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Revista Pensamiento y Sociedad, (2005) Facultad de Ciencias


Sociales Universidad Central de Chile, Santiago de Chile

Tipos de intervención no consideradas terapéuticas


Ana María Zlachevsky
Hubo una época en que los problemas psicológicos en Chile eran tratados por
psiquiatras a quienes se les consideraba expertos en “la mente humana”. En esa
época, siguiendo el modelo americano “la psicoterapia era practicada sólo por
un puñado de psiquiatras para una clientela de elite (y generalmente adinerada),
pero ahora se ha vuelto mayoritaria: una muchedumbre heterogénea de
profesionales está lista para ayudar al ciudadano medio a resolver problemas que
van desde las tribulaciones laborales y las ansiedades de desempeño a los
desórdenes de personalidad y las depresiones profundas. Además, los programas
de radio que trabajan con los llamados telefónicos de los oyentes y los programas
de televisión con invitados y entrevistas llenan las ondas aéreas con diarias
andanadas de jerga psicoterapéutica”1. Si bien esta cita está referida a los
Estados Unidos, bien puede ser aplicada al Chile de hoy. Todos conocemos el
nombre del Rumpy, y lo que ha ocurrido con las pruebas psicológicas que
aparecen en diarios y revistas, con las indicaciones de cómo debe de ser
respondidas o si son o no confiables. No es poco usual en un programa de
televisión ver como un(a) psicólogo(a) responde a las preguntas que le hace la
audiencia a través del teléfono. También son posibles de ver programas sobre
sexo, depresión, ingesta de tóxicos, relaciones matrimoniales, ansiedades, fobias,
etc., en otras palabras los temas que un día fueron resorte de la terapia
psicológica se han transformado en temas tratados en forma generalizada por los
medios de divulgación.
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Packman Marcelo, Compilador (1997) Construcciones de la experiencia humana, Editorial Gedisa,
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Este incremento en la conciencia colectiva acerca de la terapia psicológica, la


proliferación de escuelas de psicología que forman terapeutas, la divulgación de
conceptos del ámbito psicológico que se han hecho masivos a llevado a un
cuestionamiento de la labor del psicólogo cínico. Para algunos la psicoterapia
debería “seguir siendo una forma de práctica médica”2, ello lo demuestra el
hecho de que algunas escuelas de psicología en nuestro país son dirigidas por
psiquiatras sin cuestionamiento alguno de los psicólogos que trabajan bajo dicha
jerarquía. Otros piensan que la psicoterapia debería volver a ser ciencia, para
otros debería hacer psicoterapia cualquier profesional de la salud y forman a
trabajadoras sociales o profesores para que se desempeñen en el rol de
terapeutas, otros piensan que la psicoterapia es un proceso sociopolítico y para
otros es el arte de curar. Definiciones y posturas hay muchas y su discusión es
amplia e interesante no obstante no está en la mira de este trabajo desarrollar el
tema.
Quienes nos vemos enfrentados a hacer terapia y a supervisar acciones
terapéuticas realizadas por psicólogos ya ejerciendo o alumnos en formación,
nos encontramos con la difícil tarea de ayudar a nuestro alumnos a idear
estrategias interventivas que no siempre responden a la tradicional psicoterapia
que aprendieron en sus años universitarios. Los factores humanos muchas veces
decisivos y apremiantes, como son el contexto de quien consulta, el
hacinamiento en que vive, la cesantía de algún familiar o la propia, la
enfermedad que lo aqueja, la falta de vivienda, los problemas legales a que se ve
enfrentado, la falta de oportunidades educacionales, etc. que afecta a las
personas, no son posibles de dejar simplemente de lado y dedicar los esfuerzos
profesionales a trabajar algún problema psicológico aislado de su contexto.

