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Historia Económica I
“Un
compañero
argumenta
que
la
teoría
marxista
sólo
funciona
en
la
teoría;
que
el
egoísmo
es
parte
de
la
naturaleza
humana
y
por
lo
tanto
nunca
será
viable
un
modelo
de
producción
en
donde
los
agentes
trabajen
por
un
objetivo
ajeno
a
sus
propios
intereses.
Comente.”
La
teoría
marxista
no
funciona
en
la
teoría
porque
no
trata
de
un
mundo
ficticio
(como
la
vida
en
el
comunismo),
trata
del
pasado,
pero
sobre
todo;
trata
del
actual.
Y
cuando
trata
del
actual,
me
refiero
a
que
no
trata
de
hablar
sobre
el
mundo
e
interpretarlo,
sino
que
de
proponer
su
transformación1;
es,
por
tanto,
una
teoría
de
la
práctica
revolucionaria.
En
esta
no
hay
una
fórmula
teórica
que
funcione
o
no
funcione,
sino
que
necesariamente
la
teoría
tiene
que
ir
de
la
mano
con
la
praxis
revolucionaria
de
las
actuales
luchas,
tal
como
decía
Marx
en
la
carta
a
Arnold
Ruge
en
1843:
“No
nos
enfrentamos
al
mundo
en
actitud
doctrinaria,
con
un
nuevo
principio:
¡Esta
es
la
verdad,
arrodíllense
ante
ella!
Desarrollamos
nuevos
principios
para
el
mundo
a
base
de
los
propios
principios
del
mundo.
No
le
decimos
al
mundo:
termina
con
tus
luchas,
pues
son
estúpidas;
te
daremos
la
verdadera
consigna
de
lucha.
Nos
limitamos
a
mostrarle
al
mundo
por
qué
está
luchando
en
verdad,
y
la
conciencia
es
algo
que
tendrá
que
asimilar,
aunque
no
quiera.
[…]
Finalmente,
será
evidente
que
la
humanidad
no
está
comenzando
una
nueva
tarea,
sino
que
está
llevando
a
cabo
de
manera
consciente
su
vieja
tarea.”
1
Haciendo
alusión
a
la
tesis
11
de
Marx
en
las
tesis
sobre
Feuerbach
“Los
filósofos
no
han
hecho
más
que
interpretar
de
diversos
modo
el
mundo,
pero
de
lo
que
se
trata
es
de
transformarlo.”
Tesis
sobre
Feuerbach,
1845
Ahora
bien,
la
teoría
marxista
tiene
una
desarrollada
teoría
acerca
de
la
ideología,
la
cultura
y
la
hegemonía,
con
grandes
exponentes
como
Lenin
y
Gramsci.
Sin
embargo,
Marx
con
Engels
en
su
libro
póstumo
“La
ideología
alemana”,
dejan
al
descubierto
el
problema
ideológico
de
la
pregunta
inicial
de
la
naturaleza
humana,
que
quizás
difiere
en
ciertos
aspectos
con
la
teoría
marxista
de
la
cultura
en
la
actualidad,
pero
no
deja
de
ser
esclarecedora
de
la
dialéctica
y
el
materialismo
dentro
del
marxismo.
En
el
libro
formulan
la
ideología
como
una
falsa
consciencia;
un
obstáculo
sistemático
al
conocimiento.
Esta
consciencia
que
uno
tiene
–como
ser
social–
puede
parecer
genuina,
pero
la
verdad
está
delimitada
por
las
condiciones
materiales
del
medio,
es
decir,
al
estadio
de
desarrollo
de
las
fuerzas
productivas.
Entonces,
si
una
persona
nace
en
el
feudalismo,
su
ideología,
y
por
lo
tanto
las
ideas
que
desarrolle
a
lo
largo
de
su
vida,
serán
distintas
a
si
esa
persona
hubiera
nacido
en
el
capitalismo.
Esta
concepción
de
la
ideología
y
sus
problemas
aparece
en
varias
secciones
de
la
obra
cumbre
de
la
crítica
económica
de
Marx
“El
Capital”,
donde
constantemente
critica
a
los
economistas
burgueses
(que
prácticamente
eran
todos
los
economistas
que
habían
existido
hasta
su
época)
por
su
falta
de
visión
totalizadora
de
la
realidad.
Les
critica,
por
ejemplo,
que
no
son
capaces
de
construir
una
teoría
general
acerca
del
plusvalor,
y
que
analizan
la
explotación
en
partes
disgregadas
y
particulares
como
ganancia
industrial,
renta
terrateniente,
salarios
de
subsistencia
o
intereses
bancarios.
Su
incapacidad
para
ver
el
problema
del
plusvalor,
propio
del
modo
producción
capitalista,
guarda
una
profunda
relación
con
la
ideología.
Es
esta
misma
ideología
la
que
les
hace
creer
a
los
economistas
burgueses
(y
al
compañero
de
curso
en
la
pregunta)
que
lo
que
se
observa
en
la
realidad
de
las
relaciones
sociales
y
en
los
humanos,
como
el
egoísmo,
es
lo
natural,
lo
inherente
al
ser
humano.
El
materialismo
histórico,
por
el
contrario,
dice
que
en
realidad
el
egoísmo
es
una
característica
del
ser
humano
en
un
punto
concreto
del
espacio-‐tiempo.
Al
ser
una
característica
histórica,
implica
entonces
que
en
ningún
caso
esa
característica
pueda
ser
natural,
o
propia
de
los
seres
humanos.
La
historicidad
de
las
relaciones
sociales
es
un
componente
muy
importante
para
entender
la
dialéctica
de
la
materia
en
el
tiempo.
Comprenderla
resulta
necesaria
en
la
izquierda
para
no
caer
en
la
creencia
de
que,
por
ejemplo,
el
capitalismo
llegó
para
quedarse,
y
que
entonces
la
solución
factible
es
darle
un
rostro
humano.
No.
Como
dice
la
célebre
–a
esta
altura
casi
pop–
frase
de
Marx
y
Engels
en
el
Manifiesto
Comunista,
todo
lo
que
se
creía
sólido,
de
un
momento
a
otro,
se
desvanece
en
el
aire.