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El sueño de la vida

Por Silvia Gómez Angarita


Docente de Lengua Castellana

“¿Qué es la vida? Un frenesí.


¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.”
Pedro Calderón de la Barca

En su soliloquio, Segismundo habla de la vida como una ilusión, en que el engaño


es el principal componente de la vida, hasta que llega la muerte como absoluta
mandataria que nos introduce en un sueño profundo. También reflexiona sobre lo
que cada persona sueña, lo que es, así no lo entienda.
Muchos autores han abordado la vida como un sueño, y es que este tema es tan
recurrente en la literatura, que hemos decidido utilizarlo también como tema de
nuestra revista, y no solo como sueño, sino como parte de la ilusión humana de vivir
en ese mundo posible. Para poder llegar a ese punto, es necesario hacer un
recorrido por las diferentes ideas que subyacen del concepto de sueño: su parte
fisiológica, onírica y psicológica.
Una vez cerramos los ojos y ‘caemos en los brazos de Morfeo’, nuestro cerebro
continúa en actividad, y es imposible de controlar. Cuando soñamos, intentamos dar
orden a nuestros pensamientos, pero al no tener acceso a esta información, no
logramos explicarla cuando estamos despiertos, así recodemos fragmentos de este.
Esta es la principal diferencia entre el sueño fisiológico y soñar despierto, pues
imaginamos un mundo tal y como lo deseamos. Es un espacio onírico, es posible
tener control absoluto en ese mundo paralelo, y lo ordenamos a nuestro antojo:
puede ser un entorno de felicidad y calma, contrario a las emociones que
experimentamos al dormir, que son más intensas como el miedo, la ansiedad y la
ira.
No podemos negar que nuestro ser representa un todo, y que nuestra mente nos
controla (aquello que llamamos conciencia); pero cuando dormimos, sale a flote lo
que en realidad somos. Desde el psicoanálisis, los deseos reprimidos pueden
adquirir un estatus que en la vida real no lo permitiríamos. No hay ataduras, no hay
control. Eso no quiere decir que la conciencia sea mala, pues como parte de ese
todo, se rige por el sistema social. Pero todo aquello que no es aceptado es el
alimento que nutre nuestros sueños. Se puede decir que es allí donde es posible
ser libres, aunque estemos bajo el control del inconsciente, porque sabe que es su
único campo de acción.
Nuestro ser también está compuesto por lo que no podemos controlar, lo que el
cuerpo nos impulsa a hacer, pero está condicionado por lo que la sociedad nos
exige: los valores a los que estamos expuestos desde pequeños, la moral, el deber
ser. Todo ese conjunto lo llamamos “Yo”, el equilibrio entre todo ese entramado es
lo que realmente nos define.
Aunque vivimos en una realidad, no podemos regirnos únicamente por nuestro
instinto, tampoco por nuestros sueños frustrados. Para que la vida no termine siendo
una ilusión, estamos en la constante búsqueda entre lo que sentimos y lo que nos
pide el entorno. No todo lo podemos hacer, pero tampoco podemos negar nuestra
esencia. Encontrar ese equilibrio es el regir del ser.
Esperamos que disfruten de este número de la revista, inspirado en mundos
paralelos, reflexiones sobre la existencia e inspirado en los sueños, que representa
todo aquello que nos atraviesa hasta lograr el ser integral y único que compartimos
con los otros. Que los sueños, deseos, necesidades, miedos y defectos logren
compenetrarse y sean el insumo de una amplia reflexión, como como lo profesa el
oráculo que da nombre a esta revista: Delfos, conócete a ti mismo.

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