminable, el acto podrá ser declarado nulo.
 Licitud: cuando la conducta que constituye el objeto del negocio está
prohibida, el acto tiene un objeto ilícito.
 Hechos contrarios a la moral, a las buenas costumbres y al orden
público: este recaudo impone la conformidad del objeto con la moral,
las buenas costumbres y el orden público. Generalmente, el concepto
de buenas costumbres se identifica con la moral, y respecto al orden
público se ha entendido que es lo esencial para la convivencia que
puede variar en el tiempo y en el espacio. En estos supuestos, la
sanción será la nulidad absoluta.

5 Art. 279 del CCCN.

6
 No lesivos de los derechos ajenos a la dignidad humana: serían hechos
lesivos de los derechos ajenos, por ejemplo, los actos fraudulentos,
debiendo señalar que en tal caso el acto es inoponible, y no nulo.

Por otro lado, los hechos lesivos de la dignidad humana, quedan


comprendidos entre otros supuestos, los actos cuyo objeto lesione la
intimidad personal o familiar, la honra, la reputación, es decir, cualquier
derecho personalísimo.

Finalmente, el precepto mencionado prevé “un bien que por un motivo


especial se haya prohibido que sea”, hace referencia por ejemplo a las
cosas muebles que no pueden hipotecarse o los inmuebles que no pueden
prendarse. Este recaudo, supone falta de idoneidad del objeto, es decir,
imposibilidad jurídica. Asimismo, están comprendidos en este supuesto,
aquellos bienes cuya comercialización está prohibida, armas, algunos
medicamentos, estupefacientes, etc. (Rivera y Medina, 2014, p. 644).

Por último, debe señalarse que, si el objeto del acto jurídico no cumpliere
los recaudos señalados, podrá ser declarado nulo. La nulidad absoluta o
relativa, como ya veremos, dependerá de qué tipo de interés se vea
afectado, pues, si se afecta el interés general, será absoluta, y relativa si es
particular.

En relación a la causa: causa del acto jurídico

El artículo 281 del Código define la causa señalando que

La causa es el fin inmediato autorizado por el ordenamiento


jurídico que ha sido determinante de la voluntad. También
integran la causa los motivos exteriorizados cuando sean
lícitos y hayan sido incorporados al acto en forma expresa, o
tácitamente si son esenciales para ambas partes6.

Como se advierte, para el Código no sólo se entiende por causa el fin


inmediato que ha sido determinante de la voluntad, esto es, sin el cual el
acto no se hubiera realizado, sino que también se reconoce la misma
jerarquía a los motivos –móviles indirectos o remotos– en tanto hubieran
sido incorporados al acto por las partes y hubieran sido esenciales para su
celebración.

6 Art. 281 del CCCN.

7
Así, el Código toma en cuenta la causa en tanto fin inmediato autorizado
por el ordenamiento jurídico que ha sido determinante de la voluntad,
como así también los motivos exteriorizados cuando sean lícitos y hayan
sido incorporados al acto en forma expresa, o tácitamente si son esenciales
para ambas partes (Benavente, 2014).

La causa es un elemento esencial del negocio jurídico, lo que surge de los


artículos 1013 y 1014 del Código. Estos artículos reafirman los principios de
necesidad de causa, que debe existir en la formación, subsistir durante su
celebración y mantenerse durante la ejecución del contrato, determinando
que la falta de causa implicará, según los casos, la nulidad, adecuación o
extinción del contrato. Asimismo, el art. 1014 sanciona con nulidad a todo
contrato con causa contraria a la moral, al orden público o a las buenas
costumbres, sanción que se extiende al supuesto en que ambas partes lo
hubieran concluido por un motivo ilícito o inmoral, dejando a salvo el caso
en que, si sólo una de ellas hubiera obrado por un motivo ilícito o inmoral,
carecerá de derecho a invocarlo frente a la otra parte, pero la parte
inocente podrá reclamar lo que ha dado sin obligación de cumplir lo que ha
ofrecido.

Presunción. Acto abstracto

El artículo 282 del Código Civil y Comercial introduce el principio de


presunción de causa fin, según el cual el acto es válido aunque la causa –
final– no esté expresada o sea falsa pero esté fundada en otra verdadera.

Así, el precepto consagra que se presume la existencia de causa aunque no


esté explicitada en el negocio, mientras no se demuestre lo contrario.

