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SEGUNDO SELLO
“3Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven. 4Y salió otro caballo, bermejo; y al que
lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran
espada”. Apocalipsis 6:3-4.
Un caballo bermejo
Vamos al libro del Apocalipsis capítulo 6. Con la ayuda del Señor estaremos considerando en esta noche los
versículos 3 y 4, que corresponden a la apertura del segundo sello por parte del Cordero de Dios. Leamos
inicialmente los dos versículos de corrido y luego nos detenemos poco a poco sobre ellos para meditar, con la ayuda
del Señor, lo que El nos quiera hablar. Apocalipsis 6:3-4: “3Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser
viviente, que decía: Ven (erkou, en griego). 4Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder
de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada.” Hoy vamos a considerar
juntos este segundo sello, este segundo caballo, este segundo jinete. En primer lugar llamo la atención sobre quién
es el que abre el sello; aunque aquí está tácito, obviamente que nadie podía abrir los sellos sino el Cordero;
entonces, si lo fuéramos a explicitar, podríamos decir: cuando el Cordero abrió el segundo sello. Este libro de los
sellos es el libro donde está el programa de Dios para llevar adelante su propósito eterno. Dios tiene en su corazón
un plan eterno y Él desarrolla ese programa, aunque hubo una rebelión; sin embargo Dios decidió que su Hijo sea
el primogénito entre muchos hermanos, que Él sea el Rey de reyes y Señor de señores; que así como en el cielo,
también los reinos de la tierra vengan a ser del Señor y de su Cristo; y luego el Hijo, cuando todas las cosas le
hayan sido sujetas, también Él se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas. Luego el Cordero muere por
nosotros, resucita, asciende, recibe toda autoridad y comienza a abrir los sellos; es decir, comienza a mostrar lo
que estaba en el corazón de Dios para someter todas las cosas bajo los estrados de los pies del Señor Jesús. Como lo
dice en el Salmo 110:1: Hijo, “siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies”.
La vez pasada nos detuvimos en el primer caballo, en el primer jinete, en el caballo blanco, mostrando qué es lo
primero que Dios hace para llevar adelante su propósito y someter todas las cosas bajo las plantas de los pies de su
Hijo, y lógicamente bajo los propios pies del Padre. Ahora aparece aquí un segundo sello, un segundo ser viviente.
Quiero llamar la atención primeramente al hecho de que es segundo; la palabra segundo quiere decir que hay otra
cosa que fue anterior, hay otra cosa que es primera. Segundo quiere decir que esto es lo que viene inmediatamente
después de lo primero. En lo primero, el Señor ascendió sobre todos los cielos para llenarlo todo; envió su Espíritu
Santo, envió su palabra, constituyó apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, echó a cabalgar el
evangelio, para que todos los que éramos enemigos de Dios fuésemos reconciliados con Dios; eso es lo primero que
Dios hace; pero como está escrito en el Nuevo Testamento, no es de todos la fe; quiere decir que no todos recibirían
la fe. “11A los suyo vino, y los suyos no le recibieron. 12Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su
nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Jn. 1:11,12); a los que le recibieron; pero ¿y los que no le
recibieron? ¿qué harían, cómo trataría el Señor con aquellos que no lo recibieron?
En el primer sello podemos entender cómo trata el Señor con la humanidad; Él ha muerto, de tal manera que dio a
su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él cree, no se pierda y tenga vida eterna; envió su Espíritu, envió su
palabra, envió su Iglesia; pero ¿y los que no reciben, cómo van a ser sometidos al poder de Dios? Si no nos
sometemos a Dios por las buenas, si no nos reconciliamos por las buenas, entonces viene otro caballo después.
Después del caballo blanco viene el caballo rojo, el caballo bermejo. Llamo la atención a que es el segundo sello;
esto no sucede primero, esto sucede después; no hay juicio sin primeramente haber habido rechazo de la
misericordia y de la gracia; primero es gracia; ahora, si la gracia se rechaza, si el Señor no es recibido, entonces
viene juicio. Recordemos aquella parábola cuando el Señor se fue lejos a recibir un reino y dejó a sus siervos con
algunas municiones que Él les dio; ya sea talentos, ya sea minas, para negociar y trabajar para el Señor; y cuando
Él volvió, respecto de los siervos, entonces Él tomó cuenta de ellos, según lo que le había servido cada uno, y
recompensó a cada uno según su obra; pero Él añadió una frase más: y todos aquellos que no querían que Yo
reinase, decapitadlos delante de mí. Dios es el que tiene el derecho legítimo, inherente, de gobernar, de establecer el
reino. Si las personas no se someten al reino reconociendo la gracia del Señor, no queda otra posibilidad, otra
salida, después de la longanimidad de Dios, después de esa larga cabalgata del caballo blanco que sale venciendo y
para vencer; no queda otra posibilidad que someter a las personas al juicio de Dios.
