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Abraham Guillén

ECONOMIA
AUTOGESTIONARIA

las bases del


desarrollo económico
de la sociedad libertaria
ABRAHAM GUILLEN, nacido un año
después del comienzo de la primera gue­
rra mundial, ha dicho, en uno de sus nu­
merosos libros, que en el curso de la vida
de un hombre de nuestra época se han
producido grandes acontecimientos histó­
ricos: dos guerras mundiales, la calda de
muchas monarquías europeas, el auge y
Di deterioro del comunismo de modelo so­
viético, la descolonización del Tercer
Mundo, el advenimiento de la era atómica,
espacial y cibernética.
Todo ello indicaría que nos hallamos
en una época de cambio sociológico,
económico, social y tecnológico muy rápi­
do. Y a fuerza de tanto progreso, sin em­
bargo, la humanidad no sabe adonde va...

ECONOMÍA AUTOGESTIONARIA, más


allá de su estudio económico, da una cos-
movisión de nuestra época, despejando
muchas de las incógnitas de los finales
del siglo XX y comienzos del siglo XXI.
Abraham Guiilén, en este libro, cuestiona,
por causa de sus enormes contradiccio­
nes, los modelos de comunismo burocrá­
tico y de capitalismo multinacional; por­
que el primero no tiene democracia políti­
ca, y el segundo, aun abogando por la
democracia parlamentaria, es una dicta­
dura económica de los "trusts" sobre la in­
mensa masa del pueblo asalariado por un
capitalismo salvaje.
En este orden de ideas, Abraham Gui-
llén, en ECONOMÍA AUTOGESTIONARIA
afirma que la democracia, tan publicitada
en Occidente, más com o ideología que
como política racional, no reside en que
B'^nonai-ia
A ljr a i,a ,„ G u ille n

Madrid
199o

E D IC IO N E S M AD RE T IE R R A
C/ Ju an XXIII, № 1 - 2°B
28938 M óstoles (M adrid)
Telf: 622 68 45 14
PEDIDOS: deje su m ensaje en el
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A u to r: A b rah am G uillen
lid ita: F undación de lístu d io s lib e r ta rio s
A nselm o I .orenzo
P asco de A lb erto Palacios 2 —28021 M adrid
D istrib u ción en lo d o el m undo:
Iidicioncs M adre Tierra Tino. 6 1 I-3S -08
P arq u e V osa 12 —28933 M óstoles, M adrid
D iagrám ación:
P ed ro B a la y a s M anzanares
C u b ierta:
1jiriq u c 1 ó pez M arín
P rim era edición fe b re ro 1990.

D epósito Legal: M -9182-1990


I.S.B.N.: 84-86864-04-6

P rin ted in S pain - Im p reso en E spaña


Artes G ráficas C O FA S, S. A.
Pol. Ind. C allfersa, nave 8
F u e n la b ra d a (M adrid)
INTRODUCCION A LA ECONOM IA

Modos de producción y evolución económica

Los pueblos primitivos, reducidos a una econom ía de subsistencia coti­


diana sin ser capaces de producir un excedente económ ico, no conocieron la
econom ía de m ercado, teniendo que vivir de la producción inm ediata, de la
cual p o d ía hacerse un exiguo ahorro: pequeñas cantidades de frutos secos o
semillas com estibles, condenando a las com unidades prim itivas a vivir al m í­
nim o de subsistencia.
H asta no conseguir una producción p ara todos y lograr un pequeño exce­
den te económ ico, que haga la reproducción del capital social con más incre­
m ento que el aum ento de la población, las sociedades prim itivas se estanca­
ro n d u ran te m uchos milenios en tre el paleolítico y el neolítico, en que las
fuerzas productivas del hom bre perm anecieron estancadas, contando sola­
m ente con su fuerza m uscular y rudim entarios instrum entos de piedra, hueso
y otros m ateriales prim arios.
D u ran te casi un millón de años, el hom bre ha recorrido varias edades en
su progreso: paleolítico, mesolítieo, neolítico, eneolítico (cobre, y piedra)
ed ad del bronce, y edad del hierro. Sabem os, aproxim adam ente, que el p a­
leolítico term inó unos 8.000 años (a. J.C .); que el mesolítieo concluyó unos
4.000 años (a J. C.), en M esopotam ia, Siria, Palestina, y Egipto; que el meso-
lílico, con la utilización de la pied ra pulim entada y el cobre, acabó, en el co­
mienzo de la edad de bronce, unos 3.000 años (a J. C.), en el M edio O riente;
y q u e p a ra llegar a la ed ad de hierro, 1.400 años (a J. C.), hicieron falta unos
1.600 años. P or tanto, ¡que lento es el progreso humano!
Digam os, que, desde la aparición de los prim eros hom inídeos erectos en
el plcistoceno m edio o inferior, pueden haber pasado uno y m edio o dos m i­
llones de años. P or eso, si la existencia del hom bre histórico com enzó en el
neolítico o la edad de bronce, apenas ello representa el uno por ciento del
tiem po transcurrido en tre el salvajismo y la barbarie, hasta la aparición del
Economía autogeslionaria

"homo sapiens", que com ienza a ser realm ente hom bre equipado con h e rra ­
m ientas y arm as de bronce y hierro. Se diría que ahora avanzam os más en un
año que en la A ntigüedad y la E d ad M edia durante un siglo: he ahí la acele­
ración del progreso económ ico y tecnológico en nuestro tiem po histórico.
A unque parezca increíble, dom esticando unos treinta siglos a. J. C. al ca­
ballo, no fue este debidam ente arnesado hasta que se fabricó el collerón de
espalda, diez siglos después de nuestra era, quizá porque en esos tiem pos el
trab ajo del hom bre, com o esclavo o siervo, era más im portante que el reali­
zado p o r los anim ales de tiro, cuya energía se perdía, sus tres cuartas partes,
teniendo mal enjaezados a los asnos, mulos y caballos. E n este orden de
ideas, la civilización esclavista rom ana fue poco creativa: tenía un gran p ro ­
greso en m atem áticas, física y geom etría, heredado de los griegos, pero no lo
utilizó p ara producir m aquinaria p o rq ue le sobraban esclavos. E n igual m e­
dida, el despotism o burocrático de los principes asiáticos congeló el progre­
so, d urante muchos siglos, p o rq u e reducían a sus súbditos al mínimo de sub­
sistencia, no dejándoles excedente económ ico para inversión a fin de am pliar
su capital productivo. Igualm ente el E stado faraónico o incaico detuvieron el
progreso económ ico y tecnológico con su excesivo parasitism o burocrático,
cosa que sucede tam bién en nuestra época con el E stado —providencia, cu­
yos déficit presupuestarios determ inan la inflación creciente o galopante.
E n el curso de la historia, los grandes cambios económ icos, políticos y so­
ciales se han producido en función de las revoluciones tecnológicas más que
de las ideológicas, pues lo subjetivo, com o un acto de voluntad, no puede
cam biar nada si no está dado objetivam ente.
H acia el IV milenio (a J.C .) el hom bre ya estaba form ado anatóm icam en­
te, p ero p a ra ser un v erdadero "homo sapiens" tenía que com enzar a dom i­
nar la naturaleza m ejorando su equipo de producción: azada, hoz, m ortero
prim itivo, mayal sin articular, berbiquí de ballesta, alfarería a mano, huso de
hilar, telar primitivo, herram ientas y arm as de cobre, m oldeo d e 'm etal por
vaciado, trab ajo de la plata y del plom o. Se diría, pues, que el hom bre deja
así de ser animal cuando fábrica objetos para dom inar la naturaleza y crear­
se, a la vez, su propia naturaleza cam biante, gracias a su "praxis" o unidad de
su pensam iento y acción.
A p artir del III m ilenio (a. J.C.), el hom bre, con una agricultura rudim en­
taria com ienza a construir aldeas; d eja de ser nóm ada contando con una
econom ía m ás poderosa; dispone de arado que aum enta la productividad va­
rias veces más que la azada p ara procurarse alim entos más abundantes.
A parece, en ese tiem po, el vehículo de ruedas para el transporte y los ejérci­
tos; se inventa la ru ed a de alfarero que multiplica el uso de toda clase de re­
cipientes y artículos dom ésticos; surca las riberas de los m ares y de los ríos el
b arco de vela, m edio de transporte a grande distancia, lo cual prom ueve el
com ercio entre las incipientes naciones; se m ezclan en debidas proporciones
el estaño y el cobre p ara form ar el bronce: metal cuyas form as múltiples son
obtenidas p o r el m étodo de la cera perdida; el fuelle, inyectando oxígeno a la

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Introducción u la economía

fragua, funde fácilm ente el bronce p ara obtener toda clase de herram ientas y
arm as. Se dispone así de un equipo de capital que construirá las primitivas
ciudades, las pirám ides y tem plos p ara convertir al b árb aro en ciudadano o
m iem bro de com unidades nacionales. Es, por tanto, el progreso tecnológico
lo que h ará posible una división social del trabajo, y con ello, una sociedad
diferente de las del paleolítico y el m esolítico, si es que, en esa época, los
hom bres pudieron constituir algún tipo de sociedad relativam ente sedenta­
ria, sin una agricultura d o tad a de arado, anim ales dom ésticos y herram ientas
de bronce.
A l com ienzo del II milenio, las prim itivas civilizaciones del A sia M enor y
de Egipto, contaban con herram ientas perfeccionadas para realizar diversas
artesanías, con balanzas p ara pesas y m edidas, lo cual implica el comienzo
del intercam bio de distintos valores de uso p o r un valor principal de cambio:
m etales preciosos, corderos, etc. La rueda de rayos, más ligera que la prim i­
tiva rueda, constituye un m edio de transporte y, sobre todo, el carro de gue­
rra: 18 siglos antes de nuestra era; pero, de todos los descubrim ientos del II
milenio, el hierro, m etal dem ocrático, constituye la causa de la prim era gran
revolución tecnológica, ap ortando más y m ejores herram ientas y arm as con
m enos costo que las hechas de m etales no ferrosos.
Luego, al com ienzo de la E d a d de Hierro en el M edio O riente, aunque se
inició unos siglos después en E uropa, el progreso tecnológico com enzó a
acelerar el tiem po histórico: fundiciones de hierro por todas partes; a p a re­
cieron el m alacate, la polca, el m etate rotativo, las tijeras de esquilar, la
prensa de viga y el molino movido por anim ales; los anim ales de tiro como
fuente de energía no hum ana; las primitivas grúas; el arado pesado y el yun­
que p ara la fabricación de clavos; diversa cantidad de herram ientas; la trefi­
lación de alam bres; la noria de odres movida por animales; el tornillo de A r-
quím edes; la bom ba de impulsión; el cepillo de carpintero; la prensa de hu­
so, la cabría con aparejo y el arnés chino. T odo ello, entre la E dad de H ierro
y el com ienzo de nuestra era, abarca un perío do de gran progreso tecnológi­
co realizado en curso de unos 14 siglos. Ello dem uestra que el progreso es
lento en la historia del hom bre; y que por eso no puede perm itirse avanzar
subjetivam ente más de lo que lo perm itan, objetivamente, el desarrollo de las
fuerzas productivas, que son fuerzas históricas, sociales y económ icas con
o tro nom bre.
Q uizá el lento progreso, en el m undo antiguo se debiera no tanto a la fal­
ta de conocim ientos científicos com o al hecho de que el basam ento de las ci­
vilizaciones antiguas residía en la esclavitud, que no creaba condiciones
apropiadas p ara sustituir al hom bre por las m áquinas, ya que los am os eran
felices con la explotación de sus esclavos: riqueza para unos y miseria y o p re­
sión para otros. En este orden de ideas, se diría que la libertad económ ica y
política, en una civilización, crea las m ejores condiciones, objetivas y subjeti­
vas, p ara un progreso económ ico y tecnológico acelerado, siem pre que éste
sea en beneficio de toda la hum anidad y no de unos pocos opTcsorcs y explo­
tadores del hom bre esclavo, siervo o asalariado.

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Economía nutogcstionaria

D u ran te la E d a d M edia, m ejorando la condición hum ana, sustituyendo al


esclavo p o r el siervo, se crean m ejores condiciones para el progreso tecnoló­
gico que d urante el Im perio Rom ano, basado en la econom ía esclavista, ya
inapropiada p a ra perm itir el desarrollo económ ico y tecnológico de Rom a.
E n este sentido, se diría que no fueron, viniendo del experior, los bárbaros
los que vencieron a Rom a, sino un ejercito interior en contra de ella: sus m i­
llones de esclavos, que se fueron haciendo cristianos, recibiendo a los b árb a­
ros invasores más bien com o libertadores, ya que sus am os eran los rom anos.
Los grandes imperios, frecuentem ente, son destruidos por sus contradic­
ciones internas: falta de libertad, gobiernos despóticos o burocráticos, creci­
m iento económ ico cero, subdcsarrollo político cultural y social, desprestigio
de sus clases dom inantes, E stado caro y malo sobre la Sociedad oprim ida y
explotada. A sí las cosas, no hacen falta poderosos ejércitos para d erro tar a
los grandes im perios, sino conflictos, antagonism os internos que los aulodcs-
truyen, económ ica, política social y m oralm cntc, como a la vieja R om a, por
no citar a otros im perios fenecidos por idénticas causas de autodcstrueción.
Y ahora le toca el turno al régimen capitalista en el reloj de la historia.
H aciendo referencia al progreso tecnológico como determ inante de los
m o d o s de producción dccía Marx: "el molino de viento os dará la sociedad
feudal; el m olino de vapor, la sociedad capitalista". Ello dem uestra que los
m odos de producción que han pasado por la historia hum ana, en cierto m o­
do, dependen del desarrollo económ ico y tecnológico que los determ ine o
justifique históricam ente.
Así, pues, una revolución ideológica o política, si no crea más progreso o
bienestar que la que le ha precedido, no tiene asegurado el futuro, sino que
podría volver al pasado: ser d erro tad a por una guerra, que venga del exte­
rior, o por una rebelión interior. E n este sentido, pudiera hablarse de que el
"socialismo soviético" estaría cuestionado políticam ente si su agricultura es
menos productiva que la norteam ericana y si sus fuerzas productivas* son
más lentas de desarrollo que las del Japón: país con 377.000 km" y 12-1 mi­
llones de habitantes, contra 22.402.000 km“ y 282 millones de habitantes la
URSS. T odo ello sería posible p orque la burocracia soviética —como dicen
los chin o s— absorbe el 40% de la renta soviética, restando m ucho cxccdcntc
económ ico a la inversión, con m ucho consum o im productivo. En este orden
de ideas, la burocracia y tecnocracia soviéticas serían más reaccionarias, d e­
tend rían más el progreso económ ico y tecnológico en la URSS, con sus exce­
sivas rentas parasitarias, que la frugal burguesía japonesa ¿Q uién, es, pues,
aquí el revolucionario o el conservador, el burgués japonés o el burócrata so­
viético?
E n nuestra época, la com petencia tecnológica que se hacen los jap o n e­
ses y norteam ericanos, seguida de los europeos para no p erd e r m argen de
com petencia com ercial en el m ercado mundial, reconvierte sus industrias a
muy corto plazo, a fin de que las m áquinas cefalizadas aporten una pro d u c­
ción m asificada, autom atizada, a bajo costo de producción. A sí las cosas, fá­

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Introducción a la economía

bricas, que serían inm ejorables en países atrasados, son lanzadas a la chata­
rra en E stados U nidos, Jap ó n y E u ro p a occidental, para ser re-equipadas
con m áquinas program adas electrónicam ente, único medio de que aum ente
varias veces la productividad por obrero respecto de m áquinas simples o no
autom atizadas, que exigen el em pleo de mucha m ano de obra.
E n la U nión Soviética, por ejem plo, no habiendo com petencia en un
m ercado libre, se conservan las peores y las m ejores em presas, ya que el E s­
tado-patrón, con sus com pensaciones financieras, m antiene lo malo y lo b u e­
no en las industrias, la agricultura y los servicios. D e seguir así las cosas, si
ios soviéticos no reconvierten tecnológicam ente sus equipos de producción a
nivel o al mismo tiem po que los norteam ericanos, los japoneses y los eu ro ­
peos occidentales, p erd erán com pctitividad en el m ercado m undial y con
ello las suficientes divisas para pagar sus productos y tecnologías de im por­
tación. En suma, si la revolución política soviética se constituye en un freno
para el desarrollo económ ico, científico-tecnológico en la producción, la
ideología estará en contra de la econom ía y del progreso del país. Por tanto,
una revolución que no m antenga sus niveles de com petencia internacional,
que no aum ente sus fuerzas productivas tanto como los países más avanza­
dos, a la larga o la corta, es una revolución conservadora o, por m ejor decir,
contrarrevolucionaria, aunque se diga "comunista", como sucede en países
del Este eselerosados en el totalitarism o político y en el capitalism o de E sta ­
do, que no es socialismo.
En una econom ía autorrcgulada y autogestionada, tiene que regir la com ­
petencia económ ica com o ley ele arm onía, a fin de que se c u m p l a l a ley d d
valor-traba jo y la lev de la cooperación de equivalente de intercam bio entre
todos los bienes y servicios que concurran al m ercado, sin quitar a nadie más
de lo que aporte, situando en igualdad de condiciones a lodo el m undo, en
un socialismo autogestionario.
Es un gran error, com o creen los ideólogos del m odelo soviético (E sle) 0
del E stado-providencia (O este), que el m ercado supone como categoría eco­
nómica, necesariam ente, el capitalism o. La verdad histórica es que el m erca­
do es anterior y será posterior al capitalism o; existió en los regím enes escla­
vista y fedual; se desarrolló con la econom ía m ercantil capitalista; pero si
ahora hubiese una econom ía de cooperación o de autogestión, com pitiendo
las em presas autogestoras en el m ercado sin caoitalistas ni especuladores,
funcionaría autorcguladam cnte en beneficio de los trabajadores y de los con­
sum idores; habría así la "mano invisible" de A dam Smilh, que autorrcgularía
la producción, el cambio, la circulación y el consum o, obligando a lodos los
com petidores colectivos a producir más y m ejor, a invertir más capital para
su reproducción am pliada, a fin de no p erd er la com petencia en el m ercado
nacional o internacional. U na sociedad sin com petencia es una sociedad sin
incentivos, sin coacción social para obligar a todos a no perd er la carrera del
progreso económ ico, científico y tecnológico que, en las industrias ligeras so­
viéticas, pued e ser desastroso, desalojando del m ercado m undial sus pro d u c­

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Economía autogestionaria

tos o m ercancías por los de origen japones, europeo o norteam ericano, de


m ejor calidad y más bajo costo de producción.
L a econom ía autogestionaria debe auto-organizar la sociedad para que
sea com petitiva en tre todas sus ram as de producción cooperativa, en los lu­
gares de producción, m ediante la dem ocracia directa de los consejos de em ­
presa, elegidos p o r sufragio directo y secreto. E n razón del avance tecnológi­
co, de la inform ática, de la ciencia como factor inm ediato de producción, la
econom ía autogestionaria no debe aislarse del m ercado m undial; y ser com ­
petitiva en él p ara ganar divisas que perm itan pagar las im portaciones esen­
ciales o tecnológicas sin las cuales una econom ía nacional se aisla de la eco­
nom ía m undial, cayendo en el atraso económ ico y tecnológico.
U n a econom ía nacional o social p u ede ser cualquier cosa m enos ideoló­
gica: tiene que ser lógica, objetiva, racional, a fin de que los protagonistas
del proceso económ ico no tom en los deseos p or realidades, pues ello impli­
caría grandes desequilibrios, determ inantes de crisis estructurales, crisis de
subconsum o (colas" y cartillas de racionam iento) y crisis de dcsproporciona-
lidad entre agricultura e industria, como sucede en la URSS.
U n sistem a económ ico no se inventa im aginativam ente, sino que es p ro ­
ducto del desarrollo de las fuerzas productivas, de las tecnologías, de las re ­
laciones sociales, del dom inio del hom bre sobre la naturaleza, de su papel
activo o pasivo en la sociedad, del protagonism o del trabajo asociado o del
capital privado, de la participación de todos o de la dom inación de unos p o ­
cos. Pero, en definitiva, con una ideología o con otra, lo que cuenta económ i­
cam ente son: cuáles son las estructuras sociales; qué grado de participación
tienen los trab ajad o res en sus em presas y en el cxccdcnte económ ico p ro d u ­
cido en ellas; qué desarrollo económ ico han alcanzado la industria, la agri­
cultura y los servicios sociales; qué m argen de com pctitividad tiene una eco­
nom ía nacional a nivel internacional; qué o cómo se rep arte la renta nacional
o social sin dem asiado parasitism o burocrático o burgués; qué form as políti­
cas existen en la superestructura: si la dem ocracia es directa (autogestiona-
ria) o indirecta (elitista), si es autoritaria o libertaria.
L a planificación de una econom ía, queriendo ser la m ejor de todas, no
sustituye, a una econom ía autorrcgulada m ediante un m ercado autogestiona-
rio; en suma, en una buena econom ía, sobran las ideologías y las élites del
Poder, tanto en el E ste com o en el O este.

LOS M O DO S DE PRODUCCION

E l m otor de la historia de la hum anidad ha sido la lucha de clases, una


vez instaurada la p ropiedad privada; puesto que supone desposesión de m e­
dios de producción p ara unos y apropiación de los productos del trabajo aje­
no por otros, b ajo el sistem a de explotación del hom bre por el hom bre, fuera
de la p ro p ied ad fam iliar o de la com unidad primitiva, en que los hom bres to­
davía no están diferenciados en clases dom inantes y dom inadas.

- 10-
Introducción a la economía

E n este sentido, la evolución histórica de los m odos de producción que


han pasado p o r la historia, según su clasificación socio-económ ica, serían los
siguientes:
1.— C om unidad prim itiva.— C orrespondiente al salvajismo inferior, m e­
dio y superior, vinculado a la econom ía de recolección de frutos naturales, al
descubrim iento del fuego y a las técnicas de la pesca, la caza, el arco, la fle­
cha y la fabricación de cerám ica. D urante este largo período de la hum ani­
dad en tre el paleolítico inferior y el neolítico, no existe la propiedad privada
ni fam ilia m onogám ica, ni clases sociales, ni E stado, ni econom ía m ercantil,
ni dinero, sino una com unidad libertaria auto-organizada.
2 .— M odo de producción antiguo.— C om prende la civilización grcco-lati-
na en sus prim eros tiem pos, en que la ciudad form a un todo con el campo,
habiendo propiedad privada fam iliar y "ager publicus", creando así una re p ú ­
blica o m onarquía de pequeños y m edianos propietarios. Posteriorm ente, el
desarrollo de la econom ía m onetaria en las ciudades crea la base p a ra la hi­
poteca de la propiedad fam iliar y con ello de la esclavitud por deudas. C uan­
do R om a, p o r ejem plo, sale de su ciudad y conquista Italia y luego el m undo
conocido, con sus guerras de conquistas, cam bia así el m odo de producción
antiguo por el esclavismo.
3 .— M odo de producción esclavista.— E n el m undo antiguo el esclavismo
fue un régim en de producción propio de las civilizaciones m editerráneas:
R om a, G recia y C artago. A quí surge la dialéctica hegelina del amo y el es­
clavo: uno es libre p orque el otro no lo es; uno está desalienado porque el
otro d ep en d e (absolutam ente) de su amo. Sin em bargo, al no su perar la ca­
tegoría de esclavitud el m undo antiguo, la R om a imperial, se descom puso
económ ica, política, social c históricam ente, ante el proletariado interior, en
rebelión, y la presión exterior en acción: los escitas y los germ anos.
4 .— M o d o de producción asiático.— N o tiene este m odo de producción
paralelism o con la com unidad primitiva, el m undo antiguo greco-latino y el
esclavismo. P ara M arx, el m odo de producción asiático está vinculado a las
culturas sedentarias, a los grandes trabajos hidraúlicos en los valles del G an ­
ges, el Nilo, el E u frates y el Tigris, el R ío Am arillo, las civilizaciones d ep en ­
dientes del riego: la desecación, y la lucha contra las inundaciones. "En la
mayor p arte de de las form as de base asiática, la unidad agrupadora que se
sitúa p o r encim a de todas esas pequeñas com unidades, aparece com o la pri-
piclaria superior o com o la única propietaria, y las verdaderas com unidades,
por consiguiente, com o poseedores hereditarios" (1). A quí la tierra está d a­
da en usufruto al cam pesino, a la com unidad rural, pero el E stado se lleva el
excedente económ ico principal, incluso superior al 50% de la renta de la tie­
rra, p a ra financiar o abastecer a una frondosa burocracia estatista: clase d o ­
m inante, enquistada en las com unidades rurales. M arx clasificó el m odo de
producción asiático com o régim en de "esclavitud general", ya que el esclavo

1 Marx, C. Gründissc... p. 376

-1 1 -
Economía autogestionaria

no dep en d e del amo individual, como en el m undo greco-latino, sino del


amo invisible: el E stad o burocrático, m ás parecido al m odelo soviético bajo
Stalin que a otro m odelo de producción.
5 .— M o d o de producción germ ánico.— B asado en la propiedad comunal,
sin "ager públicus" en el sentido rom ano, sin goce directo de la com unidad
rural en el espacio colectivo: bosque, caza, pesca, recogida de leña, miel etc.
L a propiedad individual y la com unal son cocxistcntcs, com plem entarias.
Pero al convertirse en conquistadores del Im perio rom ano, los germ anos se
convirtieron en señores feudales, dueños de vidas y haciendas, de siervos
desposeídos, adheridos a la tierra de sus señores.
6 .— M o d o de producción fe u d a l.— L a p ropiedad de la tierra es un con­
dom inio entre el rey, el señor y el sievo; aunque realm ente el verdadero p ro ­
pietario es el señor feudal. Lo característico del feudalism o es que no debe
haber "ningún señor sin tierra ni ningún siervo sin señor". Las com unidades
aldeanas m edievales están som etidas a su señor, pagando por el uso de la
tierra im puestos en dinero, en especie o en días gratuitos de trabajo sem anal
en las tierras de p ropiedad directa del señor. Los siervos pagan diezmos a la
Iglesia. Tam bién los vasallos del señor tienen pequeños "feudos". E n suma,
p a ra sostener económ icam ente al señor, sus vasallos y el clero, así como los
tributos que el rey pueda pedirles, el siervo retiene para sí del producto de
su trab ajo el ingreso mínimo, com o en el caso de los siervos bajo el m odo de
producción asiático, Sin em bargo, entre estos dos m odos de producción hay
una notable diferencia, los m andarines, rajás y pachás asiáticos son altos fun­
cionarios de un E stad o centralizado, m ientras que los condes, duques, b a ro ­
nes y m arqueses feudales europeos son reyezuelos en un E stad o no b u ro crá­
tico, descentralizado. P ara M arx, en el m odo de producción asiático "una
parte del trab ajo excedente de la com unidad inferior, pertenece a la com uni­
dad superior, que term ina p o r existir en tanto que persona; y este trabajo se
traduce a la vez en el tributo y en las obras com unes destinadas a glorificar la
unidad, es decir a glorificar sea el déspota de carne y hueso, sea al dios que
es el rep resen tan te imaginario de la tribu" (1) E sa U nidad debe ser puesta en
mayúscula, pero no es otra cosa que el E stad o burocrático ¿no tiene cierta
similitud este régim en, aunque en distintos tiem pos históricos, con el sistema
de los koljoses stalinianos y su colectivización forzosa de la tierra? E n suma:
suya es la tierra en usufruto, pero yo me quedo con su plusproducto; no es
algo nuevo, sino tan viejo com o el despotism o asiático vigente en la URSS
bajo el pod er om ním odo de la "Norm anklatura" nco-stalinista.
7 .- \ M o d o de producción capitalista.— C reado sobre las ruinas del fe-
dualism o, con la separación del capital privado y del trabajo asalariado y con
la econom ía en dinero, la circulación de los productos del trabajo hum ano
como m ercancías y la constitución de dos grandes clases antagónicas: b u r­
gueses y proletarios. Las características del capitalism o son: la m ercancía, el

1 Marx, C. (iriindisse... p. 376

- 12-
Introducción a la economía

dinero, el salario, el interés, los precios en todo y por todo, la plusvalía, la


inm ediatez de la ganancia privada, la traducción de todo valor (hasta los va­
lores espirituales) en valores m ercantiles o de cambio, en una econom ía en
que el capital privado o de E stado explota el trabajo asalariado enajenado.
D e acuerdo con la clasificación m arxisla de los m odos de producción he­
mos enum erado siete. Sin em bargo, a menos que no fuera un régimen de
transición el capitalism o de E stado (en el Este), hay que añadir un m odo
más de producción: el capitalism o de E stado o socialismo burocrático. No
obstante, el capitalism o de Estado, basado en la "nacionalización de la tie­
rra" y la "nacionalización de las industrias y los servicios públicos", es pareci­
do al m odo de producción asiático, que Plejanov consideraba se podría re ­
producir en Rusia, siem pre que las com unidades cam pesinas y de obreros
industriales no avanzaran hacía form as de dem ocrácia directa, con socialis­
mo de autogestión y propiedad social.
Lcnin, d urante el C ongreso del Partido Socialdem ócrata ruso, celebrado
en Stokolm o en 1905, lanzó la consigna de "nacionalización de la tierra"; pe­
ro, luego de la Revolución de 19J7, ya en el poder, cuando nacionalizó la tie­
rra tuvo el presentim iento de que ello podría, en cierto m odo, "restaurar el
m odo de producción asiático"; "restauración —d e c ía — de nuestro antiguo
o rden scm iasiático en Rusia"; "retorno a la Aziatchina" (servidum bre). Y en
el fondo, cuando un koljosiano entrega su producción a precios fijados por
el Estado, con "entregas" obligatorias de productos por hectáreas cultivadas,
siendo que los precios a los cunsum idorcs son bastante más elevados que los
precios pagados a los koljosianos, revela que el cam pesino soviético, con un
sistem a de propiedad estatal, entrega buena parte de su excedente económ i­
co al E stado, como lo hacen o lo hicieron los cam pesinos asiáticos bajo un
E stado burocrático. Es explicable, pues, que los stalinistas y sus sucesores no
hayan querido abrir una polém ica sobre el m odo de producción asiático por­
que, en esc sentido, se descubriría que el sovietismo está más cerca del E sta­
do m andarín, faraónico o de los incas que del v erdadero socialismo, basado
en la dem ocracia directa de las com unidades libertarias españolas de 1936-
39 y no en la propiedad estatal soviética.
El tem a sobre el m odo de producción asiático no está cerrado. No fué
tam poco su iniciador M arx, sino econom istas)' sociólogos clásicos com o R i­
chard Jones, John Suarl Mili, A dam Smilh, Francois Bcrnicr, C. Fostcr,
S lam ford R affles y otros.É stos estim aban que el régimen de producción
asiático no coincidía económ ica, sociológica y políticam ente, con el feudalis­
mo europeo. "El despotism o oriental", "la sociedad oriental", el sistem a asiá­
tico" se basaba en un E stado burocrático despótico que, para m antener las
obras hidráulicas, grandes trabajos públicos y el boato de las cortes, entrega­
ba la tierra en usufructo a la com unidades aldeanas', pero a condición de qui­
tarles la mayor parte de su ingreso bruto o de la renta de la tierra. D e esta
m anera, no acum ulando capital, los aldeanos, la com unidad, se eterniza así
sin poder pasar a otro m odo de producción más progresivo, más creador de

- 13-
Economía autogestionaria

fuerzas productivas. Sólo la llegada de los colonizadores europeos al Asia,


con su producción en m asa y su com ercio competitivo, rom pieron poco a po­
co, el congelado m odo de producción asiático, especialm ente en China, pero
110 del todo en la India, Pakistán y otros países donde ha quedado larvado en
dominios de los "rajás" y otros déspotas.
La R usia zarista, la C hina de los m andarines, han roto con su pasado; pe­
ro al organizar su econom ía, aunque pareciera que lo es sobre un nuevo m o­
do de producción, crean con el E stado burocrático una producción indus­
trial estalisla en las ciudades, y una producción agrícola controlada por kol-
joses o sovjoses, donde el E stado nom bra a los directores, pero en ambos
casos, en C hina o la URSS, el precio de los productos agropecuarios los fija
el E stado, obteniendo una plusvalía entre el precio de referencia en el koljós
o el sovjós, y el precio a los consum idores, en las ciudades. Ello fue muy del
estilo de Stalin para form ar la acum ulación de capital socialista a expensas
de los cam pesinos, principalm ente.
El problem a básico p ara una sociedad socialista no es que la propiedad
privada desaparezca com o el principio y el fin de todos los niales sociales, si­
no lo im portante reside en que la propiedad se convierta en propiedad social
autogeslionada por los productores directos, obreros y agricultores. A sí és­
tos pueden controlar su excedente económ ico, sin que la burocracia estatista
actúe de m ediadora en tre el escalón inferior (com unidad rural o industrial) y
el escalón superior (E stado adm inistrador de las cosas y de los hom bres),
pero con desigualdad económ ica entre ellos.
La cuestión principal es, una vez d errocada una clase dom inante: ¿quién
controla los m edios de producción y de cambio y el excedente económ ico
producido por los trabajadores? El despotism o asiático entregaba la propie­
dad de la tierra, pero se quedaba con el excedente económ ico producido por
las com unidades productivas. A éstas le interesaba muy poco que su propie­
dad fuera comunal, individual o colectiva, lo im portante para ellas era que
una buena p arte de su producido no se les escapara, ya que así se produce
un fenóm eno de servidum bre o de alineación colectiva: vivir com o siervo b a­
jo un despotism o burocrático, tanto en otros tiem pos como ahora bajo el es­
tatism o de tipo soviético congelado en el capitalism o de E stado.
El despotism o asiático fue posible porque los cam pesinos constituyen p e­
queñas com unidades, aisladas unas de las otras, siendo así fácilm ente bati­
das por los ejércitos represivos al scvicio del E stado burocrático. La rebelión
contra este E stad o debe partir de las ciudades donde las poblaciones con­
centradas, en un m om ento de crisis social, económ ica y política, pueden d e ­
safiar al p o d er de la burocracia con una acción revolucionaria que conduzca
a la liberación del pueblo. P or supuesto que, en ese movimiento, para lograr
su em ancipación estarán los campesinos, a fin de poder convetir el despotis­
mo burocrático, que los expolia, en socialismo de autogestión con libertad e
igualdad p ara todos los hom bres sin distinción de clases sociales.
"No hay nada contradictorio, por ejem plo, como en el caso de la mayor

-1 4 -
Introducción a la economía

p arle de ¡as form as asiáticas a que la unidadccnlralizadora que las dirige ha­
ga figura de propietario suprem o o único, las com unas rurales aparecen así
com o sim ples poseedores hereditarios.
La unidad (digam os nosotros, el E stado burocrático) siendo el verdadero
propietario, la esencia de la propiedad com unal, puede ap arecer como un
fenóm eno distinto erigiéndose por encim a de num erosas com unas particula­
res, y entonces el individuo aislado está de hecho sin propiedad. E n otras p a ­
labras, la propiedad —es decir el com portam iento del individuo frente a las
condiciones de trabajo y de la reproducción que parecen pcrtcncccrlc ob je­
tivam ente en tanto que naturaleza no orgánica hacen cuerpo con su subjeti­
v id a d —, es d ad a al individuo por la voluntad de la U nidad (E stado) total re ­
alizada en la persona del déspota, padre de diversas com unas que le conce­
de al individuo (la p ropiedad) por m edio de tal com una particular. D esde
entonces, el sobreproduelo (cxccdcntceconóm ico) legalm ente fijado gracias
a la apropiación real por el trabajo, perten ece autom áticam ente a esta U n i­
dad suprem a (1).
E n suma, de lo que se trata no es de quién es la propiedad si del indivi­
duo o del E stado, de la U nidad suprem a, (E stado) sino de quién es el exce­
dente producido p o r el trabajo hum ano (capitalism o, feudalismo, etc.) o del
trabajo estatal (socialism o burocrático). Stalin, con la colectivización forzo­
sa, se parece así más a un F araón que a Carlos M arx; ¿pero hablaba en
despotism o asiático sin saberlo, confundiendo socialismo con capitalism o de
E stado?.

LA COMUNIDAD PRIMITIVA
La producción no tiene en cuenta los mismos factores que la distribu­
ción: la producción sólo p arte de la N aturaleza, del trabajo y el capital, cate­
gorías reales, que están en el devenir, com o puede apreciarse en el cuadro si­
guiente:

C U A D R O D E C A T E G O R IA S D E L P R O C E SO E C O N O M IC O

E n el d e v e n ir histórico

NATURALEZA E spontánea M odificada D om inada


T R A B A JO Simple M ecanizado A utom atizado
C A P IT A L H erram ienta M áquina Fábrica
Simple M otor autom atizada
En la com unidadprim ilitiva, la naturaleza se presentaba ante el hom bre
paleolítico com o algo espontáneo: el capital y el trabajo del hom bre, cnlon-

1 Marx, C. Ciründissc... "Formas prccapilalistas”.


Economía autogestionaria

ecs, tenían poca capacidad de producción; el capital del hom bre era un palo
m aza o una piedra, en el paleolítico inferior.
El hom bre se agrupaba en hordas salvajes; m uchas de las cuales p erece­
rían devoradas por las fieras o m orían de ham bre. Con malas arm as y una
pied ra toscam ente tallada, no se podía extraer económ icam ente m ucho de la
naturaleza. Ila b ía que recoger bayas y frutos secos, tarea principal de las
m ujeres; ello constituía así una primitiva división del traba jo en que la m ujer
era más im portante económ icam ente que el hom bre, dando ello lugar socio­
lógicam ente al matriarcado.
Con el descubrim iento del fuego, producido en los bosques por rayos,
luego obtenido por frotam iento, el hom bre incorporó a su econom ía una
energía form idable que le perm itiría, calentarse, tener un hogar, cocer los
pescados, raíces feculentas, verduras, etc. Por otra parte, el fuego perm itió al
hom bre fundir m etales nativos, lo cual dió lugar a la edad de bronce, hacia
los siglos X X X -X X V antes de nuestra era. Ello proporcionó m ejores arm as
y herram ientas para la agricultura primitiva, creando así pequeños poblados
y un aum ento de la población con la mayor producción social.
El lenguaje, com o producto social, se desarrolló al mismo ritm o que la
econom ía: el lenguaje es un producto de la praxisy no un don de los dioses;
no lo han creado los filólogos ni los gram áticos, sino el hom bre que fabrica
objetos; pues cada uno de ellos es una nueva palabra que se va adicionando
al acervo linguítico; con su producción m aterial, los hom bres crean lanbien
com o reflejo su producción intelectual, cultura, arte y ciencia.
AI final de la edad de bronce, el hom bre vivía en com unidades más esta­
bles, m ejor abastecidas, con una creciente división social del trabajo entre
los hom bres con distintos trabajos.
Con la edad de hierro, unos 14 siglos antes de nuestra era, se desarrolló la
agricultura con el hacha y el arado de hierro; y la ganadería, con la dom esti­
cación de los anim ales; así se form aron "gens" familiares, a m anera de los vi­
llorrios cam pesinos atrasados de nuestros días. La familia era m atriarcal: to­
dos los hijos nacidos de la misma m ujer eran herm anos y llevaban su apelli­
do. En \¿prom iscuidad o familia primitiva, la m ujer era el más firm e sostén
económ ico: los hom bres entonces aportaban menos producción, con la caza
y la pesca, que las m ujeres con la industria y la agricultura. La com unidad
prim itiva residía, por consiguiente, en la propiedad común, la familia com u­
nitaria, la cooperación simple del trabajo, la distribución igualitaria de las ri­
quezas poseídas, la solidaridad de la "gens", la vida libre (sin opresión ni ex­
plotación del hom bre por el hom bre), la existencia del E stado no era necesa­
ria por no haber clases sociales oprim idas u opresoras, en un comunismo
libertario primitivo.
Con el desarrollo de la econom ía hum ana, im pulsada por los instrum en­
tos de producción de hierro, se desarrolló económ icam ente la agricultura y
la ganadería: nacieron así las "gens" y las "tribus". Estas poblaciones prim iti­
vas tenían necesidad de productos agrícolas, de arm as y otros artículos p ro ­

- 16-
Introducción a la economía

ducidos en las culturas sedentarias. A sí surgió el intercambio ele trueque y,


con ello la creación de nuevos oficios: el herrero, el fundidor, ei carpintero,
etc. El intercam bio de estos servicios lom ó la form a de trueque y, posterior­
m ente, de dinero: Lidia, Egipto, Asiría, Persia, R om a conocieron la econo­
mía m ercantil, pero la m ercancía en form a de dinero no fue la base de su
econom ía; pues de haberlo sido hubiera llegado el capitalism o antes que el
feudalism o, al disolverse el esclavismo con la caída del Im perio Rom ano.
Con las sociedades sedentarias, el hom bre vuelve a la agricultura y despla­
za de la industria a la m ujer: el matriarcado da así paso al patriarcado En
adelante, los hijos tom arán el apellido del padre. El puesto económ ico del
hom bre en la sociedad sedentaria es superior a la m ujer. La com unidad gen­
tilicia prim itiva se transform a en com unidad rural. A parece entonces la pro­
piedad privada. La tierra, la casa, los instrum entos de producción son p ro ­
piedad de la familia, com o lo son todavía en pueblos de agricultura primitiva
de subsistencia en Asia, A frica y A m érica Latina.
Los cautivos o prisioneros de guerras fueron convertidos en esclavos, lo
cual añadió fuerzas productivas y creó otra nueva división del trabajo: ios
amos se convirtieron en E stado (P o d er represivo) para m antener la estructu­
ra de clases. Así, pues, pasando de la naturaleza espontánea a la naturaleza
transform ada, de la caza y la pesca, a las culturas sedentarias, se operó un
gran cam bio social en la sociedad primitiva. C on m ejores instrum entos de
producción, el trabajo primitivo en común dió paso al trabajo familiar indivi­
dualizado (sobre la base de la propiedad privada); así la com unidad prim iti­
va se convirtió en una sociedad dividida en clases: por eso a lo largo de la
historia, la familia, las clases, el E stado y la propiedad han evolucionado, a
grandes rasgos, en la form a siguiente:

EV O LU CIO N I)E LA PRO PIED A D , LAS C LASES, LA FAMILIA


Y EL ESTADO
P R O P IE D A D Familia
COM UN No hay clases No hay prom iscua
(C om unidad primitiva) Estado (m atriarcado)

P R O F IE D A D
PR IV A D A H ay clases Hay E stado Fam ilia
(esclavismo, m onogàm ica
feudalism o, capitalism o) (patriarcado)

P R O P IE D A D
U N IV E R SA L No hay clases No hay Com unidad
(com unism o anárquico) E stado social

E n el anterior cuadro, sobre las categorías socio-económ icas, hem os visto

- 17-
Economía autogestionaria

que la naturaleza espontánea dom ina al hom bre y lo condena a seguirla. E s­


ta contradicción, entre el hom bre y la naturaleza, se opuso a la continuidad
del co m u n ism o prim itivo que estaba dado por la debilidad del individuo ais­
lado frente a la naturaleza. Pero ésta controlada por el hom bre, m ediante la
energía atóm ica y la autom atización del trabajo, debe conducir nuevam ente
al com unism o en un plano más elevado: el socialism o libertario. La negación
de la propiedad privada o estatal encontraría su final en la socialización de
los m edios de producción y de cam bio creados por el capitalism o, en cuyo
cúmulo de riquezas acum uladas históricam ente subyaccn, el trabajo esclavis­
ta del m undo antiguo y el trabajo servil de la E d ad M edia feudal. D ialéctica­
m ente, al negar la propiedad privada, en un régimen autogestionario tendría
que afirm arse la propiedad en común; es decir, habría una doble negación
conducente al régim en de la com unidad primitiva-, pero esta vez con una
econom ía de abundancia, gracias a que los m edios de producción disponi­
bles ahora perm iten la autom atización del trab ajo y el control de la naturale­
za por el hom bre, p ara lograr su dcsalicnación del capital privado o del E s­
tado, en un socialismo libertario.
El hom bre ha realizado un lento progreso desde la época cuaternaria, en
que apareció sobre la tierra, pasando del animal bípedo hasta el hom bre as-
tronaútico que se ha liberado de la gravedad terrestre, volando por el espa­
cio sideral, pero el hom bre d urante un 1.000.000 de años, más o menos, no se
ha liberado de su anim alidad primitiva: sigue siendo un animal de presa;
pues defiende su territorio local, regional, nacional o imperial, provocando
guerras. A sí transform a su progreso económ ico y tecnológico en retroceso:
ham bre, genocidios y calam idades.
El hecho, por ejem plo, de que sea posible una catástrofe nuclear, tan só­
lo porque la tribu de los rusos o de los yanquis se disputan el dom inio del
m undo, indicaría que, a parle de otras contradicciones violentas no su p era­
das, el hom bre no tiene así asegurado su futuro, a pesar de su progreso cien­
tífico y tecnológico, ya que le falla asim ilarlo con un paralelo progreso cultu­
ral, filosófico, político, social y moral. U nicam ente así se plantearía la unidad
del m undo sin imperialismos, hegem onism os, racismos y lucha de clases, p a­
ra hacer del m undo un solo país, acabando con la guerra entre las naciones.
P ero sin una dem ocracia universal asociativa y federativa, no habrá paz
social y sin ésta habría conflictos, violencia, posibilidad de autodestrucción
del hom bre: raro bípedo dotado de un gran cerebro, pero que sin un asocia-
cionism o autogestionario universal, iría hacia el caos del cual, como un mila­
gro, ha salido p ara ganar la tierra ¿o p ara reto rn ar al gran vacío con su auto-
destrucción nuclear en una últim a guerra..?

EL CAPITALISMO EN SU DEVENIR

E n lre la prosperidad y la depresión, subordinado el ciclo ascendente o

-1 8 -
Introducción a la economía

deprim ente, el capitalism o norteam ericano ha ido transform ando sus catego­
rías económ icas en sus contrarios: la com petencia en monopolio, el liberalis­
mo económ ico en dirigismo. A l concentrarse y ccnlralizarcc el capital privado
desarrolla una dalcctica que lo transform ará en su contrario: el socialism o. El
capitalismo, altam ente concentrado, lleva, como devenir inm ediato, el socia­
lismo; pues sólo tiene dos clases en presencia: el proletariado y la burgesía;
la solución de esc antagonism o se resuelve únicam ente con el socialismo. Al
contrario, en los países subdcsarrollados, donde hay más clases que el p role­
tariado y la burguesía, la instauración inm ediata del socialismo pasa por una
lenta transform ación de sus diversas clases sociales.
Sin dejarnos llevar por los mitos de la técnica como condición para el so­
cialismo, creem os que la cantidad de fuerzas productivas cuenta objetiva­
m ente p ara su im plantación. E n este orden de ideas, es muy posible que los
E stados U nidos estén más ccrca del socialismo, con su base económ ica
avanzada, que la China con su base económ ica atrasada. Es evidente que la
técnica no lo decide todo, pues el hom bre es un ser activo, m ientras que la
técnica es un elem ento pasivo. No obstante, la instauración del socialism o no
puede hacerse inm ediatam ente con una infraestructura económ ica atrasada.
D e ahí la necesidad de crear fuerzas productivas, aceleradam ente, por m e­
dio de la acum ulación socialista, sobre lodo, en países, económ ica y técnica­
m ente atrasados, como los afro-asiáticos y latinoam ericanos; pero sin que la
acum ulación de capital social excluya la dem ocracia directa de los trab aja­
dores en un socialismo no autoritario sino libertario.
E n m uchos países subdcsarrollados hay gobiernos "socialistas”: la supe­
restructura política es avanzada y la infraestructura económ ica atrasada. En
E stados U nidos hay un gobierno capitalista reaccionario: su política es con­
servadora, pero la econom ía es revolucionaria, en cuanto a sus posibilidades
sociales y tecnológicas. Tales contradicciones deben ser resueltas, dialéctica­
m ente, por m edio de la lucha revolucionaria. Es explicable, por consiguiente,
que el gobierno soviético tienda a ser conservador, debido al atraso econó­
mico en que se encontraba Rusia, m ientras que en O ccidente los gobiernos
burgueses tienden hacía posturas socializantes (econom ía dirigida, nacionali­
zación de sectores económ icos básicos, em presas mixtas, control del com er­
cio exterior etc.). El socialismo no es una categoría subjetiva del espíritu, si­
no una categoría histórica derivada objetivam ente del capitalismo; es su ne­
cesario devenir dialéctico; pero sin caer en el capitalism o de E stado
soviético.
Las crisis económ icas cíclicas, la desocupación perm anente, las guerras
revolucionarias, la lucha entre los países subdcsarrollados c imperialistas,
la contradicción entre O riente y O ccidente, indican que estam os en el um ­
bral de la sociedad socialista. El triunfo del socialismo libertario requiere la
instauración de una sociedad autogestora liberada del E stado. Por tanto,
O ccidente, que tiene más contradicciones activas que O riente, puede ser el
factor histórico y político decisivo p ara la instauración del socialismo, cu­

- 19-
Econ 0111 ía aut ogcs t ¡oiiaria

yo m onopolio no lo tiene la sociedad soviética que, a decir verdad, está en


transición, del capitalism o de E stado al socialismo autogestionario, como
pedia la voz de ¡os trabajadores, en las em presas soviéticas, en sus huelgas
de 19S9.
Las fuerzas históricas revolucionarias están presionando más en O cci­
dente que en O riente. Com o la infraestructura económ ica burguesa priva al
hom bre de su derecho al trabajo (cuando llegan las crisis), cosa que no suce­
de tanto en el m undo soviético, ¡a gran batalla del cambio socio-económ ico
tiene que darse más en el escenario capitalista; en el T ercer M undo, en E u­
ropa occidental y en E stados U nidos. El hom bre soviético está congelado
políticam ente por falta de inform ación veraz, m ientras que la sociedad b u r­
guesa carece de estabilización, en gran m edida, p orque el sistem a capitalista
de necesidades y de propiedad privada, determ ina las huelgas, las crisis eco­
nóm icas cíclicas, la desocupación obrera, las guerras generales y marginales,
las luchas revolucionarias de liberación nacional.
La U nión Soviética, con m enor pod erío económ ico que los países capita­
listas en conjunto, no puede exportar su revolución directam ente, por tem or
a la guerra de represalias nucleares. En este orden de ideas, la "coexistencia"
está im puesta por la debilidad nacional de la URSS para enfrentarse direc­
tam ente con O ccidente. Podría haber optado el Kremlin por la estrategia in­
directa de la guerra revolucionaria contra el capitalism o occidental, pero las
pequeñas guerras conducirían a una guerra grande, si son alim entadas logís-
ticam entc por los soviéticos. Luego la lucha por el socialismo se desplaza a
los países scm i-colonialcs, a los países dependientes del hegemonismo sovié­
tico y al interior de las grandes potencias capitalistas, en los años decisivos
de finales de! siglo X X, que irá dism inuyendo el papel dirigente de los sovié­
ticos. El teatro de operaciones de la revolución socialista tiene su prólogo,
pues, en los países subdcsarrollados y su epílogo en los países capitalistas
avanzados, en las últimas décadas del siglo XX y comienzos del siglo XXI,
para cerrar así el ciclo del capitalism o com o m odo histórico de producción,
consum o, cam bio y distribución de la riqueza.
D entro de lina latente depresión económ ica, el capitalism o norteam eri­
cano ha desarrollado en zigzag sus fuerzas productivas, entre dos guerras
mundiales: su crcdim icnto económ ico se ha realizado, no com o bienes de
producción, sino com o imperialismo económ ico en form a de m aquinaria de
guerra. Así, dialécticam ente, lodo progreso del capitalism o norteam ericano
es, en realidad, retrogresivo; pues el m odo capitalista de producción es inca­
paz de digerir su propio progreso económ ico y tecnológico, m ientras no se
transform e en socialismo. Así, pues, si no hay revolución socialista habrá
guerra im perialista. Tal es el dilem a de los años decisivos del siglo XX y el
siglo XXI.
D urante la gran depresión de 1929-33, se detuvo el crecim iento de las
fuerzas productivas, casi al 50% de su capacidad real de producción, desa­
provechando en E E .U U . la capacidad de trabajo de unos 15 millones de tra ­

-2 0 -
Introducción a la economía

bajadores, hacia 1933. Luego, bajo el espejism o del rearm e, se repuso el ci­
clo económ ico depresivo, m ediante inversiones im productivas en arm am en­
tos , que tienen la m ala virtud de estim ular la econom ía de cscascz, sin la
cual no puede m archar la m aquinaria explotadora del capitalismo. A sí para
que 200 familias sean muy ricas, en cada país, la m ayoría de la población tie­
ne que ser pobre, en este m undo injusto del capitalismo.
La cicada pública del gobierno norteam ericano —que representa casi la
m itad del valor de la renta nacional —, ha crecido hasta límites insospecha­
dos. M uchos billones de dólares de deuda pública norteam ericana son la
única riqueza en com ún del pueblo estadounidense; pues esa deuda la tiene
que pagar el pueblo trab ajad o r en form a de im puestos y de inflación siste­
mática, crónica. E n E stados U nidos las deudas, públicas y privadas, m archan
paralelam ente con la inflacción m onetaria y el aum ento de la deuda fiscal y
de una deu d a externa de unos 600.000 millones de dólares, en 1989.
G racias a la inflación persistente, las inversiones en la producción de a r­
m am entos (para tiem po de paz), los subsidios a la limitación de superficies
de siem bra de granos (financiación de la ociosidad), la explotación de los
países subdcsarrollados y la degradación de los salarios en USA para au­
m entar la lasa de plusvalía del capital), el Tio Sam va acum ulando, lenta­
m ente, una crisis económ ica que tiende a ser crónica destruyendo riquezas y
desocupando m asas hum anas p ara crcar una econom ía de cscascz.
El capitalism o norteam ericano, en su dialéctica, tiene un devenir revolu­
cionario, ya que no ced erá su puesto dirigente, d entro y fuera de los Estados
U nidos, sin com batir bélicam ente: el yanqui, a pesar de la "coexistencia pací­
fica", es el gendarm e de O ccidente y una am enaza para el O riente. La histo­
ria de la hum anidad, m ientras sea un reflejo de la lucha entre los imperios,
aun con todo el progreso tecnológico acum ulado, es una m anifestación de la
barbarie, teniendo en Wall S treet su b ecerro de oro, y en el Kremlin, a M ar­
te. A sí es más im problable la paz que la guerra en un m undo de antagonis­
mos en tre las clases sociales y entre las potencias m undiales.
E l hecho de que el hom bre y las naciones no sean capaces de asim ilar la
energía atóm ica con el capitalism o im perialista y el hegem onism o soviético,
indicaría que nuestro m undo está ya m aduro para el autogobierno libertario,
a fin de que la hum anidad pueda utilizar todas sus fuerzas productivas libe­
rándose, finalm ente de la lucha de clases, la guerra entre las burguesías na­
cionales (guerras im perialistas) y las crisis económ icas (provocadas por la
alineación del hom bre, derivada de la m ercancía ,dc la plusvalía y de la p ro ­
piedad capitalista). Los pueblos quieren ser libres, sin alineaciones ni con­
tradicciones, propias del capitalism o privado (O ccidente) o del capitalism o
de E stado (O riente).
La burgesía norteam ericana —por más que quiera la "coexistencia", el
K rem lin —, tiene que devenir confrontación con el T ercer M undo y con R u­
sia. La g uerra no reside en el mal por el mal mismo, sino en el im perialism o y
en el hegem onism o. H e ahí lo que ocultan los burgueses y los burócratas.
Economía autogestionaria

E n razón de su dialéctica, el capitalism o yanqui es el mismo y otra cosa


diferente, a cada m om ento de su historia; pero sus límites de evolución están
próximos. Así, pues, su evolución detenida (crisis) tendrá que transform arse,
dialécticam ente, en revolución de sus masas asalariadas dentro y fuera de
USA.
H asta 1934, el capitalism o norteam ericano estaba regido por la com pe­
tencia, el patrón-oro, la no intervención del E stado en la vida económ ica y la
ley de la o ferta y la dem anda; pero, actualm ente está en la econom ía dirigi­
da. P o r ejem plo, los agricultores reciben "subsidios" (siem pre que cultiven
menos acres de trigo, maíz y productos agrícolas depresivos; los industriales
cuentan con las inversiones multimillonarios de los program as de la defensa
nacional, p ara salvar la industria pesada de la crisis de m ercados; los bancos
norteam ericanos están dirigidos por el sistem a de la Reserva F ederal (para
poner el dólar al servicio de los "trusts"). A hora el capitalism o liberal de los
siglos X V III, X IX y el de las tres prim eras décadas del siglo XX, es im posi­
ble su restauración
E stos cam bios cualitativos del capitalism o, en razón de elem entos cuanti­
tativos económ icos, aproxim an el capitalism o a un período revolucionario, a
una situación de guerras m arginales, de guerras imperialistas; o lo uno o lo
otro; o las dos cosas a la vez; lo que hace inevitable la llegada de una socie­
dad socialista a escala planetaria.
E l capitalism o ha pasado ya varias fases histórico-económ icas y, por tan­
to, se acerca al socialismo. Pues, en tanto que categoría histórica, el capita­
lismo ha evidenciado cam bios cualitativos: a) capital mercantil, durante los
siglos XV y XVI; b) capital m anufacturero, en los siglos X VII, XV III y la
prim era m itad del siglo XIX; c) capital financiero im perialista, en el siglo
XX.
El átom o y la autom atización del trabajo descubiertos en el capitalism o,
son una energía y un m edio de producción propios del socialismo, no para el
capitalism o; puesto que éste no puede absorber estas fuerzas productivas sin
en trar en una crisis económ ica que lo abarque todo, en guerras m undiales de
destrucción colosal y en una desocupación masiva de trabajadores.
El im perialism o económ ico (capitalism o a la escala universal) si bien lle­
va el neo-coloniaje —bajo diversas fo rm as— a los países subdesarrollados,
destruye económ icam ente, con la produción en masa, las viejas industrias y
el artesanado de estos países. Sin im perialism o económ ico no habría habido
revolución china, pues las viejas castas chinas habrían perm anecido intactas
sin la com petencia económ ica de las m ercancías y de las inversiones de capi­
tales de O ccidente.
El im perialism o económ ico, con su penetración económ ica, destruye el
artesanado y la industria artesanal en países como México, Perú, Brasil o la
India; consecuentem ente crea así condiciones objetivas para cam bios socia­
les en los países sem icoloniales o dependientes, cargados de deudas externas
y m anipulados por el Fondo M onetario Internacional (FM I).
Introducción a la economía

L a dinám ica del capitalism o se inspira en la ley de los gases: tiende a


ocupar siem pre un espacio mayor para no perecer por cristalización. E n este
sentido, la ley inm am ente del capitalism o reside en procurar dem anda p e r­
m anente p ara las m ercancías c inversiones sobrantes para colocarlas en los
países subdcsarrollados, a fin de obtener beneficios, fuentes de m aterias p ri­
mas y de energía, m ercados p ara sus productos m anufacturados. La interde­
pendencia entre países desarrollados y países subdcsarrollados constituye
una contradicción, un m otor revolucionario de nuestro tiem po. La contra­
dicción principal no reside ya en tre la URSS y la USA, sino entre la C EE,
U SA y Japón y los países subdcsarrollados: ello constituirá el destino revolu­
cionario de los finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI

DIALECTICA CAPITAL -T R A B A J O

E n la dialéctica de la historia, el capitalism o es un régim en de transición


a una fase superior de la civilización en que no prevalecerá la lucha de cla­
ses, la propiedad de la tierra ni del capital. E n su devenir dialéctico, el capita­
lismo lleva en sí el socialismo, a fin de superar alineaciones y contradicciones
inherentes a la propiedad privada, los antagonism os nacionales, la lucha de
clases y el E stado de clase, cuya superación sería posible en una econom ía
de gestión del capital p o r el trabajo asociado (autogestionando la em presa
p or los trabajadores).
E n antagonism o capitalista en tre trabajo asalariado y capital privado,
crea las contradicciones de clac entre el obrero y el em presario. El pro leta­
rio (desposeído de sus m edios de producción) se opone al patrón (p ropieta­
rio de esos medios, pero no productor). Bajo el régimen de propiedad priva­
d a o estatal de la tierra y el capital, surge la contradicción entre obreros y
patrones, entre terratenientes y arrendatarios, en tre capital apropiado y tra ­
bajo asalariado. E stas contradicciones están en la infraestructura del sistema
económico. P ara m antenerlas históricam ente los explotadores y opresores
crean un E stado de clase, destinado a defen d er o perpetuar sus privilegios
económ icos y políticos, ya sea con capitalism o privado o de Estado.
N ecesariam ente, el pueblo trabajador, (para liberarse de la explotación y
de la opresión), tiene que crcar el autogobierno, socializar los m edios de
producción y de cam bio, auto-organizar una sociedad en que prevalezca el
interés general y no el particular, a fin de acabar con la explotación del hom ­
bre por el hom bre, p ara desaliernarlo (liberarlo) del fetichismo de la riqueza,
bajo la form a de m ercancía que incluye la plusvalía usurpada por la burgue­
sía o la burocracia al trab ajad o r asalariado.
U n proletario es un no-propietario respecto de un propietario. P ero si
sólo acabam os con la propiedad privada no hem os resuelto la contradicción
entre o brero y capitalista sin autogestión de la producción por los producto­

-2 3 -
Economía autogestionaria

res direeios. Al negar un térm ino de esta contradición tenem os, necesaria­
m ente, que negar al otro, esto es, realizam os una doble negación, pero a
condición de que desaparezca el patrón privado y el E stado-patrón. E n ra ­
zón de esta dialéctica, al em anciparse el o brero como clase debe em ancipar
a todas las dem ás clases oprim idas, creando una sociedad sin ciases, cosa
([ue 110 hizo la burguesía al derrocar el pod er de la aristocracia feudal ni
tam poco lo ha hecho la burocracia soviética con capitalism o de Estado. El
obrero, no puede liberarse a sí mismo sin em ancipar, a su vez, a todas las d e­
más clases. Pues al convertir en propiedad estatal la propiedad privada, el
proletariado no suprim e la renta de la tierra ni la plusvalía, si la burocracia
totalitaria ocupa el lugar de la burguesía com o beneficiaría de la plusvalía de
Estado.
Al abolir las categorías económ icas, que hacen a las clases sociales, debe
ser suprim ido el E stado de clase (el Estado burgués o el Estado burocráti­
co), para evitar que el capitalism o privado sea sustituido por el capitalism o
de E stado. La autogestión de em presas por m edio de federaciones de indus­
tria, articuladas en un consejo económ ico central, y los comités de autode­
fensa de ¡a revolución social, deben socializar el E stado burgués, para no
perm itir el retorno ai pasado, no dejando que el capitalism o de E stado susti­
tuya al capitalism o privado, ni la burocracia a la burguesía, ni el totalitarism o
del partido-único al pluralism o político burgués, ya que así iríam os de mal
en peor.
Las com unidades libertarias dem ostraron, com o colectividades rurales y
federaciones de industria en la revolución española (1936-39), la m ejor m a­
nera de organizar una econom ía aulogestionada sin prcvalcncia de la bu ro ­
cracia sobre los trabajadores urbanos y rurales, auto-organizados librem en­
te. D ebe procurarse la gestión directa de los productores en la dirección de
la econom ía, a fin de evitar que la burocracia se constituya en una "nueva
clase" dom inante.
En la URSS, se proclam ó lo "nuevo sin desarm onías", pero el E stado p a­
trón se m antiene com o el absoluto hegeliano, lo cual prueba que hay nuevas
contradicciones en el m odelo de sociedad soviética, que la burocracia diri­
gente no las quiere revelar o no se da cuenta de ellas, dejándose llevar por la
alineación política y los mitos de la técnica (base económ ica del com unis­
mo), m ientras se subestim an los factores hum anos, frenando así el E stado la
participación de las masas en la gestión de la econom ía, la adm inistración, la
cultura, la política interior y exterior y la autodefensa del régim en sin con­
fiarlo todo a la KGB y al ejército separado de la sociedad civil.
El m odelo soviético, con su hegem onism o hacia afuera y su capitalism o
de E stado hacia adentro, invadiendo el A fganistán, H ungría y C hecoslova­
quia, im poniendo la dictadura burocrática contra la voluntad de todo un
pueblo, no puede ser el cam ino hacia el socialismo y, m enos aún, al com unis­
mo, ya ((ue el o brero soviético es una clase oprim ida y explotada.
En la Unión Soviética, la dialéctica capital-trabajo crea un antagonism o

-2 4 -
Introducción a la economia

como b ajo el capitalism o privado, sólo que, en la sociedad soviética, la lucha


de clases no se m anifiesta abiertam ente por que el ' Estado de todo el pue­
blo", no es del pueblo, sino un instrum ento de dom inación de la burocracia
sobre el proletariado, Así, pues, la cuestión esencial, en O riente o en O cci­
dente, reside no en qué clase de E stado nos dom ina, sino cómo nos liberare­
mos de su explotación y opresión m ediante la dem ocracia directa, ejercida
por el pueblo auto-organizado en su propio interés, sin burguesías ni bu ro ­
cracias dom inantes, excluidas por la propiedad social en una com unidad li­
bertaria, donde la libertad sea posible m ediante igualdad entre los hom bres.

ALIENACION, "PRAXIS" Y LIBERACION

La econom ía política es, con la filosofía, la m ás alienada de las form as del


saber hum ano. Bajo el im perio de las clases sociales antagónicas y de la ex­
plotación del hom bre por el hom bre, la econom ía capitalista está mistificada,
pues sigue las determ inaciones egoístas de las clases, las naciones y la p ro ­
piedad privada o estatal. En razón de esta dialéctica, la finalidad de la eco­
nom ía de clase es la perpetuación de la explotación del hom bre por el hom ­
bre.
El producto o la ren ta de un país, por ejem plo, no es una riqueza en b e­
neficio de toda su población, sino más bien rentas para los capitalistas, los
burócratas o los latifundistas. En el capitalism o se persigue la obtención tic
plusvalía con desprecio de lo hum ano, del derecho del trabajador al produc­
to de su trabajo. Así, pues, la econom ía de clase es un seudo-ciencia que ju s­
tifica la explotación y opresión popular por una pequeña m inoría privilegia­
da, que succiona plusvalía. La econom ía burguesa (com o la esclavista, la feu­
dal y la burocrática) legítima, como falsa ciencia, la explotación del pueblo
en beneficio de una reducida "élite": oligarquía, plutocrática, burocracia,
tecnocracia, población improductiva.
Bajo el régim en esclavista el am o tenía derecho de usar y abusar del es­
clavo com o si se tratara de un animal dom éstico. Con el capitalism o, la p ro ­
piedad del capital es el derecho de expoliar al obrero, de cerrar fábricas
creando desocupación si no hay ganancias p ara el capitalista, de alienar al
obrero en su salario, de form ar "cárteles", "trusts" y "pools", anteponiendo el
interés particular al interés general de la sociedad.
En la sociedad burguesa o burocrática, bajo la dictadura del capital p ri­
vado o de E stado sobre el trabajo asalariado, el capital tiene como finalidad
alienar al obrero en el patrón; hacer así del hom bre desposeído una m ercan­
cía m ediante la venta de su fuerza de trabajo. D e esta m anera, el capital, que
es hijo del trab ajo o trabajo pasado, se presenta como enem igo del trabajo
(vivo) asalariado, ya que el obrero no es dueño de sus instrum entos de p ro ­
ducción.
Con el csclavismo, el feudalism o, el capitalism o y el socialismo de E sta­
Economía autogestionuriu

do, las form as cam biantes de la propiedad de la tierra y del capital crean di­
ferentes clases sociales, distintos modos de producción, pero todos ellos b a­
sados en la explotación del hom bre por el hom bre. T anto en el m undo anti­
guo com o en el m undo m oderno, con csclavismo, feudalism o o capitalism o
privado o de E stado, la propiedad privada o pública alienan a los hom bres
por m edio de la riqueza usurpada al trabajador. La tierra, los instrum entos
de producción, el suelo, el capital, el trabajo y su producto, no tienen la cul­
pa de esta alienación, de presentarse com o renta, plusvalía, salario o m er­
cancía', pues ello depende de las relaciones sociales de producción, de la
propiedad privada o estatal, del m odo de producción, del grado de d esarro ­
llo de las fuerzas productivas, de la no participación del trabajador en la em ­
presa. La esclavitud, p o r ejem plo, no p odría im ponerse en nuestra época
con la electrificación y el m aqum ismo, sino con el retorno a una sociedad in-
fradcsarrolluda, que tuviera los mismos niveles de productividad y de técni­
cas que rigieron en ¡as sociedades esclavistas del M undo A ntiguo y del N ue­
vo M undo antes de ser abolida la esclavitud por las revoluciones am ericanas.
A m ediados del siglo X IX era necesaria la esclavitud en Estados U nidos,
cuando los cultivos de algodón, el tabaco y la caña de azúcar no estaban m e­
canizados. A hora cada obrero norteam ericano, dispone de más de 200 caba­
llos m ecánicos por día, que le dan una productividad enorm e, propia ya de
una sociedad más igualitaria. La sociedad va rebasando la escasez económ i­
ca p ropia del capitalism o: pide, pues, la instauración del socialismo de au to ­
gestión. Las fuerzas productivas avanzadas en E stados U nidos y su gobierno
políticam ente conservador, crean una dialéctica conflictiva. El capitalism o se
m antendrá, en N orteam érica, m ientras recurra a la guerra im perialista, ex­
porte hacía afuera el im perialism o p ara evitar el socialismo hacía adentro;
pero los trabajadores estadounidenses tendrán -un día- que derro car a sus
capitalistas, para no tener que m orir en m asa en los cam pos de batalla como
en V ietnan, C orea y otros frentes, o quedarse sin trabajo en grandes crisis
económ icas com o las de 1929-33.
El desarrollo de las fuerzas productivas, en el curso de la historia, indica
que, cuando éstas están constreñidas p o r conveniencias de las clases privile­
giadas, la dcsalicnación del pueblo trab ajad o r pasa, necesariam ente, por la
revolución. E n estas situaciones críticas, la violencia se inserta com o el con­
tenido de la historia para resolver, en los hechos, lo que ya está dado históri­
cam ente com o necesidad de cam bio revolucionario para la civilización.
P ero la revolución social por sí misma no resuelve lodo: no conduce, des­
de el caos, las crisis, las guerras y la desocupación en masa, a un orden arm ó­
nico, al socialismo aulogestionario, tan sólo p orque haya sido suprim ida la
propiedad privada. Pues p udiera suceder que —creyendo que se está en el
socialism o, confundido con capitalism o de Estado, a propósito de instaurar
la dictadura del proletariado — , se im plante la dictadura de la burocracia :
nueva form a del despotism o a menos que no se instauren form as de dem o­
cracia directa, de autogobierno libertario.

-2 6 -
Introducción a la economía

U n investigador sincero, que tenga más respeto por la verdad que por
cualquier ideología, debe llevar el análisis hasta sus últimas consecuencias en
las contradicciones dialécticas, sin p ararse en consideraciones doctrinales o
dogm áticas. E l interés popular está por encim a de todos los intereses secta­
rios, particularism os, grupos, clanes o partidos. M arx (com entando la actitud
honesta y sincera de Diavid R icardo, que com o burgués revelaba contradic­
ciones en la econom ía buerguesa, pues fue el que m ejor desarrolló la ley del
valor-trabajo) decía: ” quien subordina la objetividad científica a propósitos
extraños" (...)" es un hom bre que trata de acom odar la ciencia a un punto de
vista que no deriva de su propio interés aunque fuera erróneo, sino de inte­
reses extraños, ajenos y bastardos (a éste hom bre) yo, le llamo vil", (1).
El socialismo, m istificado (burocrático), se ha desprestigiado en estos úl­
timos años. M arx probó con el análisis del m odo de producción asiático, que
el E stado burocrático se p odría reproducir como falso socialismo, y ello se
ha dado en la URSS bajo el stalinismo y Cía.
Stalin se opuso a que se investigara , más a fondo, el m odo de producción
asiático, basado en la propiedad com unal, pero con apropiación estatal del
excedente económico, quizá p orque pareciera lo que Plejanov tem ía: un re ­
torno de Rusia —luego de nacionalizar la tie rra — a un despotism o asiático,
que se va concretando luego de varias décadas de socialismo estatal, opuesto
a la autogestión, en la URSS congelada socio-económ icam ente en el capita­
lismo de E stado, que rechazan sus obreros y cam pesinos
En este sentido, Bakunin criticó a Marx, no tanto por su doctrina econó­
mica y su concepción m aterialista de la historia —que la co m p artía— como
por su teoría del E stado que implicaba, a la larga, el gobierno de una m ino­
ría burocrática explotadora y opresora de los trabajadores, cosa que ha suce­
dido en los regím enes m arxistas-lcninistas.
El stalinismo —com o expresión del burocratism o soviético— ha d esarro ­
llado el capitalism o de Estado: nuevo despotism o asiático. Sin em bargo, el
hum anism o de M arx, más ailá del E stado-patrón de tipo staliano, ha plan­
teado la dcsalicnación del obrero, la creación del hom bre integral, el socialis­
mo universal, el "Estado barato" de la Com una de Paría (17S1), un poder po­
pular autogestor ejecutivo y legislativo al mismo tiem po, que no tiene ningún
parecido con el socialismo burocrático. Así, pués, ¿en qué m edida el sovic-
tismo es socialismo? ¿Es, a la luz del marxismo, un país socialista la Unión
Soviética?
A un siglo de la m uerte de Bakunin y M arx, su polém ica no p ierde vali­
dez, pues sus doctrinas no se conciban: Bakunin es la acción revolucionaria y
M arx, un pensam iento neo-burgués. La dem ocracia directa, que es socialis­
mo libertario, es posible, en nuestra época, con la autom atización del trab a­
jo, la energía atóm ica, la gran productividad del trabajo, el avance de la cien­
cia y de las técnicas, que han hecho real ahora lo que pareciera utópico en el
siglo de M arx y Bakunin.

1 C itad o p o r C. M arx, en T \1 W , II p a rle 1. 312.

- 27-
Economía autogestionaria

El problem a para nosotros no es p erdernos en discursiones escolásticas,


en bizantinism os, sino en explicar nuestro tiempo, sin respeto ideológico o
m ítico por nada ni por nadie. El siglo X X nunca debe ser explicado por el si­
glo X IX , sino por los filósofos, los científicos, los econom istas, los políticos,
los sociólogos, los intelectuales, los sabios, los literatos y los artistas libera­
dos de las ideologías del siglo XIX, todavía vigentes en el siglo X X y con d e­
m asiada determ inación del pasado sobre el p resente y el futuro inm ediato.
Si la política de nuestro tiem po está en el siglo XIX , a causa del dogm a­
tism o de las ideologías que no dejan ver las realidades, m ientras la ciencia y
las tecnologías m odernas han alcanzado los niveles de la cibernética, la en er­
gía atómica, la astronáutica, ia mundialización de la econom ía y de la infor­
mación, una rara dialéctica, entre el pensam iento atrasado y unas tecnolo­
gías avanzadas, tiene que crear falsas filosofías, políticas, ideologías y doctri­
nas, tanto en el Este com o en el O este.
lie m o s recorrido m uchos siglos desde el "pitecanthopus erectus", desde
el pleistocenio m edio de Java hasta el hom bre cibernético; pero, ¿para qué
serviría tanto progreso alcanzado si un día todo podría retroceder a la época
de las cavernas por convertir el átom o en las bom bas atóm icas que destruyan
la civilización m oderna, si no somos capaces de superar el capitalism o con el
socialismo libertario?
O asimilamos la m undialización de la econom ía y de la civilización con
un m undo planetario federativo (sin guerras ni luchas de clases, sin crisis
económ icas, guerras locales y m undiales, revoluciones y contrarevolucioncs
sociales), o entrarem os en un período de luchas entre las naciones y las cla­
ses sociales antagónicas, lo cual conduciría a la caída del "homo sapiens". Si
una ciencia alineada, incontrolada, puede hacer saltar todo con la bonba
atóm ica; si la econom ía de relativa abundancia ha de conducir a las crisis
económ icas y a la miseria social por no poner en arm onía los recursos natu ­
rales y los recursos hum anos; si, en fin, todo progreso ha de transform arse en
retroceso, debido a que los egoísmos de clase provocan las revoluciones san­
grientas y los egoísmos m undiales las guerras generales y locales; si todos d e­
bem os estar contra todos: ¿para qué el hom bre se llama racional? En defini-
tiva, si la ciencia no es em pleada p ara salvar al hom bre, sino para destruirlo:
¡qué ilógica es nuestra época! Ello sucede porque la alienación del hom bre
reside en la escisión en ciases antagónicas o en bloques (agresivos) im peria­
listas o hegem onistas; por eso sin superación de la alienación del hom bre,
no habrá paz ni progreso en la tierra. A hora bien, la desalienación pasa, ne­
cesariam ente, por el socialismo de autogestión. Hay, pues, que elegir entre la
autodestrucción del hom bre o su liberación. I le ahí la alternativa de nuestra
época de capitalism o m onopolista, hegem onista o im perialista, que ya ha
creado técnicas para ser transform ado en una sociedad libertaria universal,
federal y autogestionaria, sin distinción de clases ni de razas.

LA TERCERA REVOLUCION INDUSTRIAL


En. el siglo X IX com enzó a desarrollarse progresivam ente la prim era re­

-2 8 -
Introducción a la economía

volución industrial vinculada o determ inada p o r el em pleo de la m áquina de


vapor, la producción de hierro y acero en grandes em presas siderúrgicas, la
construcción de ferrocarriles por lodo el m undo, el em pleo de telares m ecá­
nicos en la industria textil y la fábrica con fuerza m otriz central transm itida a
las m áquinas por m uchas poleas de transm isión. Por otro lado, paralelam en­
te, se desarrolló el capital financiero con los Bancos y las Bolsas de V alores
para movilizar el ahorro hacia inversiones en sociedades anónim as que em i­
tían acciones y obligaciones por cuyo mecanismo, en gran parle, fueron crea­
das grandes em presas industriales, m ercantiles y financieras.
Al final del siglo XIX, com enzaron a constituirse, en Estados U nidos
principalm ente, poderosas em presas integradas horizontal o vcrticalm ente
m onopolizando la producción de m aterias prim as o de productos m anufac­
turados. En 1901, por ejem plo, se constituyó la United States Steel Corpora­
tion, el mayor ''trust" del acero en el m undo, agrupando 19 Altos H ornos, mi­
nas de hierro, barcos de transporte de este mineral, líneas férreas para su
transporte terrestre y, com o nexo de ese "trust" siderúrgico gigantesco, para
su financiación, la banca M organ.
En las prim eras décadas del siglo XX, con la invención del m otor de ex­
plosión y del m otor eléctrico, la construcción de grandes centrales hidro y
term oeléctricas, sin por ello no utilizar la m áquina de vapor, com enzó, sin
em bargo, la segunda revolución industrial bajo el signo de la electricidad en
las fábricas y talleres, del tracto r y la cosechadora en la agricultura, pasando
enorm es masas de población rural a las ciudades industriales con varios mi­
llones de habitantes. En este sentido, entre las dos guerras m undiales del si­
glo XX, se com pletó la segunda revolución industrial, desapareciendo la m á­
quina de vapor en los prim eros años de posguerra, hacia el período de 1945-
1950.
Sin em bargo un gran acontecim iento anunció, en ese mismo período y
posterior, el com ienzo de la tercera revolución industrial, la utilización de la
energía atóm ica, el advenim iento de la cibcrm ética y de la época espacial,
en 1957, com enzando así la producción industrial integrada por ordenadores
en cadenas de producción autom atizadas, sobre lodo, en las industrias de
punta: petroquím icas, farm acopea, telecom unicaciones, electrónica, biotec­
nologías, m etalografía de nuevos m ateriales, producción de sem iconductores
y circuitos integrados, fabricación de arm am entos sofisticados tales como
subm arinos y portaviones nucleares, misiles de corto, m edio y largo alcance,
arm as inteligentes doladas de cerebros electrónicos capaces de buscar su
objetivo V, adem ás, oíros logros de la tercera revolución industrial como la
"revolución verde" en la agricultura. T odo ello advino, principalm ente, en
E stados U nidos y Jap ó n y, en m enor m edida, en E uropa. Japón, sobre lodo,
en el plazo de los últimos treinta años del siglo XX, pasó de la segunda revo­
lución industrial a ocupar un puesto similar al de Estados U nidos en la te r­
cera revolución industrial.
1 lacia 1984, Ja p ó n ya ocupaba el prim er puesto mundial en m etalografía,

-2 9 -
Economía autogestionaria

robótica y fabricación de sem iconductores electrónicos, m ientras que Esta­


dos U nidos se m antenía en prim er lugar en los sectores siguientes: inform áti­
ca, telecom unicaciones, biotecnologías, electrónica, ingeniería y fabricación
de m áquinas cibernéticas controladas por ordenadores. E uropa, que fue el
alma de la prim era y la segunda revolución industrial con el aporte de sus
técnicas, se ha quedado atrasada respecto del Japón y E stados Unidos: A le­
m ania m antiene el puesto 3 en las industrias de punta, Suecia el 4, G ran B re­
taña el 5 y Francia más bien el 6. A sí las cosas, es explicable que en 19S7 la
balanza tecnológica de E uropa acusó un déficit p o r valor de 15.000 m illo­
nes de dólares, que sólo era de 1.500 m illones en 1979, pero que podría llegar a
unos 30.000 m illones en 1992.
F or ejem plo, en la fabricación de automóviles E uropa ocidental tiene
muy baja productividad respecto del Japón y E stados U nidos, por no citar
otras industrias de vanguardia. En este último país, la em presa Chrysler es
un prodigio de producción autom atizada: entran por las puertas traseras de
sus fábricas, diariam ente, 50 millones de piezas y salen por las puertas delan­
teras 10.000 automóviles, o sea, 1 cada 5,7 segundos.
Pero la autom atización de cadenas de producción requiere ser aplicada a
em presas gigantescas com o las multinacionales norteam ericanas y ja p o n e ­
sas. La E u ro p a de los Estados-Nación, aun dentro del m ercado cum ún euro­
peo, no p roduce la misma concentración de capitales que en Japón y USA,
que ocupan el prim er puesto de las m ultinacionales de todo tipo. La C om u­
nidad E conóm ica E uropea (C E E ) es un gran m ercado, pero no una sola na­
ción como E stados U nidos y Japón, donde las em presas se integran am plia­
m ente d entro de una misma fro n tera y con una misma m oneda, m ientras que
la C E E pareciera no poder.superar el Estado-N ación como no fue capaz de
hacerlo, con la Ciudad-Estado, la G recia clásica, siendo así colonizada por
los rom anos que habían pasado de la C iudad-E stado al Estado-N ación. Sólo,
pues, un m undo federado, autom atizado y autogestionado puede asim ilar el
progreso sin crisis y sin guerras.
Las em presas europeas de la C E E , de espaldas las unas a las otras en los
confines de las viejas fronteras, incluso no absorben todos los capitales pro-
duccidos d entro de ellas, habiendo ido miles de millones de euro-dólares a
las em presas norteam ericanas y al T esoro norteam ericano. Y es que en la
época de las Naciones-Continente, com o la URS S , U S A y China, m antener el
particularism o constituye un anacronism o. En este final del siglo XX, cuan­
do un satélite artificial da la vuelta a la tierra en una hora es paradójico que
E uropa occidental m antenga las viejas fronteras de la época del caballo. Pa­
ra que E u ro p a occidental, prim er exportador m undial, sea una prim erísim a
potencia económ ica, tecnológica, cultural y de defensa, tiene que bo rrar sus
m icrofronteras con el socialismo y con una misma m oneda y una misma fron­
tera continental. Sólo así ella podrá hablar de igual a igual ante la URSS y
USA, dejan d o de hacer la política del asno de Buridán, vacilando entre la
"finlandización" ante la prim era y la inmovilización bajo el "paraguas nuclear"
del segundo.

-3 0 -
Introducción a la economía

No hacem os la apología del gigantismo económ ico porque sí, sino que
pensam os, por otra parte, que en la sociedad industrial avanzada debe haber
un paralelo progreso político, social y cultural con su progreso económ ico y
tecnológico. E n este sentido, es paradójico que estem os inm ersos en una
gran revolución científico-tecnológica; pero, contradictoriam ente, nos hemos
estancado en un conservadurism o político sem ánticam ente de derecha o de
izquierda, pero objetivam ente sin m uchas diferencias notables. Hay, pues,
que poner en concordancia la política y la econom ía sobre lodo en E uropa
occidental balkanizada en el Estado-N ación, pues unida puede ser todo y di­
vidida, nada; incapaz así de alcanzar, plenam ente, la tercera revolución in­
dustrial, que es el gran desafío de com ienzos del siglo XXI, no sólo p a ra E u ­
ropa, sino p ara los países del T ercer M undo, congelados en la segunda revo­
lución industrial, sin p oder alcanzar la tercera agotados por una pesada
deuda externa endosada por el im perialism o económ ico.

- 31-
Economía autogcstionaría

BIBLIOGRAFIA

A R IST O T E L E S.
P olítica. O b ra fund am en tal p ara te n e r una visión del m un d o antiguo, especialm ente en
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FU S T E L tic Coulangcs.
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p o rta n te p ara el estu d io de la antigüedad, de sus luchas de clases, de sus antagonism os políticos
y de sus revoluciones.
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F u n d am en to s de una crítica de la econom ía política. P ara explicarse los m odos de p ro d u c­
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producción y tipos de p ro p ied ad ”. P ara a c larar el m odo de producción asiático, el lem a "Suce­
sión de form as económ icas de la sociedad", hay que ir a los "G rundisse". tom o II
ENCJELS, Federico.
O rigen de la familia, de la propiedad privada y del lista d o . Se tra ta de una o b ra sociológi­
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I~l d es a rrollo del capitalism o en Rusia (18W ) y C a n a a los tra b a ja d o re s tic P c tc rs lm r/o .
[ n diclv raba jo s I .enin, ab o rd a p roblem as relacionados con el m odo de producción asiático,
q u e co n ciern en , en cierto m odo, m ás al stalinism o que al socialism o, parad ó jicam en te.
G O D E L IE R , M.
S obre el m odo de producción asiático. C ontiene una b rev e ap o rtació n del a u to r, con va­
riada do cu m en tación, so b re este tem a, tra ta d o p o r M arx, p ero rehuido tra ta rlo p o r los ideólo­
g os soviéticos.
Cl IE SN A U X , Jcan.
I'l m odo de producción asiático. U n m anual, en colección 70, de F d ito rial G rijalbo: es un
libro polém ico, sin gran v alo r científico; p ero revela la posición oficial del m arxism o soviético
so b re este tem a; trá ta se de polem izar con W ittfógel, un m arxista alem án que in ten ta co m p letar
la o b ra d e M arx so b re el m odo de producción asiático; p ero indicando que el socialism o sovié­
tico es d esp o tism o asiático y no socialism o.
W IT T F O G E L Karl. A.
D esp o tism o o rie n ta l. O b ra de investigación histórica so b re cl m odo de producción asiáti­
co. Su p lan teo es q u e el stalinism o y el m aoism o reproducen, con o tra política, el tradicional
d esp o tism o asiático, p ro p io de un listad o burocrático, hoy com o ayer, p ero en distintas épocas
y con d istin to s p ersonajes.

-3 2 -
Introducción a la economia

C IIIL D E , G ordon.
¿Q u e sucedió en la historia? y M an m akes him scl.f. D os libros p a ra conocer cl m u n d o a n ­
tiguo, esp ecialm en te en la p reh isto ria con sus cam bios cu an titativ o s y cualitativos, en socieda­
des p rim itiv as de len to cam bio económ ico, político y tecnológico.
P A R E T O , V ilfrcdo.
F o rm a v eq u ilib rio sociales. E x tracto del T ra ta d o de S ociología G e n e ra l. E s una síntesis
so b re las causas q u e m otivan los g ran d es equilibrios o desequilibrios socio-económ icos en la
histo ria, resaltan d o cl papel de las clases sociales y de las "¿lites" del P oder; expone u n a socio­
logía d e signo m atem ático, un ta n to ab stracta en su m étodo; p e ro im p o rtan te p o r su in te n to en
ab a rc a r la to talid ad del p ro ceso h u m an o histórico y sociológico.
S C IIU M P E T E R , Joscph.
C apiinlism o socialism o y dem ocracia. L ib ro fund am en tal en la econom ía, m oderna. Se
p la n te a estas in terro g an tes: ¿P u ed e sob rev iv ir cl capitalism o? ¿P u ed e fu n cio n ar cl socialism o?
H e ah í, en cierto m o d o , cl antag o n ism o en tre cl O este y cl E ste, e n tre cl m o d elo soviético y cl
"am erican w ay o f life”, sin em b arg o este libro p ro p o n e m ás un capitalism o de tccn ó cratas q u e
un socialism o v erd ad ero .
S C IIM O L L E R , Gustav.
P rincipios de econom ía política. O b ra en c u a tro tom os: una socio-económ ica, con g ran
a p o rte d e m ateriales histérico-económ icos, p ara co n o cer la historia del capitalism o.
W E B E R , A dolfo.
In tro d u cció n al estu d io de la econom ía política. A p o rta d ato s histórico-cconóm icos de
gran v alo r p a ra un co nocim iento del d esarro llo de las fuerzas económ icas, q u e son fuerzas h is­
tó ricas con o tro n o m b re.
SO M B A R T , W crncr.
F l apogee du capitalism e.. (D o s tom os). E dil. P ayot. P arís, 1932. U na o b ra im p o rta n te so ­
b re los o ríg en es y cl d esarro llo del capitalism o.
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F l E stad o y la C om una. (D o s tom os). E dil. Z c ro . M adrid, 1978. U n libro en d o n d e se e s­
boza la au to -o rg an izació n de la S ociedad, su p e ra n d o al E stad o de clases privilegiadas, d o n d e se
p la n te a cl A u to p o d e r fre n te al tradicional P o d er d e fe n so r del privilegio y o p re so r de la S ocie­
dad.
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co n o cer cl p aso del P o d e r de la aristocracia y cl clero al p u eb lo com o su je to activo de la histo­
ria, en cl p u n to culm inante de la R evolución, explicando luego las causas de su d e te rio ro y la
constitu ció n del E sta d o b u rgués, una vez d e s tru id a la dem ocracia directa, cl A u to p o d e r d e las
m asas p o p u lares.

- 33-
C A P IT U L O I

DIALECTICA DE LAS CATEGORIAS DEL


PENSAMIENTO ECONOMICO

Formas de propiedad, clases sociales y modos


de producción

Las categorías económ icas tienen una gran significación en la historia, en


la aparición y desaparición de los m odos de producción, las form as de E sta ­
do, las clases sociales, cl desarrollo de un tipo de sociedad determ inada y, en
m om entos críticos, explican los antagonism os violentos, las crisis de los siste­
ma, cl desorden social y, com o consecuencia de ello, cl estallido de revolu­
ciones sociales, a fin de cam biar un m odo de producción anacrónico por
otro más concordante con cl desarrollo de las fuerzas productivas y las nue­
vas relaciones sociales.
P o r ejem plo, la transform ación de la econom ía de consum o directo, con
escaso apo rte de m ercancías al m ercado, cuando llegó la econom ía en dine­
ro desenvolvió la ley del valor de cam bio de los productos transform ados en
m ercancías, desarrollando así la civilización urb ana a expensas de la rural.
A sí las cosas, saliendo de la E d a d M edia, se crearon las ciudades y con ellas
em ergió la burguesía com o nueva clase (industrial, m ercantil y financiera),
cada vez más p oderosa que la aristocracia feudal, a p artir de las guerras reli­
giosas de la R eform a, de la Revolución Inglesa de 1648 y de la Revolución
F rancesa de 1789-93, en que la burguesía desplazó del poder a la nobleza
feudal, estableciendo cl capitalism o com o m odo de producción dom inante.
Al ir pasando p o r la form a dinero, en cl m ercado, to d a una serie de p ro ­
ductos, que antes se consum ían directam ente y locam ente, se fue constitu­
yendo la econom ía nacional y con ella cl E stado (nacional), burgués. E n este
orden de ideas, lo económ ico desarrolló lo político. A su vez, una econom ía
predom inante basad a en cl valor de cam bio tenía que producir un derecho
m ercantil, político, civil y penal distinto de la vieja sociedad esclavista o feu­
Economía autogestionaria

dal. P o r otra parte, la burguesía, clase liberal, a partir del R enacim iento y de
la R eform a, en que se encum bra en cl Poder, crea una filosofía separada de
la teología, pues cl gran cam bio económ ico y social tiene que hacerse a ex­
pensas del clero y de la aristocracia, d errocando la m onarquía absoluta,
ahorcando o guillotinando a m onarcas como Carlos I, de Inglaterra y Luis
XV I, de Francia.
L a m ercancía generalizada, en form a dinero, y cl desarrollo de la indus­
tria que fabricaba las arm as de fuego, constituyeron el poder de la burguesía,
ya que los señores feudales, atrincherados en sus castillos cam pestres, se fu e­
ron quedando aislados de las ciudades donde se fabricaban los cañones que
rom perían sus p uertas y murallas. E n este sentido, cl advenim iento de una
nueva clase con nuevas doctrinas económ icas y políticas —hasta que no haya
un socialismo autogestionario universal que supere a todas las clases —, resi­
de en cl hecho de que la nueva elase controle la propiedad privada o estatal
p o r m edio de un P o d er de clase, del cual se excluye a las clases desposeídas
d e esa p ropiedad que asalaria al pueblo trabajador com o productor de plus­
valía.
Los cam bios de la infracctructura económ ica determ inan, en cierto m o­
do, las transform aciones en la superestructura política, en el devenir dialcci-
co de la historia, Por ejem plo, cuando no hay alternativas para salir de una
crisis económ ica y social, p orque la clase dom inante interfiere con sus egoís­
mos cl desarrollo de las fuerzas productivas, se crean condiciones revolucio­
narias para que cl pueblo la desplace del p oder porque frena con sus intere­
ses privados cl desenvolvimiento económ ico, tecnológico y cultural de la so­
ciedad.
E n tre los países como entre las clases, cuando no es posible el progreso
— cuando cada año que viene es peor que el que se va, cuando otros países
p rosperan económ icam ente y otros retro ceden como en el caso, por ejem ­
plo, de Japón en avance y U SA en re tro c eso —, es que algo tiene que cam ­
biar superando las viejas estructuras económ icas y sociales que im piden el
desarrollo tecnológico y el crecim iento económico. E n este orden de ideas,
la vieja E uropa, que casi no repro d u ce su población, pues va teniendo más
viejos que niños, es p orque algo falla económ ica, política y socialm cntc en el
sistem a vigente: burgués obsoleto.
L a cantidad de contradicciones económ icas y sociales, cuando se juntan
sus determ inaciones negativas, transform a las fuerzas económ icas en fuerzas
históricas revolucionarias propendiendo a un cambio inaplazable, aunque a
ello se opongan viejas ideologías, religiones, morales, estam entos jurídicos,
fuerzas policiales y m ilitares represivas. C uando una nación o una clase han
d ejado de ser un P oder real oponiéndose al cambio revolucionario, su suerte
está hcchada en la historia com o en la revolución Francesa de 17S9-93; en
Rusia, en 1917; en E spaña, en 1936-39.
U n sistem a económ ico viciado en que aum enta la inflación, disminuye cl
aho rro y la inversión, las clases parasitarias derrochan cl excedente cconómi-

-3 6 -
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

co, un E stad o caro y malo aum enta los im puestos y el déficit público, en que
aum entan las deudas con cl extranjero sin poderlas pagar —cuando las arcas
del banco central se q uedan sin divisas, cuando aum enta la desocupación
hasta constituir un ejército de parados, cuando lo que produce cl im puesto,
por ser excesivo, im pide que se siga produciendo, cuando todo esto y otras
cosas negativas su c e d e —, es que la hora de la revolución social ha llegado.
Se dirá que las conciencias se han soliviantado, que cl pueblo se ha rebelado,
pero la realidad es que la sociedad no pued e caer en una crisis total ya que,
para no llegar a ese extrem o, ella, como si tuviera una voluntad colectiva, se
lanza al cam bio de régim en económ ico, político y social p o r la vía de la revo­
lución, necesariam ente.
U n a sociedad no p u ede seguir p erdiendo sus fuerzas productivas hasta
un total agotam iento: la hum anidad, si desperdicia económ icam ente lo que
ha creado, dejando a millones de obreros sin trabajo tan sólo po rq u e los in­
tereses de las clases dom inantes se oponen al interés general de los pueblos,
cae en una crisis total de la cual, necesariam ente, surge la revolución liberta­
ria.
E n tales situaciones —ya sea en régim en de dem ocracia burguesa o de
socialismo de E s ta d o — se crean condiciones objetivas y subjetivas revolucio­
naria. Y si la revolución no es posible, p orque las clases dom inadas no se re ­
belan debido a sus malos dirigentes, entonces lo que no haga la Revolución
pued e hacerlo cl aum ento de la m ortalidad de la población, com o está suce­
diendo en m uchos países del T ercer M undo.

DIALECTICA DE LAS CATEGORIAS


SOCIO-ECONOMICAS

Las form as sociales responden a las categorías económ icas que les sirven
de base estructural: la esclavitud es cl contenido substancial de la A ntigüe­
dad; la servidumbre, de la E d ad M edia; cl trabajo asalariado, de la sociedad
capitalista; cl capital socializado supone cl socialismo de autogestión que de­
salíala al trab ajad or del patrón privado y del E stado-patrón.
E n la com una libertaria en que la industria (obrero), la agricultura (cam ­
pesino), la técnica y la ciencia (cl intelectual) y la autodefensa (milicia) no
están separados sino juntos en la misma C om una —sin que cl intercam bio
de sus servicios y bienes tom en la form a de m ercancías —, hay socialismo li­
bertario. Si separam os cstos'scctores económ icos, bajo una división burocá-
tica del trab ajo o form a de p ropiedad individual o estatal, los intercam bios
de bienes y servicios, necesariam ente tend rían la form a de m ercancías y,
obligadam ente, p asar por la form a dinero. La desalienación del obrero tiene
que realizarse, no en cl koljós, en cl sovjó s o en la em presa nacionalizada
(capitalism o de E stado), sino en la econom ía libertaria, basada en que los
productores, librem ente asociados, constituyan em presas de autogestión o

- 37-
Economía autogestionaria

sociedades de derecho público que dirigen la producción, el consum o y la


distribución, teniendo en cuenta los intereses de la Sociedad, no los del indi­
viduo, de una corporación privilegiada o del E stado propietario de todo y de
todos.
C ad a época tiene sus categorías económicas: no son eternas sino históri­
cas; p erecederas, a pesar de los econom istas burgueses o tecnócratas del E s­
te y del O este; pues éstas determ inan los grandes sistem as económ icos y so­
ciales de la hum anidad. E stas categorías podrían ser enunciados, con su ca­
racterización historico-socioeconóm ica, en la form a siguiente:

C U A D R O H IS T O R IC O D E C A T E G O R IA S
EC O N O M IC A S, SO C IA LES Y PO LITICA S:
M odos de producción: Clases principales: Sub-clascs o
Intcrclases
Esclavism o Am os — Esclavos Plebeyos —Clientes
D espotism o A siático J e ra rq u ía s—Siervos P roletariado —A rtesa
nos
Feudalism o B urócratas
Señores —Siervos Oficiales —M aestros
Capitalism o Burgueses —O breros Cam pesinos —T errate-
nientcs
Socialismo de estado*-1-* B urócratas —O breros T ccnócratas —K oljo­
sianos
Com unism o L ibertario No hay clases No hay clases
(1) Es un régim en de transición (¿al com unism o?), pero ello puede ser
im posible, si la burocracia y la tecnocracia se constituyen en casta dom inan­
te. E n cl socialism o de E stado, la burocracia es m ás bien una casta que una
clase, y tiende a crear un m odo de producción cstatista con sus correspon­
dientes clases dom inantes y dom inadas.
Vem os, pues, que a cada m odo de producción corresponden estructuras
de clases correspondientes. H istóricam ente, cuando la producción y la dis­
tribución de un sistem a se transform an, su orden de clases queda, a su vez,
cam biado social y económ icam ente. P o r ejem plo, la esclavitud apareció
cuando cl hom bre podía producir más de lo necesario para su mínimo sus­
tento diario, es decir, cuando tuvo un cxccdentc económ ico, un fondo de re­
serva, un capital, p ara alim entar al esclavo y hacerlo trabajar obteniendo asi
un beneficio económ ico, un tiem po de ocio para cl amo que era, a su vez, de
som etim iento p ara cl esclavo.
L as culturas del bronce que establecieron la esclavitud, tenían una eco­
nom ía de reserva de la cual habían carecido los hom bres del paleolítico, alie­
nados por la naturaleza, diariam ente en busca de su sustento, cazando, pes­
cando, recogiendo frutos naturales. L a econom ía sedentaria agro-artcsana
dio base a la utilización de la m ano de obra esclava pro cu rad a por prisione-

- 38-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

ros hechos en las guerras de conquista. L a alienación del esclavo constituía


asi la dcsalienación del am o que podía ser feliz p o rque el esclavo era infeliz.
La p a rte de sobrelrabajo o ¡ilustrabajo que debaja el esclavo, luego de p ro ­
ducir p ara su sustento, se la apropiaba cl amo, liberándose así del trabajo
para ejercer cl pod er del E stad o contra aquél.
Los filósofos griegos fueron partidiarios del esclavismo porque p erten e ­
cían a una división del trab ajo que los incluía en las clases opresoras y explo­
tadoras. E n G recia, unos eran libres p o rq u e otros eran esclavos; lo hum ano y
lo inhum ano surguían así lo uno de lo otro, cuando no hay socialismo, cuan­
do cl hom bre no es libre o perten ece a o tro hom bre, cuando la sociedad no
es lib ertaria sino som etida al E stado autoritario.
E l paso del esclavismo alfcu d alism o se operó históricam ente como cam ­
bio en el m odo de producción, cuando la productividad del trabajo se elevó
a m ayores niveles que los de la sociedad antigua; cuando cl molino hidráuli­
co sustituyó al molino de m ano accionado p o r esclavos; cuando las ciudades
greco-latinas, basadas en el trabajo esclavista, fueron despoblándose en b e­
neficio del cam po. Así, cuando el feudalism o deshizo la econom ía urbana, se
llevó los oficios al b o rd e de los castillos, arruinando la cultura de las ciuda­
des antiguas greco-latinas, p ero transform ando cl trabajo esclavista en trab a ­
jo servil.
E l cristianism o —com o ideal anticsclavista— surguió de la desintegra­
ción social, m oral y económ ica del m undo antiguo: exactam ente ahora cl so­
cialismo es cl paso histórico necesario sobre un capitalism o anacrónico —
tan in operante com o cl esclavismo frente al feudalism o, como el feudalism o
ante cl capitalism o —, pues los m odos de producción no cam bian hasta que
su progreso se transform a en retroceso, haciendo entonces la revolución lo
que no p u ede hacer la evolución socio-económ ica detenida.
A hora bien, después de tantas "revoluciones socialistas", hechas luego de
la segunda g uerra m undial, cl m odo de producción soviético no ha cam biado
las cosas m ás que en la form a, pero no en cl fondo, ya que el obrero sigue
siendo asalariado, sin participación en la em presa estatal lo mismo que en la
em presa privada, puesto que, en ninguna de las dos, tiene participación: ni
en su gestión, ni en la distribución del excedente económ ico. Y es que un
m odo de producción no cam bia sustancialm cnte cuando se confunde, como
en cl E ste, la revolución estatal con la revolución social: una, sólo cambia, co­
mo en cl prim er caso, la clase dom inante en el Poder; otra, cam bia la in­
fraestru ctu ra económ ica, tecnológica y social y la superestructura política y
jurídica, colocando al pueblo —m ediante la dem ocracia d ire c ta — como cl
protagonista de la política y de la historia: sin P artido único, sin E stado-Pa-
trón, sin K G B, sin planificación centralizada. Sólo, pues, cam biaría cl m odo
de producción de capitalism o privado o de E stado a socialismo de autoges­
tión, sin burguesías m onopolistas y sin burocracias totalitarias, instaurando

- 39-
Economía autogestionaria

una sociedad libertaria, que definitivam ente supere cl capitalism o


ANTAGONISMOS: CAPITALISMO Y SOCIALISMO

El m odo de producción feudal duró unos diez siglos. Las clases durante
cl feudalism o se q uedaron petrificadas: cl m undo parecía estático; la Iglesia
y la nobleza eran la clase dom inante; todo parecía eterno bajo cl poder espi­
ritual y m aterial de los clérigos y los señores. P ero la burguesía, las co rp o ra­
ciones y los siervos d errocaron cl pod er de los señores feudales, justam ente
p o rq u e la historia se planteaba lo que p u ede resolver: convertir a los burgue­
ses en clase dom inante; a las oficiales y aprendices, en obreros y em presarios
libres; a los siervos, en propietarios de las tierras, como sucedió en la R evo­
lución Francesa de 1789-93.
L a transform ación del aprendiz y el oficial en obrero, bajo cl sistem a del
trab ajo asalariado, requirió un progreso económ ico y tecnológico realizado
en tiem pos de la alta E d ad M edia, en las ciudades libres, no som etidas a la
férula de los señores. E l desarrollo de la producción m anufacturera, la utili­
zación de la fuerza idráulica, la am pliación del com ercio nacional c interna­
cional, la circulación de las m ercancías y la creación de la econom ía en dine­
ro, crearon relaciones de producción tcndcncialm cntc favorables al m odo
capitalista de producción y desfavorables al m odo feudal.
L a ley de la cantidad que transform a la calidad, avanzando hacía cambios
capitalistas, transform ó, de buen grado o por la fuerza, cl feudalism o en ca­
pitalism o. Com o ningún nuevo régim en se establece por generación espontá­
nea o p o r convicción de las clases dom inantes para su autodisolución, resulta
que, en la historia, las ideas que no se arm an nunca triun f ai) por más herm o­
sas que éstas fueren ética, jurídica, económ ica, política y socialm cntc.
La burguesía se entronizó en cl P oder m ediante las revoluciones euro­
peas que crearon form as económ icas, sociales y jurídicas apropiadas para el
desarrollo capitalista. E n adelante, cl capitalista no tendría contra él cl freno
de los grem ios o de los señores; pues cl obrero era libre de vender por un sa­
lario su fuerza de trabajo. Al abolir el régimen de los gremios, Turgot abría
así perspectivas sociales, jurídicas y económ icas para cl capitalismo: cl o b re­
ro, tem poralm ente, podía venderse, alquilar su fuerza de trabajo, d ejar un
sobretrabajo (plusvalía) en beneficio de su patrón, sin lo cual no po d ría exis­
tir cl capitalism o, régim en de explotación del trabajo ajeno no pagado.
P ero este sistem a económ ico, en cl siglo XX, hace ya de freno al d esarro ­
llo de las fuerzas productivas, creadas por él mismo. C onsecuentem ente, se
im pone la instauración del socialismo; pues ya hay riqueza suficiente como
p ara realizar cl paso histórico necesario hacia una sociedad sin clases en una
sociedad libertaria.
C onsecuentem ente, p ara que triunfe lo hum ano hay que recurrir a la vio­
lencia revolucionaria p ara suprim ir las clases, los antagonism os sociales, las
guerras nacionales, lodos los conflictos derivados de una sociedad contradic­

- 40-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

toria en que unos son oprim idos y otros opresores, unos explotados y otros
explotadores. Com o la sociedad no socialista es antagónica, dividida en cla­
ses, p ara resolver este conflicto hay que haccr la revolución social em plean­
do la violencia com o instrum ento de liberación del pueblo trabajador.
E l revolucionario —que es altruista p o r vocación, convicción y tem p era­
m e n to — tiene que darse a los dem ás; salvar al pueblo y a la sociedad que
clam a justicia; p ero tiene que haccr uso de la acción (violencia), de lo inhu­
m ano, justam ente p a ra que triunfe lo hum ano. E l revolucionario no es res­
ponsable de que tenga que resolver un conflicto heredado de clases; pues
ello proviene, dialécticam ente, de la injusta estructura de clases de la socie­
dad dividida en opresores y oprim idos, en patrones y obreros.
Las categorías bien y m a l —en tal c a so — son contenidos antagónicos.
A sí las cosas, cl revolucionario p ara salvar a los más esta obligado a p e rju d i­
car a los menos: las m inorías privilegiadas que intentan p a ra r el progreso
socio-económ ico en beneficio de todos, sólo p o r salvar sus intereses sórdidos
m ediante una econom ía de escasez perm anente, para que suban los precios
y bajen los salarios a fin de m antener un régim en social antágonico, injusto y
am oral.
E l revolucionario —que lo es de v e rd a d — sabe que cum ple una misión
histórica p ara em ancipar a la hum anidad. N ada ni nadie debe arred rarlo en
cl cum plim iento de su d eb er p ara redim ir a las masas oprim idas. Las revolu­
ciones sociales desde cl esclavismo al feudalism o, desde el feudalism o al ca­
pitalism o y desde cl capitalism o al socialismo, se han hecho —histórica y ne­
cesariam en te— p o r "la violencia como p artera de la historia"; jam ás con la
"coexistencia pacífica" en tre lo que tiene que caer y lo que le va a suceder;
pues la necesidad histórica enseña que no se debe ser reform ista en épocas
de tensión histórica; hay que ser revolucionario.

DIALECTICA DE LAS FUERZAS PRODUCTIVAS

Los com unistas occidentales obsecuentes con cl P.C.U.S. no perciben


con agudeza revolucionaria, que vivimos en una época revolucionaria no
convergente con los privilegios de la burocracia rusa. Las fuerzas históricas
exigen, sin p érdida de tiem po, un socialismo libertario a escala planetaria,
para pod er dirigir cl progreso atóm ico, la autom atización del trabajo, la
m undialización de la econom ía y la producción social sin la cual cl capitalis­
mo p u ede degradarse al infinito, produciendo millones de m uertos con las
guerras en tre las burguesías nacionales o entre las burocracias del E ste y las
burguesías del O este.
Y las crisis económ icas podrían ser tan m ortíferas como las guerras, sin
superarlas con la Revolución Socialista, autogestionaria y libertaria.
E n este ord en de ideas, dice Engcls:... "las últimas causas de lodos los
cam bios sociales y de todas las revoluciones políticas no deben ir a buscarse

-4 1 -
Economía autogestionaria

en la cabeza de los hom bres ni en la idea que ellos se form en de la verdad


etern a ni de la etern a justicia, sino en las transform aciones operadas en el
régim en de producción e intercam bio; dicho en otros térm inos, han de ir a
buscarse, no en la filosofía, sino en la econom ía de la época de que se trate.
C uando arraiga en los hom bres la conciencia de que las instituciones socia­
les vigentes son irracionales c injustas, de que la razón se ha tornado en sin­
razón y la bendición en plaga, ello no es m ás que un indicio de que en los
m étodos de producción y form as de intercam bio se han operado, callada­
m ente, transform aciones con las que ya no concuerda el orden social, co rta­
do p o r el p atró n de condiciones económ icas diferentes. Con lo cual, dicho se
está que en las nuevas condiciones de la producción tiene que contenerse ya
— m ás o m enos d esarro llad o s— los m edios o elem entos necesarios p ara p o ­
n er térm ino a los m ales descubiertos. Y esos m edios no han de sacarse de la
cabeza de nadie, sino que es la cabeza la que tiene que descubrirlos en los
hechos m ateriales de la producción, tal y com o los ofrece la realidad” (1).
E l m arxismo revolucionario es opuesto al oportunism o político practica­
d o , p o r los soviéticos, obsesionados p o r llegar a un acuerdo de convivencia
internacional con los capitalistas occidentales, supeditando los partidos co­
m unistas de O ccidente a las convivencias nacionalistas de la política exterior
soviética, en busca de un acuerdo perm anente con los E stados U nidos. Tal
política es chovinista, opuesta al marxismo no adulterado que plantea, como
uno de sus objetivos fundam entales, que el socialismo no es posible sin la
p ro p ied ad social.
L a incom prensión o revisión del marxismo ha llevado a los soviéticos a un
narcisism o político: creen estar en el socialismo cuando se han estancado
(p o r m antener los intereses de la burocracia) en el capitalism o de E stado, en
un inmovilismo político tras el cual se esconden los privilegios de clase de la
"Nomenklaíura", nueva oligarqía rusa opuesta al socialismo autogestionario.

ECONOMIA: DEFINICIONES Y CONTRADICCIONES

L a econom ía política, a pesar de los miles de libros que se han editado


sobre esta m ateria, no ha encontrado definiciones exactas sobre su objeto y
m étodo, justam ente p orque sus leyes y categorías no son eternas sino transi­
torias, históricas, m ientras la hum anidad esté dividida en clases sociales an­
tagónicas, en naciones rivales, y la base de la sociedad esté constituida por la
p ro p ied ad privada o estatal de la tierra y del capital, en beneficio de oligar­
quías o de burocracias, que oprim en al pueblo trabajador.
Se ha definido a la econom ía política com o la ciencia que estudia la ri­
queza; p ero ello no dice nada; pues tal definición es muy genérica, un tanto
abstracta; ya que oculta las contradicciones m ediante el razonam iento abs­
tracto. E n el fondo de las cosas, analíticam ente, aparecen las contradiccio-
1 E ngcls, !•' A nti-D ühring. p. 272.

- 42-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

ncs tanto en cl m undo físico com o en la sociedad, cuando ésta está dividida
en clases sociales antagónicas en cuyo conflicto base reside la apropiación
privada de la riqueza y la desposesión de los trabajadores.
L a evolución de la econom ía feudal hacia la econom ía capitalista —des­
de la alta E d ad M edia pasando p o r cl Renacim iento y la R e fo rm a — creó
condiciones sociales, económ icas y políticas p ara cl desarrollo del capitalis­
mo, com o m odo dom inante de producción, que habría de q u edar instaurado
después de la Revolución Inglesa de 1648, de la Revolución F rancesa de
1789-93 y de las Revoluciones europeas de 1848.
B ajo cl régim en de los grem ios, la E conom ía política se fue constituyen­
do, em pírica o prácticam ente, sin elaborar difiniciones y leyes, que habrían
de ser enunciadas m ás tarde, cuando cl capitalism o sustituyera al feudalism o
com o m odo de producción, creando nuevas relaciones jurídicas, nuevas cla­
ses, nuevas form as de E stado; pues la infraestructura económ ica de una so­
ciedad determ ina sus form as jurídicas y políticas o la superestructura que le
es correspondiente.
E l descubrim iento de A m érica, los viajes de navegación interoceánicos,
crearon las bases del com ercio m undial, con más am plitud que durante las
civilizaciones m editerráneas de la A ntigüedad. E l oro y la plata de A m érica
determ inaron en E u ro p a la revolución industrial de alza de los precios. E l
aum ento de la circulación del o ro y de la plata, aceleró la acum ulación de
bienes (bajo form a de m ercancías), al par que se proletarizaban am plias ca­
pas de siervos, de aprendices y oficiales, que se fueron convirticndo en obre­
ros asalariados.
E l capitalism o, al am paro de su estructura económ ica y social se impuso,
lentam ente d entro del feudalism o, com o nuevo régim en de producción, más
propio de la econom ía urbana que rural.
A la caída del régim en feudal, las leyes económicas, que lo determ inaron,
no eran válidas ya p ara cl capitalism o. P or eso las leyes económ icas no son
etern as (com o las del universo), sino pereced eras transitorias: su validez ob­
jetiva e histórica se lim ita a la sociedad en la cual se han desarrollado o im ­
puesto; p ero m ás allá de ella son historia de la econom ía política en cuanto a
su evolución y transform ación.
L a ley de la com petencia m ercantil, ley fundam ental de la econom ía b u r­
guesa liberal, no ten d ría validez en el comunism o autogestionario. Con p ro ­
p iedad universal las leyes de la econom ía capitalista, salvo la ley del valor de
cam bio (en form a parcial), no rigen del mismo m odo que en la econom ía co­
m unitaria donde com ienza a ser su perada la econom ía m ercantil, basada en
el dinero, la m ercancía y la desigualdad económ ica entre los hom bres.
C om o la econom ía política es una ciencia que está en el devenir, sus le­
yes, categorías y determ inaciones no son eternas, sino históricas. Los econo­
m istas burgueses consideran el capitalism o en tanto que régim en im perece­
dero, eterno o definitivo; no pueden asi definir la econom ía política que es
—según la dinám ica de sus categ o rías— una ciencia histórica, dependiente

- 43-
Economía autogestionaria

de los m odos de producción transitorios que pasan por la historia de la hu­


m anidad. H em os visto, en el cuadro de las categorías de los m odos de p ro ­
ducción, el paralelism o existente en tre ellos y las clases sociales que les son
correspondientes, p ara esbozar así una socio-econom ía.
L a acción del devenir histórico, que transform a una sociedad en otra, crea
una nueva síntesis, que las contiene y supera en una fase socio-económ ica
más elevada. Tal es el m ovim iento dialéctico de las categorías aconómicas,
de las contradicciones sociales en la dinám ica de la historia, en que todo p a ­
rece tom ar planos de mayor perfección, incluso el E stado soviético y su b u ­
rocracia, que se p resentan antidialccticam ente como la identidad consigo
mismo, sin devenir ni contradicciones, p ero la U RSS no es siem pre la misma
desde Lcnin a Gorvachov.
E l movim iento dialéctico de las categorías económ icas (que ha escapado
al entendim iento de la m ayoría de los sociólogos, los políticos y los econo­
m istas), ha creado definiciones abstrusas de la econom ía política precisa­
m ente p o rq ue éstos quieren ocultar el carácter transitorio de la sociedad
burguesa o burocrática, ocultando la plusvalía (trabajo ajeno no pagado) so­
b re el cual reside el m odo capitalista de producción, (privado o de E stado).
E n sus orígenes la econom ía política recibió su nom bre del econom ista
francés, A ntonio de M ontchrétien que, hacia 1616, escribió una obra titula­
da: Tratado de econom ía política, una prim era definición y program ación de
esta m ateria. *
A ten o r con la inflación de los precios y de la revolución industrial eu ro ­
pea, que siguió al descubrim iento de A m érica, el italiano A ntonio Scrra, an­
ticipándose a M ontchrétien, trató tem as de econom ía política en su obra: De
las causas que pueden hacer abundar el oro y la plata en los reinos en que no
h a y minas-, en función de cuatro factores: la calidad de la población, el co­
m ercio y la política del soberano, según este autor.
H acia 1758, el d octor Q uesnay, medico de Luis XV, creó un círculo de
estudios económ icos: sus m iem bros se nom inaban econom istas. Con una vi­
sión am plia de la política económ ica, a cerca de la com posición y distribu­
ción de la ren ta nacional, Q uesnay publicó un fam oso libro: E l cuadro econó­
mico] todavía éste es un estudio m odelo en m ateria de distribución y p ro ­
ducción de la ren ta nacional; pues aparecen la población productiva c
im productiva dialécticam ente contradictorias.
L a ciencia económ ica se constituyó, teóricam ente, con la aparición del li­
b ro de A dam Smith: Investigación sobre la naturaleza y las causas de la rique­
za de las naciones. E sta obra definió la econom ía política com o ciencia: le
aportó su base teórica fundam ental. Con razón se ha considerado a Smith el
"padre de la econom ía política", al definirla como la ciencia de la producción,
el cam bio, la distribución y el consum o.
' C om pletando el pensam iento de Smith, David R icardo (1772-1823) p u ­
blicó un im portante libro: Principios de econom ía política. E sta obra com ple­
ta el ciclo de la econom ía burguesa con el aporte de la teo ría de la ren ta de

- 44-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

la tierra y am pliación de la ley del valor-trabajo de los productos, tom ados


com o base del valor económ ico cl tiem po de trab ajo m edio social exigido p a ­
ra p roducir una m ercancía.
Se ha definido la econom ía política com o la ciencia que trata de la p ro ­
ducción, repartición y consum o de los bienes, al decir de Jean Batiste Say
(1767-1832). C om o esta trilogía de valores o categorías era insuficiente, se le
añadió una tercera: la circulación de las riquezas.
E n la econom ía capitalista, los productos son en utilidad similares a los
de las sociedades esclavista y feudal; pero difieren, en gran m edida, de esas
sociedades en que ahora casi todos los bienes y servicios son m ercancías.
U n a m esa es ahora com o en la sociedad esclavista, una mesa; pero ahora tie­
ne que pasar en gran p arte por la form a dinero, m ientras que en la G recia de
Pcriclcs, posiblem ente era un artículo de consum o directo, fabricado por los
esclavos p ara su amo, no tanto p ara intercam bio com o m ercancía, no pasan­
do así, necesariam ente, p o r la form a dinero.
El objeto de la econom ía política es tratar las leyes que rigen la produc­
ción, el consum o, la distribución y cl cam bio de los productos del trabajo hu­
mano; pero en un régim en basado en la p ropiedad privada o estatal de los
m edios de producción, en la producción para cl m ercado. Ello es válido sólo
p a ra cl capitalism o privado o de E stado, no p ara cl com unism o libertario,
donde no lodos los bienes y servicios son m ercancías pasando por la form a
dinero y conteniendo plusvalía, condiciones del capitalism o, pero no de una
sociedad libertaria

DINAMICA DE LAS CATEGORIAS


D e las indicadas categorías de la econom ía política burguesa dos son de
cantidad de bienes; dos de limitación de los mismos, en función de las clases
sociales, es decir, de la cantidad de dinero que cada clase reciba, para desi­
gualm ente retirar bienes y servicios en cl m ercado. H e aquí un cuadro eco­
nóm ico de las categorías de la econom ía burguesa, de sus contradicciones y
lim itaciones.

C A T E G O R IA S C U A N TITA TIV A S Y C U A LITA TIV A S


D E L P R O C E SO E C O N O M IC O
D e C antidad: D e Limitación:
P R O D U C C IO N CA M BIO
C O N SU M O D IST R IB U C IO N
D IN E R O CLASES
(para la distribución desigual (división del trabajo:
de la riqueza) m anual, intelectual)

L a producción es relación entre cl hom bre y la naturaleza. E l hom bre es

- 45-
Economía autogestionaria

un ser de necesidades fuera de él, en el m undo exterior, en otro. Ello consti­


tuye cl secreto de la alienación económ ica, de la contradicción entre cl hom ­
bre y la naturaleza, que d eb erá ser su perada con la econom ía social de auto­
gestión basada en la propiedad social.
Sólo cl trabajo puede satisfacer las necesidades hum anas m ediante la
m odificación de la naturaleza p o r los hom bres a fin de obtener los productos
prim arios sum inistrados p o r ella, que deben ser transform ados hasta ser ca­
paces de satisfacer necesidades hum anas. E l trabajo hum ano, ejercido sobre
cl objeto bruto, es algo ineludible p ara cl sujeto, si quiere satisfacer sus nece­
sidades: un hom bre puede haccr cualquier cosa, m enos d ejar de producir
bienes p ara asegurar su vida y continuarla. E n la acción del hom bre contra la
naturaleza, cl trab ajo (aspecto objetivo) produce un reflejo subjetivo en su
conciencia: com o el hom bre trab aja y produce así piensa; como transform a a
la N aturaleza así cam bia su propia naturaleza, m ediante energía m ecánica
abundante, una alta productividad del trabajo (cibernética o ccfalización de
las m áquinas), una sociedad que ponga la riqueza en com ún auto gestiona ñ á ­
mente, a fin de superar las alienaciones y contradicciones inherentes al capi­
talismo privado o de E stado; cl hom bre así se hace libre.
E l m ovim iento de las categorías producción, consum o, cam bio y distribu­
ción significa cuatro fases de la actividad económ ica del hom bre. E n las ca­
tegorías de cantidad: producción y consum o, la prim era aparece como cl
punto inicial; la segunda, com o punto final; la distribución y el cam bio se si­
túan en cl centro de esos puntos, lim itando las cantidades que debe consum ir
cada clase social, según los ingresos m onetarios (cam bio), que fijan cl desi­
gual nivel de bienes y servicios: distribución ente ricos y pobres. E n una so­
ciedad dividida en clases, que tenga com o base la propiedad privada o esta­
tal y la desigualdad entre los hom bres, éstos en tanto que productores fabri­
can objetos; pero com o consum idores desiguales tienen acceso a un limitado
núm ero de ellos; o sea, no consum en en razón de sus necesidades fisiológi­
cas, sino de sus ingresos m onetarios: sueldos, salarios, rentas, intereses, ga­
nancias, etcétera, lo cual es peculiar del capitalismo.
L a categoría producción, aunque parezca un concepto general económ i­
co, tiene, en una econom ía individualista o cstatista, un contenido de clase;
pues sólo son productores los desposeídos; los esclavos lo eran en cl m undo
antiguo; los siervos, m aestros y oficiales, en cl feudalism o; los obreros y los
cam pesinos, en cl capitalism o privado o de Estado; pues la producción, en
un a sociedad dividida en clases, es siem pre el objeto de las clases económ i­
cam ente débiles o asalariadas, de los proletarios o desposeídos; y cl gran
consum o, sin producir, es p ara los privilegiados: burgueses o burócratas.
L a distribución (que no añade cantidad de bienes) es la ocupación de los
com erciantes que s u d e n cargar, en algunos países, hasta cl 50% más sobre
el costo de producción de las m ercancías, constituyéndose así los m ercade­
res en una clase parasitaria, inerciante del desarrollo económ ico, participan­
te de la plusvalía.

-4 6 -
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

E l cam bio (que tam poco produce bienes m ateriales) es facilitado p o r los
em pleados bancarios, las com unicaciones y los transportes. Sólo la form a di­
nero, la m ercancía y la p ropiedad privada, dan al cam bio una estructura que,
en cierto m odo, limita la producción; pues con capitalism o privado o de E s­
tado se consum e en razón directa del dinero que cada clase posee. Los que
no trab ajan y controlan la riqueza, no tienen limitación en su consum o, m ien­
tras que los obreros y los cam pesinos no pueden consum ir en razón de sus
necesidades, p o rq u e el cam bio (su salario, poco dinero) determ ina su escasa
participación en el rep arto (distribución de bienes).
E l co nsum o queda escindido de hi producción p o r la limitación que esta­
blece el cambio: disponibilidades m onetarias desiguales de cada clase; en
definitiva, esto determ ina que cada clase social sea desigual com o consum i­
dora: distribución diferencial o de clase, dando más dinero a la burguesía y a
la burocracia que a los obreros y cam pesinos.
B ajo el m odo capitalista de producción, la distribución indica en que p ro ­
porción el individuo participa en el rep arto de la riqueza social. E llo p rueba
que, en toda sociedad de clase o de consum o desigual, la form a m oneda y la
m crcanncía no pueden ser abolidas, ya que justifican la existencia de una
población im productiva; en el capitalism o, en form a de burguesía o aristo­
cracia; en el capitalism o de E stado, en tanto que burocracia supernum era­
ria: ("Nom enklatura" política, m ilitar, sindical y tecnocracia).
La p ropiedad estatal o cooperativa (koljoscs) no se presta al desarrollo
de una auténtica econom ía socialista, cuyos prim eros pasos firm es son d a­
dos, en cam bio, m ediante la autogestión donde, por fin, com ienza una nueva
sociedad libertaria, no som etida a la alienación económ ica derivada del feti­
chismo de la m ercancía, del capitalism o privado o de Estado.
M ientras exista la mercancía fijará, por m edio de la m oneda, el límite de
la cantidad de bienes y de servicios a consum ir por cada clase social o por
cada corporación, tanto con capitalism o privado com o de Estado; pero m ás
desigualm ente el rep arto con el prim ero que con el segundo.
Ello implica, necesariam ente, la existencia del E stado com o aparato re ­
presor, p ara im poner un rep arto desigual económ ico en razón de la cantidad
de dinero asignado a cada uno de to s niveles sociales de vida. L a URSS no
escapa a esta dialéctica de los antagonism os de clase, m ientras no pase a fo r­
mas autogestoras socialistas de producción, consum o, cam bio y distribución:
no som etidas ya a la alienación económ ica, al m undo mágico de la m ercan­
cía, que hace de la sociedad soviética, no una sociedad socialista, sino un ca­
pitalism o de E stado. P or la producción, los soviéticos parecieran socialistas,
ya que no existe la propiedad privada sino la estatal, pero por la distribución,
habiendo grandes diferencias de consum o entre obreros y burócratas, resul­
ta evidente que la URSS, en m ateria de reparto , no es un país socialista.
La producción es social en el capitalism o, p ero su apropiación es priva­
da. Los 750.000 obreros y em pleados de G eneral M otors trabajan cooperati­
va y solidariam ente, no individualm ente; pero a la hora del reparto del p ro ­

- 47-
Economía autogestionaria

ducto del trabajo los capitalistas, sin trabajar, se llevan la parte del león. E n
la U RSS, la burocracia y la tecnocracia retiran del consum o dem asiada p a r­
te; en consecuencia, es necesaria la existencia de un E stado fuerte (dictadu­
ra del proletariado o ¿contra cl proletariado?), para im poner grandes dife­
rencias de ingreso en tre las altas jerarq u ías burocráticas del régim en y cl b a­
jo pueblo desposeído p o r cl E stado-patrón de sus m edios de producción.
E n Inglaterra —según las leyes impositivas vigentes— no hay ningún in­
glés que, sin haccr fraude contable al Fisco, gane como prom edio más de 10
veces que cl m ejor pagado de sus obreros. E n este orden de ideas, en Suecia
hay posiblem ente más igualdad económ ica que en la URSS.
E l socialismo debe instaurarse p ara que la producción crezca al princi­
pio, p o r lo m enos, un 10% por año; pero en base a elevar la tasa de pobla­
ción productiva al 60% ; en la URSS sólo lo hace m enos del 47% , cl 46% en
Inglaterra, cl 43% en A lem ania, cl 47% en E stados U nidos, cl 42% en F ra n ­
cia y alred ed o r del 30% de su población en los países latinoam ericanos. La
ociosidad, con tan b ajo nivel de ocupación, es la mayor calam idad: un mal
del capitalism o, del burocratism o, p ero no del socialismo autogestionario
que con la propiedad social sería capaz de m antener la plena ocupación de
los trabajadores.
U n a de las m ayores ventajas del socialismo autogestionario sobre el capi­
talismo privado o de E stado consistiría en que puede elevar la tasa de pobla­
ción productiva a su máximo nivel, aunque hubiera escasez de capital. E n cl
régim en com unitario de bienes pueden ser em pleados todos los hom bres y
todas las m ujeres en edad productiva; pues term ina con la com unidad auto­
gestionaria la explotación del hom bre p o r el hom bre; toda clase y lodo privi­
legio. Al convertir en población productiva los capitalistas, los terraten ien ­
tes, la burocracia supernum eraria y las fuerzas arm adas, la producción agrí­
cola c industrial y los servicios sociales se expanden a un ritm o superior al
increm ento de la producción conseguido en los países capitalistas adelanta­
dos y en los países de socialismo burocrático.
B ajo cl parasitism o de las oligarquías terratenientes, de la gran burguesía
industrial, del im perialism o económ ico, o de las altas burocracias, los países
subdcsarrollados consiguen em plear en su agricultura, industrial y servicios,
poco más del 30% de su población activa. Hay, pues, que distinguir, al anali­
zar la categoría producción, la producción en general de un país, las ram as
concretas de la producción, los servicios inflados, la totalidad de la pro d u c­
ción, p a ra deducir así de la población productiva la población im productiva,
a fin de no engañarse con cl crecim iento del producto bruto nacional, que
incluye las rentas, beneficios o ingresos de la población parasitaria, según cl
m odelo capitalista.
Lo que caracteriza com o m odos de producción al esclavismo, cl feudalis­
mo, cl capitalism o y cl socialismo no es la producción, en sí, sino cl reparto
de ella: su distribución social. E n este orden de ideas, cl esclavo, cl siervo y cl
obrero, d en tro del sistem a en que producen, reciben alim entos y ropas, tie­

-4 8 -
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

rras feudales o salarios, ingresos que sólo les perm iten un nivel de vida como
esclavos, siervos u obreros, m ientras el am o, el señor, el burgués o el burócra­
ta, teniendo el p o d er económ ico les faculta, discrecionalm cnte, para repartir
desigualm ente la renta nacional. Así, pues, en la distribución los hom bres,
divididos en clases, se han perm itido toda clase de actos arbitrarios, inequi­
tativos, incluso en el socialismo soviético, que es por eso un capitalism o con
nom bre de socialismo.
El csclavismo, el feudalism o, el capitalism o, cada uno relativam ente a
su tiem po, sabía organizar la producción, en su período de ascenso, de ex-
plendor; pero realizaban, injusta y desigualm ente, la distribución de los bie­
nes y servicios producidos, creando así contradicciones sociales para su des­
trucción política c histórica.
D ialécticam ente, al acercarse a su punto de declive, un m odo de produc­
ción contradictorio (basado en la propiedad privada o estatal y en las clases
antagónicas), involucra antagonismos, crisis de estructuras, luchas sociales,
guerras, que paralizan económ icam ente su proceso de desarrollo. E l divor­
cio en tre la producción social y su apropiación individual o estatal constitu­
ye, en nuestra época de transición, el m ayor factor revolucionario, opuesto a
la "coexistencia pacífica en tre las clases" y entre países im perialistas y neo-
coloniales, com o dialéctica revolucionaria.
Las contradicciones existentes en tre la producción y la distribución, entre
la riqueza producida y su reparto inequitativo entre burgueses y proletarios,
constituyen, com o m otor revolucionario de la historia la lucha de clases o la
guerra revolucionaria, cuando la crisis económ ica y social alcanza sus puntos
culm inantes. Si se sabe arm onizar lo objetivo (fuerzas productivas en crisis,
que buscan rom per su envoltura capitalista); y lo subjetivo, (creación de una
acción popular que mueva a las grandes m ayorías hacia la Revolución), la to­
ma del P oder por el pueblo trab ajad o r es objetivo fácil de conseguir, sobre
todo, en regiones con crisis crónicas: A m érica Latina, A frica, Asia y ciertas
regiones subdesarrolladas de E u ro p a como G recia, España, Portugal, Italia
y otros países
"C uando las condiciones sociales, que responden a un grado determ ina­
do de la producción, se hallan en vías de form ación, o cuando están en tra n ­
ce de desaparecer, se m anifiestan, naturalm ente, perturbaciones en la p ro ­
ducción, aunque en distintos grados y con efectos diferentes". (1) D ialéctica­
m ente, lo objetivo crea com o reflejo lo subjetivo: si la econom ía
dinám icam ente es revolucionaria, la política no puede ser conform ista en la
dirección político-sindical de las clases oprim idas que tienen que sacudirse
un régim en anacrónico, abatiblc por la acción revolucionaria.
E l sindicalism o burocrático (contem porizador) y el "comunismo" soviéti­
co se constituyen en los m ejores sostenes políticos del capitalism o, en épocas
de crisis, m ediante la utopía de los contratos colectivos de trabajo, los fren ­

1 Marx, C. Crítica de la economía polílica.

-4 9 -
Economía autogestionaria

tes populares electorales o consignas como la "ocupación de las fábricas", sin


tom ar cl P o d er p a ra resolver definitivam ente la crisis. N o es revolucionario
agitar "slogans" com o ¡"Que pagen la crisis los ricos"! Ello supone adm itir la
continuidad histórica del capitalism o, falseando la realidad, no disponiéndo­
se a elaborar un plan económ ico, social y político que haga m archar autoges-
tionadam ente la producción sin burgueses ni burócratas. Lo serio es decir al
pueblo que no hay solución alguna sin la tom a del P oder político com o auto-
p o d er popular. No hay que ser reform ista como las burocracias políticas y
sindicales; hay que ser revolucionario en cl pensam iento y en la acción, con
una praxis revolucionaria (unidad de pensam iento y acción), realizando la
dcsprofcsionalización de la política m ediante cl Autogobierno económico,
político y social, no por arriba sino por abajo, como dem ocracia directa.
L a crisis económ ica, en cl O este y en cl E ste, no se soluciona con paliati­
vos neoliberales, social-dem ócratas o con cl m odelo soviético ya fracasado
en Polonia y otros países del E ste. L a crisis reside en la infraestructura de
una sociedad antagónica, que se ha desestabilizado económ ica, política y so-
cialm cntc. El O este y cl E ste no p u eden digerir ya —sin crisis económ icas y
sin g u e rra s— su propio progreso económ ico y tecnológico; pues todo p ro ­
greso se to rn a ya en retroceso con un rearm e insoportable e incontrolado.
La energía atóm ica es una energía diabólica como bom ba atóm ica; am enaza
con d estruir a la hum anidad m ientras existan las clases, las fronteras nacio­
nales, el im perialism o y cl hegemonism o. E l m undo actual está enferm o de
gravedad: sufre la agonía de la m uerte lenta; pero los pueblos no se atreven
ahora a abreviarle, revolucionariam ente, cl tránsito; pues los "comunistas" se
han hecho hegem onistas; los sindicalistas (burócratas), dóciles instrum entos
del E stado; los im perialistas, capitalistas m ultinacionales. La crisis del capi­
talism o es más honda que la explicación dem agógica que le dan algunos diri­
gentes con palabras de izquierda y práctica de derecha, particularm ente los
social-dcm ócratas y dcm o-libcralcs.
H ay que cam biar la form a de distribución de la riqueza, para que pueda
m archar —sin crisis— la producción. Si la distribución cam bia tiene que
transform arse, a su vez, la estructura y cl ritm o de la producción. P o r ejem ­
plo, la concentración del capital industrial ha llevado la población del cam po
a la ciudad, com o tendencia histórica del capitalism o privado o del Estado.
A l contrario, la autogestión crearía las agrovillas del fururo que resolverían
las contradicciones existentes en tre la ciudad y cl campo: serán resucitas por
m edio del socialismo de autogestión o un régimen político autogestionario,
b asado en la dem ocracia directa del pueblo trab ajad o r auto-organizado en
su propio interés, sin líderes providenciales de izquierda o de derecha.
P a ra sup erar la crisis económ ica, las luchas de clases, las guerras revolu­
cionarias, m arginales o universales, a causa de una sociedad contradictoria,
hay que instaurar una econom ía autogestionaria, federal y mundial, con de­
sarrollo p roporcionado en tre todos los países o regiones del m undo, entre
todas las ram as de la producción y de los servicios.

- 50-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

T enem os que crear la em presa de participación de los productores direc­


tos sin exploradores ni explotados, sin que los que unos ganen otros lo p ier­
dan, debido a que la p ropiedad no es social sino estatal o particular, usando
y abusando del trab ajad o r asalariado. Así, pues, p ara que haya justicia social
no debe h aber em presarios (capitalistas) ni burocracias totalitarias enquista-
das en el E stado-patrón, sino una sociedad libertaria sin distinción de clases,
castas, o razas o estam entos del privilegio, sin particularism o, im perialism o o
hegem onism o.
Ila y que pro cu rar la más amplia participación dem ocrática del pueblo
trab ajad o r en el A utogobierno de todos, desde abajo hacia arriba, y 110 desde
arriba p ara abajo. Sólo el Autogobierno, teniendo como basam ento la d e­
m ocracia asociativa del trab ajad o r con sus m edios de producción, garantiza
el fin de la explotación de un hom bre por otro, aboliendo las clases privile­
giadas: burguesías, oligarquías, burocracias, tecnocracias.
E l socialismo participacionista no tiene nada en com ún con el m odelo
soviético de capitalism o de E stado o socialismo adm inistrativo, sino con la
dem ocracia directa de la C om una de París (1871), las colectividades liberta­
rias d éla Revolución E spafiola (1936-39), y con otros m odelos de A utogobier
no, que constituyen no una m eta ya alcanzada, sino el com ienzo de un p ro ce­
so de realización del socialismo, que d eberá abarcar un período histórico de
gran alcance. Sólo así superarem os las doctrinas económ icas y políticas, que
no resuelven la lucha de clases, com o el m odelo soviético, las doctrinas de J.
M. Keynes o de Fricdm an. P ara superar las contradicciones económ icas y
sociales de nuestra antagónica estructura económ ica no sirve ni el m odelo de
Stalin, ni el de Keynes, ni el de Fricdm an, form as ya obsoletas de neo-capita­
lismo; pues la verd ad era solución reside en el socialismo de autogestión, que
no es un paraíso, sino el gran salto hacia adelante y el fin de la alienación del
hom bre.

PROPIEDAD, LIBERTAD Y ALIENACION

La p ropiedad en térm inos dialéticos, es ella misma y otra cosa diferente


en el devenir histórico: propiedad com ún (com unidad primitiva); propiedad
del "pater familiae" (R om a, G recia, etc); p ropiedad feudal; propiedad capi­
talista (directa, anónim a, etc); propiedad cooperaría (co o p erativ as);p ro p ie­
dad estatal (capitalism o de E stado, tanto en el E ste com o en el O este); p ro ­
piedad socialista (de la Sociedad y no del E stado); propiedad com unista
(negación de to d a propiedad, o propiedad universal como opuesta a pro p ie­
dad, cooperativa o nacional, etc.). E n la dialéctica de la historia nada perm a­
nece igual a si mismo; todo cambia, se transform a y modifica, tanto las cosas,
los seres, las instituciones, las civilizaciones, las naciones, las categorías del
pensam iento en función de que el hom bre cam bia la N aturaleza —la exterior

—51 —
Economía autogestionaria

a c l— p ara cam biar, a su vez la interior de él o su propia naturaleza hum ana.


P ara Proudhon, la propiedad privada es producto del robo, de la pobreza
social, de la escasez de bienes; pues nadie preten d ería apropiarse una cosa o
bien que fuera abundante; luego en el reino de la necesidad reside como an-
tim onía la propiedad privada.
U n país industrializado, con elevada productividad, aunque entrara des­
pués en la revolución socialista que un país subdesarrollado, quizá pudiera
establecer, inm ediatam ente, cl socialismo, habiendo superado la escasez
aprem iante de bienes. E l reino de la libertad no es posible sin ninguna limi­
tación a la voluntad hum ana; la necesidad económ ica im pondría cl raciona­
m iento; una rem uneración con arreglo a la cantidad y calidad de trabajo de
cada uno; lo cual se opone la equidad económ ica entre los hom bres, a m enos
que éstos tengan una educación igualitarista, por convicción de conciencia y
voluntad, por conciencia revolucionaria.
Sin dejarse em brujar por cl idealismo, M arx plantea el problem a de la
propiedad, del proletariado y de la injusticia social en estos térm inos: "La
p ropiedad privada, en tanto que p ropiedad privada, es forzada a m antenerse
a sí misma m anteniendo la existencia de su antítesis: el proletariado. E ste es
cl aspecto positivo de la antinom ia, la p ropiedad privada satisfecha de si mis­
ma..
"Por el contrario, el proletariado, en tanto que cl proletariado está obli­
gado a abolirsc a si mismo y, por consiguiente, abolir la antítesis que lo hace
proletariado: la p ropiedad privada. H e ahí cl aspecto negativo de la antino­
mia, la inquietud de la propiedad privada que se disuelve ella misma.
"La clase poseyente y la clase proletaria son dos caras del proceso por cl
cual el hom bre se convierte en un ser extraño a sí mismo, es decir alienado.
La prim era se com pleta en su deshum anización sintiéndose establecida sóli­
dam ente, siendo ésta alienación como su propia potencia, poseyendo en ella
la apariencia ilusoria de una existencia hum ana; la segunda, al contrario, se
siente aniquilada en esa alienación, descubriéndose en ella su im potencia y
la realidad de una existencia inhumana" (1).
Así, pues, la p ropiedad es el otro polo de una entidad contradictoria b a ­
sada en cl hom bre desposeído (proletario). P or consiguiente, cl p roletaria­
do, en tanto que proletariado, está obligado a abolirse a sí mismo aboliendo
la antítesis que lo hace proletario: la propiedad privada o estatal. Sólo con la
socialización de la propied ad se supera la alienación del proletariado en la
sociedad libertaria. Y por eso, todo reform ism o es ilusorio.
H ay que aclarar que la p ropiedad estatal no es la propiedad socialista, no
siendo así posible, negativam ente, la abolición del proletariado, com o suce­
de con cl capitalism o de E stad o soviético. D e ahí que, no siem pre, con la su­
presión de la burguesía sea posible en trar en la sociedad socialista, si la p ro ­
p iedad privada es sustituida por la p ropiedad estatal y la burguesía por la

1 M a rx , C. I.a s a g ra d a fa m ilia (1 8 4 5 ).
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

burocracia. L a desalienación del obrero sólo es posible con la econom ía so­


cialista con la dem ocracia directa de los C onsejos O breros, sin m ediaciones
parasitarias de la burguesía, de la burocracia y de la tecnocracia, com o en las
colectividades libertarias españolas creadas d u rante la Revolución E spañola
de 1936-39.
L a propiedad estatista continua creando proletarios, ya que éstos siguen
siendo asalariados, no dueños de sus m edios de producción, del capital y de
la tierra. E l "socialismo de Estado" no suprim e el asalariado: lo prolonga con
el capitalism o de E stado, ocultando la lucha de clases com o sucede en la
URSS y en las dem ocracias populares". E l salario es la categoría dom inante
en el E ste. La liberación del proletariado, su dcsalicnación del capital, no es
posible sin la abolición del propio proletariado. E n este sentido, la "dictadu­
ra del proletariado", sin existencia de la burguesía no tiene justificación co­
mo p o d er de clase: ¿C ontra quién?. Si la burguesía ha sido derrocada, hace
m ás de 70 años en la U RSS, la d ictadura del proletariado debe ser sobre el
proletariado, p ara m antenerlo en su condición salarial, percibiendo ingresos
más bajos, en la URSS, que incluso en los países capitalistas occidentales in­
dustrializados. Ello explicaría que la beneficiaría de la "dictadura del p ro le­
tariado" sea la burocracia soviética, nueva clase dom inante.
L a experiencia soviética no es socialista. El proletariado no ha sido aboli­
do por la propied ad estatista; sigue siendo, en sustancia, el mismo pro leta­
riado de la época capitalista; no tiene el au topoder concreto en sus m anos
para abolirse com o tal proletariado, sin cuya condición no se puede realizar
el socialismo.
E n la U RSS, la propiedad privada, salvo la personal y pequeñas parcelas
en los koljoses, etc., ha sido abolida; pero subsiste la propiedad estatal que
significa, en su polo contrario, la desposeción de los trabajadores. P or tanto
ésta no h ará posible la abolicion del proletariado y el triunfo del socialismo,
sin d erro car el régim en de propiedad estatal m ediante una revolución an-
ticstatista, anarquista, por una acción masiva de toda la Sociedad oprim ida
contra el E stad o o p resor y explotador, a fin de instaurar un socialismo basa­
do en la p ropiedad social y en la dem ocracia directa.
El fra c a so d e la Revolución Rusa no significa inactualidad de las tesis fun­
dam entales sobre el socialismo, p o r la sencilla razón de que el sovictismo no
ha ensayado, ni poco ni mucho, el comunism o en la sociedad soviética. P re ­
cisam ente, en razón de ello, un socialismo autogestionario debe reivindicar
el pensam iento revolucionario de los clásicos del socialismo libertario.
U n a síntesis de dem ocracia directa y de econom ía auto-gestionaría p u e­
de d ar una doctrina coherente, económ ica, política, filosófica, social y revo­
lucionariam ente, p ara echar del pod er a la burgesía y la burocracia. Pues el
capitalism o privado se sirve del E stad o p ara m antener la seguridad de los
propietarios contra los proletarios. E l capitalism o de E stado es la dictadura
de la burocracia; pero, en realidad, contra el proletariado, afirm ando la p ro ­
piedad estatal contra la propiedad social que debe ser gestionada d irecta­
m ente p o r los trabajadores.

- 53-
Economía autogestionaria

Las form as de p ropiedad cuando no se trate de propiedad social, son


m aneras opresivas de extorsionar el trabajo ajeno por m edio del E stado, que
se hace propietario com o derecho de usar y de abusar del proletario y de
percibir la plusvalía.
" Las condiciones burgesas actuales de la propiedad son "mantenidas"
p o r cl poder del E stado, que la burgesía ha organizado para proteger las
condiciones de su propiedad. Los proletarios deben, por tanto, derrocar la
potencia política en m anos de la burgesía. Y ellos deben convertirse en p o ­
tencia revolucionaria" (1).
"Será preciso rep etir los argum entos irresistibles del socialismo —prosi­
gue M arx — esos argum entos que ningún econom ista burgués ha logrado ja ­
m ás destruir. ¿Q ué es la propiedad, qué es cl capital, bajo sus form as actua­
les? Pues son p ara cl capitalista, el p oder y cl derecho, garantizado y protegi­
do p o r cl E stado, p a ra vivir sin trabajar; y como ni la propiedad ni cl capital
p roducen absolutam ente nada, cuando no son fecundados por cl trabajo de
otro, p o r explotar cl trabajo de aquéllos que, por no tener propiedad ni capi­
tales, se ven forzados a vender sus fuerza de trabajo a los afortunados de la
una o de los o tro s " .
L a supresión del autogobierno sería caer en un régim en aném ico —d e­
sorganización perm anente —, lo cual justificaría la vuelta al viejo régimen,
cuando la sociedad hubiera perdido fuerzas productivas, nivel de vida, volu­
m en de producción, ctc. U n socialismo con m enos nivel de vida, que el capi­
talism o está condenado a pcrcccr, no se justifica históricam ente: cl "comu­
nismo en la miseria" no supera cl capitalism o de E stado como en R um ania
bajo Ccaucesco.
C uando decim os que la propiedad privada puede ser abolida, lo afirm a­
mos en cl sentido de que la propiedad autogestionaria, unida a form as desa­
rrolladas de autom atización del trabajo, crea más fuerzas productivas que el
capitalism o. Sabido es que la m icropropicdad (m inifundio), la m acropropic-
dad (latifundio) y cl m onopolio capitalista (privado o de E stado en beneficio
de la burguesía o de la burocracia) crcan m enos fuerzas productivas que la
p ro p ied ad social; pues ésta facilita la integración de la riqueza para que p e ­
netre, en todos los dom inios de la producción, la autom atización del trabajo
m anual e intelectual, superando la división del trabajo propia de las clases
sociales.
L a m asa de inversión será más elevada en una econom ía socialista que
con capitalism o privado, explotación rural scm i-artcsanal o con propiedad
directa de los tra b a ja d o re s :"... los instrum enos de trabajo, así com o la tierra,
serán p ropiedad de la com unidad, no pudiendo ser utilizados sino por los
trabajadores, y, estos, agrupados en asociaciones industriales y agrícolas, se­
rán renum erados según su trabajo" (2).
N ad a es utópico en estas palabras, sino expresión realista del socialismo
1 M arx, C. C rítica de la econom ía p o lítica.
2 B akunin, M. P rogram a de la A lian /a Internacional de la D em ocracia Socialista.

— 54 —
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

de autogestión, indicando que el rep arto se hará con arreglo a trabajo.


N o hay m ucha difencia aquí con las form as autogestoras españolas de
1936-39, en la industria y la agricultura de E spaña en poder de los an ar­
quistas.
El socialimo totalitario, p ara beneficio de una "clite" burocrática, articu­
lado rígidam ente en una planificación centralizada, reduciendo las cosas y
los hom bres a m eras cifras en el Plan Económ ico, persiguiendo objetivos
cuantitativos, ha olvidado al hom bre y su albedrío, su capacidad creativa, su
imaginación, su fantasía, sin la cual m uere de hastío, en una sociedad de con­
sumo program ada bajo dictaduras neo-stalinistas.
B akunin conocía los valores hum anos, sin dejarse alienar p o r el utopis-
mo. E l gran revolucionario ruso tenía una concepción integral del hom bre,
cuando dice:
"Las tres grandes causas de la inm oralidad hum ana son: la desigualdad,
tanto política com o económ ica y social; la ignorancia que es el resultado n a ­
tural de la anterior; y, finalm ente, la consecuencia necesaria de ambas, que
es la esclavitud".
E l desarrollo económ ico —desarrollo m aterial sin paralelo desenvolvi­
m iento de la m oral social, la cultura colectiva, el urbanism o estético —, con­
duce a la sociedad de consum o program ado, en que el sujeto hum ano es un
anim al dcspolitizado. E n ese m undo de la burguesía o de la burocracia, el
hom bre —arread o com o una p ia ra — se siente angustiado y alienado; ap a­
rentem ente está en la sociedad pero vive en una inm ensa soledad; puesto
que, en el transm undo de su vida cotidiana, el hom bre sin alternativas siente
su conciencia desdichada. E n la negación de todos los falsos valores burgue­
ses o burocráticos, el hom bre alienado en contrará su afirm ación; pues toda
negación es afirm ación, en buena dialéctica; y la negación del capitalism o no
es el socialismo burocrático, sino el socialismo libertario.
E n gran erro r de las revoluciones, basadas en el "culto de la personali­
dad" del líder que encarna el E stad o absoluto, com o un D ios viviente, eá d e­
rrib ar a un mal gobierno de la burgesía p ara poner el gobierno de la b u ro ­
cracia, más totalitaria que la burgesía y no m ás igualitaria que ésta.
L a desalienación del hom bre, prom etida p o r el socialismo, no la puede
realizar el socialismo burocrático. S parta era, con las leyes de Licurgo, un
E stad o totalitario; se basaba en la esclavitud de los ilotas que, para hacerlos
trab ajar, tenían que ser vigilados perm anentem ente por hom bres libres, que
no lo eran plenam ente libres, al tener que vigilar a sus esclavos.
L a dialéctica del am o y del esclavo crea una dependencia en que ninguno
de los dos es realm ente libre. P or tanto, ningún hom bre puede ser plena­
m ente libre, en ningún régim en político, más que en la m edida que todos los
hom bres sean libres.
CATEGORIAS Y ESTRUCTURAS

E n el m ecanism o de las categorías económ icas de cantidad y limitación,


la producción, el consum o, el cambio y la distribución no son distintas entre

— 55 —
Economía autogestionaria

sí, sino m odos diferentes de evolución; diferencias de sistemas; m om entos


históricos de la econom ía; categorías que en su movimiento, crean paralela­
m ente conceptos reflejos en cl pensam iento político, filosófico, artístico, reli­
gioso y jurídico. E n cierto modo, lo que ignoran los filósofos profccionalcs
— siem pre alejados de la práctica del tra b a jo — es que las categorías de la
econom ía en cierto m odo determ inan las categorías del pensam iento, que no
es puro ni abstracto como creen los filósofos c ideólogos.
M arx —que expresó los conocim ientos económicos, filósoficos y socioló­
gicos de su tiem p o — subrayaba la enorm e im portancia de las categorías eco­
nómicas: "la producción, la distribución, cl cambio y cl consum o —d e c ía —
form an un silogismo, según las reglas: la producción es la generalidad; la dis­
tribución y cl cam bio son la particularidad; cl consum o es la individualidad,
q ue expresa la conclusión".
T odo productor, en el acto mismo de la producción, es ya consum idor:
producir es consum ir los m edios de producción que se hayan utilizado o que
se estén em pleando. A h o ra bien, no todo cl consum o es cualitativam ente
idéntico. El consum o de la aristocracia, de la burgesía, de la burocracia, de
la población ociosa, es consum o im productivo; igualmente, la producción de
artículos de lujo y de arm am entos. E n algunos países, los grupos capitalistas,
terratenientes, burocráticos o im productivos, absorben más del 40% de la
ren ta bru ta nacional, lo cual produce entropía económ ica, (degradación
ccónom ica o dcscapitalización), que no perm ite am pliar cl capital gastado.
Ello genera entro p ía económ ica tcndcncial, que hace inevitable la revolución
del cam bio, p ara abolir una estructura de clases anacrónicas; para crear un
nuevo m odo de producción: cl socialismo de autogestión determ inado por la
p ropiedad social en lo económ ico, y p o r la dem ocracia directa, en la política.
Los ideólogos dogm áticos no fam iliarizados con cl m ovimiento dialécti­
co de las categorías económ icas, ignoran que la producción es, inm ediata­
m ente, consum o y viceversa. Si este proceso se detiene, se produce la crisis
económ ica, debido a que las categorías producción y consum o se interfieren
u oponen por problem as de clases antagónicas y de reparto desigual de la
ren ta social. Lógicam ente, la producción es la m ediación del consum o, cuyos
m ateriales crea y sin los cuales no ten d ría objeto. Sin producción no puede
h aber consum o, pero sin consum o no hay producción. Sin necesidades no
hay incentivos p ara la producción. E l consum o produce la necesidad pero
ésta, en O riente u O cidcntc, está lim itada p or cl desigual ingreso m onetario
entre los trab ajad o res y los burgueses o burócratas. Si se produce m ucho y cl
ingreso m onetario es bajo, no se consum e lo producido, a causa de que la
burguesía o la burocracia limitan las necesidades de los obreros, para que
los privilegiados puedan gozar de mayores ingresos destinados a gastos de
lujo, tanto en la zona del dólar com o en la del rublo.
El trab ajo crea las necesidades, pero éstas son lim itadas a la escala de las
clases. La crisis económ ica es, así, consecuencia del divorcio entre las nece­
sidades de la sociedad y la capacidad de producción para satisfacerlas. Al

- 56-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

aum entar la productividad del traba jo más hallá del volum en de satisfacción
de las necesidades de los privilegiados se produce la crisis debido, en parte,
al subconsum o de las masas asalariadas, deprim idas en su nivel de vida por
la burguesía o la burocracia. C uando la capacidad de producción de un m o­
do de producción es superior a la satisfacción de sus necesidades de la clase
privilegiada, la revolución social es inevitable p ara liberar con ella de sus ata­
duras a las fuerzas productivas. Com o la necesidad m aterial está determ ina­
da p o r el ingreso m onetario de cada clase, es decir por la propiedad y la des-
posesión, se infiere de ello que el régim en de trabajo está dom inado por el
régim en de la propiedad estatal o privada con lo que vastas m asas populares
pierden su trab ajo o están som etidas al subconsum o.
E n países donde la producción es muy grande, pero sin consum o paralelo
(p ara m antener el capitalism o sin en trar en el socialismo, com o sucede en
E stados U nidos), las crisis de sobre-producción relativa (países industria­
les), exigen históricam ente una revolución social. Ello es necesario para po­
ner en concordancia el m odo de producción: las relaciones sociales y las
fuerzas productivas; pero todo ello por un acto revolucionario, haciendo que
el pueblo sea el protagonista del cam bio m ediante la dem ocracia directa.
ITay que m odificar el régim en de distribución para abrir perspectivas ili­
m itadas a la producción; pues que toda producción, m enos el ahorro para
inversión, tiene que resolverse en el consum o. Si un país baja su nivel de vida
p or causa de la crisis económ ica no necesita así más fabricas, sino menos.
E n cierto m odo, la producción determ ina el volum en del consum o, pero
con p ropiedad privada el dinero lo determ ina desigualm ente.
E l ham bre es ham bre en todos los tiem pos, pero la m anera de zatisfacer-
lo es distinta p ara un esquim al (que come carne cruda con cuchillo), que p a­
ra un brasileño (que se alim enta principalm ente de legum bres), o para un
norteam ericano (que consum e alim entos enlatados o refrigerados). U n yan­
qui, en su vida cotidiana, es distinto de un brasileño, no tanto por el medio
geográfico, sino p orque los objetos (bienes) modifican el com portam iento de
los sujetos. E n tre el sujeto y los objetos hay intcración. Así, pues, la existen­
cia m odifica el estado de conciencia. P or ejem plo, un yanqui no es un brasi­
leño, no p o r el espíritu, sino p o r la praxis (relación sujeto y objeto que crea
una vida cotidiana diferente p ara uno y otro)
La dialéctica económ ica enseña que la producción no sólo produce un
objeto p ara el sujeto, sino un sujeto p ara el objeto. La producción y el consu­
mo constituyen dos polos económicos: cada uno se transform a en su contra­
rio o es intcrdcpcndicntc de su contrario, para que pueda continuar el p ro ­
ceso económ ico. C ada uno de estos dos actos —producción y consum o —
crea su contrario; p ero en una econom ía de clases antagónicas no hay
correspondencia en tre la producción y el consumo; am bos se divorcian, se
desarm onizan; no aum entan o disminuyen proporcionalm cnte. Así, pues, la
producción y el consum o desarm onizados producen las crisis económ icas cí­
clicas y con ello las condiciones políticas, sociales y económ icas para el adve­
nim iento del cam bio socio-cconóm ico revolucionario.

- 57-
Economía autogestionaria

L a producción y el consum o se desarm onizan porque la sociedad está


dividida en clases; p o rq u e la propiedad privada o estatal asigna a unos sin
trab ajar más que a otros trabajando; p o rq u e cl m ercado de los pobres (que
es cl m ás grande), tiene tendencia a consum ir menos, a m edida que cl obre­
ro p roduce más; p orque los productos de su trabajo se transform an en m er­
cancías; tienen así, necesariam ente, que pasar por cl cambio, que rep arte d e­
sigualm ente lo distribuido según la capacidad de com pra de cada clase, en
razón de su ingreso m onetario: (sueldos, salarios, pensiones, rentas in tere­
ses, ganancias del capital, etc.).
E l cam bio, sin igualdad social, supone la propiedad privada o estatal y la
m oneda como sistem a de reparto; determ ina el intercam bio desigual entre
pobres y ricos, entre la ciudad y cl cam po; entre países pobres y ricos. E n cl
p erío d o paleolítico, d urante m uchos siglos el cam bio no revestía la form a de
m ercancía o de dinero, pues la base de aquella sociedad no era la propiedad
privada. E n la com unidad prim itiva no había, ni familia monogám ica, ni p ro ­
piedad privada ni E stado. Justam ente p orque cada m odo de producción tie­
ne sus correspondientes relaciones sociales y sus form as de E stado o caren ­
cia de este en una sociedad auto-organizada sin clases antagónicas.
M ientras un régim en de distribución perm ite necesidades crecientes la
producción y cl consum o no se desarm onizan: cl cambio fluye; no se detiene.
Y es que en la distribución desigual en tra la renta de la tierra, la plusvalía,
los sueldos y salarios, los intereses del capital, las ganancias, las jubilaciones,
los alquileres, los im puestos, todo lo que da derecho a retirar producción
p o r m edio del cambio p ara llegar al consum o en una sociedad m ercantil y de
clases de consum o desigual, de la cual no se ha liberado la U nión Soviética.
Si la riqueza fuera puesta en com ún —prescindiendo de las burguesías
occidentales o de las burocracias orientales, de toda clase parasitaria, en tre­
gando la gestión de la econom ía a los productores directos, desprofesionali­
zando la política y aboliendo las clases antagónicas— se crearía así cl socia­
lismo de autogestión, que aboliría las rentas parasitarias. E sas rentas inverti­
das útilm ente —cosa que no se ha hecho en cl esclavismo, el feudalism o, cl
capitalism o o bajo cl despotism o asiático —, perm itirían que la econom ía con
el socialismo experim entara un crecim iento acelerado en beneficio de los
trab ajad o res y los consum idores: libres, p o r fin, de la explotación del hom ­
b re p o r cl hom bre.
L a econom ía libertaria constituyó en cl alba de la hum anidad, un m odo
de producción que d uró m uchos siglos, practicando una especie de com unis­
m o prim itivo, pero con m ucha escasez de bienes, teniendo que dedicar, casi
toda la jo rn ad a, a la busca de alim entos y vestidos (pieles), teniendo así poco
tiem po de ocio p ara ser libres, cultos y científicos. U n "socialismo en la m ise­
ria” —ayer como h o y — no tiene sentido político, social, económ ico c históri­
co. P or eso en cl m undo antiguo, la constitución de la propiedad privada en
las sociedades agrícolas sedentarias, creó más fuerzas productivas que cl co­
m unismo prim itivo, sustituyéndolo, con ventaja económ ica, y de ahí sus nc-

- 58-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

ccsidad histórica, pero ahora la revolución científico-tecnológica constituye


la base de una sociedad socialista. i

Sin em bargo, la propiedad privada o estatal en una época como la nues­


tra —cuando el hom bre controhi, en cierto m odo, a la natu raleza—, ya no
tienen sentido social, económ ico y político: deben ser sustituidas por una co­
m unidad de bienes al servicio de libres trab ajad o res y consum idores, auto-
organizados como p roductores directos, sin m ediación de clases dom inantes
o parasitarias, ya se trate de las burguesías del O este o de las burocracias
(scudo-socialistas) del Este.
C uando el hom bre ha llegado a la Luna, controla la cnegía nuclear, cuen­
ta con un cerebro desarrollado acom pañado p o r ordenadores electrónicos,
cuando la econom ía y el m ercado son m undiales, cuando un obrero de hoy
es capaz de p roducir varias veces más que uno de ayer con malos equipos de
producción, ha llegado la hora de transform ar la actual sociedad de dom ina­
ción en socialismo de autogestión.
D e seguir destinando la m ayor p arle de la investigación científica a la
producción de nuevos y más destructivos arm am entos, en vez de aum entar la
productividad del trabajo útil, la ciencia y la técnica se convertirán en la m a­
yor am enaza p ara el progreso hum ano. Ello sucede porque el hegem onism o
o el im perialism o aspiran a la dom inación del m undo en beneficio de su na­
ción p ero en contra de las dem ás. E se antagonism o im perialista, inexorable­
m ente, si los pueblos no saben luchar p o r la paz, conduciría a una guerra
universal, de la cual sólo p u ede quedar en polvo la civilización, p rep arad a ya
para el socialismo, p ero anquilosada todavía en el capitalismo.
A l com ienzo de la d écada de los 90 somos en el m undo más de 5.000 m i­
llones de abitantes ¿Es posible que tantos cientos de millones de seres hu­
m anos sean pasivos ante los problem as de la guerra y de la paz, de la desocu­
pación en masa, de la m anipulación de las conciencias por la publicidad de
la sociedad de consum o y ante las m ascaradas de la clase política que se tu r­
na en el Poder, no p ara que estem os cada vez m ejor sino peor?
La econom ía, la política, la gestión de las em presas y los gobiernos no
han de ser la especialidad de unos cuantos tecnócratas o burócratas, en el
O este y en el E ste, sino tarca y com prom iso de todo el pueblo, con dem ocra­
cia directa, ejercid a todos los días y a todas las horas. E n la era de la electró­
nica, la dem ocracia no debe ser delegada sino realizada por todo el pueblo
m ediante una sociedad auto-organizada, que recu pere del E stado lodos los
poderes que éste le ha usurpado. Pues, sin autogestión no hay em ancipación
del pueblo p o r el pueblo mismo. H e ahí un axioma político

DIALECTICA: HEGELIANISMO Y MARXISMO


E n la filosofía hegeliana están dados idealm ente los mecanism os que es­
tructu ra objetivam ente el m aterialism o histórico elaborado p o r M arx a partir
de H cgcl. No obstante, la diferencia en tre M arx y H cgcl reside en que el p ri­

- 59-
Economía autogestionaria

m ero coloca cl epicentro del devenir en las fuerzas económ icas y en las lu­
chas sociales, m ientras que cl segundo considera el movimiento histórico co­
mo m om entos diferentes de la ¡dea.
P ara H cgcl —según M arx —, "lo v erdadero es la idea y la naturaleza sólo
es otra form a del o tro ser de la idea”. E n realidad es cl hom bre transform an­
do la naturaleza con su trabajo y sus técnicas cl gran dem iurgo de toda la
creación, o sea, que en cl devenir dialéctico cl hom bre se va haciendo a sí
m ism o en la m edida que va haciendo diferente al m undo, no por un acto es­
piritual de la idea, sino más bien con sus técnicas y su trabajo. H e ahí algo
que no parecen h ab er entendido los filósofos y, sobre todo, los teólogos en la
creación y evolución d e l m undo y su creador: el hom bre que fabrica objetos,
y en fabricando estos se fabrica a sí mismo.
E n cl proceso de conocer, H cgcl, a pesar de su idealismo, tiene clara no­
ción de la ley de la cantidad que cam bia la calidad y vice-versa, en base a los
cam bios de gradualidad. "Lo positivo en H cgcl —según M arx — en su lógica
especulativa, es que los conceptos determ inados, las form as fijas del pensa­
m iento universal, en su dependencia frente a la naturaleza y al espíritu, son
resultado necesario de la alienación general de la esencia hum ana y, por
consiguiente, tam bién del pensam iento hum ano, que Hcgcl ha presentado y
agrupado como m om entos del proceso de abstración. P or ejem plo, en H c ­
gcl, cl ser superado es la esencia, la esencia superada es cl concepto, cl con­
cepto sup erad o es... la idea absoluta.. P ero entonces ¿qué es la idea absoluta?
S u p erar su propio ser de nuevo, si no quiere volver a recorrer de nuevo, des­
de el comienzo, todo cl acto de abstracción, si no quiere convenir en ser una
totalidad de abstracciones que se abarca a sí misma. P ero la abstracción que
se com prende a sí misma com o abstracción se sabe no ser nada: debe aban­
donarse —ab andonar la abstracción— y llegar así a una entidad que es su
exacto opuesto: la naturaleza. D e ese m odo, toda la lógica es la dem ostra­
ción de que el pensam iento abstracto no es nada en sí; que la ¡dea absoluta
no es nada en sí; que sólo la naturaleza es algo (1).
P ero si pasam os de lo abstracto a lo concreto, si reem plazam os la idea
p o r la sociedad aparecen las luchas de clases, los antagonism os entre las n a­
ciones y así, en el devenir histórico y cconóm ico-social, surgen las guerras,
las revoluciones, los conflictos de todo tipo, en los cuales la historia por sí no
es su causa cficicntc, sino cl hom bre haciéndose realidad política, tendiendo
a superar su alienación a condición de superar todo lo que se opone a su li­
beración.
V olviendo a la dialéctica de H cráclito, H cgcl ha querido dar una explica­
ción total del m undo, p ero un pancosm ism o, sin rcfcrcncia al trabajo del
hom bre y a sus técnicas com o m otor de la historia, es muy insuficiente como
filosofía. N o obstante, la lógica dialéctica de H cgcl revela la dinám ica del ser
y cl m undo, su interacción en cl devenir.

1 Marx. C. Manuscritos económicos v filosóficos (1844).

- 60-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

"Todo nacim iento y muerte —afirm a H c g c l—, en lugar de ser una gra-
dualidad progresiva, son tam bién una interrupción de ella, y una salida des­
de la variación cuantitativa hacia la cualitativa.
"Ningún salto se da en la naturaleza, se dice; y la representación ordinaria,
cuando debe concebir un nacer y un p erecer, cree, como se acordó, haberlo
com prendido al representárselo com o un ap arecer o desaparecer gradual.
P ero se ha m ostrado que las variaciones del ser en general no son sólo el
transpasar de una m agnitud a o tra magnitud, sino un transpaso de lo cualita­
tivo y vicc-vcrsa, un devenir otro, que es un interrum pirse de lo gradual, y el
surgir de o tro cualitativo, frente a la existencia antcccdcntc(...).
"Como base de la gradualidad del nacim iento sC halla la representación
de que lo que nace está presente en form a sensible o en general en form a re­
al, y que sólo debido a su pequeñez no es todavía perceptible; de igual mo­
do, en la gradualidad del d esaparecer se halla la representación de que el no
ser y el otro, que se introduce en su lugar, están igualm ente presentes, aun­
que no sean todavía observables, y están sin duda, presentes no en el sentido
de que lo otro está contenido en sí en lo o tro presente, sino que está presente
en él com o existencia, aunque no es observable. Con esto se elimina al nacer
y al p erecer en general; o sea, lo en sí, lo interior en que algo está antes de su
existencia, se cam bia en una pequenez de la existencia anterior, y la diferen­
cia esencial, o diferencia de conceptos se cam bia en una diferencia exterior,
de pura magnitud" (1).
H e ah í expuesta la ley de la cantidad que cam bia la calidad de las cosas,
un tanto abstractas o filosóficas, pero que puede ser tam bién aplicada al p ro ­
ceso histórico, económ ico y social del hom bre, aunque ello es más com plejo
en cuanto a su cxplicitación. Sin em bargo, esta dialéctica enriquecida y apli­
cada, en ese sentido , p odría d ar una filosofía de la historia, a fin de adelan­
tarse a los acontecim ientos, sin ser profeta, sino siendo un científico o un fi­
lósofo, que una el conocim iento práctico y el teórico.
"Las leyes y las constituciones —dice H c g c l— se vuelven algo diferentes
cuando el territorio del E stad o y el núm ero de sus ciudadanos se am plían. E l
E stado tiene una m edida de su magnitud, y al ser im pulsado más allá de ésta,
por falta de firm eza se quiebra en sí misma bajo la misma constitución, la
que en condiciones algo diferentes había constituido su felicidad y fuerza
(2).
E n nuestra época, a fuerza de abusar del análisis cuantitativo de las com ­
putadoras sin poner en paralelo sus im plicancias cualitativas, no pragm áticas
sino más bien dialécticas, no se tiene el sentido de lo que sucederá a corto,
m ediano y largo plazo, viviendo así de la p recariedad del presente, pero sin
conocer sus antecedentes de pasado y sus proyecciones de futuro. D e esta
m anera, el periodism o, la política nacional e internacional se repiten plco-
náslicam cnlc com o si los árboles no les dejaran ver el bosque.
1 1 iegel, G . W. I \ 1 .a ciencia de la lógica. T o m o I. E dil. I Iachcttc. lis. A ires, 1956.
2 I Iegel. G . W. !•'. O b r. cit. T o m o I, pp. 474-73 y 483.

-6 1 -
Economía autogestionaria

H ay dem asiadas contradicciones o antagonism os en nuestro m undo que


no se tienen en cuenta p ara un pensam iento coherente de la política, de la
sociedad y de la perspectiva histórica. Pensam os, p o r ejem plo, con un senti­
do voluntarista, que cl futuro siem pre será m ejor debido a la ley del progreso
económ ico y tecnológico, p ero no nos dam os cuenta de que, si las mismas
causas p roducen los mismos efectos, vamos hacia crisis económ icas, sociales
políticas y bélicas no inferiores a las del pasado o, quizá más grandes, ya que
cl m undo se va haciendo planetario. Y p o r tanto, según H cgcl, "las leyes y las
constituciones" de los pueblos devienen inoperativas, anacrónicas, y, en con­
secuencia, habrá tensiones, revoluciones, guerras, que tiendan a superar re­
laciones sociales y económ icas, form as políticas y jurídicas obsoletas, m e­
diante cl cam bio revolucionario.
Ni ayer ni hoy, ni quizá m añana, sin suprim ir esas contradicciones, no h a­
b rá arm onía entre las naciones m ientras cl m undo no sea un sólo país. E l im ­
perialismo, por un lado, y el hegem onism q por el otro, quieren dar unidad al
m undo, p ero com o ninguno de los dos es lo universal, sino lo nacional que­
riendo m onopolizar lo m undial, necesariam ente tiene que haber un choque
p ara resolver esa contradicción, aunque ello suponga cl estallido de una gran
conflagración universal, incluso con cl em pleo de las arm as de destrucción
masiva. D e nada serviría rezar en cl V aticano por la paz y haccr declaracio­
nes pacifistas en M oscú o W ashington, si las m ultinacionales económ icas y f i ­
nancieras yanquis y las m ultinacionales ideológicas soviéticas — día a d í a -
entran en contradicción por lodo cl m undo. El resultado —quiérase o no —
será la confrontación cnlrc las dos grandes potencias, pues en ello está
p uesta la posible unidad del m undo a escala planetaria, lo cual es muy am o­
ral y muy sangriento, pero es que las fuerzas históricas sólo se plantean lo
que p ueden resolver, si el hom bre, p ara bien, no actúa sobre ellas.
Si la econom ía m undial se desliza hacia la depresión, si la población en
los países pobres aum enta y en los países ricos disminuye, si la desocupación
crea millones de hom bres sin trabajo, si se aum entan las fronteras y se m ulti­
plican las m onedas en un m undo ya planetario, si en unas naciones hay de­
m ocracia y en otras dictadura, si las ciudades explotan al cam po con una re ­
lación de intercam bio desigual, cosa que tam bién haccn las "grandes" con las
pequeñas potencias, si todos estos antagonism os existen, sin duda es necesa­
rio que se produzca un cam bio cualitativo a partir de que la cantidad de
contradicciones se vayan haciendo insoportables. H e ahí un ejem plo concre­
to de dialéctica de la historia contem poránea, en cierto m odo partiendo de
la dialéctica abstracta de H cgcl, pero muy concreta en nuestro tiem po en
q ue ha habido más de 150 conflictos después de la term inación de la segun­
da g uerra mundial de 1939-45.
A h o ra bien, en la dialéctica abstracta la concatenación de las contradic­
ciones, cadena indefinida de causas y efectos correspondientes, paracicra

- 62-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

crcar un m undo muy contradictorio sin posibilidad de superar la alienación


del hom bre: nuevo Prom eteo encadenado. Ello le crea una conciencia desdi­
chada, aún p o r encim a del trabajo asalariado o alienado y de las clases socia­
les de una época, ya que la desalicnaáón no ha sido posible con socialismo
adm inistrativo, ni en la URSS ni en los países que han copiado su m odelo de
desarrollo económ ico, político y social.
Q uiere decir que sustituir un régim en capitalista privado por otro de E s­
tado, una econom ía de m ercado libre p o r o tra centralm ente planificada, un
E stad o burgués p o r otro burocrático, una burguesía liberal por una burocra-
cracia totalitaria, ni en R usia ni en ninguna otra p arte em ancipa al hom bre
alienado. A l contrario, cuanto m ás absoluto sea el po d er del E stado, aún in­
dependiente de su época y régim en económ ico, m enos libre es el hom bre y,
por tanto, m enos feliz, ya que sin autogestión en la política, la econom ía, la
justicia, la inform ación, la ciencia, las em presas, los gobiernos y en todos los
dom inios políticos y sociales de la vida, no hay desalicnación del hom bre.
Si en la cadena de contradicciones las que son superadas crean otras del
mismo contenido, pero con otras form as, entonces el m undo estaría conde­
nado a un futuro siem pre peor, aunque experim entara un gran progreso eco­
nóm ico y tecnológico, lo cual sería el colm o de las contradicciones. No h a­
bría así esperanza de redención hum ana, siendo el hom bre una especie de
nuevo Sísifo. H a de haber, sin em bargo, liberación del hom bre, pero no en lo
prom etido p o r todas las ideologías o religiones, sino por colocarlo en el cen­
tro del m undo que él ha creado, sin que haya clases dom inantes, ni pro p ie­
dad privada o estatal, ni conductores providenciales, ni élites del Poder, sino
instituciones de dem ocracia directa, am plia participación del pueblo en lodo
sin delegar sus responsabilidades en nadie, siendo asi el verdadero sujeto del
nuevo régim en libertario y autogestionario.
Si en la segunda guerra m undial A lem ania, bajo el nazismo, fue el otro
polo de la contradicción de las dem ocracias burguesas y si en la supuesta
tercera g uerra m undial lo fuera Rusia, con su hegem onism o, el hom bre h a­
bría pasado de un antagonism o a otro de lo mismo, siendo así su porvenir in­
cierto en cuanto a que es incapaz de sup erar lo inhum ano en la historia. Ello
sucedería p orque som os incapaces (a la hora de navegar hacia nuestro siste­
ma planetario o de llegar con satélites sondas hacia las galaxias) de consti­
tuir, en la T ierra, un socialismo autogestionario universal, (basado en un fe ­
deralism o económ ico adm inistrativo y político, que haga de nuestro m undo
un solo país, única m anera de abolir las guerras locales y universales, así co­
mo las depresiones económ icas, políticas sociales, el desarrollo desigual de
país a país y las desigualdades de hom bre a hom bre); se acabarían las gue­
rras m undiales y las revoluciones sociales, ya que m ediante el socialismo de
autogestión, a escala planetaria, c! hom bre habría conseguido, por fin, su dc-
salicnación, im posible de conseguir con cualquier régim en que, en sí, lleve
contradicciones y alienaciones.