Barcelona, Volumen II, p 64


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Ibíd
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Aplicar la técnica terapéutica que aprendió protocolizada en la Universidad, no


les es lo útil que esperaban alumnos y psicólogos ejerciendo y muchos reportan
una sensación de ineficiencia en el enfrentamiento de los problemas “reales” con
los que debe liderar.
Los seres humanos creamos natural y automáticamente nuestra existencia de la
mejor forma que podemos y en el existir vamos cambiando a lo largo del
transcurrir del tiempo. A las familias les sucede algo similar. Los cambios que
experimentamos día a día, son la mayoría de las veces imperceptibles y
significados como parte del vivir. Otras veces los cambios se asocian a distintos
eventos o hitos, que pueden ser significados como positivos o negativos
dependiendo de la forma como el sistema los signifique. Algunos de estos
cambios pueden ser producto de las transiciones por las que pasa el sistema
personal, de pareja o familiar, por lo tanto son sentidas como paulatinos y
normales. Pero puede ser también que tengan un carácter de imprevisto. En este
caso son acontecimientos que —más allá de si se signifiquen positiva o
negativamente— resultan inesperados, es decir no forman parte de las expec-
tativas, ni del derrotero que estaba proyectando el sistema en su forma de ver la
vida.
Cuando el sistema distingue un cambio, sea de un u otro tipo, requiere la
activación de procesos de ajuste por parte de los protagonistas. De esta manera
los actores del guión de la historia que conforma la red de significación que los
tiene unidos debe reorganizar las relaciones, los roles, las funciones, las tareas y
responsabilidades que cada uno estaba desempeñando hasta ese momento. Esa
reorganización puede parecer fácil a ojos de un extraño, no obstante vista desde
dentro a veces parece inviable y el problema es sentido como “sin salida”.
Si bien los sistemas humanos están insertos en sistemas más amplios con quienes
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los protagonistas comparten formas de significar, afectos u otra clase de relación,


extrañamente en caso de cambios no siempre se recurre a esos sistemas a objeto
de solicitar ayuda. Me refiero a los vecinos, las organizaciones laborales, los
amigos, el centro comunitario donde viven, entre otros. Muchas veces cuando
una persona o una familia enfrenta una situación de crisis, es en esta red
compleja de relaciones interpersonales y sociales donde encuentra un soporte que
le facilita el poder hacer frente a los problemas que enfrenta.

Estos sistemas mal llamados extrínsecos, pueden ser considerados recursos


externos que las personas afectadas por una crisis pueden utilizar para hacer
frente a los eventos críticos y situaciones problemáticas a las que se ven
enfrentados, no obstante no siempre se recurre a ellos. Muchas veces por
desconocimiento, otras simplemente por no atreverse a pedir ayuda, el hecho es
que las redes externas no son consideradas. Las enfermedades, la escasez de
medios económicos, la discapacidad de algunos de sus miembros, la cesantía, la
dificultad para encontrar una vivienda, la necesidad de que alguien se haga cargo
de niños pequeños o de ancianos, son vistos como problemas que cada quien
tiene que resolver solo o al interior de su núcleo familiar.

Tradicionalmente, los sistemas sociales se organizan sobre la base del tipo de las
prestaciones que brindan o en base al mandato institucional que le impone el
ministerio respectivo del que forman parte en Chile. Adaptando este criterio, se
puede hacer la distinción entre intervenciones de salud, intervenciones
educativas, intervenciones socio-asistenciales, intervenciones judiciales u otras.
El enfoque sistémico entiende el trabajo con la familia y sus contextos como una
práctica social que excede la clínica tradicional y la terapia monádica, cuya
unidad de análisis es la persona. La terapia sistémica amplia la red de personajes
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con los que trabaja, incluyendo en su operar otros actores sociales, considerados
externos o que no forman parte del núcleo de la persona que consulta. Si bien en
teoría eso es así, muchas veces el terapeuta recién formado no incluye a otros
personajes o instituciones que pueden ser de gran ayuda para facilitar a quien
consulta desentramparse del dolor que lo tiene acongojado. Restringe su
accionar a las personas ya sea que viven juntas o a aquellas con las que el
sistema consultante tienen lazos de consanguinidad. Parece que así lo aprendió y
hacer terapia es “resolver problemas psicológicos”, dejando fuera de su horizonte
de intervención otros sistemas sociales que pueden ser de utilidad en ciertos
momentos de la vida de una persona.

