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ECONOMÍA POSITIVA Y NORMATIVA

Arroyo Fernández, María Jesús

http://www.expansion.com/diccionario-economico/economia-positiva-y-
normativa.html

I. CONCEPTO

En el análisis económico se puede diferenciar, en función del objetivo que se


persigue, dos vertientes: la Economía Positiva, que se ocupa del análisis de los
datos reales y de sus causas, del "ser", y la Economía Normativa, que propone
mejoras en la situación actual y analiza qué actuaciones deben llevarse a cabo,
ocupándose del "deber ser".

Positivo y normativo son dos adjetivos confrontados, en opinión de Machlup (1978),


empleados en la Literatura sobre la Ciencia Económica como representativos de
Ciencia, descripción, explicación, investigación, teoría, leyes, pensamiento,
proposiciones... para el ámbito positivo. Mientras que lo normativo está relacionado
con la prescripción del cómo deben ser las cosas, cómo hay que obrar,
relacionándose por tanto con cuestiones como recomendación, práctica, política,
acción, arte, juicios de valor, prescripción...

II. EL DEBATE POSITIVO-NORMATIVO Y LOS JUICIOS DE VALOR

En todas las ciencias, y en las sociales de un modo especial, se plantea la diferencia


y la controversia en torno a dos formas de conocimiento, como son el positivo y el
normativo. La economía no es una excepción y en ella podemos distinguir una
vertiente positiva, que se ocupa "del análisis y los datos, de lo que es" y una vertiente
normativa, que se plantea más bien cuestiones relacionadas con el "deber ser",
asumiendo implícitamente un deseo de acción y transformación. La teoría
económica sería un ejemplo de economía positiva mientras que la política
económica se encuadra dentro de la economía normativa por su enfoque
teleológico.

La dicotomía positivo-normativo en la ciencia en general fue establecida por David


Hume, en su Tratado sobre la Naturaleza Humana, en 1740, al señalar que "no
puede deducirse el deber ser a partir del ser", es decir que las proposiciones
puramente positivas, descriptivas, tan sólo podrán implicar otras proposiciones
positivas, y nunca normas o pronunciamientos éticos o prescripciones que ordenen
una determinada actuación. Esto sirvió como punto de referencia para determinar
hasta dónde podía y debía llegar el economista o cualquier científico social en sus
afirmaciones y cuál es el terreno –sujeto a la opinión o juicios de valor- que es propio
del "arte" de la política.
En Economía no existe una única respuesta respecto a qué debe incluir y qué no
para tener el carácter de científico, como muestran las diferentes posturas
mantenidas por los distintos autores a lo largo de la historia respecto a esta cuestión.

Según Hutchison "los intentos explícitos, sistemáticos y continuados para distinguir


y separar las proposiciones ‘positivas de la ‘ciencia de la economía política ,
respecto a las recomendaciones sobre políticas y a los postulados éticos y políticos,
o de las doctrinas que abogan por determinados objetivos de política, se remontan
a los últimos escritores clásicos de la primera mitad del siglo XIX". Por tanto, la
postura inicialmente ortodoxa se mostraba partidaria de una separación tajante
entre análisis positivo y normativo, y de limitar el campo de la ciencia
exclusivamente al primero. Y este planteamiento fue sostenido ya por la mayoría de
los economistas clásicos desde que fue formulada, explícitamente, por John Stuart
Mill y Nassau Senior en 1836.

De acuerdo con esta corriente, existe una barrera lógica infranqueable entre la
actividad científica y la elaboración de recomendaciones sobre la conducta
deseable. Esto es así porque el aspecto fundamental y distintivo del arte, es la
determinación de aquellos fines que son deseables, para lo que realiza
proposiciones no científicas basadas en consideraciones éticas. Por el contrario,
para la ciencia queda la relación entre estos objetivos y los medios adecuados para
alcanzarlos, y por ello un científico no puede convertirse en un consejero práctico.