- 63-
Economía autogestionaria

LENGUAJE Y ALIENACION

P ara H cgcl, el lenguaje es el paso de lo singular a lo universal: el ser se


aliena cspiritualm cnte por m edio del discurso, de la magia de la palabra, que
no es un p roducto individual sino social. El Y o que se explica, como concien­
cia de sí, es una individualidad p ara oíros, por m edio de la Religión, de la
M oral, de la Política, del A rle, el D erecho, etc. Sin el lenguaje, la religión no
p ued e p resentarse como revelación divina. A ntes de la propiedad privada,
de la m onogamia, del E stado y de las clases sociales antagónicas, la aliena­
ción del hom bre era sólo en la N aturaleza, p ero no en la Sociedad, m ediante
las m istificaciones de la política, de la religión, de los m itos en que la aliena­
ción del ser hum ano se objetiviza como conciencia de sí en el Yo universal:
(divinidad, doctrina redentora, verdad infalible, sacerdotes o líderes infali­
bles, providenciales).
E l Yo se aliena en la redención divina (p or la idea religiosa) o por la idea
política ("paraíso soviético"); p ara el caso es lo mismo: alienación del ser hu­
m ano (com o devoción p o r su redención en el ciclo) o con entrega de su li­
b ertad y espíritu de crítica (obediencia política cicga al líder de turno en el
K rem lin). E n am bos casos, la alienación puede estar puesta en la religión co­
m o en la política; pero el ser hum ano no está por ello m enos alienado en el
líder o en la doctrina de la revolución social, siem pre que la redención sea
efectiva, conducente al socialismo, luego de destruir el capitalism o; pero si
se sustituye el capitalism o privado por el capitalism o de E stado, si la bu ro ­
cracia sucede a la burguesía sin liberación de las masas asalariadas, hay,
pucsrilusión política, en la U RSS, tan perniciosa com o la entrega de la p er­
sonalidad del cuerpo y el alm a a los mitos de la religión.
El E stad o es la expresión de la "conciencia noble”: a él debe ser sacrifica­
do el libre albedrío, —según los soviéticos —, para ser redim ido el obrero de
la explotación del hom bre p o r el hom bre: la ideología soviética pide así la
entrega total de la personalidad al E stado y al Partido sin espíritu de crítica.
E n este sentido, tanto daría entregarse a la ciega obediencia de la religión co­
m o a la de la política. A s í el ser h u m a n o se aliena p o r p refe rirla f e a ¡a razón,
la conducción providencial del líder a la dem ocracia directa del pueblo auto-
organizado y el capitalism o de E stado al socialismo de autogestión, cuando
lo creído es antepuesto a lo vivido y pensado objetivam ente.
Sobre los problem as del lenguaje y la alienación del ser hum ano, Ilcgcl
se expresa en estos térm inos: "El Y o que se explica es aprendido, es una
contagiación en el curso de la cual ha pasado inm ediatam ente a la unidad
con los cuales él está, y es conciencia de sí universal. Q ue él sea aprendidq y
en su devenir expira inm ediatam ente. E ste ser-otro suyo es retom ado en sí
mismo, y precisam ente tal es su ser, com o conciencia de sí"... H cgcl quiere
significar, con este lenguaje abstracto, que el ser alienado está com o ido de
sí, con anulación de la conciencia de sí, com o si el propio saber de sí se hu-

-64-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

bicra convertido en el saber universal. La obediencia indiscutida, la fé ciega,


ya sea en el E stado absoluto o en el Saber absoluto (Dios o el E stado), indu­
cen al ser hum ano a la alienación por la m ística del lenguaje, por la renuncia
del ser hum ano a su libre albedrío, por d ejar a otro lo que a uno le pertenece
o debe hacerlo sin delegarlo en políticos profesionales que siem pre prom e­
ten clcctoralm cnlc lo que luego no cum plen políticam ente.
E l E stad o —ese universal a b stra c to — juega entre los soviéticos el mismo
papel que jugaba la D ivinidad ante el creyente p o r m edio de la religión. E n
el prim er caso, la m ediación p ara la alienación política del ser hum ano se re ­
aliza m ediante el Partido único y sus líderes máximos; en el segundo, los sa­
cerdotes hacen de m ediadores entre la Divinidad y el Pueblo, para su aliena­
ción mística.
E n la URSS no se perm ite al individuo discutir o disentir con la política
del líder, o sea, adism inuir su poder absoluto. El "Estado es así el poder deci­
sivo" (el b u ró crata es su m ediación) y debe ser obedecido con "obediencia de
cadáver", com o diría Ignacio de Loyola. E n ese sentido, decía ITegel: "el h e­
roísm o del servicio silencioso deviene el heroísm o de la adulación, cuando
el ciudadano no tiene derechos políticos frente al Estado". En esta situación,
la alienación p o r la política puede ser tan total com o la alienación po r la reli­
gión en los estados m ísticos del alm a, en el culto de las ideologías totalitarias.
L a alienación en el Estado absoluto, en el líder infalible, es ahora más
total que por la religión, (que se va haciendo una política, una m oral), m ien­
tras que la ideología soviética es ya (con el culto del E stado absoluto, la infa­
libilidad del líder y el ap arato del Partido), un sustituto de Dios, del P apa y
la Iglesia de otros tiem pos, en que la religión lo era todo, lo decía todo y lo
sabía lodo. Si desentrañam os las palabras, dcsm itificando la política, vere­
mos que la ideología soviética tiene más de idealismo voluntarista que de
m aterialism o histórico o dialéctico. Stalin estaba más ccrca del P oder ilimi­
tado de los Faraones o de Luis X IV ("el E stado soy yo") que del socialismo
en libertad, de la dem ocracia directa de los consejos obreros de fábrica,
donde debe com enzar el socialismo y no p o r la constitución de un E stado
absoluto, p ropietario de todo y de todos, com o en la URSS.
La alienación del individuo p o r el E stado aniquila al ser p o r sí en el ser p a ­
ra otro, según se ha podido ver en el universo (conccntracionario) de los to­
talitarism os del siglo XX (nazi-fascismos). P or eso la dcsalicnación del hom ­
b re debe realizarse por la autogestión, que constituya al pueblo en dueño de
sus destinos en la em presa de p ropiedad social.
Las ideologías determ inan ahora más que las religiones la alienación del
hom bre, particularm ente del obrero. El lenguaje de las ideologías está im­
pregnado de idealismo sem ántico: no se instaura el socialismo con la caída
de la burguesía, p ero se lo dom ina así con capitalism o de E stado, para ofre­
cer a las masas populares un E dén en la tierra, que no podrá alcanzarse con
el socialism o en un sólo país, con la burocracia y la tecnocracia en el puesto
de la burguesía. T odo ello indicaría que no se resuelven las contradicciones

—65 —
Economía autogcstionaria

objetivas en presencia, p ero se les cam bia el nom bre, p ara alienar a las m a­
sas populares p o r m edio del lenguaje, del idealismo sem ántico, tanto en
O riente com o en O ccidente.
"El lenguaje de la alabanza es el espíritu que, en el p o der abstracto de sí
mismo, le confiere el m om ento del otro extrem o, el ser-por-sí que quiere y
decide la existencia y la conciencia de sí; en otros térm inos, esta conciencia
de sí singular y efectiva viene a saberse ella misma la certitud de sí como el
poder; ella es el hogar de sí (mismo), en el cual, por la alienación de la certi­
tud interior, los puntos m últiples se han fusionado. P ero puesto que este es­
píritu, propio del p o d er del E stado, consiste en tener su afectividad y su ali­
m ento en la ofren d a de la operación y del pensam iento de la conciencia no­
ble (obediente, aduladora del poder), así el P oder es la independencia
devenida extraña a sí misma; la conciencia noble, el extrem o del ser-por-sí,
recibe el extrem o de la universalidad efectiva a cam bio de la universalidad
del pensam iento que ella se ha alienado, el poder del E stado es transm itido
a la conciencia noble. E s en ella que la fuerza del E stado deviene verd ad era­
m ente activa" (1).
L a alienación política del individuo en el p o der del E stado (socialismo
p rom etido y no realizado), oculta detrás de las ideologías, crca un lenguaje
de falsa redención de las masas, sobretodo en la ideología marxista-leninista.
A sí las clases sociales siguen existiendo con otro nom bre o sin él, como
sucede en la URSS; la propiedad pública no es la propiedad socialista; la ri­
queza se reparte, b ajo el im perio de la burocracia, con tanta desigualdad co­
m o entre obreros y burgueses, en O ccidente.
L a realidad, los mitos, los puros conceptos, los universales, la alienación
de la criatura hum ana tiene lugar en el lenguaje, en el nom inalism o o el
idealism o sem ántico E n nuestra época, éste adquiere todos los disfrace
ideológicos de la política, presentando como socialismo el capitalism o de
E stado, la dem ocracia política p o r el régim en parlam entario de la burguesía
y de las clases medias, donde está ausente el "demos" ya que no participa en
n ad a directam ente: em presas, adm inistración, educación, inform ación, ju sti­
cia, fuerzas arm adas (sin autodefensa), acceso a la ciencia en las U niversida­
des y al dom inio de las técnicas en las em presas: todo ello m onopolio de b u r­
gueses, de b urócratas o de tecnócratas.
Y com o el hom bre desposeído de sus m edios de producción y de cambio,
en la econom ía, y de sus derechos políticos efectivos, no habiendo dem ocra­
cia directa, siente frustración en la inm ediatidad de su vida desdichada,
piensa, si es religioso, en la ciudad de dios, y si es político, en la ciudad te ­
rrestre, prom etida por los ideológos soviéticos, que hablan del advenim iento
del "comunismo" com o un paraíso posible en la tierra. E n este o rden de
ideas, la alienación en el líder providencial (político o religioso), con renuncia
a vivir ahora p ara ser feliz después, tiene colocada una venda en los ojos de

i i tcgci, G . w. F. r c n o m c n o k ’a'a del e s p ír itu P -72-

-66-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

la criatura hum ana que no es capaz de ser libre y feliz por sí sino por m edia­
ción de otro, lo cual niega su propia personalidad, su protagonism o histórico
en libertad. E n tales condiciones de obnuvilación del espíritu es im posible la
em ancipación del hom bre p o r el hom bre mismo, o m ejor aún, del proletaria­
do por el proletariado mismo, pues a él van dirigidas las ideologías de reden­
ción sem ántica, pero no práctica, m ientras el oprim ido no tom e directam en­
te, com o cosa suya y de los que están en sus mismas condiciones de opresión,
la tarca de su em ancipación com o protagonistas directos de la historia y de
la política.
E l fracaso de la ciudad de dios, en el ciclo, y de los paraísos sociales aquí
en la tierra, no depende de factores ideológicos o espirituales, místicos, alie­
nantes, sino de la relación en que actúa el capital-trabajo, am bos ahora sepa­
rados p o r m ediación de la burguesía o de la burocracia, lo cual convierte al
proletario en objeto y no en sujeto, ya que tiene que venderse com o fuerza
de trab ajo asalariada. A sí las cosas, el p roducto del trabajo es para el dueño
del capital, tanto da que lo sea p ara el capitalista privado como p ara el E sta­
do-patrón, lo cual determ ina la dependencia del obrero, su falta de libertad
com o ser hum ano y la p érd id a de su derecho más im portante: el derecho al
trabajo y al p roducto de su trabajo. P or ello, la producción del trabajador,
m ientras no sea gestionada m ediante la autogestión de los m edios de p ro ­
ducción y de cam bio, conduce, con el dom inio de las burguesías o de las b u ­
rocracias, a la alienación del obrero en su trabajo. Ello tanto con unas como
con otras, aunque éstas hablen de "democracia" o de "comunismo": m eras
palabras bacías, m ientras el pueblo no ejerza el autogobierno económico,
político y social, la justicia, la inform ación, la autodefensa y la justicia p o p u ­
lar; en una palabra, la dem ocracia directa popular ejercida diariam ente y no
delegada parlam entariam ente.
Sólo con la dem ocracia directa, haciendo p articipar al pueblo com o auto­
gobierno sin m ediación de una clase política profesional, el lenguaje político
y la realidad social estarían en concordancia lógica, sintáctica y etimológica,
estando de acuerdo los conceptos y los objetos p o r ellos significados.
Las palabras constituyen los elem entos p ara com poner los m ensajes de la
com unicación en tre los hom bres, p ero si se cam bian los contenidos dejando
las puras form as verbales, el m ensaje pued e ser m anipulado en el sentido
ideológico deseado por una clase política usufructuaria del P oder político.
E n su 1984, Orwcll, con gran visión del idealism o sem ántico com o políti­
ca del G ran H erm ano o del L íd er providencial, describe una escena en que
el gran sem ántico Syme, cread o r de un "Nuevo D iccionario" explica a W iston
toda una política de la m anipulación del lenguaje. Syme afirm a, en sem ánti­
co político, que reduciendo el núm ero de conceptos se puede elim inar defi­
nitivam ente ciertas cuestiones sociales y políticas indeseables o peligrosas, ya
que no se las p o d ría pensar si se hace una depuración apropiada del vocabu­
lario. Llegam os, pues, así a la querella (m edieval) de los universales en el
Economía autogestionaria

sentido de que una cosa no existe si no tiene nom bre. H e ahí la alienación
p o r el lenguaje: los "slogans", la publicidad masiva de la "sociedad de consu­
mo", las frases hechas de las ideologías que no concucrdan con la realidad,
los conceptos éticos y culturales alienantes, a fin de m anipular los cerebros
según los deseos de las m inorías privilegiadas y dom inantes. E n este aspecto
psicológico-político, los hom bres m anipulados com pran una m ercancía (pu­
blicidad económ ica) o se inclinan hacia una ideología (publicidad política),
pero todo ello sin conocim iento de causa.
E n n uestra época, tanto en O riente com o en O ccidente, la dem ocracia...
"popular" o "representativa", el "socialismo" y "el comunismo", han quedado
com o m eras palabras vacías, universales abstractos, ya que han perdido sus
significado, sus contenidos auténticos. El pueblo trabajador com prueba, en
la experiencia de su vida cotidiana, la contradicción del lenguaje político con
su realidad social y económ ica, con su falta de participación económ ica, po­
lítica y social en el poder, sin la cual no puede haber dem ocracia, de la clase
q ue sea, y m enos aún socialismo o comunismo.
L os profesionales de la política, las burocracias y las tecnocracias, las
oligarquías financieras y políticas, a fin de m antenerse en el poder, ya sea a
la derecha o a la izquierda, tienden a m onopolizar la inform ación, la ciencia,
la cultura, la riqueza privada o pública. P ara ello necesitan m anipular las
conductas de los seres hum anos económ icam ente débiles, desprovistos de tí­
tulos de p ro p ied ad o de títulos universitarios. D e esta m anera, el poder eco­
nóm ico (plutocracias) y el saber tccno-burocrático (oligarquías políticas),
con distinto lenguaje, crean, en realidad, el mismo gobierno de clases privile­
giadas, opresoras y explotadoras del pueblo trabajador, tanto a derecha co­
m o a izquierda.
E l E stado, con las burocracias o las tecnocracias, en el E ste, o con las
burguesías, en el O este, va absorbiendo todos los poderes que quita a la So­
ciedad, lo cual no es muy dem ocrático, ya que las "élites" del P oder, por sus
propios intereses de clase, por q u erer m onopolizar el E stado, son contrarias
a la dem ocracia directa, que de estar vigente desprofesionalizaría la política,
haciendo protagonista de ella a lodo el pueblo.
C uando una m inoría se aferra al Poder, sea como dcm o-libcral, socialdc-
m ocráta, dcm o-cristiana, socialista o com unista, busca su legitimación p e r­
m anente ante el pueblo dcsinform ando, m ediante el m onopolio de la radio,
la prensa, la televisión, el cinc, la cultura, las universidades, las escuelas, el
d ep o rte, las fuerzas arm adas, la policía, los jueces, la religión, en suma, todos
los p o deres de m anipulación y de represión de las m asas a fin de no perder
el p o d er suprem o: E stado de clase de los que no trabajan nada y consum en
m ucho como clases parasitarias.
E l lenguaje, herram ienta política, no es una copia de la realidad; no ex­
p resa la estructura social, sino la superestructurapolítica sin contradicciones
visibles, tratan d o de borrarlas o de ocultaras o de no referirse a ellas, en el

-68-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

sentido indicado p o r Syme, a fin de que el Gran H erm ano sea adorado y
obedecido más que un Dios, aunque sea hom bre. E n este orden de ideas, la
alienación política, la m anipulación grosera del pueblo, se transform a en
ideologías, en "socialismos religiosos", que se han quedado com o m eras fo r­
m as verbales sin ningún contenido real. C uando el lenguaje es usado como
instrum ento de dom inación de clase, expresión de la ideología dom inante,
legitim ación del G obierno sobre la Sociedad o com o "slogans" o consignas
del P artid o único, no existe más verdad que la oficial. E n tal caso, las pala­
bras nunca estarán de acuerdo con los hechos. Así, pues, la dcsalienación
pasa, necesariam ente, p o r la revolución popular, p or el socialismo de au to ­
gestión, como liberación verd ad era de las masas populares.
F ren te al G ranH crm ano y su M inisterio de la Verdad, que dep u ran las bi­
bliotecas d e libros que entren en contradicción con su totalitarism o político
y su Saber A bsoluto, la Inquisición puede pasar por dem ocracia o por un ré ­
gimen de relativo libre albedrío, pudiendo escribirse aún obras como D on
Quijote, de C ervantes, o L o s Sueños, de Q ucvedo, quizá más condenables a
un "auto de fe", en su época, que las obras de Pastcrnak, D octor Jivago y M i
herm ana la vida, más conocidas en el extranjero que en la URSS.
C uando el E stado, m ediante un P artido único, tom a el Poder total, bajo el
"slogan" de la "dictadura del proletariado" o del "E stado de lodo el pueblo",
la Sociedad q u eda inerm e y pasiva, callando y trabajando, acudiendo a las
m anifestaciones p ara las cuales sea convocada, pues su finalidad es cum plir
los planes quinquenales program ados p o r la burocracia sin participación al­
guna del pueblo. C uando una oligarquía política robotiza a los seres hum a­
nos, m ediante desinform ación program ada en los libros, la radio, la prensa y
la televisión, usando sistemas políticos, culturales y educacionales para con­
vertir al hom bre en un ser obediente, una m inoría activa y revolucionaria d e­
be desobedecer; elegir la libertad; recu rrir a la acción m ediante las estrate­
gias de la g uerra revolucionaria, hasta que la m inoría activa revolucionaria
arrastre contra los tiranos a la m ayoría pasiva. C uando la opresión es inso­
portable la revolución es inevitable p ara recu p erar las libertades esenciales y
los derechos humanos: la dem ocracia directa, en la revolución, com ienza
siendo autodefensa que, finalm ente, hace posible la autogestión, no delegan­
do nunca más sus derechos al pueblo trabajad o r, a fin de que la política no
siga siendo el arte de engañar al pueblo.
Los conceptos éticos, políticos, culturales, filosóficos, religiosos, ju ríd i­
cos, sociales están m anipulados, com o lenguaje alienante, p a ra que el pueblo
no tenga nunca la capacidad de elegir, de autogobernarse, aceptando pasiva­
m ente el gobierno de turno, siem pre contra el pueblo y no del pueblo , con la
derecha burguesa o con la izquierda p equeña burguesa en el P oder turnante
de las clases dom inantes
H ay que pensar, percibir la realidad, conocer el m undo y la sociedad m e­
diante un lenguaje objetivo, d ep u rad o de mitos, ideologías, "slogans" y frases

-69-
Economía autogestionaria

hechas, a fin de que el pueblo sea libre p orque sabe ser culto, sin diferencias
entre trab ajo m anual e intelectual, poniendo el saber al servicio del A utopo-
d er popular, b asado en una econom ía libertaria.

-7 0 -
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

BIBLIOGRAFIA

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te a im p o tan tes cu estio n es so b re la organización social, tipología y fenom enología d e las civili­
zaciones, el fu n cio n am ien to d e las sociedades, te o ría s de la estratificación social, la m ovilidad
d e las clases y sus luchas.
A l p la n te a r las luchas de clases Jc a n C azeneuve se expresa, en cu an to a su finalidad, con
estas suposiciones: "...es p revisible que, en un a eta p a m ás lejana, las luchas de clases y m ism o
sus distinciones d esap arecerán . Según M arx, la sociedad sin clases q u e el d eseab a no d e b ía su ­
p rim ir in m ed iatam en te las categ o rías profesionales, p u e s éstas n o p o d ría n se r abolidas m ás
q u e e n u n a sociedad d o n d e los tra b a jo s y los b ien es se rían , en fin, d istrib u id o s, no según sus
ap titu d es, sin o según sus necesidades". (O b r. cit. p. 212.)
C E N T R E D 'E T U D E S E T D E R E C H E R C H E S M A RX ISTES.
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g erm an o s y la época d e los francos
C E N T R E D ‘E E T U D E S E T R E C H E R C H E S M A RX ISTES.
L ib ro in teg rad o p o r diversos a u to re s b a jo el títu lo S ur le m odc de p ro d u tio n asiatiquo.
E n tre o tro s tra b a jo s incluidos cabe c itar los siguientes: "La noción del m odo de producción
asiático y los esq u em as m arxistas de la evolución d e las sociedades”, p o r M auricio G odclier;
"P ro to h isto ria m ed iterrán ea y m odo de producción asiático", p o r P ie rre B oiteau; "Bizancio y el
m o d o d e p ro d u cció n asiático" p o r Ilé lc n c A ntoniabis-B ibicou; "La form ación social asiática en
la p ersp ectiv a de la filo so fía orien tal antigua", p o r Ion B anu.
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efectiv id ad de la ex tran eación de la cultura, p a ra h a b la r con las p ro p ias p alab ras de Ile g e l, e n el
s e n tid o del p aso d e lo sin g ular a lo universal, a la alienación espiritual. "El lenguaje —dice I le -
g e l— q u e d a a la riq u eza la conciencia de su esencialidad, y a s í se a p o d e ra de ella, es igu alm en ­
te el len g u aje d e la adulación, de la innoble adulación". E s im p o rta n te leer el su b títu lo (b ) so­
b re "el len g u aje del d esg arram iento", (O b r. Cit. to m o II, pag. 76).

L A PA SSA D E , g.
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tem as tra ta d o s son d e destacar, e n tre o tro s, un análisis de la burocracia, m odos d e producción
e n la sociedad y sus contradicciones sociales, clases sociales y luchas d e clases, el E sta d o y la
R ev o lu ció n , ideologías, com unicaciones y co ntraculturas.
K R O P O T K IN , P.
El ap o v o m utuo. E d itorial A m cricalee. B uenos A ires, 1946. D esp u és de un estu d io am plio
so b re el ap o y o m u tu o e n tre los h o m b res y los anim ales, K ropotkin, en los ap éndices d e su li­
b ro , tra ta los o ríg en es de la fam ilia, p a rtie n d o de investigaciones de B achofen, M organ, M ac
L en an , P o st, K ovalevski, W cstcrm arck y D urckheim y o tro s. S ubraya K ro p o tk in la agricultura
de tip o co m u n itario , e n tre los eslavos, la "zadruga" y el "arteil", com o m odelos de producción.
L E F E B V R E , H.
L ó gica form al v lógica dialéctica. Siglo X X I E d ito res. M éxico, 1980. E ste filósofo m arxista,
inclinado al socialism o de autogestión, d esp u és de h a b e r ro to con el P a rtid o com unista francés,
a b o g a p o r fo rm as d e dem ocracias d irecta. Y en el libro, q u e reseñam os, es de d e sta c a r (p ara
d e s p e ja r el idealism o sem ántico) lógica c ideología; m ovim iento y p ensam iento; v erd ad y erro r;
ab so lu to y relativo; d esco nocido y conocido; inteligencia (en ten d im ie n to ); razón, in m ed iato y
m ed iato , análisis y sín tesis; inducción e deducción; y so b re todo, lógica y lenguaje.

-71-
Economía autogestionaria

"El análisis d ialéctico —dice L c fc b v rc — p resu p o n e la fo rm a lógica, q u e p e rm ite p o n e r en


evidencia las co n tradicciones y su "jerarq u ía" (contradicciones esenciales o sub o rd in ad as, a s­
pecto prin cip al d e la contradicción), en el sen tid o indicado p o r M ao. "El análisis dialéctico —
pro sig u e — desvela, disocia las contradicciones en m arañ ad as en el m un d o de su unidad, inclu­
so a las q u e se in je rta n so b re la lógica y la dialéctica". A s í en la lógica del d ev en ir to d o tien d e a
n acer, d esarro llarse y p erecer, incluso los m odos de producción y las clases sociales q u e le son
c o rre sp o n d ien tes históricam ente.
M A N D E L , E.
T ra ite rt’ rro n o m ie m arxiste. (IV tom os). R ené Ju lliard P arís, 1962. E n c o n ju n to esta o b ra
es im p o rta n te p ara el estu d io de las categ o rías económ icas, sus contradicciones, tan to en
O rien te com o en O ccidente, con b u rg u esías o con burocracias en el P oder. El IV to m o hace un
análisis o b je tiv o de la sociedad soviética y sus contradicciones económ icas y sociales desde el
p u n to d e vista d e un m arxista, sin lim itaciones ideológicas o ideas preconcebidas. E n sum a, una
o b ra im p o rta n te p ara el conocim iento del capitalism o m o d ern o y el socialism o de E stad o .

M A R X , C.
Vnlk-saiisnnhc (de F l C apital ). A cerca de los m odos de producción y de sus clases d o m i­
n an tes, M arx, en esa edición alem ana de I7I C apital dice: "El p o d e r de q u e d isp o n ían los reyes
asiáticos y egipcios, los teó cratas ctruscos, etc., ha sido tran sferid o , e n la sociedad m o d ern a, a
m an o s del capitalista, ta n to individual com o colectivo (sociedad p o r acciones". F l C ap ital. I
(1867. V. A . I, pp. 349-350.
F a lta ría ad icio n ar a esta concepción de M arx, so b re la tran sferen cia de los p o d e re s d e los
d irig en tes del m u n d o an tig u o a los capitalistas, el p o d e r ad q u irid o p o r los b u ró c ra ta s'c n el rég i­
m en so v iético y Cía., q u e no han realizado el socialism o, y m enos aú n el com unism o, sino el c a ­
p italism o d e E sta d o integral.
P IR E N N E , J.
Civilizaciones AntijTims. B iblioteca U niversal C aralt. B arcelona 1967. E ste h isto ria d o r
a p o rta m ateriales im p o rta n te s so b re la civilización sum eria, B abilónica, E gea, G riega, el m edio
ru ra l y u rb an o , la in fra e stru c tu ra económ ica y la su p e re stru c tu ra política, p u d ie n d o c a p ta r lo
esencial d e los m odos de producción y las form as de esas civilizaciones.
P E T E R S E N , W.
I n población. I In análisis actual. E s de su b ra y a r en este libro las relaciones e n tre p ro d u c ­
ción, p o b lació n y su d ensidad en k ilóm etros cu ad rad o s p o r h ab itan te. E specialm ente re c o m e n ­
d am o s la lectu ra del c a p ítu lo so b re "La población de las sociedades prim itivas". E n este se n ti­
d o , el a u to r in se rta un cu a d ro m uy im p o rtan te en la pag. 295, indicando q u e, p o r ejem p lo , los
p u eb lo s cazadores y p escad o res del A rtico necesitan, m ás o m enos, 75-200 m illas cu ad rad as p a ­
ra a lim e n ta r a un h ab itan te, co n tra 4,5 h ab itan tes, los p u eb lo s p escad o res d e N o rteam éric a y
P olinesia. Y n o so tro s añ ad iríam o s que, actualm ente, hay h asta 164 h ab itan tes p o r kilóm etro
cu ad rad o en la C E E ; p e ro 323 en Bélgica, 248 en A lem ania occidental, 346 en I Iolanda y 230 en
G ra n B retañ a; p e ro en el Ja p ó n la d ensidad de h a b ita n te s p o r k iló m etro cuad rad o , es de 312.
E llo in d icaría d ife re n te d esarro llo económ ico y tecnológico e n tre esto s p aíses su b d e sarro llad o s
del A rtico , c e n tro de A u stralia, zonas d esérticas africanas y asiáticas, y la gran cuenca dclA m a-
zonas, y los p aíses industrializados.
R A T Z E L , E.
A nthropoppoprnphy. P rim era edición alem ana de 1891. E ste d estacad o geopolítico a p o r ta ­
ba, en su tiem po, un d etallad o cu ad ro so b re d esarro llo económ ico, espacio y población. E n las
pp. 264-5, to m o II, in se rta d a to s m uy im p o rtan tes. Según él un esquim al necesita m ucho esp a­
cio p a ra p ro cu ra rse su sustento: no hay m ás de 0,005 esquim ales p o r m illa cuad rad a, m ás o m e­
nos q u e en el paleolítico inferior, y hay 2 a 5 h ab itan tes p o r kiló m etro cu ad rad o e n las trib u s de
p asto res nóm adas. E n la P atag o n ía arg en tin a, en el territo rio de S anta C ruz, actu alm en te, hay
m en o s p o b lación p o r kiló m etro cu ad rad o q u e en el E g ip to de R am ses II.
P R O U D H O N , P. J.
Sistem as de las contradicciones económ icas. E d ito rial A m ericalcc. B uenos A ires, 1945.

-72-
Dialéctica de las categorías del pensamiento económico

P ro u d h o n im prim e a las categ o rías económ icas un m ovim iento dialéctico con tendencia a d e v e ­
n ir o tra cosa: la co m p eten cia m ercantil en m onopolio. P ero el m onopolio p u ed e se rlo a escala
d e u n p aís, com o m uchos m onopolios de E stad o , p e ro en el m ercado m undial, las m ercancías
d e u n m ercad o nacional v u elven a la com petencia, e n tre las naciones, p o r el d o m in io del m e r­
cado.
E n el m ov im ien to d e las categ o rías económ icas es m uy original este p en sam ien to de
P ro u d h o n : "Say te n ía razón al d e c ir q u e las riquezas n atu rales com unes no se d istrib u ían , en el
se n tid o económ ico d e la p alab ra, y q u e si sucediese lo m ism o con to d o s los p ro d u cto s de la n a ­
tu raleza y del tra b a jo , el v alo r venal se ría nulo, las concccucncias q u e se d e sp ren d e n d csap are-
cercían con él, y n o h a b ría eco n o m ía política". l i e a h í cóm o algunas categ o rías aconóm icas, en
su d ev e n ir dialéctico, p u d ieran llegar a su negación, aún lo m ás concreto de la eco n o m ía m e r­
cantil: el v alo r venal o d e cam bio.
SC H A FF, A.
In tro d u tio n á la sém an tique. U nión G én erale d ‘ E ditions. P arís, 1960. L ib ro im p o rta n te
so b re len g u aje y realidad, so b re la form a de las p alab ras y su contenido. El lenguaje tiene una
gran im p o rtan cia en la fo rm ación d e las ideologías, especialm ente usan d o y ab u san d o de los
u niversales, q u e co n stitu y en form as de idealism o sem ántico.

-73-
C A P I T U L O II

CADA M O DO DE PRODUCCION TIENE SU


CRECIM IENTO ESPECIFICO D E POBLACION

Expansión dem ográfica en el Tercer M undo y


contracción en la OCDE.

C ada m odo de producción, que ha p asado p o r la historia de la hum ani­


dad, m antiene la población en proporciones adecuadas. La dem anda de
hom bres está determ inada p o r el desarrollo de las fuerzas productivas. E l ni­
vel de vida de cada m odo de producción regula el crecim iento de la m asa
dem ográfica más conveniente. P o r ejem plo, la tabla de m ortalidad infantil
revelaba en 1981, en la India, que, de cada 1.000 niños m ueren 121, entre 0 y
1 año; la esperanza de vida m edia era de unos 52 años; en Inglaterra la p ro ­
porción es: 12 niños fallecidos p o r cada 1.000 nacidos y 74 años de m edia la
vida expectante, p o rq u e la ren ta p o r habitante, hacia 1986 era de 9.900 dóla­
res en la G ran B retaña, contra unos 250 dólares en la India. E n tan dispares
condiciones económ icas, hacia 1981 un británico consum ía diariam ente una
ración alim enticia de 3. 306 calorías, contra 2.200 calorías p a ra un hindú. A
esta desigualdad económ ica correspondían, p a ra estos países, diferentes
porcen tajes de m ortalidad infantil y de esperanza de vida. E l atraso econó­
mico y tecnológico de la India es la causa eficiente del analfabetism o, de la
subalim entación, de la escasa esperanza de vida de su población adulta y de
su elevada tasa de m ortalidad infantil.
E l atraso tecnológico de Indonesia (país de régim en económ ico similar al
de la India) determ ina tam bién un 38% de analfabetos y que tuviera, en
1985, una ren ta por habitante 490 dólares con 2.476 calorías p o r persona y
unos 52 años de esperanza de vida. E l hecho de que un norteam ericano p u e ­

-7 5 -
Economía autogestionaria

da recibir un tercio más de calorías diarias en alim entos que un indonesio, y


que p u ed a aquel vivir, 20 años más que éste, se debe, más que a la m edicina,
a la razón económ ica de que un norteam ericano, en 1984, disponía de una
cantidad de energía m ecánica, p o r día y habitante, de 7.302 kgs. carbón equi­
valente, contra 215 kilogram os en Indonesia y 4.086 en la C E E . A sí las cosas,
los niveles de productividad del trabajo en E stados U nidos e Indonesia, son
extrem adam ente diferentes. P o r ejem plo, un agricultor yanqui podía p ro d u ­
cir, en 1984, alim entos p a ra 100 personas, m ientras que un cam pesino hindú
o indonesio consigue producir un poco más que la m oderada satisfación de
las necesidades frugales de su familia, trabajando de sol a sol. Los diferentes
grados de productividad del trabajo determ inan así el ritm o de la m ortalidad
infantil y la esperanza m edia de vida p ara la población adulta. E l mallhusia-
nism o, p o r consiguiente, es un problem a de subdesarrollo económ ico, cultu­
ral y tecnológico en países del T ercer M undo.
E l em pleo de abonos sintéticos, la m ecanización del trabajo agrícola, la
creación de grandes unidades de producción agropecuaria, y la electrifica­
ción del agro, desm ienten el m althusianism o económ ico en los países indus­
trializados.
E l Im perio R om ano, al com ienzo de la era cristiana, contaba con 54 m i­
llones de habitantes, de los cuales 19,1 millones en Asia, 11,5 millones en
A frica, 6 millones en E spaña, 6 millones en Italia, 3,4 millones en las Galias,
3 millones G recia y 4,6 millones en las provincias europeas restantes. E n
1960 Inglaterra, A lem ania, Bélgica, H olanda, y F rancia tenían, respectiva­
m ente, una población de 52,3 millones, 53 millones, 9,1 millones 11,4 millo­
nes y 45 millones de habitantes. Las provincias europeas del Im perio R o m a­
no, que a principios de la era cristiana tenía una población de 4,6 millones de
habitantes, registraban en 1960 una población global de 171 millones de h a­
bitantes. L a explicación económ ica de este crecim iento de población reside
en el hecho de que el m odo capitalista de producción ha creado más fuerzas
productivas —en las provincias europeas del Im perio R o m an o — que la eco­
nom ía esclavista, desm intiendo así la teoría m althusiana de la población.
Pues es evidente que aunque somos m uchas veces más habitantes que en el
p erío d o del hom bre de N eanderthal vivimos con más nivel de vida que él.
A diferencia del esclavismo y del feudalism o, el capitalism o utilizó la
energía m ecánica (carbón m ineral, electricidad, petróleo y energía nuclear),
m ientras que aquéllos antiguos regím enes sólo se em plearon, como fuerzas
productivas, la energía m uscular hum ana y la de los anim ales dom ésticos.
Com o las antiguas provincias europeas noroccidentales del Im perio R om ano
eran ricas en hierro y carbón m ineral, la revolución industrial, bajo la fuerza
de la m áquina de vapor, desde el siglo XIX, hizo de Inglaterra, A lem ania,
Bélgica, H olan d a y Francia centros de progreso económ ico y tecnológico:
países de gran concentración dem ográfica producida por la acum ulación del
capital en zonas ricas de energía m ecánica (carbón) y de m aterias prim as
fundam entales com o el m ineral de hierro. L a industria carbonífera y la side­

-76-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

rurgia, en gran escala, convirtieron la E u ro p a capitalista en im pono mundial,


m ediante la fusión del hierro por el procedim iento del A lto H orno, la fabri­
cación de la pólvora y el em pleo industrial de la m áquina de vapor. E l ex­
pansionism o europeo, b ajo el signo capitalista, alcanzó dim ensiones planeta­
rias desde el siglo X V hasta el año 1945; pues su poderío m ilitar era potencia
económ ica y tecnológica frente al feudalism o, carente de fuerzas productivas
m ecanizadas.
C O E F IC IE N T E D E M O R T A L ID A D Y E S P E R A N Z A
D E V ID A E N D ISTIN TO S PA ISES
_________(Población m asculina y fem enina) .________________
Tasa de mortalidad Infantil por Años de esperanza de vida, des-
PAISES 1000 niños nacidos de fecha de nacimiento.

Países subdesarrollados: Año 1981 Año 1981


Egipto (1936-38) 166.5 110 38.5 57
Isla Mauricio (colonia Britan. 66.0 — 33.0 —

El Salvador (1949-51) 92.6 75 51.0 63


Guatemala (1937-41) 88.7 66 36.5 59
México (1940) 83.3 54 38.8 66
Chile (1940) 134.6 42 38.8 68
Guayana Britanica (1945-47). 68.0 — 50.6 -
India (1941-50) 182.8 121 31.6 52
Brasil (1949-51) 142.3 75 36.0 64
Bolivia 146.3 129 36.0 51
Países Industrializados:
(1950-55)
Suecia 25.0 7 71.0 77
Inglaterra 19.0 12 70.0 74
Francia 35.0 10 66.0 76
Holanda 19.0 8 72.0 76
Estados Unidos (1950) 29.2 12 68.4 75
Suiza 25.8 9 70.8 76
Alemania 43.0 13 62.0 73

F U E N T E : Tablcs ty p e s de m orlalité p o u r les p a y s sou-dcvcloppés.


N aciones U nidas. Nueva York, 1956, In fo r m e sobre el desarrollo m undial
19S3. Banco M undial. W ashigfon, 1983La población déla A m erica del Sur, en
el período de 1950 a 19S0. N aciones U nidas. Nueva Y ork, 1955.
Statistical Ycarbook. U nited Nations. 1957.

D u ran te el período paleolítico, cuando el hom bre disponía de pocas fu er­


zas productivas, la tasa de m ortalidad infantil por cada 1.000 nacidos (entre
0 y 1 año) alcanzaba quizá a 800 m uertos. Bajo la econom ía esclavista de las
culturas del bronce o del hierro, la tasa de m ortalidad infantil estaba quizá
por encim a de 600; d urante el feudalism o —en los países de m enor d esarro­
llo de la econom ía ag ro p ecu aria— esa últim a cifra debió de m antenerse, en
la E u ro p a medieval, entre los siglos X y XIV.
E n la actualidad, el régim en económ ico de la India, de estructura tecno­
lógica atrasada, tiene su ley de población peculiar: m ueren, antes de cum plir
un año, m uchos niños; y los que sobreviven —com o p ro m ed io — no viven co­
mo adultos más de 52 años, contra 7 niños de cada 1000 nacidos, que m ueren
en Suecia; los suecos viven alrededor de 77 años. L a econom ía y la tecnolo­
gía son determ inantes, en estos dos casos, de una ley específica de la pobla­
ción. L a India aum entó su población de 318 millones de habitantes en 1941 a

-7 7 -
Economía autogestionaria

781 millones en 1986, es decir, 460 millones más habitantes entre 1941 y
1986, contra sólo 321 millones de habitantes la C E E , en 1985.
E stados U nidos entregó a la India varios millones de toneladas de ali­
m entos (productos agrícolas excedentes), p ara contener el avance revolucio­
nario, no sea que la India siga el camino de China. Tal política, a la larga, es
com o q u erer detener un to rren te con diques de arena. E n la India, con cam a
pródiga y m esa escasa, el devenir apunta hacía el cam bio revolucionario
que es obligado p ara la India, p o r más que los teóricos del conservadurism o
se em peñen en hacer correr los ríos hacia atrás.
Los millones de toneladas de trigo regalados p o r los yanquis'^ la India
p a ra m antenerla en sus estructuras neo-feudales, no serán suficientes para
evitar una necesaria revolución, que libere las fuerzas productivas de sus ata­
duras anacrónicas (oligarquía indígena) y de sus dogales exteriores (capital
extranjero) que ha sustituido la colonización bajo bandera por la coloniza­
ción económ ica, m ercantil y financiera.
P ero lo que sucede en la In d ia p u ede ser generalizado a los países afro ­
asiáticos y latinoam ericanos, a la geo-econom ía y geo-dem ografía de la m a­
yor p arte del espacio del m undo, en los fines del siglo X X y comienzos del
siglo XXI.
A l com ienzo de la década 1980-90, cada día nacían 300.000 niños, pero
de ellos nacidos 272.727 en Asia, A frica y A m erica Latina, es decir, que de
cada niño 11 niños eran alum brados 10 en los países pobres. A este ritm o de
superpoblación en los países subdesarrollados y de poco aum ento de pobla­
ción en los países industrializados tiene que surgir un grave conflicto, con
guerras y revoluciones, en tre regiones pobres y ricas, lo cual supone un d ra­
m a p ara la historia de finales y com ienzos de los siglos X X y XX I. Pues h a ­
cia el año 2050, según proyecciones calculadas del aum ento m undial de la
población, el m undo ten d ría 11.000 millones de habitantes, de los cuales
8.800 estarían en los países afro-asiáticos y latinoam ericanos. E n estas condi­
ciones, la lucha de clases en tre trab ajad o res asalariados y capitalistas de los
países ricos sería m enos antagónica que la lucha entre los países pobres y los
países ricos.
E n el año 2.000, si el crecim iento mundial de la población es com o el re ­
gistrado en 1980, la población total (global) alcanzaría, aproxim adam ente,
6.400 millones de habitantes, de los cuales 79,5 % en los países pobres y
20,5% en los países ricos, incluyendo en estos últimos a la U nión Soviética y
su bloque eu ropeo sovietizado. Q uiere decir que la lucha p o r la liberación
de los países afro-asiáticos y latinoam ericanos colocará en el mismo frente a
los yanquis y a los soviéticos, al imperialism o norteam ericano y al hegem o-
nismo soviético, quizás m enos antagónicos entre sí, en los finales del siglo
XX, que éstos con los países subdesarrollados, opuestos a la neo-coloniza­
ción del dólar y el rublo.
N E O -F E U D A L IS M O E IM PERIALISM O

D ebido a la acción conjunta negativa del im perialism o económ ico y el

-78-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

feudalism o residual, los países subdesarrollados tienen desem pleo crónico:


casi del 30 % de su m ano de obra total; en estos países se podría suprim ir un
30 % de la fuerza de trabajo, sin que p o r ello dism inuyera el volum en físico
anual de producción. Ello sucede p orque la población cam pesina sobrante
no es absorbida en las ciudades, pues la industrialización urbana es lenta: no
asimila los sobrantes de población del agro. E n la India, por ejem plo, un in­
geniero puede contar con 20 criados; un ingeniero chino tiene que lavarse
sus propios platos, cuando está fuera de los lugares de trabajo, en su d e p ar­
tam ento. E n estas condiciones China consigue aum entar sus fuerzas pro d u c­
tivas m ás que el crecim iento de su población; m ientras, la India sólo logra un
crecim ieno de producción inferior o igual al aum ento de su población. Las
enferm edades, el ham bre y la desocupación explican la m ortalidad infantil y
una escasa vida expectante en la India: el m althusianism o es realm ente con­
secuencia de su atraso económ ico.

E V O L U C IO N H IS T O R IC A D E LA P O B L A C IO N
EN EL M UNDO
A ños Población % de aum ento M odo de
millones sobre el periodo Producción
anterior, anual

1000 .... 340 _ Feudalism o


1650.... 545 0,07 Feudalism o
1750 728 0,3 N cofeudalism o

1800.... 907 0,45 Precapitalism o


1850 1.175 0,55 M áquina V apor

1900 1.610 0,64 C apitalism o liberal

1920 1.820 0,6 C apitalism o m ono­


1930 2.015 1,0 polista. Capitalism o
1940 2.249 L1 de Estado.

1950 2.509 1,1 A utom atización,


1960 3.005 1,8 energía nuclear.
1965 3.275 1,8 E p o ca de transición:
1983 4.677 1,7 Socialism o-Capitalis­
mo. M ultinacionales.
1988 5.000 M ercados comunes.

FU E N T E : C uadro com puesto por el autor, en base a datos extraídos de


M althus et les deux M arx, p o r A lfred Sauvy. E dit. D enócl, París. Las cifras
de 19S8 son del autor. El aum ento de la población en los países ricos es ya

-79-
Economía autogestionaria

tan escaso que las generaciones nuevas no p odrán pagar las jubilaciones a
los viejos.
E s evidente que el m odo de producción determina el crecimiento de la p o ­
blación. E n el feudalism o, entre el año 1000 y el 1800, la población aum entó
2,7 veces, d u ran te 8 siglos. Al contrario, con el capitalismo, desde el em pleo
del vapor, la población se duplicó en el curso de un solo siglo: 1S50 a 1950.
A ctualm ente, con la propied ad común, la autom atización del trabajo, la m e­
canización del agro, el uso masivo de fertilizantes sintéticos y la energía nu­
clear, el m althusianism o no debe ser tenido como un p esim ism o histórico, ya
que es in herente al sistem a económ ico, al desarrollo tecnológico de las fu e r­
zas productivas.
Cada m o d o de producción: esclavismo, feu d alism o, capitalism o, socialis­
m o tiene su ley de población. E u ro p a occidental, hacia 1981, tenía una den­
sidad m edia p o r Kilómetro cuadrado de 66 habitantes, contra 60 en Asia: 16
en A m érica del N orte y C cntroam érica; 14 en Sudam érica; 16 en A frica y 3
en O ccanía. Las diferentes densidades de población por país y kilóm etro
cu adrado —si bien se deben a la feracidad de las tie rra s— su factor determ i­
nativo está en función del grado de progreso económ ico y tecnológico de ca­
da país. Por ejem plo, contando con la energía m ecánica de que dispone un
noruego o un norteam ericano, se p odría obtener agua, en capas subterrá­
neas profundas, en los desiertos de Gobi y de Sahara, conviniéndolos en tie­
rras cultivables; socializando la tierra, el capital el trab ajo y la técnica, no hay
nada im posible p ara el hom bre, com o no sea la vida eterna.
P ero como el m undo es muy distinto de país a país y de región a región,
debido a los intereses opuestos entre naciones industrializadas y subdesarro-
liadas, entre trab ajad o res y em presarios (O este) y entre obreros y tccno-bu-
rócratas (E ste); la lucha de clases y la guerra constituyen así el signo y el des­
tino del hom bre, m ientras esté escindido en clases antagónicas y en naciones
dom inantes y dom inadas.
El antagonism o entre hegem onism o soviético y su neo-colonización en el
C O M E C O N es tan válido como entre el im perialism o económ ico de las mul­
tinacionales y los países afro-asiáticos y latinoam ericanos. Y en el caso de
R usia y de China, la prim era con poca densidad de población y m ucho espa­
cio geográfico y la segunda con poco espacio y mucha población, a pesar de
ser países com unistas, chocarán m ilitarm ente ya que China necesita el espa­
cio vital de Sibcria p ara colocar el sobrante de su población. E n este sentido,
la g u erra entre R usia y China es más problable que entre éstas y Estados
U nidos a m edida que nos aproxim em os a los fines y com ienzos de los siglos
X X y XXI.

DESARROLLO DESIG UAL EN EL M UNDO

E n E u ro p a occidental, donde se desarrolló el progreso tecnológico bajo

-80-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

el régim en capitalista, del total de la tierra, al term inar la segunda guerra


m undial, un 26% estaba en cultivo, contra 12% N orteam érica, 7% A frica,
15% Asia, 5% Sudam érica y 3,2% en A ustralia. D ebido al em pleo de fertili­
zantes químicos, E u ro p a viene obteniendo un rendim iento de 51 quintales
de trigo por h ectárea en A lem ania y 67 en H olanda, contra 14 en Sudam éri­
ca y 10 en A frica. E l abono sintético, creado por la quím ica de síntesis, dio a
E u ro p a alim entos adicionales que no podían conseguir las viejas civilizacio­
nes no tecnológicas. Sin los adelantos en fertilizantes químicos, millones de
europeos tendrían que haber em igrado a otros C ontinentes o venir como
conquistadores de los espacios libres ultram arinos; pero con la explosión d e­
m ográfica en Asia, A frica y A m érica L atina ya no es posible venir en coloni­
zador directo sino indirecto m ediante las em presas m ultinacionales y los
préstam os bancarios.
El atraso económ ico de E spaña obligó, a enorm es masas hum anas de es­
te país, a em igrar hacia Latinoam érica, luego de la desintegración del Im pe­
rio colonial español. La em igrasión de m asas de población sobrantes de Ita ­
lia, E spaña y Portugal, com o fenóm eno dem ográfico de países atrasados de
E uropa, indicaba claram ente que cada régim en económ ico tiene una diná­
mica de población peculiar. Al no hacer la reform a agraria en E spaña, P o r­
tugal e Italia, grandes masas de cam pesinos tuvieron que volcarse en L ati­
noam érica retrasando, en consecuencia, la revolución agraria en estos p aí­
ses. L a refo rm a agraria (p ara tccnificar la agricultura y concentrar el capital
industrial bajo form as socializadas), es conidición fundam ental para el avan­
ce económ ico acelerado en países con m ucha población rural. Con mayor
razón se im pone la instauración de una econom ía socializada en países afro ­
asiáticos y latinoam ericanos, cuyo atraso económ ico puede ser apreciado en
el cuadro siguiente:
C O N SU M O D E E N E R G IA Y A C E R O P O R H A B IT A N T E
E N D ISTIN TA S R E G IO N E S D E L M U N D O
(Kilos de acero y de carbón por habitante)
Consumo de energia: (expresado Consumo de Acero por habitante.
Regiones del Mundo en Kgs. de carbón equivalente (Kgs-)

Año 1950 Año 1981 Año 1950 Año 1981


Norteamérica - 7.103 546 552
Europa (CEE) 1.990 3.358 135 437
URSS 1.780 4.230 126 550
Africa 200 250 13,8 23
América Latina 410 1038 22,8 73
Asia (sin China comunista) 140 - 8.7 -
Países muy subdesarrollados 190 - - -

Mundo (promedio) 1.120 - 78,5 -


F U E N T E : Populalion, octubre diciem bre de 1953. E ditions I. N. E . D.
París. Las cifras correspondientes a 1981 son del autor.
H acia 1950, E stados U nidos absorbía la m itad del total del consum o de
energía de O ccidente, el 55% de la bauxita, el 52,9% del m ineral de hierro,
el 52,2% m ineral de m anganeso, el 68,2% del crom o, el 62,5% del estaño, el
48,9% del cobre, el 53% de los fosfatos, el 37,9% de la potasa y el 64,5% del

-81-
Economía autogestionaria

azufre. Con el 5% de la población m undial, E stados U nidos (no incluidos los


países socialistas) consum ía en 1950 el 51% de la energía m ecánica del Oci-
dente y contaba casi con la m itad de la ren ta bru ta occidental. L a desp ro p o r­
ción de riqueza entre las naciones es un fenóm eno del im perialism o econó­
mico y tecnológico desigual de países a país (concentración de la riqueza
m undial en los países capitalistas industrializados y acum ulación de la jio -
breza en los países subdcsarrollados). E ste antagonism o entre im perialism o
económ ico (países capitalistas avanzados y países subdcsarrollados) consti­
tuirá el dram a revolucionario a finales y com ienzos de los siglos X X y X X I ::
guerras revolucionarias, que deberán resolver ese antagonism o universal m e­
diante la violencia, p a ra superar el atraso económ ico y tecnológico en las re ­
giones subdesarrolladas: dos tercios de la población mundial subalim entada,
analfabeta y explotada p o r sus oligarquías y p o r el imperialismo.
E n función de la ley de desarrollo económ ico y tecnológico desigual de
país a país, la m iseria se concentraría en los países subdcsarrollados: 4.927
millones de seres en el año 2.000, contra 1.227 millones en los países indus­
trializados, que tendrán que chocar com o países pobres y ricos en guerras o
m ovim ientos de liberación, sobre todo, U SA y Latinoam érica.
E l im perialism o económ ico creó la contradicción existente entre países
im perialistas y países neo-coloniales, m ediante la inversión directa de capita­
les en el extranjero. Así, E u ro p a O ccidental Japón y E stados U nidos im po­
nen econom ías de m onocultivo a los países afro-asiáticos y latinoam ericanos:
especializados en la producción y exportación de uno, dos o tres productos
del país. E stos países son satelizados económ icam ente p o r los países indus­
trializados; pues el m onocultivo nco-colonial perm ite a europeos, japoneses
y norteam ericanos com prar barato y vender caro en los países neo-colonia­
les; se crea así una colonización financiera y com ercial que ha sustituido a la
colonización directa bajo ban d era de los tiem pos anteriores a la segunda
guerra m undial.
L a lucha de clases cobró así, como antagonism o entre burgueses y p ro le­
tarios, una nueva dim ensión en la época del im perialism o y del hegemonis-
mo, com o lucha en tre países pobres y ricos, quizá más global y decisiva que
la lucha en tre capitalistas y obreros. A unque la m undalización del capitalis­
m o p o r m edio de las em presas m ultinacionales norteam ericanas, europeas y
japonesas d aría a esta lucha en tre capitalistas y obreros un ám bito interna­
cional. Y cuando se una a la lucha de los trabajadores, la lucha general de la
sociedad y la de las naciones oprim idas p o r el im perialism o económ ico con
la de las clases m edias económ icam ente débiles, estará m adura la revolución
social.

M ALTHUSIANISM O ECONOM ICO

E l m althusianism o económ ico es un reflejo teórico de la econom ía capi­

-82-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

talista. L as teorías de M althus, sobre la desproporción económ ica entre la


población y la producción, estuvieron de m oda durante el siglo X IX ; ellas tu­
vieron com o fuentes de inspiración el acelerado crecim iento de la población
en E stados U nidos, país que sólo contaba 1,5 millones de habitantes en 1750.
Posteriorm ente la población norteam ericana se increm entó a ritm o acelera­
do, debido a la emigración y su crecim iento vegetativo dem ográfico. N ortea­
m érica disponía de todas las condiciones favorables para el aum ento rápido
de su población: am plio espacio geo-económ ico, variedad y abundancia de
m aterias prim as, fuentes naturales de energía, tierras vírgenes. T odo ello era
favorable al desarrollo económ ico y al aum ento de su población.
M althus, sobre datos del crecim iento de la población norteam ericana,
enuncio así su fam osa ley de la población:

___________ LA L E Y D E LA PO B L A C IO N D E M A LTH U S___________


— L a Población aum enta en progresión
geom étrica 1 ,2 ,4 ,8 ,1 6 ,3 2 , 64,..
— Las subsistencias crecen en progresión
aritm ética_____________________________________ 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 ,8 ,...

"En dos siglos —dice M althus— la población será, respecto de los m e­


dios de subsistencia, com o 256 es a 9; en tres siglos, com o 4096 es a 13; en
2.000 años la diferencia será casi incalculable". Sin em bargo, actualm ente la
población de E stados U nidos sólo aum enta a razón de 0,9% m ientras que el
producto bruto lo hace alrededor del 3% . Ello evidencia que el mallhusia-
n ism o económ ico no es tan grave económ icam ente como lo suponía M alt­
hus. E n China comunista, la población aum enta menos que el increm ento de
la producción; pero a condición de haber abolido el régimen de los m andari­
nes y de suprim ir una burguesía indígena incapaz de realizar el desarrollo
económ ico y tecnológico de China.
M althus tenía una política reaccionaria: quería m antener escasa la pobla­
ción obrera, p ara que el excedente de población no agravara la crisis general
del sistema; dram atizaba la ley de la población del sistema en estos términos:
"La facultad reproductiva puede con la misma facilidad duplicar 1.000 que
1.000.000.000 cada "x" años; pero el alim ento necesario para sustentar ese in­
crem ento no se obtendrá, en form a alguna, con la misma facilidad. El hom ­
bre está por fuerza lim itado al espacio. C uando se ha añadido un acre a otro
acre hasta que to da la tierra fértil esté ocupada, el increm ento anual de ali­
m entos tiene que depender de la m ejora de la tierra ya poseída. E sta es una
corriente que por naturaleza de los suelos, en lugar de crecer, tiene que dis­
minuir gradualm ente" (1).
Sin em bargo en el año 1.000 de nuestra era la hum anidad parece que
contaba con 322 millones de habitantes, viviendo en una m iseria espantosa.

1 M alth u s, T . R . Frisavo s o b re el principio de la población. L ondres, 1803.

-83-
Economía auiogestionaria

E n 19S8 la hum anidad alcanzaba 5.000 millones de personas, que viven m e­


jo r, más felices con m ás alim entos y com odidades que el hom bre del año
1000, en plena E d a d M edia.
E l hom bre m oderno p roduce caucho sintético, fibras artificiales p a ra ves­
tirse, m aterias prim as de síntesis y hace ahora producir a la tierra con un
obrero en H olanda, más que con 20 agricultores de la E d ad M edia, o que
con atraso tecnológico en Asia, A frica, y A m érica Latina.
La ley de los rendim ientos decrecientes en la agricultura es co n trarrestad a
con el em pico de abonos químicos, con la m ecanización del trabajo rural y
con una nueva división del trab ajo en el cam po. C onsecuentem ente, la ley de
la población de M althus es una ideología burguesa sin valor absoluto objeti­
vo, sino m ás bien subjetivo y relativo a cada país.
Y en cuanto a la fertilidad de las m ujeres, a la natalidad y la m ortalidad
d e la población, debido a los adelantos contra-conceptivos, el aum ento d e­
m ográfico, paradójicam ente, es m enor en las sociedades industrializadas, ri­
cas, con abundancia de alim entos, que en las sociedades atrasadas, pobres,
d o n d e son em picados escasam ente los procedim ientos p ara lim itar el incre­
m ento de la población hasta tasas inferiores a su reproducción simple, p arti­
cularm ente en países com o A lem ania, G ran B retaña, países escandinavos,
Bélgica, H olanda, Francia, E stados U nidos y otros países del bloque soviéti­
co de lento crecim iento de su población.
E s tan enorm e el arsenal contra-conceptivo (pildoritas, inyecciones de
efecto retard ad o , apliques vaginales y cuando esto falla recurrir al aborto,
sin m encionar el acrecentam iento de hom osexuales), que, en los países in­
dustrializados, se ha pasado de una fecundidad por pareja m atrim onial de
casi 3 niños, al term inar la segunda guerra mundial, a 1 niño, más o menos.
E llo evidenciaría que aunque las parejas m atrim oniales sean de países ricos
(con abundancia de alim entos, viviendas, vestidos y cuidados sanitarios),
tienden a no rep ro d u cir su población por falta de cunas y cxccso de tum bas,
cuando m ueren más habitantes que nacen en un país como A lem ania, por no
citar a otros. E n consecuencia, desde que el hom bre puede intervenir regu­
lando voluntariam ente su reproducción, las teorías de M althus sobre la po­
blación han perd id o vigencia.
Sin em bargo, el crecim iento de la población sigue siendo un hecho es­
p o ntáneo en los países afro-asiáticos y latinoam ericanos. E n este sentido, de
los SO millones de habitantes en que aum entó la población mundial en 198-1
unos 70 correspondieron a los países indicados donde tienden a polarizarse
las contradicciones económ icas, políticas, sociales y dem ográficas del inm e­
diato futuro del m undo, produciendo guerras de liberación entre países im ­
perialistas y ncocolonialcs y guerras civiles entre clases sociales antagónicas,
q ue pudieran im plicar la intervención de los grandes bloques m ilitares
opuestos.
I lacia el año 2000, si continúa el increm ento de la población actual, la h u ­
m anidad aum entaría p o r año en casi 100 millones de habitantes, de los cua­

-84-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

les 90, en los países subdesarrollados. L a explosión de la población en Asia,


A frica y A m erica L atina va a crear condiciones revolucionarias p ara que el
m ayor partido de todos sea el partido del descontento, que exigiría grandes
cam bios económ icos, políticos y sociales p ara poner en arm onía los recursos
naturales y los recursos hum anos, a fin de que todos los hom bres, sin distin­
ción de clases, tengan un puesto en el banquete de la vida.
H acia 1975 se disponía en el m undo de 0,4 hectáreas de tierra arable por
habitante, p ero al ritm o de acrecentam iento anual de la población no habría
más que 0,25 hectáreas p o r persona en el año 2000, ya que se está d esperdi­
ciando m ucha tierra útil con la extensión de las m egalópolis, las autopistas,
el am ontonam iento de deshechos hum anos e industriales, y, sobre todo, en
tierras erosionadas por cultivos irracionales,lo que no puede perm itirse una
población en continuo crecim iento en el T ercer M undo.
L a contam inación de la tierra, el agua, el aire y quizá el espacio extrate­
rrestre, acidificando las lluvias, acaba con los bosques; pone en peligro las
cosechas; m ata la vida en los ríos y lagos y en las plataform as m arítim as con­
tinentales. Ello exige un m odelo de desarrollo federativo, mundial, integra­
do, que anteponga los intereses generales de la hum anidad a los de las n a­
ciones im perialistas o hegem onistas y de las clases dom inantes, tanto en los
países industrializados y subdesarrollados
E l m undo antagónico actual está mal repartid o y p eo r gobernado: un h a­
bitante de los países más ricos consum e p o r año, aproxim adam ente, según
país, 40 veces más que una personna nacida en el país pobre. Por incrcible
que parezca los países industrializados acaparaban, al com ienzo de la déca­
da de 1980-90, el 85 % de consum o de energía y el 70% de la producción de
cereales y, más o menos, el 80% del p roducto interno mundial y el 92 % de
la producción industrial del m undo. Q uiere decir que la "brecha" económ ica,
tecnológica y cultural en tre países industrializados y subdesarrollados tiende
a ensancharse y no a cerrarse en los finales y com ienzos de los siglos X X y
X X I. P or consiguiente, los conflictos en tre países pobres y ricos van a ser
más violentos que entre países com unistas y capitalistas, si estos siguen difi­
riendo la g u erra en base a políticas arm am entistas de disuasión, conservan­
do, entre ellos, la paz por el equilibrio del terro r atómico. E n tal caso, el eje
de la historia se desplazaría hacia los países afro-asiáticos y latinoam erica­
nos, particularm ente a estos últimos, donde van a librarse guerras revolucio­
narias, civiles, de liberación, que im plicarían, finalm ente, la intervención del
im perialism o, com o en el caso de H ungría (1956), C hecoslovaquia (1968),
A fganistán (1979), o como las del imperialism o en C orea (1950-54), V ictnam
(1961-75), Santo D om ingo (1965). La "guerra sucia" en N icaragua y en El
Salvador no es m ás que el prólogo de una g uerra revolucionaria más vasta
que afectaría al subcontincntc latinoam ericano, a fin de que éste logre su
unificación en una confederación de pueblos latinoam ericanos federados,
em ancipados del feudalism o residual indígena y del im perialism o económ i­
co, en base a un m odelo de desarrollo no im plicado ni en el capitalism o p ri­
vado ni de E stado, sino en el socialismo libertario.

-85-
Economía autogestionaria

L a población de los países subdcsarrollados crccc como la espum a: no


está controlada com o la de los países industrializados, donde la inform ación
anticonceptiva y sus m edios farm acológicos están al alcance de todos. Así,
pues, la población espontánea, con su crecim iento desm edido en el T crccr
M undo, va a crear condiciones económicas, sociales y poíticas para su reb e­
lión contra el im perialism o, el capitalism o indígena y el feudalism o residual,
a fin de cam biar un m undo poseído por pocos privilegiados por un m undo
p ara todos, m ediante la p ro p ied ad social, el socialismo y el federalism o.

SUBDESARROLLO Y POBLACION

L a m o n o producción aliena a los países aubdcsarrollados en las econo­


mías dom inantes bajo el imperialism o económ ico. Por ejem plo, los países la­
tinoam ericanos com erciaban en tre sí, hacia 1980, con el 17% de su intercam ­
bio total. E n 1961-62, los países latinoam ericanos efectuaban m enos del 10%
de su intercam bio en tre ellos. Los países im perialistas, que controlan las
econom ías de los países africanos, asiáticos y latinoam ericanos, tienden a se­
pararlos más que a unirlos entre sí: la alienación económ ica es así un fenó­
m eno derivado de la m onoproducción en Asia, A frica y A m érica Latina.
E l capital más noble de los países subdcsarrollados se va, en form a de ga­
nancias c intereses del capital extranjero, a las arcas de los bancos europeos,
japoneses y norteam ericanos. El m argen bruto de beneficios de los capitales
franceses en A frica O ccidental Francesa, fue el 87% bruto y el 44% neto
(com o m argen de ganancia de com ercialización), en el año 1959. E n el p e ­
tróleo, la ganancia b ru ta fué hasta del 274%; en A m érica Latina, las ganan­
cias netas extraídas por los capitales norteam ericanos son tan enorm es que
han vaciado, de oro y divisas, las arcas de los bancos centrales latinoam erica­
nos atrap ad o s así en la hipcrinflación.
E l im perialism o económ ico concentra el capital m undial en los paíss in­
dustrializados, succionando grandes ganancias con inversiones directas en
los países subdcsarrollados. E n estas condiciones, los países sem icolonizados
se dccapitalizan acum ulativa y tendencialm entc. P or otro lado sufren, a d e ­
más, una relación de intercambio que les es crónicam ente desfavorable. P or
ejem plo, A m érica L atina perdió desde 1952 a 1962, unos 7.000 millones de
dólares p o r causa del d eterioro de los térm inos de su intercam bio con los
países im perialistas. Suponiendo que hubieran sido invertidos otros 7.000
m illones de dólares en inversiones directas extranjeras p ara com pensar esc
déficit del capital, ello no resolvería el problem a del crecim iento económ ico
latinoam ericano; pues los capitales invertidos o prestados en un país deben
ser pagados a los países inversores. A la larga, si produce grandes ganancias
el capital extranjero, constituye una descapitalización, progresiva y acum ula­
tiva, al girar los beneficios del capital invertido al exterior, com o está suce­
diendo ya en A m érica Latina, que de tantos préstam os, "ayudas" y créditos,

-86-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

cada año que pasa, está más endeudada, m ás em pobrecida, más descapitali­
zada, más arruinada.
E n los países latinoam ericanos, el aum ento de la población anual es del
2,6%, p ero la ren ta b ru ta p o r habitante se increm enta m enos de 1%, es n e­
gativa com o en 1987. L a dialéctica de esta contradicción, por tanto, es de
tendencia revolucionaria, en su solución económ ica, dem ográfica, política y
social, p o r país o continentes endeudados.
E n E u ro p a O ccidental, la población se acrecientaba en la década de los
80 poco: Italia 0,5% Francia 0,5%, A lem ania 0,2%, Suiza 0,0%, Inglaterra,
0,1%, D inam arca 0,4% , Suecia 0,3% ; en la U RSS sólo aum enta la población
p o r año 0,9% , 0,2% en la A lem ania del E ste, H ungría 0,4%, Bulgaria 0,5%,
R um ania 0,9%, Polonia 0,9% y Checoslovaquia, 0,7%.
L as pestes y las ham brunas de la China de los m andarines m antenían, en
cierto modo, una ley de la población en concordancia con el régimen de p ro ­
piedad y el volum en de la producción. E n nuestra época, ciertos países lati­
noam ericanos, asiáticos y africanos tienen un nivel de vida propio de la E u ­
ro p a medieval. E l Salvador y Bolivia, p o r ejem plo, se parecen a la Francia de
Luis XIV, en fuerzas productivas. P or consiguiente, estos países experim en­
tan una gran m ortalidad infantil.
E n los países subdesarrollados, las ram as de producción, indispensables
al m antenim iento de la vida hum ana, están muy cargadas de población ocu­
p ad a con b ajo rendim iento de productividad. D el total de su m ano de obra
disponible, la agricultura absorbía los siguientes porcentajes: 69% en la In ­
dia, E stados U nidos 3% , China 69%, Brasil 30% , H onduras 63% , Bolivia
50% , E u ro p a (C E E ) 8% . E n los países atrasados, de cada 100 personas, ca­
paces de trabajar, 70 están en la agricultura, p ero p roducen m enos que 2 en
E stados U nidos, debido al subdesarrollo tecnológico.
Así, pues, el m undo pareciera uno solo, p ero es muy distinto de país a
país o de continente industrializado a continente subdesarrollado, teniendo
un desarrollo económ ico, cultural y tecnológico muy desigual. Ello determ i­
na una contradicción m u y antagónica entre países pobres y ricos como una
form a generalizada de la lucha de clases, m ás inclinada al estallido de m u­
chas guerras de liberación nacional y social que a las luchas entre proletarios
y burgueses, en el advenim iento de los acontecim ientos históricos. E n este
sentido, por ejem plo, es más probable una guerra entre las dos A m érica s, la
del N orte (rica) y la del Sur (pobre), que entre proletarios y burgueses en
am bas A m éricas, ya que la contradicción en tre im perialism o norteam ericano
y movim ientos de liberación iberoam ericanos es más antagónica, inm ediata­
m ente, que cualquier o tra contradicción en tre im perialism o norteam ericano
y cualquier o tra contradicción en el H em isferio O riental.
E n térm inos generales esta perspectiva histórica, política y social con­
cierne a la contradicción en tre países industrializados del H em isferio N orte
y países subdesarrollados del H em isferio Sur, cuya población, p o bre y num e­

-87-
Economía autogestionaria

rosa, se duplica cada m enos de 40 años, presionando hacia un cambio revo­


lucionario en A sia, A frica y A m erica Latina.
E n la agudización de los antagonism os entre países industrializados y
subdcsarrollados tiene una gran incidencia causal el desm edido aum ento de
la población en estos y su estancam iento o dism inución en los segundos, ya
que en unos se acrecienta la m iseria, la desocupación no subsidiada, la falta
de viviendas, higiene y alim entos y educación, m ientras en otros se concentra
la riqueza del m undo en beneficio de una población escasa y rica. A sí en el
m undo, un reducido núm ero de países ricos dispondrían de los dos tercios
del p roducto interno m undial, m ientras los dos tercios de la población m un­
dial de los países pobres tendrían que arreglarse con m enos de un quinto de
esc p roducto interno global (PIB).
Según el I n fo r m e sobre el desarrollo en el m u n d o 1984, realizado por el
B anco Internacional de R econstrucción y Fom ento, en esc año la población
m undial se aproxim aba a 4.800 millones de habitantes, cifra que ascendería a
10.000 millones de personas en el año 2050, pero de ese aum ento dem ográfi­
co un 83% co rrespondería a los países subdcsarrollados que ten d rían sólo el
17% del PIB Así, pues, los países ricos seguirán siendo m á s ricos y los pobres
cada año m ás pobres. E n N orteam érica, p o r ejem plo, hace falta más de 100
años p ara duplicar su población y un quinto, más o m enos de ese tiem po, p a ­
ra duplicar su producto interno bruto, (PIB) m ientras en A m érica L atina la
población se duplica en poco más de 30 años; com o en el C aribe y C cntroa-
m érica estaba estancada la producción de riqueza, tiene que surgir una crisis
generalizada en tre norteam ericanos ricos y latinoam ericanos pobres, que
conduciría a una guerra ente las dos A m éricas, cuando N orteam érica quiera
p a ra r los acontecim ientos revolucionarios en A m érica Latina.
Si el conflicto entre E ste-O este se dem orona (con las políticas de disua­
sión y de perm anente desafío en la carrera de los arm am entos, de m odo que
ninguno de los dos bloques antagónicos se decida a la guerra por m iedo a
qu ed ar am bos autodcstruídos, si entran en acción las arm as nucleares) en­
tonces el eje de la historia universal se desplazaría a donde haya más contra­
dicciones, antagonism os y conflictos, resolviéndose con em pleo de arm a­
m entos convencionales, propios de las guerras revolucionarias. E n este senti­
do, el principal frente de lucha, que E stados U nidos crcc está en la línea del
Elba, se desplazaría hacía A m érica Latina, en lucha contra el imperialismo
del dólar.
Los grandes conflictos sociales, económ icos y políticos tienden, en los fi­
nales del siglo X X y com ienzos del siglo XXI, a desarrollarse muy violenta­
m ente en los países afro-asiáticos y latinoam ericanos, donde la población au­
m enta más rápidam ente que la ocupación de su increm ento vegetativo y que
la producción de alim entos, viviendas, vestidos, equipos de capital, bienes en
general, servicios sociales y públicos.
El hecho concreto es que la lasa de aum ento anual de la población en los
países subdcsarrollados pasó del 0,5% al 1% d urante los prim eros cincuenta

-88-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

años del siglo X X p a ra ascender después a más del 2% , duplicando así los
m illones de habitantes cada 35 años. Q uizá ello sea debido (más que al in­
crem ento de la producción de alim entos com o pensaba M allhus al em pleo
de la penicilina, las vacunas, las vitaminas, la cloratación de las aguas p o ta ­
bles, la m ejor higiene y sanidad y a una m ayor productividad de las tierras
con el em pleo de abonos químicos, de tractores y cosechadoras.
P ero al progreso de la quím ica de los fertilizantes, de la m aquinaria agrí­
cola, de las m ejores semillas, de los descubrim ientos de la fam acopca y la
m edicina, no han ido unidos a cam bios económ icos, políticos y sociales en
sentido de superar el m inifundio y el latifundio, en el cam po, m ediante la
creación de com unidades cam pesinas agroindustrialcs de tipo cooperativo y
autogestionario; y en las ciudades, constituir em presas autogestionarias, de
servicios públicos y sociales desburocratizados y desaburguesados que, m e­
diante la participación del pueblo trab ajad o r en su gestión y en la distribu­
ción de su excedente económ ico, fueron capaces de desarrollar la dem ocra­
cia directa com o dem ocracia industrial (en las em presas) y com o autogo­
bierno en lo político (auto-adm inistración, sin profesionales de la política).
E l m undo no puede seguir com o es ahora: dividido entre continentes po­
bres y ricos, en tre im perialistas occidentales y hegem onistas orientales, entre
burgeses m onopolistas y com unistas totalitarios, entre una enorm e m asa de
población im productiva (burocrática, rentista, capitalista, parasitaria, etc.
que consum e y no p roduce nada) y una m asa productiva que produce mu­
cho, consum e poco, y no participa en nada de lo que le concierne. P ara que
la población alcance un equilibrio económ ico, social y ecológico, sin o p re­
sión y explotación del hom bre p o r el hom bre, hay que auto-organizar la So­
ciedad sin sop o rtar un E stado burgués o burocrático.

NACIM IENTOS Y ALIM ENTOS

Si la población mundial alcanzara unos 6.400 millones de habitantes para


el año 2000, la producción agrícola ten d ría que aum entar al m enos un 50%
sobre sus niveles m undiales de com ienzos de la décadti de 1980-90, a fin de
evitar el ham bre en gran p arte de 117 países afro-asiáticos y latinoam erica­
nos em pobrecidos.
Se preveía que, entre 1975 y finales del siglo XX, la población d e esos 117
países pasaría de 1.900 millones a 3.600 millones de habitantes lo cual supon­
dría que, necesariam ente, tenga que hacerse una transform ación revolucio­
naria de la agricultura en el sentido de aum entar la productividad por agri­
cultor y p o r hectárea, p ara evitar una ham bruna de tipo medieval o los anti­
guos flagelos del ham bre sufridos por China y la India en los años de sequía
o de plagas de langosta.
L a O rganización de las N aciones U nidas p ara la A gricultura y la A lim en­
tación (F A O ) ya identificó, en 1985, unos 64 países subdesarrollados en si­
tuación alim enticia crítica, incapaces de alim entar a su población, que llega­

-8 9 -
Economía autogestionaria

ría en el año 2000 a unos 1.054 millones de personas. U nos 38 países de los
indicados tienen que im portar, anualm ente, la m itad de los alim entos consu­
m idos p o r su población cada vez más pobre, debido a su atraso económico,
cultural y tecnológico, del cual habría que salir en razón de instaurar un nue­
vo m odelo de producción, liberado del latifundio y del m inifundio, en base a
una agricultura m oderna de com plejos cooperativos agro-industriales. Todo
ello integrado en com unidades com arcales autogestionarias, donde sea divi­
dido racionalm ente el trabajo rural im plicando form as avanzadas de indus­
trialización y el establecim iento de servicios sociales y públicos que, como un
todo arm ónico, sean capaces de m antener la plena ocupación en el campo,
m o derando o evitando el "éxodo" rural a las ciudades.
A frica se perfila, en el futuro inm ediato, com o el continente del ham bre:
29 de sus naciones, con 466 millones de habitantes, enfrentan ya ham bruna
210 millones de su geografía del ham bre, agravada por las sequías, la erosión
de las tierras y los cultivos de productos agrícolas de escaso rendim iento por
hom bre y hectárea. Y a m edida que el fla g elo del ham bre se extiende p o r el
cam po de ciertas regiones africanas, asiáticas y latinoam ericanas, se p ro d u ­
cen las grandes em igraciones de cam pesinos pobres hacia las ciudades rodea­
das de un rosario de "villas miseria". Ello dem uestra que el m odelo económ i­
co capitalista, que desarrolla la industria y la econom ía urbana y subdesarro-
11a el cam po y la agricultura, no corresponde a las necesidades económicas,
sociales y de ocupación de buena p arte de la población, particularm ente en
los países subdcsarrollados.
A causa del "éxodo" rural, desde 1950 a 1975, las ciudades de los países
afro-asiáticos y latinoam ericanos han absorbido más de 400 millones de p e r­
sonas expulsadas de un cam po atrasado, económ ica, cultural y tecnológica­
m ente, por no hab er creado una agricultura de com plejos cooperativos agro-
industriales y com unidades com arcales integradas autogestionariam ente en
la agricultura, industrias locales y servicios sociales y públicos, proporcio­
nando debidam ente ocupación en estos sectores económ icos integrados,
constituidos en com unidad industrial y agraria de gestión directa por los
productores directos sin interm ediarios onerosos usurpadores del excedente
económ ico pro d u cid o po r el trabajo asalariado.
L as megalópolis del T crccr M undo hacinan a m uchos millones de habi­
tantes sin trabajo, subalim entados, buena p arte analfabetos, m ano de obra
no especializada, lo cual les crea dificultades para encontrar em pleos a cau­
sa de que el trabajo, p o r la revolución cicntifíco-tccnológica, se va haciendo
cada año que pasa más técnico. H acia el año 2000, más del cuarenta mcgaló-
polis de los países subdcsarrollados contarán cada una con m ás de 5 millo­
nes de habitantes y otras diez ciudades, con más de 10 millones.
E n las ciudades-naciones, más populosas en el T ercer M undo que en los
países industrializados, se form ará el partido del descontento, el mayor de to ­
dos los partidos, que pedirá revolucionariam ente un cambio económ ico, p o ­
lítico, social y cultural, en el sentido de que el pueblo, y no los políticos p ro ­
fesionales, sea el sujeto activo de la historia y el protagonista del cambio exi­

-90-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

gido m ediante la dem ocracia directa, en la política, y un socialismo de auto­


gestión, en la econom ía; pues p a ra no ser engañado el pueblo tiene que
em anciparse p o r sí mismo.
E l m undo p resenta un futuro inm ediato som brío: entre 1975 y el año
2000, la fuerza laboral aum entaría en 500 millones de trabajadores que en­
contrarán m uchas dificultades p ara p rocurarse ocupación. Si a ello añadi­
mos que la población ham breada sería de unos 1.000 millones, cabe pensar
que los grandes conflictos sociales y políticos tienden a desplazarse más a los
países afro-asiáticos y latinoam ericanos que a los países industrializados de
E u ro p a occidental, Jap ó n y N orteam érica, siem pre que no estalle la tercera
guerra m undial entre los países del Pacto de Varsovia y los de la O TA N . C a­
so de que ello se difiera, p o r m iedo a la recíproca destrución en una guerra
nuclear, la contradicción Estc-Ocstc sería así m enos violenta que la contradic­
ción N orte-Sur. en tre países industrializados y subdcsarrollados.
E l m odelo de desarrollo capitalista, ya sea capitalism o privado o de E sta­
do, no ap o rta a la hum anidad soluciones a la crisis económ ica, de agota­
m ientos de recursos naturales, de desperdicio de recursos hum anos, de con­
tam inación am biental, de dcsarm onía entre el crecim iento de la población y
el de la producción, particularm ente en los países subdcsarrollados.
D u ran te el siglo X X, globalm ente, la producción agrícola se m ultiplicó
por 2,2 y la población m undial p o r 2,6; p ero la mayor p arte del increm ento
de la producción agropecuaria se realizó en los países industrializados, lo
cual no evitaría que a finales de este siglo hubiera m uchos cientos de millo­
nes de seres hum anos ham breados en los países atrasados. Q uiere decir que
hay que hacer la revolución verde, urgentem ente en Asia, A frica y A m érica
Latina, en base a una agricultura de interés social, cooperativa, autogestio-
naria, libertaria com o los colectivos anarquistas españoles de 1936-39.
E stam os d errochando las riquezas del m undo: desde 1900 a 1977, el con­
sumo m undial de energía se m ultiplicó por 12 veces, y a finales del siglo lle­
garía a 20 veces. A proxim adam ente, desde 1960 a 1985, se utilizaron por un
capitalism o planetófago tantas m aterias prim as como en toda la anterior his­
toria del m undo: nos estam os com iendo el planeta y derrochando las rique-
sas naturales. H ay que evitar la catástrofe, la crisis p ara las generaciones por
venir. E n consecuencia, no debe ser dejad a la condución de la econom ía a
los grupos del privilegio, ni la política a los políticos profesionales; hay que
com prom eter al pueblo en ser dueño de su propio destino; no delegar en na­
die todo lo que él p u ed a hacer directam ente, p ara conservar el planeta, ob­
tener trab ajo p ara todos, p rosperidad y libertad p ara todos los hom bres del
m undo: sin distinción de clases, castas, razas o países. E l dilem a del hom bre
de nuestro tiem po es: o nos salvamos todos o nos hundim os todos.
Las "naciones soberanas", los bloques m ilitares opuestos, las ideologías
im perialistas o hegem onistas, la p reten d id a superioridad de la raza blanca,
la división del m undo en países pobres y ricos, la existencia de E stados to ta ­
litarios y de dem ocracias burguesas, la lucha p o r el P oder m undial entre la
burocracia soviética y la burguesía de Wall S treet y la posesión por am bas de

-91-
Economía autogestionaria

arm as atóm icas absolutas, indicaría que nos aproxim am os a un porvenir nu­
clear, en que todo el progreso alcanzado p o r la hum anidad se convertiría en
retroceso reto rn an d o a la e ra de las cavernas, a m enos que no se entienda
q ue todos dependem os de lodos en esta civilización planetaria.
E l cam ino de H illcr o de N apoleón, p ara hacer el m undo a la imagen y
sem ejanza de estos "dioses de la guerra", no es el m ejor, sino el uso racional
de la ciencia, la tecnología, la econom ía, el progreso, la libertad y los d e re­
chos hum anos en beneficio de todos los pueblos sin distinción de ricos ni p o ­
bres, de religiones o de razas. Así, llegando a la edad de la razón, la hum ani­
dad p o d ría alcanzar un equilibrio dinám ico; regulando la población en fun­
ción del trab ajo y del bienestar de todos los hom bres del m undo;
produciendo alim entos, energía disponible y m aterias prim as para todos los
pueblos; usando la ciencia, la técnica y el trab ajo com o capital productivo;
construyendo un m undo cada vez m ejor sin disipar cxccdcntc económ ico,
produciendo, no arm am entos, sino alim entos, educación y descanso p a ra to­
dos, sin privilegios p ara nadie en ninguna p arte del m undo. D e lo contrario,
estaríam os aproxim ándonos al apocalipsis nuclear, resultando así un fiasco
la ciencia y la técnica p ara el hom bre de la era atómica.
E n vez de ir hacia el apocalipsis posible de la guerra nuclear sería más
racional invertir lo que se gasta en arm am entos en desarrollar económ ica,
cultural y tccnlógicam cnlc a los países atrasados afro-asiáticos y latinoam eri­
canos, a fin de en trar en una edad de oro, nunca alcanzada por la hum ani­
dad, que no sería posible con capitalism o, sino con socialismo libertario.
Si cientos de millones de seres hum anos padecen el flagelo del ham bre
en A sia, A frica y A m érica L atina es p orque sus industrias y agricultura están
muy atrasadas económ ica y tecnológicam ente, lo cual no perm ite alcanzar la
plena ocupación en la industria y la agricultura, crear laboratorios de alta in­
vestigación y m ultiplicar la productividad por hom bre y hectárea, para evitar
el desarrollo desigual entre países pobres y ricos.

P R O D U C C IO N M U N D IA L D E C E R E A L E S Y
L E G U M IN O SA S
Grupo de Producción Rendimiento Producción Rendimiento
Continentes productos 1969 en 1960 1979 (Kgs/ha)
alimentarios (miles, de ton.) (Kg/ha) (miles de ton.)

Mundo Total cereales 1.204.424 1.709 1.553.076 2.041


Legumbres secas 46.965 700 51.873. 715
Africa Total cereales 58.951 905 66.480 918
Total Leg. secas 4.759 423 5.103 433
América del norte Total cereales 258.321 2.878 356.703 3.619
Y América central. Total Leq. secas 2.660 797 3.004 922
América del sur Total cereales 47.115 1.404 63.602 1.685
Total Leq. secas 2.806 602 3.195 577
Asia Total cereales 473.731 1.513 629.984 1.831
Total Leg. secas 25.228 669 31.057 710
Europa (1) Total cereales 196.639 2.703 239.984 3.407
Total Leg. secas 3.563 729 2.545 851
Oceanía Total cereales 15.199 1.168 24.312 1.476
Total Leq. secas 103 1.149 169 902
URSS Total cereales 154.556 1.315 172.011 1.418
Total Leg. secas 7.846 1.513 6.800 1.352
Fuente: FA O . Lcg. = L egum bres secas. (1) incluye C cntrocuropa

-92-
Cuda modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

A la luz de las cifras de este cuadro, es evidente que los países afro-asiáti-
cos y latinoam ericanos producen pocos cereales y leguminosas, com o conse­
cuencia de su b aja productividad de legunbres y cereales por hectárea culti­
vada. E n térm inos absolutos, respectivam ente, A frica y A m érica del Sur p ro ­
ducían en 1979 unos 66 y 63 millones de toneladas de cereales con un
rendim iento p o r h ectárea de 918 y 1.685 kilogramos, contra 3.407 y 3.619 kgs.
en E u ro p a occidental y en N orteam érica.
A sí las cosas, europeos occidentales y norteam ericanos consum en diaria­
m ente m ás de 3.000 calorías de alim entos p o r persona y m uchas proteínas de
origen animal, m ientras los asiáticos, africanos y latinoam ericanos, buena
p arte de ellos, sobreviven en la geografía m un d ia l del hambre, particular­
m ente en la India, Pakistán, Indonesia, Yem en, M adagascar, E tiopía, M o­
zam bique, A ngola, El Congo, los países subsaharianos, el N oroeste de B ra­
sil, Bolivia, H aití, Colom bia, E cu ad o r y en algunos países centroam ericanos.
Se diría, pues, que la geografía m undial del ham bre corresponde a países de
gran atraso económ ico y tecnológico o de agricultura de subsistencia.
L a paz del m undo no puede ser m antenida com o un diabólico juego de
"poker" en tre soviéticos y norteam ericanos, haciendo falsos envites, engan-
ñándose m utuam ente, hasta que un día esta com edia diplom ática se convier­
ta en la más grande hecatom be bélica experim entada por la hum anidad. E stá
llegando el m om ento en que los pueblos no deben confiar en sus dirigentes
im perialistas o hegem onistas que, con sus ambiciones de clase o de naciones
privilegiadas, preparan, haciendo de aprendices de brujo: ¿la tercera guerra
m undial?
El porvenir de la hum anidad sería m ás bien apocalíptico que feliz; podría
ir cada año que pase a situaciones peores que las anteriorm ente inm ediatas,
gracias a que los políticos burgueses o burócratas, en el O este y en el Este,
conducen a sus países com o un autom ovilista que se deja guiar por su espejo
retrovisor sin m irar hacia adelante. P ara evitarlo peor, los pueblos deben lo­
m ar cada día más y más participación en la condución de su econom ía, en la
política en sus relaciones internacionales, en sus em presas autogestionadas,
en sus autogobiernos, en la autodefensa com o nueva form a estratégica de
consolidación del pod er popular. Sin naciones rivales ni clases antagónicas,
sino basándolo todo en un federalism o autogestionario universal.
H an pasado unos diez milenios desde que el hom bre de la edad de pie­
d ra fue evolucionando hacia el hom bre cibernético, desde que contaba con
su sola fuerza m uscular hasta la energía atóm ica, y lodo pudiera ser aniquila­
do en una gran catástrofe a m enos que el hom bre participe en todo lo que le
concierne sin d ejar la política, la econom ía, la adm inistración, la cultura la
defensa, la inform ación y los problem as de la hum anidad a los caprichos de
unos pocos políticos profesionales, cuyo arte consiste en engañar al pueblo
trabajador.
E stam os, pues, soltando las últimas am arras históricas que nos ligan a la
barbarie neolítica, cuando entendem os que el atóm o dom esticado, la cibcr-

-93-
Economía autogestionaria

nética (biconductorcs y m icro-circuitos integrados) y el m undo a la escala


planetaria, no p ueden funcionar racionalm ente con crisis, guerras y luchas
de clases, a m enos que asimilemos la energía nuclear, la cibernética y el
m undo planetario dentro de una sociedad socialista autogestionaria univer­
sal. A sí pues, o nos liberam os de la burgesía im perialista y de la burocracia
hegem onista o el m undo será un gran fiasco dejándolo a los caprichos del
K rem lin o de la Casa Blanca. P or eso, p ara salvarnos todos, todos estam os
com prom etidos en la lucha p o r la paz universal.

ANALISIS DE CLASES DE LA POBLACION

L a población y el hombre, com o conceptos genéricos o categorías, re p re ­


sentan a todos los seres hum anos hom ogéneam ente, todos igual así mismos
sin contradicciones sociales y económ icas, sin clases antagónicas, sin diferen­
cias visibles y subtancialcs. Sin em bargo el hombre, en tanto que concepto
universal del entendim iento hum ano, sintéticam ente pero no analíticam ente,
es un ente abstracto más que un hom bre real, un ser nom inal, un puro hom ­
b re sem ántico.
E l hom bre real aparece cuando analíticam ente se le descom pone en sus
clases antagónicas: proletario, burgués, burócrata, cam pesino, terrateniente,
pequeño-burgués. P or otra parte, en cuanto al color de su piel el hom bre es
negro, am arillo, blanco o de o tra pigm entación lo cual supone diferencias ra ­
ciales que, en cierto m odo, constituyen clases dom inantes y dom inadas en
función de la raza a que se pertenece. E l hom bre respecto a su nacionalidad,
es im perialista, hegem onista o neo-colonial, según sea soviético, norteam eri­
cano, europeo, japonés, afro-asiático y latinoam ericano. Así, pues, el hom bre
es muy distinto de clase a clase, de país a país, de región a región, de conti­
nente a continente.
P o r el lugar del nacim iento, el hom bre no es igual sino más rico o más
pobre: un norteam ericano p o r el hecho de nacer en E stados U nidos es 40
veces más rico en ren ta p o r habitante que un hindú, un haitiano, un bolivia­
no, un etíope, p o r no citar a personas nacidas en otros países pobres.
E n unos países —en los ricos — com ienza a haber subpoblación y en los
países pobres, superpoblación. A sí las cosas, desde 1970 al año 2000 la p o ­
blación escolar se increm entaría sólo un 4% en los países industrializados
contra 25% en los países subdesarrollados: en los prim eros van sobrando
m aestros; en los segundos faltan educadores, médicos, hospitales, em presas
industriales, agrícolas y com erciales p a ra dar trabajo a una creciente pobla­
ción vegetativa.
E n los países afro-asiáticos y latinoam ericanos, la población m enor de 15
años, a cargo de la población productiva, representa el 40% , más o menos,
del total de la población. E n cambio, la población m ayor de 65 años, en los
países industrializados, va siendo m ayor que la población m enor de 15, sc-

-94-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

gún se perfilan los acontecim ientos dem ográficos hacia el año 2000 y siguien­
tes.
E n cuanto al consum o, los países pobres son muy distintos de los países
ricos: E stados U nidos, por ejem plo, con el 5% de la población m undial con­
sum ía, en 1968, el 33% de la bauxita, el 40% del niquel, el 13% del m angane­
so, el 36% del crom o, el 25% del tungsteno, el am ianto y el cobre, el 41% del
estaño, el 23% del zinc, el 14% del hierro y el plomo, el 20% de la potasa y el
50% del café, porcentajes respecto del consum o m undial de estas m aterias
prim as. A l nivel de consum o p o r habitante o por país, que hacen los n o rtea­
m ericanos, si lo igualaran la India o la China, p o r ejem plo, tendríam os ya
una seria escasez de m aterias prim as animales, vegetales y forestales. Ello
evidencia que es anacrónico el capitalism o d ep red ador, contam inador y pla-
netófago de la "sociedad de consumo" con su econom ía de desperdicio.
Q uiere decir que el m o d o de vida norteamericano, extrapolado m undial-
m ente, crearía una gran contam inación am biental, agotam iento de recursos
naturales, csquilm ación del suelo fértil o del subsuelo terrestre y con la mis­
m a cantidad de automóviles por habitante que en E stados U nidos en todos
los países subdesarrollados, se agotaría el petróleo rápidam ente y se quem a­
ría irracionalm ente el oxígeno, ya que las m áquinas y los automóviles consu­
m en más axígeno que todos los seres vivientes.
La población genérica, cuando se habla de ella m undialm ente, no es igual
en lodos las países y continentes: tiene diferentes grados de desarrollo eco­
nómico, cultural y tecnológico; subconsum o en unos países y derroche de ri­
quezas en otros; en A ustralia, Siberia, la A m azonia, A rgentina y otros países
hay m ucho espacio y poca población. P o r consiguiente ser aquí m althusiano,
en los térm inos que lo entiende el Club de R o m a y el M assachusetts Instituí
o fT e clio lo g y , constituye una política ilógica, ya que la A rgentina, increíble­
m ente, tenía más hectáreas útiles de cultivo que la China continental o que
los "Doce" países del M ercado Com ún E uropeo, en 1980. P o r increíble que
parezca, la A rgentina dispone de unos 153 millones de hectáreas de superfi­
cie agrícola, contra 101 millones de has. la C E E ; pero con la diferencia de
que la A rgentina tenía, en 1986, unos 31 millones de habitantes, contra 329
millones la C E E , o sea, una densidad p o r km2 de 11 personas en A rgentina
contra 142 en la C E E ; pero ésta acum ulaba un producto interno bruto de 3
billones 525 millones de ccus, contra 72.920 millones dólares aquella. Por
consiguiente, el aum ento de la población en la A rgentina no es un mal sino
más bien un beneficio p ara este país, cuya m ejor política consistiría en más
nacim ientos que defunciones.
U n crecim iento de la m asa de población A rgentina, sin aum entar la de
las ciudades, repoblando el cam po, creando m uchas com arcas integradas en
com plejos cooperativos agro-industriales, crearía una nación poderosa y
gran exportadora de carnes, granos, oleaginosas, unas industrias prósperas
en base a m uchos millones de consum idores, donde el alto nivel de vida h a­
ría expandir constantem ente la producción.

-95-
Economía autogestionaria

F rente al Clud de R om a, que es m althusiano con la magia de los o rd en a­


dores y con pesimismo tecnológico, la A rgentina, A ustralia, la Sibcria, la
A m azonia y otras regiones del m undo todavía pueden asimilar muchos cien­
tos de millones de habitantes, ya que sobran tierras y faltan hom bres para
cultivarlas científicam ente.
U n a gran masa de la población se presta más a una racional división del
trabajo, a un consum o de masa, a una industrialización, a unir el trabajo, la
técnica y el capital, que un territorio subpoblado como A rgentina, en A m eri­
ca L atina, A ustralia, o Sibcria. E n esos grandes espacios puede haber plena
ocupación, desarrollo económ ico y tecnológico acelerado, creación de gran­
des regiones cooperativas agro-industriales, que absorban muchos millones
de habitantes, em igrantes de otros países donde sobra población.
P ero un nuevo orden económ ico requiere que crezcan más los trab ajad o ­
res em pleados en la agricultura, la industria, la m inería, la energía, la pesca y
la investigación científica y tecnológica, que los funcionarios de las oficinas
burocráticas, ya que hacen m ucho consum o im productivo que frena la ex­
pansión económ ica apropiada p ara p rocurar trabajo y bienestar para lodos.
E n definitiva, no debem os alarm arnos todavía por el crecim iento de la
población: están por llegar la civilización del m ar (con cultivos m arítim os) y
la civilización faú slica del cosm os; pues esta, sobre todo, no tendría pro b le­
m as de superpoblación hacia la conquista del universo. Nos estam os p reocu­
p ando por el aum ento anual de 80 millones de habitantes en el m undo y por
10 0 millones en el año 2 0 0 0 , cuando la aventura del cosm os pudiera hacer
posible el crecim iento ilimitado de los seres hum anos por los siglos de los si­
glos.
Sin em bargo, en esta época de inccrtidum brc y de transición todo pudie­
ra term inar en una gran catástrofe, en un enorm e fracaso de la hum anidad, si
la crisis económ ica mundial sigue avanzando y produciendo muchos millones
de desocupados subalim cntados, analfabetos y subdesarrollados, por un la­
do, y de países industrializados, por el otro. T odo esto, com o en otras gran­
des crisis m undiales, p odría suceder en una guerra m undial, como durante
los ciclos fatídicos de 1914-18 y 1939-45, pero con la agravante, en nuestra
época, de que las arm as nucleares pueden destruir los grandes logros de
nuestra civilización planetaria y tecnológica y retro traerla al nivel infrahum a­
no de las subcivilizaciones paleolíticas, por no haber sabido asimilar el p ro ­
greso económ ico y tecnológico con cam bios sociales y políticos apropiados;
con socialismo y no con capitalism o, con igualdad y no con egoísmos.
N uestras conquistas científicas, económ icas y tecnológicas perm iten, aho­
ra y en el futuro, equilibrar el desarrollo proporcionado de lodos los países
del m undo, autorregular el crecimiento dem ográ fic o con el crecimiento econó­
m ico, pero habrá que poner la riqueza mundial en común, como patrim onio
de todos los hom bres, p ara lanzarnos a la conquista del espacio cósmico, no
como ahora un país im perialista o hegem onista contra otro, sino haciendo
del m undo un sólo país: em presa de lodos para la conquista del universo

-96-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

aboliendo las luchas de clases, las guerras nacionales o mundiales, los anta­
gonismos y las contradicciones que se oponen a un progreso paralelo, rectilí­
neo y mundial en beneficio de todos los hom bres.
D entro de una civilizaciónantagónica, con im perialism o o hegem onism o,
nadie puede proveer el futuro inm ediato y, m enos que nadie, los políticos
profesionales, los científicos, los técnicos y los econom istas t ceno-bu rócra-
tas, apegados a sus egoísmos de clase.
E n una civilización planetaria, basada en un autentico federalism o econó­
mico autogestionario, un federalism o de auto-adm inistración, se conseguiría
un equilibrio dinám ico en tre población y crecim iento económ ico; pero a
condición de que el pueblo participe activam ente, desarrollando la dem ocra­
cia directa, en sus autogobiernos locales, com arcales, regionales, continenta­
les y universales. Sólo así habría trabajo, bienestar, prosperidad, libertad,
cultura, ciencia c igualdad de oportunidades p ara lodos los hom bres sin dis­
tinción de naciones, de razas y clases, de castas y religiones.
L a crisis de nuestra civilización planetaria reside en que el m undo ya es
uno por el m ercado m undial, las radiocom unicaciones, la televisión vía saté­
lite, las agencias internacionales de noticias, la conquista del espacio extrate­
rrestre, la m undialización de la moda, las costum bres, el cine, la cultura, la
inform ación y la intcrnacionalización de todo; pero el hom bre todavía sigue
disidido en naciones, clases religiones opuestas, países pobrres y ricos; lo
cual determ ina las crisis económ icas, las luchas políticas, las guerras m undia­
les, m arginales o locales.
M ientras el hom bre no supere estas contradicciones no habrá solución a
la crisis entre los países subdesarrollados c industrializados; entre las ten ­
dencias m aduras al socialismo y la persistencia del capitalism o privado o de
E stado; en tre imperialism o occidental y hegem onism o oriental; entre países
socialistas más desarrollados y países socialistas subdesarrollados, com o en­
tre R usia y China; entre la burguesía y el proletariado del O este; entre la bu­
rocracia totalitaria y los trab ajad o res del E ste; en tre una tecnología y una
ciencia avanzadas y una política y econom ía conservadoras, anacrónicas, de-
fasadas p o r fuerzas productivas revolucionarias opuestas a relaciones socia­
les y políticas reaccionarias, tanto en O riente com o en O ccidente, en el N or­
te com o en el Sur.
N ecesitam os, pues, en esta hora del m undo, oscilando entre una crisis
económ ica mundial y la tentación a la tercera guerra mundial, hom bres que
hagan cam bios profundos y oportunos; que instauren una dem ocracia direc­
ta, en la política, y una econom ía autogestionaria, en las em presas; necesita­
mos revolucionarios que, con abnegación, sacrificio y heroísm o, cam bien el
m undo radicalm ente par evitar las guerras, las luchas de clases y las d e p re ­
siones económ icas; que pongan la riqueza en com ún en base a un sistem a de
propiedad social que asegure las libertades económ icas y políticas de todos y
el derecho al trab ajo p ara todos, superando al E stado caro y m alo por la So­
ciedad auto-organizada: libertaria, en lo político, y autogestionaria, en lo
económ ico.

-9 7 -
Economía autogestionaria

P ara esa gran tarca no haccn falta tccnócratas de saber parcelario aspi­
ran d o a ejercer un p o d er totalitario, sino reform adores como Solón, héroes
com o E spartaco, defensores de la verdad como G alilco, libertadores de p u e­
blos com o Bolívar, revolucionarios como Bakunin y no dictadores como Ilit-
ler, M ussolini, Stalin, Fidel. N ecesitam os una dem ocracia directa y no dicta­
duras de la burocracia, de la burguesía o de la tecnocracia; pues en nuestra
época no h a y que salvar a una sola clase, sino a lodo el género hum ano de
ser exterm inado en una guerra total, sientpre posible.

LA CRISIS DE LA CIVILIZACION URBANA

E l desm esurado y acelerado crecim iento dem ográfico de las ciudades es


un fenóm eno del siglo X X, sobre todo desde su segunda m itad. E n 1950 sólo
50 millones de seres hum anos vivían en ciudades de más de 5 millones de ha­
bitantes; en 1980 éstas concentraban a 250 millones de personas; pero en el
año 2000 acogerían a 650 millones de almas. P or consiguiente, estam os asis­
tiendo desde el cam po a las ciudades, a la m ás grande emigración de la histo­
ria hum ana, cuyas consecuencias económ icas, políticas y sociales son difíci­
les de prevenir en los um brales del siglo XXI.
Increíblem ente, de las 15 más grandes ciudades del m undo 12 estarán en
los países afro-asiáticos y latinoam ericanos —en el año 2 0 0 0 — lo cual d e­
m uestra que los países subdesarrollados, algunos de ellos, están concentran­
do más su población en las ciudades que en los países industrializados. Así
las cosas, M éxico-city, al final del siglo XX, tendría más población que H o ­
landa, Bélgica y Suiza. T odo indicaría, pues, que entre su "emigración clan­
destina" a U S A y sus 132 m illones de habitantes en el año 2000, M éxico consti­
tuirá un problem a m ás grave para Estados U nidos que la Unión Soviética.
¡Qué de incógnitas nos reserva el año 2000! ¡Qué grandes contradicciones
van a estallar en tre A m érica L atina (pobre y con más de 600 millones de ha­
bitantes) y N orteam érica (rica y con 260 millones)!
D ecenas de millones de latinoam ericanos apiñados, en ciudades m ons­
truosas, estarán insuficientem ente abastecidos de agua, alim entos, alcantari­
llado, escuelas, dispensarios, carbón, "fuel-oil", gas, electricidad, transportes,
vivienda, higiene, sanidad y trabajo, todo lo cual les obligaría a em igrar a E s­
tados U nidos, haciendo una especie de "invasión subterránea", particular­
m ente desde M éxico, C cntroam érica y el C aribe. Ello va a crear nuevos con­
flicto s raciales y sociales entre una población rica autóctona y una m asa de
subprolctariado exógena que se sentirá oprim ida, explotada y despreciada,
com o los antiguos germ anos por los rom anos.
Las ciudades se extienden hacia el campo: se pierden tierras útiles para
cultivos hasta límites peligrosos en países como Italia, H olanda, Bélgica,
G ran B retaña, Jap ó n y A lem ania. T odo indicaría que, ap arte de la am enaza
de g uerra atóm ica sobre las megalópolis, nos estam os aproxim ando al final
de la civilización urbana.

-98-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

E l "cxodo" rural, determ inado por la m ecanización de la agricultura, que


llevó gran p arte de la población rural a las ciudades, ha creado una polariza­
ción de la población en m egalópolis donde se am ontonan m uchos millones
de habitantes.
La electrificación de las industrias desarrolló las urbes y despobló el
cam po, concentrando las industrias en los m ercados urbanos y en nudos de
com unicaciones m arítim as, ferroviarias, carreteras y autopistas. E n este sen­
tido, se ha producido una ley de desarrollo desigual (económ ico, tecnológico
y cultural) entre la ciudad y el ca m p o . Y a lo largo del siglo X X se han consti­
tuido ciudades-naciones o epicentros de naciones. A sí por ejem plo, Buenos
A ires y su gran suburbio concentra m as del 30% de la población total argen­
tina, que consum e más que produce, determ inando una crisis estructural en
la cual tiene buena p arte de ella la ciudad-capital.
H acia el año 2000 la m ayor p arte de la población mundial estará en las
m egalópolis, donde h abrá algunas que tendrán más de 30 millones de habi­
tantes, com o puede verse en el cuadro siguiente:

LAS MEGALOPOLIS DEL AÑO 2000


(E n millones de habitantes)
Año 1980 Rango Año 2000

24,4 Nueva York 1 México 31,0


20,0 Tokio 2 Sao Paulo 25,8
15,0 México 3 Tokio 24,2
13,5 Sau Paulo 4 N. York 22,8
13,4 Changai 5 Changai 22,7
11,7 Los Angeles 6 Pekin 19,9
10,7 Río de Janeiro 8 Bombay 17,1
10,3 Londres 9 Calcuta 16,7
10,3 Buenos Aíres 10 Jakarta 16,6
9,9 París 11 Seul 14,2
9,5 Osaka 12 Los Angeles 14,2
9,3 Dusseldof 13 El Cairo 13,1
8,8 Calcuta 14 Madras 12,9
8.5 Seul 15 Manila 123
F U E N T E : Estim aciones de las N aciones U nidas. D ebe entenderse po­
blación m unicipal de estas ciudades más sus aglom eraciones urbanas.

Si las tendencias a la concentración de la población siguieran com o hasta


el presente, México-city, increíblem ente, ten d ría 31 millones de haitantcs en
el año 2000: será la ciudad más grande del m undo, dejando muy atrás a N ue­
va Y ork y Tokio: dos m egalópolis industriales que, a pesar de ello serán, en
el próxim o futuro, más pequeñas que M éxico-city.
U n a m egalópolis com o M éxico-city es impensable, en el año 2000, con
sus 31 millones de habitantes. E sta m onstruosa ciudad necesitaría varios ríos
para abastecerla de agua; miles de toneladas de alim entos, de petróleo, de
m aterias prim as; p ero no estando esta urbe en puerto m arítim o harán falla
miles de cam iones y de trenes p ara p rocurarle sus voluminosos abasteci­
m ientos cotidianos.
D esde el punto de vista ecológico una ciudad-nación, tipo Sao Paulo o

-99-
Economía autogestionaria

M éxico-city, contam inará sus alrededores y, económ icam ente, aum entaría
los costos de producción en sus industrias p or las necesidades de transporte
o de aporte lejano de m aterias prim as y de energía.
P or o tra parte, a m edida que la población urbana va superando a la p o ­
blación rural se establece una relación de intercam bio desfavorable para ésta
y favorable para aquélla, en el sentido de que los precios de las ciudades
(m anufacturas y servicios) suben más que los precios de los productos agro­
pecuarios (m aterias prim as). E sta contradicción económ ica pudiera ser más
conflictiva, en el futuro, que algunas contradicciones de clase existentes en ­
tre las distintas capas sociales de la sociedad urbana capitalista.
La población de las ciudades, sin distinción de clases, está interesada en
q ue los productos del cam po sean baratos y caros, los de las ciudades a fin
d e m antener un elevado nivel de vida a costa de una injusta relación de in­
tercam bio. E sta situación tendería a crear antagonism os en países donde el
p orcen taje de población urbana rebase el 80% de su población total como
sucedería en A m érica Latina hacia el año 2000.
Y com o una buena parte de la población urbana es consum idora más que
productora, su consum o im productivo hay que cargarlo al alza de los precios
de los productos m anufacturados y endosarlo a la baja de los productos
agropecuarios. Ello agudiza más el "éxodo" rural hacia las ciudades, donde
se rep arte la m ayor p arte del producto interno bruto de los países. E sta ten­
dencia dem ográfica y económ ica, p ropia de la civilización urbana, conduce a
una crisis económ ica de dcsproporcionalidad de desarrollo económ ico y tec­
nológico en tre la ciudad y el cam po que no puede durar al infinito, máxime
añadiendo a ello la crisis energética m undial, en que las ciudades son más
dependientes que el cam po, en cuanto a im portaciones de petróleo. Así,
pues, el cam po no puede seguir perdiendo su población ya muy escasa en
países industrializados y subdesarrollados, o muy urbanizados como A rgen­
tina, U ruguay, Chile, E cuador y otros.

M EGATONES CONTRA MEGALOPOLIS

H acia 1990, la población urbana en todo el m undo rebasará a la pobla­


ción rural, si continúa existiendo en esa época el sistem a económ ico que am ­
plia las ciudades y produce el éxodo rural hacia las mismas, pues desarrolla
la industria y los servicios y subdesarrolla el campo.
Las ciudades han crecido com o la espum a desde m ediados del siglo XIX:
la revolución industrial de la m áquina de vapor y, posteriorm ente, la electri­
ficación, el desarrollo de los transportes y las com unicaciones, han creado
gigantescas ciudades o regiones industriales donde ha sido concentrada la
población sustraída al cam po, principalm ente.
E n la evolución histórica de la hum anidad ha habido largos ciclos de dis­
persión o concentración de la población. A ntes de que existieran ciudades,

-100-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

los hom bres se movían com o huestes trashum antes por el cam po, viviendo
de la caza y de la pesca, en una sociedad prom iscúa. D espués com enzó a di­
vidirse el trab ajo social entre el cam po y las ciudades, cuando aparecieron
las culturas sedentarias, teniendo com o basam ento económ ico la agricultura
de riego. L a civilización se hizo m ás urbana —casi com o en los comienzos
del capitalism o— cuando el Im perio R om ano dom inaba el m undo conocido.
C on la invasión de los b árbaros sobre R om a y la llegada del feudalism o, las
ciudades greco-latinas fueron desapareciendo, reduciendo sus áreas u rb a­
nas, ya que las artes y los oficios se fueron al cam po, cerca de los castillos,
dispersándose la población en el agro (com o siervos), b ajo la m irada dom i­
n ante del señor feudal. A p artir del siglo nueve —después de Jesucristo —
em pezaron a florecer com unas y villas, de reducidas dim enciones, donde te­
nía tan ta im portancia el artesanado com o los cultivos agrarios. D u ran te el
R enacim iento y la R eform a, con el comienzo del capitalism o, las ciudades
fueron apareciendo com o capitales políticas, centros industriales, com ercia­
les y financieros, concentrando en sus perím etros parcelarios, cada una, m u­
chos m illares de habitantes, particularm ente las ciudades libres de la H ansa,
L ondres, París, G énova, V enccia, Florencia, R om a, M arsella, M adrid, B ar­
celona, Sevilla y otras villas que sería prolijo enum erar.
P ero la gran concentración urbana —la m egalópolis ciudad-nación— ha
sido un fenóm eno reciente: com enzó con la prim era revolución industrial
(con la m áquina de vapor); se aceleró con la segunda revolución industrial
(con la electrificación, el m otor de explosión y el desarrollo de las com unica­
ciones y transportes), y ha llegado a su punto máximo de expansión urbana
con la tercera revolución industrial (con la autom atización de la producción,
con la cefalización de las m áquinas, con la inform ática). A sí tenem os en
nuestra época m egalópolis y entornos urbanos colosales; agrupan a varios
millones de habitantes en com plejos industriales y dem ográficos: L ondres,
A m stcrdam , A m beres, Licja, R hin-M ain, M annheim -Ludw igshafcn, M oscú,
Leningrado, N urcm berg, Linz, B arcelona, G énova, N ápoles, N ueva York-
Ballim orc-Filadelfia-B oston, Los Angeles-San Francisco, M éxico-City, P a­
rís, M ilán, R om a, el Cairo, Calcula, Carachi, B uenos A ires, Bombay, Seúl,
Sao Paulo, Tokio, Y ocoam a, Pekín, Changhai, H anoi, Saigón, D clhi, L ahore
y otras grandes megalópolis.
C ontra estos grandes com plejos urbanos —epicentros del p o d er indus­
trial, m ercantil, financiero económ ico y estratég ico — se centran los tiros ató­
micos —bom bas de 1 a 50 m egatones— capaces de pulverizar las "polis"
construidas p o r la civilización urbana. Así, luego de suceder una guerra nu­
clear, en traría el m undo en otro ciclo histórico: ¿quizá con la vuelta al cam ­
po en un nuevo tipo de civilización?: no contam inada; no antagónica en sus
estructuras sociales; no m asificada; ¿en una ciudad que sea ciudad y cam po
al mismo tiem po?
Si la posible guerra nuclear alcanzara todos sus niveles: misiles interconti­
nentales, misiles de m edio y corto alcance, misiles lanzados desde subm ari­

-1 0 1 -
Economía autogestionaria

nos, bom bas liradas desde aviones de gran radio de acción, bom bas orbitales
Iranspotadas por satélites, sus grandes blancos serían las ciudades. Y si utili­
zara la bom ba con camisa de cobalto em itiría un relám pago radioactivo (ra ­
yos gam m a) de gran potencia destructiva sobre las ciudades o poblaciones;
sería una bom ba infernal capaz de aniquilar a regiones enteras, a millones de
seres hum anos: ¿qué restaría entonces de las megalópolis?. H e ahí por qué
la paz debe ser ganada con el socialismo libertario, federativo y universal, su­
p eran d o el im perialism o burgués y el hegom onism o burocrático.
La potencia destructiva del hom bre ha superado a Jú p iter y a Jchová. U n
subm arino nuclear, "Tridcnt", con sus 16 a 20 misiles de largo alcance, con 10
a 14 cabezas nucleares cada uno, puede destruir las principales ciudades so­
viéticas; vicc-vcrsa podrían hacerlo los subm arinos soviéticos, algunos de
ellos, apuntando a las ciudades norteam ericanas. U n bom bardero cstratégio
"B-52" o un "Backfire" pueden tran sp o rtar cargas atóm icas de 200 KT, en mi­
siles de crucero, equivalentes a 5 bom bas del tipo H irosim a. La flota de gue­
rra norteam ericana dispone de unos 10 .0 0 0 misiles de crucero, con alcances
de 2.500 kilóm etros, y una potencia unitaria explosiva de 200 KT. E l infierno
atóm ico tiene cuatro dim ensiones: misiles tierra, aire, m ar y espaciales
(bom bas orbitales), capaces de e n terrar la civilización urbana, por an tep o ­
ner el im perialism o y el hegem onism o a la paz y el socialismo.
El hom bre alienado, no dueño de su destino histórico, ¿ha creado una
m áquinaria p ara destruirse a si mismo?: el explosivo quím ico TNT, con la
bom ba term onuclear, ha sido m ultiplicado por un millón de veces. A sí las
cosas, el hom bre va teniendo más capacidad de destrucción que de pro d u c­
ción, lo cual es muy peligroso p ara conservar una civilización construida d u ­
ran te m uchos siglos sobre la base contradictoria de las clases sociales y los
im perialism os rivales.
U na bom ba atóm ica de 10 K T (kilotones) cuesta 350.000 dólares, pero
pued e destruir una ciudad com o Nagasaki; una bom ba atóm ica de 200 KT
vale 500.000 dólares y una bom ba de 2.000 K T tiene un costo decreciente:
600.000 dólares. Q uiere decir que, cada vez, es más barato destruir una ciu­
dad que ha costado m uchos años y cientos de millones de dólares. Significa,
pues, que la civilización urbana está seriamente am enazada en un m undo
donde el rearm e no tiene fin, p o rq u e una gran potencia y su bloque quiere
superar, en arm am entos, a otra gran potencia y sus aliados, com o sucede en ­
tre la U RSS y USA.
Llegará un m om ento en que, con costos crecientes en el rearm e y consu­
mos decrecientes en las poblaciones del E ste o del O este, se producirán re­
vueltas, insurrecciones o revoluciones en las retaguardias económ icas más
débiles, que tendrán que auto-organizar su defensa, su econom ía y su convi­
vencia com o com unidades primitivas autosuficientes de tipo libertario o soli­
darias.
Los arsenales nucleares —juntos los del E ste y del O e ste — anotan ya 100

- 102-
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

toneladas de T N T p or habitante, teniendo en cuenta que en 1988 eram os


unos 5.000 de personas en el m undo, hay así m ás ración de com bustible ató­
mico po r habitante que de alim entos por consum idor.
H abría, pues, que pensar que los hom bres, p o r ser unos ricos y otros p o ­
bres, se lanzan a las revoluciones o a las guerras y p orque unas naciones son
ricas y otras pobres —cada unos cuantos a ñ o s — repiten un ciclo infernal:
prim era guerra m undial, segunda guerra m undial (¿tercera guerra m un­
dial...?) ¿H asta cuando no sabrem os vivir en paz? Si no sabemos: entonces
nuestro saber no nos sirve racionalm ente p ara ejercer el P oder que hem os
creado y nos ha alienado sin saber adonde vamos...
L a ciencia, la técnica, la afanosa investigación científica de los com plejos
m ilitares industriales, tanto en el O este com o en el E ste, tratando de vencer
y no de convencer al país o al bloque contrario, conducen a d errochar las ri­
quezas del trab ajo hum ano produciendo cosas tan inútiles como los arm a­
mentos: m aquinas de destrucción y no de producción. A sí las cosas, los sa­
bios, los científicos, los técnicos, los investigadores, y los políticos y los gene­
rales que los utilizan, dem uestran que se han alienado como el aprendiz de
brujo. Será necesario que el pueblo se auto-organice m ediante una dem ocra­
cia directa, en la pollítica, y una dem ocracia autogestionaria de la pro d u c­
ción, en la econom ía, a fin de que la hum anidad pueda p ro sp erar en paz y li­
b ertad sin guerras cíclicas ni luchas de clases crónicas. E l saber racional y la
razón com o el sentido de la historia hum ana residen en el pueblo auto-orga­
nizado, liberado del E stado-providencia, de las "élites" del Poder, a fin de
que el trab ajo autogestionado sea el fin del hom bre desabonado, liberado
por sí mismo.

EL HOLOCAUSTO DE LAS CIUDADES

La gran ciudad es un fenóm eno de la industrialización, de la sociedad


m ercantil, de las transferencias continuas de población del cam po hacia las
ciudades, del desarrollo de los m edios de comunicación: transportes m aríti­
mos, aéreos y terrestres, que han hecho del m undo una gran aldea.
El com plejo económ ico, dem ográfico y urbanístico de Nueva York, por
ejem plo, (ciudad propiam ente dicha y aglom eraciones urbanas adyacentes)
contaba en 1975 con 16,6 millones de habitantes. Nueva York, es el puerto
m ayor del m undo, con una carga y descarga p o r valor de más de dos cientos
millones de toneladas de m ercancías. D oce grandes vías férreas convergen
hacia N ueva Y ork, desde todas las regiones de E stados U nidos.
E l p u erto ncwyorkino posee un contorno de m uelles c instalaciones de
1 .2 0 0 kilóm etros, dando cabida a unos 1.0 0 0 navios, pudiendo cargar y des­
cargar a la vez más do 500 do olios.
H acia el p uerto de Nueva Y ork van y vienen m ás de un centenar de lí­
neas m arítim as regulares: 1) hacia el C anadá p o r el A tlántico, E u ro p a y el

-103-
Economía autogestionaria

M editerráneo; 2) hacia el Caribe, Sudam érica, A frica, E xtrem o O riente y


A ustralia; 3) hacia todos los cam inos m arítim os del m undo, viene a Nueva
Y ork el petró leo del M edio O riente, de L atinoam érica y de A frica; tam bién
llega el cobre, el azúcar, las bananas, el café, el m ineral de hierro, el plom o,
el zinc, el estaño, el té, el cacao y otras m aterias prim as (m inerales, animales
y vejctales) procedentes de todo el m undo. E s así Nueva Y ork la "polis" del
com ercio m undial, donde se han acum ulado grandes capitales y con ellos
más de 16 millones de habitantes.
Tokio, L ondres, A m sterdan, A m bcres, Lieja, Barcelona, Genova, H am -
burgo, Lcningrado y O desa, sin ser tan grandes com o Nueva York, constitu­
yen centros industriales y com erciales d e gran im portancia internacional, y
p o r tanto objetivos señalados en la estrategia nuclear: grandes blancos ató­
micos p a ra 1 0 m egatones, capaces de m atar un tercio de la población urbana
de estas grandes ciudades.
E stán am enazadas m egalópolis com o Nueva York, Londres, Ilam burgo,
París, Tokio, B arcelona, M adrid, Turin, M ilán, A m bcres, Lieja, A m sterdan,
R o ttcrd an , Nueva O rleans, San Francisco, Pittsbourg, Baltim ore, D etroit,
Los A ngeles, M oscú, L cningrado, A tenas, Kiev, Seúl, Bombay, Calcuta, E s­
tam bul, Changhai, Pekin, K arachi, O saka, M adras, H anoi, Lahorc, Nagoya,
Jarkov, G orki, Novosibinsk, Tashkent, Y akarta, B udapest, Varsovia, Sofia,
Praga, Bucarest, etc. T odas estas ciudades y otras, que serían prolijo enum e­
rar, son grandes blancos atóm icos, caso de producirse una guerra universal,
donde no habría regiones neutrales com o durante la prim era y la segunda
g u erra mundiales.
L as megalópolis, situadas en zonas antagónicas del po d er m undial más
conflictivas entre E ste-O este y Rusia-China, pueden ser blancos de las arm as
nucleares. E n este sentido, una bom ba de una m egatonelada, en equivalente
de TN T, pued e ser llevada p o r un solo avión. P ara realizar esa misma p o ten ­
cia de destrucción en la segunda guerra m undial, con explosivos convencio­
nales, habría sido preciso em plear cientos de aviones de bom bardeo como
los concentrados en misiones dem oledoras sobre la A lem ania Nazi.
La destrucción de las ciudades —si no se proscribe el em pleo del arm a
a tó m ica— es fácil: una bom ba de idrógeno de una m egatonelada puede des­
truir edificios construidos en ladrillo, en un radio de acción de 5 kilóm etros
de su pun to de explosión. Y una bom ba de 10 m egatoncladas podría destruir
edificios en un radio de 11 kilóm etros, destruyendo unos 400 km2, afectando
a unos 3.000 km2 con su calor, radiaciones y deflagración. Q uiere decir que
bom bas d e hidrógeno m edianas podrían despanzurrar a una ciudad, si no
destruirla totalm ente, paralizarla y caotizarla, más aún con sus efectos m ora­
les, psicológicos, desabastecim icnto y desorden social que con el bom bardeo
físico com o fuego infernal.
Según los soviéticos, los norteam ericanos tienen en el punto de m ira de
sus rad ares y ordenadores, m arcando objetivos a sus misiles, a unas cuantas
decenas de ciudades y blancos m ilitares en Rusia. A su vez los soviéticos han

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Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

calculado y elegido sus blancos militares y urbanos sobre el m apa de E stados


U nidos, d en tro de sus puntos cardinales, p o r si la g uerra estalla y no hay que
im provisar los grandes blancos atóm icos recíprocos.
Según los norteam ericanos, el estallido de 250 proyectiles atóm icos sobre
su territorio p roduciría los efectos siguientes: 43% de la superficie n o rtea­
m ericana sería contam inada; causaría unos 50 millones de m uertos tal ata­
que nuclear; de ellos un 75% producidos p o r la onda explosiva y de calor, el
25% restante, p o r radioactividad. H e ahí la contabilidad m acabra de los que
tienen, p o r la pasividad del pueblo, los destinos del m undo en sus manos.
D espués de un gran bom bardeo nuclear, las ciudades de potencias como
R usia y E stados U nidos q uedarían devastadas habiendo sufrido un ataque
recíproco y tam bién las de sus aliados respectivos del Pacto de Varsovia y de
la O TA N . E n estas ciudades, pulverizadas total o parcialm ente, cesaría el
sum inistro de agua, gas, electricidad, alim entos, carburantes. A sí millones de
personas, de la noche a la m añana, se en contrarían a la interperie o entre
ruinas de edificios; privadas de agua, alimentos, viviendas y asistencia sanita­
ria; expuestas a enferm edades contagiosas, al ham bre, la falta de hogar, al
desorden social, lo que p odría conducir a la era de las cavernas.
L a industria urbana, los superm ercados, los pequeños negocios sepulta­
dos bajo los edificios destruidos, los bancos y las Bolsas, los m ercados de
frutas, verduras, carnes y pescados, los m ercados m ayoristas de m aterias p ri­
mas, los p arques de bom beros, las com isarías, los cuarteles del ejército, los
transportes urbanos, serían interrum pidos o destruidos luego de un ataque
nuclear a una ciudad, tanto m ás caótica cuanto más grande sea su área m e­
tropolitana y gran suburbio.
Z onas urbanas com o los A ngeles-San Francisco y el Nueva Y ork-Boston-
Filadelfia-B altim ore-W ashinton, que agrupan a unos 30 millones de habitan­
tes o más, si soportaran un gran bom bardeo nuclear, crearían un problem a
de desorden en sus poblaciones (sin hogar, vagando entre ruinas), que nin­
gún gobierno p o d ría resolver, ya que la población desorientada com enzaría
a desobedecer, quizá a salir al cam po com o huestes transhum antcs. E sta
misma situación se presen taría en los com plejos urbanos de M oscú, Lenin-
grado y en otros centros industriales y urbanos soviéticos. T am poco aquí las
poblaciones desm oralizadas, ham brientas y transhum antes obedecerían a la
férrea d ictadura de los dirigentes soviéticos. El mismo panoram a po d ría p re ­
sentarse en las ciudades de E u ro p a occidental y en las m egalópolis de Asia,
y A frica, O ceanía y A m érica Latina, posiblem ente devastadas por bom bar­
deros nucleares, pues la guerra atóm ica tiene m enos espacios neutrales que
la guerra convencional.
Si la guerra atóm ica tuviera lugar, y hay que pensar que es problable y no
im posible que ello suceda, el dom inio de los gobiernos sobre sus poblaciones
y el de los m andos m ilitares sobre sus soldados, p o d ría debilitarse hasta tal
punto que la tercera guerra m undial com enzase como regular (bien encua­
d rad a), y term inase irregular (guerrillera, revolucionaria o insurreacional,

-105-
Economía autogestionaria

obligadam ente com o socicdad auto-organizada, ya que el E stado no resolve­


ría n ad a en una situación de caos).
C uanto más se extienda en superficie la guerra —no teniendo frentes ni
retaguardia, siendo una guerra total, hecha en todas partes, a causa de la dis­
persión im puesta p o r el em pleo de las arm as atóm icas— el control de los go­
biernos sobre las poblaciones transhum antcs iría disminuyendo, tom ando
más y más im portancia la auto-organización, la auto-defensa, la dem ocracia
asociativa, la organización popular de la producción, el consum o, la distribu­
ción, la asignación y el rep arto equitativo de viejas viviendas o de chabolas
de em ergencia. Sería, pues, necesaria la autogestión y la cooperación para
organizar la vida después de una g uerra total, hecha sólo para m antener en
el P o d er a la burguesía occidental o de la b urocracia oriental.
F ren te a estos problem as (que no se p odrán resolver con decretos sino
prácticam ente), p ara que el caos no acabase con la civilización o lo que reste
de ella después de un bom bardeo nuclear, cobraría im portancia la dem ocra­
cia directa, la solidaridad hum ana, la m oral social, la convivencia y la tole­
rancia entre los seres hum anos, la cooperación según el principio de uno p a­
ra todos y todos p ara uno, ya que la salvación no sería posible individual sino
colectivam ente.
Si las religiones actuales y las ideologías políticas no tuvieran una res­
puesta p ara sacar al m undo del apocalipsis nuclear, quedarían desprestigia­
das, sin devotos religiosos ni m ilitantes políticos: estaríam os así en presencia
de una nueva civilización m enos centralista que la actual, auto-organizada,
basada en el pricipio de que lodo lo que pueda hacer la Sociedad no debe ha­
cerlo el Estado. H ab ría entonces que construir la civilización sobre nuevos
principios económ icos, políticos, morales, sociales, jurídicos y filosóficos: sin
clases dirigentes, sin Estado-providencia, sin m onopolios privados o de E sta­
do, sin religiones m uertas, sin ideologías obsoletas. H ab ría que crear una
nueva socicdad donde haya arm onía entre individualidad y colectividad con
libertad y responsabilidad en tre todos y p ara todos.
E n el cam po, la guerra nuclear no sería tan desastrosa como en las ciuda­
des. Los millones de personas que salieran de las ciudades (bom bardeadas
con cargas nucleares) y llegasen al cam po, deberían auto-organizar su vida,
sus com unidades, su producción artesanal, industrial y ganadera; conservar y
no devastar la producción en desarrollo, no en el sentido capitalista sino se­
gún la m oral anarquista: uno p ara todos; lodos para uno.
E n caso de g u erra nuclear, tom ando principalm ente como grandes blan­
cos atóm icos a las ciudades populosas, el país que pareciera m ejor organiza­
do económ icam ente (E stados U nidos) y el m ejor vigilado policialm cnte
(U nión Soviética), se desorganizarían de la noche a la m añana. E ntonces h a­
rán falla pequeños núcleos de hom bres abnegados y activos, com bativos y
organizadores, que en m uchos sitios a la vez sean capaces de auto-organizar
la población con la autoayuda y de evitar la acción de grupos violentos y d e­
p red ad o res m ediante una eficiente autodefensa en superficie, con escalones

-1 0 6 -
Cada modo de producción tiene su
crecimiento especifico de población

de guerrillas territoriales a nivel local, com arcal, regional, nacional y hasta


de tipo continental.
Si la g u erra nuclear alcanzara su dim ensión de corto, m edio y largo al­
cance, m ediante misiles con cabezas atóm icas, lanzam iento de misiles desde
subm arinos y de bom bas o proyectiles de crucero desde bom barderos estra­
tégicos, las poblaciones ten d rán que ser auto-organizadas com unitariam ente
en un sentido com o funcionaron las colectividades libertarias a fin de que
una m oral austera y una econom ía más austera todavía, salve a la hum anidad
del caos, de las ham brunas rayanas en la antropofagia. E sta perspectiva de
anomia social y económ ica sería posible y, p o r tanto, será necesaria una nue­
va civilización basada en el interés social, ya que la salvación no sería indivi­
dual sino colectiva, solidaria, com unitaria. Sólo así el caos, producido por los
antagonism os en tre burocracias totalitarias y burguesías m onopolistas, se
podría transform ar en una nueva civilización de la fraternidad universal sin
diferencias de clases, castas, ni de naciones ni de razas.
Los problem as de la liberación del hom bre no pueden ser resueltos con el
capitalism o privado o de E stado, con las em presas m ultinacionales neo-colo-
nizando a los países subdcsarrollados, con inversiones directas en Asia, A fri­
ca y A m erica L atina p ara apoderarse de sus m aterias prim as y fuentes de
energía, con préstam os leoninos inspirados en el usurero Shylock, que han
vaciado las arcas de los bancos centrales de países d eudores obligados a p a­
gar altos intereses p ara satisfacer la inm ediatez de la ganancia de los ban­
queros consorciados en el "Clud de París" y en el F. M. I.
U n sistem a económ ico m undial capitalista, que concentra el p o der finan­
ciero, tecnológico, com ercial y estratégico p ara explotar y oprim ir al T ercer
M undo tiende, a la larga, a p roducir crisis ccnóm icas y situaciones belicistas
latentes com o en tre la O T A N y el Pacto de Varsovia, entre la URSS y C hina
y entre U SA y L atinoam érica.
E s aberrante, p o r ejem plo, que Japón, con 55 veces m enos territorio que
A m érica L atina y con el 28% de la población ésta, tuviera en 1986 doble de
producto interno bruto (PIB), sin producir el suelo japones m aterias prim as
esenciales y energéticas, de las cuales es rica L atinoam érica. A sí las cosas, en
su pequeño espacio geográfico, Jap ó n tiene una densidad de 321 habitantes
por kilóm etro cuadrado, contra unos 19 en aquélla. Tal es la situación de po­
co espacio geográfico y m ucha densidad de población de 321 habitantes por
km2 en Japón, llegando a 323 en Bélgica, 347 en H olanda, 367 en Italia, 245
en A lem ania occidental y 232 habitantes en G ran B retaña. E n suma, que, en
algunas regiones industrializadas del planeta los habitantes se apiñan en ciu­
dades populosas, m ientras la A m érica L atina tiene poca densidad de pobla­
ción p o r kilóm etro cuadrado, quiza p o rq u e exporta sus m aterias prim as, gas
y petróleo, con poco valor añadido, lo cual hecha la población del cam po h a­
cia las ciudades latinoam ericanas ro deadas de millones de habitantes en los
cerros, com o en C aracas, R ío de Janeiro, Sao Paulo y otras ciudades. A sí las
cosas, la creciente m iseria, el subem pleo y el desem pleo, la falta de higiene y

-1 0 7 -
Economía autogestionaria

de otros servicios sociales y públicos, la inflacción de los precios aum entan­


do la pobreza, las bruscas devaluaciones m onetarias consecuencia de los p a ­
gos de la pesada deuda externa, crean un descontento progresivo en las m e­
galopolis latinoam ericanas, cuya perspectiva hacia el año 2 0 0 0 será cada vez
m ás violenta contra los gobiernos entregados al im perialism o económ ico fo ­
ráneo y a las oligarquías indígenas. U n a población en aum ento rápido y con
m esa escasa en alim entos y pródiga en nacim ientos tiene así una perspectiva
de m anifestaciones airadas o de guerrillas urbanas, sobre todo, en las m ega­
lopolis de varios millones de habitantes, en A m érica Latina.

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Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

BIBLIOGRAFIA

M A L T H U S, R
F n sav o so b re el p rincipio de la población. Al tr a ta r "las causas de la p o b reza de las nacio­
nes" lo hizo in sp irán d o se en la ley de los ren d im ie n to s decrecientes en la agricultura. M althus
es cruel con los p o b res, a quienes niega el d erech o a reproducirse.
"U n h o m b re q u e nace en un m un d o ya ocupado.... en el gran b a n q u e te de la N atu raleza se
e n c o n tra rá con q u e n o hay p u e s to p a ra el. L a N atu raleza le o rd en a q u e se m arche y no tard a en
llev ar su am en aza a ejecución". E s al p o b re al q u e M althus pide continencia, p e ro no al rico:
"Ila y q u e su p o n e r —d ic e — en el p o b re hábitos de pru d en cia qu e le p reserv en de casarse cu a n ­
d o la ren u m era ció n d e su tra b a jo no b aste p a ra sostener, sin acudir a la bencficicncia, a su m u ­
je r y seis h ijo s”. (O b r. cit.).
E n estas condiciones, pocos po b re s p o d rían casarse en los p aíses del "T ercer M undo".
M alth u s fu e un econom ista al servicio de los ricos: "01 p u eb lo —a f irm a — d e b e se r consi­
d e ra d o com o sie n d o el m ism o la causa principal de sus sufrim ientos"
E n tal caso, en la India, en A frica y L atinoam érica d eb ieran se r exterm inados m illones de
se res h u m an o s p o r el flagelo del ham bre. P ero la principal causa de las m iserias de la India no
es "ten er una p o b lació n tan en o rm e q u e no p u ed a ni em p learla ni m a n te n e rla ”, sino la falta de
m od ern izació n d e su ag ricultura e industria.
Con una eco n o m ía au to g estio n aria universal se c o n co rd aría arm ó n icam en te la población y
la pro d u cció n . L a culpa de las m iserias hum anas en el capitalism o no las tien e la población, si­
n o la p ro p ied ad p riv ad a del capital y de la tie rra q u e no son capaces de m a n te n e r la plena o cu ­
pación, una gran p ro d u ctividad y producción p o r ho m b re y h ectárea o p o r o b re ro en la in d u s­
tria.

G O D W IN , W
E n q u irv co n cern in y political iustire. E ste an arq u ista b ritánico, co n tem p o rán eo de M alt­
hus, lo re fu ta con estas palabras:
"T res cu artas p a rte s del globo —dice — e stán hoy incultas. E n las p a rte s ya cultivadas p u e ­
d en realizarse m ejo ras in conm csurablcs. La población p u ed e co n tin u ar creciendo d u ra n te m i­
ría d a s d e siglos y la tie rra se rá aú n suficiente p ara s u s te n ta r a sus habitantes". (O b r. cit.).
L a m o d ern a ag ricu ltura p ru eb a, en cierto m odo, las tesis de G odw in, m ás q u e las de M a lt­
hus. E l h o m b re p u ed e cu ltivar selvas vírgenes, ex tra e r p ro te ín a s del p etró leo , h acer alim entos
de algas e incluso a b o rd a rá o tro s planetas, cuando el m undo sea un sólo p a ís sin crisis, ni gue­
rra s ni luchas d e clases. Sólo en to n ces pu ed e c re a r u n a civilización faústica con sus viajes a las
estrellas.

SM ITH , A.
I.a riqueza d e las naciones. "T oda especie anim al —e x p re sa — se m ultiplica n atu ralm en te
en p ro p o rció n a sus m edios d e subsistencia, y ninguna especie p u ed e m ultiplicarse m ás allá de
ellos; p e ro en la socicdad civilizada la escasez de subsistencias p u e d e lim itar la m ultiplicación
d e la especie h u m an a só lo e n tfe las clases in ferio res del p u eb lo , y no lo p u e d e h acer d e o tra
fo rm a m ás que d estru y en d o gran p a rte de los hijos d e sus pro lífico s m atrim onios". (O b r. cit.).

M A R X , C.
El Capital. S o b re el pro b lem a de la dinám ica de la población capitalista, especialm ente la
p o b lació n asalariad a, es im p o rtan te e s tu d ia r el cap ítu lo X X III d e esta o bra, p articu larm en te el
su b títu lo : III. "P roducción p rogresiva de un exceso relativo de la población o e jé rc ito industrial
d e reserva". D e ese cap ítu lo, en tresac am o s este p árrafo :
"La co n d en ació n d e u n a p a rte de la clase o b re ra a la ociosidad, q u e le es im puesta p o r el
tra b a jo excesivo de la o tra p a rte , y viceversa, se hace un m edio de en riq u ecim ien to del capitalis­

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Economía autogestionaria

ta, y al p ro p io tiem p o acelera la producción del e jercito industrial de reserv a d eso cu p ad a en


una p a rte co rre sp o n d ien te al p ro g reso de la acum ulación social”. (O b r. cit.).
P a r a M arx, la in dustria m oderna atra e y rechaza altern ativ am en te a los tra b a ja d o re s, au n ­
q u e a tra e m ás q u e rechaza, llevando así este sistem a de producción la creación de un so b ra n te
de p o b lació n asalariada, flotante, a disposición de la dictad u ra del capital privado.
A m edida q u e la producción capitalista p e n e tra en la agricultura, q u e in troduce el tracto r,
la cosech ad o ra, la m aquinaria agrícola, la dem an d a de tra b a jo vivo, va dism inuyendo en razón
in v ersa a la tecnificación de la agricultura. A sí las cosas, una gran m asa de población agrícola se
va c o n v in ie n d o en p oblación u rb an a y m an u factu rera. C om o el o b re ro agrícola vive con el m í­
n im o de ingreso, con el m ás b ajo salario, va a la ciudad a re b a ja r con su o fe rta de tra b a jo el ni­
vel de los salarios del p ro le ta ria d o industrial urbano.
M asas en o rm es de cam pesinos italianos, españoles, turcos, griegos y yugoslavos h an ido a
tra b a ja r a A lem an ia occidental, p ara re b a ja r el nivel de los salarios del o b re ro alem án, d u ra n te
la ép o ca del "boom " industrial.
P u eb lo s e n te ro s de cam pesinos españoles han sido ab an d o n ad o s p a ra irse al ex tran jero .
A sí, p ues, cada régim en de producción tiene su ley de población. Si se industrializaran las m a te ­
rias p rim as ag ríco las en los lugares de producción, la población rural se co n v ertiría en p o b la­
ción in d ustrial. En cam bio, con el capitalism o p riv ad o o de E stad o , la ciudad a tra e la población
d el cam p o p o rq u e a h í se con cen tra el capital, El capitalism o desarro lla desigualm ente la ciudad
y el cam po; p ro d u ce la desocupación, la crisis de la vivienda, las "villas m iseras" de población
su b p ro letaria, en los cin tu ro n es u rb an o s de las m egalópolis, sobre to d o en el T e rc e r M undo.

B O N N E FO U S, E.
l a te rre el la faim dcs.hom m cs. (E d t. A rth é m c F ayard, P arís, 1960). D ice el a u to r sobre el
h am b re en el m undo: "La hum anidad no ha conocido jam ás una expansión d em ocrática co m p a­
rab le a la d e n u estra época. Ella pasó m uchos siglos p ara alcanzar 2.500 m illones de seres h u ­
m anos; p e ro exigirá m enos de 50 años p a ra d u p licar esa cifra. N o hay en la historia de la hum a­
n idad un ejem p lo d e crecim iento tan rápido de la población". (O b r. C it.).

C A STR O , Josué.
I .a g eografía del ham bre. L ib ro im p o rtan te p ara conocer una A m érica L atin a parecida a
la India, en v astas regiones subalim entadas, su b d e sarro llad a s y an alfab etas, con niveles de hi­
giene, sanidad y d e m ortalidad infantil p ro p ia de la E u ro p a del siglo XIX.

B O U T IIO U L , G.
La su rp o p u latio n . (E d it. I’ayot, P arís 1964). P lan tea la nececidad de una planificación dc-
m o-económ ica. C o n sidera que la presión de la población conduce a la guerra: ¿ p o r q u é no al
cam bio socio-económ ico? —d iría m o s n o so tro s —, socializando los m edios de producción y de
cam bio, p a ra cre a r una econom ía autogeslionaria.

SA U V Y , A lfred.
R ichcss et p o p u lation. E n este libro el a u to r estu d ia el p ro b lem a dem ográfico y económ i­
co; p e ro con p a rtic u la r aplicación a la población francesa, q u e crece escasam ente a un ritm o
an u al del 0,5% .
M alth u s et les deux M arx.. E ste libro de A lfred Sauvy, con un criterio n co-nialthusiano,
p la n te a un cu ad ro histórico de la población e n el m undo, en p articu lar, com o ejem p lo , en los
p a íse s socialistas.

C IPO L L A , C-M.
IIisto ire écon o m ique de la population m ondiale. E ditions G allim ard. P arís, 1965. E n este
estu d io , el a u to r p lan tea problem as económ icos y sociales en relación con el crecim iento de la
población, con la revoloción agrícola y la revolución industrial com o condiciones de producción
y co n su m o pro p icias al increm ento dem ográfico. P ero la población, en realidad, no es un to d o

—110 —
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

hcm o g cn co ; p u e sto que está dividida en clases sociales y, al respecto, Cipolla dice:
"D esde los p rim e ro s d ías de la historia de los h o m b res la aparición de clases privilegiadas,
sa cerd o te s y aristó cratas, h an d esviado los recursos hacia los niveles de vida m ás elevados, im ­
p id ien d o así el a u m e n to de la producción integralm ente ab so rb id o p o r el crecim iento de la p o ­
blación. El re p a rto desigual en tre p erso n as y clases y el hecho de q u e la tasa de crecim iento de
la pro d u cció n in d u strial fuese netam en te su p e rio r al de la tasa de in crem en to de la población
d u ra n te u n largo p e río d o , fue, sin duda alguna, el facto r que, en el curso de la revolución in d u s­
trial, co n d u jo a la industrialización y los altos niveles de vida, com p en san d o la p ro p en sió n a te ­
n e r hijos. La im itación d e las clases su p e rio res p o r las clases in feriores, o la de las sociedades
"desarrolladas" p o r los p aíses "sub d esarro llad o s”, d e b e ría e n tr a r a q u í igualm ente, en lín ea de
cu en ta. (O b r. cit. p. 130).
E v id e n te m e n te, si h u b iera m enos p oblación im productiva qu e b a jo el régim en b u rg u és o
b a jo el socialism o b u ro crá tico de m odelo soviético, au m en tan d o la población activa productiva,
u esab u rg u e san d o y d e sb u ro cratizan d o la econom ía, se p o d ría v iv ir ya en u n a ab u n d an cia de
b ien es y servicios sociales y públicos, p erm itien d o qu e cada u n o a p o rta ra según su capacidad y
recib iera según sus necesidades, hacien d o funcionar eficazm ente una eco n o m ía a u to g e stio n a ­
ria, b ase o b jetiv a del socialism o libertario.

IIA L P E R N , J-M .

L a revolución de la población rural. E ditorial L abor, S.A. B arcelona, 1973. El d esarro llo
de la civilización ind u strial ha volcado cientos de m illones de ru rales a las ciudades. El m aqui-
nism o agríco la h a d csp lo b lad o el cam po y ha su p erp o b lad o las ciudades, p e ro d a n d o lugar a un
d e sa rro llo económ ico y dem ográfico muy desigual que gen era una gran desocupación d e tra b a ­
jad o res. A cerca de este p ro b lem a, Jo cl M . I lalp crn advierte:
"En to d as las ciu d ad es actuales, el p ro b lem a universal consiste en p ro c u ra r p u esto s de tr a ­
b a jo en g ran escala p a ra la m ay o ría de los q u e ab an d o n an el cam po o sus aldeas. Y p ara los que
p erm an ecen , los niveles locales establecidos p o r las fam ilias, vecindario y com unidad, se hacen
m en o s im p o rta n te s en su calidad de posible recom pensa y carecen de la fuerza coactiva q u e a n ­
tes ten ían ". (O b r. cit. p. 162).
C o m o el cam p o no se p uede d e sp o b lar m ucho m ás en los países industrializados, al m ism o
tiem p o q u e las ciudades han e n tra d o en crisis de su crecim iento con la escasez de en erg ía cara
im p o rtad a , h ab rá q u e p la n te a r o tro m odelo de d esarro llo económ ico, social y tecnológico, en
base a co n stitu ir, en el cam po, com unidades ag ro-industriales coo p erativ as o au io g estio n a rias
y, en las ciudades, co n stitu ir em p resas, servicios sociales y públicos con m ucha particip ació n de
sus tra b a ja d o re s, in stau ran d o un socialism o au to g estio n a rio , q u e suprim a el óxido b u ro crá tico
del E ste y las clases p arasitarias del O este. A s í las cosas, la au to g estió n se ría capaz de m a n te n e r
una eco n o m ía social d e p le n o em pleo, colocando el d erech o al tra b a jo p o r encim a del d erech o
de p ro p ied ad individual o estatal en la em p resa lib erta ria de p ro p ie d a d social.

H E IN Z H aber.
¿.M ucre n u e stro p lan eta azul?. U nión E d ito rial, S. A. M adrid 1975. Al c o m e n ta r la frase
bíblica de ¡"creced y m ultiplicaos”!, el a u to r expresa.
"Sin una su p e rag rieu ltu ra h u b iera sido im posible una superp o b lació n , p u es de o tra su e rte
la m ay o ría de los h o m b res h u b ieran m u erto de ham bre. P ero p a ra a te n d e r las nccccidadcs de
esta su p e rag rieu ltu ra era in dispensable una su p e rin d u stria y una su p c rcc o n o m ía energética. Y
a la inversa, el n ú m ero v ertig in o sam en te creciente de h o m b res so b re la T ie rra , ha hecho q u e
1 estas su p e rec o n o m ías hayan te n id o qu e d esarro llarse con un ritm o cada vez m ás acelerado. Y a
hem o s h ab lad o d e q u e n o tenem os intalaciones ad ecu ad as p a ra elim inar los indigestos residuos
d e n u e stra s su p e rec o n o m ías y con esto s resto s cada uno a su m o d o p o n e en peligro se rio al aú-
re o eq u ilib rio d e n u e stro p lan eta azul. P ero el fen ó m en o a u tén ticam en te aso m b ro so de esta
ev o lu ció n consiste en q u e im pulsores m ás im p o rtan tes de estos pro ceso s causales de ac e le ra ­
ción, es decir, las civilizaciones occidentales industrializadas, consideran d esd e hace m uchos
añ o s esta evolución co m o un au tén tico p rogreso. C recim iento de la población con el consi-

- 111-
Economía autogestionaria

g u íen te crecim ien to de la ren ta industrial, crecim iento de las ciudades, de las au to p istas, de las
ediciones d e los periódicos, del n ú m ero de p asajero s p o r vía aerea. C recim iento: he a h í el bece­
rro d e o ro . I’e ro a q u í hem os o lvidado q u e nos se n táb am o s en la cim a de una verde m o n tañ a de
agua qu e, al igual q u e una ola, pu ed e acaso e s ta r a un kiló m etro de la playa, hacia la qu e av an ­
zam os con m archa inexorable". (O b r. cit. p. 183).
E n definitiva, la dialéctica de este crecim iento d esarm ónico co nduciría al p ro g reso re tro -
gresivo, si no su stitu im o s el caos de la producción capitalista cuya finalidad es crecer p o r crecer,
au n q u e se co n tam in e todo; consum ir p o r consum ir pro d u cto s excesivam ente ren o v ab les o p e ­
reced ero s; d e rro c h a r riquezas n aturales; d esp erd iciar recursos hum anos con el p aro o b rero ; en
sum a, el capitalism o d ebe se r su stitu id o p o r una econom ía social (m u tu a, coo p erativ a, autoges-
tio n aria ) que pon g a al h om bre en el cen tro del p ro ceso económ ico: sin clases, sin privilegios y
sin castas.

P E T E R S E N , W.
1 a población. U n análisis actual. E ditorial T ccnos. M adrid, 1968. Se tra ta de un libro im ­
p o rta n te so b re el d esasrro llo histórico de la población. D e su volum inosa o b ra, con gran a p o rte
d e d ato s, el a u to r sintetiza su p en sam ien to en este p árra fo : "1.a población ó p tim a d e un área
cu alq u iera es el n ú m ero de gentes q u e en un d eterm in ad o am b ien te n atu ral, cu ltu ral y social
p ro d u ce el m áxim o resu ltad o económ ico. E sta definición no im plica que tal am b ien te no d eba
se r cam biado. A sim ism o tam poco establece q u e el m áxim o resu ltad o económ ico sea la única
m eta legítim a de la política de población de una nación. E stas son cuestiones diferen tes, y el e s­
pecificar los efecto s económ icos del volum en de la población es ya de p o r s í un p ro b le m a b a s­
ta n te difícil" (O b r. cit. p. 468).
El ó p tim o d e la población p u d iera se r logrado en una sociedad sin clases, sin d esarro llo d e ­
sigual e n tre la ciudad y el cam po, ni e n tre p aíses industrializados y su b d c sarro llad o s, siendo el
m u n d o u n o solo, b asad o en un federalism o económ ico y po lítico de tip o au to g estio n ario . A s í la
p o b lación se ría m ás racional q u e esp o n tán ea, en función de la sociedad y de su econom ía, de la
cu ltu ra y d e la in fo rm ación veraz; m ás o m enos población, según que el h o m b re esté lim itado
só lo al espacio d e la T ie rra o realice la civilización faústica de la conquista d el U n iv erso , gracias
al em p leo pacífico d e una en erg ía atóm ica ab u n d an te y lim pia.

V A L E N T I, D.
T e o ría de la población. E nsayo de investigación m arxista. E d ito rial P rogreso. M oscú, 1978.
U n e stu d io dem o g ráfico dirigido p o r el p ro fe s o r V alenti. En la introducción a este lib ro se dice
lo siguiente:
"Los cam bios estru ctu rales de la población se d eb en , en últim a estancia, a los organism os
sociales de los q u e surgen, sobre la base de las relaciones de producción dom in an tes. El p ro p io
term in o "aspecto socio-económ ico del d esarro llo de la población" p resu p o n e la influencia m u­
tu a d e las condiciones sociales y económ icas so b re el cam bio del m ism o d eb en ten erse en c u e n ­
ta en la sociedad socialista p ara planificar la eco n o m ía nacional y m edidas socio- económ icas".
(...). "E n el cu rso de la producción se en tab lan en tre los individuos relaciones sociales que, en
dep en d en cia del m odo de producción do m in an te en la sociedad, p u ed en se r las de dom inación
de u n o s y su b o rd in ación de o tro s, com o sucede en las form aciones de clases antagónicas; de c o ­
lab o ració n de cam arad as y ayuda m utua, de individuos iguales en derech o s (com unism o en am ­
b as fases), o bien d e transición de la p rim era form a a la seg u n d a”. ( O b r cit. p. 9).
L os m ovim ientos de la población en la U R S S no difieren m ucho de los ex p erim en tad o s en
los p a íse s capitalistas: d esarro llo desigual e n tre ciudad y cam po; crecim iento de las ciudades;
co n tam in ació n am b ien tal p o r co n cen trarse los capitales p re fe re n te m e n te en las ciudades; dis­
m inución d e la tasa de población g eneral y, p articu larm en te la u rb an a, a causa de la falta de vi­
vien d a y d e un nivel de vida m uy bajo; au m en to d esp ro p o rcio n ad o de la población activa en los
servicios (b u ro cratización); dism inución de la población rural y m en o r au m e n to de la población
o b re ra q u e la d e funcionarios en el E stad o y en los servicios sociales y públicos, o q u e de tercia­
rios en las em p resas públicas, co o p erativ as y o tro s organism os.
E n sum a, las ieyes de la población en el m odo de producción estatista soviético no su p eran

—112 —
Cada modo de producción tiene su
crecimiento específico de población

las clases sociales, n¡ aú n h ab ien d o convertido la propiedad privada en propiedad CStatíll, p o r­


q u e las d iferen cias d e ren tas p erso n ales son m uy grandes e n tre oligarquía política y tcono-bll-
rocracia, p o r un lado, y o b re ro s y cam pesinos, p o r el o tro . E n definitiva, u n a gran m asa de p o ­
blación soviética está so m etid a a un b a jo nivel de vida con b a jo s salarios o to rg ad o s p o r el Dsía-
d o -p atró n , m ien tra s m en o s del 10% de la "élite” del P o d e r o b tien e un 40% d e la re n ta q u e no
tien e nada q u e en v id iar a la percibida p o r los burgueses occidentales. Y es qu e "los soviéticos
son to d o s iguales —según el dogm a de p a r tid o — p ero unos son m enos iguales q u e o tro s en
sueldos y salarios en sa b e r y p o d er, en m an d ar y o bedecer, lo cual evidencia q u e el m odo de
p ro d u cció n estatista soviético no es socialista y, m enos aú n com unista, ya que los o b re ro s hacen
hu elgas c o n tra los b u ró c ra ta s del E stad o (p a tró n ) to talitario .

-1 1 3 -
C A P I T U L O III

LA LEY DEL VALOR DEL USO DE LAS


COSAS O BIEiNES
Dialéctica de lo abstracto y lo concreto

E conóm icam ente, las cosas, los objetos, los animales, las m aterias p ri­
mas, capaces de satisfacer necesidades hum anas, no abundan espontánea­
m ente en la naturaleza, salvo en el. Paraíso, no en la económ ica hum ana.
M ientras el trab ajo del hom bre no m odifica la naturaleza para satisfacer sus
necesidades, nada es dado gratuitam ente. Con pocas fuerzas productivas ha­
ce falta m ucho espacio p ara alim entar a un hom bre. Por ejem plo, en el p e­
ríodo paleolítico inferior, con una econom ía hum ana muy atrasada, Francia
no tenía más de 100.000 seres hum anos en su territorio, contra 55 millones
de habitantes en 19S7.
D e acuerdo con su desarrollo, económ ico y tecnológico, el hom bre nece­
sita más o m enos hectáreas para subvenir a su existencia biológica: 10 0 .0 0 0
hectáreas p ara un esquim al y o, 15 h ectáreas en la horticultura intensiva de
la India, Japón, China y Egipto. E n cuanto a la productividad p o r agricultor,
un neo-zclandes produce p ara más de 50 personas; pero un indio boliviano,
peruano, ecuatoriano, brasileño o centroam ericano, en la agricultura m argi­
nal de subsistencia, apenas si producen alim entos para su familia y un poco
más de excedente p ara el m ercado, a fin de com prar en él escasos artículos
m anufacturados.
U n agricultor norteam ericano, inglés o de la E u ropa industrial consum en
m enos del 1 0 % de su producción agropecuaria como consum o directo, con­
tra cerca del 90% en los países más atrasados de A frica. P or tanto, en razón
del avance tecnológico y del desarrollo económ ico, los productos agropecua­
rios son, en gran parte, valores de cam bio, (m ercancías) en la E u ro p a indus-

-1 1 5 -
Economía autogestionaria

Irial y en N orteam érica y valores de uso o de consum o directo p ara la familia


cam pesina en tre los indios y los africanos más atrasados.
U n norteam ericano, p o r el hecho de nacer en E stados U nidos, tenía en
1986 una ren ta b ru ta por habitante de 17.400 dólares, contra unos 290 la In ­
dia, Pakistán 350, Indonesia 490, Bolivia 6 0 0 ,1 Iaití 330 y m enos de 200, Ban-
gladesh, E tio p ía y Malavi. Todos los países de nuestra época son contenpo-
ráncos, p ero no son coetáneos en su progreso económ ico, cultural y tecnoló­
gico. P o r ejem plo, H aití y E stados U onidos p ertenecen al mismo continente
am ericano, p ero el prim ero no tiene casi analfabetos y el segundo registra un
90% . P or el privilegio de nacer en E stados U nidos un ser hum ano vive más
años de existencia y disfruta unas 60 veces más renta por habitante que un
haitano. H e ahí las grandes contradicciones de nuestra época: unos países
son muy ricos; otros, muy pobres. E sta contradicción universal puede ser
más antagónica que la existente cnlrc la URSS y USA, en la dialéctica vio­
lenta de los finales del siglo XX, cuando los países endeudados y subdesa-
rrollados entren en rebeldía contra los países acreedores y explotadores.
E n los países industrializados casi lodos los bienes y servicios revisten el
carácter de valores de cambio, de m ercancías, de productos o artículos ena-
jensables p ara el m ercado y no para el consum o directo de sus productores.
Así, pues, la com ercialización de todo constituye la gran alienación de todo:
tierra, trabajo, capital, arte, literatura, ciencia, etc. m ientras todo sea reduci­
do a dinero y m ercancía como en el capitalism o, pero no en un socialismo li­
bertario, en que el hom bre sea dcsalicnado.
Las necesidades económ icas de una nación industrializada no son las
m ismas que en una nación atrasada: Japón producía en 1980 seis veces más
m illones de toneladas de accro que A m érica Latina, pero Japón tiene 60 ve­
ces m enos territorio y un tercio m enos de la población que aquélla.
L a escala de valores económ icos es diferente para un país o región con al­
ta industrialización que en un país o continente subdesarrollado. Por ejem ­
plo, hacia 1980, N ortcm érica tenía 7 veces más renta por habitante y 11 veces
más consum o de energía por persona que Latinoam érica. Ello explicaría el
hecho de que un agricultor norteam ericano, bien m aquinizado, produce 10 0
kilogram os de trigo en m enos de una hora, contra unas 2 0 horas en la región
andina de subsistencia agraria, con cultivos m anifundistas atrasados.
P ara que A m érica L atina alcance el desarrollo económ ico y tecnológico
de N orteam érica, no le queda tiem po p ara hacer la experiencia capitalista,
ya que no le deja liberarse del im perialism o económ ico y sus bancos interna­
cionales y em presas multinacionales; tendrá que hacerlo con acum ulación de
capital social; con em presas autogestoras en la industria y los servicios y
com binados agro-industriales autogestionados, para superar, una vez por to ­
das, el m in ifu n d io antieconóm ico (que no deja entrar a las m áquinas) y el
la tifu n d io extensivo e im productivo (que se opone a la m odernización de la
agricultura).
E stas form as de p ropiedad ya obsoletas, se oponen al progreso económ i­

-1 1 6 -
La ley del valor del uso de las cosas o bienes

co y tecnológico en la agricultura, im pidiendo la alim entación de m ás de 600


millones de latinoam ericanos que serán en el año 2000. E n este orden de
ideas, se diría que estas form as que tuvieron valor en un tiem po no lo tienen
ahora, ya que se oponen al increm ento de la producción y de la productivi­
dad, al bienestar p ara todos.
A sí las cosas, al p e rd e r su viabilidad determ inadas form as de propiedad
del capital y de la tierra, que im piden el derecho al trabajo para todos, la
prosperidad y la felicidad de los hom bres en determ inado m om entos históri­
cos y políticos, estas tienen que cam biar por revolución lo que ha term inado
de progresar com o evolución.

LOS MISTERIOS DEL VALOR ECONOMICO

Los productos del trab ajo hum ano son valores de uso: cosas útiles cap a­
ces de satisfacer nccccidades hum anas, inherentes a sus esencias naturales.
P ara obtener más elevada productividad, los hom bres se especializan en dis­
tintas producciones específicas (valores de uso), en razón de la ley de la divi­
sión social del trabajo o de la geografía económ ica; y en una econom ía m er­
cantil dichas producciones se cam bian p o r su valor de cambio: tiem po de
trabajo m edio socialm cnte necesario para producir una cosa útil.
E n una econom ía de m ercado, las m ercancías —como valores de uso —
son de distintas calidad; pero com o valores de cambio son de igual o diferen­
te cantidad de trabajo m edio necesario p ara producirlas, lo que determ ina
su precio diferente en el m ercado, siem pre que no esté m onopolizada su
producción, com o sucede en nuestra época, bajo el im perio de los "trusts",
"cárteles" y "pools", creados p o r el capital financiero altam ente concentrado
en em presas multinacionales.
E n la producción capitalista, dentro de la econom ía urbana de las ciuda­
des industriales, la alienación económ ica reside en el fetichism o de la m er­
cancía (en su form a dinero), que cam bia todos los valores económ icos, pues
quien no tiene dinero en la m cgalópolis carece de todo, es un ser hum ano sin
derecho de consum o quizá p o rq u e está privado del derecho al trabajo, mien­
tras el sistem a económ ico no sea autogestionario; m ientras el derecho de
p ropied ad se anteponga al interés de la com unidad.
L a m ercantilización de lodo, en sentido privado, reduce a los valores úti­
les capitalistas como valores venales, que procuran con su com pra-venta pin­
gües ganancias. A sí la socicdad es som etida al derecho de propiedad privada
y el interés general al interés particular.
E l valor de uso es la condición prim igenia de las cosas, independiente­
m ente de que sean o no m ercancías; pero éstas, antes de serlo, deben ser co­
sas útiles p ara aportarlas al consum o general p o r m edio del cam bio en el
m ercado. P ara que sea una cosa bien o servicio, valor de cambio, tiene que
ser, previam ente, valor de uso; pero este valor útil no dura eternam ente: una

-1 1 7 -
Economía autogestionaria

central eléctrica, una locom otora, una m áquina, etc. pierden, con el tiem po,
su valor de uso —su u tilid ad — y con ello su valor de cambio. E l capital gas­
tado debe ser repuesto anualm ente p ara reproducirlo al menos, o bien am ­
pliarlo, lo cual es propio de econom ías dinám icas, no estancadas, no fren a ­
das p o r relaciones sociales de producción y form as de propiedad basadas en
econom ías atrasadas', no renovado am pliam ente el capital, porque se lo co­
m e el parasitism o burgués o burocrático. Y por eso es necesario instaurar
una econom ía autogestionaria que procure trabajo, bienestar, progreso eco­
nóm ico y tecnológico p ara todos, convirtiendo la propiedad privada en p ro ­
piedad social autogestionada.
L a producción m ercantil se p resenta bajo un doble aspecto contradicto­
rio: valor de uso y valor de cam bio. Si abundan los productos (valores de
uso) dism inuyen sus valores de cambio, cuando los precios retroceden en el
m ercado ante una o ferta desm edida. Así, pues, la burguesía está interesada
en producir escasez de bienes y servicios, p ara m antener los precios elevados.
Con esta dialéctica p aradójica o de desperdicio de fuerzas productivas, pros­
p e ra el capital privado (con sus monopolios, cárteles, "trusts", y "pools") que
tiene como finalidad restringir la producción para elevar los precios, subir
las ganancias y p erp etu ar el m odo de producción capitalista, en base a la ex­
plotación de los trab ajad o res y consum idores. Para salir de estos contrasen­
tidos económ icos hay que poner en concordancia el valor de uso y el valor
de cam bio m ediante una econom ía autogestionaria que suprim a los m ono­
polios y el capital privado o de E stado.
El capitalism o —que fué progresivo frente al feudalism o— es injusto ex­
plotando sus m onopolios y el trab ajo asalariado por una reducida m inoría,
que posee el pod er del capital, de la tierra y del dinero. E l pueblo está intere­
sado en que el valor de las cosas dism inuya en razón directa de sil abundancia
o cantidad, m ientras que los ca pita listas tratan de reducir la o f erta de bienes,
para m antener la escacez con precios elevados. Así, pues, el capitalism o, co­
mo m odo de producción, no está en interés de la hum anidad; debe ser aboli­
do p o r sus víctimas: el pueblo trab ajad o r y consum idor, que debe instaurar
el socialismo autogestionario, en las em presas, y la dem ocracia directa el au­
togobierno com o política de lodos.
Si la producción no fuera capitalista (m onopolio de la burguesía) nunca
se producirían las crisis de sobreproducción rd a liv a dado que el pueblo
siem pre pued e consum ir todo lo que se produce, m enos el ahorro de una
p arte de ello p ara inversión, a fin de estim ular el desarrollo económ ico y tec­
nológico de la sociedad p ara liberar al m úsculo por la m áquina y al cerebro
hum ano por el orden ad o r electrónico, en la producción, la adm inistración y
en otras tarcas.
N ecesitam os una sociedad autogestionaria más preocupada por producir
valores de uso, con abundancia p ara todos, que una sociedad burguesa o tcc-
no-burocrática en que el valor de cam bio (com o m ercancía del E stado o de

-1 1 8 -
La ley del valor del uso de las cosas o bienes

los "trusts", cárteles y "pools", contiene y oculta la plusvalía extorsionada a los


trab ajad o res asalariados).

VALOR Y NECESIDADES

H ace un siglo —antes del m otor de explosión y a reacción— el petróleo


era un p roducto poco útil; pero d urante el siglo X X se convirtió en m ateria
prim a y fuente de energía de prim era necesidad. E n otro tiem po, los países
árabes, con sus inm ensos desiertos, eran los m ás pobres del m undo; pero el
petróleo ha hecho de ellos "Eldorados" de la época contem poránea y genera­
dores de miles de millones de petrodólares.
E l agua ha sido d urante muchos siglos artículo barato; pero a m edida que
las fábricas la van consum iendo abundantem ente, se convierte en producto
escaso p a ra la industria. Y a se proyectan centrales atóm icas de dcsaliniza-
ción del agua del mar, p ara abastecer a grandes ciudades e industrias. D e es­
ta m anera, el agua, sim ple valor de uso, se va convirticndo en valor de cam ­
bio, en m ercancía enajenable o traducible en dinero como cualquier otro
producto venal de nuestra m crcantilizada y capitalista econom ía, en que lo­
do tiene un precio pagado en dinero.
P ara un país atrasado no tiene m ucha im portancia la energía nuclear, la
conquista del espacio cósmico, la cibernética; pero sí no logra estos adelan­
tos tecnológicos, ¿de qué le sirve llam arse país independiente si 110 lo es
fren te a las grandes potencias?. Capitalista o "socialista", el país que no al­
cance el nivel nuclear, cibernético y astronaúlico es como si se hubiera que­
dado detenido en la edad de piedra. H e ahí el gran desafío tecnológico y
económ ico de nuestra época p ara los países que se queden congelados en la
segunda revolución industrial sin pod er alcanzar la te r c e r a .
E l "agua pesada" (hidrógeno atóm ico) tiene utilidad de prim erísim a im ­
portancia p ara un país que produzca energía nuclear o bom bas atóm icas, a
fin de figurar entre las grandes potencias estratégicas y económ icas. E l car­
bón m ineral para el burgués de la época de la m áquina de vapor fue el pan
de su industria: esa piedra negra que no había sido utilizada en el pasado co­
mo fuente de energía; pero que hizo posible la prim era revolución industrial
com o el p etróleo y la electricidad lo hicieron en la segunda.
El progreso económ ico, cultural y tecnológico de una socicdad depende
de su infraestructura (fuerzas productivas) y de su superestructura (rela­
ciones sociales, clases, form as de E stado, propiedad privada de los m edios
de producción, estatal o autogestionada). M ientras los países subdcsarrolla-
dos m antengan con su estructura de clases (burguesía, oligarquía terra te ­
niente, burocracia) m ucha población im productiva (que consum e m ucho y
no p roduce nada), no se p odrá hacer la industrialización acelerada, ni la to ­
tal m ecanización de la agricultura, pues se oponen a ello las viejas clases p a ­
rasitarias, que restan la m ayor parte del ahorro de capital disipado en consu­

-119-
Economía autogestionaria

m o de lujo o inproductivo. En la A m erica Latina, increíblem ente, la pobla­


ción productiva (agricultura, industria, producción de bienes), es poco más
del 20% de la población total. Com o el equipo de producción agrícola c in­
dustrial es viejo, con escasa productividad del trabajo, cada año que viene es
p eo r que el que se va, siendo así la crisis económ ica acum ulativa en los paí­
ses latinoam ericanos, gobernados por dictaduras militares, gobiernos oligár­
quicos o burocracias y tecnocracias incom petentes con presidentes adm inis­
trad o res de su pesada d euda externa, según las recetas del F. M. I.
C om o se producen pocos bienes en relación con el aum ento de la pobla­
ción en L atinoam érica, cada vez hay m enos valores de uso —cosas útiles —
p o r habitante. E n consecuencia, suben los precios de esos valores: el valor de
cam bio aum enta así la riqueza en form a m onetaria, pero éste dism inuye co­
m o cosas útiles por habitante. P ara increm entar la riqueza de una nación o
socicdad es necesario que dism inuya el valor de cam bio de las cosas, pro d u ­
ciendo cada vez m ás de ellas durante cada vez m enos tiem p o de trabajo m edio
socialm ente necesario, a fin de que el costo de los bienes decrezca no ya tanto
en dinero, com o en horas de trabajo p o r unidades de cosas producidas. U na
socicdad que siem pre gastase la misma cantidad de trab ajo para producir los
bienes y servicios, siem pre que no aum entara su población sería tan estática
com o la sociedad esclavista o la feudal; pero si aum entase la población y
quedase congelada la producción, tal socicdad no podrá durar, histórica y
económ icam ente, ya que no reproduciría el capital gastado. Tal sociedad
caería revolucionariam ente; pues no tendría posibilidades económ icas e his­
tóricas de durar, no sería necesaria sino anacrónica u obsoleta, por no hacer
la reproducción am pliada de su capital social.
"Cuanto m ayor sea la cantidad de valor de uso m ayor será, de por sí, la ri­
queza m aterial: dos chaquetas encierran más riqueza que una. Con dos cha­
quetas p ueden vestirse dos personas; con una chaqueta, una sola, etc. Sin
em bargo, puede ocurrir que a m edida que crece la riqueza m aterial, dismi­
nuye la m agnitud de valor que representa. E stas fluctuaciones contradicto­
rias en tre sí, se explican por el doble carácter del trabajo" ( 1 ).
" E l mismo trab ajo rinde, por tanto, d urante el mismo tiem po, idéntica
cantidad de valor, p o r m ucho que cam bie su capacidad productiva. E n cam ­
bio puede arro jar en el mismo tiem po cantidades distintas de valores de uso,
m ayores o m enores, según que su capacidad aum ente o disminuya" ( 2 ).
E l régimen de monopolios, de cartclización de la producción, aunque
em pleando adelantos técnicos con m odernas patentes, limita la com petencia
pues la m enor afluencia de bienes al m ercado no aum enta los valores de uso
aum entando así paralelam ente el valor de cambio : los precios de las m er­
cancías en beneficio de los capitalistas.
U n a socicdad de abundancia, de valores de uso en aum ento, tiene que

1 M arx. C. I II C apital. L b. I. C ap. I.


2 M arx. C. I-I C apital. Lb. I. C ap. I.

-120-
La ley del valor del uso de las cosas o bienes

ser autogestionaria, no capitalista, no burocrática, autogobernada política y


económ icam ente en una sociedad libertaria.
P ero p ara que prevalezcan los valores de uso de los bienes 3 ’servicios sobre
su s valores de cam bio es necesaria una econom ía m enos m ercantil y más co­
m unitaria, con más consum o inm ediato de los productos del entorno, sin d e­
p en d er tanto de los intercam bios de m ercancías provenientes de lejanos p aí­
ses o de otros m ercados. P or ejem plo, en com unidadesaulogeslionariasloca­
les, integradas com arcalm enle, de acuerdo con el entorno económ ico,
ecológico y d em ográfico, se pueden crear com plejos autogestionarios consti­
tuidos por la integración de la agricultura, la industria agro-alim entaria y de
transform ación de m aterias prim as (agrícolas, animales, forestales, pesq u e­
ras), utilizando p ara ello fuentes de energía locales : biomasa, carbón m ine­
ral, vegetal o turba, energía solar, cólica, m etano y alcohol de la biom asa, a
fin de tener una em presa autosuficiente o, p o r lo menos, no tan dependiente
de sus m aterias prim as y fuentes de energía como la m ercantilizada em presa
capitalista, d ependiente de la m ercancía. P or otra parte, las industrias agrí­
colas de transform ación y com ercialización de su producción, financiadas
p or bancos autogestionarios locales, podrían desafiar, con costos decrecientes
debidos a su integración, a las em presas m ultinacionales capitalista, que sólo
persiguen la inm ediatez de la ganancia privada y no una econom ía social.
A l integrarse com arcalm cnte —com o estructura económ ica b ásica— las
em presas cooperativas y aulogeslionarias aportarían productos interm edios
las unas p ara las otras asegurándose así, inm ediatam ente, una p arte segura
de su m ercado a nivel com arcal, y luego, con la integración a nivel regional y
nacional, pod rían com petir ventajosam ente con em presas m ultinacionales lo
que les daría una ventaja de sistema, p erdurando así lo m ejor (la dem ocracia
económ ica) y no lo peor (la econom ía de m onopolio privado o de E stado).
U n a econom ía autogestionaria (cooperativa, m utual, solidarista, de inte­
rés social, bajo distintas form as plurales económ icas, para que sea libre y no
m onopolítica) tiene que producir para satisfacer necesidades sociales y no
p ara p ro cu rar plusvalía a las burgesías o las burocracias, que explotan a los
trab ajad o res asalariados. Sólo así se alcanzaría la creación de una econom ía
hum anista (frugal y no de derroche económ ico), a fin de que las necesidades
puedan ser satis fe c h a s en un lim ite fisiológico racional, sin dejarse llevar por
la quim era del rey M idas, que confundía el sím bolo de la riqueza (el oro o el
dinero) con la riqueza misma (bienes y servicios concretos).
Si no tenem os un límite m esurado en poseer o en consum ir riquezas, por
ejem plo, un automóvil p ara lodos (que no queda espacio para dejarlo, o que
colm a las calles y las carreteras de tránsito de vehículos atascados), así con
los atascos de circulación, el movim iento se Iransforía en su contrario. No
tendríam os, en tal caso, conciencia real de nuestras necesidades racionales o
fisiológicas, propias de una sociedad consum ista alienada, en que todos los
objetos m ercantilizados duran poco p ara obligarnos a com prar más y más, a
d erro ch ar m aterias prim as com o planénofagos insatisfechos. Todo lo cual

-121-
Economía autogestionuria

nos lleva a una civilización caótica de agotam iento de recursos naturales,


contam inación de la tierra, el aire, el agua y el espacio extraterrestre, como
si estuviéram os creando una m áquina p ara autodcstruirnos.
D ebem os tener en cuenta, económ icam ente, que el valor de dos pro d u c­
tos cualquiera, en su intercam bio, son inversantes proporsionales a su utili­
dad final o a su satisfacción fisiológica dccrccicntc: cuando su oferta aum en­
ta su d em anda disminuye. F cro si nos rodeam os de objetos, más allá de lo fi­
siológicam ente tolerable, el orden de nuestras necesidades sería ilimitado.
E n tal caso, la econom ía de escasez (propia del precio, del capitalism o, del
rep arto desigual) nos atrap aría psicológica, fisiológica y económ icam ente,
siendo así muy difícil alcanzar una relativa igualdad económ ica entre los
hom bres. E n este sentido, el capitalism o reap arecería en el "socialismo b u ro ­
crático", com o está sucediendo en países con econom ía de E stado, con desi­
gualdad económ ica entre los hom bres, con la aparición de nuevas clases,
aunque éstas todavía no tengan nom bres, como sucede en la URSS y Cía.
E n cuanto a valores de uso, las necesidades m ateriales son muy relativas
de país a país. A sí por ejem plo, a nivel de lo que consume un norteam erica­
no si los países subdesarrollados, con los dos tercios de la población m un­
dial, consum icrán la misma cantidad de bienes que E stados U nidos, prácti­
cam ente, estaríam os ya en el com ienzo de la explotación económ ica costosa
de los recursos naturales de nuestro planeta.
H acia 19S0, E stados U nidos consum ía 11.900 kilogram o de energía en
carbón equivalente por habitante, contra 210 la India, 618 China y 8 S kilo­
gram os H aití; y, si m edir es com parar, E stados U nidos, con el 5,1% de la p o ­
blación m undial, en 1980 disponía del 27% del producto interno bru to (PIB)
de O ccidente, contra respectivam ente, 1,3 y 3,4% la India y la China, con el
15,2% y el 22,5% de la población mundial. Se diría, pues, que al alcanzar los
hindúes y los chinos el nivel de consumo de los norteam ericanos habrían en­
trad o en la sociedad de la abundancia; pero a nivel de lo que desea un nor­
team ericano, m otivado a consum ir por m edio de la publicidad m ercantil, no
hay lím ites racionales ni fisiológicos p ara las satisfacciones, sino propensión
alienada a consum ir, para p ro cu rar beneficios a las em presas capitalistas
que dom inan m onopólicam ente los m ercados nacionales c internacionales.

VALOR Y CAPITALISMO

E n un régim en de producción en que la mayor parte de los productos re ­


visten la form a de m ercancía, el valor de uso de las cosas es m enos im portan­
te que su valor de cambio, expresado en dinero, que es el D ios del m ercado
en el sistem a capitalista, pero que d ejaría de serlo en una sociedad libertaria.
E l valor de cam bio y el valor de uso, en una econom ía m ercantil de tipo
capitalista, privado o de E stado, entran en contradicción no por su propia

-122-
La ley del valor del uso de las cosas o bienes

naturaleza, sino por la naturaleza antagónica de las clases de una sociedad


en que su cxccdcntc económ ico no es de los p roductores directos, sino de la
burguesía o de la burocracia, el cual debe ser restituido a estos en una eco­
nom ía autogestionaria basada en la propiedad social.
En cualquier producto del trabajo hum ano —independiente del m odo de
producción histó rico — hay un valor de cam bio y un valor de uso, pero una
sociedad autogestionaria se identifica con el valor de uso, desbordando el
valor de cam bio. Pues, p ara qu c cada u no a porte segim su capacidad y reciba
según su necesidad, form ula de la distribución comunista, debe haber al me­
nos cierta abundancia de bienes y servicios, una m oral de consum o y un re ­
p arto equitativo, independientem ente de las capacidades y las cualidades del
trabajo individual p ara que haya igualdad económ ica entre los hom bres, sin
la cual no hay libertad.
Las sociedades divididas en clases explotadoras y explotadas, se d iferen ­
cian más p o r la distribución que por la producción. Pues, desde hace m u­
chos siglos, los hom bres cooperan en el trabajo unos con otros, para aum en­
tar la productividad dividiendo racionalm ente las funciones productivas. Sin
em bargo, la desigualdad entre los hom bres proviene del consum o d e sig u a l:
entre am os y esclavos, en tre siervos y s e ñ o re s , en tre proletarios y burgueses,
entre trab ajad o res y burócratas.
C ada colectividad, cada grupo autogestor de trabajo asociado en el socia­
lismo autogestionario, tiene derecho a su trabajo cam biando equitativam ente
com o producto contra otro trabajo, sin privilegios para nadie, sin injusticias
distributivas, ya se trate de obreros fabriles o de cam pesinos. N adie, ni indi­
vidual ni colectivam ente, debe ser colocado en condición de inferioridad ju ­
rídica, económ ica, m oral o política. Es injusto, por ejem plo, que un obrero,
b ajo el capitalism o, reciba p o r su trab ajo de una quincena m enos del valor
de siete días (plusvalía p ara el patrón o el E stado- patrón). Con socialismo
de E stado, tam bién es injusto que éste se apropie de m edio año de trabajo
de los obreros de las em presas industriales y agrícolas.
E n el socialismo autogestionario (con dem ocracia directa en los escalo­
nes de la com una, el auto-gobierno regional y el co-gobicrno federal) ningún
grupo autogestor de trab ajo cam biaría el trabajo de un año por el de seis
m eses, sino un valor de uso por otro valor de uso del mismo valor-trabajo, de
m odo que el cam bio no produzca injusticia distributiva, creando así clases
parasitarias, burocracias y E stado caro y malo. M ientras el obrero y el cam ­
pesino, con capitalism o de E stado o privado, cam bien su trabajo (en pro d u c­
tos, bienes servicios o m ercancías) p o r la m itad o m enos de lo que vale eco­
nóm icam ente no habrá equidad, sino injusticia social, privilegios, clases an­
tagónicas y explotación del hom bre p o r el hom bre.
M . Bray, un econom ista anterior a M arx con conciencia socialista, perci­
biendo anticipadam ente la teoría de la plusvalía, decía que nadie debe cam ­
biar su trab ajo por menos de lo que vale:

-123-
Economía autogestionaria

"La desigualdad en los intercam bios —d ic e — es la fuente de la desigual­


dad de posesiones, es el enem igo secreto que nos devora" ( 1 ).
E s un sistem a libertario de intercam bios equitativos los beneficios de los
m onopolios, los intereses usuarios del capital, los im puestos excesivos del
E stad o y las rentas parasitarias no existirían, ya que el socialismo libertario
supone la equidad cu los intercambios entre las distintas ram as com ponentes
la división social del traba jo de m odo que todos cooperen, intercam bien los
productos en su justo valor real sin que gane ni pierda nadie con ello al cum ­
plirse la ley del valor-trabajo entre los autogestores.
P ara Bray, que se anticipó al socialismo de autogestión, la igualdad de in­
tercam bio es fundam ental. "Con la desigualdad de los intercam bios —expre­
s a —, el beneficio de uno pued e ser la p erdida del otro; pues todo intercam ­
bio no es m ás que una sim ple transferencia de trabajo y de riqueza, y no exi­
ge ningún sacrificio. Así, en un sistema basado en la igualdad de los
intercam bios, el p ro d u cto r p odrá todavía llegar a la riqueza por m edio de
sus ahorros; pero su riqueza no será más que la acum ulación de su propio
trabajo. P o d rá así cam biar su riqueza o darla a otros; pero no le será posible
hacerse rico, sino por tiem po poco prolongado, después que hubiera cesado
de trab ajar. P or la igualdad de los intercam bios, la riqueza pierde el poder
actual de renovarse y reproducirse p o r así decirlo por ella misma; ella no p o ­
dría colm ar el vacío que el consum o habría creado; pues, al m enos de re p ro ­
ducirse p o r el trabajo, la riqueza, una vez consum ida está perdida totalm en­
te. Lo que nosotros llam am os actualm ente beneficios c intereses, no p o drá
existir con un régim en de cambio equitativo. El productor y el distribuidor
serían igualm ente retribuidos y es la sum a total de su trabajo que serviría par
deterem inar el valor de todo artículo, creado y puesto a la disposición de los
consum idores. El principio de la igualdad en los intercam bios debe, pues,
po r su naturaleza misma, conducir al trabajo universal" ( 2 ).
H e ahí las bases de un intercam bio autogestionario en su com ienzo, no
en su term inación, ya que el socialism o libertario no constituye un acto volun-
tarista, sino un largo proceso histórico, económ ico, social, m oral, político, y
cultural, cuyos comienzos, en nuestra época, están más en la Revolución E s­
pañola de 1936-39 que en la U nión Soviética; pues en el prim er país rigió en
las colectividades p ara todo intercam bio, la justa ley del valor-trabajo; en el
segundo, se ignora la ley del valor p ara el pago del trabajo, de m odo que el
o brero siem pre reciba bastante m enos de lo que produce en su jornada, que­
dándose p arte de él —plusvalía— en m anos de la burocracia estatista: nueva
clase capitalista, que usufractúa, adm inistra y distribuye la plusvalía de E sta­
do, dando en el rep arto m ucho a los burócratas y poco, a los obreros asala­
riados.
E n el socialismo de autogestión las fuerzas productivas estarán socializa-

1B ray, M . L ab o u rs w rc o n g sa n d lab o u r's rem edy. L ondres, 1839.


2 B ray, M . o b r. ch.

-1 2 4 -
La ley del valor del uso de las cosas o bienes

das, rigiéndose en sus intercam bios p o r libres leyes objetivas del m ercado
com unitario, sin interferencias cstatistas. A sí el interés de la sociedad y de
los individuos estarán en arm onía. Sólo, pues, la sociedad auto-organizada
salvará a los individuos de la explotación de las burguesías o de las b u ro cra­
cias. L a p ropiedad social y la propiedad de enseres domésticos, no entran así
en contradicción; pueden coexistir en arm onía; pues la sociedad no debe
aniquilar la personalidad, sino desenvolverla plenam ente m ediante la dem o­
cracia directa. C ada uno es libre de pensar o de actuar como le parezca,
siem pre que lo p articular no se oponga al interés general; pues se podría tra ­
b ajar juntos, aunque se viviera en hogares separados; en los prim eros tiem ­
pos de la sociedad libertaria; aunque ésta en su plenitud de desarrollo debe­
ría pro cu rarse una vivienda tipo de hotel con todos los servicios colectivos.
Llega la hora de que las fu e rza s productivas, m u y adelantadas con la au­
tom atización, se conviertan en m edios de producción socializados, sin burgue­
sías ni burocracias explotadoras. Los E stados y las clases explotadoras, han
de ser abolidos por el pueblo trabajador, constituido en dem ocracia directa,
autogobernando sus em presas industriales, servicios, com binados agroindus-
trialcs, universidades, com unas, autogobiernos regionales, co-gobierno uni­
versal federal y otros organism os de participación popular. T odo ello basado
en la econom ía de autogestión y, en consecuencia, en la igualdad de los in­
tercam bios. Pues el intercam bio autogestionario, como tal, es cam bio de tra ­
bajos iguales por productos cualitativos desiguales, de m odo que nadie pier­
da ni g a n e ." La igualdad de los intercam bios hará gradualm ente reposar la
riqueza de las m anos de los capitalistas actuales en las de los obreros" ( 1 ).
L a llam ada igualdad política, en la dem ocracia burguesa representativa,
es una ilusión, pues no se basa en la igualdad económ ica, base objetiva de
aquélla. Lo malo no son los gobiernos burgueses, en sí, sino lo malo es el ré­
gimen capitalista, ya que la riqueza del burgués constituye, dialécticam ente,
la m iseria del obrero, contradicción vigente tam bién entre la burocracia so­
viética y los obreros asalariados por el E stado-patrón.
E l capitalism o (ya sea privado o de E stado) por su propia condición an­
tagónica de clases productivas e im productivas, dom inantes y dom inadas, se
aferra a la econom ía de escasez, aun d en tro de una relativa abundancia en
los países industrializados. P ara que no p erduren las clases explotadoras, la
econom ía ha de llegar a la autogestión y el m ercado a la abundancia ya que
con ello todos seríam os iguales económ icam ente. P or consiguiente, el capita­
lismo es opuesto a la liberación del hombre.
Así, pues, los trabajadores, liberados de la retórica política de las burgue­
sías o de las Iccno-burocracias, deben tom ar la condución de la econom ía en
form a directa y autogestionada, a fin de que desaparezcan las clases parasi­
tarias que, aferradas a sus privilegios se oponen a la em ancipación del hom ­
bre: sin castas, ni clases, ni capas sociales privilegiadas.

