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Este trabajo fue presentado el 27 de Julio del 2013 en el XXII Coloquio Seminario del Campo
Freudiano que llevo por título "Posición del analista y singularidad en la época del "para
todos"" organizado por la Asociación Lacaniana de Psicoanálisis de Chile (ALP-CH)
En primer lugar es necesario obtener una visión general y organizadora del tema de la salud,
para luego centrarnos el punto específico que señalo.
En grandes líneas puede decirse que el tema de la salud mental en Chile se organiza desde
tres grandes líneas.
Sin lugar a dudas las implementación de la reforma y el GES es una de las grandes
revoluciones de los últimos años en materia de salud pública y seguridad social en Chile. Ello
no resiste análisis por más críticos que podamos ser. Pese a los enormes beneficios que ha
traído, en materia de enfermedades médicas, no podemos dejar de instalar una discusión
necesaria en materia de patologías de salud mental. Se trata de una discusión necesaria
fundamentalmente porque es absolutamente discutible la supuesta equivalencia entre
enfermedades médicas y trastornos mentales, junto a ello es también cuestionable el
empeño en la estandarización y burocratizacion de los tratamientos que si bien es
absolutamente viable y necesario en medicina es poco probable su efectividad en ámbitos
como la depresión, la bipolaridad, la esquizofrenia y mucho menos en las adicciones. Esto
por el evidente componente no orgánico que las constituyen.
¿Qué es el GES? El GES significa Garantías Explícitas en Salud lo que equivale a asegurar
la atención y la cobertura financiera de un grupo de ochenta patologías definidas como
prioridades por el estado. Esta garantía se establece por decreto de ley garantizando el
acceso, la oportunidad, el financiamiento y la calidad de las prestaciones para el grupo de
patologías establecidas. Así cada patología cuenta con una "canasta" que incluye las
prestaciones que la ley garantiza. Por ejemplo (recordemos que las patologías de salud
mental incluidas esquizofrenia, depresión, bipolaridad y consumo de alcohol en menores de
15 años) la canasta de un episodio depresivo grave incluye un número de doce sesiones de
psicoterapia, la canasta del episodio depresivo moderado incluye 6, la canasta de trastorno
bipolar no incluye la cobertura de hospitalización ni para un episodio depresivo ni para uno
maniaco, en cambio si cubre de por vida los medicamentos ya que se considera un trastorno
crónico. Estas condiciones se traducen por ejemplo en que la persona que pose un
diagnóstico de depresión severa tendrá derecho sólo a doce atenciones de psicoterapia. Sin
duda esto es muchísimo mejor que nada.
Ahora bien el punto de interés es señalar como es que esta instalación de una garantía de
atención bajo el enfoque del derecho igualitario, es decir del "para todos", propio del espíritu
democrático, lleva en sí mismo una contradicción interna cuyas consecuencias están por
verse. La contradicción a la que aludo es la restricción de la libertad de elección de quien
ejerce su derecho. Ganar un derecho universal tiene el precio de la libertad individual.
Libertad e igualdad dejan de ser una pareja fraterna. En términos prácticos esto significa que
si una persona es diagnosticada con depresión y pertenece a seguro de salud estatal, es
decir FONSA, entonces tiene la atencion de su patología garantizada siempre y cuando se
atienda en el sistema público de salud. Igualmente una persona con el mismo diagnóstico
pero que pertenece al sistema privado debe atenderse con lo que se denomina el "prestador
institucional" con el que su ISAPRE tiene convenio. Es decir que en el contexto GES lo que
antiguamente se denominaba "libre elección" consistente en que una persona puede elegir
atenderse con quien quiera de los profesionales dispuestos a atender por el seguro en
cuestión, queda desechado. Más aún un clínico para poder atender una patología GES debe
estar asociado a alguna institución pública o privada ya que la ley establece que las
garantías solo operan con relación a instituciones. Asi se deja entrever una cierta
incompatibilidad entre la igualdad, entendida como derecho soberano "para todos" y la
libertad como derecho individual.
Esta cierta incompatibilidad entre el igualitarismo equitativo y el liberalismo fomenta la
convivencia institucional de dos lógicas, en ocasiones contradictorias, cuya coexistencia
condiciona la práctica clínica ya que establece plazos, regula ingresos a la atención,
sanciona altas administrativas, etc.