No obstante, fue en el último tercio del siglo XIX, y todavía dentro del pensamiento
clásico o neoclásico, cuando la delimitación entre lo positivo y lo normativo en el
campo de la Economía se lleva a sus últimas consecuencias, con las contribuciones
de, entre otros, Cairness, Sidgwick y J. Neville Keynes, que reafirmaron la
posibilidad y la conveniencia de una separación tajante entre teoría positiva y
recomendaciones normativas.

En concreto, John Neville Keynes y su obra, The Scope and Method of Political
Economy de 1890, suele considerarse como el punto de arranque de la moderna
demarcación del campo científico de la Economía. Este autor establece una posible
distinción entre el estudio científico positivo de las leyes económicas; la economía
política aplicada, interesada en preceptos prácticos para alcanzar determinados
fines; y la definición de criterios éticos para formular recomendaciones políticas. Más
aún, para Keynes, "es posible estudiar uniformidades económicas sin admitir juicios
éticos o formular preceptos económicos", y "la economía política, considerada como
ciencia positiva, puede ser calificada como independiente de la ética". Es decir, que
propone diferenciar dentro de la Economía la ciencia positiva o Economía Política y
el arte o Economía Aplicada. La primera comprendería un cuerpo de conocimiento
sistematizado que se ocupa de lo que es, mientras que la Economía Aplicada se
ocuparía de la elaboración de un conjunto de reglas para la consecución de fines
dados.

En general, esta postura ortodoxa, partidaria de una separación tajante entre las
proposiciones positivas y normativas, y favorable a considerar como ciencia
únicamente a las primeras, continuó siendo sostenida, al menos como declaración
de principios, por la mayoría de los economistas neoclásicos, aunque dió lugar a un
intenso debate sobre el carácter positivo-normativo de la Economía Política, con
posturas tan encontradas como las siguientes: 1ª, Marshall y Edgerworth que se
inclinaron por la separación y diferenciación entre lo positivo y lo normativo; 2º,
Walras que consideró que no debía existir tal separación; y 3º, la Economía del
Bienestar (Pigou, Pareto) que buscó hacer objetivo el conocimiento positivo y
normativo a través de la formulación de un solo juicio de valor, el bienestar.

Esta misma postura ortodoxa de diferenciación entre la economía positiva y la


normativa fue mantenida por otros autores como el historicista alemán Max Weber,
que defendió, a principios del siglo XX, la necesidad de excluir lo normativo de lo
positivo para la construcción de la Ciencia. Esta postura tuvo una especial incidencia
sobre Lionel Robbins, que propugna, en su obra An Essay on the Nature and
Significance of Economic Science en 1932, donde radicaliza aún más su pretensión
de separar la vertiente positiva de la normativa y propone establecer una ciencia
económica éticamente neutral, en el que la posición del economista se reduce a un
problema técnico de elección de medios para lograr los fines que le son dados. Por
tanto, según esta concepción, el economista puede asumir una independencia
objetiva, valiéndose libre de juicios de valor cuando ejerza su tarea. Los políticos se
encargarían de elegir los objetivos a alcanzar, y los economistas decidirían los
medios adecuados para lograrlos.

Esta controversia entre los partidarios de la economía positiva y los defensores de


la economía normativa alcanza su punto álgido en la década de los años cincuenta
con la denominada controversia Myrdal versus Friedman. Myrdal, en su libro
Solidaridad o Desintegración de 1962, es partidario de la unión indivisible entre la
economía positiva y la normativa como expone al señalar que "una ciencia social
desinteresada no existe y, por razones lógicas, no puede existir... nuestros propios
conceptos están cargados de valor... y no pueden ser definidos sino en términos de
valoraciones políticas". Lo que aconseja es que, dada esta dificultad, cuando el
economista realice un trabajo explicite claramente las premisas de partida y defina
nítidamente su posición ideológica. Myrdal (1970) señala que "la única forma en que
podemos perseguir la objetividad del análisis teórico consiste en exponer nuestras
valoraciones claramente, de forma consciente, específica y explícita, permitiendo
que determinen la investigación teórica".