1 B ray. M . ü b r . cit.

-1 2 5 -
Economía nulogeslionnria

D ejar que los equipos de producción de paz se vayan devaluando, p e r­


diendo su capacidad productiva, para que los equipos de producción de m a­
terial de guerra sean m odernos, renovados constantem ente, es reducir los
pueblos a una econom ía de escasez innecesaria, tan sólo porque las burgue­
sías im perialistas del O este y las burocracias totalitarias del E ste se disputan
el dom inio del m undo.
E l capitalism o, como econom ía privada o econom ía de E stado, ha dejado
de ser válido p ara la hum anidad, que no puede perm itirse el desperdicio de
fuerzas productivas p ara alim entar a m ás de 6.00 0 millones de habitantes de
población mundial que habrá en el año 2000

DERECHO, LIBERTAD Y NECESIDAD

E n las sociedades de clases antagónicas, donde la econom ía m ercantil


dom ina todos los aspectos de la vida, donde el dinero constituye el principio
y el fin de todas las cosas, cada hom bre es tanto más poderoso cuanto más
dinero tiene, p ara dom inar a los otros hom bres o som eterlos a su voluntad.
L a necesidad de dinero, en la sociedad de consumo, basada en la desigual­
dad económ ica, tanto en el O este com o en el E ste, aliena a todo el m undo,
unos d ependiendo de otros, lodos del dinero: D ios om nipotente en una hu­
m anidad m crcanlilizada.
L as potencias privadas del dinero, los em presarios, sus "cxcculivcs", la
gran burocracia en los países del E ste, se oponen a la igualdad en tre los
hom bres, a fin de que el dinero, repartid o desigualm ente, dé a unos muchos
p o deres económ icos, políticos y posibilidades m ateriales de goce en la mis­
m a m edida que los asalariados, con contados billetes de banco en sus bolsi­
llos, tiene que estar a m erced de las burguesías o de las burocracias dom i­
nantes.
P or un lado, el obrero, el cam pesino, el pobre em pleado, el jubilado, con
poco dinero disponible, deben reducir su consum o al mínim o de susbsisten-
cia, p ara que quede un excedente económ ico grande a favor de las burgue­
sías o de las burocracias, para que éstas disipen sus rentas o ingresos en con­
sum os de lujos: casas residenciales, viajes al exterior, autom óviles caros, p ro ­
ductos exóticos, servicio dom éstico, m eretrices, fiestas galantes y otros goces
olím picos de las clases privilegiadas.
Los econom istas burgueses consideran que los gastos en lujo efectuados
por las clases superiores no son un mal sino un bien, ya que dan trabajo a los
obreros que están em pleados en las industrias destinadas a satisfacer las n e­
cesidades de los ricos, distintas de la de los pobres, en una sociedad inequi­
tativa y antagónica. E n los países del E ste no se hace la apología del lujo, si­
no del ahorro forzoso, tom ado por el E stado com o excedente económ ico so­
bre la producción industrial y agrícola o sevicios públicos, que aum enten el
nivel de vida de la población, aunque buena parte es em pleada en autom óvi­

-1 2 6 -
La ley del valor del uso de las cosas o bienes

les, arm am entos, lujos y otros derroches ostcntibles de la burocracia soviéti­


ca, que no quiere oir hablar de igualdad económ ica, considerada una utopía,
im propia del régim en soviético, que es un "socialismo real", pero tan desigual
como el capitalism o en tre pobres y ricos.
M ientras no haya abundancia de bienes y servicios, m ientras sea d iferen­
te el trab ajo m anual e intelectual, el obrero ten d rá que ser frugal y el bur­
gués o el b u ró crata disfrutarán la riqueza, por la misma razón que el obrero
estará sum ido en la pobreza. Tal es el criterio económ ico de la burguesía oc­
cidental y de la burocracia oriental.
M arx, con un criterio todavía burgués, hizo una crítica dem oledora del
Program a de G otha donde el artistócrata Lassallc, en cierto m odo, p lan tea­
ba "el derecho al p roducto íntegro del trabajo" y una cierta igualdad en una
econom ía socialista. C ontra esas veleidades, M arx se expresa en estos térm i­
nos:
"En la fase superior de la sociedad com unista, cuando haya desaparecido
la subordinación csclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y
con ella, el contraste entre trab ajo m anual c intelectual; cuando el trabajo no
sea solam ente un m edio de vida, sino la prim era necesidad vital; cuando, en
el desarrollo de los individuos en lodos sus aspectos, crezcan tam bién las
fuerzas productivas y corran a chorro lleno los m anantiales de la riqueza co­
lectiva, sólo entonces pod rá rebasarse totalm ente el horizonte del derecho
burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡"De cada cual, según
su capacidad, a cada cual, según sus necesidades!" (1).
Cierto que el hom bre no debe recibir el producto integro d esu trabajo, ya
que hay que restar p ara inversiones básicas (equipo de producción m oder­
no) una buena p arte de él; y adem ás, p ara accidentes, jubilaciones, seguros
en general, escuelas, obras sanitarias, educación adm inistración, investiga­
ción y otras actividades económ icas, culturales y tecnológicas Sin em bargo,
la desigualdad económ ica, casi mayor entre los ingenieros y los obreros de la
URSS que en tre los obreros y los ingenieros de E u ro p a occidental, indicaría
que no hay socialism o en la distribución, entre obreros y tecnócralas, en la
sociedad soviética. Y si el socialismo sólo lo es en la producción no tiene
sentido, ya que debe serlo tam bién, paralelam ente, en la distribución, sin
tanto respeto m arxista por el derecho burgués. Pues en las sociedades mo­
dernas, con la autom atización de la producción, lo que era utópico en la
época de M arx es posible o real en la era atómica. C ada día es m enos antité­
tica la libertad y la necesidad, ya que la abundancia de bienestar se va consi­
guiendo; p ero no hay igualdad, para que subsistan la burguesía y la b u ro cra­
cia com o clases dom inantes, en base a m antener la desigualdad entre los
hom bres p o r m edio del E stado represivo, cuyo fin prim ordial es m antener
las clases sociales antagónicas.
T anto en el O este com o en el E ste (con econom ía m ercantil, con predo-

1 M a rx . C. C'n'lica del nropram a de fio lh a (IR7.SV

-1 2 7 -
Economía autogcstionaria

minio de valor de cambio sobre el valor de uso, a fin de que no se llegue al


E d én de la abundancia, del cual habla M arx para alcanzar el com unism o), se
eternizan así unas relaciones de producción opresivas para los cam pesinos y
el p roletariado industrial, que a m edida que aum enta la tccnificación, se
convierte en clase o brera técnica, intelectual, cada vez mas proletarizada,
p ero m ás (calificad a, capaz de sustituir a las viejas clases dirigentes instau­
ran d o el socialismo de autogestión, aprovechando para ello la revolución de
las com putadoras electrónicas.
El obrero (capital vivo) y su salario form an parte de los gastos del capital
total. A lienado en su salario (trabajo presente), el obrero está som etido al
capital constante (trabajo pasado, acum ulado, ya sea bajo el burgués o el bu­
ró crata). E n la E d ad M edia el siervo estaba al servicio del señor arm ado,
em ancipado sobre el siervo desarm ado y oprim ido. E n las sociedades capita­
listas o burocratizadas, la "élite" dirigente tam bién se ha em ancipado del tra ­
b ajo m aterial productivo, realizando consum o im productivo m ediante el gas­
to de abultadas rentas parasitarias.
E n una sociedad autogcstionaria lo elem ental es igualar, dentro de lo po­
sible, los ingresos por persona. Pues un com unista —que dice se rlo — pero
percibe 20 veces más ren ta que un obrero, sería más com unista si restara
m enos ingreso a la renta social, p ara ser invertido en beneficio de toda la so­
ciedad. A sí indudablem ente, con socialismo, la inversión llegaría a cerca del
40% de la renta b ru ta total, si la burocracia no sustituye a la burguesía dis­
fru tan d o tantas rentas parasitarias como aquélla, en un falso socialismo.
Con el socialismo de autogestión, la renta de los terratenientes, los p re ­
cios abusivos de los m onopolio, la gran m asa de población im productiva, no
existiría, aum entando de este m odo la riqueza social más en un año, con so­
cialismo, que en tres años con capitalism o. Sin em bargo, en algunos países
del E ste el crecim iento económ ico es bastante inferior que en el Japón.
Q uiere decir, por consiguiente, que la burocracia disipa una p arte conside­
rable de la renta social siendo así una clase reaccionaria, parasitaria, anacró­
nica que debe ser derro cad a de su pod er om ním odo por m edio de la guerra
revolucionaria de guerrillas urbanas y rurales com binadas.
E n una sociedad socialista, todos los productos deberían ser más valores
de uso que valores de cambio, ya que éstos se deberían intercam biar entre
los grupos colectivos de trab ajo a su costo en horas de trabajo, sin cargar
precios falsos, plusvalías innecesarias. A sí, en un m ercado autogestionario,
dejan d o trab ajar y prosperar, dejando com petir y producir librem ente, lodos
los productos se cam bian en su valor; pero el precio debería perm itir la re­
producción a m pliada del ca pital, sin incluir rentas o beneficios parasitarios
de burócratas.
P ara lograr el bienestar en una econom ía autogcstionaria, se debería p ro ­
curar no el aum ento del valor de cambio de los bienes y servicios, inflacción
perm anente com o sucede ahora, sino el decrecim iento de los precios, a con­
secuencia del aum ento constante de la productividad del trabajo, introduc-

-128-
La ley del valor del uso de las cosas o bienes .

cicndo siem pre nuevas tecnologías p ara su autom atización, hasta que en el
costo de los bienes y servicios sociales y públicos sea m ucho el capital cons­
tante y muy chico el capital variable, con una escasa jo rn ad a de trabajo para
todos.
T anto la burguesía com o las burocracias dom inantes, para que el precio
no siga bajando, no obstante que aum enta la productividad del trabajo en
gran m edida, un año sobre otro, recurren a la inflación m onetaria para m an­
tener los precios elevados. Si los precios fueran m edidos en m oneda-m er­
cancía —valor re a l— com o crece m ucho la productividad, estos tendrían
que ser favorables a los consum idores; pero no lo son, ya que los capitalistas
o los buró cratas los bom bean cón la inflacción m onetaria. Ni la burocracia ni
la burguesía quieren que el costo m arginal de una unidad más producida,
con igual trabajo, bajen el precio, a fin de utilizar el E stado como aparato re ­
presivo, destinado a m antener eternam ente un consumo desigual entre o b re­
ros y burgueses y entre obreros y burócratas, no pudiendo así alcanzar la so­
ciedad libertaria basada en la igualdad económ ica y la libertad política entre
los hom bres libres, asociados con sus m edios de producción en em presas au-
togestionarias de p ro p ied ad social.
Los gastos en m aterial de guerra, en charanga publicitaria consum ista, en
rentas burguesas y de burocracia supernum eraria, tiende a alejar a la hum a­
nidad del socialismo y a regirla por el egoísmo. E n la producción de bienes
con capitalism o se p ro cu ra la rápida destrucción u obsolescencia de lodo a
fin de com prar otro coche, otras medias, más patróleo, más de esto y de lo
otro, según la publicidad de lo que tenga prestigio, aunque no dure mucho.
Así, evidentem ente, la sociedad de consum o entra en crisis. Pues consum e lo
m ejor del excedente económ ico en derroche, crisis económ icas, productos
poco durables, cosas que valen uno de costo y se venden a cien de precio de
m ercado com o el petróleo. N unca se alcanzará así la sociedad igualitaria:
pues las m edias de nylon, que antes le duraban a una m ujer seis meses, ahora
no le duran diez días, p ara seguir com prándolas. Se derrochan así las rique­
zas naturales, se poluciona el aire, se contam inan las aguas, se agotan las re ­
servas de peces, se m atan especies anim ales, com o si el hom bre hubiera
creado una m áquina p ara destruirse así mismo, con esta sociedad que no sa­
be a donde va: que com pra y vende, nada más que por obtener ganancias,
aunque se contam ine todo.
La libertad económ ica, sería ya muy grande, si el socialismo hubiera sus­
tituido al capitalism o privado o de Estado. Pues la libertad y la productivi­
dad pueden m archar jun tas en el socialismo autogestionario, venciendo en el
futuro, el reino antagónico de la necesidad y la libertad, propio del capitalis­
mo, pero no de un socialismo científico libertario.

CRISIS DE LA "SOCIEDAD DE CONSUMO"

El neo-capitalism o, así como el capitalism o de E stado, tienen en com ún


varias tendencias económ icas, dem ográficas, sociológicas c históricas. T anto

-129-
Economía autogestionaria

en O riente com o en O cidenle, las estadísticas abrum an a los lectores de dia­


rios, revistas y libros de econom ía. La cxpanción industrial perm anente es el
gran designio de la sociedad de consumo: producir millones de automóviles,
heladeras, lavarropas y televisores; vender millones de toneladas de fertili­
zantes quím icos, plásticos, textiles artificiales, caucho y otras m aterias de sín­
tesis; construir barcos petroleros de 200.000 a 500.000 toneladas de capaci­
dad de carga, p ara satisfacer las necesidades de transporte de una civiliza­
ción planetaria; am ontonar la población en grandes ciudades, pero a
condición de despoblar el campo; concentrar la producción industrial, las
m aterias primas, los bancos, el com ercio y los servicios públicos, com o dom i­
nio de las burguesías m onopolistas o las burocracias estatistas; fabricar bom ­
bas atóm icas, cohetes y anticohctcs interhcm isfericos con cabezas nucleares
m últiples; contam inar las aguas de los ríos y el m ar con detritus venenosos,
que pueden m atar el placton y los peces; polucionar el aire de las ciudades
con los escapes gasíferos de millones de automóviles, chim eneas industriales
y quem adores de basuras; en fin, hacer, irresponsablem ente, del progreso
tecnológico un desastre ecológico p ara el hom bre, las plantas y los animales,
l i e ahí la prodigiosa ascensión del "homo sapiens" que tiene un futuro bas­
tante m enos claro que el del "hom bre de las cavernas", si estallaran bom bas
atóm icas con su luz radioactiva deslum brante, pero m ortal p ara millones de
seres hum anos.
E l estratega de las com putadoras calcula, fría с indiferente, que si las
bom bas de tanto o cuantos m egatones son em pleadas, podrían despanzurar
las ciudades, devastar miles de kilóm etros cuadrados o poner fuera de com ­
b ate a naciones enteras, tan desorganizadas o destruidas que quizá no tuvie­
ran m edios de com unicación para pedir la paz. El destino de las grandes ciu­
dades, en los países industrializados, si hay guerra atómica, es q u edar en
gran p arte destruidas, com o si un terrem oto las hubiera aniquilado (con sus
vicios, codicias y egoísm o) como Sodom a y Com orra.
P roducir por producir para ganar dinero y mentir: tal es el signo y el des­
tino de la sociedad de consum o. Producir millones de toneladas de pasta de
papel p ara d ejar los bosques talados y los ríos contam inados con los detritus
de la industria papelera; producir m aterias atóm ico-radioactivas y lanzar sus
deshechos en tubos cem entados, depositados en el fondo del mar; producir
m illones de kilowatios de energía term oeléctrica, chupando agua fría de los
ríos, p ero devolviéndola caliente, p ara que cam bie el m edio acuático m atan­
do los peces y el placton; producir millones de toneladas de hierro y acero,
dejando las m ontañas aplanadas, la tierra vacía y herida, para construir tan ­
ques, cañones, acorazados, am etralladoras, que m atarán a millones de seres
hum anos; producir objetos que alienan a los hom bres en un destino trágico,
como si éste hubiera creado una m áquina para destruirse a sí mismo; p ro d u ­
cir "Coca-Cola" p ara que la magia de la publicidad, en todas las partes del
m undo, la venda sin saber de qué está hecha su fórm ula mágica; producir de
todo, no im porta qué, pero que d u re poco para que el hom bre de la sociedad

- 130-
La ley del valor del uso de las cosas o bienes

de consum o trab aje más horas de las debidas, a fin de que los objetos com ­
prados alienen al sujeto que los com pró, creyendo que respondían a sus n e­
cesidades, a su satisfación, pero más bien a su dom inación por los monopoli-
zadores de las m ercancías.
La sociedad de consum o debe consum ir de todo, hasta lo más inútil para
la producción y el consumo: arm am entos de toda clase, program as militares
que le costaban al m undo en 19SS más de 1 billón de dólares por año, m ien­
tras los países subdcsarrollados, 2/3 de lapoblación m undial, sólo recibían de
ayuda bilateral anual unos 38.000 millones de dólares. Con lo que se gasta en
program as arm am entistas, se podrían hacer miles de kilóm etros de canales
de riego, m uchas universidades, millones de escuelas, millones de cosecha­
doras, tractores y m aquinaria, p ara m ecanizar la agricultura de los países
atrasados; p ero el capitalism o im perialista o hegem onista encuentra sus p ro ­
pios program as de expansión en la producción arm am entista, en consumo
im productivo, p ara que la escasez dure en el m undo y, con ella, el capitalis­
mo, la burguesía y la burocracia dom inantes, en el O este y en el Este.
L a sociedad de consum o en su devenir tiene una rara dialéctica: transfor­
m arse en su contraria, en subconsum o, si estalla la guerra o la crisis cconó-
mica m undial o se siguen disipando irracionalm ente las m aterias prim as, las
fuentes de energía natural, los bosques, las aguas, las especies vivientes, ya
todas ellas am enazadas por el hom bre: el más cruel de los animales. No p o r­
que sea malo es esencia, sino p orque está dividido en clases antagónicas, en
el seno de cada nación, y en naciones im perialistas y neo-colonizadas, en el
m undo de nuestro tiem po.
L a "Gran Sociedad", que pregona la burguesía neyorkina, tiene millones
de obreros sin trabajo; su m edio am biente está contam inado por una indus­
tria irracional basada en la inm ediatez de la ganancia, que no d eja muchos
dólares p ara descontam inar el m edio am biente, si ello eleva los costos de
producción o disminuye los beneficios capitalistas. Tal es la "Gran Sociedad"
burguesa: intervenciones militares, altos tipos de interés para dcscapitalizar
a los países subdcsarrollados y gastos billonarios en arm am entos.
T odo está m crcantilizado en la sociedad de consumo: alim entos, discos,
libros, noticias, cam pañas políticas y elecciones, automóviles, televisores, li­
cores, bebidas; todo, absolutam ente todo, es publicitado para que el consu­
m idor com pre lo que se repite con "slogans" publicitarios. La leche, el vino,
las bebidas sin alcohol, los artículos más diversos, todo, todo, está controla­
do por tres o cuatro "trusts", que en cada país han establecido su dictadura
económ ica sobre millones de consum idores, a los cuales se les habla de d e­
m ocracia política, tan sólo p orque eligen con su voto a la m isma clase dom i­
nante que se p erpetúa en un P oder de clase, oprim iendo y explotando al
pueblo trabajador.
La sociedad de consum o tiene necesidad de vender perm anentem ente y
todo lo vendido debe ser m onopolizado. A sí el pobre hom bre no es libre de
hacer nada: debe ser vestido al gusto de los que m onopolizan o se benefician

-1 3 1 -
Economía autogestionaria

de la m oda. U n año hay que llevar faldas cortas; otro, largas; un año usar za­
patos de tacón largo, casi un zanco; otro, zapatos de tacón corto; así la pobre
gente, pasivam ente, tiene que consum ir lo que los m onopolios quieran. A
p esar de este sistem a de anulación de la voluntad del hom bre, la crisis eco­
nóm ica llam a a la puerta de la sociedad de consumo. M illones de toneladas
de m ercancías se acum ulan sin encontrar com prador debido a que sus p re ­
cios de m onopolio subieron mucho: más que los ingresos de los países sub­
dcsarrollados. A sí las cosas, habrá que reducir el volumen de producción y
d ejar a millones de obreros sin trabajo, p ara que quede más capital (dólares)
p ara im portar productos caros y pagar altos intereses por los capitales p res­
tados a los países del T ercer M undo, endeudados por los países capitalistas
industrializados en función de venderles caro y com prarles barato.
Las m ercancías se acum ulan sin com pradores. A hí se quedan como valo­
res de uso sin usar, sin consum ir. T an sólo p orque no pueden convertirse en
valores de cam bio. La ciencia, la política, la econom ía, la cultura, la sociolo­
gía, en O riente y O ccidente, no encuentran una explicación racional para un
m undo que supera difícilm ente las crisis, pero que hay que hacer durar, sea
com o fuere, cueste lo que cueste. E n este sentido, la burguesía occidental y
la burocracia oriental com ienzan a sostenerse recíprocam ente. Los capitales
occidentales necesitan, para am ortiguar su crisis, explotar el m ercado orien­
tal. La burocracia soviética, a su vez, pide inversiones a las em presas m ulti­
nacionales occidentales, para producir automóviles, cam iones, com putado­
ras, artículos de gran dem anda: para alcanzar la sociedad de consum o con
ayuda de la burguesía occidental, a fin de que se sientan felices, burócratas y
tecnocrátas, en la URSS.
H c rb e rt M arcuse —politizando la filosofía, sacándola del limbo de la au-
toalien ació n — denuncia la tragedia del hom bre unidim ensional con estas
palabras: "En su estado más avanzado, la dom inación funciona com o adm i­
nistración, y en las áreas superdesarrolladas de consum o de masas, la vida
adm inistrada llega a ser la buena vida de la totalidad, en defensa de la cual
se unen los contrarios. E sta es la form a pura de la dominación" (1).
Se tiende así a crear un consum idor pacífico y no un contestatario del o r­
den capitalista establecido, un hom bre despolitizado y conform ista, no p reo ­
cupado por alcanzar objetivos revolucionarios, sino niveles de consum o m á­
ximos: autom óviles, electrodom ésticos, casita de fin de semana, vacaciones
en que hasta el obrero d urante un mes vive aburguesado, videos para la tele­
visión y no libros, casettcs p ara la radio, de tal suerte que el fin de la vida sea
d esear m ercancías y no pensar en ideas sobre la em ancipación del hom bre.
T odos los sentidos deben estar satisfechos, cada uno con sus m ercancías
apropiadas, para d ejar descuidado el entendim iento del m undo actual y sus
contradicciones políticas, económ icas y sociales, para que siga durando el
capitalism o.

1 M arcusc, 11. H1 hom bre unidim ensional.

—J32 —
La ley del valor del uso de las cosas o bienes

A sí (con un hom bre colocado en el lim bo de la sociedad de consum o y


aturdido p o r la hojarasca repetitiva de la publicidad) los escritores de fam a
anuncian enciclopedias anodinas, colecciones de libros instransccndentes de
las grandes editoriales; las actrices y los actores de fam a repiten en televi­
sión, los "slogans" de venta de las grandes m arcas de productos o artículos;
los libros que m antienen o no cuestionan el régim en constituido, reciben su­
culentos prem ios p ara acceder sus autores al nivel de la burguesía o de la
tccno-burocracia; los sacerdotes de todas las religiones hacen votos por
m antener el "statu quo" que les beneficia com o burócratas; los filósofos
(¿qued a todavía alguno que lo sea de verdad?) se deciden por la política de
las clases dom inantes, tanto en el O este com o en el Este; pues perten ecen a
o tra división del trabajo que los obreros; p ero inventan para los pueblos las
ideologías que los alienan políticam ente. E stos filósofos estudian, con un
lenguaje abstruso, que hace lo fácil difícil, el saber absoluto, perdiendo la
noción del saber concreto, práctico. Pues p ara ellos pensar es entender el in­
finito, m oviéndose en el círculo vicioso de las antinom ias kantianas, m ientras
que actuar y pen sa r al mismo tiem po, no es sólo conocer el m undo, sino
transform arlo p ara hacerlo m ejor p ara todos los hom bres sin distinción de
clases ni de razas.
E n el m o d o de vida norteam ericano (copiado p or el O ccidente capitalis­
ta y la civilización urbana de los países tcrcerm undistas y añorado p o r consu­
m idores de los países del bloque soviético), las "marcas" de productos o de
artículos son los nuevos títulos; los nom bres de las grandes em presas, los
nuevos ducados y condados de una burguesía m ercantilista o de una tccno-
burocracia cstatista, no m ejor esta que aquélla.
Y lo mismo que se acreditan m arcas p ara vender en m asa un artículo o
producto se fabrican líderes políticos, haciendo la propaganda de las ideas
políticas com o la de las m ercancías. Los m edios de com unicación de masas
prcfabrican los "genios" de la política, la ciencia, la literatura,, el deporte, el
cinc, el teatro, la música y la canción. Pues en el m undo de la publicidad bas­
ta hablar de una persona m uchas veces para que ésta sea im portante, no por
lo que dice, sino por lo que de ella dicen la radio, la prensa y la televisión.
A sí se crean los fa lso s valores políticos, morales, sociales, artísticos, filosófi­
cos y científicos de la sociedad m ercantil de consum o, donde cada cosa tiene
su precio, incluido el de los hom bres, según la burguesía neoyorquina.
Y com o se produce p ara obtener beneficio, contiene los precios inflados
de la m ercancía la pluvalía percibida por el capitalista privado o de E stado.
Así, pues, en la sociedad de clases producim os según las necesidades de los
propietarios del capital y de la tierra, no de las de los proletarios encargados
de la producción m ediante la percepción de un salario, donde se ocultan los
ingresos de los em presarios (privados o de E stado-em presario) en form a de
trabajo no pagado al obrero (plusvalía).
P ero p ara que el obrero no tenga conciencia de su situación se corrom pe
a los sindicatos reform istas, convirtiendo a sus líderes en burocracia dirigen­

- 133-
Economía autogesíionaria

te., que negocia los convenios anuales colectivos de trabajo sin cuestionar el
sistem a com o tal, sin tratar de superarlo con la autogestión de las em presas
p o r los trabajadores.
E l hom bre —que p roduce plusvalía— no debe tener conciencia de ello, a
fin de que la burguesía y la tccno-burocracia sigan siendo las clases dirigen­
tes. P or eso el hom bre asalariado tiene que ser d esin fo rm a d q m antenido en
el limbo de su rutina diaria, yendo de la casa al trabajo y del trabajo a la ca­
sa, p a ra ser absorbido luego p o r la m orfina del televisor con los m itos políti­
cos y del deporte; películas anodinas o de encantam iento del sujeto que las
ve; ver la hojarasca de los anuncios de las m ercancías ofertadas; procurar
que el televidente no tenga conciencia de su dependencia ni como trab aja­
dor asalariado ni com o consum idor pasivo de su alienación por el capital
privado o de E stado.
A sí, pues, necesitam os una contracultura que saque al pueblo de su pasi­
vidad de anim al (dom éstica) de consumo; unir el pensam iento y la acción
p ara in terp retar y transform ar el m undo al mismo tiem po; pues el pensa­
m iento p o r sí nunca produce ningún cambio. Por eso, en ciertos m om entos
históricos, m ejor que decir es hacer, uniendo el pensam iento y el acto en una
"praxis" coherente; pues sólo así p o d rán los trabajadores transform ar el capi­
talismo en socialismo libertario.

LA LEY D EL VALOR EN EL SOCIALISM O

L a gran m asa de acum ulación de capital en la econom ía soviética no se


ha producido p o r milagro, sino que fue extraída de millones de obreros y
cam pesinos. É stos producían baratos los productos agropecuarios m ientras
com praban caros los artículos m anufacturados, debido a que la dictadura
burocrática abolía la ley del valor equitativo en el intercambio de producios. Y
es que las leyes espontáneas del m ercado socialista sólo se producen auto­
m áticam ente en el socialismo libertario, donde com piten los grupos colecti­
vos de trabajo para o fertar el m ejor precio y calidad de productos a los con­
sum idores, elim inando así la burocracia totalitaria, controladora de todo, sa­
b e d o ra de todo y hacedora de todo. Si uno es proletario explotado p o r el
E stado-patrón, com o antes lo era por el patrón-capitalista, es que se ha p a ­
sado del capitalism o privado al capitalism o de E stado y del dom inio del b u r­
gués al de la burocracia totalitaria. D e la misma m anera que en el período
de oro del capitalism o liberal im peraba la com petencia en beneficio de los
consum idores (hasta que el capitalism o se degeneró y creó los m onopolios),
del mismo m odo puede funcionar la com petencia socialista entre em presas
autogestoras industriales, com binados agro-industriales agrícolas y em presas
autogestoras de servicios, que respeten la ley del valor de cambio, com o m e­
dio de suprim ir la dictadura de la burocracia totalitaria, beneficiarla del ca­
pitalism o de E stado; pues sin libre circulación de la riqueza social no hay so­
cialismo libertario.

-134-
La Jev del valor del uso de las cosas o bienes

Con socialismo de autogestión, la planificación nacional es program ática,


indicativa, pues deja las decisiones básicas a las em presas autogestoras que
saben lo que necesita el m ercado socialista, en cantidad y calidad, en precios
competitivos, a fin de abolir la burocracia centralista que, de tanto controlar
precios, no consigue al fin estabilizar nada, p ero ejerce por todas partes su
tiranía totalitaria. La econom ía soviética, de ninguna m anera, ni con o rd en a­
dores cletrónicos, puede controlar 4.000.000 de precios; pues cuando unos
se estabilizan otros se descontrolan. Y todo p ara m antener millones de b u ró ­
cratas que hacen m ucho consum o im productivo; no producen nada y consu­
m en más que los obreros y los agricultores con lo cual restan capital de in­
versión social p ara hacer su reproducción am pliada, más rápidam ente que
bajo el capitalism o de E stad o o privado.
E l socialismo libertario no tiene necesidad de planificación centralizada,
sino de un socialism o de mercado, de la com petencia entre grupos colectivos
de trabajo, de la dem ocracia directa en las em presas por m edio de los conse­
jos autogestores de obreros, técnicos y adm inistrativos, que nom bran al di­
rector de la fábrica y lo revocan; tienen el control de su em presa; son dueños
colectivos de rep artir e invertir su excedente económico; deben ap ortar o in­
vertir una buena p arte del mismo p ara realizar la reproducción am pliada del
capital social (com unitario, no estatal). E l socialismo sólo será con libertad o
de autogestión; pues, de lo contrario, será capitalism o de E stado, donde de
la burocracia sustituirá a la burguesía como nueva clase opresora y explota­
dora.
E l valor del cam bio no pod rá ser ignorado p o r ningún m odo de pro d u c­
ción hasta que la total autom anización del trabajo pro d u jera todos los bic-
nen y servicios, de suerte que el capital constante (trabajo pasado) no n ece­
sitara más trab ajo vivo (capital variable); p ero m ientras la autom atización
del trabajo no sea total, el último o brero que q u ed ara trabajando produciría
to d a la plusvalía; sería así el último explotado. Sólo la autom atización inte­
gral del trab ajo p u ede abolir el valor de cambio, p ero todavía está lejos de
ello la hum anidad. E n tretan to seguirá siendo válida la teoría del valor-traba­
jo, enunciada p o r A dam Smith, David R icardo y Carlos Marx, en el sentido
de que el valor de cam bio es igual al lia n p o social de traba jo relativo materia­
lizado en los producios, valiendo más —en dinero o en horas de tra b a jo — lo
que cuesta más esfuerzo social hum ano medio, relativo, para ser producido;
aunque la ley del progreso tecnológico y económ ico tiende a que aum ente
más el capital-m aquinaria autom atizada que el trabajo manual.
E l socialism o libertario, con las leyes económ icas del m ercado socialista
suprim e la dictadura de la burocracia estatista, haciendo que se vendan los
productos en su valor, sin cargar plusvalías parasitarias, inherentes a la burgue­
sía (capitalism o p ri vado ) o a la burocracia (ca pilalism o de Estado).
P o r eso la dictadura soviética reside, en esencia, independientem ente de
Stalin, en los siguientes hechos, que están p o r encim a de su ideología:
1.— Planificación centralizada; directores de em presa nom brados por el

- 135-
Economía autogeslionaria

E stad o y no por los obreros; precios controlados por el Estado; bienes y se-
vicios expropiados a los productores directos, sustituyendo así el E stad o -p a­
trón al patrón-capitalista.
2 .— L iquidación de toda oposición en el seno del partido comunista, d e ­
bido a la d ictadura de socialismo burocrático, cosa que no sería así con em ­
presas de p ro p ied ad social autogestionadas, donde todos pueden pensar co­
m o quieran, pero deben trab ajar d entro de un mismo sistem a autogoberna-
do p o r la dem ocracia directa y las leyes objetivas de la econom ía.
3 .— Si no se acepta la autogestión en la producción social, ni la más m íni­
m a oposición en la política, sea Stalin, Jruchov, Brejncv, A ndropov, Cher-
ncnko, G orbachov.... quien quiera que sea, el totalitarism o estará vigente sin
Stalin, p o rq u e es consustancial que sea con sistem a no autogestionario, cün
un capitalism o de E stado.
E l socialismo libertario está en oposición a la planificación centralizada, •
o la plusvalía de E stad o o la dictadura de la burocracia, a que no rija un
m ercado autogestionario libre, donde se cum pla la ley del valor-trabajo so­
cialista que creará una sociedad diferente de la sociedad capitalista basada
en los intereses privados colocados por encim a del interés general. E n el so­
cialismo libertario, el interés particular desaparece por prevalencia del inte­
rés general, si bien habrá, al principio, ciertas diferencias de ingresos entre
trab ajo de distinta calidad y cantidad, p ero no con las desigualdades que
existen en tre los de arriba y los de abajo en la sociedad soviética, no igualita­
ria, sino todo lo contrario, bastante m enos com unista que las colectividades
libertarias españolas creadas por los anarquistas durante la Revolución de
1936-39.
E n la U nión Soviética no hay propiedad socialista sino propiedad estatal,
no de los trab ajad o res sino del E stado. Los m edios de producción y los cré­
ditos no suelen ser pagados por las em presas estatales con déficit, ya que el
E stad o es el patrón, el inversor y no se cobra así mismo su propio capital,
pues se beneficia am pliam ente apropiándose y negociando las m ercancías
producidas p o r el trab ajo asalariado, sobre cuyos costos de producción car­
ga un precio elevado de m ercado, obteniendo así m ucha plusvalía p a r a d Es-
lado, no a nivel de la em presa, sino sustraída p o r el escalón de planificación
centralizada. E n este sentido, la gestión adm inistrativa (burocracia gestora
de la em presa) prevalece sobre la gestión directa de los obreros; pues los di­
rectores son nom brados por el E stado, no por los C onsejos o A sam bleas de
fábricas, com o lo serían con la autogestión socialista de las em presas.
A l suprim ir el libre m ercado socialista y la autorreguladora acción de la
ley del valor de cam bio, todos los poderes convergen así en el E stado. A sí la
dictad u ra económ ica hace necesaria la d ictadura política. Y como la gestión
adm inistrativa está p o r encim a de la gestión económ ica de las em presas so­
viéticas, del director y de los sindicatos obreros, el P artido —que nutre todos
los escalones b u ro crático s— se une al E stado como lo estuvieron la Iglesia y
el E stad o en la E d ad M edia. En estas condiciones económ icas, políticas y

-136-
La ley del valor de¡ uso de las cosas o bienes

adm inistrativas no es posible ninguna libertad de inform ación, de creación


artística, de autogestión en las em presas, en las universidades y en las granjas
agrícolas eternizándose así la dictadura burocrática de la "Nomenklatura"
soviética.
Com o el E stad o es p roductor y co nprador m onopolista único de la p ro ­
ducción de sus "trusts", estam os entonces en presencia de una econom ía es­
tatal en que la acción de la ley del valor sobre los precios es mínima, según
Evgcni Prcobrazhcnski ( I). No queda así sitio p ara una sana com petencia en
beneficio de los consum idores ni p ara ninguna em presa actuando d epen­
diente del E stado sin m ercado socialista. Fue Prcobrazhcnski, el director del
Plan del E stado, el econom ista que más se distingió en suprim ir la acción de
la ley del valor de cam bio en el m ercado, p a ra elim inar a los artesanos, agri­
cultores independientes y a quienes intentaran una econom ía (socialista) au-
togestora. Al acep tar la supresión de la ley del valor y abolir los com ités de
fabrica, reem plazados por el director nom brado por el E stado, Trostsky y
los m iem bros de la oposición de izquierda se entregaron a la dictadura m o­
nolítica de Stalin, pensando que el centralism o económ ico estatal constituía
la base de una supuesta "acumulación socialista". D e haberse hecho la acu­
m ulación socialista con econom ía autogestionaria, nunca el poder soviético
hubiera degenerado en un E stado burocrático totalitario.
Si la acum ulación de capital es dirigida por una clase no productiva —en
la econom ía contem poránea, la burguesía o la burocracia —, el trabajador,
som etido a la propiedad privada o estatal del capital, está alienado en su sa­
lario, no es dueño de sus m edios de producción ni de los productos de su
trabajo y, p o r tanto, produce un plus-producto p ara otro. E n esa alteridad re ­
side el secreto de la plusvalía p ara el capital privado o para el E stado. M ien­
tras esa situación no cam bie p a ra el trab ajad o r será tan explotado y alienado
por el burgués como por el tccno-burócrata: uno, p ropietario del capital pri­
vado; otro, propietario (m onopólico) del E stado, lo cual no supera el socia­
lismo adm inistrativo.
A la luz de los hechos, en nuestra época hay que desm itificar el falso so­
cialismo estatista (stalinista o neo-stalinista) basado en el P artido m onolítico
y en el E stad o total, que por ser propietario de todo y de todos, se asem eja
más al m o d o de producción asiático que al socialismo verdadero, en que los
trabajad o res y no el E stado absoluto deben ser los gestores directos y dem o­
cráticos de la econom ía, la adm inistración, la ciencia, la técnica, la cultura, la
inform ación, la defensa por m edio de la autodefensa y del autogobierno li­
bertario.

1 Prcabrazhcnski. R. La nueva economía. Cop. III.

-137-
Economía autogestionuria

BIBLIOGRAFIA

SM IT II, A.
C o m p ren d ió -perfectam ente la dialéctica del v a lo r de cam bio y el v a lo r de uso, com o c a te ­
g o rías o p u estas, d e ja n d o so b re n te n d e r asi u n a de las contradicciones de la eco n o m ía m ercantil
y b u rguesa:
"O b serv am o s —d ic e — qu e la p a la b ra "valor" tiene dos significados d iferentes: u n as veces
sirve p a ra ex p resa r la utilidad de un o b je to p a rticu lar y otras, se usa p a ra designar el p o d e r de
co m p ra d e o tro s bienes q u e confiere la p o sesión de dicho o b jeto . A l p rim e ro se le p u ed e d a r el
n o m b re d e "valor d e uso"; al'seg u n d o , el de "valor de cam bio". S ucede q u e las cosas q u e tien en
la m a y o r can tid ad de v a lo r de uso, con m ucha frecuencia tien en poco o no tienen un g ran v alo r
d e cam bio, a m en u d o tienen poco o ningún v alo r de uso. ¿H a b rá cosa m ás útil q u e el agua? Y,
sin em b arg o , con ella no se p u ed e c o m p rar casi nada; no hay ningún o b je to que se q u iera d a r a
cam bio d e ella. Y, al reves, un diam ante no tiene casi ningún v alo r de uso, a p e s a r de eso, se
p u e d e o b te n e r a cam bio de el una cantidad m uy gran d e de bienes". ÍI.a riqueza de las nacio­
nes').
E n este sen tid o, d iría m o s q u e el d in e ro no tiene casi v alo r de uso, en el se n tid o d e utilidad
del p ap el con q u e está im preso, salvo em p learse com o p ap el de e n v o lto rio si dejase de se r p a ­
p el-m o n ed a, u n a vez re fu n d id o com o m ateria prim a p a ra fab rica r p apel. Sin em b arg o el papel-
m o n ed a tien e m u cho v alo r de cam bio, excepto cuando la inflación red u ce su v alo r hasta el lím i­
te d e m o n ed a d espreciada com o el m arco alem án en 1922: reb asó entonces la cifra d e 500 quin-
tillo n es de u n id ad es m o n etarias en circulación, p erd ien d o a s í su v alor-m oneda.
"El p ro d u c to del tra b a jo constituye la « n u m e ra c ió n o el salario n a tu ra l del tra b a jo . E n
aq u el e s ta d o p rim itivo de cosas, qu e p reced ió a la apropiación de la tie rra y a la acum ulación
del capital, el p ro d u cto integro del tra b a jo p erten ecía al tra b a ja d o r. N o existía te rra te n ie n te , ni
p a tro n o con q u ien éste tuviese que re p a rtir el p ro d u c to d e su trab ajo .
"Si este e sta d o de cosas hubiese continuado, el salario del tra b a jo h a b ría ido au m en tan d o
con la in tesificación de su capacidad p ro d u ctiv a a q u e conduce la división del tra b a jo . T o d a s las
cosas h a b ría n ido ab aratán d o se g rad u alm en te, p ro d u cién d o se con una cantidad de tra b a jo cada
vez m e n o r y las m ercancías ad q u irid as con el p ro d u c to de u n a cantidad cada vez m e n o r de tr a ­
bajo.
'T e r o este estad o p rim itiv o de cosas no p o d ría , d u ra r desde el m o m en to en qu e se im p lan ­
ta ro n la ap ro p iació n de la tie rra y la acum ulación del capital. H a b ía desaparecido, p o r tanto,
m u ch o an te s d e q u e se p ro d u je ra n los pro g reso s m ás n o tab les en cu an to a la capacidad p ro d u c ­
tiva d el tra b a jo , y se ría inútil d eten erse a investigar q u é eficacia h u b iera p o d id o te n e r ese e s ta ­
do d e cosas resp ec to a la ren u m cració n del trab ajo ". (O b r. C it.)

R IC A R D O , D.
T u v o clara ¡dea e n tre lo que es riqueza real (v alo r d e uso) y el d in e ro (eq u iv alen te general
de cam b io ). U n a sociedad no es ta n to m ás rica cu an to m ás d iero tenga, incluso m ás o ro a te s o ­
rad o , sin o cu an to m ás p ro d u ctiv o sea su trab ajo , cu an to m ás v alo res de uso (cosas útiles) tu v ie­
ra a su disposición p ara a u m e n ta r su nivel de vida. S obre este p ro b lem a viene, al caso, c itar a
R icard o :
"El trig o es un p ro d u c to que, p o r su presencia, crea sus consum idores, y qu e p o r su a u s e n ­
cia los d estru y e. N o se p u e d e d ecir lo m ism o del oro". ÍP rin cip io sd e H conom ía P olítica \
"Es la can tid ad com parativa de artícu lo s que el tra b a ja d o r p u e d e p ro d u cir lo q u e d e te rm i­
n a su v a lo r relativo, p re se n te o pasad o , y no la cantidad com p arativ a de artícu lo s q u e se da al
tra b a ja d o r a cam bio o en p ag o a su trab ajo ". (O b r. C it.)
"El tra b a jo (...) fu en te de to d o v a lo r y su cantidad relativa (es) la m edida q u e regula el va­
lo r relativ o de las m ercancías” (O b r. C it.)
E n la segunda cita, R icardo descubre el secreto de la plusvalía, ya q u e el tra b a ja d o r p ro d u ­

-138-
La ley del valor del uso de las cosas o bienes

ce m ás q u e consum e; recibe m enos q u e da; pues el o b re ro v en d e su fuerza de tra b a jo (salario)


p o r m en o s del v a lo r que crea. A s í los capitalistas viven en q u istad o s en el tra b a jo asalariad o de
sus o b rero s.

SISM O N D I, S.
E co n o m ista suizo d e clara visión en algunos pro b lem as económ icos y sociales. S o b re el v a ­
lo r económ ico d e las cosas se expresa en estos térm inos:
"Es a la oposición e n tre el v alo r de uso y el v alo r de cam bio a la cual el com ercio ha re d u c i­
d o to d a cosa, etc." (E stu d es su rl'c c o n o m fe politique. t. II, p. 162)

L A U D E R D A L E , J. M.
A diferen cia d e R icardo, considera el v alo r en función de la o fe rta y la d em an d a de una co­
sa, de la ab u n d an cia o la escasez de un p ro d u cto . P ero la v erd ad es q u e sólo es a b u n d a n te en la
eco n o m ía h u m an a lo q u e cuesta poco tra b a jo p roducirlo, o q u e se da esp o n tá n e a m e n te en la
n atu raleza; p e ro esta es p o co prodiga sin a rra n carle sus riquezas con el tra b a jo hum ano.
"En general, la riq u eza nacional (el v alo r útil) dism inuye en p ro p o rció n de q u e las fo rtu n a s
indiv id u ales au m en ten p o r el au m en to del v alo r venal (de cam bio); es a m edida q u e ellas se r e ­
ducen p o r la dism inución de este valor, q u e la p rim e ra au m en ta g en eralm en te la riqueza nacio­
nal". ( Investigación so b re la naturaleza y origen de la riqueza pública. L ondres, 1808).
A sí, p ues, la riqueza de los ricos dism inuye con el au m en to de la de los p o b res, lo cual e v i­
d encia la sociedad co n trad icto ria en q u e vivim os: el capitalism o b a jo diversas fo rm as de m an i­
festarse: p riv ad o o d e E stado.

F R O U D IIO N , P. J.
E n tre los an arq u istas, fue el teó rico m ás destacad o en eco n o m ía política: percibió, cla ra ­
m en te, la oposición e n tre el v alo r de uso y el v alo r de cam bio:
"Los eco n o m istas han su b ray ad o m uy bien el d oble carácter del valor; p e ro lo q u e no h an
aclarad o con la m ism a nitidez, es su n atu raleza contradictoria; a q u í com ienza n u e stra crítica
(...) E s p o co h a b e r señ alado, en el v alo r de uso y el v alo r de cam bio este chocante co n traste
do n d e los eco n o m istas no ven m ás que cosas m uy sim ples; p e ro hay q u e m o stra r q u e esta p r e ­
ten d id a sim plicidad ocu lta un m isterio p ro fu n d o que es n u estro d e b e r p e n e tra rlo . (...) en té r ­
m inos técnicos, el v alo r d e uso y el v alo r de cam bio son en razón inversa el uno del otro". (S is­
tem a de Ins co n tradicciones em nóm icns o filosofía de la m iseria. P arís 1846).
L o esencial no es se ñ a la r esa contradicción com o ju e g o dialéctico. E s m ás im p o rtan te, in d i­
car q u e el v alo r d e cam bio se aproxim ará al v alo r de uso, cu an d o h u b iera una eco n o m ía auto-
g estio n aria (co m u n ita ria, no capitalista), con alta productividad del trab ajo , cam biándose los
p ro d u cto s en su ju sto valor: sin cargas gananciales, intereses, ingresos p o r tra b a jo burocráticos,
etc. E n una eco n o m ía au to g estio n aria, cuando fu era reb asa d a en gran m edida la fo rm a dinero,
los b ien es y servicios se co m p en sarían e n su ju sto v alo r de cam bio, p u es este oculta b ajo la f o r­
m a d in ero los falsos precio s y la plusvalía, en el capitalism o.

M A R X , Carlos.
P ro fu n d izan d o las co ntradicciones del régim en capitalista, M arx las analiza dialécticam ente
p a ra d e m o s tra r q u e se tra ta de un sistem a económ ico tran sito rio .
"U n o b je to p u ed e se r v alo r de uso sin se r valor. A s í acontece cu an d o la utilidad, q u e ese
o b je to en cierra p a ra el h om bre, no se d ebe al trab ajo . E s el caso del aire, de la tie rra virgen, de
las p ra d e ra s n atu rales, de los b o sq u es silvestres, te. Y, a la inversa, un o b je to p u e d e se r útil y
p ro d u c to del tra b a jo h u m ano sin se r m ercancía. L os p ro d u cto s del tra b a jo d estin ad o s a sa tisfa­
cer las necesid ad es p erso n ales de quien los crean son, indudablem ente, v alores de uso, p e ro no
m ercancías. T ara p ro d u c ir m ercancías, no b asta p ro d u c ir v alo res de uso, sino q u e es m en ester
p ro d u cir v alo res d e u so p ara o tro s, v alo res de uso sociales. El labriego de la E d ad M edia p ro ­
d u cía el trib u to p a ra el se ñ o r feudal y el trigo del diezm o p a ra el cura. Y , sin em bargo, a p esar
de p ro d u cirlo p a ra o tro s, ni el trigo del trib u to ni el trigo del diezm o era n m ercancías. P ara se r

- 139-
Economía autogcstionaria

m ercan cía, el p ro d u c to ha de p asar a m anos de o lro , del que lo consum e, p o r m edio de un acto
de cam bio. F in alm ente, ningún o b je to p u ed e se r v alo r sin se r a la vez o b je to útil. Si es inútil lo
se rá tam b ién el tra b a jo qu e éste encierra, no co n tará com o tra b a jo ni rep re se n ta , p o r ta n to , un
valor". Í FI C a p ita ll.
"C om o cre a d o r de v alores de uso, es d ecir com o tra b a jo útil, el tra b a jo es, p o r ta n to , condi­
ción d e vid a del h o m b re y condición in d ep en d ien te de todas las fo rm as de sociedad, una necesi­
dad p e re n n e y n atu ral sin la que no se concebirían el intercam bio orgánico e n tre el h o m b re y la
n atu raleza ni, p o r consiguiente, la vida h u m an a” (O b r. Cit.)
"El m ism o tra b a jo rinde, p o r tan to , d u ran te el m ism o tiem po, idéntica cantidad de valor,
p o r m u ch o q u e cam bie su capacidad productiva". (O b r. Cit.)
C o n la au to m atización d el tra b a jo , el v alo r decrece p u es se p ro d u ce in fin itam en te m ás va­
lo res d e uso, con cada vez m enos v alo r de cam bio: precio decreciente estim ad o en h o ras de tr a ­
b a jo p a ra p ro d u cir un bien o servicio.
Y si —com o indicaba M a rx — "el m ism o tra b a jo rinde, d u ra n te el m ism o tiem po, idéntica
can tid ad de valor" p o r m ucho que au m e n ta rá la pro d u ctiv id ad p o r h o m b re-h o ra, se in fie re que
al in crem en tarse la productividad en el se cto r de bienes se p o d ría acre c e n ta r !a ocupación en el
se cto r servicios, com o está sucediendo en la eco n o m ía co n ten p o rán ea. E llo in d icaría q u e p o r
m ás q u e crezca la productividad del trab ajo , sin hacerse d e n tro de una eco n o m ía auto g estio n a-
ria, el cap italism o p riv ad o o de E sta d o seguiría p e rd u ra n d o , en q u ista d o en el in crem en to de la
p ro d u ctiv id a d del tra b a jo asalariado.
P ues, b a jo sistem as de socialism o buro crático , la jo rn a d a de tra b a jo del o b re ro suele ser
m ás larga q u e b a jo el capitalism o técnicam ente d esarro llad o , com o e n N o rteam éric a y E u ro p a
occidental. E llo d e m o s tra ría que el acrecen tam ien to d e la pro d u ctiv id ad del tra b a jo no su p era
la eco n o m ía de explotación del h o m b re p o r el h o m b re, si no es in stau rad a una eco n o m ía auto-
g estio n aria, igualitaria, d csab u rg u csad a y d esburocratizada.
L a revo lu ció n científico-tecnológica, especialm ente con la au tom atización del tra b a jo m a­
nu al o in teletu al, crea todas las condiciones, o b jetiv as y subjetivas, p a ra la instau ració n de una
sociedad d e ab u n dancia económ ica. E llo no se ría posible sin im p lan tar un socialism o au to g es­
tio n ario , q u e su p rim a las clases sociales antagónicas, la p ro p ied ad p riv ad a o estatal, las d ife re n ­
cias e n tre tra b a jo m anual e intelectual, el d esarro llo desigual económ ico y tecnológico e n tre la
ciu d ad y el cam po y e n tre países industrializados y su b d esarro llad o s. Se crearía a s í un tra b a jo
social hom o g én eo , qu e se va socializando con la revolución de los o rd e n a d o re s y de las cadenas
au to m atizad as y sem i-au to m atizad as de la producción industrial, agrícola, m inera y la p re sta ­
ción in fo rm atizad a de servicios sociales y públicos.
Im p o rta, pues, q u e haya m uchos v alores de uso hasta que el v alo r de cam bio de ellos tienda
m arg in alm en te a cero, hasta que d esaparezcan la m ercancía y la m oneda: dos categ o rías eco n ó ­
m icas d e una sociedad desigual, burguesa o burocrática, que se o p o n en a la abolición de sus
clases sociales a n ta g ó n ic a s.

NIK1TIN, P.
F .conom fapolftica. E d it. L enguas E x tran jeras. M oscú. E l a u to r tra ta de c o n v ertir el m arxis­
m o en u n a id eología de E stad o , p re se n ta n d o a las dem ás d octrinas económ icas com o un c o n o ­
cim ien to vulgar. R e sp ecto a la ley del v alo r dice enfáticam ente:
"E n el socialism o, la ley del v a lo r no tiene ta n to m argen de acción com o en la sociedad c a ­
p italista, el socialism o lim ita la esfera de vigencia de la ley del valor. E sto se d eb e a q u e en el
socialism o se ha establecido la p ro p ied ad social socialista de los m edios de producción y la eco ­
n o m ía se ad m in istra de acu erd o con un plan único”. (O b r. Cit. p. 296, cap. X III).
E n realid ad , el socialism o de E stad o , que es capitalism o de E stad o m ás p ro p iam en te, no
su p e ra la p ro d u cción m ercantil en la U R S S , p ero com o los p recios están dirigidos, o im puestos
d esd e arrib a, a s í com o los salarios, el l i t a d o , q u e suprim e el m ercad o libre y el d erech o de
huelga, se q u ed a con una m ayor tasa de plusvalía que el capitalism o occidental, d o n d e existe el
d erech o de huelga y la com petencia en un m ercado ab ierto . P ara qu e h u b iera socialism o en la
U R S S te n d ría q u e se r el basam en to económ ico del régim en, no la p ro p ied ad esta ta l sino la s o ­
cial, y q u e la g estión de las em p resas estu v ie ra en m anos de los tra b a ja d o re s m ed ian te sus co n ­
se jo s o b re ro s au to g estio n ario s. Si el E sta d o soviético les com pra b a ra to s sus p ro d u c to s (m cr-

-140-
La ley del valor del uso de las cosas o bienes

caricias) a los o b re ro s y cam pesinos y luego los v ende caros a los consum idores, o b lic u é así
g ran d es ben eficio s d e rro c h ad o s en sueldos de la ’W o m en k latu ra” y en la creación de una in d u s­
tria arriiam en tista a expensas de re d u c ir los ingresos de los o b re ro s y los cam pesinos. E llo es
p ro p io de un capitalism o de E stad o , con tendencias hegem onistas m undiales y no del socialis­
m o, en el se n tid o en que lo e n te n d ía n los grandes p en sad o re s socialistas del siglo X IX , e n tre
ellos M arx y E ngcls, au n q u e son m ás au to g estio n a rio s que éstos, P ro u d h o n y B akunin.

P R E O B R A Z ÍIE N S K Í, E.
L a nueva econom ía. C u ad ern o s del P asado y P re sen te. C ó rd o b a (A rg en tin a), 1968. F ue
u n o d e los teóricos m ás destacados de la doctrina de transición al socialism o en la U R SS. P ero
p o r dcsav cn icn cias con Stalin fue fusilado en las "purgas” de 1937.
"La lucha p o r el p rin cip io de planificación —dice — es, an te todo, u n a lucha p o r la acu m u ­
lación d e recu rso s m ateriales de la econom ía estatal, q u e aseguren el d esarro llo de ciertas rela­
ciones d e pro d u cció n . E sta acum ulación es lim itada p o r la acción de la ley del valor, q u e existe
to d a v ía y está so m etid a, p o r consiguiente, a la influencia del elem en to espontáneo". (O b r. Cit.
p. 208).
E n este sentido, su p rim ir o a te n u a r la acción de la ley del v alo r y el p ap el del m ercad o o to r ­
ga a los b u ró c ra ta s de la planificación centralizada p rio rid ad es en el d esarro llo de la in d u stria
pesada, del a h o rro forzoso, y las trasfcrcn cias g ratu ita s de ingresos del cam pesinado y el o b re ro
a la acum ulación del capital p ara el E stado; p e ro este sistem a no es socialism o sino d espotism o
b u ro crá tico , no n ecesario en una eco n o m ía au to g estio n ad a, basad a en re sp e ta r la ley del ju sto
in tercan b io de trab ajo , en un m ercado au to g estio n a rio y au to rreg u lad o , a fin de q u e el sistem a
económ ico sea d esb u ro cralizado.

- 141-
M istificaciones del valor en los países
capitalistas y socialistas

C A P IT U L O IV

M ISTIFICACIONES DEL VALOR EN LOS PAÍSES


CAPITALISTAS Y SOCIALISTAS
Los secretos del fetichism o de la m ercancía

E l valor de cam bio de las cosas económ icas se m anifiesta más bien extra
que ¡nlra\ es más exágono que e n d ó g en o : una com unidad primitiva, con poca
división social del trabajo, sin propiedad privada ni clases sociales ni E stado,
p roduce y consum e sus valores económ icos como valores de uso más que co­
m o valores de cambio. E n nuestra época m crcantilizada todo es reducido
como m ercancía m enos en la fa m ilia que es una unidad social económ ica
com unitaria en que rige la igualdad, no hay clases y su patrim onio constituye
un cierto com unism o libertario. Incluso, d entro de la esfera económ ica fam i­
liar, los bienes y servicios adquiridos fuera de ella m ediante el dinero como
m edio de cam bio universal, cuando entran dentro de ella, se convierten en
valores de uso o de goce com unitario sin distribución desigual. Así, pues, la
fam ilia es el com unism o entre sus m iem bros, pero no alcanza a la sociedad.
L a econom ía, tal y com o la entendem os hoy, m onetarizada y m crcantili­
zada, con sus sofisticados m ecanism os m onetarios, no rigió siem pre, en otras
edades históricas, cuando la m oneda no jugaba un papel fundam ental, cuan­
do las tribus primitivas hacían trueque de unos productos por otros, entre
ellas d u ran te el salvajismo y la barbarie.
Sin em bargo, d urante la b arbarie y el salvajismo, con una econom ía p ri­
mitiva y poco diversificada, el intercambio económ ico entre tribus, al cam biar
unas puntas de flechas p o r caza o pescado se realizaba la ley del valor-traba­
jo, cam biando un determ inado trabajo en hacer las flechas por igual canti­
dad em pleado en la caza o la pesca. No había así engaño en el intercam bio:
se cum plia la ley de la equivalencia de valores económ icos y la ley de la coo­
peración económ ica y social entre las ram as primitivas de la división social
del trabajo.

-143-
Economía aufogestionaria

E l intercam bio de productos entre naves piratas y tribus indígenas se ri­


gió siem pre sin verse directam ente: los piratas avisaban en la costa desde un
punto alto, haciendo humo, que querían com erciar; dejaban un m ontón de
productos; venían luego los indígenas y dejaban otro m ontón de productos
equivalentes en valor; volvían los piratas y si el intercam bio era justo se lleva­
ban lo d ejado por las tribus indígenas y d ejaban lo suyo equivalente en valor
ya que de otra m anera no había intercam bio, por la sencilla razón de que el
trato en directo im plicaba el riesgo doble de que los piratas se llevaran los
productos expuestos y a las m ujeres y hom bres de las tribus indígenas, como
botín.
L as cosas intcrcam bidas en el m undo antiguo, antes de aparecer la form a
m oneda, eran operaciones diáfanas de com ercio dictadas por una lim itada
división del trabajo social en la esfera local o, cuando m ás,com arcal, en base
a productos concretos cam biados a trueque. E n nuestra época, sin em bargo,
el valor de la tierra (renta percibida por el terrateniente) o el valor del capi­
tal (tasa de interés) o el valor del trab ajo (salario), ocultan operaciones por
las cuales se pagan renta o interés al propietario no productor de productos
agropecuarios o artículos industriales, dándole m ucho económ icam ente en
co n trap artid a de nada. Y en cuanto al precio del trabajo (salariado) se paga
por él m enos de los que produce, ocultando una plusvalía o trabajo no p a ­
gado en cuyo secreto reside la existencia y continuidad del régim en capita­
lista.
E n este orden de ideas, el pueblo Bantú, en Sudáfrica, por ejem plo, antes
de la llegada de los colonizadores capitalistas blancos desconocía el com er­
cio de la tierra, ya que una cosa inmóvil no podía convertirse en valores b u r­
sátiles hipotecarios de tipo capitalista. En ese sentido, el valor de la tierra
era su uso por el trab ajo directo, ya que por encim a del agricultor no había
una clase explotadora organizada como grandes feudales o rentistas (capita­
listas). El capitalism o, como m odo de producción dom inante, ha convertido
casi todos los valores de uso en valores de cam bio o m ercancías, establecien­
do un intenso incrcam bio entre las ciudades industriales que intercam bian
sus productos por los del cam po y entre las naciones, im bricando los m erca­
dos nacionales en el m ercado m undial, categoría dom inante de la econom ía
m ercantil de nuestra época de capitalism o m ultinacional.
En el m undo antiguo, a diferencia del m undo capitalista, las relaciones
económ icas entre los hom bres y las naciones aparecían más claras respecto
al "justo precio" en las trasacciones. San Pablo recom endaba, en la epístola a
los tcsaloniccnscs (I, 4, w . 1-6) lo siguiente: "...hermanos, os rogam os y exho-
ratam os en nom bre de nuestro señor Jesucristo... Q ue nadie m enoscabe y
d efrau d e a su herm ano en cosa alguna; p orque el Señor es el vindicador de
todos éstos, com o tam bién os hem os prevenido y atestiguado".
T ertuliano exclama: "La abundancia es siem pre afrentosa en sí misma.
H ay algunos b árbaros entre los cuales, por ser el indígena muy abundante, se

-144-
M istificaciones del valor en los países
capitalistas y socialistas

acostum bra a ten er a los crim inales en sus cárceles encadenados con oro, y
cargar de riqueza a los malos... cuanto m ás crim inales más ricos" (1)
Si la riquesa ostentosa, perjudicial a la sociedad, obtenida como fruto de
la explotación del prójim o, fuera una inm oralidad o un delito, en el sentido
que lo denuncia T ertuliano, el m undo sería bastante m ejor de lo que es bajo
form as de capitalism o privado o de E stado, donde la burguesía o la b u ro cra­
cia son libres y ricas tan sólo p orque el pueblo es po b re y oprim ido. Y esto
seguirá sucediendo en el m undo m ientras los m edios de producción y de
canbio no sean convertidos en propiedad social, superando la propiedad p ri­
vada y estatal, en una econom ía libertaria autorcgulada por la ley del valor
económ ico cuyo contenido cuantitativo sea el trabajo hum ano abstracto, o
sea, la ley del valor-trabajo. A sí las cosas, nadie que no a p o ñ ctra b a jo ú til d e­
be retirar de la econom ía social libertaria bienes o servicios para la satisfac­
ción de sus necesidades; pues la m oralidad libertaria debe inspirarse en el
principio de que el que no trab aje no com a, si no es jubilado, niño o adolc-
cente a cargo económ ico de la sociedad.
P or otra parte, es necesario establecer en los intercam bios, operándose
autom áticam ente en el m ercado autogestionario, el justo precio entre todos
los bienes y servicios y el justo ingreso en la rem uneración del trab ajo hu­
mano, y decim os ingreso y no salario, pues el ingreso de los trabajadores
asociados con sus m edios de producción depende del resultado variable de
su colectivo de trabajo
Pero, a diferencia de Santo Tom ás, la justicia distributiva debe ser equita­
tiva para todos, y no d ar m ás al que es más rico y posee el capital y la tierra,
de m odo que en la justicia conm utativa (el intercam bio) o com pra-venta to­
dos cam bien sus productos en sus justos valores, más bien las com unidades
autogestionarias, entre sí, los productos de su trabajo sin que haya perjuicio
o engaño p ara nadie. La justicia distributiva es falsa, cuando es desigual, ya
que considera a las personas por su posición (rico, pobre, dom inante o do­
m inado, b urócrata o burgués, coljosiano u obrero).
En las sociedades de clases antagónicas, la justicia distributiva m ira con
privilegio o m cnoscavo a las personas según su situación de poder o de saber,
y, por tanto, crea un sistem a de precios altos de artículos de lujo reservados
para los amos, señores o em presarios. Así las cosas, en el precio de la carne
de ternera, de salm ón o de lomo, por ejem plo, el precio excluye de ese con­
sumo a los consum idores con bajos ingresos o salarios. M ientras esta desi­
gualdad exista en tre los hom bres, ya sea con capitalism o privado o de E sta­
do, la justicia distributiva estará funcionando en el sentido de Santo Tomás,
con vida regalada para los ricos y m iseria o penuria para los pobres, los
obreros y los cam pesinos, no cam biando así el m undo en cuanto a justicia so­
cial, ni poco ni m ucho en el curso de los siglos.

1 T e rtu lia n o . T h e divine in stitu to s, p. 334. A ntc-N icene C histian L ibrary. V ol. 21.
L on d res.

-145-
Economía aufogestionaria

Si el precio de venta de las m ercancías ofertadas en el m ercado se basa


en la justicia distributiva tradicional, unos tendrán alto nivel de vida y otros,
muy bajo. P or consiguiente, una econom ía autogestionaria ha de intercan-
biar los bienes y servicios, en el m ercado, sin m ercaderes ni capitalistas o
agiotistas, en su justo valor conmutativo, pero sin dar lugar a precios distri­
butivos reservados p ara clases privilegiadas. Pues si esto continúa, será difícil
de sup erar la injusticia social y económ ica entre los hom bres, hasta que sea
instaurado un socialismo libertario.
N inguna cosa que vaya al m ercado ha de ser vendida por más de lo que
vale (debido a la existencia de m onopolios onerosos, lo cual es propio del ca­
pitalism o m ultinacional de nuestra época), ni tam poco por m enos de lo que
vale (a causa de que el E stado-providencia otorga subsidios, créditos sin re ­
torno a las em presas, ventajas cam biarías, préstam os a bajo tipo de interés,
"socialización de pérdidas" de em presas nacionalizadas), porque así no se
cum ple la ley del valor-trabajo en los intercam bios. El capitalism o altam ente
concentrado y el socialismo burocrático, ya sea con el m onopolio privado o
con el m onopolio de E stado, adulteran o falsean el funcionam iento de la ley
del valor-trabajo en los intercam bios: ensucian así el agua para que no se vea
el fondo claro de las trasaccioncs económ icas, precisam ente porque en esas
aguas sucias se ocultan sus rentas parasitarias, su posición de clase privile­
giada, contraria a los intereses colectivos del pueblo trabajador y consum i­
dor, que debe ser autoorganizado en una com unidad libertaria como célula
básica de la sociedad liberada del E stado de clase, opresor y explotador del
pueblo.
V olviendo al tem a de la justicia distributiva, en el sentido de que el tra b a ­
jo o la posición social de unos vale más que la de otros, por ejem plo, la de un
obispo que la de un cura de aldea, la de un em presario que la de un obrero,
en O ccidente, o que la de un obrero y un burócrata, en O riente, significa que
la diferencia entre trabajo manual e intelectual o la posición jerárq u ica de
unos respecto a otros, m ientras dure el capitalismo, se opone a la igualdad
entre los hom bres, ya sea con capitalism o privado o de E stado. Ello dem os­
traría que en tanto no sea superada esa contradicción habrá pobres y ricos,
dom inantes y dom inados, consum idores privilegiados y consum idores racio­
nados o sum ergidos por sus bajos ingresos en dinero.
Los producios escasos o los de lu jo , tanto en el E ste com o en el O este,
tanto con burguesías o burocracias dom inantes, serán atribuidos desigual­
m ente: unos, lo tendrán; otros, nunca los alcanzarán, ni con capitalism o occi­
dental ni con socialismo burocrático oriental ¿Y, entonces, donde estaría la
justicia social equitativa en la distribución de los bienes y servicios produci­
dos por la sociedad? ¿Q ué significa, pues, hoy térm inos políticos como d e re ­
cha o izquierda? ¿A caso sustituir en el P o d er a una clase dom inante por
otra? P or eso la explotación de una clase p o r o tra reside en que el trabajo de
todos se hom ogenice en el sentido de que la educación, el dom inio de las
tecnologías, la conducción política y económ ica, no sean privilegio de unos

-146-
M istificaciones del valor en los países
capitalistas y socialistas

pocos; sino accesibles p ara todos, de m odo que todos sepan hacer todo, a fin
de que la ley del valor-trabajo sea igual p ara todos, m ediante una econom ía
autogesíionaría basada políticam ente en la democracia directa. A hora bien,
para ejercerla todos es necesario que la educación científica y tecnológica
esté al alcance de todos, conviniendo las em presas en centros de trabajo y
estudio, dedicando una p arte a la producción y otra, a la educación, a fin de
que haya igual participación p ara todos en su gestión dem ocrática.
Si un régim en dicho socialista o com unista no cumple la ley del valor tra ­
bajo en los intercam bios, dentro de un libre m ercado socialista autogesliona-
do, estableciendo privilegios p ara unas ram as de producción o de servicios
en contra de otras, así, unas profesiones ganarían m ucho y otras, poco; unos,
se ed ucarían en U niversidades y Escuelas de A lta Tecnología; otros, apenas
rebasarían la escuela prim aria; se crearían así otras clases sociales privilegia­
das en función de la educación elitista. Por tanto, con socialismo burocrático,
no sería superada la sociedad de clases, sino sem ánticam ente, quitándoles el
nom bre, pero seguirían existiendo por su contenido socio-económ ico, p o r la
desigualdad económ ica, política, educativa, ciéntifica y tecnológica entre los
hom bres, cosa que está sucediendo en los países de m odelo ("socialista") so­
viético.
Si una persona —en el sentido indicado por Santo T o m ás— "recibe tanto
más bienes cuanto m ás prom inente sea la posición que ocupe en la sociedad"
es difícil que haya justicia distributiva equitativa entre los hom bres, indepen­
dientem ente del régim en político, de d erecha o de izquierda, de que haya
capitalism o dem ocrático o socialismo burocrático.
Según Santo T o m á s ,"(...) en la justicia distributiva no se considera el m e­
dio según la igualdad de la cosa a la cosa, sino según la proporción de las co­
sas a las personas; de tal m odo que así com o una persona excede a otra, así
tam bién lo que se le da a una persona excede a la otra. (...) A la inversa, en
las com ulaciones (intercam bio de cosas) se da algo a una persona singular
por la cosa de ésta que es recibida, como puede verse sobre lodo en la com ­
p ra y venta (...) P or eso es m enester igualar cosa a cosa, de suerte que una
persona le entrege a otra tanto como aquélla se haya enrriquccido con la co­
sa que pertenecía a ésta" (1).
"De ahí —prosigue Santo T o m ás— que en la justicia distributiva se consi­
d ere la siluación de la persona, m ientras que en la justicia conm ualiva sólo
se le considera en tanto origina una diversidad de cosas" (2).
E n este orden de ideas, con trabajo calificado o m anual, unos tienen más
ingresos que otros, de tal suerte que en una econom ía de cambio los precios
racionan o prohíben a unos lo que es fácil de adquirir por otros, cuyos trab a­
jos y ocupaciones o jerarq u ía polílica les perm ite acceder a los consum os de
lujo o de productos escasos. Así, pues, \osingresos desiguales entre las perso­
nas (justicia distributiva) se originan en sus rentas privilegiadas (patrones,
1 S an to T o m ás. Sm nm a teolóyira. pt. 2a. pt., Q . 61, art. 2.
2 S an to T o m ás. Sum ina tco ló y ira. pt. 2a. pt.. O . 61. art. 2.

-1 4 7 -
Economía autogestionaria

políticos, jerarq u ías, obreros, propietarios y rentistas), en el O este, y por su


je ra rq u ía política (directores de em presas, tecnócratas, obreros y koljosia­
nos), en el E ste, lo cual indicaría que m ientras haya una injusta distribución
no h ab rá dem ocracia auténtica entre los hom bres.
Sin em bargo, es evidente que las cosas escasas o raras, que tienen m ucho
valor de cam bio, sería difícil, con capitalism o o socialismo, acceder todos a
ellas, por lo cual habría que d ejar de producirlas, cuando se las considerase
de lujo, o convertirlas en propiedad de todos como los cuadros de pintura,
las esculturas de rara belleza, los tem plos, los parques, paisajes y reservas
ecológicas etc. P or otra parle, los automóviles "Rolls Roycc", el caviar, las jo ­
yas valiosas y raras, tam poco podrían estar al alcance de todos los consum i­
dores, ya que son cosas propias de una sociedad de consum o basada en la in­
justicia distributiva desigual. P or tanto, un socialismo libertario tendría que
ten er otra form a de vida basada en que todos los ciudadanos tengan derecho
a todo, pero ello supone que el deseo no sea puesto en el consum o de lujo,
en com prar cosas escasas o raras, en dar más valor a un diam ante como joya
que como trép an o de perforación de pozos petrolíferos, en que una persona
sea más distinguida p orque lleve un gran coche de lujo que porque sea una
inteligencia notable en descubrim ientos científicos o como creadora de
obras de arte bellísimas
U n a sociedad libertaria debería superar la alienación de los sujetos por
los objetos m ercantiles, com o sucede ahora bajo el capitalism o privado o de
E stado, tendiendo a que el automóvil sea sustituido por buenas lincas de
tran sp o rte colectivo, ferroviario, m arítim o, aéreo, pudiendo llegar a todas
partes todos, cuando lo precisen, evitando congestionar las carreteras donde
se p roducen miles de accidentes mortales.
Y en lodo caso, cuando un producto fuera tan escaso como el caviar, por
no citar otros artículos, podrían ser objeto de racionam iento a fin de que lo ­
dos, sin distinción de clases, alguna vez, pudieran adquirirlos, si ese era su
deseo.
A sí las cosas, ah orrando los capitales disipados inútilm ente en los consu­
mos de lujo o con exceso de consum o im productivo, colocando a todo el
m undo a trab ajar útilm ente, se acum ularía doble o triple cantidad de capital
social, que invertido en desarrollo económ ico y tecnológico haría que se p ro ­
dujese más en una hora que antes en un día, lo cual dism inuiría el valor-tra­
bajo de los productos, pudiendo así alcanzar un socialismo libertario, basado
en una abundancia m esurada p ar todos. E ntonces se podría pasar a una so­
ciedad com unista: cada uno ap o rtaría según su capacidad y recibiría según
sus necesidades, superando, una vez por todas, la econom ía m ercantil capi­
talista y sus dirigentes: burgueses, b u rócratas y tecnócratas.

AMBITO DE LA LEY DEL VALOR

E l capital m ercantil y el capital bancario son parasitarios: el dinero p res­


tado da más dinero; pero no más bienes y servicios. Luego el banquero y el

-148-
M istificaciones del valor en los países
capitalistas y socialistas

com erciante extraen sus beneficios del plus-trabajo que el capital industrial
no pagó a sus obreros. Tal es la m ecánica del régim en capitalista: succionar
plusvalía al hom bre asalariado.
L a em presa autogestora debe elim inar las rentas de sectores parasitarios;
a lo sumo dedicaría un personal reducido a la distribución de productos y a
mecanism os financieros; pero percibiendo un ingreso a ten o r con el ingreso
de los obreros y los cam pesinos. C onsecuentem ente, la producción socializa­
da y autogestionada debe aum entar a ritm o acelerado, al suprim ir los secto­
res parasitarios del capitalism o, que se llevaban la m ayor p arte del ingreso
bruto restándolo a la inversión del capital social, para dcsacclcrar el pro g re­
so económ ico y tecnológico.
B ajo el capitalismo, los asalariados tienden a percibir m enos cuanto más
producen; el capital quiere sustraerse a la ley de la com petencia m ercantil
entre m uchos capitalistas que se disputan el m ercado; hay, pues, que reducir
para ello continuam ente los costos de producción o caer en la crisis, hacién­
doles pagarlas a los trabajadores.
L a ley de la conipetencia actúa en el m ercado interno y en el m ercado inter­
nacional. En el m ercado m undial, las naciones más industrializadas dom inan
los m ercados; se los disputan. P or eso, toda producción nacional tiende a re ­
convertirse p ara ponerse a nivel de com petencia en precios internacionales,
a condición de ir aum entando la productividad del trabajo (plusvalía relati­
va).
La ley de la com petencia nacional fue el signo del liberalismo; la ley de la
com petencia internacional es el destino de nuestro tiem po, en una época de
econom ía planetaria en que la au tarquía económ ica es muy limitada.
Los m ovimientos del oro y de las divisas fuertes van hacia los países con
más bajos costos de producción o con m ejores precios de exportación. E sta ­
dos U nidos dejó de ser el "taller y el banco del mundo" cuando sus precios
de exportación se situaron por encim a de los del Japón y de la Com unidad
Económ ica E uropea. E n este sentido, la ley del valor de cam bio —transfigu­
rad a en la ley de la com petencia m ercantil internacional— se ha tornado
desfavorable p ara E stados U nidos, justam ente p orque la lasa de plusvalía es
superior p ara el capitalism o japonés y no tanto p ara el M ercado Com ún E u ­
ropeo que p ara el em presario nortcam éricano, desalojado del m ercado
m undial p o r los japoneses y los europeos, en m ercancías no de alta tecnolo­
gía, donde E stados U nidos ocupa el prim eer puesto en el m undo con vistas a
la industria autom atizada del siglo XXI.
E l valor de cam bio se presenta com o una relación cuantitativa de paridad
o disparidad de valor entre diferentes productos, pero dicho valor, contra lo
que creen los partidarios de la teo ría del marginalismo (que es un psicologis-
mo económ ico), no es inherente a los productos sino que encarna, en tanto
que categoría económ ica capitalista, determ inadas relaciones sociales, un es­
tado de desarrollo de las fuerzas productivas, una form ación específica de
clases sociales, de E stado y de propiedad.
Los m o d o s de producción, que han pasado por la historia, no se los puede

-149-
Economía autogcstionaria

inventar; están en el tiem po y en el espacio, de acuerdo con el grado de p o ­


der de las fuerzas productivas de cada época, que crean las relaciones socia­
les concordantes con ellas históricam ente: salvajismo, barbarie, com unidad
primitiva, esclavismo, feudalism o, capitalismo...
E n este orden de ideas, el valor de cambio de las m ercancías d esaparece­
rá, com o categoría dom inante del proceso económ ico, cuando haya sido
abolida la producción m ercantil, m ediante la instauración de una econom ía
socialista autogcstionaria a la escala planetaria, sin desarrollo desigual entre
la ciudad y el cam po y entre países adelantados y atrasados, entre trabajo
m anual e intelectual y sin desigualdad económ ica y social entre los hom bres.
M ientras dure el capitalismo, en parte, la ley del valor de cambio d ete r­
m inará la com petencia nacional e internacional entre m ercancías de la mis­
ma especies; regulará los m ovimientos de las divisas y del oro en los cambios
internacionales; acelerará o retrasará la form ación de capital; distribuirá la
cantidad de trab ajo entre las distintas ram as de las econom ías terccrm undis-
tas de m onocultivo dom inadas por el imperialismo; aum entará o dism inuirá
los niveles de precios nacionales o internacionales; atenuará o agravará los
desequilibrios de pagos internacionales entre las naciones; centralizará el ca­
pital en los países industrializados; dcscapitalizará a los países subdesarro-
llados; creará grandes m onopolios capitalistas de m aterias prim as o p ro d u c­
tos m anufacturados (para eludir de la com petencia); producirá crisis econó­
micas destruyendo el capital y las masas sobrantes de trabajo (a la escala
capitalista); pero todo esto no sería posible en un socialismo libertario, uni­
versal y federativo, que hiciera un m undo arm ónico sin ricos ni pobres.
L a ley del valor de cambio, ciegam ente, som ete la econom ía capitalista a
un caos espontáneo, a los ciclos de p rosperidad y depresión, derivados de la
naturaleza contradictoria de la producción y la distribución consustanciales
con la sociedad burguesa o el socialismo burocrático, pero 110 con una socie­
dad libertaria y autogcstionaria que supere todas las form as de propiedad
con la propiedad social universal.
L a ley del valor de cambio, con sus alienaciones y contradicciones, con­
dena al capitalism o a crisis cíclicas o crisis crónica, en su etapa más avanza­
da de desarrollo tecnológico; pero la creación de grandes m onopolios capi­
talistas tienden a neutralizar la ley del valor, haciendo que los precios no
sean la expresión de los costos: gastos de capital, m ano de obra, más un b e­
neficio, sino que los precios pueden estar así, con m onopolios, varias veces
p o r encim a de su costo de producción. Por ejem plo, el petróleo de Arabia
saudita no cuesta más de 0,10 centavos de dólar por barril al pie de pozo, p e ­
ro se vendía, en 1984, a más de 28 dólares, p orque lo controlaba el cartel de
la O P E P , que fija arbitrariam ente sus precios por acuerdos m onopolistas de
sus países miembros.
El capitalism o, p ara perd u rar, económ ica y politicam ente, se cartcliza:
form a "pools", "holdings" y "trusts", a fin de no producir más de lo necesario,
de m odo que la adición de una unidad más de producción o de varias nunca

-150-
M istificaciones del valor en los países
capitalistas y socialistas

haga b ajar el precio del m ercado p o r debajo del costo de fábrica. E n este
sentido, el capitalism o m ultinacional atenúa los efectos depresivos de la ley
del valor de cambio, no perm itiendo que haya una gran abundancia de bie­
nes, a fin de atenuar la sobreproducción relativa, pero a costa de los consu­
m idores que pagan caro lo que debieran adquirir barato. Por consiguiente,
los m onopolios se oponen a la ilim itada expansión de la econom ía de abun­
dancia, ya que la econom ía burguesa está som etida al principio de la escasez
como un tonel de D anáides a recibir agua que no consigue llenarlo.
La ley del valor de cambio actúa determ inativam ente en la econom ía
m ercantil; no se la p o d rá eludir con capitalism o privado ni con capitalism o
de E stado. P o r ejem plo, el cáculo económ ico, planificado revela restringida-
m ente la ley del valor de cambio en la econom ía soviética, por más que se la
quiera eludir económ icam ente.
Stalin realizaba, a expensas de los koljosianos, una gran acum ulación de
capital, desconociendo la ley del valor, pero especulando, económ icam ente
gracias a ella. E n 1934 com pró centeno en las granjas colectivas (koljoses) a
13 rublos los 100 kilogramos, cargando sobre ese precio inicial un im puesto
estatal de intervención de 80 rublos; es decir, adquiría el centeno a 13 rublos
y lo vendía a 93, obteniendo así plusvalía de Estado. E n el caso del trigo tam ­
bién, lo com praba a los koljoses, a 17 rublos y lo vendía a 107 rublos a las fá ­
bricas de pan, percibiendo una ganancia de 90 rublos. D e esta m anera, Stalin
desarrolló la industria pesada, los arm am entos, la econom ía cstatista, a costa
de expropiar gran p arte de sus ingresos a los agricultores soviéticos, que re ­
presentaban el 60% de la población soviética, en la década de 1930-40.
P or estos procedim ientos económ icos estatistas, suprim iendo el papel
m ercantil autorregulador del m ercado, Stalin acum uló capital proveniente
de la población cam pesina que financió, con la entrega de los productos
agro-pecuarios a bajo precio al E stado, ni más ni m enos que bajo las entre­
gas obligatorias a los déspotas feudales, a los m andarines o príncipes asiáti­
cos. Y es que sin la existencia de un m ercado autogestionario, donde se cum ­
pla la ley del valor-trabajo en los intercam bios entre las distintas ram as de
producción o de servicios sociales y públicos, hay dictadura económ ica de
los b u rócratas planificadores y centralizadores del p o der económ ico. Así,
pues, una de las condiciones fundam entales del socialismo verdadero es que
haya una econom ía autogestionaria de m ercado, pero sin capitalistas, acap a­
radores, corporaciones del privilegio, interm ediarios onerosos y parásitos de
todo tipo; una econom ía autogestionada donde com pitan cooperadores, co­
lectivos y autogestores, en beneficio de todos los consum idores y trab ajad o ­
res, de todo el pueblo.

OBJETIVACION DEL VALOR

No debem os ignorar las leyes económ icas, ni tener un respeto fetichista

-1 5 1 -
Economía autogcstionaria

po r ellas, ya que son categorías históricas: su validez objetivas está condicio­


nada p o r el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales que
son el contenido de un m odo de producción. A l cam biar un sistem a de p ro ­
ducción y distribución, en una sociedad determ inada, tam bién cam bian las
leyes económ icas que le son inm anentes. E n consecuencia, las leyes econó­
micas son válidas p ara un régim en de producción, pero no lo son en todo o
en p arte p ara otro sistem a diferente. P or ejem plo, la ley del valor de cambio,
la ley de oferta y la dem anda, la ley de la com petencia m ercantil, no rigen en
igual m edida en los países de planificación centralizada que en los países de
econom ía socialista de m ercado o de régim en capitalista.
H ay que conocer, las leyes objetivas de la ciencia económ ica sin divini­
zarlas, sin alienarse en ellas, y tom arlas com o conceptos puros del entendi­
m iento hum ano p ara justificar regím enes económ icos anacrónicos, basados
en la explotación del hom bre por el hom bre, o para prcfabricar sistem as so­
ciales utópicos, que se alienan en un idealism o sem ántico (cam biar el nom­
b re de las cosas contradictorias sin suprim irlas para hacer un cambio de fo r­
ma, p ero no de contenido).
E n vez de buscar las soluciones, para com batir las injusticias sociales, en
falsos m oralism os o con un capitalism o de E stado (que por más que quiera
no es socialismo al suprim ir la dem ocracia directa de las m asas en la gestión
de la econom ía), hay que adelantarse en el conocim iento de las leyes econó­
micas socialistas, a fin de construir una sociedad liberada de la explotación
del trab ajo ajeno, cosa que no p o d rá hacerse, sin saber a fondo, la anatom ía
y fisiología del capitalism o, p ara no reproducirlo con otras form as sem ánti­
cas com o capitalism o de E stado.
La ley básica de la econom ía m ercantil es la ley del valor de cambio: d e­
term ina el proceso económ ico con cierta autorregulación, siem pre que no
esté lim itada por m onopolios privados o de Estado.
U n a sociedad com ienza a producir valores de cambio (m ercancías) cuan­
do su estructura económ ica se basa en la propiedad privada o estatal de los
m edios de producción y de la tierra. Ello crea una determ inada división del
trabajo y, consecuentem ente, una econom ía m ercantil en que los productos
pasan por la form a dinero: sólo p orque se trata de intercam bios entre p ro ­
ductores privados o entre em presas de E stado, ejerciendo un m onopolio en
la producción y un control del m ercado. Ello no sucedería así con em presas
cooperativas, autogestionarias o com unitarias, en un m ercado liberado de
los m onopolios privados o del Estado, com o sucedía en las colectividades
anarquistas españolas de 1936-39, en cuyos intercam bios se cum plia la ley
equitativa de intercam bio y la ley del valor-trabajo.
E n una econom ía igualitaria de abundancia, la producción m ercantil y la
ley del valor de cam bio irían perdiendo significación económ ica (razón de
existencia objetiva), a m edida que sea su p erad a la econom ía m ercantil y la
desigualdad entre los hom bres.
Ello dem uestra, p o r consiguiente, que el valor de cam bio (m ercancía) es
M istificaciones del valor en los países
capitalistas y socialistas

propio del capitalismo; pero lo im portante en un socialismo libertario, es


que abunden los valores de uso, a fin de superar la ley del valor de cambio.
E n este sentido, el cambio de sistem a transform a las categorías económ i­
cas en sus signos contrarios, debido a su dcpasam icnto. C uando el hom bre
rebase el nacionalism o económ ico, y la desigualdad entre los hom bres, las
clases, la p ropiedad privada o estatal y el valor de canbio, serán una catego­
rías pretéritas: historia de la econom ía más que la m edida de todas las cosas
cuantificadas en dinero, com o sucede en el capitalismo.
B ajo el capitalism o privado o de E stado, donde im pera la m ercancía, la
ley del valor de cam bio de los productos del trabajo hum ano reduce lodos
los bienes a la form a dinero. E n el m undo de la producción m ercantil lo que
im porta no es el valor de uso (trigo, hierro, carne o aceite etc.), sino el valor
de cam bio (el precio en m oneda) de estos productos.
L a m oneda, con la magia de los precios, encubre el m undo fetichizado de
las m ercancías; es la alienación p o r el dinero en una sociedad donde los m e­
dios de producción no pertenecen al p ro d u cto r directo, sino al capitalista ex­
plotado r del trabajo asalariado.
E n las econom ías esclavistas y feudales, los productos eran diferentes por
sus diversos usos; (p ero tenían poca im portancia como valores de cam bio);
en la econom ía m ercantil todos los productos son hom ogéneos en tanto que
valores de cambio, equivalentes a una cantidad determ inada de dinero: (tra ­
bajo abstracto, cristalizado en las m ercancías) p ara p o der cam biarlas las
unas por las otras, d entro de un régim en de apropiación privada o estatal de
la producción social. P ero en una econom ía autogestionaria, el m ercado no
actuaría ciegam ente, sino en interés social de los trabajadores y consum ido­
res auto-organizados, dueños y 110 juguetes del capital privado o de E stado.
El precio, expresión m onetaria del valor de cam bio de una m ercancia, no
indica con sus cifras más que una cantidad determ inada de trabajo social
medio, congelado con el producto a enajenar. El precio es la transfiguración
en dinero del valor venal de la m ercancía: "la m agnitud de valor de una m er­
cancía cam bia en razón directa de la cantidad y en razón inversa a la pro d u c­
tividad del trabajo" (1). Ello explica, consecuentem ente, que la riqueza, bajo
las burocracias o las burguesías proviene del trabajo del pueblo. P ero puede
elevarse inflando su precio si cuando sobra m ucho café, trigo, petróleo, vino,
etc., los capitalistas destruyen una p arte de estos productos para elevar sus
precios, m antener la econom ía de escasez obteniendo así m ayores beneficios
p erpetu an d o el capitalism o que —con ab u n d an cia— iría a una baja general
de precios lo cual determ inaría el advenim iento del socialismo.
La ley de los precios, en el m ercado mundial y en los m ercados naciona­
les, constituye una faceta más de la ley del valor de cambio transfigurada en
el fetichism o de las divisas y las m onedas. Los econom istas, que ignoran la
ley del valor-trabajo de las m ercancías, m istifican la realidad económ ica. Así,

1 Marx, C. 1•'! capital Cap. I.

-153-
Economía autogcstionaria

p o r ejem plo, las diferencias de niveles de productividad del trabajo, entre


países avanzados o subdesarrollados, determ inan dentro de las econom ías
nacionales, ¡os cam bios diferenciales, las tarifas arancelarias y la contingen-
tación de im portaciones: sólo p ara contrarrestar la ley de desarrollo econó­
mico y tecnológico desigual de país a país que, en el fondo, es la distinta ac­
tuación (com petitiva) de la ley del valor de cambio, de país a país.
T ras la explotación del trabajo asalariado por el capitalista —oculta en la
ley del valor de las m ercan cías— la ley del valor-trabajo ap o rta la explica­
ción de las contradicciones en la econom ía capitalista. L a ley del valor de
cam bio es la categoría fundam ental de la econom ía capitalista: su dialéctica
im plica un desarrollo económ ico contradictorio, cuando los productos revis­
ten necesariam ente form a de m ercancía, el dinero y el m ercado constituyen
así categorías determ inantes de la producción y la distribución, en el sentido
d e que los que trabajan p o r un salario reciben m enos que las clases dom i­
nantes im productivas, que consum en m ucho y trabajan poco.
Sólo la econom ía libertaria pueden superar esas antinom ias arm onizando
el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones sociales m ediante la
p ro p ied ad social.
M ientras la econom ía esté som etida a los intereses de las clases explota­
doras —dueñas del capital, de la tierra o del E stad o —, la m istificación d o ­
m inará a la ciencia económ ica, explicándola más con palabras que con he­
chos objetivos. N o se llega así al fondo de la ciencia económ ica fctichizada
p o r fenóm enos m onetarios, crediticios, bancarios, impositivos, cambiarlos,
p ara ocultar las causas de la inflacción, las crisis económ icas o las recesio-
nes, el crecim iento económ ico hacia cero, las oscuras relaciones de in ter­
cam bio entre los países industrializados y subdesarrollados, los m isterios del
alza del dólar, en un tiem po, y la baja, en otro. E n suma, las doctrinas econó­
micas de clase, p o r m ás que se las quiera revestir como ciencia, con ayuda de
las m atem áticas, no pasarán de ser el reflejo de los intereses de las clases do­
minantes: burguesía (O este) y burocracia (E ste).

DINERO Y VALOR

La ley del valor de cambio constituye la dinám ica de la econom ía m er­


cantil burguesa, basada en la p ropiedad privada de los m edios de p ro d u c ­
ción, el trab ajo asalariado, la plusvalía, la m oneda, la separación del trabajo
y del capital y una cierta división del trabajo social entre dirigentes y dirigi­
dos, a fin de p erp etu ar la sociedad de clases.
El proceso de cam bio capitalista rige entre productores privados que
com pran y venden sus productos p o r m edio del dinero: quivalcnte general
del valor. Las m ercancías, con sus etiquetas de precios, expresan cantidades
diferentes de dinero o valor respecto de una m ercancía única (dinero). E n la
producción m ercantil desarrollada, casi todos los productos de la industria,

-154-
M istificaciones del valor en los países
capitalistas y socialistas

la agricultura y la prestación de servieión pasan p or la form a dinero, a fin de


que, en la circulación de las m ercancías, los capitalistas obtengan ganancia.
E l hecho de que no se pued a cam biar m ercancía-m ercancía (M -M ) se debe
a que la producción social perten ece a productores privados. E n consecuen­
cia el dinero (D ) se erige así en D ios de la sociedad capitalista, en períodos
de p rosperidad; en dem onio, d urante las crisis económicas, en que millones
de trab ajad o res se quedan sin dinero, sin p oder de com pra, sin pan y sin tra ­
bajo, p orque el capital no es de todos sino de la burguesía o del E stado.
La producción m ercantil —que fue progresiva en el apogeo del capitalis­
m o — se ha tornado en econom ía rctrogresiva y anacrónica; pues tiene m u­
chas depresiones económ icas. Justam ente p o rq u e la com pra y la venta son
polos antitéticos de una producción basada en la escisión del trabajo y del
capital, creando así una econom ía antitética en tre salarios y precios, entre
producción y consum o, entre interés particular c interés general. E n este
sentido, la form a m oneda —que revisten las m ercancías— es un velo que
oculta la p ropiedad privada o estatal del capital, que crea las clases sociales.
L a misión del dinero —en la econom ía capitalista m ercan til— es po n er en
relación a productores privados p ara intercam biar sus productos en el m er­
cado, dom inado por los capitalistas con sus em presas m onopólicas y m ulti­
nacionales, que ejercen una dictadura económ ica.
Con dinero (valor de cam bio iniversal) se paga el salario por el trabajo
ajeno: se aliena al obrero en su salario, haciéndolo esclavo tem poral del em ­
presario. E l dinero —com o determ inante de la desigualdad en una sociedad
dividida en clases asigna, a cada una de ellas, una parte determ inada y desi­
gual en el rep arto de la producción. T odo se com pra y se vende por dinero:
bienes m ateriales y espirituales. E l dinero es, por tanto, el dem onio alienante
de la sociedad capitalista de consumo.
E l dinero se acum ula en los bancos: tem plos del capitalism o. E n esos
tem plos, más m onum entales que las catedrales góticas o los castillos feu d a­
les, se entroniza la deidad de la sociedad m ercantil: el B ecerro de O ro. La
magia del dinero p o r m edio del préstam o. A sí la nada se presenta como si
fuera el ser: la ontología del capital es así más dificil de descifrar que la del
ser hum ano. Pocos filósofos son capaces de descubrir en el m undo ignoto
que la m ercancía, cóm o se objetiviza la alienación del espíritu por el dinero.
E l dinero-valor de cam bio pone todos los días a las personas en relación,
no por afinidad espiritual en tre ellas, sino p o rq u e las personas son p o rtad o ­
ras de cosas enajenables; cada ser d ep ende de otro o de otros: el dinero es el
hilo de esa relación de dependencia, invisible p ara los filósofos idealistas y
los ideólogos burgeses. E l dinero (acum ulando el capital en las ciudades) ha
form ado las grandes urbes, donde todo llega como m ercancías, que tienen
que pasar p o r la form a dinero.
La vida cotidiana de la ciudad es em inentem ente mercantil: su m undo re ­
cóndito reside en el fetichism o de la m ercancía. L a sociedad autogestora d e­
berá desarrollarse fuera de ese m ercantilism o. D e lo contrario no rebasaría

—155 —
Econ om ía au togesíionaria

el universo concentraeionario del capital privado o de Estado: la sociedad


soviética es lina prueba evidente de ello. P or eso en la sociedad libertaria,
debería ser fundam ental la propiedad social autogcstionaria.
E l socialismo autogestionario tiene que superar el fetichism o de la m er­
cancía y la econom ía caótica de las grandes urbes que contienen —en ger­
m e n — la sociedad burguesa, dando un desarrollo arm ónico a las ram as de
producción y de las ciudades y el campo.
Ilay , adem ás, que sup erar la contradicción entre la ciudad y el cam po
por m edio de federaciones de industrias y servicios, de em presas de autoges­
tión, p ara haccr posible un desarrollo arm ónico, que no ha conseguido el
m odelo soviético, pues, en M oscú como en Nueva York, el único D ios es el
dinero. Así, la econom ía urbana m ercantil tiene su círculo vicioso en el dine­
ro, tanto con el dólar com o con el rublo.
El dinero (rep artid o desigualm ente) es necesario en una sociedad con
privilegios: su misión es ser nexo entre com pras y ventas y asignar un consu­
mo desigual a cada clase social. E n la econom ía m ercantil (privada o estatal)
lo que im porta es el valor venal y no el valor de uso de los productos. G ra ­
cias al valor venal de las cosas, los com erciantes, los banqueros, los em presa­
rios y toda la población im productiva viven del trabajo ajeno no pagado:
fuente única de ganancia o de ingreso p ara los capitalistas o los burócra-
tas.E n la econom ía autogcstionaria todos deben trabajar: ningún hom bre po­
dría explotar a otro, porque el capital perten ecerá a la sociedad auto-organi­
zada y por eso la producción aum entará al suprim ir los explotadores y los
parásitos que existen en el capitalism o.
A la leyes im placables del m ercado, en las cuales el dinero hace de S ata­
nás, se som eten John Bull, Tio Sam y el Krem lin. Al p o der om ním odo y alie­
nante del m ercado no puede sustraerse ningún capitalista por más dueño de
su destino que pueda creerse. La alienación económ ica, sobre todo cuando
llega cíclicam ente las crisis de sobreproducción relativa, se traduce como
alienación del em presario, que independientem ente de su voluntad y su con­
ciencia, ve cerrad a su fábrica a ritm o inferior de su capacidad real de p ro ­
ducción.
B ajo el régim en de producción m ercantil, la fórm ula (D -M -D ) (dincro-
m crcancía-dincro), realiza un acto de com prar prim ero para vender des­
pués, obteniendo ganancias. Los em presarios y los com erciantes practican
esta fórm ula que transform a el dinero en capital para obtener un beneficio.
En la industria, el capitalista adquiere con dinero (D ) fuerza de trabajo (m a­
no de obra asalariada) y m aterias prim as que, en conjunto, representa (M ).
U tilizando la fuerza del trabajo, las m aterias prim as y el equipo de capital en
el proceso de producción, se genera más valor que (D ), es decir (D !), del
cual sale la ganancia del capitalista: contenida en el valor de la m ercancía
com o un plus-valor, no pagado por el capitalista al obrero ya que de hacerlo
suprim iría la plusvalía y con ella al capitalismo.
P ara los capitalistas, el dinero entra dos veces en su fórm ula (D -M -D -);

-1 5 6 -
M istificaciones del valor en los países
capitalistas y socialistas

p ara el obrero sólo una vez: (M -D -M ). A quí el dinero recibido en concepto


de salario se convierte en m ercancía (m edios de subsistencia); no produce
ganancia alguna. Ello condena al obrero a ser alienado en la producción ca­
pitalista: pues no le pertenece a el su trabajo ni sus productos, sino al em p re­
sario. Y com o obrero ofrece su fuerza de trabajo (M ) a cam bio de dinero(D )
o salario que se convierte en m ercancía (M ) o m edios de consumo.
El dinero del obrero pasa del com prador (conum idor) a la caja del ven­
dedor (capitalista), precisam ente p orque la m ercancía vendida no es valor
de uso p ara el vendedor, sino simple valor de cambio. El com erciante y el
em presario no consum en más que, en pequeñas proporciones, lo que ven­
den, ya que sus productos, d entro de la división del trabajo, son para otros,
no p a ra sí. La alienación constituye así un fenóm eno de la producción de
m ercancías, del trabajo parcelario de la sociedad de dom inación, en que está
separado el capital y el trabajo p o r la p ropiedad privada o estatal, que circu­
lan en form a dinero o de m ercancías transfiguradas.

M ERCANCIA, DINERO Y CAPITALISMO

E n la econom ía m ercantil, el capital circula como valor de cambio por el


m ercado, de m ercancías en busca del dinero p ara convertirse luego en capi­
tal. E l dinero como dinero y la m ercancía com o m ercancía se diferencian
únicam ente por su form a de en frentarse el uno contra la otra: cada uno es,
dialécticam ente, su contrario y, sin em bargo, son idénticos como frutos del
trabajo humano: oro o trigo, p o r ejem plo; ambos como productos del trabajo
del m inero o del agricultor transform ado en valores de cambio p ara el m er­
cado.
El capital-dinero tiene que producir más dinero. Tal es el secreto de la
producción p ara otros: el dinero, que no es por sí, fuerza productiva, p ro d u ­
ce dinero-ganancia p orque som ete el trabajo asalariado a la dictadura del
capital. Esto constituye una especie de ley de entropía económ ica, que va
degradando progresivam ente al capitalism o com o m odo de producción, d e ­
bido a que éste desutiliza una enorm e cantidad de fuerza productivas (paro
obrero, poca capacidad productiva de las em presas en época de crisis, etc.).
Los bancos, la bolsa de com ercio, las com pañías de seguros, los p resta­
mistas, las casas de cam bios y otros tem plos del dinero donde se adora el fe­
tichismo de la m ercancía; com erciantes, banqueros, interm ediarios de todas
clases; todos están prendidos com o zánganos a la circulación de la m ercan­
cía, en su form a de valor de cam bio. E sc parasitism o se refleja como inflac-
ción de los precios de los productos, que circulan como m ercancías. Por
ejem plo, en la A rgentina suelen ser, frecuentem ente, más elevados los coslos
de distribución (inflación de precios por los com erciantes) que los costos de
producción (valor cam bio de las m ercancías al salir por las puertas de las fá­
bricas). Si una sociedad consiguiera elim inar esta entropía económ ica, inme-

-1 5 7 -
Economía autogestionaria

dialam cnlc aum entaría la ren ta cfccliva por habitante; pero ello sólo puede
hacerse m ediante una econom ía autogcstionaria que libere a los trab ajad o ­
res de la explotación de las burguesías m onopolistas o de las burocracias to ­
talitarias.
E n el capitalism o privado o de E stado, con burguesía o burocracia dom i­
nantes, una p arte de la plusvalía (excedente económ ico social) es la p arte de
consum o im productivo que hacen las clases parasitarias, salvo la parte desti­
nad a a inversión, p ara reproducir o am pliar el capital existente, que será ésta
tanto más tran d e cuanto sea más pequeño el consumo im productivo. E n este
sentido, las burocracias totalitarias, con capitalism o de E stado, pueden im ­
p ed ir cuando tom an una gran p arte de la ren ta social como ingresos b u ro ­
cráticos, el crecim iento económ ico acelerado de la econom ía de un país.
M ientras el fetich ism o de la m ercancía y del dinero, el interés del capital,
la m agia de los tipos de cambio, los im puestos directos e indirectos la plusva­
lía sustraída al trabajo asalariado, los precios políticos o de m onopolio, cons­
tituyan, entre otras cosas, el contenido de un régim en económico, ya sea con
capitalism o privado o de E stado, la econom ía política será una ciencia misti­
ficada, cuyas determ inaciones escaparán al control de quienes p retendan di­
rigirlas voluntariam ente.
P ara que la ley del valor de cam bio fu e ra superada o m u y lim itada en su
acción económ ica tendríam os que estar en un sistem a económ ico com pleta­
m ente diferente del capitalism o privado o del socialismo de Estado; disfru­
tar de un régim en económ ico de plena abundancia de bienes y servicios ob­
tenidos trab ajo autom atizado; estar en una sociedad com unista libertaria en
q ue cada uno ap o rtara según su capacidad y recibiera según sus necesida­
des; extender, p o r así decirlo, el actual co m unism o fam iliar, donde cada
m iem bro ap o rta según puede, pero recibe equitativam ente con igual d e re ­
cho que todos los dem ás, com ida, vestido, alojam iento, etc. Si bien un m iem ­
b ro activo, como trab ajad o r dentro de la familia, recibe más que un niño; p e­
ro, en realidad, sin más derecho de hogar, com ida y vestido que los adultos
que aportan ingresos a la econom ía com unitaria familiar. O tras form as de
com unism o, aunque no en una econom ía de abundancia, están constituidas
p o r las com unidades m onásticas donde las m onjas y frailes tienen iguales d e ­
rechos económ icos, aunque no sean iguales en poder de decisión dentro del
convento; pues una simple m onja o fraile no es igual jerarq u ía que la m adre
abadesa o el abad-rector.
Q uiere decir, pues, que es falsa la tesis soviética de que el p a so del socia­
lism o al com unism o se realizaría, cuando el prim ero haya p rep a ra d o las ba­
ses tecnológicas y económ icas p ara el segundo. No. E l hom bre, por más
idealista que parezca, es la m edida de todas las cosas: puede incluso, si tiene
m oral suficiente y espíritu de sacrificio, practicar la igualdad en la m iseria lo
q ue tiene m ucha grandeza m oral y abnegación. P ero el socialismo subdesa-
rrollado, con poca industrialización, quizá creara m enos fuerzas productivas
que el capitalism o; lo cual no lo justificaría, histórica, política y socialm cnte,

-1 5 8 -
M istificaciones del valor en los países
capitalistas y socialistas

como un régim en económ ico superior a éste, como sucede en los países del
COM ECON.

VALOR, PRODUCTIVIDAD Y COM PETENCIA

E l valor de cam bio de las mercancías tienen un denom inador com ún: el
tiem p o de trabajo socialmcnte necesario para producirlas. Si cam biaron, en
1970, una tonelada de trigo por 60,0 dólares o un equivalente en oro de 54
gramos, significaba que p ara producir esos mismos gram os de oro hacía fal­
ta, más o menos, el mismo tiem po de trabajo o costo de producción que para
el trigo, siem pre que el precio oficial del oro esté congelado en dólares por
disposición del F ondo M onetario Internacional (FM I), donde el dólar hace
la ley del em budo, según los acuerdos de B retton-W oods (1944). T anto que
en 1974, el presidente Nixon pudo abolir, unilatcralm cntc, la convertibilidad
del dólar en oro y, a pesar de ello, seguir m anipulando el FM I.
Si el dólar, entre 1934 y 1984, perdió un pod er adquisitivo de 90 centavos
en su m ercado interno, no es posible, en buena lógica económ ica, que siguie­
ra valiendo en el FM I —en o ro — casi la misma cantidad de miligramos. Ello
significa que los precios de exportación norteam ericanos son altos en E sta ­
dos U nidos p ara los países del "Tercer M undo". No se cum plia así, con el
precio del oro congelado, la ley general del valor de las m ercancías, m ientras
existan m onopolios internacionales y siga im perando el dólar, en el Fondo
M onetario Internacional, un dólar inconvertible en oro que sube o baja su ti­
po de cam bio respecto de otras m onedas o eleva la tasa de interés por enci­
m a del 10%, p ara atraer así capital extranjero a USA.
El factor cum ún del valor en las m ercancías es el trabajo: sin ésta sustan­
cia hum ana productiva sería im posible cuantificar el intercam bio. Pues el
oro, la plata o cualquier m oneda-m ercancía, son productos del trabajo como
el trigo, el hierro, el acero y aún el papel-m oneda que es exponente de valor
de una econom ía nacional, m ejor o peor éste según que la situación de ella
sea buena o mala.
El valor de cambio com enzó a m anifestarse en la form a siguiente: a) co­
mo trueque o valor relativo de dos cosas, es decir, 1 hacha de "silex" por = can­
tidad determ inada de pescado o de carne; b) com o valor general, esto es, 1
carnero = varias cosas diferentes; c) com o valorequivalencialgeneral (form a
de dinero), o sea, 1 onza de oro = 5 quintales de trigo, 20 m etros de tela, 1
oveja, un arado, etcétera.
E n el prim er caso, el valor relativo o trueque es propio de las sociedades
prim itivas o paleolíticas; el segundo corresponde a las culturas nco-líticas o
la prim itiva edad de hierro; en el tercero aparece la producción para el m er­
cado, com o form as precapilalistas, cuando la producción no pasa, en gran
parte, a la form a dinero, propia de la econom ía m ercantil desarrollada.
L a m oneda-m ercancía juega el p a p e l equivalente general de valor-trabajo
Economía autogcstionaria

social general condcnsado, hom ogéneo, uniform e, idéntico en la m oneda cu­


ya finalidad es cam biar trabajos heterogéneos, concretados entre distintas
m ercancías. L a diferencia entre las m ercancías y la m oneda estriba en que
éstas son trabajos concretos y ftingibles, m ientras que la m oneda es una m er­
cancía abstracta o equivalente general del valor económ ico, si bien la m oneda
debe ser producida tam bién por el trabajo hum ano (oro o m etales precio­
sos), es dccir, si no es m oneda insolvente o inflacionaria (papel-m oneda).
P ero aúii el papel-m oneda más despreciado responde a un crédito sobre una
econom ía nacional, siendo así p o rtad o r del valor de cambio, m ayor o m enor
según que el dinero-papel sea peor o m ejor en su poder adquisitivo.
P ara el m inero, el oro extraído no es valor de uso, sino valor de cambio,
m ientras que p ara quienes operan en el m ercado, el oro o el dinero son m ó­
dulos universales de valor que cam bian producciones especializadas. Sudá-
frica, p o r ejem plo, gran productor mundial de oro, no lo conserva, ya que lo
tiene que cam biar por trigo, m aquinarias, servicios y bienes, procedentes del
com ercio internacional. E l oro fluye hacia los países no productores del mis­
mo, pero cuya relación de intercam bio les es favorable, por m ayor desarrollo
económ ico y tecnológico. En este sentido, las monedas-divisas convertibles
van hacia los países ricos desde los países pobres endeudados.
E l oro sudafricano afluye a E stados U nidos y a E u ro p a occidental, donde
el com ercio atrae al metal amarillo, en virtud de la descapitalización de los
países subdesarrollados, en razón de que los países industrializados com pran
barato y venden caro en el T ercer M undo que sufre una colonización finan­
ciera del mismo estilo que las experim entadas bajo banderas extranjeras, en
tiem pos de los im perios coloniales, que han cam biado su vieja colonización
p o r la nco-colonización del T ercer M undo.
Com o el trabajo hum ano tiene diferentes grados de productividad de un
país a otro, en virtud de la ley de desarrollo económ ico y tecnológico desigual,
resulta que una hora de trabajo de un latinoam ericano, debido a sus equipos
de capital anticuados, rinde 3 a 7 veces m enos (según sector económ ico) que
en E stados U nidos, Japón o en E u ro p a occidental. E n tales condiciones, la
ley de la com petencia m ercantil se traduce en la política del tiburón con las
sardinas: el país más industrializado se traga al país m enos desarrollado, si
una protección aduanera no defiende com crcialm cntc los m ercados interio­
res de los países subdesarrollados. P ero las em presas m ultinacionales sosla­
yan el proteccionism o de los países del T ercer M undo, vistiéndose de capital
nacional en virtud de las inversiones directas de capital en los países subde­
sarrollados, donde se afincan en form a de m onopolios exclusivos: industrias
quím icas, explotación de m aterias prim as, industrias m anufactureras, servi­
cios, com ercio, bancos y otros sectores económicos.
E n los países industrializados b ajaría el valor de cambio de las m ercan­
cías si aum entara la productividad del trab ajo y con ello abundan los valores
de uso. La abundancia de bienes, que no absorbe el m ercado interno, debe
transform arse en capital de exportación a la regiones del T ercer M undo, pa-

-160-
M istificaciones del valoren los países
capitalistas y socialistas

ra obtener allí la máxima tasa de ganancia, ya que hay escasez de capitales y


la hora de trabajo es más b arata que en E u ro p a O ccidental, Japón y E stados
U nidos. A sí, pues, el eapila! extran jero busca la m a yo r tasa de plusvalía, cu el
exterior, para aum entar sus ganancias obtenidas en países del Tcreer M undo,
pero con el tiem po los saquea de oro y divisas convertibles y, adem ás, les
endosa una gran deuda externa.
L a s diferencias de productividad del traba jo de país a país actúan sobre la
ley del valor de cam bio (ya que el trabajo es su sustancia) y sobre la ley de la
com petencia m ercantil internacional, que coloca desfavorablem ente en el
m ercado mundial a los países económ ica y tecnológicam ente atrasados. En
este sentido, las m onedas de los países tccnificados son sólidas y las de los
países neo-coloniales, débiles. U n a m oneda es, por consiguiente, el exponen-
te de las técnicas y la econom ía de un país; es expresión de la com petividad
m undial de una econom ía nacional, ya sea capitalista, estatista o, autogena-
ria. Yugoslavia, por ejem plo, país aulogcstionario, por falta de compctitivi-
dad internacional de su econom ía, se había endeudado, hasta 1987, en 21.400
millones de dólares con bancos y gobiernos extranjeros. Ello prueba que con
socialism o o no una econom ía nacional, si no quiere endeudarse tiene que
ser com petitiva en el m ercado mundial.
Todos los países viven o eslán en el m undo en un tiem po histórico dado,
pero no lodos ellos cuentan con igual grado de progreso económ ico y tecno­
lógico. L a diferencia de adelanto entre L atinoam érica y N orteam érica sería,
a la escala económ ica de desarrollo desigual, la misma que entre un verte­
b rado y un invertebrado, en la escala zoológica. M ientras que esa difencia de
técnica, ciencia y productividad del trabajo no sea corregida, por un cambio
de sistem a en L atinoam érica, es inútil que las burguesías latinoam ericanas
pidan m ejor relación de intercam bio con N orteam érica: el pez gordo se co­
m erá al flaco. Sólo un cam bio de sistem a en A m érica L atina puede perm itir
un tiem po de más acum ulación de capital social, p ara alcanzar, en pocos
años, el desarrollo norteam ericano; pero no em pleando su mismo sistema
económ ico y estrategia industrial, sino un régim en de federalism o continen­
tal económ ico, basado en la autogestión, por abajo, y en la cooperación por
arriba. El "sallo hacia adelante" no pasa por el capitalism o, sino por el socia­
lismo, en países del T ercer M undo, pero no el socialismo de m odelo soviéti­
co, sino el socialismo libertario.
La desigualdad económ ica de p a isa p a ís constituye el dram a del capitalis­
mo: (crisis, guerras, revoluciones, conflictos, cesación de pagos, en d eu d a­
m ientos condicionantes de la independencia económ ica; desocupación en
masa. Sólo el socialismo federativo universal puede superar esas contradic­
ciones y antagonism os, que conducen a la violencia entre las clases sociales y
entre las naciones rivales, provocando guerras y revoluciones, m ientras no
im pere la unidad en el m undo sobre la base del socialismo federativo y de la
autogestión en los lugares de producción.
La lucha entre las naciones explotadoras y explotadas, ricas y pobres, rc-

-1 6 1 -
Economía autogestionaria

sidc en sus diferentes grados de técnicas, de progreso económico, de p ro ­


ductividad del trabajo, que se traduce por costos diferenciales de produc­
ción p a ra el mismo producto fabricado con desigual valor de cambio, res­
pecto de m ercancías de la misma especie.
E l capitalism o privado o de E stado, ambos a la escala nacional, no p u e­
den absorber su propio progreso económ ico y tecnológico, sin crisis econó­
micas, sin guerras p o r el rep arto del m undo, sin revoluciones sociales. L a re ­
lación de intercam bio m undial desfavorable p a ra el T ercer M undo es el re ­
sultado del desigual coslo de producción de país a p a ís para un m ism o
producto, y por ello con grados distintos de com petencia m undial entre p aí­
ses dom inantes y países dependientes. E sta contradicción universal, en la
dialéctica de la historia contem poránea, tiende a convertirse en el principal
antagonism o entre países ricos y pobres. C onstituirá un dram a del m undo en
los finales del siglo X X y com ienzos del siglo XXI.
Sin. em bargo, los países subdesarrollados, que, tengan riquezas básicas
m undiales, p odrán atenuar a su favor, la relación de intercam bio desfavora­
ble p ara los países m enos ricos. P or ejem plo, los países árabes, V enezuela y
otros, que controlaban el m ercado mundial del petróleo, entre febrero de
1972 y 1973 aum entaron los precios de éste un 359%, habiendo alcanzado,
en Libia, niveles astronóm icos: 18 dólares por barril, contra m enos de u$s 3
en 1970. A sí las cosas, los im portadores de petróleo, E u ro p a occidental y J a ­
pón principalm ente, que tenían balanzas m ercantiles en superávit hasta
1972, tuvieron déficit en su balanza de com ercio exterior. Japón, que reveló
un superávit de balanza de com ercio exterior con unos u$s 7.000 millones en
1972, tuvo un déficit de u$s 11.000 en 1973. Pues no es posible que, a causa
del cartel del petróleo, lo que cuesta en A rabia Saudita 0,24 por un barril de
p etróleo FO B hubiera llegado a venderse a más de 40 dólares por barril en
el m ercado libre de R otterdam . No se cumple así la ley del valor de cambio a
escala universal, conduciendo esta contradicción económ ica, a corto plazo, a
una gran depresión com o la de 1929-33, que todo el m undo espera y no hace
nada serio o eficaz p ara evitarla; así las cosas, en cuanto al petróleo, en 1987
el cartel de la O P E P veía b ajar los precios de los crudos sin poder evitarlo,
reduciendo la producción de barriles p ara aum entarlos.
L a U nión Soviética, por su parte, que es productora y exportadora de p e ­
tróleo, no paga "royalities" como los "trusts" petroleros internacionales, hace
pagar a los países socialistas herm anos el petróleo soviético a varias veces su
precio de costo. Con ello, se produce en la zona de influencia soviética un
neo-colonialism o del rublo, muy parecido al que rigió con el dólar en su zo­
na de influencia de los países latinoam ericanos: protectorado de USA.
En una palabra, que las contradicciones entre los USA y la URSS serían
m enos agudas que las contradicciones entre países neo-coloniales e im peria­
listas. E llo no cxluye de los conflictos neo-coloniales a la URSS, la cual se ha
visto envuelta en intervenciones militares: H ungría (1956); Checoslovaquia
(1968); China (varios choques militares de fronteras). Así, pues, la lucha in-

-1 6 2 -
M istificaciones del valoren los países
capitalistas y socialistas

tcrnacional, entre el im perialism o y el T ercer M undo, es consecuencia del


intercam bio desigual, de cam biar lo que cuesta un esfuerzo de 1 hora de tra ­
bajo de U SA por m uchas de trabajo contenidas en otros productos tercer-
m undistas subvahiaclos respecto de los artículos m anufacturados y capitales
exportados por los países industrializados, creando así una relación de in ter­
cambio desigual inspirada en la ley del em budo.
A l n o cum plirse la ley del valor de cam bio, subiendo un producto como el
petróleo varias vcccs más que su costo de producción, su precio está inflado
como precio de m onopolio de los países del cartel de la O P E P , m ientras, al
contrario, otros productos del intercam bio m undial, por no ser m anipulados
tanto com o los del petróleo, se quedan congelados; descienden en sus p re ­
cios, produciendo así un déficit de balanza com ercial en los países exporta­
dores de productos prim arios no petrolíferos.
T odo esto sucede en el com ercio mundial porque el dólar es la divisa-re-
serva, el p atró n de valor universal, que ha sustituido al patrón-oro, pero sin
ajustar autom áticam ente la paridad de valor de las m onedas en virtud de los
"puntos de entrada y de salida del oro". Ello corregía, m ejor que el dólar, las
cotizaciones de las m onedas com o divisas y los déficit de balanza de com er­
cio exterior entre los países concurrentes al com ercio m undial.
E l dólar, unilateral y arbitrariam ente, tiene la posibilidad de deber a los
no residentes en E stados U nidos billones de dólares por venta de títulos del
T esoro norteam ericano, por "swaps", petro-dólares, nipo-dólares y otros dó­
lares —en el e x te rio r— no convertibles en oro, no recuperables, por los cua­
les sólo se pagan intereses, pero nunca el capital principal. A sí las cosas, por
no cum plir la ley del valor de cam bio, en el sentido que lo hacia el sistem a
de patrón-oro, el Tio Saín es el m a yo r deudor del m u n d o ; pero, sin em bargo,
el más p róspero de todos los países. ¡Qué paradoja!
Pagando altos tipos de interés, porque nunca am ortiza anualidades, E sta­
dos U nidos es el m ayor im portador de capitales en el m undo y, por otro la­
do, el m ayor exportador de los mismos, con sus préstam os a países subdesa-
rrollados y sus inversiones directas de capital en el extranjero. D u ran te los
dos "shocks" petroleros internacionales, en 1973-74 y 1979-81 los E stados
U nidos llegaron a im portar, algunos años, petróleo equivalente al 50% de su
consum o nacional; pero los dólares pagados por ese petróleo im portado
quedaban (com o petro-dólares, dólares reserva de divisas) en los países p ro ­
ductores y exportadores de crudos; petro-dólares que, en buena parte, vol­
vían a E stados U nidos, para obtener altos tipos de interés, adquiriendo títu­
los del T esoro norteam ericano.
E stados U nidos, después de la segunda g uerra m undial de 1939-45, está
ejerciendo un im perialism o m onetario, por m edio del FM I, que le perm ite
saquear financieram ente a otros países, gracias a que el dólar incum ple la ley
del valor equitativo en los intercam bios internacionales, luego de haber susti­
tuido el dólar-divisa-m undial al patrón-oro, abolido por la libra esterlina y el
dólar d urante la gran depresión mundial de 1929-33 que se prolongó hasta

-163-
Economía autogestionaria

1939; pues las grandes depresiones económ icas suelen term inar con el co­
mienzo de las guerras m undiales. Y de ahí que el capitalismo, para durar co­
m o m odo de producción anacrónico, reproduzca el mito de Saturno que d u ­
raba com iéndose a sus propios hijos.
El desperdicio de riquezas en dos grandes guerras mundiales, sum ado al
de dos depresiones y varias rccesioncs económicas, más la dcsutilización de
m uchos millones de trabajadores en paro, sin contar otras cosas negativas en
el capitalism o, lo cuestionan política, económ ica, social y m oralm entc, como
régim en económ ico anacrónico e inm oral que para durar históricam ente,
produce, lina econom ía de escasez, con destrucción de riquezas, evitando así
que éstas se produzcan en exceso, p era que la burguesía y la pequeña b u r­
guesía —dos clases im productivas— sigan usufractuado el poder político y
económ ico en O ccidente. A ello habría que añadir que, por causa de las ele­
vadas ren tas parasitarias de las burocracias seudo-com unislas, restadas a la
inversión de capital social, el "comunismo" de tipo soviético ha caído en una
crisis de desabastccim iento de sus poblaciones a nivel de subsistencia m íni­
m a, de subconsum o.
L a hum anidad, en los finales del siglo XX, gracias a la gran productivi­
dad del trabajo, a la m ecanización de la agricultura y a la progresiva autom a­
tización de la industria, sin crisis económ icas, sin guerras, sin millones de d e­
socupados, trabajan d o todo el m undo útilm ente, sin hacer consumo im pro­
ductivo com o las burguesías, las burocracias y la tecnocracias, estaría ya en
condiciones económ icas, sociales y tecnológicas, de instaurar un socialismo
libertario, capaz de crear más fuerzas productivas, más riquezas, más abun­
dancia de todo, que el capitalism o de m onopolio occidental y el capitalism o
de E stado oriental.
E stados U nidos, ignorando la ley del valor del justo intercam bio entre los
hom bres y entre las naciones, colocando el dólar como m onarca absoluto en
el FM I y en el BIRF, ha establecido un imperialismo m onetario oneroso y
ominoso, que le facilita la explotación de otros países, particularm ente los
países afro-asiáticos y latinoam ericanos.
Así, por ejem plo, la degradación de los térm inos de intercam bio en A fri­
ca, sobre 1980 = 100, había hecho p erd er a este continente, en 1988, más de
la m itad de sus entradas de divisas p o r exportaciones, en función de que los
países industrializados exportan caro e im portan barato hacia y desde él. En
este sentido, la situación del T ercer M undo ha ido em peorando, económ ica
y financieram ente, con el crecim iento de su pesada deuda externa que as­
cendía, en 1989, a unos 1,3 billones de dólares.
E n igual sentido, la deuda externa de A m érica Latina, que era de 352.183
millones de dólares en 1983, ascendió, en 1988 a unos 440.000 millones de
dólares a pesar de haber transferido, hacia los países ricos acreedores unos
200.000 millones de dólares, en concepto de usurarios intereses, entre 1980 y
1989. E sta brutal dcscapitalización de A m érica L atina la ha colapsado eco­
nóm icam ente: sus bancos centrales se han quedado sin reservas de oro y di­

-1 6 4 -
M istificaciones del valor en los países
capitalistas y socialistas

visas que han sido succionadas p o r el capital extranjero; su crecim iento eco­
nóm ico a descendido a cero habida cuenta de que- su crecim iento anual de
población es del 2,6%; y la desocupación en las grandes ciudades latinoam e­
ricanas deja a millones de trabajadores en paro. Ello explicaría que en V ene­
zuela y A rgentina, durante 1988, masas urbanas ham breadas se tiraron a las
calles asaltando los m ercados, ya que la inflación de los precios dejaba muy
m erm ados a los salarios. E n estas condiciones va aum entando, con una crisis
en form a de bola de nieve, el partido del descontento popular.
A m érica Latina, en deudada hasta más no p o d er por el capital financiero
internacional, cada vez más pobre p o r causa de las inversiones extranjeras,
de los préstam os a altos tipos de interés exigidos p ara cancelar sus deudas,
tiene una perspectiva pesim ista en el sentido de que todo tiem pos futuro
puede ser p eo r que el pasado y el presente, si sus masas populares no se li­
beran revolucionariam ente, a corto o m ediano plazo, del im perialism o eco­
nóm ico y de su sostén interior: los gobiernos indígenas adm inistradores del
pago de la deuda externa que deben ser derrocados violentam ente, m ediante
la estrategia y la táctica de la guerra revolucionaria, según hem os expresado
en nuestros libros: Estrategia de ¡a guerrilla urbana, Teoría de la violencia, De-
sa f í o al Pentágono, Guerrilla 1 y Estrategia de la acción directa o la guerra sin
barricadas, frentes fijos, ni batallas prolongadas.

TRANSFIGURACIONES DEL VALOR

La ley del valor de cam bio era más transparente en la época de los gran­
des econom istas clásicos, cuando la econom ía m ercantil estaba regida por la
m oneda m etálica, oro y plata principalm ente, com o m oneda-m ercancía y
hasta el régim en del patrón-oro, cuando todas las m onedas nacionales tenían
un com ún denom inador en el m etal amarillo, con más o m enos gram os de
contenido, pero integradas en este sistema hom ogéneo.
D uran te la gran depresión de 1929-33, que se prolongó con m enor inten­
sidad hasta el estallido de la segunda guerra m undial, se abandonó el patrón-
oro, colocando a la libra esterlina y al dólar como m onedas-reserva universa­
les, falsam ente convertibles en oro, hasta que ello quedó evidente para el dó­
lar, en 1974, cuando el presidente Nixon decretó la inconvertibilidad del
dólar en oro, debido a que los déficit del balance com ercial o de pagos exte­
riores hacían imposible p ara E stados U nidos estar dentro de las ataduras de
este m etal precioso. Así, por ejem plo, en 1988, el déficit de la balanza de co­
m ercio exterior norteam ericana se cerró con más de 132.000 millones de dó­
lares, valor equivalente a varias veces de la producción mundial de oro, lo
cual haría im posible el funcionam iento del sistem a del patrón-oro, a m enos
que E stados U nidos no devaluara el dólar en varias veces más que su valor
actual con relación al oro.

—165 —
Economía autogestionaria

T ero la república del dólar m antiene incam biado el valor de su divisa a


causa de que nunca recu p era con oro los déficit de su balanza de com ercio
exterior, ni tam poco los cientos de miles de millones de dólares debidos a
otros países en concepto de curo-dólares,petro-dólares,"sw.apS que perm iten
a E stados U nidos ser, al mismo tiem po, el país más rico y el más endeudado
de todos; pero con la diferencia de que otros países que E stados U nidos
cuando deben a éste país, tienen que pagarle, pero éste no les paga cuando
les debe miles de millones de dólares, en virtud de que el dólar es la m one­
da-reserva universal en el Fondo M onetario Internacional (FM I), privilegio
que no tienen, en el m undo, ninguna de las m onedas.
G racias a esos m ecanism os trucados, el dólar elude la ley del valor de
cam bio en sus relaciones económ icas con el resto del m undo, en sus inter­
cam bios internacionales; no paga lo que debe con igual valor, sino con una
m oneda de cuenta que, p ara el acreedor, constituye reservas en dólares no
recuperados por E stados U nidos. D e esta m anera, una buena parte de la
pro sp erid ad norteam ericana provienen de sus deudas exteriores im pagadas
y, en gran parte, p restadas al d eudor pagando un interés por el uso de ese
capital, aunque sin pagar nada por sus am ortizaciones, cosa que no pueden
haccr los endeudados países del T ercer M undo.
A l no regir una ley del valor de cam bio a nivel internacional, las m onedas
im periales, el dólar, en el FM I, y el rublo, en el C O M E C O N , tienen una ru ­
leta tru cad a p ara ganar siem pre en sus intercam bios internacionales con los
países som etidos al dólar o al rublo.
L a ley del valor de cam bio, muy m istificada en nuestra época, donde es
eludida o no cum plida, perm ite que el dólar, elevando la tasa de interés del 9
al 10%, reciba la mayor p arte de los petro-dólares o los euro-dólares o los
nipo-dólares, con los cuales E stados U nidos neutraliza su déficit de muchos
miles de millones de dólares en su balanza de com ercio exterior, sin necesi­
dad de devaluar el dólar, sin ap retar el cinturón a los consum idores n o rtea­
m ericanos. E sto sería im posible hacerlo en tiem pos de A dam Smith, de R i­
cardo y de M arx y dentro del sistem a del patrón-oro, donde las m onedas co­
tizadas com o m ercancías en el exterior, cuando bajaban, tenían que ser
devaluadas autom áticam ente, cosa que no tiene necesidad de haccr el dólar
en nuestro tiem po, ya que él hace la ley m onetaria y su tram pa en el FM I.
E n el régim en de truque primitivo, y aún ahora entre países con carencias
de divisas convertibles, se cum ple la ley dél valor de cambio igualando los va­
lores de unas m ercancías contra otras, cuando ninguna de ellas tenga precios
de m onopolio com o el petróleo; pero en los intercam bios en que interviene
el dólar los valores económ icos exportados por los países neo-coloniales ex­
perim entan una relación crónica de intercam bio desfavorable.
Si no se cum ple la ley del valor en los justos intercambios entre países,
debido al im perialism o m onetario del dólar en el FM I y del rublo en el C O ­
M E C O N , a la cartelización de los principales productos o artículos del co­
m ercio nacional e internacional, al control m onopólico de las m aterias p ri­

-166-
M istificaciones del valor de los países
capitalistas y socialistas

mas básicas y de los productos y artículos principales, al proteccionism o


arancelario, a los subsidios o subvenciones otorgados a las exportaciones o a
em presas fallidas, a la m anipulación de los tipos de interés, a la explotación
m onopólica de las paten tes y tecnologías de punta, al uso y abuso de la infla­
ción y la devaluación de las m onedas y o de sus cambios flotantes (sin tener
en cuenta otras cosas o políticas p ara eludir la ley del valor de cam bio), se
explicaría así que las potencias (hcgcm ónicas o im perialistas, en el terreno
económ ico), ganen gratuitam ente lo que p ierden los países dependientes o
subdcsarrollados, integrados en el FM I o en el C O M E C O N , para sufrir el
im perialism o m onetario del dólar o del rublo.
L a econom ía m undial, sin la existencia de un sistema m onetario universal
respetuoso de la ley del valor de cambio, crea una econom ía antagónica en­
tre las naciones im periales y neo-coloniales, entre los m onopolios y los con­
sum idores, entre los dueños del capital y los trab ajadores asalariados, entre
los que ganan lo que otros pierden p o r causa de un régim en económ ico ins­
pirad o en la ley del em budo con lo ancho siem pre del lado de los países im­
periales, de las burguesías m onopolistas o de las burocracias totalitarias.
El dólar es una m oneda nacional, por más fuerte que se crea, y sufro to­
das las vicisitudes de la econom ía estadounidense: déficit astronóm ico del
presupuesto gubernam ental, de la balanza de com ercio y de pagos; gastos
masivos en la defensa nacional; im portaciones excesivas no com pensadas
p o r iguales o superiores exportaciones; difícil com pctitividad de sus m ercan­
cías, en el m ercado m undial, ante las de igual especie procedentes de E u ro ­
p a occidental y Japón; en suma: el dólar es una m oneda nacional y no uni­
versal y, p o r tanto, interfiere y no cum ple económ icam ente la ley del valor de
cambio en las transacciones m ercantiles entre las naciones.
Com o no rige la ley del valoren fu n c ió n de la m oneda-m ercancía univer­
sal, com o sucedía hasta que la libra y el dólar abandonaron el régim en del
petrón-oro durante la depresión de la década 1930-40, se han producido in­
tercam bios leoninos posteriorm ente. Así, por ejem plo, por igual o m enor
cantidad de petróleo im portado, E uro p a-C E E , en 1973, pagó 16.284 millo­
nes de dólares, lo cual endosó un déficit arbitrario a la balanza de com ercio
exterior de los países integrados en la C E E . E stados U nidos, a su vez, entre
1973 y 1980, elevó sus gastos por im portación de igual o m enor cantidad de
petróleo, desde 7.031 millones a 74.112 millones de dólares, pero sorteando
m ejor su déficit de balanza energética que la C E E , ya que el petróleo se ven­
de en dólares y los países exportadores del mismo acum ulan sus dólares, no
en sus propios bancos, sino devolviéndolos a E stados U nidos, en gran parte,
como inversiones o adquisiciones de títulos del T esoro norteam ericano, a fin
de obtener pingües intereses, cosa que no sucede con los países de la C E E .
Pues aunque éstos paguen iguales intereses o más que E stados U nidos los
petro-dólares giran en torno del dólar y no de las euro-divisas o del yen.
Si el sistem a m onetario internacional estuviera dentro de algo parecido al
patrón-oro, sería imposible que, en un solo año, un solo producto del com cr-

-167-
Economía autogesüonaría

ció m undial com o el petróleo, con sus subidas de precios m onopólicos, equi­
valiera a varias veces el valor de la extracción de oro en el O este y en el Este.
C oncretam ente, sin el m ecanism o del dólar en concom itancia con el cartel
internacional del petróleo, con régim en de patrón-oro el petróleo nunca hu­
biera tom ado el ascensor a voluntad de los países de la O P E P y del "Interna­
tional petroleum cartel".
Los gobiernos del Este, p ara que la burocracia del sistema de planifica­
ción centralizada m anipule la econom ía en razón de sus intereses de nueva
clase, ignoran la ley del valor de cambio de los bienes y servicios, otorgando
subvenciones a la incom petencia en la gestión de las em presas, subsidiando
los precios políticos de gran consumo, ejerciendo el m onopolio del com ercio
interior y exterior, pero la experiencia histórica dem uestra que el régim en
económ ico de Polonia se viene abajo y que en la U nión Soviética un precio
político no puede estar congelado m ucho tiem po, ya que el déficit del presu­
puesto del gobierno soviético asendió, en 1988, a más de 100.000 millones de
rublos a causa de las subvenciones de todo tipo.
Los gobiernos de países del T ercer M undo, seducidos por el p o der polí­
tico incondicionado que representa el E stado-providencia, han hecho las
m ayores aberraciones económ icas, financieras, impositivas, cam biarías y cre­
diticias, usando y abusando de la inflacción m onetaria, de la emisión de mo­
n ed a insolvente p ara cubrir los déficit del presupuesto del gobierno, hacien­
do devaluaciones m onetarias hom eopáticas diarias, sem anales o m ensuales,
hasta que sus m onedas no valen nada, no cum pliendo ni poco ni m ucho la
ley del valor de cam bio en las transacciones económ icas cotidianas. Así, por
ejem plo, en la m ayor p arte de los países latinoam ericanos ya la única m one­
d a de referencia es el dólar y, en su defecto, se "indexan" todos los valores
económ icos m ensuales, no sabiendo nadie ni lo que cambia, ni lo que paga,
ni lo que gana. E sta política caótica, en el terreno económ ico, experim enta
un doble engaño: el dólar, por más estable que se crea, se devalúa o d ep re­
cia, según las situaciones, o se devalúa o aprecia en función de mecanism os
financieros com o el alza del más del 10% en los tipos de interés para los ex­
tran jero s que invierten sus dólares en E stados U nidos. P or otra parte, el
enorm e endeudam iento interno y externo de E stados U nidos, sus enorm es
gastos de la defensa nacional y otros problem as, tarde o tem prano, irán de­
preciando al dólar que, por más que quiera, no es un valor más firm e que el
oro, ya que el dólar se im prim e a voluntad m ientras que el oro hay que ex­
traerlo de la tierra y no se m ultiplica m ilagrosam ente.
Si los precios fueran estim ados en razón de la ley del valor-trabajo todos
los países, todos los productores y consum idores, estarían en igualdad de
condiciones económ icas sin que nadie p o r el cam bio recibiera m ás de lo que
diera o cambiara, a condición de que la econom ía no fuera controlada por
m onopolios, carteles, "trusts", "pools", em presas m ultinacionales o potencias
im periales. U n a econom ía diáfana, inspirada en el interés social, tendría que
ser integrada intcrnacionalm cntc por federaciones autogestionarias de p ro ­

-168-
M istificaciones del valor de los países
capitalistas y socialistas

ducción y de servicios, realizando intercam bios equivalentes determ inados


por la ley del valor-trabajo, pero su basam ento tendría que ser la autogestión,
y la cooperación de tal suerte que el capital esté al servicio del trabajo y no
como ahora que sucede a la inversa. T odo indicaría, pues, que para volver a
una econom ía inspirada en el respeto a l a ley del valor-trabajo, no es op era­
tivo el keyncsianismo, ni el sistem a soviético, ni el neo-liberalism o friedm a-
niano, sino la instauración de una econom ía libertaria universal o que, al m e­
nos, com ience a ser practicada, inicialm cnte, en la esfera nacional en países
con dem ocracia directa respetuosos de la ley del valor-trabajo.
P ero quien más debiera resp etar la ley del valor-trabajo, no es la econo­
mía capitalista, sino la (dicha) socialista o de m odelo soviético; pero p arad ó ­
jicam ente, sucede todo lo contrario; pues en la URSS la tccno-burocracia se
opone, m ediante el sistem a de plapificación económ ica centralizada, al fun­
cionam iento de una econom ía socialista de mercado. P or consiguiente, a que
la ley del valor de cambio, objetivam ente, autorregule la oferta y la dem anda,
los precios reales, una sana com petencia entre grupos colectivos de produc­
tores y consum idores y, en definitiva, a que rija el cálculo real contable en los
bienes y servicios, teniendo las em presas que ajustarse, necesariam ente, a
producir com petitivam ente y a generar un excedente económico.
China y Yugoslavia, en parte, han superado el sistema soviético, dejando
que el m ercado socialista no sea interferido totalm ente por los escalones bu­
rocráticos de planificación centralizada; no fijan en totalidad a los cam pesi­
nos un sistem a de entrega obligatoria de "cuotas" de productos agro-pccua-
rios, sino que esa producción en buena p arte entra en el m ercado; así el sis­
tem a de precios revela más realm ente que en la URSS los verdaderos costos
de producción de los bienes y servicios; el valor-trabajo constituye, en parte,
la determ inante de los precios, lo cual evita la form ación de largas colas en
los alm acenes; las amas de casa, así, no pierden su tiem po en las "colas" es­
p erand o conseguir un producto escaso. Las cartillas de racionam iento, para
ciertos artículos de consum o, no tendrían sentido, en el m ercado socialista li­
bre, ya que la ley del valor ajusta la o ferta y la dem anda bastante m ejor, sin
costos burocráticos, que el G O SPLA N y los m inisterios soviéticos.
E n la URSS, por rechazar dogm áticam ente el libre juego de la ley del va­
lor-trabajo, funcionan tres m ercados cncorsctados: 1) el m ercado oficial,
aparen tem en te libre, pero con racionam iento y "colas" interm inables para
conseguir pocos productos; 2) el m ercado de la Bcriozka o de transacciones
en divisas-capitalistas donde los precios son más bajos y los artículos m ejores
que los del m ercado oficial; 3) el m ercado koljosiano o de productos agro­
pecuarios obtenidos por los cam pesinos en sus lotes privados; pero con to­
dos esos m ercados la URSS, luego de más de 70 años de "socialismo", tiene
colas de consum idores insatisfechos, peor abastecidos que en O ccidente.
E l G O SPL A N puede vanagloriarse de que sus precios están controlados,
dando la sensación, no de objetivismo económ ico, sino de un voluntarismo
ideológico que, en econom ía, lom a los deseos por realidades. Y los resulta­

-169-
Economía autogestionaria

dos históricos desm ienten que los tecno-burócratas sean más objetivos que
el libre juego de las leyes de un m ercado autogestionario socialista, liberado
de especuladores, de interm ediarios y de m ercaderes.
E n este ord en de ideas, China, liberando, en gran m edida, a sus agricul­
tores de las entregas obligatorias al E stado de productos agro-pecuarios, d e­
jan d o a las cooperativas y com unidades cam pesinas producir más en liber­
tad, consiguió en 1988 una cosecha de cereales de 351 millones de toneladas,
contra 192 millones la U R S S que, dicho sea de paso, cultivó unos 108 millo­
nes de hectáreas, contra unos 87 millones China. A sí las cosas, los chinos han
pasado a ser exportadores de m aíz y de arroz, m ientras que los soviéticos y
los países del C O M E C O N im portaban más de 50 millones de toneladas de
cereales, algunos años, en la década 1980-90. Y es que los rendim ientos de
productos agrícolas p o r h ectárea son más elevados en China que en la
U RSS, quizá p orque los agricultores chinos producen interesados en los re ­
sultados de su más libre trabajo que en la URSS, los koljosianos.
Así, paradójicam ente, China alim enta a 1.100 millones de habitantes, y
exporta todavía una p arte de su arro z y maíz, m ientras que la URSS, con
m ás extensión de superficies cultivadas, tuvo que im portar en 1988 más de 40
millones de toneladas de granos panificables y alimenticios para el ganado.
Q uiere decir que la escasez, en Rusia, no es inherente a la m ala calidad de
las tierras o el excesivo frío, sino a que sus agricultores no producen tan efi­
cientem ente com o los de China y Yugoslavia: dos países socialistas m enos
burocráticos —más objetivos —, más autogestionarios que la URSS donde
no se respeta la ley del valor-trabajo, donde la m oneda y los productos que
se intercam bian no cum plen la ley de la cooperación ni la ley de la equiva­
lencia de intercam bio, sin que en las transacciones unos ganen lo que otros
p ierden; en este caso a favor del E stado y en contra de la Sociedad.
P o r rechazar, dogm ática y sistem áticam ente el papel objetivo y au to rre­
gulador de la ley del valor-trabajo, la burocracia soviética ha incrciado su d e­
sarrollo económ ico y tecnológico: la industria pesada resta crecim iento eco­
nóm ico y detiene la reconversión industrial de la industria ligera; la econo­
m ía urbana, por q u erer precios agropecuarios políticos o congelados, ha
subdesarrollado la econom ía rural, con una agricultura incapaz de autoabas-
tecer a los consum idores soviéticos; y como en el m ercado faltan bienes y so­
b ra dinero insolvente se produce una crisis de subeónsum o, como sucedía en
la E d ad M edia, m ientras que las crisis en el capitalism o han sido más bien
de sobreproducción relativa.
P ara que la inflacción se acelere en la URSS, cuando sobra dinero a los
consum idores, se paga un producto más y más caro en los m ercados libres
koljosianos o se trata de com prar divisas extranjeras, cotizando el rublo a un
tercio de su valor, p ara proporcionarse dólares, a fin de com prar productos
o artículos occidentales en los alm acenes Beriozka y otros.
Síalin, p ara corregir las tendencias inflaccionistas en la U RSS, usando y
abusando de su poder om ním odo, el 14 de diciem bre de 1947 decretó que se

- 1 70 -
M istificaciones del valor de los países
capitalistas y socialistas

cam biara 1 rublo nuevo por 10 rublos viejos: dcscapitalizó así a los ahorris-
tas, quitándoles el 90% de su acum ulación en dinero; pues el nuevo rublo se­
guía valiendo (adquiriendo) como un rublo viejo. Ni los em peradores rom a­
nos, ni los príncipes más déspotas pudieron hacer esta operación m onetaria
de Stalin, en virtud de la cual el E stado les quitaba a sus súbditos 9 rublos de
cada 10, a fin de que hubiera m enos o ferta m onetaria de dinero en el m erca­
do, produciendo una deflación m onetaria a costa de todos los ahorristas so­
viéticos.
Lo real es que la econom ía soviética —p o r no funcionar en el sentido ob­
jetivo de las leyes económ icas, o p o r virtud de los deseos de la burocracia to­
ta litaria —, se ha desarrollado más lentam ente que la de países como Japón,
sin poder alcanzar aconóm icam cnte, en setenta años de revolución socialis­
ta, a los E stados U nidos, en vanguardia del progreso tecnológico. Ello les ha
perm itido a los norteam ericanos colocar sus tecnologías avanzadas en otros
países m ediante su tupida red de em presas m ultinacionales. Pues, en defini­
tiva, sólo se exportan los capitales de tecnologías avanzadas y, en ese sentido,
R usia se ha quedado atrás debido a que su dogm atism o ideológico se ha
cristalizado como dogm atism o económ ico, perdiendo así la batalla del p ro ­
greso económ ico y tecnológico ante U SA , Jap ó n y A lem ania occidental.

- 171-
Economía aulogcstionariu

BIBLIOGRAFIA

A R IST O T E L E S.
E lica n iro m aq u ca. E n csla o b ra y en P olítica, el filósofo griego p lan tea, en cierto m odo, la
ley del v alo r de cam bio y el v alo r de uso, con eslas palabras:
". . . el a rq u itecto tiene que o b te n e r del zap a te ro el p ro d u cto del tra b a jo de este y d arle a
cam bio el suyo p ro p io . Si entonces existiendo la igualdad p ro p o rcio n al de bienes, se realiza la
acción recíp ro ca, se logra el resu ltad o m encionado. Si no el tra b a jo es desigual y no es válido;
p o rq u e n o hay nada que im pida q u e el tra b a jo del uno sea m ejo r q u e el del otro; tiene p o r ta n ­
to q u e igualarse.
" , . . d os m édicos no se asocian p a ra el cam bio, sino un m edico y un agricu lto r y, en general,
p erso n a s q u e son d ife re n te s y desiguales; p e ro estas deben ig u a la rse .. . A s í h ab rá reciprocidad
cu an d o los térm in o s hayan sido igualados de tal m odo que la p ro p o rció n en tre el ag ricu lto r y el
za p a te ro sea igual a la p ro p o rció n e n tre la cantidad del p ro d u cto del tra b a jo de este últim o y la
del ag ricu lto r p o r lo cual se hace el cam bio". (O b r. cit. p. 113).
l'c r o en n u estra cpoca el cam bio está m ás m istificado q u e en la G recia de A ristó teles, d e ­
b id o a los m on o p o lios y a sofisticados m ecanism os m onetarios. A s í las cosas, los p aíses no p r o ­
d u cto res de p e tró le o d eb en e n tre g a r varias veces m ás v a lo r-tra b a jo a cam bio de p e tró le o que el
tra b a jo real re p re se n ta d o en el v alo r de este, p agando el precio im puesto p o r el cartel de la
O rE P .

D E S T U T T D E TR A C Y , A.
E lé m c n ts de idcolofnc. ÍIS26.) S obre el v a lo r-tra b a jo el filósofo y econom ista francés dice:
"P uesto q u e es cierto q u e n u estras facultades físicas y m orales son n u estra sola riqueza o r i­
ginaria, q u e el em p leo de estas facultades, un tra b a jo cualquiera, es n u estro solo te so ro p rim iti­
vo, y q u e es de este em pleo que nacen todas las cosas que llam am os bienes (. . .) es cierto asi­
m ism o q u e to d o s estos bienes no hacen m ás q u e re p re se n ta r el tra b a jo q u e les ha d ad o naci­
m ien to y q u e si ellos tienen un valor, o m ism o dos distintos, ellos no p u ed en o b te n e r este v alo r
m ás q u e del tra b a jo que ellos rep resen tan ". (O b r. c i t ., IV y V p artes).
C o m o n ad a es regalado, o da m uy poco la naturaleza, es lógico que el co n ten id o económ ico
de la riq u eza esté constituido p o r el tra b a jo com o fu en te de p roducción de bienes, au n q u e la r i­
qu eza fetichizada en las m ercancías se disfrace con los o ro p eles del d in ero y no con el del tr a ­
b a jo cread o r.

FR A N K L IN , B.
T h e w orks o f B eniam in Franklin. . . E d ited by Sparks, 1836. El célebre p o lítico y sabio n o r­
team erican o , so b re el tra b a jo com o fu en te del v alo r económ ico expresa: "C om o el com ercio en
g en eral n o es o tra cosa que un cam bio de tra b a jo contra trab ajo , es p o r el tra b a jo qu e es esti­
m ad o m ás exactam ente el v alo r de todas las cosas" O br. cit. T o m o II, p. 267)
E n cam bio, en los E stad o s U nidos del siglo XX, el dólar, con sus m istificados m ecanism os
m o n etario s, fin an cieros y su posición central en el I'M I, elude en los intercam bios la ley del va-
lo r-trab ajo , p a ra b en eficiarse a costa de o tro s países.
LO C K E , J.
T h e w orks of Jo hn I ocke. I laciendo un análisis económ ico del v alo r de las cosas afirm a:
" . . . q u e el tra b a jo form a con m ucho la m ayor p a rte del v alo r de las cosas de que d isfru ta ­
m os en este m undo, y que la tie rra que p ro d u ce los m ateriales apenas debe de se r estim ada, si
acaso, to d o lo m ás, com o una p eq u eñ a p a rte de aquél; tan p eq u eñ a, que au n q u e en tre n o so ­
tro s, la tie rra no se d e ja ab an d o n ad a a la naturaleza, que no tiene m ejo ras ni p asto s, cultivo o
plan tació n , es llam ada, y v erd ad eram en te lo es, inútil, y verem os que los beneficios de ella lle­
gan a p o co m enos q u e nada. E s el tra b a jo el qu e confiere la m ayor p a rte del v alo r a la tierra. A
él le d eb em o s la m ayor p a rte de todos sus pro d u cto s útiles". (O b r. cit. V ol 5, pp. 362-63).

-1 7 2 -
M istificaciones del valor de los países
capitalistas y socialistas

A l c o b ra r so b re la tie rra una ren ta de pro p ied ad , no p o n ien d o en ella ni tra b a jo ni capital,
se o b tien e un b eneficio p arasitario . E n igual m edida, una ren ta p o r in terés del capital-dinero,
que sin tra b a jo p ro d u ce d in ero, resta riqueza p ara consum o im productivo. Si todas las ren tas
p a ra sita ria s fu e ra n confiscadas en una sociedad d em ocrática auto g estio n aria, y fu e ra n in v erti­
das ú tilm en te, el crecim iento económ ico se ría in fin itam en te m ayor q u e b a jo un capitalism o p r i­
v ad o o de E stad o . A sí, con igualdad y libertad, con tra b a jo y b ien estar p a ra todos, sin d isip ar la
p lu sv a lía las clases privilegiadas, h ab ría v erd ad era dem ocracia económ ica y política, m ucho
p ro g reso económ ico y tecnológico.

PE T T Y , W.
T h e cconom ic w ritings o f sir W illiam Pollv. F ue un p re c u so r de la te o ría del v alo r-trab ajo ,
an te s d e q u e la d efin iera y la sistem atizara A d am Sm ith. Petty, acerca de q u e el tra b a jo encie­
rra el v alo r de los bienes, dice:
. . . " si 100 h o m b res tra b a ja n 10 años en el trigo y el m ism o n ú m ero de h om bres tra b a ja el
m ism o tiem p o en e x tra e r p lata, digo q u e el p ro d u cto n eto ín teg ro de la p lata es el precio del
p ro d u cto n e to ín te g ro del trigo, y las p artes eq u iv alen tes de la una son los precios de las p artes
eq u iv alen tes del otro". (O b r. cit. Vol. I, p. 43).
l i e a h í un ejem p lo elocuente de la ley del v alo r de cam bio dé las cosas en base a la m one-
d a-m crcan cía; p e ro q u e actu alm en te con ias m onedas fu era del oro, la p lata y el p a tró n -o ro , no
se cum ple, en el E ste, con las m on ed as desvinculadas del v alo r sin libre m ercado y con prpiedad
estatal; ni en el O este, con un d ó la r m oneda —reserv a — universal inconvertible en o ro y con la
p ro p ie d a d p riv ad a y an ó n im a co n tro lad a p o r los m onopolios o las em p resas m ultinacionales,
q u e co n tro lan el com ercio, la industria y las finanzas.

SM ITH , A.
Investigaciones so b re la naturaleza de la riqueza de las naciones. (1776.) E n esta fam osa
o b ra, m ás bien conocida com o I a riqueza de las nnriones. A dam Sm ith fu n d am en ta la eco n o ­
m ía p o lítica com o ciencia p o lítica y define, m ejo r qu e sus precusores, la te o ría del v a lo r-tra b a ­
jo , ex p resán d o se en estos térm inos:
"C onsidero al tra b a jo com o la fu en te de to d o valor, y su cantidad relativa com o la m edida
q u e regula, casi exclusivam ente, el v alo r relativo de las m ercancías" (O b r. cit)
S m ith co n sid era q u e el capital es de n atu raleza p ereced era y q u e se necesitan g ran d es e s­
fu erzo s p ara reco n stitu irlo o so sten erlo m ediante el tra b a jo en carn ad o en un nuev o valor, l’e ro
n o to d o s los tra b a jo s p ro d u cen bienes, sino servicios, d onde el tra b a jo no se m aterializa y d esa­
p arece. A sí, cu an to m ás au m en te el tra b a jo estéril, m enos se p o d rá re p ro d u c ir o am p liar el ca ­
pital to tal, com o en n u estro s días con el d esm edido au m en to de la clase m edia de los "tercia­
rios”, lo cual conduce a la crisis económ ica de agotam iento del sistem a capitalista.

R IC A R D O , D.
P rincipies of political ccononiv and taxalion (1817). S iguiendo las líneas teóricas de la eco­
n o m ía po lítica, q u e h ab ía trazad o A dam Sm ith, D avid R icardo, en cu an to a la te o ría del valor-
tra b a jo , dice:
"El v a lo r d e un b ien, o la cantidad de cu alq u ier o tro p o r el cual ha de cam biarse, d ep en d e
de la can tid ad relativa de tra b a jo q u e es necesario p ara su producción". (O b r. cit. p. 9).
. . al e stim ar el v alo r de cam bio de unas m edias, en co n tram o s que su valor, co m p arad o
con el d e las o tra s cosas, d ep en d e de la cantidad to tal de tra b a jo necesario p a ra fabricarlas y
llev arlas al m ercado. E n p rim e r lugar, el tra b a jo n ecesario p a ra la b ra r la tie rra en q u e se cultiva
el algodón; en seg u n d o term ino, el tra b a jo de tra n sp o rta rlo al p a ís en q u e han de fab ricarse las
m edias, tra b a jo q u e incluye una p arte del em p lead o en h accr el b arco en el que se tra n sp o rta , y
q u e se carga en el flete d e las m ercancías; en tercer term ino, el de los h iladores y tejed o res; en
c u a rto lugar, p a rte del tra b a jo del ingeniero, h e rre ro y c a rp in te ro que construyen los edificios y
m aq u in arias, con cuya ay u d a se hacen las m edias; en q u in to lugar, el del co m erciante al m e n u ­
d eo y el de m uchos o tro s q u e resu lta innecesario en u m erar. I..a sum a total de estas diversas cla­
ses d e tra b a jo d ete rm in a la cantidad de o tra s cosas p o r las q u e estas m edias se cam biarán

—173 —
Economía autogestionaria

m ien tra s q u e la m ism a consideración, de las diversas cantidades de tra b a jo q u e se han em p le a ­


d o en estas o tra s cosas, regirá igualm ente la p a rte de ellas qu e h a b rá de d arse p o r las m edias".
(O b r. cit. p. 17).
R icard o expone así la te o ría del costo de producción en razón del v a lo r-tra b a jo de las m e r­
cancías, p e ro ello era tra n sp a re n te d e n tro de u n a econom ía de libre com petencia y con un siste­
m a m o n etario , cu m pliendo en s í m ism o la ley del valor, p o r se r la m oneda una m ercancía más,
no m ultiplicable a v o lu n tad com o pap el-m o n ed a inflacionario.
P o r o tra p arte, R icardo, com o excepción a la ley del v alo r-trab ajo , adm ite q u e "las m ercan ­
cías d eriv an su v alo r de cam bio de dos fuentes: de su escasez y de la cantidad de tra b a jo n ecesa­
rio p a ra obten erlas". "Ilay —añ ad e — algunas m ercancías cuyo v alo r de cam bio está d e te rm in a ­
d o ex clusivam ente p o r su escasez".

M A R X , C.
El C apital (1867) . D esarro llan d o m ás am pliam ente la te o ría del v a lo r-tra b a jo de A dam
S m ith y R icard o , M arx dedica m uchas páginas iniciales de P l C apital al análisis de la m ercan ­
cía, a la fo n n a del v alo r relativo y equivalencia!, a su con ten id o en tra b a jo socialm ente necesa­
rio com o m edida o p recio de las m ercancías hasta llegar a la form a m oneda.
"Al v alo r d e uso de las m ercancías —d ic e — una vez p u esto de lado, no le re sta m ás que
u n a cualidad, la d e se r p ro d u cto del trabajo". (O b r. cit. L b. I., cpt. I).
"01 tiem p o so cialm ente necesario p ara la producción de las m ercancías es lo q u e exige to d o
tra b a jo , ejecu tad o con el g rad o m edio de habilidad e intensidad y en condiciones que, respecto
al m edio social d ad o , son norm ales". (O b r. cit. Lb. I. cpt. I).
"El v alo r de una m ercancía es el v alo r de o tra m ercancía, en la m ism a relación q u e el tiem ­
p o d e tra b a jo n ecesario para la producción de una es el tiem p o de tra b a jo n ecesario p a ra la
producción de la otra". (O b r. cit. Lb. I., cap. I).
M arx dice "tiem po socialm ente necesario", p o rq u e si un a em p resa gasta m ás del tiem po
m ed io p a ra p ro d u cir una m ercancía, no p o r eso ella vald rá m ás, sino que p e rd e ría nivel de
com p eten cia m ercantil. E n ese sentido, el m ercado aju sta las m ercancías a la ley del valor; p ero
no h ab ien d o m on o p olios ni dirigíam os en la eco n o m ía de un país.
F ue M arx el teó rico de la ley del v alo r de cam bio en función del tra b a jo social p ro m ed io
co n ten id o en las m ercancías; p ero en la U R SS, parad ó jicam en te, no se resp eta la ley del valor-
tra b a jo , ya q u e n o rige un "socialism o de m ercado", con econom ía au to g estio n aria, sino un sis­
tem a d e planificación cen tralizada, dogm áticam ente o p u esta a la ley o b jetiv a económ ica indica­
da, q u e constitu y e la esencia de la doctrina m arxista. Y si un p aís dicho socialista ignora la ley
del v a lo r-tra b a jo será p o rq u e los tra b a ja d o re s no figuran en nada y la b u rocracia política to ta li­
taria decide en to d o , tran sfirien d o al E stad o -p atró n la plusvalía exto rsio n ad a a los o b re ro s a s a ­
lariad o s p o r m edio de la p ro p ied ad estatal izada. P o r eso, to d o delito co n tra el E stad o soviético
ha estad o castigado con la p ena de m uerte.

P R O U D I ION, P-J.
S istem a de las contradicciones económ icas (1846). E ste libro, el m ás im p o rtan te de I’roud-
hon en eco n o m ía p o lítica lleva p o r su b títu lo F ilosofía de la m iseria. D e a h í qu e M arx, en su p o ­
lém ica con P ro u d h o n , escribiera M iseria de la filosofía. Al tr a ta r la te o ría del v alo r económ ico
de las cosas, P ro u d h o n expresa:
"El tra b a jo —según la bella expresión del se ñ o r W a lra s— es una g u erra declarad a co n tra la
p arsim o n ia de la naturaleza: en g en d ra a la vez la sociedad y la riqueza". (O b r. cit. cap. I).
"T o d o p ro d u cto es un signo re p re se n ta tiv o del tra b a jo . T o d o p ro d u cto , p o r consecuencia,
p u ed e se r can b iad o p o r o tro , y a h í está la práctica universal q u e lo acredita. P ero su p rím ase el
tra b a jo , y no q u ed an sino cosas m ás o m enos útiles, qu e no e s tan d o rev estid as de ningún carác­
te r económ ico, de ningún signo hum ano, son inconm ensurables e n tre sí; es decir, lógicam ente
incapaces de cam bio". (O b r. cit. cap. I).
"1.a p ro p o sició n , el tra b a jo es el principio de la prop o rcio n alid ad de los valores, no es sólo
v e rd a d e ra , p o rq u e resulta de un irrefragable análisis, sino q u e tam bién es el o b je to del p ro g re ­
so, la condición y la form a del b ie n e sta r social, el principio y el fin de la eco n o m ía política, de

-1 7 4 -
M istificaciones del valor de los países
capitalistas y socialistas

csla pro p o sició n y d e sus colorarlos, lo d o p ro d u cto vale lo que cuesta de trab ajo , y los p ro d u c ­
tos se co m p ran con p ro d u cto s, se deduce el dogm a de la igualdad de las condiciones".
"D o n d e no este socializado el trab ajo , es decir don d e no este d eterm in ad o sin téticam en te
el valor, hay p ertu rb ac ió n y dcslealtad en los cam bios, gu erra de astucias y de em boscadas, im-
p ed im ien to p ara la p roducción, la circulación y el consum o, tra b a jo im productivo, falta de ga­
ran tías, d esp o jo , in solidaridad, indigencia y lujo, p e ro al m ism o tiem po esfuerzo del genio so ­
cial p ara co n q u ista r la justicia, y tendencia co n stan te a la asociación y el o rden. La econom ía
p o lítica n o es o tra cosa que la historia de esa gran lucha. P o r o tra p a rte , en efecto, la econom ía
po lítica, en cu an to consagra y p re te n d e ete rn iz a r las anom alías del v alo r y las p rerro g ativ as del
egosim o, es v e rd a d e ra m e n te la te o ría de la desgracia y la organización de la m iseria; p e ro en
cu an to expone los m edios in v en tad o s p o r la civilización p ara ven cer el p auperism o, p o r m ás
que esos m edios hay an re d u n d ad o constan tem en te en exclusivo p ro v ech o del m onopolio, la
eco n o m ía p o lítica es el p reám b u lo de la organización de la riqueza". (O br.C it. cap. I).
P ro u d h o n , a diferen cia de M arx, habla de la socialización del trab ajo , no de su nacionaliza­
ción p o r el E stad o com o en el m odelo soviético, q u e se dice m arxista, supone según aquel una
altern ativ a, n o de socialism o burocrático, sino auto g estio n ario , p ara te rm in a r con la injusticia
social y la d esigualdad económ ica y de condiciones e n tre los hom bres. E n ese sen tid o , P ro u d ­
hon n o es tan u to p ista com o lo su p o n e M arx, au n q u e sea m enos econom ista y m ás socialista
que éste, n o h acien d o al E stad o -p atró n p ro p ie ta rio de to d o y, p o r tanto, de todos en un ca p ita ­
lism o d e E stad o b u ro crático .

STALTN, J. V.
P ro b lem as económ icos del socialism o en la U R S S (1952). E n las p o strim ería s de su p o d e r
o m n ím o d o , S talin p la n te ó una serie de p ro b lem as de la eco n o m ía soviética. Y, resp ec to a la in­
cidencia de la ley del valor, expresa:
"En n u estro p a ís —dice Stalin — la ley del valor extiende su acción, so b re todo, a la circula­
ción de las m ercancías, al in tercam bio de m ercancías m ediante la com pra-venta, al intercam bio,
p ricip alm cn te de las m ercancías de consum o perso n al. A q u í, en esta esfera, la ley del v alo r si­
gue d esem p eñ an d o , n atu ralm en te en ciertos lím ites, el papel de regulador.
"P ero la ley del v alo r —p ro sig u e — no queda lim itada a la esfera de la circulación de m e r­
cancías. Se extiende tam b ién a la producción. C ierto es que en n u estra producción socialista la
ley del v alo r 110 d esem p eñ a un papel regulador; p ero , con to d o esto, actúa sobre la producción,
cosa q u e d eb e se r ten id a en cuenta al dirig ir ésta. L a realidad es que los p ro d u cto s destin ad o s
al consum o, n ecesarios p a ra c u b rir los gastos de la fuerza de tra b a jo en el p ro ceso de p ro d u c ­
ción, se p ro d u cen y se realizan en n u estro p aís com o m ercancías so m etid as a la ley del valor".
(O b r. cit. P á rra fo incluido en el su b títu lo : ”3. La ley del v a lo r e n el socialism o")
L a realidad es que p ara que el E sta d o total y el P artid o único decidan todo, económ ica­
m en te, p o r m edio de la planificación centralizada (sin d a r ninguna participación a los tra b a ja ­
d o res en la gestión d irecta de sus em presas, ni a los consum idores m ed ian te un socialism o de
m ercad o ), hay que ig n o rar la ley del v alo r y el m ercado, a fin de que la burocracia tenga to d o el
Po d er. E n este o rd en de ideas, se tra ta m ás de in stitu ir un neo-despotism o asiático qu e un so­
cialism o au tén tico y, p o r tan to , el p o d e r económ ico d eb e p e rte n e c e r a los nuevos m an d arin es o
sá trap as y 110 al p u eb lo tra b a ja d o r. Si tran sfiriera el E stad o su p ro p ied ad de los m edios de p ro ­
ducción y d e cam bio a la Sociedad, el p o d e r del ejército p erten ecería, en bu en a m edida, a la a u ­
to d efen sa, a la gestión de las em p resas estatales, a la autogestión de los o b rero s, a s í el socialis­
m o y la lib ertad su rg irían inm ediatam ente, su p e ran d o la d ictad u ra de la burocracia, que sigue
sien d o la m ism a com o co n ten id o y form a del sistem a, con Stalin o sin él, b a jo un P o d e r alien an ­
te y alien ad o .

A N O N IM O .
M anual de eco n o m ía P olítica. E dit. G rijalb o . M éxico, 1956. L uego de m uchos añ o s de régi­
m en soviético 110 se co n tab a con un m anual oficial de econom ía política. D e a h í que Stalin, en
1952, tra ta se d e d efin ir una ciencia económ ica oficial en P roblem as económ icos del socialism o
Cü la U R SS, Y , en 1956, luego de la m u erte de Stalin, en 1953, p o r fin, la A cadem ia de Ciencias

-175-
Economía autogestionaria

de la U R SS, su In stitu to do E conom ía Política, se decidió a e d ita r el M anual de E conom ía P o ­


lítica que, en relación a la ley del v alo r económ ico, dice:
"En la eco n o m ía socialista, la m ercancía tiene un v alo r de uso, cread o p o r el tra b a jo co n ­
creto , y un valor, cread o p o r el tra b a jo ab stracto . E n la sociedad socialista no m edia co n trad ic­
ción e n tre el tra b a jo p riv ad o y el tra b a jo social. El tra b a jo socialista o b ste n ta un cará c te r d irec­
ta m e n te social. E n la eco n o m ía socialista tiene m uchísim a im p o rtan cia la creación de valores
d e u so y el m ejo ram ie n to de la calidad de la producción. Al p ro p io tiem po, dism inuye sistem á­
ticam en te el v alo r de las m ercancías, m ediante la reducción planificada del tiem p o socialm ente
n ecesario in v ertid o en su producción". (O b r. cit. ). R esu m en del cap ítu lo XX X I.
R e alm e n te no es d ecir nada y q u e re rlo d ecir to d o con un lenguaje escolástico m ás m etafísi-
co que económ ico: p u ra se m án tic a de conceptos y v o lu n tarism o ideológico. L a burocracia que
d e te n ta el P o d e r ab so lu to , con este lenguaje, pasa p o r socialista cuando es, realm en te, una
"b u rg u esía roja".
P ara co n serv a r su p o d e r to talitario , la "élite del P o d e r en la U R S S ha co n v ertid o el m arxis­
m o en una ideología de E stad o , de tal su e rte q u e el lenguaje p o lítico esté a la izquierda y la e s­
tru c tu ra socio-económ ica a la derecha, rev elan d o to d o ello las p a ra d o ja s del sistem a soviético.
D ecir, p o r ejem p lo , que "en la sociedad socialista no m edia contradicción e n tre el tra b a jo
p riv ad o y el tra b a jo social” es una verd ad ap aren te; p u esto que no hay pro p ied ad privada; p ero
com o en la U R S S la prop ied ad 110 es social sino estatal, hay contradicción e n tre tra b a jo social y
tra b a jo p a ra el E stad o , o m ejo r dicho, e n tre excedente económ ico socializado y plusvalía de E s­
tado; y, co n secu en tem en te, e n tre o b re ro s y koljosianos, p o r un lado, y burocracia y tecnocracia,
q u e dirige las em p resas y el E stad o , p o r el otro.
A firm a r q u e "en la econom ía socialista tiene m uchísim a im portancia la creación de valores
d e uso", 110 condice con el gran d esarro llo del com plejo m ilitar-industrial, ta n to q u e los gastos
d e d efen sa d e la U R S S rep re sen tan m ás del 15% del p ro d u cto in tern o b ru to , E llo significa que
la eco n o m ía de paz es sacrificada a la econom ía de guerra, d an d o lugar a una gran escasez de
b ien es p ara la p o b lación civil consum idora, que fo rm a Interm inables "colas" a la p u e rta do los
alm acen es del E stad o . E n este sentido, la gcrentocracla que d e te n ta el P o d er en la U R SS, una
m in o ría q u e co n tro la el p o d e r de decisión en las em presas, los servicios sociales y públicos, el
a p a ra to del P artid o , del E stado, la P olicía y el E jército, necesita una ideología falsam ente so c ia­
lista p a ra m an ten erse com o nueva clase dirigente, ejercien d o 110 la d ictad u ra del p ro letariad o ,
sino d e la d ictad u ra de la burocracia sobre el pu eb lo tra b a ja d o r (asalariad o ) p o r el E stado.

-176-
C A P IT U L O V

TEORIA M A R G IN A L IT À DEL VALOR ECONOMICO

Psicologismo, capitalismo y alienación

Los fundadores de la ciencia económ ica clásica estim aron que la fuente
de toda riqueza era el trabajo. E n esta línea teórica figuraron John Locke
(1632-1704), filósofo y economista; el "padre de la econom ía política", A dam
Smilh, (1723-1790); y D avid R icardo (1772-1823) que com pletó —teórica­
m e n te — la ciencia económ ica con sus "Principios de econom ía política y ta ­
sación", donde expuso la teoría de la renta de la tierra y com pletó la ley del
valór-trab;>jo com o m edida de la riqueza producida por el trabajo humano.
E videntem ente lo que distingue a una civilización de otra, a un m odo de
producción de otro, es la productividad del traba jo hum ano, es decir, el dom i­
nio del hom bre sobre la naturaleza, de la cual extrae más o m enos riquezas
en razón de la mayor o m enor productividad de su trabajo.
La riqueza hum ana reside en la capacidad de producción del hom bre p a ­
ra transform ar la m ateria bruta de la naturaleza a fin de satisfacer sus necesi­
dades m ateriales. Pero en cada época la riqueza es m ayor o m enor según la
productividad del trabajo. Si, por ejem plo, un obrero norteam ericano tiene a
su disposición 200 H . P., com o energía m ecánica productiva, m ientras un bo­
liviano sólo cuenta con 2. ó 3 H . P., ello indica que el norteam ericano es va­
rias veces más rico que el boliviano —no en razón de las reservas de oro nor­
team erican o — sino en función de la productividad de su trabajo tccnificado.
Por ejem plo, un agricultor norteam ericano, con su alta m ecanización del tra ­
bajo, produce más de 50 toneladas de trigo por obrero-año, contra 20-30 ve­
ces m enos obrero-año en la agricultura de subsistencia en países subdesarro-
llados. Consecuentem ente, la riqueza h um ana es productividad del trabajo:

-177-
Economía autogestionaria

capacidad de producción del hom bre, com binando sus técnicas, sus m úscu­
los y su cerebro.
E n este o rden de ideas, los econom istas clásicos, fundadores de la ciencia
económ ica, creían que la riqueza, no es en sí el dinero, sino producto del tra ­
bajo humano.
John Lockc dice, al respecto, lo siguiente: "el trabajo form a con m ucho la
m ayor p arte del valor de las cosas de que disfrutam os en este mundo" (1).
Para A dam Smith, John Lockc y D avid R icardo, la riqueza es producto
del trabajo. E l capital es trabajo pasado según R icardo. E stos "tres grandes"
de la econom ía política clásica a pesar de su posición de clase, como burgue­
ses, apo rtaro n los elem entos teóricos p ara explicar la explotación capitalista,
que más tard e M arx d esentrañaría denunciando que la plusvalía estaba con­
tenida en el trabajo asalariado no pagado por las em presas capitalistas.
" El proceso del trabajo —dice M a rx — puede continuar más allá del
tiem po necesario p ara reproducir c incorporar en el producto un m ero equi­
valente de valor de la fuerza de trabajo. Por tanto, la acción de ésta no sólo
reproduce su propio valor, sino que produce un valor adicional. E ste exce­
dente de valor (plusvalía) es la diferencia entre el valor del producto y el va­
lor de los elem entos, consum idos en la form ación de ese producto, en otras
palabras, de los m edios de producción y de la fuerza del trabajo" (2).
La teoría del valor-trabajo revela, pues, la explotación capitalista, m ien­
tras que trata de ocultarla, sibilianam ente, la teoría marginalista del valor: un
psicologism o económ ico a gusto de econom istas burgueses entre los cuales
se destacaron Carlos M cngcr (1840-1921), Augusto W alras (1834-1910) y W.
S. Jevons (1835-1882). C onfundiendo, en cierto m odo, la econom ía con la
psicología, M cngcr, Jevons y W alras, trataron de desm entir la teoría del va­
lor-trabajo que, revela la explotación capitalista dem ostrando que el capital
es trabajo pasado acum ulado; que las necesidades del hom bre, si decrecen
m arginalm cntc no es por pura apreciación subjetiva, sino por la creciente
productividad del trabajo hum ano, aun en la "sociedad de consumo" poste­
rior a la segunda guerra mundial.
Los econom istas de la escuela m arginalista, M cngcr, W alras, W. S. J e ­
vons y otros intentaron dem ostrar que los bienes no tienen un valor en rela­
ción con el trabajo m aterializado en ellos, sino en razón de su descabilidad:
utilidad subjetiva de las cosas; orden de necesidades más im periosas para el
sujeto; puesto que unas necesidades hay que satisfacerlas con prioridad a
otras, m enos acuciantes o menos deseables.
Así, pues, los marginalistas, razonan com o psicólogos más que como eco­
nom istas, y p ara anular la teoría del valor-trabajo con apariencia de sentido
común, dicen: el agua sirve por orden de necesidades, para beber, condi­
m entar, lavarse, regar, fuerza m otriz y otros usos que tienen una utilidad d e­
creciente.

1 T h e w orks o f John l ockc. Vol. 5, pp. 362-365.


2 r i C apital. I’tc. 3. Cap. 8.

-178-
Teoráa marginalista del valor económico

Si el agua fuera tan escasa com o el alcohol ten dría el mismo valor, pero
vale m enos p o rq u e es más abundante. Sin em bargo, en el desierto de Sahara,
el agua tiene más valor que el alcohol, p orque es más útil, más deseable que
éste. A h o ra bien ¿qué.es lo que hace que una cosa sea más abundante que
otra? Sim plem ente, el m enor esfuerzo p ara obtenerla de la naturaleza, o sea,
que exija un m ínim o de gasto de fuerza de trabajo. P or eso, A dam Smith, so­
bre el trab ajo y la riqueza, aclara:
"El hom bre será rico o pob re de acuerdo con la cantidad de trabajo que
p u eda com andar o com prar. P or tanto, el valor de cualquier m ercancía, para
la persona que la posee y no intenta usarla o consumirla, sino cam biarla por
otra, es igual a la cantidad de trabajo que con ella puede com andar o com ­
prar" (1).
David R icardo, más preciso, sostiene así la teoría del valor trabajo: "...las
m ercancías —d ic e — derivan su valor de cam bio de dos fuentes: de su esca­
sez y de su cantidad de trabajo necesario p ara obtenerlas". En sus Principios
de econom ía política y tasación, —añade estas palabras —: "El valor es un
bien, o la cantidad de cualquier otro p o r el cual ha de cam biarse, depende
de la cantidad relativa de trabajo que es necesario para su producción".
E n este orden de ideas, R icardo considera que el valor de la riqueza o
del capital va im plícito, no sólo en el trabajo vivo del obrero, que se presenta
como actividad m uscular e intelectual, sino, adem ás, en el traba jo pasado
(capital), herram ientas, m aterias prim as, edificios y otros factores del capital
fijo.
Carlos M arx am plía la teoría del valor-trabajo de A dam Smith y David
R icardo, afirm ando estos conceptos:
"El valor de una m ercancía está determ inado por la cantidad de trabajo
que contiene, pero las condiciones sociales limitan esa cantidad. Si el tiem po
de trab ajo socialm cnte necesario para producir una m ercancía cualquiera
cam bia —y una cantidad determ inada de algodón représenla, después de
una m ala cosecha, más trabajo que después de una buena —, quedan afecta­
das todas las m ercancías existentes de la misma clase, porque son, por decir­
lo así, sólo individuos de la misma especie, y su valor, en un m om ento deter­
m inado, se m ide por el trabajo socialm cnte necesario, esto es, por el trabajo
necesario p ara su producción, en las condiciones sociales entonces existen­
tes.
"Las diversas proporciones en diferentes clases de trabajo se reduce a la
unidad de m edida de trabajo simple, se establecen a través de un proceso so­
cial que obra a espalda de los productores y éste les mueve a pensar que son
fruto de la costum bre" (2).
Así, pues, el proceso económ ico se desarrolla, pricipalm cnte en razón de
la ley del valor económ ico de las cosas, que es decreciente en función de su
m ayor abundancia o sea del aum ento de la productividad del trabajo.

1 Sm ith, A . I a riqueza de las naciones. LI. I., cap. 5.


2 M arx, C. 1:1 C ap ital. Ptc. 3. C ap. 8.

- 179-
Economía autogestionariu

L a abundancia de un producto o artículo, el proporcionarse un servicio


social o público no depende, en cuanto a su utilidad m ayor o m enor, de que
yo lo desee m ás o m enos vivamente, sino de la productividad del liaba jo so­
cial, que varia sensiblem ente de un país a otro en razón de la cantidad de ca­
pital em pleado por trab ajad o r ocupado. Con una caña de pescar, por ejem ­
plo, yo puedo aspirar a capturar, en una jornada, uno, dos, tres o poco más
kilos de pescado; pero con una gran red de arrastre y un buque pesquero
arrastrero pescaría varias toneladas de pescado por día. Y con un buque-
factoría p esquera —que lleva en su vientre un par de buques arrastraros, co­
mo hacen las grandes potencias pesqueras —, podría pescar, en todos los
m ares, varios miles de toneladas de pescado y luego refrigerarlo, conservar­
lo, cnfiletarlo, extrayendo todos sus derivados de aceites y vitaminas.
Subiendo, pues, la com posición orgánica del capital constante por trab a­
jad o r, ayudado el trabajo vivo (capital variable) con una gran cantidad de
trab ajo pasado (o capital acum ulado), la productividad del pescador, el mi­
nero, el agricultor, el albañil, el obrero industrial, etc., puede aum entar con­
tinuam ente hasta alcanzar una econom ía de abundancia, en que los bienes y
servicios sean consum idos sin necesidad de revestir la form a de precios co­
mo m ercancías, pues la productividad del trabajo autom atizado rebasa el ca­
pitalism o privado o de E stado, a las burguesías y las burocracias como clases
dom inantes, que p ara existir com o tales se oponen al socialismo libertario y
a que el obrero deje de ser productor de plusvalía.
A fin de que la abundancia económ ica no se alcance nunca en el mundo,
las clases explotadoras necesitan eternizar la econom ía de relativa escasez,
agudizando las contradicciones económ icas entre capital y trabajo, entre
países pobres y ricos, entre trabajo manual e intelectual, entre la ciudad y el
cam po, entre clases sociales antagónicas, a fin de que estallen las crisis eco­
nóm icas y las guerras m arginales, nacionales o mundiales, para destruir y re­
construir cayendo en un círculo económ ico vicioso. T odo ello continuará
m ientras los trabajadores no sustituyan la econom ía burguesa y el socialismo
adm inistrativo por la democracia asociativa de autogestión, que supere las
contradicciones inm anentes en m odos de producción basados en el antago­
nismo entre el capital y el trabajo: éste, asalariado; aquél, m onopolio de los
no productores y perceptores de la plusvalía privada o de E stado.

LA DESUTÍLIDAD MARGINAL.

L a naturaleza no presta nada sin esfuerzo, ni trabajo, ni pena: da poco o


nada gratuito. El agua por más abundante que sea, no llega hasta el consu­
m idor urbano sin invertir trabajo y capital p ara procurársela. C uando se
abre un grifo, donde fluye el agua, es el trabajo hum ano el que la ha conduci­
do hasta los hogares cavando zanjas, soldando tubos y fabricando o p ro d u ­
ciendo su metal; haciendo todas las operaciones laborales propias de la po-

-1 8 0 -
Teoráa marginalista del valor económico

tabilización y condución de aguas. P or otra parte, si alguien está lejos de un


río y siente sed tiene que tom arse la pena de ir a beber, lo cual supone hacer
un esfuerzo en satisfacer esa necesidad, tiem po que podría dedicar a otra
cosa. Así, pues, la N aturaleza no regala nada: los frutos salvajes, aún gratui­
tos, deben ser recogidos p ara ser consum idos, lo que representa un trabajo
invertido en su recolección.
Si las técnicas y el trabajo perm itieran hacer múltiples y grandes canales,
desde el M editerráneo hasta el Sahara, el agua sería más abundante en esa
región; y ésta valdría m enos que si es escasa; pero no dejaría de ser producto
del trabajo hum ano llevarla hasta el desierto. C onsecuentem ente, no hay
abundancia de bienes y servicios sin una elevada productividad del trabajo,
que cree una econom ía de abundancia, capaz de rebasar la propiedad priva­
da, las clases sociales, el racionam iento por dinero, los salarios, las m ercan­
cías y los precios.
P ara superar la escasez, hay que dotar al trabajo hum ano de m ucha en er­
gía m ecánica extraída de la N aturaleza: ese es el único medio de aum entar la
productividad del trabajo hasta un nivel tan elevado que cada uno ap orte a
la econom ía social según su capacidad y reciba según su necesidad, una eco­
nom ía autogestionaria basada en la igualdad y la libertad para lodos los
hom bres.
La abundancia de bienes y servicios, cuando todos trabajen (sin privile­
gios p ara nadie) puede p rocurar abastecim ientos sin restricción, hoy racio­
nados bajo form a de salarios, rentas, intereses, ganancias, im puestos, tanto
en el O este com o en el Este, m ediante un rep arto económ ico desigual a cada
clase social.
La desutilidad de un bien no es algo subjetivo sino objetivo: depende del
grado de productividad del trabajo; no del estado psicológico del hom bre, si­
no de su progreso económ ico y tecnológico; no de sus deseos, sino de lo pro­
ducción real de que disponga el m ercado, de la oferta de bienes.

D E S U T IL ID A D M A R G IN A L D E U N A LIB R A D E A L IM EN TO S.
(E n el caso de un hom bre ham briento)

Si dispones de 1 libra de alim ento tiene m ucha utilidad


Si dispones de 2 libras de alim ento tiene gran utilidad
Si dispones de 3 libras de alim entos tiene m enos utilidad
Si dispones de 4 libras de alim entos tiene poca utilidad
Si dispones de 10 libras de alim entos tiene ínfim a utilidad
Si dispones de "N" libras de alim entos tiene cero utilidad
(com o necesidad)

E ste ejem plo indicaría que el valor m arginal de las cosas está en razón in­
versa de su abundancia, o sea, que la utilidad m arginal aum enta con la escasez

- 181-
Economía autogestionaria

y dccrcce con la abundancia. Ello constituye una variante de la ley de la o feria


y la dem anda. Pero en buena lógica aconóm ica, la abundancia no se puede
producir voluntariamente sin aum entar la productividad del trabajo. Para que
nuestro ham briento dejara de serlo, p o seyendo 10 o m ás libras de alimento,
tendría que producirlas con trabajo, a m enos que los partidarios de la teoría
margina/isla del valor no consigieran de Jchova el "maná" llovido del ciclo; p e ­
ro eso entra en el reino de los milagros y nosotros estam os razonando económ i­
cam ente en razón de la productividad del traba jo hum ano y de sil ca pita! p ro ­
ductivo di s p o n ib le.
Los m arginalistas crccn que el valor de las cosas más bien es subjetivo
¡Cómo si estuviera en la voluntad del hom bre "multiplicar los panes y los p e­
ces" sin realizar un penoso trabajo p ara procurárselos! A menos que M en-
ger, W alras, Jevons, W icscr, Bóhn-Baw crk y otros m arginalistas no'rcaliccn
el m ilagro de C risto —con la multiplicación de los panes y los p e c e s— el
marginalism o sería un subjetivismo, no propio de la econom ía sino de la psi­
cología. P or tanto, la teoría de la "utilidad decreciente de las cosas" costituyc
una argucia psicológica contra la lógica del valor-traba jo como m edida real
de todos los bienes económicos.
Es ilógico que un consum idor pague por cada unidad ofrecida de peras,
— digam os un kilogram o— el precio que p ara él vale la últim a unidad o kilo
consum ido, es decir de increm ento marginal. M as allá de su hartazgo no p a ­
gará nada p o r cada kilogramo de peras ofrecidas; pero con ello no anulam os
la teoría del valor-trabajo. Así, por ejem plo, una persona obtiene ingresos
determ inados por la cantidad y la calidad de su trabajo en la U nión Soviéti­
ca, o p o r rentas, dividendos, intereses, etc. en el O ccidente capitalista. De
cualquier m anera, p ara que un traje tenga poco valor para su consum o, ello
no d ep en d e de la conciencia o de su voluntad, sino de la capacidad de p ro ­
ducción de la industria textil y de confección, de la productividad del traba jo
en dicha industria. P ara proporcionar 10 trajes, 10 pares de zapatos o 200 ki­
los de carne de vaca p ara cada consum idor, haría falta una capacidad p ro ­
ductiva propias de las sociedad abundalista. L a sociedad capitalista eterniza,
sin em bargo, la escasez, de cuyo concepto los teóricos de la escuela margina-
lista extraen sus disquisiciones psico-cconóm icas —no lógicas— ajenas a las
leyes de la econom ía objetiva. El marginalismo intenta psicológicam ente, fun­
dam entar una teo ría subjetiva del valor por encim a del valor de los bienes,
en térm inos de esfuerzo, de trabajo presente (obrero vivo) y del trabajo pa­
sado (capital).
F ren te a la lógica del valor-trabajo, W. S. Jevons (Inglaterra), M enger
(A ustria) y W alras (Suiza) elaboraron la teoría de la utilidad marginal de las
cosas (m ercancías). W. S. Jevons trazó curvase integrales para dem ostrar m a­
tem áticam ente que el grado fin a l de utilidad de una cosa está en razón inversa
de su abundancia o sa tis f acción decreciente: cuando el sujeto ya no tiene ne­
cesidad de ella, pasado un cierto lím ite de satisfacción. No negam os ese he­
cho fisiológico, sino el q u erer dar valor económ ico a las cosas fuera del es­
fuerzo de trabajo que cuesta producirlas.

-182-
Teoráa marginalista del valor económico

Yo, p o r ejem plo, deseo caviar, pero si soy un obrero, jam ás podré procu­
rárm elo: mi consum o está lim itado por mi salario, por un tiem po de trabajo
p a ra sustentarm e o subsistir yo y mi familia.
Las curvas de utilidad decreciente (m arginalismo) no son para mi deseabi-
lidad, sino im posibilidad p ara alcanzar determ inados artículos de consumo
reservados a unos pocos privilegiados de la burguesía, en el O este, y de la
"Nomenklatura", en el E ste.
Así, pues, com o la sociedad actual está constituida bajo la dom inación de
la burguesía o de la burocracia, en estam entos sociales o clases con distintos
niveles de consum o desigual, no es posible llegar a un sistema económ ico de
saturación de valores de uso, capaces de superar el precio y el valor venal de
los bienes y servicios, precisam ente p orque esta política no está en interés de
las clases dom inantes, con capitalism o privado o de Estado.
Sin una econom ía autogestionaria, sin propiedad social de los m edios de
producción, sin gestión directa de las em presas por los propios productores
directos, sin un m ercado autogestionario, sin una profunda revolución cientí­
fico-tecnológica que supere la división del trabajo determ inante de la socie­
dad de clases, no hay posibilidad de em ancipación de los trabajadores, en la
m edida que éstos sean asalariados por un p atrón privado o por el E stado,
usufructuarios de la plusvalía extorsionada a ellos.