Lo expuesto me ha llevado a explicitar la existencia de otro tipo de intervención,


que como sostiene Fruggeri pueden ser tan eficiente o más que una de las
mejores psicoterapias. El reconocimiento de este otro tipo de intervención
permite que el psicólogo clínico reconozca que su operar no sólo se remite a la
psicoterapia individual, sino que lo invita a reflexionar en diversas formas de
intervenir, que salen de la tradicional relación cara a cara paciente-terapeuta.
Estas otras formas de intervenir no siempre son vistas como parte de su rol. No
obstante son de gran utilidad, dependiendo de la problemática y contexto a la
que se ve expuesto en su trabajo profesional el psicólogo en ejercicio.
Estas intervenciones pueden ser hechas en solitario o requerir acciones conjuntas
de otras personas y organizaciones para ser más eficientes. La labor del
psicólogo es entonces la de facilitar y coordinar adecuadamente los recursos a su
alcance, promover los enlaces y coordinaciones necesarios para que se faciliten
estas conexiones de tal forma que su labor como psicólogo se transforma en una
acción creativa transversal, que considera en su operar a otros sistemas sociales
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que forman parte de la red invisible de sistemas interaccionales con los que la
persona que consulta puede contar.
Fruggeri (2002) clasifica este tipo de intervención en:

Intervenciones de facilitación.

Esta categoría se refiere a las prestaciones que promueven recursos disponibles


para las familias que ellos desconocen, por ejemplo cuando atraviesan fases de
transición conectadas con las tareas evolutivas de diferentes etapas de su ciclo
vital o cuando atraviesan situaciones críticas que no logran resolver. Incluye
intervenciones en las que se coordinan otras instancias sociales como
consultorios legales, servicios brindados por los jardines infantiles y por las
escuelas, servicios de asistencia social, actividades de las asociaciones culturales,
deportivas y recreativas de la comuna en que viven, servicios de asistencia a los
ancianos, etcétera.

Intervenciones de sostén.

Se trata de prestaciones utilizadas por las familias a fin de compensar la falta de


recursos necesarios para enfrentar el momento de transición evolutiva o el evento
crítico que están viviendo. Presuponen una carencia parcial de recursos en la
familia o de la persona limitada a algunos ámbitos específicos de su vida
acompañada con la presencia de recursos en otros dominios de existencia. Por
ejemplo una familia puede no estar en condiciones de asistir a un anciano grave-
mente imposibilitado y verse obligada a recurrir a un geriátrico, pero al mismo
tiempo puede ser capaz de brindar todo el sostén emotivo necesario para hacer
que esa internación sea un evento menos doloroso. Otro ejemplo puede ser una
red comunitaria de familias que cumplen alternativamente funciones de sostén
relacionadas con el cuidado de los hijos. Ha sido exitoso el trabajo de sostén en
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caso de personas que están recién separadas, duelos, pérdidas de trabajo entre
otras. Muchas veces es el psicólogo quien se transforma en un sujeto que
sostiene a quien consulta siendo sólo una persona que acompaña en el dolor
inevitable que se produce después de una pérdida.

Intervenciones de Mediación

Son todas las prestaciones que la familia utiliza en los casos en que no llega a
administrar por sí misma la resolución de sus conflictos recurriendo a la
facilitación de un tercero, que media entre posiciones encontradas y
aparentemente irreconciliables. Se pueden utilizar frente a conflictos específicos
en diferentes fases de transición evolutiva, por ejemplo, las ligadas a la relación
padres-adolescentes o al cuidado de los ancianos; o a eventos críticos en los que
no se llega a un acuerdo negociado entre las partes (separaciones, diferencias
entre hermanos, problemas societarios en empresas familiares) problemas
comunitarios como las disputas de barrio, la relación familia-escuela, etcétera.
Estas intervenciones tienen por objeto liberar los recursos que momentáneamente
están congelados por la dinámica conflictiva del sistema y mediar para que el
sistema logre llegar a acuerdos.

