¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño: que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son.” Pedro Calderón de la Barca
En su soliloquio, Segismundo habla de la vida como una ilusión, en que el engaño
es el principal componente de la vida, hasta que llega la muerte como absoluta mandataria que nos introduce en un sueño profundo. También reflexiona sobre lo que cada persona sueña, lo que es, así no lo entienda. Muchos autores han abordado la vida como un sueño, y es que este tema es tan recurrente en la literatura, que hemos decidido utilizarlo también como tema de nuestra revista, y no solo como sueño, sino como parte de la ilusión humana de vivir en ese mundo posible. Para poder llegar a ese punto, es necesario hacer un recorrido por las diferentes ideas que subyacen del concepto de sueño: su parte fisiológica, onírica y psicológica. Una vez cerramos los ojos y ‘caemos en los brazos de Morfeo’, nuestro cerebro continúa en actividad, y es imposible de controlar. Cuando soñamos, intentamos dar orden a nuestros pensamientos, pero al no tener acceso a esta información, no logramos explicarla cuando estamos despiertos, así recodemos fragmentos de este. Esta es la principal diferencia entre el sueño fisiológico y soñar despierto, pues imaginamos un mundo tal y como lo deseamos. Es un espacio onírico, es posible tener control absoluto en ese mundo paralelo, y lo ordenamos a nuestro antojo: puede ser un entorno de felicidad y calma, contrario a las emociones que experimentamos al dormir, que son más intensas como el miedo, la ansiedad y la ira. No podemos negar que nuestro ser representa un todo, y que nuestra mente nos controla (aquello que llamamos conciencia); pero cuando dormimos, sale a flote lo que en realidad somos. Desde el psicoanálisis, los deseos reprimidos pueden adquirir un estatus que en la vida real no lo permitiríamos. No hay ataduras, no hay control. Eso no quiere decir que la conciencia sea mala, pues como parte de ese todo, se rige por el sistema social. Pero todo aquello que no es aceptado es el alimento que nutre nuestros sueños. Se puede decir que es allí donde es posible ser libres, aunque estemos bajo el control del inconsciente, porque sabe que es su único campo de acción. Nuestro ser también está compuesto por lo que no podemos controlar, lo que el cuerpo nos impulsa a hacer, pero está condicionado por lo que la sociedad nos exige: los valores a los que estamos expuestos desde pequeños, la moral, el deber ser. Todo ese conjunto lo llamamos “Yo”, el equilibrio entre todo ese entramado es lo que realmente nos define. Aunque vivimos en una realidad, no podemos regirnos únicamente por nuestro instinto, tampoco por nuestros sueños frustrados. Para que la vida no termine siendo una ilusión, estamos en la constante búsqueda entre lo que sentimos y lo que nos pide el entorno. No todo lo podemos hacer, pero tampoco podemos negar nuestra esencia. Encontrar ese equilibrio es el regir del ser. Esperamos que disfruten de este número de la revista, inspirado en mundos paralelos, reflexiones sobre la existencia e inspirado en los sueños, que representa todo aquello que nos atraviesa hasta lograr el ser integral y único que compartimos con los otros. Que los sueños, deseos, necesidades, miedos y defectos logren compenetrarse y sean el insumo de una amplia reflexión, como como lo profesa el oráculo que da nombre a esta revista: Delfos, conócete a ti mismo.