E C ONOM ISM O Y PSICOLOGISMO

P ara que la utilidad de un producto decrezca, es necesario que el trabajo


hum ano rinda más en menos tiem po, cosa que no tienen en cuenta los margi-
nalistas. E s evidente que si estoy sediento el 1. ja rro de agua apagará mi sed;
el 2. lo destinaré a coccr mis alim entos; el 3. p ara lavarm e c higienizarme; el
4. para d ar de b eb er a mis animales; el 5. p ara regar mis plantas; el 6. para
lavar el piso de mi casa; el 7. (si no tengo usos p ara él) carecerá de utilidad
para mi. T odo esto es exacto; pero, en fin de cuentas, se olvida a quien me
trac los baldés de agua: ¿son prioridades de mi trabajo destinar más horas a
tra er agua que a cultivar plantas, cortar leña o b arrer mi casa? H e ahí una
prueba del valor-trabajo que puede determ inar mis opciones en función de
la prioridad de mis necesidades
L a abundancia desm edida de una cosa no resuelve los problem as de las
necesidades hum anas, si ello significa escasez acuciante de otras m uchas co­
sas esenciales. P or ejem plo, en tiem po de guerra lo que abunda son los a r­
m am entos, p ero suelen escasear los alim entos y las m aterias prim as esencia­
les, los artículos de gran consumo de la época de paz, lo cual supone una cri­
sis de su b c o n su m o en los artículos no militares.
Y o puedo d esear un objeto en razón de dosis más o menos útiles para mi.
P or ejem plo: a la 1. dosis le doy el valor de 10; a la 2. el de 8; a la 3. el de 6 a
la 4. el de 4; a la 5. el de 2. E sta utilidad decreciente puede ser aplicada a

- 183-
Economía autogestionaria

cualquier objeto: traje, alimentos, artículos p ara el hogar, etc. En este senti­
do, si tengo a mi disposición la heladera le doy el valor de 10; pero si tengo
10 heladeras ya no ticn en las 9 restantes casi ningún valor de uso para mi. Sin
em bargo las 10 heladeras representan —antes que mis deseos de alimentos
frío s— m uchas horas de trabajo industrial, contenidas en su chapa, motor,
serpentín y estructura m etálica. E n fin, la heladera no es un elem ento subje­
tivo, sino algo objetivo, producto del trabajo humano, cuya abundancia o es­
casez está determ inada p o r el grado de productividad del trabajo, no por la
voluntad del consum idor, de su subjetividad o desestabilidad, que tom e el
deseo p o r la realidad.
C uando llegue la sociedad autom atizada y auto gestionada es indudable
que la abundancia de bienes y servicios habrá rebasado —en algún tiem po —
la gradación de los precios o del valor de cambio de las m ercancías; pues la
productividad del trabajo habrá alcanzado tal nivel que la econom ía hum ana
disfrutará de abundancia de bienes. E n consecuencia, no regirán los precios,
ni los productos del trabajo hum ano revestirán la form a de m ercancías, dine­
ro, salario, plusvalía, rentas parasitarias, beneficios, intereses, etcétera; pero
ese paraíso no es todavía para ser vivido, sino más bien prom etido e iniciado
con el socialismo autogestionario, no como final, sino como com ienzo de la
sociedad libertaria.
M ientras el trabajo del obrero esté asalariado, m ientras pertenezca a
"otro", no será éste dueño de su "yo": su conciencia se sentirá desdichada; y
sólo será desalienada en una sociedad auto-organizada, donde la propiedad
social niegue el dom inio del capital individual sobre el hom bre desposeído:
obrero asalariado, cuya desalienación será posible m ediante la autogestión
de los m edios de producción y de cambio, en una sociedad libertaria.
"Si el producto del trabajo no pertenece al obrero, si lo enfrenta com o un
p o d er extraño, esto sólo puede ocurrir p orque p ertenece a otro hom bre que
no es obrero. Si la actividad del obrero constituye un torm ento para él, para
otro debe significar deleite o la alegría de su vida. Ni los dioses ni la natu ra­
leza, sino el hom bre mismo puede ser este p oder ajeno por encim a del hom ­
bre" (1).
El trab ajad o r alienado debido a que es desposeído de sus medios de p ro ­
ducción está lejos de elegir de acuerdo con la teoría marginalista, según la
cual un obrero es libre de trabajar, por ejem plo, 8 horas de jornada, pero no
9, p orque esa última hora le causa pena y se decide por más tiem po de ocio.
Sin em bargo, en la sociedad de consum o lo corriente es que el asalariado,
haga doble jo rn ad a p ara pagar la heladera, el automóvil, el lavarropas, el te ­
levisor, la vivienda y toda una serie de objetos que condicionan la vida del
sujeto.
El orden de necesidad cambia con los sistem as económ icos. Por ejem plo,
en una econom ía dom éstica (primitiva, de subsistencia, cerrada) los pro d u c­

1 M arx , C. ( ir u n d is s e .... 1857-58.

-184-
Teoráa marginalista del valor económico

tos del trabajo fam iliar no pasan, sino en pequeñísim as proporciones por la
form a m ercancía o valor venal (dinero), si no son valores económ icos p re fe ­
rentem ente de uso y no de cambio. M uchos países, económ ica y tecnológica­
m ente atrasados, con poco desarrollo de su econom ía m ercantil, especial­
m ente en el cam po, tienen un orden de necesidades muy frugales, alcanzan­
do abundancia con lo que sería extrem a escasez en E u ro p a occidental,
N orteam érica, Jap ó n o en países industrializados.
E n cambio una econom ía urbana, m crcantilizada en la agricultura, la in­
dustria y los servicios, casi todos los bienes y servicios pasan por la form a di­
nero y precio, siendo casi todos los valores económ icos no valores de consu­
mo inm ediato p ara el que los produce, sino valores de cambio para quienes
los venden como m ercancía.

MARGINALISMO Y CAPITALISMO

P ara la escuela m arginalista, los precios se producen como resultado de


ajustes individuales de ofertas y dem andas. El valor económ ico no depende
de la cantidad de trabajo m edio necesario que contenga la m ercancía, sino
de la oferta y dem anda de bienes; para que las necesidades se satisfagan m u­
cho o poco: si la dem anda aum enta crece la utilidad de los bienes; al contra­
rio, ésta dism inuye si se increm enta la oferta. Pues el consum idor tiene una
cantidad de unidades m onetarias, de tal suerte que para él la últim a m oneda
gastada en alim entos tenga la misma utilidad m arginal que la última m oneda
invertida en la com pra de un traje.
B ajo una econom ía de inflacción perm anente (con grandes m onopolios
industriales, com erciales y financieros), los precios no dependen de las p re­
ferencias de los sujetos consum idores, sino del grado de m onopolio ejercido,
sobre el m ercado, por los grandes negocios capitalistas o por los controles,
los subsidios y los tipos de cam bio que les otorgue el Estado.
P ara los m arginalistas la utilidad determ ina la dem anda y el costo de pro­
ducción, lá oferta. T odo es problem a de precios:p recio del trabajo (salario);
precio del factor capital (interés); precio del factor natural (renta de la tie­
rra); precio de las m aterias prim as. P ero en nuestra época , casi ningún p re­
cio final está en razón del costo verdadero, original o de fábrica, sino en fun­
ción de monopolios: petróleo, alim entos, m edicam entos, textiles sintéticos,
productos básicos, etc., am pliam ente m onopolizados o cartclizados, cuyos
precios son prefijados por los capitalistas consorciados para eludir la ley de
la oferta y la dem anda.
Los m arginalistas estim an que la o ferta de capital depende del tipo de in­
terés, que aum enta o disminuye la propensión a ahorrar: más con un 6% que
con un 5% . Pues el ahorrista, el que acum ula capital, se priva de consumir,
se abstiene de algo p ara form ar o acum ular su capital. Sin em bargo, con in­
fla ció n acelerada, el tipo de interés no estim ula frecuentem ente la acum ula­

- 185-
Economía autogesíionaria

ción del capital, sino tom ar deudas a largo plazo, esperando a que la m oneda
se deteriore, cosa que hacen m uchos em presarios, ya que ellos aum entan sus
precios en el m ercado, pero no sube al mismo tiem po la tasa de interés. Así,
paradójicam ente, el lip o de interés es alto con deflación m onetaria (crisis de
1929-33) y es bajo (con inflación del 50 al 100%, en un año), como en m u­
chos países latinoam ericanos, donde el interés al 50% por mes es barato o
regalado con una inflación del 1.000 x 100, como la registrada en Nicaragua,
A rgentina, Perú y Brasil entre 1987-88-89.
La acum ulación de capital no está en función de la abstinencia com o su­
ponen los m arginalistas, sino de la mayor o m enor explotación del trabajo
del obrero, de la relación de intercam bio favorable para los paísc's industria­
lizados y desfavorable p ara los países subdesarrollados, de la exportación de
capital desde países industrializados a países atrasados, radicando em presas
extranjeras en form a de m onopolios con grandes exenciones arancelarias.
L a teoría de la abstinencia, "propensión a acum ular capital privándose de
consum ir, es una verdad aparente. M arx, refutando al econom ista N.W. Sé­
nior, decía, al respecto, lo siguiente:
. . Sénior ha hecho, por ejem plo, del capital como si se tratara del tra ­
bajo, una fuente de producción sui generís, una fuente de valor; puesto que
el capitalista, él tam bién, hace un sacrificio, el sacrificio de la "abstinencia";
pues, en lugar de consum ir directam ente su producto, él se enriquece. U na
cosa negativa no crea nada. Si, por ejem plo, el trabajo procurara placer al
obrero igualm ente que la "abstinencia" al avaro de Sénior, el producto no
p e rd e ría nada de su valor. Sólo el trabajo productivo, él solo, es la sustancia
de los productos en tanto que valor. Es p o r eso que a intensidad igual, el
tiem po de trabajo es la m edida de los valores".
E l capitalista se abstiene de consum ir, de com erse su plusvalía total, no
porque quisiera sino porque no debe d ejar de invertir un mínim o de capital
para ten er m odernizada su em presa, so pena de perecer ante la com petencia
com ercial, en el m ercado, ante otras em presas con más alto nivel de produc­
tividad y, por tanto, de tecnología más avanzada.
Si fuera válida la teoría de la abstinencia como base de la form ación o
acum ulación del capital, el obrero tam bién p o dría llegar, si subsiste unos
cuantos años con m enos del nivel vital, a acum ular una cierta sum a de capi­
tal p ara convertirse, a su vez, en capitalista. Sin em bargo ello, no es cierto.
Por más abstinencia que haga un obrero jam ás llegará a convertirse en em ­
presario, sobre lodo en un país industrializado, donde para en trar en la gran
industria hacen falta millones o miles de millones de dólares. Por ejem plo,
un o brero siderúrgico en E uropa, Japón y E stados U nidos, no llegaría a ju n ­
tar con sus ahorros, los miles de millones de dólares para form ar un grupo
siderúrgico a nivel nacional o internacional.
T am poco los artesanos, ni los pequeños capitalistas llegan a la industria
grande: petroquím ica, autom otores, aparatos electro-dom csticos, caucho,
m aquinaria pesada, equipos de producción, m edicam entos, alim entación

-186-
Teoráa marginalista del valor económico

etc., donde están las em presas m ultinacionales, p ara aplastar a las pequeñas
em presas artesanales con una com petencia aniquiladora de los pequeños ne­
gocios, en un m ercado m onopolizado por los ' big bussines".
L a sociedad de consumo —sin socialism o— debido a su estructura anta­
gónica de clases, a que se controla el sobrante económ ico y se gasta con un
criterio burgués, no p o d rá producir la abundancia económ ica. E n ese senti­
do, no tiene viabilidad una econom ía de costos m arginales decrecientes hasta
crear una econom ía autogesíionaria de abundancia; p u es la última unidad pro­
ducida, si no es necesaria no debe ser producida, sino m ás bien evitada, a fin
de que los precios al consum idor, estén equilibrados p o r estar bien abastecido
el m ercado, sin exceso de cosas inútiles y fa lta de cosas útiles, program ando las
ram as de producción y de servicios en un C onsejo Superior E conóm ico, de
m odo que unas no se adelanten y otras se atrasen.
El costo m arginal en una econom ía capitalista resulta de agregar al costo
total resultante de la producción program ada una unidad más; pero esa uni­
dad será producida o algunas más, si no baja el precio tanto que la produc­
ción adicional no produzca ganancia a los u su fru c tu a rio s de la plusvalía. La
abundancia, los costos decrecientes y los consum os crecientes, con expan­
sión económ ica perm anente, con plena ocupación, sólo son posibles en el so­
cialismo de autogestión, imposibles en el capitalism o de m onopolio y en un
capitalism o de E stado.
Bajo el capitalism o de E stado, el sistem a de precios se rige, en cierto m o­
do, por un neo-capitalism o: si la oferta de un producto aum enta y su dem an­
da disminuye se desalienta su producción; así no se rebaja el precio contro­
lado p o r el E stado; pues si este baja disminuye la plusvalía de Estado. Como
la ley del valor de cambio es controlada en las econom ías de E stado, los p re ­
cios se rigen al absurdo o, si se quiere, por el sistema de prueba y el error.
D e esta m anera los precios, un poco al acaso, se prueba su verdad o false­
dad, no pudiendo eludir la ley del valor. ¿No sería m ejor en vez de la ley de
los precios políticos, d ejar al m ercado autogestionario que form e los precios
en función de la cantidad y la calidad de los bienes y servicios ofrecidos en
beneficio de los consum idores satisfechos?
El equilibrio de un m ercado —sin escasez ni excedentes— como lo p ro ­
gram an los burócratas es una aberración; no es posible conseguirlo, ya que la
econom ía y la tecnología, con el aum ento de la productividad del trabajo,
constituyen una econom ía dinámica, no controlable. Regir los costos genera­
les de producción industrial por el costo m edio de producción (com pensan­
do la producción marginal con subvenciones de la producción de alta p ro ­
ductividad conduce a conservar lo malo al lado de lo bueno, sin d ejar que el
m ercado vaya d ep urando la industria y adaptándola a las necesidades socia­
les). Las fábricas m arginales —de más baja p ro d uctividad— podrían inte­
grarse, recquiparse, m odernizarse con crédito social, para ponerse a nivel de
productividad, calidad y com petitividad; y algunas em presas obsoletas, cier­
tam ente, deberían desaparecer. Pues en buena dialéctiva, todo nace, crece y
perece, p a ra alcanzar niveles de más perfección.

- 187-
Economía autogestionaria

U n a econom ía cstatista produce grandes distorsiones: deriva m ano de


obra cam pesina a las ciudades como la econom ía individualista, en vez de
borrar la diferencia de desarrollo en tre la ciudad y el cam po. P or otra parte,
separa el trabajo manual del trabajo intelectual (dando m ucha rcnum eración
a éste y poca a aquél); eterniza la división del trabajo de tipo capitalista sin
llegar plenam ente la revolución científica a las universidades, las escuelas
técnicas, los centros culturales y en las em presas. B ajo una estructura de cla­
ses antagónicas, deriva m ano de obra y capitales hacia industrias propias de
la sociedad de consum o burgués: automóviles, residencias, hoteles lujosos, jo­
yas, p ara separar a la tecnocracia de la clase o brera y los cam pesinos por
m edio de un consum o desigual, de grandes desigualdades entre los sueldos
de trab ajad o res m anuales c intelectuales.
A sí en una sociedad de rentas personales desiguales, se opera una transfe­
rencia de recursos, de capital e inversiones hacia la producción de lujo,
cuando suben los ingresos de los burgueses o de los burócratas más que los
de los obreros.
Y en tre países subdcsarrollados e industrializados los niveles de consumo
por habitante son enorm es: un automóvil tiene poca significación para un
norteam ericano, ya que hay 691 unidades por 1.000 habitantes en E stados
U nidos, contra 79 en M éxico, 76 Colombia, 49 E cuador, 46 Perú y 19 en P a­
raguay. Así, pues, p ara llegar a la cantidad de automóviles por 1.000 habitan­
tes en A m érica Latina que hay en E stados U nidos, tendría que desarrollarse
m ucho la productividad del trabajo, la industrialización, m ediante la instala­
ción de grandes fábricas com o G eneral M otors Company, Ford y Chrysler,
que no caben en m icro-naciones como las del Caribe, C cntroam érica y aún
las más grandes com o M éxico, Brasil, A rgentina, Colombia, V enezuela y P e­
rú, subdesarrolladas económ ica y tecnológicam ente.
E n este orden de ideas, la desutilidad marginal de un automóvil es mayor
en Estados U nidos que en A m érica Latina, pero la abundancia de esta m á­
quina no d epende sólo de la descabilidad subjetiva de un latinoam ericano,
sino de su capacidad real objetiva de crear un gran m ercado continental uni­
ficado que instale fábricas de grandes dim ensiones con alta productividad
del trab ajo cada vez más autom atizado.

NECESIDADES Y REALIDADES

La relación tecnológica entre el hom bre y la N aturaleza constituye, en ca­


da m om ento de la historia, las form as de la división del trabajo, la estructura
de clases, el grado de desarrollo de las fuerzas productivas, los m odos cultu­
rales, políticos, filosóficos, artísticos y religiosos de las sociedades. C om o el
hom bre trabaja así piensa com o expresión de su "praxis" : trabajo y pensa­
m iento, técnica y cultura, econom ía y política, práctica y teoría.
E l sistem a de necesidades de las sociedades no libres —basadas en la p ro ­

- 1 8 8 -
Teoráa marginalista del valor económico

piedad privada de los m edios de producción y de cambio, en la explotación


del hom bre por el h o m b re — queda lim itada a la defensa de la propiedad in­
dividual, a los intereses de las clases explotadoras, en cada período de la his­
toria hum ana, en que la lucha de clases constituye su devenir histórico hacia
una sociedad libertaria auto-organizada: sin clases ni E stado opresor y m an­
tenedor de ellas por m edio de la represión perm anente.
Bajo el csclavismo, el fcu d a lism q el capitalism o (privado o de E stado),
no se pued e producir abundancia absoluta de bienes, ya que ello iría en con­
tra del sistem a de producción basado en la propiedad privada o estatal, en la
explotación del trab ajo ajeno. Si todo el m undo tuviera lo que desea, nadie
se d ejaría explotar por otro, ello evidencia que, en el fondo, la escasez eco­
nóm ica reside en la propiedad privada de la tierra y del capital, en la despo­
sesión del trab ajad o r de sus m edios de producción p or el capitalista o por el
E stado-patrón.
La necesidad del sujeto hum ano se objetiva en el objeto útil por m edia­
ción del trabajo: pero si es muy escasa la productividad del trabajo la distri­
bución de bienes escasos constituye una sociedad de clases antagónicas, con
un rep arto muy desigual de la producción, bajo el capitalism o privado o de
Estado, tanto uno com o otro
P or encim a del psico-cconom ism o de los marginalistas, eludiendo la ley
del valor trabajo, afirm am os que el sistema de necesidades, con régim en de
propiedad privada o estatal, no depende del espíritu sino de las necesidades
de las oligarquías, de las burguesías y de las burocracias totalitarias. En el
csclavismo, el feudalism o y el capitalism o no se ha tenido en cuenta las nece­
sidades de toda la sociedad, sino principalm ente las de la clase dom inante,
que eterniza la escasez por abajo, para gozar de la abundancia, por arriba,
pues la abundancia económ ica para todos acaba con las clases, con la p ro ­
piedad privada y con el Estado.
E n el m odo de produción capitalista, las necesidades están determ inadas
por el precio de los bienes y servicios, los ingresos populares (lim itados), las
necesidades de acum ulación de capital privado realizado a expensas de re­
ducir los salarios: si éstos suben aquél disminuye o viceversa. H e ahí la gran
contradicción entre trabajo asalariado y capital usurpado, lo cual constituye
la sociedad de clases antagónicas: la violencia en la historia que deberá ser
superad a en una sociedad libertaria basada en la p ropiedad social autoges-
tionada.
Los econom istas de las escuelas m arginalistas —psicologizando la E co­
nom ía P o lítica— han tratad o de eludir la teoría económ ica del valor trabajo,
expuesta por A dam Smith, R icardo, M arx y otros, donde aparece el capital
como hijo del trabajo —com o trabajo acum ulado —, lo que pone al descu­
bierto la explotación capitalista, profundizando la teoría del valor-trabajo
hasta llegar a la plusvalía (trabajo no pagado).
El m arginalism o plantea la ley del valor económ ico como algo subjetivo:
yo puedo q u erer o desear tal o cual cosa; ello tiene para mi un valor dccrc-

-189-
Economía autogestionaria

d e n te a m edida que voy saturando mis necesidades. Sin em bargo, mi espíri­


tu no pued e p roducir las cosas a p artir de la nada; pues ello sólo es facultad
de los dioses; pero no de los hom bres que p ara satisfacer sus necesidades no
tienen un "maná" gratuito, sino sólo lo que les procura su trabajo, más o m e­
nos productivo, más o m enos tccnificado, según el desarrollo de las fuerzas
productivas en cada época de la historia.
r a r a alcanzar un grado de saturación de las necesidades hum anas en ré­
gimen de abundancia absoluta, de m odo que d esapareciera el valor de cam ­
bio en bienes y servicios, habría que autom atizar el trabajo, elevando la p ro ­
ductividad varias veces más que en la actualidad. Ello no entra en la m ecáni­
ca del capitalismo, aferrad o al principio de la escasez de bienes y servicios
para m antener una sociedad de clases, de m odo que la econom ía política sea
una ciencia de adm inistración de recursos escasos, por más m aquinizada que
sea la producción p ara aum entar la clase m edia "terciaria" y "cuaternaria".
La autom atización del traba jo , en gran escala, se realizará con una econo­
m ía autogestionaria; pues bajo el capitalism o, la autom atización produce
m onopolios industriales que artificialm ente elevan los precios de las cosas;
con ello se opone el capitalism o a una econom ía de abundancia; pues su au­
tom atización del trabajo produce paro tecnológico; pero ello no sería así en
una sociedad autogestionada económ ica, social y políticam ente, en que la
autom atización del trabajo no produzca desocupación, en que trabajem os
todos m ejor cada año que pasa, y tengam os más y más ocio.
El sistem a de las necesidades hum anas no es sólo un problem a de querer
ésto o aquéllo, sino de poder producirlo con la técnica, el capital y el trabajo
com binados, no antagonizados. Todos los seres hum anos tienen necesidades,
pero estas dependen de la N aturaleza y del trabajo para satisfacerlas. Ello
crea una contradicción entre ésta y el hom bre, contradicción que podrá su­
p erarse con la autom atización del trabajo, base técnica del socialismo de au­
togestión, donde será superada la alienación económ ica del obrero por el ca­
pital privado o de Estado: instrum entos, respectivam ente, de dom inación del
hom bre asalariado.
L a escasez de bienes no es una cuestión psicológica sino económ ica. Sólo
el trab ajo puede producir el capital, los bienes de consum o y los servicios p a­
ra satisfacer necesidades hum anas, ya que la N aturaleza es pródiga con el
hom bre, pero sólo dom inándola con las técnicas y el trabajo: m ediación ne­
cesaria p ara producir objetos útiles. El trab ajo se objetiva en la N aturaleza,
así este de potencia subjetiva deviene creación objetiva; pero bajo la propie­
dad privada o estatal, el trabajo se aliena, desposeído de sus m edios de pro­
ducción. Por eso, sólo el trabajo asociado con sus m edios de producción su­
pera la lienación, en una sociedad libertaria auto-organizada.
La sociedad burguesa es extrem adam ente contradictoria: reside en una
m ala división del trabajo, en un sistem a económ ico antagónico, en la a p ro ­
piación por el burgués de la plusvalía. E n el capitalismo, la satisfacción de
las necesidades individuales se efectúa por m edio de un equivalente de tra-

— 190 —
Teoráa marginalista del valor económico

bajo social abstracto (m oneda), lo cual lleva implícito la alienación económ i­


ca de los sujetos por los objetos m ercantilizados. D entro de este sistema
cuentan más la satisfacción de las necesidades de las clases privilegiadas que
las de toda la sociedad. A sí las cosas, el predom inio de los intereses priva­
dos, los conflictos sociales, las rivalidades de clase, los conflictos individuales
— en el capitalism o privado o de E s ta d o — determ inan la alienación econó­
m ica (inherente al capital o puesto al trabajo, a la p ropiedad privada o esta­
tal de los m edios de producción), al dom inio del E stado sobre la Sociedad,
al trabajo asalariado. T oda esa cadena de contradicciones tiene, necesaria­
m ente, que p roducir un creciente desorden que se resuelve cam biando el
m odo capitalista de producción por el socialismo de autogestión.
Y no querem os caer en el fetichismo ideológico de que el socialismo de
autogestión sea la utopía de Tom ás M oro o el falansterio de Fouricr. No. El
socialismo de autogestión, que es el com ienzo real del socialismo libertario,
en su 1- etap a ten d rá contradicciones de otro orden que en el capitalism o
privado o en el socialismo de E stado; pero no tan antagónicas entre los esta­
m entos residuales, precisam ente porque éstos irán desapareciendo, cuando
el capital, la técnica y el trabajo estén socializados en la em presa autogestio-
naria basada en la propiedad social (no privada ni estatal), pues con estas
dos no es posible rebasar, histórica, juríd ica y económ icam ente, al capitalis­
mo.

E L S U B J E T IV IS M O D E LA U T IL ID A D F IN A L

Los econom istas de la escuela m arginalista han encubierto más que reve­
lado la teoría del valor económ ico de las cosas intercam biables o capaces de
satisfacer necesidades hum anas, según su grado de intensidad necesaria. E n ­
tre los clásicos del m arginalismo figuran destacadam ente N.W Sénior, Lau-
derdalc, Jevons, A. M arshall, II. .1. D avenport, E. Bóhm -Bawcrt, C. M cngcr,
W icser, W alras y V. Párelo; entre los modernos-. Irving Fisher, J. B. Clark,
P allen, C arvcr, F cltcr y otros; pues incluso J. M . Keyncs inpregna su doctri­
na del sujectivismo de la "utilidad marginal del capital", de la "propensión a
consumir", así com o otros conceptos más propios de la psicología que de la
econom ía.
Si bien en nuestra época, ya no se com porta la econom ía (por estar muy
en el devenir histórico, com o en tiem pos de los clásicos del pensam iento
económ ico), como en ¡os períodos del m ercantilism o y el liberalismo, aun­
que más en el sentido de éste que en aquél. A ctualm ente, bajo el im perio de
la econom ía dirigida, en los países de econom ía de m ercado, capital con­
centrado y m onopólico y en los países de econom ía centralm ente planificada
(sin la existencia del m ercado), ya no se respeta la ley del valor de cambio
debido a la intervención económ ica del E stado y a la fijación de precios de
m onopolio, ya sea bajo el m odelo soviético o b ajo el m odelo de capitalism o

-191 -
Economía auíogeslionaria

m ultinacional, concentrado o cartelizado p ara los principales productos p ri­


m arios o de gran consum o.
E n este orden de ideas, las m onedas son muy variables de un año para
otro p o rq u e la ¡n f ¡ación m o n d a ria Ies quila a unos lo que les da a oíros, p a­
sando gratuitam ente rentas, desde los trabajadores a los burgueses o b u ró ­
cratas y desde los consum idores a los especuladores que controlan d eterm i­
nados m ercados, en form a m onopólica total o parcial.
Sólo sería respetada la ley del valor-trabajo, como intercam bio justo en ­
tre trab ajad o res asociados con sus m edios de producción en una econom ía
autogestionaria: única que puede acabar con el desequilibrio económ ico, las
depresiones o rcccsioncs, la inflación m onetaria, la injusticia social basada
en la desigualdad económ ica entre los hom bres, la desocupación en m asa de
trabajadores, superando p ara ello la propiedad individual o estatal con la
propiedad social. Así se colocaría el derecho al trabajo por encim a del d e re ­
cho de propiedad, aboliendo las rentas parasitarias de lodo tipo e invinién­
dolas, productivam ente en beneficio de toda la sociedad sin que haya abun­
dancia económ ica p ara unos y miseria p ara el pueblo trabajador.
M ientras las clases dom inantes sean usufructuarias del excedente econó­
m ico, que ellas no han producido sino extorsionado a los trabajadores asala­
riados, la teoría económ ica de clases privilegiadas trata rá de ocultar los se­
cretos de la plusvalía sustraída a los trabajadores. A sí las cosas, el subjetivis­
mo económ ico im pregnado de idealismo sem ántico, se presentará como una
ciencia de lo general, cuando se trataría de una política particular de las cla­
ses dom inantes explotadoras y opresoras, en el O este y en el E ste, con "de­
mocracia" o con "socialismo"... En este sentido, la econom ía es la más aliena­
da de todas las ciencias, ya que es más im portante lo que oculta que lo que
revela al conocim iento hum ano, quizá p orque los econom istas —buenos tec-
n ó c ra ta s— sirven al capital privado o al capital del Estado. Y como los eco­
nom istas pertenecen a la división del trabajo de los burgueses o de los tccno-
burócratas, que perciben la plusvalía, se asocian con ellos en su disfrute, ela­
borando doctrinas económ icas en que siem pre prom eten al pueblo lo que
nunca cum plen. Por consiguiente, m ientras el pueblo no se constituya en
consejos autogestores de la producción, la distribución, la circulación y el
cambio de los bienes y servicios producidos, este seguirá siendo el burro que
cargue con las rentas parasitarias de los "terciarios", los burgueses, los tecno-
burocrátas,los dirigentes de izquierda o de derecha. Y así, a lo sumo, lo úni­
co que puede cam biar p ara el burro es el ronzal o la albarda, pero éste segui­
rá llevando sobre sus costillas, sin disfrutarlo, el consum o im productivo de
sus diferentes amos.
E n este orden de ideas, m istificando la realidad económ ica, la escuela
m arginalista de econom ía política ha psicologizado la ley del valor económ i­
co de las cosas con conceptos un tanto esotéricos: grado fin a l de utilidad de
un bien, según Jevons: ofelim idad o satisfacción obtenida por un individuo
del goce de una cosa, según V ilfrcdo Pareto; intensidad de la última nccesi-

-1 9 2 -
T eoría marginalista del valor económico

dad satisfecha, según W alras. En suma: jugar con los conceptos de utilidad,
escasez, cantidad o saciedad de las cosas económ icas, más en función psico-
lógico-fisiológica que de la cantidad y calidad del trabajo para procurárselas
penosam ente —tra b a ja n d o — no deseándolas, estando éstas en el limbo de
la ofelim idad o de un voluntarism o económ ico.
La situación p ara un pobre y un rico, o m ejor dicho, para un capitalista y
un obrero, aunque con muy parecida fisiología, su orden de necesidades es
muy distinto, ya que uno tiene el capital y otro sólo vende su trabajo; pero es
el poseedor del capital el que dom ina y aliena al trabajador asalariado; pues
su situación económ ica realm ente es muy distinta: uno produce la plusvalía;
otro la distribuye y la disfruta; uno, puede estar satisfecho con la adquisición
de un -"RoIIs-Roice" o de un aeroplano; otro, en algunos países, no llega su
ofelim idad a una simple bicicleta; uno, es casi indiferente al consum o de
pan; otro encuentra en el pan su alim ento fundam ental de la dieta alim enti­
cia diaria. Por consiguiente, si lodos los hom bres no están en igualdad de
condiciones, de oportunidades, de preparación cultural, científica y tecnoló­
gica, de gestionar la econom ía, la adm inistración, la inform ación, la política,
la justicia, la defensa y la totalidad del proceso económ ico, político y social;
así unos m andan y otros, obedecen; unos son ricos; otros, pobres; unos en­
cuentran su ofelim idad en los consum os de lujo; otros, en consum os popula­
res de prim era necesidad. Por tanto, la teoría m arginalista de los valores
económ icos es em inentem ente favorable a los intereses de clase de la b u r­
guesía y de la tecnocracia, de los em presarios y de los directores de em pre­
sas, en el sentido de las doctrinas de Schum peter, G albraith, Kcynes y otros.
Pero, en cierto m odo, para adm inistrarla plusvalía producida por los tra ­
bajadores, sea con la burguesía m onopolista o con la burocracia totalitaria,
coinciden las doctrinas de los neo-liberales: Friedm an, M ises y Ilayct; las de
los dirigentes tecno-burócratas: Keynes, Schum peter y G albraith; y las de los
burócratas soviéticos: Preobrazhenski, Bujarin, Strumilin y Liberm an. Todos
ellos, aunque diferentes en ideologías, están de acuerdo en que unos produz­
can el excedente económ ico, com o productores directos, pero sin acceder a
la gestión directa del capital, de las em presas autogestionadas.
Y volviendo a la doctrina m arginalista —que ha tratad o de dism inuir el
papel del trabajo en el proceso de valoración de la p ro d u cció n — nos parece
poco real afirm ar que en los bienes y servicios producidos, el valor está d e­
term inado por el m enor uso o em pleo útil que de ellos se haga, por la m enor
satisfacción que ellos producen a los consum idores. En una sociedad auto-
gestionaria —teniendo com o basam ento la propiedad social, y una cierta
igualdad entre los hom bres —, la utilidad marginal o m enor de una cosa no
se alcanzaría, fácilm ente, en un m ercado socialista, no regulado por los m e­
canismos económ icos del capitalism o privado o del capitalism o de E stado
propios de las burguesías (nacionales o m ultinacionales) o de las burocracias
totalitarias. Si todo el m undo tuviera derecho al trabajo y a consum ir en di­
versidad de bienes y servicios ofertados, en un m ercado no especulativo so­

-1 9 3 -
Economía autogestionaria

cializado, la o ferta y la dem anda se equilibrarían; las crisis de sobreproduc­


ción relativa (propias de una sociedad de clases desiguales económ icam ente)
no se producirían; así com o las crisis de realización o de falta de m ercados,
ya que una econom ía integrada en federaciones de industrias y de ram as de
producción, no p roduciría ni en cxxeso ni en defecto de todo, procurando
que unas ram as de producción o de servicios no se desarrollen m ucho y
otras, poco, p ara evitar las crisis económ icas cíclicas
E n un m ercado autogestión ario, con propiedad social de los m edios de
producción y de cambio, la libre com petencia de los grupos colectivos de
productores intercam biarían sus bienes y servicios respetando la ley del va­
lor de cambio, pudiendo ser cam biado o reem plazado cada producto por
otro de igual valor. A sí no se producirían situaciones paradójicas como en
países de régim en soviético en que el E stado dicta que lo que vale poco te n ­
ga más precio o a la inversa, si ello conviene a la política de la burocracia to­
talitaria. En esc sentido, si paga poco el Estado los productos agropecuarios,
p ara no subir el E stado-patrón tanto el salario a los obreros que trabajan en
sus em presas industriales, se hacen así transferencias gratuitas de ingreso de
los sectores de la población rural a los de la población urbana. Ello determ i­
na una aguda contradicción entre la ciudad y el cam po, rigiéndose por térm i­
nos de intercam bio inequitativo. Y si un país o una sociedad se dice socialis­
ta en ella todos los hom bres deben estar en igualdad de condiciones. D e otra
m anera el socialismo será de palabra, pero no en los hechos; será la política
de los tccnócratas, de los burócratas, o de los tim ócratas del pueblo, m ani­
pulado por la ideología del partido único p o r medio del m onopolio de los
m edios de com unicación de masas: prensa, radio, televisión, cinc, cultura, li­
bros y universidades.

-194-
Tcoráa marginalista dd valor económico

BIBLIOGRAFIA

B O IIM -B A W E R T , E. (1851-1914).
T h e au slrian econoinisls. annals o f Ihe Amer iran A cndcm y o f polilical and Social Scicnce.
1081. El a u to r de C apital e In te ré s. su o b ra m ás fam osa, considera que la doctrina de la utilidad
m arginal en cierra el se cre to de todos los p ro b lem as económ icos. Y, al respecto, se expresa en
esto s térm inos:
"La id ea de la u tilidad final es el ¡A brete, Sésam o!, la fórm ula de la clave de to d o s los fen ó ­
m en o s m ás com plicados d e la vida económ ica y p erm ite d e s e n tra ñ a r los p ro b lem as m ás inextri­
cables d e la ciencia''. (O b r. cit.).
P re te n d e r que la d esutilidad m arginal de un bien o servicio explica todas las causas y efec­
to s d e la ciencia económ ica es co n fu n d ir la psicología con la econ om ía y el su bjetivism o con el
o b jetiv ism o .

B U FFO N , G. L. (1707-178S).
Essai d ’ aritlim ctiq u c m oral. E n esta o b ra B uffon, au n q u e natu ralista m ás q u e econom ista,
se d a cu en ta, sin explicar la lucha de clases o la desigualdad e n tre los h o m b res com o M arx o
R o u ssea u , que no tien e el m ism o v alo r final el d in e ro del p o b re que el del rico:
..."el escudo del p o b re —dice — d estin a d o a p ag ar los o b je to s de p rim era necesidad y el es­
cu d o q u e co m p leta el saco de un bolsista son, a los o jo s de un m atem ático, dos unidades del
m ism o o rd en , p e ro an te los de la m oral el uno vale un luis, el o tro 110 vale un chavo" (o b r. cit.)
E v id e n te m e n te, p a ra un m ultim illonario norteam erica n o un m illón de d ó lares p u ed e se r
u na cifra irrisoria, p e ro p a ra uno de sus o b rero s o em pleados una cifra inalcanzable, incluso s u ­
m an d o to d o s sus salarios o sueldos de una vida de trab ajo . I’o r tan to , el d in ero en m anos de un
p o b re tien e v alo r en fo rm a de m oneditas de escaso p o d e r de com pra; el d in ero , en las cajas de
un em p resario , p restam ista o b an q u ero , es sin duda, d in ero hom o géneo, p e ro m al re p a rtid o so-
cialm cnte. Asi', p ues, en una econom ía auto g estio n aria, q u e p ro c u re la igualdad e n tre los h o m ­
b res, no só lo económ ica sino tam bién de o p o rtu n id a d es iguales p ara todos ellos, el d in e ro d e ja ­
ría de se r el signo del p o d e r o m n ím o d o de unos y el de la p o b reza p ara o tro s

SE N IO R , N. W. (1790-1864).
Political cconom v. ILste econom ista fue uno de los teóricos de la utilidad d ecreciente, en el
se n tid o de que la o fe rta de un bien estab a condicionada p o r la dificultad de increm entarla, o
sea, p o r el costo adicional de a u m e n ta r o p ro d u cir una cantidad adicional.
"R ara vez dos artícu lo s de la m ism a clase p ro d u cen el doble de placer que uno —afirm a S é­
n io r —, y diez p ro d u cen , aún m enos, cinco veces m ás placer que dos. P o r lo tan to , es p ro b ab le
que el n ú m ero d e q u ien es están p rovistos de un artícu lo y no desean, o apenas d esean, a u m en ­
ta r su p ro v isió n , sea ta n to m ás gran d e cu an to m ayor es su grado de ab undancia, y p a ra ellos la
o fe rta adicional p ierd e to d o, o casi to d a su utilidad. Y es p ro b ab le que el n ú m ero de los q u e lo
desean , el g rad o en que lo desean, au m en te en pro p o rció n a su escasez; y su utilidad, o, en
o tra s p alab ras, el p lacer que p ro d u ce la posesión de d eterm in ad a cantidad de él, au m en ta en
p roporción". (O b r. cit. pp. 11-12).
C iertam en te, la utilidad, la cantidad, la escasez y la saciedad de un bien o servicio son co n ­
cep to s q u e influyen en el valor económ ico de las m ercancías, p ero es qu e su b je tiv am en te , p o r
un acto de vo lu n tad , n ad ie pu ed e a u m e n ta r tan to los bienes y servicios hasta q u e se produzca la
saciedad de n u estras satisfacciones. El v alo r venal se anula con la abundancia de todo, p e ro es
que só lo una sociedad au to -organizada, con au tom atización de su tra b a jo , con una m oral eco­
nóm ica d e n ecesidades frugales, sin d erro c h es com o los de la "sociedad de consum o", p u ed e s u ­
p e r a r la eco n o m ía m ercantil de capitalism o p riv ad o o de E stado.

-1 9 5 -
Economía autogestionaria

D A V E N P O R T , H . J. (1861-1931).
T h e cro n o n iy o f Ihe cn lcrp risc. Sum iendo las do ctrin as m arginalistas del valor, este eco n o ­
m ista n o rteam erica n o estim a (...) que los h om bres siguen la línea de m e n o r sacrificio (...) "la
fó rm u la del p lacer máxim o, es ap ro p iad a sólo cuando, en tre dos clases de tra b a jo agradable, se
escojo aquella clase cuyo proceso y p ro d u cto p ro p o rcio n a la m ayor satisfacción de las necesida­
des. P ero la fó rm u la del sacrificio m ínim o es en todas p a rte s b a stan te am plia". (O b r. cit. pp. 59-
61).
P ara D ev en p o rt, un ho m b re deja de tr a b a ja re n el m om en to que la continuación de su tr a ­
b ajo co n stitu iría el m ayor sacrificio ya que p u ed e p re fe rir el ocio a la actividad. Sin em bargo,
ello n o se da ni siquiera con el gran p ro g reso de la productividad en la "sociedad de consum o",
d o n d e los tra b a ja d o re s suelen, frecu en tem en te ocuparse en dos em p resas distintas, haciendo
d o b le jo rn a d a , ya q u e sus necesidades m ateriales los acucian lab o ralm cn tc. I7n las sociedades
cam pesinas m ás atrasad a s o en las de la caza y la pesca uno pu ed e cam biar un o b je to de caza
p o r o tro de pesca o, a riesgo del ham bre, o p ta r p o r un tiem po de ocio, p e ro b a jo el capitalism o
p riv ad o o de listad o , el o b re ro está som etido, en cierto m odo, al esfuerzo m áxim o y al salario
m ínim o.

JE V O N S, S. II. (1835-1882).
Tlie th ro ry n f poliiicnl econom v. C onfrclam lo.su p en sam ien to so b re la eco n o m ía dice:
"...debe b asarse en una investigación com pleta y exacta de las condiciones de la utilidad; y
p a ra e n te n d e r este elem ento, tenem os p o r fuerza que exam inar las necesidades y deseos del
ho m b re. N ecesitam os, an tes que nada, una te o ría del consum o de la riqueza” (O b r. cit. p. 39).
P ara Jev o n s, cuando m ás son los increm entos de una cosa o v alor de uso ab u n d an te tan to
m ás au m e n ta rá su desutilidad. A sí, pues, la utilidad o b ten id a del últim o increm ento se ría su
g ra d o final d e deseabilidad p ara el consum idor.
Pero, casi to d o s los m arginalistas, han e la b o ra d o su te o ría de la utilidad final ten ien d o en
cu en ta a u no o d os individuos, a un g rupo local lim itado en sus necesidades, p ero es que lo que
p u d iera se r saciedad para un individuo, en una econom ía de consum o inm ediato, p o d ría se r n e ­
cesidad p ara la to talidad nacional, continental o m undial de los consum idores de un p ro d u cto o
artícu lo . P o r tan to , lo q u e se ría so b ran te, en un caso, co n stitu iría escasez, en el o tro . A sí, p o r
ejem p lo , a los co n sum idores de m anteca de la C lili les so b ra este alim ento, m ientras q u e a los
soviéticos, en el m ism o tiem po, les falta; los p rim eros, la exportan; los segundos la im portan;
p e ro ello n o d ep en d e que en una de estas regiones se desee m ás la m anteca q u e en la o tra p o r
su g rad o d e utilidad, sino p o rq u e las vacas de la C E U están m ejo r alim en tad as y rinden m ás le­
che p o r añ o , cada una, q u e las de la U R S S .! ülo es un hecho económ ico y no psicológico.

L A U D E R D A L E , C onde de (1759-1839).
An in q u i it into. thc naturc and origin o f thc public w calth. E ste econom ista británico fue
un agu d o o b se rv a d o r de los hechos económ icos; pensaba q u e el v alor de una cosa útil capaz de
satisfacer necesid ades hum anas p odía m odificarse en las siguientes situaciones: dism inución o
au m en to d e su cantidad; acrecen tam ien to o decrecim iento de su dem an d a. Y p a ra decirlo con
sus p ro p ias p alab ras expresa:
"...el a u m e n to del v alo r de cualquier bien, a consecuencia de la dism inución de su cantidad,
tien e q u e e s ta r regulado p o r la perseverancia de los consum idores en su deseo de d is fru ta r de
la m ism a cantidad; que g en eralm en te ha de d e p e n d e r de la naturaleza del bien escaso, ya qu e la
ten acid ad con que se p rocura o b te n e r la m ism a cantidad tiene que se r p ro p o rcio n al al g rad o de
inclinación que p o r dicho bien haya creado la necesidad, el h ábito o el gusto". (O b r. cit. pp. 65-
66 ).
P ero el v alo r no d ep en d e sólo del "hábito", el "gusto", ni siquiera del "bien escaso", pues los
artícu lo s d e consum o p o p u la r p ueden e s ta r subiendo de precio y, al co n trario , p e rm a n e c e r es­
tables o su b ir poco los artícu lo s de lujo; pues hay m enos consum idores en el m ercado de los ri­
cos q u e en el de los p obres.

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Teoráa marginalista del valor económico

M A R SH A L L , A. (1842-1924).
P rincipies o f eco n o m v . P ara M arshaíl se p u ed e p re se n ta r, so b re la cuestión del valor, tres
casos: 1) que la pro d u cció n esté d eterm in ad a p o r costos crecientes o ren d im ie n to s decrecien ­
tes; 2) p o r costos u n itario s co n stan tes o ren d im ie n to s constantes; 3) p o r los costos u n itario s d e ­
crecien tes o ren d im ien to s crecientes. Al m ism o tiem p o —estim aba — q u e el tiem p o in flu ía so ­
b re el valor, tan b ién , en tres situaciones: a) un p e río d o dem asiad o c o rto de tra b a jo en que no
se p ro d u c e nada; b ) u n tiem po en qu e la o fe rta p u ed e se r in crem en tad a, em p lean d o los facto ­
res d e pro d u cció n existentes, p e ro cuya d uración es insuficiente p a ra q u e sean a ju sta d o s cu an ti­
tativ am en te; c) un tiem p o suficientem ente largo p ara q u e se aju ste a la o fe rta los facto re s de
p ro d u cció n . E n sum a, M arshaíl es m enos psicologista q u e los m arginalistas y e n tra , en cierto
m odo, en la teo ría del v alo r-trab ajo , no en un se n tid o tan co n creto com o A . Sm ith, D . R icardo
y C. M arx.
P ara ex p resarn o s con p alab ras de M arshaíl resp ec to al terna q u e nos ocupa, dice: "...pode­
m os co ncluir qu e, com o regla general, cu an to m as co rto es el p e río d o q u e estam o s co n sid eran ­
d o, ta n to m ay o r d eb e se r la p a rte de n u estra atención q u e d ediquem os a la influencia de la d e ­
m an d a so b re el valor; y cu an to m ás largo sea el p e río d o , tan to m ás im p o rta n te se rá la in flu en ­
cia del costo d e pro d u cció n so b re el v alo r” (O b r. cit. p. 3-19).

M E N G E R .C . (1841-1921)
Investigación so b re el m étodo de las ciencias sociales v. en particular, de la eco n o m ía p o lí­
tica. M c n g cr es quizá el rep re se n ta n te m ás destacad o de la escuela austríaca, en cu an to a la
te o ría m arginalista del valor. Su tesis principal es la siguiente:
"La utilidad d e un bien se refiere a la m en o r intensidad de necesidad satisfecha". E n este
o rd e n d e ideas, la utilidad de cada unidad económ ica se m ide p o r la de la últim a unidad a d q u i­
rida o conservada.

W A LR A S, M. E. L. (1834-1910)
E co n o m ía p olítica p u ra. U na de las preocupaciones fu n d am en tales de este econom ista fue
la te o ría del cam bio, en q u e el valor, m ás que la cantidad p ro m ed io de tra b a jo co n ten id a en la
m ercancía, d ep en d e d e la rareza y de la utilidad final. P ero el a p o rte teó rico m ás im p o rtan te de
W alras a la eco n o m ía p o lítica consiste en su concepción de la in terd ep en d en cia global de los fe ­
n ó m en o s económ icos co m p ren d ien d o to d o s los b ien es y servicios y to d o s los facto re s p ro d u c ti­
vos, algo así com o una anticipación a lo que hoy llam am os el p ro d u cto in tern o b ru to . P ero co­
m o eco n o m ista m atem ático , estim a que "la econom ía p u ra d eb e sa car de la experiencia sus ti­
p o s d e cam bio, d e o fe rta , de d em anda, de capitales, de ren tas e ingresos, de servicios
p ro d u cto res, d ep ro d u cto s. D e esos tipos reales d eb e ella ab straer, p o r definición, unos tipos
ideales y h acer sus razo n am ien to s so b re estos últim os p ara no v o lv er a la realidad m ás que, una
vez co n stru id a la ciencia, con m iras a sus explicaciones" (O b r. cit, p. 20). E n este sen tid o , la ec o ­
no m ía es m ás m atem ática que política y sociológica, p e ro no m ás v erd ad era, sino m ás ab stracta
y m etafísica, m ás tccnócratica.

W IE SE R , F. von. (1851-1926).
D esarro lló el co n cep to económ ico de costo de o p u rtu n id a d , altern ativ o o de tran sferen cia,
in d ican d o que los costos no son precios re q u erid o s p ara d e te rm in a r la o fe rta de los facto re s de
p ro d u cció n , p a ra estim u lar estos factores a pro d u cir, sino que son pagos necesarios p a ra a tra e r
los facto re s p ro d u ctiv o s en un se n tid o d eterm in ad o desplazándolos de o tro s p osibles usos. E n
este o rd en de ideas, expresa:
"Los elem en to s p ro d u ctivos q u e sólo adm iten una clase de ocupación, no co m p arten la
m ultiplicidad d e condiciones necesarias p a ra que su rja lo que reconocem os com o costos. U n a
fu e n te d e agua m ineral que sólo p u e d e utilizarse ex tray en d o su co n ten id o y em bo tellán d o lo ,
tien e ev id en tem en te, q u e g u ard ar una relación del to d o distinta con el v alo r del p ro d u cto a la
del tra b a jo no calificado que llena las botellas, p e ro que p u ed e em p learse adem ás en o tro s
u s o s " . (.Natural vakw p. 175).

-1 9 7 -
Economía autogestionaria

E n sum a, p ara W icscr "los m edios p ro d u ctiv o s que tienen un costo, son agentes p ro d u c ti­
vos q u e están m uy esparcidos y tien en m últiples usos. C om o tales, p ro m e te n un ren d im ien to
lu crativ o en m uchos sentidos; p e ro la realización de uno de éstos su p o n e p o r fuerza una p é rd i­
da d e to d o s los d em ás. E s este sacrificio el q u e está co m p ren d id o en el concepto del costo".

-198-
C A P IT U L O V I

LOS M ECANISM OS DE LOS PRECIOS EN LA


ECONOMIA MERCANTIL

Moneda y precios en el capitalismo privado o de Estado

Los precios tienen tendencia histórica a subir y, en consecuencia, la m o­


neda a depreciarse. .Tcan Bodin, en el siglo XVI, insinuó la teoría cuantitativa
de la m oneda, indicando que los precios subían por la influencia del oro y
plata del Nuevo M undo. E n el Im perio R om ano, en los tiem pos de la deca­
dencia, la inflacción se realizaba, no en papel-m oneda, sino degradando el
peso y la ley de las m onedas. En nuestra época, desde la gran b aja de los
precios d urante la crisis económ ica de 1929-33, la inflacción lia sido la carac­
terística económ ica dom inante en todo el m undo, p orque las m onedas, fuera
del patrón-oro, están al servicio de los gobiernos y de los banqueros y en
contra de los consum idores y de los asalariados.
A l abandonar el patrón-oro se creó una m oneda clástica para m over los
precios a voluntad (de los "grupos de presión"), y, en consecuencia, al no b a­
ja r los precios no pueden ser revaluadas las m onedas, que los miden econó­
m icam ente. P od ría decirse que el capitalism o m oderno no quiere un dinero
estable, (firm e, con precios en oro) p ara obtener ganancias excesivas y ren ­
tas gratuitas con la especulación com ercial, cam biaría y financiera, determ i­
nada p o r una constante inflacción que suba más los precios que los salarios
p a ra enriquecer a los capitalistas y em pobrecer los obreros.
Si los valores económ icos fueran expresados en una m oneda estable, los
precios tenderían a declinar, dado que el trabajo produce cada vez a más b a ­
jo costo de producción debido al m aqum ism o autom atizado. Si la tierra rin­
de más con m ejores m étodos de producción, más abono y m ejores m áquinas,

-199-
Economía autogestionaria

nada explicaría, por consiguiente, que los precios agropecuarios sean cada
año que pasa más elevados en función del papel-m oneda inflacionario.
E n la industria, la productividad se ha m ultiplicado con el em pleo de m á­
quinas de control num érico, sin em bargo, los precios de los productos indus­
triales siguen subiendo, incluso en países de gran progreso tecnológico. Por
paradóijco que nos parezca, producim os siem pre más y m ejor; pero vivimos
cada vez peor; más y más caro. Ello se debería a que las m onedas nacionales
son controladas, no por los trab ajad o res y los consum idores, sino por los
m onopolios, el Estado, los "grupos de presión" privilegiados y el gran capital
financiero.
L a econom ía liberal contó con m ecanism os de autorregulación de los
precios m ediante m onedas de oro o con el patrón-oro. E ntonces los gobier­
nos no podían em itir dinero inflacionario, ya que sin entrar oro, divisas o au­
m entar la producción, los bancos centrales no podían poner dinero en circu­
lación. Tal sistem a rigió d urante el siglo pasado y, parcialm ente, hasta la
gran depresión de 1929-33. El rigor de los precios en oro, y que en las crisis
p roducía su derrum be, determ inó el abandono del patrón-oro por p arle del
dólar y la esterlina, m onedas pilotos de la econom ía m undial. T odas las d e­
más m onedas siguieron el ejem plo m onetario anglosajón en la década de
1930-40. A sí nació la econom ía dirigida: el E stado, que no intervenía econó­
m icam ente m ucho en el régim en liberal, se colocó como centro de gravedad
de la econom ía nacional. Y com o el dirigismo estatal deja m uchos huecos sin
control en la econom ía de un país, fue am pliado en m uchos países —capita­
listas o "socialistas”— con la econom ía planificada. Así, pues, el liberalismo,
el dirigism o y el pla n ism o son tres cam bios económ icos experim entados en
el curso de un siglo, ya que el liberalism o tuvo su apogeo en la segunda mi­
tad del siglo X IX ; y el dirigismo y el planismo, con la gran depresión de
1929-33 y la Revolución R usa de 1917, que no superó el capitalism o de E sta­
do disfrazado de marxismo ideológico.
E s evidente que nos hallamos en una época de transición a otras form as
económ icas que el capitalism o privado o de E stado. El paso del liberalismo
al dirigism o y de éste al planism o expresan, históricam ente, que la econom ía
nacional tiende ha ser cada vez más social, más autogestionaria; m enos pri­
vada, corporativa y centralizada, en razón de un socialismo libertario como
alternativa a la econom ía burguesa (O este) y a la econom ía estatizada (E s­
te): am bas usurpadoras de plusvalía.
Se ha abusado dem asiado de la inflacción m onetaria, para procurar ga­
nancia a los sectores privilegiados, en contra del pueblo trab ajad o r y consu­
midor. La crisis de 1929-33 tuvo sus correctivos en la inflación de los pre­
cios, lo que en realidad, era indirectam ente una rebaja de los salarios, para
estim ular asi las ganancias de los em presarios.
Al com ienzo la inflación no era alarm ante; pero luego de dos guerras
m undiales, que se pagaron con papel-m oneda insolvente por los E stados b e­
ligerantes, la inflación lo está descom poniendo todo económ icam ente. Inclu­

- 200-
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

so los E stados -que abusan y usan irracionalm ente de la inflación- descubren


que sus funcionarios se declaran en huelga frecuentem ente, cuando el atraso
de los salarios es muy grande con relación al alza continua de los precios.
P ara salir del círculo vicioso de los precios subiendo y los salarios b ajan ­
do, es necesario un régim en económ ico que conjugue los intereses que todos
y de cada uno de los ciudadanos, fiando más la prosperidad económ ica a la
cooperación, la autogestión, el dinero estable, el m ercado (libre de especula­
dores) y a la propiedad social de los m edios de producción y de cam bio, co­
mo basam ento económ ico de la sociedad libertaria que supere las clases y su
contenido económ ico: la propiedad privada o estatizada.
E s necesario un nuevo régimen económ ico, sin definiciones abstractas o
ideológicas, pues lo que cuenta es el grado de productividad del trabajo, el
progreso económ ico y el bienestar de todos en una em presa de lodos. H ay
que instaurar una econom ía autogestionaria que funcione a más bajos costos
de producción y con más bajos precios de m ercado que las econom ías b u r­
guesas o cstatalizadas.
La m ejor econom ía para un país es la que acelere la expansión de la p ro ­
ducción y m antenga la plena ocupación de los trabajadores, sin com erse el
capital social, am pliándolo todos los años hasta que la creciente productivi­
dad procu re más tiem po de ocio que de trabajo.
D ebe haber plena libertad de ensayo económ ico (em presas mixtas, m uni­
cipales, cooperativas, m utuales y autogestionarias) sin estabilismo, m onopo­
lios ni elitismo. Lo im portante es poner la econom ía social al servicio de la
población: fuera del control de los monopolios nacionales o extranjeros; que
en plena libertad y com petencia triunfe el régim en que dé más cantidad y
m ejor calidad de producción a más bajos precios p ara la población; más p a r­
ticipación a los trab ajad o res y más libertades al pueblo, liberado de opreso­
res y explotadores, burgueses o burócratas del O este o del Este.
A esta altura de nuestra experiencia histórica, sin perdernos en la m etafí­
sica política de las ideologías contem poráneas y por los resultados históricos
del régim en soviético o del neo-capitalism o de la "sociedad de consumo", el
único sistem a socio-económ ico que puede hacer cum plir la ley del valor-tra­
bajo en los intercam bios, d entro de un m ercado socialista (libre de m erca­
chifles, de agiotistas m onetarios y bursátiles, de capitalista que consum en
mucho y producen poco), es la econom ía autogestionaria (en las em presas,
explotaciones agro-industriales, servicios, talleres y fábricas) y la dem ocracia
directa (en la política), de m odo que la Sociedad auto-organizada sustituya
al E stado de clase: o p resor y explotador; insaciable en im puestos; disipador
del pro d u cto interno bruto, en más de su m itad en muchos países, sin devol­
ver a la Sociedad casi nada productivo; m ultiplicador del déficit del p resu­
puesto del gobierno burocratizado; acum ulador de una enorm e deuda públi­
ca interna y externa que hipoteca a los países; d errochador de la riqueza en
gastos im productivos; planificador del desastre económ ico program ado por
la burguesía y la burocracia de Oriente y Occidente. F rente al desorden econó­

- 201-
Economía autogestionaria

mico, hay que desburocratizar y desaburguesar la econom ía m ediante la ins­


tauración de un socialismo libertario, autogestionario en las em presas y con
dem ocracia directa, en la política, sin m onopolio de los partidos, com o auto-
p o d er de todo el pueblo.

PRECIOS EN HORAS DE TRABAJO

E n el siglo XVf, una n aran ja (fuera de su zona de producción) valía unos


2 dólares; era un lujo de príncipes. A ntes de desarrollarse el com ercio m un­
dial plenam ente 1 kilogram o de higos (fuera de su zona ecológica) constituía
un valor igual a 3 pollos; y un kilogram o de dátiles se expresaba por un valor
cquivalencial de 10 kgs. de carne.
Con el com ercio m undial am pliado por los transportes m arítim os, terres­
tre y aéreos, los p roductos circulan ahora por todas las regiones de la tierra.
A sí los precios entre las m ercancías guardan otra equivalencia del valor que
en la E d ad M edia, en que un kilo de grasa valía tanto como un kg: de carne;
p ero ahora con la producción en m asa de aceites vegetales, la carne vale m u­
cho m ás que la grasa, subproducto destinado más bien a la fabricación de ja ­
bón que al consum o hum ano.
E l econom ista francés J. B. Say decía que "la com paración de los precios
de una época con los precios de hoy es la cu adratura del círculo de la econo­
m ía política, ya que no hay m edida com ún para establecerla". Sin em bargo,
existe esa m edida: la hora de trabajo ( HT) . Calculando todos los bienes en
horas de trabajo social m edio p ara la producción de un bien o servicio, ten ­
dríam os la explicación de los costos de producción y las relaciones v erdade­
ras del valor o precios en tre las m ercancías; sabríam os si realm ente el precio
de un p roducto ha subido o b ajado con su tiem po de trabajo, no en función
de m onedas inflacionarias sino en térm inos concretos de valor-trabajo, que
no es posible con capitalism o privado o de E stado, pero si en un sistem a de
socialism o autogestionario, donde los precios en unidades de trab ajo serían
estables o más bien decrecientes en razón del aum ento de la productividad
debida a la autom atización progresiva del trabajo.
U n a v erd ad era estadística, objetivam ente concebida, debiera calcular en
horas de trabajo el alquiler, un traje, unos zapatos, varios alim entos de p ri­
m era necesidad y todos los bienes y los servicios. D e esa m anera, con la hora
de trabajo ( H T ) , com o m edida estable de valor, se vería la estafa de la infla­
ción con los obreros, m ientras hace ganar dinero a "grupos privilegiados", a
la burgesía. La hora de trabajo es ya un m ódulo de valor p a ra los ingenieros
que calculan sus grandes proyectos en millones de horas de trabajo, a fin de
ten er un valor fijo más firm e que las m onedas inflacionarias, que no sirven
p ara m edir equitativam ente los valores económ icos, como el dólar, las euro-
m onedas, el yen y las m onedas de países del T ercer M undo.
H istórica y económ icam ente, los bienes y servicios disminuyen de valor:

- 202-
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

cada vez cuesta m enos horas de trabajo, en países con desarrollo tecnológico
y económ ico. E n este sentido, como ejem plo, veam os una estadística in tere­
sante sobre los precios en Francia, estim ados en tiem po de trabajo y no en
francos:

FR A N C IA ; T R E C IO D E A L G U N O S P R O D U C T O S
E N H O R A S D E T R A B A JO

Productos 1906 1954


C hocolate Kgs 3 h 40 m 3 h 00 m
Café Kgs 4 h 15 m 5 h 00 m
A zúcar Kgs 0 h 45 m 0 h 29 m
Jabón Kgs 0 h 52 m 0 h 38 m
Pan Kgs 0 h 30 m 0 h 20 m
Patatas Kgs 0 h 15 m 0 h 07 m
C arne de vaca Kgs 4 h 15 m 4 h 00 ni
Pollo Kgs 4 h 30 m 3 h 00 m
Autom óvil, (horas) Kgs 10.250 h 3.476 h

F U E N T E : Jeán Fourastié. L a revolución en Occidente. Edit. Foníanella.


B arcelona, 1964.

Lo contradictorio de nuestra época es que cada día invertim os m enos


tiem po de trabajo p ara producir un bien o un sevicio; pero los precios en
m oneda, sin em bargo, son más y más elevados. E sta contradicción en tre el
progreso de la técnica (que ab arata los productos del trabajo hum ano) y alza
los precios (por m ecanism os m onetarios inflacionistas o devaluacionistas),
condena a perecer a un capitalism o que procura ganancias a los burgueses
con el alza de precios, y no una gran abundancia de artículos m anufactura­
dos y productos agropecuarios p ara los consum idores y los trabajadores, p a ­
ra todo el m undo por igual. Ello sería posible con el socialismo, pero no con
el capitalism o privado o de Estado.
Así, pues, el m ejor régim en económ ico, p o r encim a de las definiciones
ideológicas, es aquél que dé trab ajo p ara todos; bienestar y cultura p ara to ­
dos; precios cada vez más y más bajos a tenor del aum ento de la productivi­
dad del trabajo; expansión de la producción m ediante el ensancham iento del
m ercado autogestionario, que debe am pliarse con el alza del nivel de vida
para todos; pues el consum o es la determ inación de la producción; debe
aquél aum entar siem pre más p ara una producción mayor y m ejor, cada vez
más autom atizada p ara liberar al hom bre del trab ajo penoso por las m áqui­
nas cefalizadas p o r m edio de o rdenadores electrónicos controlando el p ro ­
ceso de producción casi sin em pleo de trab ajo hum ano, en el socialismo li­
bertario: esperanza de liberación de la hum anidad.

- 203-
Economía autogestionaria

PRECIOS, M O NEDA Y PRODUCTIVIDAD

C uando los precios no revelan objetivam ente la ley del valor de cambio
de las m ercancías, debido a la m oneda elástica (inflacionaria), fuera del oro
del patrón-oro, del (H T ) o de m onopolios de las m ultinacionales, los consu­
m idores son así sacrificados a los em presarios, que m ediante la inflación de
los precios de m onopolio obtienen rentas diferenciales gratuitas, extraídas
del pueblo trab ajad o r y consum idor, poniendo siem pre a los salarios detrás
de la subida perm anente de los precios.
B ajo un régim en de m oneda fu erte (m oneda-m ercancía) con valor esta­
ble, los precios deberían ten d er a b ajar sintom áticam ente. Com o las técnicas
van avanzando, año tras año, así la productividad aum enta constanlcm cn-
te;es natural que los precios debieran declinar y ser favorables a los consu­
m idores com o desde 1876 hasta 1913. Sobre la base de dicho p eríodo (to­
m ando com o base 100: 1938) hacia 1876/1880, el índice de precios era 147
con tra 137 en 1913. E stos datos pueden ser com probados en "Industrial and
Forcing T ra d c 1' de la Sociedad de Naciones. Como la productividad crece
históricam ente, consecuencia del progreso tecnológico lincral, los precios
debieran declinar, siendo expresados en m oneda firm e, si no estuvieran de­
term inados arbitrariam ente por m onopolios y si se expresaran en horas de
trab ajo social medio.
Vivimos, pues, en un m undo alienado, cada vez más extraño al hom bre,
más contradictorio c incom prensible en su aspecto económ ico. P or producir
más y m ejor, paradójicam ente, tenem os que vivir siem pre más caro y peor
por m antener el capitalism o y no instaurar ya el socialismo libertario, que ya
es posible con la progresiva autom atización del trabajo.
Según la doctrina de J. M. Kcyncs, con el "presupuesto descom pensado"
la política de inflación p erm ante y el "abandono del patrón-oro", se agotaron
las fuentes internas de acum ulación de capital, incluso en un país tan po d e­
roso com o E stados U nidos. A ctualm ente este país debe varias veces más dó­
lares que el total de su reserva en oro; pero gracias a ello es próspero en
deudas que debe en dólares, que no los paga. Ello le perm ite expandirse
económ icam ente a costa de que otros países conserven dólares en las arcas
de sus bancos centrales, pero sin conversión en oro o de equivalente de su
valor en oro.
U n o de los m ayores contrasentidos de la econom ía contenporánea reside
en que las m ercancías cada vez tienen m enos valor (exigen menos tiem po de
trab ajo socialm cnte necesario p ara producirlas), pero son siem pre más y
más caras, desde que el papel —m oneda puede ser inflacionariam ente m ulti­
plicado a voluntad. Casi todas las m onedas, aun las más estables de E uropa y
N orteam érica, se deprecian anualm ente más que el porcentaje de aum ento
de la productividad. G racias a ello si la ren ta b ruta nacional de un país crece
un 4% , 5% y la productividad al red ed o r del 5% , un aum ento de salarios del

-2 0 4 -
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

5% sería nulo; puesto que los trab ajad o res no se benefician de su mayor p ro ­
ductividad con la depreciación m onetaria en igual proporción. ¿Cóm o pue­
de continuar existiendo un régim en que tiene necesidad de quitar más, por
un lado de lo que da por el otro, a los trabajadores, constantem ente engaña­
dos por los mecanism os m onetarios capitalistas.
E n lodos los países, por atrasados que sean en progreso tecnológico,
siem pre hace falla menos tiem po de trabajo social para producir un bien;
pero, sin em bargo, los precios siem pre van subiendo..C on la depreciación
m onetaria continua, el capitalista explota a los trabajadores y a los consum i­
dores, no procurándoles bienes cada vez más y más baratos, com o sucedía
entre 1870 y 1913, m ientras existió un relativo liberalismo económ ico, una
m oneda estable que no podía ser aum entada a voluntad, sino en co n traparti­
da de más producción, más ingresos de oro y más divisas en los bancos cen­
trales em isores de papel-m oneda.
El F. M. I., producto del "Plan Keynes" y del ''Plan White", ha facilitado la
inflación internacional en beneficio de los norteam ericanos. Pues si este país
tiene déficit en su balanza de pagos, lo salda con emisión de papel y no con
oro, cosa que no puede hacer el resto de los dem ás países. En estas condi­
ciones, el dólar no se obliga a devaluarse oficialm ente ni a rccom prar sus
enorm es excedentes de dólares papel (euro-dólares, petro-dólares) esparci­
dos por el m undo, con los cuales se financia su econom ía; pero si el franco,
el m arco o el yen tuvieran déficit con E stados U nidos, deben com prar sus
dólares con oro. H e ahí la lev del em budo en la cual se basa el F. M. I., ins­
trum ento del im perialism o m onetario del dólar, que cuando él habla se ca­
llan todos ya que tiene el derecho de velo en esa institución financiera inter­
nacional.
¿Cóm o conciliar un sistem a de econom ía mundial en que el precio del
azúcar declina de 9 centavos de dólar, desde 1962 a 1963, a unos 2,8 centavos
en 1965, igual precio que en preguerra, m ientras el acero norteam ericano o
alem án había triplicado el suyo? ¿Cual es la suerte de la R. D om inicana en
que el 60% de sus exportaciones son en azúcar?. Ello explicaría la ruina de
los países exportadores de m aterias prim as cuyos precios reales en 1 9 SS
eran, más o menos, los de la gran depresión de la década de 1929-33.

DINERO, VALOR Y PRECIO

L a form a dinero, que expresan las m ercancías, es la form a del precio: si


el dinero no es m ercancía, es decir, si no es oro, plata o algo que represente
a estos m etales, el patrón del valor es algo que no sirve para m edir, económ i­
cam ente, el valor de las m ercancías que concurren al m ercado. B ajo el régi­
men del dinero de curso forzoso, papel-m oneda no som etido al patrón-oro,
los precios son inestables, ya que no los mide o determ ina tanto el dinero co­
mo la relatividad de valor entre las m ercancías.

- 205-
Economía autogestionaria

C uando el dinero es producto del trabajo humano: oro, plata cobre, no se


p ued e m ultiplicar a voluntad los precios, pues si el dinero solvente m ide el
valor de las m ercancías éstas, a su vez, m iden el valor del dinero. E n una si­
tuación de inflación galopante, cuando el dinero sólo vale su valor papel, ha­
ce falla llevar una bolsa de dinero p ara adquirir cualquier m ercancía, ya que
el dinero despreciado no vale por sus cifras, sino su valor en m ateria prim a
(pasta de papel, más el trabajo hum ano de im prim ir billetes de banco).
L a m agia del dinero, propio de una econom ía m ercantil con prevalencia
del interés privado sobre el interés general, no deja ver los verdaderos m eca­
nismos económ icos que hay detrás de los precios. Las teorías m onetarias y
las teorías de los precios, constituyen la p arte más oscura de la econom ía p o ­
lítica: son más difíciles éstos de explicar con claridad que los m isterios de la
religión, quizá p orque algo hay oculto detrás de todo el sistem a económ ico
de m ercado capitalista o de intereses privados (entre sí contradictorios), in­
herentes al capitalism o, pero no en un socialismo libertario en que los pre­
cios en (í IT) u horas de trabajo serían justos y no inflacionarios.
El dinero tiene todos los poderes sobre la sociedad; hace todos los mila­
gros; pero no por ello es om nipotente; su fragilidad reside en que al querer
resolverlo todo, con la emisión de papel-m oneda, lo com plica todo y lo de­
g rada todo; pues los gobiernos que usan y abusan de la inflación, de las d e­
valuaciones m onetarias, se encam inan, inevitablem ente, a una crisis total que
lo ab arcará todo: sacudirá todo el sistema económ ico y creará condiciones
objetivas y subjetivas para el paso del capitalism o al socialismo libertario.
H ay un velo inpenctrablc detrás del dinero, pero si los precios de las
m ercancías se leen al revés, en un boletín de cifras, se descubre qué cantidad
de unidades de objetos adquiere el dinero: o sea, que son las m ercancías las
que dictan sus precios, cuando el dinero está fuera del patrón-oro, del oro,
de la plata, de los metales preciosos o del (H T ). P or ejem plo, cuando la mo­
neda m etálica vale más como m ercancía que como dinero, desaparece com ­
pletam ente el m ercado (caso de ciertas m onedas m etálicas). Tal era la situa­
ción en el U ruguay —en 1965— luego de repetidas devaluaciones del peso
uruguayo, p ara estim ular las exportaciones no com petitivas o para p ro p o r­
cionar ingresos al G obierno en form a de detracciones (im puesto sobre las
exportaciones de el valor FO B ).
U n a m oneda —que no tiene en cuenta su valor fijo en m etales preciosos,
que aum enta sin contrapartida de p ro d u cció n— no mide todos los valores
con el mismo rasero, creando así grandes injusticias económ icas y sociales
en el rep arto de la renta bru ta nacional. Si suben los precios librem ente, y
q uedan congelados los salarios y sueldos, hay injusticia distributiva: así cier­
tos grupos privilegiados se apropian rentas gratuitas. Si subieran los precios
50% y los salarios y sueldos un 30%, q uedaría a favor de los que posean
m ercancías o que paguen salarios un beneficio del 20% , sin haber producido
nada en com pensación p ara m erecer tal regalía, cosa que sucede en el capi­
talism o ya que en él ganan unos (los burgueses) lo que pierden otros (los
asalariados) y por eso la inflación es crónica.

- 206-
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

La gran m asa asalariada —en el caso de países muy p ro letarizad o s— un


2/3 de la población (que es asalariada) sería sacrificada a los sectores espe­
culativos o privilegiados por las devaluaciones y las inflaciones m onetarias,
pero, en el fondo, esta política no beneficiaría a nadie, ya que si el pueblo
consum idor —que es el m ercado m ás grande —, ve dism inuir sus ingresos,
com prará m enos ropa, alimentos, artículos p ara el hogar, etc., lo cual p ro d u ­
cirá capacidad ociosa en las fábricas y desocupación, ya que toda pro d u c­
ción se resuelve en el consum o, y si este decreciera estallaría la crisis. l i e ahí
el caso de muchos países latinoam ericanos con m ucha población asalariada
falla de p o d er adquisitivo debido a la inflación ram pante o galopante.
Todos los días andam os con el dinero a vueltas, pues que sin él nada po­
dríam os proporcionarnos en una econom ía urbana m crcantilizada en que
cada uno d ep ende de los otros, trab aja p ara otros y está alienado en otros, a
fin de p rocurarse m ediante el dinero los bienes y servicios producidos por
otros. E n la econom ía cam pesina de consum o directo, el dinero y el precio
no tiene m ucha significación; pero en una ciudad populosa al cam biar el va­
lor dinero —inflación, devaluación, e tc — cam bia todo. Si no se hacen con
cierto criterio social, los m ecanism os cam biarios y m onetarios, al servicio de
políticas de "grupos burgueses o de presión", conducen a una creciente crisis
económ ica. E l dinero, en apariencia inocente, bajo un régim en de m oneda
de curso forzoso, no som etido a respetar una determ inada paridad con los
m etales preciosos o con el (H T ), produce dislocam ientos enorm es en una
econom ía nacional hasta conducirla al caos.
E n tre sí, las m onedas firm es m iden una cantidad de oro o una relación
con el oro, entre ellas, cuando son divisas internacionales: (libra esterlina,
dólar, yen, marco, franco, florín, etc). En tales situaciones, si los precios in­
ternos o los costos, en el m arco de una m oneda nacional, subieran desm esu­
radam ente sus exportaciones se harían incom petitivas en el m arco mundial.
E n tal caso, p ara seguir exportando habría que rebajar costos de produc­
ción, aum entar la productividad del trabajo, p ara ponerse a nivel de com pe­
tencia internacional, o devaluar la m oneda en cuestión, para transferir a los
consum idores nacionales —com o alza de p recio s— la rebaja de éstos en los
m ercados exteriores, debido a las devaluaciones de las m onedas nacionales
débiles, inconvertibles en oro o en divisas firm es o escasas.
E n Sudam érica, A rgentina, M éxico, Perú, Uruguay, Bolivia, Brasil, Chile
y otros países no pueden sanear sus m onedas. Chile ha cam biado el viejo pe­
so por el escudo, pero a base de una operación aritm ética, es decir convir-
tiendo 1000 unidades m onetarias de antes por 1. El franco francés tam bién
hizo esa experiencia, pero no como coeficiente aritm ético, sino como cambio
fundam ental de política económ ica, para estabilizar y salvar el franco. A r­
gentina ha cam biado varias veces el valor del peso, en más de 10.000 x 1, y el
resultado ha sido siem pre el mismo: inflación, devaluación..., reflación, tanto
con d ictadura com o con dem ocracia parlam entaria.
P ara que la econom ía se mueva dentro de un clima sano debe contar con

- 207-
Economía autogestionaria

una m oneda sana. El dinero, fuera de sus fronteras, debe relacionarse con el
oro, por ser éste hom ogéneo um versalm ente, ya que cada m oneda regida por
el patrón-oro se refiere a una sola m oneda: el oro, con más o menos peso en
gram os. En cambio, d entro de sus fronteras, cada m oneda significa un peso
en oro en relación a igual valor en las m ercancías, cuando la m oneda es sana
y estable. El dinero no mide tanto un valor en otra m oneda, como igual sacri­
ficio o trab ajo expresado en oro por una m ercancía obtenida a intercam bio,
cuando el dinero es solvente, cuando costó tanto trabajo como la m ercancía
pagada o com prada con él; pero el oro en una econom ía libertaria sólo ten­
dría aplicación p ara el com ercio exterior y no para el intercam bio interior en
un m ercado autogestionario.
En nuestro tiem po, particularm ente en Sudam érica, los regím enes m one­
tarios son el colmo del absurdo . Las m onedas no sirven para m edir valores
económ icos, com o el m etro la longitud o el gramo, el peso (sin que ello cam ­
bie un año sobre otro); m ientras que las m onedas suelen perd er más del
1000 x 100 de p o d er adquisitivo en un solo año como ha sucedido con el cru-
ceiro, el sol peruano, el peso argentino, el balboa y el peso boliviano. ¿Cóm o
calcular los costos, los precios, los salarios, los im puestos, etc. con una m o­
neda degradada que no sirve p ara m edir nada en form a estable, porque el
E stado, caro y malo necesita la inflación p ara cubrir el déficit de sus presu­
puestos?.
Al depreciarse las m onedas nacionales, se cae en el mito del dólar: un
dólar de cuenta que no tiene nada que ver con el dólar en oro de 1971, con
un contenido de 0,888 miligramos de oro. El dólar especulativo de las deva­
luaciones m onetarias sudam ericanas es un dólar fantasm a, un dólar que p e r­
m ite d ar a la oligarquía exportadora más pesos por la misma o m enor canti­
dad exportada de lana, trigo, café, cobre, estaño, granos, etc. Si los "grupos
de presión" ligados a estos productos de exportación no producen más cada
año, pero reciben más y más pesos por la misma cantidad de bienes, es evi­
dente que el dólar de cuenta —dólar de las devaluaciones— es com o un rey
M idas que todo lo que toca se convierte en dinero para las oligarquías. Pero
a la larga, sólo q u darán papeles insolventes, sin ningún valor o casi ninguno,
andando el tiem po; pero con esta m ecánica m onetaria los precios nunca se­
rán favorables a los trabajadores y a los consum idores, sino a los especulado­
res capitalistas con la inflaeeión y la devaluación de las m onedas.
L uego de una devaluación m onetaria descubrirem os que lo que sube en
precios es la lana, el café, la carne y los productos de exportación bajo el m e­
canismo de aum entar las cotizaciones del dólar en m oneda nacional. A quí
reside, pues, la gran estafa sobre el trab ajad or y el consum idor. Por salvar a
unos pocos oligarcas, nos hundirem os todos en la crisis. Si las m onedas de
los países exportadores de lanas, carnes, cuero y oleaginosos, por ejem plo
fueran estables, la baja, en 1965, de casi un 50% del precio de la carne suda­
m ericana en L ondres (respecto de sus precios de 1965) la pagarían los gana­
deros y frigoríficos exportadores; pero si bajó la carne más del 40% en Lon-

- 208-
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

drcs y sube 100% en Buenos A ires y M ontevideo, el "dólar de cuenta" (dólar


especulativo) es una especie de rey M idas o Lucifer, que hace más ricos a los
ricos y más pobres a los pobres. ¿H asta cuando una m oneda nacional debe
ser sacrificada al mito del dólar de cuenta que infla el valor de las exporta­
ciones dando más dinero por m enos valor económ ico exportado a los ricos
exportadores, que tienen a su servicio particular las m onedas nacionales p a­
ra ganar dinero?
Los m ecanism os monetarios, utilizando la inflación, las devaluaciones de
las m onedas, los tipos de cam bio infravaluados o subvaluados, la m anipula­
ción de los tipos de interés del dinero, perm iten a quienes tienen el poder
económ ico hacer tram pas en el juego sucio, donde los asalariados (los que
tienen rentas fijas, los pobres y los países pobres), siem pre pierden porque
las reglas del juego m onetario no son iguales para todos en el reparto desi­
gual de la riqueza. En cambio en la época del trueque cada producto se cam-
biba por otro equivalente, de m odo que el salvaje-o el bárbaro tenían una re ­
lación de intercam bio más justo, más equivalencial que en nuestra época de
los bancos inform atizados. Hay, pues, que desm itificar la econom ía política,
no con palabras, com o hacen los econom istas profesionales, sino pasando a
una econom ía autogestionaria en que el trabajo sea el dueño del capital, sin
capitalistas ni tccno-burócralas.

¿INFLACION O DEFLACION?

La crisis económ ica de 1929-33 se caracterizó, como todas las crisis que
la precedieron por una onda económ ica deflacionaria: baja general de p re ­
cios, desocupación en masa, caída vertical de las cotizaciones en la Bolsa, al­
za de los tipos de interés, escasez de crédito, rcvalorización del po d er adqui­
sitivo de las m onedas, m ientras que en las crisis m odernas o rcccsioncs suce­
den las cosas de otro modo. Al contrario, la depresión económ ica
contem poránea se presenta com o repetidas crisis m onetarias internacionales
vinculadas al dólar principalm ente que, en vez de operar una deflación, con­
tagia "inflación internacional", aunque se experim enten fenóm enos generali­
zados de tipo depresivo. Los tipos de interés, aunque están algunos años en
algunos países industrializados bien por arriba del 10% anual, son muy b a­
jos, ya que la inflación de los precios, la depreciación m onetaria suele reba­
sar el 10% lo cual reduce, realm ente, el tipo de interés a cero; puesto que
una m oneda fuera del patrón-oro es sólo lo que com pra —más o m enos —, si
bien tendcncialm ente com pra cada vez menos. El crédito, que en las crisis
clásicas era escaso, ahora es abundante, debido a la inflación m onetaria sis­
tem ática. La desocupación, cuando más, en E stados U nidos e Inglaterra en
1980-90 no rebasó respectivam ente, el 12 ó 7% contra más del 20% en 1929-
33, en E stados U nidos.

- 209 -
Economía autogeslionnria

P ero lo más paradójico de las crisis m odernas es que los precios no b a ­


jan, sino que tienden a subir progresivam ente, a causa de la inflación m one­
taria, como consecuencia de que las m onedas no están sujetas al patrón-oro,
sino al dólar insolvente, inconvertible en oro, o a los ficticios D erechos E sp e ­
ciales del G iro (D E G ) em itidos por el FM I.
Las m anipulaciones m onetarias y financieras de la burguesía neyorkina,
para succionar la plusvalía m undial, han sido rayanas en una estafa de alto
vuelo p o r m edio del FM I, el BIRF, el G A T T y las m ultinacionales norteam e­
ricanas asociadas, en muchos casos, o integradas con éstas, capitalism o mun-
dializado que, a pesar de su enorm e p o d er económico, no ha sido capaz de
acabar con la inflación de los precios, com o puede apreciarse en el cuadro
siguiente.

A U M E N T O D E LOS PR E C IO S A L C O N SU M O
E N V A RIO S PAISES
(% anual rcpecto del período precedente)
M edia Prim er
1959-60 a 1971 1972 trim estre
1970-71 de 1973
C anadá ................... .......... 2 , 6 ........... .........2 ,9 .......... . . . . 4,8 .........7,6
E stados U nidos . . . .......... 2 , 8 ........... .........4,3 . . . . . . . . 3,3 . . . . . 7,9
J a p ó n ....................... .......... 5 , 7 ........... .........6,1 . . . . . . . . 4,5 .........16,4
A u s tr a lia ................. .......... 2 , 7 ........... ......... 6,1 . . . . . . . . 5,8 .........9,6
Francia ................... .........4,1.............. ........ 5,5 . . . . . . . . 5,9 .........4,0
A lem ania (R .F.) . . . .........2 , 8 ........... .........5,2 . . . . . . . . 5,8 .........6,S
I ta lia .......................... .........3 , 9 ........... .........4,8 . . . . . . . . 5,7 . . . .........12,7
Inglaterra ............... ........ 4 , 2 ........... .........9,4 . . . . . . . . 7,1 . . . .........7,4
B é lg ic a ..................... ........ 3 , 0 ........... .........4,3 . . . . . . . . 5,5
H olanda ................. ........ 4 , 4 ........... .........7,6 . . . . . . . . 7,8 .........5,1
D inam arca ............. .........5 , 7 ..................... 5,8 . . . . . . . . 6,6 .........9,4
I r la n d a ..................... .........4 , 7 ........... ........ 8,9 . . . . . . . . 8,7 . . . .........18,2
A u s tr ia ..................... ........ 3 , 6 ............. ........ 4,7 . . . . . . . . 6,3 .........7,9
G recia ..................... ........ 2 , 1 ............. ........ 3,0 . . . . . . . . 4,4 . . . .........11,0
N o ru e g a ................... ........ 4 , 4 ............. ........ 6,2 ......... . . . . 7,2 . . . .........7,6
E sp añ a ..................... .........5 , 9 ............. ........ 8,3 . . . . . . . . 8,3 . . . .........10,0
Suecia ..................... .........4 , 2 ............. ........ 7,4 . . . . . . . . 6,0 .........5,0
Suiza ........................ .........3 , 4 ............. ........ 6,6 . . . . . . . . 6,7 . . . 10,9

FUENTE: O C D E , agosto de 1973.


L a inflación de los precios constituye una enferm edad económ ica gene­
ralizada del actual capitalism o. Al contrario, el capitalism o clásico, liberal y
con m oneda sana, encuadrado m onetariam ente en el patrón-oro, producía
deflación de precios al estallar las crisis económicas. Si los valores de los
bienes y servicios se m iden en m oneda-m ercancía (oro, patrón-oro), la ten-

- 210-
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

dcnciá internacional de los precios es declinante, ya que al aum entar la pro­


ductividad del trabajo, menos en las m inas de oro, plata y m etales preciosos
que en las minas productoras de m aterias prim as o que en los yacim ientos de
petróleo, los precios deben declinar secularm ente. Pues si la producción de
oro, plata, platino se acrecienta m enos velozm ente que la de productos m a­
nufacturados o que la de m aterias prim as m inerales, vegetales y animales, al
expresar estos productos sus precios en oro, tienen que bajar su valor res­
pecto del oro, debido a que el trabajo rinde menos en oro que en los pro d u c­
tos o bienes m edidos por él. Y por eso, p ara que las m onedas estén al servi­
cio de los capitalistas son m anipuladas a voluntad por éstos y de sus gobier­
nos contra el pueblo.
E l capitalism o dirigido ha generado una inflación internacional por con­
tagio, poniendo así en peligro su tan alabada sociedad de consumo, en ex­
pansión económ ica perm anente, pero que ahora se desliza hacia una crisis
económ ica acumulativa, diferida por la inflación aunque agravada (más
grande y sistem áticam ente) en un próxim o futuro. M ientras la inflación fue-
de orden del 2,5 al 5% por año, con un aum ento de la productividad del tra ­
bajo no inferior a esc porcentaje, la cosa m archaban bastante bien en los paí­
ses capitalistas: pero cuando la inflación se aproxim e al 10% y en algunos
países industrializados al 20% todas las ilusiones neo-capitalistas de d esarro ­
llo ininterrum pido y sin crisis, se caían al suelo como un castillo de naipes.
La inflación en los países capitalistas, y hasta en los países de planifica­
ción centralizada o de socialismo burocrático, constituye una lucha económ i­
ca en tre los que no tienen más que su fuerza de trabajo y quienes m onopoli­
zan la riqueza en form a privada (m onopolios capitalistas) o en form a pública
(capitalism o de E stado). Las clases parasitarias y dirigentes, que suelen ser
las dos cosas al mismo tiem po, tratan por m edio de la inflación de quedarse
con buena p arte del producto económ ico excedente producido por las clases
trabajadoras, asalariadas, proletarias, desposeídas de sus m edios de pro d u c­
ción. Si se da m enos a los de abajo, a las clases proletarias, queda más rique­
za a rep artir p ara los de arriba, p a ra los em presarios (capitalistas privados),
o para los burócratas totalitarios (capitalism o de E stado), propios de la
U RSS y Cia.
Si la riqueza de las naciones fuera de sociedades de derecho público, de
em presas socialistas autogestionadas, de cooperativas integrales agropecua­
rias o de com binados agro-industriales autogestionados, com pitiendo libre­
m ente en un m ercado socialista, la inflación p odría reducirse a su mínima
expresión, en la m edida que todo el m undo, todas las personas, tuvieran que
justificarse por un trabajo útil, no dividido en dirigentes y dirigidos, en em ­
presarios y obreros, en burócratas y obreros desposeídos de sus m edios de
producción por el capitalism o de Estado.
Sea en el E ste o en el O este, los precios son inflados con rentas parasita­
rias, intereses del capital, im puestos, beneficios de em presarios, del Estado-
patrón, rentas abultadas sin contrapartida de trabajo productivo, sueldos de

-211-
Economía autogcsüonaria

la tccno-burocracia, lodo ello y otros factores de entropía económ ica están


envueltos en los precios inflados, cuando el capital no pertenece a los p ro ­
ductores directos: los trabajadores asociados librem ente con sus m edios de
producción.
E ste envoltorio económ ico de los precios capitalistas, con sus ocultos b e­
neficios (plusvalía) p ara las burguesías occidentales o las burocracias orien­
tales, determ ina la emisión insolvente de papel-m oneda por parte de los con­
sorcios bancarios, los "holdings" de las em presas nacionales o m ultinaciona­
les y el E stado-providencia (social-dem ócrata, laborista, socialista reform ista
o dcm o-cristiano, en O ccidente) y en O riente, da el poder económ ico al E s­
tado total. A sí la "Nomenklatura", que tiene el monopolio del Estado-Parti-
do, usa la m oneda, los precios, el capital, los salarios, el control del m ercado,
la emisión del papel m oneda com o la m ejor m anera de explotar a los o b re­
ros sin acordarles el derecho de huelga, de m anifestación, de reunión y de
pensam iento o de constituir sindicatos obreros y partidos políticos, para
echar de su p oder om ním odo a la clase política.
Ant e el totalitarismo económ ico y político de E stado, con apariencia de
dem ocracia en O ccidente y con dictadura burocrática en O riente, el pueblo
trab ajad o r debe liberarse de la burocracia soviética, de la burguesía m ono­
polista y de las clases m edias social-dcm ócratas, laboristas, socialistas y de-
m o-cristianas, que usan su Saber p ara alcanzar el Poder, constituyéndose en
clase política dom inante, tanto a la derecha como a la izquierda, verbales.
Sin dem ocratizar la econom ía, ya sea en el Este o en el O este, no hay po­
sibilidad de dem ocracia política, social y educacional. Si la riqueza la poseen
los capitalistas o el E stado-patrón, quedando así el pueblo trab ajad o r asala­
riado, no hay dem ocracia real, sino retórica, form al, como en el O ccidente.
Y, en O riente, sin que el socialismo adm inistrativo se transform e en socialis­
mo libertario, no hay comunismo, sino capitalism o de Estado.

M ONEDA Y DESARROLLO ECONOMICO

Los países que se van com iendo el valor de su m oneda, cada año más
aceleradam ente, aproxim ándose a una catástrofe económica: la crisis final­
m ente d eberá abarcarlo todo, y no se p odrá salir de ella por m eros m ecanis­
mos m onetarios, cam biarios, impositivos o crediticios, sino m ediante un
cam bio de sistema. A los efectos de ilustrar dos diferentes com portam ientos
m onetarios, insertam os un cuadro sobre depreciación m onetaria, en que sur­
gen grandes discordancias entre los países capitalistas avanzados y países la­
tinoam ericanos, crónicam ente inflacionarios:
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

IN D IC ES DE D EPR EC IA C IO N M O NETARIA 1953/63 —1973/1983

P orcentajes anuales de depreciación


Países 1953-58 1958-63 1953-63 1973-83
% % % %
E stados U nidos . . , .......... 1,5 .. ................. 1,2 . . . . . . . . 1 , 3 ........... .. 6,5
B é lg ic a ................... ...........1,7 .. ................. 1,2 . . . . . . . . 1 , 4 ........... .. 6,2
C anadá ................. ............1,7 •• ................. 1,2 . . . . . . . . 1 , 4 ........... . . 6,8
A le m a n ia ............... ............1,7 •• ................. 2,2 . . . . . . . . 2,0 ........... ..7 ,3
H olanda ............................3,2 .. ................. 1,9 . . . • . . • • 2 , 5 ........... ..7 ,7
Inglaterra ......................... 3,0 .. ................. 2,2 . . . . . . . . 2,6 ........... . . 11,4
Nueva Zelandia .......... 3,2 .. ................. 2,1 . . . . • • . . 2 , 6 ........... .. —
A u s tr a lia ............... ............2,7 .. ................. 1,7 ••• • . . . . 2,2 ........... .. 10,8
I ta lia ....................................2,5 .. ................. 3,1............ . . . . 2,8 ........... .. 17,0
N o ru e g a ................. ............3,2 .. ................. 2,6 . . . . . . . . 2,9 ........... ..1 2 ,5
Succia ................... ...........3,4 .. ................. 2,6 . . . . . . . . 3 , 1 ........... . . 12, 4
J a p ó n ..................... ............1,7 .. ................. 4,7 . . . . . . . . 3,2 ........... .. 9,6
D inam arca ........... .......... 3,0 .. ................. 3,8 . . . . . . . . 3 , 4 ........... .. —
Francia ..............................3,7 .. ................. 4,4 . . . . . . . . 4,0 ........... . . 11, 3
M é x ic o ................... ...........8,0 .. ................. 2,1............ . . . . 5,0 ........... .. 28,7
E spaña ................................6,6 .. ................. 4,9 . . . . . . . . 5,7 ........... .. 16,4
U ruguay ............... ...........10,6 . ................. 20,6 . . . . . . . 15,8 ......... .. 54,6
A rgentina ......................... 14,4 . ................. 27,3 . . . . . . . 21,1............ .. 142,0
B r a s i l....................... ...........15,9 . ................. 31,9 . . . . . . . 24,4 ......... .. 56,7
Chile ....................... .......... 33,5 . ................. 18,2 . . . ........ 26,3 .......... .. 134,7
B o liv ia ................... ............47,5 . ................. 7,9 . . . . . . . . 30,5 ......... 320,0

FUENTE: C uadro com puesto por el autor, en base a datos extraídos del
"Boletín M ensual" de "Firts N ational Bank", Julio de 1984. Pero en 1984 la
depreciación m onetaria fue más del 100% en A m érica Latina, del 700% en
A rgentina y del 2.400% en Bolivia. E n 1988, el alza de los precios al consu­
m idor fue un 472,S% en A m érica Latina.
P ara afro n tar la com petencia internacional, ley im portante de la econo­
mía capitalista m undializada, es necesario poseer m oneda sana, alta pro d u c­
tividad del trabajo, ten er lento avance de los precios, a fin de que la balanza
de pagos exteriores guarde un cierto equilibrio, de m odo que no haya que
soportar una "hemorragia" de divisas y oro. T odo ello no sería tan necesario
en una econom ía socialista universal; pero sí en una sociedad capitalista que,
adem ás, de país a país, tiene desarrollo económ ico y tecnológico desigual y
está dividida nacionalm ente en com partim entos-estanco. ¿Cóm o se puede
así su p erar la crisis de la econom ía mundial?.
L os países capitalistas con déficit colosal en el presupuesto nacional y en
su balanza de pagos exteriores y los E stados del Este burocratizados sopor­
tan una depreciación m onetaria constante y acumulativa. Sin un cam bio de

-2 1 3 -
Economía autogesíionaria

régim en en estos países todo cambio en ia m oneda es nulo, pues la econom ía


inflada envilece la m oneda, aunque se cam bie su base por el "escudo" (C hi­
le), el nuevo rublo de Stalin, el nuevo crucciro (Brasil) o el "austral" en A r­
gentina.. Si un país que ha envilecido su m oneda, a causa de un reform ism o
im posible, de sus devaluaciones m onetarias (para com petir mal con ellas y
no bien con un aum ento de la productividad), dejara intactos todos estos d e­
fectos y contrasentidos económicos, y no se salva, por ejem plo, con el "escu­
do" chileno, el "nuevo crucciro" brasileño o el "austral argentino" (puras fa n ­
tasías m onetarias, m onedas nuevas con ideas económ icas viejas, fetiches m o­
netarios que si cam bian una nueva m oneda p o r mil viejas), es para facilitar el
cálculo de las m áquinas electrónicas (que carecen de cifras billonarias), y no
p ara salir eficazm ente de la crisis que si cambia, no de m oneda sino de coefi­
ciente aritm ético de ella, no puede salir así dc¡ sid o infernal de la inflación
ram pante o galopante.
El capitalism o m oderno, en los países desarrollado pareciera necesitar
una tasa de depreciación m onetaria del orden del 1,5% al 3% , 4% , 5% , 6% ,
a fin de que suban los precios y de reab ajar así, indirectam ente, \os, salarios,
cosa que no podía hacerse antes con liberalismo económ ico y en el régimen
del p atrón-oro. Si los salarios subieran, en esas condiciones, un 5-6% y la
productividad avanzara en igual proporción, la tasa de desprcciación m one­
taria del 1,5 al 3% facilitaría una mayor tasa de acumulación de capital, es
decir, incrcm entcría, indirectam ente, la tasade plusvalía 1o cual facilita la ex­
pansión, o sea el desarrollo am pliado de la producción capitalista; pero para
caer en la crisis al desarrollarse ésta no sanam ente, sino explotando a los tra ­
bajadores, que así no se benefician m ucho de su mayor productividad labo­
ral. En países con jubilados prem aturos, con una enorm e burocracia (que di­
simula la desocupación), con déficit m ostruoso en el presupuesto nacional,
baja productividad, déficit de pagos exteriores, inflacción y devaluaciones
m onetarias, con crisis latente, la depreciación m onetaria anual (cuando re­
basa el 1.000 x 100, como fue el caso de ciertos países sudam ericano en 1988,
tales países, se aproxim an hacia una crisis social y política que debe ab arcar­
lo lodo: Perú, A rgentina, Brasil, N icaragua y otros países.
C am biar un peso chileno, por un "escudo" que valga mil veces más, o un
nuevo "austral" o un "nuevo crucciro" (sobre la base de 1: 1.000) no resuelve
nada, sino que es una argucia política y financiera, para seguir usando y abu­
sando de las devaluaciones m onetarias, que serán más invisibles con un "cru­
cciro" pesado; pero no por eso m enos nocivas que con el viejo "crucciro" o el
"peso" sin peso pesado, sin valor intrínseco m onetario, por deterioro de sus
econom ías nacionales en crisis.
Al devaluar una m oneda, cuando ésta vale 1 dólar, así hasta que ésta lle­
gue a valer 2.200 unidades x 1 dólar com o el viejo crucciro depreciado, ha­
cen falta que pasen unos 20 años, durante los cuales un país se va com iendo
su m oneda y dejando que la crisis se acum ule p ara más tarde...
E sa depreciación, en el tiem po, volverá a repetirse, si Brasil no supera

- 214-
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

sus estructuras rurales (feudales), su econom ía de m onocultivo, su excesiva


buroeratización en el aparato del E stado. Ello es válido para todos los países
subdesarrollados, que operan dentro de un sistema económ ico dom inado
po r el feudalism o residual y el im perialism o económ ico, por el burocratism o
y el m ilitarism o en el aparato del E stado-benefactor.
Los países de base económ ica capitalista desarrollada, si bien no se rigen
po r una m oneda dentro del patrón-oro, luego del abandono de este sistema
en la década de 1929/39, cuidan, sin embargo, de que el costo de la vida
avance más o m enos que el alza de los sueldos y salarios, a fin de que la eco­
nom ía de m ercado cuente con dem anda sostenida; pues, de los contrario, la
inflación se dispara com o ocurre en m uchos países latinoam ericanos.
Tero el hecho de que el capitalism o sea inflacionario y no se rija por una
m oneda estable, con base en el oro, dem uestra que experim enta una durable
crisis, ya que tiene necesidad de que los precios suban perm anentem ente
más que los sueldos, salarios, pensiones y otras rentas fijas.

P O R C E N T A JE D E A U M E N T O D E L COSTO D E LA V ID A
Y D E LOS SA LA RIO S
Países Costo de la vida Salarios
1959-60 1960-61 1961-62 1950-60 1960-61 1961-62
A l e m a n i a ........... .......... 1,5% .. ..2,5% . . . . 3 ,5 % ............. .......... 1 1 % . . . .. 10,7% . . . . 11,6%
D in a m a r c a ......... .......... 1.1 . . . . ..3,4 . . . •••6,9 ............... .......... 6,9 . . . . . . 1 2 ,4 .........10,9
.......... 4,2 . . . . ..2,4 . . . . . . 5 , 2 ..............
F r a n c i a ............... .......... 7,2 . . . . . . 7 , 7 .......... .8,6
H o l a n d a ............. 7 9 . . 1 , 3 . . . . . . 3 , 3 ............... .......... 9,8 . . . . . . 5 , 4 .......... .8,5
Italia .................... ...........2,8 . . . . ..2,8 . . . . . . 5 , 8 ............... .......... 5,0 . . . . . . 6 , 9 .......... .8,3
.......... 0,3 . . . . . . 1 , 0 . . . . . . 1 , 4 ...............
B é lg i c a ................ .......... 3,9 . . . . ..2,8 .......... .8,3
........... 1 , 8 ••• • ..3 ,6 . . . . . . 4 , 4 ...............
A u s t r i a ................ ...........9,3 . . . . . . 8 , 5 .......... .6,5
.......... 3,9 . . . . ..2,4 . . . . . . 4 , 7 ...............
S u e c i a .................. ...........6,1 . . . . . . 9 , 0 .......... .6,4
.......... 1,4 . . . . ..1,9 . . . . . . 4 , 3 ...............
S u i z a .................... ...........2,9 . . . . ..4,8 ........ .5,7
.......... 1,0 . . . . ..3,4 . . . . . . 4 , 2 ...............
I n g la te r r a ........... .......... 8,6 . . . . . . 6 , 4 ........ .3,7
r . n . u u ............... .......... 1,5 . . . . . .¡ ,1 . . . . . . 1 , 2 ............... ...........3,2 . . . . . . 2 , 7 ........ .3,0
C an ad á ................ .......... 1,2 . . . . . . 0 , 9 . . . . . . 1,2 ............... ...........3,5 . . . . . . 2 , 8 .......... 2,7

FUENTE: "Monthly bulletin statistics"; "Anuario Estadístico de las nacio­


nes Unidas"; "Estadísticas G enerales de la O C D E ”; "International Financial
Statistics" (F.M .I.); "Bristish L abour G azette". "Boletín of de Firts National
City Bank"; mayo de 1963. P ero luego de los dos "shocks" petroleros de 1973
y 1979-84, el costo de la vida subía más que el aum ento de los salarios, en to­
do el m undo y, posteriorm ente, ha continuado esa misma tendencia econó­
mica de precios y salarios; siem pre retrasados los segundos sobre los prim e­
ros.
Salta a la vista el hecho de que, en los países de gran desarrollo indus­
trial, los salarios suben casi tanto com o el alza del costo de la vida, a fin de
que el m ercado de consum o sea cada vez más extenso, cosa que ocurre en
sentido contrario, en países subdesarrollados con elevada tasa de deprecia­
ción m onetaria com o A rgentina, M éxico, Bolivia, Chile, Perú, Brasil, U ru ­
guay, N icaragua, V enezuela, Colom bia y otros.

- 215-
Economía autogesttonaría

Si el consum o es deprim ido mucho, año Iras año, es evidente que las fá ­
bricas se irán parando, que el m ercado será m ucho más chico, que el "ejérci­
to de desocupados" ira aum entando. Tal es el dram a económ ico de A rgenti­
na, M éxico, Perú, Chile, V enezuela, Bolivia, Brasil, Colom bia, U ruguay, en
estos últim os años en que la tasa de depreciación m onetaria va más rápida
que el aum ento de los salarios, tanto que de un mes para otro el dinero p ier­
de valor de com pra m uy.acelcrado, dejando a los salarios muy deteriorados.
¿Y por qué la tasa de depreciación m onetaria acelera tanto en algunos
países latinoam ericanos y en otros, lenta y persistentem ente? Porque la m o­
neda, con su desm edido e incontenible aum ento, más rápido que el incre­
m ento de los productos agrícolas, los artículos m anufacturados y los servi­
cios, crea así una riqueza ficticia para engañar a los consum idores y a los t ra­
bajadores, principalm ente, a fin de que reciban un dinero que cada vez
adquiere m enos p roductos en el m ercado o un salario m onetario igual o m a­
yor en dinero, pero siem pre con m enor pod er de com pra, f íe ahí la tram pa
del capitalism o con los trab ajad o res y consum idores.
Los antiguos em peradores rom anos de la época de la decadencia, que te­
nían el privilegio y el m onopolio de em itir m oneda, aún siendo ésta metálica
y no de papel com o en nuestra época, la m ultiplicaban, sin em bargo, red u ­
ciendo su ley de plata o de oro, aunque conservando siem pre el mismo valor
adulterado. D e esta m anera se podía pagar el salario de un soldado dando
menos valor en oro o plata por igual tiem po de perm anencia en filas de se r­
vicio militar. P or o tra parte, el em perador haciendo inflación m onetaria,
procuraba conseguir bienes en el m ercado con m oneda inflada o trataba de
suplir el déficit en sus arcas im periales con dinero insolvente. El éficil del
presupuesto de los gobiernos, en nuestro tiem po se cubre por el mismo p ro ­
cedim iento que el em pleado por esos em peradores, a fin de que el E stado
parasitario explote económ icam ente a la Sociedad, tan sólo porque ésta está
desarm ada y esté arm ado p ara extraer im puestos, rentas parasitarias, a fin
de pagar salarios a su superflua burocracia que consum e y no produce.
Si la sociedad 110 estuviera dividida en clases sociales antagónicas, no se
trataría de que subieran los precios (m ercancías propiedad de los capitalis­
tas) y de que bajaran los salarios (dinero recibido por los obreros), a fin de
que vendiendo caras las m ercancías y com prando barato el trabajo asalaria­
do, los burgueses (patrones, com erciantes, especuladores) obtengan altos
beneficios, practicando una relación de intercam bio desigual, en que lo que
pierden los trab ajad o res lo ganan los capitalistas.

LOS PRECIOS M UNDIALES Y EL DOLAR


B ajo el sistem a de "dólares de convenio" o de "dólares de cuenta", los
precios internacionales no se expresan en oro, lo cual se presta a m ecanis­
mos no condicionados por la ley del valor-trabajo de cam bio de las m ercan­
cías. P o r ejem plo, si una tonelada de accro norteam ericano valia u$s 40, en

- 216-
Los mecanismos de los precios en la economía morcan!¡I

1934/39, es decir unos 35 gram os de oro, en 1965, había subido a u-$s 160.
C ualquier país que im portase acero de los E stados U nidos —no teniendo
dólares, o sea pagando en o r o — tendría que haber entregado por igual can­
tidad de acero que en preguerra 4 veces más oro. M ientras no sea devaluado
el dólar en proporción a la pedida de su p oder adquisitivo en su m ercado in­
terno, todo país que im porte bienes y servicios desde E stados U nidos está
entregando 3 a 4 veces más oro que en preguerra, para proporcionarse, a
precios 1938-39, la misma cantidad de productos o servicios norteam erica­
nos. l í e ahí las tram pas del im perialism o m onetario del dólar legitim adas
por el F. M. I., instrum ento de los banqueros norteam ericanos con derecho
de veto.
Si el oro m edía, con liberalism o económ ico, los precios igualm ente para
todos los países, no si’cede lo mismo bajo el sistem a del dólar, que no h a­
biendo sido devaluado en proporción a la p érdida de su poder adquisitivo
interno, arruina a los países que com ercian con E stados U nidos; pues les
exige, en posguerra, 4 veces más oro p ara adquirir igual cantidad de bienes
norteam ericanos que en preguerra. Com o los bienes norteam ericanos se p a­
gan con productos, divisas o con oro, los yanquis im ponen un régimen de co­
in c id o leonino, particularm ente a los países subdesarrollados, sobre lodo a
los países latinoam ericanos: espacio neo-colonial de los Estados U nidos. Así
A m érica Latina no ha podido progresar económ ica y tecnológicam ente acu­
m ulando en 1988, una deuda externa por valor de 440.000 millones de dóla­
res, equivalente a más de la m itad de su producto interno bruto o a tres ve­
ces el valor de sus exportaciones. U na tonelada de petróleo crudo, por ejem ­
plo, cuesta al pie de pozo menos de un dólar, en el M edio O riente, si
adicionam os otro dólar de transporte por oleoducto hasta puerto, el costo
FOB del crudo no sería más de 2 dólares; p ero se ha vendido a más de u$s
250 por tonelada en determ inados m om entos; pues en ese precio de m ono­
polio va incluida una ganancia enorm e para los "trusts" petroleros anglosajo­
nes y p ara el "cartel" de la O PE P, lo cual q uebranta la ley del valor trabajo
en beneficio de los m onopolios petroleros.
Com o el m otor de explosión dom ina nuestra época y éste funciona con
derivados del petróleo, y como la term o-electricidad se produce ahora más
con "fuel-oil" que con carbón, resulta que el m onopolio internacional del p e­
tróleo, en base a precios de m onopolio, dcscapitaliza sistem áticam ente a los
países no productores de hidrocarburos, que se han endeudado m ucho con-
los préstam os provenientes de petro-dólares.
Se daba el caso en 1960 de que algunos países productores de petróleo,
extraído en su suelo por los "trusts" internacionales tenían que pagarlo a 8
veces su costo. En este sentido, aunque den a estos países una regalía del
50% les quitan m ucho más vendiéndole su propio crudo a precios de m ono­
polio, com o ha sucedido en la A rgentina, país en que el costo del crudo no
sería superior a u$s 4 a 5 dólares. Sin em bargo, tenía que pagar en 1960, su
propio petróleo, a com pañías extranjeras a 12 dólares al pie de pozo.

- 217-
Economía autogeslionaria

El intercam bio de carbón p o r productos prim arios era más noble y equi­
tativo que el intercam bio de petróleo por m aterias primas: la m áquina de va­
p o r funcionaba a más bajo costo de energía que el m otor de explosión, senci­
llam ente p o rq u e el carbón lo producían los países industrializados. E n cam ­
bio, el petróleo lo im portan de otros países bajo form a de m onopolio. Así,
pues, el progreso se transform a en retroceso bajo el im perialism o económ i­
co, que con sus grandes m onopolios internacionales establece precios m un­
diales dirigidos, especialm ente en el petróleo, controlado por la O P E P y las
"siete grandes empresas" del Internacional Petroleum Cartel.
La verdad es que los precios de los productos m anufacturados debieran
ser cada vez más bajos que los precios de los productos prim arios, dado que
la productividad en la industria avanza más rápidam ente que en la agricultu­
ra de los países atrasados. C ada año que pasa (salvo en períodos de guerra y
años inm ediatos de posguerra), ios precios de los productos agrícolas, gana­
deros y m ineros descienden más y más, m ientras suben rectilíneam ente los
precios de los artículos m anufacturados, que im portan los países del "Tercer
Mundo", desde N orteam érica, Japón y E u ro p a O ccidental, principalm ente.
B ajo el im perialism o económ ico, no hay salida histórica y económ ica p a­
ra los países neo-coloniales. Su descolonización económ ica sólo es posible
por m edio de la revolución anti-im perialista y anti feudal, que puede em an­
ciparlos del neo-colonialism o; nueva form a de colonización del capital finan­
ciero internacional m ediante "inversiones directas", préstam os y em préstitos
a los países subdcsarrollados, hasta en d eu d ad os en más de un billón de dó­
lares en 1988, cifra tan enorm e que éstos ya no pueden pagar ni los abulta­
dos intereses de su deuda externa.

PRECIOS INTERNACIONALES

La "sociedad opulenta" o la "sociedad de consumo" —térm inos socio-eco­


nómicos equivalentes de un mismo contenido —, se identifican con el im pe­
rialismo, la explotación irracional de los recursos naturales, la polución del
m edio am biente, las grandes urbes dom inadas por m onopolios industriales,
m ercantiles y financieros, la desocupación latente y creciente, la degradación
paulatinas de las m onedas, el alza de los precios y la rebaja paralela de los
salarios, la inflación perm anente, el "equilibrio del terro r atómico" (que un
día puede desequilibrarse) y las políticas internacionales de las grandes p o ­
tencias siem pre "al borde de la guerra".,., en un m undo sin futuro m ejor que
el presente.
La "sociedad de consumo", tan publicitada en la radio, la televisión, el ci­
nc y la prensa, a pesar de su relativa abundancia de productos, siem pre con­
serva un espacio vacío de escasez económ ica, para que los precios de las
m ercancías no caigan por debajo de sus costos de producción produciendo
así una crisis económ ica colosal, mayor que la de 1929-33, ya que ahora la

- 2 1 8 -
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

econom ía, la ciberm ética, la expansión planetaria de las em presas m ultina­


cionales, son la tela de araña del imperialism o económico: se extiende por
todo el m undo, incluida la U RSS y Cía con sus em presas mixtas.
E l nco-capilaUsmo —que es el mismo capitalism o de siem pre, extorsiona-
dor de plusvalía, m onopolista y m enos com petitivo que en la época del libe­
ralism o — contiene la inflación perm anente, como si no pudiera lograr la ex­
pansión económ ica sin inflación m onetaria creciente. E sta tendencia infla­
cionaria del capitalism o multinacional, m onoplista y conccntracionario,
deberá conducirlo hacia lo peor, creyendo los econom istas burgueses y las
"businessmen" que van hacia lo m ejor económ ica, social ypolíticam entc. A la
larga, la onda creciente de depresión mundial d eberá agudizar la lucha de
clases d entro de la "sociedad opulenta" y las guerras entre naciones im peria­
listas y naciones nco-colonialcs. Tal pudiera ser el signo y el destino de las
últim as décadas del siglo X X y los com ienzos del X X I. La inflación avanza
por todas partes creando angustia, inccrtidum brc, inseguridad, una sensa­
ción de que nadie sabe hacia donde va, una hum anidad cada vez más rica en
productos, p ero cada vez más pobre en conocim ientos para explicar un fut u­
ro incierto, que no quiere desvelar la "sociedad opulenta" como su m isterio y
enigma, d entro del espejism o del capitalism o m undializado.
Países com o Suiza, Succia y E stados U nidos, donde la inflación m archa­
ba a ritm o lento, se ven arrastrados por la ola inflacionaria internacional, d e­
jan d o a la corona sueca depreciada, al franco suizo inestable y al dólar en el
aire, So cual significa que la inflación es una enferm edad crónica del capita­
lismo p ara aum entar su tasa de plusvalía sobre el trabajo asalariado.
D u ran te el año 1973, cuando la crisis de los precios del petróleo estalló en
profundidad y extensión por todo el mundo, la inflación de los precios tomo
niveles críticos. E n general el prom edio de inflación fue alto, ya que la crisis
derivada del p etróleo dejaba exhaustas las arcas de los bancos centrales, en
la mayor p arte de los países industrializados, y, más aún, las de los países
subdesarrollados no productores de petróleo.
Si la crisis de la energía siguiera sin resolverse, el futuro inm ediato para
los países capitalistas se p resentaría favorable a una gran depresión mundial
en profundidad, sin salida inm ediata, a menos que el capitalism o encuentre a
su H itler, dem asiado peligroso con el "holocausto atómico", si antes el capi­
talismo no es convertido en socialismo autogestionario y el m undo es unifica­
do federativam ente como una C onfederación U niversal de Pueblos U nidos.
E l capitalism o difiere la crisis económ ica p ara más tarde, pero siem pre
más grande, cuando descarga sobre los precios beneficios inflados, im pues­
tos crecientes, tasas de interés en alza y pérdidas ocasionales. Con esta polí­
tica se practica la teoría de la bicicleta: si me paro me caigo... H e ahí el m ar­
gen de seguridad económ ica de la "sociedad de consumo", una ilusión que
parece desvanecerse al prim er contratiem po, com o cuando los "jeques ára­
bes" decretaro n el alza unilateral de los precios del petróleo y la disminución
de su volum en de producción, m ediante el "cartel" de la O PE P, aunque des­
pués de 1981 el petróleo no puede subir caprichosam ente sus precios.

- 219-
Economía autogeslionaria

D urante el año 1973, al calor de la inflación m onetaria mundial, atizada


por el petróleo, com enzaron a subir rápidam ente casi todas las m aterias p ri­
mas, como si el m undo estuviera sacudido por una onda sísmica de precios
inflados, pero nunca lo suficientem ente:

C O T IZ A C IO N M U N D IA L D E LAS M A TER IA S PRIM A S


(E n centavos de dólar por libra)
29-12-72 1974 28-12-73 1-6-75 4-1-74 20-11-76
C o b re 50 134,9 69 51,4 69 59,80
Plom o 15 22,5 16 19,0 19 -
Z inc 18 35,9 28 38,9 28 40,0
E stañ o 178 392,0 290 333,0 290 391,0
A lum inio .25 34,1 29 39,0 29 48,0
A lgodón 35 125,0 89 58,9 85 81,8
L ana 176 211,0 242 101,0 250 183,0
A zú car 9 39,3 13,40 15,8 13 7,7
Cacao 37 98,4 67 54,5 66 139,0
C afe 60 68,1 74 72,1 71 174,0
T rig o 26-1 — 596 — 615 268,0

F U E N T E : Boletines Dow Jones, M ody y R euter


(1) Por bushell de trigo = 36,35 litros de este cereal

El alza del oro pasó de poco más de 42 dólares (precio oficial) la onza
"troy" de 31,1 gram os a cerca de ISO entre 1971 y 1974 y la plata de 2,04 dóla­
res a 2,50 entre finales de 1972 y com ienzos de 1974. El petróleo de A rabia
saudita, que se cotizaba a 2,47 dólares en 1972 subió hasta 40 dólares en di­
ciem bre de 1981.
E n tre finales de 1972 y com ienzos de 1974, la tonelada de cobre, en el
m ercado de L ondres, pasó £ 450 a 915, el plom o de £ 130 a 262, el zinc de £
159 a 577, el estaño de £ 1.602 a 2.780, el aluminio de £ 230 a 272, el algodón
de 283 peniques (por libra de 453 gram os) a 285, el yute de £ 144 a 152, el
azúcar de £ 99 a 144, el cacao de £325 a 600, el caucho de 21 a 60 peniques
p or libra. T odo ello da una idea del alza acelerada de las m aterias prim as,
como consecuencia de las dos devaluaciones del dólar y de la subida vertical
de los precios del petróleo. Las bañas, por ejem plo, aum entaron su precio
por cada caja de 20 kilogram os desde 2,50 dólares en m arzo de 1970 a 4,65
dólares en mayo del mismo año. Pues E cuador, N icaragua, Brasil, Panam a,
C osta Rica y otros países no van a d ejar los precios de sus bananas de expor­
tación congelados, m ientras se disparan los precios de! petróleo. E n el caso
del Brasil, por la misma cantidad de petróleo im portado en 1973 con rela­
ción a 1974, tenía que pagar un sobreprecio de más de 3.000 millones de d ó ­
lares, lo cual invertiría la tendencia de su balance de pagos, llevando la eco­
nom ía brasileña a una situación de crisis, a pesar de los miles de millones de
dólares que E stados U nidos le prestó p ara consolidar la dictadura m ilitar en
Brasil.
La econom ía mundial se está desquiciando b ajo el régim en de m onopo­

- 220-
Los mecanismos de ios precios en la economía mercanlil

lios establecidos por las em presas m ultinacionales, la form ación de consor­


cios internacionales del petróleo, el café, el cacao la bauxita, las bananas, el
trigo y casi lodos los productos básicos y el control de las econom ías nacio­
nales subdesarrolladas por los países im perialistas que las endeudan y explo­
tan con form as más sutiles que el viejo coloniaje.
D ebido al al/a de los precios del petróleo, Japón había registrado un dé­
ficit de balanza com ercial exterior p o r valor de u$s 10.000 millones en 1973,
al m ultiplicarse el precio de los hidrocarburos en todo el m undo. D esde h a­
cía varios años, Jap ó n venía acum ulando divisas como consecuencia de que
sus exportaciones eran muy superiores, en dólares, a sus im portaciones; pero
la crisis p etro lera convirtió en depresiva su situación económ ica próspera
durante m uchos años, que volvió ella, otra vez, al bajar el precio del petróleo
y de las m aterias prim as que im portaba Japón.
Futurólogos com o H erm án Kahn pronosticaban, en su libro E l año 2000,
los logros más prodigiosos para el Japón, que se convertiría en la segunda
potencia industrial del m undo, en el "milagro de la sociedad de consumo".
Sin em bargo, el petróleo caro afectó el porvenir rosado del Japón. P arece in­
creíble, pero es verdad que el Japón, en diciem bre de 1973, im portó un 5,9%
más petróleo que en noviem bre del mismo año, pero con unvalor 97,4% m a­
yor en dólares. H e ahí la extrem a fragilidad de la econom ía mundial de nues­
tra época donde todas las partes dependen del todo no sabiendo quien d e­
pende más de quién en una econom ía planetaria.
Com o vemos, se desquiciaron los precios internacionales por los grandes
m onopolios petroleros y los "jeques árabes", y tam bién como consecuencia,
de la depreciación del dólar. Inglaterra, a pesar de tener dos grandes com ­
pañías internacionales de petróleo, registró en 1973 un déficit de com ercio
exterior de u$s 8.000 millones contra una reserva de oro y dólares en su b an ­
co central de u$s 6.000 millones, incapaz así de cubrir el déficit de un solo
año.
E u ro p a occidental, zona de la C E E , con el alza de los precios del p etró ­
leo y de las m aterias primas, invirtió su coyuntura de prosperidad hacia la
depresión; puesto que d epende del m ercado mundial del petróleo, m etales
no ferrosos y de otros aprovisionam ientos de su econom ía. La C E E sólo dis­
pone del 6,9% del uranio del mundo, el 6,3% del cinc, el 4,8% de la bauxita
y el 4,7% del plomo. E n cambio los países afro asiáticos y latinoam ericanos
cuentan con el 74% de la producción mundial del plomo, el 84,5% del esta­
ño, el 81,5% de la bauxita, el 78,6% del zinc y buena parte del cobre. Si estos
m etales estratégicos se cartelizan y suben en igual m edida que el petróleo,
cosa razonable, E u ro p a industrial se convertiría en una zona depresiva, con
una m asa enorm e de desocupación y una inflación galopante, para tra tar de
pagar con dinero insolvente lo que p erdiera por el alza de los precios de las
m aterias prim as im portadas. E sta situación crítica provocaría desórdenes so­
ciales y políticos, no siendo descartable una política hacia soluciones heroi­
cas: guerra im perialista o revolución social, siendo probables la prim era y la

- 221-
Economía autogestionaria

segunda; pues E u ro p a es reform ista social-dem ócrata, neo-liberal y demo-


cristiana; pero si las cosas van mal, no está a salvo de una revolución social;
pero ya fuera del m odelo soviético.
Los precios internacionales de los productos básicos se dispararon al alza:
en tre 1971 y finales de 1973, los precios del bushell de trigo, m aíz y soja, au­
m entaron, respectivam ente, de u$s 2 a 6, de 1,90 a 3,70 y de 3,30 a más de 9;
el algodon y la lana por libra de peso aum entaron, respectivam ente, de u$s
0,30 a 0,90 y de 0,40 a 1,50. D esde noviem bre de 1972 a noviem bre de 1973,
la inflación internacional de los precios para productos básicos fue del orden
siguiente: zinc 370%, fosfatos 1S0%, algodón 175%, caucho 117%, cobre
115%, lana 110%, m adera 100%, trigo 80%, soja 55% y azúcar 42%. Q uiere
decir que los países im portadores tenían que dar doble cantidad de estos
productos. E n consecuencia, la inflación de los precios internacionales p ro ­
vocó la inflación m onetaria en E u ro p a occidental, Japón y N orteam érica y
en los países del "Tercer M undo". De seguir así las cosas, la crisis económ i­
ca m undial estaba a las puertas, siendo más grave en los países industriali­
zados que en los subdesarrollados, con la inflación vertical de los precios del
petróleo; pero, a la larga, los países subdesarrollados tienen m enos defensas
económ icas que los países industrializados; pues pagan ahora muy elevados
¡os precios de los hidrocarburos y, adem ás, los intereses y las am ortizaciones
de una pesada deuda pública externa que les han endosado E stados U nidos,
Jap ó n y E u ro p a occidental, p ara em pobrecerlos y neo-colonizarlos, progre­
sivamente.
Si la m iseria va acum ulándose en los países afro-asiáticos y latinoam eri­
canos, con el endeudam iento externo, el alza de los precios del petróleo y de
los productos im portados de los países industrializados, sum ando a ello una
relación de intercam bio desfavorable en el com ercio exterior,’cabría pensar
que, antes de que term ine el siglo XX, pueden producirse m uchas revolucio­
nes, guerras y movimientos de liberación en el T ercer M undo. Por otra parte
la crisis económ ica, aunque fue ucultada en los países de m odelo soviético,
está golpeando fuerte en ellos. A sí las cosas, la crisis económ ica mundial, si
no se resuelve y se la difiere p ara más tarde, pero más grande, pudiera, como
la crisis m undial de 1929-33, ser la antesala de una guerra m undial, por d eri­
vación de una guerra marginal en Asia, A frica o A m érica Latina, o por una
co n fm u ta c ió n entre E stados U nidos y la U nión Soviética o entre ésta y C hi­
na continental. Pues sea donde sea, los acontecim ientos m undiales están
concatenados, lo cual dem uestra que vivimos en una época planetaria, en
que todos interdependem os de todos.
A sí las cosas, para d erro car el capitalism o integrado en las Bolsas de V a­
lores, los bancos m undiales, las em presas m ultinacionales y en los organis­
mos financieros y m onetarios internacionales, los trabajadores de los países
industrializados y de los países subdesarrollados tienen que tener una estra­
tegia m undial revolucionaria, sobre todo, en las dos A m éricas: la pobre y la
rica, cuyo antagonism o irá aum entando tcndcncialm cnte.
Los m ecanism os de los precios en la economía m ercantil

PRECIOS Y CRISIS M UNDIAL

Luego de un perío d o de prosperidad, con m ini-rcccsioncs pero sin d e­


presiones económ icas clásicas, el capitalism o se había expandido prodigiosa­
m ente entre 1945 y 1971: la prim era devaluación del dólar después de la de
1934. V arias crisis m onetarias internacionales habían estallado, determ ina­
das po r la insolvencia del dólar y su inconvertibilidad en oro. Parecía que el
dólar, al devaluarse en 1971, no haría otra devaluación, pero la hizo en 1973.
Y com o el petróleo se vende en dólares, los "jeques árabes" y el "Internatio­
nal P ctro lcu r- Cartel", subieron los precios de los productos petrolíferos.
Quizá p o r esto as devaluaciones consecutivas del dólar influyeron más en el
alza vertical de los precios del petróleo que las guerras entre árabes e israe­
líes, en esa época.
D isparados al alza los precios ciclos producios petrolíferos, como los p re ­
cios son solidarios internacionalm enlc o nacionalm ente, com enzaron a subir
las cotizaciones m undiales de las m aterias prim as (m inerales, vejetalcs y ani­
males), ya que no se debe cam biar menos cobre, por ejem plo, por m enor
cantidad de petróleo, lo cual es válido p ara o tra serie de productos prim a­
rios y artículos m anufacturados.
L a inflación, en algunos países industrializados como el Japón, se acercó
en 1973-74 al 30%. Pues hay que inflar los precios de exportación para com ­
pensar la desm edida alza de los precios de im portación del petróleo o de
otros productos básicos necesarios a la econom ía japonesa, lo cual es válido
para la econom ía de E u ro p a occidental y USA.
Al alza de los precios de los productos petrolíferos siguió, en 1974 la de
los m etales no ferrosos, la de los alim entos básicos, las fibras naturales y arti­
ficiales, los plásticos, los fertilizantes, la m aquinaria y, en general, lodos los
bienes y los servicios. U na onda larga internacional de inflación se extendió
por todas partes en 1973-74, avanzando hacia una crisis económ ica, iniciada
por repetidas crisis m onetarias del dólar, alza de las m aterias prim as y de la
energía, que se trad u jo en una inflación creciente por todo el m undo.
A pesar de su gran dim ensión, la econom ía m undial es muy sensible: una
dism inución del 10% en la o ferta de cereales puede duplicar sus precios in­
ternacionales, com o sucedió en 1973. Si com o consecuencia del alza vertical
de los procios del petróleo faltaran fertilizantes nitrogenados, extraídos q u í­
m icam ente de este producto, se produciría una escasez de trigo, m aíz y de
otros cereales, en países im portadores de abonos químicos, como, el "Tercer
M undo”.
Las reservas de trigo, que d urante el período de 1961-65 habían represen­
tado el 90% del valor de su cosecha m undial, se redujeron al 46% en 1973,
las de cereales forrajeros de 196% a 79%, las de azúcar de 75% 72%, las de
soja de 22% al 11% y las de m anteca de 57% a 52%. Si los fertilizantes quí­
micos escasean, si no los pudieran exportar a los países afro-asiáticos y lati-
Econ omía au (ogcs t ion an a

noam cricanos los países industrializados por falta de petróleo como m ateria
prim a p ara elaborarlos, se generalizaría así una ham bruna en Asia, A frica y
A m érica Latina, ya que nuestro m undo intcrdcpcndicnte es una gran aldea,
que ya p odría ser un solo país, viviendo en paz, libertad e igualdad con el so­
cialismo federativo libertario.
Los "jeques" árabes no tienen confianza en el dólar que se les dan contra
el petróleo, ya que puede ser recuperable en oro o en otros bienes y servi­
cios. A fin de evitar este inconveniente, convierten gran parte de su superávit
de p etro-dólares en oro, plata, m etales no ferrosos, m aterias prim as en gene­
ral y valores-reserva más positivos que el dólar inconvertible y deudor m oro­
so. Japón para evitarse una gran crisis económ ica por falta de m aterias p ri­
mas, invirtió en 1973-74 fuertes sumas de dólares en cobre, estaño, plomo,
zinc, bauxita, lana, m inerales de hierro, carbón, chatarra y en otros produc­
tos básicos más estables que el dólar.
La posible escasez de m alcrías prim as sacude al m undo industrializado.
H ace medio siglo un conflicto como el del petróleo, hubiera desencadenado
una guerra, una intervención militar en O riente M edio de las grandes poten­
cias im portadoras de crudo; pero ahora se devuelven petro-dólares com ­
p rando títulos del T esoro norteam ericano. ¿H asta dónde y hasta cuando?
U na guerra generalizada en el M edio O riente siem pre es factible aún a ries­
go de estallar una guerra m undial. Incluso, previam ente, esta pudiera ir p re ­
cedida de la tom a del P o d er en E stados U nidos por los pclrorianos, m edian­
te un "golpe de Estado" para poner su candidato en la Casa Blanca, como
hacían en la Rom a decadente los pretorianos con los em peradores de turno.
Sobre 1963 = 100, el Índice de precios para las exportaciones, a nivel
m undial, era del,orden siguiente en el cuarto trim estre de 1973: países indus­
trializados + 33% ; países subdesarrollados + 30% en alza; m edio O riente
+ 36% ; o sea, que estos índices guardaban cierto paralelism o a escala inter­
nacional. Sin em bargo, con el alza de los precios del petróleo, que subió el
barril de crudo de poco más de 2 dólares a más de 11 dólares en 1973, el ín­
dice de precios de exportación del M edio O riente se disparó, produciendo
una afluencia colosal de petro-dólares hacia las arcas de los bancos centrales
de A rabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait y otros "sultanatos petrolíferos" cuyos
dólares, a su vez, endeudaron con sus préstam os a países del T ercer M undo.
1 lacia febrero de 1973, el total de las reservas de oro y dólares de los paí­
ses del M edio O riente, donde no hay más que arena y petróleo, no se puede
ahí invertir esos miles de millones de dólares en industrias, quedando así
congelada una p arte de la liquidez internacional. Ello bastaría para producir
una crisis financiera m undial, com o consecuencia de que el dinero no se va
desde los países de gran industrialización a países que no tienen ninguna,
que atesoran los capitales ganados con la subida de los precios del petróleo,
pero que no los pueden invertir, "in situ", por falta de desarrollo económ ico y
tecnológico propio. Como no se cum ple la ley del valor en los intercam bios a
escala internacional, la econom ía mundial se disloca apuntando hacia una
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

posible crisis en extensión y profundidad, de la cual sin duda surgiría, como


otras veces ha sucedido, una tercera guerra mundial; pues hay que pensar
que el capitalism o no caería en una crisis total por pura pasividad; antes que
eso provocaría un conflicto arm ado, hacia afuera, para evitar revoluciones
sociales, hacia adentro.
L a crisis económ ica m undial va siendo una crisis des proporcionalidad
entre las p artes com ponentes del capital. P or ejem plo, en E u ro p a y Japón
las industrias tendrían menos capital p ara ocupar m enos obreros y m enos
para pagar energía cara produciéndose así desocupación. E n esc sentido, al
aum entar en países críticos la "reserva o brera desocupada", se produciría, a
su vez, una crisis de subconsum o p o r baja del nivel de vida de las masas p o ­
pulares. E n tonces la crisis lo iría abarcando todo, provocando un "shock" po­
lítico, que tanto podría generar m ovimientos revolucionarios como la tercera
g uerra m undial. T odo dependería, para evitar la g uerra im perialista o con­
vertirla en g uerra civil, en que el pueblo opte revolucionariam ente por la ins­
tauración del socialismo libertario.
Si la cantidad de capital era casi la misma en 1974 que en 1972, pero ha­
bía que destinar a com prar energía (petróleo) tres veces más de capital, ello
transfería los dólares y el oro desde E u ro p a y Japón hacia los países petrole­
ros, que no tienen ninguna industrialización y, por tanto, atesoran cientos de
millones de dólares, que los prestan principalm ente a E stados U nidos, don­
de se pagan alias tasas ele interés p o r euro-dólares y pelro-dólarcs. P ero a par­
tir de 1981 con la baja de los precios del crudo, los dólares en superávit co­
mercial,fluyen hacia A lem ania y Japón.
Si los em presarios europeos reducen el m onto del capital variable (fondo
de salarios) y aum entan la masa de capital destinado a energía (petróleo); se
p roduce así desocupación, inflación, desquiciam iento de las econom ías. Esa
situación no podía d u rar m ucho tiem po y, evidentem ente, cam bio de signo
con la baja del petróleo y de las m aterias primas, estableciendo así una rela­
ción de intercam bio favorable a los países ricos y desfavorable para los paí­
ses pobres.
La ley de un buen m ercado es que ninguna m ercancía suba su precio por
m onopolio o limitación de la oferta, com o en el caso del petróleo, ya que así
todo se viene abajo; puede un sector de la producción tom ar m ucho benefi­
cio, sin gastos de trabajo y capital adicionales, m ientras que otros sectores
reducen sus beneficio a pesar de trab ajar más, p ero quedando en posición
crítica cam biando por m enos lo que vale más, lo cual es propio de la lógica
del capitalism o inspirada en la inm ediatez de la g an ad a.
La ley de arm onía se im pone o, de lo contrario, viene la crisis, que el ca­
pitalismo m oderno no ha sabido evitar, echando por tierra así todas sus ilu­
siones sobre una expansión rectilínea hacia la sociedad de consum o, sin con­
flictos sociales, sin guerras ni revoluciones. Sólo una econom ía autogestiona­
ria podría evitar las crisis económ icas, tanto las de falta de m ercado como
las de desproporcionalidad entre los distintos com ponentes de la pro d u c­
Economía autogeslionaria

ción, cn lrc las distintas ram as de industria. U n a gran crisis económ ica, simi­
lar a la de 1929-33, está latente, siendo su prólogo la crisis del petróleo, con
su alza desm edida de precios de m onopolio, así como su baja determ inada
p o r las grandes potencias im portadoras de crudo.
Sin em bargo, el alza de los precios de las m aterias prim as no es en abso­
luto responsable de las tendencias hacia la crisis económ ica mundial; pues,
luego de la term inación de la g uerra de C orea de 1950-54, los precios de las
m aterias prim as com enzaron a b ajar a niveles muy depresivos, com o conse­
cuencia de una relación internacional de intercambio favorable p ara los paí­
ses industrializados y desfavorable p ara los países subdcsarrollados: espacio
neo-colonial del im perialism o económ ico liderado por los E stados U nidos,
Jap ó n y la E u ro p a occidental.

E V O L U C IO N D E LOS P R E C IO S D E LAS
M A T E R IA S PR IM A S: 1951-74
_________________ 1929 1939 1951 1954 1970 1973 197-1
CHn centavos »Ss \- Ib.')
Cafe (Ib. Santos №4) 22.10......7.43........ 55,00....... 78,3........ 32,00....... - ........... 73,95
Cobre (1 b)................18,02....... 11,08.......24,20....... 29,7......... 69,60....... 106,0...... 123,0
Plomo (1 b )...............6,80.........5,06......... 17,50...... 14,1 .........16,00....... 16,0........ 19,0
Cinc (1 b).................. 6,49.........5,12......... 18,00...... 10,0.........16,00....... 28,0......... 28,0
Estaño (1 b ) ..............45,34 .......50,07.......128,30......91,8........ 177,00 ..... 290,0....... 290,0
Aluminio (I b)...........- ............ - .............17,00...... 20,9........ 28,00.......29,0......... 29,0
Lana (1 b)................. 98,00....... 81,00.......108,80......62,0........ 73,0.........242,0....... 250,0
Algodón (I b ) ........... 18,50....... 9,12......... 42,70...... 33,5 ........ 29,00.......89,0......... 85,0
Yute (1 b )................. - ............ - ............- ............- ........... 144,00..... 152,0...... 152,0
Azúcar......................3,78.........2,98......... 8,20........ 8,6.......... 3,27......... 13,4........ 13,0
Cacao (1 b)................- ............- .............35,00 ...... 37,1 ........ 34,80 ....... 67,0........ 66,0
Caucho (Ib ).............19,00....... 18,00........ 60,00...... 23,0........ 25,00....... - ..........-
Cueros (1 b )..............16,00....... 12,00........30,09...... 11,6.........24,07....... 32,0......... 28,0
Carne (1 b)................—............—.............—........... —........... 39,41....... 66,0......... —
Aceite de lino (1 b )....—............—.............20,8........14,6........ 20,01....... —............—
Dólares y Tin.:
Trigo (Londres)........—............—............78........... 78...........77,0......... 108,0...... 218,0
Petróleo (Arabia)..... - ............- .............- ........... 14,0.........82,0.........82,0......... 82,0
Hierro fundido......... 18............21............ 52...,.......56...........—............—........... —
Hierro (Londres, enX) —..........—.............11...........15 .......... 20........... —........... —
F U E N T E : "International financial statistics" del FM I, "Monthly bulletin
statistics” de la O N U . "Situación de productos básicos", de la FA O , "Trend
of com m odity priccs", editado p o r M organ G uaranty T rust Com pany, otras
fuentes estadísticas de diversas revistas económ icas. P or ser de muchas,
fuentes estos precios, deben ser tom ados com o valores aproxim ados. E n té r­
minos reales de p o d er adquisitivo del dólar los precios de las m aterias pri­
mas exportadas p o r el T ercer M undo eran, en 1989, del mismo nivel de 1939.
A la luz de las cifras, el petróleo y el hierro, dos productos de exporta­
ción de grandes em presas m ultinacionales, subieron más rápidam ente, entre
1951 y 1974, q n cl-is m aterias-prim as expotadas por los paíse subdcsarrolla­
dos. Pues el precio del trabajo (salario) aum enta más rápidam ente en los

-2 2 6 -
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

países industrializados que en países afro-asiáticos y latinoam ericanos. P or


otra parte, la lana, los granos, los oleginosos y otros productos com enzaron a
bajar en E uropa, Jap ó n y E stados U nidos, p ara pagar así, en cierto m odo, la
crisis de la energía (m ayores precios p o r el petróleo, dom inado por las com ­
pañías m ultinacionales yanqui-británicas). P o r consiguiente, la crisis econó­
mica m undial, que se perfila, se pagará con bajas de precios de sus m aterias
y miles de millones de dólares del servicio de su deuda externa el T ercer
M undo.
A l aum entar los precios del petróleo varias veces su nivel sobre 1972, los
países subdcsarrollados tenían que destinar adicionalm ente m uchos millones
más po r año p ara recibir la misma cantidad de p etróleo im portado, a fin de
que la E X X O N y la Royal D utch-Shell obtengan ganacias m illonadas en dó­
lares, así como los em ires del M edio O riente p ara tener harenes, palacios lu­
josos, yates y residencias en las m ejores playas de turism o del m undo.
T odo lo que viene recibiendo en prestam os y "ayuda" los países del "Ter­
cer M undo", prestam os e inversiones directas, lo tendrán que devolver por
m ayores precios de lo que exportan E uropa, Japón y USA. Así, evidente­
m ente, la crisis económ ica es crónica en Asia, A frica y A m érica Latina,
m ientras rija una relación injusta e inequitativa de intercambio, que obliga a
irse end eudando sin p o d er pagar, salvo renunciar a un m ediano crecim iento
económ ico p ara no caer en una extrem a pobreza los países subdesarrolla-
dos.
L a crisis m undial es una pelota de fútbol: cada país se la tira a otro para
no quedársela nadie en particular, pero con ello la crisis se hace más grande,
hasta que no pueda continuar m ás este juego trucado, de mala fe, en que
unos quieren ganar lo que otros pierden con el m ecanism o viciado de los
precios de m onopolio del p etróleo y de los productos m onopolizados. T odo
lo cual sería superado en una econom ía autogestionaria de propiedad social.
E l dólar devaluado —d eteriorado e inconvertible en oro o en un equiva­
lente de m ercancías y servicios, cuando se convierte en euro-dólcres o en pe-
tro-dóleres (M edio O rie n te )— confunde su riqueza simbólica con la riqueza
real. Si un país acum ula dólares de déficit de pagos de E stados U nidos, que
nunca se van a pagar en oro o en valor efectivo, se crea así una falsa riqueza;
pero que es an o tad a en los bancos centrales como riqueza efectiva, contra la
cual se em iten m onedas nacionales; todo lo cual determ ina la inflación.
H ay así una doble inflación: a) la del dólar insolvente como inflación in­
ternacional en beneficio de E stados U nidos, que em ite un dólar com o si fue­
ra un "marco de ocupación", retirado en bienes y servicios sobre el m undo,
pero no pagándolos nunca; b) la emisión de m onedas nacionales contra dó­
lares insolventes, p ero que aum enta la circulación m onetaria en m uchos paí­
ses; c) las em presas m ultinacionales norteam ericanas em iten euro-bonos p a­
ra tom ar euro-dólares prestados al T esoro norteam ericano: es decir, el deu­
dor norteam ericano tom a así prestadas sus propias deudas, a buen lipo de
interés p ara absorber con ello las em presas europeas, en el caso de los euro-

-2 2 7 -
Economía autogestionaria

dólares que le son prestados, paradójicam ente, a un deudor siem pre m oro­
so, que no paga nunca el capital principal.
No cabe duda que así no puede funcionar la econom ía mundial, pues el
dólar tiene en sus m anos una ruleta con la cual siem pre gana la banca, nunca
quienes asisten a esc juego tram poso.
Las m aterias prim as de los países subdesarrollados subieron m o derada­
m ente bajo el im pacto de la crisis del petróleo. Sin em bargo, la tonelada de
acero p arece que subió de poco más de 100 a 250 dólares, en pocos años.
Los autom óviles, los productos químicos, los equipos industriales, los fletes
m arítim os y aéreos, los m etales, todo lo que exportan los países industrializa­
dos, sube en precios, p ero no baja después como sucede con el trigo, el maíz,
la soja, el cacao, el petróleo, el café u otros productos prim arios exportados
p o r países neo-coloniales. A la larga, siem pre es favorable la relación de in­
tercam bio p ara países industrializados y desfavorable para los países atrasa­
dos, salvo en las exportaciones de petróleo —producto que constituye un
m onopolio internacional en manos de cinco em presas yanquis y dos británi­
c a s — que tuvo un alza entre 1973 y 19S.1, pero que después fue decayendo,
en térm inos reales, a poco más que sus precios de 1970 en poder adquisitivo
de dólares de 19S9.
Los países del monopolio del petróleo, que vendieron a precios dobles,
triples o quíntuplos, pero no com praron a ese mismo nivel sus productos de
im portación, estaban produciendo una vasta crisis económ ica m undial, tanto
en los países industrializados im portadores de petróleo (E uropa y Japón),
com o en los países subindustrializados, que hacen im portaciones de produc­
tos petrolíferos. Los precios elevados en un sector de la producción mundial
o nacional, sin fundam entos de m ayores costos, desequilibran la econom ía
produciendo así tendencias depresivas. En este caso más intensas en los p aí­
ses subdesarrollados, no productores de petróleo, que en los países indus­
trializados.
Los países árabes retiran más que aportan a la econom ía m undial, m e­
diante precios de m onopolio del petróleo crudo. Igualm ente cuando en una
econom ía nacional alguien m antiene un privilegio, un m onopolio, cargando
precios abusivos, sin justificación de m ayores costos, desquicia la econom ía
hacia la depresión. En ningún régim en de producción es justo que alguien
retire más de lo que ap o rte a la renta nacional; pero eso es posible con m o­
nopolios abusivos, con capitalism o, pero no con un socialismo libertario
equitativo. Sólo una econom ía autogestionaria, basada en la propiedad social
de los m edios de producción, en la dem ocracia libertaria directa, en leyes
económ icas objetivas sin m istificaciones ideológicas burguesas o b u rocráti­
cas, dejan d o que se auto-organice la Sociedad y se autodisuelva el Estado,
podrem os m antener un régim en socio-económ ico de prosperidad, libertad,
productividad e igualdad socio-económ ica p ara todos los hom bres, sup eran ­
do las alienaciones y contradicciones inherentes a la sociedad burguesa o b u ­
rocrática, al capitalism o de monopolio o de Estado.

-2 2 8 -
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

EL FETICHISMO DE LOS PRECIOS

U n a de las parles más claras del proceso económ ico parecieran los p re ­
cios fijados en cada m ercadería, como si nada hubiera oculto detrás de las
etiquetas que expresan el valor en dinero de cada objeto, bien o servicio
ofrecido en el m ercado, sin em bargo, el precio constituye la p arte más oscu­
ra, m enos relevada, de la m ercancía; pues encubre en su transm undo fetichi-
zado la form a de p ropiedad de la riqueza, las clases sociales por sus d iferen­
tes niveles de consum o, las contradicciones económ icas y sociales, el m odo
de producción y la distribución de los bienes y servicios, las relaciones socia­
les y jurídicas de un m odo histórico de producción.
Los econom istas burgueses han d ejado los precios en el limbo de la m a­
tem ática, com o si sólo se tratara, en su form ación, de ordenadas, abscisas,
variables, ecuaciones, escalas logarítm icas, independientem ente del m odo de
producción propiedad privada o estatal; clases sociales; desarrollo de las
fuerzas productivas; relaciones de producción; desarrollo desigual entre los
países, determ inando los térm inos de intercam bio entre naciones ricas y p o ­
bres; niveles de consum o diferenciales entre ricos y pobres, terratenientes y
cam pesinos, asalariados y capitalistas, burócratas jerarquizados y bajo p u e­
blo, p roductores calificados y m anualizados, "élite" del po d er y pueblo trab a­
jador.
A lberto el G ran d e (1193-12S0) y Santo Tom ás de A quino (1226-1274), si­
guiendo las ideas económ icas de A ristóteles, en el sentido de que el precio
de una cosa debe revelar su origen de valor-trabajo proponían que las partes
que intercam bian sus productos en el m ercado deberían ser renum eradas en
razón de la clase social o estam ento corporativo al cual pertenecieran, para
que reine una determ inada "justicia distributiva", un "justo precio", un "justo
salario", sin que "nadie sea engañado" (1). P or supuesto que los engañados
eran los siervos y artesanos, m ientras que el engañador era el señor feudal,
que percibía el excedente económ ico extraído a los siervos y los artesanos,
participando de ello tam bién la Iglesia en form a de diezmos, gabelas y rega­
lías.
Las ideas económ icas de Santo Tom ás, respecto de los precios y los in­
gresos por estam ento social, tienden a per peinar un m odo de producción y su
orden de clases. P ara Santo Tom ás, los ingresos de cada clase (justicia distri­
butiva) deben estar determ inados por los precios recibidos en el m om ento
de la venta de las cosas (justicia conm utativa). E n este orden de ideas, el
"justo precio" ha de ser el resultado del costo de producción basado en el ni­
vel de vida (ingreso de clase) de cada p roductor (siervo o artesano), a fin de
repro d u cir el m odo de produción históricam ente, sin cambio, com o si la so­
ciedad se hubiera congelado económ icam ente sin posible devenir dialéctico,
lo cual era propio de la escolástica clerical.
1 S a n io 'l'o m á s . Sum m n thcolópira. P ie. 2,2a.ptc. Q . 61, c rt. 2.
Economía autogestionaria

P a ra los filósofos m edievales, cuanto más m etafísicos, el precio de la


m ercancía era algo inherente a ella misma y no al trabajo hum ano, a fin de
no en trar en el secreto de la explotación del hom bre p o r el hom bre; en ese
tiem po, del siervo, p o r su señor y del aprendiz, por su m aestro. Todos los fi­
lósofos escoláticos, sobre poco más o menos, cuando trataro n el problem a
de los precios, consideraban que el precio debe satisfacer los cánones de jus­
ticia vigente o sea que am bas partes al intercam biar sus m ercancías, deben
m antener sus acostum brados niveles de vida, para que el orden de clases
feudal sea m antenido, reproducido p o r el m ecanism o de los precios, lo que
hace tam bién la sociedad capitalista, tanto en su form a de capitalism o priva­
do com o de E stado, p a ra p erp etu arse histórica, política, económ ica, jurídica
y socialm ente.
D u ran te la E d a d M edia, la Iglesia se opuso al precio del dinero (interés),
al acaparam iento de productos o subsistencias lim itando la com petencia, a la
com pra de m ercaderías d urante su transp o rte hacia las ferias y a la com pra
p ara re-vender en el mismo m ercado, restringiendo así el desarrollo capita­
lista libre, desenfrenado. L a R e fo rm a protestante, en el fondo, fue el triunfo
de la burguesía sobre los señores feudales y el clero, ya que liberó al capita­
lismo de sus trabas eclesiásticas sobre el interés y el desenvolvimiento del ca­
pitalism o. T anto es así que los países p rotestantes son los más aburguesados
de n uestra época.
Con el triunfo de la R efo rm a protestante, el cristianism o se hizo más b u r­
gués, m enos feudal, p ara que no interfiriera el desarrollo del capitalism o en
la E u ro p a nórdica, burguesa. E n cambio, el catolicismo siguió im perando en
los países con estructuras feudales, poco desarrollo urbano, lim itada indus­
trialización y escasa econom ía m ercantil. E n E spaña, por ejem plo, a pesar
de la gran m asa de oro y plata de Indias, no obstante el com ercio con el N ue­
vo M undo, no se desenvolvió la industrialización debido a que los gobernan­
tes eran ad o radores del b ecerro de oro, p ara quienes la riqueza era el dinero
atesorado, no el capital invertido en industrias, com ercio y navegación. E sp a ­
ña quedó así congelada en una larga edad media, gracias a su aristocracia te­
rraten ien te y a su clero, opuestos al desarrollo capitalista, a las ideas libera­
les de la burguesía, consideradas como ateas, atentotorias al espíritu del ca­
tolicismo, defendido contra el racionalism o burgués por el Santo Oficio
inquisitorial español, que fué un totalitarism o clerical y feudal contra el ra ­
cionalismo ilustrado.
L a burguesía im pulsó la reform a p ro testante (siglo X V I); la Revolución
inglesa puritan a de Cromwell, que derrocó la m onarquía de Carlos I (1642-
1660); la Gran Revolución Francesa (1789-93), que suprim ió la m onarquía y
creó la república burguesa; y los movimientos liberales-burgueses de 1848,
que b arriero n los últimos vestigios de feudalism o en E uropa, salvo en la R u ­
sia zarista. T odas estas revoluciones tuvieron como contenido el capitalism o
y com o clase, a la burguesía; com o form a de E stado, la república o la m onar­
q uía constitucionales.

-230-
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

Las revoluciones burguesas suprim ieron los estam entos feudales (m aes­
tros, oficiales aprendices y grem ios de artesanos), la nobleza y el clero (com o
clases dom inantes o gobernantes), el E stad o fraccionado en feudos, por un
E stad o nacional, con una sola frontera, m oneda y ejército nacional. Se afir­
m aba así el desarrollo capitalista, la econom ía mercantil, el capitalism o, el
trabajo asalariado y la libre com petencia sobre un m ercado donde debían
ser form ados los precios sin limitaciones o restrinciones corporativas.
Sin em bargo, detrás de esa aparen te libertad económ ica y del régim en
parlam enterio representativo, la burguesía triunfante estableció un nuevo or­
den de clases: el p roletariado y la burguesía; p ero sin suprim ir totalm ente la
aristocracia terraten ien te, el artesanado y las clases m edias burocráticas, a
fin de que la p ro p ied ad privada siguiera siendo el contenido económ ico de
la sociedad burguesa, sobre la base de la desposesión del obrero de sus m e­
dios de trabajo p o r el em presario capitalista, propietario de ellos.
L a burguesía ponderó, ética y económ icam ente, la libre com petencia en
la form ación de los precios; pero detrás de toda esa palabrería política se es­
condía la explotación del trabajo asalariado no con m enor extorsión de plus­
valía que explotaba el am o a su esclavo o que lo hacía el señor feudal con su
siervo. E l obrero liberado de sus estam entos feudales, de la corporación o de
su m aestro, p o d ía ofrecer ahora su trabajo en el m ercado, dando la aparien­
cia de recibir p o r él un "precio justo". P ero entre todas las m ercancías, que
se ofrecen en la sociedad capitalista, hay una —la fuerza de tra b a jo — que
siem pre se vende p o r m enos que el valor que ella crea en el proceso de p ro ­
ducción. E n consecuencia, el sistem a que rige el precio del trabajo es injus­
to, inequitativo, distinto de las dem ás m ercancías poseídas por el capitalista,
m onopolizadas por él a cam bio de un salario (precio del trabajo), para luego
venderlas y o btener beneficio con el trab ajo no pagado al obrero (plusvalía).
A ntes que M arx, B ray —discípulo de R . Owcn —, denunciaba a los capi­
talistas por "vivir en el lujo y la holganza", p o r ser beneficiarios de la plusva­
lía, de un excedente económ ico restado a los trab ajadores asalariados, a cau­
sa de pagarles m enor precio p o r su fuerza de trab ajo que el valor creado por
ésta en m ercaderías p ropiedad del capitalista.
"Si se actuara en un justo sistem a de cambio, el valor de todos los artícu­
los estaría determ inado p o r el costo de producción; y siem pre se cam biarían
valores iguales p o r valores iguales, si, p o r ejem plo, un som brerero tard a un
día en hacer un som brero, y un zapatero tard a el mismo tiem po en hacer un
par de zapatos —suponiendo que los m ateriales utilizados por cada uno de
ellos tienen igual v a lo r— y cam bian entre sí estos artículos, unos zapatos por
un som brero no sólo se benefician m utuam ente, sino tam bién en igual m edi­
da: la ventaja obtenida p o r cualquiera de las dos partes no p u ede ser una
desventaja p ara la otra; puesto que cada una ha dado la misma cantidad de
trabajo, y los m ateriales utilizados por cada uno son de igual valor" (1).

1 Bray, J - F. I,a b o u r‘s w rongs and la b o u r‘s rcm edv. p. 48.

-231-
Economía autogeslionaria

Sin em bargo, el intercam bio de lipo capitalista se basa en la desigualdad


ya que el salario del obrero es com prado p o r la mitad o menos de lo que ha
de producir, a fin de que vivan de rentas parasitarias burgueses, aristócratas,
b u rócratas y toda una m asa hum ana im productiva, que rentira del consum o
m ucho y no produce nada. Si una sociedad socialista hiciera a todo el m undo
justificarse por el trabajo sin tolerar consum o im productivo, (salvo en viejos,
niños, inválidos, enferm os), p o d ría así producir más en un año, con socialis­
mo, que en tres con capitalism o; pero sin confundir socialismo con capitalis­
mo de E stado, im pidiendo que la burocracia estatista, como clase dom inan­
te, ocupe el lugar de la burguesía, com o ha sucedido en la URSS y Cia.
E n la sociedad soviética, los precios de las m ercancías y los niveles dife­
rentes de salarios indican que ciertos precios de consum o no son asequibles
a los obreros y a los koljosianos, sino a la alta burocracia y tecnocracia del
P artido, del E stad o y de las E m presas. Así, pues, las definiciones de clase,
tal y como las entendía M arx, no son ya suficientem ente válidas para caracte­
rizar las "nuevas clases" surgidas en los países donde im pera un m odo de
producción no socialista, sino capitalista de E stado. C uando en la URSS, un
precio indica un determ inado nivel de consum o es porque los salarios son
muy diferentes entre los que trabajan y los que adm inistran el trabajo y se
llevan la plusvalía de E stado, el excedente económ ico, el rédito, el beneficio
o com o quiera llam árselo; puesto que el nom bre no cam bia el contenido
económ ico de plusvalía.
La fórm ula de la sociedad com unista es: "a cada uno según sus necesida­
des", aunque ap o rte según su trabajo; p ero el capitalism o de E stado se basa
en la fórm ula de la desigualdad de ingresos: "a cada uno según la calidad y la
cantidad de su trabajo": si bien hay burócratas muy rentados que tienen un
trab ajo poco calificado y en cambio reciben un elevado sueldo. E sta diferen­
cia de precio de los diferentes trabajos, entre dirigentes y dirigidos, crea un
nuevo orden de clases. Pues una clase no d epende exclusivamente de que se
sea p ro pietario o desposeído, sino de quien adm inistra, dirige o se beneficia
del excedente del trabajo, con capitalism o privado o de E stado, que para el
caso es lo mismo.
Sobre la desigualdad económ ica en la U R S S , decía el sindicalista británi­
co W altcr Citrinc: "los salarios se basan prim ero en la habilidad de los o b re­
ros, según el volumen de producción y tercero sobre las condiciones en las
cuales el trab ajo se efectúa” (1) En otros térm inos, que la igualdad económ i­
ca es im posible c indeseable en la URSS, lo cual contradice al comunismo,
cuyo ideal es la igualdad entre los hom bres. Y si el socialismo, al m odo so­
viético, es opuesto a la igualdad, es p orque no es socialismo, con un sistema
de distribución capitalista, burgués en el fondo, pues los de arriba tom an
m ucha parte en el consum o y los de abajo, los obreros y los cam pesinos, p o ­
ca, muy poca, ya que no dejan de ser obreros asalariados bajo el E stado-pa­
trón, que percibe la plusvalía.
1 C itrinc. W. A la rcchcrchc de la verite en R usic. P arís. 1937.

-232-
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

Según, W . Citrinc, en 1935, había 8 categorías de salarios obreros en la


URSS, contra tres o cuatro en los países capitalistas. E n 1935, el obrero so­
viético que ganaba menos —según C itrin c — era 40 rublos por mes, contra
480 rublos las categorías de em pleados m ejor renum erados. E n 1947, en las
em presas estatales soviéticas un aprendiz recibía m ensualm cnte, entre 100 a
160 rublos, contra 1.000-1.300 rublos los ingenieros y 2.000-6.000 los directo­
res de fáfricas, 6.000 rublos los titulares de cátedras universitarias, 10.000-
12.000 rublos los directores de hospitales de clínicas y 10.000-15.000 rublos
los académ icos y otros altos funcionarios. Así, pues, un obrero de un koljós
recibía, en 1947, unos 600 rublos m ensuales, o sea que obtenía unas 25 veces
m enos ingreso que un académ ico, habiendo así tanta desigualdad económ ica
entre un académ ico y un koljosiano com o entre un burgués y un obrero no
cualificado en la sociedad capitalista occidental ¿D ónde hay así el socialismo
en la URSS?
E n cuanto a China, bajo el m aoismo siguió siendo sutancialm cntc stali-
nista en cuanto a las diferencias de ingreso entre obreros, cam pesinos y je ­
rarquías del E stado, del P artido y de las E m presas. Según A.C. B arnnet, en
su libro (1); había 30 grados de ingresos diferentes entre un m inistro y el
personal no calificado de servicio: 600 yuans p ara un prim er m inistro y 23-24
yuans p ara m ujeres de servicio no calificado. Según E dgar Snow, en su libro
(2), los sueldos m ilitares revelan una desigualdad económ ica muy pronuncia­
da en el ejército chino: generales 300-400 dólares por mes, contra 2,50 un
soldado, 4 un cabo, 20 un subteniente y 24 un capitán. Ello evidencia que, en
las industrias o en los escalones de la burocracia, siguen existiendo las clases
sociales aunque no tengan nom bres; pues el contenido de una clase social es
su diferencia estratificada de ingreso económico; ya exista esa desigualdad
con propiedad privada, comunal, colectiva o cooperaría. E n este orden de
ideas, no es suficiente para d e fin ir el orden de clases del Esíe, la sociología
marxisla, ya que sil análisis socio-económ ico se ha basado en m odos de p ro ­
ducción anteriores al capitalism o de Estado integral, com o sería el caso de la
U nión Soviética y países que han im itado su m odo de producción, donde las
nuevas clases se diferencian p o r los sueldos diferentes y el Saber político que
tiene el P oder p ara adm inistrar la plusvalía de E stado.
P ara que perd u re un orden de clases, el precio del trabajo diferencial
(salarios, sueldos) y el precio diferente de las m ercancías (consum os d iferen ­
ciales de clase), envuelven el fetichism o de la m ercancía, tanto con régimen
de capitalism o privado (liberal o m onopolista), com o con capitalism o de E s­
tado (confundido, en el Este, con el socialismo).
C uando en una vitrina de un com ercio ya sea en el E ste o en el O este,
una etiqueta de una m ercancía, dice, 100, 500,1.000, 2.000, 3.000, 4.000.... dó­
lares indica, en su transm undo, que es asequible al consum o de un obrero,

1 B arn n et, A -C. C uadros, burocracia v p o d e r político en C hina com unista.


2 Snow , L-. T h e o tlie rs id c of thc riv er.

-233-
Economía autogestionaria

u n cam pesino, un obrero calificado, un técnico, un ingeniero, un director, un


ejecutivo, un m inistro, un gran b u ró crata o un gran burgués. P or consiguien­
te, los precios, detrás de sus etiquetas, ocultan las clases sociales a las cuales
se dirigen desde la producción hasta el consumo. P o r ejem plo, en la URSS
está com enzando la producción en masa, de electro-dom ésticos y autom óvi­
les, que va dirigida más a la burocracia y ren tada tecnocracia que a los obre­
ros y cam pesinos de capas p eo r renum eradas, que no tienen ingresos para
adquirir un automóvil, hacerse una casa de fin de sem ana o com prar con di­
visas en los alm acenes reservados a la "Nomenklatura"
U n a clase social explotadora no está constituida exclusivamente por la
posesión o desposesión de la p ropiedad territorial o de los m edios de p ro ­
ducción y de cam bio capitalistas, según la sociología marxista, sino p o r su
posición de m ando en la econom ía, el aparato del E stado, la cultura, la in­
form ación, las instituciones jurídicas, militares, universitarias, policiales y,
sobre todo, p o r el nivel de ingresos que cada estam ento o grupo perciba de­
sigualm ente.
P o r eso un b u ró crata en el E ste puede recibir tanto ingreso económ ico
personal com o un burgués en el Oeste: en el prim er caso, con propiedad p ú ­
blica; en el segundo, con propied ad privada. Pero, en definitiva, lo que inte­
resa es la ren ta personal percibida y el control de la plusvalía, la dirección de
las em presas p roductoras y del aparato del E stado.
Con econom ía individualista o econom ía estatista la m ercancía debe con­
ten er en sus costos de producción el desgaste del capital fijo (m aquinarias,
m aterias prim as, energía, etc), el valor de los salarios, el interés por el capital
prestado, los gastos generales, los sueldos de la burocracia adm inistrativa,
los ingresos de la burguesía, de m odo que al tranform arse la m ercancía en
dinero reproduzca el sistem a autom áticam ente. P ero detrás de todo esto, el
precio de la m ercancía vendida oculta las rentas o ingresos parasitarios de
quienes consum en y no trabajan, burgueses y burócratas.
E l precio constituye un fetiche de la m ercancía figurado en el dinero. Si
la em presa, que produce una m ercancía o servicio lo hiciera en form a de
m onopolio, carga entonces en el precio supcrbeneficios, restando así lo que
no ap o rta a la ren ta social. Ello no sería posible en una sociedad socialista li­
b ertaria en que los distintos sectores de la producción deberían intercam biar
sus bienes y servicios equitativam ente, en su justo valor-trabajo, sin precios
de m onopolio, sin clases sociales privilegiadas; pero ello supone la propie­
d a d social, la igualdad entre los hom bres, problem a no sólo económ ico, sino
de ética socialista, de conciencia com unitaria, de espíritu y m oral libertarios.
M ientras haya desigualdad entre los hom bres; unos sean ricos y otros po­
bres; unos consum an m ucho y otros pocos; unos trabajan y otros disfrutan
del ocio; unos poseen el capital y la tierra y otros están desposeídos de estos
m edios de producción; unos reciben un m enguado salario y otros perciben la
plusvalía; unos tienen todo el p o d er del E stado; m ientras no se auto-or­
ganicen los hom bres en em presas sociales, servicios y auto-adm inistracio­

-234-
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

nes, m ediante la dem ocracia directa, h ab rá salarios diferenciales (precio b a ­


jo del trabajo) y precios altos (consum os de lujo). A sí el capitalism o privado
o de E stado, eternizará las clases sociales antagónicas justificando las dicta­
duras de la burguesía o de la burocracia estatista.
M ientras la form ación de los precios esté librada a la voluntad de los em ­
presarios capitalistas o a las burocracias centralistas, entre el precio de fábri­
ca o de explotación agrícola (costo de producción) y el precio de venta (p re­
cio al consum idor), habrá una gran diferencia; puesto que toda una serie de
interm ediarios, parásitos y óxido burocrático se situarán entre el productor y
el consum idor p a ra obtener ganancias o rentas parasitarias. A sí se da el caso
de una tonelada de patatas, desde que sale de la granja agrícola hasta que
llega al m ercado consum idor en las ciudades, suele ir adicionando costos su­
cesivos (precios adicionales), que rep resen tan los ingresos parasitarios o b u ­
rocráticos de especuladores, m ercaderes, acaparadores, negociantes, etc. Se
da el caso de que el costo de origen de una tonelada de patatas es el 1/10 de
su precio de venta m inorista en las ciudades. Y a todos esos recargos adicio­
nales, parasitarios, interm ediarios, se llam a aum ento de la renta nacional de
un país. ¿D ónde está así la lógica económ ica?
Si los agricultores estuvieran agrupados en com binados agro-industria-
les auto gestionados, inluyendo en su sistem a la producción de elem entos pri­
m arios, su transform ación en productos industrializados y su distribución en
el m ercado, asociando así el capital agrícola, el industrial y el m ercantil, sin
falsos interm ediarios, la producción llegaría al m ercado con la m enor difen-
cia posible en tre el costo de producción y el precio de venta, p a ra beneficiar,
con precios baratos, a toda la sociedad, com o hicieron en su m ercado socia­
lista libertario las colectividades anarquistas españolas durante la revolución
de 1936-39.
Com o la ley tecnológica del progreso reside en co n trarrestar los rendi­
m ientos decrecientes, cada tonelada de patatas futura debería costar m enos
horas de trab ajo producirlas. A su vez, los artículos industriales, obtenidos
cada vez con m enos trabajo por unidad fábricada, se cam biarían a más bajo
precio. Se intercam biarían así productos industriales por productos agrope­
cuarios, es decir, siem pre m enos horas de trab ajo p or más productos, lo que
daría una b aja tendencial de los precios en horas o jornadas de trabajo. Ello
d ejaría siem pre m ás traba jo Ubre p ara ser transferido a investigación cientí­
fica, ciencia, cultura, servicios. A sí se alcanzaría una sociedad equitativa,
igualitaria, altam ente productiva con m ano de obra técnica y científica; se­
rían así las U niversidades y las Escuelas Técnicas, com o las escuelas de artes
y oficios del pasado, pero en un plano m ás elevado, sobre la base de una vas­
ta revolución cultural y científica, que com prendiera a lodos los hom bres y
m ujeres, p rep aran d o al hom bre científico de la sociedad libertaria auto-ad­
m inistrada.
D en tro de un com binado agro-industrial si el sector bosques, pesca, gra­
nos, legum bres, vivienda, educación, industria, obras públicas, textil, etc.,

-235-
Economía autogestionaria

cam bian sus productos en su valor, porque son de una misma com unidad, sin
cargarse precios de m onopolio, plusvalías indebidas, puede intercam biarse
trab ajo igual por trabajo igual m aterializado en los productos de distinto uso
en beneficio de toda la com unidad autogestora.
E n este sentido, dentro de una com unidad auto gestionada, todos los
bienes y los servicios de la misma pueden guardar niveles de precios esta­
bles, ya que la m oneda cxtracom unitaria es como divisa hacia afuera, pero
no distorsiona los precios ni los intercam bios hacia adentro. Se puede así su-
p rir la form a dincro-capita!privado o de E stado dejando que el dinero sea
sólo m edio de cambio en su justo valor m edida de valor objetivo para los cál­
culos económ icos, p a ra la program ación económica. Sólo así desaparecería
el f cticliism o del dinero que reside en el f elichism o de los precios y de las m er­
cancías, cuando éstos o estas son m onopolio de burguesías o burocracias,
usufructarias de la plusvalía. Sólo el socialismo de autogestión restablece la
arm onía entre los hom bres, la igualdad, la libertad y supera la alienación del
hom bre p o r la cosa (dinero, m ercancía).
P ero entendem os por socialism o de autogestión unas em presas gestiona­
das directam ente por los consejos de trabajadores, renovables periódica­
m ente sin ser reelegidos seguidam ente, sino pasado un período determ ina­
do; pues la sociedad autogestionaria será libertaria c igualitaria, a fin de que
la política y la econom ía sean transparentes; pero el igualitarismo económ ico
no supone que todo el excedente económ ico producido en las em presas de
base productiva sea consum ido alegrem ente, sino invertido, en gran parte, a
fin de que sea reproducido, am pliam ente, el capital social. D e lo contrario,
el socialismo autogestionario crearía m enos fuerzas productivas que el capi­
talism o de las m ultinacionales o el socialismo burocrático, lo cual no justifi­
caría, históricam ente y políticam ente, a la dem ocracia socialista autogestio­
naria.
Se ha dicho, m alintencionadam ente, que el igualitarismo no estim ula la
productividad por carecer de interés personal para un científico, un adm inis­
trativo o un ingeniero ser com o un obrero p o r eso de que a trabajo cualitati­
vam ente desigual rcnum cración igual. P ero es que si esta clasificación del
trab ajo no se hace, jam ás van a d esaparecer las clases, los estam entos o es­
tratos desiguales en la sociedad. Y lo lam entable de todo esto es que sin
igualdad económ ica no h a y libertad política ni desalienación del hom bre asa­
lariado. E n consecuencia, hay que hacer paralelam ente con la revolución po­
lítica, económ ica y social, la revolución cultural, que ponga el saber a dispo­
sición de todos los trabajadores, llevando a las em presas la investigación +
el desarrollo ( I + D ), a fin de que la ciencia, la técnica, el capital y el trabajo
constituyan un todo unido. D e esta m anera no habría diferencia entre trab a­
jo m anual e intelectual, en tre la ciudad industrializada y el cam po subdesa-
rrollado, en tre países industrializados y atrasados. T odo lo cual perm itiría la
realización del socialismo de autogestión con progreso económ ico, cultural y
tecnológico paralelo p ara todos, con elevada productividad, igualdad y liber­

-2 3 6 -
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

tad. A sí es la econom ía autogestionaria: liberada del fetichism o del dinero,


de los falsos precios de las m ercancías, de los salarios, del E stad-patrón, de
la plusvalía, de las ganacias parasitarias, de las clases im productivas.

PRECIOS: CAPITALISMO Y SOCIALISM O

El precio es la expresión m onetaria de la ley del valor de las m ercancías,


cuando estas no son producidas sobre la base de un m onopolio. Los precios
falsos (de fábrica) y los precios inflados de venta (de m ercado) son inheren­
tes a la sociedad capitalista o a un capitalism o de E stado. En una sociedad
autogestionaria, el precio de fábrica y el precio de m ercado, tendrían menos
diferencia que en la sociedad burguesa, ya que no prevalecería el principio
de la ganancia privada, com o com ponente del valor de los productos.
E n la econom ía soviética, el precio del m ercado incluye una diferencia
entre el precio m ayorista y m inorista p ara añadir los ingresos de los bancos y
del personal de distribución de los productos, más los ingresos parasitarios
de la burocracia. Así, por consiguiente, no hay socialismo en la U RSS, sino
capitalism o de E stado.
En la com unidad, con integración económ ica, no sería necesario, en su
esfera interna, que los productos tom en la form a de m ercancías o que éstos
pasen, necesariam ente, p o r la form a dinero y precios. A la escala com arcal
de una com unidad, las com pensaciones entre los distintos sectores de la divi­
sión social del trabajo pueden ser realizadas con productos de distinto valor
de uso, m edidos por su costo horario de producción (sin necesidad de que
revistan la form a dinero).
E n una econom ía autogestionaria se puede cum plir la ley del valor-tra­
bajo. E sta ley del valor de cam bio, en el capitalism o, determ ina los siguientes
aspectos económicos:
a) regula las proporciones de intercam bio de las m ercancías, cuando no
hay monopolios;
b) determ ina espontáneam ente, que cantidad de cada m ercancía debe
ser producida, en función de la elasticidad del m ercado, lo cual produce las
crisis económ icas, ya que la producción capitalista es ciega;
c) asigna qué cantidad de trabajo social debe absorber cada ram a de pro­
ducción (pero com o la producción capitalista es espontánea, sin plan, ello
produce las crisis económ icas de desproporlionalidad entre las distintas ra ­
mas de la división social del trabajo);
Los factores correctivos de la ley del valor de cambio están dados por la
desigualdad productiva del trab ajo en cada ram a de producción, por el volu­
m en de las necesidades económ icas de cada clase, regulados por el ingreso
m onetario desigual de clase, por la correlación de la oferta y la dem anda en
un m ercado no som etido al im perio de los m onopolios capitalistas. Y ese
m ercado arm ónico no puede ser otro que un m ercado socialista libertario en

-2 3 7 -
Economía autogestionaria

que todos se beneficien con un intercam bio equitativo y nadie como especu­
lador capitalista.
Los problem as caóticos de la sociedad capitalista pueden ser superados
en una sociedad libertaria. E n el socialismo libertario, la program ación eco­
nóm ica, con integración a la cima de las federaciones de industria, cum ple el
mism o papel autorregulador de la producción que la ley del valor venal de
los productos en una econom ía individualista; p ero con la ventaja p a ra la so­
ciedad autogestora de que no hay que pasar por crisis económ icas, determ i­
nadas p o r desajustes de la producción, el consumo, el cambio y la distribu­
ción, como sucede en una econom ía capitalista dcsarm ónica y antagónica,
escindiendo, con la p ro p ied ad privada o estatal, a los hom bres.
E l caos espontáneo de la producción capitalista, debido a que prevalecen
los intereses particulares sobre el interés general de la sociedad, engendra la
lucha por los m ercados entre los capitalistas, la lucha de clases entre explo­
tadores y explotados y la guerra en tre las naciones, por el reparto del m undo
a favor de determ inadas potencias dom inantes. M ientras esto p erdure no ha­
brá paz en el m undo.
E n la sociedad burguesa, a causa del egoísmo económ ico, incontrolada­
m ente la ley del valor de cambio, por m edio de las crisis cíclicas, equilibra
las desviaciones entre las diferentes ram as de producción, m ediante m eca­
nismos de precios, que tienen como finalidad la elim inación, en el m ercado,
de los em presarios que no estén en com petencia, o que sus precios están por
encim a del costo m edio de producción socialm cntc necesario para un tipo
de producto.
E n una econom ía autogestionaria las industrias menos com petitivas, con
peores equipos de producción, podrían sobrevivir, mal que bien, recibiendo
subsidios d u ran te un tiem po, pero sin com prarles perm anentem ente la crisis,
que deb ería ser superada con la integración y la reconversión en la ram a de
industria autogestora a fin de ponerse a nivel de productividad y de com peti-
tividad las em presas integradas en federaciones de industria. E n E E .U U .,
por ejem plo, ello es difícil de conseguir cuando la com petencia es aguda en­
tre em presas de una misma especialidad, siem pre que no se unan en un mis­
mo "cartel", "trusts" o "pool", p ara repartirse el m ercado en contra de la b a ra ­
tura de los precios, explotando así a los consum idores.
Con m onopolios o com petencia, el fin de la econom ía capitalista es la ga­
nancia privada, m ientras que la econom ía libertaria busca el beneficio de lo­
dos. P or eso hay que abolir el capitalism o e im plantar el socialismo libertario
p ara liberar al hom bre del fetichismo de la m ercancía, del dinero y de los
precios, do la alienación económ ica del espíritu por la cosa (m ercancía).

LOS PRECIO S DE LA LEY D EL EM BUDO

Las m aterias prim as m inerales, agrícolas, pecuarias y forestales, principa­

- 238-
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

les productos exportados por los países afro-asiáticos y latinoam ericanos,


han regresado a sus precios-dólares, a los niveles de comienzos del siglo X X
o a los de la gran depresión económ ica de 1929-33. Com o los precios de los
artículos m anufacturados, que exportan los países industrializados, no han
dism inuido en la proporción que las m eterías prim as se crea así una relación
de intercam bio muy desfavorable p ara A m érica Latina, A sia y A frica. Ello
no perm ite a estas regiones subdesarrolladas ganar las suficientes divisas,
m ediante un com ercio exterior equitativo, p ara m antener el suficiente nivel de
sus inportaciones esenciales y, menos aún, p ara pagar los im pagables intere­
ses anuales de su abultada deuda externa.
Con relación a los precios de las m aterias prim as de 1984, m edidos en
dólares, he aquí la enorm e baja, en 1986 y principios de 1987, p a ra los si­
guientes productos: trigo, m enos 23%; maíz, m enos 31% ; soja, m enos 25%;
carne de vaca, m enos 9% ; lana, m enos 10%. E n estas condiciones tan desfa­
vorables de precios p ara estos productos, A rgentina, U ruguay, Brasil y P a ra­
guay pierden sustanciales ingresos de divisas, teniendo un m ayor déficit en
su balanza de com ercio exterior y de pagos, lo que no perm itiría pagar ni si­
quiera los intereses de la deu d a pública externa renegociada a largo plazo, la
que ya estaba vencida a corto plazo.
P o r otra parte, el aceite de palm a, coco y m aní descendieron, respectiva­
m ente, su precios en dólares, m enos 66% , m enos 77% y m enos 43%. E llo su­
pone grandes p erdidas de divisas convertibles p ara m uchos países afro-asiá-
ticos y latinoam ericanos, que se deslizan, todavía más, hacia la crisis, en la
m edida que exportan b arato e im portan caro, creándose así unos térm inos
de intercam bios leoninos.
E n esa tendencia hacia la baja de los precios de las m aterias prim as cabe
destacar, tam bién, la harina de pescado, que exportan Chile y Perú, declinó
un 15% en sus precios internacionales m edidos en dólares lo cual no facilita
su salida de la crisis, a m enos de suspender com pletam ente el pago de la
deuda extranjera o reducirla sólo al 10% del total de en trada de divisas (ca­
so del Perú), o del 1,5% del producto interno bruto, como habría propuesto
el Brasil.
O tro desastre económ ico, a causa del desplom e de los precios del estaño,
menos 48% y el zinc m enos 24% , agrava la crisis en países como Bolivia,
R w anda y M alasia, cuyas exportaciones básicas están constituidas por esta­
ño.
Es increíble, pero es cierto, que, sobre un nivel de dólares dcflacionados
igual a 100 en 1890, las m aterias prim as alcanzaron una cota de 195 en los úl­
timos años de la prim era guerra m undial, un 82,2 d urante la gran depresión
de 1929-33, un 163,8 en los tiem pos de la g uerra de Corea, en 1949-50, y 85,3
en 1986. Así, pues, en el curso de un siglo, los países afro-asiáticos y latinoa­
m ericanos, luego de m uchos años, registran los mismos niveles de precios.
En cam bio, los artículos m anufacturados, los fletes, seguros, intereses, m edi­
dos en dólares, han aum entado considerablem ente. Ello explicaría, en el ca­

- 239-
Economía autogestionaria

so de A m érica Latina, que su participación en el valor del com ercio mundial


haya dism inuido más de la m itad entre los finales del siglo X IX y las últimas
décadas del siglo XX.
A sí las cosas, los países industrializados, exportando caro e im portando
barato, han em pobrecido sistem áticam ente a los países afro-asiáticos y lati­
noam ericanos, particularm ente a estos últimos que, ellos solos, representan,
más o menos, el 40% de la deuda pública externa del T ercer M undo.
Sólo en el año 19S5, los países subdcsarrollados, exportadores de m inera­
les, m etales, productos agrícolas, gas natural y petróleo, perdieron con el al­
za de sus precios de im portación y la baja de sus precios de exportación,
unos 12.900 millones de dólares, que fueron a p ara a las arcas de los países
industrializados.
E n este sentido, de nada sirve a los países afro-asiáticos y latinoam erica­
nos que se convierta una buena p arte de su deuda externa a corto plazo en
plazos más largos, p ara facilitar el pago de sus intereses más que hacer
am ortizaciones del capital principal, si, como hem os indicado, los países in­
dustrializados obtienen, gratuitam ente por alza de sus precios de exporta­
ción y baja de los precios de im portación de los países subdcsarrollados, la
bonita cantidad de 12.900 millones de dólares en un solo año de intercam bio
favorable.
P restar a los países afro-asiáticos y latinoam ericanos, anualm ente, lo que
se les quita com prando b arato y vendiendo caro en ellos, es un rem edio peor
que la enferm edad, ya que la deu d a pública externa de estos países crece co­
mo las m ontañas en un cataclism o geológico.
En este orden de ideas, los bancos norteamericanos, principalm ente, han
cargado de deudas a la A m érica Latina con procedim ientos neo-coloniales
de intercam bio inequitativo; se la ha em pobrecido encontrándose ahora con
que no pued e pagar sus préstam os ¿Por qué?. Sim plem ente porque esas
deudas externas no fueron tales, sino "ganancias fradulentas" obtenidas a
cuenta de térm inos de intercam bio leonino. Por consiguiente, el problem a
de la deuda pública externa de A m érica Latina tiene que ser resuelto, en
cierto modo, con algo más racional, lógico y moral que el egoismo del usure­
ro de lo cual dan pruebas los banqueros internacionales y el Fondo M oneta­
rio Internacional que, sin quererlo, su política de austeridad, inspirada en la
ley de bronce de los salarios de los trab ajad o res latinoam ericanos, constitui­
ría un factor insurreccional en las naciones em pobrecidas contra el im peria­
lismo económ ico y los gobiernos som etidos a sus "cartas de intención" o de
mala intención contra los pueblos neo-colonizados.

URSS: PRECIOS, M ERCADO, ESCASEZ Y "COLAS"

L a econom ía soviética, después de siete décadas de la Revolución de O c­


tubre de 1917, pasando por la N E P de Lenin y la rigurosa planificación ccn-

-2 4 0 -
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

tralizada de Stalin, ha experim entado grandes desajustes desde Jruchov has­


ta G orbachov, revelando una gran escasez de artículos de consum o que obli­
gan a los consum idores a form ar largas "colas" a las puertas de los alm acenes
vacíos del E stado. E n este sentido, Sajarov, que asistió al Congreso del P a r­
tido Socialista Italiano, declaró que la URSS va hacia una gran catástrofe
con una política económ ica que deteriora la "perestroika" porque —dijo —
"la gente no p u ede com prar nada". A este respecto, se diría que la econom ía
socialista, que pensaba estar libre de crisis según sus teóricos soviéticos, las
sufre tam bién ahora sólo que son crisis de subconsiim o como las crisis m e­
dievales, m ientras que las crisis capitalistas, en países industrializados, son
de sobreproducción relativa o de falta de m ercados. E n el prim er caso,
los consum idores tienen su dem anda insatisfecha; en el segundo, más bien
de excesiva o ferta a precios dem asiado elevados p ara evitar el gran consu­
mo popular.
E n la U nión Soviética, por el contrario, los precios políticos de com pra
del E stad o a los agricultores (koljoses y sovjoses), cosa que tam bién está su­
cediendo en casi todos los países de la zona del rublo (C O M E C O N ), suelen
ser más elevados que los de venta de los productos agropecuarios en las ciu­
dades. A sí las cosas, el pan suele ser más barato que la harina o el cereal
conlo cual los cam pesinos no producen suficientes piensos para sus anim a­
les, ya que les resulta más barato darles pan adquirido en las ciudades a p re­
cios inferiores al grano cosechado en las granjas colectivas, como consecuen­
cia de que el E stad o com erciante no respeta con subvenciones la ley del va­
lor económ ico de las cosas.
E n este orden de ideas paradójicas se explicaría el hecho increíble de
que la URSS, que antes de la prim era guerra mundial era un gran exporta­
dor de granos, se ha convertido en el mayor im portador mundial de ellos. Al
respecto, un com entarista tan serio y acreditado como A lesandcr A rbalov
decía en la revista STP de abril de 1989, entre otras cosas, lo siguiente: "...en
1960 se im portaron (a la U R S S ) linas 200.000 toneladas de cereales, y a los 25
años, ya son 44,2 m illones de toneladas” . Q uiere decir, pues, que la agricul­
tura soviética, aunque siem pre se disculpa de su baja producción y producti­
vidad por causas desfavorables del clima riguroso, lo cierto es que falta, to­
dos los años, cereales, azúcar, leche, m antequilla y otros alim entos de prim e­
ra necesidad que hay que conseguirlos luego de form ar grandes "colas”, a pie
firm e y d urante horas, p orque el m ercado está desabastecido, porque los
cam pesinos colectivistas no son libres de llevar sus productos al m ercado
más que en pequeñas proporciones.
China, que ha restablecido en buena m edida el m ercado agropecuario,
con la m itad de la tierra cultivada que la U RSS produce doble cantidad de
cereales, que ésta. Ello indicaría que el sistem a de planificación centraliza­
da, queriendo controlar cientos de miles de precios, es inferior com o auto­
rregulador de la producción, el cambio la circulación y la distribución que el
m ercado autogestionario libre de injerencias del Estado.