Por lo tanto, presuponen que hay recursos en los participantes y el objetivo de la


intervención es hacerlos emerger. En algunos casos, los servicios de mediación o
de resolución de conflictos también ofrecen intervenciones alternativas a las
judiciales.

Intervenciones de control y tutela.


Son intervenciones —requeridas o no— que operan desde la intersección
jurídico-psicológica y que se realizan cuando una familia presenta problemas de
violencia, abuso o incapacidad grave para asumir el cuidado de sus miembros, o
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cuando algún miembro necesita protección por alguna u otra razón.


Puede darse cuando comprenden situaciones de violencia e implicar la
restricción de la libertad de los sujetos que perpetúan el abuso y la protección de
las víctimas. Se trata de intervenciones complejas, que no se limitan a
interrumpir el circuito violento o de desprotección, sino que proponen intentos
terapéuticos que permitan reactivar recursos en las personas involucradas. Las
intervenciones de control y tutela tienen como presupuesto la aceptación de la
sanción judicial y su objetivo es identificar los recursos del sistema para que
puedan iniciar nuevos recorridos o establecer nuevas pautas interaccionales.

Intervenciones de aprendizaje-educación. (Psicoeducación)

Son intervenciones que facilitan y promueven procesos de aprendizaje realizados


a través de la propia experiencia o en redes colaborativas con otros sistemas. Se
utilizan técnicas de reflexión en acción en los que los participantes reciben
información hasta el momento desconocida por ellos, específicamente de
procesos psicológicos.

Otra forma de utilizar este tipo de intervención es identificar recursos que han
sido exitosos en otras oportunidades para los sujetos o las familias y
generalizarlos a situaciones que son vistas como imposibles de resolver. El
psicólogo puede proveer de información (oral o escrita) al sistema consultante.
Las intervenciones de este tipo son útiles, por ejemplo, para ayudar a los padres a
enfrentar algunas áreas problemáticas de su responsabilidad educativa, o ayudar
a los cónyuges en el momento de su separación para que puedan separarse pero
seguir compartiendo el dominio padres, adquirir destrezas en asertividad, en la
búsqueda de trabajo, en el reconocimiento de alguna necesidad como por
ejemplo de comunicación o sexual.
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Puede también ser útil trabajar con grupos de reflexión centrados en la


deconstrucción de narrativas culturales opresivas, por ejemplo vinculadas al la
perspectiva de género o dirigida a las minorías étnicas entre otras. Es importante
en estos casos ser cauteloso en el sentido de no transformar la intervención en
una intervención paternalista o de proselitismo valórico.

Intervenciones en red.

Las intervenciones en red trabajan con la idea de establecer una conectividad


relacional entre distintos sistemas. Pueden abarcar diferentes tipos de in-
tervenciones —de facilitación, de educación, terapéuticas, de autoayuda, de
construcción de redes—, promover o utilizar recursos existentes en la comunidad
a través de un equipo que trabaja sosteniendo a las familias en su posibilidad de
hacer algo diferente.
Con propuestas, recursos y oportunidades, estos programas pueden ofrecer a las
familias la posibilidad de encontrar ayuda para la solución de problemas
concretos, contando con la participación comunitaria. Son útiles en caso de
personas muy solitarias, que por distintas razones no logran establecer redes de
apoyo satisfactorias

Intervenciones terapéuticas.

Estas son las intervenciones en las que se utilizan todas las herramientas que el
terapeuta disponga. Se realizan en los casos en que se manifiesta un desajuste en
la dinámica familiar o en alguno de sus miembros y que permita una clara
definición del problema terapéutico. Pueden estar dirigidas a los individuos, al
núcleo familiar, a grupos de familias u otros sistemas. El modelo teórico que se
aplique depende del interés del terapeuta.

