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Capítulo VII

Conspiraciones corruptas

Las operaciones ilegales que influyeron en el proceso electoral de 1990, el inicio de un patrón

sistemático de corrupción y violación de leyes, fueron ampliamente reconocidas solo tras la

caída oprobiosa de Fujimori y Montesinos diez años después.

Pruebas irrefutables muestran la múltiples maniobras ilegales contribuyeron a la derrota

electoral de Vargas Llosa, así como a las victorias de Fujimori en todas las subsiguientes

elecciones fraudulentas realizadas en su mandato.

Se involucran más de l600 personas en las complejas redes de corrupción, y se enriquece un

compacto grupo en la cima.

Remozando la corrupción.

Un grupo de oficiales militares, inspirados en la vieja tradición de intervención

“Patriótica” había diseñado desde 1988, un plan secreto para llevar a cabo un golpe contra el

gobierno de García Pérez,

Los golpistas esperaban que la opinión pública tolerara el golpe en medio del descontento

general con el disfunción al gobierno aprista.

Este plan no se materializó, pero fue adoptado y modificado por el inescrupuloso Jefe de

espías, Montesinos, un ex oficial del ejército, que había sido expulsado de éste, con

influyentes conexiones en redes corruptas.

Montesinos conoció a Fujimori en el transcurso de la tarea encubierta asignada al SIN, de

ayudar al candidato en su campaña electoral de 1990.

Fujimori confió en Montesinos para que le “resolviera” un serio problema de evasión

tributaria, entre otras cuestiones legales que amenazaban con arruinar la reputación y

ambiciones presidenciales de Fujimori.


(Los agentes de Montesinos colocaron una bomba para asustar a un parlamentario opositor

que había descubierto los incómodos secretos de Fujimori. (Olivera)

Montesinos poseía planes dictatoriales, un profundo conocimiento de los códigos de

corrupción militar y judicial, vínculos con la CIA y conexiones con carteles de drogas.

Provisto de éstos tenebrosos activos, contribuyó decisivamente a la campaña electoral de

Fujimori y logró obtener, supuestamente, cuantiosas donaciones de dudoso origen.

A partir de estos oscuros orígenes, la corrupción se propagó en casi todas las direcciones

durante la década infame del régimen de Fujimori. Montesinos logra posicionarse como

secretario personal o asistente de importantes militares y exjefes de inteligencia.

Edgardo Mercado Jarrín (1973-1974), Enrique Gallegos Venero (1974-1975),

Jorge Fernández Maldonado (1976) , Guillermo Arbulú Galiani (julio-agosto 1976),

Al asumir el mando Francisco Morales Bermúdez, deponiendo a Velazco Alvarado, y

triunfando sobre la facción izquierdista liderada por los Generales Gallegos y Fernández

Maldonado, el oscuro capitán Montesinos fue perdiendo bases de influencia.

En 1976 abandona su puesto de un desierto norteño, para viajar a Estados Unidos, usando una

falsa autorización y el auspicio de una beca del gobierno norteamericano, para líderes

extranjeros visitantes.

A su retorno es juzgado por viajar sin permiso oficial, espionaje e insubordinación y confinado

a una prisión militar por casi dos años (1976-1978)

Montesinos estudia derecho en su prisión y se recibe como abogado defensor de

narcotraficantes. Se relaciona con carteles de la mafia.

Su deseo de venganza hacia la facción militar que lo encarceló motiva el desafío a los altos

mando militares, para lo cual colabora su primo Augusto Zimmerman, exsecretario de prensa

de Velasco.
Se ve obligado a huir del país en 1983 y vive en Argentina hasta 1985, a su retorno le prohíben

ingresar a cualquier instalación u oficina militar.

Entre sus numerosos enemigos figura el mayor José Fernández Salvatecci quien lo denunció

como traidor y espía de la CIA. Defiende como abogado a los implicados en “Villa Coca”, que

gerenciaba “el padrino” Reynaldo Rodriguez López, en 1985 y que denuncia a 72 personas

entre los que se encontraban militares, políticos y celebridades del espectáculo. Interviene

también defendiendo al General José Valdivia, acusado de violaciones de los derechos

humanos.

En 1989 Montesinos se acerca a Edwin Diaz, jefe del SIN y consigue mediante argucias un

prominente puesto en la comunidad de Inteligencia. Se convierte en el asesor de confianza de

Fujimori y en el jefe de facto del SIN en 1990. El poder encubierto de Montesinos estaba más

allá de la supervisión o control institucional. En colaboración con un presidente de vulnerable

posición política, dispuesto a minar las normas constitucionales y ejercer el poder ejecutivo sin

límites, Fujimori no contaba con un partido político coherente y sus partidarios no tenían

mayoría en el Congreso, además Montesinos aumentaba la inseguridad del presidente

alarmándolo con supuestas conjuras para deponerlo y asesinarlo.