-2 4 1 -
Economía autogestionaria

L a econom ía soviética, quizá por destinar más del 15% de su renta m ate­
rial anual a financiar los program as de rearm e, ha descuidado las inversiones
en la industria civil (proveedora de artículos de consum o para la población)
y en la agricultura, p o r eso de que no se pued e tener, al mismo tiem po "caño­
nes y m antequilla". E n este sentido, la URSS tiene más cañones, tanques, m i­
siles de corto alcance y aviones que E u ro p a occidental, en sus zonas m ilita­
res de teatro; p ero esta, increíblem ente, tiene casi doble de producto bruto
interno (PIB) que aquélla. P or tanto la escasez de bienes de consum o en el
m ercado soviético podría ser consecuencia de que tiene exceso de producción
de arm am entos y déficit de alim entos, y de ahí que en estos últimos años, la
U RSS venga im portando más de 40 millones de toneladas de cereales, p ro ­
venientes de E stados U nidos, A rgentina, A ustralia, C anadá y de la C om uni­
dad E conóm ica E u ro p ea (C E E ): un peq u eñ o territorio com parado con el
soviético donde cabe m uchas veces la C E E , gran exportadora de m antequi­
lla y granos al m ercado del rublo.
¿C óm o es posible que esté tan desajustada la econom ía soviética donde
los consum idores tienen exceso de rublos, p ero —como dijo S ajarov— no se
p u ed e com prar nada coñ ellos o muy pocas cosas?. P o r otra parte, el creci­
m iento de lo que podríam os llam ar PIB de la URSS no es m ayor por año
que el de U SA , Japón y la C E E ; aunque —según el econom ista soviético
A natoli Komin, en su artículo sobre los precios, inserto en la revista "Sput­
nik" de abril de 1989— éste dice: "según los datos publicados p o r Vasili Se-
liunin, el fondo de acum ulación de nuestra renta nacional no constituye el
25% sino el 40% ; aclarem os al respecto que la inversión de capital en U SA
sobre el PIB, es más o menos, la m itad que esa cifra porcentual señalada p a­
ra la U RSS p o r V. Scliunin. Sin em bargo, el crecim iento económ ico de U SA
es muy similar al de la URSS.
D e acuerdo con fuentes estadísticas soviéticas, publicados en revistas ofi­
ciales com o "Sputnik", hay en la U nión Soviética 1Sm illones de personas, co­
locadas en el aparato del PC U S y del Estado, que perciben p o r año unos
40.000 m illones de rublos con lo que resulta bastante cara la burocracia, que
consum en más que los trab ajad o res de las ciudades y del cam po, pero sin
producir nada m aterial. Ello explicaría, pues, que la burocratización resta
m ucho capital positivo de inversión en la industria civil y en la agricultura y
de ahí la falta de artículos de consumo en un m ercado controlado o m onopo­
lizado p o r el E stado, luego de siete décadas de régim en soviético.
Si la "perestroika" no libera el m ercado y los precios, si no hace converti­
ble el rublo, si no destina una buena p arte del fondo de inversión de capital
acum ulable en un año a potenciar una industria civil y una agricultura de
m enor escasez que ahora, la experiencia de G orbachov puede fracasar eco­
nóm icam ente y, por tanto, será cuestionada políticam ente, tanto por los sec­
tores conservadores com o por los reform istas.
G orvachov confía m ucho en los créditos de la C E E p a ra desarrollar las
reform as de la econom ía soviética, lo cual llevaría la deuda externa de la

-2 4 2 -
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

U RSS a unos 50.000 millones de dólares de difícil am ortización y pago de in­


tereses y anualidades de la misma, m ientras el volumen del com ercio exte­
rior ruso sea, más o menos, como Italia. Hay, pues, que hacer grandes cam ­
bios en la econom ía soviética: solucionar el rom pe-cabezas de los precios
políticos, d ejar que el m ercado los form e objetivam ente para que desaparez­
can las "colas" de consum idores insatisfechos, aum entar la producción de ali­
m entos y reducir la de arm am entos y, en suma, poner la econom ía al servicio
del pueblo trab ajad o r y consum idor y no éste al servicio de la burocracia su­
pernum eraria. l í e ahí, en síntesis, los desafíos de la econom ía soviética, pues
la lucha en tre el E ste y el O este se dará, cada vez menos, en el incierto cam ­
po del rearm e y más en el fren te de la econom ía y la tecnología que en el de
las ideologías.
Los dirigentes soviéticos, escudados en la d ictadura burocrática, han co­
m etido toda clase de aberraciones económicas, políticas y sociales; pero, lue­
go de 70 años de "socialismo" en la URSS, el m ercado está vacío de bienes
de consumo; el E stad o cargado de deuda externa y de déficit interno; la in­
dustria de paz o de bienes de consum o subdesarrollada; el rublo sin poder
de com pra, en el interior e inconvertible en el exterior; las nacionalidades
oprim idas al b orde de una rebelión general; los obreros ejerciendo el d e re ­
cho de huelga, aunque ésta esté prohibida; y, en fin, las m ontañas de arm a­
m entos acum ulados no sirven p ara hacer la guerra al O ccidente.
D e seguir la crisis de la econom ía soviética, los movimientos de libera­
ción de las nacionalidades soviéticas y los movimientos de em ancipación de
los obreros soviéticos, pod rían acabar con el P artido único, el E stado total y
la infabilidad del L íd er suprem o, creándose así, en lo inm ediato y p arad ó ji­
cam ente, más condiciones revolucionarias en el E ste que en el O este, pero
ello p o d ría desestabilizar m ucho la situación mundial, rom piendo, por fin,
con el "statu quo" del T ratado de Y alta. Si a esta gran crisis se une la de
A m érica Latina, los próxim os años van a ser tan tensos como los de la d éca­
da de 1930-40. H e ahí una pcspcctiva histórica dram ática, tanto en el E ste
como en el O este, ya que en esta civilización planetaria todos interdepende-
mos de lodos, p ara bien o p ara mal. P or eso, la paz, la libertad y la p rosperi­
dad, en el m undo, d ependen de la salvación colectiva de todos los hom bres y
de todos los pueblos unidos en una sociedad libertaria, sin capitalism o m o­
nopolista y sin com unism o burocrático.

- 243-
Economía autogestionaria

BIBLIOGRAFIA

Tom ás D E A Q U IN O , S.
Sumiría theolópica. L a te o ría del "justo precio", p ara T o m ás de A quino, reside en qu e cada
p ro d u c to r g u ard e su nivel de vida acostum brado, es decir, el precio d eterm in a la clase a la que
se p erten ece. E ste teólogo estim a que la justicia distributiva im pera, cuando al in tercam b iar
p ro d u cto s una clase p u ed e m a n te n e r su ingreso incam biado un v alo r p o r otro.

B A RB O N , Nicholas.
A d isro u rse o f Irado. Indica que las cosas, sin uso carecen de valor. El precio de las m e r­
cancías está en razó n de su necesidad ta n to que el so b ran te de todas ellas 110 vale nada.
''D e su e rte q u e la abundancia en relación con la necesidad, hace a las cosas, b aratas, y en la
escasez, caras".
¿Y es p o r eso que la econom ía capitalista no su p e ra el principio de la escasez ni aú n en la
"sociedad de consum o"?.

C A N TILLO N , R icardo.
E nsayo so b re la n a lu ra lc /a del com ercio cu pcneral. I’a ra C antillón, los p recios están d e ­
term in ad o s p o r la o fe rta y la dem anda:
"Supongam os —dice — a los carniceros, p o r una p a rte y a los co m p rad o re s p o r la o tra. El
precio d e la carne se estab lecerá después de algunas variaciones, y la relación en tre el v alo r de
una libra de carn e y una pieza de plata se acercará m ucho a la relación e n tre to d a la carne o f re ­
cida en v en ta en el m c rc a d o y a to d a la p lata tra íd a p ara co m p rar ca rn e ”.
P ero el p recio puede su b ir siem pre que haya un m onopolio de la producción de carne, in­
d e p en d ien tem en te de la m ayor o m en o r cantidad de dinero. La tesis de C antillón es válida p ara
un régim en de com petencia perfecta, cosa q u e no rige ya con capitalism o de m onopolio, con
m o n o p o lio único del E stad o (co m p rad o r y v en d ed o r), com o en la URSS.

SMITIT, A dam .
1 a riqueza de las naciones. A l e stu d ia r su te o ría de los p recios se llega a la conclusión de
que su co m p o n en te es el tiem po de tra b a jo inv ertid o en los productos. P ara Sm ith, los p recios
resu ltan de un aju ste de la o fe rta y de la dem anda; "precio natural".

R IC A R D O , David.
P rincipios de econom ía política y tributación. R icardo es m ás concreto que Smith:
"El v alo r de u n bien —dicc —, o la cantidad de cualq u ier o tro p o r lo cual ha de cam biarse,
dep en d e de la cantidad relativa de tra b a jo que es nedesario p ara su producción".
A riesgo de rep etir esta definición de R icardo, nos p arece im p o rtan te su b ra y a r que el p r e ­
cio de un p ro d u c to te n d e ría hacia cero, si b a ja ra su v alo r tan to qu e no insum iera m ucho tiem po
de tra b a jo so cialm cntc n ecesario p ara suproducción. ¿L a autom atización com pleta de la p r o ­
ducción reb asa ría los precios, al term in a r con la escasez de bienes y de servicios?, su p e ran d o
así, en g ran m edida, la ley del v alo r de cam bio. E n tal caso, la autom ación del tra b a jo + el so ­
cialism o lib erta rio = com unism o anárquico.

M A R X , Carlos.
Salario, precios v ganancias. ¿"Cual es, pues, —p reg u n ta M a rx — la relación en tre el v alo r y
el p recio d e m ercad o?. T o d o s sabéis que el precio de m ercado es el m ism o, p a ra todas las m e r­
cancías de la m ism a clase, p o r d iferen tes que p uedan se r las condiciones de p roducción de los
p ro d u c to re s co n sid erados individualm ente. El precio de m ercado no expresa sino la cantidad

-244-
Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

m edia de tra b a jo social, en las condiciones m edias de producción, p a ra ap ro v isio n ar el m ercado


con cierta can tid ad d e un artícu lo d eterm inado.
"Se le calcula según su cantidad total en una m ercancía de una clase determ inada".
L a tesis d e M arx se aproxim a así m ucho a la de R icardo, en la cita preced en te; p u es coinci­
d en am b as en el v a lo r-tra b a jo de las m ercancías.
R efirién d o se a W eston, quien d ijo que "los precios de las m ercancías son d eterm in ad o s p o r
los salarios", M arx a c la ra " :"... q u e el beneficio y la ren ta son tam bién p a rte s constitutivas de los
p recio s d e las m ercancías, p o rq u e es sobre los precios que se p agan no so lam en te el salario del
o b re ro , sin o tam bién los beneficios del capitalista y la re n ta de los p ro p ietario s de la tierra".
(M arx, Salario, p recio y p lu sv a lía. 1865).

S T U A R T M ILL, J.
T h e principies o f political cconom v. S obre la influencia qu e tienen los m ecanism os m o n e ­
tario s y crediticios en la form ación de los preios, dice este econom ista:
"En una situación com ercial en la que se concede m ucho crédito, los p recios en un m o m en ­
to d eterm in ad o , d ep en d en m ucho m ás del estad o de aquél que de la cantidad de dinero. P ues
el crédito, si bien no tiene p o d e r productivo, si tiene p o d e r de com pra; y una p e rso n a que, te ­
n ien d o créd ito , lo ap ro v echa p a ra co m p rar géneros crea tan ta d em anda p a ra los m ism os, c in­
fluye ta n to p a ra su b ir los precios, com o si co m p rara una igual cantidad al contado" (o b r. cit. ib.
3, cap. II, p 158).
Iln la "sociedad de consum o", con sus grandes alm acenes y superm ercados, que conceden
créd ito s a los consum idores, re fo rzan d o su p o d e r de com pra, en d eu d án d o lo s hacia el fu tu ro ,
esos gran d es com ercios hacen, en cierto m odo, de bancos de crédito, estim u lan d o la inflación
m o n etaria con la inflación de crédito. P ero es que el com ercio, cada vez que hace una v enta, en
el p recio adicional sobre el costo do producción, incluye su g a n a d a y el fab rican te so b re éste
adiciona los in tereses del capital p restad o , los im puestos, los dividendos a los accionistas, las
am o rtizacio n es de capital y las nuevas invesiones, los salarios de sus o b rero s, sus ingresos p e r ­
so n ales d e cap italista y h asta las cuotas sindicales pagadas a ios sindicatos o o b re ro s refo rm is­
tas, etcétera.

K EY N ES, J-M .
M o n d a n ' refo rm . E n los p recios hay m uchos com ponentes y no sólo el precio de fábrica.
Influyen en ello los m ecanism os m onetarios, la inflación, la devaluación de las m onedas, el tipo
de cam bio d e una divisa y o tra s cosas m ás a m e te r d e n tro de la m ercancía.
"N o es p osible d ecir en g eneral si el tipo de cam bio se desplazará hacia el p o d e r adquisitivo
o si su ced erá lo co n trario . A veces, com o hace poco en E u ro p a , los tipos de cam bio son m uy
sensibles a cam bios inm in entes en los precios y varían prim ero; m ientras en o tro s casos es p o si­
ble q u e n o v a ríe n h asta q u e el cam bio de relación en tre el nivel de p recios in te rio r y ex terio r
sea un h echo co n su m ad o ”. (O b r. cit. p. 105).
E n sum a, d e s e n tra ñ a r los m ecanism os de los precios hoy tan com plicados, es d escu b rir to ­
d a una serie d e in term ed iarios, beneficiarios, p ercep to res de re n ta s sin tra b a jo , ganancias de
gran d es esp ecu lad o res con la inflación y la devaluación de las m onedas.

A N O N IM O .
M anual de econom ía política. A cadem ia de ciencias de la U R SS. In stitu to de E conom ía.
M oscú, 1956. A u n q u e este grueso m anual de econom ía política no da m ucha inform ación sobre
la fo rm ació n d e los precios en la econom ía soviética, he a q u í lo que dice so b re "el precio de la
pro d u cció n industrial":
"El costo d e producción, el ingreso n eto de la em presa y una p a rte del ingreso n eto c e n tra ­
lizado del E stad o , b ajo la form a del llam ado im puesto de circulación, constituyen el precio de
pro d u cció n industrial.
"En la in d u stria estatal de la U R SS existen dos clases fu n d am en tales de precios: el precio
de fábrica (el llam ado precio de em p resa) y el precio industrial al p o r m ayor. El precio de fá b ri­
ca d e los artícu lo s in d u striales es igual a su costo de producción, según el Plan, m ás el ingreso

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Economía autogestionaria

n eto d e la em p resa. D e este m odo, el precio de fábrica asegura a la em p resa el reem b o lso de
los gastos fijad o s en el P lan y la obtención de un ingreso neto.
"El p recio in d u strial al p o r m ayor incluye el precio de fábrica y la p a rte del ingreso n eto
cen tralizad o del E stad o , q u e se m anifiesta com o "im puesto de circulación”.
"El ingreso n e to de la sociedad lo crean to d as las ram as de producción. Sin em bargo, el im ­
p u esto d e circulación afluye al E stad o , principalm ente, a través del m ecanism o de los precios
d e las ram as q u e p ro d u cen artícu lo s de consum o. E n cam bio, los precios de los artícu lo s de las
ram as q u e p ro d u cen m edios de producción no están sujeto s, p o r regla general, a este recargo.
U n a p a rte del ingreso n e to creado en la industria p esad a se realiza en la industria ligera y en
o tra s ram as q u e p ro d u cen artícu lo s de am plio consum o". (O b r. cit. p. 465) .
Q u ie re d ecir q u e cu an d o el E stad o v en d e a los consum idores, p o r m edio de sus alm acenes
o co o p erativ as, lo hace a precios m ás elevados que cuando com pra m edios de producción p a ra
e q u ip ar sus em presas, o b ten ien d o una plusvalía ex traíd a de los b a jo s salarios de los tra b a ja d o ­
res y de los alto s p recios pagados p o r los consum idores. Igualm ente cu an d o el E stad o es el ú ni­
co m o n o p o lio d e com pra de los p ro d u cto s agropecuarios, com pra b a ra to en el cam po y v ende
c aro o los subsidia. P o r o tra p a rle , cuando el E stad o com pra arm am en to s a sus fábricas fija
p recio s m uy b a jo s p a ra disim ular, a la b aja, sus p resu p u esto s de d efensa, cosa q u e n o p u e d e n
h a c e r los p a íse s con eco n o m ía de libre m ercado.
E n sum a, el m o d elo económ ico soviético, p o r sus m ecanism os de precios, oculta los ingre­
sos o plu sv alías que no le conviene que se aclaren a fin de seguirse llam ando un g o b iern o socia­
lista, a u n q u e se tra ta de o tra form a de capitalism o, p e ro sin lib ertad es ni derech o s hum anos,
sin d erech o d e huelga, sin pluralism o de ideas. Si se d e ja ra fu n cio n ar el m ercado socialista au-
to g estio n ario , si la p ro p ied ad estatal se convirtiera en p ro p ied ad social, si h u b iera dem ocracia
d irecta, en la p o lítica, y eco n o m ía auto g estio n aria, en las em presas, entonces s í se p o d ría d ecir
q u e la U R S S está realizando el socialism o y evolucionando hacia el com unism o. P e ro b a jo el
to talitarism o p o lítico del P C U S , el E sta d o ab so lu to y ¡a p ro p ied ad estatal, el régim en soviético
está cong elad o en el capitalism o de E stad o sin posibilidad de realizar el socialism o y, m ucho
m enos, el com unism o p ro m e tid o con m enos seguridad de alcanzarlo, com o p a ra íso q u e com o
in fiern o , b a jo la d ictad u ra de la burocracia totalitaria.

B E T T E L H E IM , Ch.
Cálculo económ ico y form as de pro p ied ad . Siglo X X I. E ditores. B uenos A ires, 1972. E l a u ­
to r sien ta la tesis d e q u e d u ra n te la eta p a de "transición hacia el socialism o los p recios n o p u e ­
d en se r ya d eterm in ad o s exclusivam ente, ni tam poco de m an era principal, p o r el m ercad o sino
q u e d e b e rá n se r d eterm in ad o s p o r el Plan".
"Q u e re r "suprim ir" los p recios y la m oneda es ig n o rar la e stru c tu ra específica de la e c o n o ­
m ía de transición; es q u e re r ig n o rar tam bién la relativa im dependencia de los procesos de p r o ­
ducción y, p o r tan to , las funciones q u e cum plen to d av ía, necesariam ente, las unid ad es e c o n ó ­
m icas en ta n to q u e p o se ed o ra s de los m edios de produéción.
"N egarse a so m e te r los p recios a las exigencias del Plan, es igualm ente ign o rar las e s tru c tu ­
ras de la eco n o m ía d e transición; es negarse a h acer in terv en ir la p ro p ied ad del E stad o obrero".
(O b r. cit. p. 211).
E n sum a, q u e la p ro p ied ad d ebe se r del E stad o b urocrático, pues jam ás ha existido la "p ro ­
p ied ad del E stad o o b rero" ya que esa frase no tiene ninguna lógica ni se n tid o de acu erd o con la
experiencia histórica. E n cu an to al d in ero y los precios p u ed en fu n cio n ar en una eco n o m ía a u ­
to g estio n aria, co m p itiendo las em presas de p ro p ied ad social en un m ercado sin capitalistas,
d o n d e los b ien es y servicios intercam biados no lleven, en sus precios, re n ta s p arasitarias de b u ­
rocracias, d e co n su m idores sin a p o rte de trab ajo , de plu sv alía p ara el E sta d o to talitario , p a tró n
y p olicía, L ev iath an an te el cual es sacrificado el o b re ro . E l d in ero d e b e in tercam b iar v alores
económ icos d e acu erd o con su equivalencia de v alo r trab ajo ; no se rv ir p a ra ex p lo tar el tra b a jo
a je n o com o capital p riv ad o o del E stad o y los p recios tien en q u e se r diáfanos, sin o c u lta r b ajo s
salarios, altas ren tas p arasitarias, ganacias indebidas e ingresos del E stad o restad o s a la Socie­
dad en co n tra p a rtid a de nada, com o no sea p a ra p ag ar los grandes sueldos de la burocracia to ­
talitaria, d e la alta clase política, de m illones de funcionarios supérfluos.

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Los mecanismos de los precios en la economía mercantil

D U B C E K , A.
T n vía checoslovaca al socialism o. E diciones A riel. B arcelona, 1968. F re n te al criterio de
B ettclh cim , D u b cek aclara:
"...no p u ed e se g u ir estan d o p o líticam en te justificado el hecho de q u e los defectos de efica­
cia recaigan so b re los con sum idores a través de la m ediación de los precios, los im puestos c, in­
d irectam en te, incluso a trav és de las diversas form as de incorporación d e los fo n d o s acum ula­
d o s p o r las em p resas d e g estión activa", (p.136).
M ás ad elan te, D u b cek p la n te a la dem ocratización de la eco n o m ía en el se n tid o de m ás a u ­
to d eterm in a ció n d e las em presas, de su auto g estió n , y p ro p o n e la p len a realización del "d ere­
cho del co n su m id o r a d e te rm in a r los pro p io s consum os y la p ro p ia form a de vida, el d erech o de
elegir lib rem en te su p ro p io trab ajo , el d erech o y la efectiva posibilidad de diversos grupos de
tra b a ja d o re s y o tra s agrupaciones sociales a d e fen d er los p ro p io s in tereses económ icos en el
ám bito" (...) del p ro g ram a de dem ocratización de la econom ía". (O b r. cit. p. 137).

O T A SIC.
S obre la eco n o m ía checoslovaca: un nuevo m odelo de socialism o. E diciones A riel. B arcelo ­
na, 1968. S o b re la cuestión de los precios m anipulados, O ta Sic, afirm a:
"Es ig u alm en te cierta la afirm ación de q u e p a ra que una producción sea re n ta b le es su fi­
cien te fija r p o r v ía ad m in istrativa unos precios lo bastan tes altos qu e cub ran to d o s los gastos de
producción; d e este m odo to d as las em p resas im productivas se co n v ierten en rentables".
"P ero en el m o m en to que todas las em p resas fuesen obligadas a v e n d e r según los precios
m un d iales y a ab rirse un cam ino en los m ercados internacionales, se p o d ría co m p ro b ar q u e la
m ay o ría d e éstas no p o d ría n s o p o rta r ninguna com petencia, y que con los p recios de m ercado
se ría n incapaces d e c u b rir sus gastos de producción y h acer las reservas de capital necesarias.
H ay q u e te n e r en cu en ta q u e el sistem a centralizado del E stad o p ro teg e a estas em presas, fija n ­
d o p a ra el m ercad o in te rio r unos precios relativ am en te altos y no las obliga a co m p etir con em ­
p re sa s m o d ern as en el m ercado internacional; en o tra s palab ras, el E stad o cubre to d as las p é r ­
d idas m ed ian te el p resu p u esto nacional; p e ro co n servando una producción técnicam ente d e fi­
ciente. T o d o ello es en d e trim e n to del nivel de vida de la población. M ie n tras las em p resas
fab riq u en p ro d u cto s n o ren tab les en com paración a los de las em presas capitalistas, m a y o rsc rá
el re tra s o del nivel d e vida de la población respecto al de los p aíses occidentales; esc es el abecé
d e la econom ía". (O b r. cit. pp. 19-20-21).
P o r o tra p a rte lo esencial en una econom ía, sea cualquiera q u e fuere su definición política
o ideológica, es d e m o s tra r m ayor grado de crecim iento, de bien estar, de p ro g reso , de conipeti-
tividad in ternacional, de m enos gasto de tra b a jo p a ra d e stin a r m ás tiem p o al ocio, cu ltu ra y
educación d e los tra b a ja d o re s em ancipados. E stos o b jetiv o s se logran ú nicam ente au m en tan d o
la m asa de capital p o r tra b a ja d o r, o sea, m ás tra b a jo p asad o acum ulado, invertido, co n v ertid o
en m ejo res m áquinas, p ara necesitar cada vez m enos tra b a jo vivo, a fin de lib e ra r al tra b a ja d o r
d e su p en o so trab ajo . Y esos o b jetiv o s no se consiguen con una eco n o m ía b u rg u esa (O cciden­
te ) ni con una eco n o m ía b u ro crá tica (O rie n te ), sino con una econom ía auto g estio n aria, en base
a libre co m p eten cia de p ro d u cto res colectivos, en calidad y en precios, d u ra n te la p rim e ra etapa
d e d esarro llo de una sociedad socialista libertaria.

L E V Y -L A M B E R T , H.
1 a v erile des priv. E ditions du Scuil. P arís, 1975. S eñalando la contradicción e n tre el precio
d e pro d u cció n y el p recio de m ercado, el au to r, señala:
"Los p recio s tien en un rol económ ico: los p recio s de producción o rie n ta n la o fe rta , o sea
q u e las em p resas escogen d iferen tes técnicas y producciones posibles; p aralelam en te, los p re ­
cios a los co n su m id o res eligen las d iferen tes m aneras de utilizar sus ingresos. A s í se rep arte n
las ren tas y se o rien tan los agentes consum idores ¿C óm o conciliar estos dos roles que, com o
hem o s visto, son algunas veces contradictorios"? (O b r. cit. p. 126-7).
L a solución d e esa contradicción, m ientras la producción esté en m anos de los em presarios
(O e ste ) o d e la b u ro cracia (E ste ), no será posible, ya q u e los in tereses e n tre em p resario s (clase
im p ro d u ctiv a) y los de los tra b a ja d o re s (clase p ro d u ctiv a), son o p u esto s y, adem ás, los del puc-

-247-
Economía autogestionaria

blo consum idor, racio n ad o p o r dinero, p o r b a jo s salarios p o r clases sociales desiguales eco n ó ­
m ica, cu ltu ral y científicam ente.
131 fracaso económ ico y social de las eco n o m ías de m odelo soviético, con planificación ce n ­
tralizada, ig n o ran d o la ley del v a lo r-tra b a jo o de ju sto intercam bio en un m ercado socialista, lia
hecho frac asar p o líticam en te al com unism o b u ro crático y to talitario .
L os co n su m id ores desabastecidos p erm an en tem en te, com o si se estu v ie ra en una eco n o ­
m ía d e g u erra , han lev an tad o las m asas p o p u lares en P olonia, A lem an ia del E ste, H u n g ría,
C hecoslovaquia y R u m an ia, ech an d o del P o d e r a una b u rocracia to talitaria q u e te n ía m ás de
d esp o tism o asiático o de nazi-fascism o q u e de com unism o, siem pre p ro m e tid o p o r el P a rtid o
único, p e ro nunca realizado.
Y d e seg u ir en la U R S S el m ercado desabastecido de artícu lo s de p rim e ra necesidad (lo .
q u e hace q u e el ru b lo abunde, p e ro no com pre casi nada, no siendo adem ás, cnvertible en o tras
m o n ed as divisas universales), la "perestroika" de G o rv ach o v p o d ría así fracasar, política, eco ­
nóm ica, social y diplom áticam ente. Pues, sin un rublo convertible, sin una econom ía co m p etiti­
va tecnológica y com crcialm enle, se ría im posible la constitución de em presas m ixtas soviético-
o ccidentalcs, ya q u e O ccidente no esta ría in teresad o en in v e rtir en la U R SS, si no p u n d icra
tra n sfe rir sus ganancias a causa de un rublo inconvertible.
P o r o tra p arte, un rublo inconvertible en una econom ía incom pctitiva m undialm enlc, p e r ­
d e ría el m ercad o del C O M E C O N , aunque las to rp as soviéticas estu v ieran acan to n ad as, com o
ah o ra, d e n tro d e sus fro n teras. E n sum a, qu e si la refo rm a de la eco n o m ía soviética se hiciera
m al y tard e, si se p asara del capitalism o de E stad o al capitalism o p rivado, com o una originali­
dad de refo rm a co n trarrev o lu cio n aria, ¿qué g an arían con ello los o b re ro s soviéticos? y cía. E n
tal caso, la "perestroika" d e m o stra ría que es op u esta a los intereses de los o b re ro s que, en vez
d e v o lv er al capitalism o privado, com o en tiem pos de los Z a re s, p o d rían d a r un sa lto hacia a d e ­
lante, co n v irtien d o el capitalism o de E stad o en socialism o lib erta rio con dem ocracia directa, en
la política, y au to g estión, en las em presas, convertidas en p ro p ied ad social de los trab ajad o re s,
l i e a h í el cam ino seguro hacia el socialism o v erd ad ero , sin co nfundirlo con dem ocracia b u rg u e ­
sa o con capitalism o de E stado.

-248-
C A P IT U L O V II

DINAM ICA D E LA LEY DE LA COM PETENCIA


ECONOM ICA

D ialéctica de su acción en la esfera nacional e internacional

L a com petencia m ercantil constituía, en la época del liberalism o econó­


mico, lo que D arw in denom inó, en botánica y zoología, la ley de la selección
natural en tre las especies o su lucha p o r la existencia. E n una econom ía
abierta (sin monopolios, sin tipos de cam bios diferenciales, sin barreras ara-
ccnarias protectoras contra la com petencia m ercantil extranjera en un m er­
cado interno o nacional), sólo q uedarían dueños del m ercado los em presa­
rios capaces de p roducir a más b ajo costo de producción, en calidad y p re ­
cios. P ero sin m onedas dentro del patrón-oro, con cam bios diferenciales,
m onopolios industriales y altas b arreras arancelarias, la ley de la com peten­
cia económ ica es neutralizada en la esfera de los m ercados nacionales; aun­
que las inversiones directas de capitales extranjeros saltan las barreras p ro ­
teccionistas. Ningún gobierno logra, por m ás fuerte y dirigista que sea, anu­
lar la com petencia m ercantil en la esfera incondicionada del m ercado
internacional, a m enos que se trate de una econom ía csíaíisla capaz de ex­
p o rtar a p erd id a com o la URSS y Cía. Con todo ello, países como Yugusla-
via tratan de ad p atar sus precios internos a los niveles de com petencia inter­
nacional p ara ganar divisas de libre convertibilidad, a fin de no dep en d er de
prestam os extranjeros, de estar en el m ercado mundial en com petencia co­
mercial, en calidad y en precio, cosa que no ha logrado la URSS y por lo
cual ha contraído una deuda externa de más de 50.000 millones de dólares
hasta 1988.
L a U nión Soviética —con econom ía de grandes dim ensiones donde no
rigen los intereses priv ad o s— puede neutralizar la ley de la com petencia in­

-2 4 9 -
Economía autogestionaria

ternacional a base de subsidiar determ inadas exportaciones, lo que irroga


una p eq u eñ a p erd id a endosada al conjunto de su econom ía. E stados U n i­
dos, país de la "libre em presa" p o r excelencia, em plea m ecanism os de subsi­
dio p a ra sus exportaciones básicas (granos, algodón, productos de granja,
etc.) p o r m edio de un organism o estatal: la Com m odity C redit C orporation
(C C C) y el Im port-E xport Bank, que, con sus créditos, prom ueve sus expor­
taciones; pero los subsidios a las exportaciones crean más problem as econó­
micos que los que intentan resolver.
N eutralizada la ley de la com petencia m ercantil (m ediante los subsidios a
las exportaciones no com petitivas en el m ercado m undial), es evidente que
nos hallam os, en ciencia económ ica o en cuanto a m odo de producción, en
u na época de transición, tanto en O riente como en O ccidente, y a neo-capi-
talizarse el "socialismo" en la U RSS, C hina y las "repúblicas populares". Es
natural que ello suceda ya que la contradicción Este-Oeste está constituida
po r dos polos antagónicos, actuando el uno sobre el otro recíprocam ente, y
en su interacción ninguno de los sistemas puede seguir siendo igual asimis­
mo sin devenir casi su contrario política y económ icam ente, por una rara dia­
léctica que ha producido el neo-capitalism o en E u ro p a occidental, y ciertas
tendencias favorables a la "autodeterm inación de em presas, funcionando so­
b re el principio de la ganancia", en la URSS, China y otros países del Este,
particularm ente con las políticas neo-capitalistas de G orbachov y D cng
X iaoping.
C om o la historia y la sociedad sólo se plantean lo que tiene que suceder,
sin lom ar los deseos por realidades, es explicable que el O riente y el O cci­
dente, lejos de excluirse, tiendan a com plem entarse: uno debe avanzar y
otro retroceder; hasta encontrarse en alguna coordenada de la historia, ten-
dencialm ente no favorable a un neo-capitalism o. Pues la energía nuclear y la
autom atización del trabajo en gran escala, son potencias para una econom ía
libertaria ya que no las puede desarrollar plenam ente el capitalism o tra d i­
cional ni el socialism oburocrático. Pues incluso en E stados U nidos, la en er­
gía nuclear es una em presa pública (disim ulada) bajo el nom bre de Com i­
sión N acional de la E nergía A tóm ica. E n la Com unidad Económ ica E u ro ­
pea, el "Euratom" (superem presa m ultieuropea), es un organismo
continental no privado. T odo indicaría que, en nuestro tiem po, avanzamos
hacia una econom ía de signo social, m ultinacional, de gestión directa, basada
en el autogobierno económ ico, político y social, según el m odelo de socialis­
mo libertario que proponem os.
C om o vivimos en una época de cam bio sociológico, económ ico y tecnoló­
gico rápido, ni el socialismo burocrático (E ste), que ha elim inado el m erca­
do sin una sana com petencia con el E stad o total, ni el capitalism o de m ono­
polio (O este), que ha cartclizado y trustificado todo, son regím enes válidos
económ ica política y socialm ente, debido a sus contradiciones y alienaciones
inherentes o de sistema.
H ay que instaurar una econom ía autogestioncria en que el m ercado sea

- 250-
Dinámica de la ley de la competencia económica

cooperativo y no especulativo, donde com pitan productos sanos y nobles y


no m arcas o m ercancías muy publicitarias por m onopolios de producción o
de com ercialización, pues una econom ía totalitaria centralm ente planificada
como la de la URSS no suprim e las "colas" interm inables a la p u erta de los
alm acenes del E stado, no pudiendo los consum idores decidirse, todos los
días, p o r lo m ejor y m ás barato, sino obligadam ente por lo que ofertan los
establecim ientos com erciales del E stado a precios políticos sin sentido de ¡a
realidad económ ica. E s la Sociedad y no el E stado la que debe auto-organi-
zar la econom ía en base a la participación directa de los trabajadores en sus
em presas autogestionarias de producción o de los autoservicios cooperativos
de distribución, dentro de un m ercado liberado de interm ediarios privados y
de la burocracia de E stado. Pues donde n o lw y libertad económ ica nunca hay
libertad política, ya sea bajo el control de los m onopolios capitalistas o bajo
el im perio del E stado patrón, com erciante, inversor, inform ante y educador
que, en base a estos p o deres totales, hace y deshace todo para m antener en
su cima a una opresiva burocracia totalitaria neo-stalinista opuesta al socia­
lismo en libertad como Ceacescu, en Rum ania.

DIALECTICA DE LA COM PETENCIA

E l contenido económ ico de la com petencia reside en que todo pro d u c­


tor, en una econom ía m ercantil capitalista, produce p a ra "otro" m ás que para
sí mismo, p a ra el m ercado: categoría verificante del proceso económ ico. En
una econom ía m ercantil el p roductor no es el consum idor directo de su p ro ­
ducto: p roduce m ercancías que necesariam ente tendrán que pasar por la
fo r m a dinero, p o r el m ercado, p ara obtener ganancias y otros productos a
intercam bio del p roducto propio o de dinero, divisas y m etales preciosos.
Si todo el proceso económ ico discurriera de fronteras adentro, la com pe­
tencia sería lim itada con la cartelización o la nacionalización: dos form as
m onopolizantes, ya sea com o em presas privadas o estatalizadas. Pero como
todo país está en el m undo y no pued e aislarse en la autarquía, com o es d e­
pendiente del m ercado m undial, la com petencia m ercantil atenuada por los
tipos de cam bio diferenciales, la contingentación, la cartelización y la nacio­
nalización, reap arece com o com petencia en el m ercado m undial, donde exis­
te entre países concurrentes. E n este orden de ideas, la URSS, a pesar de su
gran territòrio no ha podido ser autosuficiente en esta época de econom ía
planetaria.
Por ejem plo, las carnes vacunas sudam ericanas (como cualquier otro
producto o fertad o en el m ercado m undial, donde rige la com petencia m er­
cantil) siem pre se com prarán o se im portarán de los países que ofrezcan m e­
jo r calidad y precio, ya qué en el m ercado m undial, más allá de las fronteras
dirigistas o proteccionistas, rige una econom ía com petitiva, y por eso el m o­
nopolio nacional no es nunca absoluto al alcanzar el ám bito internacional.

- 251-
Economía autogeslionaria

El Frigorífico Nacional, que disfruta del m onopolio del abastecim iento


de carnes en la ciudad de M ontevideo, puede dirigir voluntariam ente sus
precios en la esfera interna, pues 110 tiene grandes com petidores dentro de
ese ám bito; pero lo que es ventaja m onopólica en M ontevideo se torna com ­
petencia en los m ercados de M adrid, L ondres, París y otras plazas posibles
im portadoras de carnes sudam ericanas.
Si el referido frigorífico tiene exceso de personal o costos de producción
más elevados que los frigoríficos privados —no nacionalizados— puede sa ­
lir del paso económ icam ente elevando el precio a los consum idores de M on­
tevideo, ya que ahí no tiene im portantes com petidores. A hora bien, como los
costos del citado frigorífico son más altos que los de los frogoríficos privados
ésLos ofertan la tonelada de carne m ás b arata que él en M adrid, L ondres y
París, donde rige la com petencia internacional y así puede perd er p o r com ­
petencia lo que gane por m onopolio en M ontevideo. No hay, pues, com pe­
tencia nacional en el m ercado internacional si se produce a costos superiores
que la m edia registrada en ese m ercado, aunque ello sea posible otorgando
subsidios a las exportaciones con pérdidas.
El dingisino económ ico ha atenuado la com petencia m ercantil en los lí­
mites de las fronteras nacionales con la tarifa arancelaria, los tipos de cam ­
bio diferenciales, los recargos cam biarios y otros m ecanismos; pero las eco­
nom ías nacionales, cuando se em pobrecen, cuando sus costos suben, cuando
bajan sus niveles de productividad, 110 pueden com petir o ganar divisas en la
esfera del m ercado m undial, donde la com petencia internacional es más
abierta que la nacional. Y si un país no gana divisas u oro con sus exportacio­
nes p ara im portar tecnologías, bienes y servicios del m undo q u eda aislado y
progresivam ente em pobrecido. El m undo se puede pasar sin 1111 país, incluso
sin E stados U nidos o la Unión Soviética, pero un país no puede prescindir
del m undo, en esta época de econom ía planetaria.
C uando la com petencia internacional rechaza a un país desajustado con
ella es peligroso entonces no pagar sus deudas exteriores en divisas o deva­
luar constantem ente la m oneda nacional, a fin de recibir -(gratuitamente)
más unidades m onetarias nacionales por menos divisas producidas con las
exportaciones. Tal procedim iento limita la ley de la com petencia económ ica
sólo p o r 1111 tiem po, pero un día el país que usa y abusa de la devaluación se
queda sin divisas, cargado de deudas exteriores. En tales situaciones la crisis
económ ica estalla de golpe. Y cuando la crisis de pagos exteriores se p ro d u ­
ce com o 1111 colapso, es difícil que el enferm o responda a la m edicina; hay
que em plear entonces la cirugía revolucionaria haciendo profundos cambios
en todo lo que no funciona económ ica, tecnológica, social y políticam ente,1a
fin de poner en arm onía las relaciones sociales y las fuerzas productivas. Tal
sería el caso de los países latinoam ericanos en los finales del siglo XX.
U na econom ía nacional, sea su condución a derecha o izquierda, tiene
que verificarse externam ente según la ley de la com petencia económ ica o fre­
ciendo, en el m ercado mundial, bienes y servicios a precios económ icos y de
Dinámica de la ley de la competencia económica

cxcclcnlc calidad, p ara que la ley de la o ferta y la dem anda 110 le sea desfa­
vorable. E n este sentido, una econom ía, dicha socialista, como la econom ía
polaca, p ara ir ajustándose lentam ente a la com petencia internacional tuvo
que devaluar el zloty seis veces en tre 1982 y m ediados de 1985, m odificando
repetidam ente su paridad de cam bio con el dólar (divisa occidental) y con el
rublo (divisa oriental). Por otra parte, con una deuda externa, en 19S9, por
valor de 35.000 millones de dólares, Polonia tenía que entregar a sus acree­
dores extranjeros la casi totalidad de sus ingresos de divisas por exportacio­
nes, a fin de pagar intereses y am ortizaciones de esa enorm e deuda. Ello
obligó a Polonia a exportar más de lo que im porta de O ccidente para conse­
guir divisas p ara cubrir el servicio de intereses de su deuda exterior. Ello a
condición de privarse de m uchas im portaciones esenciales (que sólo pueden
ser financiadas haciendo más com petitiva una econom ía nacional endeudada
externam ente) p ara tener un superávit en la balanza de pagos internaciona­
les, independientem ente de las ideologías de derecha o izquierda.

LA COM PETENCIA MERCANTIL

La libre com petencia m ercantil constituía la ley más arm ónica del capita­
lismo de la época liberal, antes de crearse los m onopolios, "trusts”, "pools" y
cárteles, p ara lim itar la esfera de concurrencia m ercantil. Los cambios dife­
renciales, los recargos cam biarlos, la contingcntación en la im portación de
bienes y servicios y otras políticas restrictivas actúan como frenos contra la
ley de la com petencia económ ica, pero no se la puede abolir voluntariam en­
te en una econom ía capitalista.
Una ley económ ica ob¡diva no puede ser obviada p o r un acto de voluntad,
ya que si su es fe ra de in fiuencia es restringida, p o r un lado, ella rea parece dia­
lécticamente, p o r el otro, en un plano di férente, con distinta fo rm a , pero con el
m ism o contenido. P or ejem plo, se suprim e la com petencia entre m uchos em ­
presarios, lo cual era propio entre las pequeñas y m edianas em presas, en li­
beralism o económ ico, pero no lo es en el capitalism o concentracionario, en
que la com petencia se reduce a repartirse el m ercado entre unas cuantas y
poderosas firm as capitalistas. Así la com petencia es atenuada por m edio de
acuerdos de "cártel", p ara dividir el m ercado en zonas para cada gran em pre­
sa, reglam entando la producción en base a "cuotas", a fin de que para obte­
ner ganancias los precios no revelen los verdaderos costos de producción, si­
no más bien los de la "escasez" deseada en el m ercado. Tal procedim iento va
en contra del interés de tos consum idores y del progreso económ ico en b e­
neficio tic la hum anidad. Por consiguiente, un m ercado socialista libertario
no tiene o debe tener privilegios para ningún grupo sindical, corporativo,
mutual o federación de industria de agro o de servicios.
La com petencia económ ica, por más que las grandes em presas la p reten ­
dan elim inar en la esfera nacional, reaparece com o lucha entre las em presas

- 253-
Economía autogestionaria

en el m ercado interno, y, sobre todo, com o lucha económ ica en el m ercado


mundial, donde todos los precios se expresan en divisas convertibles. Ni si­
quiera el "International petroleum cartel" (integrado por cinco "trusts" p e tro ­
leros norteam ericanos y dos "trusts" británicos que dom inan el m ercado cru­
do) ha conseguido establecer precios de absoluto m onopolio, ahora que los
soviéticos, los "independientes" y los países de la O P E P tienen su propia in­
dustria petrolífera. Y es que en econom ía nada es perdurable: todo cambia
en el devenir dialéctico de la historia, incluso una sociedad libertaria no sería
siem pre igual a si misma.
Los yacim ientos petrolíferos del M ar del N orte, entre G ran B retaña y
Noruega, en abril de 1985 producían diariam ente 3.6 millones de barriles de
crudo, contra 3.4 millones A rabia Saudita que en 1973, al producirse la p ri­
m era crisis m undial petrolera, era largam ente el m ayor productor mundial
de petróleo. P or otra parte, la en trad a en el com ercio m undial del crudo
producido en Alaska, U RSS, M éxico y China ha dism inuido las necesidades
de su im portación en E stados U nidos, lo cual ha influido, sensiblem ente, en
la b aja de los precios internacionales del petróleo, em pobreciendo a los paí­
ses de la O PE P, buen núm ero de ellos deficitarios en su balanza de com ercio
exterior. T odo lo cual dem uestra que el m undo cam bia y no es siem pre igual
a si mismo.
La U nión Soviética, aunque con su econom ía de m o n o p o lio de Esleído
pued e co ntrarrestar, en cierta m edida, la acción de la ley de la com petencia
m ercantil, tiene, sin em bargo, que ajustarse a ella m undialm ente, vendiendo
su petróleo en el m ercado libre occidental a precios ligeram ente inferiores a
los ofrecidos por los países de la O PE P o por los países "independientes":
G ran B retaña, N oruega, M éxico y otros.
M ientras existan los países com o unidades económ icas en com partim en­
tos-estanco, la ley de la com petencia económ ica en el m ercado m undial será
una ley de la sobrevivencia de los más aptos en productividad, calidad y
creación de nuevos productos e innovación en tecnologías de punta.
P or más amigas y aliadas que se digan las naciones, m ientras existan co­
mo tales, se liarán la g uerra económ ica en el m ercado internacional. E n este
sentido, E stados U nidos, aliado principal de la Com unidad Económ ica E u ­
ropea, decidió realizar en 1985-86 un program a de subvenciones a sus expor­
taciones agrícolas, ante las políticas proteccionistas de E u ro p a occidental y
de sus exportaciones agrícolas subvencionadas, en form a de com petencia
desleal en los m ercados del E ste y de de países afro-asiáticos y latinoam eri­
canos. Por otra parte, E stados U nidos am enaza a E u ro p a occidental con in­
tensificar su com ercio, inversiones directas o de otra clase, colaborando en
tecnologías de punta, preferen tem en te con los países del Pacífico o los del
atlántico, si los europeos no realizan un mayor desatine arancelario a las ex­
portaciones de productos norteam ericanos. T anto es así que del total del in­
tercam bio norteam ericano m undial, el E ste asiático y el Pacífico absorben
más de un tercio de su total, contra inferior porcentaje con E uropa occidcn-

- 254-
Dinámica de la ley de la competencia económica

tal. T odo indicaría que Japón, más una China desarrollada, sin contar otros
países del Pacífico, constiturían hacia finales y comienzos de los siglos XX y
X X I una región hacia la cual, en desm etro de E uropa, se desplaza el eje de
la historia universal, que nos reserva m uchas sorpresas.
El Jap ó n se está convirtiendo en un peligroso com petidor com ercial y
tecnológico fren te a E stados unidos y la Com unidad Económ ica E uropea: el
valor de las exportaciones japonesas en 1984 alcanzó a 172.130 m illones de
dólares, alcanzando a A lem ania y rebasando, am pliam ente, a países como
G ran B retaña y Francia; con la C EE, ascendieron a 19.410 millones de dóla­
res, dejan d o un gran saldo favorable de balasnza de com ercio a favor de J a ­
pón; puesto que los japoneses venden baratos sus artículos de exportación,
debido a que sus obreros tienen tanta o más productividad que los europeos
y hacen m ás horas de trabajo por sem ana que estos. A sí las cosas, es explica­
ble que las exportaciones de automóviles japoneses aum entaron, 24%, las de
equipos de oficinas 57% y las de m agnetoscopios 92%, en 1984 respecto del
año precedente. D e seguir así las cosas, ante una E u ro p a consum ista y poco
inversionista donde no aum enta tanto la productividad como en Jap ó n y
USA, todo tiem po futuro p udiera ser siem pre peor, en form a de crisis acu­
mulativa p ara los europeos.
L a com petencia m ercantil japonesa en el m ercado mundial es muy agre­
siva: en 1984 el valor de las exportaciones de automóviles japoneses ascen­
dieron a 15.430 millones de dólares. Las exportaciones generales a los E sta­
dos unidos, en esc mismo año, alcanzaron a 26.830 millones de dólares, d e­
jando un saldo positivo de balanza de com ercio exterior muy elevado a favor
de Japón. L a Com unidad E conóm ica E u ro p ea recibió bienes y servicios de
origen japones, en 1984, por 19.410 millones de dólares, lo cual evidencia
que la balanza de com ercio exterior de la C E E con el Japón está acum ulan­
do fuertes dédicit.
A sí las cosas, debido a la com petitividad de la industria japonesa en el
m ercado mundial, están apareciendo los nipo-dólares (dólares de superávit
de la balanza de com ercio exterior del Jap ó n ), m ientras van siendo más es­
casos los curo-dólares y los pelro-dólares a m edida que E u ro p a occidental es
m enos com petitiva com crcialm ente en el m undo y que los precios del p e tró ­
leo no suben tanto com o d u ran te los dos "shocks" petroleros de 1973 y 1979-
81 en que el barril de crudo subió verticalm ente.
El Japón, que era un país pobre a la salida de la segunda guerra m undial,
se lia convertido en un país rico, gracias a su com petitividad com ercial y a su
elevada productividad del trabajo] en 1985 inm ediatam ente después de los
E stados U nidos en el "ranking" mundial, m ientras la vieja Inglaterra y la rica
Francia ocupaban, respectivam ente, los puestos 11 y 15 en la com petitividad
com ercial internacional. Com o el Japón va llenando las arcas de su banco
central de nipo-dólares, ya que es país acreedor con E uropa, E stados U n i­
dos y países subdesarrollados no petroleros, sus haber es netos sobre el extran­
jero lüciurtabnn, en 1984, a 60.000 millones de dólares, contra 37.300 en 1983,
Economía ¡lutogcstionaria

m ientras que la rica A rabia Saudita sólo tenía haberes sobre el exterior valo­
rados en 60.000 millones a pesar del "boom" petrolero de los años 1973 y
1979. Y lo increíble es que hasta 1968, Jap ó n era un país netam ente deudor
en su balanza de pagos exteriores, pero ahora com pite con U SA y la C EE.
Es, por tanto, explicable que Japón, en 1984, realizara inversiones direc­
tas en el extranjero por valor de 10.150 millones de dólares, de los cuales
3.359 millones invertidos en E stados U nidos, 1.671 millones en Panam á, 452
millones en H olanda, 412 millones en H ong-kong y 114 millones de dólares
en China. Com o el Japón obtuvo en 1987 un superávit, en su balanza de co­
m ercio exterior, de 93.000 millones de dólares se convertía así en potencia
exportadora de capitales p ara realizar inversiones directas en el extran jero,
tratan d o de crear m uchas filiales de las em presas japonesas que, como las
m ultinacionales norteam ericanas, un día vendan más, ellas solas en el exte­
rior, que el total de sus ventas en el interior. Sin em bargo, el Japón pende de
un hilo muy tenue: si suben m ucho las m aterias prim as y el petróleo y se es­
tablecieran políticas proteccionistas, la prosperidad japonesa acabaría en
una gran crisis de difícil salida.
El m odelo-de desarrollo japonés, con lodo lo prodigioso que pareciera a
p rim era vista, no es tan maravilloso ni digno de ser im itado cuando su futuro
es incierto económ ica y com ercialm ente, a pesar de su sostenido crecim iento
económ ico, de su agresiva conpelitividad en el m ercado mundial y su cre­
ciente productividad del trabajo, debido a la innovación tecnológica. La eco­
nom ía japonesa (que ha desarrollado sus fuerzas productivas más ráp id a­
m ente que E u ro p a occidental, N orteam érica y la U nión Soviética, trab ajan ­
do m ucho y bien y consum iendo poco y mal, para subvenir a las necesidades
de sus m uchos millones de habitantes en un pequeño espacio geográfico) es,
ciertam ente, un éxito económ ico; p ero si se p ro dujera una gran depresión
económ ica mundial, si los países exportadores de m aterias prim as y de p e ­
tróleo al Japón necesitaran estas para su num erosa población hacia el año
2000, entonces los japoneses tendrían que em igrar por millones de habitan­
tes a las zonas más subpobladas del mundo: Siberia, A ustralia y A m érica La­
tina, preferen tem en te a otras regiones.
El m undo, en su conjunto, tiene que ser auto-organizado federativam ente
con desarrollo económ ico, tecnológico, dem ográfico, cultural y científico p a­
ralelo y proporcionado, evitando las aberraciones de la com petencia econó­
mica desleal, que desperdicia muchas fuerzas productivas, y la com petencia
en tre los hom bres como si se tratara de m ercancías, aboliendo el m ercado
capitalista del trabajo, asociado el trab ajad o r con sus m edios de producción
en una em presa autogestionaria de propiedad social. Suprim ida la com pe­
tencia m ercantil entre los hom bres surgiría un nuevo hum anism o en razón de
un socialismo libertario, donde fueran libres los hom bres y los productos de
su trab ajo en un m ercado autogestionario, sin que hubiera especulación con
los capitales, los bienes y servicios ofrecidos. A sí se cum pliría la ley del valor-
trabajo en los intercambios ajustados a precios muy cerca de sus costos ver­

- 256-
Dinámica de la ley de la competencia económica

daderos, a fin de que ningún interm ediario p udiera inflarlos en contra de los
trabajad o res y de los consum idores.
Un m ercado de bienes y servicios, funcionando según la ley de la equiva­
lencia d e.trab ajo en los intercam bios en una econom ía social daría al dinero
una solidez y estabilidad que 110 tiene con el capitalism o privado o de E sta­
do. En los falsos precios capitalistas están com prendidas las rentas parasita­
rias, los im puestos del E stado caro y malo, las ganancias de los capitalistas, y
los altos sueldos de las burocracias totalitarias, los intereses elevados y todo
lo que hace paradójicam ente que la inflación sea insuperable en una época
de alta productividad, en que cada vez cuesta m enos en horas de trabajo un
producto pero se vende más y más caro, para que con los precios inflaciona­
rios unos hom bres engañen a los otros, según la lógica absurda e inm oral del
capitalismo.
El mundo, pues, necesita ser reorganizado mediante un socialism o fe d e ­
rativo libertario, con distribución proporcional de la riqueza y de la pobla­
ción, sin países pobres ni ricos; sin que haya en la Argentina por ejemplo, 1 I
habitantes por kilómetro cuadrado, contra 314 en Japón, 321 en Bélgica, 248
en Alemania, países que caben juntos en Argentina, potencialmente más rica
que estos países industrializados; pero más pobre porque 110 utiliza un mo­
delo económico y tecnológico racional: sin latifundios ni monopolios, con
una economía de interés social autogestionaria y libertaria, basada en la p ro ­
piedad social y la solidaridad humana.
N uestra civilización antagónica, un tanto incivilizada, y am oral, a causa
de sus contradicciones de clases de las potencias im perialistas hegenomistas,
de que la econom ía es de signo mundial pero la apropiación de los capitales
se hace en beneficio de naciones im periales, conduce a la guerra económ ica,
prim ero, y a la g uerra caliente después, siem pre am bas posibles en el capita­
lismo m undializado.
El m undo se ha convertido en una gran aldea, p ero los bloques im peria­
listas y hegem onistas no quieren su unidad federativa, equitativa, económ ica
y socialm ente entre todos los países que, Constituidos en un todo federativo,
deberían p asar a ser las provincias unidas del m undo Uno. D e lo contrario,
con las arm as nucleares es posible que no tengam os ninguno; puesto que la
época de las arm as atóm icas el hom bre corre el riesgo peligroso de perecer
por el átom o, com o arm a diabólica de destrucción masiva, o salvarse con él
obteniendo nuevas c inagotables fuentes de energía limpia, capaces de crear
una sociedad libertaria de abundancia económ ica, p ara conquistar el espacio
cósmico, con la T ierra como un solo país. Quizá esa posibilidad fáustica, en
que los hom bres casi serían como dioses en esta hora crítica del m ando, re ­
quiera su unidad federativa, dem ocrática, equitativa, com partiendo la rique­
za y el progreso por igual entre todos los hom bres. D e lo contrario, estam os
ante 1111 precipicio catastrófico si no instauram os un socialismo federativo en
todo el m undo, con igualdad de derechos y deberes entre todos los pueblos,
sin distinción de razas, de religiones, de clases y de naciones, haciendo del
m undo un solo país.

- 257-
Economía autogeslionaria

Lo m alo de esta época, que tiene gran progreso económ ico y tecnológi­
co, es que tenem os gobiernos autoritarios, contituídos por una clase dom i­
nante política y económ ica, que se em peña en gobernar los hom bres más
que en dirigir bien la producción, el consumo, la circulación y la disdribu-
ción de las cosas, los bienes y servicios producidos; pues los dom inadores
quieren tener siem pre más p arte en la riqueza que los dom inados; porque
los que tienen el Saber quieren d eten tar eternam ente el Poder; po rq u e los
países im perialistas quieren dom inar a los neo-coloniales; y porque unos, los
más, p roducen y consum en m enos y otros, los que no producen nada, consu­
m en m ás de lo que les pertenece, en la lógica de clases del capitalism o. .
S i adm inistram os bien las cosas en vez de adm inistrar a los hom bres, de tal
suerte que éstas en fo r m a de mercancías o de dinero no alienaran a los h o m ­
bres, p odríam os vivir ya en una sociedad libertaria de democracia directa. En
ella se intercam biarían los bienes y servicios producidos a nivel m undial en
sus justos valores equivalencialcs de trabajo, sin que se produjeran, en un
m ercado libre aulogcstionario, relaciones desiguales o inequitativas entre
unos países y otros, en tre la ciudad y el cam po, entre trabajo m anual e inte­
lectual, por haberse equilibrado los intercam bios en su justo valor económ i­
co. A sí no existiría el sistem a de precios inflados, injustos, abusivos, donde se
esconden las rentas capitalistas de quienes no quieren dem ocracia directa,
participación del pueblo y no de dom inación sobre él, como sucede aliora
con las burguesías o las burocracias bajo su P oder alienante y alienado.

COM PETIR PARA EXPORTAR

L a com petencia sobre el m ercado m undial constituye la carastcrística del


capitalism o m undializado. El m ercado internacional dom ina ya a los m erca­
dos nacionales. El proteccionism o^tarifa arancelaria protectora, cam bios di­
ferenciales, contingcntación, etc.) es una débil resistencia defensiva nacional
para evitar —en cl m crcado interno de cada nació n — la concurrencia co­
m ercial del m ercado exterior. El im perialismo económ ico, ante las barreras
arancelarias y los cambios diferenciales, se m ete en los m ercados nacionales
de los países subdcsarrollados y aún desarrollados por m edio de inversiones
directas o indirectas de capital extranjero, a fin de obtener m ayor tasa de ga­
nancia que en sus m etrópolis de origen.
U n a de las contradicciones más desestabilizantes, de nuestra época, resi­
de en que la producción es de carácter m undial, debido a la división interna­
cional del trabajo, p ero la apropiación de esa producción se realiza en bene­
ficio de países im perialistas o hegem onistas, lo cual aum enta la desigualdad
económ ica, cultural y tecnológica, entre países subdcsarrollados y países in­
dustrializados. E sta contradición deviene un antagonism o entre las naciones
im perialistas y las cinturas tropicales y subtropicales del m undo: conduciría,

-2 5 8 -
Dinámica de la ley de la competencia económica

a corto o largo plazo, a guerras de liberación nacional y social particular­


m ente en A m erica Latina, en los finales y principios, respectivam ente, de los
siglos X X y XXI.
La nación fue la cuna y será la tum ba del capitalismo: no puede liberarse
de las fro n teras —sin explotar un país a otro —, sin que los "trusts" de los p a í­
ses undustrializados aplasten las industrias de los países m enos desarrolla­
dos. La com petencia económ ica no consigue crear un m undo único y arm ó­
nico en el capitalismo. Ni siquiera el M ercado Com ún E uropeo puede unifi­
car a los "doce", sin sacrificar la agricultura española, portuguesa, griega,
italiana, germ ana y británica a la francesa, ni la industria francesa, germ ana,
italiana y británica a las m ultinacionales norteam ericanas y japonesas, que
están invadiendo el m ercado com ún europeo. P or otra parte, la C E E es un
gran m ercado p ero qued a lim itada con sus fronteras, sus gobiernos naciona­
les y sus m onedas a una E u ro p a de los m ercaderes.
C ada año que pasa el capitalism o coneentracionario y m ultinacional se
proyecta hacia el m ercado m undial, p ara elim inar a los capitalistas naciona­
les (subdesarrollados) m ediante la com petencia desleal. E n este sentido, es
evidente que el capitalism o m ultinacional está utilizando a la nación hege-
m ónica com o plataform a p ara su expansión im perialista. Así, pues, la ley del
desarrollo del capitalism o trans-nacional conduce al im perialism o, proceso
evidente en la C E E , Japón y E stados U nidos. T anto que los problem as entre
los "trusts" m ultinacionales y los países subdesarrollados se negocian de E s­
tado a E stado, lo cual prueba que los intereses privados de los "trusts" se
aprovechan del aparato del E stado im perial de sus países respectivos, para
im poner a los países dependientes sus puntos de vista económ icos m onopo­
listas.
E l dirigismo económ ico, en sus distintas variantes, ha logrado atenuar la
com petencia m ercantil entre m uchos capitalistas dentro de la esfera del
m ercado nacional, pero no p u ede suprim ir la com petencia internacional, en
el seno del m ercado m undial, lo que constituye una contradicción inherente
al m odo capitalista de producción.
L a ley de la com petencia económ ica internacional es una determ inación
alienante del capitalism o. Y es que las fuerzas productivas se han hecho d e ­
m asiado grandes p ara contenerlas en la estrecha cubierta social y jurídica de
la pro p ied ad privada o estatal de los m edios de producción.
La energía nuclear, la autom atización del trabajo, la m ecanización de la
agricultura, la m undialización, la concentración de los capitales y el creci­
m iento de la población en los países del T ercer M undo, todas estas determ i­
naciones exigen que el capitalism o sea transform ado en socialismo para libe­
ra r a la hum anidad de la desocupación, las huelgas, las guerras, las crisis
económ icas, el ham bre, la m iseria, la lucha de clases, lo inhum ano en la his­
toria.
La com petencia económ ica en el m ercado m undial se ha convertido en la
ley del m ás fu erte, creando violentas situaciones de guerra económ ica: Este-
Economía autogestiouaria

O este y N orte-Sur. E n este sentido, la com petencia entre naciones se trans­


form a en lucha política y económ ica p o r el dominio del m undo, entre países
subdcsarrollados e industrializados y en tre países capitalistas y comunistas.
T oda nación, debido a su dependencia económ ica, está condenada a acre­
centar más y más su producción y a desarrollar sus técnicas, para conservar
su soberanía o p erd erla con créditos, em préstitos, préstam os o radicación de
capitales extranjeros, bajo la expansión del im perialism o económ ico. P ero si
la nación está interesada en aum entar su producción y productividad para
d efen d er su soberanía , ello no es posible hacerlo sin alcanzar gran d esarro­
llo económ ico y tecnológico p ara ganar espacio económ ico com petitivo en el
m ercado mundial. A ctualm ente, sin industrias de punta, sin producir p aten ­
tes de invención, sin ganar divisas con la com petencia internacional, sin au­
tom atizar la producción, sin gastar m ucho en (I + D ), un país pierde su inde­
pendencia económ ica política, diplom ática y estratégica, como le está suce­
diendo a los balkanizados países latinoam ericanos.
U na econom ía —no im porta cual sea su inspiración política o ideológi­
c a — tiene que ser objetiva, real, lógica, en cuanto a com petir intcrnacional-
m ente sin fiar la com petitividad al proteccionism o, a la m orfina de los cam ­
bios diferenciales y los subsidios a las exportaciones, a las devaluaciones mo­
netarias y otras políticas en que el rem edio agrava y no cura la enferm edad
económ ica derivada de unas industrias viejas, de una agricultura atrasada,
de una tecnología de producción absoleta, que ni defendiendo el m ercado
interno con las m ás altas b arreras arancelarias puede resistir la com petencia
internacional, com o sería el caso de A m érica Latina.
A h o ra bien, com o en el m ercado m undial no todos los com petidores se
encuentran en igualdad de condiciones de com petencia, ya que la producti­
vidad del trabajo es diferente en unos países respecto de otros, hay, pues,
que usar políticas económ icas distintas y com portam ientos hum anos d iferen­
tes en una nación rica que en una, pobre. A sí las cosas, para com petir en el
m ercado m undial una nación subdcsarrollada, que hubiera hecho una revo­
lución política, económ ica y social, instaurando una econom ía autogestiona-
ria, ten d ría que com enzar por liberarse de los hábitos consum istas de las na­
ciones ricas; ah o rrar lo suficiente p ara invertir lo necesario; trab ajar más y
m ejor que en los países industrializados; exportar muy com petitivam ente y
con las divisas ganadas im portar tecnologías y equipos de punta para las in­
dustrias m odernas; em plear m ucho trabajo productivo y poco trabajo bu ro ­
crático; invertir en equipos de producción y en investigación + desarrollo
(í + D ) para elevar la productividad del trabajo; privarse durante un tiem po
prudencial de hacer gastos superfluos, a fin de alcanzar económ ica y tecno­
lógicam ente a los países más industrializados; pues nada se consigue sin sa­
crificios económ icos
En una econom ía autogestionaria, en la esfera interior, lo correcto es que
todos los productores, las industrias, la agricultura, los servicios sociales y
públicos, se encontrasen en las mismas condiciones de com petitividad, en el

- 260-
Dinámica de la ley de la competencia económica

m ercado m undial; una econom ía atrasada sólo puede desafiar a las econo­
m ías tccnificadas, haciendo sacrificios: trab ajar más y m ejor durante un
tiem po a fin de ponerse a nivel de com petencia internacional. D e lo co n tra­
rio, una econom ía subdcsarrollada, aislada, atrasada, nunca po d ría dem os­
tra r que, aún siendo autogestionaria, si no crea más fuerzas productivas que
otra, conducida p o r la burguesía o la burocracia, no se justificaría histórica,
social, política y económ icam ente.
Si se cam bia una estructura económ ica y social m ediante una revolución
es para alcanzar un tiem po de acum ulación de capital muy superior al d d ré ­
gimen sustituido violentam ente. Pues en definitiva, cualquier m odo de p ro ­
ducción que haya pasado p o r la historia universal, realm ente es un tiem po
de acum ulación de capital que, cuando p o r la burocratización o el parasitis­
mo de las clases dom inantes llega hacia cero, se justifica entonces cam biarlo
por un nuevo régim en capaz de desarrollar las fuerzas productivas que esta­
ban constreñidas p o r trabas económ icas, políticas, sociales, tecnológicas o
estructurales.
U n a econom ía autogestionaria debe estar en las m ejores condiciones p a­
ra com petir en el m ercado m undial; p ero si se acepta el sistem a de consum o
de las grandes potencias capitalistas; si, p o r ejem plo, se gastan la m ayor p a r­
te de las divisas obtenidas p o r exportaciones en im portar petróleo para
transform arlo en gasolina p ara coches de turismo, pero no en energía p ro ­
ductiva en la agricultura, la industria y los servicios, entonces se iría acum u­
lando una deu d a pública externa; envejecerían así las industrias; no se desa­
rrollaría la agricultura; no se tendrían buenos laboratorios de investigación;
no se podría, en suma, com petir en el m ercado m undial. E n consecuencia, si
el crecim iento económ ico y el progreso tecnológico y cultural, no es m ayor
con una econom ía autogestionaria que con una econom ía burguesa o b u ro ­
crática, se estará en el reino de las ideologías, p ero no de las realidades eco­
nómicas. P ero si todo un pueblo autogestionario trabaja, investiga, consum e
prudentem ente e invierte m ucho p ara progresar más, si desaburgucsa y dcs-
burocratiza la econom ía, com petirá con ventaja en el m ercado mundial y, a
m ediano o largo plazo, se colocará a la vanguardia del progreso internacio­
nal, encarnando así el protagonism o de la historia universal.
U na econom ía autogestionaria debe ser competitiva, desafiante c imbati-
ble en el m ercado m undial; pero no sólo p o rq u e sus protagonistas auto-orga­
nizados hagan sacrificios económ icos en el sentido de consum ir poco e in­
vertir mucho, sino más bien por ponerse a trab ajar todos útilm ente; reducir
la burocracia al m ín im o ; elevar la fu e rza de trabajo productivo al máximo-,
abolir las clases parasitarias c invertir inm ediatam ente sus rentas, que eran
im productivas, en inversiones productivas; y no olvidar que la investigación
científica y la educación generalizada son grandes fuerzas productivas para
el desarrollo de la sociedad libertaria.
H ay que investigar constantem ente en las industrias, la agricultura, la m i­
nería, los bosques, la pesca y la creación de nuevas fuentes de energía limpia,

- 261 -
Economía autogestionaria

teniendo una gran fuerza laboral ocupada y miles de investigadores, científi­


cos, técnicos y proyectistas. Sólo así la econom ía y la ciencia se desarrollan
paralelam ente con el capital, la técnica y el trabajo constituyendo un todo
unido en em presas autogestionarias, que deben ser escuelas-fábricas, para
que se b o rre definitivam ente la diferencia en tre trabajo m anual e intelectual,
sin lo cual será im posible la igualdad económ ica, política, social y cultural
en tre los hom bres.
U n a econom ía autogestionaria tiene que producir artículos buenos, em ­
p leando p atentes m odernas, p ara que la calidad buena y el precio bueno
p erm itan tener, en el m ercado mundial, una dem anda sostenida, de m odo
que las em presas m ultinacionales no p uedan dictar las reglas del m ercado
con sus prácticas m onopólicas y con el em pleo de las m ejores patentes y los
m ejores diseños.
Si la fuerza laboral autogestionaria es p rep arad a científicam ente y técni­
cam ente, si del excedente económ ico generado por las em presas autogestio­
narias se ap arta una buena cantidad p ara investigación y educación dentro
de ellas, si la productividad del trabajo aum enta con las m ejores m áquinas y
los m ejores m étodos de producción, la jo rn ad a de trabajo se iría reduciendo,
p oco a poco, hasta que los traba jadores tengan tanto tiem p o de trabajo com o
de ocio y, fin a lm en te, m as ocio que traba jo , p ero sin que por ello disminuya
la producción total. C onsecuentem ente, una econom ía autogestionaria debe
hacer, en principio, m uchos sacrificios, ahorro e inversiones y consum o m o­
d erado, a fin de desafiar, con ventaja económ ica, moral, social y política, al
capitalism o privado o de E stado en el m ercado mundial, afirm ando así el so­
cialismo libertario sobre el capitalism o de m onopolio y el capitalism o de
E stado.

M ERCADO COM UN Y M U N DO

L a com petencia m ercantil, que era la ley de la jungla entre m uchos ven­
dedores, ha qued ad o reducida a su contrario dialéctico: constitución de
grandes m onopolios en los países de gran desarrollo capitalista. Se diría que
la concentración y la centralización del capital ha elim inado la com petencia,
p a ra eludir las crisis económ icas cíclicas; p ero la verdad es que el m onopolio
no pued e ser en sí mismo, ya que se transform a en su contrario: la com pe­
tencia p o r el m ercado m undial en tre naciones de econom ía central planifica­
da con los países industrializados y los países subdcsarrollados. D e m odo
q ue com petencia y m onopolio, en econom ía, son como el ser y la nada en
ontología.
L a concurrencia m ercantil sobre el m ercado m undial es el signo dom inante
de la econom ía universal de nuestra época. P or más tarifas arancelarias, cam ­
bios dierenciales, perm isos previos de im portación, subsidios a las exporta­
ciones, recargos cam biarios p ara desalentar con ellos im portaciones com pe­

-262-
Dinámica de la ley de la competencia económica

titivas, devaluaciones m onetarias, subsidios y otros mecanism os restrictivos


de la com petencia internacional, todo país está en el m undo: no p u ede exis­
tir en sí mismo; no p u ede aislarse de la com unidad internacional; aferrarse a
una autarq u ía que no tienen ni las naciones-continente: URSS, E E .U U , Chi­
na, India, Com unidad E conóm ica E uropea.
Si un país se atrinchera en sus fronteras nacionales, aislándose de la eco­
nom ía mundial, descubrirá a la larga que el m undo puede prescindir de él;
p ero no él de éste. P or tanto, la com petencia económ ica objetiva no puede
ser eludida subjetivam ente, sino atenuada económ icam ente m ediante subsi­
dios y aranceles protectores p ara las exportaciones no com petitivas, pero to­
do ello son rem edios que no curan la enferm edad. Pues cuando los precios
internos se desnivelan de los precios internacionales, para determ inadas ex­
portaciones básicas, hay que recurrir a sucesivas devaluaciones m onetarias;
p ero a condición de endosar las pérdidas a los consum idores nacionales, que
van perdiendo nivel de vida y de capacidad de consum o, con lo cual todos
los m ercados fracasan.
A rgentina, Paraguay, Chile, Brasil (p o r no citar a otros países) transfie­
ren, con surepetidas devaluaciones m onetarias, las pérdidas de las crisis de
los ganaderos y de los exportadores de café y cobre a los consum idores na­
cionales.
P ara atenuar los efectos indeseables de la ley de la com petencia interna­
cional en la esfera de una econom ía con precios-dólares de exportación en
baja, A rgentina y U ruguay, p o r ejem plo, siem pre devalúan sus m onedaá na­
cionales, a fin de o btener más pesos m oneda nacional por igual o m enor can­
tidad de dólares. E sta política la hacen, actualm ente, todos los países arrui­
nados o endeudados p o r el im perialism o económ ico, cuyas m onedas han caí­
do dentro de la leydeG reshan.
E n A m érica Latina, p o r ejem plo, todo lo que p ierden sus países p o r una
relación de intercam bio desfavorable con E stados U nidos, la Com unidad
Económ ica E u ro p ea, Jap ó n y los países del cartel p etrolero de la O PE P, es
transferido a los consum idores nacionales m ediante repetidas devaluaciones
m onetarias de las devalorizadas m onedas latinoam ericanas. D e esta m anera,
la ley de la com petencia económ ica, en la esfera del m ercado m undial, es
m anipulada p o r las oligarquías exportadoras en su peculiar beneficio, pero
en perjuicio de sus respectivos países. Pues si se exporta lana, cueros, g ra­
nos, café, azúcar, algodón, carnes, bananas, cacao u otros productos, en base
a recibir más pesos p o r igual o m enor cantidad de dólares, pero egoista y ar­
bitrariam ente en virtud de los m ecanism os trucados de las devaluaciones,
quien pierde es el pueblo consum idor pagando más caros los productos na­
cionales y los im portados y, adem ás, los bancos centrales van dism inuyendo
sus entradas de dólares y divisas convertibles. A sí las cosas, hay que pedir
créditos, préstam os o im préstitos a los países ricos, otorgados a altos tipos
de interés, lo cual rem edia, hoy, p ero p ara encontrarse siem pre en una situa­
ción peor, m añana.

- 263-
Economía autogestionaria

E n cam bio, E stados unidos, el país m ás adeudado del m undo, con una
balanza de com ercio exterior desfavorable en unos 120.000 millones de dóla­
res en 1984, no devalúa el dólar p ara com petir m ejor en el exterior con sus
exportaciones, ya que tiene el raro privilegio de dom inar el F ondo M o neta­
rio Internacional com o un m onarca absoluto, en virtud de convertir sus d eu ­
das exteriores en divisa-dólar como reservas de los bancos centrales de los
países integrantes del FM I. P or otra parte, el pagar altos tipos de interés,
superiores al 10% con tra la adquisición p o r extranjeros de títulos del T esoro
norteam ericano, E stados U nidos vuelve a recibir en préstam o lo que debe a
otros países, com prando con el dinero de éstos sus riquezas nacionales o co­
locando en ellos sus em presas m ultinacionales. E n consecuencia, bajo este
im perialism o m onetario del dólar, no rigiendo en el m undo un sistem a de
patrón-oro, el rublo ncocoloniza a los países del C O M E C O N y el dólar a los
países europeos, al Japón, a los afro-asiáticos y latinoam ericanos. P o r consi­
guiente, sin un p atrón de valor universal, b ajo el hegem onism o o el im peria­
lismo, no se cum ple la ley del valor de cam bio equivalcncial y la ley de la
com petencia.
P ero es que la ley de equivalencia de intercam bio y la ley de la com peten­
cia económ ica p erfecta sólo se podrían cum plirlas en un m ercado libre al
cual concurrieran p roductores asociados con sus m edios de producción en
base a la p ro p ied ad social universal o, cuando menos, nacional, si bien ya es­
te m ercado está determ inado por el m ercado mundial. Sin m onopolios de
em presas capitalistas y sin el m onopolio de dem anda y de oferta controlado
por el E stado, rigiendo una econom ía autogestionaria, podría aspirarse a un
sistem a económ ico en libertad de m ercado, de com petencia perfecta y leal,
en tre em presas cooperativas, autogestionarias, de servicios sociales y públi­
cos, en base a un m odo de producción de propiedad social.
No pued e haber com petencia p erfecta y leal m ientras el dólar sea en el
F ondo M onetario Internacional (FM I) un sustituto del oro, pero sin ser m o­
neda universal com o éste, o bien crcar un p atrón de valor trabajo universal
que determ ine los precios objetivam ente m ediante el m ódulo del IIT (hora
de trab ajo ), que figurase en los prccios de todos los bienes y servicios. A sí se
vería claram ente que los prccios tienden a b ajar debido al aum ento de la
com petitividad y de la productividad en un m ercado liberado de m onopolios
privados o de E stado, de las ren tas parasitarias de las burguesías o de las b u ­
rocracias, incluidas en los prccios m onetarios falseados, no revelando los
verdaderos costos de producción.
A nivel internacional, sin un m ercado mundial liberado de los m onopo­
lios, los carteles, los "pools" y "trusts", con el dólar gozando de derecho de ve­
lo en el FM I, con el rublo dictando las reglas del juego económ ico que le b e ­
nefician a R usia y perjudican a los países del C O M E C O N , no puede haber
com petencia económ ica en beneficio de todos los países, de los productores
y de los consum idores libres.
A n te los problem as, que vician así el sistem a económ ico internacional

-26-1-
Dinámica de la ley de la competencia económica

con las m onedas im periales com o el dólar y el rublo, sería preferible, con to ­
dos los defectos del referido sistema, un talón de valor regido por el oro que
p or los intereses im perialistas o hegem onistas del K rem lin o de W all Street.
M ientras las m onedas sean m anipuladas a voluntad de los gobiernos de
pequeñas o de grandes potencias, la in flo c ió n ,d e v a lu a c ió n y la refloción
de las m onedas constituiría una especie de circuito cerrado dentro del cual
se m ueven los gobiernos p ara extorsionar a sus pueblos, a sus consum idores
y trabajadores, y las grandes potencias hegem onistas o im perialistas a los
países "satelizados" por el rublo o el dólar.
Sólo, pues, una econom ía autogestionaria, que respete las leyes económ i­
cas objetivas, que ponga como basam ento del nuevo orden económ ico la
propiedad social, que desaburguese y desburocratice la econom ía, puede lle­
var adelante un crecim iento económ ico equilibrado sin crisis económ ica,
ecológica, dem ográfica y de agotam iento de recursos naturales, sin d esperdi­
cio de recursos humanos.

PRECTOS Y DEVALUACIONES M ONETARIAS

El m ercado m undial condiciona a los m ercados nacionales pero el diri­


gísino (en O ccidente y el p lonisino en O riente) han, en cierto modo, n eu tra­
lizado los efectos indeseables de la ley de la com petencia económ ica. Por
otra parte, la ley de lo división internacional del trabajo es una realidad de
nuestro m undo a escala planetaria. Ningún país puede sustraerse, total o
parcialm ente, a estas leyes determ inativas de la econom ía mundial que do­
m ina a las econom ías nacionales.
Los países integrados en la C om unidad E conóm ica E uro p ea han creado
m ecanism os com unitarios p ara subsidiar las exportaciones de m anteca y de
cereales, principalm ente franceses, p ara colocar fuera, en R usia principal­
m ente, productos cxccdentarios: Francia exportó trigo a China y R usia a la
m itad del precio que recibe de subsidio de la C E E , cuyo presupuesto, en sus
dos terceras partes, va destinado a otorgar subsidios a los agricultores eu ro ­
peos subvencionados.
P ara evitar repetidas devaluaciones m onetarias, determ inadas por las va­
riaciones de precios internos con relación a los precios externos, se debe
crear transitoriam ente organism os com pensatorios que subsidian las expor­
taciones críticas, a fin de defen d er la estabilidad de una m oneda. Para con­
servar la soberanía y defen d er la independencia económ ica de un país hay
que aum entar la producción o perecer; no se debe confiar en el ap orte siste­
m ático de capitales extranjeros, ni en las devaluaciones, ni en los subsidios,
ni en elevadas tarifas arancelarias, ni en la persistente inflación m onetaria.
Llevamos, desde que se abandonó el patrón-oro, cinco décadas de inflación
m undial, aunque en horas de trabajo las m ercancías cada año cuestan m enos
y, por tanto, las m onedas tendrían que rcvaluarsc.

- 265-
Economía autogestionaria

T o d o el m undo habla de la inflación, pero nadie sabe nada realm ente


acerca de ella, más que lugares com unes, en los que coinciden los cam pesi­
nos, los ciudadanos, los catedráticos y sus sirvientes. L a inflación m onetaria
es un m edio p a ra transferir la crisis del fu erte (el m onopolizador de la rique­
za) al débil (los asalariados con ingreso fijos). P ara salir de la inflación y de
las devaluaciones m onetarias, hay que crear organism os apropiados, estruc­
turas económ icas nuevas: em presas autogestionarias, cooperativas, em presas
de interés social, que autorrcgulen una econom ía sana y estable, dinám ica­
m ente progresiva, técnicam ente avanzada, que neutralice la ley capitalista de
la jungla en un m ercado autogestionario, basam ento del justo y equitativo in­
tercam bio de la sociedad libertaria.
E n los países (donde rige la p ro p ied ad estatal y la planificación centrali­
zada, donde hay m onopolio de com pra y de venta por el E stado totalitario),
la ley de la com petencia económ ica es contrarrestada, en gran parte, tanto
en el m ercado interior com o en el exterior. Así, por ejem plo, la U nión Sovié­
tica o ferta fletes m arítim os, productos quím icos, m aterias prim as, petróleo
crudo, m aterial de guerra, m aquinarias y otras m ercancías, que sería prolijo
enum erar, siem pre más baratas que la com petencia en el m ercado interna­
cional. Pues como el E stado-em presario, com erciante, banquero, im porta­
dor y exportador es dueño de todo, caso de que en algunos períodos necesite
divisas de libre convertibilidad p a ra financiar su com ercio exterior, entonces
p ara obtenerlas suele exportar com petitivam ente ofreciendo fletes, produc­
tos m anufacturados, m aterias prim as y otros servicios y bienes, subsidiando
las exportaciones con pérdidas, cosa que no pueden hacer otros países don­
de la econom ía de E stad o tiene poca significación económ ica. A hora bien,
en 19S8, la U RSS tuvo un déficit de más de 100.000 millones de dólares en el
p resupuesto del gobierno a causa de las subvenciones, principalm ente.
Sin em bargo, aunque el E stad o nacionalice las pérdidas de sus exporta­
ciones, a la larga, com o en el caso de Polonia y otros países del Este, si la
econom ía nacional no es com petitiva en el m ercado m undial puede acum u­
lar enorm es déficit en la balanza de com ercio exterior y, más aún, en el b a­
lance de cuentas internacionales, no pudiendo pagar, cuando la deuda exte­
rior fiscal es muy grande, ni los intereses de la misma, y no ya sus am ortiza­
ciones anuales de capital debido a banqueros o países extranjeros, como les
sucede a m uchos países m iem bros del C O M E C O N , entre ellos muy en deu­
dados externam ente: Polonia, Rum ania, H ungría, A lem ania del Este, Bulga­
ria, C hecoslovaquia y Cuba.
P ara evitar los grandes desajustes entre una econom ía dicha socialista, en
relación con la balanza de pagos exteriores, ésta, como cualquier otra econo­
m ía nacional, por encim a de toda clase de ideologías, tiene que producir bie­
nes y servicios de exportación que sean com petitivos, en calidad y precio pa­
ra el m ercado m undial. A sí se pueden o btener las necesarias divisas de libre
convertibilidad p ara financiar las im portaciones esenciales y las tecnologías
de punta, de m odo que la econom ía nacional no quede aislada del m ercado

-2 6 6 -
Dinámica de la ley de la competencia económica

m undial o sin capacidad de crédito en él, debido al aum ento de una pesada
d euda externa, acum ulada a causa de que la econom ía no es com petitiva
fren te a la de otros países.
U na econom ía nacional, independientem ente de la ideología que sea, tie­
ne que ser agresiva en el m ercado internacional. Japón, por ejem plo, país ca­
pitalista, im portador de la m ayor p arte de sus necesidades de m aterias p ri­
m as y de petróleo, sin em bargo, com pite ventajosam ente frente a la U RSS y
USA, países p roductores de petróleo y de buena p arte de las m aterias p ri­
mas y p etróleo que necesitan anualm ente. A sí las cosas, entre abril de 1984 y
abril de 1985, el Jap ó n registró un excedente de divisas de la balanza por
cuenta corriente, aproxim adam ente, de 50.000millones de dólares, m ientras
que U SA lo ten d ría de déficit, en esa cantidad, m ultiplicada por dos o más.
D e esta m anera, Jap ó n se está convirtiendo en un país exportador de capita­
les, agresivo com ercial e industrialm ente, no teniendo ni el espacio, ni la ri­
quezas naturales, ni tantos millones de consum idores como E stados U nidos
o Rusia.
No es explicable racionalm ente que la U nión Soviética, con más recursos
naturales y hum anos que el Japón, con 150 millones más de habitantes que
éste en 1985, tuviera, sin em bargo, una econom ía m enos com petitiva que la
japonesa en el m ercado m undial, m ás endeudada externam ente y más a tra­
sada técnicam ente. Q uiere decir, pues, en el lenguaje de los hechos, que la
burguesía jap o n esa es más inversora y m enos parasitaria que la burocracia
soviética, lo cual cuestiona política, económ ica y socialm ente el m odelo de
desarrollo soviético.
Si la U nión Soviética, con más espacios de cultivos agrícolas que Estados
U nidos p ro d u ce la m itad de cereales que éstos, habiendo tenido que im por­
tar, en 1984, más de 40 millones de toneladas de granos, y si la industria so­
viética (contando con espacio, población, recursos naturales y fuentes de
energía) no com pite con la japonesa, es que el m odelo de "socialismo soviéti­
co" por ser dem asiado burocrático y estatista no desarrolla sino que im pide
el progreso económ ico, científico y tecnológico, quedando así cuestionado
políticam ente.
U n a econom ía, que se diga socialista y lo sea de verdad, tiene que ser
más com petitiva en el m ercado m undial que la econom ía capitalista, más in­
versora de capital productivo p ara acelerar el desarrollo económ ico, cultural
y tecnológico, más ap ta p ara hacer la reproducción am pliada del capital so­
cial que la econom ía capitalista con el capital privado, más racional en su d e ­
senvolvim iento integral sin crisis ni lucha de clases, más apropiada para
m antener un régim en de derecho al trabajo para todos, en base a que no se
consum a inproductivam cnte el capital invertido productivam ente para que
haya trabajo, prosperidad, libertad e igualdad de condiciones para todos. Si
la econom ía soviética progresa a ritm o m ás lento, con peores productos, bie­
nes y servicios ofrecidos que la econom ía burguesa es que la burocracia to ta ­
litaria que dirige el E stad o y la tecno-burocracia que dirige las em presas, no

-2 6 7 -
Economía autogestionaria

son aptas p ara desafiar a la burguesía, sino p ara im itarla en la percepción de


la plusvalía y disiparla más im productivam ente que, por ejem plo, la burgue­
sía industrial japonesa.
U n régimen de econom ía autogcslionaria ha de tener una m oneda estable
ajustada sobre el (H T ) o la hora de trabajo, a fin de que no haya inflación
perm anente, ni devaluaciones m onetarias p ara estabilizar con la m ejor p ro ­
ductividad del trab ajo la m oneda nacional. H ay que tener patrón de valor de
cam bio que perm ita que se cum plan la ley de la equivalencia justa de inter­
cam bio, en el m ercado autogestionario, así como la ley de la cooperación
económ ica en tre todas las ram as de producción, verificando diariam ente una
co rrecta ley de la división social del trabajo. T odo ello dinám icam ente, sin in-
movilismos corporativos, buscando el máximo de prosperidad y de libertad
p ara los trab ajad o res y los consum idores en una sociedad libertaria.
Y p ara que una econom ía autogestionaria no sea un concepto teórico, en
sus prim eros años de desarrollo, tiene que desafiar a las econom ías cstatistas
y capitalistas con otro sistem a de inversión, de gestión de trabajo y de consu­
mo, de ocio y cultura p ara todos y de derecho al trabajo m ediante la propie­
dad social autogestionada por el pueblo.

PRECIO S, ORO Y DOLAR


La carasterística dom inante del capitalism o liberal fue la tendencia al li­
b re cam bio, a la concurrencia abierta entre productores en el m ercado; pero
la tendencia del capitalism o de nuestro tiem po es hacia la concentración y la
cartelización del capital, la econom ía dirigida y planificada, el m anejo volun­
tario de la m oneda y de su tipo de cambio, el control del volumen de crédito,
fuera de las ataduras del patrón-oro o del oro, en la esfera de las econom ías
nacionales. A h o ra bien, de fronteras afuera, todavía rige el liberalism o, ya
que lodos los prccios son expresados en divisas relativam ente estables y a
ello deben atenerse, ganándolas, las econom ías nacionales.
Si los precios internacionales estuvieran regidos por el oro resultaría que
habría deflación de prccios en el m ercado m undial, ya que se produce me­
nos oro en las minas que aum ento en el volum en de la producción de bienes,
lo cual determ ina tendencias deflacionislas en precios-dólares, que se han
m anifestado brutalm ente en los países subdcsarrollados, por la sencilla ra­
zón de que N orteam érica, Japón y E u ro p a occidental no se rigen por m one­
das d en tro del patrón-oro, sino con referencia a él, pero más simbólica que
realm ente ya que el oro no es m oneda oficial en ningún país, en virtud del
A cuerdo de B retton-W oods (1944).
Los países subdcsarrollados no se dan cuenta de que la deflación inter­
nacional de sus prccios en dólares está regida por la falta de liquidez inter­
nacional (escasez de oro y dólares p ara pagar las deudas externas debidas a
los países ricos). Si el dólar tuviera que recu p erar con oro una mínim a parte
de su deu d a externa en euro-dólares, petro-dólares, nipo-dólares, etc. tendría

-2 6 8 -
Dinámica de la ley de la competencia económica

éste que devaluarse, más de dos tercios de su valor, para b ajar sus precios de
exportación y con ello ganar oro y divisas convertibles. Pero com o E stados
unidos no recupera con oro sus dólares del pasivo de su balanza de com ercio
exterior, se perm ite exportar inflación internacional. Así suben los precios en
los países industrializados y bajan los precios de exportación de las m aterias
prim as exportados por los países subdesarrollados. Com o los m ercados n a­
cionales están condicionados por el m ercado mundial y éste regido por el
dolar, los intercam bios m undiales se rigen por la ley del em budo con lo an­
cho del lado de los países ricos y lo estrecho p ara los países pobres.
P ero com o en la naturaleza, la historia y la sociedad nada es eterno, el
reinado del dólar 110 puede d u rar m uchos años. Pues, aunque m oneda-divisa
imperial, el dólar es una m oneda nacional y no universal y, por tanto, som eti­
da a los avalares del devenir económ ico, donde las m onedas de papel no tie­
nen la resistencia y la durabilidad del oro o de o tro equivalente de valor uni­
versal económ ico, relativam ente estable, que tam poco pueden ser m onedas-
cesta o de cuentas internacionales como los D E G (D erechos Especiales del
G iro, del FM I) o el E C U (m oneda-divisa de cuenta, de la C E E ).
El dólar, practicando un imperialism o m onetario, gracias a sus onerosos
privilegios de m oneda im perial en el FM I, ha practicado una política m one­
taria de ruleta con tram pa, a fin de que siem pre gane el banquero norteam e­
ricano. Así, por ejem plo, hasta 1971 desde 1934, el dólar valía 0,SSS m iligra­
mos de oro fino, o sea, 35 dólares-papel por 1 onza "troy" de 31,1 gram os de
m etal aúrco. ¿Cóm o es posible que el oro estuviera tanto tiem po congelado
su precio en dólares siendo un producto del trabajo como el em pleado en
producir accro, cobre, estaño, aluminio, plomo, m aquinarias, automóviles,
productos quím icos y artículos m anufacturados que, desde 1934 hasta 1971,
habían triplicado, más om enos, sus precios internos en Estados U nidos?. No
se cum ple así Id ley del valor de cam bio verdad ero en los intercam bios inter­
nacionales, ni están en igualdad de condiciones de com petencia, en el m erca­
do mundial, todos los países, haciendo que ganen los países ricos lo que
pierden los países pobres, porque las m aterias prim as exportadas por éstos
no suben tanto como los artículos m anufacturados exportados por aquéllos.
D urante los años de la segunda guerra mundial y los prim eros de la pos­
guerra, E stados U nidos era el "taller, el banco y la despensa del mundo": ex­
portaba más cantidad de productos que im portaba, teniendo así, consecuti­
vam ente, una balanza de com ercio exterior favorable. En estas condiciones,
todos los países que tenían déficit con Estados unidos, tenían que enjugarlo
en dólares o, en su defecto, adquirirlos entregando oro a razón de 0,8SS mili­
gram os de este m etal por 1 dólar. A sí las cosas, no siendo gran productor de
oro E stados U nidos se fue quedando con casi todo el oro del m undo y llegó
a acum ular en 1948, en Fort Knox, las dos terceras partes de las reservas aú-
rcas mundiales. Se conseguía con una balanza positiva de com ercio exterior
más oro que producía Sudáfrica en sus minas, gracias a que el dolar estaba
sobrevaluado en oro: el metal más barato de posguerra, justam ente porque

-269-
Economía autogestionaria

E stados unidos era su im portador neto, vendiendo sus productos de exporta­


ción tres o más veces caros en oro que en 1934: año de la devaluación del dó­
lar sobre el oro.
P ero cuando la econom ía norteam ericana comenzó a ser m enos com peti­
tiva en el m ercado mundial, cuando E u ro p a occidental y Japón com enzaron
a desalojar de él a E stados U nidos, iba perdiendo el oro que gano en los
años en que era el banquero, el taller y el granero del m undo. A n te este real
peligro, el presidente Nixon, en 1974, declaró unilatcralm cnte la inconverlibi-
lidad del dólar en oro, precisam ente p orque entonces ya no era E stados U n i­
dos im portador de oro sino exportador a un precio congelado en 1974 res­
pecto de 1934. A l invertirse la com petencia internacional desfavorablem ente
p a ra los norteam ericanos y en beneficio de europeos y japoneses, las reser­
vas aúrcas estadounidenses, hasta un máximo de 24.000 millones de dólares-
oro, declinaron a poco más de 10.000 millones, que tam bién habrían desapa­
recido de no haber decretado en 1974, unilatcralm cnte, la incovertibilidad
del dólar en oro, lo cual le quitaba, en el FM I, su calidad de "gold cxchengc
standard" (talón-oro); pero, a pesar de ello, la divisa norteam ericana suguió
siendo el rey de las m onedas internacionales.
H ubo una época en que los países industrializados, regentados m oneta­
riam ente por E stados U nidos, form aron un "pool' del oro para apoyar al dó­
lar a salir de sus crisis m onetarias m anteniendo, artificialm ente, su paridad
aúrca de 0,888 miligram os de m etal fino, pero cuando esa paridad no se po­
día m antener más tiem po, los países satelizados por el dólar aceptaron, que
para que no subiera dem asiado el precio del oro dejando mal p arad o al dó­
lar, se vendieran las reservas aúrcas del FM I, cosa que se hizo reduciendo el
precio del m etal am arillo m ediante una o ferta aúrca desm edida del FM I,
donde el oro fue sustituido por una m oneda-crédito: el D E G , que no desalo­
jó al dólar, sino que le dio cobertura p ara seguir siendo el dictador m oneta­
rio en el FM I, donde tiene el raro privilegio de vetar las políticas m onetarias
que no convengan a los intereses nacionales y m undiales de Estados U nidos.
A s í , pues, tenem os actualm ente un precio o ficia l del oro en E stados U ni­
dos un poco más elevado, pero no mucho, que en 1971, pero porque este
país no exporta oro, ni lo vende librem ente en su m ercado interno, m ientras
en los m ercados libres de L ondres, París y H ong-Kong, ha alcanzado prccios
de hasta 875 dólares por cada "troy" de 31,1 gramos, o sea, m uchas veces más
que el precio oficial en E stados U nidos. Si no se cum ple la ley del valor ni la
ley de la com petencia económ ica a nivel m undial, para que el dólar siga m an­
dando en todas las m onedas del m undo, E stados unidos tiene injustam ente
una b araja con la que gana y otra con la que no pierde pero perjudicando,
sobre todo, a los países m enos competitivos de Asia, A frica y A m érica L ati­
na, endeudados con préstam os onerosos y usurarios dcscapitalizados por
una relación de intercam bio desfavorable, gracias a los m ecanism os trucados
del dólar y, en m enor grado, de las curo-divisas y el yen.

-270-
Dinámica de la ley de la competencia económica

BIBLIOGRAFIA

SM ITH , A dam .
I a riqueza de las naciones. L os precios del m ercado pu ed en su b ir o d escen d er p o r d eb a jo
de los costos d e p ro d u cción de un bien, acarrean d o así la posibilidad de ganancias o p erd id as
tem p o rales, q u e p u ed en d esap arecer luego, cuando los p recios tiendan a c o rre sp o n d e r a los
co sto s de p ro d u cció n p ero , en situaciones de m onopolio, dice Sm ith:
"La re n ta de la tierra... es n atu ralm en te un precio de m onopolio. I3n nada es p ro p o rcio n al
a lo que el te rra te n ie n te haya gastad o en la m ejo ra de ella, o a lo q u e él p u ed a recibir, siiio a lo
q u e el labriego p u e d e dar". (Ib. T, cap. II).
"U n m o n o p o lio concedido, bien a un individuo o a u n a com pañía, tiene el m ism o efecto
q u e un se cre to com ercial o de fabricación. L os m onopolistas, ten ien d o el m ercado co n tin u a y
escasam en te abastecid o , no satisfaciendo jam ás la dem an d a efectiva, v en d en sus m ercancías
m uy p o r encim a de su p recio n atu ral, elev an d o m ucho sus em olum entos, b ien consistan en s a ­
lario s o en ganancias, p o r encim a de su tipo n atural. El precio de m onopolio es en to d o tiem po
el m ay o r q u e p u ed e o b ten erse. E l precio n atu ral, o precio de lib re com petencia, p o r el c o n tra ­
rio, es el m ás b a jo que p u ed a recibirse, no en to d o tiem po, es v erd ad , p e ro si d u ra n te p e río d o s
considerables". (Ib. I, cap. 7).
T al se ría el caso, en n u estro tiem po, en que los m onopolios establecen el m ayor p recio p o ­
sible p a ra sus p ro d u cto s quím icos, m aquinarias, m aterias prim as, antibióticos, etc. en los p aíses
su b d e sarro llad o s y en sus respectivas m etrópolis; p ero m ás en estos q u e en aquellas, p r o d u ­
cien d o así ganancias ex o rb itantes, p ara el gran capital financiero m ultinacional.

BATLEY, Samuel.
A criticnl dissertatio n on the naturc. m esures, and causes o f valué. "E v id en tem en te —dice
B ailey —, R ica rd o n o concedió suficiente im portancia a esa fuente de v alo r q u e él llam a esca­
sez: ni tu v o m uy en cu en ta que ese era precisam en te el m ism o principio q u e privilegia a los p r o ­
p ie ta rio s d e tie rra s o m inas de fertilidad su p e rio r a la com ún, p ara elev ar el v alo r de ios b ien es
p o r encim a d e.aq u él que h a b ría d ad o la ganancia acostum brada. lie m o s visto que la escasez, o
en o tra s p alab ras la p ro tección en contra de la com petencia, lejos de se r una fu en te insignifi­
can te de v alo r y co n ferirlo sólo a una p a rte m uy p eq u eñ a de la m asa de b ien es que se cam bian a
d iario en el m ercad o (com o R ica rd o h ab ía dicho) es la m ás am plia fuente de valor, y que a ella
d eb e a trib u irse el origen del v alo r de m uchos de los m ás im p o rtan tes artícu lo s de cam bio".
(O b r. cit. p. 229).
S o b re p recio s de m onopolio, en nu estra época, las em presas m ultinacionales los m anipulan
v o lu n taria m e n te en el m undo.

M A R X , Carlos.
T ra b a jo asalariad o v c.-ipit.-il . "El au m en to del n ú m ero de capitalistas —dice M a rx — hace
a u m e n ta r la concurrencia e n tre los capitalistas. El m ayor volum en de los capitales p e rm ite lan­
z a r al cam po de b atalla in dustrial ejércitos o b re ro s p o ten tes, con arm as de gerra gigantescas.
"Sólo v en d ien d o m ás b a ra to p u ed en los capitalistas d e salo jar a o tro s y co n q u ista r sus cap i­
tales. P ara p o d e r v en d e r m ás b a ra to sin arru in arse, tienen q u e p ro d u cir m ás b arato ; es decir,
a u m e n ta r to d o lo posible la fuerza productiva del trab ajo . Y lo que so b re to d o au m en ta esa
fu erza p ro d u ctiv a es una m ayor división del trab ajo , su am pliación en m ayor escala y el cons­
ta n te p erfeccio n am ien to de la m aquinaria. C u an to m ayor es el ejército de o b re ro s e n tre los que
se divide el tra b a jo , cuando m ás gigantesca es la escala en que se aplica la m aquinaria, m ás d is­
m inuye relativ am en te el costo de producción, m ás fecundo se hace el tra b a jo . D e a h í que, en tre
los capitalistas, se d esarro lle una rivalidad en todos los aspectos, p a ra in crem en tar la división
del tra b a jo y la m aq u in aria y explotarlos en la m ayor escala posible". (O b r. cit)

- 271-
Economía autogestionaria

D e acu erd o con M arx, la com petencia capitalista no es só lo e n tre m ercancías, sino e n tre
los h o m b res que com o m ercancías v en d en su fuerza de trab ajo . O o b re ro hace com petencia al
o b rero , ya q u e el capitalista cuenta a su disposición con el ejército sin trab ajo : m illones de d e ­
so cu p ad o s q u e p resio n an los salarios a la baja, si no m o n etaria realm en te en su d ism in u id o p o ­
d e r d e com pra.

LIST, Federico.
Sistem a nacional de econom ía p o lítica. E n el sistem a económ ico de List, la m ás elevada
asociación de los individuos se realiza en el E stado, y la nación está p o r encim a del m undo, de
m odo q u e su eco n o m ía debe se r protegida an te la com petencia m undial hasta que sea suficien­
tem en te fu erte p ara resistirla in tern am en te y d esafiarla ex tern am en te. N o o b sta n te , el nivel de
pro teccio n ism o tiene un lím ite:
"En térm in o s g enerales —dice — cab ría ad m itir qu e cuando no p u ed e p ro sp e ra r una in d u s­
tria con una p ro tección inicial del 40 al 60% , y no logra so sten erse a p esar de la p ro tecció n c o n ­
tin u ad a del 20 al 30% , carece de condiciones fu n d am en tao s p ro p ias de la en erg ía m an u fa c tu re ­
ra". (O b r. cit. p. 296).
A la h o ra de constitución de las nacionalidades, an tes de la m undialización de la econom ía,
F ed erico List p u ed e se r co nsiderado un p ro m o to r de la Z o llv erein (unión a d u a n e ra alem ana),
un p ro teccio n ista de la industria nacional hasta hacerla com petitiva con las m ás desarro llad as
del m undo, un d e fe n so r de la industrialización alem ana, lim itando la libre com petencia e x tra n ­
je ra con d erech o s arancelarios, en el sen tid o a com o lo han hecho los jap o n eses después do la
seg u n d a g u e rra m undial. P ero en nu estra época, el nacionalism o económ ico, la prcvalcncia del
E sta d o y d e la nación so b re |a sociedad y los individuos, d an a la doctrina económ ica de L ist un
cierto m atiz to talitario , m ás bien en el sen tid o de nazism o que de la libertad económ ica.

C A R E Y , Carlos.
P rincipies n f social srie n re Filadelfia, 1858-59. A n tes de que E stad o s U nidos fuera una
gran p o ten cia in d ustrial, C arey recom endaba una cierta dosis de proteccionism o p ara p asar de
la eco n o m ía m o n o p ro d u cto ra de exportación agrícola a una eco n o m ía diversificada:
"1.a actividad d iversificada —e x p re sa — p ro p o rcio n a ocupación a to d o tipo de facultad h u ­
m ana". (...) "al im p edir este desarrollo, se reduce la am plitud de la ocupación y se obliga a p o ­
blaciones en te ra s a dedicarse a a ra ñ a r la tierra, a tra n sp o rta r m ercancías o al cam bio". (O br.
cit. pp. 241-242, Vol. 2).
C arey se d io cu en ta de que un p aís m o n o p ro d u cto r de m aterias prim as recibe poco a cam ­
bio de ellas lo q u e obliga a e x p o rtar m ás en volum en au n q u e se obtenga m enos en precio a con-
cecucncia d e una relación de intercam bio desfavorable, en el m ercado m undial, p ara los países
m o n o p ro d u cto res de m aterias prim as.
P ero el hecho real es que una gran agricultura n o rteam erican a de exportación le p ro cu ró
las divisas p a ra c rear p o ste rio rm en te una gran industria q u e la apoyó, m ecanizó, electrificó y le
p ro cu ró fertilizan tes quím icos a buen precio, en virtu d de lo cual actu alm en te E stad o s U nidos
es un p aís m ás agresivo com crcialm ente en la agricultura q u e en la industria. 1.a A rg en tin a p o r
ejem p lo , tien e esas m ism as posibilidades y las ha d esap ro v ech ad o p a ra te n e r una ag ricu ltu ra y
una in d u stria co m p etitivas in tcrnacionalm cntc, p e ro quizá ello sea deb id o a la form a de p ro ­
p ied ad d e la tierra en base al cultivo extensivo de las "estancias" sem ifeudales o latifundios, que
se o p o n en al d esarro llo de las fuerzas productivas en un cam po arg en tin o agro-industrializado,
p o b lad o de h o m b res ta n to com o de vacas y o v ejas en v irtud de una revolución en la agricultura,
q u e nunca se hizo en A rg en tin a y, a causa de ello p rincipalm ente, esta nación rica se ha ido em ­
pob recien d o .

BA STIA T, Federico.
TTnrmonics écononom iques. E sta es su principal o bra, p e ro escribió m ás en d efen sa del li­
b re cam bio, en co n tra de la peligrosa te o ría del d erech o al tra b a jo o de los talleres nacionales
de L uis B lanc y co n tra ese "m ito decepcionante, esa vana ficción q u e se llam a E stado". D e fe n ­
so r a rd ie n te del libre cam bio, H astial p uede se r así co nsiderado com o la an títesis de List, de

-272-
Dinámica de la ley de la competencia económica

C arey y de o íro s p ro teccionistas que restringen la libre com petencia. C ree B astiat q u e los inter-
ses individuales y los do la hum anidad, considerados en su conjunto, lejos de se r antagónicos se
co m p lem en tan o arm onizan:
” 110 es cierto —ex clam a— q u e las g ran d es leyes p rovidencias inciten a la sociedad al mal".
(O b r. cit. p. 40.).
Sin em b arg o , un m u ndo div idido en clases sociales antagónicas, en p ro p ie ta rio s y p ro le ta ­
riados, en p aíses ricos y p obres, pleno de antagonism os, está lejos de las arm o n ías sociales p r e ­
ten d id as p o r H astial y m ás pro p en so , m ientras no resuelva esas contradicciones, a las g u erras
m undiales y a las g u erras civiles, a las crisis económ icas, que a un m undo en busca de la a rm o ­
n ía o del o p tim ism o in condicionado de B astiat.

M IL L John S tuait.
Principios de economía política, con algunas tic sus aplicaciones a la filosofía social. F ue un
liberal o p u esto a la intervención del E stad o en la vida económ ica. D efen d ió ap asio n ad am en te
la lib re co m p eten cia: "todo lo que lim ita la com petencia es un mal; to d o lo qu e la extiende, es,
en definitiva, un bien".
E stas p alab ras están dichas en su libro-m anifiesto so b re la libertad económ ica y política, ti­
tulado: I a lib erta d .
N o o b sta n te , J. S. Mili fue p a rtid a rio de conceder una especial atención a las industrias in­
cip ien tes b a jo condiciones favorables p ara resistir la com petencia ex terio r desleal. I’ero , en
esencia, J. S. Mili se o p u so a la am pliación de los p o d eres económ icos del E stad o , cu an d o dice:
"El p u eb lo q u e carece del h ábito de la acción esp o n tán ea p o r los intereses colectivos —que
tiene la co stu m b re de m irar hacia su gobierno p ara que le o rd en e lo que tiene que hacer en to ­
das aq u ellas m aterias de in terés com ún —, que esp era que se lo den to d o hecho, excepto a q u e ­
llo q u e p u ed e se r o b je to de sim ple h áb ito o rutina, un p u eb lo así tiene sus facultades a m edio
d esarro llar, su educación es defectuosa en una de sus ram as m ás im portantes". ( Principios de
econom ía- p.935).
E n cierto m o d o la com petencia económ ica de Mili coincide con el fu ncionam iento de un
m ercad o y una producción regidos p o r las asociaciones destin ad as a s u p e ra r el sistem a del tra ­
b ajo asalariad o . Se p o d ría p asar así de la com petencia m ercantil capitalista (el tra b a jo asalaria­
d o y las m ercan cías p erten ecien tes al capital priv ad o o de E stad o ) a una com petencia p erfecta
en q u e los p ro d u cto s se intercam biaran en su ju sto v a lo r-tra b a jo para acab a r a s í con la esp ecu ­
lación cap italista y con la explotación del tra b a jo p o r el capital p riv ad o o de E stado, en una s o ­
ciedad lib ertaria, em ancipada del E stad o y de la p ropiedad p rivada o estatal, sustitu id as p o r la
p ro p ied ad social.

P R O U D H O N , P edro José.
Idea de la revolución en el siplo XIX. E n este libro P ro u d h o n , a diferencia del socialista
L uis Blanc, rechaza el tra b a jo organizado p o r el E stado, anticipándose, en cierto m odo, a lo
q u e su ced ería en la U R S S b ajo un capitalism o de E stado. .Por consiguiente, P rou d h o n afirm a:
"La división del trab ajo , la fuerza colectiva, la com petencia, el cam bio, el crédito, la p ro p ie ­
dad m ism a y la libertad" (...) "he a h í las v erd ad eras fuerzas económ icas económ icas, principios
in alterab les de to d a riqueza, que sin en c a d e n a r el h om bre al hom bre, d ejan al p ro d u c to r la m ás
co m p leta lib ertad , alivian el tra b a jo , lo apasionan, duplicando su p ro d u cto , crean d o e n tre los
h o m bres una solidaridad que no tiene nada de personal y los une con lazos m ucho m ás fu ertes
que to d as las com binaciones sim páticas y que todos los contratos". (O b r. cit. p. 95).
Se d iría que al in tro d u c ir la com petencia, el cam bio y el crédito, P ro u d h o n te n d ría a s í m ás
ten d en cias a un neo-capitalism o que al socialism o. Sin em bargo, el créd ito y el intercam bio p a ­
ra él se realizan en un m ercado de asociaciones y de com unidades libres, d u eñ as de sus m edios
de p roducción, p ro p ias de un socialism o a u to g estio n a rio y no del capitalism o.
P ro u d h o n q u iere que el tra b a ja d o r tenga el d erech o a su p ro d u cto sin que lo ap ro p ie el E s­
tad o com o sucede en la U R SS, m ediante la plusvalía de E stado. P or eso d u ra n te la revolución
de 1848, P ro u d h o n d en u n ció al socialista estatista, L uis Blanc, con esta fracc lapidaria: "El se
creyó q u e era la ab eja de la R evolución, y no era m ás que la cigarra".

- 273-
Economía autogestionaria

E n T a organización del crédito y de la circulación, página 202, P ro u d h o n aclara elo cu en te­


m ente:
"La com unidad es el p rim e r term in o del d esenvolvim iento social, la tesis; la p ro p ied ad , ex­
p resió n co n trad icto ria de la com unidad, constituye el segundo term ino, la antítesis. A h o ra falta
p o r d escu b rir el te rc e r term ino, la síntesis, p ara que tengam os la solución que se tra ta de b u s­
car".
Sin d u d a, el te rc e r term ino, la síntesis, no es un capitalism o de E sta d o al m odo soviético,
sin o u n a sociedad dem ocrática au to g estio n aria que, m ed ian te la p ro p ied ad social y n o p riv ad a
o estatal, cam bie p o r com pleto las estru ctu ras económ icas de dom inación y explotación del
h o m b re en un socialism o libertario.

BLA N C, Luis.
D erech o al trab a jo y d erecho de p ro p ied ad (1848). P reo cu p ad o p o r la desocupación o b re ra
fu n d ó los "talleres nacionales” p ara g aran tizar el d erech o al tra b a jo colocado p o r encim a del
d erech o d e p ro p ied ad . L uis B lane consideraba a la p ro p ied ad y a la com petencia com o d o s m a­
les:
"D em o strem o s —dice al principio del folleto citado —: q u e la com petencia es p a ra el p u e ­
b lo un sistem a d e exterm inación; 2) que la com petencia es p ara la b u rg u esía una causa qu e a c ­
tú a incesan tem en te, d e em p o b recim ien to y de ruina".
L uis B lanc q u e ría hacer del E stad o el b a n q u e ro de los p obres, el fin an ciero de los "talleres
nacionales", p e ro los p ro d u cto s de estos talleres no fu ero n com petitivos y, finalm ente, fuero n
disueltos, luego del 18 de B rum ario de L uis B o n ap arte. P ero la com petencia económ ica en tre
grup o s au to g estio n a rio s es b uena y garantiza el d erech o al tra b a jo la libertad y la p ro sp erid ad .

G U IL L E N , A braham .
El im perialism o del d ó ln r. Bs A ires, 1962. R ecom endam os la lectu ra del cap ítu lo X y la ex­
plicación del c u ad ro so b re "Salarios h o rario s en d istintos países capitalistas”, p a ra d e te rm in a r
el m argen d e co m p etencia internacional, e n tre los p aíses que se d isp u tan el m ercado m undial.
M ien tras, en 1959, el costo total de una h o ra de tra b a jo era de 71 cen tav o s de d ó lar en A le m a ­
nia, 61 en Italia, 78 en In g laterra, ascendía a 2,68 centavos en E E .U U . p a ra o b re ro s de la m ism a
esp ecialid ad ”. E llo explicaría que E E .U U . haya p erd id o m argen de com petencia económ ica in ­
tern acio n al, d eb id o a qu e la tasa de plusvalía es m ás b a ja en N o rteám erica q u e en E u ro p a y en
Ja p ó n .
A h o ra bien las em p resas m ultinacionales n orteam ericanas, im plantadas en to d o el m undo,
ex traen g anancias fu era , q u e p u ed en co m p en sar los escasos beneficios o b ten id o s d e n tro de la
zona del dólar.
P o r o tra p a rte , los m ecanism os m o n etario s internacionales, a fav o r del d ó la r en el F. M . I.,
hacen q u e E stad o s U n id o s tenga una ru leta en la cual siem pre gana y, gracias a esc im perialis­
m o m o n etario , ex p o rta su crisis al m undo en general y, en p articu lar, a L atinoam érica.

M IL T O N Fricdm an.
T ihcrtnd de. eloirir. E dit. G rijalbo. B arcelona, 1980. P artid a rio de la com petencia y la lib er­
tad d e com ercio, del m e n o r intervencionism o económ ico del E stad o , F ricdm an p ropone:
” El p elig ro m ás im p o rtan te p a ra el co nsum idor es el m onopolio, ya sea p riv ad o o estatal,
su p ro tecció n m ás eficaz es la libre com petencia a nivel nacional y la lib ertad de com ercio a n i­
vel m undial. Se p ro teg e el co nsum idor de la explotación a que p u ed a so m e te rle un v en d ed o r,
m ed ian te la existencia del o tro v e n d e d o r a quien p u ed a c o m p rar y q u e está im paciente p o r v e n ­
d erle”. (O b r. cit. p. 20).
Sólo F ricd m an denuncia a los m onopolios de distribución y de producción, p e ro ello es in ­
suficiente si una clase privilegiada conserva el p e o r m onopolio de todos: la p ro p ied ad priv ad a o
estatal, n o estan d o a s í en igualdad de condiciones com petitivas unos h o m b res fre n te a otros.
L a libre co m p eten cia leal, sólo es posible en una eco n o m ía social auto g estio n aria.

-274-
Dinámica de la ley de la competencia económica

G A L B R A IT H , J-K.
El n u ev o E sta d o industrial. E diciones A rici. B arcelona, 1972. El teórico del creciente p o ­
d e r de la tecn o estru ctu ra, considera q u e la econom ía de m ercado va p erd ien d o terren o :
"...mis tesis valen p a ra el m undo de las m ayores sociedades anónim as, sin em bargo, sigue
ex istien d o un m u n d o d o m inado p o r el m ercado. Siguen existiendo, en efecto, cam pesinos inde­
p en d ien tes y ab o g ad o s solos, tin to re ro s y zap atero s rem endones, libreros, m úsicos y h abitacio­
n es am u eb lad as y o cu p ad as p o r poco tiem po. El m ercádo sigue im p eran d o so b re to d o eso: en
ese m u n d o sigue sin se r violada la so b e ran ía del consum idor. Y no hay ninguna línea clara que
se p are esa p a rte de la eco n o m ía del área, m ás reducida, de las grandes anónim as q u e identifico
com o el sistem a in d ustrial. A m edida que au m en ta la dim ensión de la em p resa y el p o d e r a n ó ­
nim o, el m ercad o va ced iendo el te rre n o a la planificación, p e ro la transición es gradual, no
ab ru p ta". (O b r. cit. p. 21).
R e alm e n te G a lb ra ith cree qu e el m ercado d esap arece con la concentración del capital en
g ran d es em p resas que, a su vez, crean condiciones p a ra una eco nom ía planificada p o r los tec-
n ó cratas. A sí, pues, en el O este y en el E ste, con capitalism o priv ad o de m onopolio o capitalis­
m o de E stad o , el co n su m idor y el tra b a ja d o r esta ría n co ndenados a su frir la dictad u ra de los d i­
recto res. Sin em b arg o , estos no han resu elto la arm o n ía económ ica en el E ste, d o n d e hay crisis
d e su b p ro d u cció n y d e d csproporcionalidad de d esarro llo en tre las ram as de producción y de
servicios, lo cual evidencia que la planificación no resuselve n ada científicam ente m ás q u e d a r
un p o d e r o m n ím o d o a los b u ró cra ta s, en las em p resas y en el E stad o total. F re n te a la co n cen ­
tració n de p o d er; q u e es to talitaria en esencia, sólo hay una solución: eco n o m ía au to g estio n ad a
y socialism o d e m ercad o p ara acelerar el crecim iento económ ico y tecnológico, d esaburguesan-
d o y d esb u ro cratizan d o las em presas y el E stad o con la autogestión y el autogobierno.

IIA Y E T , F. A.
T os fu n d am en to s de la libertad F o m en to de C u ltu ra E diciones. V alencia. E sp añ a. 1961.
P recisan d o sus ideas y am plitud de criterio so b re la com petencia, Ila y e t dice:
"La com petencia, so b re la qu e descansa el proceso de selección, d ebe se r en ten d id a en el
m ás am p lio se n tid o e incluye to d o lo que existe e n tre grupos organizados y desorganizados co­
m o la q u e se d a e n tre los individuos. P en sa r en dicha com petencia en co n traste con c o o p e ra ­
ción u organización será equivocar su naturaleza. El em p eñ o p a ra alcanzar cierto s resu ltad o s
m ed ian te la co o p eració n y la organización constituye una p arte in teg ran te de la com petencia
igual q u e lo son los esfu erzo s individuales”. (O b r, cit. p. 101).
Q u iere d ecir q u e la acción individual y la grupal, cooperativa, com unitaria, m utual, de g ru ­
p os h u m an o s au to g estio n arlb s, p u ed en realizar una econom ía com petitiva de colectivos, quizá
con m ás v en ta ja s que las em p resas individuales o privadas, que su p o n e Ila y e t. U n socialism o li­
b e rta rio d e m ercad o colectivo, sin interferencias ya de clases p arasitarias burguesas o b u ro c rá ­
ticas, p o d ría realizar una com petencia económ ica colectiva, leal, v erd ad era, en beneficio de los
tra b a ja d o re s y los consum idores.

-2 7 5 -
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por produclos)_

C A P IT U L O V III

LA LEY DE LOS M ERCADOS DE SAY O LOS


PRODUCTO S SE COMPRAN CON PRODUCTOS

Ln ley de desarrollo desigual y la ley de la división


internacional del trabajo

P ara desm entir la teoría de las crisis económ icas cíclicas, Juan B autista
Say (1767-1832) expuso una supuesta ley de los mercados, según la cual las
m ercancías se crean su propia dem anda, como un m ecanism o económ ico au ­
tom ático inm anente del régim en capitalista.
Si todos los productores —dice Say —fabricaran cada vez más productos,
cada uno de ellos recibiría a cambio de su producción una mayor pro d u c­
ción de los dem ás. En este sentido, no se producirían las crisis económ icas
de sobreproducción relativa, teniendo así el m odo de producción capitalista
una ley inm anente de arm onía económ ica.
Sin em bargo, desde 1S25, cada diez o menos años, se han producido crisis
económ icas cíclicas, que desm ienten la validez científica de la ley de los m er­
cados de J. J. Say. Con la agravante, hasta la gran depresión de 1929-33, de
que la frecuencia de las crisis económ icas iba aum entando, haciendo cada
vez m ás corto el ciclo de prosperidad y depresión en las econom ías capitalis­
tas más desarrolladas de E u ro p a occidental y N orteam érica.
Juan B autista Say, un buen burgués salido de la Revolución francesa de
1789-93, discípulo de A dán Smith, hallaba en el capitalism o m enos contra­
dicciones que su m aestro, p ara justificarlo com o el m ejor y el último sistema
de producción; pero, en este orden de ideas, había que eludir su contradic­
ción más visible: las crisis económ icas. D entro de su optim ism o incondicio-
nado Say se expresa, en estos térm inos, sobre la dinám ica arm oniosa del ré ­
gimen capitalista:
"... que es la producción la que abre una dem anda a los productos" (...).

-2 7 7 -
Economía autogestionaria

"Así, decir que las ventas son bajas, p o rq u e escasea el dinero, es tom ar el
efecto p o r la causa; erro r que procede de la circunstancia de que casi todos
los p roductos se cam bian prim ero p o r dinero, antes de convertirse por últi­
m o en otros productos" (...) "No pued e decirse que las ventas son bajas, p o r­
que el dinero es escaso, sino p o rq u e otros productos lo son" (...). "Vale la p e ­
na observar que un producto, en cuanto se crea, proporciona, desde ese ins­
tante, un m ercado p ara los otros productos, en la m edida íntegra de su
pro p io valor. C uando el fabricante da la últim a m ano a su producto, ansia
venderlo inm ediatam ente, tem iendo que disminuya su valor en sus manos.
N o está m enos ansioso de em plear el dinero que obtenga por él; pues el va­
lor del dinero es tam bién perecedero. P ero la única m anera de desem bara­
zarse del dinero es com prando otro p roducto por él. A sí la m era circunstan­
cia de la creación de un producto abre de inm ediato un m ercado p ara los
dem ás productos" (1).
E n apariencia esta tesis de J. J. Say parece verdadera. Pues nadie quiere
un dinero com o equivalente de la venta de un producto propio, más que a
condición de p rocurarse otro bien distinto, sin em bargo, en el capitalism o las
cosas no suceden tan arm ónicam ente; pues no todos los que tienen dinero
son em presarios, sino rentistas, banqueros, ahorristas, debido a que el capi­
tal y la tierra son p ropiedad privada; a que el salario es el precio de la fuerza
de trab ajo del obrero; a que el capitalista es el propietario de los m edios de
producción, pero no es p roductor sino beneficiario de la plusvalía
Los productos se cam bian por productos; pero, dentro del régim en capi­
talista, cada producto no crea espontáneam ente, como piensa Say, su propia
c ilim itada dem anda. Al producirse la crisis económ ica, la circulación de las
m ercancías se detiene y, con ello, la circulación de su correspondiente valor
en dinero. Si la m ercancía (M ) no se transform a en dinero (D ), deja de rotar
el capital: millones de dólares son detenidos así en form a de m ercancías no
vendidas.

FRAGILIDAD DE LA TEORIA DE SAY

E n oposición al optim ism o de J. J. Say, el econom ista Simón de Sismondi,


pone en d uda el m ecanism o autom ático del equilibrio de los m ercados con
estas palabras:
"G uardém onos —d ic e — de la peligrosa teoría de ese equilibrio (m ercan­
til) que se establece por sí mismo" (...) "Un equilibrio dado, en verdad, a la
larga, es cosa de espantosos sufrimientos".
Esos sufrim ientos, como el alto precio pagado por el equilibrio, suponen
desocupación en m asa de obreros, desperdicio de fuerzas productivas, crisis
económ icas, com o lo dem uestra fehacientem ente la historia económ ica y p o ­
lítica del régim en capitalista.
1 Sav. .1. B. Traite d'economic politiciuc. pp 133-135.

-2 7 8 -
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)_

La teoría del equilibrio espontáneo de los mercados, expuesta por J. J.


Say, es adinám ica; en el m ejor de los casos, sería válida si en todas las ram as
de producción, que realizan intercam bios, la productividad del traba jo fuera
igual en el tiem po; p ero la realidad histórica p ru eb a que es desigual entre
agricultura e industria y en tre las diferentes ram as de la industria. Por tanto,
las tasas de acum ulación del capital son distintas entre unas em presas y
otras, entre unos países y otros, conduciendo todo ello al desequilibrio eco­
nóm ico en el m ercado nacional e internacional.
Las m ercancías nunca se p ueden cam biar en base a valores constantes
estables, sino variables. Pues 100 kilogram os de trigo cuesta una hora de tra ­
bajo en E stados U nidos y más de veinte en las agriculturas m arginales de la
cordillera andina, debido a que la productividad p or agricultor es muy des­
proporcio n ad a entre N orteam érica y L atinoam érica. Si el trigo tuviera el
mismo costo en trabajo, en todos los puntos de la tierra, el precio en trabajo
sería el mismo, pero no sucede así en la práctica. A sí en unos países vale más
y en otros menos, p ero los derechos arancelarios se encargan de establecer
los niveles de precios, p ara elim inar la "com petencia desleal", lo cual 110 faci­
lita la libre circulación com ercial del trigo en el m ercado mundial.
Si las m ercancías se cam biaran en sus justos valores, de acuerdo con sus
costos, sin producción m onopolista ni precios de m onopolio, la teoría de los
m ercados de Say tendría validez económ ica. Sólo en un m ercado socialista
libertario no condicionado por precios estatizados como en la U nión Soviéti­
ca, con autogestión en la base de la producción, se cum pliría la ley objetiva
del valor; la ley espontánea de que unas m ercancías crean el m ercado para
las otras; p ero a condición de que el dinero haga de m edio de cambio y no
sirva p ara acum ular capital privado. E n una econom ía libertaria, en que
com pitieran grupos colectivos en el m ercado, sin intervención m onopolista
del Estado, la o ferta total de productos ten d ría que ser nivelada con la d e ­
m anda sin posibilidad de producirse crisis económ icas como las inherentes
al capitalismo.
E n un m ercado socialista libre, donde com piten las em presas autogesto-
ras industriales, los com binados agro-industriales, los servicios públicos, to ­
do ello d en tro de la autogestión de la econom ía p o r los productores directos,
se produce una ley de arm onía de los m ercados, p ero a condición de que la
p ropied ad colectiva funcione integralm ente, p ara que a nadie le sirva su di­
nero p ara explotar el trabajo ajeno, sino únicam ente como m edio de cambio.
A sí no se guardaría la m oneda p ara hacer ahorro (privado) por el ahorro no
pudiendo convertirlo en capital p ara explotar en su fábrica a un obrero. En
una sociedad libertaria autogestora, el dinero nunca llegaría a un trabajador
y consum idor como salario, sino com o ingreso obtenido en razón de la m a­
yor o m enor eficiencia del colectivo de trabajo al cual perteneciese el trab a ­
jador. A sí las cosas, nunca se adquiriría m oneda más que para deshacerse de
ella en el proceso del consum o, en el m ercado socialista, cam biándola por
bienes y servicios colectivos.

-279-
Economía autogeslionariu

Com o los productores d entro del socialism o de autogestión no tendrían


interés de subirse recíprocam ente los precios, ya que ganarían como vende­
dores lo que p erderían como com pradores, la inflación sistem ática, inheren­
te al capitalism o, se habría superado con el socialismo libertario, en un m er­
cado estabilizado. Ello no significa que los precios fueran siem pre iguales, si­
no que subirían o bajarían de acuerdo con la mayor o m enor productividad
del trabajo en las distintas ram as de producción federadas. Los precios capi­
talistas, inflados m onetariam ente, porque procuran ganancias privadas, no
ten d rían sentido en un m ercado socialista abastecido por em presas autoges-
tionadas. A quí, objetivam ente, los precios deberían bajar en tiem pos o cos­
tos de trabajo, más que en unidades m onetarias; pues la m oneda-trabajo no
sería más que un reflejo cuantitativo de la eficiencia económ ica de la econo­
mía social en su totalidad, de la productividad social del trabajo.
"Los valores de la m ercancía —dice M a rx — están en razón directa del
tiem po de trab ajo invertido en su producción y en razón inversa a la fuerza
productiva del trabajo em pleado".
La arm onía del mercado —como la supone Say con el capitalism o, régi­
men de clases co n trad icto rio — no se cum ple debido a sus contradicciones c
intereses (privados) antagónicos. Sólo en el socialismo de autogestión -puede
cum plirse una ley inm anente de arm onía de los m ercados, en virtud de la
cual unas m ercancías se crean la dem anda p ara las otras, pero a condición
de que ellas no sean propiedad de intereses privados, sino el producto de
grupos colectivos, com pitiendo librem ente en el m ercado socialista. Ello sin
socialismo burocrático, sin planificación centralizada, sin E stado totalitario,
con dcm ogracia directa de autogobierno, con dem ocracia asociativa, con
propiedad social de los m edios de producción de cambio, con planificación
económ ica y libertad m ediante un socialismo que integre las federaciones de
producción y de servicios en un C onsejo N acional o Social de la E conom ía
que, en cierto m odo, con la inform ática, sería un autogobierno de las cosas,
funcionando con una m ínim a burocracia en las em presas y en la auto-adm i­
nistración.

LA LEY DE DESARROLLO DESIGUAL

En L atinoam érica, a causa de su atraso económ ico, tanto en la agricultu­


ra com o en la industria, así com o la escasa autom atización de los servicios,
como el trab ajo rural es más m uscular que m ecánico y como las industrias
chicas no se autom atizan, se gasta poco o nada en investigación básica, tanto
por p arte de las em presas industriales com o por el Estado.
H acia 1970, todavía en L atinoam érica había 41 millones de analfabetos,
especialm ente en los sectores m enos subdcsarrollados de la econom ía: la
agricultura latifundista o m inifundista; am bas de muy escasa productividad
por cetárea y agricultor ocupado, cultivando la tierra un poco más progresi­
vam ente que en la E dad M edia europea.

-280-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)_

E n 1970, lodos los presupuestos de educación en los países latinoam eri­


canos ascendieron aproxim adam ente, según el PIB, a u$s 4.000 millones,
más o menos, el 3,4% del producto interno bruto (PIB), tanto como el 20%
de los gastos de los gobiernos. Con ese presupuesto no se puede com batir el
analfabetism o en A m erica Latina, pues debido á la explosión de su pobla­
ción, aum entaron las m atrículas del sector educativo prim ario 25 a 41 m illo­
nes de niños, en tre 1960 y 1970. Por otra parte, el núm ero de estudiantes de
5 a 14 años crccc a ritm o acelerado, planteándose la necesidad de construir
más escuelas; p ero los gobiernos, condicionados por la inflación y la buro-
cratización, no hacen inversiones im portantes en el sector educativo, sino
más bien en la defensa p ara reprim ir el descontento popular en L atinoam é­
rica.
¿Q ué pensar de un subcontinente, como el latinoam ericano, que sólo in­
vertía en educación u$s 4.000 millones, en 1970, cuando la em presa nortea­
m ericana Lockheed A ircrafl, gastaba en investigación casi tanto como todos
los presupuestos educativos de los países latinoam ericanos?
E stados U nidos, no sólo dom ina las econom ías latinoam ericanas por su-
poderío económ ico, com ercial y financiero, sino por su técnica más avanza­
da ya que siem pre se exporta o invierte en el extranjero una tecnología de
punta. Pues la exportación de capital extranjero, despojada de su fetichismo
m onetario, es exportación de m aquinarias, fórm ulas, m étodos, patentes, téc­
nicas que no tienen los países atrasados.
H acia 1985, los países de gran desarrollo económ ico y tecnológico inver­
tían en investigaciones básicas sobre su PIB el 2,8% E stados U nidos, 2,3%
Francia, 2,6% A lem ania, 2,2% Inglaterra; pero solam ente, el 0,3% A m érica
Latina. En 1985, E stados U nidos destinaba a investigación básica aproxim a­
dam ente, u$s 110.700 millones, contra unos u$s 3.000 o 4.000 millones A m é­
rica Latina. Ello explicaría que hasta un país com o A rgentina estuviera p a ­
gando, en 1972, unos u$s 150 millones por el uso de patentes, marcas, licen­
cias y tecnología im portada. Sin em bargo, A rgentina contaba con tantos
estudiantes a nivel universitario como Inglaterra; pero no producen, una vez
recibidos en sus carreras, tecnología c invención; pues las em presas argenti­
nas son chicas y las más grandes, las más m odernas, instaladas por el capital
extranjero, im portan su tecnología de la casa matriz. M ientras no se cree una
gran industria latinoam ericana, la dependencia tecnológica es consecuencia
de una estructura económ ica atrasada y aquilosada. En el sentido de que las
clases sociales antagónicas, las form as de propiedad antieconóm icas, el ra ­
quitism o económ ico de las pequeñas naciones, se oponen a la creación de
una poderoso industria, una agricultura m oderna de elevada productividad
por hom bre y hectárea, debido a que los pequeños m ercados, con escasos
millones de habitantes, no perm iten constituir em presas de grandes dim en­
siones económ icas com o las existentes en los países industrializados: USA,
C E E y Japón.
L a ley de desarrollo desigual económ ico y tecnológico de p a ís a p a ís y de
continente a continente, el desarrollo avanzado y atrasado de unas regiones

-2 8 1 -
Economía autogestionaría

respecto de otras en un mismo país, crea, con capitalism o privado o de E sta ­


do, problem as o contradicciones que hay que ten er en cuenta en una econo­
m ía capitalista com o en una econom ía autogestionaria. Así, por ejem plo, la
región industrializada de Leningrado y las regiones siberianas subdesarrolla-
das, no tienen los mismos niveles de vida, de productividad del trabajo y de
desarrollo global. Ello indicaría que hay"socialistas ricos", en Leningrado y
M oscú, y "socialistas pobres", en Siberia y otras repúblicas subdesarrolladas
de la U nión Soviética. E n el mismo orden de ideas, Francia, A lem ania, Italia
y E spaña, por no citar otros países, tienen regiones más desarrolladas que
otras, donde, si se estableciera el socialismo, sería muy difícil dar a sus habi­
tantes el mismo nivel de vida y de cultura, de bienestar y productividad, a
causa de su desarrollo regional desigual, m ientras éste no sea superado con
el desarrollo arm ónico de la econom ía socialista.
E n tre las grandes potencias industrializadas tam bién rige la ley de desa­
rrollo económ ico y tecnológico desigual en el curso de la historia: E spaña
dom inó el siglo XVI; G ran Bretaña, el X V II y X VIII, pero con Francia; A le­
m ania se constituyó en prim era potencia en los finales y prim eros años de los
siglos X IX y XX, entre la prim era y la segunda guerra m undiales. E stados
U nidos y la U nión Soviética son los "Dos G randes", luego de la segunda gue­
rra m undial. Y m añana, quizá no muy tarde, China y Jap ó n desplazarán el
eje de la historia universal desde E u ro p a occidental y N orteam érica hacia el
A sia y el Pacífico, en el Extrem o O riente, o bien puede ap arecer com o una
de las prim eras potencias del siglo XXI, A m érica Latina.
E n el desarrollo de las fu e rza s productivas y el avance de las tecnologías
nada perm anece congelado, sino que la ley de desarrollo desigual económ i­
co y tecnológico explica m ejor los conflictos en tre las clases y en tre las nacio­
nes, que volum inosos tratados de historia descriptiva o retórica. E n este sen­
tido, la explosión de la población en los países afro-asiáticos vendría a cues­
tionar, en los finales del siglo X X, el pod er hegem ónico o im perialista de la
U RSS y de U SA , cuando la superpoblación de esos países atrasados co­
m ience a chocar con la política im perial de los países adelantados.
E n tre las grandes potencias militares, industriales, m ercantiles, financie­
ras y tecnológicas hay, tam bién, un m arcado desarrollo desigual del poder
económ ico y estratégico. Así, por ejem plo, la R usia atrasada de los zares se
ha convertido en la gran potencia mundial, que vendría a reproducir contra
U SA el antagonism o entre P ersia y G recia, pero si a E u ro p a occidental se
suma el p o d er económ ico y estratégico de E stados U nidos, y quizá el gran
po d er dem ográfico de China, Rusia, por más que reproduzca el P o d er de
Persia, en el viejo m undo, si estallara una tercera guerra mundial, quizá ten ­
dría probabilidades de ser d erro tad a por una gran coalición de naciones
opuestas al hegem onism o soviético, tan dispares como el capitalism o m ulti­
nacional euro-occidental y norteam ericano unido al com unism o chino. Ello
indicaría que las naciones, en su supervivencia y alianzas estratégicas, no tie­
nen m oral, sino sólo intereses afines económ icos y estratégicos.

- 2 8 2 -
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por produetos)_

El m undo no es siem pre igual a sí mismo ni tam poco una nación por más
que quiera congelarse: el devenir dialéctico hace cam biar a las naciones y a
las civilizaciones, quieran o no quieran hacerlo con políticas inmovilistas.
Así, p o r ejem plo, Francia era en 1871 la segunda potencia com ercial y fi­
nanciera en el m undo, inm ediatam ente después de Inglaterra, pero en vís­
peras de la prim era g u erra mundial pasó a ocupar el cuarto lugar después de
Inglaterra, A lem ania y E stados U nidos. E n 1938, Francia figuraba en el
quinto puesto, ya que el C anadá la había sobrepasado en el com ercio m un­
dial. E n consecuencia, la ley de desarrollo económ ico y tecnológico desigual
de país a país determ ina los cam bios operados entre las grandes potencias
entre sí y en tre éstas y los países subdesarrollados, así como entre los países
dichos socialistas. E llo evidencia que esta ley es una de las leyes más genera­
les de nuestra época p ara explicarse las contradicciones universales, regiona­
les, nacionales y locales.
Los países industrializados, que parecían muy hom ogéneos entre sí, no
lo son en la realidad en razón de la ley de desarrollo desigual económ ico y
tecnológico existente en tre E stados U nidos, Japón, A lem ania, Francia y
G ran B retaña, y en tre las grandes regiones continentales del m undo: bloque
soviético, E stados U nidos, Com unidad E uropea, China continental y Japón.
E n este sentido, los países industrializados líderes del com ercio mundial
exportan bienes y servicios conteniendo fuerte intensidad de trabajo califica­
do y de capital de alta tecnología, a fin d e 'q u e los países subdesarrollados,
por más b arato que sea su trabajo p ara reducir costos y aum entar su com pc-
titividad com ercial internacional, no puedan hacerlo en las industrias de
punta: inform ática, aéreo-espacial, ingeniería genética, robótica, m etalogra­
fía, arm am entos sofisticados, m áquinas de control num érico, plantas indus­
triales muy autom atizadas. E n estas exportaciones de vanguardia, los países
industrializados no tienen com petencia posible p or p arte de los países de
m ediano desarrollo tecnológico y económ ico o tecnológicam ente subdesa-
rrollados. A sí las cosas, se produce uninteream biodesigual entre países ad e­
lantados y atrasados: los prim eros exportan más patentes y tecnología de
punta que im portan; los segundos, im portan más que exportan ciencia y tec­
nología.
Francia, p o r ejem plo, que da la sensación de ser una potencia científica,
económ ica y tecnológica, es un país deficitario en patentes y equipos indus­
triales de tecnología avanzada: va dclrás de E stados U nidos, Jap ó n y A le­
m ania occidental; pero, de otra parte, tiene balanza superavitaria con la
U nión Soviética. P ero respecto de la que fuera poderosa Inglaterra, finan­
ciera y com ercialm ente, Francia, en 1986, tenía un producto interno bruto
(PIB) de 737.600 millones de ecus, contra 536.000 millones aquella; o sea que
los británicos, en virtud del E stad o -p ro tecto r se han em pobrecido a fuerza
de im puestos, si bien Francia, con el gobierno socialista de M itterrand, ha
seguido, en cierto modo, los lincam ientos económ icos-financieros del E sta­
do-pro tecto r británico.

-283-
Economía autogesfionaria

A m edida que el E slad o es m ás caro (sin devolver a la sociedad los im ­


puestos en form a de inversiones productivas, gastando el presupuesto guber­
nam ental en sueldos burocráticos y gastos im productivos), un país se va em ­
pobreciendo tcndcncialm cnte a causa de su gobierno caro y malo. E n este
orden de ideas, el Japón, siendo tan burgués su régim en económ ico como el
de E stados U nidos, A lem ania, Inglaterra y Francia, está m enos burocratiza-
do y, por tanto, invierte más, apoyando su com ercio exterior más que los p a í­
ses industrializados occidentales. A sí las cosas, el Japón, que a la term ina­
ción de la segunda guerra m undial, quedó reducido a una segunda potencia
económ ica, sin gastar ahora casi nada en rearm e y ejército, inviniendo m u­
cho en desarrollo económ ico y tecnológico, ha duplicado el PIB de Francia,
acercándose al de la URSS, aunque el espacio japonés es m enor que el de
Francia y m uchas veces más chico que el de la U nión Soviética.
Así, pues, el E stado cuanto más le quita a la Sociedad en form a de im ­
puestos, de em préstitos, de emisión de m oneda insolvente, más extiende la
crisis económ ica y social y, por tanto, llega un m om ento en que el E stado d e­
b e ser d erro cad o y sustituido por un autogobierno, capaz de desarrollar una
econom ía libertaria, con plena ocupación laboral, desaburgucsada y desbu-
rocratizada, único m edio de superar las crisis económ icas inherentes al siste­
ma de capitalism o privado o de E stado (socialismo burocrático), que con su
enorm e carga parasitaria de funcionarios, jerarquías, rentas parasitarias,
inercia el desarrollo económ ico, cultural y tecnológico de los pueblos. Todo
ello es válido p ara el O este (burguesía) y p ara el Este (burocracia): dos fo r­
mas ya anacrónicas del capitalismo: en el prim er caso, disfrazado de dem o­
cracia representativa: en el segundo, de falso socialismo.
Y decim os dos form as anacrónicas de régim en socio-económ ico porque
am bas están ya incrciando más que desarrollando las fuerzas productivas,
debido a que el m o d o de producción se ha anquilosado por exceso de consu­
m o im productivo o de lujo de las burgesías occidentales o de las burocracias
orientales; p orque se está d errochando en gastos de arm am entos, todos los
años, en el este y el O este, el capital noble que desenvolvería la econom ía de
paz, con abundancia de bienes y servicios sociales y públicos, capaz de crear
las condiciones técnicas y socio-económ icas p ara la instauración de un socia­
lismo libertario. Pero es que el im perialism o y el hegem onism o se em peñan
en p erp etu ar una econom ía de escasez a fin de evitar el advenim iento de una
sociedad igualitaria, autogestionaria, libertaria.
En este orden de ideas, el m o d o de producción capitalista tradicional
(O este) y el m o d o de producción estatista (E ste) son, en esencia, el mismo
capitalism o; am bos están superados en nuestra época planetaria que rechaza
la existencia de la N ación-im perial, con perm anentes gastos arm am entistas,
con tensas luchas de clases dentro de cada Nación, con crisis económ ica sis­
tèm ica y acumulativa; contradicciones que determ inan dialécticam ente las
guerras m undiales, nacionales y la revoluciones sociales, sin ser posible así
superar la alienación del hom bre en la sociedad de clases antagónicas.

- 284-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)_

Por o tra parte, los m odos de producción burgués o burocrático, de capi­


talismo privado o de E stado, no superan las contradicciones inherentes a la
ley de desarrollo económ ico y tecnológico desigual de país a país, ni tam po­
co dentro de su propio país; ya que hay desarrollo desigual entre la ciudad y
el cam po, en tre agricultura c industria, con desigualdad muy pronunciada
entre trab ajo m anual e intelectual. A sí lá em presa antagónica, que contiene
la lucha de clases tanto en el O este com o en el Este, no puede alcanzar una
econom ía de progreso continuado, de participación plena de los trab ajad o ­
res en sus em presas y de los ciudadanos en el autogobierno. A dem ás en cada
ram a de producción o de servicio sociales y públicos hay em presas avanza­
das, con alta productividad y com pctitividad, y em presas atrasadas que, sin
fusionarlas en la ram a de industria, sin hacer las com pensaciones transito­
rias, no podrían subsistir com petitivam ente ni en una sociedad socialista de
m ercado ni en el m ercado capitalista, como consecuencia de la ley de desa­
rrollo económ ico y tecnológico desigual dentro de una misma ram a de p ro ­
ducción.
Al pasar de un m odo de producción obsoleto a un m odo de producción
revolucionario, nuevo respeto de lo viejo, autogestionario con relación a un
sistem a económ ico de clase o totalitario, hay que ser más inteligentes, más
científicos, para crear un nuevo régim en que para seguir la rutina del sistema
económ ico y social tradicional. Pues p ara continuar la tradición basta con
seguir la costum bre sin necesidad de pensar, im aginar y crear algo nuevo. En
cambio, en el nuevo régimen (si es autogestionario en econom ía, política,
cultura, ciencia, justicia, inform ación y en todos los dominios de la vida hu­
m ana), habrá que ensayar y rectificar doctrina, leyes económ icas y sociológi­
cas, tratan d o de ap ren d er del e rro r tanto como de la verdad. U n saber que
se quiera total siem pre es totalitario, por más científico y lógico que se crea:
nada ni nadie puede explicar el pasado, el presente y el futuro con la infalibi­
lidad de un D ios, ya que estaríam os así más cerca de la teología que de la
ciencia por la experiencia hum ana, por la prueba histórica donde el sa­
ber tiene que verificarse, sin excepción p ara ninguna ideología, ciencia o filo­
sofía.
E n los prim eros tiem pos de un nuevo régim en de democracia libertaria,
de econom ía autogestionaria, habrá que tener muy en cuenta la prueba y el
error, la experiencia histórica; p ara no ideologizar el saber, para no caer en
dogm as más cerca de la m etafísica que de la realidad cotidiana. En este o r­
den de ideas experim entales, de verificación de program as y de resultados de
planes, los autogestores tendrán que ser muy autocríticos, pensando que lo
que ayer era positivo m añana puede ser negativo, ya que habría cam bios
cuantitativos, hacia adelante o hacia atrás, lo cual d eterm inaría cam bios cua­
litativos. A h o ra bien, no es conveniente que esos cambios cuantitativos sean
hacia atrás, ya que podrían provocar descontento popular por ir em peoran­
do los niveles de vida, de ciencia y de cultura, pudiendo provocarse así revo­
luciones contra un p o d er dogm ático constituido como en H ungría (1956),

-285-
Economía autogestionaria

C hecoslovaquia (196S), Polonia (1980-S1), lo cual indicaría que la b u ro cra­


cia dom inante es una clase tan opresora y explotadora com o la burguesía. Si
los cam bios cuantitativos de más riqueza, más cultura, más ocio, más bienes­
tar, se dan hacia adelante se p o d ría alcanzar, sin caer en la utopía, el com u­
nism o libertario, m ediante un progreso continuado, ascendente, estim ulando
la participación plena del pueblo a todos los niveles de decisión económ ica,
política, social cultural, científica, técnica, de inform ación y form ación d e ­
m ocrática, todo ello al servicio del pueblo.

POBRES Y RICOS EN EL M U N DO

C uando hablam os del m undo como sujeto único pareciera que constituye
una entidad hom ogénea en todos sus aspectos geográficos, económ icos, d e ­
m ográficos y otras connotaciones; pero el m undo, de país a país y de conti­
nente a continente, no es el mismo sino muy diferente. Así, por ejem plo, la
India y la China reúnen, aproxim adam ente, el 38% de la población m undial,
pero sólo representan, más o menos, el 5% del producto interno m undial.
En cam bio, E stados U nidos, con el 5% de la población del m undo posee el
27% del p roducto m undial. Y por nacer en E stados U nidos, y no en la India
o en Bolivia, uno pued e aspirar a vivir una m edia de 72, contra 52 y 55 años,
poseyendo una renta por habitante unas cuarenta veces más como norteam e­
ricano que com o hindú. H e ahí el m undo en que vivimos: unos muy ricos;
otros, muy pobres. E n consecuencia la contradicción entre países subdesa-
rrollados e industrializados es quizá más inconciliable que entre los países
de los bloques militares opuestos de la O TA N y del pacto de Varsovia.
H ay unos 600 millones de personas que sufren el azote del ham bre en el
m undo, m ejor dicho, en ios países con agricultura de subsistencia, con es­
caso equipo m ecánico agrícola, con reducido consum o de fertilizantes quí­
micos, ya que los abonos orgánicos son insuficientes como para fertilizar las
tierras de países atrasados científica y tecnológicam ente.
A sí las cosas, la producción agrícola adicional, en el T ercer M undo, para
p o d er alim entar a la población creciente, que en poco más de 30 años se du­
plica particularm ente en A frica y A m érica Latina, prácticam ente aum enta
más que el increm ento anual de la producción creándose así un m atlhusia-
nism o económ ico, no por causa del acrccentam niento dem ográfico, sino del
subdesarrollo económ ico y tecnológico. Pues, al contrario, en la E u ro p a in­
dustrializada y N orteam érica debido al avance tecnológico en la agricultura,
se producen alim entos, no sólo p ara el consum o nacional, sino para cubrir
las exportaciones m undiales en gran parte. Com o los países afro-asiáticos y
latinoam ericanos poseen las m ayores extensiones geográficas, cabe suponer
que el ham bre es inherente, más que a la explosión de la población, al atraso
económ ico y tecnológico de sus agriculturas.
L a riqueza y la miseria están muy mal repartidas: el T ercer M undo, con

-286-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)_

los dos tercios de la población m undial, tiene de 10 a 12 veces m enos p ro ­


ducto interno bruto (PIB) que los países industrializados. Y a consecuencia
del subdesarrollo económ ico, que es atraso tecnológico, la población es m u­
cha en los países afro-asiáticos y latinoam ericanos.

A G R IC U L T U R A C O M P A R A D A D E LOS PAISES
PO B R E S Y R IC O S
D alos com parados i'aíses Faíses
subdesarroüados industrializados
% de la población m u n d ia l........ ............... 67 33
% de la producción agrícola . . . . ............... 38 62
Producción por agricultor en
d ó la r e s ............................................. ............... 550 5.200
T ierra cultivada por trabajador
(hectáreas) .................................... ............... 1,3 8,9
Fertilizantes utilizados (Kgs.
por lía . de tierra cultivada) . . . . ............... 9 40
Consum o de calorías por
h a b ita n te ........................................ ............... 2.180 3,3.15
FUENTE: FA O . R om a, 19S1

A la luz de las cifras es evidente que en los países subdesarroüados, con


los dos la c io s de la población m undial apenas producen po co m ás de un ler­
d o de la producción agrícola del m undo. Y que el prom edio de producción
agrícola p o r agricultor es una diez veces menos en los países afro-asiáticos y
latinoam ericanos que en E u ro p a y N orteam érica, no porque las tierras de
estos países sean m enos feraces naturalm ente, sino porque éstos sólo utilizan
un prom edio de 9 kilogramos de fertilizantes p o r hectárea, contra 40 los p aí­
ses industrializados.
P ero lo grave en cuanto a los fertilizantes quím icos es que en A frica, Asia
y A m érica L atina hay que im portarlos, en buena parte, y los que se producen
en estas regiones están en m anos de em presas m ultinacionales que los ven­
den a un precio superior que en los países m etropolitanos de estas em presas.
E n estas condiciones, las tierras no pueden ser bien abonadas y sus rendi­
m ientos p o r hectárea son muy bajos, lo cual obliga a em plear la m ayor parte
do la población activa en la agricultura, pero produciendo escasam ente para
autoabastcccr a la familia cam pesina y d ejar un pequeño rem anente para co­
m ercialización en las ciudades o muy poco p ara exportación, en países muy
subdesarrollados.
E s increíble, pero es verdad, que E stados U nidos, contando con más de
4.000.000 de tractores y cerca de 1.000.000 de cosechadoras mecánicas, con­
sum iendo dos o tres veces más fertilizantes quím icos que A m érica Latina,
produce varias veces más trigo, Soja y maíz que todos los países latinoam eri­
canos juntos, em pleando, solam ente, el 3% de supoblación activa: más o m e­
nos unos tres millones de trab ajad o res agrícolas norteam ericanos.

-2 8 7 -
Economía autoges.Uonaria

P o r inverosímil que parezca, M éxico, al lado de E stados U nidos, viene


ocupando dos o tres veces más población en el cam po que este país, lo cual
dem uestra la gran brecha tecnológica, de productividad por trabajador en­
tre la agricultura m exicana y la norteam ericana. P ero con la agravante para
M éxico de que duplica supoblación en unos 25 años, contra poco unos de
100 en E stados U nidos. E n este sentido, es explicable que una gran corriente
de em igración m exicana se vaya infiltrando, todos los años, hacia E stados
U nidos. D e esta m anera, casi im perceptible, con la m esa escasa y la cam a
pródiga en nacim ientos de niños, M éxico vuelve a recuperar, a la larga, los
E stados de Texas, California, Nuevo M éxico, C olorado que perdiera en la
guerra de 1S4S, según el tratad o de G uadalupe H idalgo.
U n a A m érica L atina subdcsarrollada, con un aum ento anual de 2,6% de
población, que duplica su población en unos treinta años y una N orteam éri­
ca rica, que necesita unos 100 para hacerlo, tienen que ser muy antagónicas a
corto y m ediano plazo. Y a H e g e l, en su F ilo sofía de la historia, cuando
trata la diferencia entre las dos A m éricas:una, rica; otra pobre; una protestan­
te; otra católica; una de terratenientes; otra, de granjeros-, creía que chocarían
en el siglo XX, y que ello constituiría uno de los grandes dram as de la histo­
ria universal. Por nuestra p arte estim am os que cuando M éxico, en el año
2000, tenga unos 125 millones de habitantes, pueda ser más problem a para
E stados U nidos que la U nión Soviética, y no digamos que ello se agrava m u­
cho más al alcanzar la A m érica Latina unos 600 millones de habitantes en el
año 2000, frente a unos 300 millones en A m érica del N orte: ricos, acreedores
de una pesada deuda pública externa latinoam ericana que no se puede p a­
gar ya ni sus elevados intereses. Así, pues, es muy posible que en lo que que­
da del siglo X X y com ienzos del siglo X X I el conflicto URSS-U SA puede
ser m enos antagónico que el conflicto en tre las dos A m éricas, según la dia­
léctica de la historia, que se busca su teatro de acontecim ientos donde hay
más y no m enos contradicciones.

LA LEY DE LA DIVISION INTERNACIONAL DEL


TRABAJO

La producción capitalista se desarrolla siguiendo la ley de los gases: tien­


de a ocupar cada vez más espacio económ ico en el m ercado m undial, me­
diante el com ercio, los créditos y em préstitos, las radicaciones directas de
capital, llevando así el capitalism o a todas partes.
E l capitalism o no puede funcionar sin que los m ercados sigan dilatándo­
se, la dem anda creciendo y los beneficios aum entando. E n este sentido,
cuando el m ercado de un gran país industrial com ienza a estar saturado de
capital, m ercancías y excedentes en dinero baja la tasa de ganancia en fo rm a
tendencial. P ara co n trarrestar este factor indeseable, los capitalistas de los
países industrializados tratan de exportar sus m ercaderías, dinero y equipos

-288-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)_

de capital sobrantes a los países m enos desarrollados, donde la tasa de ga­


nancia es m ás elevada.
La burguesía de los países industrializados im prim e a su capitalism o d e ­
sarrollado un carácter cosm opolita, pero sólo en apariencia ya que si la p ro ­
ducción capitalista tiende a ser mundial la apropiación del excedente econó­
mico (plusvalía) se realiza en beneficio de las grandes potencias industriales
com o E stados U nidos, E u ro p a occidental y Japón. Se crea así una grave
contradicción económ ica, social y política entre los países pobres y los países
ricos, revistiendo ello una nueva form a de la lucha de clases determ inante de
los movim ientos nacionales o regionales de liberación anti-im perialista.
Com o el capital excedente en las naciones industrializadas fluye hacia las
naciones atrasadas en busca de la máxima tasa de ganancia, se produce así
una división internacional del trabajo de tipo neo-colonial sobre la base de la
dependencia económ ica, del monocultivo en las econom ías nacionales sub-
dcsarrolladas. P or ejem plo, el capital extranjero ávido de obtener el máximo
beneficio se invierte en los sectores económ icos mas rentables. E n el Caribe
y C cntroam érica, las em presas norteam ericanas han copado la m inería es­
tratégica, las plantaciones de caña de azúcar y de bananas; en V enezuela, el
p etróleo y la m inería ferrosa; en Chile, el cobre y el nitrato; en la A rgentina,
la industria de la carne, el com ercio de exportación de granos y oleaginosos;
pero actualm ente, la gran industria capitalista, altam ente concentrada en las
em presas m ultinacionales, ha entrado a m onopolizar en el T ercer M undo las
industrias de vanguardia: petroquím icas, automóviles, electro-dom ésticos,
electrónica, plásticos, etc. donde consigue muy elevadas tasas de beneficio.
Al especializar a cada país subdcsarrollado en la producción de uno, dos,
o tres productos básicos de exportación, el imperialismo económ ico crea con
esa división internacional del trabajo una relación de dependencia neo-colo­
nial entre los países industrializados y los países atrasados. Tal sería la rela­
ción entre A m érica L atina y E stados U nidos, potencia dom inante en las eco­
nom ías latinoam ericanas, lo cual le perm ite, a su vez, condicionar las políti­
cas, la diplom acia y la estrategia en veinte "rcpubliquctas" desunidas que no
valen una nación poderosa: E stados U nidos, con seis o siete veces más renta
absoluta que A m érica Latina. Ello da una idea del subdesarrollo económ ico
desigual en tre L atinoam érica y N orteam érica, en la década de 1980-90 y la
proyección hacia el año 2000 y com ienzos del siglo XXI.
G racias a su mayor potencial económ ico, industrial, financiero y a su
gran desarrollo tecnológico, E stados U nidos va dom inando las econom ías
nacionales débiles, neo-coloniales, de los países latinoam ericanos som etién­
dolos a la ley de la división internacional del trabajo, que especializa en p ro ­
veedores de m aterias prim as a estos países, para la gran industria norteam e­
ricana. E n 1968, por ejem plo, A m érica L atina realizó exportaciones totales
por valor de u$s 11.500 millones, de los cuales u$s 4.608 millones en pro d u c­
tos alimenticios, anim ales vivos, bebidas y tabaco; u$s 2.079 millones en m a­
terias prim as, grasas, aceites vegetales y animales; u$s 2.820 millones en

-2 8 9 -
Economía autogeslionaria

com bustibles, lubricantes y productos análogos; uSs 235 millones en pro d u c­


tos quím icos; u$s 160 millones en m aquinarias, equipos y m edios de tran s­
porte; y u$s 1.628 millones en artículos m anufacturados en general. E viden­
tem ente, A m erica L atina es uiia región proveedora de productos prim arios
agrícolas, forestales, m inerales, pesqueros y, escasam ente, de m aquinaria y
artículos m anufacturados, que no produce sustancialm ente.
E stados U nidos, p o r el contrario, de un total de u$s 34.200 millones de
exportaciones en 196S, los alim entos y m aterias primas, sólo representaron
u$s 4.540 y u$s 3.770, respectivam ente, siendo la m aquinaria, los productos
quím icos y los artículos m anufacturados la m ayor p arte de su com ercio de
exportación.
E n algunos países latinoam ericanos un solo producto de monocultivo re ­
presenta la mayor p arte de su com ercio de exportación: el cobre 70% , en
Chile; el café, 68% y 53%, en Colom bia y Brasil respectivam ente; el estaño
71% en Bolivia; el petróleo, más del 90% en Venezuela; las carnes, los gra­
nos, las lanas, los cueros y los oleaginosos, más del 80% en la A rgentina. En
estas condiciones de monocultivo económ ico, la colonización financiera, co­
m ercial e industrial, puede sustituir, con ventaja, a la antigua colonización
bajo b an d era ¿No p lantea ello una segunda independencia de A m érica L ati­
na frente al imperialismo del dólar com o en el siglo XIX, frente al colonialis­
mo europeo?
La colonización económ ica puede ser tan onerosa para un país como bajo
colonia de otro. P or ejem plo, en 1933, en virtud del Pacto R oca-R uncim an,
la A rgentina era, en cierto modo, una sem i-colonia de Inglaterra, ya que en
virtud de ese convenio com ercial este país se reservaba el "derecho de distri­
buir el 85% de la exportación de carne argentina" en el m ercado británico
dejando un 15% para los frigoríficos argentinos, principalm ente el M unici­
pal de B uenos A ires y el de Gualcguaychú. Por otra parte, el "cartel" de los
frigoríficos británicos y norteam ericanos, im plantados en la A rgentina, ha­
bían acap arad o el tran sp o rte m arítim o refrigerado de las carnes rioplatences
al m ercado de Smtihfield (L ondres). Todavía, increíblem ente, las carnes de
exportación argentinas se exportaban en consignación a la G ran B retaña, no
a precios FOB, que es lo corriente en las prácticas del com ercio internacio­
nal. E n estas condiciones neo-coloniales, los precios de las carnes argentinas
son determ inados por la "ley de la oferta y la demanda", pero en este caso
m onopolizada por los frigoríficos anglosajones y la flota frigorífica anglo-bri-
tánica. C uando el "cartel" quiere que baje la carne m anda cables a los
buques en alta m ar ordenándoles en trar dos o tres juntos en el puerto de
Londres; p ara que suba, se dan instrucciones en sentido contrario a los bu­
ques frigoríficos. H e ahí una prática de comercio neo-colonial en nuestra
época
H acia 1933, en pleno auge del Pacto R oca-R ucim an, A rgentina era zona
de la libra esterlina tanto como lo eran A ustralia, Nueva Z elanda y Sudáfri-
ca. En esa época el Reino U nido absorbía el 30% , más o menos, del inter­

-290-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)_

cam bio argentino: aproxim adam ente la relación de dependencia económ ica
que tenía Japón con E stados U nidos d urante la d écada de 1960-70. Y es que
cuando un país dom inante controla m ás del 30% del intercam bio exterior de
otro le crea una relación de dependencia neo-colonial abligándole a dep en ­
der en com ercio, divisas, precios exteriores, finanzas y m ecanism os m oneta­
rios, com o m anifestación afectiva de alienación económ ica, de una división
internacional del trabajo neo-colonial cuyos térm inos de intercam bio siem ­
p re son favorables a las grandes potencias im perialistas.
E stados U nidos, potencia dom inante en A m érica Latina, contolaba en
1946, a la salida de la segunda guerra m undial, más del 50% del intercam bio,
en general, y alrededor del 70% del intercam bio de los países centroam eri­
canos, M éxico y el Caribe. E n estas condiciones de dependencia económ ica,
el im perialism o del dólar hacía la política, la diplom acia, el com ercio, la es­
trategia,la cultura y la inform ación, en los países centroam ericanos.
H acia 1973, E stados U nidos absorbía el 30% del intercam bio de A m éri­
ca Latina, habiendo perd id o bastante terren o fren te a E u ro p a y Japón, lo
cual influyó en el constante déficit de pagos exteriores del dólar y de la des-
m onetización de éste com o patrón-m onetario internacional, en 1971.
E stados U nidos triplica el volumen de intercam bio respecto del realizado
entre los países latinoam ericanos: poco más de un 10% en estos últimos
años, lo cual da idea de la insuficiencia de la A socialción Latinoam ericana
de Libre C om ercio (A L A L C ) o de la A L A D I: cntclcquias aduaneras para
conform ar las ilusiones librecam bistas de las burguesías nacionales latinoa­
m ericanas, librecam bistas de palabra y proteccionistas en los hechos. No se
puede crear en L atinoam érica una zona de m ercado común latinoam ericano
m ientras el imperialism o económ ico controle las m aterias prim as, las fuentes
de energía, las industrias claves, las m onedas nacionales, los m ercados de los
países, en razón de acaparar más del 30% del intercam bio exterior, las inver­
siones directas extranjeras y los préstam os y créditos del capital extranjero.
E l im perialism o económ ico divide más que une a los países latinoam erica­
nos, separándolos uno a uno, p ara dividir y reinar; para establecer una divi­
sión internacional del trabajo de tipo neo-colonial.
E sta situación de dependencia económ ica, que se produce entre L atinoa­
m érica y N orteam érica bajo el signo del imperialism o económ ico, se da tam ­
bién, como neo-im perialism o, entre la U nión Soviética, por un lado, y los
países cen tro cu ro p eo sy M ongolia, por ejem plo, en el C O M E C O N .
D entro del C O M E C O N (Consejo de A yuda M utua Económ ica), la posi­
ción de la U RSS es tan dom inante com o la de E stados unidos en C cntroa­
m érica. R usia monopolizó, aproxim adam ente, la m itad del intercam bio de
Polonia, Checoslovaquia, H ungría, Bulgaria, A lem ania oriental y M ongolia.
D e acuerdo con fuentes estadísticas soviéticas, la URSS com pró cerca del
50% de las m áquinas y equipos exportados por estos países. P ara el quin­
quenio de 1965-70, la U nión Soviética im portó de los países del C O M E C O N
unos 1.154 barcos, 37.000 vagones ferroviarios, equipos com pletos para 54

-2 9 1 -
Economía auí«gestionaría

plantas quím icas, 2.000 millones de rublos en m uebles y, en general, gran


cantidad de productos m anufacturados a cambio de petróleo, carbón, hie­
rro, m inerales y otros productos prim arios, exportados a precios superiores
a los que rigen en el com ercio internacional.
Lo chocante de todo esto es que, en el caso de la U nión Soviética, por
controlar la m itad del intercam bio del C O M E C O N vende caros los pro d u c­
tos prim arios y com pra, ahí, baratos los artículos m anufacturados, todo lo
cual p ru eb a la teoría económ ica de que el control del intercam bio de un país
débil por un país fuerte, crea las reglas del juego económ ico a favor de éste,
ya sea con productos m anufacturados o productos prim arios; en el prim er
caso, sería la relación im perialista de E stados U nidos con A m érica Latina;
en el segundo, se trataría de una práctica hegem onista por parte de la U nión
Soviética con los países del C O M E C O N . T anto es así que durante la década
de 1960-70, la URSS vendía su p etróleo a los países centrocuropcos de la zo­
na del rublo a mayor precio que a Italia, A lem ania y Francia, ya que los so­
viéticos no absorben más que una p arte pequeña del com ercio exterior de la
C om unidad Económ ica E u ro p ea (C E E ). E n cambio la posición dom inante
del dólar en la C E E le ha endosado miles de millones de euro-dólares, gene­
rados p o r el déficit de pagos exteriores de E stados U nidos, que no los piensa
pagar a E uropa en equivalente de oro ni en bienes o servicios, constituyendo
así una de las más grandes estafas financieras del siglo XX.
El hecho de que los E stados U nidos pueda haccr una política com ercial
financiera y m onetaria im perialista con E u ro p a occidental, L atinoam érica y
Japón, se debe a su posición dom inante en el com ercio exterior y en el Fon­
do M onetario Internacional, donde el dólar hace la ley y la tram pa. Esto
p u ede ser hecho p orque E stados U nidos representa un tercio, más o menos,
de la ren ta b ru ta del O ccidente. E n igual m edida la U nión Soviética, hacia
1968 significaba una gran parte de la ren ta bruta de los países del Este. Ello
le confiere una posición dom inante económ ica en Rum ania, Polonia, C he­
coslovaquia, H ungría, A lem ania oriental, Bulgaria y M ongolia, tan d epen­
dientes de la URSS como H aití, México, R epública D om inicana, Panam á,
C osta Rica, H onduras, El Salvador y V enezuela con relación a Estados
U nidos.
Asi las cosas, el rublo es la m oneda-reserva de los bancos centrales de los
países del C O M E C O N com o el dólar lo es en los bancos centrales del O cci­
dente. E n am bos casos, el rublo y el dólar dom inan al m undo con su im -
periealism o monetario. T anto que la URSS puede com erciar librem ente con
el O ccidente, p ero no lo pueden haccr en igual m edida, los países del C O ­
M E C O N , ya que sus superávit en rublos no son transfcriblcs en oro, yens,
dólares o curodívisas, im pidiendo así a los países del E ste soviélizado com ­
p rar y vender, librem ente, en el m ercado mundial para obtener a intercam ­
bio las técnicas, los capitales y las m ercaderías que se procura la URSS para
m odernizar su econom ía, cosa no tan fácil p ara Rum ania, Bulgaria, C hecos­
lovaquia, Polonia, A lem ania oriental, constreñidas como "protectorado" so-

—292 —
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)_

viático, en vez de constituir los países del C O M E C O N una federación socia­


lista libertaria internacional con iguales derechos y deberes para todos sus
países integrantes, si fueran países auténticam ente comunistas.

CONTRADICCIONES DEL NEO-CAPITALISMO


G racias a la ino/icda-clástica, no sujeta a las lim itaciones del patrón-oro,
los precios se han podido m over a voluntad de la burgesía industrial m ercan­
til y financiera, siem pre con tendencia al alza, p ara m axim izar la tasa de ga­
nancia en beneficio de los capitalistas, pero en contra de los trabajadores y
los consum idores. C on m oneda firm e, som etida al oro y la plata, no pudien-
do m ultiplicar el papel-m oneda sin aum entar las reservas de m etales precio­
sos en el banco emisor, los precios bajan tendencialm ente a causa de que el
volum en físico de la producción de bienes y servicios crece más rápidam ente
que la producción de oro y plata. E n este sentido, los precios son favorables
a los consum idores y no a los capitalistas p roductores de m ercancías o servi­
cios, com o sucedió con la m oneda ciática de J. M. Keyncs.
D uran te el curso de un siglo, en tre 1814 a 1913, con m onedas-oro o d en ­
tro del patrón-oro, el índice de precios mayoristas disminuyó un 44% para
E stados U nidos c Inglaterra, 23% en A lem ania y 24% en Francia. A ntes de
abandonar el patrón-oro, Inglaterra y E stados U nidos, en plena depresión
durante 1929-33, los precios declinaron en Inglaterra y E stados U nidos a sus
niveles de 1913 aproxim adam ente. Por tanto, la sustitución del patrón-oro p o r
lasdivisas-reseivas internacionales, com o la libra y el dólar en el Fondo M o­
netario Internacional, siguiendo el plan m onetario de J. M. Keynes y el plan
W hite (norteam ericano), se establecería de derecho el hecho de abandonar,
en 1931 y 1934, respectivam ente la libra y el dólar, su sujeción al oro como
m edida de valor económ ico y de com pensación de los déficit o superávit de
los intercam bios o los balances de pagos internacionales. T odo ello en inte­
rés de las econom ías dom inantes, im perialistas, de E stados U nidos e Inglate­
rra, para restablecer un im perialism o m onetario internacional en beneficio
de esos países m ediante el F ondo M onetario Internacional, el Banco In ter­
nacional de R econstrucción y Fom ento y el G A TT.
La expansión económ ica del neo-capitalism o ha sido, en gran parte, p ro ­
pulsada por la revolución cicntífica-tecnológica, que ha procurado un cons­
tante aum ento de la productividad del trabajo, sin que b ajaran por ello los
índices de precios m ayoristas y m inoristas, sino al contrario, han ido subien­
do constantem ente en función de un sistem a m onetario inflacionario, para
subir los precios a voluntad de los capitalistas como m edio de reb ajar el po­
d er adquisitivo de los salarios, rebajándolos indirectam ente, cosa imposible
de realizar, en igual m edida, d entro de un sistem a m onetario condicionado
por el patrón-oro. Así, pues, la burguesía m oderna cae dentro de grandes
contradicciones económ icas: aum enta p o r un lado, la producción en volu­
m en y la productividad del trabajo por hom bre-hora, pero sube los precios

-293-
Economía autogestionaria

usando y abusando de la inflación m onetaria, lo cual reduce el p o d er de


com pra de los consum idores. Se desarm oniza así la producción creciente y
el consum o decreciente que, al encontrarse las dos curvas de sentido contra­
rio, deben conducir a una gran depresión económ ica más sistem ática, de m a­
yor volumen, que la crisis de 1929-33.
E l neo-capitalism o ha creado la ilusión de una expansión económ ica rec­
tilínea hacia un futuro siem pre m ejor, con más productividad y más capaci­
dad de consum o p o r persona, lo cual pareciera dejar atrás p a ra siem pre, co­
m o cosa del pasado, las crisis económ icas que padecía, cíclicam ente, la eco­
nom ía capitalista, debido a sus contradicciones inm anentes. Sin em bargo, a
p artir de 1973 se pusieron de m anifiesto tendencias depresivas muy profun­
das en la econom ía mundial y, en particular, en Inglaterra, Italia, E stados
U nidos, India, Jap ó n y otros países. U n a expansión económ ica bom beada
p o r la inflación p erm anente y creciente, tiene que conducir a un crecim iento
económ ico lim itado, debido a grandes desequilibrios económ icos a escala
m un d ia l y en econom ías nacionales debilitadas por un subdesarrollo im posi­
ble de superar (T ercer M undo), o por un desarrollo industrial frágil (F ran ­
cia, Italia, Japón), que dependen extrem adam ente del m ercado mundial de
m aterias prim as, de la energía (petróleo) y de los m ercados exteriores para
colocar sus exportaciones con las cuales hay que pagar las im portaciones.
L a inflación lenta, pero luego rápida, ha sido el signo dom inante del
neo-capitalism o en E u ro p a occidental, Japón y E stados U nidos. H e aquí una
pru eb a evidente de la inflación en los países industrializados, en 1973-74:

_________ LA E SC A L A D A P R O G R E S IV A D E LA IN FLA C IO N _________


Países Tipo de % de incremento de los Precios nov. 87
industrializados interés precios en el lér trimes- noviembre 88.
en % tre de 1974 respecto En %
_________________________________del 1er trimestre 1973______________________
Alemania................. 7,00 (junio 1973)................7,4 1,6
Bélgica......................8,75 (febrero 1974)............8,5
Canadá.....................8,75 (mayo 1974)............... — —
Holanda................... 8,00 (diciem 1973)............. 8,5 —
Estados Unidos.........8,00 (abril 1974)................ 9,8 4,2
Suecia...................... 6,00 (abril 1974)................9,8 —
Suiza........................ 5,50 (enero 1974).............. 10,4
Francia......................13,00 (junio 1974)...............11,3 3,0
Dinamarca.................10,00 (enero 1974)............. 13,8 —
Inglaterra.................. 11,75 (mayo 1974)..............12,7 6,4
Italia........................ 9,00 (marzo 1974).............. 14,3 5,2
España.....................7,00 (agosto 1974)............ 15,7 —
Japón........................ 9,00(d¡c¡cmbre 1973)..........25,8 1,2
FUENTE: W orld fin a n cia l marketes, International financia! statistics.
Los datos p ara 1988 proceden de la O C D E .
D esd e abril de 1973 hasta abril de 1974, el costo de la vida subió un
32,6% en G recia, 32,2% Islandia, 26,6% Portugal, 24,9% Japón, 19% T u r­
quía, 16,6% E spaña, 16,2% Italia, 15,2% Inglaterra, 14,3% D inam arca,

-294-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)_

13,5% Irlanda, 13,2% Francia, 10,4% Bélgica, 10,2% E stados U nidos, 9,4%
Succia y 7,2% A lem ania occidental. Q uiere decir que con esta alza de los
precios de consum o aum enta el costo de la vida más que los salarios para
que los capitalistas acrecienten, p o r mecanism os m onetarios sibilinos, la tasa
de plusvalía más allá de la em presa.
E n el cuadro anterior vemos que la inflación fue muy elevada en los p a í­
ses industrializados im portadores de p etróleo caro, desde 1973 a 1981, lo
que al mismo tiem po hizo subir por contagio alcista, los precios de las m ate­
rias primas. Q uiere, pues, decir que la b aja de los precios, en esos países al
declinar el precio del crudo y de las m aterias prim as, ha influido en su m ode­
rad a inflación de precios, registrada entre noviem bre de 1987 y noviem bre
de 19S8. E n suma, que una p arte de la pro sp erid ad de los países ricos p ro ­
viene de los países pobres, en base a una relación de intercam bio siem pre
desfavorable p ara éstos.
El neo-capitalism o ha com enzado a deleitarse con la inflación a ritmo
lento, como una especie de morfina, pero al aum entar su cantidad va cam ­
biando la calidad del cuerpo económ ico enferm o. L a inflación era tolerable
m anteniéndola a determ inado nivel com o durante el periodo de 1961-73, en
que sil lasa anual fu e del orden siguiente: 3,4% Grecia, 12,5% Islandia, 6,5%
Portugal, 6,2% Ja p ó n , 8,6% T urquía, 7 ,2 % E sp a ñ a , 4,8% ltalia, 5 ,l% In g la -
terra, 6 ,4 % D inam arca, 6,1% Irlanda, 4 ,% Francia, 3,8% Bélgica, 3 ,3 % E sta­
dos U nidos, 4,8% Suecia y 3,5% A lem a n ia occidental. A este ritm o de infla­
ción m onetaria anual no se percibía m ucho el aum ento de los precios. E l di­
nero p restad o al 4, 5, 6, 7,% era a una tasa muy económ ica, descontando la,
depreciación m onetaria. P ero con el aum ento inflacionario por encim a del
10% anual, el tipo de interés es baja: los capitalistas que lo tom an pagan p o ­
co pues el dinero pierde mas en pod er de com pra que recibe com o prem io
de interés.
Los ahorristas, con esta política, son sacrificados a los intereses de los ca­
pitalistas, de los banqueros y em presarios. A sí las cosas, nadie deja su dinero
en un banco: com pra bienes y servicios, departam entos, m onedas fuertes,
yendo hacia el oro como refugio contra la inflación, cosa que sabe hasta un
cam pesino francés. Por eso hay en Francia más oro en manos de los particu­
lares que en las arcas de su B anco Central, a pesar de que el oro no es p a ­
trón de valor m onetario internacional, sino el dólar, m oneda inconvertible en
oro, cuya depreciación m onetaria ha sido más del 50% entre 1985 y 1988.
N ocabe duda de que así el dólar no puede ni debe ser patrón de valor inter­
nacional ya que se deprecia m ucho por año y, adem ás, no recupera sus deu­
das de balance de pagos exteriores por ser m oneda-reserva m undial y no ser
convertible en oro. E n este sentido, estam os sin p atrón de valor internacio­
nal para los intercam bios entre las naciones, tan sólo porque el dólar es due­
ño y señor del F ondoM onetarioInternacional, una lotería donde siem pre se
saca el prem io grande E stados U nidos, cuando la inflacción es rápida.
El neo-capitalism o, con la inflación disparada por encim a del 10% está

- 295-
Economía autogeslionaria

tocando el fondo de una pro fu n d a crisis económ ica m undial en que la infla­
ción m onetaria, la inconvcrtivilidad del dólar, los curo-dólares (irrecu p era­
bles que van de un lado p ara otro), los p ctro-dólares (dólares producidos
p o r el alza de los precios del p etróleo no reciclados), la escasez de m aterias
prim as, el crecim iento de la población (no igualado con un índice de produ-
ción apropiado en países del T ercer M undo), la degradación del m edio am ­
biente, la ru p tu ra del equilibrio económ ico en cada nación y entre las nacio­
nes, la desarm onía entre las relaciones sociales capitalistas y las fuerzas p ro ­
ductivas, tienen que conducir a fuertes antagonism os sociales y políticos, en
cada nación, y posiblem ente a la guerra entre las naciones.
Así, pues, el neo-capitalism o, tan alabado, no es m ejor que el capitalism o
clásico; está expuesto com o aquél a las crisis económ icas del sistema, degra­
dado p o r sus contradicciones internas (entre las clases sociales antagónicas,
en cada nación) y, las contradicciones externas (entre im perialism o occiden­
tal y hegem onism o oriental), y en tre la U RSS y la China, en el cam po com u­
nista dividido. H e ahí la dialéctica de la historia en el presente y el futuro de
estas naciones.
D espués de la prim era crisis energética m undial, en 1973-74, en que los
precios del petróleo tom aron el ascensor se produjo, en 1979-81, otra segun­
da crisis p etro lera que llevó la cotización del barril de petróleo, en el m erca­
do libre de R otterdam , hasta m ásde 40 dólares, contra 2,70 a que se cotizaba
en 1970. E ste caos económico, provocado por el "International petroleum
cartel" (integrado p o r cinco com pañías petroleras norteam ericanas y dos bri­
tánicas) en convivencia con la O P E P (O rganización de Países E xportadores
de Petróleo), desencadenó una crisis económ ica m undial, en gran parle, p o r­
que no había posibilidad de pagar el barril de petróleo a diez o más veces su
precio de 1970.
¿Cóm o p odría funcionar así la ley de los m ercados de J. B. Say, según la
cual las m ercancías en sus intercam bios se procuran autorrcguladam cntc su
p ropia dem anda, produciéndose así un perm anente equilibrio en el com er­
cio nacional o internacional?. Si en un solo año el precio del petróleo com er­
cializado en el m undo aum entó varias veces el valor de la producción de m e­
tales preciosos es evidente que no se p odría m antener el régimen del patrón-
oro, en el caso de que estuviera vigente, si un solo producto del com ercio
m undial absorbía con su alza desm edida de precios varias veces la produc­
ción aurífera. T odas estas aberraciones han sido posibles porque el A cuerdo
de B rctton W oods (1944), que creó el F ondo M onetario Internacional y el
B anco Internacional de R econstrucción y Fom ento, dio al dólar el lugar que
ocupaba el oro en la econom ía liberal; pero no por autoregular los intccam-
bios internacionales en razón de la ley del valor de cambio, cam biando igual
trabajo p o r igual trabajo, sino a condición de entregar dólares sin co n trap ar­
tida de oro, sin recuperarlos E stados U nidos con oro, sin obligar a este país
a devaluar su m oneda cuando su balanza comercial, com o en 1988 ha acusa­
do un déficit de 132.300 millones de dólares que pasan, lindam ente, a ser di­

- 296-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)_

visas-reservas de los países acreedores contra el T esoro norteam ericano. D i­


gamos en este sentido, que los países exportadores de petróleo, en los dos
"socks" p etroleros m undiales de 1973-74 y 1979-81, acum ularon, particular­
m ente en 1980-81, un superávit de más de 100.000 millones de dólares, no
por más cantidad vendida de petróleo, sino p o r m enos y a m ayores precios
de m onopolio. ¿Cóm o puede así funcionar la ley del equilibrio del com ercio
de J. B. Say, cuando p o r m enos entrega de m ercancías se recibe doble o tri­
ple precio en dólares inconvertibles en oro?.
P o r otra parte, desde finales de 1985 y comienzos de 1986 el com ercio
m undial del petróleo y sus derivados que era el más proficuo de todos, co­
m enzó a deslizarse a la baja de la cotización del barril de crudo, cayendo en
el m ercado "spot" o libre hasta 18 dólares, contra más de 40 en sus cotizacio­
nes más altas desde 1973 a 1979-80. A sí las cosas, la situación financiera de
los países exportadores de crudos se ha agravado, particularm ente para M é­
xico, V enezuela, Nigeria, Indonesia, Irán, Irak y otros países en que el p e ­
tróleo constituye la mayor parte del valor y del volumen de sus exportacio­
nes. M uchos de los países exportadores de hidrocarburos, entre los indica­
dos anteriorm ente, han acum ulado una pesada deuda pública externa que al
declinar el precio del petróleo se hace impagable, no ya en su am ortización
del capital principal, sino solam ente de sus enorm es intereses a pagar en d ó ­
lares.
E n el curso de poco más de una década ha cam biado notablem ente la
com posición p o r países del m ercado mundial del petróleo; los países del
"cartel" de la O P E P , que se envanecían de constituir un m onopolio interna­
cional durable, el m ayor m onopolio conocido en el m undo, se han visto su­
perados con el apo rte de crudos al m ercado m undial por p arte de nuevos
países productores: la URSS y China, en el Este; G ran B retaña y N oruega,
en el M ar del N orte; M éxico y E stados U nidos (Alaska), en A m érica, que
han apo rtad o muchos millones de toneladas adicionales de crudo lo cual ha
hecho, en cierto modo, descender sus cotizaciones en el m ercado m undial.
P or otro lado, varios países integrantes de la O P E P , acuciados por el pago
de su deuda externa y sus necesidades de cubrir im portaciones esenciales,
com o Nigeria, E cuador, Irak, Irán y otros países, no respetaron producir
crudo según la cuota que les había asignado el "cartel" y, en consecuencia,
distorsionaron el m ercado m undial del petróleo. E n estas condiciones de al­
zas y bajas verticales de este producto entre 1973 y 1986: ¿Cóm o se puede
hablar de una ley de los m ercados de J. B. Say, en el sentido de que los p ro ­
ductos se buscan su propia dem anda al cam biarse por otros productos más
que po r dinero?. L a verdad es que México, V enezuela, Nigeria, endeudados
con el capital financiero internacional no cam bian su petróleo por otros p ro ­
ductos, sino que quieren dólares p ara am ortizar intereses y anualidades de
su pesada deu d a externa. E n este orden de ideas, ¿cóm o puede tener estabi­
lidad económ ica, financiera y m onetaria el com ercio mundial? Y, por otra
parte, ¿cómo defen d er la "sociedad de consumo" y el neo-capitalism o, que la

-297-
Economía autogestionaria

ha estim ulado com o régim en económ ico d uradero y próspero, en el O cci­


dente? Y al m ismo tiem po, al en trar en la últim a década del siglo XX, la
URSS y su bloque han entrado en una profu n d a crisis de su sistem a econó­
mico centralizado, planificado y burocratizado, particularm ente en Polonia,
Rum ania, Checoslovaquia, H ungría y Bulgaria y otros países de la zona im­
perial del rublo, donde la rebelión de las m asas es incontenible.
L a econom ía neo-capitalista, hegem onizada por el dólar en las econo­
m ías de la C E E , del Jap ó n y de los países afro-asiáticos y latinoam ericanos,
experim entan fuertes bandazos depresivos y grandes desequilibrios interna­
cionales. E l déficit del presupuesto del gobierno norteam ericano y el déficit
de su balanza de com ercio exterior, en 1984, equivalían a más de todo el p ro ­
ducto interno bruto del Brasil, un país de 130 millones de habitantes con una
extensión de 8.512.000 km2, contra 9.363.000 km2 y 240 millones de habitan­
tes E stados U nidos. U n m undo tan desigual, con países muy ricos y muy po­
bres, sin duda, tiende a desarrollar grandes antagoniam os entre las naciones
más favorables a la g u erra que a la paz.
L os norteam ericanos, a p esar dp que su m oneda es reserva mundial, te­
niendo grandes déficit en su balanza de com ercio exterior y en el presupues­
to de su gobierno, no se privan de nada, pues no pagan a otros países lo que
deben en form a de euro-dólares, p etro-dólares y otras form as sofisticadas de
im perialism o m onetario del dólar. E stados U nidos, para m antener su im pe­
rialismo económ ico gasta, todos los años, a partir de la década de 1980-90,
unos 300.000 millones de dólares en sus program as militares, pero parte de
esos gastos astronóm icos los cubren los depósitos de euro-dólares, petro-dó-
lares y "fuga de capitales" de los países del T ercer M undo, que hacen de
U SA el reino M idas.
A n te el endeudam iento del Tercer M undo, aproxim adam ente en la mitad
de su p roducto interno b ru to (PIB), la "fuga de capitales" desde estos países
a U SA , a fin de cobrar tipos de interés en dólares del 10%, ante el derroche
paralelo de otros miles de millones de dólares, anualm ente, en program as
m ilitares p o r los países del Pacto de Varsovia, cabe preguntarse, pues, que
no se da, en nuestro m undo antagónico, la ley de los m ercados de J. B. Say.
Sólo un federa lism o libertario, fundam entado en la econom ía autogestiona-
ria, integrada m undialm ente p o r m edio de F ederaciones de Industria, de
Producción A gro-pecuaria, de Servicios Sociales y Públicos, constituyendo
así uncogobicrno m undial, p o d ría evitar las crisis económicas, las guerras, la
lucha de clases, superando el capitalism o convencional o el capitalism o de
E stad o con un socialismo libertario que haga del m undo un solo país fed era­
do, integrado, sin desarrollo económ ico y tecnológico desigual, de país a país
o de región a región del m undo. Sólo así el hom bre de la era planetaria y as-
tronaútica h ará posible, sin naciones ni clases, la conquista de los espacios
planetarios y estelares. Tal es el dilem a del hom bre: o el m undo es uno o no
será ninguno con guerras, luchas de clases y crisis económ icas, propias del
capitalism o, p ero no de una sociedad libertaria federada um versalm ente en
un m undo y a la escala planetaria.

