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ÁLVARO LOBO

alvarolamaya@gmail.com

El Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible-MADS- expidió el pasado 26 de abril de 2016 la


resolución No 0668 “Por la cual se reglamenta el uso de las bolsas plásticas y se adoptan otras
disposiciones”, cuyo propósito no es otro diferente al de reducir el consumo y por ende, disminuir
los impactos negativos que estos materiales están generando sobre la biodiversidad y el medio
ambiente.

El tema de los plásticos y de manera particular la bolsas es, desde hace tiempo, una preocupación
y una tendencia mundial donde muchos países reconocen el impacto y hacen grandes esfuerzos
para reducir el uso de bolsas de plástico, por lo cual han tomado medidas que van desde los
impuestos por el uso hasta su prohibición; decisiones acertadas que dejan entrever el grado de
conciencia ambiental frente a la problemática que ha generado esta “plaga” por su consumo
desmedido y disposición irresponsable.

La resolución tiene como fundamento los artículos de la Constitución Política sobre el medio
ambiente, el Decreto Ley 2811 de 1974, la Ley 99 de 1994, la Política para la Gestión Integral de
Residuos de 1998, la Política Nacional de Producción y Consumo y el Plan Nacional de Desarrollo
2014-2018, es decir, todo un marco jurídico y de políticas, desafortunadamente, solo hasta hoy,
Colombia entra en este movimiento global que data desde el año de 1994; cuando Dinamarca
lidero este proceso para reducir el uso de las bolsas plásticas. Bien por esta medida del MADS,
aunque un poco trasnochada pero, empezamos. En tal sentido, juegan un papel relevante las
autoridades ambientales del orden regional y nacional en la aplicación de la norma y los controles,
para que se cumpla lo estipulado en cada uno de los articulados de la Resolución 0668.

Más que el cumplimiento de una norma, el mensaje es claro en términos de ética ambiental y de
comportamiento de cada ciudadano quien tiene la obligación de disminuir el consumo. Desde
ahora la Corporación Autónoma Regional del Cauca debe iniciar una campaña de socialización con
los establecimientos comerciales para que cumplan con lo establecido en el Artículo 3. Programa
de Uso Racional de Bolsas Plásticas. No es una tarea fácil pero, por lo menos, esperamos que en
este cuatrenio de la nueva administración de la CRC se presenten avances importantes de
acuerdo con los indicadores diseñados por el MADS.

Desde lo local, y esto es válido para todo el país, hay una tendencia muy marcada a la utilización
de bolsa plástica para todo, desde los alimentos, pasando por las prendas de vestir, hasta en la
compra de medicamentos en las farmacias. Es una regla que, en los pequeños supermercados de
barrio, tiendas y grandes superficies comerciales de la ciudad envuelven en bolsas plásticas los
productos que ya vienen empacados. Parece absurdo pero, así es. Usted compra un champoo,
que viene en una pequeña caja de cartón, y al pagar lo introducen en una bolsa plástica.
Compramos una libra de papas que está sellada con una bolsa plástica y el cajero regala otra
¿para qué? Igual sucede cuando vamos a la droguería y compremos medicamentos que ya vienen
en su empaque original. Es el síndrome de la bolsa plástica. El tiempo útil de la bolsa es el que
transcurre entre el momento de pagar el producto y cuando usted llega a la casa y la arroja a la
caneca de la basura, media hora, y de ahí al botadero o al relleno sanitario en el mejor de los
casos. La reflexión es que “la culpa no es de la vaca” sino, del uso desproporcionado de las bolsas
plásticas que para degradarse en la naturaleza duran más de 100 años. Vamos a ver cómo nos va,
por una parte, con la aplicación de la norma citada y por otra, la respuesta a las campañas que
para tal fin se deben implementar.

Leer más en: http://elnuevoliberal.com/reglamentacion-del-uso-de-las-bolsas-plasticas/#ixzz5GcMckz9j


Así ha logrado Dinamarca reducir el uso
de bolsas de plástico
En Dinamarca, la gente utiliza una media de cuatro bolsas
de plástico de un solo uso al año. Pero eso no significa que
los daneses estén satisfechos.
Una y otra vez, llego al supermercado y compruebo decepcionada que no he traído una
bolsa de casa. El fastidio me afecta en dos niveles: malgastar dinero en otro par de bolsas
de plástico, cuando ya tengo tropecientas embutidas en un armario en casa; y malgastar
todo ese plástico, añadiendo un peso innecesario a mi huella medioamiental sobre este
planeta por falta de previsión, no de buenas intenciones.

En Dinamarca, donde vivo, las endebles bolsas de un solo uso, normales en muchos países,
son una rareza, y solo se ven en alguna que otra tienda o pescadería local. No hay bolsas
gratis en las tiendas de alimentación danesas. Los supermercados venden bolsas de plástico
grandes y duraderas fabricadas para resistir, alentando a la gente a que las use más de una
vez.

En 1993, Dinamarca fue el primer país que introdujo un impuesto sobre las bolsas de
plástico. Hoy en día, una bolsa cuesta unos 40 céntimos y parte de dicho importe se va en
impuestos, pero el supermercado también obtiene un pequeño beneficio. La subida del
coste de las bolsas ha reducido la venta de bolsas multiusos en más de un 40 por ciento a lo
largo de los últimos 25 años. De media, un danés usa 70 bolsas multiusos y solo cuatro
bolsas de un solo uso al año, o menos de 1,5 bolsas de plástico a la semana en total. (En
comparación con el estadounidense medio, que utiliza casi una bolsa de un solo uso al día).

