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EL ARTE DE DECEPCIONARNOS

l'ultima lezione: el cingulado está triste


Es la última lección no porque sea la última ni la primera, sino porque, cuando se
aprehende es la que más tranquilidad y bienestar aporta. A mi es la que, con diferencia,
más tiempo y esfuerzo me supuso.

Esto va de la seguridad y la confianza en las relaciones interpersonales, la amistad, el


amor, la vida.

El secreto para construir vínculos que valgan la pena consiste en desplegar una
capacidad especial: el arte de decepcionarnos. (o lo que es lo mismo: el cingulado esta
triste)

La vida rara vez funciona como en las novelas, esto ya lo sabemos (nos miramos,
hablamos, tomamos café, unas copas, reímos, jugamos y fuimos perfectos amigos o
pareja). El arte de decepcionarse implica ejercer la entereza de aprender que nuestras
expectativas raramente se cumplirán o, como poco, no se harán realidad como hemos
imaginado.

“Decepcionarse” significa etimológicamente darse cuenta que el otro no era la


“excepción” que pensábamos o que imaginábamos (“des-excepción”), o que nosotros
no lo éramos para el otro. Pero el secreto es seguir participando en el hermoso juego de
la vida: continuar interactuando, sin aislarse. En ninguna huida se aprende el amor, la
amistad, lo entrañable del otro, lo único que se aprende en la huida es el miedo.

Como te he dicho antes, las expectativas raramente se cumplen. Esta es otra palabra
que descifrar. Es una palabra para guardarla en nuestro cofre del tesoro. “Ex-pectativa”
significa “poner fuera del pecho”. Cuando colocamos nuestro corazón fuera para que
este más cerca del otro, SE QUE EN ALGÚN MOMENTO, YA QUE ESTÁ FUERA, PASARÁ FRIO
(y esto es lo que hace que nuestro cingulado esté triste) Es humano, claro: resulta casi
imposible que esta unión emocional no suceda cuando muchas emociones y cosas en
común nos unen a otra persona. Nuestra “ex-pectativa” refuerza la distorsión que hace
que veamos sólo esas cosas. Y luego, con el paso del tiempo, es justamente cuando
descubrimos esa otra parte que siempre ha revoloteado a nuestro alrededor, pero que
de repente, un día, se para delante de nuestras preciosas narices.

Sin embrago, cuando uno aprehende esto y lejos de huir se mantiene abierto a la vida,
entonces se desarrolla un precioso talento: el de palpar cardíacamente al otro, (tú ya
lo tienes) con lo que se convierte en un excelente descifrador emocional y eligen de
forma más certera y natural, aprenden a elegir el amor y no el miedo, y elige al lado de
quien poner el corazón, aunque en algún momento pase frio.

Comprenden que la decepción no es una excepción: que a todos les sucede, y se


aprende que al otro le pasará algo parecido respecto de nosotros. Y que nadie tiene
que sentirse mal por no ser aquél que el otro proyectó.

Y entonces, como en el final de un combate de boxeo, querido amigo, en el que ambos


participantes chocan los puños y se dan la espalda, pueden despedirse de quienes no
fueron y al dar la espalda a lo que no era… SE VUELVEN Y SE ENCUENTRAN ya frente a
frente con SU PERCEPCION CERCANA Y NATURAL de lo que sí es.

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