-298-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)

El m undo tiene ya suficiente progreso, avance tecnológico y científico,


aunque m al rep artid o intcrnacionalm cnte, como p ara vivir en una sociedad
libertaria, basada en el autogobierno, en la política, y en la autogestión, en la
econom ía y en las em presas, de m odo que la falsa dem ocracia parlam entaria
sea sustituida p o r la dem ocracia directa.

DESARMONIAS DEL CAPITALISMO

La econom ía m ercantil capitalista (privada o de E stado), crea interde­


pendencia entre productores privados o entre los asalariados y el Estado-
em presario, p o r m edio de un m ercado dom inado p or m ercaderes agiotistas,
beneficiarios o por un solo m ercader de todo: el E stado. Si cada uno p ro d u ­
ce no para s í sino para otro, ya sea el em presario privado o el E stado-em ­
presario, hay alienación económ ica de los trabajadores en su salario o en el
m ercado com o consum idores m anipulados. E n tal caso no puede haber la
supuesta arm onía de la econom ía capitalista, tanto hacia adentro, como eco­
nom ía nacional equilibrada, como hacia afuera con econom ía integrada en el
m ercado mundial, según la tesis de Bastiat y de Say.
M ientras la existencia del trab ajad o r sea en otro, patrón privado o Esta-
do-patrón, no hay posibilidad de equilibrar la econom ía dinám icam ente su­
perand o las crisis económicas, yendo hacia una pro speridad infinita, ya que
las contradicciones económ icas y sociales del capitalism o se oponen a un o r­
den económ ico espontáneo sin experim entar ciclos económ icos recurrentes
de prosperidad y depresión, como ha evidenciado la historia económ ica del
capitalism o, ya sea bajo la econom ía de E stado (Polonia por no citar a otro
país del E ste), o b ajo la econom ía capitalista tradicional (A rgentina, M éxico
y otros países subdcsarrollados o industrializados, donde el keynesianism o
ha fracasado).
Las leyes económ icas objetivas, así como las sociológicas c históricas que
son transfiguraciones de las prim eras, no se las puede dirigir voluntariam en­
te con arm onías sociales y económ icas o con una teoría antidepresiva como
la kcyncsiana, em pleando m étodos m onctaristas, sin cam biar en nada las es­
tructuras de la propiedad y del reparto del p roducto interno bruto, no sola­
m ente entre los hom bres, sino equilibradam ente entre la agricultura, la in­
dustria y los servicios, sin que haya quienes consum an m ucho y trabajen p o ­
co. Juán B autista Say, prim ero, F ederico Bastiat, después, y últim am ente, J.
M. Keyncs, intentaron salvar al capitalism o por obra de una varita mágica,
haciendo el econom ista de alquim ista, de taum aturgo; pero si la econom ía
no funciona en beneficio de lodos los hom bres, sin clases antagónicas, sin
propiedad privada o estatal, no hay posibilidad de arm onizar el proceso eco­
nómico y de que las leyes económ icas objetivas obedezcan al hom bre, sólo si
el hom bre es igual al hom bre, sin que unos sean más iguales que otros, tanto
en el O este com o en el E ste, donde no han sido superadas las clases sociales
antagónicas y con ellas el E stad o que las justifica y m antiene políticam ente.

- 299-
Economía autogestionaria

Ju an B autista Say, con su optim ism o burgués, creía en una ley espontá­
n ea de arm onía de la producción, la distribución, el cam bio y el consum o en
la econom ía capitalista, p ero la realidad es muy diferente en la historia del
capitalism o. E n el mismo ord en de ideas, Federico Bastiat, en su libro Har-
m onies cconom iqucs expone un orden espontáneo de la econom ía capitalis­
ta, que ha sido desm entido contra Say y Bastiat, con las num erosas crisis
económ icas cíclicas que ha experim entado el capitalismo, precisam ente p o r­
que es contradictorio, p orque en él unos poseen la riqueza y otros están des­
poseídos de ella; porque, en fin, unos, los más, deben conform arse con un
salario y otros, los menos, usufructúan la plusvalía, consum iendo m ucho y
p roduciendo nada.
L a tesis de Ju án B autista Say sobre que los m ercados se com pensan es­
pontáneam ente creándose su p ropia dem anda, no es correcta p o r cuanto los
asalariados tienen lim itado el consum o y los capitalistas se orientan hacia el
consum o de lujo, que es el más chico de todos. P or otra parte, hay desarm o-
nía entre las m ercancías que concurren al m ercado:
1. — La fu e rza de trabajo se vende (salario) por m enos de lo que p ro d u ­
ce, no cum pliéndose así la ley del valor trabajo para todas las m ercancías, in­
cluido el trabajo asalariado.
2 .— Los precios de algunas m ercancías no revelan sus verdaderos costos
de producción, ya que son producidas m onopólicam ente por dos, tres, cua­
tro o pocas em presas nacionales o m ultinacionales, que usan sus patentes de
invención com o monopolios.
3 .— Los países subdesarrollados han sido especializados por el im peria­
lismo económ ico en la producción de uno, dos o pocos productos de expor­
tación, creando econom ías de monocultivo satelizadas por los países indus­
trializados dom inantes, im perialistas o hegem onistas. T odo lo cual ha creado
un intercam bio desigual: desfavorable p ara los países pobres y favorable p a ­
ra los países ricos.
Así, pues, la supuesta ley económ ica de los m ercados de Say no está com ­
p ro b ad a en la realidad cotidiana ni en la historia económ ica, pues la supues­
ta arm onía espontánea de los intercam bios equivalentes sólo se podría verifi­
car en una econom ía autogestionaria en que todos los hom bres y todos los
países estuvieran en igualdad de condiciones económ icas y tecnológicas.
M ientras haya alienación económ ica, determ inada por la propiedad pri­
vada o estatal de los m edios de producción, no habrá liberación del hom bre
asalariado ni po d rán superarse las crisis económ icas cíclicas, ya fueren de
sobreproducción relativa (O este) o de subconsum o o escasez (E ste). E n am ­
bos casos crisis del capitalism o, ya sea de E stado o privado. Por tanto, bajo
él habrá crisis de dcsproporcionalidad entre las distintas ram as de la división
social del trabajo o de insuficiencia de m ercados, crisis no en sí mismas sino
inherentes al sistem a económ ico contradictorio de explotación del hom bre
p o r el hom bre. A sí la producción estará en desarm onía con el consumo, el
ahorro con la inversión p o r la existencia de un E stado caro y malo, opresor y

- 300-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)

al servicio de las clases dom inantes de turno en el Poder; por la desocupa­


ción masiva de trabajadores; por la disim ulación del paro con E conom ía de
estado; por, en fin, determ inaciones, alienaciones y contradicciones propias
de un sistem a dcsarm ónico de producción, cambio, consum o y distribución
en que unos lo tienen todo y otros, nada.
E l proceso capitalista de producción, en sí mismo, es desarm ónico, an ta­
gónico, contradictorio, p orque a un o brero asalariado que produce durante
ocho horas, injustam ente, por ejem plo, se le roban cuatro de plusvalía para
el em presario privado o p ara el E stado-patrón. E n esta contradicción, d eri­
vadas de la propiedad privada o estatal, residen las causas eficientes de las
crisis económ icas que viene experim entando el capitalism o desde 1825, sien­
do estas cada vez más grandes o sistémicas, más universales en una econo­
m ía planetaria.
Sim ó n de S ism o n d i (1773-1842) entrando en el análisis de las contradic­
ciones del capitalism o y de sus crisis cíclicas, señaló entre otras, las causas si­
guientes 1) incapacidad de los consum idores p ara com prar los productos de
la industria; 2) disparidad entre el aum ento de la producción y el insuficiente
p o der adquisitivo de los asalariados; 3) divorcio entre la inversión de capital
e insuficiencia de los salarios; 4) contradicción tcndcncial entre la inversión
y el ahorro; 5) oposición entre la producción y el consumo; 6) desproporción
entre el aum ento de la población y el nivel de consum o de la misma, (espe­
cialm ente en los países afro-asiáticos y latinoam ericanos, en nuestra época).
E n este orden de ideas, el capitalism o no es p ara Simón de Simondi tan
arm ónico com o lo suponían J. B. Say y Federico Bastiat, en el sentido de que
todas las m ercancías concurrentes al m ercado se procuran su propia dem an­
da autom áticam ente, com o si los hom bres con sus consum os desiguales por
clases sociales,no determ inaran, en cierto m odo, las crisis de falta de m erca­
dos, no por culpa de las m ercancías que son seres pasivos, sino porque los
hom bres que son seres activos y de com portam ientos desiguales en razón de
que unos son proletarios y otros propietarios; unos consum en poco y trab a­
jan m ucho y oíros consum en m ucho y trabajan poco; unos están limitados a
consum ir según sus m enguados salarios y otros según sus elevadas rentas, in­
tereses y plusvalía usurpada a los trab ajad o res asalariados.
Sismondi, a diferencia de J. B. Say y de F ederico Bastiat, se dio cuenta de
que el subconsum o del pueblo trab ajad o r asalariado es inherente a un modo
de producción antagónico, según el cual a mayor productividad del trabajo
asalariado no corresponde proporcionalm ente un increm ento paralelo del
consum o popular. A este respecto, Sim ondi advierte: ..."para que aum enten
las ventas de los productos de la industria y del trabajo hum ano, no es el in­
greso del rico, sino el del pobre el que hay que aum entar. Son sus salarios los
que hay que aum entar; pues los pobres son los únicos com pradores que p u e­
den aum entar, grandem ente,la extensión del m ercado" (1).'

1 Sim ón d e Sism ondi. D e la suerte de los o b rero s en las m anufacturas 08341.

- 301-
Economía autogestionaria

C ontra las ilusiones y el optim ism o ineondieionado de los econom istas


burgueses liberales, Sismondi cuestiona un m odo de producción antagónico
que lleva, en sí, las crisis económ icas, debido a las form as de propiedad y a
que unos sólo disponen de sus m enguados ingresos en concepto de salario y
otros, en cambio, perciben elevadas rentas sin aporte de trabajo productivo.
Así, pues, estim am os nosotros que las crisis económ icas cíclicas, las reccsio-
nes y los ciclos largos de crisis económ ica m undial de nuestra época (crisis
de la energía y crisis m onetarias) residen en el fondo, en las contradicciones
socio-económ icas del sistem a capitalista, ya sea bajo la propiedad privada
(O este) o de la propiedad estatal (E ste); pues las crisis serán resueltas con la
pro p ied ad social aulogestionada p o r los trabajadores.
E l capitalism o, ya sea bajo form a de "free enterprise" (m odelo norteam e­
ricano) o de em presa de propiedad estatal (m odelo soviético), tiene un d e ­
venir histórico enm arcado en crisis económ icas de sobreproducción relativa
o de subconsum o, de desarm onía entre las ram as integrantes de la división
social del trabajo con conflictos sociales o lucha de clases en el seno de cada
nación capitalista, en tre las propias naciones capitalistas, entre las naciones
(dichas) socialistas, en tre los países industrializados y los países subdesarro-
llados; en razón de la ley de desarrollo económ ico y tecnológico desigual de
país a país o de región a región del m undo.
T odo ello reside en la naturaleza contradictoria del capitalism o, ya sea
bajo form a de capitalism o privado o de E stado, pues sus desannonías son
determ inadas por 1a propiedad privada o estatal, por las clases sociales an ta­
gónicas y p o r desajustes de la econom ía nacional y mundial dom inadas por
las burguesías o las burocracias, en su esfera interna, y por el im perialism o
del dólar o el im perialism o del rublo, en la esfera externa.
D esentrañando la dialéctica del capitalism o, Simón de Simondi señaló
en la p rim era m itad del siglo X IX , a diferencia de los econom istas burgueses
liberales, algunas contradicciones del capitalismo:
"El ahorro de los ricos —d ic e — se hace a expensas de los pobres. El p ro ­
letariado rom ano vivía a expensas de la sociedad (...) Se podría decir que la
sociedad m oderna vive a expensas del proletariado, o sea, de la parte que se
le quita en la rem uneración de su trabajo" (1).
E sto sucede en nuestra época (tanto en el Este, bajo la propiedad estatal
de los m edios de producción y de la burocracia como nueva clase dom inante
como bajo la propiedad privada de los mismos y la dom inación de la burgue­
sía (O este); pues am bas clases sustraen a los trabajadores una buena parte
de lo producido p o r el trabajo asalariado, usurpado como plusvalía m ien­
tras no haya una econom ía autogestionaria y un autogobierno popular, una
sociedad libertaria basada en la dem ocracia directa; pues la condición asala­
riada de los trab ajad o res no cam biará p o rq u e el capital sea de un patrón
privado o del E stado-patrón, ya sea con capitalism o convencional o con so­
cialismo burocrático.
1 Sismondi, S. Pludcs sur la’cconomic polilique.

- 302-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)

U n desarrollo arm ónico y dinám ico de la econom ía es imposible de al­


canzar sin la em presa autogestionaria de propied ad social, sin el autogobier­
no de adm inistración de las cosas (bienes servicios) más que de los hom bres
bajo el Estado-providencia (O este) o el Estado-burocrático (E ste). U na ley
de desenvolvim iento arm ónico de la econom ía social no es posible con la
planificación centralizada de tipo soviético, con P artido único y E stado to ta­
litario, ni con burguesías o burocracias occidentales enquisladas en el E sta-
do-providencia (de m odelo sueco y cía.).
R o b crt Owcn, antes que Lcnin y sus seguidores de la "dictadura del p ro ­
letariado" que resultó ser la dictadura sobre o contra el proletariado, señaló,
no tan utópicam ente, cóm o debe ser alcanzado el derecho al trabajo en una
econom ía equilibrada:
"La deficiente ocupación de las clases obreras no pueden p roceder de la
falta de riqueza o de capital (...) sino de algún defecto del m odo como se dis­
tribuye la extraordinaria adición de capital nuevo por toda la sociedad, o p a­
ra decirlo en térm inos com erciales, p o r falta de un m ercado o de m edios de
cam bio cocxtensivos a los m edios de producción. Si se idearán m edidas efi­
caces p ara facilitar la distribución de la riqueza, después de creada, (...) se
podría sugerir fácilm ente los m edios p ara lograr la ocupación provechosa de
todos los que están desocupados y de un considerable aum ento de su núm e­
ro" (1).
"La falta de un m ercado lucrativo —p ro sig u e— es la única causa que im­
pide la provechosa y en otro caso p róspera industria de las clases trab ajad o ­
ras. Los m ercados del m undo son creados sólo por la rem uneración asigna­
da a la industria de las clases trabajadoras, y en esos m ercados son mas o
menos extensos y lucrativos, según que las clases estén bien o mal rem unera­
das por su trabajo. P ero la actual situación de la sociedad no perm ite que el
trab ajad o r sea rem unerado por su industria y, en consecuencia, todos los
m ercados fracasan" (2).
Com o Simondi, R ob crt Owcn estim a que las causas de las crisis econó­
micas están determ inadas por la injusta explotación de las clases trab ajad o ­
ras, por el subconsum o de éstas en el sentido de que participan menos en su
producción a m edida que producen más en m enos tiem po de trabajo social-
m ente necesario. En este orden de ideas, a la luz de esas contradicciones no
puede haber una ley de arm onía de los m ercados nacionales e internaciona­
les com o lo suponían J. B. Say y Bastiat, en el sentido de que cada producto
tiene que cam biarse, necesariam ente, por otro producto, creando, autom áti­
cam ente, su recíproca dem anda con lo cual no habría crisis económicas.
En concordancia con las tesis de Sismondi y de R oberto Owcn, M arx y
Engels explican así las causas contradictorias, desarm ónicas y estructurales
de las crisis económ icas:

1O w cn, R. A ncw view o f sociclv and w ritings. p. 248.


2 O w cn, R. O br. cit. pp. 252-253.

- 303-

J
Economía autogestionaria

"Las crisis com erciales, adem ás de destruir una gran p arte de los pro d u c­
tos elaborados, aniquilan una p arte considerable de las fuerzas productivas
existentes. E n esas crisis se desata una epidem ia social que en cualquiera de
las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible, la epidem ia
de superproducción. L a sociedad se ve retraíd a repentinam ente a un estado
de barbarie m om entánea; diríase que una plaga de ham bre y una gran gue­
rra aniquiladora la han dejado esquilm ada, sin recursos para subsistir; la in­
dustria y el com ercio están a punto de perecer ¿y todo por qué? P orque la
sociedad posee dem asiada civilización, dem asiado com ercio. Las fuerzas
productivas de que dispone no sirven ya p ara fom entar el régim en burgués
de la propiedad; son ya dem asiado poderosas p ara servir a este régim en que
em baraza su desarrollo. Y tan pronto com o logran vencer este obstáculo
siem bran el desorden en la sociedad burguesa; am enazan dar al traste con el
régim en burgués de propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan
ya dem asiado angostas p ara abarcar la riqueza p or ellas engendrada. ¿Cómo
se sobrepone a la crisis la burguesía? D e dos m aneras: destruyendo violenta­
m ente una gran masa de fuerzas productivas y conquistando nuevos m erca­
dos, al p ar que procura explotar más concienzudam ente los m ercados anti­
guos. E s decir, que rem edia unas crisis p rep aran do otras más extensas c im­
ponentes, m utilando los medios de que dispone p ara precaverlas" (1).
Las crisis econónicas constituyen la gran penitencia del capitalism o, no
sólo a lo que hacen referencia M arx y Engcls, sino tam bién al m oderno capi­
talism o de E stado disfrazado de socialismo, pues la crisis de endeudam iento
externo de los países del C O M E C O N , su inflación ram pante y las insuficien­
cias de alim entos son tan graves en Polonia, dicho país socialista, com o en
México, Perú, Bolivia, A rgentina y otros países subdesarrollados, enm arca­
dos en la esfera de influencia del m undo capitalista convencional.
A p esar de que la publicidad y la política son m anipuladas para presentar
sistem as económ icos malos com o los m ejores posibles en el m ejor de los
m undos posibles, la civilización contem poránea, en su totalidad, es muy con­
tradictoria en su cctructura socio-económ ica y aún en sus m aravillosos lo­
gros tecnológicos que se transform an, bajo el imperialismo o el hegemonis-
mo de las grandes potencias rivales, en arm am entos sofisticados para auto-
destruirse la civilización, por no saber asim ilar el progreso económ ico y
tecnológico sin crisis económ icas, guerras m undiales o m arginales, luchas de
clases en tre los hom bres y luchas bélicas entre las naciones.
lie m o s experim entado un gran progreso económ ico y tecnológico desde
los finales del siglo X IX hasta los prim eros años de term inación de la segun­
da g uerra m undial. Digamos, al respecto, que desde 1890 hasta 1939-45 la
productividad del trabajo en los países industrializados aum entó más de
ciento por ciento, y que desde 1945 a 1985 la productividad en la industria y
la agricultura de los países avanzados se ha más que duplicado, pero los prc-

1 Macx, C. y Engcls, F. Manifiesto comunista, cap. I.

-304-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por producios)

cios, en vez de b ajar en esa misma proporción, han aum entado rápidam ente.
E llo evidencia que esta sociedad capitalista, con sus clases dom inantes, sus
burguesías y sus burocracias totalitarias, introduce fradulentam cnte, en los
precios in fla d o s, sus rentas parasitarias, usando y abusando del Estado-provi
dencia, que nunca recibe bastantes im puestos ni le satisface, además, un gran
im puesto indirecto: la inflación m onetaria.
Con esa inflación latente, al trote o galope, según los países que usan y
abusan de ella, los obreros, los jubilados y todos los que tienen ingresos fijos
son expoliados p o r los que tienen el m onopolio de las m ercancías y del dine­
ro, en los bancos y las grandes em presas nacionales o m ultinacionales que,
subiendo indebidam ente sus precios, explotan doblem ente a sus obreros:
prim ero com o trab ajad o res a los cuales se les substrae la plusvalía y luego,
como consum idores engañados que ven subir más los precios que sus sala­
rios. E ste sistem a corrupto es defendido c im puesto por un E stado-provi­
dencia que da migajas a los jubilados, para justificarse com o bueno social-
m ente, y otorga m ediocres subsidios a los desocupados echados de las em ­
presas, y, adem ás, prodiga muchos miles de millones de unidades m onetarias
en financiar sus em presas funcionando a p erd id a o com pra la crisis de los
bancos am enazados de quiebra, la de productos subsidiados o retirados del
m ercado, no p ara favorecer a los consum idores sino para hacerles pagar la
crisis. El E stado caro y m alo, al servicio de burguesías (O este) y de las buro­
cracias totalitarias (E ste) debe ser derrocado por el pueblo trab ajad o r y con­
sum idor y reem plazado por el auto-gobierno de todos, por la dem ocracia di­
recta, por una auto-adm inistración de las cosas sin opresión de los hom bres,
por una econom ía autogestionaria basada en em presas asociativas de p ro ­
piedad social, p o r un socialismo libertario.
T odo esto en lo referente a cada país, pero a nivel mundial hay que crear
un nuevo orden económ ico internacional, en el sentido de que lodos los p u e ­
blos sean una Federación U niversal, sin países adclantadosl ni atrasados, sin
países dom inantes ni dom inados; p ara que sea su perada la ley de desarrollo
económ ico y tecnológico desigual de país a país, entre las regiones de un
país y en tre continente y continente; a fin de que no haya países pobres ni ri­
cos, sino un hom bre universal, libre, dueño de sus destinos, unido mundial-
m ente p ara que p u eda triunfar en la conquista del espacio sideral, creando
una civilización fáustica, todo ello en paz, sin guerras mundiales, nacionales
o entre clases sociales antagónicas.
E l dilem a de nuestra civilización es: o el hom bre triunfa como especie o
perece com o clase. Y, dado que las arm as m odernas, por su enorm e p o ten ­
cia de destrucción, pueden destruir al m undo, estando el hom bre dividido en
naciones dom inantes y dom inadas o en clases explotadoras y explotadas, hay
que crear una nueva civilización universal libertaria que haga del m undo un
solo país que sea la em presa de todos, paraq u e todos tengam os trabajo,
prosperidad y libertad, d entro de un socialismo libertario universal, que uni­
fique la ciencia, la técnica, el capital y el trabajo en una sociedad libertaria:
sin castas, ni clases, ni naciones, ni oprim idos, ni opresores.

-305-
Economía autogestionaria

BIBLIOGRAFIA

SM ITH , A.
W callli o f nations. S obre la libertad de com ercio y de los v alores internacionales, A d am
S m ith co n sid era inútil y hasta perjudicial el proteccionism o. A diferencia de q u ien es sostienen
q u e la d em an d a es siem pre insatisfecha en el com ercio, recom ienda q u e "la industria en g ene­
ral d e un p a ís n o p u ed e nunca exceder de lo q u e p u e d a em p le a r el capital de la sociedad". P o r
o tra p arte, en oposición a los fisiócratas qu e q u e ría n te n e r pro teg id o s sus m ercados in terio res
agrícolas p ro p u g a que se im p o rte del ex tra n je ro lo que sea m ás caro p ro d u cir en el p ro p io país:
"E sta es la m áxim a de to d o p ru d e n te p a d re de fam ilia no fab ricar en su dom icilio lo q u e le
co stará m ás caro fab ricar que com prar(...) lo que es p ru d en cia en la conducta de una fam ilia
p riv ad a no p o d ría se r calificado de locura en un gran reino". (O b r. cit. tm o. I, p. 422, lbr. cap.
IV , cap. II)
E n este sen tid o , Sm ith p ro p u g n a una ley de la división del tra b a jo intern acio n al e n tre los
d istin to s p aíses, que p ro cu re v en ta ja s p a ra todos. Sin em bargo, en n u estra época el im perialis­
m o económ ico del d ó lar y el hegem onism o del rublo, p o r no h a b la r del Ja p ó n y de E u ro p a oc­
cidental, p aíses industrializados, crean un intercam bio desigual a fav o r de estos y en co n tra de
los p aíses su b d esarro llados. L a exportación m asiva de capitales, las inversiones directas, las p a ­
te n te s y tecn o lo g ías de p u n ta, en m anos de los p aíses industrializados, localizan la industria, el
a lto nivel de vida, la acum ulación y la concentración de los capitales del m undo en E stad o s
U n idos, la U n ió n Soviética (d e n tro de su bloque), en E u ro p a occidental y en Ja p ó n ; p e ro a ex­
p en sas de un in tercam bio desigual e n tre p aíses ricos y pobres: siem pre fav o rab le a los p rim e ­
ros. E n consecuencia, b a jo el im perialism o o el hegem onism o no se p ractica e n tre los p aíses
u n a ju sta ley d e la división del trab ajo , en la esfera internacional, ni una división racional del
tra b a jo social, en la esfera in tern a, p o rq u e existen las naciones d o m in an tes y d o m in ad as y las
clases ex p lo tad o ras y explotadas. I .a p reten d id a ley del equ ilib rio económ ico de los m ercados y
d e las v e n ta ja s co m p arativas de intercam bio internacional 110 es posible con hegem onism o c
im perialism o, sino con un socialism o lib ertario , federativo , au to g estio n ario , no b a sa d o en la
existencia d e los co m partim entos-estancos de las naciones, sino en federaciones de producción
y d e servicios sociales y públicos, integradas m undialm ente, sin que haya p o b re s ni ricos e n tre
los ho m b res, ni naciones p o b res ni ricas, e n tre p aíses integrados en una F ederación U niversal.
P ero an tes d e la época del im perialism o, Sm ith, con sid eró que, en el com ercio exterior, las
m ercan cías se in tercam bian en p ro p o rcio n es q u e rep re sen tan sus costos relativ o s m edios de
trab ajo :
"P ro h ib ir —según S m ith — p o r m edio de una ley inflexible y p e rp e tu a la im portación de
trig o y de g an ad o ex tra n je ro es, en realidad, tan to com o d e c re ta r qu e la población y la industria
d e un p aís n o excederán ja m á s de los que p uede m a n te n e r el p ro d u cto real de su p ro p io suelo".
(O b r. cit. tom o. I, lbr. IV, cap. II).
S ería, pues, c o n d e n a r al h am b re a un país, a los consum idores. E n este o rd e n de ideas,
Sm ith ad v ierte: "El consum o e s el único fin y el único m óvil de la producción (...); p e ro en el ré ­
gim en m ercan tilista el in terés del co nsum idor se ve sacrificado casi co n stan tem en te al in terés
d e cap italistas” (O b r. cit. cap. V III, Ib. IV). R ealm ente no al in terés del p ro d u c to r, d iría m o s n o ­
so tro s, sin o del em p resario , el m ercad er y el m onopolista, p u es los in tereses de los consum ido­
res y d e los p ro d u cto res no p u ed en coincidir en el capitalism o, sino en un socialism o libertario,
en una eco n o m ía au to g estio n a d a p o r el p u eb lo tra b a ja d o r, lib erad o de los capitalistas y de los
g o b iern o s o p re so re s y explotadores al servicio de aquéllos y de una clase política p ro fesio n al:1
social-dem ócrata, dcm o-cristiana neo-liberal o to talitaria, según las situaciones políticas, socia­
les y económ icas.

R IC A R D O , D.
P rincipies o f political c c o n o m v a n d taxation 08171. E ondon. D esp u és de T h e vvealtli o f n a ­
tions. de A d am Sm ith, los P rincipies.... de D avid R icardo, constituyeron sin d u d a el segundo li­

-3 0 6 -
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por producios)

b ro m ás im p o rta n te de econom ía política. P o r lo que se refiere a la teo ría clásica de los valores
in tern acio n ales, R ica rd o afirm a:
"En un sistem a d e en te ra libertad de com ercio, cada p a ís consagra su capital y su industria
a u n d eterm in ad o em p leo que 1c parece m ás útil. L as m iras del in terés individual m archan p e r ­
fectam en te aco rd es con el bien universat de to d a la sociedad. A s í es (...) com o sacando to d o el
p a rtid o p osible d e los ben eficios de la naturaleza, se llega a conseguir una m ejo r distribución y
una m ayor eco n o m ía en el trab ajo . A l m ism o tiem po, el a u m e n to de la m asa g eneral de p ro ­
du cto s extien d e p o r d o q u ier el b ienestar; el cam bio liga en tre sí a todas las p a rte s del m u n d o ci­
vilizado con los lazos com unes del interés, y hace de to d o él una sola y v asta sociedad. E ste
prin cip io hace q u e se fab riq u e vino en F rancia y en P ortugal, que se cultive el trigo en P olonia y
en E stad o s U n id o s y que se haga fe rre te ría y o tro s artículos en Inglaterra". ( O cu v rcs. edición
francesa, p. 105)
D eb e aclararse que d espués de tan to s años el ejem plo del trigo p ara P olonia no es válido,
ya q u e en vez d e ex p o rtad o ra es im p o rtad o ra de este cereal; p e ro p ara el caso, y en su cpoca,
R icard o q u ie re d ecir que es p re fe rib le p ara In g laterra im p o rta r trigo polaco q u e p ro d u cirlo en
su elo inglés, p o r se r m ás costoso.
P o r o tra p arte, R icardo a p o rtó una explicación económ ica al hecho de que, d e n tro de un
m ercad o nacional, se en tien d e en régim en de econom ía liberal, que las m ercancías qu e co n tie ­
nen igual can tid ad d e tra b a jo social m edio se intercam bian p o r igual tra b a jo de otras. P ero a
nivel in tern acio n al no se d aban esas m ism as condiciones niveladoras de intercam bio e q u itativ o
d eb id o al capitalism o o q u e las m ercancías adicionaban costo de tran sp o rtes. P oro en nu estro
tiem po, p o r ejem p lo , el acero de la C E E p u ed e te n e r un precio m uy sim ilar, en cu alq u ier p arte
de ese m ercado, en el m ás lejan o de su cen tro económ ico o de m en o r distancia al cen tro consu­
m idor, si el p recio del acero m ás lejos contiene el m ism o flete del m ás corto. E llo ha sido hecho
ig ualm ente, a nivel m undial, p o r el "International p e tro le u m ca rte l”, lo cual significa q u e los
precios son dirigidos, de m onopolio, 110 regulados p o r la ley de la o fe rta y la dem anda.
Si el m u n d o fu era fe d e ra d o en una eco n o m ía autogestionaria, p o r fed eracio n es de p ro d u c ­
ción, de servicios sociales y públicos, p ara te n e r una econom ía um versalm ente eq u ilib rad a h a ­
b ría que in v ertir m ás capitales don d e los p aíses están m ás atrasad o s y co m p en sar costos d ife­
renciales, d e n tro d e las fed eracio n es de industria, hasta q u e todas las industrias de una ram a
fu era n in teg rad as nacional, continental y um versalm ente. Sólo a s í h a b ría un d esarro llo eco n ó ­
m ico p ro p o rcio n ad o y p aralelo e n tre todas las p artes del m undo, de m odo q u e finalm ente, 110
h u b iera p aíses p o b re s y ricos, sino sólo p aíses p ró sp ero s, h ab ien d o su p e ra d o la ley capitalista
d e la división del tra b a jo internacional y la ley de d esarro llo desigual, económ ico y tecnológico,
de p aís a país, com o sucede actualm ente.

M1LL, Stuard.
P rincipios de rm n o m ín política (1848). E ondon. El a u to r, sobre la te o ría de los valores
económ icos in tercam biados, dice: "En to d o p a ís el v alo r de una m ercancía ex tra n je ra d ep en d e
de la can tid ad de p ro d u cto s indígenas p o r la cual ha sido cam biada". (O b r. cit. lbr. III, cap.
X V III). I’c ro los p aíses d o m in an tes suelen d a r m enos p o r m ás a los países dom inados, nco-co-
lonizados d iría m o s n osotros.

SAY, J .B . (1767-1832).
T ra ite (1‘cm n o m ie p o litiq n r esle econom ista francés considera que la sobreproducción ge­
n eral es im posible p o rq u e las m ercancías se crean su p ro p ia d em anda, pues "¡os p ro d u cto s se
co m p ran con p roductos", ya q u e la m oneda sólo hace de in term e d ia rio y se la ad q u iere p ara
desh acerse d e ella cam biándola p o r un nuevo pro d u cto . A sí, "una vez term in a d o s los cam bios
se en cu en tra u no con que ha p ag ad o unos p ro d u cto s con o tro s productos". (O b r. cit. I a. edición
p. 154).
"U n d e te rm in a d o g én ero de producción difícilm ente se ad e la n ta ría a los dem ás —dice
Say —, y un o s p ro d u cto s d eterm in ad o s re su lta ría n m uy rara m e n te d esacreditados, si ta n to una
categ o ría com o o tra fu era siem pre d ejad as a su plena y en te ra libertad" (...). "Si hay algunos

- 307-
Economía autogestionaria

p ro d u cio s q u e ab u n d an en exceso es p o rq u e o tro s p ro d u cto s ha llegado a faltar". (O b r. cit. 6“.


edición pp. 143 y 1-42, respectivam ente).
Y la v erd ad es que las m ercancías n o se com pensan au to m áticam en te en el m ercado, p o r ­
q u e n o existe un eq u ilibrio e n tre la producción capitalista y el consum o desigual en tre o b re ro s
y burg u eses. P o r o tra p a rte , Say que era o ptim ista y librecam bista, un b u en burgués, no ve que
an te la co m p eten cia arm ónica que se hacen las m ercancías, según él, hay u n a m ercancía distinta
d e to d as las dem ás, el salario que se com pra p o r m enos del v alo r que crea p ara el capitalista
d eján d o le, g ratu ita m e n te la plusvalía. Si to d o fu era de todos, y no h u b iera tra b a jo asalariado
p a ra el b u rg u és o p ara el E stado, en to n ces la ley de los m ercados en el se n tid o de que los p r o ­
d u cto s se cam bian p o r p ro d u cto s se ría válida, p ero , ello en un socialism o lib erta rio , cu an d o en
la co m p eten cia e n tre los p ro d u cto s no esté in troducida la plusvalía, sino sólo la sana y d e m o ­
crática co m p eten cia en tre grupos colectivos concu rrien d o al m ercado sin m onopolios, sin m e r­
cad eres ni esp ecu lad o res privados. A sí los p ro d u cto s esta ría n p ro d u cién d o se en beneficio de
los consu m id o res, h ab iendo equilibrio en tre producción, cam bio, circulación y consum o, en una
eco n o m ía au to g estio n aria que sea la em presa de todos los tra b a ja d o re s liberados de los p a tr o ­
nes p riv ad o s o d e E stad o -p atró n . Sin p o n e r la riqueza en com ún son im posibles las arm o n ías
sociales y económ icas de J. B. Say, de B astiat y de quienes co n fu n d en el socialism o autogestio-
n ario con el socialism o b urocrático. Ni con burgueses, ni con b u ró cratas, ni tecnócratas, sino
só lo con el h o m b re lib ertario, se rá su p e rad a la lucha de clases, las crisis económ icas, las gue­
rras, lo in h u m an o en la historia, la desigualdad en tre los h om bres y el E sta d o o p re so r y explo­
ta d o r al servicio d e las clases d om inantes que se escudan tras el co n tra el p u e b lo tra b a ja d o r.

SISM O N D I, S. (1773-1842).
N uevos principios de econom ía política. 23 E dición (1827). A diferencia de J. B. Say, Sim ón
d e Sism ondi no cree que los p ro d u cto s se creen su p ropia dem an d a, ni que haya una su p u e sta
ley de eq u ilib rio p erm a n e n te de los m ercados, que haga im posible la sobrep ro d u cció n g en eral y
las crisis económ icas, la p rim era de las cuales se p ro d u jo al final de las g u erra s napoleónicas.
E n este sen tid o , Sism ondi ad v ierte co n tra las tesis de J. B. Say:
"G u ard ém o n o s —a c la ra — de la peligrosa te o ría de ese equilibrio q u e se establece p o r sí
m ism o (...) U n eq u ilib rio d ad o se restablece, en verdad,a la larga, p ero a costa de espantosos
su frim ien to s". (O b r. cit. tino. I, pp. 220-21).
Sism ondi p en sab a qu e to d o increm ento de la producción p ara c o n ta r con m ercado d ebe ir
p reced id a de una nu ev a dem an d a, ya que la producción p o r si m ism a —com o cree J. B. S a y —
n o se la crea.
E n este o rd en de ideas, los desequilibrios económ icos del sistem a se d eb e ría n , en g ran p a r ­
te, a que en u n a sociedad antagónica no in teresa al em p resario que au m en te el p ro d u cto de la
tie rra o d e la in d u stria, sino m ás bien el p ro d u cto neto, o sea la diferencia en tre el costo de p r o ­
ducción y el p recio d e v enta, lo que o tro s econom istas llam aron plusvalía. Y en cu an to a la tie ­
rra, Sism ondi dice:
" lia h ab id o expoliación y ha habido ro b o del rico so b re el p o b re, cu an d o este rico p ercibe
de una tie rra fértil y hábilm ente cultivada una re n ta que le hace n a d a r en la ab undancia, m ien ­
tra s q u e el cultiv ad o r, q u e es el que ha hecho n acer esa re n ta (...) se m u ere de ham bre, sin p o ­
d e r p ercib ir ni la m ás p eq u eñ a p a rte de ella". ('E studios sobre econom ía p o lític a , pp. 274-75).
A claran d o la serv id u m b re del tra b a jo asalariad o respecto del capital, Sism ondi expresa:
"La riqueza, sin em bargo, concurre a su tra b a jo , y el q u e la posee re tie n e al o b re ro , en
com pensación d e la ayuda (salario) que él le p resta, una p a rte de lo que este o b re ro ha p ro d u ­
cido, m ás allá d e su consum o". ( N uevos principios... tm o. I, p. 87).
A s í las cosas, ¿cóm o p u ed e se r equilibrada la econom ía de una sociedad co n trad icto ria en
la q u e el rico vive d e la expoliación del p o b re ? Si los hom bres no son to d o s iguales ni están en
igualdad d e condiciones económ icas y sociales no p u ed e h a b e r equilibrio p e rm a n e n te sin crisis
económ icas. Sólo un socialism o lib ertario , basad o en la em presa au to g estio n aria de p ro p ied ad
social, p o d ría g aran tizar un equilibrio dinám ico de la econom ía social, liberada de burgueses,
b u ró c ra ta s y tecnócratas.

- 308-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)

Sin llegar a esta conlusión n u estra, Sism ondi, en los com ienzos del capitalism o se dio p e r ­
fecta cu en ta de los an tagonism os de clases. A este respecto, pregunta:
¿"Q uien h a colocado al p o b re en la necesidad im periosa de so m eterse a las condiciones
o n ero sas del rico so p en a d e m orirse de ham bre"? "Pues ha sido la separación de la p ro p ied ad y
del tra b a jo ”. (O b r. cit. tino. I,p 201). ¿C óm o p u ed e h a b e r a s í equilibrio en una sociedad tan d e ­
sigual e n tre los h o m b res?
"El in terés de cada u no —afirm a S ism o n d i— contenido p o r todos los dem ás, se ría efectiv a­
m en te, el in terés de todos; p ero buscando cada un o su p ro p io in terés a expensas de los otros,
ta n to com o en el desen v o lvim iento de sus p ro p io s m edios, no siem pre está co n ten id o p o r fu e r­
zas iguales a las suyas; el m ás fu e rte halla en to n ces el m odo de realizar su in terés y el m ás débil
le toca ced erle el paso". (O b r. cit. tm o. p. 407).

BA STIA T, F.
Ila rm o n ie s cconom iqucs. P arís, 1850. L iberal convencido y librecam bista, F ederico B astiat
creía en un o rd e n esp o n tán eo arm onioso de la sociedad. P o r una ra ra dialéctica idealista, en
q u e cada c o n tra rio se tran sfo rm a en su o p u esto , exclam a B astiat:
"Yo creo q u e el m al conduce al bien y le provoca, al p aso q u e el bien no p u ed e llegar com o
conclusión del m al, d e d o n d e se d esp ren d e q u e el bien d ebe acab a r p o r p re d o m in a r”. (O b r. cit.
P- 21).
A diferen cia del n o rteam erica n o II. C. C arey y del alem án F ederico List, B astiat considera
a "esa ficción q u e se llam a E stado" y al proteccionism o com o causa de grandes m ales económ i­
cos, p ro p o n ie n d o una eco n om ía ab ierta, no dirigida: a falta de intervención estatal, las acciones
económ icas h u m an as se realizan arm o n io sam en te en beneficio de todos, ya q u e la riqueza se
distrib u y e en razón del servicio p re sta d o p a ra e v ita r una desigualdad injusta".
"Socialistas, E conom istas, Igualitarios, F ra tcrn itario s, a todos os d esafío —dice B astían —,
a todos, p o r m ucho que seáis, p ara que alcéis tan siquiera la som bra de una objeción co n tra la
legítim a m u tu alid ad de los servicios v o lu n tario s y, p o r consiguiente, contra la p ro p ied ad tal co­
m o yo la h e d efin id o (...). L os unos con relación a los o tro s, no son los h o m b res m ás que p r o ­
p ietario s d e v alores, y los v alores no re p re se n ta n o tra cosa que servicios com parados, p restad o s
y recibidos librem ente". (O b r. cit. pp. 265-68).
A sí, p ues, el o b re ro y el capitalista se p re sta n b u en am en te un servicio recíproco, p e ro B as­
tiat n o q u iere e n te n d e r q u e uno es p ro p ie ta rio de los m edios de produción y o tro , sólo de sus
fuerza d e tra b a jo d esp o seíd a de ellos. P o r eso, obligadam ente, el o b re ro d ep en d e del p a tró n ,
qu iera o no q u iera, no estan d o así am bos en igualdad de condiciones, p o rq u e un "servicio" d o ­
m ina al otro...
E n cu an to al com ercio internacional, B astiat es p a rtid a rio del librecam bio, de la ley de los
m ercados d e J. B. Say, ya que en el intercam bio e n tre países h a b ría equivalencia de servicios en
beneficio d e lodos. P o r eso, B astiat considera q u e "el proteccionism o a d u a n e ro no es o tra cosa
q u e el com unism o aplicado; y qu e lo v e rd a d e ro de uno y de o tro régim en es la expoliación;
p u e s no hay e n tre ellos diferencias, ya que el régim en exp o liad o r proteccionista lo hace a fav o r
de los p o b res". T ales con ceptos fueron v ertid o s p o r B astiat en, 1849, en una carta dirigida a
T liiers.
A m ás d e un siglo de la m ucstc de B astiat, tales afirm aciones han sido d esm en tid a p o r los
hechos, p u es el pro teccio n ism o no es el único y el p e o r de los m ales de los p aíses y de los co n ­
sum id o res, ya que el im perialism o económ ico, con sus inversiones directas en el ex tran jero , ha
sa lta d o las b a rre ra s aran celarias p o r m ás elevadas que estas fuesen. Y en cu an to al com unism o,
el m o d elo soviético, n o ha su p e rad o el salario, el precio, la plusvalía, las diferencias de clase,
q u ed án d o se así en una p alab ra vacía y, en realidad, en un capitalism o de E stado.
C rey en d o q u e la com unidad es igual p ara todos, exclam a B astiat: ¡"Com unistas! ¿N o so ­
ñáis la co m u n id ad ? Y a la tenéis. El o rd en social hace com unes todas las utilidades con la co n d i­
ción de q u e el cam bio d e los valores ap ro p iad o s sea libre" (O b r. cit. p. 142). P ero en el cap ita­
lism o, "el cam bio ap ro p iad o" es que una m ercancía se intercam bia p o r o tra en su valor, m enos
el v alo r del salario o b re ro que se com pra p o r m enos de lo que produce p a ra el capitalista ¿C ó­
m o p u ed e h a b e r a s í com unidad p a ra todos si el capital no es de todos?.

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Economía autogesíionaria

M a rx , C.
El capital Í O cu vrcs. E co n o m icé. B ibliothéque de la P léiade. P arís, 1965. E dición estab leci­
da y an o tad a p o r M axim ilien R ubcl. E n el cap ítu lo X X X III de Pl cap ital. dedicado a "La teo ría
m o d ern a de la colonización'', M arx com o conclusión advierte:
P ero lo q u e n os p reo cu p a (...) no es la situación actual en las colonias; es el se cre to q u e la
eco n o m ía p o lítica del m un d o antiguo ha d escu b ierto en el nuevo, e in g u en u am en te traicionado
con sus elu cu b racio nes so b re las colonias. líe lo aquí: el m odo de producción y de acum ulación
capitalista, p a rtie n d o de la p ro p ied ad p riv ad a capitalista, p resu p o n e el an iq u ilam ien to de la
p ro p ied ad p riv ad a fu n d ad a so b re el tra b a jo personal; su base es la expropiación del tra b a ja ­
d o r'1. (O b r. cit. p. 1235).
O d icho d e o tra m anera, qu e el m odo de producción capitalista d esarro llad o p resu p o n e la
liquidación del artesan a d o , del régim en de tra b a jo fam iliar, a fin de c o n ta r con asalariados a
disposición d e la n ueva in d u stria capitalista. E n este sentido, la revolución com unista en China,
p o r ejem p lo , ha sid o en p a rte consecuencia de la p en etració n del capitalism o y d e sus m ercan ­
cías o m aq u in arias, q u e d ieron al traste con la vieja C hina artesan a l y rural de los m andarines,
co ngelada en el m o d o de producción asiático, desde an tes de Jesu cristo , p e ro desestabilizada,
en po co s años, con la in trodución del capitalism o y de sus m ercancías m ás b aratas, que d e jó sin
o cupación a m uchos m illones de viejos artesan o s chinos. In g laterra, en este o rd e n de ideas, fue
la causa d e cam bios socio-económ icos sim ilares, en la India, según p alab ras de Marx:
"In g laterra d eb e cum plir en la India una d oble m isión, d estru cto ra y reg en erad o ra : la a n i­
quilación del v iejo régim en social asiático y la creación de los fu n d am en to s m ateriales p a ra un
o rd en social occidental en Asia".
"La era h istórica burg u esa —prosigue M a rx — d eb e cre a r la base m aterial de un m u n d o
nuevo: p o r o tra p arte, el tráfico m undial b asad o en la in terd ep en d en cia de los p u eb lo s y los
m edios d e ese tráfico; y p o r la o tra, el desarro llo de las fuerzas p ro d u ctiv as y la tran sfo rm ació n
de la pro d u cció n m aterial en una dom inación científica de las fuerzas n atu rales. La in d u stria y
el com ercio b u rg u és crean estas condiciones m ateriales de un nuevo m undo, de la m ism a m a ­
n era que las revoluciones geológicas han cread o la fisionom ía del m undo terrestre ". ( N ew Y ork
T riln in c. 22 d e ju lio 1853).
E n n u estra época, las em p resas m ultinacionales europeas, jap o n esas y no rteam erica n as
han llevado el capitalism o, sus p aten tes y tecnologías de p u n ta p o r to d o el m undo; p ero ese im ­
p erialism o económ ico ha cargado de d eu d as a los países neo-coloniales; los ha som etido al d o ­
m inio e x te rio r a fu erza de p réstam o s, créditos y em p réstito s; los ha especializado en econom ías
d e m onocu ltiv o alienadas en los países dom inantes; d e ja así la p u e rta a b ierta al d esco n ten to
p o p u lar, a la revolución co n tra el im perialism o y sus so sten ed o res, en cada p a ís neo-colonizado
d e A sia, A frica y, so bre todo, en ILatinoamérica.

L E N I N , V . I.
El im perialism o, fase su p e rio r d d capitalism o (1917). S obre la ley de d esarro llo desigual
e n tre los p aíses im perialistas aguzando sus contradicciones y guerras, I.enin dice: "...bajo el ca­
pitalism o es im posible el d esarro llo igual de las distintas em presas, trusts, ram as industriales y
p aíses. H ace un siglo, A lem ania era una absoluta insignificancia c o m p aran d o su fuerza con la
d e la In g laterra de aquel entonces; lo m ism o pu ed e decirse del Ja p ó n si se le com para con R u ­
sia". (O b r. cit. cap. V III). A ctu alm en te R usia es m ás potencia qu e Ja p ó n ; p e ro ¿lo será a final
del siglo XX ?.

B A K U N IN , M.
F ed eralism o y socialism o (1867). P ara su p e ra r la división internacional capitalista del tr a ­
b ajo , así com o la de los p aíses dichos socialistas, y la ley de d esarro llo económ ico y tecnológico
desigual de p a ís a p a ís y de co n tin en te a continente, en n u estra época h a b ría q u e v olver a la vj-
sión d e M iguel B akunin so b re la integración fed erativ a igualitaria y lib erta ria de los pueblos:
en esto s térm inos:
1." Q u e p ara hacer triu n fa r la libertad, la justicia y la paz en las relaciones internacionales

-310-
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)

d e E u ro p a : p a ra hacer im posible la g u erra civil e n tre los d iferen tes p u eb lo s qu e com ponen la
fam ilia eu ro p ea, sólo hay un m edio: co n stitu ir los E stad o s U nidos de E u ro p a.
2. "Q ue los E stad o s U nidos de E u ro p a no p o d rán fo rm arse nunca con los E stad o s tal y co­
m o están co n stitu id o s hoy, d ada la desigualdad m o nstruosa que existe e n tre sus respectivas
fuerzas.
(...)
4. "Q ue ningún E sta d o centralizado, b u ro crático y p o r lo ta n to m ilitar, au n q u e se titule r e ­
publican o , no d eb erá e n tra r a fo rm a r p a rte de una C o nfederación internacional con firm e re so ­
lución y b u en a fe (...).
5. "Q ue to d o s los ad h e re n te s a la L iga (C on fed eració n ) d eb en d ed icar su esfu erzo p ara
c o n stitu ir en sus respectivos p aíses y a fin de reem p lazar la antigua constitución —fu n d ad a de
a rrib a a b a jo y b asad a en la violencia y el principio de au to rid ad —, una nueva organización b a ­
sad a ú n icam en te en los intereses, las necesidades y las p refe ren cias n atu rales de sus p o b lacio ­
nes, sin o tro prin cip io q u e el de la federación libre de individuos en com unas, de com unas en
p rovincias, d e pro v in cias en naciones y, p o r últim o, de naciones en estad o s U nidos de E u ro p a
p rim e ro y, ev en tu alm en tc, del m undo en tero .
6. "En consecuencia, el ab an d o n o ab so lu to de to d o lo q u e se den o m in a el d erech o histórico
del E stad o ; to d as las cuestiones relacionadas con las fro n te ra s n aturales, políticas, estratégicas
y com erciales serán , p o r tan to , consideradas com o p e rten ecien tes a la historia antigua y serán
rech azad as enérgicam ente"...
(...)
13. "La un id ad es el o b jetiv o hacia el q u e se m ueve la hum anidad de form a irresistible. P e ­
ro se v uelve m o rtal, d estru ctiv a de la inteligencia, la dignidad y el b ien estar de los in d iv id u o sy
los p u eb lo s cu an d o está fu n d ad a sin el re sp e to p o r la libertad, ya sea p o r m edios vio len to s o
b a jo la a u to rid a d de cu alq u ier idea teológica, m etafísica, política y h asta económ ica".
P ara B akunin, "La libertad de la industria y el com ercio es de hecho algo im p o rtan te y re­
p re se n ta u n a d e las b ases esenciales de la fu tu ra alianza internacional de todos los p u eb lo s del
m undo" (...); "debem os reco n o cer que m ien tra s existan los actuales E stad o s y m ientras el tr a ­
b a jo siga sien d o esclavo d e la p ro p ied ad y del capital" (...) "la libertad (d e la industria y del co­
m ercio) só lo en rriq u ecc (...) a la b u rg u esía en d e trim e n to de la inm ensa m ayoría, sólo p ro d u ce
un beneficio: debilita y d esm oraliza el núm ero reducido de privilegiados al m ism o tiem p o que
au m en ta la m iseria, los p adecim ientos y la ju sta indignación de la m asa tra b a ja d o ra , en conse­
cuencia, ap re su ra la h o ra de destrucción de los E stados" (O b r. cit.).
A sí, p u es, el fed eralism o lib erta rio de B akunin no tiene n ada q u e v e r con el de la U R S S o
el d e la C E E : uno, b u ro crá tico e im perial (centralista del p o d er); o tro centralista del capital
m u ltinacional (b u rg u esía).

E M M A N U E L , A.
F l in tercam b io desigual E dit. C u ad ern o s de P asad o y P re sen te, N o. 24. C ó rdoba. A rg e n ti­
na. D en u n cian d o el n eo-im perialism o, la p o b reza en el m undo, el com ercio leonino, el in te r ­
cam bio desigual, A rghiri E m m anuel, denuncia q u e lo que exportan los p a íse s su b d e sarro llad o s
b a ja en p recio rccp ccto de lo que im portan de los m ism os p aíses industrializados, creán d o se así
in ju sto s térm in o s de intercam bio:
"Los p aíses ind u strializados im pusieron en el m undo cierto m odelo de división in tern acio ­
nal del trab ajo , concebido en función de sus p ro p ias necesidades de desarrollo. E sc m odelo fue
establecido, en su m ay o r p a rte , d u ran te la segunda m itad del siglo X V III y a lo largo del siglo
X IX . E sto n o q u iere d ecir q u e algunas especializaciones q u e e ran desde un p u n to de vista geo-
económ ico artificiales en el m o m ento en que fu ero n im plantadas, no hayan pasad o d esd e ese
m o m en to a se r racio n ales p o r la fuerza de las cosas. N o es m enos cierto, p o r ello, q u e en la d i­
visión intern acio n al actual del tra b a jo hay una p arte que es válida desde el p u n to de vista de la
eco n o m ía m undial y o tra q u e no lo es. Sin em bargo, la posición del p a ís su b d e sarro llad o cam ­
bia to talm en te según co n tem ple esc p ro b lem a com o p a ís aislado o lo en care en el m arco de una
ag ru p ació n que co m p ren d a a m uchos países subdesarrollados". ( I m perialism o y com ercio in te r­
nacional) ("El in tercam b io desigual"). (E d it. PY P. C órdoba. A rg en tin a. 1971. p. 29).

-3 1 1 -
Economía autogestionaria

L a v erd ad es q u e al su stitu ir el colonialism o b a jo la b an d era de los p aíses im perialistas p o r


el colonialism o económ ico de las m ultinacionales o de los térm inos de intercam bios desiguales,
siem p re d esfav o rab les pa ra los p aíses su bdesarrollados, salvo en tiem pos de g u erras m undiales,
los p aíses d o m in an tes u su rp an una p a rte del excedente económ ico p ro d u cid o en los p aíses
afro -asiático s y latinoam ericanos.
C o m o el nivel de salarios en la India o en algunos p aíses africanos y latinoam ericanos, es
m uchas veces m ás b ajo q u e en E u ro p a occidental, Ja p ó n y E stad o s U nidos, las em p resas m u lti­
nacionales d e esto s p aíses hacen inversiones directas en ellos p a ra o b te n e r m ayores ganancias
q u e en sus m etró p o lis. Si al giro de estas ganancias al exterior, se adicionan los pagos p o r in te ­
reses y an u alid ad es de la d euda pública externa, el pago p o r fletes y se restan las p érd id as su fri­
das en el com ercio ex terio r p o r v e n d e r b a ra to y co m p rar caro en los países neo-colonizados, a
ésto s no le q u ed an capitales.
Y decim os é sto p o rq u e en el p erio d o a n te rio r a la descolonización q u e siguió a la te rm in a ­
ción de la segunda g u erra m undial, los p aíses im perialistas explotaban m ás el tra b a jo b a ra to en
los p aíses colonizados qu e expoliarlos p o r el sistem a de un intercam bio leonino, desigual. E n
este o rd en d e ideas, se d iría que la explotación de los países atrasad o s, a p a re n te m e n te s o b e ra ­
nos, p o r los p aíses avanzados, d o m inantes o im perialistas, se hace d oblem ente: 1) p o r las in v er­
siones directas e x tran jera s que buscan la m áxim a tasa de ganancia en p aíses con niveles de sa la ­
rios bajos; 2) añ ad ien d o a la explotación de los asalariados de los p aíses su b d e sarro llad o s la ex­
plo tació n in d irecta, con préstam o s oto rg ad o s a elevados tipos de interés, p a ra cubrir el déficit
del b alance d e pag o s originados p o r el intercam bio desigual e n tre E u ro p a, Ja p ó n y E stad o s
U nidos, p o r una p a rte , y A sia, A frica y L atinoam érica, p o r la o tra. E n sum a, q u e a la ex p lo ta­
ción e n tre los h o m b res hay que adicio n ar a h o ra la explotación prod u cid a p o r una relación e n ­
tre las m ercan cías o cosas intercam biadas ineq u itativ am en te: unas, p o r m enos de su v alo r-tra-
bajo ; o tras, p o r encim a de él, según tengan procedencia del T e rc e r M u n d o o de los p aíses in ­
dustrializados: C E E , U S A y Ja p ó n , principalm ente.

B E T T E L H E I M , Ch.
In tercam b io internacional y desarro llo regional. E nsayo incluido, com o el de A rghiri E m -
m aniiel, en Imperialismo y comcrcio internacional. ("El intercam bio desigual"), e d itad o p o r
PY P, C ó rd o b a (A rg en tin a), 1971.
C harles B cttelh eim , a diferencia de E m m anuel, distingue dos tipos de intercam bio desigual
"a) el p la n te a d o p o r la tendencia del intercam bio desigual no solam ente a p e rp e tu a rse (a través
de la división internacional capitalista del tra b a jo y de una cierta diferenciación de las técnicas),
sin o a ag rav arse; b) el p la n te a d o p o r la elim inación de las desigualdades del d esarro llo en las
condiciones del socialism o". (O b r. cit. p. 38).
T am b ié n B cttelh eim estim a que en tre dos p aíses q u e tengan en una in d u n stria la m ism a
com posición o rgánica del capital y d istintos salarios o igual unos y otros, los intercam bios están
en to n ces d etem in ad o s p o r la ley del v alo r tal y com o actúa en el m arco del capitalism o. En el
p rim e r caso, esta ría Ja p ó n respecto de estad o s U nidos, en la industria electrónica, siderúrgica y
auto m o v ilista, con p ro d u ctiv id ad es h o m b re-h o ra m uy sim ilares, p o r lo cual Ja p ó n , en 1985, tu ­
vo m ás d e 30.000 m illones de d ólares de superávit en su com ercio ex terio r con E stad o s U nidos,
ya q u e hay co sto s diferenciales a causa de que el salario de un norteam erica n o es m uy su p e rio r
en la m ism a ram a d e industria qu e p ara un jap o n és. E sta situación, te n d ría que d e te rm in a r m e ­
did as p ro teccio n istas an tijap o n esas en lista d o s U nidos o re b a ja de aranceles en el Ja p ó n , p ara
facilitar la e n tra d a de m ercancías n o rteam erican as en este país, o de m ultinacionales e s ta d o u ­
nid en ses en Ja p ó n , a fin de o b te n e r ganancias en ese p aís p a ra e q u ilib ra r la balanza de in te r­
cam bio com ercial e n tre el yen y el dólar.
E n el seg u n d o caso, de com posición orgánica del capital y de nivel de salarios m uy sim ila­
res se h allarían E u ro p a y E stados U nidos, m ás co n cretam en te A lem ania occidental y U S A . P or
consiguiente, las b alanzas com erciales e n tre los dos p aíses te n d e ría n al eq u ilib rio sin p ro d u c ir­
se in tercam b io desigual, que es la regla e n tre los p aíses indu strializados y los su bdesarrollados.
E n consecuencia, la unión supranacional en tre p aíses del m ism o nivel de d esarro llo económ ico
y tecnológico se ría fácil, p e ro m uy difícil, sin hacer grandes com pensaciones económ icas e n tre
un p aís a tra sa d o y o tro avanzado. E sta situación es válida, no sólo p a ra p aíses capitalistas de

-3 1 2 -
La ley de los mercados de Say
(o los productos se compran por productos)

d esarro llo desigual, com o M éxico y E stad o s U nidos, p o r ejem plo, ten ien d o la m ism a fro n te ra ,
com o e n tre C hina y la U n ión Soviética. E n am bos casos, la creación de una sola nación m exica­
n o -n o rteam erican a o chino-soviética su p o n d ría red u cir m ucho la re n ta p o r h ab ita n te de un
n o rteam erica n o rico y su b ir la de m exicano p o b re, así com o la de un soviético avanzado y la de
un chino su b d esarro llad o .
Sólo u n fed eralism o supranacional y en igualdad de condiciones p a ra todas las naciones
in teg rad as en él, com o lo p ro p o n ía M iguel B akunin, en su libro F ederalism o y socialism o, re ­
so lv ería, sin crisis ni g uerras, la unión fed erativ a de los pueblos del m undo. P o r el co n trario , el
capitalism o d e las m ultinacionales agrava las luchas e n tre las naciones ricas y p o b res, con d u ­
cien d o así a la tercera g u erra m undial. E llo su ced ería así si el m undo no es fe d e ra d o en un solo
p a ís ten ien d o com o b asam en to socio-económ ico el socialism o lib ertario , las fed eracio n es auto-
g estio n arias u n iversales d e producción y de servicios, único m edio de planificar con lib ertad la
eco n o m ía m undial, b o rra n d o los d esarro llo s desiguales económ icos y tecnológicos de p a ís a
p aís, d e co n tin en te a co n tin en te y de hom bre a hom bre.

- 313-
Cibernética, capitalism o y socialism o

C A P IT U L O IX

CIBERNETICA, CAPITALISMO Y SOCIALISMO

Automatización del trabajo + Autogestión


= Socialismo libertario

A l rilm o actual de crecim iento de la población hum ana, el m undo necesi­


ta 41 para duplicarla. A m erica Latina, con 2,6% de aum ento anual dem ográ­
fico, duplica sus habitantes, aproxim adam ente, en 30 años pero sus riquezas,
bienes y servicios, se increm entan lentam ente. E n investigación científica y
educación, L atinoam érica em plea m ás de m edio siglo para duplicar sus gas­
tos, contra 5 años E stados U nidos, C anadá y G ran B retaña; sólo dos años
Jap ó n y China continental; N orteam érica m ultiplica por dos, cada diez años,
su núm ero de ingenieros; .Tapón y China lo hacen más rápidam ente; pues
am bos tratan de acelerar el tiem po histórico, p ara entrar en la civilización
industrial desarrollada. E n tretanto, A m érica Latina perm anece congelada
en una sociedad sem i-fcudal: (latifundios) y en una industria pre-capitalista
(m inifundio industrial), que no alcanzará la gran em presa sin integración
económ ica regional de los países latinoam ericanos, form ando una gran p o ­
tencia continental en el siglo XXI.
El milagro Japonés fue producto de la revolución científico-tecnológica
producida, en principio, por la contratación de unos 15.000 científicos y sa­
bios extranjeros; la adquisición de paten tes extranjeras que dieron al Japón
una industria y técnicas m odernas, utilizando en beneficio propio el bajo
precio de su m ano de obra, que le dió un m argen form idable de com petencia
com ercial internacional, si bien ahora los salarios japoneses tienden a subir a
nivel de E uropa; pero contando con una p oderosa industria, con una elevada
productividad por horas de trabajo.
Economía autogestionaria

U n a vez colocada la industria japonesa a nivel de productividad y de


com petencia internacionales, las U niversidades y las E scuelas Técnicas d u ­
plican sus gastos en poco más de 2 años, lo cual aporta a la industria miles de
ingenieros, científicos, especialistas, investigadores que tienen colocación
asegurada. A sí la educación y la ocupación se com plem entan arm ónicam en­
te. E n cambio A m érica L atina ha perdido una buena p arte de sus investiga­
dores, ingenieros y técnicos que se van a E stados U nidos, principalm ente
p o rq u e en sus países de origen no tienen trab ajo por falta de una gran indus­
tria que les dé ocupación sostenida.
Según datos de la U N E SC O , desde 1949 a 1961 em igraron a E stados
U nidos, procedentes de otros países, 43.500 científicos e ingenieros a un
prom edio anual de 3.500; supone una "im portación de m ateria gris" de incal­
culable valor; u$s 1.300 millones se habrían necesitado para form arlos en el
extranjero; lo que se apropió, gratuitam ente, E stados U nidos. E n tre 1957 y
1961, procedentes de L atinoam érica llegaron 1.560 ingenieros, 213 químicos,
2L físicos, 47 biólogos. Ello supone una dcscapitalización intelectual para los
veinte países latinoam ericanos. ¿D e qué sirve la exportación de capital n o r­
team ericano en inversiones directas, si, paralelam ente, E stados U nidos hace
im portación de científicos de L atinoam érica, dejando a todo un continente
dcscapitalizado en inteligencia? L a industria m oderna no p o drá establecerse
en A m érica L atina im portando capital m onopólico y exportando científicos
y técnicos, que debieran dirigir su industria diversificada y equipada con m á­
quinas m odernas de elevada productividad para que se com pita ventajosa­
m ente en el m ercado internacional.
Japón, luego de su "boom" industrial, com enzó a im portar m enos p aten­
tes extranjeras, aho rran d o capital intelectual con la producción propia de
cientos de miles de científicos e ingenieros, que van trabajando en equipos,
conduciendo las industrias c innovando nuevas patentes, para econom izar
miles de millones de dólares en pago de "rayalities" por el uso de m étodos,
p atentes y procedim ientos de fabricación im portados. Es la gran industria la
que estim ula la innovación; pues sólo se inventa lo que es necesario; lo que
solicita o necesita una industria pujante en acelerada expansión.
U n a industria expansiva, im plantada en el m ercado m undial puede am or­
tiguar las tendencias depresivas nacionales creando em presas m ultinaciona­
les, em porio de riqueza para un im perio m ercantil, como en el caso de E sta­
dos U nidos, si bien el lento deterioro del dólar como patrón de valor univer­
sal es la o tra carta de la crisis latente de la econom ía estadounidense. Sin sus
em presas m ultinacionales, hace tiem po que E stados U nidos habría entrado
en una profu n d a crisis económ ica; p ero la b aja de la tasa de ganancia, d en ­
tro de sus fronteras, es com pensada con la obtención de tasas altas de ga­
nancia, fuera de ellas: en E u ro p a y en países afro-asiáticos y latinoam erica­
nos, donde las corporaciones norteam ericanas tiene m uchas filiales o subsi-
darias, obteniendo buenos beneficios girados a su m etrópolis.
Los gigantes industriales, con su enorm e m asa de capital registrado en

- 316-
Cibernética, capitalismo y socialism o

sus activos, constituyen un im perialism o industrial, financiero y comercial,


propio de un capitalism o desarrollado, basado en la gran propiedad anóni­
m a antesala del socialismo, (si el obrero crea una econom ía autogestionaria).
Sin ello se crearía un totalitarism o económ ico (que genera la sociedad de
consum o), que no evitaría una gran crisis económ ica y tecnológica, lo cual
constituye el leitmotiv p ara el socialismo de autogestión, siem pre que el con­
sejo autocrático de la sociedad anónim a capitalista sea subtituido por un
C onsejo O b rero A utogestor de E m presa; y la asam blea de accionistas, por la
asam blea de p roductores directos, eligiendo, por voto directo y secreto, a sus
consejeros autogestores rotatorios y renovables, p ara evitar así que la b u r­
guesía sea subtituída por la burocracia o la tecnocracia, com o sucede en p a í­
ses de capitalism o de E stado que se dicen, pom posam ente, "países socialis­
tas", pero que no superan un mal capitalism o de E stado totalitario.
U n país con grandes em presas industriales, tiene una gran ventaja en m a­
teria social tecnológica, económ ica y política, p ara realizar la autogestión, a
p artir del gran capital socializado. Pues sustituyendo el C onsejo de A dm inis­
tración de la S. A. por el C onsejo A utogestor O brero de E m presa, altam ente
desarrollada, no se encuentra m uchas dificultades o contradicciones para
pasar del capitalism o concentrado a la dem ocracia directa autogestionaria.
E n este o rd en de ideas, es más fácil instaurar el socialismo, donde está desa­
rrollado el capitalism o, que en un país económ ica y tecnológicam ente subde-
sarrollado.
M arx decía que el capitalism o se supera por exceso de riqueza y no por
defecto de ella, la escasez justifica la propiedad privada, determ ina el racio­
nam iento p o r salarios en "países socialistas", tan diferenciales en ellos, que
crea nuevas clases sociales por m edio de la distribución económ ica desigual.
Si bien estas condiciones no son fatalistas, es posible que no sea tan fácil en ­
trar en la dem ocracia directa autogestionaria en un país subdesarrollado co­
mo en un país industrializado, luego de haber abolido la propiedad privada
de la tierra y del capital. E l "socialismo estatisla”, burocrático, en el Este,
quizá sea tam bién consecuencia del subdesarrollo económ ico, cultural y tec­
nológico h eredado de un capitalism o atrasado, cuando el P o d er político y
económ ico de la burguesía fué liquidado, p ero sustituido por la dictadura
burocrática stalinista, en la URSS.
En E stados U nidos, las grandes corporaciones industriales están creando
un "nuevo proletariado": millones de científicos, investigadores, especialistas,
técnicos y obreros altam ente calificados; todos ellos productores de plusvalía
tendrán que ponerse de acuerdo, p ara sustituir un m odo privado de pro d u c­
ción trab ajan d o autogestionariam ente en em presas integradas por cadenas
de fábricas y m illares de obreros y técnicos. El proletariado del O este tiene
tantas diferencias de ingreso con su burguesía como entre la "N om enklatu­
ra" y los obreros de los países del Este. Y es que ahora la producción indus­
trial va unida a la investigación, al o brero científico que pide no aum ento de
salario sino la autogestión de la em presa agrícola industrial o de servicios, en

- 317-
Economía autogestionaria

la nueva econom ía de p ropiedad social auíogcstionada, donde los hom bres


son m ás iguales que en el capitalism o privado o de E stado.
L a ciencia m oderna, que ha pasado de ser especulativa en las universida­
des a factor inm ediato de producción en ¡as grandes em presas, dotadas de
m ejores laboratorios que las universidades, une la investigación, la educa­
ción de los trabajadores, el capital y el trabajo, asociados en una em presa de
todos: la em presa autogestionaria que supere el asalariado y el proletariado
esclavizado p o r el capital privado o de Estado.
E l nuevo proletariado es un producto de la sociedad capitalista d esarro ­
llada, de la cibernctización de la producción, el desarrollo universitario, los
progresos de la electrónica, la energía nuclear, la m ecanización de la agricul­
tura, la autom atización del trabajo m ental y m anual, la inform ática, la robòti­
ca y las m áquinas de control por o rdenadores electrónicos.
E n 1964, los ingenieros, técnicos y peritos ocupados en la industria de
transform ación representaban 26% en E stados U nidos, 23% en Inglaterra y
A lem ania y 23,6% en Francia. E n 1960, la industria norteam ericana ocupa­
ba a 649.000 ingenieros y 594.000 técnicos. E n investigación científica,
E E .U U . em pleaba a 277.000 ingenieros y científicos de los cuales 52.600 en
la industria electrotécnica, 60.400 en aeronautica y misiles cósmicos y 43.400
en las industrias quím ica y de tratam iento del petróleo. E n 1985, los investi­
gadores en I + D a tiem po com pleto eran 762.400 en USA, 143.627 A lem a­
nia, 473.296 Japón, 102.250 Francia y 63.759 Italia, lo cual dem uestra el desa­
rrollo desigual tecnológico de país a país industrializado.
L a tecnificación de las econom ías ha transform ado el viejo proletariado,
si no en su contenido pero si en su form a. H oy el obrero tiende a ser científi­
co, ingeniero, técnico, en grandes sectores de la industria, donde el trabajo
m aterial tiene m enos dem anda, cada día que el trabajo técnico, base de la
mayor tasa de productividad y por tanto de la riqueza de un país adelantado.
U na encuesta en 1962 sobre el paro obrero en 1.000 em presas norteam e­
ricanas, dem ostró que 2 de cada 3 obreros desocupados eran trabajadores
sin calificación, que los lleva al ejército de parados la autom atización del tra ­
bajo con la cefalización de las m áquinas.
Según un exam en selectivo del C entro de Investigaciones de M ichigan,
( E E U U ) , correspondiente a 1952, los padres de los oficinistas eran en un
39% , obreros; pero los ingenieros, peritos y especialistas, en un 36% proce­
dían de fam ilias obreras. En Inglaterra, en 1947, un 58,3% de los aficinistas y
un 54,8% de las oficinistas procedían de la clase obrera.
Los em pleados que, a com ienzos del siglo X X , procedían, casi lodos, de
la burguesía y p equeña burguesía, se han desclasado de sus orígenes con el
advenim iento de la gran industria proletarizante. H acia 1900 el salario de un
em pleado, en E stados U nidos, era casi doble que el de un obrero; hace 30
años lo sobrepasaba en un 30%; en 1971, el salario de un burócrata adm inis­
trativo era inferior al de un obrero.
A m edida que avanza la productividad del obrero, el agricultor y el inge-

- 318-
Cibernética, capitalismo y socialism o

nicro, aum enta la tasa de población ocupada en las ram as de servicios de las
econom ías nacionales: 31,6 y 69% respectivam ente, entre 1920 y 19S3, en E s­
tados U nidos; 36,5% y 63,7% en Inglaterra; 23,3% y 54% en Francia; 21,6%
y 56% en Japón; 19,5% y 52% en Italia. E l capitalism o acrecienta la pobla­
ción im productiva ocupada, respecto de la em pleada en producción concre­
ta, p a ra m antener una cierta escasez económ ica a fin de que dure el poder
económ ico de las clases altas y el m odo de producción capitalista (ya inapro­
piado p ara la autom atización del trabajo) y la elevada productividad que re ­
quiere el socialismo.
El igualitarism o avanza histórica y económ icam ente en el O ccidente ca­
pitalista. E n París, hacia 1914, el salario de un ingeniero era de 4 a 6 veces
mayor que el de un obrero; 3 veces más en 1951. E n 1959, el salario de un in­
geniero norteam ericano, perito o especialista, sólo superaba el salario de un
obrero en un 22% ; en A lem ania occidental sólo ganaba un 25% más un téc­
nico o un ingeniero que un obrero. Ello supone que, en los lugares de pro­
ducción las clases tienden a diluirse con la desaparición de la vieja división
del trabajo en m anual e intelectual que sólo superaría el socialismo.
C om o en 1a URSS y las "repúblicas populares", un tccnócrata gana más
que un obrero, cabe preguntarse paradójicam ente: ¿dónde vendrá antes el
socialismo, en O riente o en O ccidente? En el O este, las U niversidades fabri­
can el "nuevo proletariado" de la sociedad tecnológica, que al m ultiplicarse
tiende a igualarse en ingresos personales; en el Este, producen tecnócratas y
burócratas: ¿sustitutos de la burgucsíad? ¡Qué ironía histórica!: ¿qué pasará
en el año 2000 y com ienzos del siglo XXI cuando los ingenieros, técnicos y
especialistas sean m ayoría laboral en las em presas. ¿N ecesitarán patrón o
socialismo de autogestión p ara conducirlas dircctam ennte sin burguesías ni
burocracias?
E s previsible, pues, que en un futuro no muy lejano de la hum anidad, d e­
saparezcan las profesiones y las clases sociales antagónicas, cuando a la re ­
volución política, social y económ ica, vaya unida, inm ediatam ente, la revolu­
ción cultural, científica y tecnológica, en virtud de lo cual todos los hom bres
lleguen a ser iguales, p orque no sean desiguales en educación científica, cul­
tural y tecnológica. De esta m anera habrem os superado la vieja universidad
feudal, burguesa y burocrática, que hacía de la posesión de títulos algo p are­
cido a los títulos nobiliarios para m andar o consum ir sin producir nada. La
última desigualdad, según lo que sucede en la Rusia burocrática, no es la d e­
sigualdad económ ica, sino la de educación o del saber, en virtud de la cual
los tecnócratas y burócratas heredan el P o d er de las viejas clases dom inan­
tes. P or eso, un socialismo libelarlo de autogestión, debe hacer la revolución
social y la cultural al mismo tiem po, para sup erar las clases antagónicas.

EL CAMBIO TECNOLOGICO
Vivimos en una época de revolución tecnológica constante. H asta com ien­

- 319-
Econoniía autogestionarla

zos del siglo X IX , el hom bre se servía de su fuerza m uscular y de la de los


anim ales dom ésticos usando poca energía hidraúlica, cólica y térm ica. E l es-
clavismo y la servidum bre, en el m undo antiguo y el m edieval y hasta 1864 en
U SA , se debieron a escasez de fuerzas productivas. Por ejem plo, en A tenas
había 4 o 5 esclavos p o r un hom bre libre, p ero porque no se disponía de
energía m ecánica com o en nuestra época de producción con fuerte consumo
de ésta.
U n obrero de la m ayor productividad p u ede rendir por unos instantes 1/4
de caballo de vapor (TI. P.), o sea el equivalente de trabajo de un esclavo
m ecánico, la misma fuerza productiva que un esclavo del m undo antiguo. En
E stados U nidos hay más de 200 esclavos m ecánicos por obrero. ¿Pensaría
con tal cantidad de fuerzas productivas, volver alguien a la esclavitud del
m undo antiguo o a la abolida por A braham Lincol, en 1864?
L a esclavitud, la sevidumbre, el asalariado están determ inados histórica­
m ente por el m enor o m ayor desarrollo de las fuerzas productivas que crean,
a su vez, determ inadas relaciones sociales, políticas y jurídicas. Ningún régi­
men de producción puede ir más allá de su volumen de producción en la dis­
tribución: no se puede distribuir más de lo que se pueda producir, aunque
algunos ilusos del excesivo gasto público han ido económ icam ente más allá
de lo que las fuerzas productivas perm iten consumir. E sta aberración econó­
mica se paga con inflación, caos financieros y m onetario, y un colosal incre­
m ento de la deuda pública interna, com o sucede en m uchos países adm inis­
trados por las clases m edias social-dcm ócratas, dem o-cristianas, neo-libera­
les o falsam ente dem ocráticas.
L a verdadera riqueza no se expresa por la mayor o m enor cantidad de di­
nero poseído o atersorado, sino más bien p o r el grado de productividad del
trab ajo hum ano, que varía enorm em ente de país a país, según la ley de desa­
rrollo económ ico y tecnológico desigual entre las naciones. Por ejem plo, h a­
cia los prim eros años de posguerra, E stados unidos contaba con 83 IIP por
obrero, Inglaterra 35, Bélgica 23 y Francia 15. Tal potencia productiva m ecá­
nica desigual determ ina (con m ayor o m enor consum o de carbón, electrici­
dad y petróleo por obrero) distintos niveles de productividad del trabajo en
la agricultura y la industria. Ello fija m árgenes desiguales de com petencia
m ercantil en el com ercio m undial de país a país y de continente a continente
industrializado o subdesarrollado, com o entre U SA y A m érica Latina: la pri­
m era rica; la segunda pobre, tan sólo p orque una tiene avance científico tec­
nológico y otra, no.
N o hay países pobres o ricos, como condición natural, sino a causa de di­
ferentes niveles de progreso tecnológico y cultural, en razón del mayor o m e­
nor progreso tecnológico y cultural, en razón del mayor o m enor desarrollo
de las fuerzas productivas.
A m érica Latina, por ejem plo, quizá posee más riquezas naturales y más
espacio geográfico útil que N orteam érica (C anadá incluida). A hora bien, en

-3 2 0 -
Cibernética, capitalism o y socialism o

1960, A m érica del N orte consum ía, anualm ente 976.500 millones de kilowa-
tios-hora, contra 50.900 millones A m érica del Sur.
La verdad es que una sociedad latinoam ericana estancada, donde la tie­
rra está en form a de latifundios extensivos o m inifundios de subsistencia y la
industria en un periodo scm i-artcsanal (en com paración con la industria m o­
derna) no necesita m uchos investigadores, científicos, ingenieros y especia­
listas, que no absorbe anualm ente una econom ía subdesarrollada. Por consi­
guiente, el atraso tecnológico y cultural detem inaría el subdesarrollo econó­
mico. Y yendo, pues, de causa a efecto, habría que com enzar por la
realización de una p ro fu n d a reform a estructural socio-económ ica en A m éri­
ca Latina, p ara producir un cam bio revolucionario en la educación y la in­
vestigación, de tal suerte que sea reforzado el cerebro hum ano con cerebros
electrónicos, creando así una época faústica de abundancia, maravillosa, li­
bertaria.
M ientras la econom ía latinoam ericana sea latifundista en el cam po y se-
m iartesanal en las ciudades, miles de ingenieros, investigadores científicos y
especialistas se irán desde L atinoam érica a N orteam érica, lo cual agravaría
más el subdesarrollo cultural, económ ico y tecnológico de aquélla.
Las U niversidades y Escuelas Técnicas de A m érica Latina, salvo raras
excepciones, están equipadas con un m aterial científico obsoleto y, en conse­
cuencia, con esa in fraestructura atrasada, hasta los m ejores profesores lati­
noam ericanos son peores que los peores de N orteam érica. En esta época as-
tronaútica, cibernética y atóm ica, si estas m aterias no se enseñan y si las in­
dustrias no las aplican, los países que practiquen tal política se quedarán, en
poco tiem po, neo-colonizados cultural y científicam ente; y, por tanto, d ep en ­
dientes, política, diplom ática y financieram ente de los países industriali­
zados.
N uestro m undo avanza muy rápido: antes, entre el descubrim iento de un
hecho científico y su aplicación industrial, m ediaban m uchos años El princi­
pio del m otor eléctrico tuvo lugar en 1821 y su em pleo industrial, en 1886. La
reacción nuclear se descubrió en 1932; el reacto r nuclear se fabricó en 1942;
la bom ba atóm ica se utilizó en 1945; las centrales atóm icas eléctricas com en­
zaron a funcionar después de 1950. El transitor y la batería solar, respectiva­
m ente, se descubrieron en 1948 y 1953, com enzando su explotación indus­
trial en 1951 y 1958. Así, pues, la ciencia se ha transform ado en un factor in­
m ediato de producción, ya que ha d ejad o de ser especulativa para
convertirse en una gran potencia productiva, yendo de las universidades a las
fábricas o más aún viceversa.
La ciencia se desarrolla aceleradam ente: los países que se quedan atrasa­
dos en tecnología y ciencia, que no gastan suficiente en investigación, p e rd e ­
rán su derecho a existir como pueblos independientes, ya que su soberanía
política y su independencia económ ica serán aparentes más que reales.
P or encim a de las ideologías obsoletas, que no han aprendido m ucho de
la revolución tecnológica de nuestro siglo, están los hechos determ inantes de

- 321-
Economía autogestionaria

la historia. Si los países de la E u ro p a central, vinculados al C O M E C O N , a la


esfera del rublo, no llegan a la autom atización en m uchas de sus industrias
claves, y crean tantas p atentes y nuevos productos como otros países del
O este, q u edarán atrasados económ ica y tecnológicam ente, lo cual podría ha­
cer que la URSS p ierda la guerra económ ica y tecnológica y la guerra calien­
te antes de hacerla m ilitarm ente, como ya le está sucediendo con U SA a
propósito de la "guerra de las galaxias".
Estam os en un período singularm ente revolucionario, tanto que en el de­
venir dialéctico, la historia les juega la ironía a muchos convirtiéndolos en
contrarrevolucionarios, aun cuando ellos se crean revolucionarios en su au­
to-alineación política, en su idealismo sem ántico. Q uienes encuentran con­
tradicciones y no las resuelven p o r m edio de la acción concreta, lim itándose
a cam biarles el nom bre, p ara resolverlas en el lenguaje alienado, no tienen
derecho a llam arse dirígeles, ni políticos m odernos, sino simples fabricantes
de ilusiones sociales y políticas, ya actúen en el E ste o en el O este, com o bu­
rócratas totalitarios o com o burócratas scudo-dcm ocráticos, fctichizando el
E stado-providencia.
Los "estudiantes sublevados" de E u ro p a occidental, en su mayor parte
son hijos de la burguesía o de la p eq ueña burguesía; pero han pedido una re­
form a revolucionaria en la educación, una descolonización financiera, sin los
E stados U nidos, y la unidad del capital, el trabajo y la técnica en em presas
autogestionarias, sin capitalism o de E stado (E ste) ni capitalism o de m ono­
polios (O este). M ientras en 1968 los estudiantes se insurreccionaban en la
callc, los com unistas con D e G aulle hacían cconom ism o y oportunism o, polí­
tica reform ista, p orque D e G aulle era preferido por la URSS, ya que éste sa­
có a Francia del com ité m ilitar de la O T A N y renovó en 1946, en M oscú, el
pacto franco-soviético contra A lem ania.
D e Gaulle, dándose cuenta de la situación, despidió a su prim er ministro,
que era burgués clásico, nom brando a otro, que estaría dispuesto a llevar a
los técnicos y los obreros a los comités de em presa, para ganar así población
favorable. El gaullismo no era típicam ente burgués, com o se p retendía p re­
sentarlo, ya que era atacado por la burguesía liberal. D e Gaulle se dió cuen­
ta de que p ara acceder a la energía nuclear necesitaba contar con más de
50.000 sabios, investigadores, científicos y técnicos, pagados por el Estado.
D e esta m anera, el E stado-nación utilizaba la producción realizada por sus
trab ajad o res com o poder estratégico.
P ara ser un Eslaclo poderoso, el E stad o francés com pra, invierte,exporta,
planifica, fabrica armas; ya no es un E stado específicam ente burgués, sino un
E stado en transición, más en p o d er de la burocracia que de la burguesía. El
32% de la m ano de obra y más del 40% de las inversiones las hace, en F ra n ­
cia, el E stado. P aradójicam ente se diría que m uchas cosas han cam biado:
¿dónde está la d erecha o la izquierda en Francia, si am bas tienen el mismo
culto al E stado-providencia.
E n E u ro p a occidental, particularm ente en los países donde han goberna­
Cibernética, capitalismo y socialism o

do o gobiernan los socialistas de cátedra, los social-dcm ócratas y los dem ó-


cratas-cristianos y kcynesianos, el Estado-providencia^inversor, com erciante,
em presario, que absorbe la m itad del producto interno bruto (PIB) en form a
de im puestos, em préstitos, cuotas de la seguridad social y otras gavelas), se
ha convertido en un F o d cr por encim a de la Sociedad, en la prim era y más
grande de todas las em presas; pero regida, principalm ente, por la burocracia
y la tecnocracia que se dice de izquierda, aunque es una burguesía burocrá­
tica y una clase im productiva.
El E stado-providencia, a diferencia de las em presas capitalistas basadas
en la inm ediatez de la ganancia, es, sin em bargo, la única em presa capaz de
producir con p érd id a en sus num erosas em presas nacionalizadas, ya que cu­
bre estas pérdidas tom ando dinero en form a de em préstitos, acum ulando así
una m ontaña de deuda pública o, cuando esto no le basta, em ite papcl-m o-
neda insolvente que provoca la inflación perm anente. Y todo ello para subsi­
diar paro obrero, apoyar los precios altos de los productos agrícolas exce­
dentes a condición de cultivar menos áreas sem bradas, enjugar el déficit de
las em presas nacionalizadas, establecer precios políticos de toda clase, cu­
brir el déficit del presupuesto del E stado -p ro tecto r y pagar los sueldos de
una nutrida burocracia, las com pras de arm am entos y los supcrsucldos de
los ejecutivos de las em presas nacionalizadas, m adrigueras de la nueva b u r­
guesía burocrática. E sta burguesía de E stado (que ha hecho de los partidos
políticos laboristas, social-dcm ócratas y socialistas, su em presa política),
adulan al pueblo con un lenguaje de izquierda, pero luego viven a la derecha
como grandes burgueses, hay que denunciarla y echarla del Poder igual que
a la vieja burguesía, pues am bas viven de la plusvalía.

EL MILAGRO DE LA PRODUCTIVIDAD
El m ayor logro de la revolución científico-tecnológica ha sido el aum ento
de la productividad del trabajo, en función del creciente increm ento de ener­
gía m ecánica, del m aqum ism o generalizado, que ha perm itido ahorrar per­
sonal en actividades prim arias y en artesanía, p ara ser tranferido a la indus­
tria y los servicios.
E n A lem ania, por ejem plo, entre 1878 y 1880, el re g im ie n to de centeno
y trigo por h ectarárca se acrecentó más del 200% y cerca del 300% en las
patatas. A sí las cosas, luego de un desarrollo ininterrum pido de la produc­
ción agrícola en A lem ania quedaba, en 1983, el 5,6% de la fuerza laboral en
el agro, pero produciendo más productos agropecuarios por año que cuando
el 70 al 80% de la población germ ana estaba en el cam po, al final de las gue­
rras napoleónicas.
En E stados U nidos, el aum ento de la productividad del trabajo ha sido
más significativo que en cualquier otro país: un 3,3% de increm ento anual
entre 1909 y 1939. En esas condiciones, la producción se triplicó en el curso
de esos 30 años,elevando así con ello la m oneda norteam ericana a patrón de
Economía aulogcslionana

valor universal, más que p o r m ero aum ento de sus reservas de oro. D espués
de la segunda g uerra mundial la productividad se increm entó, aproxim ada­
m ente, en un 3^6%, como máximo, y en un 0,7% como mínimo. Ello ha p e r­
mitido a los E stados U nidos una posición dirigente, casi dom inante, de la
econom ía m undial, hasta llegar a represen tar más de un tercio de la riqueza
del m undo.

E V O L U C IO N D E LA P R O D U C T IV ID A D EN
E STA D O S U N ID O S
(E nergía hum ana, animal y m ecánica)
H om bres Anim ales M aquinas A rtículos
A ños com o % com o % de como % de producidos
de fuerzas energía energía por hora
productivas productiva productiva
1850.............. ............. 15 79 6 27
1900.............. ............. 10 52 38 56
1930.............. ............. 4 12 84 82
1960.............. ............. 3 1 96 161

PUENTE: C uadro com pucsto por cl autor cn base a datos tornados de


"M esurc of Nation". New York. T w entieth C entury Fund, 1949.
Así, pues, d urante poco más de un siglo cambió significativam ente la es­
tructura porcentual de las fuerzas productivas de E stados U nidos: el aporte
de las fuerza hum ana declinó del .15% al 3% y la energía animal del 79% al
1%, cn beneficio de la energía m ecánica (m áquinas) que pasó del 6% al
96%. A sí las cosas, cn U SA , cn 1850, con tan escasa energía m ecánica dispo­
nible, se m antenía la esclavitud en los algodonales, los cultivos de caña, el ta­
baco y otras faenas agrícolas. A hora tiene estados U nidos más de 4.000.000
de tractores y más de 1.000.000 de cosechadoras m ecanizadas, que redujeron
a cero la utilización de la energía animal, base de la vieja agricultura red u ­
ciendo, a su vez, la fuerza laboral en el cam po, cn 1983, a sólo el 3,5% del to­
tal de su población activa.
E l aum ento de la productividad cn el cam po ha sido mayor que cn la in­
dustria, cn los países de gran desarrollo tecnológico. Así, en el curso del si­
glo X X y hasta 1983,el em pleo agrícola ha quedado, como decíam os, cn el
5,6% cn A lem ania, el 8% A ustralia, el 5,5% cañada, el 8,5% D inam arca, el
8% Francia, el 9,3% Japón, el 18% España, el 12% Italia, el 7,5% N oruega,
el 5,4% Suecia, el 7,1% Suiza, el 5,1% H olanda, el 3% Bélgica, el 3,5% E sta ­
dos U nidos y el 2,7% cn Inglaterra. H asta finales del siglo X IX,casi el 60 al
70% de la población euro p ea estaba cn el cam po, pero con la m ecanización
de los trabajos del cam po —luego de la segunda guerra m u ndial— grandes
masas de población rural han ido quedando libres y se han trasladado a las
ciudades. Es esta la mas rápida revolución tecnológica de todos los tiem pos
con el desplazam iento de millones de seres hum anos desde la agricultura ha­

- 324-
Cibernética, capitalismo y socialism o

cia la industria y los servicios,desde el cam po a la ciudad. P or tanto el gran


desarrollo de las fuerzas productivas ha hecho la revolución m ás profunda,
en cierto m odo, del siglo XX. T odo ello ha sido posible con la m ecanización
de la agricultura, com enzada a principios del siglo X X, pero acelerada luego
de la term inación de la segunda guerra mundial.
E l "éxodo rural'' hacia las ciudades ha sido posible por la aplicación del
m aqum ism o a la agricultura, que ha m ultiplicado varias veces la productivi­
dad po r hom bre respecto del cultivo con el arado rom ano, la herram ienta
simple y la tracción animal. P or otra parte,el em pleo de abonos, insecticidas,
semillas m ejoradas, riego p o r goteo y aspersión, más otros adelantos en la
agricultura, ha volcado, en gran parte, la población del cam po en las ciuda-
dcs-m cgápolis. E n este sentido, desde la siega de una hectárea a golpe de
hoz hasta la m oderna cosechadora, la productividad del trabajo en el cam po
ha aum entado prodigiosam ente, com o puede apreciarse en el cuadro si­
guiente:

E V O L U C IO N D E LA P R O D U C T IV ID A D
PA R A SE G A R U N A H A S. D E T R IG O
H om bres necesarios A um ento de la
A ños para segar y alar una productividad
has. de Irigo en %
1750 (con la hoz) 40 a 50
1830 (con la guadaña) 25 a 30
1870 (con guadañadora) 8 alO 500%
1905 (con soscchadora) 1a 2
1950(coscchadora
trilladora) m enos de 1 hom bre 1.000%
FUENTE: C uadro com puesto por el autor en base a datos extraídos de
un estudio de Ilc n ri Broussc, inserto en la "Revista Econom ique", septiem ­
bre de 1953.

Sobre el creciente increm ento de la productividad agrícola vale la pena


subrayar que aum entó más del 100% en estados U nidos, entre 1930 y 1955,
pero más del 300% p ara cosechar cereales. T anto que, en preguerra, los nor­
team ericanos exportaban menos trigo que A rgentina; pero luego de term inar
la segunda guerra m undial, han estado en condiciones de exportar por año
más de 20 millones de toneladas de trigo, o sea, unas seis o siete veces más
que en el perío d o de 193S-39.
El increm ento de la productividad ha hecho d u rar al capitalismo: en 60
años del siglo X IX ,la productividad de un tejed o r ingles se m ultiplicó por 12
vcces, pudiendo así reb ajar la sem ana de trabajo de 70 a 48 horas. Sin em ­
bargo, una sociedad socialista de autogestión habría aum entado bastante
más la productividad por hom bre-hora sin crisis económ icas ni guerras, in-
Economía autogestionaria

hcrentcs al m odo capitalista de producción, que no es definitivo en la histo­


ria.

1850/1960: A U M E N T O D E LA P R O D U C C IO N IN D U ST R IA L
__________________________ (1913 = 100)___________________ ~
A ños M undo E E U U . A lem ania Inglaterra Francia URSS
1850 6 2 7 22 15 -

1860 7 3 10 25 18 —

1869 12 6 14 35 29 —

1880 20 13 22 48 39 —

1890 32 26 35 61 47 —

1900 51 42 62 73 63 ....

1913 100 100 100 100 100 100


1920 102 133 57 91 51 30
1929 148 165 129 100 105 160
1950 275 372 125 135 140 1500
1956 360 472 240 160 210 3020
1957 380 480 250 165 225 3300
1960 (a) 450 550 300 200 250 3800

FUEN TE: L'evolulion des p rix depuis cent ans, por A lfred M arc. Press
U niversitaires de F rance. Paris, 1958 a) estim aciones provisionales.

E l m althusianism o económ ico queda desm entido por la elocuencia de


las cifras: la producción industrial del m undo aum entó, entre 1850 y 1960, de
u na a 75 veces más, m ientras que la población mundial habría pasado de 1 a
2,5 veces. E l caso más extraordinario fue el de E stados U nidos que, desde
1913 a 1960,aum entó su producción industrial 4,5 ycccs más, en función de
un consum o masivo de energía m ecánica: petróleo, carbón y electricidad. La
U nión Soviética increm entó su producción industrial 38 veces más en 1960
respecto de 1913, pero ello se deb ería a que, prácticam ente, no tenía indus­
tria en 1913. E n adelante, a la U RSS le será más difícil duplicar su p ro d u c­
ción en 10 años a m edida que aum enta su producción industrial: es fácil d u ­
plicar esta producción cuando se tiene poca y difícil, cuando se tiene mucha,
su m ultiplicación se hace así más lentam ente.
El m undo ha progresado aceleradam ente desde 1850 a 1960: el volumen
del com ercio m undial se increm entó 8 veces más, desde 1850 a 1900; y 1 a 1,7
veces más entre 1900 y 1913. E l ciclo de la m áquina de vapor, como base de
la industrialización, concierne al período de 1850 a 1890; el de 1900 a 1920,
abarca el petróleo y la electricidad; el m otor eléctrico, el m otor de explosión,
la turbina hidraúlica y el gas im pulsan la industrialización en base a un inten­
so m aqum ism o. E n 1949 com enzó otro siclo industrial: la autom atización de
la producción; las m áquinas por control num érico y la energía nuclear. Se di­
ría que el átom o y la cibernética son m edios para una sociedad autogoberna-

-3 2 6 -
Cibernetica, capitalism o y socialism o

da; de producción en masa; de autom atización del trabajo; de m ecanización


intensiva de la agricultura; de elevada productividad del trabajo; autogestio-
naria y libertaria; o se autodestruirá en las guerras, las luchas de clases,-las
crisis económ icas y el caos de la contam inación ambiental.
P ero como el capitalism o occidental y el capitalism o de E stado oriental,
principalm ente E u ro p a occidental, U SA y Japón, p or un lado, y la URSS y
su bloque, p o r el otro, no asim ilan la revolución cinetífico-tecnológica sin
crisis (¿o sin guerras?); dialécticam ente el capitalismo, burgués o b u rocráti­
co plantea así un grave dilem a en los finales del siglo XX: paz con socialismo
libertario o g uerra con el capitalism o. D e m odo que —etica y socialm ente —
sería un bien recurrir a la violencia revolucionaria p ara sustituirlo por un fe ­
deralism o universal basado en una econom ía m undial autogestionaria.
Si p ara luchar por la paz, p o r el derecho al trabajo para todos, por supe­
rar las crisis económ icas, por abolir la lucha de clases, por suprim ir los privi­
legios y la injusticia, por establecer la igualdad, la libertad y los derechos
fundam entales del hom bre, p o r expropiar a la burguesía la propiedad del ca­
pital y convertirlo en bien social, hay que recurrir a la violencia revoluciona­
ria, bien venida sea esta: si ha de acabar, por fin, con la m entira,el privilegio,
la opresión, la corrupción, la explotación, el despotism o y lo inhum ano. No
hay que ser pasivo cuando hay que ser activo p ara ser hom bre y dignificar a
la persona hum ana; pues ser pasivo, lo degrada m oral y socialm cnte a la con­
dición servil.

TECNOLOGIA Y PRODUCTIVIDAD
Sobre 1908 = 100 (a precios reales en tiem po de trabajo de un peón de
cam po), en Francia, evolucionaron, hasta 1951/55, en la form a siguiente: el
trigo y el centeno valían un 68% menos, la cebada 70% menos, el m aíz 67%
menos, las papas 66% menos, el kilogramo de carne de vaca 56% menos, el
kilogram o de carne de cerdo 79% menos, las lentejas 75% menos, el tabaco
32% menos. Sin em bargo, en térm inos m onetarios, luego de la segunda gue­
rra m undial, hasta 1958, los precios habían subido, astronóm icam ente, en
Francia. ¡Q ué p arad o ja del capitalism o no sup erar la inflación m onetaria
costando cada año menos horas los bienes producidos!
C uando una m oneda es extrem adam ente inflacionaria hace subir los p re ­
cios en dinero, aunque en razón del aum ento de la productividad bajen los
precios reales en horas y minutos necesarios p ara p roducir una cosa, un bien
o un servicio. P or ejem plo, un automóvil "Renault" costaba, en la década de
1950/60 alred ed o r de 3000 horas-obrero, en Francia, m ientras que un coche
"Wolkswagen" se com praba con un equivalente de 2.500 horas-obrero, en
A lem ania. U n kilogram o de carbón se paga, aproxim adam ente, con 6 m inu­
tos de trab ajo no calificado en Francia, contra 4 m inutos en A lem ania y qui­
zá m ucho m enos en E stados U nidos. E n la década 1960/70, en las minas de
carbón de la Com unidad E conóm ica E u ro p ea el rendim iento por hom bre-

-3 2 7 -
Economía autogestionaria

h o ra alcanzaba a una m edia de 2.400 kilogramos, contra más del doble en


E stados U nidos. A sí las cosas se cierran minas en E uropa porque resulta
más barato im portar carbón norteam ericano que producirlo en las minas eu ­
ropeas. A l contrario, E stados U nidos im porta accro, aunque hay desocupa­
ción en la industria siderúrgica norteam ericana, por el hecho de que el accro
crudo japones es más b arato que el accro norteam ericano de igual calidad.
Com o en accro la productividad, p ara las grandes industrias siderúrgicas, se­
ría muy similar por hora-obrero en Japón y en USA, resulta que un japonés,
ganando m enos que un obrero siderúrgico norteam ericano, crea así una
com petencia favorable p a ra el Jap ó n en el m ercado norteam ericano y tam ­
bién en E uropa.
E n el precio real del trigo francés (estim ado en precios corrientes dividi­
dos p o r el salario de un peón de cam po) evidencia que la baja real del costo
de producción del trigo se debería a una mayor productividad por obrero-
hora y por aum ento del rendim iento de quintales de cereal por hectárea. Por
ejem plo, en 1908-12, el rendim iento de trigo por hectárea era en Francia, 13
quintales, contra 2L en 1955 y muy ccrca de 64 quintales, en 1984. L a p ro ­
ductividad del trabajo rural en Francia fue prodigiosa: su agricultura batió
"records" de producción, si bien la agricultura de H olanda y A lem ania occi­
dental aun consiguen m ayores rendim ientos por hom bre y hectárea, gracias
a la m ecanización y em pleo masivo de fertilizantes químicos. E n cambio, por
falla de m ecanización del trabajo rural, de fertilizantes, de insecticidas, de
cletrificación, la A rgentina, con abundancia de buenas tierras en la Pam pa
húm eda, sólo producía m enos de 15 quintales de trigo por hectárea, aunque
p o d ría alcanzar los rendim ientos europeos aplicando, intensam ente, la revo­
lución científico-tecnológica a su agricultura.
Sin aum ento de la productividad del trabajo hum ano, no por más efuerzo
m uscular, sino p o r m ejores técnicas de producción, el progreso hum ano se
estanca y, corno aum enta la población, particularm ente en los países a fro ­
asiáticos y latinoam ericanos, todo tiem po futuro podría ser peor y no m ejor,
aunque se crea que no es así por pura fe en el, ya que el progreso continua­
do, la productividad ascendente, d epende no de la fe en el progreso, sino de
aplicar intensivam ente la ciencia y la técnica al trabajo em ancipado del es­
fuerzo muscular.
P ero el capitalism o no pued e perm itirse el lujo de increm entar la produc­
tividad del trabajo, si, al mismo tiem po, no aum enta la tasa de población im­
productiva: burocracia supernum eraria del E stado; em picados en la g eren ­
cia de las em presas; em pleados en el com ercio, la industria y la banca; gente
im productiva de todo tipo que consum e y no produce.
B ajo el signo de la revolución científico-tecnológica, el capitalism o ha d u ­
rad o gracias al acrecentam iento de la productividad del trabajo asalariado,
al aum ento de la tasa de plusvalía relativa (produciendo cada vez más en
m enos tiem po de trabajo), lo cual ha perm itido el advenim iento del Estado-
providencia, propio de las doctrinas reform istas de la social-dcm ocracia, de
los dcm o-cristianos y del "socialismo de terciopelo".

-3 2 8 -
Cibernética, capitalismo y socialismo

La democracia burguesa, p ropia de los países industrializados tiene su


basam ento económico, en el creciente aum ento de la productividad del tra ­
bajo:

A U M E N T O D E LA P R O D U C T IV ID A D E N T R E S PAISES
(Tasa de crecim iento en % )
Períodos Francia E stados U nidos G ran B retaña
1 9 4 9 -1 9 6 3 3,5 2,3 1,2
1 9 1 3 -1 9 4 9 1,1 2,0 1,1
1 9 1 3 -1 9 6 3 1,8 2,1 1,1
1 9 7 9 -1 9 8 6 2,2 0,7 2,4
FUEN TE: E stadísticas originarias, principalm ente, de E stados U nidos y
G ran B retaña. C uadro inserto en Abrége de la croissance francaise, p. 124.
E ditions du Seuil. París, 1973. V arios autores. O bsérvese que la productivi­
dad en U SA declina al 0,7% p o r causa del desm edido aum ento de "tercia­
rios" en servicios, donde no aum enta la productividad.

P ero el gran sallo hacia adelante de la productividad del trabajo se ha he­


cho después de la segunda guerra m undial m ediante la revolución científico-
tecnológica asociada a los ordenadores, las m áquinas por control num érico,
la cefalización de las m áquinas y de cadenas de producción autom atizada o
sem i-autom atizada. E sta nueva revolución industrial ha sido, en cierto modo,
la "edad de oro" del capitalism o, el derroche de la "sociedad de consumo";
como aspecto negativo, la explosión de la población en A frica, Asia y A m éri­
ca L atina y la contam inación am biental en los países industrializados con d e­
crecim iento de su población y su degradación p o r la droga, el alcohol y el
aum ento desm edido de la desocupación paralela al increm ento de la p ro ­
ductividad.
Y es que la productividad, si bien hace d u rar al capitalism o m ientras va
aum entando la riqueza, p orque hay plusvalía p ara derrochar en arm am en­
tos, en pagar una deuda pública m ultim illonaria, en subsidios a las em presas
deficitarias nacionalizadas y a millones de trab ajad ores en paro y a los agri­
cultores p ara que siem bren menos p ara no financiar productos excedentes,
de m odo que el Estado-protector trate de con trarrestar las tendencias d e p re ­
sivas de la econom ía capitalista. Ello a condición de no resolver la crisis, sino
de diferirla, acum ularla y enrollarla en form a de bola de nieve hasta... que
sea tan grande que p ara resolverla no basten m edidas bancarias, impositivas,
crediticias, m onetarias, sino hacer, en profundidad, un cambio de sistema
económ ico, político y social que no podría ser otro más que una econom ía
autogestionaria, libertaria, donde prevalezca el interés general sobre el p arti­
cular con la equidad, la libertad y la igualdad.
Se está d errochando la productividad creciente del trabajo asalariado p a­
ra consum ir im prudentem ente, en form a de rentas parasitarias o de gastos

- 329-
Economía autogestionaria

im productivos del E stado burgués o burocrático, el capital necesario para au­


m entar la inversión en investigación y desarrollo (I + D ). Sólo así se p u ede li­
b e ra r al m úsculo obrero p o r la m áquina autom atizada en una sociedad auto-
gestionaria, donde no haya desocupación de trabajadores por la sencilla ra ­
zón de que todos, sin distinción de clases, tendrán que ser productivos, sin
burocracias ni burguesías, sin tecnocracias, m enos las personas jubiladas, los
jóvenes y niños a cargo antes de ser útiles p ara el trabajo social productivo
en edad adulta.
E n la econom ía capitalista, contradictoriam ente, cuando aum enta la p ro ­
ductividad del trabajo asalariado disminuye, concom itantcm cntc, el nivel de
ocupación de trabajadores por dos razones fundam entales: 1) una parte
bastan te grande de la plusvalía es disipada por los capitalistas y el E stado
burgués en gastos im productivos que restan capital para m antener la inver­
sión a nivel de la plena ocupación; 2) a m edida que se increm enta la produc­
tividad del trabajo no desciende la jo rn ad a en horas trabajadas, a fin de que
haya trab ajo p ara todos.
P o r tanto, b ajo el capitalism o privado hay desocupación de trabajadores,
po r causa de sus contradicciones económ icas y sociales, y bajo el capitalism o
de E stado, hay relativa plena ocupación, pero pagando salarios muy bajos,
trab ajan d o en la fábrica-cuartel, a fin de que la plusvalía de E stado sea, tam ­
bién, disipada im productivam ente p o r la burocracia totalitaria dom inante.
A la corta o la larga, ni el capitalism o convencional ni el capitalism o de
E stado pueden asimilar la revolución científico-tecnológica sin que estallen
sus contradicciones: crisis de sobre-producción relativa (O este) o crisis de
subproducción (E ste). E n el prim er caso, com o consecuencia de que no to­
dos pueden consum ir lo mismo, y sobra lo que no consum en los obreros de­
socupados, las clases económ icam ente débiles, que constituyen el mercado
m á s grande de lodos y están sum ergidas económ ica y políticam ente. E n el se­
gundo caso, la crisis de subproducción es inherente al capitalism o de E sta ­
do, donde la producción se estanca por falta de progreso económ ico y tecno­
lógico, p orque un m ercado autogestionario no actuá como autoregulador de
la producción, el consum o, la distribución y el cambio, ajustando la econo­
m ía a las necesidades de la dem anda nacional e internacional, m ediante el
increm ento de la productividady de la com petitividad, que no logra un sane­
drín económ ico de planificación centralizada.
U n a econom ía, sea socialista o capitalista, en el sentido de como se las
define hoy en el E ste y el O este, no pueden superar las contradicciones in­
m anentes a una econom ía antagónica, de oposición entre el capital privado o
de E stad o y el trabajo asalariado.
E n cam bio, una econom ía autogestionaria luego de resolver las contra­
dicciones de la econom ía capitalista convencional o estatista, tendría que
acum ular más capital que las econom ías antagónicas, a fin de asimilar, m ejor
que cada una de éstas, la revolución cicntífica-tecnológica, en base a un cre­
ciente aum ento de la inversión en investigación y desarrollo (I + D). Sólo así

- 330-
Cibernética, capitalismo y socialism o

se pued e acrecentar indefinidam ente la productividad del trabajo libre, aso­


ciado con sus m edios de producción en una em presd autogestionaria, hasta
que en razón de una gran autom atización de la producción el valor-trabajo
descienda hacia cero, quedando com o lo m ás concreto de la econom ía, no el
valor venal o de cambio, sino el valor de uso, la abundancia de bienes y servi­
cios, lo cual supera la econom ía m ercantil de intereses antagónicos. Al coin­
cidir el valor de cam bio o valor-trabajo con el valor de uso, sin m ercantilism o
de ninguna clase se h abría creado la base socio-económ ica y técnica del co­
munismo libertario. Y eso no es una utopía sino una realidad, posible para el
hom bre liberado si el se coloca en el centro del proceso económ ico, político
y social, autogestionando todo: sin burocracias, sin burguesías, sin tecnocra­
cias.

CIENCIA Y TRABAJO ASOCIADO


E l progreso científico alcanzado en los países capitalistas industrializados
y en los del socialismo burocrático, con ser m ucho en esta época de cambio
tecnológico rápido, todavía es insuficiente a causa de que el trabajo asala­
riado no participa, ni poco ni mucho, en la gentión de las em presas dirigidas
por burgueses, b u rócratas o tecnócralas interesados —como clases dom i­
n a n te s— en separar el trabajo m anual del trab ajo técnico c intelectual y al
obrero asalariado de la gestión directa de las em presas, m ediante la p e rp e ­
tuación de la propied ad privada o estatal de ellas. A sí las cosas, nunca po­
dría ser em ancipado el obrero y el hom bre desalienado de sus condiciona­
m ientos socio-económ icos, de sus contradicciones inherentes a un sistema
injusto de producción, consumo, cam bio y circulación de las riquezas. Para
desalienar al hom bre asalariado, dependiente del em presario privado o del
E stado, no basta con cam biar la form a de propiedad privada por la pro p ie­
dad estatal; hay que instaurar la propiedad social de los m edios de pro d u c­
ción y de cambio; hay que superar la vieja división del trabajo entre los que
m andan y los que obedecen, entre los que saben y los que no saben; hay que
llevar la ciencia, la técnica, la inform ación y la form ación intelectual a los lu­
gares de producción; pero sin que unos sean ignorantes, como obreros, y
otros, científicos o técnicos, com o "ejecutivos", "managers", "directores", "téc-
nócratas" o m iem bros elegidos de la "Nomenklatura"; pues m ientras esto
perdu re el obrero asalariado será tan ignorante y explotado con capitalism o
occidental (privado) como con capitalism o de E stado (oriental o de modelo
soviético).
E n este orden de ideas, tenía razón K ropotkin cuando decía: "¡Abajo los
privilegiados de la educación, lo mismo que los del nacimiento!". Luego aña­
de: "U na sociedad que se haya ap oderado de toda la riqueza social y procla­
m ado que lodos tienen derecho a ella —cualquiera que fuese (la participa­
ción) que en crearla hubieran tom ado antes —, se verá obligada a abandonar
toda idea de asalariam icnto, sea en m oneda, sea en bonos de trabajo, bajo

-3 3 1 -
Economía autogestionaria

cualquier form a que se presente". Seguidam ente —prosigue K ropotkin —,


aclarando los sofism as del socialismo burocrático:
"A cada uno según sus obras", diccn los colectivistas (o m arxistas), o en
otros térm inos, según su p arte de servicios prestados a la sociedad. ¡Y este
principio se recom ienda p ara ponerse en práctica cuando la revolución haya
puesto en com ún los instrum entos de trabajo y todo lo necesario para la p ro ­
ducción!.
"Pues bien; si la revolución social tuviese la desgracia de proclam ar este
principio, sería im posible el desarrollo de la hum anidad; sería abandonar sin
resolverlo, el inm enso problem a social que nos han legado los siglos anterio­
res.
"En efecto en una sociedad como la nuestra, donde vemos que cuando
m ás trab aja un hom bre, menos se le retribuye, este principio puede parecer,
de pronto, com o una aspiración a la justicia.
"Pero, en el fondo, no es más que la consagración de las injusticias del
pasado. P or este principio em pezó el asalariam icnto, para venir a p arar a las
odiosas desigualdades y abom inaciones de la sociedad actual. P orque desde
el día en que se com enzaron a valorar, en m oneda o en cualquier otra espe­
cie de salario, los servicios prestados; desde el día en que se dijo que cada
uno sólo ten d ría lo que consiguiera haccrsc pagar por sus obras, estaba es­
crito de antem ano, en cerrad a en germ en de este principio, toda la historia
de la sociedad capitalista con la ayuda del Estado" (1).
E n n uestra época, las clases sociales, más que definirse según la sociolo­
gía m arciana, residen en sus contenidos de desigualdad económ ica, en sus
diferencias de ingresos, o si unos perten ecen al trabajo intelectual y otros, al
m anual, particularm ente en la U nión Soviética, donde la sociología m arciana
no p u ede explicar las nuevas clases, precisam ente porque los dirigentes so­
viéticos se llam an m arxistas ¿No es paradójico todo esto? Y ello sucede p o r­
que en la R usia soviética no hay socialismo, sino capitalism o de E stado, sur­
gido de la diferencia en tre trabajo manual c intelectual, entre dirigentes y di­
rigidos, a causa de que la propied ad estatal no supera al hom bre escindido
en clases antagónicas. En este orden de ideas, es la "Nomenklatura" soviética
una especie de "burguesía roja" que, en cuanto a explotar el trabajo asalaria­
do y m antener privilegios,no es m ejor que la burguesía de otros tiempos.
Si una revolución social y económ ica no es com pletada concom itante-
m ente por una revolución cultural, científica y tecnológica p a ra todos los
hom bres, a fin de superar la diferencia entre el trabajo m anual e intelectual,
todo p arecerá haber cam biado, pero todo seguirá igual en cuanto a la vieja
división social del trabajo en el seno de cada em presa, igual que antes, como
está sucediendo en los países de m odelo soviético burocrático. U n m o d o de
producción y distribución, basado en la política despótica del poder de cla­
se y en la econom ía de tener unos lo que se quita a otros, m ediante el siste-

1 Kcopotkin, 1’ . I a conquista tlc l pan.


Cibernética, capitalismo y socialismo

nía del salario y la plusvalía, no puede, en realidad, rebasar el capitalism o, ya


sea bajo form a de em presas privadas o de em presas estatalizadas: de capita­
lismo privado (O este) y de capitalism o de E stado (E ste). P or otra parte, si el
saber siem pre ha de tener el poder, aunque sea abolida la propiedad privada,
el hom bre asalariado estará alienado por el capital separado del trabajo. Por
consiguiente, el hom bre será desalienado en una dem ocracia directa como
A utopodcr, que supere al E stado de clase, en lo político, y que instaure una
econom ía autogestionaria, en la cual el trabajo se asocie con sus m edios de
producción, no controlados por ningún E stado-patrón, ni por burguesías, ni
burocracias, ni tecnocracias.
A hora bien, este proyecto de desalienación del hom bre no debe ser bella
utopía, sino una realidad posible, no para un futuro lejano, sino factible en
nuestra época cibernética, astronaútica, nuclear y, lo más im portante de to­
do, autogestionaria: sin la cual todo progreso puede, por los antagonism os
existentes en tre las naciones y las clases, m alograrse en guerras y luchas so­
ciales devastadoras: un futuro así no sería m ejor p ara la hum anidad. En este
orden de ideas, una econom ía auíogeslionaría en una sociedad libertaria,
que garantice iguales derechos y deberes p ara todos los hom bres, tiene que
constituir un tiem po histórico de m ayor acum ulación de capital que con la
burguesía o la burocracia, a fin de que el tiem po de trabajo de los pro d u cto ­
res libres vaya dism inuyendo a m edida que va aum entando su productividad
del trab ajo autogestionado y tccnificado.
La sociedad libertaria —autogestionaria, basadas en la dem ocracia aso­
ciativa sin explotadores ni ex plotados— tiene que desarrollar más ráp id a­
m ente la revolución científico-tecnológica, llevando la ciencia y la técnica a
los lugares de trabajo, de m odo que lodos lleguen a tener las mismas o p o rtu ­
nidades, la misma posibilidad de conocim ientos científicos y técnicos, salvo,
naturalm ente, el don natural del genio, esc raro cerebro que pocos hom bres
poseen.
Pero, a m edida que la ciencia y la técnica se introducen en las grandes
em presas, en los servicios sociales y públicos, en las sociedades de ingeniería
c investigación, los grandes descubrim ientos científicos se van haciendo más
asociativos que individuales. Así, por ejem plo, el proyecto "Spútnik" soviéti­
co, para alcanzar el espacio extraterrestre necesitó reunir a más de 7.000 es­
pecialistas, investigadores, técnicos, diseñadores y científicos, uniendo lodos
los conocim ientos para poder llevarlo a feliz térm ino. El proyecto norteam e­
ricano "Apolo", igualm ente, asoció los conocim ientos de muchos científicos y
especialistas técnicos de lodo tipo, uniendo el cerebro hum ano al ordenador
electrónico, a fin de alcanzar la Luna y abrir el camino cósmico hacia los pla­
netas del sistem a solar.
E n ciencia y técnica, la innovación, la investigación, son proyectos de m u­
chos sabios, científicos y técnicos, y no del trabajo solitario de un solo inves­
tigador. Justam ente porque la ciencia y la técnica no son especulativas, como
en otros tiem pos, sino factores muy im portantes e inm ediatos de producción
Economía autogestionaria

en ias em presas m odernas, donde se tiende a la autom atización del trabajo


m anual e intelectual, haciendo en ellas más investigación que en las U niver­
sidades; separadas de la práctica, del trabajo y de la industria son así más
ideológicas que lógicas, más especulativas que prácticas, más repetitivas de
conocim ientos que innovadoras de patentes y nuevos conocim ientos, m ien­
tras la ciencia y la técnica estén separadas del trabajo en las em presas.
P ero m ientras la ciencia y la técnica estén alienadas, el poda; el dinero, el
Estado y el capital com o instrum entos de dom inación del pueblo trabaja­
dor, los científicos, técnicos c investigadores, estarán alienados; no serán
dueños de sus descubrim ientos científicos; trabajaran así para las burguesías
im perialistas o las burocracias hegem onistas; su ciencia y su técnica así no li­
b erarán a la hum anidad, sino que la dep au p erarán y la destruirán por m edio
de la g uerra nuclear, que es una espada de D am ocles sobre todo el género
hum ano. Hay, pues, que dcsalicnar a los científicos y a los obreros, al mismo
tiem po, uniendo la ciencia y el trabajo con sus m edios de investigación y p ro ­
ducción, a fin de que prevaleza la paz y no la guerra, para que todo tiem po
futuro sea m ejor y no peor.
Si los científicos y técnicos, los investigadores de toda clase o especiali­
dad, dependen de los consejos de adm inistración de las grandes em presas
capitalistas o de la burocracias totalitarias, en igual m edida que dependen
los obreros de esos poderes de clase alienados, todo tiem po futuro pudiera
ser p eo r que el p resente a causa de que los científicos y técnicos se conside­
ran tccno-burocracia servil del capital privado o de E stado, contribuyendo
así a la explotación y opresión de los obreros, creadores de la producción
concreta sin la cual el hom bre no tendría satisfechas sus necesidades m ate­
riales.
Ilay , pues, que vincular la base económ ica laboral de la sociedad con los
trab ajad o res de la investigación científica, asociando el capital productivo y
el capital intelectivo com o un todo único, sin burocracias totalitarias(E ste) ni
burguesías opresoras y explotadoras (O este). A sí el trabajo, la técnica, el ca­
pital, la ciencia y la inform ación electrónica, no separadas de los lugares de
producción sino uniédosc en ellos, puedan constituir el A utogobierno de la
producción, o la auto-adm inistración, sin lo cual todo socialismo prom etido
nunca será realizado.
E n una sociedad autogestionaria o de dem ocracia directa, la práctica
económ ica y los laboratorios de investigación, dentro de las em presas, han
de proponerse crear la sociedad sin clases antagónicas, m ediante el trabajo
homogéneo, no dividido en manual e intelectual como viene sucediendo des­
de hace siglos. U n a dem ocracia asociativa, libre de explotadores y opresores,
tiene que ser ácrata, auto-adm inistrada, a fin de que los gastos im producti­
vos del E stad o (burgués o burocrático y las rentas parasitarias de la burgue­
sía o de la burocracia) vuelvan a la sociedad, a los trabajadores que las han
creado. D e esta m anera, inviniendo esa plusvalía robada a los trabajadores,
la hum anidad progresaría más en un año que bajo el E stado burgués o bu ro ­
crático en un quinquenio.

- 334-
Cibernética, capitalism o y socialismo

P ara superar la sociedad de clases antagónicas hay que abolir el E stado


caro y malo, opresor y explotador, integrando la ciencia, la técnica, el capital
y el trabajo, sin que quede ninguna clase dom inante, sino el hom bre desabo­
nado, dueño de su destino, de sus m edios de producción y de cambio, de sus
em presas autogestionarias, para hacer posible todos los proyectos hum anos
y el más grande de todos los proyectos: poner la riqueza en común al servicio
del hom bre como especie liberada y no sólo como clase; puesto que la libe­
ración de clase, bajo form a de dictadura del proletariado, ha creado nuevas
form as de dom inación sobre el proletariado. Así, pues, la em ancipación de
los -trabajadores asalariados sólo es posible m ediante la democracia directa
(autogobierno) y la democracia asociativa (em presas autogestionarias, coo­
perativas, m utuales o em presas de interés social).
Es hora ya de desm istificar la falsa liberación del pueblo trabajador m e­
diante "revoluciones sociales" en que se cam bia a los opresores y explotado­
res en el Poder, quedando siem pre com o m asa pasiva asalariada los tra b aja­
dores, ya se trate bajo el gobierno de la democracia burguesa (régimen parla­
m entario o representativo), o bajo el socialism o administrativo, de m odelo
soviético, donde la "Nomenklatura" sustituye en el P o der a la burguesía, q u e­
dando los obreros tan asalariados y dom inados com o bajo la vieja burguesía.
ITay que desm istificar, tam bién, la ciencia y la técnica que, unidas al E s­
tado, como antes lo estuvieran a la Iglesia, crean un p retendido saber gene­
ral, una ciencia y técnicas alienadas en el Poder, todo lo cual indicaría que
ese saber no es tan general, sino el instrum ento particular de dom inación de
la burguesía o de la burocracia sobre el pueblo trab ajador a quien se le habla
de dem ocracia, constantem ente, pero, en los hechos, éste 110 participa en n a­
da directam ente.
El hecho de que los científicos estén subordinados, así como los teenó-
cratas, a la burguesía occidental o a la burocracia com unista oriental, indica­
ría que la ciencia y la técnica tienden a convertirse en ideologías de clases
privilegiadas, a fin de em baucar al pueblo ignorante y seguir así explotándolo
y oprim iéndolo. En este orden de ideas, la nulificación de la ciencia, el "sa­
ber absoluto de los ordenadores", sería un intento de suplantar con ellos el
saber de los dioses o de sus intérpretes (los teólogos), en este caso seglares,
pero no m enos sacerdotes que los que llevan el hábito como tales. A sí las co­
sas, la tccno-burocracia, tanto en O riente com o en O ccidente, accedería, al
P oder como "nueva clase", adulando a los trab ajad o res para ello y criticando
a la burguesía, a fin de servirse de una clase contra otra; pero, en fin de
cuentas, p ara constituirse la tccno-burocracia en "Nomenklatura", al m odo
soviético, que no m ejora el m odelo burgués de la "Socieda de consum o” occi­
dental.
ECONOMIA, TECNOLOGIA, IDEOLOGIA
A m edida que avanza el progreso científico-tecnológico, como las univer­
sidades y las escuelas técnicas no están al alcance de todos los ciudadanos,
de los trab ajad o res de la ciudad y del cam po, se va creando una tecno-buro-
Economía autogestionaria

cracia que, coa las características de una "nueva clase" —ya sea en el E ste o
en el O este —, se p resenta como la "élite" del saber absoluto, de los únicos
que saben de econom ía, de ciencia y tecnología, de lodo, apareciendo el
pueblo com o un subm undo de ignorancia que debe ser conducido por los sa­
cerdotes de un saber esotérico al cual acceden unos pocos elegidos. E n este
ord en de ideas, la ciencia tísica se hace un tanto m etafísica, una ideología de
la Iccno-burocracia en el sentido de que el saber ha de tener el p oder de con­
ducción del pueblo ignaro, com o los Dioses del Olimpo, en otros tiempos,
ejercían su teocracia absoluta, decidiendo del destino de los hom bres.
Los "m anagers” y "exccutives", en el dom inio económ ico, y los "tecnócra-
las", "directores" e "investigadores”, en el dom inio científico-tecnológico, se
presen tan como la "clase superior" en beneficio de la cual han de realizarse
todas las revoluciones (sociales, científicas, económ icas y políticas), ya que
ellos son los únicos que saben ordenar, planificar, predeterm inar el orden de
las cosas p ara una Sociedad pasiva p o r m edio de un activo Estado-¡rovi-
dencia. A sí las cosas, la "revolución de los directores" com o la entiende J a ­
mes Burnham —que fue notorio m arxista-leninista-trotskista antes de con­
vertirse al Lecnocratismo —, sería muy similar en el Este y el O este; aunque
con m odalidades políticas diferentes: en un lado, bajo la form a de "dictadura
del proletariado", pero cine realm ente ¡o es del Partido único, de los teenó-
cratas y burócratas; en el otro, bajo la form a de dem ocracia parlam entaria y
Estado-providencia. Y la verdad es que la diferencia de clases no es tanta
entre un O lof Palme, que usó del E stado burocrático y recaudador de in­
puestos insoportables p ara el pobre pueblo, y la de G orbachov, exponente
máximo de la burocracia soviética. En los dos casos, es la burocracia seudo-
socialista o seudo-com unisla que están en el Poder en nom bre del pueblo;
pero realm ente, contra él.
L a tecno-burocracia, tanto en el Este com o en el O este, es esencialm ente
burguesa en cuanto a la distribución de la renta nacional o social producida
por el trabajo; pero se perm ite el lu jo ideológico de hablar en socialista para
el pueblo exigiendo la nacionalización de los medios de producción y de
cambio, no su socialización autogestionaria, a fin de planificarlos, dirigirlos y
de o btener una plusvalía de E stado que, en el fondo o por su contenido, no
es diferente de la plusvalía extorsionada por el viejo burgués. Ahí, precisa­
m ente, reside el secreto de la ideología de la "N om enklatura” soviética y de
las burocracias políticas, económ icas y tecnológicas occidentales.
El científico puro (separado del pueblo trabajador, encerrado o aislado
en su laboratotio o U niversidad) se com porta así como los Dioses Olimpo,
precisam ente p o rq u e la educación, la ciencia y la técnica son elitistas, o sea,
un saber para tener p oder sobre el pueblo ignaro.
E nfatuados los científicos con el saber de las com putadoras se atreven a
ser las nuevas pitonisas de D elfos; pero sucede que, com o su saber es más
cuantitativo que cualitativo, se equivocan en sus predicciones, dando la sen­
sación que esta sociedad no sabe a donde va... con las arm as nucleares, los

-336-
Cibernética, capitalismo y socialismo

rayos láser, la guerra quím ica y bacteriológica ¿No será porque los ideológos
de la tecnocracia han creado una nráquina p ara destruirse a sí mismos y al
resto del m undo?. El hecho de que los descubrim ientos del átom o (como
bom ba nuclear) conduzca a la guerra total, y de que la autom atización del
trabajo produzca paro tecnológico, indicaría que los teenóeratas son malos
filósofos, políticos ignorantes y científicos parcelarios, especialistas que sa­
ben de lo suyo m ucho y del resto de los conocim ientos hum anos, nada. Así,
pues, en este sentido serían una especie de sabios burros, justam ente porque
se han aislado del pueblo, porque quieren hacer de su saber su poder como
clase tecno-buroerálicá. Ello dem ostraría que el pueblo será a n a n á pació por
sialism o , pero a condición de que a su revolución social, económ ica y políti­
ca añada, inm ediatam ente, una revolución científico-tecnológica, cultural, de
la inform ación y de la educación, a fin de que los teenóeratas bajen de su
O lim po, ya se trate de O lo f Palme o de G orbachov. Pues sin participación
directa del pueblo en su revolución 110 hay posibilidad de realizar su em anci­
pación, sino únicam ente sustituir en el Poder de d a se a la burguesía por el de
la "Nomenklatura" totalitaria.
E 11 la época de la cibernética, de la autom atización del trabajo manual e
intelectual se da una gran p aradoja socio-económica: la desocupación m asi­
va de obreros industriales y de traba jadores del cam po y la sobreocupación
de funcionarios, em pleados, burócratas, teenóeratas y "terciarios" de toda
clase y tipo, particularm ente en los países capitalistas industrializados dirigi­
dos, política y parlam entariam ente, por representantes de una clase inedia
im productiva, en ascenso constante. Así las cosas, los gastos de los gobiernos
y de seguridad social, respecto del producto interno bruto (PIB), subieron,
desde I960 a 1982, en la form a siguiente:

i960 1982
Estados Unidos 27,8% 35,5%
Japón 20,7 34,8
Francia 32,1 51,9
C.E.E. ' 34,6 50,8

FUENTE: cuadro com puesto por el autor.

Q uiere decir que el Estado-providencia se va apoderando del PII3, no


p ara invertirlo retributivam ente en obras públicas, conlrucción de escuelas y
universidades, autovías y carreteras, em presas de descontam inación am bien­
tal, investigación científica de paz, sino en subsidiar a em presas nacionaliza­
das que funcionan a pérdida, com pra de arm am entos, gastos militares diver­
sos, subsidios a desocupados, productos excedentes y a em presas privadas
en déficit, sin contar otras descconom ías que, finalm ente, van haciendo más
grande y más irresoluble la crisis económ ica estructural de 1111 capitalism o
privado o de Estado, donde se han asociado, como una em presa de respon­

— 337 —
Economía uutogcslionnría

sabilidad lim itada, la vieja burguesía y la tccno-burocracia: Rockl'cllcr con


Gorbacliov, por m edio de em presas mixtas cu la URSS.
F rente a una econom ía de desperdicio de la riqueza creada por los trab a­
jado res industriales y agrícolas, por los sectores productivos, el E stado-pro-
vidcncia quiere acudir a todas partes, como papá Noel, pero finalm ente,
qued ará mal con todos: el partido del descontento. A este partido, precisa­
m ente, debe hacérsele conocer un program a de em ancipación de los tra b aja ­
dores, liberados de la vieja burguesía y de la tccno-burocracia, m ediante la
instauración de 4a democracia directa (autogobierno barato desburocratiza-
do) y la econom ía autogestionaria (em presas gestionadas directam ente por
los trabajadores auto-organizados, liberados de la burguesía y de la b u ro cra­
cia).
Bajo el capitalism o tradicional o estatal, lo único que han ganado los tra ­
bajadores asalariados es la reducción de la jo rn ad a de trabajo, que antes era
de "sol a sol", y ahora m enos de 40 horas sem anales en los países de gran
productividad por hora hom bre ocupado. En realidad los capitalistas no le
han regalado nada a sus trabajadores asalariados, sino más bien a la tccno-
burocracia que se ha ido m ultiplicando a m edida que aum enta la productivi­
dad del trabajo agrícola c industrial como consecuencia del increm ento de la
productividad. Ello ha hecho posible el E stado-providencia que, en algunos
países, ya está absorbiendo cerca del 70% del P1B, para pagar sus num ero­
sos funcionarios, subsidios, subvenciones y gastos inproductivos, arm am en­
tos, etcétera.
T ales aberraciones económ icas, funcionando como gran em presa a p er­
dida, fueron factibles con el E stado-bcncfector, cuyo m odelo más logrado y
burocratizado es el E stad o sueco, creado por los socialistas teenócratas y bu­
rócratas, por la clase m edia profesional y política, que gobierna a su capri­
cho. T an to que, en 1985, los salarios de los obreros suecos subieron cinco o
seis veces m enos que los de ministros, directores, asesores y altos funciona­
rios del gobierno social-dcm ócrala que, en este caso, sem ánticam ente es di­
ferente, en cuanto a la form a, pero idéntico, en el contenido pequeño-bur-
gués, con la "praxis" de la burguesía.
El E stado -p ro tecto r, al m odo sueco o de las "dem ocracias occidentales",
fue posible económ icam ente por el increm ento constante de la productivi­
dad del trab ajo que, por países, desde 1955 a 1962, aum entó en los po rcen ta­
jes siguientes: Francia un prom edio anual del 4% , A lem ania Federal 3,1%,
Bélgica 2,4% , D inam arca 2,7%, E stados U nidos 1,8%, Italia 4,7%, Noruega
2,6%, H olanda 2,4%, y G ran B retaña 1,7%. La tasa de acrecentam iento
anual de la productividad en Jap ó n fue de m ayor tenor que en la C E E y en
Estados U nidos d urante el periodo indicado.
E n este sentido, desocupando todos los años esos mismos porcentajes de
obreros en los países indicados, se m antendría el mismo volumen de pro d u c­
ción física con menos trabajadores. Así las cosas, el capitalism o tiene una
econom ía de desperdicio. Y por trabajador, no viven m ejor los obreros, vi­
Cibernética, capitalismo y socialism o

ven peor; se ven privados, muchos de ellos, de su derecho al trabajo. Por lan ­
ío, el capitalism o debe ser sustituido por un socialismo libertario, quc,garan-
lice el derecho al trabajo y al ocio, sin crisis económ icas crónicas o cíclicas,
en virtud de una econom ía autogestionaria: libertad y socialismo.
P ara sup erar la econom ía del desperdicio de capital y de fuerza de tra b a ­
jo sin crisis económ icas y desocupación de trabajadores, sin burocracia su­
pernum eraria y sin burguesía, am bas enquistadas en la plusvalía de capital
privado o de E stado, hay que auto-organizar a la sociedad en em presas auto-
geslionarias de propiedad social, superando definitivam ente la propiedad
privada y la propiedad cslalal determ inantes de la lucha de clases, de la ex­
plotación del hom bre por el hom bre.
U na econom ía de interés social, basada en pon er la riqueza social en m a­
nos de los productores directos, en colocar el capital al servicio del trabajo
asociado, 110 es una utopía en el siglo de la energía atómica, la auslronáutica
y la informática,"Sino una necesidad socio-económ ica para unificar el inundo
a la escala planetaria, para crear una civilización universal, única que pueda
evitar las guerras m undiales, o marginales, a fin de conquistar los espacios
interplanetarios, con el hom bre com o especie y no como clase. D ado el
enorm e progreso tecnológico del hom bre del siglo XX, ya a las puertas del
siglo XXI, o se salva com o especie, haciendo de la T ierra un solo país, una
federación, o perece en las guerras m undiales provocadas por el im perialis­
mo de las m ultinacionales del O este, chocando contra las m ultinacionales
ideológicas del Este. El dilem a del hom bre de nuestra época es: salvarse co­
mo especie única o perecer dividido com o clases antagónicas. Ello sería el
gran fracaso del "homo sapiens", incapaz de asim ilar su propio progreso sin
caer en el retroceso de las guerras, de la desocupación de millones de trab a ­
jadores, de eternas huelgas entre el capital y el trabajo antagónicos. T en e­
mos que hacer posible el hom bre universal, un hom bre 110 desgarrado, 110 di­
vidido irracionalm ente en clases dom inadas y dom inantes. E n este sentido,
m ientras el hom bre liberado 110 tenga el pod er del átom o pacífico en sus m a­
nos estaría creando una m áquina infernal p ara destruirse a sí mismo, a m e­
nos que supere sus lim itaciones de clase, de nacionalidad, de raza, de reli­
gión y los bloques m ilitares rivales im perialistas o hegeniónicos. Y es que la
paz perpetua, y la fraternidad universal sólo son posibles en un socialismo li­
bertario, federativo, autogestionario, capaz de desarrollar una civilización
universal, fundam entada en la solidaridad, la igualdad, la libertad y la m ora­
lidad.

"PRAXIS" Y DESALTENACION
M ientras d u re la lucha en tre el capital y el trabajo, o com o consecuencia
de que la plusvalía producida la reparte, sin producirla, la burguesía o la bu­
rocracia usufruclaria del capitalism o de E stado, el proletariado tendrá que
tener una "praxis" revolucionaria p ara lograr su liberación, su desalienación

- 339-
Economía nul(»gestionaría

de la dictadura del capital. E n este sentido, si el proletariado es pasivo, re­


form ista, obediente a la burocracia o a la burguesía, nunca se em ancipará
como clase oprim ida, no jugando así el papel histórico de liberador de todas
las clases como le había atribuido Marx, Engels, Bakunin y los grandes teó ri­
cos del socialismo del siglo XIX, que no eran tan utópicos.
E n esta época del neo-capitalism o y del capitalism o de E stado, con la
burguesía y las burocracias centralistas como clases dom inantes, 110 hay p a r­
tidos ni sindicatos revolucionarios del proletariado en la m edida que éste es
intrum ento de políticas sofisticadas, falsas, tendientes a entrar en la "socie­
dad de consumo", en el O este y en el Este, p ara paralizar la revolución p ro ­
letaria contra la burguesía im perialista y la burocracia estatista.
La revolucionaria de los obreros, los estudiantes, los cam pesi­
nos, las clases m edias proletarizadas y los intelectuales revolucionarios, debe
orientarse hacia form as de autodefensa guerrillera, com ités de acción revo­
lucionaria, com ités de fábrica contra sindicatos institucionalizados o buro-
cratizados, com ités de barrios y de estudiantes, juntas cam pesinas en pro de
la reform a agraria por la vía revolucionaria, organism os de base liberados
del control de las "élites" partidarias o sindicales, a fin de que la auto-organi­
zación del pueblo dé com o resultado la revolución social. La estrategia básica
consiste en rom per el equilibrio del sistema institucionalizado, tanto por las
burguesías com o por las burocracias, a fin de provocar la ruptura violenta, la
lucha de clases conducente a la Revolución.
Los partidos social-deniócratus son burgueses, los partidos com unistas se
han burocratizado y entregado a la coexistencia con la burguesía, los sindica­
tos obreros se han institucionalizados haciendo de sus dirigentes buenos bu­
rócratas, no habiendo así organizaciones revolucionarias al servicio leal, sin­
cero del proletariado.- Si el pueblo aspira a su em ancipación tiene que to ­
marla como obra de sí mismo, sin delegarla en socialistas aburguesados, en
sindicalistas o com unistas burocratizados. Sólo la autoorganización revolu­
cionaria de obreros, cam pesinos, estudiantes y clases oprim idas y explotadas,
puede conducir a su desalienación, su liberación, m ediante su acción revolu­
cionaria. Sin esta "praxis", todo se quedaría en el limbo de la esperanza cris­
tiana, en el paraíso prom etido pero no alcanzado para los obreros, los cam ­
pesinos, el pueblo trab ajad o r y sus vanguardia intelectual revolucionaria.
I lay que probar en la "praxis" la validez de una teoría revolucionaria, p a­
ra salir del m undo áulico de la autoalienación, de las ideologías que prom e­
ten la felicidad inalcanzable, de las organizaciones políticas y sindicales que
frenan el proceso revolucionario, para que los dirigentes se hagan diputados,
senadores, ministros o burócratas sindicales, bien rentados por la burguesía,
a condición de dejarlo todo reducido a la firm a de un contrato colectivo de
trabajo, p ara que la burguesía suba lindam ente los precios en el ascensor y
los salarios por la escalera.
En la "praxis" se revela la realidad económ ica, el reparto desigual de la ri­
queza según los grupos privilegiados, la división del traba jo entre dirigentes
y dirigidos, la sc\’idiunbrcdc\ obrero en su trabajo enajenado al capital priva­

- 3 - 40 -
Cibernética, capitalismo y .socialismo

do o de E stado. E l hom bre asalariado, en estas condiciones de injusticia so­


cial y dependencia de su personalidad, es un sujeto condicionado por el
m undo de los objetos que él mismo ha fabricado (m ercancías), productos de
su trabajo, pero poseídos y enajenados por el p ropietario de los m edios de
producción, ya sea el burgués o el E stado-patrón.
P;ira liberar al hom bre como especie, com enzando por su liberación co­
mo clase oprim ida, como m ayoría pasiva explotada por una m inoría, hay que
hacer una crítica despiadada de la política, de las ideologías vigentes, del
consuelo religioso, a fin de p rep arar al hom bre alienado para su liberación
por m edio de la acción conducida, racional y estratégicam ente, a fin de al­
canzar la victoria del pueblo contra los tiranos, sus opresores y explotadores,
ya se trate de la burguesía o de la burocracia. A m bas, para no ser más enga­
ñado el proletariado con falsas políticas redentoras, deben ser com batidas
en el mismo frente de lucha, 110 dejando que el capitalism o privado sea sub-
tituído por el capitalism o de E stado, sino por la dem ocracia directa de las
masas populares, por el socialismo de autogestión.
El pueblo trabajador, abandonado a su propia suerte, debido a su bajo
nivel político, cultural, científico y técnico, hace la historia, pero 110 sabe por
qué ni para qué la hace. Por eso en necesario elevar a los trabajadores hasta
la categoría de proletariado tecnológico m ediante una gran revolución cultu­
ral, (¡lie 110 qued e frenada com o en R usia por la burocracia dirigente, sino
que sea llevada adelante, perm anentem ente, por los organism os de autoor-
ganización, de autogestión, de dem ocracia directa, único medio de superar
la alienación del hom bre. P ero p ara que la revolución cultural sea efectiva
debe ir precedida por una gran revolución social que cam bie de raíz la socie­
dad; (pie socialice al Estado; que ponga en m anos de los productores direc­
tos (sin m ediación burguesa o burocrática) el capital, la tierra, los medios de
producción y de cambio, dentro de una estructura com pleta de socialismo de
autogestión, sin lo cual es una utopía la dcsalienación del hom bre asalariado.
"El hom bre —afirm a C akunin— no se em ancipa de la presión tiránica,
que ejerce sobre cada cual la naturaleza exterior, más que por el trabajo co­
lectivo; porque el trabajo individual, im potente y estéril, no podrá vencer
nunca a la naturaleza". Pues añadiríam os nosotros, la revolución científico-
tecnológica bajo el capitalism o privado o de E stado no se realiza en benefi­
cio de los trabajadores, sino de las burguesías occidentales o de las b u ro cra­
cias orientales. Sólo un socialismo autogestionario, libertario, asimila la cien­
cia y la técnica sin crisis, en paz y libertad.
El hom bre asalariado no tiene redención bajo la burguesía seudo-dem o-
crática o bajo la burocracia soviética totalitaria. El hom bre será em ancipado,
lodos los hom bres sin distinción, cuando llegue a la convicción de que su li­
beración es colectiva y no individual, sin introducir el azar en su vida por m e­
dio de loterías, quinielas, etc... o q u erer p ara sí el favor de los dioses que és­
tos les tienen que quitar a otros, pues 110 se puede ser bueno con todos cuan­
do existe de p o r medio la propiedad privada o estatal y no la propiedad
social.

- 341-
ENERGIA,PRODUCTIVIDAD Y SOCIALISMO

La energía mueve el mundo: su consum o y producción desigual, de país a


país, determ ina, cu cierto modo, la riqueza o la miseria, el atraso o el adelan­
to entre las naciones. Destic el año 1800, época en que com enzó a usarse la
energía m ecánica con la fuerza del vapor y el em pleo del carbón m ineral, la
productividad del trabajo hum ano fue aum entando constantem ente con la
utilización de más y m ejores m áquinas de vapor, prim ero; eléctricas y de ex­
plosión, después; y finalm ente, m áquinas autom atizadas cibernéticas. Esas
tres étapas de! progreso científico-tecnológico m arcan las íres revoluciones
industriales que se han sucedido entre 1800 y 1950, en cuyo ciclo largo, con el
progresivo aum ento de las riquezas, la población mundial pasó de 978 a
2.513 millones de habitantes y, entre 1950 y 1987, a unos 5.000 millones. Sin
el acrecentam iento de la producción y el consumo de energía, la población
del m undo habría quedado estancada a los niveles de recursos económ icos
escasos de las sociedades esclavistas y feudales.
La superpoblada China, en 1987 sin ser el prim er productor mundial de
carbón y un discreto productor de petróleo, no podría abastecer de energía
su industria, agricultura y servicios p ara satisfacer las necesidades económ i­
cas de sus 1.060 millones de habitantes, en 1987, menos poderosos (pie los
242 millones de norteam ericanos, p orque éstos consumen 7278 kilogramos
de petróleo equivalente por persona, contra 201 kilogramo aquéllos. Así las
cosas, la fuerza m uscular hum ana cuenta m ucho en China, especialm ente en
la agricultura que ocupa, más o menos, el 70% de su población activa, mien­
tras que en Estados U nidos sólo representa el 3% de la misma, pero p ro d u ­
ciendo varias veces más por agricultor que en el cam po chino.
Brasil, casi tan grande geográficam ente com o E stados U nidos, tenía en
1985, aproxim adam ente, 21 veces menos producto interno bruto (PJB) que
E stados U nidos, porque las m áquinas y los trabajadores de Brasil consu­
mían, en el proceso de producción, 10 veces m enos energía m ecánica que un
norteam ericano. Y en energía eléctrica, p.c. U.S.A., consum ía 2 billones
472.000 millones tic kwh en 1985; contra 423.429 millones kwh A m érica L ati­
na.
En este sentido, el atraso económ ico y tecnológico de A m érica Latina
respecto de N orteam érica se debería, en gran parte, a que aquélla consum e
6 ó 7 veces menos energía que ésta, en cifras absolutas y m ucho m enos en
energía por habitante. U no de los grandes males de L atinoam érica consiste
en que desutiliza el 90% de la energía de sus grandes ríos y, en vez de consu­
mir, exporta la mayor parte de su petróleo (como en el caso de México,
Ecuador y V enezuela) que fluye hacia los E stados U nidos. Si este petróleo
fuera consum ido en la industria, la agricultura, los servicios sociales y públi­
cos y en usos dom ésticos, adicionando a ellos la energía eléctrica hidraúlica
perdida, A m érica Latina podría aspirar a un desarrollo económ ico y tecno­
Cibernética, capitalismo y socialismo

lógico no inferior al de E uropa occidental, Jap ó n y E stados U nidos, consti­


tuyéndose así en una gran potencia del siglo XXI.
E stados U nidos es la potencia más rica del m undo, en gran parte, debido
a que consum e un cuarto, más o menos, de la energía m ecánica mundial,
aunque era m ucho más rico, en 1950, cuando consum ía el 50% de la energía
del m undo en form a de carbón, gas, petróleo y electricidad.
Estos hechos, más que las políticas y las ideologías, han determ inado los
grandes cam bios socio-económ icos qué se han operado en el m undo entre
1850 y la década de 1980-90. E n el futuro inm ediato, (con la energía atóm i­
ca, las bio-técnologías, los robots, las m áquinas de control num érico, los o r­
denadores de la cuarta y quinta generación, los nuevos m ateriales, la astro-
naútica y otros progresos) ya se perfilan las industrias del siglo XXI, de las
cuales Japón y E stados U nidos ocupan los prim eros puestos de vanguardia
en otra gran revolución industrial científico-tecnológica.
Los m odelos de desarrollo económ ico y tecnológico, privilegiando exclu­
sivamente la industria pesada en detrim ento de la industria ligera, como ha
sucedido en la URSS, o con una industria pesada y ligera de tipo convencio­
nal, poco autom atizada, com o sucede en E u ro p a occidental, si am bas no
cam bian rápidam ente este m odelo, se van a quedar atrasadas, no pudiendo
com petir suficientem ente en el m ercado m undial. A um entaría así la desocu­
pación de trabajadores, el déficit de las balanzas de com ercio exterior, la fal­
ta de divisas de libre convertibilidad y, a la vez, irá dism inuyendo la producti­
vidad del trabajo, lo que liará increm entar ¡os costos del paro obrero y de la
seguridad social. U na econom ía m oderna, alcanzando am pliam ente el nivel
de autom atización del trabajo manual y mental, m ediante el em pleo de m á­
quinas cibernéticas, al finalizar el siglo XX y com enzar el siglo XXI, dejaría
muy atrás, no sólo a los actuales países subdesarrollados, sino tam bién a paí­
ses de medio desarrollo de E uropa, a menos que ésta no responda al reto
tecnológico de Estados U nidos y de Japón.
La sociedad de la creciente productividad del trabajo exige la sustitución
del músculo hum ano por esclavos mecánicos, de los cuales, por cada traba ja­
dor, ya disponía U.S.A. de 200, en la década de 1960-70. A sí las cosas, el fer­
tilizante quím ico ha sustituido al escaso abono orgánico, el tractor a muchos
millones de muías y saballos, la cosechadora m ecánica a millones de sudoro­
sos segadores, las m áquinas industriales controladas por ordenadores a mi­
llones de trabajadores, pero m ultiplicando la productividad por trabajador
ocupado restante.
A hora bien, desde el punto de vista socio-político y económ ico es desea­
ble que las m áquinas autom atizadas vayan liberando del trabajo penoso a los
obreros, pero lo injusto es que todo este progreso prive del derecho al trab a ­
jo a quienes no tienen más que éste para subsistir. E n este sentido, por una
ironía diléclica, el progreso científico y tecnológico, mal usado social y eco­
nóm icam ente, produce retroceso moral y social, paro tecnológico, porque el
progreso no se desarrolla, política y socialm ente, en beneficio de todos los

- 343-
Economía au(ogi\sl¡onana

habitantes de un país y de todos los pueblos del m undo. P or tanto, el gran


desafío de la sociedad contem poránea es p oner en concordancia el progreso
m aterial con sus reform as sociales y económ icas correspondientes, dentro de
cada país, igualando las grandes diferencias económ icas entre los países po­
bres y ricos del mundo, condonando deudas públicas externas im pagables y
haciendo fluir, sin condiciones neo-coloniales, los capitales excedentes de los
países ricos hacia los países pobres. Sólo así habrá paz, libertad y p ro speri­
dad en el mundo.
Pero como el capitalism o no tiene una etica social, sino tiene como finali­
dad la inm ediatez de la ganancia haciendo así un culto al B ecerro de O ro,
como sólo tiene su entendim iento donde está el dinero que produce dinero,
es irreal p reten d er (pie las grandes potencias capitalistas ricas, acreedoras
por valor de más de un billón de dólares a los países pobres, vayan a p erd o ­
narles esa deuda equivalente a la m itad, más o menos, de su producto bruto
interno. En consecuencia, la crisis financiera del T ercer M undo, donde ad ­
quieren la mayor parte de sus m aterias prim as im portadas, energía petrolera
y gas y tienen sus inversiones directas estratégicas el Prim er m undo (E uropa
occidental, USA y Japón), a corlo o m ediano plazo tiene que producir un
gran desequilibrio de la econom ía m undial, contagiando así su crisis el 'Ter­
cer M undo al Prim er M undo, una crisis endosada por el gran capitalism o
m ultinacional a aquel, pero de la cual no pod rá librarse éste, ya (pie los lenó-
m enos económ icos se intercom unican por el sistem a de vasos com unicantes.
N o puede haber prosperidad en una parle del m undo (países ricos) si va au­
m entando la miseria, la desocupación de trabajadores, la inflación, el end eu ­
dam iento y la fuga de capitales, en los países pobres.
Memos adquirido dem asiado progreso, elevada productividad del trab a­
jo, autom atización de grandes sectores de la producción, m ecanización del
trab ajo agrícola, posibilitando todo ello una econom ía de abundancia, si no
d errocháram os el gran excedente económ ico mundial en enorm es gastos de
g uerra para una econom ía de paz, a fin de que siga habiendo escasez de bie­
nes p ara que siga durando el capitalismo. Si se utilizaran solam ente el billón
de dólares anuales, disipados en gastos de la defensa mundial, en m ecanizar
y electrificar la agricultura del T ercer M undo, en menos de un quinquenio
éste habría pasado de la escasez de alimentos a la abundancia de ellos bo­
rrando así la "geografía del hambre".
Pero con capitalism o (lo que supone especulación m ercantil y financiera,
apetito insatisfecho de ganancias, usura con los préstam os a intereses eleva­
dos, precios inflados ocultando plusvalías usurpadas al trabajo asalariado,
con corrupción y privilegios, con lucha de clases y entre las naciones) no se
puede aspirar a la paz perpetua soñada por Kant, sino más bien a la paz de
los sepulcros de las guerras, m ientras el capitalism o no sea transform ado en
socialismo libertario universal, cpie unifique el m undo en un sólo país, m ar­
chando hacia las estrellas y planetas del universo.
Pero esa civilización univerzal, Cáustica, planetaria sólo será posible ha-

—34-1 —
Cibernética, capitalismo y socialismo

ciendo d c nuestro m undo balkanizado un m undo federado, donde el socia­


lismo de autogestión haga posible la autolibcración del hom bre.

LA "FUGA" DE CEREBROS A USA

La riqueza de las naciones se diferenciaba, antes de la revolución indus­


trial de las m áquinas controladas por ordenadores, en la cantidad de p ro ­
duelo internó bruto (PIB) diferente, pero ahora se diferencia más bien en el
consum o de energía m ecánica por habitante y en la cantidad de gasto en
I + D (investigación y desarrollo). Así, por ejem plo, Estados U nidos se m an­
tenía largam ente p o r encim a de los dem ás países en I + D con una inversión
total, en 1985, de 110.700 millones de dólares por año, contra 39.500 Japón,
19.800 A lem ania occidental, 14.500 Francia, 13.500 G ran B retaña, 1.300 E s­
paña (1984), 200 millones de dólares Portugal y, en total, Am érica Latina só­
lo invierte el 0,3% de su PIB global, lo que en térm inos de cifras concretas
supone que ésta hace menos inversión de millones de dólares en I + D que la
conjunta hecha por G eneral E lectric y Lockhced.
E uropa occidental, considerada com o una región de gran desarrollo eco­
nómico, según datos de la O C D E , tenía un déficit en su balanza tecnológica
de 1.500 millones de dólares en 1979, que ascendió a 15.000 millones en 19S7
y que llegaría, si no es integrada la ciencia y la investigación de los países eu ­
ropeos, a 30.000 millones en 1992. Ello, respecto de Estados U nidos y de J a ­
pón, significa caer a un nivel inferior a éstos países para alcanzar la revolu­
ción científico tecnológica: astronaútica, robótica, biotecnología, electrónica
e inform ática, producción de nuevos m ateriales, industria aérco-cspacial,
m áquinas cibernéticas por control num érico, explotación de fondos marinos
y de plataform as marítim as continentales, m étodos de producción y lanza­
miento de nuevas patentes. He ahí el gran desafío científico y tecnológico de
finales del siglo XX y comienzos del siglo XXI. Los países que se queden
atrasados, sin poder alcanzar la tercera revolución industrial, sean los del
O este o los del Este, perd erán niveles de com petencia com ercial internacio­
nal y capacidad de producir riqueza en cada vez m enos tiem po de trabajo
medio socialm ente necesario p ara producir un bien o servicio y, por tanto, se
em pobrecerán económ icam ente.
Para poseer la ciencia y la tecnología, que perfile la industria y las econo­
mías en los um brales delaño 2000, más que el m ero capital bruto, la m ano de
obra poco calificada y las m aterias primas, hace fa lta " m ateria gris pensante”,
la más escasa de todas las m aterias. En este sentido, E stados U nidos, d u ran ­
te los últimos 25 años, autorizó la entrada de 825.000 científicos extranjeros,
de los cuales entraron, en 1985, unos 11.200. Así las cosas, con esta 'l uga m a­
siva ele cerebros", N orteam érica se ha ahorrado entre 1949 y 1978 un capital
de 15.000 millones de dólares invertidos en "savoir Caire" (o know how), lo
que hace de la industria norteam ericana la más avanzada del m undo en su
Economía aulogcstionaria

aspcclo civil y, sobre todo, en el militar con la iniciativa de defensa estratégi­


ca (ID E o "guerra de las galaxias").
No obstante, gracias a la "importación de materia gris pensante", este úl­
timo país descubre más del 50% de las patentes industriales y se lleva la m a­
yor parte de los premios Novel, muchos de ellos conseguidos por extranjeros
residentes en USA.
Gran Bretaña, quizá por afinidad de idioma y de cultura con Estados
Unidos, en 19S6, el 24% de sus científicos estaban en el exterior e, increíble­
mente, de 84 académicos ele la Royal Socictiy, 83 residían en el extranjero,
principalmente en U. S. A.
Tero el país que más se ha descapitalizado de "materia gris pensante" ha
sido M éxico (¡uc, entre 1982 y 1985 perdió unas 100.000 personas altamente
calificadas que, huyendo de la crisis económica y financiera mexicana, se
fueron a Estados Unidos en busca de mejores salarios y ocupación. E n este
orden de ideas, el subdesarrollo económico mexicano y, en general, de A m é ­
rica Latina, con la "fuga de cerebros" se va conviniendo también en subdesa­
rrollo científico y cultural,cayendo así en una crisis más que económica y fi­
nanciera. Sólo un nuevo régimen socio-económico libertario, con un federa­
lismo latinoamericano, capaz de hacer y de mantener la unión de los países
latinoamericanos en un sólo gran país, puede desafiar en progreso, cultura,
bienestar y riqueza a Estados Unidos, cuyo mayor freno en el futuro será su
capitalismo congelado, que debiera ser socialismo para p oder progresar in ­
definidamente.
Estados Unidos se ha puesto a la cabeza del progreso científico y tecno­
lógico mundial, porque en 1985 contaba con un ejército de investigadores a
pleno tiempo. Ello explicaría que la balanza tecnológica exterior le diera a
USA, en 1985, un saldo positivo de 8.486 millones de dólares, contra un défi­
cit de 591 millones Alemania occidental y 247 millones de dólares Japón, p e ­
ro España, con menor desarrollo científico, económico y tecnológico que es­
tos países, pagó 461 millones de dólares. En ese sentido, y en los comiczos
del siglo XXI, se estima que las grandes potencias industriales exportarían
más tecnología que mercancías propiamente dichas.
La inversión en I + D, por consiguiente,es prioritaria a las inversiones
brutas en tecnologías obsoletas. Ello constituiría la esencia del plan de refor­
ma de la economía soviética en base a la creación de empresas mixtas sovié-
tico-occidcntales, a fin de no endeudarse la URSS con préstamos, que a u ­
mentarían la bola de nieve de su ya crecida deuda externa. La "perestroika”,
en el fondo, considera que la lucha entre el Este y el Oeste no es ideológica
o política, sino más bien económica y tecnológica, ya que el "socialismo en la
miseria", con "colas" interminables de consumidores y con escaso volumen de
comercio exterior, no funciona económica, social y políticamente.
Hay, pues, que progresar inviniendo mucho capital en I + D , no por me­
ro economisismo y tecnicismo deshumanizado, y contaminante o degradante
de la calidad de vida, sino para elevar la calidad de vida en un medio am-

-346-
Cibernética, capitalismo y socialismo

bicntc sano y ecológicamente equilibrado. E n una época en qucconsitm intos


unos 10.000 m illones de toneladas de carbón equivalente p o r año, 80% de
ellas en combustibles fósiles contaminantes, para mejorar la calidad de vida
hay que producir una energía nuclear limpia y abundante, ubicua, que libere
el músculo humano por las máquinas automatizadas. Así se crearía una eco­
nomía mundial de abundancia sin países pobres ni ricos, sin antagonismos
sociales, sin crisis económicas, sin guerras mundiales o marginales, utilizan­
do racionalmente los recursos humanos y naturales, estando en armonía la
ecología, la economía y la ética, en una sociedad libertaria, en la cual ya po­
dríamos estar viviendo, porque tenemos suficientes fuerzas productivas ac­
tualmente para convertir los ideales de los socialistas utópicos del siglo XIX
en socialismo libertario real, en los finales y los comienzos de los siglos X X y
XXI, a fin de que el hombre pueda asimilar su progreso sin aulodcstruirsc
en una guerra nuclear, haciendo que el átomo limpio nos proporcione la
energía abundante que precisa la sociedad libertaria.

"ROBOTS" INDUSTRIALES Y SOCIALISMO

Vivimos en una época de cambio tecnológico rápido: la cibernética, defi­


nida por N obcrt Wicrner, apenas tiene poco más de cuarenta años durante
los cuales se ha pasado de los ordenadores de primer grado a los de cuarto
grado. Nuevos sectores de la industria han sido creados: cadenas automáti­
cas de producción o scmi-automáticas; máquinas de control numérico por
calculadoras multiplican la productividad del trabajo, respecto de las máqui­
nas simples, con robots industriales empleados en la construcción de m aqui­
naria de punta, la informática, la fabricación de automóviles, los plásticos,
los productos químicos, la energía nuclear y los trabajos penosos e insalu­
bres. Y de ahí han surgido nuevas palabras como la robólica, o construcción
de robots programables, y la mecanolrónica (sistema de producción com an­
dados por ordenadores). A esas palabras, creadas por la civilización de las
computadoras, habría que añadir la telemática que vincula al teléfono con el
banco de datos, pudiendo así en el futuro pedir información a voluntad, el
hom bre informatizado: el cibernántropo.
Los robots de la primera generación, que sólo realizaban trabajos repeti­
tivos, siendo incapaces de corregirse, han sido sustituidos por los de segunda
generación, más perfeccionados que los primeros, si bien estos últimos lo se­
rán por los-de tercera generación, casi ya androides, capaces de vista, tacto y
capacidad de movimiento, que serán la vanguardia de la revolución científi­
co-tecnológica en un próximo futuro. Así, en cuanto el androide sea capaz
de sentir, ver, reconocer, aprender y decidir constituirá una población de
obreros muy productivos, pero que inducirían, con capitalismo, paro tccno-
lógico en los obreros de carne y hueso. Todavía los robots, respecto de los

- 347-
Economía auíogestionaria

obreros humanos, son una población mundial reducida, un poco m enor de


200.000, como puede apreciarse en el cuadro siguiente:

PO B L A C IO N M U N D IA L D E RO BO TS
IND U STR IA LES: 19S5
Países Núm ero de Robot
Bélgica.................................................... .......................... 1.000 a)
C a n a d á ................................................... .......................... 700 b)
D in a m a rc a ....................................................................... 164
F in la n dia.......................................................................... 261
F r a n c ia ................................................... .......................... 5.904
Alemania O ccidental.......................... .......................... 8.800
Italia........................................................ .......................... 4.000
J a p ó n ...................................................... .......................... 70.000
H o l a n d a ........................................................................... 350 a)
E s p a ñ a ................................................... .......................... 675)
S u e c ia ..................................................... .......................... 3.100
S u iz a ....................................................... .......................... 600
G ran B retaña........................................ .......................... 3.20S
Estados U n id o s ................................... .......................... 20.000
B r a s il..................................................... .......................... 50 b)
India........................................................ .......................... 20 b)
C o r e a ..................................................... .......................... 35 b)
S in ga pu r................................................ 222

FUENTE: "ST1" Revue. No. 2, septiembre 1987, p. 49. O C D E , París.


a) provisional; b) datos para 1983.

Sin embargo, lo más importante de este cuadro sobre la cantidad de ro­


bots en el mundo, no son las cifras en sí, sino más bien su número por cada
10.000 empleados de la industria manufacturera: 11 en Bélgica, 10 Alemania
occidental, 31 Suecia, 7 Estados Unidos y Francia, 40 Japón y 0,1 en Brasil,
lo cual significa que los robots industriales tienen muy poca representación
en América Latina, cuya industria es tradicional, semi-artesanal, no apropia­
da por sus dimensiones para alcanzar la automatización del trabajo.
La robótica y la mecanotrónica, para su introducción en la industria mo­
derna, requieren empresas y mercados grandes, siendo en este caso Brasil el
país con más condiciones de los países latinoamericanos. A pesar de ello, to­
davía Brasil, el país más industrializado del T ercer Mundo, le falta mucho
camino por andar para colocarse siquiera a nivel de automatización de la in­
dustria belga, holandesa o sueca.
Y es (¡lie A m érica Latina, en su conjunto, está muy atrasada en d esarro­
llo económico y tecnológico: exporta materias primas con poco insumo de
información y valor añadido, mientras que J a p ó n , por ejemplo, añade mu­

-3 4 8 -
Cibernética, capitalismo y socialismo

cho valor, tecnología e información a sus productos exportados. Ello explica­


ría, que a pesar de que Japón es 53 veces menor que Latinoamérica, tiene,
un comercio exterior, en exportaciones, doble que esta, justam ente porque el
desarrollo de la industria japonesa ha sido hacia afuera, al mercado mundial,
mientras (pie la industria de los países latinoamericanos fue hacia dentro, li­
mitada al estrecho marco demográfico y geográfico de los mercados nacio­
nales, que impiden la creación de una gran industria informatizada, con un
ancho mercado continental, constituido por 600 millones de consumidores
latinoamericanos que serán en el año 2000.
Para llegar a la civilización científico-tecnológica avanzada, a la autom a­
tización de las máquinas por control numérico telecomandado por o rd e n a ­
dores, al empleo de los robots industriales, al dominio de la energía nuclear
limpia, y a la producción de sus equipos, a la astronaútica o la conquista es­
pacial, h a y que invertir grandes sum as de capital en investigación y desarrollo
(L-t- D), ya que el trabajo más productivo, la productividad más elevada dcl-
mismo se logra con máquinas cada vez más automatizadas que generan paro
obrero con capitalismo, pero no con socialismo científico libertario.
El tercer M undo —en su conjunto, desgraciadam ente— sólo invierte el
2,9% del gasto mundial en (I + D), más o menos el 0,36% de su producto in­
terno bruto (PIF5), de tal suerte que el 90% de los ingenieros, investigadores,
técnicos, científicos, proyectistas, diseñadores y personal calificado está en
E u ro pa occidental, Japón y Norlemérica (no incluidos los países del Este en
el referido porcentaje). En cuanto a Latinoamérica, sólo invierte en (I + D ) el
0,3% de su PID, teniendo así que pagar más de mil millones de dólares,
anualmente, en concepto de patentes, tecnologías importadas (”know-how)
por una industria indígena dependiente. Así las cosas, los países subdesarro-
llados, si quieren alcanzar a los países industrializados, tendrán que aband o­
nar el capitalismo para avanzar, económica y tecnológicamente, con el socia­
lismo libertario, más en 1 año que 5 con capitalismo.
Brasil, con una industria más desarrollada que cualquier país latinoame­
ricano,ha tratado en materia de informática, de autoabastecer su mercado,
siguiendo así el modelo japonés, pero Estados U nidos —sus grandes em pre ­
sas como IBM y o tra s— ha presionado a Brasil en el sentido de acusarlo de
prácticas proteccionistas contra la industria electrónica e informática esta­
dounidense. Y como los brasileños dependen mucho del mercado del dólar
para colocar sus grandes exportaciones de café, casi producto de monoculti­
vo de la agricultura brasileña, les será muy difícil resistir las "presiones” nor­
teamericanas de empresas como IBM, que controla más del 50% del m erca­
do mundial de ordenadores e informática. Pero si el Brasil se une a la A m é ­
rica Latina en un gran mercado continental entonces si será posible desafiar
a USA económica y tecnológicamente.
Frente a estas situaciones (países subdcsarrollados, con agricultura atra ­
sada, industrias nacionales incompetitivas en el mercado mundial, situados
fuera de la revolución científico-tecnológica secular, sobre lodo hablando un

-3 4 9 -
Economía aiilogeslionaria

idioma común o similar como América Latina), habría que unificar los m er­
cados, integrar las industrias supranacionalmcnte o contincntalmcntc, para
llegar a la civilización del A utop od er democrático y del saber informático,
ante lo cual se abre la conquista espacial,llevando al cibernántropo como
vanguardia del hombre universal, planetario, no parcelario. El futuro, pues,
para Latinoamérica es constituirse en nacion-contincntc, ya que el [tasado
de países atrasados y balkanizados no supera el neo-colonialismo, el subde-
sarrollo, la pobreza y el anlfabetismo.
La civilización de los "robots", sin desocupación de trabajadores y con
reeducida jornada ele trabajo, tiene que ser socialista, pues con capitalismo
ya no caben en él fuerzas productivas propias del socialismo.

LOS BANCOS DE DATOS


Los norteamericanos, gracias a su progreso en informática y telemática y
a que son los mayores productores mundiales de "chips" o de semiconducto­
res y circuitos integrados, se están constituyendo, con la creación de bancos
de datos, en la "memoria colectiva del mundo". Así las cosas, los países.que
piden información y no la crean dependen, cada vez más, de los Estados
Unidos estableciéndose así una especie de alienación por la información im­
portada, un imperialismo científico en patentes de invención y en "know
how” de la tercera revolución industrial.
En otra época el espionaje industrial o militar era hecho por personas
muy avispadas o por mujeres fatales como M ala Hari, ejecutada por los
franceses durante la guerra mundial de 1914-18 por haberse a poderado de
secretos militares que transfirió a los alemanes. Actualmente, el límite entre
el espolia je industrial y la información acumulada en bancos de datos tie­
ne un ligero espacio entre lo que es legal y punible.
IBM, que vende el 60% de los ordenadores, recoge información tic todo
el mundo: sabe más lo que pasa en los países que los servicios secretos espe­
ciales. En este sentido, cabe recordar que la poderosa empresa multinacio­
nal Ford quería informatizar varios sectores de sus líneas de producción y de
administración adquiriendo material cibernético de IBM. Hasta aquí no ha­
bía ningún problema en comprarlo; pero el problema comenzó cuando a las
máquinas cibernéticas ("hardware" o fcrralla) IBM añadía, como venta com ­
pleta, hacer los programas de los ordenadores ("software"), a lo cual se negó
Ford por entender que tenía que abrirle todos los secretos de su información
de empresa a IBM. Ante las posiciones intransigentes de las dos grandes
empresas citadas no se pudo efectuar la transacción, ya que Ford quería
programar, ella misma, los ordenadores de IBM, a lin de guardar sus secre­
tos científicos, técnicos, mercantiles y financieros.
La cibernética, que ha sido una creación tecnológica y científica de los
años inmediatos que sigieron a la segunda guerra mundial, representa ahora
una de las ramas industriales más prósperas y desarrolladas: sólo IBM reali­

- 350-
Cibernética, capitalism o y socialismo

zó, en 19S1, ventas por valor de 34.237 millones de dólares, más que el valor
de lodo el comercio de exportación de los países centroamericanos.
Paralelamente, a la producción de m áquinas cibernéticas de mayor capa­
cidad de memoria, ya que un pequeño circuito integrado de nuestra época es
como un ordenador de válvulas de la primera generación, han ido fundándo­
se, en los países más industrializados, bancos de datos: en 19S4 había en el
mundo 360 bancos de dalos, de los cuales 70% pertenecían a Estados U n i­
dos. E n este terreno,-por consiguiente, la producción y el comercio mundial
de máquinas cibernéticas está dominado por los norteamericanos creándose
así iin'a dependencia de los países menos desarrollados. Francia, por ejem ­
plo, país industrializado, sin embargo, utilizó, en 1984, unas 20.000 horas los
bancos de datos norteamericanos, lo cual supone una significativa salida de
divisas por ese tiempo informatizado.
El poder de la información, acumulada y procesada en bancos de datos,
es ci poder que confiere el saber a nivel más elevado entre el hombre inte­
lectual sobre el manual. Si una poderosa "memoria supranacional" controla­
ra los datos sobre bancos, comercio, industria, ciencia, técnica, cultura, pro­
ducción agrícola de una nación estaría haciendo un siipercspionaje para
controlarla,no militarmente, sino informáticamente. Por eso los ordenadores
y bancos de datos, son propios de una sociedad libertaria, no del capitalismo
muy concentrado y totalitario.
Y cuando hablamos de bancos de datos no nos referimos a megaccrebros
electrónicos, que saben todo y de todo, sino a bancos de datos especializa­
dos: por ejemplo, química, geología,cáncer, textiles, industria eléctrica y
electrónica, industrias agrícolas y de la alimentación, economía de la ener­
gía, información política y sociológica, "dosslers" de prensa, discursos de
personalidades, industria aércospacial, ingeniería genética y otras muchas
especialidades e investigaciones, que si están acumuladas, conectadas con
ordenadores centrales y terminales, monopolizan el saber. De esta manera
un investigador, asistido por ordenadores, informado por bancos de datos
especializados, puede pasar muy-rápido de la idea de un invento a su realiza­
ción práctica.
Así las cosas, la ciencia se convierte en un factor inmediato de produc­
ción y de ejecución muy rápida entre la concepción y la ejecución industrial:
en el pasado entre una invención y su industrialización mediaban muchos
años; ahora del descubrimiento de los "transitors" a su producción mediaron
pocos años; pero es que los circuitos integrados de primera, segunda, tercera
y cuarta generación se han ido sucediendo en poco espacio de tiempo.
Los bancos de datos interadministrativos, teniendo una información de
ficheros automatizados, podrían simplificar el trabajo burocrático en las em ­
presas, los gobiernos, las colectividades locales, los sindicatos, las universida­
des y escuelas, etc. Todo indicaría, pues, que la in fo n n a tiza ció n determina
u'na desburocratización, pero la verdad es que están creciendo, en personal,
los sectores "terciarios" y "cuaternarios", mientras disminuye, en ios países in­
dustrializados, el empleo en la agricultura y la industria, es decir, en los sec-
Economía autogcslionaria

lores "primario" y "secundario". Ello es propio del capitalismo: aumentar la­


clase media para tener aliados en mantener el Estado caro y represivo.
Entonces, ¿a quien beneficia la automatización del trabajo? A los obre­
ros industriales y a los agricultores les endosa paro tecnológico. E n cambio,
aumenta la ocupación en servicios sociales y públicos y en información, pero
toda esa vasta clase media enquistada en el trabajo de los obreros y campesi­
nos, es el peso muerto del capitalismo.
A mediados del siglo XIX, en estados Unidos, el personal en servicio era
poco más del 10% de la población activa total, pero en 1989 representaban
el 70% de su población laboral, habiendo quedado la agricultura sólo con el
3% de la misma. En Eu rop a occidental (C EE), que la población ocupada en
el campo alcanzaba a más del 70%, en el siglo XIX, ha q uedado reducida al
8,1%, la industria al 37,3% y los servicios al 54,6%, según estadísticas de
1981. Quiere decir, a la luz de las cifras, que las economías nacionales, en los
países industrializados, tienden a una gran burocralización, a la creación de
una vasta clase media no productora de bienes, que impide que la jornada
de trabajo decline scmanalmcnlc, en la agricultura y la industria, a fin de
mantener a las clases parasitarias de un régimen capitalista anacrónico im­
propio de los ordenadores los "robots” y el átomo energético.
Se ha creado un Estado-providencia que absorbe más del 50% del pro ­
ducto interno bruto de los países para pagar, en gran parte, sueldos a una
burocracia supernumeraria, causa eficiente de la inflación monetaria para
pagar sueldos a personas improductivas. Y lo más paradójico de nuestro
tiempo es que un kilo tic pan, ([lie costaba en 1709, en Francia, tres horas de
trabajo sólo valía, en 1976, 10 minutos; pero, en francos franceses, era más
caro luego de haber pasado más de dos siglos y medio. ¡Increíble, pero ver­
dadero!
Para que el gran progreso científico, tecnológico y económico sea cn'bc-
ncficio del pueblo trabajador, de todos los consumidores y de todos los pu e­
blos, hay que dcsaburgucsar y dcsburocratizar la economía y la administra­
ción; hay c[lie instaurar el socialismo de autogestión, no por la vía reformista
sino por la Revolución, aboliendo las clases parasitarias dominantes, sociali­
zando el saber y creando el autopoder popular.
La liberación del pueblo trabajador, manipulado por los medios de co­
municación ele masas controlados por las clases dominantes, sometido a re­
baño de mucho trabajo y poco consumo, falto del derecho al trabajo porque
es más importante que éste el derecho de propiedad privada, tiene que auto-
organizarse directamente, sin partidos políticos ni sindicatos reformistas, sin
Iglesias que prometan el cielo a los pobres y den la tierra a los ricos.
La autolibcracion o la desalineación del hombre asalariado pasa por la
autogestión del capital, la tierra, la riqueza y la auto-administración, sin ren­
dir pleitesía a políticos profesionales scudo-socialistas, scudo-comunistas,
social-demócratas, demp-cristianos o laboristas. La emancipación del pueblo
trabajador debe ser obra del pueblo mismo sin delegarla en nadie, ejercien­
do la democracia directa el autogobierno popular.
Cibernética, capitalismo y socialismo

CONTRADICCIONES DEL DESARROLLO


CAPITALISTA

La revolución científico tecnológica, usada como ideología de la "élite"


tecno-burocrática o como poder nuclear estratégico entre las grandes po ten­
cias, subordinando a los científicos, investigadores y técnicos al hegemonis-
mo soviético o al imperialismo americano, demuestra que, con capitalismo
de Estado o privado, el científico y el técnico están alienados en un Poder
que les es extraño. Un Poder, que por rivalidades entre las grandes poten ­
cias, puede provocar la tercera guerra mundial o muchas guerras marginales
por "procuración" en los países subdcsarrollados, precisamente porque el
in u n d o , tecnológicamente, es a ¡a escala planetaria y, política y geográfica­
mente, está dividido en los compartimentos-estanco de las Naciones-Estado,
en cuya dialéctica política lo que es bueno para unas es malo para otras.
El uso de una tecnología avanzada y una economía atrasada o conserva­
dora, haciendo durar al capitalismo y retrasando el advenimiento de un co­
munismo libertario, universal y federativo, que unifique en una empresa de
propiedad social autogestionada, el trabajo, el capital, la ciencia, la técnica,
la cultura y la información electrónica, crea en nuestra época un mundo de
miseria para unos y de abundancia para otros: países pobres y ricos, lo cual,
a corto o medio plazo, tiene que generar guerras entre las naciones y entre
las clases antagónicas propias del capitalismo.
Así, por ejemplo, el empleo de máquinas inteligentes controladas por o r­
denadores aumenta la productividad del trabajo humano asalariado por el
empresario capitalista, pero éste, a medida que el volumen de producción y
de productividad crece con el empleo de menos fuerza de trabajo, va deso­
cupando trabajadores subtituidos por mejores máquina cibernéticas. Y co­
mo el mercado capitalista es más chico (si se desocupa a millones de trabaja­
dores o se limita la capacidad tic importación de los países subdcsarrollados
confiscándoles las divisas que estos obtienen por sus exportaciones, para el
pago de su enorme deuda pública externa, estimada en I billón 300.000 mi­
llones de dólares, en 1988); así las cosas, tan contradictorias, hace que los
m ercados decrezcan o fracasen, teniendo más de 11% de la fuerza laboral
desocupada en los países de la O C D E y hasta cerca del 40% en algunos paí­
ses empobrecidos o muy endeudados del T ercer Mundo.
El capitalismo, para seguir durando, emplea el aumento de la productivi­
dad del trabajo no para transformarse en socialismo que evite las crisis eco­
nómicas, las guerras, la lucha de clase y la desocupación en masa de trabaja­
dores, sino que, al contrario, por permanecer la burguesía al frente de la
conducción económica y política de las naciones, aumenta la ocupación en
los servicios sociales y públicos, creando así una vasta clase media aliada de
la burguesía que, por su gran número, puede ganar las elecciones parlam en­
tarias, a fin de que siga el juego maquiavélico de la democracia burguesa, de
Economía autogcstionaría

la derecha o de la izquierda (igualmente aburguesadas), en un parlam enta­


rismo social-demócrala, demo-eristiano, neo-liberal, laboralista o "socialista
de terciopelo".
Gracias al progreso científico y tecnológico, con la utilización de nuevas
patentes mejores que las viejas, con el empleo de nuevos métodos de pro ­
ducción mejorados y con la instalación de nuevas empresas con máquinas in­
teligentes, en los umbrales del año 2000 y principios del siglo XXI, pudiera
ser que el conjunto de los bienes materiales, generados en los sectores pri­
mario y secundario, industria y agricultura principalmente, fuera producido
con el 10% del total de la población activa. E n este sentido, el otro 90% p o ­
dría ser colocado en servicios o una parte de éste mantenido desocupado,
para que los obreros en paro hagan declinar los salarios de los obreros ocu­
pados. E n este orden de ideas, se ha estimado que el capitalismo post-indus­
trial de los países desarrollados, en el comienzo del tercer milenio, podría
distribuir así su población laboral: 25% empleado por medio de contratos
colectivos de trabajo; 25% de trabajadores marginales, precarios o periféri­
cos, oscilando entre el subcmpleo y la economía sumergida; 50% de desocu­
pados crónicos y, en buena medida de ellos, jóvenes sin trabajo. H e ahí la ca­
ra mala del capitalismo de modelo europeo occidental y norteamericano, en
la pcrpectiva de la última década del siglo X X y comienzos de las primeras
décadas del siglo XXI.
A pesar de sus contradicciones económicas, políticas y sociales, el capita­
lismo ha sabido durar sin que sus enemigos, desinformados y desunidos, sus
víctimas, sepan echarlo del Poder, no por evolución con partidos de la clase
media, sino por revolución de la clase trabajadora que sufre, más que cual­
quier otra clase en carne propia, las injusticias sociales, económicas y políti­
cas del P oder burgués.
El capitalismo, ya sea con un m o d o da producción cslalisla (URSS) o con
un m o d o de producción capita Usía privado, nacional o multinacional, ha ma­
niobrado sibilinamente para no ser echado del Poder burgués o burocrático
totalitario. E n el Este, lia prometido un comunismo de palabra y, en los he ­
chos, ha ejercido un capitalismo de Estado sórdido, sin derecho de huelga
para los trabajadores, inermes ante la burocracia totalitaria usurpadora de la
plusvalía de Estado, que éstos producen en las fábricas-cuartel o en las em ­
presas agro-pecuarias. En el Oeste, principalmente Estados Unidos, ha m o­
nopolizado el desarrollo capitalista, con su posición central dominante y su
m onarquía absoluta monetaria del dólar en el FMT, cl B IR F y en otras insti­
tuciones internacionales.
Por otra parle, el poderío nuclear de soviéticos y norteamericanos ha
duopotizado la política internacional, convirtiendo en "satélites" a los paí­
ses de sus respectivos bloques antagónicos de la O T A N y del Pacto de Var-
sovia. Sin embargo, la crisis económica en el C O M E C O N y la de las nacio­
nalidades oprimidas en la URSS, el gran descontento popular en los países
del T ercer M undo contra el pago de su astronómica deuda a los banqueros

- 354-
Cibernetica, capitalismo y socialism o

internacionales, la desocupación masiva de los trabajadores jóvenes o de


más de 45 años en el Occidente industrializado, crean condiciones favora­
bles para una revolución social contra el capitalismo, tanto en el Tercer
M undo como en el Primer M undo (países industrializados), y en el Segundo
M undo (URSS y sus aliados).
F rente a la fa lsa democracia en Occidente, copada políticamente por Ja
clase media improductiva gobernando para la burguesía y adulando al prole­
tariado, y frente a la burocracia totalitaria soviética, sus nacionalidades opri­
midas y las nacionalidades cautivas del C O M E C O N , es posible cambiar un
mundo, oscilando entre una paz imposible y una guerra probable entre blo­
ques opuestos, movilizando al partido del trabajo, el más grande de todos los
partidos, en función de una minoría activa que arrastre a la mayoría pasiva
del pueblo, empleando la cstratagia del pueblo en armas y que no es opo rtu ­
no decir aquí el cómo, sino que ello lo hemos expuesto, amplia y detallada­
mente, en libros estratégicos. E n suma, el mundo tiene muchas condiciones
revolucionarias, pero la revolución no se hace con palabras, sino con hechos
de los hombres, sin lo cual es una pura utopía y, más aún, si se confunde, co­
mo hacen los marxistas-leninistas, el socialismo auténtico con un capitalismo
de Estado de modelo soviético. No: la revolución social tendrá que ser liber­
taria o, de lo contrario, el proletariado irredento reproducirá el mito de
Sísifo.

