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2 de Agosto de 1810.

Quito y la Masacre de los Próceres


La matanza del 02 de agosto de 1810 fue un acontecimiento que
marcó un hito en la historia republicana del Ecuador. Tres frentes
de patriotas armados trazaron un plan de ataque contra las tropas
españolas, que custodiaban las instalaciones donde se econtraban
presos los próceres de la primera Junta de Gobierno Autónoma de
Quito, encarcelados por el intento de obtener la independencia el
10 de Agosto de 1809, fecha conocida en nuestro país como el
‘Primer Grito de Independencia’. La sangre derramada por los
patriotas sublevados marcaría los cimientos del espíritu libertario,
que posteriormente sería reflejado en las batallas independentistas.
Cómo ocurrió la Matanza
La tensión entre los quiteños y españoles iba en aumento a causa
del hostil comportamiento que las tropas españolas adoptaban. Sin
embargo, el detonante para la insurrección, sería a causa de los
rumores de asesinato a los presos que empezaron a correr; amenaza
dicha por parte de un capitán de apellido Barrantes, ante las turbas
que planeaban un intento de asalto a la cárcel. Es así, como un
grupo de vecinos empezaron a trazar un plan para liberar a los
presos: se atacaría el cuartel Real de Lima y el de Santa Fe, que
actualmente forman el Centro Cultural Metropolitano de Quito, y
una casa cercana denominada El Presidio, donde estaban presos los
hombres. Se estima que aproximadamente tres mil soldados tenía
el Ejército colonial, al que se enfrentaría el grupo de patriotas.
Llegó entonces el jueves 2 de Agosto. Aquel día, poco antes de las
dos de la tarde, las campanas de la Catedral tocaron a rebato; era la
señal convenida para que los dos dos grupos de hombres armados
con cuchillos, sometieran a la guardia del Cuartel Real y de El
Presidio, e ingresaran en el establecimiento para liberar a los
patriotas prisioneros.
En el primer y segundo ataque, logran liberar a los prisioneros, los
soldados de la guardia no ofrecieron resistencia. Sin embargo,
mientras esto ocurría, el tercer grupo que debía atacar el Cuartel de
Santa Fe, no lo hizo, lo que dio tiempo a los militares de reaccionar.
La masacre es ordenada por el gobernador español, Conde Ruiz de
Castilla, como represalia por la Revolución del 10 de Agosto de
1809 y la insurreción de aquel día.
La lucha empieza en los calabozos donde estaban los
revolucionarios, toman represalias contra ellos. Es entonces
cuando los soldados matan a los principales líderes de la revueltra,
Francisco Javier Ascázubi, Nicolás Aguilera, Juan Pablo Arenas,
el teniente coronel Juan Salinas, Morales, Quiroga, el teniente
coronel Antonio Peña, el capitán José Vinueza, el joven teniente
Juan Larrea, entre otros.
Más adelante, en cuestión de minutos, los soldados que custodiaban
la prisión, sembraron el horror en los aledaños de las prisiones,
mientras otras tropas se extendieron a la ciudad de Quito, tomando
represalias contra toda la gente que se encontraba afuera del cuartel
y las calles cercanas. Las tropas de España sumaron a la matanza
el robo y el saqueo de las casas más acaudaladas.
Al caer la tarde, las víctimas mortales sobrepasaban las 300 entre
los dos bandos, aproximandamente el el 1% de la población de la
época. El saqueo se estimó en por lo menos medio millón de pesos.
El asesinato tuvo amplia repercusión en toda América Hispana,
como acto de barbarie española, y justificación de la guerra a
muerte como rechazo al sistema implantado, buscando un método
propio de autogestión y gobierno, decretada por el Libertador
Simón Bolívar.
Recreación de la masacre en el Museo de Cera
En el Museo de Cera, Alberto Mena Caamaño, se representa el
asesinato a los patriotas quiteños el 02 de Agosto de 1810. Se puede
observar el particular horror de la muerte de los principales
revolucionarios, la escena muerte del prócer Manuel Quiroga,
asesinado frente a sus hijas. La forma en la que el joven patriota
Mariano Castillo se salvó de la masacre, haciéndose pasar por
muerto.
La escena en figuras de cera, es inspirada en un cuadro de César
Villacrés y elaborada por el francés Alexander Barbieri.
10 DE AGOSTO

Este hecho histórico esta marcado por otros factores que además de los antes
mencionados deben ser conocidos para una mejor comprensión de la
significación del Primer Grito de la Independencia; tal es así que el 7 de
marzo de 1.808, el Mariscal Francés Joaquín Murat llega a España todavía
como un aliado pero debido a un intento por parte del rey español Carlos IV
de huir hacia América este se ve obligado renunciar al trono a favor de su
hijo Fernando VII que más tarde sería apresado por Napoleón quien a la
postre se vería favorecido por la abdicación de Fernando VII al trono español
pero, que provocaría la formación de las “Juntas Supremas Provinciales” que
se encargarían de organizar la resistencia en contra del dominio francés.