Por otro lado, el mencionado artículo establece que el acto es válido


aunque la causa sea falsa si se funda en otra verdadera. De tal forma, la
falsedad de la causa no provoca por sí misma la invalidez del negocio sino
que invierte la carga de la prueba. Acreditado que la causa es falsa, quien
pretende mantener el acto deberá probar que el negocio tiene causa y que
ella es lícita.

En relación al acto abstracto previsto en el art. 283 del CCCN, debemos


señalar que es aquél en el cual la causa no está presente o visible y, en
principio, no influye en su validez o eficacia, pero no significa que no la
haya.

8
En los actos causados, la carencia, ilicitud o falsedad de causa determina su
invalidez; en los abstractos, esas circunstancias no juegan inicialmente
cuando el acreedor pretende el cumplimiento –es decir, el deudor no
podría invocarlas como defensas frente a la acción del acreedor–, pero,
una vez que ha pagado lo que se le reclamaba, puede accionar contra el
acreedor para obtener la restitución de lo pagado.

No se trata de que el acto abstracto no tenga causa fin, sino de que lo


relativo a ella no obsta al éxito de un reclamo del acreedor fundado en un
título suficiente, lo que será debatido con posterioridad e
independientemente de aquel reclamo.

Se cita como ejemplo el caso del firmante de un título circulatorio


comercial, como un cheque, pagaré o una acción de sociedad anónima,
especialmente cuando son al portador, cuya negociación se efectúa en
instrumentos en los que no consta la causa y su circulación va a tener
eficacia con prescindencia de la causa (Marino, 2015).

En relación a la forma: noción

La forma como elemento esencial del acto jurídico es el modo de


exteriorización de la voluntad o de las voluntades jurídicas, el elemento
exterior y sensible por el que se manifiesta el contenido inmaterial que es
la voluntad o voluntades orientadas a producir efectos jurídicos. (Tagle,
2002).

La forma en sentido estricto, forma impuesta o legal, es el conjunto de las


prescripciones de la ley respecto de las modalidades que deben observarse
en la celebración de ciertos actos jurídicos bajo pena de invalidez.

Como veremos más adelante, hay supuestos en que la ley establece el


modo en que debe manifestarse la voluntad para la trascendencia jurídica
del acto, mientras que en otras circunstancias se admite que los
particulares elijan libremente el modo en que han de expresar su voluntad.

Elementos accidentales

Las modalidades. Enumeración

Se denominan modalidades o elementos accidentales del acto jurídico


aquellas disposiciones accesorias introducidas por las partes, que
modifican los efectos normales del tipo legal, subordinando a un
acontecimiento futuro la adquisición de un derecho o la resolución de un

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derecho ya adquirido, postergando su exigibilidad, o imponiendo un deber
jurídico excepcional y accesorio al adquirente de un derecho.

Las modalidades que las partes, de conformidad a la autonomía de la


voluntad, pueden introducir a los actos jurídicos son: a) condición; b) plazo;
c) cargo.

La condición: Definición. Clases. Efectos

El artículo 343 del CCCN establece:

Alcance y especies. Se denomina condición a la cláusula de


los actos jurídicos, por la cual las partes subordinan su plena
eficacia o resolución a un hecho futuro e incierto.

Las disposiciones de este capítulo son aplicables, en


cuanto fueran compatibles, a la cláusula por la cual las
partes sujetan la adquisición o extinción de un derecho a
hechos presentes o pasados ignorados7.

Concepto

El artículo en comentario define la condición como la cláusula por la que


las partes subordinan su plena eficacia o resolución a un hecho futuro e
incierto. De este concepto surgen los caracteres de la condición: a) debe
ser un hecho futuro, b) incierto.

a) El acontecimiento al que se subordina la eficacia o resolución de un


derecho ya adquirido debe ser incierto, contingente, “que puede o no
llegar a suceder”, característica esencial y propia de la condición que la
distingue del plazo, que es también un hecho futuro pero necesario o
fatal.
b) Además, el hecho previsto como condición ha de ser futuro, lo que le
da incertidumbre. Si se tratara de un hecho pasado o presente no
habría incertidumbre. Aunque puede ocurrir que las partes ignoren que
el hecho ya ha ocurrido; aquél sería incierto subjetivamente, pero ello
no basta para que exista condición.

7
Art. 343 del CCCN.

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Clases de condición

El mencionado artículo refiere en su título a “especies” de condición,


aludiendo tanto a la condición suspensiva como a la resolutoria.