Pero, personalmente, estoy aumentando la media danesa.

En casa, seleccionamos la basura en papeleras separadas para el papel, el vidrio, el metal y


el plástico. Mi hijo de 10 años lleva nuestras botellas vacías y latas de bebidas a la máquina
de reciclaje del súper y se guarda el dinero que le devuelven. Diez botellas de un litro y
diez botellas de medio litro le aporta 45 coronas danesas —unos 6 euros— de paga.
Reutilizamos o reciclamos tanto como podemos. Pero de alguna forma, nunca llevo una
bolsa (o red) de la compra en mi bolso o mi coche cuando la necesito y acabo comprando
más bolsas de plástico.
Por su parte, mi madre de 80 años rara vez usa bolsas de plástico. Va a sus tiendas locales
con un carrito con diseño de tartán. Admirable, pero yo todavía no estoy lista para ese
cambio de imagen; los carritos de la compra son para pensionistas.

Cuando un amigo mío cumplió los 50, solía poner la casa patas arriba en una misión
perpetua y normalmente fútil: localizar sus gafas de lectura. Al final, su mujer le compró
diez pares de gafas baratas en el supermercado y las colocó en lugares estratégicos en su
casa, su coche y su oficina. Creo que debería sacar mis bolsas del armario y adoptar una
estrategia similar. Pero ¿debería optar por plástico multiusos o es más responsable con el
medio ambiente optar por las redes de algodón?

¿Cuál es la mejor bolsa?


Últimamente, este ha sido el tema de un acalorado debate en Dinamarca, incitado por
un informe de febrero de 2018 de la Universidad Técnica de Dinamarca para la Agencia de
Protección Medioambiental danesa. El informe calculó los impactos del ciclo vital de
diferentes tipos de bolsas (algodón, plástico, papel) en el medio ambiente a partir de 15
parámetros, como la producción, el gasto de agua, la reducción de la capa de ozono, su
toxicidad para los humanos y su eliminación.

El informe concluyó que las bolsas de plástico de polietileno de baja densidad —las bolsas
que se pueden comprar en los supermercados daneses— «generan, en conjunto, impactos
medioambientales más bajos en la mayoría de indicadores medioambientales».

La Sociedad Danesa para la Conservación de la Naturaleza refuta esta conclusión,


afirmando que el informe es científicamente defectuoso en muchos aspectos, entre ellos por
no dar más importancia a los impactos más graves, proporcionando resultados «engañosos»
para las bolsas de algodón y no teniendo en cuenta la contaminación que están provocando
en la naturaleza las bolsas de plástico cuando se tiran.

Aunque este es todavía un tema sometido a debate, todas las partes están de acuerdo en
algo: sea cual sea el tipo de bolsa que utilizas, le haces un favor al medio ambiente si la
usas hasta que se desgaste.

Cerrando el círculo
Pero ¿qué haces con las bolsas una vez se desgastan?

En este país, algunas bolsas están clasificadas como residuos plásticos y se reciclan. Pero
muchas llegan a su fin como bolsas de basura y son incineradas con el resto de residuos en
una de las centrales de ciclo combinado de Dinamarca, que convierten la basura en
electricidad y calefacción por distrito. Estas bolsas evitan que se tire basura en el paisaje y
contribuyen a producir nueva energía. Pero quemar bolsas de plástico de calidad no es el
mejor uso para un recurso valioso.

En un esfuerzo para cambiarlo, la gran cadena de supermercados Netto acaba de lanzar un


programa piloto en colaboración con WWF. Netto, que opera unas 1.300 tiendas en el norte
de Europa, ha añadido el equivalente a 7 céntimos al precio de cada bolsa de plástico. Por
cada bolsa devuelta, se le devolverá al cliente una corona danesa (13 céntimos). Por cada
bolsa vendida que no se devuelva, Netto donará una corona a WWF para contribuir a sus
esfuerzos para retirar el plástico de la naturaleza y limitar la contaminación por plástico en
todo el mundo. Inicialmente, el proyecto piloto se limitará a una sola región danesa, pero si
tiene éxito, Netto podría expandir el sistema a todas sus tiendas en varios países. Suecia
está probando iniciativas similares con un sistema de devolución de bolsas.

La población danesa parece apoyarlo. Según un sondeo de TNS Gallup del año pasado, el
68 por ciento respondió que un sistema de devolución para bolsas de plástico (con un
depósito añadido al precio actual) es una buena idea. Solo el 13 por ciento se opuso. Quizá
exista una solución parcial para mi alijo futuro de bolsas de plástico: puedo dárselas a mi
hijo para que se saque un dinero extra y él las puede devolver cuando lleve nuestras botellas
vacías.

Pero todavía no me he rendido en mi empeño por convertirme en la perfecta señora de las


bolsas, aprendiendo nuevos hábitos y desafiándome para ver cuánto puedo reducir mi uso
de bolsas de plástico. Con solo un poco de previsión, puedo dejar de malgastar dinero y
recursos valiosos, literalmente. Y, en un mundo donde la contaminación por plástico se ha
disparado, estaré aportando mi granito de arena para que haya un poco menos de plástico en
el planeta.

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