En todo caso las noticias inquietaron a los criollos quiteños quienes


comenzaron a analizar las repercusiones de estos acontecimientos y bajo
estas circunstancias, el Marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montúfar reúne
en su hacienda “El Obraje” en el Valle de Los Chillos, el 25 de Diciembre
de 1.808, al Dr. José Luis Riofrío, cura de la Parroquia de Píntag, al capitán
Juan de Salinas, a los abogados Juan de Dios Morales y Manuel Rodríguez
de Quiroga entre otros, en la llamada “Conspiración de Navidad”, en donde
discuten sobre este tema y en la que llegan a la conclusión que la mejor forma
de “evitar” una posible dominación francesa es precisamente imitando el
mecanismo imperante en España: la constitución de una Junta Soberana.

A esta idea se fueron sumando varios adeptos entre los meses de enero y
febrero de 1.809 pero son descubiertos por el gobierno y apresados a inicios
del mes de marzo del mismo año. Al ser gente de clase adinerada los
acusados consiguieron la mejor defensa e inclusive y para “suerte” de los
conjurados varios desconocidos lograron robar la documentación referente
al proceso legal en su contra motivo por el que los reos son puestos en
libertad.

Una vez liberados los conspiradores vuelven a reorganizarse y la rebelión


comienza la noche del 9 de Agosto en casa de la patriota Dña. Manuela
Cañizares y termina la madrugada del 10 de Agosto de 1.809, una vez que
queda conformada la Junta Soberana de Gobierno, teniendo como
autoridades al Marqués de Selva Alegre, Juan Pío Montúfar, y al Obispo José
Cuero y Caicedo, como presidente y vicepresidente respectivamente, además
los Drs. Juan de Dios Morales, Manuel Rodríguez de Quiroga y Juan Larrea
fueron nombrados como Secretarios de Estado, Despachos de lo Interior, de
Gracia, Justicia y Hacienda.

Ese mismo día muy temprano por la mañana el Dr. Antonio Ante, Secretario
General de la Junta de Gobierno, visita a Don Manuel Urriez, Conde Ruiz
de Castilla, Presidente de la Real Audiencia de Quito, con el fin de
comunicarle que la Junta de Gobierno lo relevaba de sus funciones; al mismo
tiempo el Coronel Juan de Salinas, al mando de la fuerzas militares de Quito
declaraba lealtad a la Junta de Gobierno y al “bien amado” Rey Fernando
VII.

Alcanzado el objetivo primigenio, es decir, la conformación de la Junta de


Gobierno, el 16 de Agosto de 1.809, las autoridades del nuevo régimen
llevan a cabo un Cabildo Abierto en la sala Capitular del Convento de San
Agustín, sesión en la que ratificaron todo lo actuado en la mañana del 10 de
Agosto, días después la Junta de Gobierno enviaba comunicados al Virrey
del Perú, José Abascal, al de Santa Fe, Antonio Amar y Borbón, al
Gobernador de Guayaquil, Bartolomé Cucalón y al de Cuenca, Melchor de
Aymerich la existencia del nuevo orden en la antigua Real Audiencia de
Quito.

Las autoridades peninsulares informadas de este evento disponen la


reducción de la “rebelión” en curso y despachan tropas desde Guayaquil,
Popayán y Pasto con la misión de tomar Quito y acabar con los insurrectos,
mientras tanto en Quito, la Junta de Gobierno, organizó dos divisiones
compuestas por tres mil hombres bajo el mando de Juan Ascázubi y Manuel
Zambrano y los envía con dirección al Norte con la finalidad de detener el
avance de las fuerzas realistas al mando del Gobernador de Popayán, Miguel
Tacón.

Las fuerzas quiteñas cruzaron el río Carchi e ingresaron en territorio pastuso,


pero la inexperiencia, la ignorancia y la carencia de disciplina militar
hicieron que Ascázubi fuera derrotado y apresado en el combate de Sapuyes,
del cual no se tiene mayor información; y, que Zambrano en Cumbal corriera
similar suerte con la única diferencia que este logró escapar junto a lo que
quedaba de la milicia quiteña.