Claro que Dios, en la administración de su juicio, también ejerce una especie de progresión; Dios no entra en un
juicio fuerte, no. Usted no encuentra las copas al principio, sino al final. Primero usted ve los sellos, después ve las
trompetas y después ve las copas. En las copas es cuando se consume la ira de Dios, pero con las trompetas apenas
se inicia ese juicio definitivo de Dios; pero se consuma por las copas; por eso, si Dios nos concede verlo después,
cuando estudiemos las trompetas y las copas, vamos a ver cómo las copas son el desarrollo de las trompetas. Las
trompetas inician el juicio y con las copas se consuma; pero esa consumación será al final; es decir, en los tiempos
escatológicos; ya cuando la segunda venida del Señor esté a punto de venir en gloria, es cuando estas copas de la ira
se consuman; pero así como la Biblia habla de esos dolores del último día, también habla de unos principios de
dolores; o sea que hay cosas que comienzan a suceder de una manera más leve, juicios, que tienen la intención de
que los hombres reciban la gracia. Quiero llamarles la atención primeramente a eso, porque a veces nosotros
vemos esos juicios y no entendemos por qué esos juicios, y no entendemos las razones de Dios. Hay muchos
versículos en la Biblia en donde usted ve que Él dice, después de narrarnos varios juicios, que aún así no se
arrepintieron de sus obras, ni dejaron de adorar a los demonios.
Entonces, ¿qué estaba buscando Dios con esos juicios? Estaba buscando conducir a los hombres al
arrepentimiento. Primero vino la gracia, pero Dios deja que así como va cabalgando el caballo blanco tiene que
venir cabalgando también otro bermejo, y veremos que viene también otro negro, y por fin el último es un
amarillo, lívido, pálido, que lleva la gente a la muerte y al Hades; pero primeramente, por eso puse atención en el
segundo, primero, segundo, tercero, ahí vemos una progresión en el tratamiento de Dios. Primero Dios viene con
gracia, viene con misericordia; Él toma sobre sí el pecado de todos los hombres, Él está dispuesto a perdonar
cualquier pecado, porque Él pagó el precio de todos los pecados, no nos cobró nada; nos lo ofrece, como lo decía el
hermano al principio leyendo ese versículo, la justificación sólo por la fe; nos lo ofrece sólo por la fe; sólo hay que
creérselo; y si después de todo eso que a Él tanto le costó, que a nosotros no nos cuesta nada sino creer y recibir,
pero que a Él si le costó muchísimo, ¿qué sucede? Porque a Él le costó humillarse hasta lo sumo, soportar toda
contradicción de pecadores, ser hecho pecado por nosotros, ser abandonado en la cruz como si fuese un pecador;
nosotros nunca entenderemos lo que Él tuvo que pasar; a Él le costó mucho. Ahora, si después de eso el hombre no
recibe, viene juicio; bueno, el Señor no manda las copas de una vez, la séptima copa. Él permite que cabalgue un
caballo; cuando comienza a cabalgar todavía no tiene espada, no; fíjense en que la espada se le da después. Él dice:
“Y salió otro caballo, bermejo; (ahí salió el caballo) y al que lo montaba le fue dado poder”; y luego: “y se le dio
una gran espada”; o sea que las cosas no salieron de una vez terribles, sino que se fueron poniendo color de
hormiga cada vez más; ¿entienden el proceso? Después de que ha cabalgado el caballo blanco, después que ha
permitido a las personas conocer la verdad, entonces ahora sí Dios permite que cabalgue otro.
“3Debemos siempre dar gracias a Dios por vosotros, hermanos, como es digno, por cuanto vuestra fe va creciendo,
(ahí se ve el caballo blanco cabalgando) y el amor de todos y cada uno de vosotros abunda para con los demás; (ahí
está el caballo blanco cabalgando) 4tanto, que nosotros mismos nos gloriamos de vosotros en las iglesias de Dios,
(ahí está el caballo blanco cabalgando) por vuestra paciencia y fe en todas vuestras persecuciones y tribulaciones
que soportáis”. ¡Ah! la palabra paciencia implica que hay una resistencia a este caballo blanco; la palabra
paciencia indica que tienen que soportar el rechazo y a veces no sólo un rechazo débil; a veces persecuciones, y a
veces no sólo persecuciones de palabras, sino a veces hasta la muerte.
Entonces nos damos cuenta de que cuando el Señor envía su palabra, el caballo blanco comienza a cabalgar; los
que lo reciben entran en la corriente del Espíritu, pero los que no lo reciben comienzan primero a burlarse, luego a
resistir, luego a perseguir y hasta matar. Dice el Señor Jesús: “Viene la hora cuando cualquiera que os mate,
pensará que rinde servicio a Dios” (Jn. 16:2); comienza una persecución.