LA REVOLUCION TECNOLOGICA Y
CONSERVADURISM O ECONOMICO

Nunca en ningún período histórico de la humanidad, los hombres han


creado más riquezas que desde la terminación de la Segunda G uerra m un­
dial bajo los auspicios de la to r e r a revolución industrial. D u rante el período
de 1950-85, el producto interno bruto (PIB) del Japón aumentó por año
7,8% y la URSS 4,5%, Estados Unidos 3,1% y la C E E 4,8%, en 1960-73. Las
sociedades anligtas y medievales, en que dominaba la producción agrope­
cuaria, con el empleo del 90% de su población activa en este sector para ali­
mentarla insuficientemente, fueron de muy baja productividad del trabajo
hum ano. Viviendo así en un régimen de consumo de extrema pobreza, el in­
cremento de la población permaneció relativamente estable por causa de
una escasa alimentación y una elevada mortalidad entre la población infantil
y una esperanza de vida p ara los adultos no superior a cuarenta años. H asta
finales del siglo XIX, en muchos países de Europa occidental y de Asia,
Africa y America Latina, el 70% de la población, más o menos, estaba en el
cam po ocupada en una agricultura de subsistencia. Actualmente, en la E u r o ­
pa de los Doce, del total de su población activa sólo ha quedado un 8,6% en
la agricultura, produciendo en una superficie menor que la de Argentina, ce­

- 355-
Economía autogcsliouaria

reales para salisl'acer las consumo y para cubrir, aproximadcmcnle, un tercio


de sus importaciones mundiales. Pero el capitalismo a pesar de tanto progre­
so 110 lia cambiado como sistema de explotación del trabajo asalariado.
E n Estados U nidos sólo ha quedado en el agro el 3,1% de su fu e rza labo­
ral, pero siendo capaz este país de cubrir la mitad de las importaciones m un­
diales de granos panificables y forrajes. Y es que en el campo norteamerica­
no, los animales de tiro fueron sustituidos por los tractores, las cosechado-
res y los fertilizantes orgánicos (que nunca son abundantes) por los
fertilizantes químicos. Así las cosas, la productividad del traba jo en la agricul­
tura norteamericana aum entó, anualm ente, entre 1950-63, un 5,8% con lo cual
podía disminuir la mano de obra rural en la misma proporción, pero m ante­
niendo igual o mayor volumen de producción agrícola para consumo y ex­
portación.
Incrciblementc, desde 1945, y sobre todo desde 1950-59, época en que
comenzó la tercera revolución industrial bajo el signo de las máquinas auto­
matizadas, de la energía nuclear, de la astronaútica, de la electrónica, de la
utilización de nuevos materiales, del empleo de robots como dóciles obreros,
del crecimicnte consumo de energía eléctrica y de petróleo, el producto inter­
no bruto de los países industrializados aum entó durante ese período prodigio­
samente: 11 veces m ás en el Ja ¡m i, 4,5 veces m ás en la U RSS y 3,1 veces
m ás en Estados Unidos. En este sentido, el Japón, una potencia de mediano
desarrollo económico hasta 1960, pasó a ser la segunda potencia económica,
industrial y tecnológica, en 1988: nunca jamás, en la historia universal se dió
un p vg ivso cuantitativo semejante, pero, sin igual proceso cualitativo (polí­
tico, social, humano...) para los trabajadores y los ciudadanos japoneses.
Ello supone una gran contradicción socio-económica, pues todavía los traba­
jadores japoneses laboran más horas por semana que los europeos occiden­
tales y los norteamericanos y, a diferencia de éstos, no tienen un mes de va­
caciones sino poco más de una semana. Ello permite a la industria japonesa
competir con ventaja frente a la europea y norteamericana, mediante una
competencia desleal, practicando el "dumping”, que, si no se remedia con un
intercambio justo, debe conducir a un ¡roteccionismo exacerbado en USA
y la C EE, determinante, en gran medida, de una depresión económica mun­
dial. Y si al Japón se le fueran cerrando sus mercados exteriores de exporta­
ción, entonces el "milagro japonés" acabaría en un gran fiasco, porque el ca­
pitalismo tiene riquezas como para estar en un socialismo universal, pero no
supera el egoísmo burgués
La revolución cientíJico-tecnológica secular con la automatización
progresiva del trabajo, con su creciente productividad por hombre-hora,
produce indeseablemente paro tecnológico: el 11% del total de la población
activa de los países de la O C D E está desocupada porque cada vez se necesi­
ta menos fuerza de trabajo y más empleo de capital, tecnología y ciencia en
las modernas empresas industriales que siguen siendo, en cuanto a su ges­
tión y distribución del excedente económico, las mismas que antes de la re­

- 356-
Cibernética, capitalism o y socialism o

volución científico-tecnológica. Se da así, paradójicamente, un notable p ro


greso tecnológico, pero manteniendo un conseivadurísmo económ ico en las
relaciones sociales de producción fosilizadas, menos progresivas que el
avance científico y tecnológico registrado en empresas cada vez más autom a­
tizadas.
La civilización de los ordenadores electrónicos, de los "robots" industria­
les, de la automatización del trabajo manual e intelectual, en gran medida; la
explotación de la energía atómica limpia que será posible si la investigamos a
fondo; la conquista del espacio extraterrestre con las aeronaves espaciales;
la existencia de un mundo a la escala planetaria, aunque todavía balkanizado
en los Estados-Nacionales; la prodigiosa productividad del trabajo humano
equipado con mejores máquinas productivas; las telecomunicaciones vía sa­
télite; el transporte aéreo por reacción; la mundialización de la economía
con la creación de un mercado mundial que condiciona a todos los mercados
nacionales; las empresas multinacionales que, aunque son las internacionales
del capitalismo, pueden ser socializadas por sus trabajadores; la creación de
"bancos de datos", que socializan el saber ("now how"), aunque estén todavía
usados por los capitalistas; todo ello en una Tierra unlversalizada, en que los
satélites artificiales le dan la vuelta en una hora, indicaría que es anacrónico
m antener todavía las fronteras de la época del caballo, en naciones que no
superan el limitado horizonte del capitalismo privado (Oeste) o el capitalis­
mo de E stado (Este).
Tenemos, pues, mucho progreso científico y tecnológico pero, paradóji­
camente, mantenemos un conservadurism o económ ico burgués propio del si­
glo pasado. Nuestra economía es todavía muy burguesa o pequeño burguesa,
o muy tecnocrática y burocrática, y la política vigente, que hacen todos los
partidos, se agota tediosamente en un parlam entarism o esencialmente bu r­
gués, a derecha o izquierda, con neo-liberales o cierno-cristianos, o con so-
cial-dcmócratas y "socialistas de terciopelo", que no rebasan un parlam enta­
rismo aburguesado, decadente y pleonástico.
Para poner en concordancia una ciencia y una técnica avanzada con una
política eficiente, hay que crear instituciones de democracia directa con el
autogobierno popular y empresas autogestionarias, como nueva estructura
económica democrática, en la industria, la agricultura y ios servicios sociales
y públicos, a fin de que el pueblo, y no los políticos profesionales o los capi­
talistas, sea el sujeto activo de la historia futura de la humanidad. Un socia­
lismo libertario, federativo, aulogcslionario, que una el trabajo, la técnica, la
ciencia y el capital en organismos de A utopoder, con el Saber al alcance de
todos, puede, en nuestra época, emancipar al hombre por encima de las cla­
ses antagónicas, de las naciones rivales, de las castas, de las diferencias ra­
ciales, religiosas c ideológicas, mediante el socialismo y la libertad, o sea, el
socialismo libertario, ya que no se puede ni se debe repetir la desdichada ex­
periencia del comunismo autoritario que tiene más de absolutismo que de
verdadero comunismo.

- 357-
Econom ía a utoges t¡ ona ría

BIBLIOGRAFIA

BAK U N IN , M.
F ed eralism o v socialism o. A l p la n te a r los p ro b lem as de la ciencia y de sus lím ites, de la v i­
da, el cosm os y el saber, B akunin, p e n sa n d o q u e siem pre q u ed a rá n nuevos espacios y p ro b le ­
m as p a ra la ciencia, dice:
"...es p recio so reco n o cer p m b ie n los lím ites de la ciencia y reco rd arle q u e 110 es el lo d o , si­
no u n a p a rte , ya que el to d o es la vida. La vida universal de los m undos, o p a ra no p e rd e rn o s en
lo desco n o cid o y en lo indefinido, la de n u e stro sistem a solar, o únicam ente, la de n u e stro g lo­
bo te rre s tre y, en fin, rest ringuiéndonos m ás, el m un d o hum ano. T o d o eso es in fin itam en te más
extenso, m ás ániplio, m ás p ro fu n d o y m ás rico que la ciencia y 110 se rá nunca ag o lad o p o r ella”.
(O b r. cit. p.49).
A s í p u es la ciencia con se r 1111 conocim iento de las leyes y fenóm enos, de las causas q u e d e ­
term in a n los efeclo s 110 tiene resp u esta p a ra todos los p ro b lem as o p a ra reso lv er to d as las co n ­
tradicciones en tre el ho m b re y la naturaleza, pues siem pre habrá un algo 110 conocido ni descu­
b ierto , de m o d o q u e el en ten d im ien to hum ano, la razón y la intuición tengan siem pre p o r d e s­
cu b rir n u ev as leyes científicas, hechos, hallazgos, a fin de qu e el h o m b re 110 llegue al sa b er
ab so lu to con lo cual d e ja ría d e se r ho m b re p a ra co n v ertirse en D ios, au n q u e se ría b astan te
ab u rrid o sa b erlo to do, m irándose el om bligo com o un B uda. E n este o rd e n de ideas, Bakunin
ad v ie rte q u e n o d eb em o s rech azar a la ciencia o d u d a r de ella, p o rq u e 110 nos da m ás q u e lo
que p u ed e.
"¿P o rq u e, q u e es la lógica?, dice, sino la co rrien te o d esarro llo n a tu ra l de las cosas o el p r o ­
ced im ien to n atu ral p o r el q u e m uchas causas p ro d u cen un hecho. P o r consiguiente, podem os
e n u m e ra r un axiom a tan sencillo y decisivo com o este: to d o lo n atu ral es lógico y to d o lo q u e es
lógico se realiza o d e b e realizarse en el m undo real, en la naturaleza p ro p ia m e n te dicha y en su
d esarro llo p o ste rio r en la historia natu ral de la sociedad hum ana.
"L uego la cu estión -prosigue B akunin_ es sa b e r lo que es lógico en la natu raleza y en la his­
to ria. N o es tan fácil d ete rm in a rlo com o a p rim e ra vista p arece. P o rq u e p a ra sab erlo , p a ra no
en g añ arse nunca, h a b ría q u e co nocer todas las causas, influencias, acciones y reacciones que
d eterm in an la n atu raleza de una cosa y de un hecho sin ex cep tu ar ninguno, siq u iera sea el más
lejan o ¿Y cual es la filosofía o la ciencia q u e p u ed e ja c ta rse de ab arcarlas todas y ag o tarlas con
su análisis. Se n ecesitaría se r m uy p o b re de esp íritu y poco consciente de la infinita riq u eza del
m u n d o real, p reten d erlo ". (O b r. cit. pp. 49-56).
Sin em bargo, en n u estra época de gran ad elan to científico y tecnológico, hay agudas co n ­
tradicciones e n tre los h o m b res divididos en clases antagónicas, e n tre naciones ricas y p o b res,
e n tre el cap ital p riv ad o o de E stad o y el tra b a jo asalariado, e n tre la Sociedad y el E stad o , en tre
p a íse s cap italistas e n tre s í y e n tre p aíses socialistas. H ay, pues, m uchas contradicciones sin re ­
solver, co n d u cien d o a g uerras, luchas de clases y crisis económ icas: luego algo falta a una cien­
cia q u e es incapaz de d a r solución a estas contradicciones ¿N o será p o rq u e la ciencia y la técni­
ca, tal y com o son utilizadas, son un p o d e r de clase? M ien tras esto suceda, la ciencia es un sa b er
insuficiente... p o r n o se r un sa b e r de todos, sino de las "élites" dom inantes.

P R O U D H O N , P. .).
Id ee péndrale de la revoluiion f 18511. P rou d h o n que, según M arx, "pasaba p o r econom ista
en A lem an ia y p o r filósofo en F rancia", es, sin duda, el an arq u ista m ás p re o c u p a d o p o r en c o n ­
tra r soluciones al régim en capitalista, d e s en trañ a n d o sus contradicciones socio-económ icas in­
m an en tes y reso lv iéndolas con la instauración de un socialism o lib erta rio , no m era ideología,
sino una eco n o m ía lib erta ria real. V iendo en el h o m b re un se r social, colectivo, co o p erativ o , di­
ce P ro u d h o n :
"El o b re ro está necesariam en te su b o rd in ad o al o b re ro , el ho m b re d ep en d e del hom bre. El
p ro d u c to r ya n o es, com o en el cam po, un p a d re de fam ilia so b e ra n o y libre: es una colectivi­
dad. L os ferro carriles, las m inas, las m an u factu ras se hallan en este caso". (O b r. cit. p. 276).

- 358-
Cibernetica, capitalism o y socialism o

E n este o rd e n de ideas, P ro u d h o n sabe d istinguir en tre peq u eñ a, m ediana em p resa y g ra n ­


des fábricas; p e ro en estas últim as el tra b a jo de m iles de p ro d u c to re s está dividido; es co o p e ra ­
tivo. E n consecuencia, esa cooperación crea condiciones económ icas, políticas, sociales, ju r íd i­
cas y tecnológicas p a ra su stitu ir a los p a tro n e s o capitalistas p o r un consejo o b re ro de au to g es­
tión, p o r los tra b a ja d o re s asociados con sus m edios de producción com o fu erza colectiva. P o r
eso, ad v ierte I’ro u d h o n :
"...en una reu n ió n d e patrio ta s, en fe b re ro y m arzo de 1848, yo rechacé la idea (...) de eje c u ­
ción y ex p lotación d e los ferro carriles p o r el E stad o . Según m i opinión, los ferro carriles, deben
se r a trib u id o s a sociedades o b re ra s m uy d iferen tes de las sociedades com erciales actuales; p e ro
sien d o tam b ién in d ep en d ien tes del E stado. U n ferro carril, una m ina, una em p resa, un navio,
etc., d eb e n se r a los o b re ro s q u e em plean com o la colm ena a las abejas; son a la vez un in stru ­
m e n to y su dom icilio, su territo rio , su p ropiedad." (O b r. cit. p. 276-277).
Se en tien d e u n a p ro p ied ad social, indivisible, a fin de s u p e ra r el egoism o b u rg u és o cu al­
q u ie r fo rm a d e p ro p ied ad corporativa. E n este sentido, P ro u d h o n aclara:
"A nte p erso n as y fam ilias cuyo tra b a jo es o b je to de la asociación, la em p resa socializada
tien e p o r reglas: que to d o individuo em p lead o en la asociación, h om bre, m u je r chico, viejo, jefe
d e oficina, c o n tram aestre, o b rero , aprendiz, tien en su d erech o indiviso en la p ro p ied ad de la
em presa." (O b r. cit. pp. 256,281).
P o r la g estión colectiva, p o r lo q u e hoy en ten d em o s com o auto g estió n , P ro u d h o n tra ta de
h a c e r e n tr a r en la em p resa de p ro p ied ad social las riquezas q u e se le h u rtan a los tra b a ja d o re s
con la p ro p ied ad individual o estatal. A s í las cosas, la plusvalía se con v ierte en excedente ec o ­
n óm ico p ro d u ctiv o a colectivo no disipado com o ren tas p arasitarias, com o consum o im p ro d u c­
tivo, d e m o d o que la sociedad, p u ed a p ro g re sa r sin lucha de clases, sin crisis económ icas, con
tra b a jo y b ie n e sta r p ara to d o s los hom bre. E n una sociedad au to g estio n aria, lib ertaria, regida
p o r la dem ocracia d irecta -según P ro u d h o n - "no es necesaria la coacción, la im posición a u to ri­
taria en los lugares d e tra b a jo ”; p u e sto q u e cada uno "tiene el d erech o de cum plir sucesivam en­
te to d as las funciones, to d os los grados, según las conveniencias del sexo, la edad, el talento, la
se n ectu d ”, su p rim ien d o la noción de salario y asalariad o ”. A sí es com o el tra b a ja d o r es un ser
libre, com pleto, m anual e intelectual, capaz de asu m ir todas las funciones y responsabilidades
en la em p resa, ab o lien d o la diferencia e n tre tra b a jo m anual e intelectual, lo cual supone, a la
vez, a b o lir la diferen cia e n tre los q u e m andan y los qu e obedecen.

M A R X , C.
H isto ria crítica de las teo rías de la plusvalía. E n esta o b ra, q u e tiene la refe ren cia de 1862-
1863, M arx hizo una h istoria de la econom ía política; p ero especialm ente, tra ta n d o el aspecto
de la p lu sv alía y d e q u ien es se benefician de ella com o clase d o m in an tes c im productivas.
"10. G racias a las m áq uinas y, en general, gracias al d esenvolvim iento de la fuerza p ro d u c ti­
va d e los o b rero s, la re n ta neta (el beneficio y la re n ta ), crece hasta tal p u n to q u e el burgués
tien e n ecesidad de gran n ú m ero de sirvientes. E n lugar de se r obligado, a g astar una p a rte de
su p ro d u c to en tra b a jo p ro d u ctiv o , él p uede ah o ra gastarlo en tra b a jo im productivo, de su erte
q u e así hay in crem en to del n ú m ero de sirvientes y de p erso n as viviendo com o clase im p ro d u c ti­
va. ¡L inda p ersp ectiv a con esta transform ación p rogresiva de una p a rte de tra b a ja d o re s en sir­
vientes! A d em ás, vaya consuelo p a ra los o b re ro s al sa b e r qu e el ccreccn tam icn to del p ro d u cto
n e to ab re al tra b a ja d o r im productivo nuevas esferas qu e viven de su p ro d u cto y cuyo in terés ri­
valiza, m ás o m enos, con el de las clases d irectam en te exp lo tad o ras en la explotación de los
o b rero s.
"20. C om o consecuencia de la estim ulación d ad a a la acum ulación, (...) una p a rte al m enos
d e la su p erp o b lació n (...) es ab so rb id a, sea p o r la extensión de los negocios re su lta n te de la
p ro p ia p ro d u cció n d ep en d ien d o in d irectam en te de la producción de las m áquinas m ism as (...)
p a ra sa tisfacer n u ev as necesidades. E s u n a m ala perspectiva p a ra la clase o b re ra q u e d ebe s o ­
p o r ta r to d o s los in co n v en ientes m om entáneos —desocupación, éxodo de tra b a jo y de capital de
una esfera a o tra —, sin q u e el tra b a jo asalariad o d esaparezca p o r tanto...
"30. L a consum ición se afina gracias al m aqum ism o. L as subsistencias inm ediatas se hacen
m en o s caras, y el círcu lo de la producción de lujo se am plia. Y así una tercera y m ala p e rsp e c ti­
va se a b re d elan te d e los obreros: la m ism a Cantidad de subsistencias y el m ism o nú m ero de

— 359 —
Econoniía a u logesl¡onaria

o b re ro s p erm ite a las clases su p e rio res ex ten d er la esfera de sus placeres, de re fin a d o s y de va­
riarlo s y de a h o n d a r así el abism o económ ico, social y político q u e las sep ara de la clase o b rera .
"¡Linda p ersp ectiva, en efecto, y resultados poco envidiables p a ra el o b re ro , los que se de-
rib an del d esen v o lv im iento de su fuerza de trabajo!
" L o que el (R icard o ) olvidó de subrayar, es el au m en to c o n tin u o de las clases m edias colo­
cadas e n tre los o b rero s, p o r un lado, y los capitalistas y p ro p ie ta rio s de tie rra s p o r el o tro , vi­
viendo, so b re todo, de la re n ta del capital. L stas clases m edias g rav itan con to d o su peso sobre
la clase o b re ra y refu e rzan la seguridad social y el p o d e r de la clase d om inante" (Thcoric—
1S62-1863. M E W , X X V I, t. II, p. 561-573. Cita inserta en p. 246 de 1. S qcío Iq ' mc critiq u e, p o r
M axim ilien R u b el. E dil. P ayot. P arís, 1970).
D e acu erd o con este análisis de M arx, so b re el a u m e n to de la capacidad pro d u ctiv a de los
trab ajad o re s, con el em p leo de m ejo res m áquinas o equipos de producción, la gran p ro d u ctiv i­
dad del tra b a jo asalariad o beneficiaría, en gran m edida a los p artid o s de la clase m edia, en tre
ellos a los q u e se llam an m arxistas: social-dem ócratas, laboristas, socialistas, q u e con su socia­
lism o b u rg u és se han enquistado, con el a u m e n to de la plusvalía, en el p lu stra b a jo del o b re ro
asalariad o . E n igual m edida esto sucede en los p aíses del E ste, d o n d e p ro life ra n los tccnócratas
y b u ró cra ta s viviendo com o los burgueses, p e ro de la plusvalía de E sta d o ex to rsio n ad a a los
o b re ro s soviéticos

E N G E L S, F.
Anii-Oiihrin<j. E diciones F u en te C ultural. M éxico. A u n q u e esta o b ra tiene ca rá c te r p o lé ­
m ico con E u g en io D iihring, publicada en 1S77, constituye —según el p ro p io E n g e ls— una "in­
troducción a to d as las ciencias y a toda la d o trin a m arxista"; p e ro quizá m ás al m arxism o q u e a
una ep istem o lo g ía com o sa b e r científico total. E n concordancia con lo dicho a n te rio rm e n te p o r
M arx, nos p arece o p o rtu n o to m a r esta cita de Engels:
"La sociedad, al ad u eñ arse de todos los m edios de producción p a ra em p learlo s socialm ente
y con arre g lo a un plan, acaba con el avasallam iento a que hasta hoy se lia visto su je to el h o m ­
b re b ajo el im p erio de sus p ro p io s m edios de producción. L a sociedad no pu ed e, ev id e n te m e n ­
te, em an cip arse sin em an cip ar a todos sus individuos. N o hay, pues, m ás rem ed io q u e su b v e rtir,
d esd e los cim ientos hasta el rem ate, to d o el an tig u o régim en de producción, haciendo princi­
p alm en te q u e desaparezca la vieja división del trab ajo . S obre sus ruinas, d eb erá im plantarse
una organización de la producción en la que de un lado, ningún individuo p u ed a d esen ten d erse
d e su p a rte en el tra b a jo productivo, que es condición n atu ral de la existencia hum ana y en la
qu e, d e o tra p a rte , el tra b a jo p ro d u ctiv o se co n v ierta de m edio de esclavización en m edio de
em ancipación del h om bre, b rin d a n d o a to d o individuo la posibilidad de d e s a rro lla r)' e je rc ita r
en to d o s los sen tid os todas sus capacidades, asi físicas com o espirituales, co n v irtien d o de ese
m o d o lo que hoy es una carga en un goce.
"Y esto ya no es hoy ninguna fantasía, ningún p u ro d eseo bien intencionado. D ado el d e s a ­
rro llo actual d e las fuerzas p roductivas, las p ro p o rcio n es que ha co b rad o actu alm en te la p r o ­
ducción y la socialización efectiva de esas fuerzas p roductivas ha llegado, la superación de los
o bstácu lo s y en to rp ecim ien to s deriv ad o s del rem en de producción capitalista, del d erro c h e de
pro d u cció n y de m edios de producción, b a sta n ya, siem pre y cuando todos trab ajen p ara red u ­
cir el tiem p o de tra b a jo a un lím ite incom parablem ente m ás q u e el qu e rige hoy.
"T am poco d eb e p en sarse q u e la abolición del viejo régim en de división del tra b a jo sólo
p u ed e llevarse a cabo a costa de rendim iento de éste. L ejos de eso, se ha co n v ertid o p o r o b ra
d e la gran ind u stria en una condición de la propia producción. "El m aqum ism o acaba con la n e ­
cesidad de en c a d e n a r la d istribución de los grupos o b re ro s a las m áquinas com o en la m anufac­
tu ra, ad scriv ien d o c o n stan tem en te el m ism o o b re ro a la m ism a función. C om o el m ovim iento
to tal d e la fáb rica no arran ca del o b re ro , sino de la m áquina, p u e d e o p e ra rse un cam bio co n s­
ta n te de p erso n as sin que el proceso de tra b a jo se interrum pa... F inalm ente, la celeridad con
q u e se ap ren d e, en los años juveniles, el tra b a jo ju n to a la m áquina elim ina asim ism o la necesi­
dad d e ed u c a r a una clase especial de o b re ro s exclusivam ente com o o b re ro s m aquinistas".
(O b r. cit. pp. 299-300).
P ero q u e to d o s trab ajen p a ra red u cir el tiem p o de trab ajo " o qu e "ningún individuo pueda
d e se n te n d e rse del tra b a jo productivo", no se ha logrado, a p esar del gran p ro g reso económ ico y

-360-
Cibernética, capitalismo y socialism o

tecnológico d esp u és de m u erto s M arx y Engels, ni en la U nión Soviética, ju sta m e n te ’p o rq u e a


m edida q u e au m en ta la p rod u ctiv id ad del tra b a jo de los o b rero s y los agricultores, en el E ste o
en el O este, se acrecien ta con com itan tcm cn tc el n ú m ero de em pleados, tecnócratas, b u ró c ra ­
tas, sin d icáto cratas, o n ú cratas, eu ró cratas e im productivos de to d a clase y tipo, y así jam ás se ­
rán em an cip ad o s los o b rero s. Y el socialism o de los intelectuales será m ás p a ra ellos q u e p ara
el p u eb lo , p e ro ese "socialismo", en esencia, es burgués

K R O PO T K IN , P.
I.a conquista del pan. D om ingo F errari E d ito r. B uenos A ires. C riticando el l'also "socialis­
m o d e c á te d ra ”, p e q u e ñ o burgués, al em p resario capitalista y el E stad o -p atró n , K ropotkin a d ­
vierte:
"Los socialistas g u b ernam entales, los radicales, los genios desconocidos del periodism o, los
o ra d o re s de efecto , c o rre n al ay u n tam ien to , a los m inisterios, p a ra to m ar p osesión de las p o l­
tro n as ab an d o n ad as. A d m íran se an te los esp ejo s m inisteriales y estudian el d a r ó rd e n e s con
una g rav ed ad a la a ltu ra de su nueva posición”. (O b r. cit. p. 17).
P ero an ticip án d o se al m odelo soviético, K ropotkin aclara qu e es u n a p o lítica falsa la de e n ­
treg ar. en apariencia, las fábricas a los o b re ro s y la tierra a los cam pesinos, pues si el E stad o
su stitu y e al se ñ o r de la tierra, al com erciante, al b an q u ero , nada habrá cam biado sustancial-
m en te en la explotación del h o m b re p o r el hom bre, b ajo el E stad o -em p resario .
"...conservad en la sociedad la m asa de ociosos q u e viven del tra b a jo del o b re ro (...) el E s­
tad o con su caterv a d e funcionarios, y la industria no m archará". (O b r. cit. p. 37).
”1loy, a m edida q u e se d esarro lla la capacidad de producción —dice K ro p o tk in —, aum enta
e n una p ro p o rció n esp an to sa el n ú m ero de vagos e interm ediarios. A l revés de lo q u e se decía
en o tro s tiem p o s e n tre socialistas, de q u e el capital llegaría a co n cen trarse bien p ro n to en tan
p e q u e ñ o n ú m ero d e m anos, q u e só lo se ría m en ester ex p ro p iar a algunos m ultim illonarios para
e n tra r en po sesió n de las riquezas com unes, cada vez es m ás con sid erab le el n ú m ero de los que
viven a costa del tra b a jo a je n o ”. (O b r. cit. p. 13).
La ley de co n cen tración del capital, en el se n tid o de que q u e d a ría n siem pre m enos b u rg u e ­
ses y a u m e n ta ría el n ú m ero de p ro le ta rio s-o b re ro s es una verd ad a m edias. E stad ísticam e n te
h an retro ce d id o los o b re ro s industriales y los agricultores: resp ectiv am en te 35,4% y 7,6% del
to tal d e la población activa en la C om unidad E conóm ica E u ro p ea, co n tra un 57% en servicios;
p e ro en E stad o s U id o s ha q u ed ad o sólo el 3,5% en la agricultura, el 27% en la industria y el
69% está en servicios. Q u iere d ecir q u e a m edida q u e au m en ta la p ro d u ctiv id a d del tra b a jo en
la ag ricu ltu ra y la in d u stria va a u m e n ta n d o p aralelam en te el p erso n al im productivo: b u ró c ra ­
tas, tecn ó cratas, em p lead o s de toda clase y tipo en la Banca, el com ercio, los servicios sociales
públicos. H ay a s í inflación de clase m edia, de p eq u eñ a bu rg u esía p rofesional, q u e con sus n u ­
m ero so s v o to s —h ab lan d o en socialista, social-dem ócrata, neo-liberal o d o m o -c ristia n a — llega
al G o b ie rn o p a ra p e rp e tu a r el P o d e r de la burguesía, p e ro ad u lan d o a los tra b a ja d o re s asala­
riados.
Si los o b re ro s no tienen clara conciencia de que han de se r revolucionarios (n o co n fo rm is­
tas ni m asa pasiva de v o tantes, no m asa afiliada a sindicatos institucionalizados o a p a rtid o s de
la clase m edia scud o -so cialisla), nunca serán em ancipados p o r qu ien es viven del excedente ec o ­
nóm ico p ro d u cid o p o r ellos: tienen que se r em ancipados p o r s í m ism os m ediante la dem ocracia
d irecta, el au to g o b iern o , ¡a em presa au to g cstio n aria de p ropiedad social. Los tra b a ja d o re s asa ­
lariados no d eben d ejarse seducir p o r la p e q u eñ a-b u rg u esía seudo-socialista, han de s e r re v o lu ­
cio n ario s o no se rán n ad a com o los siervos y los esclavos, a m enos qu e sean ellos au to g o b iern o .

FREEMAN, Cli.
I.a te o ría económ ica de la innovación industrial. A lianza U niversidad. M adrid, 1975. T ra ta
su a u to r d e tres tem as esenciales: el sistem a de investigación y d esarro llo experim ental; las r e ­
p ercu sio n es d e la innovación so b re la em presa m oderna; la necesidad de c a p ta r el ritm o de
cam bio tecnológico p ara no q u ed arse a trá s con nuevos m étodos de producción, nuevas m áq u i­
nas, a fin de n o p e rd e r un d e te rm in a d o nivel de productividad y de com petitividad, ta n to un
p a ís fre n te a o tro com o una em p re sa an te otras. P e ro las nuevas m áq u in as son m ás bien series
Econ 0111 ía an toges(¡ona ría

o cad en as d e p ro d u cció n au to m atizad as o sem i-autom áticas, o m áquinas tan com plejas q u e lle­
v an m iles d e com ponentes:
"El p ro ceso d e d esarro llo de la industria de bienes electrónicos de capital —dice F rec-
m a n — consiste, en g ran p a rte , en id ear m éto d o s p a ra asam b lar co m p o n en tes de n uevas m a n e ­
ras, en in c o rp o ra r nuevos com p o n en tes p ara hacer nuevos diseños, o en d e sa rro lla r nuevos
c o m p o n en tes p a ra h acer fre n te a n uevas exigencias de diseño. N o es tan sencillo com o parece.
E xisten m ás d e 100.000 co m p o n en tes d istintos en una co m p u tad o ra g ran d e, m ás de 1.000.000
en una g ran cen tral telefónica y 10.000.000 en un sistem a de co h ete del tipo A polo. D e b e existir
u n a estrech a colab o ración e n tre los fabricantes del p ro d u cto acabado y los fab rica n te s de com ­
p o n e n te s en el tra b a jo d e diseño, y en los p ro d u cto s m ás com plejos y la pro g ram ació n del su m i­
n istro y su b e n sam b laje de com ponentes, así com o la de los acuerdos d e com probación, h an de
s e r p o r fu erza m uy com plicados". (O b r. cit. pp. 144-5).
Q u ie re d ecir que la ciencia y la técnica se h an unido con el tra b a jo científico y técnico p ara
p ro d u c ir o rd e n a d o re s, m isiles, satélites artificiales, ray o s láser, co n tro l de explosiones nuclea­
res tran sfo rm ad a s en fotones, instalación de cadenas au to m atizad as o sem i-autom áticas, en
g ran d es em p resas. E n sum a, q u e la m o d ern a industria, d e n tro del capitalism o priv ad o o de E s­
tad o , ha in tro d u c id o la ciencia, la educación de los tra b a ja d o re s, la técnica com o un facto r in­
m ed iato de pro d u cción, quizá el m ás re n ta b le de todos los co m p o n en res de la producción ci­
b ern ética.
U n a eco n o m ía au to g estio n aria (lib ertaria, de paz y no de guerra, sin clases p arasitarias c o ­
m o la b u rg u esía, la b u rocracia y la tecnocracia) ten d ría, p o r consiguiente, que in v e rtir m ás cap i­
tal p ro d u ctiv o ; asim ilar y desarrollar, p lenam ente, la revolución científico-tecnológica; lib erar
el m úsculo del o b re ro p o r la m áquina au to m atizad a de alta productividad; e n tra r así en la a u to ­
m atización del trab ajo , q u e unida a la au to g estió n de las em p resas te n d ría q u e p ro d u cir, com o
un fru to m ad u ro , el socialism o libertario. Sin éste el capitalism o priv ad o o de E stad o no hacen
m ás q u e d ife rir las crisis económ icas, las g u erras m undiales, las revoluciones, utilizando a la
clase m ed ia social-d em ócrata o socialista com o fren o de las aspiraciones p o p u lares, com o o tra
b u rg u esía in d u strial, m ercantil y financiera, a la cual sirve h ab lan d o a la izquierda y g o b e rn a n ­
do a la d erech a. I’ara hacer sa lta r todo esc e n tram ad o político, los tra b a ja d o re s tien en q u e se r
rev o lu cio n ario s p a ra h acerlo añicos; p u e s de lo co n trario , siem pre van a e s ta r d o m in ad o s p o r la
bu rg u esía o la burocracia, ta n to en el O este com o en el E ste. C om o un nuev o P ro m e te o , el p r o ­
letariad o tiene que ro m p e r sus cadenas haciendo fuerza, siendo revolucionario.

R IC H T A , R. y otros.
T a rivililntion ;ni rn rrcfo u r. E ditions du Seuil. P arís, 1974. En este estu d io se subraya la im ­
p o rtan cia d e la au tom atización, de la pro d u cció n en m asa, de las m áquinas de control num érico
y d e los cam bios que se están o p e ra n d o en el tra b a jo m anual, ad m inistrativo, de to d o tipo:
"...la au to m atización tran sfo rm a la actividad h um ana en un tipo de tra b a jo com plejo com o
el del técnico y el ingeniero, al m argen de la producción directa: actu alm en te estos, en el con­
ju n to del p erso n al, alcanzan, en ciertas em p resas m odernas, del 20 al 50% . (O b r. cit. p. 35).
E n los E stad o s U nidos, p o r ejem plo, d u ra n te el p e río d o de 1953-63 la población activa e m ­
p lead a en la in d u stria dism inuyó un 25,6% , en la agricultura 24,7% ; p e ro au m e n tó la ocupación
en servicios, b anca, com ercio, inform ación funcionarios y b u ró c ra ta s de to d o tipo. A sí, pues, el
p ro g reso tecnológico, con capitalism o conduce —no al b ien estar y el tra b a jo p a ra to d o s —, sino
a d isip ar la riq u eza en tra b a jo im productivo: clases p arasitarias, burocracia, gastos en a rm a ­
m en to s, E stad o caro y m alo.
"La esencia d e la revolución científico-tecnológica —según R ic h ta — queda, m ism o en los
p aíses m ás av an zad os del m undo, cam uflada b a jo un velo de co y u n tu ras co ntradictorias, y la
im agen re a l d e la en crucijada, en la cual se ha m etid o la civilización actual, trepida". (O b r. cit.
P- 59).
Se d iría , p ues, q u e con capitalism o, con burg u esía o burocracias dom in an tes, to d o p ro g re ­
so, fin alm en te, se co n v ierte dialécticam ente en su co n trario : retroceso..., p o r crisis, p resu p u e s­
tos de g u erra, lucha de clases y E stad o caro.
Cibernética, capitalism o y socialism o

BELL, D.
El ad v en im ien to de la sociedad post-industrial. A lianza E d ito rial. M adrid, 1976. S ubraya el
a u to r de esta o b ra q u e la revolución in d u strial está p ro d u cien d o cam bios notables:
"P ero en una sociedad p o st-in d u strial se p o n e el acen to so b re un tip o d ife re n te de servicios
(q u e los de la v ieja sociedad). Si agrupam os los servicios en p erso n ales (tie n d as m inoristas, la­
v an d erías, garajes, estab lecim ientos de belleza); de negocios (bancos, financieras, inm obilia­
rias, seguros); de tran sp o rte, com unicación y servicios públicos; y sanidad, educación investiga­
ción; en to n ces es el crecim iento de estas últim as el decisivo en la sociedad p o st-in d u strial. Y es
esa categ o ría la que re p re se n ta la creación de una nueva "intelligentsia" en las universidades,
las o rganizaciones de investigación, las p ro fesio n es y el tra b a jo cada vez m ás intelectual y m e­
nos m anual, m ás au to m atizado.
"La seg u n d a m an era de d efin ir una sociedad p o st-in d u strial es p o r el cam bio en la d istrib u ­
ción d e las ocupaciones; es decir, no sólo dón d e trab ajan las p ersonas, sino el tipo de cosas que
hacen. E n b u en a m edida la ocupación es la d e te rm in a n te de clase y estratificación m ás im p o r­
tan te d e la sociedad". (O b r. cit. p. 33).
A sí, p u es, la revolución científico-tecnológica y la sociedad p o st-in d u strial, con separación
del tra b a jo m an u al e intelectual, con universidades p ara unos y sem i-analfabetism o p ara otros,
110 reb asan el capitalism o p riv ad o o de E stado, ta n to en el O este com o en el E ste. P o r eso, p ara
s e r em ancipados, los trab a jad o res tienen q u e socializar el sa b er y cre a r su a u to p o d e r m ed ian te
1111 socialism o d e p articipación: au to g estio n a rio y libertario.

- 363-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

C A P IT U L O X

LA LEY DE PARTICIPACION DECRECIENTE


DEL OBRERO EN SU PRODUCTO

Trabajo asalariado y alienación cid obrero


La base de régimen capitalista estriba en que el patrón no pague como
salario más que un valor de subsistencia mínimo al obrero reteniendo para sí
el resto del producto del trabajo, pero ese precio está por debajo del valor
económico en productos que este crea por hora, por jo rn ad a o a destajo, con
taylorismo o con stajanovismo.
"El valor de la fuerza de trabajo, como él de cualquier otra mercancía -
dice Marx-, está determinado por el tiempo de trabajo necesario para la p ro ­
ducción y, por consiguiente, para la reproducción de esc artículo especial.
D ado el individuo, la producción de la fuerza del trabajo consiste en la re­
producción de sí mismo o en su mantenimiento. Para ésto necesita una canti­
dad determinada de medios de subsistencia por lo tanto, el tiempo de traba­
jo necesario para producir la fuerza de trabajo se reduce al necesario para la
producción de esos medios de subsistencia; en otras palabras, el valor de la
luerza de trabajo es el valor de los medios de subsistencia necesarios para el
mantenimiento del trabajador".
Bajo el sistema de capitalismo privado o de Estado, el trabajo asalariado
es una mercancía más entre las demás, y sigue sus mismas leyes económicas.
La alienación del obrero en su salario lo entrega, sin defensa alguna, a las
potencias alienantes del capital, que explota y oprime al trabjador asalaria­
do, ya sea bajo un empresario occidental o bajo el Estado patrón-oriental.
"El obrero m oderno -advierte Marx- lejos de mejorar conforme progresa
la industria, decae y em peora por debajo del nivel de su propia clase. El
obrero se desespera y el pauperismo se desarrolla en proporciones mucho
Economía atilogcsf¡onaría

mayores que la población y la riqueza. H e ahí una prueba palmaria de la in­


capacidad de la burguesía para seguir gobernando a la sociedad. Es incapaz
de gobernar p orque es incapaz de garantizar a sus esclavos la existencia ni
aun dentro de su esclavitud: porque se ve forzada a dejarlos llegar hasta una
situación de desam paro en que no tiene más remedio que mantenerles, en
lugar de ser mantenida por ellos".
El Estado norteamericano subsidia durante 27 semanas a los obreros p a ­
rados de la industria siderúrgica y del automóvil. A los agricultores les paga
un precio de sostén pa ra el trigo y el maíz, si disminuyen las áreas de siembra
en 10%, 20% ó 30%. Se finaliza asi la ociosidad para elevar los precios de las
mercancías oponiéndose, con dinero de los contribuyentes, a la instauración
de una economía de abundancia que superaría al capitalismo.
El capitalismo es un régimen extremadamente contradictorio: durante el
período de su ascenso económico -cuando crece la producción industrial-
ios obreros participan en el reparto de ella en forma no paralela. Ello condu­
ce periódicamente a los ciclos de prosperidad y depresión inherentes a la so­
ciedad socialista y a sus contradicciones.
"El pauperismo y las crisis ecomómieas -según Rodbertus- surgen de una
y la misma causa, a saber, que cuando la distribución del producto nacional
se abandona a sí misma, ciertas circunstancias relacionadas con el desarrollo
de la sociedad producen estos defectos: que con el aumento de la producti­
vidad del trabajo de la sociedad, los salarios de las clases trabajadoras llegan
a,constituir una parte cada vez menor del producto nacional".(1)
La participación decreciente de los trabajadores en el producto de su
trabajo es una contradicción de la economía capitalista. El aumento del ca­
pital lijo o constante (maquinaria) y la disminución del capital variable (fon­
do de salarios) a fin de contrarrestar la disminución de la tasa de ganancia
del capital, constituye un contrasentido ya que a más productividad del tra­
bajo con mejores máquinas, menos ocupación de mano obrera, si el capita­
lismo no se transforma en una economía socialista autogestionaria, con me­
nos jo rnada de trabajo y trabajo p ara todos.
Sobre el principio de la participación decreciente del obrero en su p ro ­
ducto, su fundamento económico y jurídico reside en el hecho de que unos
hombres, sin trabajar, poseen el capital y se apropian de la plusvalía, mien­
tras otros están desposeídos de él y sólo reciben, en forma de salario, una
parte de su prodúcelo. Y como el que reparte se queda con la mayor parte,
ya sea bajo un sistema de capitalismo privado o de Estado, mientras perdure
la burguesía o la burocracia como clases dominantes, no será superado el
asalariamicnto de la mayoría de la sociedad explotada por una minoría de la
sociedad explotadora y opresora. Así, con capitalismo convencional o con
socialismo burocrático, no cambiará la condición de los trabajadores asala­
riados. Si una clase dominante se encarga de administrar la empresa, organi­

1 Rodbertus, J.C . Oberproduceión...Cap. X V .

- 366-
La lev de participación decreciente
del obrero en su producto

zar su producción y comercialización y de pagar los salarios a los obreros,


por menos de lo que éstos producen, quitándoles sus productos, tanto da
que el capitalismo sea privado como de Estado, que manden en las empresas
los burgueses, los burócratas o los tecnócratas. Así los obreros seguirán
siendo productores de plusvalía mientras que la burguesía o la burocracia se
la apropiarán a título de clase dirigente, de minoría privilegiada. De esta m a ­
nera, 110 es posible el socialismo (aburguesado en Occidente o burocratiZado
en Oriente). Pues el socialismo supone para su realización la empresa de
propiedad social, la autogestión, la democracia directa la abolición de las
clases, la igualdad económica, política, social, jurídica y la socialización de la
información, del conocimiento, de la ciencia, la técnica y la cultura, para que
todos los hombres estén en igualdad de condiciones, económicas, técnicas,
sociales y científicas, en un socialismo libertario.

DIALECTICA DEL CAPITALISMO


En la época del capitalismo multinacional, estructurado sobre la base
de grandes monopolios, la crisis económica es una enferm edad endémica del
capitalismo, como crisis profunda de sistema que plantea, para ser resuelta,
un cam bio de rógme'n socio-económico en el sentido de restituir a los tra­
bajadores la gestión directa de sus empresas, a fin de resolver la lucha de
clases antagónica entre proletariado y burgueses (Oeste) y entre obreros y
buro-tccnocracia (Este).
Como el móvil de la producción capitalista es la obtención de ganacia, las
crisis económicas son inherentes al capitalismo, (pie dcsutiliza una enorme
cantidad de fuerzas productivas: maquinarias y trabajo humano. Ello no su­
cedería en una economía libertaria, donde el capital estará al servicio del
trabajo asociado en empresas autogestionarias de propiedad social.
La lenificación del proceso de producción capitalista, dejando cesantes
a millones de obreros y empleados, tensa la lucha de clases: obliga a los tra ­
bajadores a realizar la revolución social en unión de otras clases oprimidas
(campesinos y clases medias económicamente débiles). Sólo así se puede
cambiar de raíz un sistema económico en crisis, transformando la economía
de explotación en economía de autogestión y el caos de la producción capi­
talista, en autogestión armoniosa com plena ocupación para lodos.
La lucha de clases, como contenido y motor de la historia, tendrá vigen­
cia hasta cpie sea instaurado el socialismo autogestionario en todo el mundo
(incluido el capitalismo de Estado bajo una nutrida burocracia, la lucha de
clases constituye así el motor de la historia, en el Este). Para superar la alie­
nación, el maniqueismo del bien y del mal, la sociedad socialista autogestio-
naria tiene que ser instaurada en el mundo: sin antagonismos, sin contradic­
ciones socio-económicas entre los seres humanos, sin alienaciones morales,
políticas, religiosas, ideológicas y jurídicas, propias del capitalismo.
La gran industria capitalista, en función de la acumulación del capital,

-367-
Economía autogestiouaria

por un lado, (burguesía) y de la acumulación de la miseria, por el olro (pro­


letariado), crea, dialécticamente, contradicciones sociales y económicas ten ­
dentes a la superación del sistema por la acción revolucionaria: la rebelión
de las masas para pasar revolucionariamente (sin reformismo ni evolucionis­
mo) al autogobierno popular, al socialismo libertario.
La economía capitalista crea las estructuras de clases en razón de las fo r­
mas de la propiedad del capital, de su acumulación y centralización; de una
división del trabajo peculiar del capitalismo. A medida que se acumula y
centraliza el capital aumentan el pauperismo, proveniente de las clases eco­
nómicamente débiles, destruidas por la competencia económica capitalista.
La burguesía decrece en número con la centralización del capital: pero au­
menta su poder económico. Los asalariados muchos de ellos pasan al ejérci­
to de desocupados. La situación del hombre asalariado tiende a su d e p a u p e ­
ración, tanto más acentuada cuanto más avance el progreso tecnológico, que
se traduce para el obrero en desocupación al ser sustituido éste por las m á­
quinas cibernéticas o las cadenas del trabajo automatizado.
Bajo el capitalismo conccntracionario, la lucha de clases constituye la
fuerza motriz de la historia contemporánea. Los grupos sociales, que van ca­
yendo en el asalariado, se homogeinizan social y políticamente; toman con­
ciencia revolucionaria de clase; forman finalmente en la clase asalariada que
va abarcando casi la totalidad de la población: llega así históricamente el
momento revolucionario en que los "expropiadores serán expropiados”, con
el triunfo de la revolución social, que es la victoria del pueblo sobre sus
opresores y explotadores: terratenientes, burgueses, burócratas y tecnócra-
tas.
La sociedad de clases lleva en su vientre la carga explosiva que la hará es­
tallar: ni la religión, ni la política, ni la ideologías, ni los cañones de sus lucr-
zas regresivas serán bastante fuertes para defenderla; pues su suerte está
echada en el curso de la historia. Nada ni nadie podrá detener la insurrec­
ción popular para liberar al obrero de su alienación económica, pues éste re­
clama su puesto como persona; como ser libre; no alienado en su salario n¡
sometido a la explotación capitalista. El trabajador asalariado quiere dejar
de ser mercancía, juguete de las leyes del mercado capitalista que lo conde­
nan a la desocupación y a la explotación, mientras no rija la utogestión de la
producción por los propios productores, en una sociedad socialista, autogo-
bernada y desburocratizada, sin la cual 110 serán liberados los trabajadores.
"La existencia y el predominio de la clase burguesa tienen por condición
esencial, la concentración de la riqueza en manos de unos cuantos indivi­
duos, la formación e incrementación constante del capital; y éste a su vez no
puede existir sin el trabajo asalariado. Esto presupone, inevitablemente, la
competencia de los obreros entre sí. Los progresos de la industria, que tie­
nen por cauce automático y espontáneo a la burguesía imponen en vez del
aislamiento de los obreros por la competencia, su unión revolucionaria por
la organización. Y así al desarrollarse la gran industria, la burguesía ve tam ­

— 368 —
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

balearse bajo sus pies las bases sobre las cuales produce y se apropia lo p ro ­
ducido. Y al par que avanza la burguesía, se cava su propia losa y crea a sus
propios enterradores. Su muerte y el triunfo del proletariado son igualmente
inevitables (1).
Los acontecimientos, en el desarrollo del capitalismo, no se han dado co­
mo lo preveían Marx y Engcls, ya que el capital sigue existiendo como poten ­
cia dominante del obrero bajo el capitalismo de Estado, aunque haya desa­
parecido la burguesía como en la Unión Soviética, donde los asalariados ge­
neran plusvalía de Estado, pero no para la burguesía sino para la burocracia
del Partido único y para la tecnocracia dirigente de las empresas, donde no
tienen ninguna participación autogestora los trabajadores.
Por otra parte, en el Occidente, la burguesía, aunque haya disminuido
como clase en número debido a la concentración del capital, no ha sido de­
rrocada por los trabajadores ya que se ha servido de la burocracia adminis­
trativa, de los funcionarios, de los tecnócratas de todo tipo, de la clase políti­
ca pequeño-burguesa, para constituir gobiernos y parlamentos neo-liberales,
social-demócratas y demo-cristianos, haciendo votar al pueblo siempre o ca­
si siempre, los mismos gobiernos pequeños-burgueses, ya sean de derecha-
centro o de centro-izquierda. La alternancia política en los gobiernos, entre
clase media de izquierda o de derecha, ha permitido a la burguesía industrial
mercantil y financiera seguir durando como clase económica dominante sir­
viéndose de los Olof Palme, ios Willy Brandt, los Mittcrrand, los Craxi, los
Wilson, los Felipe (j onza les, los Papandrcu y cía.
La caída de la burguesía y el triunfo del proletariado, como algo inevita­
ble, 110 se ha producido ni en el Este ni en el Oeste, ni en el Norte ni en el
Sur, donde los trabajadores, a medida que participan menos en el aumento
de su productividad, con la ¡iusvalía relativa hacen incrementar el número
de las clases medias profesionales, los tecnócratas y burócratas, la ciase polí­
tica, que impiden el ascenso de los trabajadores a la condueión política, eco­
nómica y social, mientras rió sea sustituida la democracia parlamentaria por
la democracia directa autogestionaria. Por consiguiente, si el proletariado
quiere ser liberado debe hacerlo por sí mismo, sin delegar su poder en na­
die; debe ser revolucionario y no reformista; debe confiar en sí mismo y no
en las burocracias sindicales, ni en la pequeña burguesía como clase política
dirigente, la cual debe ser abolida como clase, en el mismo acto, que la bu r­
guesía y las oligarquías de todo tipo.

LA LEY DEL MINIM O DE SUBSISTENCIA


La ley de bronce de los salarios, bajo el régimen capitalista (privado o de
Estado) no permite un ingreso superior a los trabajadores por encima del
mínimo requerido para su subsistencia, mantenimiento, propagación y re­
producción de la familia.
1 M a r x , C . y H n g e l s , I \ M a n i f i e s t o c o m u n i s t a . C a p . í.

-369-
Economía autogestión aria

Fernando de Lasalle, definiendo la ley de bronce de los salarios, decía


que consiste en los hábitos de vida cotidianos del obrero, amoldados al míni­
mo de subsistencia para garantizar su existencia y la de propagación de su
foamilia. Esto ha camabiado, sin duda, con la "sociedad de consumo", pero
lo real es que el obrero a medida que produce más participa menos en su
producto, del cual viven toda clase de burgueses, pequeños-burgueses, "ter­
ciarios" y "cuaternarios", que aumentan perm anente y desproporcionada­
mente, haciendo durar al capitalismo.
Respecto del mínimun de subsistencia del obrero, Marx y Engels se ex­
presan con más claridad que Lasalle, en estos términos: "Los medios de sub­
sistencia (del obrero) deben, por lo tanto, ser suficientes para mantener en
su estado normal al trabajador, sus necesidades naturales, tales como ali­
mentos, ropa combustible y habitación, varían según el clima y otras condi­
ciones físicas de su país. Por otra parte, el número y magnitud de las llama­
das primeras necesidades, así como la forma de satisfacerlas, son en sí pro ­
ducto del desarrollo histórico, y por lo tanto, dependen, en gran medida, del
grado de civilización de un país y más específicamente de las condiciones y,
por consiguiente, del grado de bienestar en que se ha formado la clase de
trabajadores libres” (1).
E n Estados Unidos, por ejemplo, un desocupado de la industria siderúr­
gica o de la industria automotriz tiene un ingreso (con un subsidio de paro
de 27 semanas por año) posiblemente superior al ingreso de un obrero acti­
vo en los países afro-asiáticos y latinoamericanos. Sin embargo, el obrero
norteamericano desocupado por más subsidios de paro que reciba, está car­
gado de deudas, créditos y obligaciones que le condenan a una vida aliena­
da: progresivamente en peores condiciones económicas debido a que, cuan­
to más productividad rinde el trabajo por medio de su automatización menos
se beneficia el obrero y más aumenta la miseria cuanto más riqueza produce
éste.
Así, pues, bajo el capitalismo, ni aun en Estados Unidos, la clase obrera
tiene perspectivas de vivir mejor, sino al contrario, peor. Justamente porque
el obrero por producir más en menos tiempo de trabajo, mediante la auto­
matización y el niaquinismo, se autoalicna en la producción capitalista: es
desalojado por las .máquinas en las cadenas de trabajo automatizado.
En los Estados Unidos la productividad media anual por obrero venía
aumentando por año en 1960-70, más o menos, a razón de 2,5%; desocupan­
do pues, al 2,5% de los obreros norteamericanos, anualmente, se conseguría
mantener el mismo volumen de producción; lo cual es prueba de la partici­
pación decreciente del obrero en su producto.
Así las cosas, la población ocupada en servicios (terciarios y cuaterna­
rios), en los Estados Unidos, se ha incrementado más que la población acti­
va ocupada en la producción de bienes concretos (en la agricultura y en la

1 Marx, C. y Iingels I\ Obr. Cit.

- 370-
La ley (le participación decreciente
del obrero en su producto

industria). En estas condiciones una economía, que fuera predom inante­


mente de producción material, con un gobierno poco burocratizado, se ha
transformado en una economía de servicios, donde después de realizado el
trabajo, no queda nada materializado; no ha)' aumento real de riqueza, sino
una desmedida masa de consumo improductivo. E n este sentido, ahora la
productividad del trabajo ha descendido en E E .U U . por debajo de una tasa
anual muy baja 1%.

LA LEY DE LA PRODUCTIVIDAD CRECIENTE Y DE LA


OCUPACION DECRECIENTE EN EL CAPITALISMO

PR O G R E S IO N E S DE SIGN O C O N T R A R IO D E B ID A S A LAS
C O N T R A D IC C IO N E S D E L SISTEMA____________
Añol ' ... Año II Añolll AñiTiV Año V Año VI Año VII
Si la productividad aumenta
por año en... 2,5% 2. (2,5%) 3-(2.5%) 4.(2.5%) 5. (2,5%) 6. (2,5%) 7. (2,5%)

Si la ocupación es decrecien­
te en.... (2,5%) 2. (2,5%) 3.(2,5%) 4.(2,5%) 5. (2.5%) 6.(2,5%) 7.(2,5%)

rU EN TIÜ : C u ad ro co m p u esto p o r el au to r.
A u n q u e la p ro d u ctiv idad en U .S.A., en la d écada de 1980-90 lia caído p o r d eb a jo del I n ­
d eb id o al a u m e n to de "terciarios" y ''cuaternarios''
Por tanto si en Estados U nidos no hubiera economía de guerra para
tiempo de paz, desde 1950 la desocupación se produciría en masa a partir
del V año de progresión ascendente de la productividad; al VI año de au­
mento de la productividad, la desocupación debería alcanzar, aproximada­
mente, el 12,5% del total de la fuerza laboral de Estados Unidos, dé acuerdo
con la ley de la productividad y la desocupación creciente; pero el aumento
de "terciarios" y "cuaternarios" tienden a contrarrestar esta ley, ya que entre
las presidencias de Cárter y Reagan se dio trabajo a 21 millones de personas
de las cuales 20 millones en servicios.
Si se aplicara la automatización del trabajo a la mayoría de las ramas de
producción de la sociedad burguesa, es evidente que la desocupación obrera
crearía 1111 gran ejército de parados que, p ara defender su derecho al trabajo
y a la vida, tendrían que ser revolucionarios y derrocar al capitalismo.
E n Estados Unidos, luego del período de guerra 1939-45, las hóras-obre-
ro trabajadas por semanas disminuyeron de 46 horas a menos de 40 horas y
ahora a 36. La economía de guerra norteamericana 1939-45 procuró el pleno
em pleo pero con la economía de paz 110 lo ha logrado. Ello evidencia que el
capitalismo como remedio peor que las crisis, tiene que rccurir a la guerra
para conjurarlas, siendo así peor el remedio que la enfermedad que se inten­
ta curar.
El capitalismo multinacional,'bajo la dirección de la burguesía imperialis­
ta, y el capitalismo de Estado, bajo el mando totalitario de la "Nomenklatu-
ra", son muy hábiles para durar histórica, política y económicamente. El ca-

- 371-
Economía autogcstionaria

pilalismo de las empresas multinacionales exporta su crisis interna, en forma


de inversiones directas, préstamos o créditos, a los países subdesarrollados.
El capitalismo de Estado, en su forma soviética político-económica, también
transfiere parte de su crisis a los países del C O M E C O N . Ambos capitalis­
mos, mientras aumente la productividad del trabajo y con ello se incremen­
ten las clases parasitarias ("terciarias" o "cuaternarias") pueden aspirar a p e r­
petuarse en el Poder, mientras los trabajadores sean manipulados, por ideo­
logías reformistas, pequeño-burguesas, tecnocráticas y burocráticas. Por eso,
para acabar con estas dos formas de capitalismo transfigurado de dem ocra­
cia parlamentaria o de scudo-comunismo, no deben ser los trabajadores re­
formistas, sino revolucionarios que unan el pensamiento y la acción en pro
del socialismo libertario.

PRODUCTIVIDAD Y DESOCUPACION
Para disimular la desocupación, la burguesía norteamericana reduce las
horas-obrero trabajadas por semana. De esta manera, no se produce un paro
obrero total, sino un paro relativo. Ello disimula la desocupación inherente
al aumento de la productividad del trabajo: paro obrero tecnológico. Si cada
obrero norteamericano trabajase 45-46 horas por semana, como sucedía en
1944-45, tendría que haber ahora una desocupación total de tantos millones
de obreros sin trabajo como en 1932.
En el cuadro anterior, sobre la ley de aumento de la productividad y de
incremento paralelo de la desocupación, la crisis debería de haberse p ro du­
cido en 1952 (VII año de posguerra) con paro obrero casi de 17% de total
de la fuerza laboral noerteamericana. En cifras absolutas, habría sido de
unos 11 millones de obreros sin trabajo. Pero la movilización de efectivos mi­
litares, debido a la guerra de Corea, más la reducción de las horas obrero
trabajadas por semana, redujeron la desocupación de trabajadores en forma
indirecta: disminución de la jornada laboral y aumento de trabajadores ocu­
pados en los servicios burocráticos, financieros, mercantiles, informáticos,
militares, etcétera.
Según cifras oficiales, consignadas en Basic económ ico slatislics, de enero
de 1954, la desocupación ascendía, en esa fecha, a 2,1 millones de obreros
sin trabajo en Estados Unidos. Si a esta cifra de paro obsoluto añadimos
casi 3 millones de hombres pertenecientes a la defensa nacional, la desocu­
pación queda reducida en igual proporción o, al menos, en 2 millones. Si
adicionamos 2 millones de trabajadores agrícolas sin ocupación (que no fi­
guraban en las estadísticas de paro obrero) y otros 2 millones de paro de los
empleados (que tampoco se insertan en las cifras de desocupación), el d e ­
sempleo, en EE. UU., se aproximaba entonces al volumen señalado por la
progresión de signo decreciente —en el cuadro anterior —, según la cual el
incremento de la productividad determina una desocupación paralela, pero,
en parte, absorbida por el aumento de "terciarios" y "cuaternarios".

- 372-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

El sistema de necesidades del capitalismo está en contradicción con el


ritmo de incremento del capital constante (máquinas, energía, etc) y dismi­
nuye, concomitantcmente, la cantidad de capital variable (fondos de sala­
rios). Este cambio en la composición orgánica del capital, tendente a contra­
rrestar la tasa decreciente tic la ganancia, determina, en gran parte, la crisis
estructural del régimen capitalista; puesto que la productividad del trabajo
es creciente y el nivel de ocupación obrera, decreciente, según las progresio­
nes de signo contrario, que hemos inscrito en el cuadro citado.
La técnica de la producción automatizada, al incrementar la productivi­
dad del trabajo, supera la sociedad capitalista por exceso de riquezas; rebasa
la escasez perm anente de productos, haciendo posible una economía aulo-
gestionaria, una democracia directa. La técnica es una fuerza que transcien­
de el capitalismo: hace posible el socialismo autogestionario. Sólo la socie­
dad autogestora puede asimilar el progreso económico y tecnológico, sin te­
mor a las crisis económicas, mediante una democracia libertaria asociativa,
pero que será imposible con el reformismo o sólo, revolucionariamente, con
el socialismo libertario.
Según la ley de la productividad creciente y de la ocupación decreciente,
las crisis económicas cíclicas se tienen que producir, en Estados Unidos, e n­
tre el IV y el VII años de prosperidad relativa: el ciclo de prosperidad y de
depresión, sin embargo, tendería hacia un menor lapso de tiempo. La crisis
desarmónica, en profundidad y extensión, determinada por exceso de p ro ­
ducción relativa, de aumento de la productividad del trabajo y de consumo
decreciente en el sector obrero, tiende a ser crónica en economías altamente
desarrolladas, si no aumentan los "terciarios" tanto como disminuyen los
"primarios" y "secundarios", en la agricultura y la industria. En 1952, había
casi 5 millones de obreros norteamericanos en paro absoluto (o el 7,7%. del
total de la fuerza de trabajo). Si al 15% de desutilización de fuerza de traba­
jo (por reducción de las horas-obrero trabajadas por semana respecto de
1939) añadimos un 7,7%, tendríamos un 22,7% de desempleo en com para­
ción con los años 1944-45. Si adicionamos 2 millones de parados agrícolas y 2
millones de desocupados administrativos (debido a la automatización conta­
ble etc) debemos adicionar en 6% más de desocupación, que unido al 22,7%
dé un total del 28,7% sobre el ritmo de empleo y de horas-obrero trabajadas
por semana, durante el período de 1944 a 1946 en los Estados Unidos. Este
porcentaje máximo de desocupación es el que tuvo Norteamérica hacia
1932-32, durante la gran depresión, pero ahora queda reducido con el au­
mento de personal en servicios y con la disminución de las horas-obrero tra­
bajadas por semana. E n el cuadro sobre la ley de la productividad creciente
y de la ocupación decreciente, el VII año de productividad acumulativa del
2,5% da, concomitantemcntc, una desocupación muy aproximada a las cifras
indicadas anteriormente. Hacia 1963, el total de la fuerza laboral cstadouni-
dcnce se aproximaba a unos 70 millones de personas. H abía desocupados,
en paro absoluto, unos 5 millones de obreros industriales, 2 millones de agri­

- 373-
Economía autogeslionaria

cultores y 2 millones de burócratas, es decir, 9 millones de desocupados tota­


les o el 13 % de la fuerza total de trabajo. Como en 1963, se trabajan unas 36
horas por semana, había casi un 20% de desutilización de la fuerza laboral
en comparación con las 46 horas-obrero por semana de 1944-46. Por consi­
guiente, al VI año, del cuadro anterior, la desocupación en Estados Unidos
sería insoportable. Pero el capitalismo norteamericano se las arregla para di­
simular la desocupación; a) sólo figuran los obreros industriales sin trabajo;
b) no incluyen las estadísticas de desocupación a los parados agrícolas; c) las
horas-obrero trabajadas por semana declinaron, entre 1946 y 1963, casi un
20%. D e no haberse reducido las horas-obrero trabajadas, entre 1946 y 19S6,
la desocupación sería del orden de los 30-40 millones de obreros sin trabajo,
cosa que haría perecer al régimen capitalista, que no caerá por sí mismo, si­
no por la acción revolucionaria de sus víctimas, tanto dentro como de fuera
de Estados Unidos.
Mientras los sindícalos obreros de los países industrializados sean refor­
mistas, mayoritariamenle, aceptando una gran desocupación a cuenta de la
reconversión industrial, de la mayor automatización de la producción, te­
niendo una política consumista los que están trabajando, dejando desam pa­
rados a millones de obreros sin trabajo, para los cuales los sindicatos no tie­
nen una política de defensa de sus intereses, el capitalismo seguirá durando
con la complicidad de los líderes sindicales que, más que representantes de
los obreros, son ejecutivos de los "trusts" del trabajo asalariado frente a los
"trusts" del capital altamente concentrado.
Si por otra parte, los obreros se dejan seducir por las ideologías políticas,
falsamente democráticas, proclives al culto del E stado-providencia, que na­
cionalice empresas en déficit para aumentar y no disminuir éste cargándolas
de tecno-burocracia, los obreros se prestarían así a ser catecúmenos del Es­
tado-benefactor donde la burocracia y la tecnocracia tienen su empresa. P e­
ro cuando las cosas comienzan a marchar mal, cuando el déficit no se p uede
seguir aumentando, viene la desnacionalización de las empresas funcionando
con pérdida, en el Oeste, o se reduce el nivel de vida de los obreros, en el
Este, como ha sucedido en Polonia y otros países.
Mientras los trabajadores no gestionen directamente sus empresas, sean
dueños de sus medios de producción y de cambio, de los productos de su
trabajo, de su excedente económico, produciendo competitivamente en un
m ercado autogestionerio, caerán en las políticas ocidentalcs de la p is a de­
mocracia o en las políticas orientales del seudo-com unism o. E n ambos casos,
realmente, no se habrá superado el capitalismo privado o de Estado y, en
esas malas condiciones, los obreros seguirán siendo asalariados, ciase p ro ­
ductora pero no gestora; simples abejas obreras para entregar la mayor p a r­
te de su producción a los zánganos.
En una sociedad que hubiese socializado toda la riqueza, sin confundirla
con cstatización, teniendo lodos los hombres derecho a ella, sin diferencias
económicas fundamentales entre ellos, por esc mismo hecho habría sido

- 374-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

abolido el salario y las clases sociales antagónicas; en tal caso el dinero, los
bonos de trabajo, los vales y otras formas de valor, 110 se prestarían a trans­
formarse en capital privado, sino a funcionar como medios de intercambio,
cumpliendo la ley del valor-trabajo o a ser módulos económicos de cálculo,
sin los cuales, en el comienzo de una sociedad socialista autogestionaria 110
sería fácil cuantificar y programar su economía.
Los trabajadores, en fin de cuentas, deben auto-organizarse en su propio
interés social, así como el pueblo en general, prescindiendo de líderes provi­
denciales, de partidos políticos, de ideologías alienantes, donde los nuevos
sacerdotes son los tecnócratas, los burócratas y los ideólogos, que prometen
lo que no cumplen; que hacen de la política el arte de engañar al pueblo, al­
ternando en el Poder la derecha, la izquierda o el centro, según las circuns­
tancias; pero teniendo en el gobierno siempre una clase parasitaria, opuesta
a la sociedad auto-gobernada en razón del socialismo libertario.

LA INFLACION DE CLASE MEDIA "TERCIARIA"


D espués de la terminación de la segunda guerra mundial, tendcncialmcn-
te enormes measas de población laboral fueron pasando a las industrias u r­
banas y, en mayor medida, a los servicios: comercio, bancos y finanzas; em ­
pleados del gobierno y de las empresas, personal militar, comunicaciones e
información, servicio doméstico, etc. Se ha producido así, en la mayor parte
de los países industrializados, un enorme transvase de población del campo
a las ciudades y del sector primario y secundario al "terciario", que han au­
mentado a ritmo acelerado.
Así, por ejemplo, en Francia y Alemania, que en 1936 respectivamente
tenían el 35% y el 26% de supoblación activa en la agricultura dccendicron,
en 19S6, al 7,3% y 5,3%. Ello supone un cambio socio-económico y d em o ­
gráfico no registrado durante la primera y la segunda revoluciones industria­
les, en que fue más lento el proceso de transferencia de masas humanas des­
de el campo a las ciudades y, por otra parte, desde la agricultura y la indus­
tria a los servicios sociales, públicos, administrativos, domésticos,
comerciales, financieros y distintas clases de burocracia con comportamien­
to sociológico y político de clase media. >
Increíbemente, la clase media ha crecido como la espuma: se ha triplica­
do en los 25 años transcurridos entre 1950 y 1975, aumentando a razón de un
4,5% anual, mientras que la población mundial lo haría al 1,7%, necesitando
ésta para duplicarse casi unos 40 años. E 11 cifras concretas la clase media en
el mundo era estimada en unos 600 millones, en 1965, pero a comienzos de la
década de 19S0 alcanzaba a 1.800 millones, siendo así la mayor clase de to­
das en cuanto a número. Políticamente, esto supone que la importancia elec­
toral de obreros y campesinos ha disminuido entre pre y post-guerra, sobre
todo en países desarrollados industrialmente, donde el aumento prodigioso
de la productividad del trabajo en la industria y la agricultura permitió incre­

- 375-
Economía autogeslionaria

mentar, paralelamente, la clase media profesional ocupada en los servicios.


Ello en política y justas electorales, ha dado cierta estabilidad a las dem ocra­
cias parlamentarias de la "sociedad de consumo", menos condicionadas aho­
ra por los votos de los obreros y de los campesinos que entre dos guerras
mundiales.
Sin embargo, el exceso de clase m edia o de personal en los servicios, un
trabajo que no deja materializado ningún bien después de ser alectuado,
donde la productividad es muy inferior a la del trabajo en la industria y la
agricultura, y que se lleva en USA cerca del 70% del producto interno bruto
(PJB), tiende, en un futuro 110 muy lejano, a reducir el crecimiento económi­
co, debido a que el consumo improductivo es mucho y el ahorro poco, y p o­
ca la inversión sobre el P1B, entrando así en el m arasmo económico. En este
orden de ideas, Estados Unidos, apesar de su gran adelanto tecnológico, la
productividad del trabajo es ahora m enor del 1%, contra dos o tres veces
más en el Japón, donde los servicios 110 ocupan el 70% del total de la pobla­
ción activa, como en aquél país, sino únicamente el 57,1%. Por consiguiente,
la lasa de ahorro y de inversión en Japón y en U SA es, respectivamente, muy
desigual: 27,8% y 17,2%; y 17,9% y 4,2%. A la larga, de seguir así el d esarro­
llo económico desigual entre estos dos países, los japoneses serán más y más
ricos, mientras que los ricos norteamericanos se irán em pobreciendo respec­
to de su máximo de riqueza obtenida en los años siguientes a la terminación
de la segunda guerra mundial.
Estados Unidos, que a finales del siglo pasado eran un país con poco Es­
tado burocrático y una sociedad m u y auloorganizada, alcanzó un prodigioso
desarrollo económico con altas tasas anuales de ahorro e inversión, pero la
burocralización y militarización en la que lian caído progresivamente desde
la terminación de la segunda guerra mundial, lia lcntificado su crecimiento
económico, duplicado el total de las deudas sobre el valor del PIB, generado
dos déficit gemelos, el de la balanza de comercio y el del presupuesto de su
gobierno, c¡uc 110 son superados.
La inflación de clase m edia —aumento de "terciarios" y "cuaternarios" —
en Estados Unidos ha proporcionado ocupación a 30 millones de personas,
desde comienzo de la década de 1970 (aumentando considerablemente en la
época de Reagan), pero de esa cantidad muy pocos millones de personas se
colocaron en la industria y la agricultura. Ello explicaría que la poderosa in­
dustria norteamericana, ¡¡tic ocupaba en 1946 el 39% de la población activa,
haya descendido, en J9S6, sólo al 27 ,7 % de ella, revelando así que la econo­
m ía norteamericana está pasando de la producción a los servicios, importando
enormes cantidades de artículos manufacturados provenientes del Japón,
C orea del Sur, Taiwan, Hong Kong, Alemania occidental y de otros países
industrializados. Ello endosó a Estados Unidos, en 1987 un déficit en su b a ­
lanza de comercio exterior de 160.300 millones de dólares.
El acrecentamiento desmedido de la clase media acupada en actividades
"terciarias” y "cuaternarias" consigue reducir la desocupación tecnológica cn-

- 376-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

(.losada por la reconversión industrial, pero si por el lado malo toda la p ro ­


ductividad conseguida en la industria, la agricullurla y actividades producti­
vas ha de ir, en gran parte, hacia el aumento de la participación de los servi­
cios en el reparto del PIB y en el incremento del porcentaje de no producti­
vos, entonces el remedio sería peor que la enferm edad que se trata de curar,
difiriéndose así pero 110 resolviendo la crisis económica.
Y como el mercado mundial domina a los mercados nacionales, si los
nuevos países industrializados de Asia y Japó n trabajan muchas horas por
semana sus obreros, con lasas de productividad por hombre-hora muy simi­
lares a las de USA y la CEE, aunque cobrando menor salario, entonces a
muy corto plazo no van a p oder enfrentar la competencia comercial interna­
cional europeos y norteamericanos. Ello explicaría el superávit del comercio
exterior del Ju p ó n con la C E E y U S A lo que, en la perspectiva, tendría que
producirles desocupación en el sector industrial. Y dado que los norteam eri­
canos tienen sobrcocupación en el sector servicios, que no aporta bienes, les
plantea una acentuación de la crisis económica en los umbrales del año 2000
con una agravación del proteccionismo para contrarrestar el "dumping" de
los nuevos países industriales.
En suma, que es paradójica una economía auspiciada por la revolución
científico-tecnológica, peró increiada por el conservadurismo económico y
social, por el burocratismo creciente del Estado benefactor. Así, pues, hace
falta una nueva teoría económica que ponga en concordancia la ciencia, la
tecnología y la economía con el necesario cambio socio-económico.
Por otra parte, la revolución científico-tecnológica secular, ha producido
grandes cambios en la composición porcentual de clases sociales en la po ­
blación de los países industrializados. Así, por ejemplo, a principios del si­
glo X X los trabajadores, de la ciudad y del campo empleados en la produc­
ción material, constituían alrededor del 70% de la población de los Estados
Unidos contra un 30% ahora, y menos del 30% en la CEE.
Quiere decir que, en la evolución económico-social del capitalismo, el
factor trabajo humano material va disminuyendo tendeneialmente a medida
que aumenta la intensidad de capital por trabajador en la agricultura, la in­
dustria y otros sectores productivos de bienes. Por el contrario, el ascenso de
la población activa en "terciarios" y "cuaternarios" ha incrementado la clase
media, o si se quiere la población no productora de bienes materiales, a ta­
sas muy elevadas en relación con la población total. Y ello ha sido posible
por el "milagro” de la creciente productividad del trabajo en la industria y la
agricultura, la pesca, la minería, la energía, los bosques y, en general, en la
producción material.
La mecanización y la electrificación de la agricultura, así como el empleo
masivo de abonos químicos y las grandes obras de riego, ha disminuido la
población rural y aumentado la población urbana. Por otro lado, la autom a­
tización de buena parle del trabajo en la industria, ha permitido el rápido
crecimiento de empleados "terciarios" y "cuaternarios": una vasta clase m e­

- 377-
Economía autogestionaria'

dia, centro-izquierda o centro-derecha, que estabiliza electoralmente la d e ­


mocracia burguesa y pequcño-burguesa, en el juego de los partidos políticos
social-demócratas, domo-cristianos o neo-liberales, aduladores del pueblo
trabajador; pero, en realidad, gobernando, no para éste, sino p a ra la burgue­
sía industrial, mercantil y financiera. Ello demuestra que el capitalismo ha si­
do más hábil para durar que los obreros p ara derrocarlo revolucionaria­
mente.
Si el proletariado,en los términos que lo entendía Marx, cumpliendo con
su gran papel histórico de emancipación de todas las clases sociales oprimi­
das, no gestiona directamente la economía (mediante la propiedad social y
las empresas autogestionarias) ni la política (mediante la democracia directa
del autogobierno), con socialismo libertario y federalismo integrador de la
división social del trabajo, entonces el proletariado, manipulado por burgue­
sías y tecnocracias (Oeste) y por burocracias totalitarias (Este), no se histo-
rializará como sujeto activo del proceso económico, político y social. E n su­
ma, que si el proletariado no es revolucionario, si eterniza sus reivindicacio­
nes por medio de un reformismo sindical, no será nada, sino la base de
sustentación productiva de las burguesías, la pequeñas burguesías y la buro ­
cracias totalitarias: unas falsamente democráticas, en el Oeste; otras, falsa­
mente socialistas, en el Este; justamente p orque'hasta ahora el proletariado
no ha sabido constituirse en el sujeto activo de la historia, derrocando al Es­
tado de clases privilegiadas mediante formas de democracia directa de la so­
ciedad auto-organizada sin clases, autogestionaria y libertaria.

DISIMULACION DEL PARO OBRERO

Si el valor adquisitivo de la hora de trabajo perm anece constante y el


obrero trabaja un 20% menos a la semana, es evidente que no se beneficia
de la mayor productividad de su trabajo, como no sea con más aciosidad.
Los capitalistas para contrarrestar la ley de la tasa decreciente de ganan­
cia del capital, están obligados a mecanizar y automatizar la producción.
Ello produce la ley de la productividad creciente, como hemos indicado en
el cuadro anterior. Si estas progresiones no se dan en forma absoluta, se d e ­
be a los artificios burgueses de reducción de las horas-obrero trabajados por
semana. Sin embargo, el capitalismo norteamericano, a medida que pierde
los mercados mundiales por no estar en competencia frente a los europeos
japoneses y otros, se va deslizando hacia una crisis económica que lo va
abarcando todo. Sólo le falta para estallar que A mérica Latina se emancipe
de la explotación y el coloniaje norteamericano. El día que eso suceda sobra­
rán en paro, en Estados Unidos, muchos millones de obreros, que quedarán
sin trabajo, aunque la jornada sea reducida, en horas-obrero trabajadas. Por
eso, los días del capitalismo están contados. El exceso de fuerzas producti­
vas, que ha creado entre dos guerras mundiales, exigen un sistema de econo­
mía social autogestionaria, pues éstas no pueden ser constreñidas en el estre-

- 378-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

d io marco de su limitada utilización capitalista con un creciente paro de tra­


bajadores sólo resolvible en un socialismo libertario.
La industria siderúrgica nosteamcricana tiene desocupados a buena p a r ­
te sus obreros. Ello se debe a que un obrero estadounidence, con igualdad
productiva que un alemán o japonés gana, sin embargo, más. E n estas condi­
ciones, el acero norteamericano no puede ser exportado en competencia al
m ercado mundial. Si los empresarios yanquis dan más participación en el re­
parto de la plusvalía a sus obreros que los empresarios alemanes o jap o n e ­
ses, ello les induciría una pérdida de competencia en el m ercado mundial. A
m edida que se agudice la competencia económica en los mercados, la crisis
económica tendrá que profundizarse en países menos competitivos. Para
amortiguarla, sería necesario realizar una devaluación monetaria detrás de
otra, en los países que no automaticen y roboticen sus empresas, pero ello
produciría desocupación y con ello descontento popular favorable a la revo­
lución social.
Los capitalistas norteamericanos te ndrán que salir a pelear por el m erca­
do asiático, africano y latinoamericano, frente a los japoneses y europeos.
P ara ello deberían reducir el salario de sus obreros. Tal política agudizaría la
lucha de clases en Estados Unidos. A la larga, el proletariado no rte a m e rica -'
no quizá juege un papel más decisivo para la revolución social mundial que
el proletariado ruso inmovilizado bajo el capitalismo de Estado. E n la
URSS, la crisis económica no se produciría de igual manera que en el Oeste:
será d e siibconsitm o o subproducción agrícola, por desarmonía de desarrollo
entre la agricultura y la industria, En cambio, en los Estados Unidos la crisis
económica será de sobreproducción relativa. Al llegar a sus puntos críticos
la crisis económica norteamericana, unida a la de las potencias de E u ro pa y
Japón quizá provocaría la guerra, como consecuencia de la crisis cu el Oeste
y en el Este, si antes de ello no convertimos el capitalismo en socialismo li­
bertario.
La guerra desmentirá la fidelidad de la tesis de la coexistencia pacífica, el
neo-capitalismo de la Comunidad económica europea y las ilusiones nco-li-
berales del capitalismo norteamenricano. El leninismo en la URSS y el neo-
liberalismo en USA, aunque coexistentes durante algunos años, chocarán fi­
nalmente p orque son opuestos en ideologías, en política y en economía y en
objetivos estratégicos y geo-políticos mundiales.
Todas las crisis capitalistas han tenido su salida natural en las guerras im­
perialistas,mientras los pueblos no se adelanten a la guerra imperialista con
la guerra revolucionaria, para instaurar una sociedad universal autogestiona-
ria. El dilema de nuestro mundo contradictorio es: revolución social o guerra
total; quizá estas dos marchan a la vez, en los finales del siglo X X y los co­
mienzos del siglo XXI, a menos que el socialismo y la libertad sustituyan al
capitalismo y el totalitarismo con la verdad y la solidaridad.
La guerra total, universal y no ya de ámbito europeo como las dos últimas
guerras mundiales, propia de una civilización planetaria, reproduce el mito

- 379-
Economía aulogcslionaria

de Saturno devorando a sus propios hijos, a fin de que destruyendo se pueda


seguir construyendo dentro dei círculo vicioso del capitalismo, en sus for­
mas imperialista o hegemonista. Lamentablemente, la guerra no terminará
mientras exista la lucha de clases antagónicas y la de los países ricos y p o ­
bres, la de "élites" del Poder, en el Oeste y en el Este, aspirando a la conquis­
ta del mundo.
Por otra parte, la guerra es, dentro del caos capitalista, un remedio con­
tra las crisis económicas de sobreproducción relativa y contra el aumento del
ejército obrero de desocupados, conviniéndolo en ejército bélico, que des­
truya para reconstruir, manteniendo así una eterna economía de escasez de
precios elevados, de necesidades insatisfechas, de modo que el posible adve­
nimiento de una economía de abundancia no supere, como clases innecesa­
rias, a la burguesía occidental y a la burocracia soviética que aspiran, una
contra la otra, al Imperio mundi, a imponer sus políticas, sus ideologías, su
modo de producción universal, su imperialismo, hegemonismo y neo-colo­
nialismo.
Es una ilusión política creer que las guerras se han terminado porque
existen las Naciones Unidas (¿o desunidas?), en cuyo foro, diariamente, se
oponen la Casa Blanca y el Kremlin, sin contar otros antagonismos naciona­
les, regionales o mundiales. Sin ablir la lucha de clases, sin unir el mundo fe­
derativamente en un solo país, sin compartir igualitariamente las riquezas
del mundo, sin salvar al hombre como especie (amenazada por la guerra nu­
clear) y no sólo como raza o como clase, las guerras seguirán siendo el azote
de la humanidad porque están determinadas por contradicciones económi­
cas, políticas y sociales del capitalismo. Ecológica, económica y biológica­
mente hay que liberar a la humanidad y no sólo al hombre, ya que nuetro di­
lema es: o nos salvamos todos o perecemos todos. Pero para salvarnos todos
necesitamos sustituir el capitalismo por un socialismo libertario, que reparta
la riqueza equitativamente y la produzca más abundantem ente que el capita­
lismo.

LA LUCHA DE CLASES Y EL PAUPERISMO


Bajo la dominación de una clase explotadora, el proletariado tiende a
em peorar sus condiciones de vida. Al contrario, la burguesía y la lecno-buro-
cracia aumentan su poderío económico, político y social a medida que a u­
menta la acum ulación y centralización del capital en su propio beneficio de
clases privilegiadas escudadas tras el poder de clase del Estado burgués o
burocrático.
El proceso capitalista de producción, en función de sus contradicciones
estructurales, desarrolla fuerzas productivas que no puede controlar en el
estrecho marco de las clases sociales antagónicas y los mercados limitados
por estas mismas. Llegando a estos límites, las contradicciones se cxarceban
conviertiéndose en antagonismos violentos. Las leyes económ icas (extrema-

-380-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

danicntc contradictorias) se buscan así sus propias determinaciones y enton­


ces el sistema comienza a moverse por sí mismo hacia otro sistema que lo su­
pere, dialéctica e históricamente, con el socialismo libertario.
Los economistas burgueses, por más cálculos, gráficos y cerebros electró­
nicos que empleen, no son capaces de conjurar la crisis económica de un sis­
ma alienante y alienado. El número estadístico no tiene nada que ver con la
crisis del sistema capitalista. Los políticos burgueses, en medio de la crisis
económica y política, siempre van, por un fenómeno de alienación económi­
ca, a un terreno que no pueden elegir previamente o que, ya elegido, no lo
pueden controlar, como sucede con la crisis sistémica de nuestro régimen
socio-económico, opuesto a los intereses generales del pueblo trabajador.
Cuando las fuerzas productivas capitalistas no pueden desarrollarse más,
sino que están comprimidas por estamentos jurídicos o estructurales sociales
anacrónicos, la lucha de clases se exarceba; adquiere mucha tensión; llegan­
do hasta el paroxismo; entonces, violentamente, la revolución social estalla
para liberar a dichas fuerzas d e s ú s ataduras sociales, económicas, políticas y
jurídicas, estableciendo otro régimen más humano: el socialismo libertario.
La esclavitud, el fe u d a lism o ,el capitalism o y el socialismo, como étapas
de la humanidad, son momentos históricos de la lucha de ciases. "Hasta hoy,
toda sociedad descansó en el antagonismo entre las clases oprimidad y las
clases opresoras. Pero para poder oprimir a una clase hay que asegurarle,
por lo menos, las condiciones indispensables de vida, pues de otro modo, se
extinguiría, y con ella su esclavitud" ( I).
En apariencia, la "sociedad de consumo" ha elevado el nivel de vida de
los trabajadores, de los que no están desocupados, pero ha reducido a la mi­
seria a muchos millones de parados lanzados al gran ejército de reserva de ­
socupada, el más grande de todos los ejércitos, que un día puede sublevarse
para derrocar un régimen injusto que le priva de su derecho a la vida y al
trabajo, mientras el capital sea propiedad de los no productores o de los ex­
plotadores (burgueses o burócratas).
De esta manera, (usando y abusando de un cconomiscismo burgués, d e ­
terminado por el egoísmo, por la inm ediatez de la ganancia, despreciando
los valores éticos, el progreso científico-tecnológico alienado persiguiendo el
beneficio de unos pocos) se crea dialétieamcnte la desgracia de muchos, y en
ese sentido el progreso capitalista,a la larga, se transforma en su contrario:
retroceso deshumanizante,desocupación progresiva, disipación del excedente
económ ico, en gran parte, en consumo de lujo, fiestas galantes y consumo
improductivo tic las clases parasitarias, que van aum entando directa y pro-
porcionalmcnle con el aumento de la productividad del trabajo y con la re­
conversión industrial, persiguiendo la productividad no como un cálculo de
la razón, sino de la irracionalidad y la alienación propias del capitalismo.
El hecho de que en la llamada "sociedad post-industrial”, de la perma-

I M a r x y I i n g e l s . M a n i f i e s t o c o m u n i s t a . (18-48).

-381 -
Economía aulogcslionaria

ncntc reconversión industrial para ponerse una economía o una rama de


industria a nivel de competencia internacional, se eche a los trabajadores de
las empresas sustituyéndolos por mejores y más productivas máquinas, cues­
tiona al capitalismo como régimen económico, político, jurídico y social. N a­
da justifica moralmente que el progreso tecnológico tenga necesariamente
como colorario la pérdida del derecho al trabajo de millones de hombres.
E n este orden de ideas, el progreso capitalista se transforma en retroceso
por la propia naturaleza contradictoria del sistema de clases antagónicas de ­
terminado por la separación del capital como propiedad, no de los trabaja­
dores sino del 110 productor, el capitalista, que se apropia del excedente eco­
nómico generado por el trabajo asalariado.
Si la reconversión industrial capitalista se hace a costa de la desocupa­
ción de muchos millones de trabajadores lanzados a la miseria, lo cual cons­
tituye uno de los grandes males del capitalismo, esto sucede porque si los
trabajadores estuvieran todos ocupados y trabajaran cada vez mejor, con
mejores máquinas y más elevada productividad, el capitalismo llegaría a una
economía de abundancia y se superaría como sistema económico de admi­
nistración de recursos escasos. Así las cosas, el progreso tecnológico, econó­
mico y científico dentro del capitalismo, es imposible sin desocupación en
masa, sin gastos improductivos en el complejo militar industrial, sin Estado
caro y malo, sin aumento desmedido de la burocracia, la tecnocracia y las
clases medias parasitarias que, hablando en nom bre del pueblo, gobiernan
para la burguesía y la clase media. Por eso, en determinados momentos, no
hay que ser reformista sino revolucionario, 110 conformándose con votar sino
actuar para derrocar un sistema inhumano, injusto y anacrónico: el capitalis­
mo.

PERPECTIVAS DE LAS CLASES


La lucha de clases es tan vieja como la aparición de la propiedad privada
en la historia de la humanidad. Bajo el capitalismo, la lucha de clases lidíele
a polarizarse en dos grandes frentes antagónicos: la burguesía y el proleta­
riado. A medida que las clases sociales quedan reducidas a dos únicas cla­
ses, el capitalismo se acerca a su desenlace histórico, a su superación en el
socialismo, no de Estado, sino libertario, autogestionario y federativo.
La burguesía para subsistir tiene que acumular y concentrar el capital ex­
plotar al obrero aumentando la cuota de plusvalía. "La condición de existen­
cia del capital —como decía Marx y Engels— es el trabajo asalariado. El
asalariado reposa exclusivamente sobre la competencia de los obreros entre
sí. El progreso de la industria, del cual la burguesía es el agente involuntario
y pasivo, reemplaza el aislamiento de los obreros, resultado de la com peten­
cia por su Unión revolucionaria mediante la asociación. Así, pues, el desen­
volvimiento de la gran industria remueve vajo los pies de la burguesía, el te-
rrenomismo sobre el cual ella había eslablecido un sistema de producción y

-382-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

apropiación. E n este sentido, la burguesía crea a sus propios enterradores.


Su caída y la victoria del proletariado son igualmente inevitable". (1).
La propiedad capitalista, deviniendo de privada en anónima y de régimen
de libre competencia en creación de monopolios, se aproxima a su negación
histórica. Las mismas armas que empleara la burguesía contra la aristocracia
feudal para eliminarla se vuelven ahora contra ella, ya que el pueblo trabaja­
dor ha aum entado mucho en número y el capital se ha concentrado en
"pools", "carteles" y "trusts". E n estos organismos sólo hace falta, ya, cambiar
al consejo de administración capitalista por el consejo autogestor obrero, p a ­
ra autogestionar las empresas en base a la democracia directa, al trabajo li­
bre asociado con sus medios de producción y de cambio, en un socialismo li­
bertario.
Es un hecho histórico, bien sabido, que con el desarrollo del capitalismo
se desenvuelve paralelamente la proletización de grandes masa de la pobla­
ción económicamente débil. Miles de trabajadores asalariados son concen­
trados ahora en una sola empresa como no tuviera igual en número para edi­
ficar las pirámides de los Faraones. Bastaría que el proletariado de las gran­
des fábricas e instituciones fuera movilizado revolucionariamente, para que
surgiese el ejército popular que derrocará a la burguesía: cada año con m e­
nos miembros, pero siempre con familias más ricas, como le sucedió a la
aristocracia esclavista del mundo antiguo.
La enorme masa asalariada de la sociedad burguesa se acerca a luchas
revolucionarias decisivas, no sólo de caráracter huelguista. El asalariado d e ­
be crear, como garantía de su libertad económica, el autogobierno político y
la gestión directa de sus empresas. Es ya posible que el proletariado, como
clase revolucionaria, se apreste como liberador de las demás clases oprimi­
das como representante del interés de todos y dé la liberación de todos.
D e lo contrario, el proletariado (si no es revolucionario constituyéndose
en clase dirigente asumiendo la gestión de las economías nacionales, de las
empresas de propiedad social y de los autogobiernos locales, regionales y
nacionales) no será liberado de su condición de asalariado, ni con gobiernos
scudo-democráticos, ni con dictaduras burocráticas falsamente comunistas.
El cam bio de clases no debe hacerse sustituyendo a las opresoras y explo­
tadoras por las oprimidas y explotadas, según el modelo de dictadura buro­
crática soviética, porque el hombre asalariado seguiría lo mismo con un sis­
tema o con otro, ya que ambos tienen en común una clase dirigente no pro ­
ductora que, usando y abusando del p oder político, de la propiedad privada
o estatal, explotan y oprimen a los obreros asalariados, tan asalariados bajo
la burocracia soviética como bajo las burguesías occidentales, pues ambas
les usurpan el excedente de su trabajo (plusvalía).
Si el proletariado debe abolir todas las clases, en el sentido de su misión
histórica según Marx, tiene, que abolirse a sí mismo como tal proletariado,

1 M arx , C. y C n g cls, F. Obi*. G il. C ap . í.

—383 —
Economía aufogcstionaria

erando un comunitario, un hombre libre y no escindido en clases, un auto-


geslor directo de los medios de producción cambio y consumo, un autolibc-
rado, un hombre libre como especie y superado como clase, en base a la p ro ­
piedad social, la democracia directa, el autogobierno y el federalismo como
condición de un verdadero socialismo que puede comenzar a la escala nacio­
nal, pero que no triunfaría como nueva civilización, como nuevo m odo
de ¡roducción, sin ser instaurado intcrnacionalmente. Ello es posible en
nuestra época; 110 es una utopía ya que vivimos en una economía planetaria
que para asegurar la paz y la prosperidad para todos los hombres y todas las
naciones, tiene que hacer del m undo un solo j x i í s comprendiéndolas a to­
das federativamente, como unidad de lo particular en lo general, pero sin
que pierda cada pueblo su identidad esencial, su autogobierno y a utodeter­
minación mediante 1111 coherente federalismo para evitar el particularismo.

EMANCIPACION DEL OBRERO


La participación decreciente del obrero en el producto creado por su
trabajo, anunciada por Rodbcrtus, deriva del hecho evidente de que a medi­
da que aumenta la productividad del trabajo en la sociedad capitalista, los
salarios de los obreros 110 se incrementan proporcionalm cnlc.cn cuanto al
reparto equitativo de la renta bruta nacional. En los Estados Unidos y en la
URSS, por ejemplo, parte de la productividad es destinada a financiar las
economías de guerra para tiempo de paz, consumos de lujos para la clase
privilegiada, subsidios a la ociosidad por medio de "precios de sostén" en
USA y la C E E para los productos agropecuarios (a condición de sembrar
siempre menos hectáreas). Ello hace la vida cara c incrementa una frondosa
burocracia improductiva, para mantener el principio de la escasez capitalis­
ta. Ello a condición de que las fábricas produzcan, en algunos casos, a poco
más del 50% de su capacidad efectiva de producción, disminuyendo las I10 -
ras-hobrero trabajadas por semana para no incrementar el paro obrero e im­
pedir una economía de abundancia. Si se trabajaran a pleno 4S horas de Ira-
bajo semanal en EE.UU., sin existir una reserva obrera desocupada, el capi­
talismo norteamericano caería en una crisis de sobreproducción; no habría
posibilidad inmediata de expansión sin socialismo de autogestión, a fin de
que el consumo y la producción pudieran ir paralelamente, lucra del limita­
do régimen de necesidades propias del capitalismo.
Bajo el régimen de trabajo asalariado, con capitalismo privado y con ca­
pitalismo de Estado, rige el sistema de plusvalía o del plusproducto absorbi­
do por la burguesía o la burocracia, sin que el obrero tenga el más mínimo
derecho a dirigir la empresa, a repartir equitativamente el excedente de su
trabajo, luego de deducir una parte para ampliar capital, a fin de que la p ro ­
ductividad del trabajo vaya en aumento, como medio de llegar un día a su
plena automatización, a la autogestión de las ramas de producción integran­
tes de la economía social, coordinadas por federaciones de industria en 1111

-384-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

Consejo Superior de la Economía Autogcstionaria. Sólo así se crearía una


sociedad igualitaria con permanente expansión económica, plena ocupación,
altos niveles de vida y mayor productividad tendente a la completa automati­
zación del trabajo en los sectores más apropiados a este m étodo de produc­
ción. Así se podría liberar mano de obra de los sectores productivos más
adelantados para emplearla en los más retrasados, hasta que la automatiza­
ción pudiera llegar paralelamente a todos los dominios de la economía hu­
mana.
Alcanzado este nivel, el hombre tendría más po der sobre la naturaleza
que los viejos dioses: dejaría de ser, por fin, una criatura alienada; llegaría
así el hombre integral desalienado, el hombre capaz de conquistar los espa­
cios siderales, el hombre que escaparía al medio terrestre, siendo tan fuerte
y tan sabio que produciría su medio apropiado en otros planetas; pero para
realizar estas magnas tareas el hombre tiene, previamente, que p oner la ri­
queza en com ún. Sin ello, puede el hombre de transición, entre el capita­
lismo decadente y el socialismo incipiente, perecer en guerras totales, si no
se decide a la acción para liquidar al capitalismo y entrar en el socialismo fe­
deral y aulogestionario: empresas autogestionadas, federaciones de indus­
tria, empresas autorrcguladas y programadas electrónica y armónicamente,
por un Consejo de la Economía Social, que debe imprimir a la economía una
ley de desarrollo proporcionado. Así unas producciones 110 abundarían d e ­
masiado y otras escasearían excesivamente, evitando crisis económicas de
desproporcionalidad en las ramas de la economía, como las producidas en el
capitalismo: crisis de mercado (Oeste), de subconsumo (URSS), y de dcsar-
monía entre la producción y el consumo a causa del trabajo asalariado y de
la propiedad privada o estala!, del derroche en el rearme y del paro obrero.
La planificación y la libertad coinciden con el socialismo de autogestión y
el federalismo de las ramas de producción de una economía nacional, prim e­
ro y de la economía universal, después, cuando el socialismo esté implantado
en todo el mundo. La dcsuHcnación del obrero pasa necesariamente por el
socialismo de autogestión y la fcderalización de la economía humana: fuera
de la dictadura económica de las burguesías o de las burocracias totalitarias.
Económicamente, en el socialismo el obrero 110 debe gastar totalmente el
producto que crea con su trabajo, ya que así no quedaría nada para inver­
sión, para progreso económico, cultural y tecnológico. Así la sociedad se es­
tancaría cayendo en una crisis de agonía y de subproducción. Pero con la au­
togestión de la economía hay que producir más de lo necesario para que, por
fin, el hombre sea liberado: dcsalicnado, en virtud de la automatización del
trabajo, que pueda dcscmvolvcr una sociedad que ponga, plenamente, la ri­
queza en común, teniendo los trabajadores su auto-administración. Sólo así
la plusvalía o el plusproduclo no se repartiría sin ellos por una rentada bu ro­
cracia: "nueva clase" que pudiera suceder a la burguesía, si no hay autoges­
tión y democracia directa, como sucede en la URSS.
El m odelo de revolución seudo-socialista, según la forma de Estado y de
Economía aulogeslionaria

sociedad en la Unión Soviética, no debe repetirse para la supuesta liberación


del proletariado, ya que la burocracia soviética es más totalitaria que la b u r­
guesía liberal y nada socialista, y menos aún comunista. E n consecuencia, la
liberación del proletariado no pasa ya por el bolchevismo, sino por la auto­
gestión, por la democracia directa, por el modelo de desarrollo económico,
cultural, tecnológico y social del socialismo libertario.

EL PROCESO DE CAMBIO REVOLUCIONARIO


En el proceso capitalista —en su devenir— está su negación: d epaupera
a millones de seres humanos, sometidos a la dictadura del capital privado; y
form a así el innumerable c inagotable ejército del descontento que lo de ­
rrocará violentamente. Cuanto más quiere afirmarse la burguesía tanto más,
dialécticamente, se niega: los monopolios parecieran afirmar el dominio eco­
nómico y político de ésta; pero la condenan al oponerse estos al interés ge­
neral de la sociedad. La riqueza social no debe seguir siendo propiedad pri­
vada o estatal; tiene que ponerse en común para multiplicar la producción y
la productividad: sin crisis económicas, sin guerras nacionales o imperialis­
tas, sin conflictos de clases.
La lucha de clases va implícita, dialécticamente en el capitalismo como
su propia negación histórica. Para Marx, con "el derrocamiento de la bu r­
guesía caería, al mismo tiempo, la propiedad privada y entonces la victoria
de la clase obrera pondría fin para siempre a la lucha de clases y de casias",,
pero ello no se ha producido en la URSS con la política totalitaria del m ar­
xismo-leninismo, ni en China, ni en el C O M E C O N .
D esde el punto de vista económico histórico y sociológico, la lucha de
clases va ligada, indisolublemente, a las formas de la propiedad de los m e­
dios de producción y de cambio, al desarrollo de las fuerzas productivas, al
grado de dominio del hombre sobre la naturaleza. Tanto es así que el desen­
volvimiento de la producción capitalista ha hecho del capitalismo un sistema
mundial y, por tanto, su derrocamiento también será necesariamente univer­
sal. Por otra parte, el régimen capitalista con su dialéctica económica crea
dos grandes clases sociales : el proletariado y la burguesía. E n Estados U n i­
dos, Inglaterra, Francia, Alemania, por no citar a otros países, se han form a­
do dos grandes clases antagónicas: el proletariado y la burguesía. La solu­
ción de estas contradicciones de clase implica, necesariamente, el adveni­
miento de una sociedad no capitalista, una sociedad libertaria, pues el
socialismo económicamente se desenvuelve a partir del capitalismo. En los
países subdesarrollados, hay más clases sociales que en los países altamente
industrializados. Ello presupone una mayor traba para instaurar el socialis­
mo en él "Tercer Mundo" que en los países capitalistas de avanzado desarro ­
llo económico, de enorm e concentración de la producción o del capital. Chi­
na, por ejemplo, tiene un régimen avanzado en ideología; pero el régimen
económico es atrasado. En cambio Estados Unidos cuenta con un sistema

-386-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

económico avanzado y un gobierno retrógado. D entro de este sistema de


contradicciones: ¿cual de estos países llegará más pronto por la dinámica de
la lucha popular al socialismo de autogestión?: sin confundirlo con el socia­
lismo parlamentario pequcño-burgués: Oeste; ni con el socialismo burocráti­
co, Este.
Las ideologías, haciendo abstracción de las contradicciones objetivas,
sustituyendo los hechos indeseables con palabras rimbombantes, suelen cali­
ficar como socialismo, semánticamente, lo que es capitalismo de Estado, re­
almente. Ello está muy en boga en los "slogans" publicitarios del socialismo
burocrático de estilo soviético, donde la logomaquia de los discursos de los
líderes infalibles habla del "socialismo real”, del "comunismo como objetivo
no lejano”, aunque el régimen soviético no ha sido capaz de superar el capi­
talismo de Estado en siete décadas de existencia histórica y política.
Y la verdad es que los obreros siguen siendo asalariados en el Este como
en el Oeste, participando en forma decreciente en el producto de su trabajo,
ya que el aumento de su productividad adicional, no redunda en beneficio de
ellos, sino de las burguesías y de las tecnocracias occidentales o de la b uro ­
cracia y la tecnocracia soviéticas, que monopolizan la dirección de los parti­
dos comunistas únicos y de su Estado totalitario.
Si el pueblo trabajador no participa directamente en la política, por me­
dio del autogobierno, y si no gestiona (sin mediación de las burguesías o de
las tecnocracias y las burocracias) las empresas industriales, comerciales y fi­
nancieras, si no se auto-organiza política, económica y socialmente en defen­
sa del interés general, lodo intento de "democracia popular", de "comunis­
mo" o de "democracia convencional o parlamentaria", constituiría una p e r ­
manente estafa política a ese pueblo productor del excedente económico
disipado, en gran parte, por las clases dominantes.
Es necesario, una vez por lodas, que el pueblo, sujeto activo del cambio
socio-económico, transforme la vieja sociedad de opresión y explotación en
liberación y autogestión. May, pues, que cambiar la sociedad de clases an ta­
gónicas por un mundo más humano, igualitario y armónico; cambiar las es­
tructuras de dominación por el autogobierno de emancipación; cambiar el
m odo de producción, cam bio, distribución y consum o, teniendo en cuenta el
mejoramiento de la calidad de vida; estabilizar la nueva sociedad dentro de
un orden socio-económico más racional y humano, que procure para todos
los hombres —sin distinción de castas o de clases— un m undo de paz, pro ­
greso y prosperidad. Un mundo así 110 se alcanza con el capitalismo d e p re ­
dador de la naturaleza y de los hombres (persiguiendo la inmediatez de la
ganancia), ni con el comunismo burocrático (que es el capitalismo con otro
nombre), se alcanzará con un socialismo libertario.
El viejo orden social debe ser abolido y sustituido por un socialismo liber­
tario. Los grupos humanos, las clases oprimidas, que son víctimas del capita­
lismo deben subvertirlo, dejando de ser súbditos obedientes de 1111 Estado
caro, malo, opresor y depredador. La Sociedad auto-organizada tiene que

-387-
Economía autogestión aria

superar al E stado omnipotente y omnipresente, de modo qué los hombres


dejen de ser súbditos pasivos, a fin de que se conviertan en ciudadanos li­
bres.
Hay que cambiar de ra í/ la infraestructura socio-económica conservado­
ra y la superestructura políticas, jurídica y administrativa que han permitido
que las clases, las castas o las "élites” del Poder burocrático (minorías de pri­
vilegio), hayan dominado a las mayorías explotadas en su trabajo cotidiano,
desde el csclavismo al capitalismo.
El Estado centralizado, usurpador del autopoder de la Sociedad, ha de
ser abolido y sustituido por autogobiernos, órganos de participación política
del pueblo, empresas de propiedad social e instituciones de democracia di­
recta, de modo que no sea posible la dominación ni la explotación del hom­
bre por el hombre.
Los modelos políticos, "made in USA" o "made in URSS", están igual­
mente desprestigiados: no garantizan la paz, la prosperidad, la igualdad y la
justicia social entre los hombres. N'i el un¡v/ialisnio de Wall Street ni el
hcgcm onisino del Kremlin puede evitar la guerra, sino más bien provocarla
con sus desmedidos apetitos de dominación mundial. Ello en la época de las
armas atómicas constituye un serio peligro de exterminación masiva de la
humanidad, tan sólo por mantener en el Poder a las burocracias hegemoms-
tas o a las burguesías imperialistas, que deben ser derrocadas por el pueblo
que las sufre pasivamente engañado por las ideologías seudo-socialistas.
Mientras el Kremlin crea que es el epicentro del mundo o la Casa Blanca
el centro de gravedad del planeta, la guerra será más problable que la paz. Y
como las grandes potencias chocan por intereses económicos, estratégicos y
de poderío mundial, los pueblos, para no ser pasto de las armas de destruc­
ción masiva, tienen que luchar por la paz, pero no defensivamente sino ofen­
sivamente, haciendo la revolución social que sustituya en el Poder a las buro­
cracias totalitarias del Lsle y a las burguesías imperialistas del Oeste. Para el
pueblo trabajador la salvación no es individual sino colectiva, sin egoísmo,
con socialismo libertario. Así, pues, la verdadera "edad de oro" no está en el
pasado, sino en el futuro de la humanidad, un futuro que hay que hacerlo pa ­
ra p oder merecerlo en una sociedad libertaria.

EMPRESA DE PARTICIPACION
Sin participación directa de los trabajadores en sus empresas, no hay au­
togestión y sin esa condícion no hay socialismo ni cambio socio-económico
fundamental, ya que la propiedad privada o estatal del capital suponen un
Estado aí servicio de las clases dominantes contra las clases dominadas y ex­
plotadas.
Para que haya verdadera democracia socialista, los trabajadores tienen
que gestionar directamente sus fábricas y los ciudadanos lomar las decisio­
nes políticas en sus autogobiernos locales y regionales, mediante un federalis

-388-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

¡no que revalide al socialism o, ya que sin ello las "élites" del po d e r político y
las tecnocracias deciden por el pueblo, pero en beneficio de ellas mismas y
contra él, como sucede con el seudo-comunismo.
El pueblo trabajador para ser el protagonista del cambio socio-económi­
co y político ha de liberarse de la "clase política" —ya hable un lenguaje de
izquierda o de derecha —, puesto que ésta tiende a perpetuarse en el Poder y
a usufructuar la plusvalía, 110 redimiendo así nunca al hombre asalariado de
su trabajo alienado.
La liberación del hom bre asalariado no se hace con discursos retóricos, ni
con utopías o ideologías sin contener al menos una fuerte dosis de economía
concreta. En este orden de ideas, el mundo de nuestro tiempo ha experimen­
tado ya tres modelos socio-económicos:
1, —Econom ía caplalisla: Mistificada por ideologías neo-liberales, de-
mo-cristianas, social-demócratas o de socialismo de cátedra; 110 resuelve la
crisis económica; no garantiza la paz entre las clases y las naciones; no m an­
tiene la plena ocupación; no tiene perspectiva histórica de que el mundo ya­
ya a lina situación mejor, sino a peor coyunturalmente.
2 ,—E conom ía de Estado: E nsayada en la URSS y en los países del CO-
M E C O N , donde el Estado total es dueño de todo y de todos ,110 siendo el
hombre ciudadano libre, sino súbdito de un Poder alienante y alienado, más
propio del viejo despotismo asiático que del socialismo verdadero.
3, —E conom ía autogestionaria: Basada en la propiedad social de los
medios de producción, en el capital al servicio del trabajo asociado, donde
es posible imprimir una ley de desarrollo armónico a la economía social, h a­
ciendo así posible la prosperidad, la solidaridad, la libertad, la productividad
y la igualdad en un socialismo libertario.
E n realidad, esos tres modelos económicos tienen expresiones ideológi­
cas diferentes: democracia burguesa neo-liberal, marxismo-leninismo y so­
cialismo autogestionario. En el m odelo burgfics, domina el espontaneismo
económico, el egoísmo de las clases privilegiadas, la propiedad privada co­
mo derecho de usar y de abusar del hombre asalariado; hay así crisis aconó-
micas recurrentes, desocupación obrera permanente, monopolios industria­
les, mercantiles y financieros; y, en fin, la democracia angosta del pod er del
dinero. E n el m odelo marxisla-leninisla, el Estado-propietario de todo do ­
mina sobre los hombres y los productos de su trabajo, creando así un capita­
lismo (salvaje) de Estado, más deshumanizado, si cabe, que el capitalismo
privado. Por otra parte, este modelo totalitario no resuelve las crisis econó­
micas de desarrollo desarmónico entre la agricultura y la industria, entre la
ciudad y el campo, entre naciones avanzadas y subdesarrolladas y perpetua
la diferencia entre trabajo manual e intelectual, no siendo así el marxismo-
lennismo más que otra forma, tan mala o peor, como el viejo capitalismo. En
el m odelo de socialism o autogestionario, la propiedad social garantiza a to ­
dos los hombres su derecho al trabajo y a gestionar directamente sus em pre­
sas industriales, agrícolas o de servicios por los trabajadores mismos, sin bur­
guesías (Oeste) ni burocracias (Este).

-389-
Economía autogestionaria

El socialismo de autogestión hace posible la democracia política, social y


económica como tarca cotidiana de los trabajdores en sus empresas autoges-
tionadas y de los ciudadanos, en sus autogobiernos o comunidades campesi­
nas. Por otra parte, a diferencia de la tesis del marxismo-leninismo, que im­
plica la instauración de la "dictadura del proletariado" en la etapa de transi­
ción del capitalismo al comunismo, el modelo libertario hace posible la
transición, el cambio socio-económico del capitalismo al socialismo, con d e ­
mocracia directa en las empresas y en los autogobiernos, superando así, por
innecesaria la dictadura marxista-leninista. Además, el socialismo de auto­
gestión no es un proyecto determinado, sino a iniciar, ya que su principio no
es una meta final, sino el comienzo de una etapa necesaria de creación de la
sociedad libertaria por las generaciones presentes y las futuras, hasta alcan­
zar un socialismo integral o un comunismo libertario universal, cuando el
mundo con el fuera un solo país, uniendo pueblos y razas diferentes m edian­
te un federalismo coherente, que contenga la unidad en la diversidad de cul­
turas de todos los pueblos.
La realización del socialism o en libertad requiere la participación p o p u ­
lar directa, sin burguesías seudo-democráticas ni burocracias totalitariasco-
mo protagonistas de la política y de la conducción económica de la Sociedad
sin Estado dcmo-liberal burgués ni Estado burocrático totalitario, pues bajo
ambas formas de Estado el pueblo es oprimido y explotado por las viejas o
las nuevas clases dominantes.
El pueblo trabajador tiene que construir el socialismo libertario partici­
pando directamente en las empresas industriales, agrícolas, de servicios y de
toda clase. Los consejos autogestionarios de trabajadores han de sustituir, en
la dirección de las empresas y del aparato burocrático administrativo, a las
burguesías tradicionales y a las burocracias seudo-comunistas, pues ambas
tienen en común ser extorsionadoras de la plusvalía, ya sea bajo el m odo de
producción capitalista convencional o del m o do de producción esta lista, en­
carnado en el modelo soviético de socialismo administrativo.
E n su calidad de autogestores, los trabajadores liberados de la dictadura
del capital privado o de Estado, deben participar en la gestión de sus e m pre­
sas y en el reparto del excedente económico obtenido en ellas por su trabajo
asociado; participar en la toma de decisiones de la actividad económica de
las empresas autogestionadas; definir la política económica de la em presa de
propiedad social, a fin de que sea asegurado su continuo progreso económi­
co, tecnológico, cultural, social,educativo c informativo; dirigirse los autoges­
tores a los órganos del autogobierno empresarial con justas peticiones a las
cuales éstos están obligados a responder practicando la democracia directa
sin trámites burocráticos.
A diferencia de las empresas capitalistas tradicionales y de las empresas
estatales seudo-comunistas, la empresa autogestionaria de propiedad social
ha de hacer participar, en forma creciente y competente,a sus trabajadores,
entre otros, en los cometidos siguientes: adopción por la asamblea soberana

-390-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

de su estatuto,de sus reglamentos de trabajo asociado, de sus consejos auto-


gestores renovables cada dos años y no reelegibles hasta pasados otros dos
años más, de tal suerte que nadie se burocratice.
Por otra parte, la empresa autogestionaria tiene que hacer participar a
los autogestores en la discusión del plan económico,en el reparto del exce­
dente económico, en las inversiones necesarias p ara hacer la reproducción
ampliada del capital social, en la elaboración de nuevos productos, en la ex­
portación e importación de mercancías, de patentes y tecnologías, en la for­
mación de trabajadores cada vez más técnicos y menos manuales mediante
una adecuada política educativa que haga de la empresa una escuela-fábrica,
a fin de superar la diferencias de remuneración entre el trabajo manual e in­
telectual, lo cual, mientras dure, se opone a la realización de un socialismo
verdadero.
Los trabajadores de la empresa de propiedad social autogestionada de ­
ben tener acceso a sus decisiones fundamentales: cálculo de los gastos de
producción; precios; plan de cuentas; informes periódicos; convenios y con­
tratos de lodo tipo; decidir sobre la elección de candidatos al consejo auto-
gestor; votar el reglamento de derechos y deberes de los trabajadores; infor­
marse sobre gastos y recursos; concertar créditos; vincularse con otras em ­
presas y organismos; considerar el saldo de resultados económicos mensual,
trimestral y anualmente; apercibirse de los planes económicos a corto, m e­
diano y largo plazo.
El Consejo O brero de la E m presa Autogestionaria, una vez que ha sido
elegido democráticamente, por voto secreto y directo, es el A uto po der su­
premo de la misma, y, entre otras, debe tener las competencias siguientes:
controlar el saldo mensual de resultados de la actividad económica; reco­
m endar a los trabajadores un nivel medio de ingresos y una práctica de con­
sumo diferente de la sociedad capitalista; optar, en el período de transición
del capitalismo al socialismo autogestionario, por acumular e invertir capital
social p ara incrementar la productividad del trabajo; elevar el nivel de vida
de los trabajadores, de su cultura general y tecnológica, reduciendo, en lo
posible, la jornada de trabajo; estimular la autodisciplina laboral y la eficacia
productiva del trabajo asociado, a fin de que a mayor participación no haya
m enor acumulación de capital, cosa que piensa de los obreros la burocracia
y la burguesía, para justificarse como clases dirigentes inversoras; controlar
el volumen y la calidad de trabajo, en lo general y en lo particular, para que
sus productos sean buenos en cantidad y en calidad; cuidar los medios de
producción a fin de que estén en las mejores condiciones de su utilización y
del mayor rendimiento del trabajo; mantener las máquinas en óptimas con­
diciones entre los equipos que las utilizan cotidianamente; asegurar la plena
ocupación con derecho al trabajo para todos, pero sin que haya paro disimu­
lado con baja eficiencia en las empresas; reglamentar y sistematizar las rela­
ciones laborales con tendencia a igualar económicamente a los trabajadores,
mediante la educación general y técnica de todos ellos; emplear óptimamen-

-391-
Economía autogestionaria

te los medios de producción disponibles: renovarlos, amortizarlos y ampliar­


los con inversiones adecuadas de capital social; crear un fondo de consumo
durable destinado a viviendas, educación, recreo, vacaciones, higiene y sani­
dad que mejore las condiciones económicas, sociales y culturales de todos
los trabajadores; constituir reservas de capital que actúen, en el momento re­
querido, para compensar económicamente oscilaciones del m ercado auto-
gestionario; tomar decisiones sobre integración o fusión de empresas de la
misma federación de industria o de servicios para simplificar costos y evitar
duplicaciones innecesarias o generadoras de déficit.
E n este orden de ideas, las empresas auLogcstionarias de propiedad so­
cial unen a los productores directos con su capital social mientras que la em ­
presa estatal somete al capital estatizado el trabajo asalariado, reducido a
servidumbre (alienado), haciendo así imposible el ascenso al socialismo, ya
que el asalariado, con capital privado o de Estado, supone que una clase
opresora y explotadora usufructúa la plu sva lía . En este sentido, la burocra­
cia soviética o la burguesía occidental, enajenando el trabajo en el capital, se
apropian, sin aporte concreto de trabajo, del excedente económ ico produci­
do por éste en perjuicio de las clases productivas y en beneficio de las clases
parasitarias.
D espués del fracaso evidente de las revoluciones seudo-sóciaUstas de
modelo soviético, no se debe caer en el error de confundir el capitalismo de
E stado con el auténtico socialismo, reproduciendo obtusamente el concepto
staliniano del fin providencial del Estado. Mientras esta política alienada no
sea desmitificada, las revoluciones de modelo soviético corren el peligro de
burocratización y estatización, ya sea entre los africanos (Angola, M ozambi­
que y Etiopía), entre los asiáticos (Victnam, Corea y Afganistán) entre los
europeos ("repúblicas populares"), entre los latinoamericanos (Cuba y Nica­
ragua). Ello evidencia que las mismas fo r m a s de Eslaclo producen los mismo
resultados políticos, la misma burocratización y estatización de la economía,
de la política, de la información y la cultura, de la justicia y de la administra­
ción, colocando al Líder infalible por encima de todo el pueblo y al Estado
total sobre la Sociedad oprimida.
La ilusión clcl Estado obrero, en el sentido marxista-lcninista de que los
trabajadores crean su propio poder de clase, no tiene validez política objeti­
va, ya que la experiencia histórica ha demostrado sobradam ente que el Esta­
do, en vez de ser servidor de los obreros, se convierte en dueño y señor de
ellos por medio de la burocracia totalitaria del Partido único que es, al mis­
mo tiempo, como la Iglesia en la E dad Media, quien se apropia del producto
social creado por el trabajo asalariado, con menos derechos que bajo el E s­
tado burgués, ya que el Estado soviético reprime la resistencia sindical o po­
lítica de los trabajadores con más intolerancia que la burguesía liberal de
Occidente
Los latifu n d io s de la Antigüedad, los fe u d o s de la E d a d M edia y la em ­
presa capitalista, todas estas formas de propiedad, en distintos modos de

-392-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

producción históricos, han estado regentados por sus propietarios. La de ­


pendencia del trabajo esclavizado, servil o asalariado, era bien visible, pero
más en la esclavitud y la servidumbre que bajo el sistema de trabajo asalaria­
do donde, en apariencia, el obrero es relativamente libre y recibe un precio
por su fuerza de trabajo, aunque es menos visible la plusvalía que este traba­
jo deja como remanente no pagado por el empresario. Bajo la dominación
del Estado-patrón, con propiedad estatal de los medios de producción y de
cambio, el derecho de gestión de la empresa 110 le corresponde al hombre
asalariado y, en apariencia también, pareciera que éste recibe el producto
íntegro de su trabajo. Sin embargo, el salario del obrero, bajo el régimen de
propiedad estatal, es productor de plusvalía como bajo el capitalismo priva­
do, aunque con la supresión del capitalismo privado y de la burguesía diera
la sensación de que algo ha cambiado, pero no lo suficiente, ya que el obrero
soviético es tan obrero como el obrero occidental.
No hay, pues, tanta diferencia en cuanto a la explotación del trabajo aje­
no no pagado (plusvalía) entre el capitalismo de Estado (Este) y el capitalis­
mo privado (Oeste), ni tampoco en la gestión de las empresas, ya que el em ­
presario es un monarca absoluto en la dirección de las mismas y el burócrata
soviético no es menos absolutista. Por consiguiente, esas dos formas de em ­
presa siguen siendo antagónicas y sometidas a la lucha de clases; aunque 110
aflora ésta tan evidentemente en la Unión Soviética como en Occidente;
puesto que es reprimida más duramente que los países capitalistas; pero 110
por eso deja de existir esta lucha potcncialmente y manifestarse como en
19S9, en lodo el C O M E C O N y en la URSS.
Sólo la autogestión obrera, la participación creciente de los trabajadores
en sus empresas puede ampliar la democracia económica y con ella la d em o ­
cracia política, cosa que no es posible bajo el dominio de los empresarios ca­
pitalistas o bajo el Estado-patrón soviético: dos formas de capitalismo (pri­
vado o de Estado) que contienen la lucha de clases, la injusticia social, la d e­
sigualdad de condiciones entre los hombres divididos en dirigidos y
dirigentes.
La autogestión de las empresas por los productores directos, sin burgue­
ses ni tccnócratas como autócratas de los consejos de administración, supri­
me la disciplina militar en las fábricas, sustituida por la autodisciplina con­
cierne de los trabajadores, sabiendo que a mejor resultado económico m en­
sual, trimestral, semestral y anual mayor ingreso de participación personal
de cada uno de ellos, sin necesidad de ser arreados como esclavos por el ca­
pataz de las empresas capitalistas. D e esta manera, efectivamente, pueden
ser democratizadas las relaciones laborales entre los autogestores, pero cui­
dando que a mayor participación de ellos en sus empresas no disminuya la
tasa de acumulación de capital social para invertirlo en la consecución de
más progreso económico, cultural y tecnológico que bajo el capitalismo pri­
vado o de Estado. Si el socialismo de autogestión suprime 1a s rentas parasita­
rias de los ca jit alistas no debe, en los primeros momentos de su realización,

-393-
Economía autogestionaria

comérselas en consumo improductivo o dedicarlas a consumos innecesarios


de tipo burgués, ya que de proceder así las fuerzas productivas no se desa­
rrollarían más con socialismo autogestionario que con capitalismo autorita­
rio. Esas rentas abolidas, que antes percibían las clases explotadoras, han de
ser invertidas en mejores máquinas, más educación p ara los trabajadores,
más capital destinado a innovación y desarrollo (I + D), más cultura , m ejo­
res métodos de producción y de administración, a fin de que, a corto plazo,
pueda ir disminuyendo la jornada de trabajo, elevando la productividad por
hom bre-hora empleado. E n este sentido, se conseguiría más tiempo de ocio
p ara todos los trabajadores, pues el ocio permite que éstos se eduquen más y
mejor, cada año que pase, de m odo que todos sepan hacer todo conociendo
plenam ente todo, a fin de que no haya ni dirigidos ni dirigentes, ni manuales
ni intelectuales, ni ricos ni pobres, llegando así a superar la vieja ley de la di­
visión social del trabajo, en cada empresa.
Pero una economía autogestionaria debe responder al desafío tecnológi­
co de las empresa-mamut del capitalismo de Estado y de las empresas multi­
nacionales, integrando las pequeñas y medianas empresas autogestionarias
en unidades de producción de tamaño ideal, capaces de asimilar la revolu­
ción científico-tecnológica del siglo. Si el capitalismo es capaz de mayor p ro ­
greso económico, de mayor expansión en el m ercado mundial, de mayor a u ­
mento de la productividad del trabajo, de más adelanto científico y tecnoló­
gico que el socialismo autogestionario, su triunfo universal quedaría
cuestionado, pues la humanidad no quiere perd er fuerzas productivas, nivel
de vida y bienestar adquiridos, cambiando de régimen.
Q ueram os o no, hay que ser desarrollistasen el buen sentido; pero no au­
mentar la producción por la producción misma; no producir consumos de
lujo innecesario que se tragan el capital social que debiera ser invertido en
alcanzar mayor progreso económico, cultural y tecnológico; no dejarse sedu ­
cir por el fetichismo de la mercancía o del dinero, manipulado por la publici­
dad mercantil; no desarrollar desigualmente la agricultura y la industria para
amontonar millones de habitantes en las megalópolis; no dejar que unas re­
giones sean ricas y otras pobres como ha hecho el capitalismo, sino dar un
desarrollo paralelo y proporcionado en base a inversiones globales realiza­
das por un fondo nacional o social de igualación del progreso y del bienestar
entre los hombres; no dejar que los tecnócralas, en las fábricas, y los políti­
cos, en la administración, dividan el trabajo entre manual e intelectual y e n­
tre dirigentes y dirigidos; pero p ara evitar todo esto, los autogestores, en sus
empresas y sus autogobiernos, deben ejercer el A uto pod er con conocimien­
to de causa, educándose permanentemente, utilizando su tiempo de trabajo
y de ocio como concienciación p a ra la autogestión, pues sin educación igual
no hay igual participación para todos los trabajadores.
H ay que evitar, en la realización del socialismo autogestionario, que las
"élites" de poder y del saber se consorcien como "nueva clase dirigente", si de­
jamos que los "expertos" o "ejecutivos" frenen, con el uso ideológico o de cla-

-394-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

se de la tecnología, el desarrollo político de los trabajadores y de los ciuda­


danos p ara que éstos no sean capaces de gestionar directamente sus em p re ­
sa y sus autogobiernos.
La producción industrial moderna, donde la ciencia y la técnica son fac­
tores inmediatos de producción, facilita el accenso de los tecnócratas a su
gestión autocrática, si los trabajadores no son educados en la escuela-fábrica,
en la praxis cotidiana, de modo que lodos puedan ser elegidos y elegibles p a ­
ra todos los cargos, pero con conocimientos científicos suficientes, de modo
que sea eficiente la gestión democratizada. M ientras haya coordinadores ge­
nerales de las relaciones de trabajo, porque unos saben mucho y otros poco,
no habrá plena participación de los trabajadores, ni con empresas capitalis­
tas ni con empresas de propiedad social.
Las relaciones sociales de producción en las empresas tienen que ser d e ­
mocratizadas, haciendo del trabajo otra forma de estudio, a condición de
que los trabajadores vayan conociendo el proceso general de producción,
consumo, cambio y distribución en una economía de propiedad social, y, en
particular, el de sus empresas autogestionadas. Por otra parte, hay que su pe­
rar la vieja división del trabajo polarizada en dos grupos: unos, los que ejecu­
tan las tarcas materiales de la producción; otros, los que las dirigen autocrá-
licamenle, sin que haya posibilidad de que unos puedan ser, algunas veces,
ejecutantes y otras, directores o técnicos.
Si el socialismo autogestionario no fuera capaz de superar la vieja divi­
sión del trabajo, entre ejecución de la producción y dirección de la misma,
no sería posible entoces 1a emancipación de los trabajadores, no siendo éstos
capaces de superar los residuos de clase de los viejos modos de producción
que han pasado por la historia. ¿De qué serviría entonces un socialismo au­
togestionario si no supera la diferencia entre trabajo manual y trabajo inte­
lectual?. Si a causa de ello se impidiera la igualdad económica entre los
hombres continuaríamos viviendo, con socialismo de autogestión, en una f or­
ma residual del capitalismo.
La participación creciente de los trabajadores en la gestión de sus e m ­
presas, siendo todos capaces de hacer todo, es la condición esencial del so­
cialismo autogestionario. Sólo así todos participarían por igual en la gestión
y la distribución del excédete económico, producto de un trabajo común y en
igualdad de condiciones para todos, porque todos tendrían los mismos nive­
les técnicos, científicos o de educación, aunque sean más innovadores unos
que otros. Pero al sabio, el inventor, el creador, le queda ante sus semejantes
el ser un poco más desemejante por su capacidad de invención que lo histo-
rializará o eternizará, lo cual ya es un gran privilegio que no tienen los demás
hom bres aunque todos fueran iguales económicamente.
La socialización de la producción implica, a su vez, la abolición del p a ­
trón privado o del Estado-patrón, colocando a todos los hombres, sepan más
o menos, en igualdad de condiciones económicas, educativas, sociales y ju r í­
dicas, a fin de que nadie, ni la clase ni o la raza, constituyan signo de inferio-

-395-
Econom ía a lito tes (ion aria

rielad o de superioridad, eonio sucede bajo el sistem a capitalista convencio­


nal o bajo el socialismo adm inistrativo de tipo soviético, que 110 superan el
viejo régimen de clases, p orque unos m andan y otros obedecen, porque unos
tienen suculentos ingresos personales y otros m agros salarios.
M ientras haya quien se apropie, directa o indirectam ente, de una parte
del excedente del traba jo asalariado, creando así 1111 sistem a de rentas muy di­
ferenciales, teniendo unos m ucho de todo y otros, nada, no se habrá resuelto
el problem a de la in justicia social entre los hom bres, ya sea con propiedad
privada o con propiedad estatal, pues la solución de tal problem a supone la
instauración de la p ro p ied ad social, la em presa autogestionaria, y, la dem o­
cracia directa, en el régim en político, p ara p o d er abolir los partidos políticos
y la clase política que los encarna com o clase m onopolizadora del Poder.
La propied ad estatal ,dando m ás P oder a la clase política que la propie­
dad privada, ya que el E stado es el gran p ropietario de hom bres y bienes,
aunque dando la sensación de que es el "Estado de todos” —como dicen los
soviéticos— significa que hay una clase privilegiada que habla en "socialista"
o "comunista", pero que pro ced e en capitalista. Y ello sucede porque el E s­
tado está colocado sobre la Sociedad, sobre los productores directos exclui­
dos de sus m edios de producción, reducidos a la condición de una enorm e
m asa asalariada, mal rem unerada en su trabajo, m ientras que la burocracia y
la tecnocracia perciben rentas, sin apo rte de trabajo productivo, varias veces
superiores al salario del obrero peor rem unerado.
El siglo XX ha sido pródigo en revoluciones de todo tipo, llam adas "so­
cialistas", siguiendo el m odelo soviético, en realidad burocráticas o de conti­
nuación del capitalismo, pero de E stado, que no em ancipa al proletariado,
sino que lo reduce a cifras de producción en el sistem a de planificación cen­
tralizada. Ya es hora, pues, de que el socialismo adm inistrativo, sin la míni­
ma dem ocracia directa, sea sustituido por el socialismo libertario, que colo­
que al hom bre en el centro del progreso económ ico-social para conducirlo
com o em presas autogestionarias de propiedad social, en tanto que pro d u c­
tor directo, y com o ciudadano, en sus autogobiernos federados.
Sin em bargo, en 1989, la rebelión de las masas contra el E stado-patrón,
en Polonia y H ungría, A lem ania, Checoslovaquia, Bulgaria y R um ania, paí­
ses de socialismo adm inistrativo, no parecieran sustituir a éste por el socia­
lismo de autogestión, sino por un neo-capitalism o en base a la constitución
de em presas mixtas con el O ccidente.
E l capitalism o financiero occidental, más la C E E que USA y Japón, se ha
consorciado p ara im poner la social-dem ocraeia o la dem ocracia cristiana, en
E u ro p a del Este, ap ortando créditos, creando un banco de desarrollo con
capital occidental, a fin de que la rebelión de las masas, al superar el stalinis-
m o residual en el E ste, 110 conduzca a una revolución socialista verdadera,
autogestionaria y libertaria.
A sí la liberación popular cu el C O M E C O N sería aparente y no real, pues
los obreros seguirían siendo obreros de las em presas mixtas E ste-O este, p ro ­

—396 —
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

ductores de plusvalía p ara la tecnocracia neo-com unista y las oligarquías ca­


pitalistas occidentales. Por eso, en el Este no hay que ser reform ista, sino re ­
volucionario p o r m edio de la acción directa y la dem ocracia directa, sin em ­
presas mixtas, con em presas autogestionarias, con autogobierno en la políti­
ca, sin parlam entarism o burgués, con socialismo libertario.
A bandonar el neo-stalinism o en los países del E ste, o sea, el capitalism o
de E stad o p ara entrar en form as mixtas de capitalism o privado consorciado
el E stad o -p atró n con em presas m ultinacionales, y presentarlo como una
gran novedad ((pie la URSS y Cía. descubren ahora como una novedad el
capitalism o occidental), no deja de ser la mayor de las ironías dialécticas del
siglo XX.
¿Q ué ganarían los obreros del E ste de E u ro p a cam biando al Estado-pa-
trón por un p atrón capitalista de em presas m ultinacionales? ¿Es que así d e­
jarían de ser obreros asalariados productores de plusvalía bajo 1111 patrón
privado como bajo el E stado-patrón?. D ejar el capitalism o de E stado (dicho
com unista) y tom ar a un patrón capitalista occidental no es un progreso para
los obreros del Este, sino más bien una política tan mala o peor. La clase
obrera polaca no tiene nada que ganar, social, económ ica y políticam ente
con que el líder obrero dom o-cristiano, W alcsa, critique la infalibilidad del
marxism o-leninismo y acepte la infalibilidad del Papa, o que renuncie a la
política del Kremlin y acepte, cntusism ado, la de la Casa Blanca. Ello d e­
m uestra que la experiencia com unista del Este ha sido tan mala que hasta
los países del C O M E C Ü N presentan, después de sus muchos años de socia­
lismo adm inistrativo, al capitalism o como un descubrim iento. Y lo cpic ten ­
dría que descubrir 110 es el régimen de O ccidente, sino instaurar en O riente
algo más novedoso que el capitalismo, es decir, el socialismo libertario, pues
110 es muy progresivo que parezca im itar al O ccidente capitalista que, en
1989, tenía más de 31 millones de trabajadores desocupados. Cam biar 1111 r é ­
gimen malo por otro tan malo o peor no es un progreso, sino más bien un re ­
troceso económ ico, político y social.

-397-
Economía autogeslionaria

BIBLIOGRAFIA

M A R X , Carlos.
F,l capital. R efirién d o se a la econom ía clásica, M arx, dice: ..."R icardo es el p rim e r eco n o ­
m ista q u e hace d elib erad am en te del antagonism o de los in tereses de clase, de la oposición e n ­
tre salario y beneficio, e n tre beneficio y ren ta, el p u n to de p a rtid a de sus investigaciones. liste
an tagonism o, in separable, en efecto, de la existencia m ism a de clases de las cuales la sociedad
b u rg u esa so com pone, él (R icard o ) lo form ula, ingenuam ente, com o su ley n atu ral, inm utable
de la sociedad hu m an a. P ero ello se ría alcanzar el lím ite que la ciencia b urguesa jam ás alcanza­
rá ”. (O b r. cit.).
M arx, en consecuencia, no se atrib u y e el descu b rim ien to de la lucha de clases com o el m o ­
to r de la histo ria, p o n ien d o a R icardo y a vario s h isto riad o res bu rg u eses franceses, com o a sus
precu so res.

M A R X , Carlos.
M an u scrito s económ icos y filosóficos de 1844. A dvierte q u e la com petencia m ercantil p r o ­
letariza a las clases m edias económ icam ente débiles:
"La consecuencia final de la com petencia es ab o lir la distinción e n tre capitalistas y te r ra te ­
n ien tes, d e m o d o que sólo llegue a h a b e r dos clases en la población: la clase o b re ra y la clase de
los capitalistas. liste reg ateo de la tierra, la tran sfo rm ació n de la p ro p ied ad territo rial en una
m ercancía, con stitu y e la d e rro ta de lo viejo y el logro últim o de la aristocracia del dinei'o”.
(O b r. cit.).
E n E sta d o s U nidos, la p ro p ied ad de la tierra y su form a de explotación, se han co n v ertid o
en m ercancías, salario, plusvalía, etc. El capitalism o invade los dom inios de la agricultura, liqui­
d an d o las clases m edias (p eq u eñ o s p ro p ietario s) y a rre n d a ta rio s. Q u ed an así dos g ran d es cla­
ses en presen cia: la b u rg u esía y el p ro letariad o , que al re so lv e r su antag o n ism o ten d rán q u e
a p o rta r solu cio n es o h ab rá revoluciones. I’ara el p ro letariad o , en tales situaciones, se tra ta de
im p lan tar el socialism o lib erta rio , sin disim ulos de populism o, sin to talitarism o s b urocráticos,
com o en la U R SS.

EN G E L S, Federico.
B osque jo a una crítica de la E conom ía Política. A nticipando el d ev en ir dialéctico de la p r o ­
piedad y d e la sociedad dividida en clases, expresa Engels:
"La gran p ro p ied ad , en cu an to a tal, au m en ta m ucho m ás ráp id am en te q u e la p e q u e ñ a p r o ­
piedad, p u e sto que d educe una p ro p o rció n m ucho m en o r en calidad de gastos. E sta ley de la
centralización de la p ro p ied ad priv ad a es tan in m an en te a ella com o todas las otras. Las clases
m edias d eb en d esap arecer pro g resiv am en te hasta q u e el m undo esté dividido e n tre m illonarios
y m endigos, e n tre g randes te rra te n ie n te s y peones m iserables. T o d as las leyes, toda la división
de la p ro p ied ad agraria, toda p o sib le distribución del capital, no sirve de nada; este resu ltad o
d eb e tr a e r y tra e rá la fusión de in tereses op u esto s, a m enos q u e se le anticipe una tra n sfo rm a ­
ción total d e las condiciones sociales, la elim inación de la p ro p ied ad privada". (O b r. cit.).
L as ten d en cias estatales con la nacionalización de g ran d es sectores económ icos re tra sa ese
d esenlace d ialéctico p rev isto p o r Engels; p e ro a lo sum o el capitalism o de E stad o lo g rará un
tiem p o 110 m uy largo de acum ulación o de prolongación de la ag o n ía de un régim en. La b u r o ­
cracia, con el capitalism o de E stado, no es m ás to lerab le p a ra los o b re ro s q u e el capitalism o
priv ad o : la luchas d e clases se aproxim an a un desenlace revolucionario, en el O este y en el E s ­
te, p e ro la inflación de clase m edia, en el O este, am ortigua las p resio n es revolucionarias con el
falso socialism o y la falsa dem ocracia p arlam en taria.

R O D B E R T U S , J. K.
O v erp ro d u tio n and crisis. E ste econom ista fue co n tem p o rán eo de R . O w cn y de Sim ón de

- 398-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

Sism ondi, sien d o influ en ciado p o r ellos. L as lesis m ás originales de R odbcrU is, e n tre o irás, son
las siguientes: 1) el p au p erism o y las crisis económ icas p ro ced en de una y la m ism a causa: m ien ­
tras que la p ro d u ctiv id ad del tra b a jo au m en ta deb id o al p ro g reso de los m edios de producción,
el v alo r del salario d e los o b re ro s rep re se n ta un a m e n o r p a rte relativa en el precio de los p r o ­
ductos: 2) la actu al sociedad está com puesta p o r tra b a ja d o re s, capitalistas y p ro p ie ta rio s del
suelo; p e ro esas tres clases sólo existen en virtu d de la división del trab ajo : las dos últim as cla­
ses tom an b a jo la fo rm a de re n ta , dos p a rte s en el p ro d u c to del trab ajo . E llo sólo es posible
p o rq u e la tierra y el capital son p ro p ied ad privada: 3) el tra b a jo es una m ercancía q u e se com ­
p ra y se v en d e com o las otras. Su v alor d ep en d e de su costo de producción (o m an ten im ien to );
es decir, de lo que le es necesario al tra b a ja d o r p ara su b sistir y p ara m a n te n e r a sus hijos que
a p o rta ra n tra b a jo asalariad o después de el. El costo de producción del tra b a jo es to d o lo que
p u ed e o b te n e r el tra b a ja d o r, y n ada más, cualquiera qu e sea el acrecen tam ien to de la p ro d u c ti­
vidad d e su trab ajo . P o r consiguiente, su p a rte relativa en el p ro d u c to cread o p o r el dism inuye,
si se la m ide p o r su capacidad de com pra. D e a h í bienc el pauperism o", etc.
E n su libro, C apital, dice R o d b c rtu s q u e los p ro p ietario s de los m edios de producción no
dirigen la pro d u cció n según el in terés general, sino según su p ro p io in terés privado: es la re n ta ­
bilidad o la ganancia lo qu e m ueve a! p ro p ie ta rio y no la productividad: no la necesidad social,
sin o el beneficio p articu lar. Al respecto, dice: "D isponen una producción cualquiera, en g ene­
ral, no ya con m iras a c u b rir la necesidad social, sino p o rq u e esa producción les p ro m e te una
ren ta, un beneficio'' (O b r. cit.)
E n la seg u n d a carta social. (S chriftcn. to m o II, pag. 37) R o d b c rtu s, dice: "C uando el cam ­
bio está ab an d o n ad o a sím ism o, en lo que concierne a la distribución del p ro d u cto nacional,
circunstancias d eterm in ad as, enlazadas íntim am en te con el d esenvolvim iento de la sociedad
h acen q u e la p ro d u ctiv id ad creciente del tra b a jo social, el salario de las clases trab ajad o ra s,
con stitu y a una fracción, cada vez m as p equeña, del p ro d u cto nacional".
E n fin, el p en sam ien to de R o d b c rtu s se concreta en las ideas socialistas francesas en estas
obras: R eivindicaciones de las clases laboriosas (1842) y en las C artas S ociales (1850-51). Sin
du d a sus o b ra s fu n d am en tales son: C apital y S obreproducción y crisis.

SISM O N D I, Simón.
N uevos principios de econom ía política. O b ra im p o rtan te p ara an alizar las contradicciones
capitalistas a la salida d e las g u erras napoleónicas, cuestio n an d o la te o ría liberal de "laissez ('ai­
re. "
A cerca de la p articipación d ecreciente del o b re ro en su p ro d u cto , Sim ón de Sism ondi dice:
"C uanto m ás lab o r p o d am o s h acer con una cantidad d ad a de tra b a jo , m ás d eb erem o s a u ­
m e n ta r n u estro s goces o n u estro reposo; el o b re ro q u e se ría su p ro p io am o, en cu an to consi­
gu iera h a c e r en dos horas, con la ayuda de una m áquina, lo q u e antes fard ab a doce h oras en h a ­
cer, se d e te n d ría d esp u és de dos horas, si no te n ía necesidad, si no p o d ía hacer uso de un p ro ­
d u cto m ás considerable. T al es nu estra organización actual; esta es la serv id u m b re del o b rero ,
q u e lo red u ce —cu an d o una m áquina ha au m en tad o su p o te n c ia — a ren d ir, no m enos, sino
m ás a cam bio del m ism o salario". (O b r. cit., tom o II, p. 318).
E s ev id en te la p articipación d ecreciente del o b re ro en el p ro d u cto de su trab ajo , a m edida
q u e au m en ta su pro d u ctividad, p o rq u e —a diferencia de lo q u e pensaba S ism o n d i— la p ro d u c ­
tividad adicional del tra b a jo asalariad o es confiscada o su b stra íd a p o r el em p resario p riv ad o o
p o r el P atró n -E stad o . T o d o ello p erm ite au m e n ta r las clases m edias im productivas, las b u r o ­
cracias y los fu n cio n ario s del E stado, lo cual m antiene p e ro no su p era el capitalism o, au n q u e ya
haya fu erzas p ro d u ctiv as y tecnologías avanzadas com o p ara vivir en un socialism o igualitario y
lib ertario . Y p a ra sa lir de este círculo vicioso, en que el o b re ro es un nuev o Sísifo, no cabe la
p o lítica refo rm ista de social-dem ócratas, seudo-socialistas y falsos com unistas, sino la acción
rev o lu cio n aria d irecta, q u e libere a los tra b a ja d o re s p o r los tra b a ja d o re s m ism os, im p lan tan d o
un socialism o au to g estio nario.
P ara Sism ondi un p aís no es m ás rico p o rq u e tenga m ás población y m ás riquezas que
o tro s, sin o p o r el re p a rto ju sto de la riqueza, p o r la relación eq u itativ a e n tre riqueza y p o b la ­
ción.
"I’o r oposición con la tierra —dice —, p o d rían reu n irse las o tra s dos fu e n te s de riqueza: la

- 399-
Econoiiiút au 1ogi'sl¡on:»ria

vida, q u e d a la facultad de trab ajo , y el capital, q u e lo asalaria. C uando estas dos p o ten cias es­
tén reu n id as, po seen en com ún una fuerza expansiva, y el tra b a jo q u e el o b re ro haga p o r año
v ald rá siem pre m ás q u e el tra b a jo del añ o preced en te, con el cual se m a n te n d rá dicho o b rero .
Y a causa d e estam ejo r-v alía, q u e es ta n to m ás grande cu an to q u e las arte s y las ciencias, en su
aplicación a las artes, han hecho m ás progresos, es com o la industria se aplica a p ro c u ra r un a u ­
m en to co n stan te d e riqueza". (O b r. cit., tom o I, p. 103).
P ero m ien tras la riqueza sea de un capitalista o del E stad o em presario, m ediante el salario
se ex p lo tará al o b re ro d esp o seíd o de sus m edios de producción, deján d o le m enos, m ucho m e­
nos, v alo r económ ico del q u e éste crea con su trab ajo . Y de esa p a rte que el o b re ro ha p ro d u ci­
do, m ás alia d e su frugal consum o, se n u trirán las burguesías, las tecnocracias, las burocracias,
la p o b lación p a ra sita ria que, a m edida que au m en te con el increm ento de la pro d u ctiv id ad del
tra b a jo asalariad o , im pedirá qu e el capitalism o (p riv ad o o de E stad o ) se convierta en socialis­
m o igualitario, lib ertario, autogestionario. P ues la escasez económ ica, p ro p ia del capitalism o,
no p ro v en d rá d e la baja productividad del tra b a jo asalariado, sino del consum o im productivo
de las b u rg u esías (O ccidente) y de las burocracias (O rien te).
P ara salir d e esta situación los tra b a ja d o re s asalariados no d eben d e ja rse en g añ ar p o r la
seu do -d em o cracia b u rguesa o p o r el seudo-com unism o soviético; no deben co n fiar en la clase
po lítica, a izquierda o derecha, sino en ellos m ismos; o sea, no acep tar falsas reform as, sino h a ­
cer la revolución q u e instaure el socialism o de autogestión, su p e ra n d o las clases sociales a n ta ­
gónicas, la p ro p ied ad p rivada y la pro p ied ad estatal, in stau ran d o la p ropiedad social, el au to g o ­
b iern o del p u eb lo , p o r el pueblo y p ara el pueblo; sin clases políticas dom inantes; ya se d isfra ­
cen éstas de izquierda laborista, social-dem ócrata o scudo-com unista.

BA K U N IN , M.
O cuvres. La tesis de M arx; según la cual al d esarro llarse el capitalism o au m en tab a el p ro ­
letariad o , d eb e se r reconsiderada, pues los o b rero s van d ecreciendo estad ísticam en te con el a u ­
m en to de la p ro d u ctiv idad del tra b a jo con la revolución industrial, con la autom atización de la
producción, ta n to b ajo un régim en de capitalism o privado com o de listad o . Y qu e lo q u e real­
m ente au m en ta es la cu arta clase, a la cual se refiere, B akunin, en estos térm inos:
"I ’s cierto que si la Internacional hubiera incluido el ateísm o en su p ro g ram a com o un p rin ­
cipio o b ligatorio, h ab ría incluido en su sen o la flo r y la n ata del p ro letariad o . Y p o r esta pala­
bra n o en tien d o , com o hacen los m arxislas, la capa su p e rio r, la más civilizada del m undo o b r e ­
ro, esa capa d e o b re ro s casi burgueses de los que precisam ente q u ieren valerse p a ra co n stitu ir
su cu arta clase g u b ern am ental y qu e es v erd ad eram en te capaz de llegar a fo rm a r una clase si no
se la o rd en a en in terés de la gran m asa del p ro le ta ria d o , p o rq u e con su b ien estar relativo y casi
burgués, p o r desgracia no ha d eja d o de se r p ro fu n d a m e n te p e n e tra d a p o r todos los prejuicios
p o lítico s y sociales y to das las estrech as aspiraciones y p reten sio n es de los burgueses. P odem os
d ecir que esta capa es la m enos socialista y la m ás individualista del p ro letariad o .
"P o r flo r y nata del p ro le ta ria d o en tiendo, so b re todo, esa gran m asa, esos m illones de no
civilizados, de d esh ered ad o s, m iserables y an alfab eto s a los q u e los se ñ o res M arx y Iingels p r e ­
ten d en so m e te r al régim en p atern al de un g o b iern o bien fu e rte (...). P o r flo r y nata del p ro le ta ­
riad o e n tie n d o precisam ente, esa carne e te rn a m e n te g o b ern ad a, esa gran canalla p o p u la r que,
casi virgen de to d a civilización burguesa, lleva en sí, en sus pasiones, en sus instintos y asp ira ­
ciones, en to d as las necesidades y las m iserias de su situación colectiva, lodos los g érm enes del
fu tu ro socialism o, y q u e es, hoy la única y lo b astan te p o d ero sa p ara inagurar y hacer triu n fa r la
R evolución Social. (O eu v re s, tom o, IV, pp. 413-414-72).
Ll p ro letariad o , las gentes que no poseen m edios de producción y de cam bio ni propiedad
territo rial, no es que haya descendido estad ísticam en te en ta n to que "cuarta clase" o "tercia­
rios", sin o q u e el o b re ro viene disim inuyendo a m edida que au m en tan los "cuellos blancos" esa
p eq u e ñ a b u rg u esía o casi-burguesía, esa "capa su p e rio r del pro letariad o " de la cual habla B aku­
nin, y q u e ha n u trid o las filas de los p artid o s e ideologías: neo-liberales, dem o-cristianos, social-
d em ó cratas, laboristas, seudo-com unistas o tccno-burocracia, en el L ste y en el O este.
L v id en tem en te, el p ro letariad o no ha sido em ancipado en la U nión Soviética p o r haber
ab o lid o la p ro p ied ad privada de la tierra y de los m edios de producción y de cam bio, haciendo
al L istado-em presario, único p ro p ie ta rio de to d o y d istrib u id o r de la riqueza, ya q u e el lista d o

- 400-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

lotíil, em p resa m onopólica de la burocracia soviética, crea un p ro letariad o , si cabe, m ás m isera­


ble, n u m ero so , o p rim id o y explotado que el p ro letariad o occidental o, al m enos, m en o s libre
q u e éste y tan asalariad o com o éste
"Y es q u e —según Itakum n — ¡a igualdad sin libertad es el d ep o tism o de 1astado, y el lis ta ­
d o d esp ó tico n o po d ría su¡'s¡siir un soto di'a sin te n e r p o r lo m enos una d a s e ex p lo tad o ra y p r i­
vilegiada: la b u ro cracia, p o d e r H ereditario, com o en R usia y C hina, o de f a d o , com o en A lem a­
nia... (.N ciilau. pp. 2-IS-68).
P ero con la salvedad de que en la U R SS, hay desp o tism o b u ro crático o p u e sto al igualitaris­
m o ta n to co m o el capitalism o ¿ lis así la U R SS un p a ís socialista?.

M A L A T E ST A , E.
P en sam ien to y acción revolucionarios. (Selección de V crn o n R ichards). E dil. Proyección.
B u en o s A ires, 1974. S o b re las diferencias e n tre tra b a jo m anual e intelectual. Un rico M alatcsta
pu ntualiza:
"121 o rigen de la división de los h om bres en "intelectuales" —q u e a m enudo son sim ples
ociosos sin ninguna intelectualidad — y "m anuales" se p u e d e h a lla r e n el hecho de qu e en ép o ­
cas y circu n stan cias en las cuales p ro d u cir lo suficiente p a ra sa tisfacer con am plitud las propias
necesidades im plicaba un esfuerzo excesivo y desag rad ab le y no se conocían los beneficios de la
co o p eració n y de la so lidaridad, los m ás fu ertes o a fo rtu n a d o s e n c o n traro n la m an era de o b li­
gar a los o tro s a tra b a ja r p ara ellos. U ntoriccs cL tra b a jo m anual, ad em ás de se r m ás o m enos
p en o so , se tra n sfo rm ó tam bién en signo de inferioridad social”. (O b r; cit. p. 147).
M alatcsta su b ray a que m ientras la ciencia y la educación sean el privilegio de unos pocos,
los q u e sab en , in d ep en d ien tem en te del m odo de producción, m an d arán so b re los q u e no saben.
R esp ecto a la R evolución Rusa, M alatcsta aclara q u e fue una lucha en tre in telectu ales de
unos p a rtid o s co n tra o tro s y la masa, com o de costum bre, sirvió de in stru m en to político. Un es­
te o rd en de ideas, el fracaso ruso residiría en la a p a tía o la pasividad de los o b re ro s m anuales
d o m in ad o s p o r los intelectuales, p recisam en te p o rq u e el p ro le ta ria d o no fue un su je to activo
de la h isto ria de la R evolución sino un m edio p ara alcanzarla p ara ellos, gracias al "socialism o
de los intelectuales" que, en realidad, es un socialism o adm inistrativo: sin participación (au to -
g estio n a ria) d e las m asas populares.
P o r eso el socialism o ad m in istrativ o es un lalso socialism o, un socialism o b urocrático: el
socialism o d e los intelectuales que está in teresad o ,n o en la igualdad en tre los hom bres, sino en
seg u ir m an ten ien d o el tra b a jo asalariad o y en o b te n e r la plusvalía de listad o .
"La ten d en cia n atu ral, direm os así, —dice M a la tc s ta — de los intelectuales, es la de se p a ­
rarse del p u eb lo , d e co n stitu irse en cenáculo, de d arse aires y -term inar creyéndose p ro te c to re s
y sa lv ad o res que el vulgo d e b e ría a d o ra r (...) y m an ten er. S ep ararlo s de la m asa, darles la ilu­
sión de q u e co m b aten p o r el bien general m ientras perm anecen en una posición d istin ta y su p e ­
rior, significa ju sta m e n te a le n ta r la form ación en el sen o del m ovim iento o b re ro de la "casta
dañ in a y peligrosa" que los red acto res del I lam ado (en p ro de una Internacional de In telectu a­
les) tan ju sta y en érg icam ente rep ru e b an . (O b r. cit. p. 150).
N o o b sta n te , M a latcsta considera que, "que una revolución hecha sin la ayuda de fuerzas y
capacidades que no se tienen sin una previa cultura intelectual p o d ría p a re c e r muy radical, p ero
só lo se ría , en el fo n d o una explosión de ira sin alcances y sin porvenir". Y p o r eso —añ ad e M a­
la tc s ta — aco g erem o s siem pre con aleg ría la adhesión de literatos, artistas, científicos, ingenie­
ros, técnicos, y o tro s que puedan o fre c e r la o b ra de inteligencias ricas de ¡deas y n u trid a s de h e ­
chos".
P ero en n u estra ép o ca tecnológica, los tccnócratas tienden a co n stitu irse en P o d e r político
y económ ico, se p ara d o s de los o b rero s, con stitu y en d o —si no se los d etien e y se hace una gran
reso lu ció n c u ltu ra l— la nueva burguesía: la "burguesía roja", en el liste; la b u rg u esía tccnocrá-
tica, en el O este.

(JO R Z , a .
H isto ria y en ajen ación. P ondo de C ultura E conóm ica. M éxico, 1964. C olección P o p u lar
T ie m p o P resen te. El a u to r subraya que el o b re ro de la "sociedad de consum o" se ha hecho

-401 -
Economía autogestión aria

"apático”, consum ista, delegando los p ro b lem as laborales en sindicatos institucionalizados y sus
b u ro cracias sindicales.
"La bu ro erá tización de los sindicatos —a c la ra — es una consecuencia necesaria de la p la n i­
ficación b u ro crática de la em p resa y de la dispersión de los o b rero s. Y la a p a tía sindical, a su
vez es una consecuencia directa de la burocratización sindical. ¿C óm o p o d ría se r de o tra m an e­
ra? Si q u ieren sa car ad elan te una reivindicación, los o b re ro s especializados 110 p u ed en co n fiar­
se a su "instinto", a la esp o n tan eid ad de las m asas", ni siquiera a sus necesidades. Sus necesida­
des, p o r lo d em ás son difíciles de v alo rar en dinero: ¿necesitarán el 10, el 20 ó el 30% m ás? La
cuestión así p la n te a d a es un p u ra m istificación. P ero au n q u e fu era n capaces de ex p resa r en ci­
fras sus necesidades, no h ab ría n avanzado m ucho: no es la agudeza de sus priv acio n es, e n efec­
to la q u e d eterm in a las o p o rtu n id a d es del éxito de su acción reivindicadora; es la coyuntura
económ ica, el e sta d o de las ó rd en es de com pra q u e ha recibido la em p resa, el nivel de sus utili­
dad es, p asad as, p resen tes y p rev istas p a ra el fu tu ro , en resum en, la necesidad o b jetiv a q u e tie ­
ne la ad m in istració n del tra b a jo de los obreros". (O b r. cit., pp. 310-311).
E n este sen tid o , m ien tras el v alo r del tra b a jo de los o b re ro s sea estim ado p o r los dirigentes
b u ro crá tico s sindicales, com o re p re se n ta n te s del "trust" del tra b a jo fre n te al "trust" del capital,
co n sen su ad o s p o r el E stado-providencia, ya sea en el O este o en el E ste, los tra b a ja d o re s segui­
rán p articip an d o en form a d ecreciente en el p ro d u cto de su tra b a jo , ya qu e la productividad
adicional del m ism o, debida al avance científico-tecnológico, se la a p ro p iará n las burocracias o
las b u rg u esías. A s í las cosas, 110 se rá posible la dcsalienación del ho m b re asalariado, so p o rte
p ro d u ctiv o de to d as las clases parasitarias, interesadas, incluso las b urocracias sindicales, en
que el sistem a d e dom inación 110 sea sustituido p o r el socialism o de auto g estió n , d o n d e el o b r e ­
ro sea el su je to d irecto de gestión de la em presa de p ro p ied ad social.
P ara su liberación com o d a s e oprim ida y explotada, los tra b a ja d o re s tienen que a b o lir las
clases an tag ó n icas e incluso a ellos m ism os com o clase, m ediante una eco n o m ía au to g estio n aría
y una d em o cracia directa, su stitu y en d o la p ro p ied ad p riv ad a o estatal p o r la p ro p ie d a d social y
el E stad o -p ro v id en cia p o r el a u to p o d e r económ ico, político, económ ico y social del pueb lo au-
to g o b ern ad o .
M ie n tras el din ero, en fo rm a de salario, sea el pago del o b re ro éste no te n d rá redención, ni
se rá p osible su dcsalienación, su in dependencia resp ec to del capital priv ad o o de E stad o . A cep ­
ta r el d in e ro com o la m edida de todos los valores, incluyendo la del tra b a jo asalariado, es con­
fo rm arse con el capitalism o (burgués o buro crático ), don d e el o b re ro es el gran b u rro de carga.
E n a je n a rse p o r los relativos goces consum istas, aburg u esán d o se en cierto m odo el o b re ro , p e r ­
d ien d o su conciencia p ro le ta ria p o r la de la clase m edia económ icam ente débil, es hacer d u ra r
el capitalism o p riv ad o (O e ste ) y el capitalism o de E stad o (E ste ), lla y q u e tra b a ja r m e jo r cada
d ía, d eb id o a la au to m atización del trab ajo , p ara v iv ir en una sociedad de consum o irracional,
q u e p erju d ica la calidad de vida, p ro d u cien d o desocupación con la reco n v ersió n industrial b u r­
guesa, es au to -alien arse y degradarse, rep ro d u cien d o un sistem a de dom inación q u e sólo p u ed e
s e r su p e ra d o con la auto g estió n , en las em presas, y el auto g o b iern o , en la p o lítica d esp ro fesio ­
nalizada.

T O U R A I N E , A.
I ,‘ap rcs socialism o. E dil. B crnard G rasset. P arís, 1980. A lain T o u rá in e p lan tea que "el so ­
cialism o h a m u erto ", au n q u e figura en los p ro g ram as de los p a rtid o s socialistas y en los p a r ti­
d o s co m u n istas m o nopolizados p o r la burocracia y la tecnocracia. E n este o rd en de ideas, el so ­
cialism o y el com unism o han hecho del E stad o un culto a l cual h an sacrificado las aspiraciones
d e a u to g o b iern o del pu eb lo tra b a ja d o r, a fin de q u e la vieja b u rg u esía sea sustituida, en el P o­
d e r y la dirección de las em presas, p o r una reducida y privilegiada clase política, p o r las tccno-
b u ro cracia ad m in istrativas del E stad o -p atró n .
"La tran sfo rm ación del sistem a de producción —dice T o u rá in e —, la distancia creciente e n ­
tre los E stad o s socialistas y las reivindicaciones de la clase o b re ra , el d e te rio ro de las filosofías
d e la h istoria conducen, com o hem os visto, a la descom posición del m o vim iento socialista y,
p o r consiguiente, de su principal instrum ento: el G ra n P artid o (...). Si resta to d av ía una co n tra-
sociedad, que busca p o r todas p a rte s in su flar el esp íritu de p artid o , no busca m ás q u e c o n tro lar
sus p ro p io s m iem bros. M as que p re te n d e r organizar en las ciudades y los d istrito s p o p u lares

- 402-
La ley de participación decreciente
del obrero en su producto

u na cu ltu ra y una vida sociales, p ro p iam en te ob rera s, el p a rtid o se esfuerza p o r div ersificar su
reclu tam ien to y su influencia en las categ o rías en ráp id a progresión: técnicos, especialistas,
p ro feso res; acoge tam b ién los escrito res y artistas q u e particip an de sus ideas, p o r m ás alejadas
que éstas sean del realism o socialista o sim plem ente de un a rte p o p u lar. E sta tendencia está
m uy m arcad a en Italia y en E spaña". (O b r. cit., p p 60-61).
P ara T o u ra in e esto s p artid o s socialistas o com unistas no son de la clase o b re ra sino de las
burocracias, las tecnocracias, las clases m edias p rofesionales. Son a s í p a rtid o s de la p eq u eñ a-
bu rg u csía m ás q u e del p ro le ta ria d o con lo cual su socialism o o com unism o es una prom esa
ofrecida, p ero nunca cum plida, al p u eb lo trab ajad o r, ya se trate de laborism o, socialism o de cá­
ted ra, social-dcm ocracia, en el O este, o el m arxism o-leninism o en el E ste. D e a h í q u e la lib e ra ­
ción d e los tra b a ja d o re s com o clase (op rim id a y ex plotada) no se id en tifiq u e con el socialism o
p eq u eflo -b u rg u és o ccidental ni con el com unism o b u ro crático o rien tal. E n am bos casos, el
o b re ro asalariad o sigue siéndolo com o b a jo el capitalism o convencional: p ro d u ce p a ra o tro , y
en esa alterid ad reside la im posibilidad de su p e ra r su alienación com o ho m b re asalariado.
Los p artid o s socialistas qu e se a lte rn a n en el P o d e r con la burg u esía o las clases m edias de
d erech a, n o son o tra cosa que su p e re stru c tu ra s buro cráticas de g obiernos que, am p liad o el sec­
to r de em p resa nacionalizadas, han cread o una b u rg u esía de E stad o quizá m ás fu erte e influ­
y en te q u e la p eq u e ñ a y m ediana burg u esía de las em p resas privadas. E n la U nión Soviética, b a ­
jo la do m in ació n del E stad o total y del P artid o único, la "N o m en k latu ra”,d e los altos e s ta m e n ­
tos del P o d er p o lítico y la tecnocracia que m onopoliza las em presas, constituyen una "nueva
clase", si cabe m ás p o d ero sa q u e la vieja burguesía; p u esto q u e poseyendo el E stad o p ro p ie ta ­
rio d e to d o y d e todos, tien en así todos los p o d eres que 110 ha ten id o la b u rg u esía, ni aú n en los
reg ím en es nazi-fascistas.
E n sum a, m ien tras no sea in stau rad o un socialism o libertario, basad o en la p ro p ied ad s o ­
cial y en el A u to p o d e r, el o b re ro , p o r m ás que produzca, m ucho con la autom atización de su
tra b a jo , seguirá p articip an d o d ecrecien tem en te en su pro d u cto , m ien tra s haya clases p a ra sita ­
rias en a u m e n to aliadas de la burguesía, m ás q u e del p ro letariad o , p o r m edio de falsos socialis­
m os y falsas dem ocracias.

- 403-
El cap italism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

C A P IT U L O X I

EL CAPITALISMO NEO - COLONIAL DE LAS


EM PRESAS M ULTINACIONALES
La expansión de las internacionales del capitalism o

E l fenóm eno histórico económ ico do la aparición de las em presas m ulti­


nacionales, p recedido de los "trusts", de los cárteles, los "pools" y los "hol­
dings", está determ inado económ icam ente por las leyes de acumulación,
concentración y expansión del capital. E n este orden de ideas, podríam os
afirm ar que la acum ulación del capital, en unas cuantas em presas a expensas
de otras en la misma ram a de producción o de servicios, determ ina, a su vez,
su concentración en pocas y poderosas em presas que se convierten así en
grandes m onopolios. Por otra parte, la centralización del capital a nivel na­
cional, cuando aum enta su cantidad y, por tanto, disminuya su tasa de ganan­
cia nacionalm ente, trata de ser contrarrestad a exportando capital sobrante
de los países capitalistas desarrollados a los países neo-coloniales subdesa-
rrollados. D e esta m anera, obteniendo por el com ercio de exportación caro y
de im portación barato, p o r las "royalities" de patentes exportadas, por las ga­
nancias de las inversiones directas y de los préstam os de capital a elevados
tipos de interés, beneficios fuera que no consiguen dentro las grandes poten­
cias capitalistas, se crea así un neo-colonialism o 110 m enos explotador y
opresor ([lie el viejo colonialismo. En suma, que bajo la colonización con
bandera y sin soberanía política, como estaban muchos países al'ro-asíalicos
anles de la segunda g uerra m undial, no eran más libres e independientes que
ahora bajo la colonización económ ica, financiera y com ercial de las "cade­
nas" de bancos cntcrnacionales (que form an el "Club de París"), del Fondo
M onetario Internacional, el.B anco Internacional de R econstrucción y Fo­
mento, el A cuerdo G eneral de T arifas y A ranceles (G A TT) y las em presas
E conom ía autogcstionaria

m ultinacionales, que han alcanzado los cuatro puntos cardinales del planeta
con su capitalism o expansivo y neo-colonial.
La m ultiplicación de las em presas m ultinacionales, luego de la constitu­
ción de grandes em presas nacionales m onopólicas en los finales y principios
de los siglos X IX y XX, se ha hecho rectilíneam ente, aum entando su núm ero
constantem ente. Así, por ejem plo, en 1901 E stados U nidos sólo contaba con
18 filiales de sus em presas nacionales en el extranjero. E n cambio en 1973,
unas 1.199 em presas norteam ericanas tenían una o más filiales en el exterior,
que realizaban un volum en de ventas por valor de 680.135 millones de dóla­
res, o sea, el 46,7% del com ercio global de las m ultinacionales de lodos los
países. E n segundo lugar, venía el Japón, con el 13,9% y en tercero, Inglate­
rra, con el 11,5%. E n total, unas 4.530 em presas, consideradas m ultinaciona­
les, tuvieron en 1973, ventas estim adas en 1 billón 455.140 millones de dóla­
res. E n 1980, el valor de las ventas anuales de todas las em presas m ultinacio­
nales ascendió a 2 billones 736.600 millones de dólares. P ero esta cifra, en sí
misma, con ser muy elocuente no dice tanto como si la com param os con el
producto interno bruto (PIT3) de todos los países subdesarrollados que al­
canzó, en 19S0, sólo a 2 billones 231.000 millones de dólares. E n una palabra,
que las em presas m ultinacionales ya controlan un volum en de negocios
anuales superior al P1B de todos los países afro-asiáticos y latinoam ericanos.
Pero en cuanto al valor del com ercio de exportación .de estos países, en 1981,
fue de 610.8S0 millones de dólares, o sea, 4,5 veces inferior o el 22% del vo­
lum en de las ventas anuales de las em presas multinacionales. Y como los
países afro-asiáticos y latinoam ericanos representan el 75% de la población
m undial, salta a la vista la injusticia social y la desigualdad económ ica en este
mundo... no "libre" de las m ultinacionales.
E l m undo pareciera ser todos los países, pero es más de los países ricos:
25% de la población m undial, p ero que poseen el 80% del PIB m undial y el
90% de la producción industrial y del consumo de energía. P or otra parte, al
com ienzo de la década de 1980,las em presas m ultinacionales norteam erica­
nas, europeas y japonesas controlaban, aproxim adam ente, el 80% de la tec­
nología innovadora, el 40% de la producción industrial y el 60% del com er­
cio exterior de E stados U nidos, las C E E y Japón. Así, pues, el m undo es p a ­
ra los ricos y la m iseria, p ara los pobres.
H acia 1980, m ultinacionales propiam ente dichas, se contaban 650, de las
cuales las más grandes, unas 382, registraban un volumen anual de ventas de
2.000 millones de dólares p ara arriba. E ste capitalism o de grandes dim ensio­
nes ha co ntrarrestado, en parte, la ley de la tasa de ganancia decreciente, ob­
teniéndola no en base a m ucha ganancia de poco capital invertido, sino poca
ganancia, p ero de m ucho capital, lo que, en definitiva, da más ganancia en
miles de millones de dólares invertidos. Los "supermercados" basan su nego­
cio en que venden mucho, ganando m enos que los pequeños com erciantes,
pero finalm ente ganan más vendiendo más, quedándose con el m ercado, d e­
salojando de él a los pequeños com erciantes.

-406-
El capitalism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

E n el frente m undial de avance de las em presas m ultinacionales, corres­


ponde a E stados U nidos, p o r año, la m itad de las inversiones extranjeras,
p ero no sólo de su propio capital sino, adem ás, del tom ado o prestado, esti­
m ulado p o r altos tip o s de interés, a fin de reciclar, en beneficio del capitalis­
m o norteam ericano, los euro-dólares, los pelro-dólares, y los ñipo-dólares y
todos los dólares que E stados U nidos debe p o r préstam os o por su balanza
de com ercio deficitaria; p ero que luego ¡oh milagro! le son prestados al deu­
dor ¡Hay quien dé más por menos! E sta ruleta con tram pa, en la cual siem ­
pre gana el dólar o, al menos, 110 pierde, p orque no paga lo que debe y se lo
prestan; tiene así U.S.A. su gran casino en el Fondo M onetario Internacio­
nal, donde el dólar es m onarca absoluto: hace la ley y la tram pa en beneficio
propio. Y a eso se le llam a el sistem a m onetario internacional o el orden
económ ico m undial que hace más pobres a los países pobres y más ricos a
los países ricos: USA , C E E y Japón.
A sí las cosas, los panes y los peces se m ultiplican para los capitalistas de
W all Street, p ero em pobreciendo a los países afro-asiáticos y latinoam erica­
nos, principalm ente, y en m enos cuantía a los países de la C E E y Japón, don­
de el dólar nunca paga los dólares de su balanza de com ercio exterior:
169.800 mil millones de dólares de déficit en 1986 para E stados U nidos
92.660 mil millones de dólares de superávit p ara el Jap ó n y unos 40.000 mi­
llones p a ra A lem ania occidental, en ese mismo año; miles de millones de dó­
lares que, en gran parte, vuelven a E stados U nidos para adquirir títulos del
T esoro norteam ericano; o bien son tom ados en form a de curo-em isiones o
de otro tipo hechas, en el exterior, por las m ultinacionales norteam ericanas.
Y es que las m ultinacionales europeas, separadas de país a país, son incapa­
ces de absorber todo el capital en euro-dólares. E n este sentido, se explica­
ría el hecho de que las m ultinacionales norteam ericanas, a lo largo de los
años setenta, aum entaron sus inversiones desde 78 a 193.000 millones de d ó ­
lares, un aum ento del 150%, m ientras que sus beneficios líquidos se incre­
m entaron desde 9.000 a 3S.000 millones de dólares.
Las m ultinacionales norteam ericanas, más que el D epartam ento de E sta ­
do, dirigen la política internacional de E stados U nidos y, en cierto m odo, su-
polílica económ ica nacional. P or ejem plo, debido al alza de los precios 110
com pensada por igual aum ento de los salarios más la adición de rem unera­
ción salarial p o r el aum ento anual de la productividad del trabajo, los obre­
ros norteam ericanos, desde 1973 a 1980, perdieron, aproxim adam ente, un
13% en su nivel de vida o de p o d er adquisitivo de sus salarios.
P or otra parte, el capitalism o salvaje norteam ericano siem pre tiene a su
disposición una gran reserva o b rera desocupada, a fin de que actúe como
m oderad o r del alza de los salarios: el desem pleo ha variado entre el 12% y
el 6% del total de la población activa en la época de los presidentes C árter y
Reagan. Por otra parte, la C E E , muy dependiente del capitalism o norteam e­
ricano, aceptando su m odelo dirigente de desarrollo económ ico, m antiene
tam bién una lasa de desocupación del 11% más o menos, lo que en cifras

- 407-
Econom ía aiitogestionaria

concrctas representaba úna desocupación de unos 16 millones de parados en


1986, sin garantías de que el paro siga aum entando.
Los hierofantes de la democracia burgicsa occidental, que se llenan
la boca de tener libertades fundam entales y derechos hum anos, desde los so­
cialistas de terciopelo hasta los neo-liberales, sin em bargo, no pueden garan­
tizar a todo el m undo el derecho al trabajo, el más im portante de todos los
derechos del hom bre. Y 110 garantizan el derecho al trabajo porque an tep o ­
nen, esos seudo-dem ócratas, el derecho de p ropiedad como derecho leonino
de usar y de abusar de la persona hum ana, som etida al sanedrín de los "big
business", m ientras el capitalism o no sea sustituido por el socialismo.
A sí las cosas, vivimos en la dem ocracia capitalista de las em presas m ulti­
nacionales: reino de la explotación del hom bre por el hom bre; poder alie­
nante del dinero y del fetichism o de la m ercancía; perm anentem ente violen­
cia del E stad o sobre los ciudadanos; charanga de publicidad política y m e r­
cantil que nos im pone los productos y las ideologías; prostitución del sexo
por dinero; dependencia alienante de las drogas com ercializadas a altos ni­
veles del capitalism o; lucha de clases perm anente; am enaza de guerras m ar­
ginales o m undiales; paro obrero como excrecencia de la econom ía capitalis­
ta basada en la inm oralidad y en la inm ediatez de la ganancia y en ganar di­
nero y m entir, colocando al pueblo trab ajad or en el limbo de los seriales de
televisión y en la política anodina de los telediarios.
H e ahí la verdadera cara de la dem ocracia burguesa, donde la pequeña
burguesía, desde los socialistas de terciopelo hasta los neo-liberales, gobier­
nan p ara la gran burguesía de las m ultinacionales, protegiendo todos los
"grupos" tradicionales de presión al servicio de los cuales está el E stado om ­
nipotente defensor de las grandes em presas com erciales, industriales y fi­
nancieras que controlan la inform ación m anipulada de prensa, radio, TV, ci­
nc y editoriales.
F rente a la explotación del hom bre por el hom bre, las oligarquías de la
p ropiedad territorial, Jas plutocracias bancarias, industriales y financieras, y
las clases m edias gobernantes, hablando a favor del pueblo y gobernando en
contra de él, hay que instaurar la única dem ocracia verdadera: la dem ocra­
cia directa de los autogobiernos, en política, y la autogestión, en las em pre­
sas, im plantando el socialismo libertario
Las ideologías tccno-burocráticas de la izquierda y la derecha convencio­
nales, el dirigismo económ ico y tccnocrático de J. M. Keynes, el "Nuevo E s­
tado Industrial", de L. K. G albraith, regido por tecnócratas aliados con la
burguesía; el "Capitalismo, Socialismo y Democracia", de J. Schum pelcr, en
que la gestión de las em presas es com partida por tecnócratas y burgueses; el
neo-liberalism o de M. Friedm an, en que el poderdel dinero lo decide todo;
"La era do los empresarios", de J. Burnham , más conocida como la "revolu­
ción de los directores" o el im perio de la tecnocracia; la doctrina económica
de E. Libcrm an, sustituyendo al E stado-patrón soviético por los directores
como "nueva clase"; ante eso se opone el socialismo verdadero, que no es

- 408 -
El cap italism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

otro que el socialismo libertario, donde el pueblo trabajador sea el protago­


nista directo de su p ropia em ancipación, sin burguesías, sin burocracias, sin
tecnocracias. Hay, pues, que pasar de la scudo-dem ocracia y de las utopías
alienantes a la autogestión, sin la cual 110 hay dcsalienación del hom bre asa­
lariado, más que a condición de que éste gestione directam ente sus em p re­
sas y el excedente económ ico producido en ellas, que 110 debe ser confiscado
por ninguna clase dom inante parasitaria, ni p o r la burguesía m onopolista del
O este, ni por la burocracia totalitaria del Este.
E 11 nuestra época, hay que desm istificar las em presas estatales, "cotos ce­
rrados" de la burguesía burocrática, y las em presas m ultinacionales que ex­
portan por todo el m undo un capitalism o neo-colonial, donde se están alian­
do los burócratas y los plustócratas, un capitalism o universal en que tienden
a asociarse como em presas mixtas las em presas soviéticas y las m ultinaciona­
les europeas, japonesas y norteam ericanas, form ando em presas mixtas en la
URSS y Cia.
F ren te a la expansión de las em presas m ultinacionales (a la propiedad
anónim a m ultinacional y nacional, a la convergencia de intereses entre el
Krem lin y la Comisión Trilateral, a la ciencia y la técnica m onopolizadas por
las m ultinacionales y los com plejos m ilitares-industriales, a la alianza de la
tecnocracia y de la burguesía, en el O este, y a la de la burocracia totalitaria y
de los directores de em presas, en el E ste) el dilem a del m undo es: capitalis­
mo privado y de E stado o socialismo autogestionario, federativo, universal y
libertario.
Y al plantear la alternativa del socialismo libertario al socialismo autori­
tario y al capitalism o m ultinacional, 110 lo hacem os como si se tratara de una
panacea universal o de 1111 m ilagro utópico. No. El socialismo autogestiona­
rio debe conocer las leyes del desarrollo económico, histórico, sociológico,
cultural y tecnológico de la sociedad m ejor que los regím enes de clases privi­
legiadas. Sólo así conocerem os las leyes objetivas que nos conduzcan, sin
contradicciones y alienaciones, a una sociedad sin clases, p ró pera y feliz,
donde el derecho al trabajo y al ocio, bien arm onizados con la propiedad co­
mún, m antengan la plena ocupación, no con m edidas m onetaristas como .1.
M. Keynes, sino con la cooperación y la autogestión entre los hom bres.
Y com o la burocracia y la tecnocracia pudieran ser, si sobrevivieran, las
clases privilegiadas del nuevo régimen autogestor, habrá que abolirías con
m edidas efectivas, no con declaraciones retóricas como sucede en los países
dichos socialistas, sino con una revolución científico-tecnológica y cultural
desencadenada al mismo tiem po que la revolución social autogestora, a fin
de que todos los hom bres, sin excepción tengan derecho gratuito a la educa­
ción prim aria, m edia y superior, no a expensas de la familia, sino de la socie­
dad libertaria.
C onvertida la propiedad individual o estatal en propiedad social ya, por
ese sólo hecho, se puede garantizar el derecho al trabajo para todos, pero si
la em presa de propiedad social, integrada en federaciones de industria 110
Econom ía autogestionaria

lleva adelante la revolución científico-tecnológica, tanto o más rápidam ente


que la em presa m ultinacional o estatal, p e rd e ría el tren de la historia, q u e­
dándose anquilosada en una sociedad de baja productividad, de poca o nin­
guna com petitividad en el m ercado m undial. E l socialismo de autogestión,
p o r tanto, debe ser científico o de lo contrario podría fracasar económ ica­
m ente después de triunfar revolucionariam ente, pues un socialismo en la m i­
seria, con escasez y con "colas" —como en la U R S S — no se justifica ante el
pueblo trab ajad o r y ante la historia.

LAS INTERNACIONALES DEL CAPITALISMO


D espués de la segunda g uerra m undial, bajo el signo del dólar principal­
m ente, las que fu eran em presas nacionales gigantes, cuando su propio m er­
cado nacional era ya un corsé, se lanzaron a la creación de un capitalism o
m undializado, gestionando supranaeionalm cnte por organism os dóciles al
dólar, com o el Banco M undial, el F ondo M onetario Internacional, el A cu er­
do G eneral de T arifas y A ranceles, la C orporación F inanciera Internacional
y otros organism os del capital financiero a escala planetaria.
Paralelam ente, se fueron expandiendo las em presas m ultinacionales del
capitalism o desarrollado, invadiendo con sus tecnologías de punta, sus m ar­
cas y p atentes, sus em presas subsidiarias, los países afro-asiáticos y latinoa­
m ericanos así como E u ro p a y, en cierto modo, los países del bloque soviéti­
co, com o últim a etap a de su im perialismo.
H acia 1979, de las 50 prim eras em presas m ultinacionales 6 pertenecían a
Japón, 19 a la C E E , 21 a E stados U nidos y 4 al resto del m undo. Se entiende
em presas donde la m ayoría del capital, la dirección, la organización, la estra­
tegia económ ica y tecnológica les pertenece, aunque estén radicadas en otro
país que sus m etrópolis.
L a creación de em presas filiales de las em presas m ultinacionales perm ite
pen etrar económ ica y eom ercialm ente en todo el m undo, utilizando m aterias
prim as, in silu, m orcados protegidos (disfrazado el capital internacional de
capital nacional radicado) y, sobre todo, explotando m ano de obra muy b a­
rata, fuente principal de plusvalía del capital m undializado bajo la batuta del
FM L el BIRF, W all Street y el "Club de París, integrado por los bancos de
los países ricos.
Las em presas m ultinacionales, exportando tecnologías, patentes y equi­
pos m odernos, han creado grandes m onopolios industriales, apoyados por
sus bancos nacionales, que tam bién se han m undializado, a fin de utilizar sus
capitales propios y los de los países donde estas entidades financieras se lian
radicado, atropellando las "soberanías nacionales", que dejan de existir cuan­
do sus fronteras son rebasadas por el capital financiero internacional y cuan­
do las m onedas nacionales se "satelizan" en el dólar, en las euro-divisas y en
el yen japonés.
P ara darnos una idea sintética de las internacionales del capitalismo, lie
El capitalism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

aquí una lista de las 50 principales, en el m undo, destacando en poderío eco­


nóm ico y núm ero, sin duda alguna, las em presas m ultinacionales norteam eri­
canas:
EEE
V O L U M E N D E VEN TA S Y E M PL E A D O S D E LAS
50 EM PR E SA S MAS G R A N D E S D E L M U N D O
ANOS Mil I O N FS DE DOLARES
EM PR ESA PAIS ACTIVIDAD BENEFIC IO S EM ­
83 82 VENTAS NETOS PLEADOS
1 1 Exxon EE.UU Petróleo 88561 4977 156000
2 2 Royal Dutch/Shell G. HOL/RU Petróleo 80550 4174 156600
3 3 General Motors EE.UU Automóvil 74581 3730 691000
4 4 Mobil EE.UU Petróleo 54607 1503 178100
5 5 British Petroteum RU Petróleo 49194 1562 131600
6 — Ford Motor EE.UU Automóvil 41454 1866 380077
7 — Int. Business (I В M) EE.UU Bienes de equipo 40180 5485 369545
8 6 Texaco EE.UU Petróleo 40068 1233 54683
9 10 E. du Port de Nemours EE.UU Química 35378 1127 151231
10 9 Standard Oil EE.UU Petróleo 27635 1668 56734
11 12 Standard Oil California EE.UU Petróleo 27342 1590 40091
12 14 General Electric EE.UU Electrónica 26797 2024 340000
13 11 GuifOil EE.UU Petróleo 26581 976 42700
14 15 Atlantic Pichfield EE.UU Petróleo 25147 1547 49693
15 13 ENI ITA Petróleo 25022 928 133999
18 16 IRI ITA Diversos 24518 ND 515900
17 17 Unilever RU/HOL Alimentación 20291 583 267000
18 33 Toyota Motor JA P Automóvil 19741 918 57800
19 18 Shell Oil EE.UU Petróleo 19678 1633 35185
23 22 Occidental Pretroleum EE.UU Petróleo 19115 566 41369
21 19 Française des Petroles FRA Petróleo 18350 101 46824
22 23 EM-Aquitaine FRA Petróleo 18188 488 77600
23 21 U.S. Steel EE.UU Siderurgia 16860 1161 98722
24 39 Matsushita Elee. Ind JA P Electrónica 16719 766 124825
25 — Petrobas BRA Petróleo 16258 485 56835
26 28 Philips HOL Electrónica 16176 226 343000
27 40 Pemex MÉX Petróleo 16140 5 157000
28 27 Hitachi JA P Electrónica 15804 603 155582
29 24 Siemens RFA Electrónica 15724 296 313000
30 25 Nissan Motor JA P Automóvil 15697 416 108102
31 36 Volhswagenwerk RFA Automóvil 15693 51 231710
32 29 Daimler-Benz RFA Automóvil 15660 404 184877
33 32 Philips Petroleum EE.UU Petróleo 15249 721 28400
34 34 Sun EE.UU Petróleo 14730 453 37604
35 45 United Technologies EE.UU Aeroespacial 14669 509 193700
36 43 Bayer RFA Química 14615 295 174760
37 42 Hoechst RFA Química 14558 128 173349
38 31 Renault FRA Automóvil 14467 206 210000
30 37 Fiat ITA Automóvil 14466 N.D. 243808
40 38 Tennaco EE.UU Petróleo 14353 716 97000
41 30 ITT EE.UU Servicios 14155 674 278000
42 41 Nestlé SUI Alimentación 13303 600 140400
43 48 BA SF RFA Química 13250 202 114128
44 63 Chysler EE.UU Automóvil 13240 700 81478
45 '54 Volvo SU E Automóvil 12963 26 75206
43 50 Imperial Chemical ind. RU Química 12750 573 117900
47 55 Procter & Gambie EE.UU Servicios 12452 366 61700
48 33 BAT Industrias RU Tabaco 12083 475 187173
42 46 A. J . Reynolos Industres EE.UU Aluminio 11957 831 96228
50 — Misubishi Heavy Ind. JA P Automóvil 11916 98 96562

FU E N T E : Revista "Fortune", 30 de abril y 20 de agosto de 1984. C uadro


sim plificado, ya que faltan los datos sobre activos, acciones, p o rcentaje de
beneficio sobre ventas totales, ganancias por acción y otros datos.