La condición suspensiva supedita la plena eficacia de la relación jurídica a la


realización de un hecho futuro e incierto previsto como condición, con lo
cual se origina un derecho eventual ya que, si la condición no se cumple, el
acto jurídico no podrá perfeccionarse. Es decir, cuando la condición es
suspensiva, el acto no produce sus efectos sino a partir del momento en
que aquélla se cumple.

Por el contrario, la condición es resolutoria cuando lo que depende del


hecho incierto y futuro es la extinción del derecho ya adquirido. Ello
implica que los efectos del acto comienzan a producirse desde el momento
mismo de la celebración del acto, pero cesan si la condición no tiene lugar.

Por su parte, el art. 344 del CCCN prevé las condiciones prohibidas,
disponiendo la nulidad del acto jurídico cuando se haya establecido el acto
sujeto a un hecho imposible, contrario a la moral y a las buenas
costumbres, prohibido por el ordenamiento jurídico o que dependa
exclusivamente de la voluntad del obligado.

Además, establece que la condición de no hacer una cosa imposible no


perjudica la validez de la obligación si ella fuera pactada bajo modalidad
suspensiva, pues ello supone que, en definitiva, nada se ha constituido, y
tal obligación se considera pura y simple, sin que nada pueda afectar su
existencia. Cabe señalar que, si se hubiere pactado una obligación de no
hacer una cosa imposible como condición resolutoria, ésta anula la
obligación.

Finalmente, la norma prevé que se tendrán por no escritas las condiciones


que afecten de modo grave las libertades de la persona, como la de elegir
domicilio o religión, o decidir sobre su estado civil; debiendo entender que
el dispositivo es meramente enunciativo y por lo tanto comprensivo de
otros casuismos que impliquen afectar las libertades individuales.

Efectos

De acuerdo al art. 346 del CCCN, la regla general es que, cumplida la


condición, sea ésta suspensiva o resolutoria, produce efectos hacia el
futuro, lo que implica que el acto jurídico bajo la modalidad suspensiva
cobrará eficacia el día del suceso previsto como condición; en el caso del

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negocio jurídico bajo condición resolutoria, producido el acontecimiento,
se extinguirán los efectos a partir de ese momento.

La excepción es que las partes libremente modifiquen dicho efecto hacia el


futuro, dándole a la condición –suspensiva o resolutoria– efectos
retroactivos.

Conforme al artículo 348 del Código, el cumplimiento de la condición


suspensiva convierte en puro y simple el derecho del acreedor. Esa
conversión produce efectos desde el momento mismo en que se cumple la
condición.

Es decir que, acaecido el hecho futuro e incierto previsto como condición


suspensiva, el sujeto que tenía un derecho eventual pasa a tener un
derecho efectivo y, por ende, podrá hacer valer las prerrogativas que ese
derecho conlleve, de acuerdo a la naturaleza, los fines y el objeto del
negocio jurídico celebrado.

En tanto, en el caso del acto sujeto a condición resolutoria, cumplida la


condición se produce el aniquilamiento del derecho constituido. Es decir:
desaparecen los efectos jurídicos del negocio para el futuro, en virtud del
art. 346 de este cuerpo legal, y, consecuentemente, la otra parte pasa a ser
titular de este nuevo derecho, pudiendo exigir todas las facultades que ese
derecho le genera, de acuerdo a la naturaleza, los fines y el objeto del acto
jurídico.

Ahora, si las partes hubieren pactado libremente darle a la condición


efecto retroactivo, en el caso de la condición suspensiva, el derecho se
adquiere desde la fecha de la celebración del acto y, en el caso de la
condición resolutoria, el derecho se extingue, considerándose como si
nunca hubiese existido.

El plazo: noción. Especies. Efectos. Caducidad

Concepto de plazo y caracteres

El plazo es “la fijación en el tiempo del momento a partir del cual el acto
jurídico comenzará a producir efectos, o dejará de producirlos”
(Bustamante Alsina, 2005, p. 228).

El plazo es la modalidad de los actos jurídicos por la cual las partes


subordinan, a un acontecimiento que es futuro pero que fatalmente se ha
de producir, la exigibilidad o la aniquilación de los derechos. El hecho

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previsto como plazo debe reunir los siguientes caracteres: a) ha de ser un
hecho futuro, b) ha de ser un hecho fatal.