Fíjense en que el rojo es el color de la sangre, es el color de la muerte. El ser viviente que da la orden al segundo
jinete, al segundo caballo cabalgar, es el segundo ser viviente; el segundo ser viviente era semejante a un becerro,
como ustedes lo pueden ver allí en Apocalipsis 4:7: “El segundo era semejante a un becerro”. El becerro es un
animal de sacrificio; fíjense en que primero el Señor hace que aparezca un león; el león ruge con voz de trueno,
representando la voz de Dios; sale la palabra de Dios; o sea que primeramente Dios envía su palabra, pero después
viene otro que ya no es el león, sino que es el becerro. El becerro, que es un animal de sacrificio, nos muestra el
aspecto de la iglesia en persecución, en tribulación; la iglesia sufre persecución, la iglesia es entregada a la muerte
como ovejas de matadero por causa del Señor.
Justa retribución
“Pero por causa de ti nos matan cada día; (le dice al Señor) somos contados como ovejas para el matadero” (Sal.
44:22); entonces por causa de eso, vean lo que dice allí: El segundo ser viviente, o sea el que era como becerro,
animal de sacrificio, decía: Erkou, o sea, ve; lo que aquí se traduce: ven o ve; porque algunos manuscritos a la
palabra erkou le añadieron kai ide, o sea, “y mira”; otros le añadieron “kai blepe”, o sea, “y mira”; uno “ve” y
otro “mira”; o sea que son como arreglos añadidos de algunos escribas en algunos manuscritos; pero los otros
manuscritos, los más anyiguos, dicen simplemente “Erkou”; no dicen “Erkou kai ide” ni “Erkou kai blepe”. No
habría ninguna razón para quitarle el “ve” o el “mira” a los otros versículos; ¿por qué alguien le iba a quitar? pero
es posible que alguien le agregara; entonces le agregaron; algunos le agregan de una manera, otros de otra manera,
y la prueba es que los que añaden no concuerdan en lo que añaden; por eso, lo más probable, es que la razón la
tengan los manuscritos más antiguos donde solamente dice: “Erkou”. Aquí este ser viviente que era animal de
sacrificio delante de Dios, él, el segundo ser viviente, lo es por causa de la persecución a la Iglesia; es por causa de
la persecución a los siervos de Dios que Dios le permite cabalgar al caballo rojo y se le da potestad para que los
hombres se maten unos a otros; es por causa del rechazo a la Iglesia, al evangelio y la persecución contra el Señor
y contra su Iglesia. Ah, sí, el Señor primero lo anunció, como dijo: “28Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino
llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos. 31Si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el árbol seco, qué no
se hará?” (Lc. 23:28,31), porque vendrán días de retribución. Por favor, cuando ustedes vean este caballo rojo
cabalgando, no se vayan a asustar y pensar: ¡Qué Dios tan terrible que pone a la gente en guerra! Acuérdense del
significado de esta palabra “retribución”. Dios es justo; recuerden lo que más adelante va a decir un ángel: “Por
cuanto derramaron la sangre de los santos y de los profetas, también tú les has dado a beber sangre” (Ap. 16:6).
Cuando nosotros vemos a la gente bebiendo sangre nos parece terrible, pero ellos dijeron: Justo eres, Señor,
porque ellos derramaron la sangre de tus siervos, de tus santos; por tanto, por eso, le diste a beber sangre.
Entonces la consecuencia de no recibir el evangelio, rechazar al pueblo del Señor, ponerlo como animal de
sacrificio, es ellos llamando sobre sí mismos la retribución; por eso es el segundo ser viviente que dice: “Erkou”,
anda, echa a andar este caballo rojo.
En el Antiguo Testamento trató primero con Israel; y muchos, como estaba tratando con Israel, se levantaban; los
edomitas trataban de cazar a los israelitas que huían del juicio para devolverlos al juicio. Por eso, después que le
tocó el turno a Israel, le tocó el turno a Edom y le tocó el turno a Gaza y a los filisteos o palestinos, y después le toca
al mundo entero, a Babilonia, etc.; pero primero Dios corrige a su pueblo. 2 Tesalonicenses 1:5: “5Esto es
demostración del justo juicio de Dios, para que seáis tenidos por dignos del reino de Dios, por el cual asimismo
padecéis. 6Porque (aquí está la razón por la que viene el caballo rojo después del blanco) es justo delante de Dios
pagar con tribulación a los que os atribulan”. ¿Ven? ¿Por qué Dios va a atribular al mundo? Porque el mundo ha
atribulado a los hijos de Dios. “Es justo delante de Dios pagar con tribulación a los que os atribulan, 7y a vosotros
que sois atribulados, daros reposo con nosotros, cuando se manifieste el Señor Jesús desde el cielo con los ángeles
de su poder, 8en llama de fuego, para dar retribución a los que no conocieron a Dios”. Subrayo esa palabra:
“retribución”. Cuando veamos esos caballos cabalgando, primero el rojo, después otro peor, el negro, y después
otro peor, el pálido, recuerden esa palabra “retribución” que va viniendo de a poquito; primero con un caballo que
comienza a cabalgar hacia los dolores finales, después son las trompetas que convocan al juicio; después ya es una
copa que consuma el juicio; pero no comienza así.