Al enterarse acerca de esta derrota el ambiente se tensó entre la población de


Quito a la vez que los afanes, los intereses, la división y las ambiciones
políticas debilitaron enormemente a la Junta que en lugar de preparar un plan
contingente para repeler la amenaza que se cernía sobre ellos se enfrasco en
discusiones estúpidas e inútiles, que terminaron con la dimisión del
Presidente Juan Pío Montúfar a favor de Juan José Guerrero y Mateu, Conde
de Selva Florida, quien se encargó de entablar acercamientos con el Conde
Ruiz de Castilla ofreciendo a este una capitulación de la ciudad que fue
aceptada el 24 de Octubre de 1.809 sometiendo así a Quito al control español
una vez más a cambio de que no se procedería en contra de ninguno de los
miembros de la Junta y prometiendo “solemnemente” olvidar el pasado.
La ciudad permaneció en relativa calma durante los días posteriores a la
firma de la capitulación, incluso la Junta de Gobierno continuo en funciones,
por lo que la población creyó que el “peligro” desaparecía y todo volvía la
normalidad, lo cierto es que el conde Ruiz de Castilla no tomaba acción
alguna debido a que esperaba la llegada de las tropas procedentes de
Guayaquil y Cuenca.

Una vez que la soldadesca española arribó a Quito, en especial el Batallón


Real de Lima, al mando del Coronel Manuel Arredondo y de las huestes
vencedoras en Sapuyes y Cumbal además de los 3.500 efectivos realistas
acantonados en Latacunga, el Conde Ruiz de Castilla procede a disolver a la
Junta de Gobierno y a restablecer a la Real Audiencia de Quito y ordena la
persecución, captura y encarcelamiento de los revoltosos, muy pocos
patriotas lograron escapar, uno de ellos fue el Marqués de Selva Alegre pero
no por esto dejo de ser perseguido.

Capturados y encarcelados los patriotas enfrentaban un proceso judicial


largo que incluso amenazaba seriamente sus vidas porque el Fiscal Tomás
Arrechaga pidió la pena de muerte para cuarenta y seis “rebeldes”, Ruiz de
Castilla indeciso envía el proceso al Virrey de Santa Fe con el afán de que
sea este último el que dicte sentencia.

El pueblo llano de Quito consciente de que la situación es grave para los


patriotas emprende una acción de rescate que terminará en la masacre de los
próceres el 2 de Agosto de 1.810.

CAUSAS CONTRARREVOLUCIONARIAS

Muchas fueron las causas que atentaron contra la acción libertaria del 10 de
Agosto de 1.809 entre ellas la inconexión inicial con las fuerzas populares
debido a la apatía general entre el pueblo llano que si bien es cierto no se
opusieron a la Junta de Gobierno, tampoco es que la apoyaron decididamente
tal y como lo demostró la cantidad de deserciones entre las filas libertarias
en los combates de Sapuyes y Cumbal.

Otra causa fue la ausencia de un caudillo militar con la capacidad y el


conocimiento requerido para emprender la defensa territorial además de que
las continuas disputas internas entre los miembros de la junta complicaba
aún más su capacidad de decisión.

Otro factor de gran incidencia fue el poco respaldo que el movimiento


despertó entre los pobladores de otras ciudades como Guayaquil o Cuenca a
quienes la “revolución” a su entender no los representaba porque “no habían
sido consultados ni tampoco invitados” a participar de la acción dejando en
claro que este movimiento únicamente promovía los intereses quiteños que
unos casos eran contrarios a los intereses de las otras ciudades.

Así el Primer Grito de la Independencia nació como un movimiento


desarticulado, aislado, extremadamente frágil y sin liderzazo político militar
capacitado para la toma de decisiones drásticas y oportunas.
RESPETO
El respeto es la base fundamental para una convivencia sana y pacífica entre
los miembros de una sociedad. Para practicarlo es preciso tener una clara
noción de los derechos fundamentales de cada persona, entre los que se
destaca en primer lugar el derecho a la vida, además de otros tan importantes
como el derecho a disfrutar de su libertad, disponer de sus pertenencias o
proteger su intimidad, por sólo citar algunos entre los muchos derechos sin
los cuales es imposible vivir con orgullo y dignidad. El respeto abarca todas
las esferas de la vida, empezando por el que nos debemos a nosotros mismos
y a todos nuestros semejantes, hasta el que le debemos al medio ambiente, a
los seres vivos y a la naturaleza en general, sin olvidar el respeto a las leyes,
a las normas sociales, a la memoria de los antepasados y a la patria en que
nacimos.

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