En este sentido, tanto el plazo como la condición refieren a un hecho


futuro, aunque, a diferencia de la condición, en la que el suceso es
contingente (es decir que no se sabe si se va a producir), en el plazo, el
acontecimiento debe fatalmente ocurrir.

Especies

El plazo puede ser: a) suspensivo o extintivo; b) cierto o incierto; c)


indeterminado.

a) El plazo suspensivo es el que produce la postergación o difiere la


exigibilidad de la obligación hasta el acaecimiento del término, por
ejemplo la obligación de pagar una suma de dinero en el término de
noventa días; el extintivo o resolutivo es el que limita hasta cierto
momento los efectos del acto, como por ejemplo la obligación de
restituir la cosa locada al vencimiento del contrato de
arrendamiento.
b) El plazo cierto es aquél en el cual el día, mes y año del vencimiento
están predefinidos de antemano; es incierto cuando el día del
vencimiento se ignora y no se sabe cuándo ocurrirá (por ejemplo: te
pagaré cuando Pedro muera; en algún momento Pedro morirá y por
lo tanto el hecho va a ocurrir, pero no se sabe cuándo).
c) El plazo es indeterminado cuando no está determinado en el acto,
por lo que deberá el juez determinar la fecha de cumplimiento en el
marco del proceso más breve que prevea la ley adjetiva local (arts.
2559, 871, 887 y cons. del Código Civil y Comercial).

Efectos

La diferencia entre la condición y el plazo es que, mientras los derechos


condicionales son eventuales, pues su misma existencia está pendiente de
definición –condición suspensiva– o amenazados –condición resolutoria–,
los derechos sujetos a plazo son efectivos, pues no hay duda sobre su
existencia aunque el titular deba esperar cierto tiempo para entrar en el
pleno ejercicio de sus prerrogativas o éstas estén limitadas en el tiempo.

El plazo, al igual que la condición, opera sus efectos hacia el futuro a partir
de su vencimiento, por lo que deja subsistentes las consecuencias ya
producidas.

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Tabla 1

Condición Plazo
Es la cláusula por la que Es la modalidad de los
las partes subordinan la actos jurídicos por la cual
plena eficacia o las partes subordinan a
resolución a un hecho un acontecimiento
Concepto futuro o incierto (no se futuro, pero que
sabe si ocurrirá). fatalmente se producirá
la exigibilidad o
aniquilación de los
derechos.
Clases La condición puede ser El plazo puede ser
suspensiva o suspensivo o extintivo;
resolutoria. cierto e incierto e
indeterminado.
Efectos Los derechos Los derechos sujetos a
condicionales son plazo son efectivos, pues
eventuales pues la no hay duda sobre su
existencia está existencia, aunque el
pendiente de titular deba esperar
definición. cierto tiempo para entrar
Opera hacia el futuro. en el pleno ejercicio de
sus prerrogativas.
Opera hacia el futuro.

Fuente: Tagle, 2002, p. 42.

El artículo 353 del CCCN establece los distintos supuestos en que, aun
estando pendiente de cumplimiento el plazo, la ley determina su
decaimiento, es decir que el deudor no puede invocar la pendencia del
plazo. Los distintos casos son:

 si se ha declarado su quiebra: ello así, pues la quiebra produce el


vencimiento de todos los plazos de las obligaciones del fallido.
 La disminución, por acto propio del deudor, de las seguridades
concedidas al acreedor para el cumplimiento de la obligación, también
genera la caducidad del plazo, pues el deudor a través de estos hechos
pone en peligro el pago de la acreencia. Por ejemplo, si el deudor había
constituido caución real o personal para garantizar el cumplimiento de
la obligación y luego las revoca.

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 Si el deudor no ha constituido las garantías prometidas: este supuesto
prevé por ejemplo la hipótesis en que el deudor se comprometió a
otorgar una determinada garantía, sea ésta personal –por ejemplo
fianza, aval– o real –por ejemplo prenda, hipoteca, anticresis– y omite
constituir las garantías a los fines de asegurar la acreencia.

El cargo: definición. Efectos. Transmisibilidad

El artículo 354 dispone:

Cargo. Especies. Presunción. El cargo es una obligación


accesoria impuesta al adquirente de un derecho. No impide
los efectos del acto, excepto que su cumplimiento se haya
previsto como condición suspensiva, ni los resuelve, excepto
que su cumplimiento se haya estipulado como condición
resolutoria. En caso de duda se entiende que tal condición
no existe8.