Eso significa que Dios espera acumulando ascuas de fuego sobre los enemigos del pueblo de Dios. Cuando lleguen
al colmo, la ira se consuma; antes que la ira se consume empiezan unas pequeñas señales; así como nosotros si no
somos sobrios en nuestra vida, de pronto tenemos un dolorcito por allí, que es como una luz rojita que te está
diciendo: Como que estás exagerando en esto, como que estás descuidando esto; si uno no pone atención a ese
pequeño dolorcito como que viene otro más fuerte como para llamarnos la atención de una manera más fuerte; así
actúa Dios. Primero nos llama la atención de una manera más suave, y si no nos demostramos aptos para oír la voz
suave, Él levanta un poco más la voz; si aún levantando la voz nos hacemos los tontos, tiene que hablar más serio;
no empieza así, pero así va a ser si no se pone atención. ¿Estamos entendiendo eso, hermanos? Entonces, por eso
vemos aquí: “Y salió otro caballo bermejo y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz”. Le
fue dado poder. Nadie puede quitar de la tierra la paz si Dios no le da poder; pero Dios permitió que viniera la
guerra; este caballo rojo personifica la guerra; la guerra como instrumento de juicio, pero no todavía un juicio
definitivo, no; es necesario que vengan guerras.
Caballo de la guerra
Vamos a ver esos versículos aquí en Mateo 24:6-7, junto con Marcos 13:7-8 y Lucas 21:10. Son versículos muy
conocidos. El primero, Mateo 24:6-7. Cuando vimos la panorámica de estos sellos, sin entrar en los detalles, vimos
cómo las profecías de Mateo 24, que es un Apocalipsis del Señor Jesús allí, se relaciona con los sellos; veíamos el
evangelio predicado como testimonio a todas las naciones. Aquí está el caballo blanco cabalgando; pero los
versículos 6 y 7, dicen: “6Y oiréis de guerra y rumores de guerras; mirad que no os turbéis”. Los hijos no tienen
que turbarse; el mundo es el que está siendo llamado; si no hubiere la situación de violencia que hay en Colombia,
quizá no habría tantas congregaciones llenas en Bogotá y en otras ciudades. Por causa de que tienen plata, ahora
los secuestran o los matan; entonces ahora no pueden exhibir su plata, no pueden hacer lo que antes hacían,
porque de pronto lo secuestran para robarle la plata; parece desagradable el ambiente, pero gracias a eso, algunas
personas dejan de ser imprudentes y comienzan a darse cuenta de que el dinero no es todo y que lo material no es
todo, que es necesario tener en fe en Dios; porque ni siquiera el Estado sabe cómo cuidarlo, pues en vano vela la
guardia si Jehová no guarda la ciudad; y que es gracias a Dios que descubren toda esa dinamita que iban a
explotar y no la explotaron, porque el Señor guardó la ciudad, no la guardia. La situación difícil hace que la gente
empiece a volver sus ojos a Dios. Me contaban una vez que en internet se hizo una encuesta de cuál era el país más
creyente en Latinoamérica; pues resultó ser Colombia; Colombia resultó ser el país más creyente; esto hace como
medio año. Claro, es que Dios sabe cómo está haciendo las cosas. ¿Se dan cuenta? Dios sabe cómo está haciendo las
cosas.
Volvamos a Mateo 24:6-7: “6Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, (y aquí subrayo
esto) porque es necesario (o si no Dios no iba a hacer esto, si no fuera necesario; Dios no hace cosas innecesarias,
Dios es muy económico, Dios no hace cosas de balde) que todo esto acontezca; pero aún no es el fin”.
Esa guerra tras guerra, rumor de guerra tras rumor de guerra, reino contra reino, nación contra nación; esa es la
cabalgata del caballo rojo. Pero ¿cuándo comienza a cabalgar? Ya comenzó a cabalgar, y no ha terminado de
cabalgar; todavía no es el fin; después de las cabalgatas vienen las trompetas; eso sí es el comienzo del fin; y
después vienen las copas; ese es el fin del fin. Pero mientras tanto Dios tiene que hacer uso de la guerra, Dios. El
Señor dijo: Toda potestad me es dada en los cielos y en la tierra; Él es el que gobierna todos los acontecimientos
del mundo. ¿Por qué hay guerra? Porque la gente es injusta con Dios y la gente es injusta con los hombres, porque
no se somete al reino de Dios y está en la línea del diablo, a su favor; entonces hay guerra. Dios tiene que permitir
la guerra; son injustos con el pueblo de Dios, entonces Dios permite que otros sean injustos con ellos. Ah sí, aquí la
oligarquía se levantó grande; Dios permitió a los comunistas y a la guerrilla; pero la guerrilla hizo sus injusticias,
entonces Dios permitió a los paramilitares; ahora los paramilitares hacen de las suyas, entonces Dios va a permitir
la ONU, los cascos azules o cualquier otra cosa; una cosa viene después de otra. Nadie se echa a rodar; si no se
corrige, eso es como un alud que va creciendo, creciendo cada vez peor; mientras no se arrepientan sigue
creciendo; lo único que puede salvar las cosas es que la gente se arrepienta, reciba al Señor y enderece su camino;
si no, le va a cabalgar este caballo por encima y después viene otro peor, luego otro peor, pero por ahora es éste.