En los años 50 del siglo XX, la opinión de Milton Friedman es radicalmente diferente
a la de Myrdal, lo que da lugar a una larga controversia mantenida por los partidarios
de una u otra tendencia. Para Friedman, en sus Ensayos sobre Economía Política
de 1953, "la economía puede ser una ciencia positiva, siendo independiente de
cualquier postura ética de tipo particular o de juicios de valor de tipo normativo".
Friedman hace hincapié en que la economía positiva es una ciencia objetiva, pero
también insiste en que la economía normativa no puede ser independiente de la
economía positiva y ello porque "cualquier conclusión política se basa
necesariamente sobre una predicción basada en la economía positiva. Siguiendo
sus palabras, entre la economía positiva y la normativa existe un fuerte nexo". En
definitiva, Friedman se presenta como uno de los más férreos defensores del
carácter positivo de la economía y, en consecuencia, de su independencia, en
principio, de cualquier tipo de postura ética o juicio de valor.

Sin embargo, la aportación de Friedman no cerró el debate sobre la necesaria


separación entre lo positivo y lo normativo. Así, mientras que autores como Lipsey,
Becker o Stigler se muestran de acuerdo, otros autores como Smithies o Heilbroner
se muestran particularmente reticentes a estos planteamientos positivistas, bajo la
idea de que el economista no puede evitar verse implicado en la realidad que le
rodea, por lo que resulta imposible un análisis neutral de los hechos sociales.

En la década de los años ochenta se acentúan las posiciones escépticas ante el


problema de la delimitación y nos encontramos posturas como la de Mckenzie que
trata de dotar a la Economía positiva de un necesario contexto normativo, o
Katouzian o Samuels que piensan que la economía, es en sí misma, un fenómeno
normativo, o la opinión extrema de McCloskey que considera a la Economía como
parte de la Retórica.

Concretamente, Katouzian (1980) parte en su retórica de la distinción entre los


conceptos de juicio de valor e ideología, y se plantea después si es posible que un
individuo desarrolle teorías que estén enteramente libres de juicios de valor. La
posición mantenida por Katouzian es que no es posible que una teoría esté
completamente libre de valores, tanto en las ciencias sociales como en las
naturales, y ya sea en la vertiente positiva o en la vertiente normativa del
conocimiento, pero que esto no invalida la pretensión de construir un conocimiento
objetivo, entendido éste como un concepto diferente al de neutral.

Con carácter general, actualmente se admite que la economía es una ciencia en la


que existe una vertiente positiva y otra normativa, de difícil separación. El énfasis
en una u otra vertiente se pueden lograr en el proceso científico al adoptar actitudes
de simple búsqueda de leyes y elaboración de teorías, o actitudes de
recomendación política. La Política Económica se encuentra en este segundo caso,
donde el paso de una fase de descripción a una fase de intervención para la
consecución de determinados objetivos modificando así la actuación de los agentes
económicos requiere la introducción de juicios de valor, pero esto no implica la
pérdida de su carácter científico. De hecho, también influyen los juicios de valor del
científico en la fase positiva del análisis. Lo que es necesario es explicitar estos
juicios de valor, al menos siempre que el investigador sea consciente de ellos,
reducirlos exclusivamente a aquellos que son inevitables y, por supuesto, evitar
todos aquellos que sólo introducen parcialidades en el análisis.

M.ª Jesús Arroyo Fernández


ENSAYO: TENER EN CUENTA LA OPINION PERSONAL FRENTE AL CONCEPTO DE
ECONOMÍA POSITIVA Y NORMATIVA. (De 3 a 5 páginas a mano)

Hacer referencia a tres ejemplos buscando información que soporte los siguientes
ejemplos relacionados:

Una vez definidos cada uno de los conceptos, debemos citar 3 (tres) ejemplos pedidos que son
los siguientes:

Economía Positiva Economía Normativa


1. Efecto de un impuesto; 1. Evaluar de una política fiscal;
2. Consecuencia del gasto; 2. Justificar un impuesto;
3. Secuela del aumento de la inflación; 3. Probar el impacto de una medida;
4. Analizar el resultado de una medida de 4. Demostrar el futuro de una política
crecimiento; monetaria;
5. Comprobar el efecto neto de un aumento 5. Argumentar las retenciones.
de las exportaciones

En cada ejemplo hacer referencia a la fuente de información tomada.

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