Concepto y caracteres

El cargo es la obligación accesoria y excepcional que se impone al


adquirente de un derecho. Por ejemplo, el legado con el cargo de
mantener a ciertos parientes del testador.

En relación a los caracteres del cargo, es dable señalar: a) es una obligación


que grava a una de las partes interesadas; b) es una obligación accesoria a
la adquisición de un derecho, es decir que está anexado al derecho al cual
accede, de manera tal que no es posible adquirir el derecho sin asumir el
cargo que importa y, por ende, actúa como un límite al beneficio del
adquirente del derecho y c) es excepcional, es decir que no deriva
ordinariamente del acto jurídico realizado, sino que es la voluntad del
enajenante quien dispone la vinculación entre el derecho principal y el
cargo (Llambías, 2004).

8 Art. 354 del CCCN.

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Efectos

El principio general es que el cargo es simple, lo que significa que el


incumplimiento del cargo faculta al respectivo acreedor para el ejercicio de
las medidas compulsivas pertinentes. Pero dicho incumplimiento no afecta
la adquisición del derecho ya que, si esto ocurre, no se tratará de un cargo
sino de una condición.

La excepción a dicha regla está dada por aquellos casos en que el cargo se
hubiere estipulado como condición suspensiva o resolutoria.

En el primer caso, el incumplimiento del cargo impedirá que se puedan


cumplir los efectos normales del acto jurídico hasta tanto no se cumpla con
el cargo; y en el segundo, si el adquirente del derecho principal no cumple
con la obligación que le fue impuesta como accesoria, se le cancelará el
derecho adquirido.

El principio general que gobierna el instituto es que la inejecución del cargo


en nada afecta el derecho principal, salvo los casos en que se hubiere
estipulado como cargo condicional suspensivo o resolutorio. Pero, fuera de
esos casos, el cargo en su dinamismo ordinario no influye en la pérdida del
derecho al cual accede (Llambías, 2004).

La transmisibilidad del cargo

La regla es que el cargo sea transmisible a los sucesores del obligado, ya


sea por actos entre vivos o por causa de muerte; consecuentemente, el
sucesor resulta obligado a cumplir el cargo aún no ejecutado.

Sin embargo, no es transmisible si sólo puede ser ejecutado el cargo por


quien se obligó inicialmente a cumplirlo. Es decir que el cargo es
intransmisible cuando es inherente al obligado, ya que se han tenido en
cuenta sus calidades personales. En efecto, en el caso de que el deudor
fallezca y no hubiere cumplido el cargo, la adquisición del derecho queda
revocada, volviendo los bienes al titular originario o a sus herederos. Ello
significa que los cargos intransmisibles son siempre resolutorios,
habiéndose efectuado la enajenación del derecho principal bajo la
condición resolutoria de no cumplirse el cargo (Llambías, 2004).

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Efectos de los actos jurídicos

Noción

El acto o negocio jurídico es el instrumento que la ley acuerda a los


particulares para establecer las relaciones de derecho adecuadas a la
reglamentación de sus intereses, en orden a satisfacer la finalidad
económico-social, de acuerdo al tipo de negocio de que se trate. Las
relaciones jurídicas que se crean, modifican o extinguen por medio del acto
jurídico constituyen los efectos propios del negocio. Es decir que los
efectos propios del acto jurídico son los que corresponden a la finalidad
típica del negocio.

Efectos objetivos

Bajo el aspecto objetivo, los efectos propios del acto jurídico son los que
corresponden a la finalidad típica del negocio. Así por ejemplo, es efecto
propio de la compraventa la transmisión de la propiedad de la cosa
vendida, la obligación del vendedor de entregar la cosa y la obligación del
comprador de pagar el precio.

Dentro de los efectos, desde el punto de vista objetivo, se pueden


distinguir los efectos esenciales, los naturales y los accidentales.

Los esenciales son los que la ley establece como propios o característicos
del tipo legal realizado y no pueden ser modificados por las partes, como
ser la transmisión de dominio en la compraventa.

Los naturales son aquellos que, no obstante haber sido establecidos por
ley, pueden ser dejados sin efectos por las partes, como ser los vicios
redhibitorios en los contratos onerosos.

Los accidentales son aquellos efectos que no fueron previstos por la ley
como propios del acto, pero fueron establecidos por las partes, como ser el
pacto de retroventa, la condición, el plazo, etc. (Tagle, 2002).