“Es necesario que todo esto acontezca”; es necesario que haya guerras, rumores de guerras.
“Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino”; ahí está el caballo rojo cabalgando.
¿Se dieron cuenta de esa frase? Antes de que sucedan estas cosas cabalga el caballo blanco, y después sí empieza a
cabalgar el rojo, después el negro y después el amarillo; pero no cabalga el rojo primero; primero cabalga el
blanco. Antes de todas estas cosas Dios dará ocasión a que se testifique y, claro, los van a llevar presos, los van a
perseguir; entonces, después del blanco cabalga el rojo; ¿amén? “Se levantará nación contra nación y reino contra
reino”.
Noten hermanos, no hay un caballo rojo si no hay primero maldad; hay que entender por qué Dios le dice al
caballo rojo: “Erkou”, ve y anda, porque hay maldad. “9Y me dijo: La maldad de la casa de Israel y de Judá es
grande sobremanera, pues la tierra está llena de sangre, (entonces viene más sangre; la primera sangre era de
injusticia cometida por injustos contra inocentes; la otra que viene es de justicia, de retribución, la de Dios) y la
ciudad está llena de perversidad; porque han dicho: Ha abandonado Jehová la tierra, y Jehová no ve.” Ah, Jehová
no ve. “10Así, pues, haré yo; mi ojo (el que sí ve) no perdonará ni tendré misericordia; (y fíjense en la segunda
parte del versículo 10; aquí está la clave, la palabra retribución) haré recaer el camino de ellos sobre sus propias
cabezas.” Hay guerra porque el camino de los hombres volvió sobre sus propias cabezas; esa frase es importante;
retribución: “Haré recaer el camino de ellos sobre sus propias cabezas”. Primero ellos caminaron, y ahora Dios
dice: eso que tú escogiste, te lo comerás enterito, con consecuencias y todo; “haré recaer el camino de ellos sobre
sus propias cabezas”. El caballo rojo es consecuencia del pecado de rechazar al Señor y seguir en el pecado; y no
sólo el rojo, después viene el negro, pero eso es después; mientras tanto estamos en el rojo. “11Y he aquí que el
varón vestido de lino, que tenía el tintero a la cintura, respondió una palabra, diciendo: He hecho conforme a todo
lo que me mandaste”. Aunque aquí pusieron el capítulo 10, la escena continúa de corrido en el capítulo 10 y en el
capítulo 11. Cuando usted lo lee con cuidado en su casa se da cuenta de que esos números de capítulos se los
pusieron después. El acontecimiento continúa en los capítulos 10 y 11. En el capítulo 10 habla de que Dios
abandona el santuario, y el 11 de que los gobernantes impíos de la nación serán castigados; y en el verso 7 dice:
“Por tanto, (fíjense en que no hay guerra, sino por tanto, por esto, es necesario que sea esto, por causa de lo que ha
sucedido y lo que Dios debe hacer para intervenir) así ha dicho Jehová el Señor: Vuestros muertos que habéis
puesto en medio de ella, (la ciudad) ellos son la carne y ella es la olla; (decían ellos) mas yo sacaré a vosotros en
medio de ella. 8Espada (ahí viene la espada del caballo rojo) habéis temido, y espada traeré sobre vosotros, dice
Jehová el Señor. 9Y os sacaré de en medio de ella, y os entregaré en manos de extraños, y haré juicios entre
vosotros. 10A espada caeréis; en los límites de Israel os juzgaré, y sabréis que yo soy Jehová”. Entonces, hermanos,
notemos esa palabra “a espada caeréis”.
La espada afilada
Vamos a ver, ya que estamos en Ezequiel, el capítulo 21; vamos a leer desde el versículo 8 al 17: “8Vino a mi
palabra de Jehová, diciendo: 9Hijo de hombre, profetiza, y di: Así ha dicho Jehová el Señor: Di ; la espada, (ahí
está la del caballo rojo) la espada está afilada, y también pulida. 10Para degollar víctimas está afilada, pulida está
para que relumbre. ¿Hemos de alegrarnos? Al cetro de mi hijo ha despreciado como a un palo cualquiera. 11Y la
dio a pulir para tenerla a mano; la espala está afilada, y está pulida para entregarla en mano del matador”. Se le
dio una espada para que se matasen unos a otros; “está pulida para entregarla en mano del matador”; ahí está el
jinete del caballo rojo. “12Clama y lamenta, oh hijo de hombre; porque ésta será sobre mi pueblo, será ella (la
espada) sobre todos los príncipes de Israel; caerán ellos a espada juntamente con mi pueblo; hiere, pues, tu muslo;
13porque está probado. ¿Y qué, si la espada desprecia aun el cetro? El no será más, dice Jehová el Señor”; o sea, el
rey cayó. “14Tú, pues, hijo de hombre, profetiza y bate una mano contra otra, y duplíquese y triplíquese (noten:
primero uno, luego duplíquese. Primero uno, están los sellos; duplíquense, están las trompetas; triplíquense, están
las copas) el furor de la espada homicida; esta es la espada de la gran matanza que los traspasará, 15para que el
corazón desmaye, y los estragos se multipliquen; en todas las puertas de ellos he puesto espanto de espada. ¡Ah!
dispuesta está para que relumbre, y preparada para degollar.
