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En el estudio realizado por Álvarez, Castro, y Rojo (2012), se tuvo como objetivo presentar la visión
que tienen los jóvenes de la calle siendo ésta la guía para poder entender el porqué de muchas de
sus conductas, basándose principalmente en el aspecto familiar como un factor determinante. Se
realizó bajo la hipótesis de que aquellos que cuentan con cierto grado de apoyo familiar tienen
mayores capacidades de no presentar conductas violentas, consumo de drogas, etc., que los que
no cuentan con un grupo familiar cercano que los apoye. Se realizó con 5 jóvenes con edades
entre 12 y 20 años, 2 que carecen de apoyo familiar y 3 que poseen un núcleo familiar y que
aunque tenían casa pasaban más tiempo en la calle. Se encontró que la violencia es un recurso
frecuente para resolver problemas, y que el aspecto familiar si es un factor importante para evitar
conductas riesgosas, sin embargo, no suficiente para que a los jóvenes se encuentren
completamente alejados de las mismas situaciones que los que no tienen familia.
Álvarez, M., Castro, D., & Rojo, J. (2012). Familia y forma de vida de los jóvenes en situación de
calle en la ciudad de México. Revista Electrónica de Psicología Iztacala. 15, (3).
Art. 3
Bachiller, S. (2013). Un análisis etnográfico sobre las personas en situación de calle y los sentidos
de hogar. Sociedade e Cultura, 16, (1).
Por otro lado, para poder entender más a cerca de como el resto de la sociedad
percibe a las personas en situación de calle Navarro y Gaviria (2010) realizaron un
estudio con 100 personas con el fin de saber cuáles eran las representaciones
sociales que se tenían a cerca de “los habitantes de la calle” en el que se encontró
que para la mayor parte de las personas un habitante en situación de calle es un
indigente que ha sido marginado por razones de pobreza o razones de fuerza
mayor, que experimenta necesidades tales como hambre y frío. Esa percepción de
necesidades y dificultades físicas propias del vivir en la calle generan sentimientos
de compasión tales como de tristeza e injusticia. Sin embargo, por otro lado, esas
mismas personas pueden generar un sentimiento de inseguridad, expresados a
través de sentimientos como el miedo a posibles actos de violencia y
específicamente el robo. Se puede observar entonces con claridad que la primera
tendencia hace alusión a la compasión que despierta la percepción de las
dificultades que implica el vivir en la calle pero, por otro, la percepción de unas
personas sucias y desarregladas que consumen drogas todo el tiempo y que
pueden constituir una amenaza, genera un fuerte sentimiento de inseguridad y
desvalorización.