Efectos subjetivos: entre partes, sucesores universales,


singulares y terceros

Desde el aspecto subjetivo, la consideración de los efectos del acto jurídico


apunta a determinar las personas cuyas esferas de interés quedan

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comprometidas en forma activa o pasiva con la celebración del acto
jurídico, es decir, a quiénes alcanzan los efectos del acto jurídico.

El principio general es que el negocio, en principio, sólo produce efectos


entre las partes y sus sucesores universales y no puede aprovechar o
perjudicar a las personas ajenas del acto, que reciben el nombre de
terceros.

Esta regla surge de los arts. 1021 y 1024 del CCCN, los que expresan que:
“El contrato sólo tiene efecto entre las partes contratantes, no lo tiene con
respecto a terceros, excepto en los casos previstos por la ley”9, y:

Los efectos del contrato se extienden, activa y pasivamente,


a los sucesores universales, a no ser que las obligaciones
que de él nacen sean inherentes a la persona, o que la
transmisión sea incompatible con la naturaleza de la
obligación, o esté prohibida por una cláusula del contrato o
la ley10.

Sucesores

Se denomina sucesores a las personas a las cuales se transmiten los


derechos de otras personas, de tal manera que en adelante pueden
ejercerlos en su propio nombre.

Según el origen de la transmisión, la sucesión es legal o voluntaria. La


primera deriva de la ley, la que opera a favor de los herederos legítimos del
causante; la segunda, de la voluntad del individuo en cuyos derechos se
sucede.

Ahora bien, según la causa en virtud de la cual opera la transmisión, la


sucesión es mortis causa, la que tiene lugar en razón de la muerte del autor
de ella, o por actos entre vivos a través de un acto jurídico traslativo de
derecho, como la compraventa o la cesión de créditos.

Según la extensión del título, la sucesión es a título universal o singular. La


primera supone que al heredero se le transmite la universalidad o una
parte indivisa de la herencia, mientras que, si es singular, el legatario recibe
un bien particular o un conjunto de ellos (arts. 400 y 2278 del CCCN).

9 Art. 1021 del CCCN.


10 Art. 1024 del CCCN.

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En relación a los sucesores universales, estos tienen todos los derechos y
acciones del causante de manera indivisa, con excepción de los que no son
transmisibles por sucesión (art. 2280 del CCCN), como por ejemplo los
derechos personalísimos, los derechos de familia, entre otros.

Respecto de los sucesores singulares, en principio, estos revisten la calidad


de terceros como regla, más allá de que se reconocen excepciones. Por
ejemplo, alcanzan al sucesor particular ciertas relaciones jurídicas
establecidas por el transmitente cuando la ley así lo dispone, como en el
caso de la locación, en el que debe respetarse el derecho del locatario a
permanecer en el uso y goce de la cosa arrendada que se transmite al
adquirente del inmueble (art. 1189 CCCN). Asimismo, quien adquiere un
inmueble, se le transmiten las cargas reales que gravan la cosa –como la
hipoteca, la prenda, el usufructo, etc.– al sucesor particular de quien
adquiere un inmueble, con lo cual queda éste obligado personalmente con
la cosa transmitida.

Situación legal de los terceros

Por su parte, el art. 1022 establece que “El contrato no hace surgir
obligaciones a cargo de terceros, ni los terceros tienen derecho a invocarlo
para hacer recaer sobre las partes obligaciones que éstas no han
convenido, excepto disposición legal”11.

Así las cosas, los contratos tienen efectos indirectos hacia terceras
personas ajenas al contrato, como por ejemplo los acreedores de las
partes, que son terceros interesados.

11 Art. 1022 del CCCN.

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Referencias
Benavente, M. I. (2014). Los hechos y actos jurídicos en el Código Civil y Comercial
de la Nación. Suplemento Especial Nuevo Código Civil y Comercial, noviembre, 19.

Bustamante, A. y Jorge, H. (2005). Manual de Derecho Civil. Córdoba:


Advocatus.

Fontanarrosa, R. O. (2013). Apuntes para una teoría general de la representación


con especial referencia a la materia comercial. DCCyE, junio, 319.

Llambías, J. (2004). Código Civil. Buenos Aires: Abeledo Perrot.

Rivera, J.C. (dir.) y Medina, G. (coord.) VV. AA. (2014). Nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación, comentado por especialistas. Buenos Aires: La Ley

Tagle, M. V. (2002). Derecho PrivadoParte General. [Tomo III]. Córdoba: Alveroni.

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