16Corta a la derecha, hiere a la izquierda, adonde quiera que te vuelvas. 17Y yo también batiré mi mano contra mi
mano, y haré reposar mi ira. Yo Jehová he hablado”. Palabra seria; no piensen que las cosas que suceden son por
casualidad. Jesús tiene toda autoridad en los cielos y en la tierra. No hay ni una hoja de un árbol que se caiga sin su
voluntad.
Vamos un poquito más a mirar otro versículo aquí, hermanos; vamos a Daniel capítulo 11, porque acabamos de
ver lo que decía allí el Señor Jesús: Oiréis de guerra y rumores de guerra; es necesario que todo esto acontezca y
entonces vendrá el fin. Cuando el Señor dijo esas palabras Él estaba resumiendo los detalles claves de esas guerras
que ya Dios había revelado en el libro del profeta Daniel.
Pasemos ahora al capítulo 11 de Daniel. Es una visión que comienza desde el 10 y continúa hasta el 12; allí hay una
serie de guerras. Es un primer cumplimiento tipológico desde Alejandro Magno hasta Antíoco Epífanes; hubo un
primer cumplimiento. Cuando tú lees la historia, por ejemplo, el libro de los Macabeos, y cuando lees la historia de
Herodoto, o cuando lees a otros historiadores antiguos, tú de das cuenta de que lo que se profetizó aquí en Daniel
tuvo un primer cumplimiento típico con Antíoco Epífanes; él fue como un prototipo o símbolo del anticristo y esas
guerras se cumplieron con estos principios; pero luego el Señor Jesús, refiriéndose al mismo profeta Daniel, a la
misma profecía que ya había sido cumplida tipológicamente con las guerras hasta Antíoco Epífanes, el Señor
todavía la puso para el futuro. Cuando habló de la abominación desoladora, se la dijo a sus discípulos para el
futuro; ya Antíoco Epífanes había sacrificado un cerdo en el altar, en el templo de Dios; ya había habido
abominaciones; se hizo el Dios manifiesto, así se llamó él, un perfecto tipo del anticristo; sin embargo, Dios no
consideró que ese cumplimiento sea el definitivo, sino que lo puso para el futuro. Dijo: “Cuando veáis en el lugar
santo la abominación desoladora de que habló el profeta Daniel (el que lee, entienda)...” (Mt. 24:15); o sea, como
quien dice: eso que pasó con Antíoco Epífanes, que ciertamente cumplió la profecía tipológicamente, no es todavía
lo definitivo.
Por eso es que Apocalipsis dice: “La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo” (Ap. 17:8). Sí
era, era un cumplimiento típico, no era todavía el definitivo; el definitivo está por venir. Era, no es, y será.
Entonces, luego vino el general romano Vespasiano y mandó al general Tito, su hijo, y destruyeron otra vez
Jerusalén y crucificaron a todo ese montón de personas que le habían dicho a Pilato respecto del Señor Jesús:
Crucifícale; ellos mismos fueron crucificados después por los romanos. Las mujeres se tenían que comer sus
propios hijos; los soldados olían carne quemada por doquier, y encontraron a una señora riéndose como loca,
comiéndose a su propio hijo; y decía a la otra: hoy nos comemos a mi hijo, mañana nos comeremos al tuyo; eso
sucedió. Eso decía Deuteronomio en las maldiciones que acontecerían si no oían a Dios, si no cumplían su palabra;
las maldiciones fueron cada vez peores hasta llegar a comerse sus propios hijos; y sin embargo, ese nuevo
cumplimiento que se dio en el tiempo de Juan, después aparece otra vez el Señor glorificado en el año 86, 16 años
después del segundo cumplimiento, y no el segundo, sino el tercero, porque en el tiempo de Pompeyo también. En
Antíoco Epífanes se cumplió; en tiempo de Pompeyo, 63 a. C. se cumplió; en el tiempo del año 70 con Tito se
cumplió; con Bar Cobcha en el año 135 se cumplió en el reinado de Adriano. Son varios cumplimientos. Ahora,
pasó ya el del 70; se cumplió esa parte de la profecía y vuelve otra vez el Señor en Apocalipsis a decirle a Juan:
Mira, Juan, mide el templo otra vez, y mide a los que adoran en él, porque de aquí para fuera será entregado a los
gentiles y hollarán la ciudad santa; vuelve otra vez la profecía de la ciudad santa a cumplirse nuevamente. Cuando
ustedes estudian la historia de las cruzadas también era en relación a Jerusalén. Venía Saladino tomaba Jerusalén;
venía Ricardo corazón de león y trataba de recuperar el santo sepulcro, como ellos decían; incursionaban en
Egipto; el rey del sur, el norte, y van y vienen; estas profecías que están en Daniel 11 tuvieron repetidos
cumplimientos. Así que cuando las leemos una sola vez tenemos que ver que el Señor la vuelve a anunciar para el
futuro. Se cumplió con Antíoco Epífanes, se vuelve a cumplir con Pompeyo, se vuelve a cumplir con Tito, se vuelve
a cumplir con Adriano y Bar Cobcha, se vuelve a cumplir en las cruzadas y se va cumpliendo hacia el final.