Un ejemplo concreto. Hace un par de semana una paciente se me acerca, en la institución
que trabajo, y me dice que no podrá seguir asistiendo ya que su Isapre no emitirá más bonos
de atención. La razón es que el 1 de Julio del 2013 entro en vigencia el nuevo decreto de ley
GES en el que se modificaron las canastas. La paciente posee el diagnóstico de depresión
severa en su segundo año y con este nuevo decreto la prestación "psicoterapia" ha sido
retirada de la "canasta", es decir que esos pacientes con un diagnósticos como ese ya no
tienen "derecho" a psicoterapia, en consecuencia hay que impulsar el alta. Así el "derecho" a
psicoterapia será reservado para las depresión en su primer año. Ciertamente este es un
proceso aún en curso y las cosas pueden cambiar, es decir que pueden flexibilizares en el
camino ya que estas circunstancias suelen calibrarse a medida que se van implementando.
Aclaro que no se trata de una medida de la institución, ni siquiera de la Isapre, sino más bien
es una circunstancia motivada por la ley que determina las condiciones del derecho a la
atención.
¿Cuál es nuestro interés como psicoanalistas tanto a nivel clínico como a nivel de las
consecuencias que esta tensión entre igualdad y libertad tienen en el lazo social?
4- Consecuencias .
Evidentemente un análisis crítico de esta situación excede las posibilidades de esta instancia,
pese a ello hay algunas ideas que quisiera mencionar.
En primer lugar mencionaría que todo "para todo" tiene su resto, su desecho. El "todismo"
igualitario no puede evitar generar sus propias condiciones de exclusión, de segregación y
marginación. El contraste entre la garantía de atención y el radical desamparo en el que
quedan quienes no cumplen con los requisitos para "tener derecho" reproduce la desigualdad
que se pretendía superar. Resulta a todas luces contradictorio por estructura, sin embargo es
un saldo inevitable ya que el anhelo de justicia social se ve profundamente resignificando
como injusticia a nivel de la singularidad de quien "sobra" por no cumplir con las condiciones
necesarias para tener derecho. Seguramente la frase "peor es nada" puede ser un consuelo
necesario, pero no suficiente. Será necesario atender a las consecuencias de la exclusión
cuyo destino es siempre retornar bajo diversas formas.
En segundo lugar quisiera referirme a la posición del analista en contextos clínico-
institucionales como el que he descrito. No considero que la posición analítica deba ser la de
la autoexclusion que afirma que bajo esas condiciones no hay lugar para el psicoanálisis. Por
el contrario pienso que en en contextos como este estamos incluso empujados a radicalizar
nuestra posición, no para "enfrentarnos al sistema", sino para señalar con nuestra
interpretación que más allá de todo igualitarismo garantista, de toda ilusión de libertad, de
toda guía clínica, hay el goce. Reprimido, retornado, enlazado, deslocalizado, síntomatizado,
etc. No hay política pública que incluya el problema del goce, no estoy seguro aún si es por
una incompatibilidad estructural de ambas, pero si que es precisamente dicha exclusión la
que condiciona el fracaso o el éxito parcial de las políticas públicas.
La posición analítica entonces supone que en el seno de una política pública, como sería
atender pacientes en el contexto del GES, se puede dar lugar al goce singular y a la
elaboración de saber que resulte de la interpretación. Se trata de restituir, en el acto analítico
mismo, la dimensión de la elección forzada que no tiene nada que ver con la "libre elección
del liberalismo". La elección forzada, en el contexto del derecho "para todos" permite
reinstituir la dimensión de la pérdida de goce, restituyendo así la dimensión singular del
sujeto. "La bolsa o la vida", como Lacan formulo la elección forzada, muestra que si se elige
no perder la bolsa el ladrón puede quitar la vida y la bolsa, pero si se elige entregar la bolsa
se puede conservar la vida. Así la elección forzada restituye la lógica del intercambio
articulando perdida y ganancia, sólo se gana si se pierde. Los analistas, en el contexto del
"derecho igualitario" podemos hacer valer la diferencia ofreciendo a los pacientes algunos
encuentros en los que perder un goce y ganar saber, un saber-hacer.
Para ello vale matizar el "para todos", de este igualitarismo garantista, con un "para todos, los
que quieran" de esta forma puede llegar a restituirse, en la clínica en contextos de salud
pública, la condición del sujeto que puede llegar a ser rechazada cuando los ideales de
igualdad se traducen en garantías, guías clínicas, protocolos y algoritmos reduciendo el
malestar clínico a una condición biomedica. La posición del analista reclama el
consentimiento y la responsabilidad en la elección de goce del sujeto que subyace a todo
"para todos".