En los casos de psicopatologías graves o de toxicodependencias, las intervencio-


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nes terapéuticas resultan especialmente complejas e implican la intervención de


otros profesionales de ámbito de la salud, especialmente neurólogos o
psiquiatras.
Las intervenciones terapéuticas facilitan la reflexión para lograr nuevas
narrativas y se pueda modificar las dinámicas relaciónales, interactivas y la
forma de significar que sostienen el problema por el que la persona consulta. El
objetivo es que se logre crear nuevas condiciones relaciónales dentro de las
cuales se puedan generar nuevas formas de entender o desarrollar nuevos
recursos.

Cuadro esquemático del tipo de intervención

Tipo de intervención Cuándo Presupuestos Funciones

Facilitación Fases de Existencia de Amplificación de


transición del recursos en la los recursos del
ciclo vital familia sistema

Sostén Eventos críticos Carencia parcial Compensación


inesperados y de apoyo externo de los recursos
desestabilizadores familiares

Mediación Eventos críticos Recursos Mediar para


indeseables que congelados lograr acuerdo
requieren de un producto de entre las partes
agente externo emociones en conflicto
para lograr turbulentas
acuerdos
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Control y tutela Violencia, abuso Incapacidad de Interrupción del


o descuido grave la familia circuito violento
de una persona y reactivación de
los recursos y
sentimientos
positivos de las
personas

Terapéutico Malestar Dificultad de Facilitar el


psicológico quien consulta proceso reflexivo
para para lograr co-
desentramparse conformar
del nuevas
estancamiento significaciones
desdichado en el alternativas al
que quedó preso sufrimiento
después de un
episodio crítico

La psicoterapia hoy en día ha debido ampliar sus horizontes. Ya no puede hacer


oídos sordos a los múltiples problemas ajenos a la propia “psiquis” del paciente
que consulta. Debe considerar otros factores que influyen en el dolor de quien
consulta y que son producto de situaciones externas a su propia forma de
significar. Se trata de construir nuevas formas de intervenir que permitan, la
capacidad de expandir conversaciones y sistemas de significado desde la persona
que consulta a otros sistemas sociales. La idea a la base es la de utilizar
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eficientemente los recursos disponibles, no sólo propios, sino ampliándolos al


sistema comunal o social que forma parte de la red social de quien consulta.

Estos nuevos caminos permiten preguntarse acerca de la variedad de estrategias


disponibles para enfrentar situaciones difíciles disponibles para el psicólogo hoy
en día. El hecho de diseñar fórmulas innovadoras, lleva muchas veces a descubrir
salidas inesperadas y coexistir en la diferencia aceptando que la psicoterapia ha
dejado de ser un lugar donde el terapeuta conversa en solitario con su paciente.
Pienso que si bien no son novedosas y muchas de ellas son acciones que los
psicólogos ya hacen, al ponerlas por escrito permiten visualizar nuevos caminos
viables, creativos que puedan hacer de nuestra labor una tarea de ayuda que no
queda restringida sólo al ámbito de la psicoterapia tradicionalmente considerada.

Bibliografía
Anderson, Harlene (1999) Conversación, lenguaje y posibilidades,
Buenos Aires, Ed. Amorrortu, Boscolo L; Bertrando P.; (2000) Terapia
sistémica individual. Editorial Amorrortu, Buenos Aires
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Irreverencia, Editorial Paidós, Buenos Aires
Fried Schnitman Dora, (2003) Redes y Sistemas, Revista Sistemas
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Fruggeri Laura (2002) Una propuesta de clasificación de las
intervenciones a favor de la familia: de los contenidos a los procesos.
Revista Sistemas Familiares, Año 18, Nº 2, Buenos AiresPackman
Marcelo, Compilador (1997) Construcciones de la experiencia humana,
Editorial Gedisa, Barcelona, Volumen II
White Michael (2002) Reescribir la vida Editorial Gedisa, Barcelona
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