Guerras y rumores de guerra; es necesario que así sea; es como un espiral. Vuelve y juega, vuelve y juega, vuelve y
juega.
Entonces fíjense, matan al Señor Jesús, y ahora llega la conclusión: “23Y después del pacto con él”; aquí aparece
un pacto final, porque Jesús dijo: Oiréis de guerra, rumores de guerra; nación se levantará contra nación; reino
contra reino; es necesario que estas cosas acontezcan. Él dijo esto, porque Él está resumiendo lo que sucedería
desde que lo mataron a Él hasta el final; está resumiendo los cumplimientos típicos que prefiguran el cumplimiento
final. Ahora vamos a leerlo acá, no sólo ya los típicos, sino en el sentido final; o sea, el de la semana final, el de la
gran tribulación. La primera parte de la semana desde el pacto, que comienza en el versículo 23, hasta la segunda
mitad de la semana que comienza en el verso 31; y miremos que todo es como dijo Jesús: guerra, guerra, guerra.
Entonces vamos leyendo eso: “23Y después del pacto con él, engañará y subirá, y saldrá vencedor con poca gente.
24Estando la provincia en paz y en abundancia, entrará y hará lo que no hicieron sus padres, ni los padres de sus
padres; botín, despojos y riquezas repartirá a sus soldados, y contra la fortaleza formará sus designios; y esto por
un tiempo.” Eso es como decir, el primer año. “25Y despertará sus fuerzas y su ardor contra el rey del sur”; noten,
ya en el tiempo final, no mirando los cumplimientos típicos sino el final, el rey del sur corresponde al mundo
musulmán y al tercer mundo; fíjense en que las naciones de Europa que representa la bestia final, y de América
que representa la otra bestia con cuernos de cordero que habla como dragón, ellos quieren establecer un gobierno
mundial y su lucha es contra el sur. El mundo musulmán es el rey del sur. Al sur de Israel está Egipto, Libia,
Túnez, Arabia: es decir, el mundo musulmán como cabeza del tercer mundo y de los países no alineados.
Venezuela está unido con el mundo musulmán por medio del petróleo.
Entonces fíjense en esas guerras que vienen. “25Y despertará sus fuerzas y su ardor contra el rey del sur con gran
ejército; y el rey del sur se empeñará en la guerra con grande y muy fuerte ejército; mas no prevalecerá porque le
harán traición. 26Aun los que coman de sus manjares le quebrantarán; y su ejército será destruido, y caerán
muchos muertos. 27El corazón de estos dos reyes (el poder del hemisferio norte y del sur) será para hacer mal, y en
una misma mesa hablarán mentira; mas no servirá de nada, porque el plazo aún no habrá llegado”. Ahí está el
segundo año. Tercer año: “28Y volverá a su tierra con gran riqueza, y su corazón será contra el pacto santo;
(contra Israel y contra los cristianos) hará su voluntad, y volverá a su tierra. 29Al tiempo señalado volverá al sur;
mas no será la postrera venida como la primera. 30Porque vendrán contra él naves de Quitim, (Quitim es Chipre,
o sea que la guerra será en el mediterráneo) y él se contristará, y volverá, y se enojará contra el pacto santo, y hará
según su voluntad; volverá, pues, y se entenderá con los que abandonen el santo pacto”; es decir, con los apóstatas,
con los que no creen la palabra, los que se dejan enganchar en el banquete de Baal-peor, del ecumenismo, del
globalismo, y van a servir a este anticristo final.
La gran tribulación
En el verso 31 comienza ya el anticristo abierto, comienza ya la segunda mitad de la semana 70. La semana
comienza con un pacto, pero a la mitad de la semana se quiebra el pacto. En el verso 31 comienza la segunda mitad
de la semana 70 de Daniel; los tres años y medio finales del gobierno del anticristo. ¿Se dieron cuenta de todo lo
que había? Guerra, guerra, guerra, el caballo rojo cabalgando. “31Y se levantarán de su parte tropas (otra vez
tropas) que profanarán el santuario y la fortaleza, y quitarán el continuo sacrificio, y pondrán la abominación
desoladora”. Jesús dijo: cuando veáis en el lugar santo la abominación desoladora puesta donde no debe estar, de
la que habló el profeta Daniel, (el que lee, entienda), entonces, hermanos, es porque han llegado los tiempos de
retribución final. Y dice: “32Con lisonjas (el anticristo no comienza sólo con guerra) seducirá a los violadores del
pacto; mas el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y actuará”. Ese caballo blanco tiene que seguir cabalgando.