La creciente corrupción, ligada al tráfico de narcóticos entre las fuerzas policiales, ofreció la

oportunidad al dúo Fujimori- Montesinos, para reordenar rápidamente los escalones superiores

de la policía. En su discurso inaugural Fujimori lanzó una campaña moralizadora contra la

corrupción heredada y pasa al retiro a 135 altos oficiales de policía, entre los cuales se

encontraban muchos capaces y honestos.

Unos días antes el astuto Montesinos se había reunido con funcionarios diplomáticos de

Estados Unidos para filtrar información de inteligencia sobre la complicidad con el

narcotráfico de altos oficiales de la policía y del séquito de Agustín Mantilla, ex ministro del
interior aprista. Los puestos dejados vacantes en el mando policial fueron asignados a oficiales

militares en claro viraje estratégico del papel que la policía había alcanzado durante el régimen

aprista en la lucha contra las drogas y la subversión. Con ésta medida, los programas

antinarcóticos y antiterroristas que recibían considerable asistencia de Estados Unidos para la

interdicción quedaron bajo control militar.

El objetivo práctico era purgar a los oficiales con inclinaciones apristas así como a los

oficiales enemigos de Montesinos, que pudiesen oponerse a las nuevas estrategias de

corruptela. Solamente querían gente dispuesta a contribuir al plan de Montesinos-Fujimori. Es

así que el servicio de inteligencia nacional era el que manejaba el gobierno y el estado

Peruanos. Los nuevos jefes militares incluían a Generales y Almirantes que brindaron las

bases preferidas por Fujimori y Montesinos, para consolidar su régimen. El Gral. Jorge Torres

Aciego pasó a ser Ministro de Defensa en julio de 1990. El Vicealmirante Luis Montes

Lecaros pasó a ser Jefe del Comando Conjunto. El Gral. José Valdivia (cliente de Montesinos

en el controvertido caso Cayara)

Sustituyó al disconforme Gral. Jaime Salinas Sedó como comandante de la segunda Región

Militar con base en Lima. El Coronel Alberto Pinto Cárdenas, amigo personal de Montesinos,

fue nombrado jefe de Inteligencia del ejército. En Diciembre de 1991, El General Hermosa

Ríos ocupó el puesto de Comandante en Jefe del ejército, encima de otros Generales en línea

para el ascenso. Con éste último nombramiento Montesinos redondeó su red informal dentro

del alto mando militar, minando las normas de promoción consagradas por el tiempo.

Actuando como enlace extra-oficial entre Fujimori y el comando militar,

Montesinos sentó las bases para el autogolpe de 1992, deteriorando la eficiencia militar y el

respeto por la constitución.

Los cambios estratégicos en el liderazgo de las fuerzas armadas y policiales habrían sido
difíciles sin la manipulación previa del sistema judicial y de la Fiscalía de la nación en el

Ministerio público.

Así se ofrecía impunidad a militares aliados frente a posibles procesamientos

Para éste fin, Montesinos diseñó un sistema integrado por jueces, fiscales, funcionarios de

cárceles y oficiales de policía, perfeccionando ésta red entre julio de 1990 y abril de 1992.

Una experta evaluación de USAID concluyó en setiembre de 1991, que la crisis del sistema

judicial era, bajo las presiones de una corrupción a gran escala, el tráfico de drogas y el

terrorismo, un campo de cultivo para la violación de los derechos humanos.

Dos senadores norteamericanos conocidos, informaron al presidente Bush , sobre su

preocupación por las atroces condiciones de los derechos humanos en el Perú, que se

manifestaban en la incapacidad de reducir durante cuatro años seguidos, las desapariciones

perpetradas por las fuerzas de seguridad.

Montesinos encontró la fórmula para recompensar y mantener fieles a sus cómplices en

designios ocultos.

El desvío ilícito de fondos oficiales de defensa e inteligencia, los sobornos, las comisiones

ilegales en las adquisiciones de material militar y los cupos impuestos a las actividades del

narcotráfico en las zonas de la selva, controladas por los militares, fueron los principales

medios por los cuales se pagó el parcializado mando militar y al séquito político de Fujimori.

Usando esas mismas fuentes de ingreso Montesinos reforzó las operaciones encubiertas e

ilegales dirigidas por el SIN.

Dictadura Cívico-militar.-

Desde el inicio mismo del régimen de Fujimori, las crecientes redes encubiertas de

inteligencia y militares operaron para derribar los contrapesos constitucionales, parlamentarios

y judiciales que estorbaban el control autoritario del Estado.


Este objetivo se logró consolidar rotundamente con el autogolpe de abril de 1992. Semejante

golpe fue justificado ideológicamente como necesario para conseguir la derrota del terrorismo.

El gobierno apoyaba la implementación de políticas neoliberales al mismo tiempo que

sustentaba una guerra sucia contra la subversión y el terrorismo.

La corrupción era, pues el medio con el cual alcanzar, consolidar y mantener el poder

autoritario y abusivo. Este principio distorsionado ha sido denominado la economía inmoral

del Fujimorismo.

