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El estado de la democracia en la región

andina (*)

El estado actual de la democracia en la región andina es


producto de un proceso que viene desarrollándose a lo largo
de los últimos veinte años. En los cinco países que la
componen (Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela) la
llegada de la democracia se dio a finales de los setenta y
principios de los ochenta. Cada uno de ellos ha encontrado
sus propios obstáculos y se ha planteado sus desafíos, sin
embargo, podemos encontrar algunos rasgos comunes en
algunos de los logros cosechados en estas dos últimas
décadas en materia de democracia en los cinco países que
componen esta zona.

Uno de los frutos más importantes de la democracia en


nuestra región ha sido la ampliación del reconocimiento y
protección de los derechos políticos y libertades civiles
fundamentales, así como el de los derechos humanos
básicos. Las últimas dos décadas han servido para afianzar
no solamente las instituciones y los mecanismos para lograr
este cometido, sino también para fortalecer los valores en los
ciudadanos que permitan solidificar las libertades
conseguidas. Se ha alcanzado una concientización
colectiva en torno a la necesidad de defender los avances en
el terreno de los derechos humanos.

De la misma manera, los procesos electorales también son


un factor de progreso común en los países de la región
andina. La calidad democrática de los procesos electorales,
especialmente en términos de autonomía y transparencia, ha
mejorado, lo que no quiere decir que todavía se hacen
esfuerzos muy grandes para que las instituciones encargadas
de mantener dicha transparencia conserven su
institucionalidad y su independencia. Hoy por hoy, la
centralización del poder amenaza la libertad de acción de las
cortes electorales, pero los movimientos civiles, partidos
opositores, medios de comunicación y la opinión pública en
general parecieran estar dispuestos a defender los logros
alcanzados hasta ahora.

Otro sector que se ha visto favorecido con la democracia es


el de la administración pública. Se ha visto que una de las
consecuencias más positivas en ella ha sido el incremento en
los niveles de profesionalización en los procedimientos
administrativos. No quedan dudas de que todavía falta
mucho por avanzar en esta materia, especialmente en la
desburocratización de los procedimientos administrativos y
su aceleramiento. Pero el trabajo que se está haciendo, en
algunos países más que en otros, es efectivo.

Uno de los factores más importantes dentro del proceso


democrático en la región andina ha sido el de la
profundización de la descentralización. Esto ha permitido que
gobiernos locales y regionales tengan una mayor proximidad
con la ciudadanía para responder a sus expectativas y
demandas. Asimismo, este proceso ha permitido crear vías
de participación política para los ciudadanos, que han hecho
factible una mayor intervención de ellos en todos los
procesos de políticas públicas que los afectan. La
independencia de poderes es uno de los temas más
importantes en el análisis. El nivel de ésta es un indicativo
importante de la calidad de la democracia.
Comparativamente, por ejemplo, la independencia de los
poderes judiciales en los países de la región es mucho mayor
a la de principios de la década de los ochenta. Sin embargo,
en los últimos años, principalmente en Bolivia y Venezuela,
han surgido voces que denuncian un retroceso en este
proceso. La centralización de poder en el ejecutivo es una de
las variables de mayor incidencia en el debilitamiento de este
importante pilar.

En lo económico, aunque todavía muy lejos de lo ideal y con


una volatilidad muy grande, se ha observado un descenso de
los factores que hacían en su momento muy difícil un
crecimiento sostenible. Por ejemplo, el permanente temor a
los golpes de estado militares –los cuales en cierto momento
eran algo habitual en la región- impedían una planificación
económica de largo plazo, y a la vez generaban temor en
posibles financieros extranjeros al momento de invertir en
nuestros países. Asimismo, la reducción de los conflictos
armados en la región –en la actualidad, la región no está
afectada por ninguno- ha favorecido una planificación de
desarrollo económico más estable.

Pese a los avances, todavía la región se ve enfrentada a


graves problemas. Tres de los más importantes son la
pobreza, la desigualdad y la falta de condiciones adecuadas
para la gobernabilidad.

La pobreza y la desigualdad

Uno de los obstáculos más grandes que debe ser superado


es la incapacidad de sus gobiernos para transformar el
crecimiento económico nacional en hechos palpables para los
millones de personas que aún viven bajo la línea de la
pobreza. La desigualdad es una característica que está
arraigada en la región andina que, al igual que en el resto de
América Latina, es resultado de un proceso histórico muy
nuestro. Los problemas de exclusión social datan de la
conformación misma del Estado-Nación en nuestros países.

Otro factor que impide que la región supere los problemas de


desigualdad y pobreza es la débil estructura de sus
instituciones. Éstas han sido conceptualizadas e integradas
siempre por un grupo de interés específico en cada país –
generalmente las élites- y esto ha hecho que estos
organismos, muchas veces, se preocupen por intereses
puntuales y no por resolver la base del problema. Mientras
tanto, la desigualdad existente en las sociedades ha hecho
muy difícil a personas de sectores no privilegiados acceder a
estas instituciones, lo cual ha creado un círculo vicioso: éstas
expresan condiciones de desigualdad existentes (al plasmar
los intereses de solamente grupos de poder determinados)
y, al mismo tiempo, contribuyen a legitimar y perpetuar
dichas condiciones.

La gobernabilidad

Además de los problemas socio-económicos a los que los


países andinos se enfrentan, también existe otro tipo de
problemas que debe ser resuelto, como el de gobernabilidad.

Este se divide básicamente en dos fragilidades: la de los


estados y la de los sistemas políticos. Los estados andinos
han enfrentado notables dificultades para cumplir sus
funciones: hacer que sus instituciones respondan a las
demandas de la gente, la estabilidad política y el imperio de
la ley. De la misma forma, los sistemas políticos se han visto
debilitados por la falta de confianza de la gente,
especialmente en sus actores principales, los partidos.
A pesar de los importantes avances logrados para el
afianzamiento de la democracia, la región andina todavía
tiene retos muy difíciles por vencer. Irónicamente, en la
actualidad, uno de ellos pareciera ser el no retroceder en los
espacios conquistados, y luchar por el fortalecimiento de sus
instituciones, las cuales son el medio más efectivo para su
consolidación. La democracia es un valor que debe ser
apreciado y cuidado por todos los ciudadanos, y entendido
como un pilar indispensable para el desarrollo y progreso de
cada una de las naciones.

* Artículo publicado en http://www.nuevapolitica.net

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