“33Y los sabios del pueblo instruirán a muchos; y por algunos días caerán a espada y a fuego, en cautividad y
despojo”. Esa es la persecución.
“34Y en su caída serán ayudados de pequeño socorro; y muchos se juntarán a ellos con lisonjas. 35También
algunos de los sabios caerán para ser depurados (ahí está la razón de la persecución, para ser depurados) y
limpiados y emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aun para esto hay plazo”. Y ahora sí, aquí está
el anticristo en el verso 36: “36Y el rey hará su voluntad, y se ensoberbecerá y se engrandecerá sobre todo dios; y
contra el Dios de los dioses hablará maravillas, y prosperará, hasta que sea consumada la ira; (¿dónde se consuma
la ira? En las siete copas) porque lo determinado se cumplirá”.
Y sigue describiendo a este anticristo. “37Del Dios de sus padres no hará caso, ni del amor de las mujeres; ni
respetará a dios alguno, porque sobre todo se engrandecerá. 38Mas honrará en su lugar el dios de las fortalezas,
dios que sus padres no conocieron; lo honrará con oro y plata, con piedras preciosas y con cosas de gran precio.
39Con un dios ajeno (con el diablo, porque se dice que el dragón le dará su poder a la bestia; esa es la religión de
las élites, el luciferianismo) se hará de las fortalezas más inexpugnables, y colmará de honores a los que le
reconozcan, y por precio repartirá la tierra”. Dios quiere que la tierra se distribuya equitativamente y gratis entre
la población, pero este es por precio. “40Pero (noten, ¿habrá resistencia contra ese gobierno dictatorial? Claro que
sí) al cabo del tiempo el rey del sur (el mundo musulmán y el tercer mundo) contenderá con él; y el rey del norte
(Rusia) se levantará contra él como una tempestad, con carros y gente de a caballo, y muchas naves; y entrará por
las tierras, e inundará, y pasará”.
Ustedes ven: guerra, guerra, guerra, guerra; ese es el caballo rojo cabalgando; pero llegando ya a culminación,
“41Entrará a la tierra gloriosa, (esa es Israel) y muchas provincias caerán; mas estas escaparán de su mano: Edom
y Moab, y la mayoría de los hijos de Amón (Jordania). 42Extenderá su mano contra las tierras, y no escapará el
país de Egipto. 43Y se apoderará de los tesoros de oro y plata; y de todas las cosas preciosas de Egipto; y los de
Libia (que es Fut, Kadaffy) y de Etiopía le seguirán. 44Pero noticias del oriente (China) y del norte (Rusia; ahí está
Armagedón, cabalgando todos, ahí está el mundo occidental con el anticristo y su falso profeta juntos, el rey del
norte y el rey del sur, y ahora el oriente) lo atemorizarán, y saldrá con gran ira para destruir y matar a muchos.
45Y plantará las tiendas de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo; mas llegará a su fin, y no tendrá
quien le ayude. 1En aquel tiempo se levantará Miguel, (es el arcángel Miguel) el gran príncipe que está de parte de
los hijos de tu pueblo; y será tiempo de angustia, (esa es la gran tribulación) cual nunca fue desde que hubo gente
hasta entonces; pero en aquel tiempo será libertado tu pueblo, todos los que se hallen escritos en el libro. 2Y
muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para
vergüenza y confusión perpetua”. Ahí vemos, pues, cómo ese caballo cabalga. Este caballo cabalga, pero ustedes se
dan cuenta de que no sólo en el caballo rojo aparece la espada.
La historia es esto. Tú tomas un libro de historia a ver qué es la historia del hombre. Primero está la historia
sagrada, la historia del pueblo de Dios; la historia de la Iglesia, que es como decir la parte central de la historia, el
alma de la historia; el resto es guerra tras guerra, guerra tras guerra, cada vez peores, cada vez peores. ¿Qué está
haciendo Dios a través de estas guerras? Llamando al arrepentimiento. Dios quiere que se arrepientan, antes de
que vengan hambres; y si tienen hambre, que se arrepientan antes de que se mueran y se vayan al Seol, al Hades.
Hermanos, yo creo que lo que dijo Jesús, basado en lo que dijo Daniel, con lo que dice este caballo, es todo una
misma cosa, es una figura perfecta que sintetiza la historia. El Señor subió a la diestra, recibió el poder, echó a
cabalgar el evangelio y atrás viene la guerra para atribular a los que atribulan a la Iglesia y rechazan el reino y
llamarlos al arrepentimiento. Vamos a parar aquí y vamos a orar. ☐
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