Fujimori había conseguido el apoyo del FMI tras un avance en el arreglo de los problemas de

la deuda externa heredados del anterior gobierno, cuya negociación la condujo Hernando de

Soto, utilizando sus amplios contactos internacionales. Juan Carlos Hurtado Miller, el primer

ministro de economía de Fujimori, implementó en agosto de 1990 un drástico paquete de

ajuste que inició la tendencia al control de la inflación galopante.

Fujimori y Montesinos acudían a la desinformación y a las campañas de manipulación o

psicosociales propaladas por medios de comunicación masiva. Fujimori y sus parlamentarios

invocando circunstancias de emergencia aprobaron facultades extraordinarias, delegando al

poder ejecutivo la capacidad de emitir reformas económicas y privatizaciones, asuntos

laborales y guerra contra el terrorismo. Esto permitió a Fujimori ampliar sus poderes durante

150 días, y justo antes de que expirara la ley25327, el ejecutivo emitió una avalancha de 126

decretos inspirados por el ministro de Economía Carlos Boloña. Muchos decretos claramente

sobrepasaron los límites legales permitidos por el Congreso.

El decreto 743 creó el sistema de Defensa nacional (CDN) dirigido por un Consejo de Defensa

nacional, encabezado por el presidente y conformado por varios ministros.

El decreto demás integra todas las unidades de inteligencia de las fuerzas armadas y policiales,

bajo el sistema de Inteligencia Nacional (SINA) organismo dirigido por el SIN con inusitado
rango ministerial y poderes extraordinarios. El congreso rechazó varios de éstos decretos

como violaciones flagrantes de los derechos civiles. Fujimori se enfrentó con el legislativo y

acusó a los parlamentarios de obstruir intereses nacionales.

Los artículos periodísticos aparecidos en “Expreso” y la “República” desde febrero de 1992

minaron aún más la reputación de los sistemas judicial y penal.

Decenas de prisioneros acusados de terrorismo fueron liberados al amparo de la ley vigente,

que permitía la reducción de sus sentencias. La Corte Suprema desestimó los cargos de

enriquecimiento ilícito contra el ex presidente Alan García , así como los de terrorismo contra

el líder senderista Abimael Guzmán.

La opinión pública asoció la obvia corrupción judicial con el nombramiento de jueces durante

el gobierno de García.

Montesinos y dos jefes militares planearon el golpe en el cuartel general del ejército. Mientras

un mensaje grabado por Fujimori, era emitido por la televisión.

En la noche del domingo 5 de abril, el general Valdivia y el coronel Alberto Pinto Cárdenas

llevaron a cabo demostraciones de fuerza.

Para prevenir un contragolpe, se había ordenado a los comandantes de las otras regiones

militares que asistieran a reuniones urgentes en Lima, cuando el golpe se realizaba.

El gobierno golpista cerró el congreso indefinidamente y el poder judicial por veinte días.

Varios periodistas, políticos y dirigentes sindicales fueron detenidos o secuestrados. Archivos

del Palacio de Justicia y el Ministerio público que contenían información confidencial fueron

confiscados y retirados a un lugar secreto del cual jamás volvieron a aparecer.

La oposición protestó y afirmó que el golpe era una consecuencia directa de las revelaciones

hechas por Susana Higuchi, que había acusado a sus parientes políticos de corrupción.

Los actos senderistas se intensificaron, entre ellos el atentado contra el canal 2 de televisión
así como el de la calle Tarata.

El régimen usó la guerra sucia contra los senderistas como la ejecución de presos políticos de

Canto Grande, la matanza de un profesor y nueve estudiantes de la Cantuta. Abimael Guzmán

fue capturado en setiembre de 1992 por la GEIN- DINCOTE, encabezada por el Gral., Vidal.

El poder judicial fue reestructurado, reducido y adecuado a las necesidades políticas de

Fujimori y Montesinos. Para liderar éste sistema judicial abierto a la prevaricación y el

cohecho, el juez Luis Serpa Segura fue nombrado presidente de la Corte Suprema y la

magistrada Blanca Nélida Colán fue designada fiscal de la nación.

Quedaron impunes los actos delictivos de empleados públicos y militares adictos al régimen.

Establecieron los tribunales sin rostro, que dictaron duras sentencias contra los sospechosos de

terrorismo, muchos de los cuales eran inocentes. Montesinos y el comando del ejército

continuaron purgando honestos oficiales constitucionalistas y disidentes acusados de

configurar contra Fujimori.

El General Jaime Salinas Sedó, constitucionalista y opuesto al fraude electoral fue

encarcelado. Pasaron al retiro al General Alberto Arciniega Huby, juez militar que culpaba a

Montesinos de destruir la independencia de la justicia militar. El General Rodolfo Robles

Espinoza, es pasado también al retiro por denunciar la existencia del grupo “colina”,

organizado bajo órdenes de Montesinos.

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