A la luz del cuadro sobre las 50 prim eras em presas m ultinacionales de!
m undo nos p arece oportuno com parar su poderío económ ico, no con res-

- 411 -
Econom ía au togestion an a

pccto a otras em presas, sino con relación a varios países subdesarrollados.


Así, p o r ejem plo, choca el hecho de que la m ultinacional del petróleo Exxon,
que tuvo un volum en de ventas de 88.561 dólares, en 1983 tenía, más o m e­
nos, la m itad del producto interno bruto de la India, que fue de 190.710 m i­
llones de dólares p ara 733 millones de habitantes con sólo 260 dólares de
ren ta p o r persona al año.
La General Motors Coinjxiny, la General Electric y la General Dyrna-
nicos, los tres más grandes generales de E stados Unidos, poseen una riqueza
muy superior, cada una de ellas, a la de los países pobres del T ercer M undo.
Bangladcsh, por ejem plo, en 1983, tenía un p roducto interno bruto (PIB) de
12.530 millones de dólares p ara 95 millones de habitantes lo cual da un PIB
"per cápita" de 130 dólares, o sea, 107 veces m enos renta por persona que un
h abitante de la E u ro p a industrializada o de E stados U nidos.
La A rgentina, con 30 millones de habitantes, 2,76 millones de km2., sólo
tenía, en 19S2, unos 58.860 millones de dólares de PIB, contra un volumen de
ventas de la Royal Dutch-Shcll de 80.560 millones, o sea, que una sola em ­
presa m ultinacional es más fuerte económ icam ente que un gran país. H e ahí,
pues, las verdaderas dim ensiones del capitalism o multinacional.
F rente a este fenóm eno de concentración, acum ulación c inlcrnacionali-
zación del capital de los países dom inantes, las grandes potencias quedan sa­
telizadas o neo-colonizadas por un capitalism o expansivo, que m onopoliza
los capitales, los m ercados internacionales, la producción y la distribución de
los productos básicos y de los principales artículos m anufacturados y, ad e­
más, las cadenas de bancos internacionalizados. F rente a todo ese poder
económ ico, que constituye un im perialism o económ ico agresivo y expansivo,
los países atrasados se quedan com o scm ircolonias de estos em porios inter­
nacionalizados. H e ahí la verdadera cara del capital financiero internacional
en los finales y com ienzos de los siglos X X y XXI. Así las cosas, frente al
neo-colonialismo, tienen que surgir, principalm ente en los países neo-coloni­
zados, m ovimientos de liberación nacional y social, que constituirán el d ra­
ma histórico de los próxim os años, en que se p lanteará la lucha por el Socia­
lismo en los países pobres, más pronto cjue en los países ricos.

LA TELA DE ARAÑA DE LAS


M U LTINA CION ALES
La concentración de las em presas capitalistas está desbordando las fron­
teras nacionales invadiendo todos los países sin distinción de ideologías, ya
que lo ([lie im porta es conquistar nuevos m ercados, explotar fuentes de m a­
terias prim as y energía y abastecer los m ercados de artículos de consum o en
esta época de m undialización del capitalism o que implica como co n trap arti­
da, la intcrnacionalizaeión de la lucha por el socialismo.
La constante expansión del capitalism o no tiene siquiera por límites las
fronteras de la T ierra, sino que ya se están creando em presas mullinaciona-

— 412
El capitalism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

les para la explotación de las telecom unicaciones y la televisión, vía satélite,


en el espacio extraterrestre. Y pronto se crearían com pañías m ultinacionales
p ara la colonización de la Luna o M arte. Ello dem uestra que el capitalism o
se m undializa a escala planetaria, tom ando perfiles de apariencia "dem ocrá­
tica" por m edio de la Comisión T rilateral que preside el más grande de todos
los capitalistas: David R oekefeller, para quien todos los regím enes políticos
son buenos m ientras perm itan la expansión del gran capital linanciero y la
obtención de sus ganancias, incluso las provenientes de em presas mixtas so­
viéticas.
En este orden de ideas, con la "ostpolitik" de H cnry Kissingcr, persona
afecta a la Comisión Trilateral, se estableció en la URSS la "Pepsi-Cola" (pie
controla el m ercado soviético de las b cb ida^refrescanics, desde 1972. Y p a­
ra 110 ser m enos que "Pepsi-Cola", la "Coca-Cola" ofrecía a los soviéticos su
fam osa bebida v, adem ás, instalar una fábrica de jugo de manzanas.
En 1984, el D rcsdner Bank, de A lem ania occidental, llegó a un acuerdo
con el Sanwa Bank, de Japón, a fin de crear en China com unista una "joint
vcnlurc" de capital financiero supranacional. El banco alemán y japonés ten­
drían capital m inoritario en la Chilla Universal L cansingy el m ayoritario co­
rrespo n d ería a Bank of China, China M achinery Im port-E xport Corp., C hi­
na M ational Instrum ents Im porl Corp. y China N ational Tcchnical Im port
C orp.

EL TEJIDO DE LAS M ULTINACIONALES

Se diría, pues, (pie las em presas m ultinacionales y los bancos internacio­


nales, aliando la burguesía,la tecnocracia y la burocracia, han salido a la con­
quista del m u n d o subordinando al poder político con su enorm e poder eco­
nómico. Pero p ara darnos una idea del m undo de las m ultinacionales vea­
mos, en síntesis, algunas de sus form as de expansión, fusión y concentración
de los capitales a escala mundial:
1 .— E L G R U P O 1IO L L IN G E R . G ran em presa canadiense de la prensa,
adem ás de los diarios, revistas y periódicos que controla en Canadá, adqui­
rió a com ienzos de 1987, unos 23 diarios independientes norteam ericanos.
Por otra parle, el "grupo Hollinger" se proponía la com pra de la firm a Ster-
ling N cw spapers, que posee 10 periódicos, I sem anario y 2 revistas dom ini­
cales. A m erican Publishing, fu ndada en 1986, sería la em presa que gestiona­
ba los negocios de Hollinger en E stados Unidos. Así, pues, la inform ación
queda prisionera entre las mallas de la concentración del capital, en las em ­
presas periodísticas, que no son tan "libres" com o dicen cuando por ellas ha­
bla el dinero como poderoso caballero,
LA FIA T C O N T R O L A EL "C O R R IE R E D E L L A SERA". Giovanni
Agnelli, presidente de la m ultinacional "Fiat", en asociación con Pirclli y ban­
queros católicos, adquirió el prestigioso diario italiano "C orriere dolía Sera",
que antes p ertenecía al editor Angelo Rizzoli y a la Banca Céntrale, filial del

- 413-
E conom ía au togcslio n a n a

queb rad o Banco A m brosiano, no ajeno a los intereses del V aticano y con
ciertas vinculaciones con el "Opus Dei". A hora el "C orriere della Sera" podrá
hacer la publicidad com ercial de "Fiat" y la publicidad política de esta em ­
presa p a ra colocar, en el gobierno italiano, a sus publicitados políticos. Pero
lo p aradójico de todo esto es que Giovanni Agnelli, con sus inversiones en la
U nión Soviética y en otros países del C O M E C O N , es la m olécula política
que integra al capitalism o de las m ultinacionales y al "comunismo" soviético
(capitalism o de E stado, en realidad).
2 .-"W A S H IN G T O N POST": LA L IB E R T A D ES M O N O PO L IO . El
prestigioso y "libre" diario norteam ericano, "W ashington posr" se proponía,
en 1985, la com pra de 50 em isoras de TV por cable. A sí la prensa escrita y la
pren sa en im agen form an el anverso y el reverso de un gran m onopolio de la
inform ación. Con esc pod er de crear la opinión, que es el poder del dinero,
la "democracia" norteam ericana es... de papel-m oneda. Y con todos los "Wa-
tergate" y los "Irángate", del "W ashington Post", parecería que todo ha cam ­
biado, pero lodo q u edaría com o estaba antes: la burguesía en el P oder y
el pueblo sufriendo y padeciendo en una seudo-dcm ocracia, en que todo es
de los ricos en m ateria de econom ía y, en política, de los "mass-media" de
ellos.
3 .- R O B E R T H ER SA N T: LA PR EN SA SOY YO. E n la Francia dem o­
crática, H ersant, el m agnate de la prensa, es propietario de 18 periódicos
diarios, varios sem anarios y otras publicaciones, controlando alrededor del
30% de la prensa francesa, "libre" de decir lo que H ersant quiere que sea di­
cho. Si la "Humanité" es el periódico com unista que tiene el P artido C om u­
nista Francés, tam bién H ersant quiere tener el mismo derecho... a m anipular
a su gusto la opinión. E n este sentido, el propietario del m edio de com unica­
ción es el que redacta a su voluntad el m ensaje im preso ¿D ónde está, pues,
la libertad de prensa, si el que es propietario del m edio inform ativo es el que
lleva el m ensaje a la opinión m anipulada?.
4. —M U R D O C II: EL "REY" D E LA IN FO R M A C IO N . El multimill
nario, de origen australiano, R u p ert M urdoch es la m ayor potencia audiovi­
sual y de pren sa en el mundo. A parte de poseer num erosos periódicos en
varios países adquirió, en 1985, -cinco estaciones de televisión en Estados
U nidos, instaladas en Nueva York, W ashington, Chicago, H ouston, Dallas y
los Angeles. Por o tra parte, era dueño de los diarios norteam ericanos "The
New York" y "The Chicago Sun Times", de los cuales tendría que desp ren ­
derse a cam bio de los cinco canales de televisión, para hacer fe de antim ono-
polio ante la Com isión Federal de Com unicaciones de E stados Unidos. Si no
es m onopolio controlar cinco canales de televisión y muchos diarios en todo
el m undo ¿qué se entiende entonces como m onopolio?. Así, pues, la libertad
de inform ación d epende de la concentración del capital evaluada en muchos
miles de millones de dólares. Y, por supuesto, nada se escribe o se dice, en
la p rensa y la radio-televisión, que pudiera cuestionar el sistema: el capitalis­
mo p resen tad o como "mundo libre".

-414-
El cap italism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

5 .- R O B E R T M A X W ELL: EN E L COSM OS. El gran patrón de la


prensa británica, R oberl Maxwell, propietario del grupo periodístico "Mi-
rror" tam bién se ha elevado a la televisión vía satélite: difundirá una emisión
de carácter europeo. E sta cadena televisiva p o d ría ser vista y oída por 280
millones de te le s p e c ta d o re s en sus program as de noticias, películas, varie­
dades y publicidad. Así, como un Dios, R ob ert Maxwell p o d rá hablar a to­
dos y colocarlos en el limbo de la "libertad" de prensa, radio y televisión, se­
gún la entiende la oligarquía financiera y m ercantil consorciada en el O lim ­
po de la Trilateral.
6 .- T E D T U R N E R , SE Ñ O R D E LA T E L EV ISIO N . E l m agnate de A t­
lanta, T ed T urner, m ediante la inversión de unos 5.000 millones de dólares,
añadiría a su m onopolio de la televisión p o r cable, la adquisición de la CBS,
la más im portante de las tres cadenas televisivas norteam ericanas. H e ahí el
precio de la libertad de inform ación: 5.000 millones de dólares. Y el pueblo,
que no tiene más que su magro salario de subsistencia, que se calle... y escu­
che y vea sin p oder responder a nada sobre lo que es desinform ado.
7. —C O N R A D BLACK. M ás conocido en los "medios de com unicación
de masas como "Citizen Black" es un canadiense que, a sus veinte años de
edad, adquirió un periodiquito por un dólar, pero ha com prado el "Daily Te-
legraph", que tiene una circulación de 1.000.000 de ejem plares. Pero, ad e­
más, posee un "holding", llam ado Ravclston C orporation!, que controla una
docena de em presas, a la cabeza de las cuales se halla "Citizen Black" tapado
de miles de millones de libras esterlinas. Así, cuando habla el dinero, lodo el
m undo a callar... con los ojos y oidos abiertos pero la boca tapada.
8. —R E U T E R ’S H O L D IN G , E sta gran em presa de la inform ación se
proponía, en 19S5, adquirir el 20% de las acciones del Instinet norteam erica­
no, especializado en los sitemas electrónicos de inform ación económ ica. En
este sentido, la "bolsa electrónica" m undializaría, durante 24 horas, la infor­
m ación bursátil universal m ediante sus ordenadores. D e esta m anera, los ca­
pitalistas de todos los países p o d rán hacer sus negocios bursátiles a escala
planetaria m undializando y concentrando los capitales, haciendo OPAS m ul­
tinacionales en un m undo de especuladores o de explotadores
9 .-O L I V E T T I Y M O N D A D O R I. L a em presa m ultinacional Olivetti,
que da ocupación a más de 50.000 em pleados y que está establecida en 53
países, se unió a un consorcio de inversionistas, en 1985, para adquirir el
24% del capital del grupo editorial M ondadori, que registró una cifra de n e­
gocios de 939.000 millones de liras. D e esta m anera, el gran capital financie­
ro y la más grande editorial de Italia se unen, no para publicar libros que
cuestionen al capitalism o conccntracionario, sino que hagan de soporífero
para la población lectora. D e este modo, ningún autor que peque de revolu­
cionario, pod rá ser editado en las grandes editoras, m onopolios de los capi­
talistas com o la radio, la prensa, el cine y la televisión. Así, sin una acción re ­
volucionaria popular, el capitalism o m ultinacional puede durar toda una
eternidad... a m enos que sus víctimas hagan su propaganda por el acto, para
crear una sociedad libertaria, no con reform as sino con revoluciones.

- 415-
Econom ía nulogcslionarín

10. —K O D A K -V E R B A T IM . El m atrim onio K otlak-V crbalim , rcspccti-


vam cntc la m ultinacional de la fotografía y de los discos de m em oria para o r­
denadores, se ha consum ado por "Ínteres" recíprocos. K odak, según los bien
inform ados, ha hecho un buen negocio adquiriendo V erbatim para desafiar
a IBM . Lo que quiere decir que em presas afines o diferentes se van uniendo
p ara form ar la tela de arañ a de las m ultinacionales, en la cual el capital pien­
sa atrap ar a todos los obreros del m undo.
11. —E L M O N O P O L IO D E L IN T E R F E R O N . Las m ultinacionales del
sector farm aceútico IIoffm an-L a R oche y Schering-Plough, establecieron un
acuerdo de cooperación p ara com ercializar, a nivel m undial, el fam oso "Alp­
ha Interferon", considerado el m ejor rem edio, hasta el presente, para com ­
batir el cáncer, así com o las enferm edades producidas por virus. Allí donde
haya que explotar un rem edio contra la m uerte, para seguir prolongando la
vida de un enferm o —si tiene d in e ro — ten d rá el "Alpha Interferon”, el m edi­
cam ento más caro del m undo. Así las cosas, los ricos podrán seguir viviendo
más (pie los pobres en la "democracia" capitalista de las multinacionales,
donde con dinero y poca salud se pod rá vivir más que con m ucha salud y po­
co dinero, siendo pobre.
12. —PH IL L IPS PE T R O L E U M . La poderosa em presa norteam ericana,
que tuvo ventas por valor de 15.537 millones de dólares en 1.983, y que tenía
29.300 em pleados era, en E uropa, un m onopolio del gas natural, ya que con­
trolaba los yacim ientos gasíferos de Ekofisk, en el M ar del N orte. Todo p a­
recería indicar que en el fondo marino, sobre el que se asienta la plataform a
de perforación de Ekofisk, se estaría hundiendo a razón de 40 centím etros
por año. E n este sentido, se ha podido com probar que el suelo del fondo
m arítim o se ha hundido 2 m etros, desde que com enzó la explotación de gas
natural, en 1974. Y como estarían en peligro las grandes y pesadas platafor­
mas m arítim as de explotación de gas, la Phillips Petroleum , que extrae unos
14.000 millones de m etros cúbicos de gas (equivalente a 240.000 barriles de
petróleo diarios), si d ejara de seguir abasteciendo de gas a E uropa occiden­
tal produciría una gran escasez del mismo. U na gran multinacional tiene así
en vilo a E u ro p a, lo cual dem uestra que ésta depende de grandes em presas
más poderosas que muchos países europeos. Q ueda así cuestionada la sobe­
ranía política y, más aún, la independencia económ ica de todo un continen­
te, donde el Parlam ento E uro p eo de Strasburgo declam a la dem ocracia,
m ientras la plutocracia se lo rep arte con sus "cárteles", "pools" y "trusts”.
13.- C U A T R O H E R M A N A S D E L P E T R O L E O . En 1983, Exxon, T e ­
xaco, Chevron y Mobil tuvieron 2.400 millones de dólares de beneficios en su
com ercio petro lero con países del Extrem o O riente. Su poder y riqueza,
adem ás de en Estados Unidos, se extiende a lodo el m undo. La Mobil, en
sus explotaciones de gas natural de A ran, al N orte de Sum atra, obtiene el
25% de lodos sus beneficios y ahí piensa instalar una gran planta de gas li­
cuado p ara ser exportado.
14.-E X P A N S IO N D E M O N T E D ISO N . El gigante de la quím ica italia­
na, con más de 10.000 mitones de dólares de ventas en 1986, que da ocupa­

- 416-
El capitalism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

ción a 105,000 em pleados, se hizo, en ese año, con la m ayor parte de las ac­
ciones del im portante "holding" financiero Bl-Invcst, donde convergen los
intereses de otras m ultinacionales italianas. E l capital, a m edida que se cen­
traliza en una gran em presa, tiene tendencia a integrarse con otras en "hol-
dings" financieros. D e esta m anera nadie sabe donde comienzan y term inan
las ram ificaciones del gran capital industrial, m ercantil y financiero, mundia-
lizado y consorciado constituyendo "Estados d entro de los Estados".
15. —SH E L L : C A RBO N Y P E T R O L E O . E sta gran em presa en asocia­
ción con Royal D utch constituye el segundo grupo p etrolero del m undo, des­
pués de la Exxon, realizando un volum en de ventas anuales por valor de unos
100.000 millones de dólares. Y ahora la Shell, que p or ser negro el petróleo
no les es ajeno el carbón, propuso al gobierno colom biano la explotación
conjunta del yacim iento carbonífero de E l C crrajón, pero sin olvidar que la
Exxon está presente en Carbocol, en Colombia, y que con el símbolo ESSO,
es esto, eso y aquello...
16. —H O E C IIS T EN ESTA D O S U N ID O S. G igante de la industria quí­
mica, la H oechst, de la R epública Federal A lem ana, con unas ventas de cer­
ca de 17.000 millones de dólares y 1S6.S50 em pleados, rivaliza en Estados
U nidos con la E .l. du Pont de N em ours. Y en ese sentido, adquirió en 1985
el 74% de las acciones de H ércules, en su proyecto H ercofina, em presa es­
pecializada en la elaboración de productos quím icos especiales para la m a­
nufactura de plásticos y fibras. Las filiales de H oechst, en el m undo, son más
de 40, lo que hace de la pequeña A lem ania un país chico en territorio, ¡icio
grande en poderío económ ico por m edio de sus em presas m ultinacionales.
17. —A. T. T., C A B L E A N D W JRELESS. La A m erican Tel. & Tel., de
New York, gigante mundial de las com unicaciones, con 33.187 millones de
ventas y 365.000 em pleados, cuyos cables dan la vuelta al m undo varias ve­
ces, se vinculó a la firm a británica C able and W ireless, a fin de prestar con­
juntam ente servicios de com unicaciones m undiales, vía satélite, por medio
de una filial: M ercury Com unications. Las m ultinacionales se lanzan a la
conquista del espacio extraterrestre luego de haber conquistado la T ierra. Y
es que el capitalism o sigue la ley de los gases: tiene tendencia a ocupar todos
los espacios , m ientras no surja una doctrina alternativa de socialismo liber­
tario, federativo universal, integrador, sin comflictos de clases ni de guerras,
en un m undo hum anizado y unificado universalm ente.
18. —A C U E R D O C H R Y SLER-M 1TSU BISI1I. Chrysler, tercer produc­
to de autom óviles de E stados Unidos, establecida en 47 países con sus filia­
les, con una plantilla de unos 100.000 em pleados, se asoció con M itsubishi, el
más grande "trust” del Japón, que controla más de 1.400 sociedades diversifi­
cadas. El acuerdo en tre Chrysler y M itsubishi estableció la producción co­
mún de autom óviles de turism o en Estados unidos, a partir de 19S8, con lo
cual esta "entente” constituye un desafío a G eneral M otors Com pany y a
Ford. Sin duda, el capitalism o no tiene patria ni raza: mundializa la econo­
mía, si cabe, más que el C O M E C O N sovictizado. Pues en la C EE, por ejem-

-417-
Econom ía aulogcsf ionaria

pío, hay más unidad do m orcado, más libro circulación do las personas y do
los capitales, que en el C O M E C O N . ¿Se h ará intem acionalista el capitalis­
mo y el internacionalism o com unista no rebasaría el nacionalism o?. A m bas
form as de capitalismo, uno, multinacional, otro, de E stado, no responden a
las necesidades políticas, económ icas y sociales de nuestro tiempo: precisa­
m ente p o rq u e son dos form as distintas de capitalismo. Y a ellas, como alter­
nativa, sólo p u ede haber un socialismo federativo y autogestionario, hum a­
nista, que ponga el capital al servicio del trabajo y no al trabajo al servicio
del capital, como sucede bajo el im perio de las m ultinacionales y del capita­
lismo de Estado: dos caras de una misma m oneda ávidas do beneficios para
la burguesía occidental o las burocracias do tipo soviético.
19, —TEX A S IN STR U M EN TS. La m ultinacional productora do sem i­
conductores, circuitos integrados, ordenadores personales y otros com po­
nentes electrónicos se alió con el Y ankec G roup, una firm a de investigación
de m ercados radicada en Boston, ya que no basta producir sino que os tan
im portante o más contar con m ercados. Texas Instrum enst ha crecido como
la espum a: en 1983 realizó un volum en do ventas por valor de 5.741 millones
de dólares y obtuvo unos beneficios estim ados en 316 millones de dólares.
E sta gran em presa electrónica da ocupación a 86.563 personas, cuyo trabajo
es de elevado nivel do ospecialización, anticipando así la llegada dol proleta­
riado tecnológico, que puede sustituir a la burocracia y a la burguesía en la
condución do la econom ía, la política y la adm inistración.
20. —A L U S C H A L M E R S. La em presa alem ana K lockner-H um boldt,
con sedo en Colonia, tom ará la condución do los negocios agrícolas do Allis
Chalm crs, en E stados Unidos. E sta operación de la K lockncr-H um boldt-
D eutz constituye una significativa penctracióncn en el m ercado do equipos
para la agricultura norteam ericana, la más m ecanizada dol m undo. Por otra
parto, la KI ID se propone, en A lem ania, com prar la firm a M otoren W erke
M annheim , el fabricante más antiguo de m otores Disel y proveedor de m o­
tores refrigerados al agua. D e esta m anera, la KI ID se convierto en una su-
perem presa m ultinacional para el equipam iento de la agricultura m oderna.
T eniendo así la agricultura y la industria de equipam iento del agro: la plus­
valía del agricultor que discurre hacia la burguesía industrial.
21, —R E N A U L T -IN T E R N A T IO N A L H A R V E ST E R . El m atrim onio
de las dos m ultinacionales, una, francesa y otra, norteam ericana, significa su
asociación p ara la fabricación do tractores y sus repuestos. Según este acu er­
do de R enault e II I, se crearía una em presa mixta de producción de equipos
para la agricultura, quedando la mayor parte del capital en manos do las dos
firm as asociadas.
22 .—TEX A S EA STER N . D espués de haber adquirido la Petrolane Inc.
por unos 1.000 millones de dólares, la Texas E astcrn anunció, en 1984, la
venta de su filial Transvestern, que posee un oleoducto de 4.400 millas, que
transporta gas natural desdo el E stado de O klahom a y Texas hasta C alifor­
nia. Por otro lado, la Transvestern es propietaria de un oleoducto de 9.500

- 4 1 8 -
L1 capitalism o neo —colonial de las
em presas m ullí nacionales

millas en la p arte oriental de E stados Unidos. El gas, que consum en millones


de norteam ericanos, con otras em presas de la misma especialidad, es m ono­
polio de em presas como Texas E astern. ¿Cómo habría libertad económ ica
entre los consum idores m ientras haya m onopolios que los exploten con p re­
cios sin com petencia? E n este sentido, el gran capital concentrado se opone
a la dem ocracia, a los derechos hum anos, a las libertades fundam entales del
hom bre, aunque la prensa de los m onopolios nos haga creer que vivimos en
dem ocracia... ¿en la época de las em presas m ultinacionales que se reparten
el m undo?.
23. —N A T IO N A L IN T E R G R O U P -B E R G E N BRU N SW IG . La séptim a
em presa siderúrgica de Estados U nidos, N ational Intergroup, anunciaba en
1984 sus propósitos de fusión con B ergen Brunswig, radicada en los Angeles,
especializada en la distribución de m edicam entos y electrónica. La fusión de
NI y de BB equivaldría a un capital conjunto de 600 millones de dólares. La
nueva em presa se denom inaría Bergen N ational Corp., actuando como "hol-
ding" de las em presas fusionadas, que en conjunto realizarían un volumen de
ventas por valor de 3.000 millones de dólares. Se diría que el capital financie­
ro no tiene una em presa exclusivam ente dedicada a un producto hom ogéneo
y sus derivados, como en el caso de la siderurgia, sino que ésta puede ser
mezclada con los m edicam entos y la electrónica en una nueva em presa fusio­
nada. A sí cuando las ganancias decaigan en una ram a de producción indus­
trial, puede aum entar en otras con lo cual el capital financiero tiene más p o ­
sibilidad de enfrentar las tendencias depresivas desfavorables del m ercado
nacional y mundial.
24. —R IO T IN T O ZIN C. La m ultinacional británica del cobre,el zinc y
otros m etales, con un m onto de más de 6.500 millones de dólares en ventas,
que da em pleo a 65.700 trabajadores, se proponía en 1984 adquirir la em pre­
sa m inera portuguesa Somicor, subsidiaria del grupo francés Peñarroya y
Cofram ines. Las reservas de m ineral de cobre de Somicor han sido evalua­
das en 27 millones de toneladas. Las riquezas naturales del planeta están en
manos de grandes m ultinacionales que especializan, a cada país subdesarro-
llado, en la producción de uno, dos, tres, cuatro o cinco productos básicos
de exportación, creando así la econom ía de m onoproducción, lo cual consti­
tuye las determ inaciones económ icas básicas de la neo-colonización de las
multinacionales, particularm ente en el T ercer M undo.
2 5 . - U N IT E D T E C H N O L O G IE S-A L L 1E D . M ediante un intercam bio
de 4.000 millones de dólares en acciones, en 1984, se estudiaba la posible fu­
sión de U nited Technologies y A llied Corp., que trabajan en industrias de
punta, incluidas las de arm am entos, ya (¡lie Allied lo hace por medio de su fi­
lial Bendix Corp., aunque su frente económ ico lo constituyan los negocios
del petróleo, el gas natural, la quím ica y la electrónica. U nited Technologies
es una em presa muy significativa en la venta de productos del sector aéreo-
espacial. El gran capital, con sus fu sio n e s alcanza todas las dim ensiones eco­
nómicas, mercantiles, financieras y tecnológicas, siendo así las superem pre-

-419-
E co»oiiiia an logestionaria

sas nacionales o m ultinacionales em porios del capital financiero internacio­


nal, cada vez más integrado p o r m edio de las bolsas de valores, los bancos y
sus "holdings" de tipo internacional.
26, —R E N A U L T —T O Y O T A . E stas dos grandes em presas, respectiva­
m ente francesa y japonesa, han constituido el grupo R cnault-Toyota A uto­
m atización en el sector de m áquinas-útiles de control num érico, ccfalizadas,
propias de la 3a revolución industrial. Al respecto, podríam os afirm ar que
los equipos de m aquinaria cibernética m ultiplican verticalm ente la producti­
vidad del trabajo. L legarán tiem pos, pues, en que el capitalism o no pueda
asim ilar sus enorm es fu erza s productivas creadas, produciéndose una gran
depresión por falta de dem anda efectiva y por desocupación en masa, trans­
form ándose así, necesariam ente, el capitalism o en socialismo libertario, 110
en capitalism o de E stado, com o en los países del Este.
27. —IB M —T H O M SO N . Luego de su acuerdo de com pra de Rollini
C orp. y de la vinculación de la STET, del "holding" IRI, de Italia, la m ultina­
cional IBM, p ara reforzar su sector europeo de inform ática, se ligó a la em ­
presa francesa de esta especialidad, Thom son. Am bas, IBM y Thom son, han
decidido colaborar en la fabricación do circuitos integrados con la multi­
nacional japo n esa Oki Electric Industries. P or otra parte, la Thom son tiene
tam bién acuerdos con la m ultinacional electrónica norteam ericana M otoro­
la. Por el convenio en tre IBM y Thom son, la prim era com prará a la segunda
circuitos integrados para la fabricación de sus ordenadores en Europa, ya
que IBM tiene cuatro fábricas y dos centros de investigación en Francia. Y a
este "pool" de la electrónica se habría asociado tam bién la em presa estatal
gala, C om pañía G eneral de Electricidad. I le ahí una dem ostración de la "te­
la de araña" de las em presas m ultinacionales consorciadas, que crean un ca­
pitalismo oligopólico para controlar los m ercados y la plusvalía mundial.
F ren te a este capitalism o conccntracionario, para superarlo con un socialis­
mo autogcslionario,no hay que ser reform ista sino revolucionario.
28. —W ESTLA N D —S1KORSKY. La em presa británica,fabricante de
helicópteros W cstland tendría 1111 convenio con la firm a norteam ericana Si-
korsky p ara construir, en G ran Bretaña, un m odelo de helicóptero nortea­
m ericano. La form a de participación de Sikorsky en la W cstland sería to­
m ando las acciones de ésta en la Fiat. A sí los helicópteros, arm a de fuego
vertical y "caballería del aire", serán fabricados por estas m ultinacionales del
com plejo m ilitar-industrial, donde los E stados, con sus com pras multimillo-
narias de dólares, m antienen la dem anda de la econom ía de guerra para
tiem po de paz... que, con o sin guerra, acaba en m ontones de chatarra.
29, —G E N E R A L E L E C T R IC —RCA. G eneral Electric, cuya produc­
ción va desde los electrodom ésticos a la electrónica y los arm am entos más
sofisticados, con un volumen de ventas de unos 30.000 millones de dólares y
una plantilla de 330.000 em pleados, se disponía en 1985 adquirir la RCA por
6.280 millones de dólares. Al dejarse absorber la R CA por G eneral Electric
se constituía un grupo que puede desafiar a IBM y, por otra parle, evitar una
El cap italism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

O PA hostil de la NBC, ya que las acciones de las cadenas televisivas aum en­
taron como consecuencia de que la nueva ley, que las regula, perm ite tener a
un solo p ro pietario no siete, —como a n te s— sino hasta doce emisoras. Por
tanto la inform ación que circula por televisión autodefiende el sistem a mo-
nopólico que la regenta: el capitalism o consorciado y m undializado bajo el
dolar, el m arco y el yen, em isores de "bonos basura".
30. —A T T —O L IV E T T I —TO SH IB A . E l "triángulo de oro" de A T T -01 i-
vetti-Toshiba ha hechado las bases de cooperación m ediante una alianza p a ­
ra actuar conjuntam ente en el m ercado m undial de la electrónica c inform á­
tica, a fin de flanquear a IBM, que controla más del 50% del mismo. M ás ex­
plícitam ente, se dice que el acuerdo A TT-O livetti-Toshiba es de suma
pujanza com petitiva en E stados U nidos, Japón y E uropa. Se form a así, a
p artir de las "ententes" entre las m ultinacionales de distintos países, un capi­
talismo m undializado y con tendencias a ser integrado y a pen etrar en todos
los países, incluso en los del Este, siguiendo la inspiración política de la C o­
misión T rilateral de la cual es p redicador activo Ilc n ry Kissingcr y gran ma-
nitú Rockefcllcr.
31 .- S O L VA Y A M E R IC A -S Q U IB B . La p oderosa em presa belga Sol-
vay, cuyo volum en de negocios, en más de un 80% se realiza fuera de su país
de origen, no se dedica sólo a la producción de soda caústica, sino que cuen­
ta con una em presa com o Soda V etcrinary, segregada de la gran firm a de
farm acopea norteam ericana Squibb & Sons. D e este modo, Solvay Veta-
rianry se q uedan con p arte del m ercado norteam ericano de fárm acos para
los animales: cerdos, perros, gatos, caballos, etcétera.
32. —N E ST L E —CA R N A T IO N . El mayor grupo industrial suizo, la m ul­
tinacional N cstlé ofertó, en 1984, unos 2.890 millones de dólares por la com ­
pañía norteam ericana Carnation. La Ncstlé a pesar de tener origen en un
pequeño país com o Suiza, es con U nilever un gigante m undial de la alim en­
tación, ya que N cstlé realiza, fuera de Suiza,el 97% de su volumen de ventas
y cuenta con el 95% de su personal ocupado en el extranjero. D e absorber
C arnation, em presa norteam ericana, Ncstlé p odría disputarle la prim acía
mundial a Unilever: supcrpolencia que alim enta a millones de personas, que
están en diversos países de su esfera de influencia económ ica.
33. —U N IL E V E R —N ESTLE. Las dos mayores em presas m ultinaciona­
les de la alim entación, el "trust" U nilever (grupo anglo-holandés) y la Ncstlé
(grupo suizo) decidieron en 1985 fusionar sus filiales francesas del sector
lácteo: respectivam ente, R oche aux Fecs y Cham burcy. D e esta fusión resul­
taría una superem presa, en el sector de yogures, que desafíe com petitiva­
m ente a G ervais D anone y a Yoplayl, en el m ercado francés. Por otro lado,
U nilever, en esc mismo año, se vinculó a Brockc Bond, grupo británico del
sector del té, a fin de form ar la mayor em presa m undial para la com erciali­
zación de este producto. U nilever, con su m arca de té Lipton, controla el
50% del té vendido en Estados U nidos. P or su p arte Ncstlé, con la adquisi­
ción de Mills B rothers Coffce, Carnation y M JB de E stados U nidos, se con­
E conom ía au togeslion aria

vierte en otra superem presa de la alim entación en este país. E n conjunto


U nilcver y Nestlé, realizan un volum en de ventas anuales por unos 40.000 m i­
llones de dólares y dan ocupación a 450.000 em pleados. Digamos, en pocas
palabras, que N estlé y U nilever realizan ventas anuales, más o menos, como
el total del producto interno bruto de Pakistán, país con 87 millones de habi­
tantes.
34, —LOS D U E Ñ O S D E L A Z U C A R . La familia Fanjul, residente en la
ciudad norteam ericana de Palm Beacli, adquirió en 1985, por 200 millones
de dólares, el negocio azucarero de la G ulf and W estern Industries Inc., así
como los intereses de esta em presa en la R epúbm lica D om inicana. E sta ope­
ración azucarera de la familia F anjul supone la com pra de 240.000 acres de
plantaciones de caña en la R epública D om inicana y más de 90.000 acres en
Florida. P or otro lado, la G ulf A nd W estern incorpora al m onopolio azuca­
rero de los Fanjul otros negocios: hoteles, servicios financieros y venta de
productos de consum o. Se ve que ha prosperado mucho, en Estados Unidos,
la fam ilia Fanjul, ya que ésta abandonó Cuba, en 1959, a la caída de Batista y
la llegada de Fidel C astro; pero si los Fanjul perdieron Cuba ahora se van
adueñando de la isla de la R epública Dom inica, que va así de los T rujillo a
los Fanjul.
35, —A N 1IE U S E R B U S II —U N IT E D B R E W E R IE S . La prim era em ­
p resa citada, am ericana, y la segunda, danesa, que vende la cerveza Carlsher,
intentaban en 1985 un acuerdo p ara repartirse el m ercado cervecero ele E u­
ropa, m ediante una em presa conjunta de distribucción. Y como los hom bres,
antes que sujetos son objetos del gran capital consorciado, no es extraño que
¡as m ultinacionales, fusionándose, rebasen las fronteras de sus países de ori­
gen. A sí Lodos los consum idores tendrán las mismas bebidas de m arca, los
mismos m odelos de tra jes, la misma radio, prensa y televisión, para que con­
suman y no piensen contra el sistem a que los cría como pollos de granja o
como burros de carga, para soportar el capitalismo.
36, —L 'O R E A L . Ejecutivo de L 'O real, Francois D alle dice: "Nos preocu­
pa que la gente vaya bien lavada y peinada". No en vano L 'O real irradia su
esplendor de productos de belleza p ara 1.000 millones de rostros, cuerpos y
cabelleras en más de 100 países, donde vende sus prestigiosas marcas: 'A m -
bre Solaire", "Laucóme", "Guy La Roche" y "Anché Couragc". Y por si fallara
poco, en tre los accionistas de L ’O real se encuentra Nestlé con el 28% de las
acciones. De esta m anera, las dos m ultinacionales de la piel y del estóm ago
reparten por el m undo sus productos recogiendo grandes beneficios. En este
caso la estética, un produelo filosófico tan abstracto, se transform a en algo
concreto: en 1985 L’O real tuvo beneficios m ateriales por 730 millones de
francos franceses.
37, —M IT SU B ISH I —IBM; T O S H IB A -A T T . Los japoneses y los n o r­
team ericanos tienen pactos de toda clase: de ayuda m utua entre Japón y
USA y entre sus grandes m ultinacionales, M itsubishi Electric Corp., tiene
El cap italism o neo —colonial de ias
em presas m ultinacionales

acuerdos con la firm a norteam ericana Rolm Corp., que pertenece a la IBM,
para p rocurarse centralitas de teléfonos. M ediante la com pra de equipos de
la IBM o de alguna de sus filiales, M itsubishi estrecha sus relaciones con el
gran capital norteam ericano, en el m ercado de las telecom unicaciones. Por
su parte, Toshiba, que com pite con M itsubishi, se va aliando con A TT, em ­
presa norteam ericana, p a ra la venta de equipos telefónicos en el Japón. Si
los "trusts" norteam ericanos y japoneses hacen alianzas, p ara dom inar al
m undo económ ica, com ercial y financieram ente es explicable que Japón y
E stados U nidos tengan bases aeronavales conjuntas frente a la URSS... en
defensa de su sistem a de capitalism o m undializado e integrado.
38, —EL S U P E R T R U S T M ITSU I. E n tre las em presas más gigantescas
del m undo, sin duda, está M itsui, p rim era sociedad com ercial entre todas, ya
que su volumen de ventas anuales equivalen, más o menos, al 2S% del p ro ­
ducto interno b ru to del Japón, de cuyo país controla el 51% de las im porta­
ciones y el 4S% de las exportaciones, más del 25% del valor del com ercio in­
terior japonés. M itsui no tiene com paración en el m undo: com ercializa
25.000 productos distintos bajo el lema: "Nuestro objetivo es asegurar al J a ­
pón todo lo que su econom ía necesita". Nunca, pues, el capitalism o adquirió
m ayores dim ensiones en un "zaibatsu" com o éste en que el Japón es casi el
negocio privado de Mitsui.

INTERNACIONAL! ZACION DEL CAPITAL

P ara durar, el capitalism o se va internacionalizando constantem ente,' lle­


vando como locom otoras acopladas (que arrastran el tren de las m ultinacio­
nales) a Estados U nidos, Japón y A lem ania O ccidental. A m edida que baja
la lasa de ganancia, por el aum ento constante de capital en estos países, se
exporta una buena p arte de éste hacia países donde los niveles de salarios
son más bajos y, por tanto, la tasa de plusvalía es más alta, a fin de pro cu rar­
se, fuera de los países de origen de las multinacionales, ganancias que les sir­
ven p a ra co n trarrestar tendencias económ icas depresivas en sus m etrópolis.
Los sectores industriales de punta: industria m etal-m ecánica, eléctrica,
electrónica, m aquinaria con control num érico, biotecnología, inform atiza-
ción de la producción y de los servicios, patentes de reciente descubrim ien­
to, arm am entos sofisticados, crean un proceso de valorización-dcsvaloriza-
ción del capital, obligando, por determ inaciones de la com petencia econó­
mica en el m ercado mundial, a tener que reconvertir la industria
perm anentem ente, en una época de revolución científico-tecnológica.
E n el proceso contem poráneo de internacionalización del capital, las em ­
presas m ultinacionales llegan a todas partes del m undo: países subdesarro-
llados y de econom ía de Estado, dichos com unistas. Tal es la política de la
Comisión T rilateral p ara la cual no hay más guerra que la económ ica, oblc-

— 423 —
Econom ía autogestionaria

nicndo ganancias donde sea y como sea, hasta que dé de sí la cuerda de in-
ternacionalización del capital por lodo el m undo.
U n a vez que han sido saqueados los países afro-asiáticos y latinoam erica­
nos con las inversiones neocoloniales de las m ultinacionales, que han sido
estos cargados, hasta m ás no poder, con deudas insoportables, tanto que ya
no p u ed en seguir pagando sin arruinarse, las m ultinacionales se disponen a
pen etrar en la U nión Soviética, China y los países del "coto" soviético del
CO M E C O N , en procura de la plusvalía del Estado.
Y p ara justificar esta expansión del gran capital neo-colonial, las em p re­
sas m ultinacionales, com o liemos visto elocuentem ente, controlan las em pre­
sas de la inform ación: prensa, radio, televisión, cinc y editoriales, a fin de
crear los estados de opinión favorables a la intcrnacionalización del capital
aceptado por todas las ideologías. E n este orden de ideas, la Comisión Trila-
tcral hace figurar en sus filas desde un político conservador, liberal o "socia­
lista" a un sindicalista con un presidente de una.gran em presa m ultinacional:
D ios los ha creado con la bendición del P apa y ellos se han juntado como
buenos herm anos burgueses y pequeño-burgueses explotadores del pueblo.
E n cierto modo, la Com isión T rilateral representa la ideología, por un la­
do, tecnocràtica y, p o r otro, de la plutocracia de las em presas m ultinaciona­
les con un capitalism o de apariencia dem ocrática, de sociedad consum ista y
"post-industrial"; pero, en el fondo, se trata de un capitalism o salvaje mun-
dializado, en que el verdadero pod er 110 es el poder político de los partidos,
sino el p o d er subterráneo de las "trusts", los cárteles, los "pools", los "I10 I-
dings" y las "ententes" de las em presas m ultinacionales, consorciadas para re ­
p artirse el m undo sin límites de ideologías: "comunistas", "socialistas", demo-
libcralcs, derechas o izquierdas de extracción burguesa de la nicsocracia
"progre".
L a explotación del trabajo asalariado reviste ahora mecanismos mucho
más sutiles que los descubiertos por M arx en cuanto a las tasas de plusvalía
absoluta y relativa, ya que estos mecanism os siguen subsistiendo en el siglo
X X com o en el siglo XIX, pero la burguesía plutocrática de las m ultinacio­
nales tiene el Eslado mcsocrálico a su servició para hacer inf ación m o­
ndaria, poca o-mucha, pero jam ás nada de ella a fin de que los precios (m er­
cancías, bienes o servicios) suban más que los salarios (trabajadores), explo­
tando así a los asalariados de nuestra época doblem ente: en las em presas,
como obreros asalariados, y en el m ercado, como consum idores. Se sube así,
actualm ente, con m onedas inflacionarias, la tasa de plusvalía, indirectam en­
te, poniendo las m onedas al servicio de los capitalistas y en contra de los tra ­
bajadores asalariados. H e ahí el secreto de la inflación: un mal endém ico del
capitalism o contem poráneo, ávido de plusvalía.
E n cuanto a la explotación de los países pobres por los países ricos, el ca­
pitalism o neo-colonial, que se ha m undializado después de la Segunda G u e­
rra M undial, em plea diversos procedim ientos: com prar barato y vender caro

- 42 -4 -
El capitalism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

los países industriales en los países subdesarrollados; hacer en ellos inversio­


nes m onopolistas en em presas filiales de las m ultinacionales que obtienen al­
tas tasas de g an ad as, en Asia, A frica, A m erica Latina, dejando para tran sfe­
rirlas sin oro y divisas a sus bancos centrales; prestar capitales a estas regio­
nes para que paguen sus deudas a condición de en d eudados cada vez más
con el pago anual de altos tipos de Ínteres p o r los préstam os otorgados.
E n estas condiciones, el capital financiero internacional tiene em pobre­
cidos a los países afro-asiáticos y latinoam ericanos, pudiendo jugar con ellos
com o el gato con el ratón, gracias a un neo-colonialism o no m enos explota­
dor que el viejo colonialismo im perialista. Pues actualm ente los países, que
practican el im perialism o económ ico con sus países feudatarios, sim plem en­
te con subirles la tasa de interés por los prestam os leoninos recibidos les
pueden quitar, anualm ente, varios miles de millones de dólares. Así, por
ejem plo, el aum ento del 1% en la tasa de interés, sobre una d euda de
440.000 millones de dólares de A m érica L atina en 1988, restaba por año a
los endeudados países latinoam ericanos más de 4.000 millones de dólares.
D e esta m anera, los países ricos acreedores, si unen los miles de millones de
dólares restados por alza de los tipos de interés y los sustraídos por una rela­
ción de intercam bio favorable así los países subdesarrollados, m ientras dure
este neo-colonialism o explotador, cada vez estarán más em pobrecidos y más
endeudados, pagando el interés com puesto por anualidades no am ortizadas.
D en tro de este sistem a económ ico m undial, los tiburones del gran capita­
lismo integrado por "ententes" de las m ultinacionales hacen la ley y la tram ­
pa, pero con una apariencia de dem ocracia, de respeto de las libertades
esenciales y de los derechos fundam entales del hom bre... rico.
E l orden m undial, propugnado por la Comisión Trilatcral, es tolerante
con el E stado totalitario y el P artido único con tal que las m ultinacionales
tengan acceso a la plusvalía extraída de los obreros "comunistas", m ediante
em presas mixtas entre las m ultinacionales y las em presas estatales de países
del C O M E C O N y de China.
Al respecto, cabe destacar el hecho paradójico de que H cnry Kissingcr
no se opuso al desem barco de las tropas cubanas en Angola, a la hora de la
independencia de este país, p o rq u e éstas han guardado los cam pos petro lífe­
ros, explotados p o r m ultinacionales norteam ericanas, frente a los guerrille­
ros de la U N ITA . Así, pues, la política internacional contem poránea es más
m aquiavélica que la vieja política de los im perios coloniales o que la de los
príncipes de la época del "despotism o ilustrado". P or eso, el m undo se en ­
cuentra en tre la burocracia totalitaria del E ste y la plutocracia del O este. En
consecuencia, todo lo que está hecho no pued e ser deshecho por evolución
sino por revolución, no por la dem ocracia burguesa o pequeño-burguesa
neoliberal, socialdcm ócrata o dem ocristiana, sino p or una revolución que
instaure el socialismo libertario.

-425-
E conom ía autogestionaria

EL CAPITALISMO MULTINACIONAL

Las em presas m ultinacionales crecen como la espuma: los activos, que


p oseen fuera de sus m etrópolis, aum entaban durante la década 1970-80 a ra ­
zón de un 10% anual, cifra según años, dos, tres, cuatro y... mayor que la tasa
de crecim iento del PIB de los países industrializados.
Las em presas nacionales no exprim entan, en los países subdesarrollados,
tasas de expansión sim ilares a las de las m ultinacionales que se establecen,
en ellos, com o filiales.
M ás pequeñas, las m icro-em presas, que las em presas nacionales grandes,
a la larga, aquéllas no estarán en condiciones de disputar a las em presas
m ultinacionales más que el m ercado artesanal donde éstas no quieren en ­
trar, pues las em presas que lo abastecen son de baja productividad, requie­
re n m ucha m ano de obra, teniendo así altos costos de producción.
L a incontenible expansión de las em presas m ultinacionales no es cosa
p ara tom arla a la ligera p o r las em presas de países subdesarrollados o por
las m icro-em presas cuyo espacio económ ico pudiera ser cada vez m enor, a
causa de la im batible com petencia de los em porios industriales internaciona­
lizados. E stos em plean tecnologías y patentes no asequibles a pequeñas em ­
presas privadas y a copcrativas que no utilizan tecnologías y patentes p ro ­
pias, siendo así aubsidiarias, tecnológicam ente, de las em presas internacio­
nales, que producen y exportan el "know how".
H acia el año 200Q, se estima que unas 300 em presas m ultinacionales do­
m inarían el m ercado internacional de productos de gran consum o. En este
sentido, las pequeñas y m edianas em presas, así como las cooperativas no in­
tegradas, se conform arían con los m ercados m arginales, a m enos que se
constituyeran federaciones cooperativas de industrias afines integradas, ca­
paces de hacer investigación científica, producir patentes y com petir, agresi­
vam ente, en los m ercados nacionales o internacionales.
Las em presas m ultinacionales cuentan con grupos bancarios internacio­
nales, tecnologías y paten tes de punta, préstam os en euro-dólares, una con­
centración horizontal y vertical de sus capitales; tienen así el control de los
m ercados de productos y de capitales, las fuentes de energía, la quím ica y la
petroquím ica, el m otor de explosión (en todas sus form as y aplicaciones), la
electrónica, las telecom unicaciones, la siderurgia y las industrias pesadas, la
alim entación, los cosméticos, los bancos y las bolsas de com ercio, los reacto ­
res atóm icos y otros equipam entos nucleares, etc. A dem ás la producción sin­
tética, las m aterias prim as de síntesis tam bién son una esfera de influencia
de las em presas m ultinacionales: ¿Q ué realm ente va quedando, en la p ers­
pectiva del año 2.000, p a ra las pequeñas em presas privadas y las cooperati­
vas pequeñas? T odo va siendo engullido por el capitalism o m ultinacional,
cuyo tem plo es Wall Street, donde se adora el dólar, el m arco y el yen.
Nos encontram os, pues, en presencia de poderosas internacionales del-
capital financiero que se reparten el mundo, económ icam ente. F rente al ca­

- 426-
E¡ capitalism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

pitalismo cosm opolita, el Estado-nación se va quedando sin posibilidad de


m anejar a las internacionales capitalistas. Así, p o r ejem plo, M onlecatini-Edi
son —dos m ultinacionales fusionadas, sin que sus gobiernos puedan evitar
que se constituyan com o "Estados dentro del E stad o"— lian establecido re ­
laciones directas y convenios con em presas estatales soviéticas. No pidieron
perm iso p ara ello a sus gobiernos. E s evidente que el E stado-N ación —más
de 150 E stados en el m undo de hoy en la O N U — tiende a quedar como algo
simbólico, ya que las m ultinacionales los rebasan más alia de sus fronteras,
de su soberanía económ ica limitada, de sus m onedas locales sin valor univer­
sal.
Pareciera, pues, que el capitalism o m ultinacional fuera a dom inarlo todo
con su pujanza tecnológica y económ ica. A sí no q uedaría m ucho espacio
económ ico p ara em presas privadas pequeñas y, m enos aún, para cooperati­
vas sin integración global, m ientras las em presas m ultinacionales —todos los
a ñ o s— hacen fusiones, entre sí, p ara ser más poderosas económ ica, financie­
ra, técnica y com ercialm ente, no sólo en sus países, sino en todo el m undo. Y
al contrario, los sindicatos obreros reform istas se han hecho nacionalistas,
dejando así el cam po libre al capitalism o multinacional.
Sin em bargo, las internacionales del capitalism o tienen su talón de Aqui-
lcs: contam inan el m edio am biente; derrochan las riquezas del m undo; fabri­
can productos poco durables o de poca calidad p ara aum entar así sus ganan­
cias; devoran al planeta con su d erroche de m aterias primas; no procuran la
arm onía entre recursos hum anos y recursos naturales; ignoran los factores
de equilibrio entre desarrollo arm ónico, ni p ara hoy ni para el futuro. Sólo
un crecim iento económ ico, no basado en el lucro, sino en la cooperación, la
autogestión y el humanismo, puede crear un m undo para todos, sin capitalis­
mo nacional o m ultinacional, con socialismo universal, aulogcstionario, fede­
rativo y libertario.
Las em presas m ultinacionales han tenido un prodigioso crecim iento du­
rante los años que siguieron a la term inación de la segunda guerra mundial,
sobre todo, en Vas décadas de la sociedad de consum o, del crecim iento acele­
rado de las ciudades, de la m undialización de la econom ía, bajo el signo de!
dólar, el F ondo M onetario Internacional, el Banco Internacional de R econs­
trucción y Fom ento, el A cuerdo G eneral de T arifas y A ranceles y las inver­
siones directas de los países industrializados, (que han neocolonizado a los
países subdcsarrollados), en Asia, A frica y A m érica Latina.
La descolonización, en cierto modo, fue im pulsada por las internaciona­
les del capitalismo, que extendían p o r el m undo sus inversiones directas es­
pecie de colonias fenicias. Posteriorm ente las m ultinacionales ideológicas
soviéticas han propagado los "golpes de Estado", los "movimientos de libera­
ción", las guerrillas, todo ello contra el im perialism o económ ico occidental,
que va perdiendo sus m ultinacionales económ icas en los países en que éstas
son nacionalizadas: Cuba, N icaragua, Angola, M ozam bique, Indochina, do n ­
de el rublo orilla al dólar. A sí las cosas, la colonización económ ica, que

- 427-
Econom ía uutogestionaria

preten d ía llevar a cabo la T rilateral de la época de C arter, ya no era posible


en tiem pos de R eagan. Y la URSS y los U SA se encuentran ahora frente a
frente, con ¡as luchas periféricas entre las enternacionales ideológicas de
Rusia y las internacionales capitalistas de E stados U nidos, pero todavía es
posible la creación de em presas mixtas sovictico-curopcas y soviético-japo-
nesas y hasta con R ockefeller y Cía, siem pre buscando beneficios.
E n este sentido, las m ultinacionales capitalistas (que han creado y difun­
dido la sociedad de consum o, que parecían ser el fin de la historia, el creci­
m iento ccnóm ico óptim o, la sociedad abundantista), al chocar con las m ulti­
nacionales ideológicas soviéticas, llevan el m undo hacia una posible tercera
g uerra m undial. E n consecuencia el crecim iento económ ico de las multima-
cionalcs, sus prodigiosas tecnologías, que darían al año 2000 una sociedad
consum ista, conduciría a un gran fiasco, al apocalisis nuclear, a la miseria
más espantosa, al holocausto de ciento de millones de seres hum anos, de 110
convertir el capitalism o en socialismo libertario.
N ecesitam os pues, un m odelo de desarrollo hum anista, cooperativo, auto-
gestionario, equilibrado nacional e intcrnacionalm entc; que no superpueble
las ciudades y despueble los cam pos; que no desarrolle la industria y subde-
sarrolle la agricultura; que no concentre la riqueza en los países industriali­
zados y la m iseria en los subdesarrollados; que procure trabajo, bienestar,
cultura y ciencia en un m undo descontam inado para todos los hom bres: sin
tistinción de razas, de religión, de nacionalidad, de clases, a condición de fe­
derar las naciones, abolir el im perialism o y eslablacer el socialismo liberta­
rio.
P or el progreso, el m undo debe avanzar hacia un estado m ejor desde un
estado peor, trabajan d o cada vez m enos y produciendo más, pero m ientras
dure el capitalism o, en su form a de em presa privada o estatizada, podría
ocurrir que todo tiem po futuro siem pre fuera peor, ya que el capitalism o
contiene lo inhumano: las guerras nacionales o m undiales, la lucha de clases,
las crisis económ icas, la contam inación am biental, el em peoram iento de la
calidad de vida y las contradicciones económ icas, políticas y sociales inhe­
rentes a un m odo de producción basado en la explotación del trabajo ajeno
no pagado, som etiendo el obrero al patrón.
B ajo la dom inación de la burocracia totalitaria, en el E ste, y de las b u r­
guesías, en el O este, la vida 110 es buena p ara el hom bre porque unos tra b a­
jan p ara otros que no trabajan y consum en más que los que trabajan. A sí las
cosas, m ientras la em presa sea antagónica o contenga la lucha de clases, d e­
bido a la p ro p ied ad privada o estatal, 110 hay esperanza de verdadero p ro ­
greso en beneficio de toda la hum anidad. Sólo un nuevo m odo de pro d u c­
ción, que tenga la propiedad social como contenido y la dem ocracia directa
o el autogobierno com o form a, p u ede liberar a los trabajadores asalariados
de su explotación.
Las em presas, ya sean nacionales o m ultinacionales, scudo-com unistas o
capitalistas, constituirán las causas económ icas, políticas y sociales de la
El cap italism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

opresión de una clase p roductora por otra explotadora o de los países a tra ­
sados por los países industrializados, siendo así la alienación del ser hum ano
el contenido de una civilización inhum ana, determ inada por la lucha entre
los hom bres (obreros-patrones) y entre las naciones (países industrializados-
subdesarrollados), antagonism os determ inantes de las revoluciones y de las
guerras, de la violencia en la dialéctica de las fuerzas históricas.
M ientras haya miseria, servidum bre, apresión y explotación entre los
hom bres; m ientras haya im puestos y rentas parasitarias para el E stado caro y
malo y p ara las clases im productivas; m ientras haya corrupción, inflación y
desocupación de trabajadores; m ientras la religión, la política, la m oral y el
derecho estén al servicio de la dom inación de unos sobre otros (países o cla­
ses) un incierto porvenir pudiera conducir a la autodcstrucción de la civiliza­
ción por las luchas de clases y, peor aún, por el apocalipsis nuclear.

N EO -C O LO N IA IJSM O DE LAS M ULTINACIONALES

Las nuevas fo rm a s de colonización son más sutiles que las del viejo colo­
nialismo: ahora no se ven las potencias im perialistas en otros países con sus
banderas y sus tropas ele ocupación, con sus virreyes y gobernadores con p o ­
deres absolutos. Los nuevos m étodos de colonización son económicos, finan­
cieros, com erciales, dejando la responsabilidad del gobierno a las "élites" in­
dígenas, dóciles a la política de las em presas m ultinacionales y a las cadenas
de bancos de los países industrializados que siguen, como en la época colo­
nial clásica, siendo dueños de las riquezas de los países neo-colonizados.
E n este sentido, Canadá, que es un país casi desarrollado, por su proxi­
m idad con E stados U nidos, se ha convertido en satélite de éste con un grado
de dependencia no inferior al que tienen los países del C O M E C O N con la
U nión Soviética. Así las cosas, con relación a C anadá, en la década de 1960-
70, el 60% del total tic las inversiones realizado en las em presas industriales
provenía del exterior, principalm ente de E stados U nidos. Ello im plicaría el
hecho de que en las industrias canadienses del automóvil, el caucho, los a rte­
factos electro-dom ésticos y en el petróleo, los capitales norteam ericanos
controlaban, respectivam ente, 91% , 81% , 62%, y 54% de estos sectores cla­
ves de la econom ía canadiense. A dem ás, en la fabricación de m áquinas y la
industria m etal-m ecánica, las industrias quím icas, la elaboración de alim en­
tos y la m inería, se han establecido las em presas m ultinacionales que han co­
pado el m ercado y la producción en C anadá. A la luz de estos hechos se di­
ría que este país es un satélite que rota en la órbita de E stados U nidos sin
po d er salirse de ella.
E n Australia, otro país de la Com m owealth, de m ediano desarrollo eco­
nómico y tecnológico, sin em bargo, el neo-colonialism o de las m ultinaciona­
les es visible en los sectores industriales más im portantes. En la década de
los setenta los capitales extranjeros controlaban, en A ustralia, el 95% de la

-429-
i
Econom ía aut (»gestionaría

industria autom otriz, el 55% de las piezas y aeesorios para automóviles, el


95% de los productos farm acéuticos y los cosm éticos, el 80% de los jabones
y detergentes y el 95% de la distribución y refinación de petróleo.
Las em presas m ultinacionales están, como Dios, en todas parles. N orue­
ga, p o r ejem plo, país aparentem ente desarrollado tenía, sin em bargo, hipo­
tecada su industria electrotécnica al 4S%, la petroquím ica al 27,9%, los m e­
tales básicos al 27,1% y las bebidas, la alim entación y el tabaco al 15,3%.
En países industrializados, com o Francia e Italia, las m ultinacionales es­
taban dom inando, en la década de 1970-80, respectivam ente, el 100% y el
80% de la producción de los rodam ientos a bolas; en G ran B retaña y F ra n ­
cia, el 75% y el 95% del de negro de carbón. E n Francia, país desarrollado,
pertenece a las em presas extranjeras el 90% del caucho y de la m argarina, ei
70% de la m aquinaria agrícola, el 65% de las telecom unicaciones, el 60% de
los m ontacargas y ascensores y el 50%, por lo menos, de la producción de
lám paras eléctricas, m áquinas y artículos de oficina, neum áticos y material
de fontanería.
En A m érica Latina, Asia y A frica, regiones subdcSarrolladas, las m ulti­
nacionales ejercen un m onopolio sobre los sectores claves de las econom ías
con mayor dominio todavía que en los países anteriorm ente citados. Y como
la lasa de ganancia es muy elevada en las subsidarias de las em presas multi­
nacionales, los países subdesarrollados se han endeudado extensam ente con
el capital financiero internacional. El giro de enorm es ganancias hacia el ex­
terior ha d ejado secos de oro y divisas los m ercados m onetarios y vacias las
arcas de los bancos centrales de los países afro-asiáticos y latinoam ericanos.
En este sentido, el neo-colonialism o de las m ultinacionales es tan expoliador
como el viejo colonialism o en A frica, Asia y A m érica Latina.
El capitalism o m ultinacional explota, preferentem ente, a países donde
los niveles de salarios son muy inferiores a los que rigen en los países indus­
trializados. Gomo el capitalism o aspira a la ganancia al más alto nivel posi­
ble, se explica que las em presas norteam ericanas m ultinacionales inviertan
en el extranjero para procurarse fuera una tasa de plusvalía que no consi­
guen d en tro de sus fronteras. En este orden de ideas, cabe subrayar un estu­
dio de la Comisión de A ranceles de A duanas de Estados U nidos, poniendo
de relive c¡ue los costos unitarios de la m ano de obra en el Caribe, en la in­
dustria del vestido, equivalían al 24% de la de E stados Unidos; en México, el
32%; en los artículos eléctricos y electro-dom ésticos el 8% , en el Lejano
O riente (Japón excluido). Se explica, pues, que las em presas m ultinacionales
norteam ericanas se radiquen en estos países p ara obtener la máxima ganan­
cia, en países de máxima tasa de plusvalía.
Com o consecuencia de que las em presas m ultinacionales obtienen pin­
gües ganancias en el extran jero, explotando monopolios, m ano de obra b ara­
ta, m aterias prim as locales y m ercados muy rem unerativos, la expansión de
las grandes em presas norteam ericanas, en 1970, era un 10% anual fuera de
sus fronteras y sólo el 6% d entro de ellas.

- 430 -
El capitalism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

Se explica, pues, que, en 1976 el p orcentaje de las ventas en el extranjero


sobre ventas totales lu cra del orden siguiente: 72% Exxon, 62% Roya!
D utch-Shell, 50% IBM, 49% ITT, 45% R enault, 96% Petróleos de V enezue­
la, 62% Volgswagcnwcr!, 50% Siemens, 97% Ncstlc, 44% Xerox, 46% D un-
lop-Pirclii, 49% N CR, 96% H offm an-L a Roche, 92% Inco, 87% Alusuisse,
75% Olivetti, 59% N orthrop y 46% IM E T A L . P rácticam ente, estas em pre­
sas transnacionales están ya más vinculadas a la econom ía m undial (pie a sus
econom ías nacionales. Así, pues, el gran capital tiende a crear un m ercado
m undial, del cual d ependen los m ercados nacionales con lo cual la soberanía
política y la independencia económ ica de los países neo-coloniales sólo exis­
ten sim bólicam ente, m ientras el cacpitalism o no sea sustituido por un socia­
lismo libertario universal y federativo que haga del m undo un solo país.
E n el caso de la m ultinacional Ncslló, si le fallara el m ercado m undial,
caería en una crisis total en su estrecho m ercado nacional suizo de menos de
siete millones de habitantes. Esta em presa suiza de productos alimenticios
está tan internacionalizada que el 95% de sus efectivos laborales trabaja en
sus m últiples filiales esparcidas por todo el m undo . I B M , la superem presa de
orden ad o res y m aterial electrónico, constituye el óptim o de expansión de
una m ultinacional, ya que controlaba el 60% del m ercado mundial de o rd e­
nadores en 1970-80. Es tan tupida la tela de araña de las filiales de IBM que,
prácticam ente, es ya una internacional del capitalismo. Y por estar estableci­
da en todas partes crea un fenóm eno nuevo o una nueva dimensión del capi­
talismo m undializado: IBM no puede ser nacionalizada o expropiada en un
solo país; pues aunque lo fuera en E stados U nidos, su país de origen, segui­
ría existiendo en el resto de los países donde está operando. F rente a este ca-
Itialism o mundializado , agresivo y expansivo, no han resistido las barreras
de los capitalism os de E stado, en el Este, ya que las m ultinacionales occi­
dentales tienen tendencias a constituir em presas mixtas con las em presas es­
tatales de m odelo soviético, a fin de obtener la plusvalías generada por los
bajos salarios existentes en los países del C O M E C O N ¡Oué hacer 1rente a
estas internacionales del capitalismo! Sólo las com unidades autogestionarias,
integradas en federaciones de industria podrán sustituirlas en beneficio de
todos los pueblos.
El capitalism o de grandes dim enciones, a escala m undial, se ha produci­
do p orque los capitalism o nacionales, subdcsarrollados, atrasados técnica­
m ente, lim itados a los m ercados nacionales, no pueden resistirlo com petiti­
vam ente.
¿Y por (pié se ha producido esa expansión acelerada de las internaciona­
les del capitalism o?. Porque alguna em presa como Lockheed (dedicada a la
industria aérco-espácial) em plea más millones de dólares en investigación y
desarrollo (I + D), que todos los países latinoam ericanos dedican a esta fina­
lidad.
Por eso, según un estudio de las Naciones U nidas, el capital y la ap o rta­
ción técnica determ inan, aproxim adam ente, el 90% de la productividad y

- 431 -
Econom ía au logeslionaria

del crccim icnlo anual del producto interno bruto (PIB), en las industrias y
en los países. E n cam bio la m ano de obra, sin tener en cuenta la productivi­
dad y el increm ento del PIB por m ejor educación y m ejores tecnologías, no
aum enta la riqueza de las naciones, según el porcentaje indicado.
Y como las em presas m ultinacionales son las que invierten más en nuevas
tecnologías, nuevos productos y obtienen nuevas patentes, la acum ulación de
capital y su centralización, en pocas y poderosas em presas, se va acrecentan­
do año tras año. D e seguir así las cosas, las pequeñas y m edianas em presas,
así com o las cooperativas, irán quedando como entidades de producción
m arginal, sin poder alcanzar 1a revolución científico-tecnológica, que requie­
re em presas más grandes, capaces de asimilar la revolución de las com puta­
doras o la autom atización del trabajo.
Sin em bargo, frente al capitalism o altam ente concentrado, acum ulado en
pocas y poderosas em presas, o en pocos y poderosos países, sólo cabe res­
ponder, no con una retórica antiim perialista inoperativa, sino con una eco­
nom ía autogestionaria, basada en la propiedad social de los m edios de p ro ­
ducción y de cambio, en la creación de federaciones de industrias y de servi­
cios, capaces de desafiar y sustituir al gran capital internacional. Si la URSS
y sus "satélites" del C O M E C O N hubieran creado em presas autogestionarias,
integradas en federaciones de industria, podrían haber desafiado a las m ulti­
nacionales del capitalismo. Y si en el Este, la econom ía hubiera sido desbu-
rocralizada, a fin de que quedara un porcentaje de más del 30% sobre el
PJB p ara inversión, p ara form ación anual de Capital, el socialismo podría así
superar al capitalism o, al privado y al de E stado.
A falta de alternativas al capitalism o m ultinacional, tanto con "socialismo
de terciopelo”,_cn el O este, como con socialismo burocrático, en el Este, las
internacionales del capitalism o se van haciendo más universales que las in­
ternacionales del scjudo-socialismo y del scudo-com unism o.
L a nco-coloniz('ición de las em presas multinacionales, si cabe, es más ava­
sallante de las econom ías que el viejo colonialismo. En este sentido, es o p o r­
tuno subrayar que la A lcoa de A ustralia, filial de la A lcoa de Estados U ni­
dos, controla el 43% de la extración de bauxita y la Kaiser, tam bién n o rtea­
m ericana, otro 43"/v, más el 30% de la de Jam aica.
Las m ultinaciduales del cobre, R oan C onsolidated M ines, Codclco, So­
ciedad M inera el Teniente, G ccam ines (Z airc), K cnnccott (U SA ), Philips
D odgc (U SA ), R io T into Z inc (G ran B retaña), Ncwmont (U SA ), A sarco
(U SA ), A naconda (U SA ) e Inco (C anadá), dom inan el 56,9% de la produc­
ción de cobre, su com ercialización y refinación.
El tungsteno, mineral estratégico de gran im pogtancia para la fabricación
de arm am entos, esta m onopolizado: el 95% de su producción, en Corea, por
la C orea Tungstcn Co. Ltd.; el 65% en Bolivia, por la international Mining
Co.; el 65% en E stados U nidos, por la U nión C arbide Corp.; el 95% en P o r­
tugal, por la Bcralt Tin and W olfranm ; el 50% en Canadá, por la Amax; el
90% , en A ustralia, por la Peko W allscnd Ltd.; el 65% en Francia, por la So-
cieté M iniére d ’A ngladc; y el 65%, en E spaña, por la M inas de Borralba.

- 432-
El capitalism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

Las grandes com pañías m ultinacionales del petróleo, en 1975, todavía se­
guían controlando el 49% de la producción mundial del bruto y el 46% de
sus productos refinados.
Los productos alim enticios de gran m ercado están m onopolizados por
em presas m ultinacionales que, sin contar la em presa matriz, tienen num ero­
sas filiales en lodo el m undo: U nilivcr 74 filiales, N estlé 42, K rafko 15, G ene­
ral Foods 21, G rcyhound 19, W. R. C racc 37, G ulf and W cslcnn 17, Borden
15, R alston Purina 27, CPC International 44, T ale and Lyle 25, G eneral Mills
28, U nited B rands 18, S tandard B rand 26 y C adbury-Schw eppes 28 filiales
en el extranjero, incluyendo países industrializados y subdesarrollados; pero
de todas estas em presas sólo tres son británicas y una, suiza. Q uiere decir
que las m ultinacionales norteam ericanas m onopolizan el m ercado mundial
de elaboración y com ercialización de alim entos básicos.
En la im portación de bananas, dos em presas m ultinacionales norteam eri­
canas son dueñas de grandes extensiones de terrenos en C enlroam érica
principalm ente, m onopolizando su com ercio de im portación en los siguien­
tes porcentajes: U nited B rands Co. el 33%, S tandard Fruil Co. el 25%, y Del
M onte el 10%. H ay países como E cu ad o r y otras "Repúblicas bananeras"
que constituyen un "protectorado" de la U nited B rands Co. y de la Standard
Fruil Co. En este sentido, el com ercio de la banana es dom inado por estas
poderosas em presas en E uropa occidental, E stados U nidos, Japón y C ana­
dá.
Las em presas m ultinacionales constituyen el gobierno subterráneo de los
"trusts": en 1974 controlaban el 29% de las industrias m anufactureras de
Brasil, el 41% en T urquía y el 13% en la India. Pero, industria por industria,
tenían el 99% del T abaco de Brasil; el 61%, el 59% y el 52%, respectivam en­
te, del caucho en Brasil, T urquía y la India; el 68%, el 38% y el 10% de la in­
dustria autom otriz y del transporte de estos países.
La industria farm aceútica de las m ultinacionales es la más m onopolizada
de todas las industrias. La p arte estim ativa bajo control extranjero de este
sector, según el estudio de la O N U , "Les socictcs transnationales dans le dc-
chcloppcm ent mundial", era del orden siguiente: el 100% de la farm acopea
de A rabia Saudita, 97% de Nigeria, 90% de Bélgica, 90% de Colombia, 88%
de V enezuela, 85% de Brasil, 85% de C anadá, 85% de A ustralia, 85% de In ­
donesia, 82% de México, 80% del M ercado Com ún C entroam ericano, 75%
de la India, 75% del Irán, 70% de la A rgentina, 60% de G ran Bretaña, 60%
de Italia, 60% de Suráfrica, 50% de Finlandia, 50% de Suecia, 40% de F ran ­
cia, 44% de Portugal, 40% de T urquía, 35% de A lem ania occidental, 34%
de Suiza, 15% de E stados U nidos y 13% de Japón. A sí las cosas, salta a la
vista que el vasto m onopolio de las m ultinacionales de la farm acopea se ex­
tiende por países subdesarrollados, am pliam ente, y en países industrializa­
dos más m oderadam ente com o en el caso del Japón, con una escasa pene­
tración en E stados Unidos, cuyas m ultinacionales de la industria farm aceúti­
ca han salido a la conquista del m undo. Y en esta industria se da el caso de
Econom ía aiitogcslionaria

que el eoslo de producción de un m edicam ento está muy lejos de su precio


de venta lo cual rinde pingües ganancias explotando a los enferm os de todo
el m undo cobrando a 10 lo que, a veces, vale 1. En este sentido, es explicable
que los países subdesarrollados, particularm ente, se queden sin oro y divisas
para pagar las ganancias de las em presas m ultinacionales que los eplotan
nco-eaolonialm cntc.
El neo-colonialism o de la multinacionales, en algunos países como M éxi­
co, por su proxim idad a E stados U nidos, es de gran significación. Los secto­
res industriales bajo control extranjero, en la industria mexicana, eran los si-
guentes: 28% del total de las industrias m anufactureras mexicanas; pero in­
dustria por industria, en 1970, alcanzaba al 80% del tabaco, 27% del papel,
84% del caucho, 67% de los productos químicos, 27% de los productos mi­
nerales no m etálicos, 25% de los m etales en bruto, 37% de los m etales tra b a­
jados, 62% de las m áquinas (excluidas las m áquinas eléctricas), 79% de las
m áquinas eléctricas y 49% del m aterial de transporte.
Alguien, irónicam ente dijo: ¡"Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca
de E stados U nidos”! Lo que quiere decir que M éxico rota, com o un satélite,
en el centro de gravedad económ ico-financiero y tecnológico de la república
del dólar. Sin em bargo, al duplicar su población en unos veinte años, Méxi­
co, indirectam ente, con su expansiva natalidad, va invadiendo a Estados
U nidos. Q u eda com pensado así de la neo-colonización del dólar con la inva­
sión dem ográfica m exicana de Estados Unidos. Ello, en los comienzos del si­
glo XXI, com enzaría a constituir un problem a más grave con M éxico, para
los ricos norteam ericanos, que sus diferencias políticas e im periales con la
Unión Soviética y su "guerra económica" con Japón.
A rgentina, a pesar de estar lejos de Estados U nidos y de E uropa occi­
dental, tam bién está siendo neo-colonizada por las em presas m ultinaciona­
les: las em presas extranjeras, en 1972, se habían apoderado del 31% de la
producción industrial Argentina: la más rentable, tccnilicada, desarrollada,
explotando patentes de producción en régimen de m onopolios. Y el resulta­
do de la A rgentina ha sido que, invadida en sectores económ icos claves de
su producción industrial, con alias lasas de ganancia, no ha podido resistir a
la explotación del capital extranjero, agolando todas sus reservas de oro y di­
visas de otros tiem pos, y acum ulando una deuda exterior de unos 55.000 mi­
llones de dólares, algo así com o la m itad de su producto interno bruto. En
estas condiciones económ icas tan desfavorables, la A rgentina ha caido en
una crisis económ ica total, más intensa en 1989 que en la gran depresión de
1929-33.
E n este orden de ideas, el neo-colonialism o de las em presas m ultinacio­
nales, unido a los préstam os leoninos de los bancos extranjeros reunidos en
el "Club de París" y consorciados en el Fondo M onetario Internacional, es
tan insoportable com o el viejo colonialismo. E sta situación de creciente d e­
presión m undial, inducida por el gran capitalism o de las m ultinacionales, de
los banco internacionales, del F. M. 1. y ele las grandes potencias mundiales,

-434-
El capitalism o neo —colonial de las
em presas m ultinacionales

pareciera presagiar un réquiem por el capitalism o im perialista, inspirado en


una avaricia desm edida que lo hace muy egoísta e inmoral.

MULTINACIONALES SOVIETICAS

Casi un centenar de m ultinacionales soviéticas se han instalado en países


industrializados y subdesarrollados de O ccidente o bajo form as de em presas
mixtas en países del C O M E C O N y occidentales, a fin de em ular el prodigio­
so crecim iento de las em presas m ultinacionales norteam ericanas, europeas
de la C E E y japonesas, que com piten por el rep arto económico, com ercial y
financiero del mundo.
H acia finales de la década 1970-80, más de ochenta em presas soviéticas
se habían radicado en países capitalistas industrializados y subdesarrollados,
en ¡Asociación con em presas anónim as del gran capitalism o occidental; ac­
túan así 110 como em presas socialistas, sino com o em presas capitalistas; resi-
tcn, igual que otras em presas, las huelgas obreras en dem anda de mayores
salarios y de m ejoras de las condiciones de trabajo; procuran aum entar al
máximo su tasa de ganancia a expensas de bajos salarios, a fin de cpie quede
m ucha7plusvalía; transfieren sus beneficios a la Unión Soviética como las
m ultinacionales am ericanas, europeas y japonesas sus respectivas m etrópo­
lis, pero las transnacionales soviéticas son débiles económ icam ente.
Con la im plantación de sus multinacionales, en los países capitalistas, la
URSS trata de p rocurarse tecnologías avanzadas, m ercados para sus expor­
taciones y una cooperación perm anente con el gran capital financiero occi­
dental, lo cual no es muy socialista que parezca. En esc sentido, los huelguis­
tas de las m ultinacionales o em presas mixtas soviéticas, radicadas en el exte­
rior, tienen conciencia clara de que Rusia no es un país socialista, sino más
bien capitalista, en el sentido de un capitalism o de Estado, socio del capital
m onopolista occidental, ansioso por crear em presas mixtas con él en la
URSS.
La burocracia soviética, usufructaria de la em presa estatal soviética, no
es de los obreros ni en su gestión, ni en su com ercialización ni en el control
del excedente económ ico producido, es, evidentem ente, una em presa del
E stado, y com o éste es el m onopolio de la burocracia ésta posee la econom ía
bajo form a de propiedad estatal. En este orden de ideas, es explicable (¡ue
las em presas estatales soviéticas, altam ente concentradas, integradas como
"trusts" de E stado por ramas, económ icas, coincidan, en su asociación, con
las grandes em presas capitalistas occidentales. H asta comienzos de la déca­
da de los ochenta, registradas y conocidas, había 72 m ultinacionales soviéti­
cas, repartidas p o r distintas partes del m undo, actuando en los más diversos
sectores de la producción y los servicios, com o puede apreciarse en el cua­
dro siguiente;

- 435-
Economía autogestionana

LAS 72 M U LT IN A C IO N A LE S CON CA PIT A L


SO V IETICO P I J E O P E R A N EN 22 PAISES

A U S T R IA : A so tra: T ran sp o rtes; D onan H O L A N D A : E ast W est A genies: Ins­


B ank: B anco com ercial (A gencia del Soviet tru m e n to s ópticos; Elorg: V en ta de calcula­
B ank); G a ra n t V crsichcrung: Seguros. doras y servicios; T ran sw o rld M achine
B E L G IC A : Belso: P ro d u cto s alim en ti­ Agency: T ra n sp o rte s m arítim os.
cios y textiles; E lorg-B clgique: Inform ática S U E C IA : Jo in t T raw lp r L td. Sw eden:
(A gencia de la E lek tro n o rg tck h n ik a); Ewa: P roductos del m ar; M a trcco Bil: A u to m ó v i­
In stru m en to s ópticos; Ferm chim ex: P ro d u c­ les (A gencia de la A v to ex p o rt); Scansov
tos quím icos; (A gencia de la Soyuzkhim ex- T ra n s p o n : 'T ransportes m arítim os.
p o rt); N affta-B : P ro d u cto s p e tro lífe ro s S U IZ A : W ozohod Ilan d d elsb an k : B an ­
(A gencia de la S oyuzncftcexport); Russal- co C om ercial.
m az: D iam an tes (A gencia de la Soyuzrom cx- G R A N B R E T A Ñ A : R ussian W ood
p o r); Scaldia-V olga: A utom óviles (A gencia Agency: M a d era (A gencia de la E xportlcs);
d e la A v to ex p o rt); T ran sw o rld M aritim e A nglo-Soviet Shipping: T ra n sp o rte s m a ríti­
A gency: T ra n sp o rte s m arítim os. mos; Black Sea & Baltic G en eral Insurance:
C A N A D A : B elarus E q u ip m en t Lid: Seguros; E ast W est Leasing: E quipam iento;
M aquine]ría agríco la (A gencia de la T rak - M oscow N arodny Bank: B anco C om ercial;
to ex p o rt); E m ek T rading: T u rb in a s hidráuli­ N afta-G B : P ro d u c to s p e tro lífe ro s (A gencia
cas; M orflot F rcightlincrs: T ra n sp o rte s m a rí­ de la S oyuzncftcexport); T cchnical & O ptical
tim os; Soccan A ircraft: L ín e as aereas; Stan E quipm ent: E q u ip a m ien to fotográfico; U n i­
C aiiada: M áq u in as de utensilios. ted M achincry O rganisation Plan IIire: M a ­
F IL A N D IA : E lorgdala: C alculadoras y quinaria de construcción.
servicios (A gencia de la E lcklronorgtekhni- E S T A D O S U N ID O S : M o rflo t A m erica:
ka); K oncla: M aterial de autom óviles (A g en ­ T ra n sp o rte s m arítim os; S ovfrachl USA:
cia de la A v to ex p o rt); K oneisto: M aquinaria; T ra n sp o rte s m arítim os.
Saim a Lines: T ra n sp o rte s m arítim os; T cboli: A L E M A N IA F E D E R A L : N eotype T e-
P ro d u cto s p e tro lífe ro s (A gencia de la Soyuz- chm ashcxport: M aquinaria; O st-W est Ila n -
n efteex p o rt). delsbank.B anco com ercial; Plodim ex A us-
F R A N C IA : A ctil'-A vto: M aquinaria scnhaldcis: P roductos alim enticios y bebidas;
agríco la (A gencia d e la T rak to cx p o rt); Ban- R ussalm anz: D iam antes; S obren C henihan-
q u e C om m crciale p o u r l'E u ro p e du Nord: dcl: P roductos quím icos; Sovag; Seguros;
banco com ercial; F'ransov: P ro d u cto s del U eb crsc cseh if-F a h rsag cn tu r T ransnautic:
m ar; P rom olease:: E quipam ientos; Rusbois: 'T ransportes m arítim os; W esotra Spedition
M ad era (A gencia de la E xportlcs); Sagm ar: & T ran sp o rt: T raslad o s y expediciones.
T ra n s p o rte s m arítm os; Slava: R elojes; Sogo: A R G E N T IN A : C oram S outh A m erica:
P ro d u cto s q u ím ico s (A gencia de la Soyuzkhi- E q u ip am ien to eléctrico (A gencia de la E n c r-
m export); S tanko-F rance: M aquinaria gom ashexport).
(A gencia d e la M achinoexport). N IG E R IA : W aatcgo Lagos: M aterial de
IT A L IA : D olpin A genzía M arítim a: A utom óviles (A gencia de la A vto ex p o rt).
T ra n sp o rte s m arítim os; R uslegno: M adera; C A M E R U N : Calcco: M aterial de a u to ­
Sovietpesca: P ro d u cto s m arítim os; Sovital- m óviles (A gencia de la A v to ex p o rt).
m arc: 'T ran sp o rtes m arítim os; S tanitalia: E T IO P IA : E th o s T ra d in g Co.: E q u ip a­
M aq u in aria y utcncilios. m iento eléctrico (A gencia de la E ncrgom as-
L U X E M B U R G O : B anquc U nic E st hexporl).
Q uest: B anco com ercial. M A R R U E C O S : M arinexport: M a q u in a­
N O R U E G A : K oneisto N orge: M a q u in a­ ria (A gencia de la M achiexport).
ria; K oneia Bil: A utom óviles. S IN G A P U R : M oscow N arodny Bank:
E SP A Ñ A : Pesconsa: P roductos del mar; Banco C om ercial.
Sovispan: A gencia de intercam bios co m er­ LIB A N O : M oscow N arodny Bank: B an ­
ciales. co com ercial.
El capitalismo neo —colonial de las
empresas multinacionales

Bajo la coproducción y la ocopcración, dos hermosas palabras que en el


caso de las empresas multinacionales soviéticas significan, en realidad, su in­
tegración con el gran capitalismo occidental, estas han firmado acuerdos de
asociación con empresas capitalistas, tales serían, entre otros, los convenios
entre Fiat y Renault para producir automóviles en Togliattigrado y en el río
Kama. U nberto Agnclli, el mayor capitalista italiano, ha contribuido notable­
m ente al desarrollo de la industria automovilística soviética, aportando los
equipos de capital de la fábrica de Tegliattigrado, que lleva el nombre del
que fuera secretario general del Partido Comunista Italiano ¿Es esto socia­
lismo u otra forma o etapa del capitalismo? Paradójico, pero verdadero: el
"comunismo soviético se imbrica con el capitalismo. Y en el caso de Renault,
empresa de Estado francesa principal para la transferencia de tecnología y
de equipos en la fábrica de camiones del río Kama, su asociación con una
em presa de Estado soviética es la unión de dos capitalismos de Estado: uno,
con pluralism o político; otro, con p u lid o único, lo que no ha impedido su
asociación para usurpar la plusvalía al obrero soviético.
Y como los automóviles y los camiones, que ruedan por el suelo de la
URSS necesitan cubiertas de caucho, las firmas Pirelli y Michelin firmaron
contratos de cooproducción con empresas soviéticas o de países centroeuro-
peos del C O M E C O N . De esta manera, cuanto más automóviles de turismo
haya en los países comunistas, sus ruedas estarán fabricadas en colaboración
con grandes firmas capitalistas occidentales. Por otra parte, la burocracia de
los cuadros del PCUS y los directores y lecnócratas de las empresas soviéti­
cas tendrán automóviles que les permitan consolidarse como "nueva clase”,
ya que el automóvil no es productivo, sino un artículo de lujo, demasiado ca­
ro para que lo alcance un obrero ruso. Así, pues, con la ayuda de la burgue­
sía industrial, mercantil y financiera, tan denostada por Marx, se fabrican au­
tomóviles para los Lécnocratas y burócratas soviéticos, aspirantes a la "socie­
dad de consumo", tan criticada en Occidente por los "comunistas”, fieles a la
ideología soviética. Así se daría el caso paradójico de que lo que es malo en
Occidente es bueno en Oriente, en Rusia. "Cosas veredes, Sancho —decía
don Q u ijo te — que farán fablar las piedras"...
E n realidad no son tan dispares las políticas de las burocracias com u­
nistas y las burgicsías ca¡¡{alistas, ya que tienen en común ser usufrucla-
rias de la plusvalía producida por los obreros asalariados: en la URSS y Cía.,
como plusvalía de Estado; en Occidente, como beneficio patronal extraído
del trabajo no pagado, como tributo otorgado a la propiedad privada del ca­
pital o de la tierra.
El hecho de que el supuesto comunismo, para engañar a los bobos sea re­
almente capitalismo de Estado, explicaría que la burguesía occidental no lle­
gue a esta definición de los regímenes seudo-comunistas, porque clasificar­
los como capitalismo de Estado sería tanto como hacerse su propia autocrí­
tica, si no en lo político, sí en lo económico, en el régimen de trabajo
asalariado, tanto en el Oeste como en el Este, lo cual los identifica como sis-

-437-
Lemas basados en la extorsión de la plusvalía o la explotación del obrero.
Y como la plusvalía los une más que los separa, es explicable que se ha­
yan constituidocv;; presas m ixtas entre el gran capital de Occidente y las cm-
pvcsascslalalcs del los países del CO M E C O N , otorgando hasta una partici­
pación, en las mismas, del 49% al capital privado occidental y 51% al capital
de Estado oriental. En este tipo de contratos de coproducción o de asocia­
ción, el gran capital privado foráneo aporta maquinarias, patentes, tecnolo­
gías de punta e incluso fábricas enteras "llave en mano, cuya producción
(mercancías o componentes de las mismas) se com promete a comercializar
en el Oeste, por cuenta de las empresas soviéticas, tan ávidas de ganancias
como sus asociadas occidentales. Así las cosas, los beneficios son repartidos
entre la parte capitalista y la "comunista" como socios parasitizados en el tra­
bajo asalariado, que rinde en el Este más altas lasas de plusvalía que en el
Oeste, ya que los trabajadores soviéticos no tienen, como igualmente en
otros países scudo-comunistas, derechos de gestión directa de sus empresas,
de productos de su trabajo y de excedente económico producido, por care­
cer de sindicatos obreros no supeditados al Partido único y al E stado-pa­
trón, a la burocracia totalitaria constituida como "nueva clase" privilegia­
da, más próxima a la burguesía occidental que a los obreros asalariados del
COMECON.
Utilizando, pues, un trabajo asalariado mucho más barato en el Este que
en el Oeste, una empresa capitalista sueca fabricaba partes de artículos que
le costaban tres veces menos en Checoslovaquia que en Suecia. En cierto
sentido, la industria textil y de confecciones de Holanda explota, ampliamen­
te, el trabajo barato de Hungría y Rumania, en la misma ram a de industria,
cuyos salarios son muy inferiores a los que se pagan a los obreros holande­
ses. Así, pues, más allá de la ideología comunista el gran capitalismo occi­
dental descubre, en varios países del C O M E C O N , elevadas tasas de ganan­
cias en base a la explotación de un trabajo barato. Por eso, es explicable que
los fabricantes daneses y suecos de muebles prefieran fabricarlos en Polonia
y venderlos luego en Suecia y Dinamarca a precios muy competitivos, pero
que 110 obstante, producen pingües ganancias. Aprovechando esas mismas
condiciones de salarios bajos en el C O M E C O N , importantes cantidades de
electro-domésticos, vendidos en el mercado austríaco, son fabricados en
"Checoslovaquia por cuenta de empresas austríacas o de empresas mixtas ca­
pitalistas-comunistas. También Italia aprovecha estas oportunidades para
constituir empresas mixtas y una buena parte de los artículos sanitarios, que
se venden en su mercado, son fabricados en Hungría a más bajo costo de
producción que en Italia.
El gran "trust" capitalista M itsubishi japones tiene muchos contratos de
cooperación o de asociación con el Gobierno comunista checoslovaco. La
fundación Ford, en ios buenos días de la coexistencia pacífica, firmó contra­
tos con bancos soviéticos y contribuyó con tecnologías de punta a la cons­
trucción de la fábrica de camiones del río Kama. En consecuencia, la propie-
El capitalismo neo —colonial de las
empresas multinacionales

dad anónima capitalista, altamente concentrada, se entiende perfectamente


con la propiedad estatizada, porque ambas tienen como su razón capitalista
de ser la usurpación de la plusvalía extraída al trabajo asalariado. Y cuanto
más barato es este tanto más elevada es aquella, siendo así mayor en los paí­
ses scudo-conuinislas que en los países capitalistas desarrollados. Sin duda,
el siglo XX, que se precia de ser ilustrado, es uno de los siglos más oscuros y
mistificados en política, filosofía e ideología, no desentrañadas o desveladas
a fin de que se vea, elararamente, que nadie es lo que se dice, sino lo que ha­
ce y como lo hace. Así, pues, hay capitalistas seudo-deinociáticos, en el Occi­
dente, y comunistas, que se lo dicen, pero que son capitalistas, en Oriente.
D entro de este clima viciado de semántica política ya nadie sabe quien son
sus amigos y quien sus enemigos, manipulando las ideologías y los medios de
comunicación de masas, que informan desinformando a los pueblos.
Así, pues, sólo un socialismo libertario, con propiedad social y empresas
autogestionarias, pueden hacer diáfana la sociedad, democratizando la polí­
tica, con el autogobierno, y la economía, con la autogestión, sin burocracias
totalitarias ni burguesías nacionales o multinacionales.

LA SOCIEDAD DE LAS MULTINACIONALES

Por increíble que parezca unas 300 empresas multinacionales financieras,


industriales y mercantiles, grupo de capital financiero internacional pertene­
ciente a 1a CE E, Japón y Estados Unidos, controlan ya dos tercios de los ha ­
beres de capital del mundo occidental, pasando a ser estas internacionales
del capitalismo la primera potencia económica del mundo.
Pero es que la tendencia a la concentración del capital continúa en el se­
no de cada empresa multinacional y, además, a nivel supranacional mediante
las fusiones, los "pools”, los "holdings", los convenios de "cártel” y la creación
de mercados comunes, espacios económicos apropiados para el capital mul­
tinacional de sus "cadenas" de bancos internacionales y su mundialización en
las Bolsas de Valores europeas, norteamericanas y japonesas.
Por otra parte, las multinacionales se inclinan por una producción diver­
sificada, a fin de resistir mejor las tendencias depresivas. Así, por ejemplo, el
grupo de capital financiero, mercantil e industrial integrado de Roekfeller,
no le basta con tener la Exxon, la mayor empresa petrolera mundial, sino
que posee intereses en empresas de transporte aéreo "cadenas" de hoteles y
supermercados, productos químicos y materias plásticas, constituyendo un
emporio de concentración de riqueza jamás visto. Teniendo como núcleo fi­
nanciero al Chase M anhattan Bank, el grupo Roekfeller, en cierta medida,
vincula a la Exxon, la General Motors Company, la Du Pont de Nemours y
otras superempresas que sería prolijo enumerar, particularmente de los m e­
dios de comunicación de masas: prensa, radio, televisión, a fin de fabricar la
opinión pública, en el sentido de que esta no sea muy desfavorable al gran
capitalismo multinacional. Pero, por si fuera poco su poder y riqueza, David

-4 3 9 -
Economía autogestionaria

Rockefeller es el epicentro político de la Comisión Trilateral que agrupa en


sus reuniones internacionales a "businessmen" del gran capital, a políticos, a
personajes del poder y del saber, formando así una especie de masonería al
servicio de las internacionales del capitalismo, lanzadas a la conquista del
mundo, incluido el bloque soviético, -donde las multinacionales forman e m ­
presa mixtas con las empresas del C O M E C O N , buscando la plusvalía en
cualquier parte del mundo, ya que el fin del capitalismo es la obtención de
ganancia donde quiera que ella se obstenga del trabajo asalariado.
Monopolizando los medios de información de masas, las "cadenas" de p e ­
riódicos y revistas, la edición de libros, el cinc y, con las Fundaciones del
gran capital multinacional y algunas Universidades, un sanedrín de "busines­
smen" fabrica la opinión, financia las elecciones de sus partios políticos p r e ­
feridos, populariza a sus políticos para que sean votados por las masas desin-
formadas, hacen leer los libros que tienen publicidad en los medios de co­
municación y con los premios, otorgados por las fundaciones, instituciones y
empresas, el saber es dócil al poder económico-financiero concentrado. He
ahí el verdadero tejido político, económico, informativo y cultural de la Co­
misión Trilateral, "gobierno subterráneo", que hace del Poder un reflejo del
tener, colocando ministro obedientes a la "voz de su amo". Así han surgido,
como por encanto, figuras como el presidente Carter, Kissinger, Brsezinski y
otros, poniendo el gobierno al servicio del gran capital financiero, como si
Rockefeller fuera el verdadero presidente, en la "sombra", de USA.
Como teorías de la mundialización del capital financiero, que tiende a
una sociedad programada, con muchos "ejecutivos" y cada vez menos capita­
listas convencionales, vinculados a la burocracia del Este y a la tecnocracia
del Oeste por medio de las multinacionales, están las doctrinas económicas
de J. M. Kcyncs, i. K. Galbraith, H. Kissinger, J. Schumpeter y J. Burnham,
el "Club de Roma", la Comisión Trilateral y el "nuevo estilo" de Gorbachov,
en el sentido de crear empresas mixtas soviético-occidentales para una nue­
va etapa del capitalismo multinacional, de Este y Oeste.
E n la Comisión Trilateral se vislumbra que el mundo tiende a la creación
de supcrpotcncias como la CEE, la U R SS, los Estados Unidos y Japón y en
torno de ellas, toda una serie de paísessalelizadoshím quedado con una a p a ­
riencia de soberanía política y de independencia económica simbólica, como
los países subdesarrollados de las cinturas tropicales y subtropicales (atrasa­
das) del mundo. Y dentro de esa mundialización de la economía, como su
infraestructura, aparecen las empresas multinacionales industriales, comer­
ciales y financieras, tanto si son empresas anónimas privadas, estatales o
mixtas, como, por ejemplo, el grupo Rockefeller, el grupo Fiat, el ENI y el
IRI, Wolkswagcn, Matra, Unilivcr, IBM y algunas multinacionales soviéticas,
ya con acuerdos de cooperación o coproducción soviéticos con las interna­
cionales del capitalismo.
Todo indicaría que se está sustituyendo el viejo modo de propiedad pri­
vada de los comienzos del capitalismo por un tipo de propiedad anónima, en

- 440-
El capitalismo neo —colonial de Jas
empresas multinacionales

Ja gran empresa multinacional o en la empresa estatal, que comienza a crear


formas mixtas, en el Este, y formas estatales y multinacionales, en el Oeste,
en beneficio de !a burguesía multinacionalizada y de la burocracia enquista-
da en las empresas nacionalizadas de Occidente, gracias a la politica de so-
cial-demócratas, laboristas y socialistas.
Rockefeller, para que su emporio no fracase por falta de ganancia, la está
buscando tanto en la Unión Soviética como en Estados U nidos o en los paí­
ses latinoamericanos y afro-asiáticos. Ya, en cierto modo, Rockefeller no es
un burgués convencional, sino una especie de Dios del capitalismo que nece­
sita p ara sobrevivir, aliados políticos, convenios financieros con otros grupos
del gran capital y gobiernos dóciles a la política de las multinacionales, no
sólo en Estados Unidos, sino en los cuatro puntos cardinales del mundo.
Sin embargo, la rinindialización del gran capital monopólico, aunque Es­
tados Unidos sea la patria del mismo, no siempre sus intereses económico-fi­
nancieros, concentrados en Wall Street, coinciden con los puntos de vista es­
tratégicos del Pentágono, que no quiere una Rusia soviética, tecnológica­
mente avanzada, ya que ello facilitaría su expansión en el mundo a expensas
de Estados Unidos. D urante el período de posguerra, a medida que la
Unión Soviética aumentaba su poderío tecnológico acrecentaba, al mismo
tiempo, su poderío militar: cobertura de política internacional que permitió
que pasaran al bloque soviético países como los ccntroeuropeos, algunos
países árabes, Etiopía, Angola, Mozambique, Yemen del Sur, la península
de Indochina, Nicaragua, Afganistán y Cuba (a las puertas de Estados U n i­
dos), todo lo cual crea un clima político y estratégico en el Pentágono no
coineidcntc con la política de colaboración de las empresas occidentales y
de las empresas soviéticas, en el sentido de lo que propugna la Comisión T ri­
lateral, abarcando el Este y el Oeste.
Las políticas coc.\istenles de Willy Brandt, Kissinger, Carter Gorbachov
y otros, en cierto modo trilatcralcs, no gustan al Pentágono desfavorable o
bien opuesto a la política de la Comisión Trilateral, según los intereses capi­
talistas de los Rockefeller. ¿D ejará el Pentágono hacer la política internacio­
nal y la geopolítica mundial a Rockefeller o, por el contrario, continuará el
desafío yanqui-soviético como el programado por el Pentágono en la "guerra
de las galaxias"? No lodos son armonías sociales, políticas y económicas, se­
gún las ideologías de la Trilateral y las de la social-democracia y el neo-libe­
ralismo. La dialéctica de las contradicciones universales está por encima del
Estado de conciencia y de la voluntad de los que toman sus deseos por reali­
dades, ya que la historia y la sociedad, en cada momento histórico, se plan­
tean lo que pueden resolver. Y este dcicrm inism o está dado como una nece­
sidad histórica mientras el mundo no sea un solo país socialista, federativo y
libertario capaz de superar así los antagonismos entre las clases y entre las
naciones.
Los tecnócratas y la burguesía trilateral del Oeste y los burócratas totali­
tarios del Este pretenden dirigir la historia, la política, la economía, el deve­
nir del mundo y de la sociedad, según sus deseos de clase, pactos y convcn-

- 441-
Economía autogesüonaria

dones, compartiendo o repartiéndose el mundo, pero la realidad histórica,


económica, política y social puede ser muy diferente a la "emulación socialis­
ta con el capitalismo", a la "coexistencia pacífica" y a la mundialización de la
economía, querida por la Comisión Trilateral, en cuya cima resplandece el
Becerro de O ro adorado por las burguesías nacionales y multinacionales in­
tegradas, teniendo como núcleo al "grupo Rockefeller, gran senedrín del ca­
pitalismo mundial, cuyo templo es Wall Street.
Se pretende sustituir la revolución social libertaria (querida por los tra ­
bajadores de todo el mundo, por todos los que aspiran a la abolición de las
clases antagónicas y a la propiedad social) por una "tercera revolución" cien­
tífico-tecnológica conducida o compartida por las burocracias totalitarias
del Este y las burguesías multinacionales consorciadas del Oeste. Cronológi­
camente, la "primera revolución" fue la francesa, y burguesa; la "segunda re ­
volución" fue la rusa, y burocrática; y la "tercera revolución" sería la revolu­
ción científico-tecnológica monopolizada por las empresas multinacionales
del gran capital financiero internacional, aliado incluso con las multinaciona­
les soviéticas y compañía. De esta manera la burocracia totalitaria scudo-co-
munista y la burguesía monopolista internacional perfilarían el contorno p o­
lítico, económico y social del capitalismo a la escala planetaria en su coexis­
tencia para el siglo XXI. De acuerdo con esta política de convenios entre la
gran burguesía multinacional, la burocracia soviética, la soeial-dcmocracia
europea, el neo-liberalismo, la democracia cristiana, la tecnocracia ejecutiva
de las empresas y hasta con el consenso de las burocracias sindicales, la Co­
misión Trilateral quiere un mundo "democrático" inspirado en el consumis-
mo, en la publicidad de las ideas políticas burguesas y de las mercancías de
los "trusts", un mundo en que los usufructuarios de la plusvalía sean los bu r­
gueses, los burócratas y los tecnócratas; y a los trabajadores asalariados, del
Oeste y del Este, que los parla un rayo. H e ahí el perfil del "estilo G orba ­
chov", de la soeial-dcmocracia europea (Willy Brandt) y de la Comisión T ri­
lateral (Rockefeller), ya que, por encima de las diferencias políticas e ideo­
lógicas o de sistema económicos opuestos, está la conveniencia necesaria de
compartir la plusvalía mundial entre las burocracias comunistas y las burgue­
sías multinacionales. Los apóstoles de esta religión del capitalismo universal
pueden ser, indistintamente, ideólogos de Oriente o de Occidente, pero te­
niendo a la Comisión Trilateral como la nueva Iglesia, unificando el mundo
en el culto a la plusvalía, tanto si es privada como de Estado, tanto en el O es­
te como en el Este.
A la escala económica uivcrsal de las empresas multinacionales, cuando
su existencia depende de obtener ganancias donde sea y como sea, el Esla-
do-providcncia (oriental u occidental) 110 es contradictorio con las interna­
cionales del capitalismo unidas a las empresas soviéticas y cía. por medio de
acuerdos de empresas mixtas y tecnologías compartidas.
Tara la Comisión Trilateral y sus corifeos de distintas ideologías, el m er­
cado del bloque soviético o de China pueden dar más universalidad al capi­

-442-
El capitalismo neo —colonial de las
empresas multinacionales

talismo tecnológicamente avanzado. Por otra parte, las tccno-burocracias


scudo-conninistas ansian llegar a la "sociedad de consumo occidental" más
que al prometido comunismo y nunca realizado, especie de paraíso, no en el
cielo, como lo prometían las religiones, sino en la tierra, como lo prometen
los ideólogos soviéticos y cía.; pero que hasta el presente es un paraíso p e r ­
dido en el infierno del totalitarismo soviético que ha rebelado al C O M E-
CON.
En Oriente —bajo los regímenes de capitalismo de Estado, disfrazado de
comunismo, a fin de embaucar a los trabajadores asalariados— está sur-
guiendo una "nueva burguesía", que utiliza la propiedad estatal p ara extraer
más elevada tasa de plusvalía absoluta mayor que e n E u ro pa occidental, J a ­
pón y Estados Unidos. La posibilidad de "obtener grandes ganancias" cuan­
do faltan mercados en Occidente, cuando se acentúa la competencia comer­
cial entre europeos, japoneses y norteamericanos constituye una aspiración a
implantarse en el bloque soviético y en China con empresas multinacionales
asociadas a "trusts” de Estado. En definitiva, a esa escala dimencional de em ­
presas, lejos de un capitalismo artesanal, la asociación mixta, pero no la fu­
sión entre las empresas del Este y del Oeste, mundializa los mercados, sin
distinción de ideologías, superando la política opuesta del bloque comunista
y capitalista. En este orden de ideas, la condenación de Stalin, en el bloque
comunista, no lo ha sido por sus numerosos crímenes.políticos, sino porque
su doctrina se oponía a la "coexistencia pacífica". Sin la ideología staliniana,
el Kremlin bien puede entenderse con el capitalismo de Wall Street; pero
como indicábamos entes, el Pentágono, temeroso de que USA desarrolle el
poder tecnológico y estratégico de la URSS, no pareciera compartir la políti­
ca de la Comisión Trilateral y de sus corifeos europeos, japoneses y nortea­
mericanos. Así, pues, los "businessmen" de Wall Street quieren explotar el
mercado soviético, pero los generales del Pentágono quieren aislar económi­
ca y tecnológicamente al Kremlin no dando por terminada la "guerra fría",
que justifica los grandes presupuestos de defensa para el complejo militar-
indusl rial.
¿Cómo explicar la paradoja política y económica de que el supercapita-
lismo de las multinacionales busque la coexistencia y la coparticipación de la
plusvalía con las multinacionales soviéticas? Es que la sociedad planetaria de
las internacionales del capitalismo no tiene reparos en aliarse con los "trusts"
de Estado del llamado socialismo administrativo. Por ejemplo, en China, sc-
tleja operar a las empresas multinacionales americanas, japonesas y euro-oc­
cidentales en "zonas francas", pero a condición de que los salarios de los
obreros chinos igualen a los que rigen en las metrópolis de esas empresas,
pero no entregándoles el valor total de sus salarios totales, sino únicamente
el valor del salario chino. De esta manera, el gobierno comunista chino se
queda con una elevada tasa de plusvalía, lo cual evidencia que el supuesto
comunismo no es más que un sórdido capitalismo de Estado.
La sociedad de las multinacionales ha puesto en boga la "sociedad pos­

- 443-
Economía aulogestionaria

industrial", con mucho consumo de servicios comerciales, financieros, inmo­


biliarios y administrativos, aumentando así menos la población ocupada en la
producción de bienes que la destinada a servicios diversos: funcionarios, em ­
picados de las empresas, tecnocracia supernumeraria, personal de ocupacio­
nes "terciarios" y "cuaternarios" (información, etc.). Para m antener esta "so­
ciedad de consumo", dicha "sociedad post-industrial", haría falta que la p ro ­
ductividad del trabajo en la agricultura, la industria, la pesca, bosques,
energía aum entara anualmente más que el incremento anual de la población
ocupada en servicios. D e lo contrario se produce entropía económica acu­
mulativa por exceso de consumo improductivo que resta capital de inversión
en la producción de bienes, lo que a su vez, por envejecimiento de los instru­
mentos de producción, determinaría más bien una disminución que un au­
mento de la productividad del trabajo.
Al bajar la lasa de ganancia de las empresas multinacionales en su países
de origen éstas procuran contrarrestar csla tendencia eonómica indeseable,
inviniendo capital en países del Tercer M undo y en países del bloque sovié­
tico, dode las tasas ele salarios son más bajas, procurando así elevada tasa de
plusvalía y nuevos mercados para las multinacionales. Pero como los países
afro-asiáticos y latinoamericanos ya han sido expoliados y cargados de deuda
extranjera, ahora las multinacionales se disponen a explotar el mercado de
los llamados países socialistas, pero 110 menos endeudados alguno de ellos,
como Polonia, que Argentina, Perú o Venezuela.
La "sociedad post-industrial" generada por las empresas multinacionales,
sólo pueden subsistir si la productuvidad del trabajo avanza linealmente, p e ­
ro es que las llamadas democracias occidentales se han lanzado a un consu-
m ism o irracional, a un derroche de capitales invertidos en servicios impro­
ductivos, a un crecimiento desmesurado, en las metrópolis del capitalismo,
más de población urbana que de la rural, a 1111 aumento creciente de los'im-
pucstos, de la deuda pública y del déficit de los presupuestos gubernam enta­
les, en mayor proporción anual que el acrecentamiento del producto interno
bruto (PIB). En estas condiciones se crea un Estado caro y m alo que lo quie­
re hacer todo y, finalmente, lo descompone todo porque resta más riqueza
para la burocracia de la que redistribuye en obras productivas.
Así las cosas, la "sociedad post-industrial" cargada de deudas del Estado
y de los particulares, consumiendo mucho capital productivo en consumo
improductivo de las clases parasitarias, va e ntrando en una crisis acumulativa
en forma de "bola de nieve", como le está sucediendo a Estados Unidos: el
mayor deudor del mundo, el país con mayores déficit en su balanza de co­
mercio exterior y en el presupuesto del gobierno, lo cual ha reducido al que
fuera dolár fuerte y escaso a moneda débil y abundante, signo evidente de la
decadencia norteamericana.
Los "businessmen” de las multinacionales norteamericanas están ávidos
de ganancias, que no obtienen dentro de su país, procurando exportar tecno­
logías, capitales y mercancías a los países del bloque comunista, menos en-

— 44 - ) —
El capitalismo neo —colonial île las
empresas multinacionales

deliciados cine los países del Tercer M undo, pero con pocas posibilidades dp
pagar, como ya sucede en Polonia, Hungría y Rumania, las ganancias, intere­
ses y anualidades de los capitales recibidos de Occidente ¿Cómo constituir
así empresas mixtas soviético-multinacionales sin rublo convertible ni m erca­
do libres en el Este?
Una situación de crisis económica mundial, de "ni paz ni guerra", de
"apaciguamiento", pero de preparación de la "guerra de las galaxias", de "paz
por la fuerza", no presagia tiempos de bonanza para los pueblos que (gracias
a las ideologías soeial-demócratas, democristianas y neo-liberales o scudo-
comunistas), se prestan a ser carne de cañón. Es por eso que hace falta, en
nuestra confusa y desinformada sociedad una alternativa socialista libertaria,
de unidad del mundo a la escala planetaria, colocando al pueblo trabajador
como sujeto activo de la historia haciéndola y no sufriéndola pasivamente,
como sucede en el Occidente y en el Oriente, o el Norte y en el Sur, donde
campea el capitalismo de monopolio o el Estado-patrón.
Y cuando hablamos de un alternativa de socialismo libertario, tanto al ca­
pitalismo multinacional como al capitalismo de Estado, no tratamos de susti­
tuir la realidad económica de nuestro mundo por una mera utopía, sino que
propugnamos la instauración de una economía autogeslionaria lcd erada n a ­
cional y supranacionalmcntc, a fin de que el mundo represivo y eonllictivo
de las clases antagónicas, de las naciones rivales y de los bloques imperialis­
tas dé paso a una sociedad autogeslionaria basada en la propiedad social y
en la democracia directa.
En la empresa autogeslionaria, en los servicios sociales y públicos auto-
gestionados, a diferencia de la empresa capitalista multinacional o de la em ­
presa estatal, habrá que desaburguesar y desburocratizar la economía a fin
de acumular e invertir suficiente capital social para garantizar su reproduc­
ción ampliada anualmente. Y el ideal, en este sentido, sería reducir la ocupa­
ción de población improductiva en servicios, que ahora en algunos países ca­
si alcanza al 70% de la población activa total, y, en cambio, aumentar el p e r ­
sonal ocupado en investigación y desarrollo ( I + D ) , ya que el crecimiento
económico y de la productividad del trabajo están en función de dedicar mi­
les de científicos, técnicos e investigadores a inventar siempre una tecnología
mejor para ahorrar brazos en el trabajo material. D e esla manera la jornada
de trabajo podría descender proporcionalmente al aumento de la productivi­
dad por hombre-hora, para que el trabajo se convierta en una especie de re­
creo, una realización de sí mismo en la materia transformada, un remedio
contra el tedio de la inacción, un trabajo querido y no alienado, no impuesto
por la explotación capitalista para que sólo viva bien la burguesía.
T rabajando lodos útilmente, se entiende en producción de bienes y servi­
cios sociales y públicos 110 burocratizados, en investigación y desarrollo
(I + D) con alto porcentaje de la población activa, la economía aulogesliona-
ria demostraría que es superior a la economía capitalista de las multinacio­
nales y a la de las empresas estatales, ya que en la economía de propiedad
Economía ;uil'«gestionaría

comunitaria todos los trabajadores tendrían garantizado el derecho al traba­


jo, en razón de una cada vez más reducida jornada de trabajo, pero de muy
elevada productividad en función de la automatización creciente de la p ro ­
ducción y de los servicios sociales y públicos, de hacer mucha investigación y
desarrollo (I + D).
El trabajo humano no será liberado de la explotación de un hombre por
otro hasta que no haya más diferencia entre trabajo manual e intelectual,
hasta que el trabajo sea homogéneo sin distinción entre calificado y no califi­
cado, hasta que prácticamente todos los trabajadores sean capaces de hacer
todo, superando la vieja división del trabajo, en la cual, aún desaparecida la
burguesía, quedaría una posibilidad de constituirse "nuevas clases sociales",
como sucede en la Unión Soviética, si el socialismo libertario no hace un
gran cambio cultural y científico.
Una sociedad autogestionaria, con federaciones de industria integradas
en un consejo social de la economía (teniendo la propiedad social como in­
fraestructura, alentando la investigación y el desarrollo (1 + D) a todos los ni­
veles de las empresas de producción de bienes y servicios, dedicando una
buena parte ele la fuerza laboral a innovación e invención, a desarrollo cien­
tífico avanzado), podría sustituir con ventaja al capitalismo monopolista de
las multinacionales y al socialismo administrativo basado en el Eslado-pa-
trón. Pues, en definitiva, no se trata de ser más o menos izquierdista, realista
o utopista, sino de sustituir una economía esclavizante por una economía li­
bertaria, pero que multiplique los panes y los peces más fácil y rápidamente
que el viejo capitalismo o que el capitalismo de Estado. ¿Si 110 dónde estaría
su justificación económica, política, social e histórica?
En el socialismo libertario hay que ser desarrollisla, sin quedarse en una
economía bucólica de reducción de las necesidades humanas al mínimo,
pues el socialismo en la miseria no sería mejor que el capitalismo.- Una nueva
sociedad se justifica histórica, política social y económicamente, si crea más
abundancia de bienes que la vieja sociadad que la haya precedido; si aum en­
ta la productividad del trabajo por medios técnicos, por la automatización
del mismo, más (¡ue lo hacía el capitalismo; si garantiza el derccho al trabajo
para lodos, pero sin que las empresas se carguen de burocracia, tecnocracia
o mano de obra improductiva; si al trabajo material va unido el trabajo cien­
tífico y técnico como trabajo homogéneo sin distinción de subclase o de pro ­
fesiones eastificadas (como en la URSS); si la propiedad social es capaz de
hacer la reproducción ampliada del capital social y 110 sólo la simple; si los
trabajadores, democráticamente, gestionan directamente sus empresas y
concurren con sus bienes y servicios colectivos a un mercado autogestiona-
rio, sin planificación centralizada, con programación económica y libertad.
Sólo así el hombre, superando las clases y subclases, serán el protagonista de
suliberaeión por medio de la autogestión, único medio para su dcsaliena-
ción, superando el capitalismo de Estado (Este) y el capitalismo monopolis­
ta (Oeste), ambos basados en la usurpación de la plusvalía.

- 446-
El capitalismo neo —colonial de las
empresas multinacionales

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- 449-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

C A P IT U L O X II

CRITICA DE LA ECONOMIA NEO-LIBERAL,


DIRIGIDA Y CENTRALMENTE PLANIFICADA

Ni Kcyncs, ni Schumpcter, ni Galbraith, ni Libcnnan


ni Fricdman, ni Ilayet, ni Mises

El kcyncsianism o —como hemos dicho en otras páginas de esta obra —,


110 se ha preocupado p o r aum entar la capacidad de los consum idores p ro ­
ductivos, sino por increm entar la tasa de "consumo im productivo" acrecen­
tando p ara ello los gastos fiscales lo cual, finalm ente, conduce al "círculo vi­
cioso del subconsum o popular", que se trataba de evitar inútilm ente bajo el
capitalismo.
El dirigism o kcyncsiano vive en un m undo de ilusiones; pues cree que
im poniendo controles de precios y de salarios, de cam bios y del crédito, o
subiendo los im puestos y m anipulando las m onedas suprim e las contradic­
ciones económ icas.
El dirigismo se basa en el aum ento de los im puestos y en la prodigación
de los em préstitos públicos. A m bos procedim ientos de las finanzas públicas
tienen com o finalidad suplir la liquidez o las inversiones de las em presas in­
dustriales, de los particulares y de los bancos. Se pretende desatesorar —con
em préstitos e im puestos— una p arte del capital social en época de crisis; p e­
ro se olvida que los valores públicos pueden ser realesorados nuevam ente
negociándolos en la Bolsa. Se hace así una política de espejism o financiero
que tom a los deseos por realidades, al aum entar los déficit del presupuesto
gubernam ental y la inflación sin suprim ir la desocupación de trabajadores.
El E stad o quiere resolver ¡os graves problem as de las econom ías nacio­
nales hacia dentro; p ero no puede hacerlo; pues su esfera de influencia eco ­

-451 -
Economía autogestionaria

nóm ica fracasa hacia fuera. Y es que la ley de la división internacional del
trab ajo ha quebrado el orden clásico de las econom ías nacionales. Por más
que quieran los keynesianos, el dirigismo es lim itado a la esfera interna; pero
en el m ercado m undial, lo determ inante es la ley de la com petencia m ercan­
til, la calidad de los productos y sus precios más bajos para ir ganando más
espacios en el com ercio internacional.
F ren te a la com petencia extranjera, el E stado actúa de m uro de conten­
ción, m ediante la política de altas tarifas arancelarias, la contingcntución de
determ inadas im portaciones y la política de cambios diferenciales; pero ello
conduce a m antener altos costos internos de producción, que im posibilitan
p osteriorm ente el desarrollo del com ercio exterior para incidir luego en el
déficit de la balanza de pagos exteriores. A sí se rem edia, por un lado, lo que
se arruina p o r el otro; es com o quitar las baldosas del tejado para ponerlas
sobre el piso húm edo de planta baja.
El capitalism o dirigido no busca la b aratu ra de los productos; pues trata
de defen d er el capitalism o nacional en virtud del proteccionism o; pero éste
aum enta la carestía de la vida que no favorece a los em pleados, a los obre­
ros, a las gentes que disfrutan de ingresos fijos; aunque defiende a las indus­
trias nacionales de la com petencia internacional. P or tanto, hay que vivir ca­
ro p a ra que las burguesías indígenas sobrevivan económ icam ente. H abrá así
más trabajo; pero tam bién ham bre p era todos y, finalm ente, un insoportable
endeudam iento externo que eolapsa, con su servicio, las econom ías endeu­
dadas y atrasadas.
La "teoría del pleno empleo" falla ante la división internacional del trab a­
jo, ya que persigue que haya más ocupación interna a base de com prar m e­
nos productos externos, producidos a más bajo costo de producción que los
de producción interna. Así, pues, "el keynesianismo es un neo-m ercantilis­
mo", un retorno a las tesis m ercantilistas de Tom as M un, W illian Petty y Col-
bert, paradóijcam entc en una econom ía in tcrdcpcndicnte y planetaria.
El capitalism o m oderno, con su transfiguración dirigista, aspira a "vivir
siem pre más caro", con tal que no haya sobreproducción relativa, ni com pe­
tencia extranjera ni nacional; pero estos males no pueden curarse con el p ro ­
teccionismo, solam ente, pues ello ha colapsado las econom ías endeudadas y
atrasadas del T ercer M undo.
Los econom istas doctrinarios adm iten que el librecam bio conduce a la
desocupación. D e ahí que frente al liberalism o se im ponga el dirigismo y el
proteccionism o; pero esto no resuelve nada; pues quien no quiera dilatar su
m ercado hacia otros m ercados exteriores, estrecha su propio m ercado, p ro ­
duciendo así una crisis económ ica hacia afuera y otra hacia adentro, a causa
de que hoy el m ercado m undial condiciona-a todos los m ercados nacionales,
ya intordependicntes los unos de los otros e indisolublem ente unidos, a pesar
del proteccionism o, de los cam bios dirigidos y de las políticas restrictivas.
Los gobiernos capitalistas 110 realizan una política de rebaja de precios:
ni los fabricantes, ni com erciantes están interesados en ello porque los cm-

- 452 -
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

presarios estim an que, p a ra dar vestidos y alim entos baratos a los obreros,
habría que reb ajar los salarios, a fin de que el capitalista obtenga un m argen
mínim o de ganancia, que perm ita la reproducción simple o am pliada de su
capital.
Los em presarios piden que habría que reb ajar los salarios p ara vivir más
barato y p ara ponerse a tono con los niveles de com petencia extranjera. Si,
por ejem plo, el costo de la vida b ajara un 10%, p ara conseguirlo los salarios
obreros tend rían que declinar un 20%; pero tal política no sería aceptada
por los asalariados, p o rq u e éstos p erd erían más que ganarían, produciéndo­
se, en tal caso, m uchas huelgas obreras.
Los desunidos europeos, frente a las potencias económ icas norteam eri­
cana y japonesa, se b aten en retirad a económ icam ente en algunos m ercados;
si intentarán pasar a la ofensiva m ercantil p ara ganar el terreno p erdido te n ­
drían que realizar una pro fu n d a revolución tecnológica que perm itiera eco­
nom izar gastos im productivos p ara aum entar así las inversiones productivas,
crear fuerzas económ icas poderosas y evitar en E u ro p a una catástrofe de
grandes proporciones en su industria y agricultura. E l clam or de los cam pe­
sinos franceses, con sus "huelgas", es una "rebelión del cam po contra la ciu­
dad burguesa": presagia una segunda gran revolución, pero no ya burguesa,
como la de 17S9-93, sino social, libertaria y autogestionaria.
El aum ento de clase media, la enorm e tasa de población pasiva, los gru­
pos im productivos, el "Estado caro" y el "atraso técnico", conducen a la des­
capitalización progresiva, a las anem ia y la anom ia económ ica. Por eso, ac­
tualm ente, E u ro p a occidental está siendo sacrificada económ icam ente para
sostener a sus castas parasitarias, em peñadas en m antener un régim en eco­
nóm ico y político del siglo X IX , ignorando que estam os en el siglo XX: ép o ­
ca de la autom atización del trabajo, de la econom ía autogestionaria. T am ­
bién los países, centro y sudam ericanos, se están desintegrando económ ica­
m ente p o r su raquitism o capitalista frente al capitalism o m onopolista de
Wall Street, por su balkanización y su falta de unión superior al E stado-na-
ción, en una confederación latinoam ericana.
C uando llegue la crisis económ ica total —si es que la guerra no tiene p o ­
sibilidades de estallar —, los países europeos irán viviendo m ientras vendan o
pierdan sus inversiones exteriores del auge siglo X IX y principios del siglo
XX. Q uienes poseían esos capitales en países subdesarrollados tendrán, a la
larga, q u e proletarizarse convirtiendo sus inversiones exteriores en dinero
nacional depreciado. Con ello las naciones europeas p erd erán divisas que
habrá que ganar difícilm ente en el extranjero fren te a países como Japón,
China, R usia y E stados U nidos. C uando falten esas divisas —como ya está
suced ien d o — habrá que ablenerse de com prar en el exterior. E ntonces fal­
tarán las m aterias prim as im portadas: vendrá la crisis económ ica con todas
sus consecuencias. F ren te a este panoram a desolador de los capitalism os n a ­
cionales raquíticos subirá el nivel de producción de los países-continentes. Y
a m edida que todo m arche peor, los gobiernos descubrirán que las "solucio­

—453 —
Economía autogestionaria

nes económicas" consistirán en reducir, progresivam ente, el poder adquisiti­


vo de los trabajadores. Ya se repite hasta la saciedad, que los obreros de
otros países que los E stados U nidos deben ganar m enos para que los capita­
listas obtengan beneficios exportando más com petitivam ente al exterior; p e­
ro esta "política de hambre" p ara los obreros y del ocio para los capitalistas
tiene que conducir a la revolución popular libertaria.
Los pueblos que tienen m ucha población ociosa o parasitaria tienden a
ser colonizados p o r los pueblos más trabajadores. E n este sentido p o d ría d e­
cirse "que la ociosidad es la m adre de todos los vicios", en los países d eca­
dentes, aburguesados y burocratizados bajo un E stado caro y malo.
Las contradicciones del capitalism o, evidentem ente, abren un ancho ca­
mino hacia una econom ía de signo autogestionario o de predom inio de la
propiedad social sobre la privada y la econom ía de E stado. D esconocer esta
perspectiva constituye negar una tendencia secular de nuestro m undo, que
sólo resolverá sus contradicciones socio-económ icas en una sociedad liberta­
ria y autogestionaria.
Y a la política de controles económ icos estatales es com pletam ente inefi­
caz ante la acción indom cñable de la fuerzas económ icas, que pugnan por li­
berarse de la estructura económ ica burguesa o burocrática que las tiene
aprisionadas con las crisis cíclicas y la desocupación crónica de trabajadores.
E l desconcierto de nuestro m undo económ ico es grave y dram ático. Los
patrones, por ejem plo, pueden declarar "la ¡melga de productores", cuan­
do los precios no son suficientem ente rem unerativos a causa de su congela­
ción por el E stado. Los capitalistas pueden realizar esta política de "bloquo
económ ico contra los gobiernos dirigistas", porque ellos pueden resistir la
"huelga de productores" a causa de que los hom bres ricos no viven bajo el ré ­
gim en económ ico del "m ínim o vital" como la población asalariada. Los capi­
talistas m ediante la política de sitio por ham bre quiere dom inar al pueblo,
pero ello m arca el rum bo político de la revolución social libertaria.
Así, pues, los gobiernos débiles, a m enudo, se encuentran entre la huelga
de los p roductores (cuando se congelan los precios) y la huelga de los trab a­
jad o res (cuando los salarios bajan), deprim idos por el aum ento del costo de
la vida. Me ahí la dialéctica de la historia contem poránea, tanto en el O este
com o en el Este.
E s esta una política de situación apurada, entrre la espada y la pared,
que no resuelven los gobiernos de la clase m edia (adm inistrativa) social-dc-
m ócrata, dcm ocristiana y seudo-com unista.
E n consecuencia, el capitalism o contem poráneo se desenvuelve en un te­
rren o económ ico inseguro am enazado por las depresiones, la desocupación
o b rera y el caos en la producción. Por tanto, el m undo pareciera encontrarse
fren te al dilem a de instaurar un régim en económ ico de base autogestionaria,
o bien nos desenvolvemos a trancas y barrancas, dentro de un clima de "de­
presión crónica", que eternice la miseria y el m arasm o capitalista como su
calam idad social irresoluble e inherente al sistema y sus contradicciones.

- 45 - 1-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

La libertad en su form a burguesa tiende a diluirse en un m undo más so­


cial y m enos individual, quizá p orque la necesidad de los asalariados im pone
una solución autogestora y no egoísta. E n suma, quienes tienen hoy todo el
p o d er económ ico tendrán que perderlo com o consecuencia de la insatisfac­
ción de las necesidades populares, que exigen de la sociedad autoorganizada
colocarse por encim a de las clases, de la p ropiedad privada y del sórdido in­
terés particular. Así, pues, la sociedad se proyecta hacia un cam po de acción
m ás llibre que el E stado-burgués que, en definitiva, protege a los ricos y
oprim e y explota a los pobres.
Com o categorías antitéticas, la libertad y la necesidad se proyectan la una
sobre la otra. Q uienes tienen necesidades no disfrutan de libertades, m ien­
tras que quienes no tienen neccsidas económ icas tienen toda la libertad. Los
ricos, que, disfrutan de una am plia libertad m aterial, hacen todo lo posible
para que ésta 110 se extienda a la población asalariada, persistiendo el E sta­
do como instrum ento op resor y explotador de d a se .
E sta contradicción plantea p ara el pueblo la necesidad de crear una eco­
nom ía de autogestión, que garantice las libertades individuales a m edida que
resuelva las necesidades de toda la población, sin distinción de clases socia­
les ni privilegios p ara nadie.
U n capitalism o congelado en el principio de la escasez de bienes para
p e rp e tu a r su econom ía m ercantil individualista, es un sistema económ ico ob­
soleto en una época de gran productividad del trabajo y de la revolución
científico-tecnológica, que crean condiciones objetivas para una econom ía
de abundancia, tic más y más corta jo rn ad a de trabajo y más y más tiem po de
estudio p ara todos, a fin de superar las diferencias entre trabajo intelectual y
manual.

NI BURGUESES, NI BUROCRATAS, NI TECNOCRATAS

H ay tantas teorías o ideologías económ icas com o posiciones de clase de


los econom istas, que no son rigurosam ente científicos, sino influenciados por
sus orígenes de clase, por sus intereses m ateriales, p or sus ideologías políti­
cas, por sus privilegios profesionales.
Las burocracias estatistas han optado por una doctrina económ ica de
planificación centralizada, en el Este, oponiéndose a dem ocratizar la econo­
mía, y con ella la política, m ediante un socialismo autogcslionario al cual se
oponen, com o ha sucedido en H ungría (1956) y en C hecoslovaquia (1968),
reprim iendo a los trabajadores, que pedían su participación directa en la
gestión de sus em presas y en el control del excedente económ ico de las mis­
mas. Por otra parte, la dem ocratización, sin burocracias estatistas, implica el
funcionam iento de un m ercado socialista en que com pitan librem ente los co­
lectivos de trabajo, a fin de que el m ercado, sin capitalistas ni burócratas, au-
torrcgule la producción, la distribución, el cam bio y el consumo, a fin de te r­
Economía autogestionaria

m inar con las "colas" en los alm acenes vacíos del E stado, como está suce­
diendo en los países del C O M EC O N .
P or otra parte, las burocracias occidentales, de filiación social-dem ócrata
o los tecnócratas partidarios de la "revolución directorial” en las em presas,
se inclinan por una econom ía dirigida (doctrina kcyncsiana), que ha creado
el E stado-providencia. Tam bién esta experiencia está fracasada, pues el E s­
tado, a fuerza de elevar los im puestos, de em itir papel-m oneda insolvente,
de otorgar subsidios a las em presas nacionalizadas (p ara nacionalizarles las
p érdidas), de financiar una enorm e paro obrero, en vez de invertir capital
p a ra dar trabajo, ha creado así un E stado -p ro tector que, finalm ente, no p u e ­
de p ro teg er á nadie. El agotam iento de la política laborista, en Inglaterra, y
del socialismo, en Suecia, indicaría que el dirigismo económ ico, el reform is-
rno social-dem ócrata o socialista, en el O ccidente, está involucrando una cri­
sis económ ica estructural en que, cada año que pasa, es m ejor que el que
viene.
Y de ahí, por consiguiente, un retorno al liberalismo renovado por eco­
nom istas como Friedm an, que se oponen a los dirigistas em pedernidos como
Keyncs, G albraith y, en cierto modo, a Schum pctcr: lodos ellos ideólogos de
las clases m edias izquierdistas, de las tecnocracias y de las burocracias occi­
dentales que aspiran a disfrutar del P o d er en razón de su saber... más ideoló­
gico que económ ico. P or consiguiente nos parece oportuno analizar el pen­
sam iento, en form a sintética, de econom istas contem poráneos como F ried ­
man, Keyncs, G albraith, Schum pctcr, Libcrm an, H ayct y Mises.

JONII MAYNARD KEYNES

J .M . K eyn cs (1883-1946). Puede ser considerado como el teórico de la


econom ía dirigida sin suprim ir el capitalism o privado. Propuso el ahorro
obligatorio p ara financiar la guerra, sin duda em itiendo papel-m oneda insol­
vente que es un título al portad o r sin pagar el principal ni los intereses, lo
cual im plica la inflación m onetaria com o intrum ento político. En esc sentido,
el kcynesianism o es un m onctarism o ya que no es partidario de una m oneda
neutra y, por tanto, contrario al patrón-oro que se oponía a una m oneda elás­
tica, em itida a voluntad de la clase política social-dem ócrata, laborista, de-
m o-cristiana, etcétera.
El nazi-fascism o, en doctrina económ ica, fue tan keyncsiano como el la­
borism o o las corrientes social-ccm ócratas y dem o-crislianas, ya que todas
esas ideologías, por más antagónicas que parecieran, tenían en com ún ser
m ovim ientos de la clase m edia profesional y de la burocracia en su ascenso
al Poder, invocando la creación de un Estado-providencia al servicio del
pueblo; pero, en realidad, contra él al usurparle el excedente económ ico sin
ninguna form a económ ica cooperativa, solidaria o autogestionaria. Se diría,
pues, que tan keynesianos han sido M ussolini, H itler, Franco y Perón como
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

lo fueron A ttlee, A dcnauer, de G asperi, M ittcrand, Felipe G onzález y otros;


todos ellos pequeña burguesía profesional o burocracia adm inistrativa o p o ­
lítica, siem pre al servicio del capitalism o nacional o im perialista de las em ­
presas m ultinacionales.
La doctrina keynesiana era muy seductora, como ideología económ ica de
la clase política pequeño-burguesa, en un período histórico de m ultiplica­
ción de los "terciarios", de la clase m edia profesional, que, al condenar la
"vieja economía", condenaban a los em presarios como únicos dirigentes del
proceso económ ico. Pues, según Kcynes, el viejo capitalism o no aseguraba el
pleno em pico habiendo exceso de o ferta de bienes y servicios, pero faltando
dem anda efectiva p o p u la r , que hay que asegurarla con inversiones públicas,
con el E stado-em presario, cuando haya subinversión privada que produce
desocupación obrera.
P ara alcanzar estos objetivos de pleno em pleo, de prosperidad, Keyncs
propon e que fluya dinero del E stado hacia la econom ía nacional, aunque au­
m ente desm edidam ente el déficit presupuestario; y que baje la tasa de inte­
rés para estim ular la inversión que produzca pleno em pleo; pero a costa de
una inflación sistem ática, prim ero lenta y luego rápida, que, en fin de cuen­
tas produciría efectos contrarios, como sucede actualm ente, ya que tenem os
lo que se denom ina "stagflación" (inflación y recesión) y, lo que es peor, d e­
socupación masiva con más de 31 millones de desocupados, en 1989, en los
paíse ricos de la O C D E , donde han sido aplicadas durante m uchos años las
doctrinas kcyncsianas.
P ara Keyncs, con su m acro-cconom ía de signo m atem ático, los hom bres
y los países parecieran no existir, basando así su doctrina económ ica en un
determ inism o que se cum pliría irrefragablem ente; pero los hom bres actúan
políticam ente por encim a de los cálculos de los tecnócratas; los países se d e­
sarrollan muy desigualm ente económ ica y tecnológicam ente; y las cam bian­
tes tecnologías crean productos nuevos y países nuevos que subtituyen a los
viejos en el m ercado mundial como, por ejem plo, Jap ó n a G ran B retaña,
país debilitado económ icam ente a causa de que el laborism o abusó del key-
nesianism o com o panacea política, económ ica y social.
En oposición a la ley de los m ercados de J. B. Say, según la cual la oferta
crea su propia dem anda, ya que el dinero no hace más que de interm ediario,
Keyncs sostiene que es la dem anda efectiva la que condiciona la evolución
de la expansión económica. Y por tanto, es la política, léase el E stado-provi­
dencia, quien tiene que increm entar esa dem anda inyectando dinero para di-
nam izar el proceso económ ico. Pero levantar la dem anda con una oferta in­
satisfecha de bienes crea condiciones perniciosas como las inflaciones galo­
pantes en la A rgentina, Perú, Brasil, por ejem plo, ya estén en el Poder los
peronistas, los apristas o ¡os militares, pues 110 son distintos unos de otros al
tener en común la doctrina económ ica keynesiana, ya agotada hasta la sacie­
dad política, económ ica y socialm cntc.
El kcynesianismo, de un tiem po a esta parte, se ha convertido en un ana­

-4 5 7 -
Economía autogestionuria

cronismo, pero su durabilidad, su vigencia, estriba en que es la política eco­


nóm ica de reform istas, social-dem ócratas, neo-liberales y dcnio-cristianos,
todos ellos de extración burocrática o de clases m edias profesional, que
quieren tener el P o d er con su saber universitario, m esocrático o pequeño-
burgués. E n consecuencia, el keynesianism o debe ser superado con una eco ­
nom ía autogestionaria que logre el pleno em pleo con la cooperación y la au­
togestión, sin clases parasitarias o burocráticas, colocando al hom bre como
protagonista del proceso económ ico m ediante form as económicas, políticas
y sociales de dem ocracia directa, no delegada en la burguesía, la burocracia
o la tecnocracia de los "yuppies".

JOSEPH A. SCHUMPETER

Jo sep h A .S cliiin ip eler (1883-1950). Fue banquero y ministro de finanzas


en A ustria, políticam ente militante social-cristiano, aunque de tendencia
proclive al "socialismo de cáted ra”. E n su análisis del desarrollo capitalista
estim a que las condiciones esenciales del em presario son: iniciativa, dinam is­
mo p ersonal y, sobre todo, capacidad para la innovación cicntífico-lecnológi-
ca p ara renovar las fuerzas productivas. P ero siendo la innovación más que
la obtención de beneficio el fin del capitalista, p ara que su em presa esté co­
locada a niveles de com petencia en el m ercado, crea así un exceso de fuerzas
productivas que no puede asimilar sin crisis por invertir, a ciegas, sin tener
en cuenta la totalidad del m ercado. E n ese sentido, el dinamismo creador
del capitalism o lleva su aulodeslm cción conducente al socialismo un tanto
como devenir histórico necesario. D e ahí la vigencia de la doctrina económ i­
ca de S chum peter entre "socialistas de cátedra", social-dem ócratas y tlemo-
crislianos e ideólogos, con distintas variantes políticas, del socialismo bur­
gués.
R especto a los ciclos de p rosperidad y depresión los relaciona con las on­
das largas de K ondralicff: ciclo de la revolución de la industria textil m ecáni­
ca entre 1790-1840; ciclo de la m áquina de vapor y de los ferrocarriles entre
1840-1890; ciclo de la electricidad, del m otor de explosión; pero Schum peter
considera, en cierto modo, que el capitalism o agota sus innovaciones,no pu-
diendo así sobrevivir sin ver lo que puede inventar de nuevo; que industrias
pod rían satisfacer las necesidades insatisfechas para asegurar la durabilidad
del sistem a que p erecería más en razón de sus éxitos que de sus fracasos. Sin
em bargo, después de 1950, año en que m urió Schum peter, la industria capi­
talista ha seguido inventando sin agotarse: electro-dom ésticos, autom atiza­
ción de cadenas de producción, aviònica e industria espacial, petroquím ica,
plásticos, ingeniería genética, nuevos productos logrados en un proceso ace­
lerado de innovación, en que las patentes de invención circulan por todo el
m undo, no durando m uchos años, ya que son suplantadas y perfeccionadas
Crítica tic la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

p o r otras. Así, pues, el capitalism o no pued e perecer por falta de innovación


ya que los inventos ahora, entre su descubrim iento teórico y su explotación
industrial, hay cada vez m enos años. P or consiguiente, la innovación no se
agota con el capitalismo, sino que es im pulsada por el en razón de la ley de
la com petencia económ ica que actúa como la selección natural darwiniana.
M ás acertad a es en Schum pctcr la interpretación de los m onopolios res­
pecto a versatilidad económ ica: son superados unos por otros en función de
la m ejor tecnología aplicada por cada uno de ellos pereciendo los que em ­
plean la peor tecnología y, por tanto, com piten difícilm ente en un m ercado
agresivo a nivel nacional e internacional. A dem ás, el gigantismo industrial
engendra una tccno-burocracia que va desalojando de la dirección de las
grandes em presas a la burguesía, que delega funciones en los "ejecutivos".
Sin em bargo, estos no serán una clase dom inante, com o en el socialismo b u ­
rocrático, m ientras no tengan el m onopolio de la adm inistración, no con p ro ­
piedad privada, sino pública o nacionalizada (U RSS).
M ientras la burguesía de las grandes em presas constituya los consejos de
adm inistración de las mismas y posea el p aq u ete de acciones, los "directores"
serán dependientes de ella. En este orden de ideas, Jam es B urnham , en su li­
bro Thenianagcrialrcvoluliou sostiene que los h erederos del capitalism o no
son los proletariados, sino los "managers", los directores,los ejecutivos. Es fá ­
cil intclectualm cntc llegar a estas conclusiones, ante la "tccnocstruetura” de
las grandes em presas occidentales y ante los "directores" orientales del socia­
lism o administrativo, pero esc devenir puede ser evitado, en el O este y en el
E ste, instaurando el socialismo autogestionario, dando el protagonism o polí­
tico y económ ico al pueblo trab ajad o r auto-organizado: sin burgueses, bu ró ­
cratas y tccnócratas; sin lom ar en serio las doctrinas económ icas de clase de
Keyncs, Schum pctcr, G albraith y Cía. Todos ellos quieren que la econom ía
sea una ciencia rigurosa, m atem ática, profesional, a fin de que sus rep resen­
tantes accedan al P oder como los viejos m andarines chinos. Sólo la instaura­
ción de una econom ía autogestionaria, con el saber aconóm ico socializado,
con el E stado de clase disuelto o absorbido por la Sociedad auto-organizada,
puede em ancipar al pueblo trab ajad o r de los ideólogos del pensam iento bur­
gués, burocrático o tecnocrático.
Schum pctcr, ap arentem ente un econom ista objetivo, considera, sin em ­
bargo, que el capitalism o tiende a un socialismo de organización centraliza­
da y racional de la econom ía p ara superar las crisis y, sobre todo, el desem ­
pleo lo cual req u iere la adhesión de la m ayoría de la población. D icho con
otras palabras, la planificación centralizada, la obediencia del pueblo, el p re ­
dom inio de una "Nomcnklatura". Así las cosas, S chum pctcr es otro Keyncs
entronizando en el P oder a los "mangers" de B urnham , arreando a los trab a ­
jadores como fuerza de trabajo sin participación en la gestión de la econo­
mía, obra exehr iva de "sabios"... del P oder total p ara tccnócratas y b u rócra­
tas, o "yuppies". ' *

- 459-
Economía autogestionaria

JOHN KENNETH GALBRAITH

L a teo ría económ ica de G albraith es más bien de contenido político e


ideológico, revelando una cierta ambivalencia entre el keynesianismo y el so­
cialismo adm inistrativo, conducidos por los "yuppies" (young urban profesi-
nal), es decir los que han despuntado en la clase m edia ilustrada, los "mas-
t e r , los "asesores", los "onúcratas", los "eurócratas", la "tecnoestructura" diri­
gente de las grandes em presas nacionales y m ultinacionales. Estos
personajes, escudados tras sus títulos de "master", constituyen un prototipo
de hom bre en serie: dom inan el inglés; se visten y peinan a la m isma m oda; al­
m uerzan en los mismos restaurantes; tienen sus residencias de fin de sem ana
en las playas elegantes; leen a M arx y a Keynes para ser burócratas o teenó-
cratas en el O este y, si cabe, en el Este, o m ejor dicho, en las N aciones U n i­
das y en la Com unidad Económ ica E uropea. Por otra parte, la "tecnoestruc­
tura", de la cual nos habla G albraith, siguiendo a Burnham , com partiendo
ideales y conceptos comunes: planificación centralizada de la econom ía (p a­
ra dirigirla ellos solos) y, p o r tanto, un desprecio intelectual absoluto por la
econom ía de mercado, que identifican com o el contenido del- capitalism o
caótico, aunque el m ercado ha sido, es y será anterior y posterior al capitalis­
mo, en la m edida en que el m ercado capitalista se transform e en m ercado
autogestionario, dejando que las leyes económ icas objetivas del socialismo
autogobiernen económ icam ente a la sociedad sin sufrir la dictadura de los
burócratas del E ste o del O este.
P or o tra parte, la "tecnoestructura", llam ada a ejercer el P oder según
G albraith, tanto en las em presas industriales concentradas como con el mo­
nopolio adm inistrativo del E stado-providencia, busca sus alianzas políticas
en los sindicatos institucionalizados o dom inados por las ideologías de "iz­
q u ierd a” que p rocuran ministros y asesores p ara gobernar sin el pueblo, pero
adulándolo: política com ún de social-dem ócratas, neo-liberales, dcm ocris-
tianos y sindicalistas que hablan de los obreros, pero com portándose como
burgueses, ya que la burguesía les suele pagar a éstos las cuotas sindicales,
m ensualm entc, depositadas en los bancos.
G albraith ha escrito, en tre otros, dos libros con títulos muy publicitados:
L a era de la opulencia y E l nuevo Estado industrial; en el prim ero, trata de
dem ostrar que nuestras ideas tradicionales económ icas están muy enraiza­
das en la pobreza, el peligro económ ico y la desigualdad del pasado, no sien­
do así fácil ad aptarse a la abundancia; en el segundo, trata de dem ostrar, sin
conseguirlo con pruebas históricas suficientes, que la com petencia económ i­
ca no existe ya en la econom ía norteam ericana, dom inada por grandes em ­
presas que contratan la mayor p arte de los negocios. Sin em bargo, el m ono­
polio de dos o tres em presas sobre un producto o artículo, en buena p arte de
su m ercado nacional, es posible que se haya realizado en algunas ram as de
industria o de m aterias prim as. P ero es que, en la dialéctica económ ica, el
m onopolio a nivel nacional puede ser conseguido, pero no en los ám bitos del

-4 6 0 -
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

m ercado mundial, lo cual no es posible ni p ara una econom ía centralizada


planificada como la de la U nión Soviética.
Por otra parte, G albraith sostiene que el fin de la gran em presa no es
conseguir beneficio máximo, sino procu rar un desarrollo en seguridad, aun­
que m ás bien debería entenderse por eso, en ciertos m om entos, el sosten
económ ico del E stado y la defensa de la propiedad, en caso de comflictos
sociales o revolucionarios. Sin em bargo, el verdadero m onopolio, sin p rocu­
rar beneficio, está constituido por las em presas nacionalizadas, ya que el E s­
tado es el único que p u ed e producir con pérdidas, supliéndolas con dinero
del T esoro público p ara las em presas nacionalizadas deficitarias. Pero esta
política económ ica ha fracasado en donde se creía que había triunfado: en
m uchos países europeos com unistas y tcrccrm undistas en que la tccno-buro-
cracia ha tom ado el gobierno y las direcciones de las em presas nacionaliza­
das produciendo, a su vez, déficit en el presupuesto del E stado, más y más
pesados im puestos y, cuando estos no son suficientes, em itir aceleradam ente
papel-m oneda insolvente que produce las inflaciones incontroladas, como en
A m érica Latina, después de producirse, en 19S2, la crisis de la deuda exter­
na.
G albraith sostiene que p ara cubrir riesgos económ icos hay que fortalecer
al Estado, ya que una de sus funciones principales consiste en regular la d e­
m anda (efectiva), exactam ente como lo propuso, Keyncs, lo cual no constitu­
ye una novedad.
Por otra parte, G albraith m anifiesta que, estando el poder económ ico en
manos de las grandes em presas y del E stado que las sustenta económ ica­
m ente, las leyes del mercado, según la econom ía clásica, no rigen ya, pues el
consum idor no decide en el m ercado, sino las grandes em presas y sus cam ­
pañas de publilcidad. En suma, G albraith propone la planificación, sin "dic­
tad u ra del proletariado"; pero, en fin de cuentas, da todo el poder a la "tec-
nocstructura"; o sea, todo por el pueblo-pero sin el pueblo: vieja fórm ula del
despotism o ilustrado; antes, de los m onarcas absolutos; ahora, de los "yup­
pies", tccnócratas y de la clase política neo-liberal o socialdcm ócrata.

YEVSEI G. LIBERMAN

A sí com o Strumlin, S. G. fue un planificador de la econom ía soviética, en


sentido vcrlicalista, no dejando a las em presas m ucha autonom ía al cumplir
rigurosam ente las cifra s del G osplan, Liberm an, en cierto m odo, quiere in­
troducir más participación de los directores y los técnicos en la conducción
de las em presas, siguiendo el criterio de la eficacia y 110 el cum plim iento ri­
guroso de sus niveles de producción im puestos, desde arriba, por el G os­
plan. En este orden de ideas, más que cum plir o rebasar las cifras de los pla­
nes anuales, lo que im portaría, según Liberm an, es la obtención de un bc/tcfi
ció en las em presas confiándoles, desde abajo, responsabilidades directas
sobre costos de producción y de la rem uneración de su capital. ¿Pero ese bc-

-461-
Economía autogesíionana

n cfíelo en beneficio de quien es? ¿D e los trabajadores o de los burócratas y


de los teenóeratas?
Las tesis de Liberm an -—que dieron m ucho que hablar en O riente y en
O ccid en te—, fueron expuestas, por prim era vez, en un artículo inserto en
Pravda, el 9 de septiem bre de 1962, en el cual proponía una serie de "refor­
mas" necesarias en la conducción de las em presas soviéticas. El 11 de octu­
bre de 1965, concretando más sus reform as económicas, Liberm an propuso,
entre otras, las m edidas económ icas siguientes: los dirigentes de las em pre­
sas deben ser directam ente responsable de ellas en cuanto al em pleo de m a ­
no de obra, del salario de sus trab ajad o res y del m ejoram iento de sus condi­
ciones de vivienda. Por otra p arte las em presas soviéticas, han de estar facul­
tadas p ara recibir los pedidos de otras em presas (insum os) y de las
organizaciones, a fin de p oder producir fuera del G osplan, aunque sin p ro ­
ducirlo inconvenientes en su ejecución. Así las cosas, los excedentes econó­
micos o beneficio, fuera de los exigidos por el escalón de planificación cen­
tralizada, podrían ser reinvertidos por las em presas, librem ente, en la ram a o
sector escogido por sus direcciones. Cosa que intenta la reform a económ ica
de G orbachov a la cual se opondrán los "conservadores" del PCUS.
Liberm an —al liberar a 1a em presa de la tutela del plan del E stado, que
com prende el plan nacional y el de todas las em p resas— proponía tran sfo r­
m arlos fcn un plan program a o en una ley-program a económ ico, similar a la
práctica yugoslava, en que es com patible la planificación indicativa con los
planes propios de cada em presa, aunque Liberm an no introduce la autoges­
tión en las em presas com o sucede en Yugoslavia y, menos aún, el funciona­
m iento de una econom ía de m ercado socialista como la existente en este
país. Ello es un eterno problem a, sin resolverlo tam poco, después de conver­
sarlo mucho, p o r G orbachov y su "perestroika", siem pre dem orada por la bu­
rocracia soviética conservadora.
La reform a económ ica de Liberm an, de haberla aceptado en principio,
hubiera supuesto la llegada al P oder económ ico de la "tecnoestructura" en el
sentido indicado por G albraith. Pero la burocracia política del PCUS p e rd e ­
ría, poco a poco, el rol principal en la conducción de la econom ía y de la po­
lítica de la URSS. Tal y como están las cosas en la URSS, Liberm an iba d e ­
m asiado lejos, queriendo colocar a los teenóeratas, a los directores de em ­
presa, com o nueva "burguesía ro ja”. Y como los teenóeratas piensan en cifras
económ icas, en su bienestar, en el localismo de sus em presas, el Kremlin, si
deja em erger a su tecnocracia como una nueva clase dom inante que despla­
ce a la burocracia política del PCUS, perd ería el sentido del hegem onism o
que, como in fraestructura económ ica y tecnológica, necesita un com plejo
m ilitar-industrial tan poderoso, al menos, como el de E stados Unidos, para
que la URSS siga siendo prim erísim a potencia mundial.
El plan del E stado soviético, con todos sus defectos de desarrollo des­
proporcionado en tre agricultura e industria, entre industria pesada y liviana,
a pesar de su extrem ado rigor y de los desequilibrios que produce en la prá-

- 462-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

tica que desborda la teoría, seguirá rigiendo los destinos de la econom ía so­
viética, poniendo una m uralla de contención a la tecnocracia de las em pre­
sas, sierva de la burocracia política y m ilitar (una p arte muy infinitesimal de
la población); pero que tiene el m onopolio del P oder económ ico, político,
militar, policial, jurídico, de la inform ación y de la educación; o sea, lodo el
po d er sin com partirlo con el pueblo soviético.
P ara responder al desafío de la burguesía im perial norteam ericana, la bu­
rocracia hegcm onisla de R usia no dio paso a las doctrinas de Liberm an, ya
que era dism inuir o entregar el p oder om ním odo del PCU S tanto en política
nacional com o internacional. C onsecuentem ente, ni un G albraith es acepta­
ble p a ra la burguesía norteam ericana ni un Liberm an para la burocracia p o ­
lítica soviética. H e ahí los límites de un reform ism o im posible de la tecnocra­
cia, tanto en el O este com o en el Este.
Es difícil que los tccnócratas, en la URSS, o los tccnócratas, en USA,
puedan llegar a conducir la econom ía como clase dom inante, ya que las cla­
ses m edias son m ediocres políticam ente y, en ciertos m om entos, con sus p o ­
líticas kcyncsianas, galbraithianas o liberm anianas no satisfacen ni a las b u r­
guesías de O ccidente, (con el E stado-providencia), ni a las burocracias to ta­
litarias de O riente, debido a que las clases m edias son más consum idoras
que productoras; y en ciertos m om entos, detienen el desarrollo económ ico
con sus rentas parasitarias, con su enorm e consum o improductivo. D e ahí
que haya perd id o vigencia, en el O este y en el Este, la econom ía doctrinal o
de ideología tccnocrática, a lo G albraith, y la "tecnocstructura", a lo B urn­
ham, o las burocracias ascendentes, a lo Schum pctcr o de los "directores” a
lo Liberm an.
La reform a de la econom ía soviética, de la ([lie tanto se ha hablado y nun­
ca se ha hecho* pareciera una misión imposible d entro del E stado-patrón,
del m onolitism o del PCU S, del com plejo m ilitar-industrial soviético y de la
dictadura, no del proletariado, sino de la burocracia soviética.
En el curso de unas tres décadas, desde que L iberm an planteó la reform a
de la econom ía soviética en 1962, han pasado Jruchov, Brezhnev, C h ernen­
ko, A ndropov, G orbachov como líderes suprem os, acum ulando en una sola
persona el pod er om ním odo del PCUS y del E stado total. Este poder ilimi­
tado, om nipotente y om nisapiente, en un hom bre semi-dios, sólo lo tuvieron,
en la historia de la hum anidad, los regím enes de despotism o asiático, los F a ­
raones, los Incas, los reyes asirio-caldco-babilónicos y ciertos sultanes, por
no citar tam bién, a los señores feudales en sus dominios, como dueños de vi­
das y haciendas.
Sin reform a política, en el sentido de convertir la dictadura burocrática
en dem ocracia directa, socializando al E stad o m ediante la auto-organización
de la Sociedad, llevando la autogestión a las em presas y el autogobierno a to ­
dos los escalones federativos del autopoder, la URSS puede ir de mal en
peor, incluso retornando al capitalism o como solución económ ica, lo cual
constituye un rem edio peor que la enferm edad que se intenta curar urgente­
mente.

-463-
Economía uutogcslionaria

Si las em presas m ultinacionales de O ccidcnle p enetraran en la U RSS y


en los países del C O M E C O N , asociándose en form a mixta con las em presas
estatales, sería p ara percibir una alta tasa de plusvalía, propia del salario b a­
rato que rige en estos países. Sin em bargo, una econom ía estatatizada, muy
burocratizada, desintegrada, ya que no existe un verdadero m ercado en la
URSS, con un rublo inflacionario e inconvertible, difícilm ente pueda aso­
ciarse con em presas m ultinacionales europeas occidentales, norteam erica­
nas y japonesas. Ello explicaría que durante casi tres décadas la econom ía
soviética trate de reform arse de palabra, p ero quedando igual así misma, sin
cam bio sustancial alguno, desde Stalin a G orbachov...
U na econom ía de pobreza franciscana, con una gran escasez de bienes
de consumo, con grandes "colas" p ara conseguirlos a las puertas de los alm a­
cenes vacíos del E stado, con exceso de producción de arm am entos sofistica­
dos y subprodueción de alimentos, tiene a la URSS en una situación crítica,
si a los problem as del desabastecim iento se añaden los de la independencia
propugnada p o r los nacionalism os bálticos, de M oldavia y de los países cau­
casianos. Q uizá él nacionalism o insurgente, de las clnias dentro del Im perio
soviético, no hubiera aflorado tan violentam ente como lo ha hecho en la épo­
ca de G orbachov, si la situación económ ica de la URSS no se hubiera d ete­
riorado aceleradam ente.
D u ran te unos setenta años, la URSS, desde Stalin a G orbachov, práctica­
m ente no ha cam biado en lo esencial, pues el cambio de un L íder suprem o
por otro, no ha supuesto, necesariam ente, cam bios en la superestructura po­
lítica burocrática ni en la infraestructura económ ica. E n esc sentido, todo
pareciera haber cam biado, pero siem pre se ha quedado en lo mismo.
E n consecuencia, ningún tecnócrata como Liberm an, podría cam biar na­
da sustancial en la URSS, ya que dar más autonom ía a las em presas, menos
poder al E stado, más independencia a las nacionalidades y un poco más de
dem ocracia al pueblo, supondría, por reación en cadena, quitarle la adm inis­
tración de la plusvalía de E stado a una reducida "Nomenklatura", que tiene
el m onopolio de la riqueza y del pod er om ním odo. Y si en O ccidente la bur­
guesía 110 cede su pod er de clase, sin com batir, en O riente, en la URSS y
cía., no h abría paso de la dictadura burocrática a form as de dem ocracia di­
recta o filo-burguesa, sin que haya rebelión popular y de las nacionalidades
oprim idas d en tro del Im perio soviético, el último de los imperios, quizá no
por m ucho tiem po.
Los trab ajad o res soviéticos, particularm ente los m ineros en su huelga ge­
neral de 19S9, no pidieron sólo aum ento de salarios y más aprovisionam iento
de bienes de consum o, pidieron tam bién la autogestión de sus em presas y
más participación política pasando de la dictadura de la burocracia a un so­
cialismo autogcslionario, contrario a la dictadura económ ica de la burguesía,
a la m anera occidental, y a la dictadura burocrática, a la m anera del PCU S y
de su socialism o adm inistrativo.

-46-4-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

MILTON FRIEDMAN

Fricdm an, M. P rofesor de la U niversidad de Chicago, defensor de la eco­


nom ía de m ercado como H ayet y Mises, partidario de la liberación del p re ­
cio del oro y de los tipos de cam bio fluctuantes de las m onedas y, doctrinal-
m ente, continuador de la línea m onctarista de I. Fisher. Su obra más popular
es Libertad de elegir, p ero su libro esencial es C apilalism a n d freedom ,
donde defiende los m ecanism os económ icos del libre m ercado, reprocha a
los em presarios su falta de dinamismo, que ha esclerosado al viejo liberalis­
mo, y los hace responsables de predicar, por un lado, la libertad económ ica,
la libre em presa, m ientras que, por el otro, aceptan o prom ueven la pro tec­
ción de "carteles" y... del E stado caro dirigisla.
En el "nuevo liberalismo" de M illón Fricdm an, la libre em presa, no signi­
fican que los patrones puedan hacer lo que quieran, pues hay que crear un
sistem a económ ico donde la com petencia m ercantil y el libre juego del m er­
cado sean los guías y vigilantes de lo que hay que hacer por m edio de la "ma­
no invisible" de las leyes económ icas, en el sentido indicado por A dam
Smith. No obstante, Fricdm an considera que una buena política m onetaria,
restringiendo hasta lo necesario la intervención del E stado, puede regular el
proceso económ ico corrigiendo algunos defectos del "laissez Taire". En este
orden d e ideas, estima que la dem anda de m oneda supone la dem anda de al­
guna form a de capital que, a su vez, significa una influencia decisiva sobre
los precios que, al mismo tiem po, dependen, económ icam ente, de la oferta
m onetaria y, sobre todo, de la m enor o mayor abundancia de crédito otorga­
do po r ¡as autoridades m onetarias. Por otra parte, Fricdm an repudia la polí­
tica de increm entar los im puestos, acrecentar del déficit presupuestario
del gobierno y em itir m oneda insolvente, abusando de la inflación, aunque
con ello se trate —com o estima K eyncs— de aum entar la dem anda efectiva.
Por consiguiente, Fricdm an es contrario a la m oneda fácil y a los impuestos
elevados que han creado o financiado las aberraciones financieras del E sta ­
do-providencia, gran dem iurgo de Keyncs y, sobre todo, de G albraith, apolo­
gista del advenim iento al Poder de la "tecnoestructura", esto es, en O cciden­
te, de la burocracia política y de la tecnocracia em presarial. En este sentido,
el O este, con la burocracia encaram ada en el E stado-burocrático, podría
darse la m ano con la burocracia soviética, haciendo del m undo un "paraíso"
en el centro de cuyo cielo estaría la "tecnoestructura" del Este y del O este,
sin burguesías y sin "Nomenklatura" soviética, y con un proletariado pasivo
en lodo el mundo.
E ste destino de nuestro mundo, que sería el ideal de econom istas como
G albraith y Liberm an, 110 es com partido por econom istas neo-liberales como
Fricdm an, Hayet y M ises p ara quienes la burguesía todavía lienc una misión
histórica que cum plir en el desarrollo del capitalismo, que no se aulodcslru-
yc con sus éxitos, según Schum pctcr, ni es superado por las tecnocracias in­

—465 —
Economía an (oyes lion aria

dustriales, com o estim a G albraith, sino que es capaz de "evolucionar",, de "se­


guir duran d o ”, ya que es esencialm ente, "m ejor que el socialismo de tipo so­
viético", según los ideólogos y econom istas del neo-liberalismo.
Estam os, pues, frente a una polém ica entre econom istas neo-liberales,
ideológicam ente burgueses, y econom istas de tipo dirigista, representantes
de la clase m edia profesional, que en esta hora del m undo, adulando al p u e­
blo, quieren todo el P oder p ara ellos, pero sin el pueblo. U nos y otros, di­
ciendo que la econom ía es una ciencia, hacen prevalecer sus respectivas
ideologías o políticas de clase; quieren rep resentar el interés gucneral por
m edio de una "ciencia" (ideología) del interés particular de una clase no p ro ­
ductora, u surpadora del excedente económ ico sin dar participación a los tra ­
bajadores en su gestión, distribución e inversión, ni tam poco en la gestión di­
recta de sus em presas, de sus econom ías locales, regionales y nacionales. En
suma, que Friedm an, al presentarse como el A nti-G albraith, se postula como
el econom ista teórico de la burguesía (cuando ésta ya no p u ed e explotar más
¡a econom ía dirigida keynesiana) y, al contrario, G albraith, (cuando el kcy-
nesianism o es insuficiente p ara salir de la crisis) quiere en el O ccidente un
régim en económ ico, sin revolución, p ero con el mismo contenido que el sis­
tem a soviético, aunque con otra form a política. En ambos casos, el pueblo
trab ajad o r tendría que sufrir la explotación y la opresión o de las nuevas b u r­
guesías neo-liberales o de las tecnocracias planificadoras y centralistas de ti­
po neo-soviético, Así las cosas, de esta polém ica entre burgueses ilustrados y
teenóeratas neo-m arxistas el pueblo trab ajad o r no tiene donde elegir, pero
debe hacer algo p ara salir del m arasm o económ ico actual, de la inflación sis­
tem ática, de la desocupación, de la depresión, instaurando una econom ía au-
togestionaria que, desaburguesando o desburocratizando la econom ía en el
O este y en el Este, haga posible la gran revolución industrial y tecnológica, la
socialización del saber y de la inform ación, para que todos los hom bres sin
excepción sean capaces de asum ir la historia en paz y libertad, poniendo la
riqueza en com ún asegurando para todos el derecho al trabajo, sin falsas
ideas sobre la "plena ocupación" keynesiana, doetrinalm ente tecnocrálica.

FRIEDRICH A.IIAYET

Hay el, F. A. Un econom ista ferviente partidario de la libertad económ ica


como condición básica ele la libertad política, lo cual es posible, no con el di-
rigismo económ ico de tipo keynesiano o con la econom ía centralm ente pla­
nificada, sino en función de un libre m ercado, de la espontaneidad del siste­
ma económ ico. H ayet rechaza la creciente intervención del E stado determ i­
nada por las crisis económ ica, que no resuelve sino que la acum ula y la
difiere p a ra más tarde: ¡n f¡ación m o n d a ria creciente que, en fin de cuentas,
genera más desocupación que la que quería evitar con la aplicación de m edi­
das keynesianas.
P ara H ayet, la principal responsabilidad de la "slagflación" (alza de los

— 466 —
Crítica (le la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

precio y desocupación) corresponde a la aplicación de la teoría económ ica


keynesiana que, por q u erer resolver el paro con inversiones públicas proce­
dentes del déficit presupuestario del gobierno, cica más inflación y, final­
m ente, más desocupación. En csic orden de ideas, H ayet infiere que si Key­
ncs viviera no sería kcyncsiano sino liberal.
Hayet, en su libro sobre ¿ In fla ció n o e m p le o ? (U nión Editorial, M a­
drid, 1976), dice acerca de Keyncs lo siguiente: "Probablem ente m ucho más
im portante que este perjuicio de m oda frente al m étodo científico, atractivo
p ara los econom istas profesionales, son las im plicaciones políticas que el sis­
tem a kcyncsiano presenta. Les ofrecía a los políticos'no sólo un m étodo rápi­
do y barato p a ra aliviar el sufrim iento hum ano, sino que tam bién les aliviaba
a ellos de aquellas m olestas restricciones que les im pedían alcanzar la popu­
laridad. El gastar y los presupuestos deficitarios se consideraron de pronto
la representación de las virtudes. Se argüyó, prcsuasivam cnlc incluso, que el
continuo gasto gubernam ental era muy m eritorio, dado que llevaba a la utili­
zación de recursos hasta entonces no usados y que esto 110 sólo 110 ' costaba
nada a la com unidad, sino que aportaba una ganancia neta”. (O br. Cit. p.
42).
Así, em itiendo papel-m oneda insolvente, aum entando el déficit presu-
puctario gubernam ental, haciendo inflación nacional c inflación internacio­
nal del dólar por los acuerdos de B rctlon W oods, ajustando los pagos inter­
nacionales sobre la base de los países con superávit y no exigiendo a los p aí­
ses con déficit que se contrajeran, se ha desquiciado el sistem a económ ico
mundial soportando un cuarto de siglo de inflación.
A nte estas condiciones económ icas viciadas de naturaleza, H ayet piensa
que sin ad o p tar rem edios eficientes, fuera de las recetas kcynesianas, sería
imposible evitar el "krach" internacional, determ inado por la persistente in­
flación en todo el m undo y, sobre lodo, por las enorm es deudas exteriores
del T ercer M undo. E m itiendo más m oneda se p odría evitar el "krach” 1111 d e­
cenio más, p ero finalm ente la crisis económ ica latente se convertiría en una
gran depresión. Y tal y com o están las cosas, el O ccidente, en econom ía, se
desliza hacia la crisis, y quizá, persistiendo en los errores actuales, al querer
salvar las instituciones del m undo entero, pero a destiem po, quizá no se ha­
ría más que agravar la situación de crisis.
Sobre el socialism o administrativo, de m odelo soviético, Hayet piensa
que sus tesis sobre "el socialismo no es que a m edias es injusto; sino que es
totalm ente falso”. Por consiguiente, Hayet, menos progresivo que Fricdm an,
predica 1111 liberalism o de 11laissez l'aire"; aunque am bos tienen en común te ­
sis muy parecidas sobre el kcyncsianismo, el dirigismo y el planismo; son en
cierto modo, los apologistas de la econom ía de m ercado libre; pero con un
retorno al capitalism o clásico, lo cual tam poco es una opción válida para el
capitalism o ya que precisa, en estos tiem pos, de la ayuda del E stado para
"nacionalizar pérdidas de em presas en déficit" y financiar paro obrero. Así
las cosas, el am or a la libertad y la libertad de m ercado, sin introducir como

-467-
Economía áutogestionaria

sustitución del kcyncsianism o y el socialismo burocrático, y como planifica­


ción y libertad, el socialismo de autogestión, H ayet y Fricdm an no son más
que la vuelta al capaitalism o tradicional que, por sus propios m ecanism os in­
ternos, p roduce la crisis económ icas cíclicas, lo cual quería ser evitado por .T.
M . Kcynes, G albraith y los planificadores de socialismo burocrático.
Estam os, pues, en un m om ento crítico de las doctrinas económ icas que,
sin quererlo se han convertido en ideologías de la burguesía o de la tecno-
burocracia, dejando así de tener suficiente valor científico p a ra asegurar la
paz, la prosperidad, el pleno em pleo, el desarrollo económ ico y tecnológico
en el m undo. P or consiguiente, sólo hay una alternativa: la instauración de
un m odelo de crecim iento económ ico autogestionario que coloque al hom ­
bre como protagonista del proceso económ ico y tecnológico, sin clases diri­
gentes burguesas, burocráticas o tccnocráticas. Sólo así el proceso de desa­
rrollo económ ico será diáfano, poniendo la riqueza al servicio de la Sociedad
y no del E stado, del pueblo trab ajad o r y no de la "élite" del Poder.

LUDWIG YON MISES

M ises, V on L. : (1881-1973). C onsiderado como uno de los teóricos más


destacados del neo-liberalism o, crítico del m odelo soviético y elaborador de
una doctrina como alternativa al socialismo. E n su obra fundam ental titulada
H um im aclion considera que lo más característico de nuestra época son las
guerras devastadoras, la desintegración social y la insuficiencia teórica de la
ciencia económica.
P ara M ises la suerte de la civilización m oderna, que los pueblos blancos
han desarrollados en más de 200 años, está indisolublem ente ligada a la
suerte o la eficacia de la ciencia económ ica. A sí las cosas, esta civilización
p erecerá inevitablem ente si las naciones se em peñan en practicar doctrinas
económ icas contrarias al funcionam iento del libre m ercado, a fin de que los
precios en m oneda estable inform en, objetivam ente, a las em presas y a los
consum idores y de que el cálculo económ ico sea posible, ya que la ausencia
de precios, sin com petencia económ ica en el m ercado, bajo un sistem a como
el soviético, 110 perm ite el funcionam iento de una econom ía debidam ente
cuantificada y autorregulada sin necesidad de un costoso y burocrático ap a­
rato de planificación centralizada.
Sin una intervención del m ercado, los costos de producción no serían re ­
ales y, en consecuencia, lodo cálculo económ ico —según M ises— no es ver­
dadero. Fie aquí, al respecto, lo que dice em pleando sus propias palabras:
"Precisam ente (en el E ste) ningún factor de producción será jam ás objeto de
libre intercam bio, será im posible así determ inar su valor m onetario... E l di­
nero nunca p o d rá desem peñar en un E stad o socialista la función que cum ple
en una sociedad concurrcncial p ara la determ inación de los valores pro d u c­
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

tivos. E l cálculo en térm inos de dinero será imposible... No habrá m anera de


determ inar lo que es racional, p o r lo que, evidentem ente, la producción nun­
ca p o d rá dirigirse en base a consideraciones económicas... E n lugar de la
econom ía basada en el m étodo de producción "anárquico", se colocaría la
producción sin pies ni cabeza de un aparato absurdo. Las ruedas girarían en
el vacío" (1).
A firm ar que es incom patible el socialismo con el cálculo económ ico ra ­
cional no es verdad, si bien en los sistem as de socialismo burocrático, con
una rigurosa planificación centralizada, los precios no se form an según la ley
del valor-trabajo desarrollada p o r M arx. Sin em bargo la econom ía auto ges­
tionaría es la única que cum ple la ley del valor-trabajo, ya que la autogestión
coloca al trab ajad o r en el centro del proceso económ ico como gestor directo
de sus em presas, cuyos productos, bienes o servicios pasan por la form a
m ercancía, p ero sin la existencia de capitalistas a la m anera com o los define
M ises. El m ercado autogestionario form a los precios com petitiva y objetiva­
m ente, p ara que sea posible el cálculo económ ico real. Así, pues, el socialis­
mo autogestionario, com o econom ía racional, realizado en la prátiea, en un
m lalistas, dem uestra que Mises, al idealizar el liberalismo, pierde de vista
que el régim en económ ico más libre, si estuviera extendido m undialm cnte el
m odo de producción autogestionario, realizaría objetivam ente las leyes eco­
nómicas, sin tom ar los deseos p o r realidades.
L a p ropiedad social, con m ercado autogestionario, con com petencia
económ ica en tre grupos de trabajo asociado, constituye la alternativa a una
econom ía en crisis bajo las contradicciones inherentes a la propiedad priva­
da (O este) y a la propiedad estatal (E ste). Por tanto, la alternativa de nues­
tra época "de guerras y de desintegración social", de agotam iento de la doc­
trinas económ icas y de las ideologías políticas, 110 es volver a un liberalismo,
que lia dem ostrado históricam ente su caducidad y su inopcrancia económ i­
ca, sino instaurar un socialismo autogestionario que, sin capitalistas, podría
realizar la arm onía económ ica y social, superando las depresiones económ i­
cas, ios antagonism os bélicos entre las naciones y entre las clases sociales. Ni
la propiedad privada, con liberalismo, ni la propiedad estatal, con socialismo
burocrático, resuelven las contradicciones de nuestra época, sino la dem o­
cracia directa, en política, y el socialismo de autogestión o la em presa auto-
gestionada, en econom ía, funcionando autorrcgularm ente sobre el principio
de que todo lo que pueda hacer la sociedad auto-organizada no lo haga el
E stado, único m edio de llegar a su extinción, en una sociedad sin clases,
donde el buen autogobierno de la econom ía social hace innecesarios los go­
biernos de clase, 110 superados p o r el de m atiz "libertario", pero burgués, de
Mises, H ayet y Friedm an.

1 Ludwig vori Mises, P i e W i r l s d i a l s r c r h n u n " ini soyialislisrhcn ycm cinwcs cs.

-469-
Economía autogestionaria

EDVARD KARDELJ

P ara este teórico del socialismo yugoslavo de autogestión, la crisis del ca­
pitalism o contem poráneo es un proceso que ya dura m edio siglo y que se es­
tá convirtiendo en la crisis del m undo, una crisis de sistem a vinculada a los
facto res de desarrollo económ ico y social, im bricada en los im portantes
cambio estructurales que ha experim entado el capitalismo. E n este orden de
ideas, una crisis de sistem a no p u ede ser resuelta con m edidas m onetarias
(Fricdm an) o con aum entar el déficit del presupuesto de los gobiernos o dis­
m inuir la tasa de interés p ara estim ular la inversión y con ella increm entar la
desocupación. Sería dem asiado fácil la solución de una crisis sim plem ente
con aum entar o dism inuir la cantidad de dinero o reducir la tasa de interés,
pues la realidad es que, luego de medio siglo de estas experiencias económ i­
cas, hay m ucha inflación y m ucha desocupación, estando endeudado hasta
más no p o d er el E stado-providencia. E stas políticas han fracasado en la p a­
tria de Keyncs (Inglaterra) y en Suecia, donde el "milagro sueco" se convierte
en crisis, en países industrializados y subdesarrollados, ya que una crisis es­
tructural se resuelve cam biando las estructuras socio-económ icas y políticas
anacrónicas y no sólo recurriendo a m ecanismos m onetarios, impositivos,
cam bíanos o bancarios.
Según K ardelj, "la crisis del m undo capitalista se ha agravado con el d e­
rrum be del sistem a colonial” (...) "que se ha derrum bado en un lapso relati­
vam ente breve, o sea, en poco tiem po, lo que dem uestra evidentem ente que
su liquidación se ha convertido esencialm ente ya en necesidad a largo plazo
del capitalism o m onopolista contem poráneo". Y de ahí derivan las causas de
los conflictos N orte-Sur, entre países industrializados y subdesarrollados:
unos, ricos; otros, pobres; opuestos los unos a los otros, porque la p rosperi­
dad y la riqueza se polarizan hacia el H em ifcrio N orte y la pobreza y el a tra ­
so hacia el H cm ifcrio Sur. E stas contradicciones, dentro del sistem a colonial
eran am ortiguadas, ya que ¡os países colonizados estaban dentro de los m er­
cados y del sistem a m onetario y de los países industrializados. Si a los con­
flictos en tre la burguesía y el proletariado de los países industrializados, se
sum an las contradicciones entre países industrializados y subdesarrollados y
los antagonism os en tre ios bloques m ilitares opuestos, la gran crisis de nues­
tra época no puede ser conjurada con las recetas del keyncsianismo y del
friedm anism o, en el O este, y con el libcrm anismo, en el E ste, lo cual indica­
ría que la gran solución a la depresión mundial consistiría cu establecer una
econom ía autogestionaria universal y federal.
P ara K ardelj, ni el Estado-providencia,al estilo kcyncsiano, en su m odelo
más seductor que sería el "socialismo sueco", ni el socialismo administrativo",
(U RSS) no constituyen una solución económ ica, política y social, ni en el
O este ni en el Este, sino una dem ocracia socialista autogestionaria donde el
trabajo se asociaba con sus m edios de producción. Si ello fuera el m odo de
producción universal, garantizaría la plena ocupación, la prosperidad y la li-

- 470-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

bcrtad p a ra todos, siem pre que cutre los trab ajad o res y el capital no m edien
ni los "tccnocstructuralistas" de G albraith, ni las tccno-burocracias de L iber­
man, ni el dirigismo burocrático-burgués, com o en la econom ía dirigida de
Kcyncs, Schum pctcr y G albraith.
"... la autogestión —dicc K ardclj — no es la form a de cierto neo-liberalis­
mo económ ico, ni el pluralism o autogestor es una com petencia espontánea e
ilim itada de diversos intereses parciales, sino la autogestión es un sistema
económ ico, político y dem ocrático que posibilita al trabajador m anifestar li­
brem ente sus intereses auténticos, pero que a la par le organiza dem ocráti­
cam ente p ara arm onizar estos intereses, p ara resolver los conflictos y para la
orientación social".
"... ni la gestión del trabajo corriente —afirm a K ardclj —, ni la obtención
del ingreso, ni su disposición ni participación en el proceso de la re p ro d u c­
ción am pliada (del capital social), son asuntos del E stado, es decir, de su
aparato, ni del m onopolio tecnocrático, arbitrariam ente im puesto, sino son
asuntos de las relaciones entre los trab ajad o res mismos, las que —con a rre­
glo a sus in tereses— ellos realizan en el m ercado, en el libre intercam bio de
trabajo por el acuerdo social y la concertación autogestora, en la Coligación
de los trabajos medios, en la obtención y distribución del ingreso realizado
conjuntam ente, etc. E m pero, aunque se trata del sistema de autogestión d e­
m ocrática, estos intereses,de todos modos, no p ueden m anifestarse ni reali­
zarse p o r cierto autom atism o, por cierta libertad absoluta, por cierta com pe­
tencia espontánea en el m ercado o en las relaciones m utuas, o en form as si­
m ilares de liberalism o económ ico clásico (1),
Y es que el m ercado autogestionario no es la concurrencia económ ica de
los capitalistas, sino el aporte de los bienes y servicios por los trabajadores
asociados con sus m edios de producción, sin interm ediarios onerosos, sin es­
peculadores privados, todo ello en beneficio de ios trabajadores y de los con­
sum idores.

LOS ECONOMISTAS RADICALES

Los econom istas radicales norteam ericanos surgieron de la lucha contes­


tataria de 1968, de las m anifestaciones contra la guerra del Victnam , tanto
en las universidades com o en la calle, denunciando al capitalism o m onopo­
lista norteam ericano, que debe ser descentralizado en com unidades de ap ro ­
piación colectiva de los medios de producción, pero sin planificación cen tra­
lizada burocrática a la m anera de m odelo soviético. E sta "New Left" (Nueva
Izquierda), se pronuncia contra el E stado socialista planificador: propone
una descentralización democrática constituida por millares de com unidades
de tipo cooperativo, integradas en regiones económicas, estableciendo nue­
vos servicios sociales y públicos no burocratizados; es decir, diversas formas
1 ii. K ardclj. V ías de la dem ocracia en la sociedad so c ia liz a . B elgrado, 1978.

- 471-
Economía autogestionaria

de autogestión o de trabajo asociado; sustituir al capitalism o de los "trusts"


por una sociedad pluralista y decentralizada, donde la riqueza creada por to­
dos en em presas de base autogestora debe beneficiar a todos en un sistem a
económ ico-social basado en la cooperación y la autogestión.
C uestionan los econom istas radicales norteam ericanos el sistem a de eco­
nom ía clásica, principalm ente el m arginalism o y el keynesiauism o.R cspccto
al m arginalism o objetan su doctrina en el sentido de que cada individuo se
com porte, económ icam ente, de m anera racional siguiendo su propio interés
que coincide con el de todos p ara que la sociedad alcanze la mayor eficacia
posible, el opim o económ ico, sin desperdicio de fuerzas productivas; pero,
en la realidad, ese individualismo es falso; pues tales planteos quedan des­
m entidos por los hechos, por las contradicciones conducentes a las crisis
económ icas y a las luchas de clases, habida cuenta de que el sistem a econó­
mico capitalista con sus estructuras de p ropiedad es contradictorio en tre ca­
pital privado y trabajo asalariado.
P or otra parte, el keynesianismo, con su teoría de la ocupación y del inte­
rés, no consigue la plena utilización de las fuerzas productivas, la moviliza­
ción de los recursos naturales y hum anos, la plena ocupación, como política
económ ica determ inada por la inversión pública, la m anipulación de la tasa
de interés, el déficit del presupuesto del E stado y otros m ecanism os econó­
micos de tipo m onctarista, que no suprim en sino que difieren las contradic­
ciones económ icas y sociales inherentes al capitalism o desarrollado del H e ­
m isferio N orte o subdesarrollado del H em ifcrio Sur.
P ara corregir estas insuficiencias de la doctrina económ ica clásica, del
m arginalism o y el keynesianismo, los econom istas radicales proponen un ré ­
gimen económ ico basado en la propiedad social, pero sin la existencia del
m ercado. H e aquí algo incongruente en la teoría económ ica de esta "Nueva
Izquierda", pues si quiere la máxima libertad y el m enor centralism o, porque
este conduce al burocratism o, una econom ía social sin libre m ercado auto-
geslionario, necesariam ente conduce a la planificación centralizada y, por
tanto, a la dictadura de la burocracia, al control de todo y de lodos.
No abogam os, pues, por la existencia de un m ercado especulador, donde
concurren los productos del trabajo asalariado, y que es controlado por los
capitalistas industriales, m ercantiles y financieros, sino por un m ercado so­
cialista autogestionario donde rige una sana com petencia entre productores
directos, asociados librem ente con sus m edios de producción, sin que m e­
dien la burguesía o la burocracia como clases dirigentes.
H e b e rt M arcusc, filósofo que influyó notablem ente en los contestatarios
de 1968 y en las ideas básicas de la Nueva Izquierda, al criticar el régimen
capitalista, acerbam ente, se expresa en estos té rm in o s:"... hace falta que sea
instaurada la socialización de los m edios de producción" (...) "y una econo­
m ía planificada o rientada hacia la abolición de la pobreza y la penuria". (D e­
claraciones a "Le M onde" el 10 de mayo de 1974).
Y la lógica económ ica y política dem uestran que si se planifica la econo­

- 472-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

m ía los planificadores no quieren servir sino m andar;centralizar y no liberali­


zar; burocratizar y no dem ocratizar; de donde se deduce que la idea de p la­
nificación, si no es una planificación con libertad, que tenga como basam en­
to de la econom ía la em presa autogestionaria, todo plan centralizado condu­
ce al socialismo adm inistrativo, a entregar el P oder político a las burocracias
totalitarias y el p o d er económ ico a las tccno-burocracias libcrm anistas o
"tecno-estructuralistas" galbraithianas; deja así el pueblo trabajador de ser el
protagonista activo de la historia, de la econom ía y de la política.
Los econom istas radicales norteam ericanos, im pregnados ideológica­
m ente p o r G albraith, sobre la creciente im portancia de los intelectuales en
el "Nuevo E stad o Industrial", rechazan la idea del m ercado, quizá porque de
existir éste, com o instrum ento del socialismo de autogestión y de ajuste auto­
m ático económ ico, d ejarían asi las "élites" del saber de detentar el P oder m e­
diante la planificación tccno-burocrática.
El m ercado, en si, no es malo ni bueno sino lo malo o lo bueno de él resi­
de en quien lo controla: si facilita el intercam bio socialista de bienes y servi­
cios cum pliéndose la ley del valor-lrabajo, que es la de la solidaridad y de la
equidad económ ica, cosa que no sucede en la econom ía capitalista regida o
dom inada por los m onopolios o en una econom ía estatizada, controlada por.
las burocracias totalitarias, a fin de que los trab ajadores no superen el trab a­
jo asalariado bajo el E stado-patrón.
E n Yugoslavia, con socialismo de autogestion, funciona el m ercado so­
cialista: "... los bienes m ateriales se producen, en principio, para el intercam ­
bio, es decir la venta, que en condiciones norm ales las relaciones m utuas en ­
tre pro d u cto r y consum idor se establecen en el m ercado, como relaciones de
vendedor y del com prador y que el m ecanism o de la oferta y de la dem anda
form an los precios, que en determ inadas condiciones equilibra las posibili­
dades productivas de la sociedad (o ferta) con sus necesidades (dem anda),
en lo que atañe a una determ inada clase de producto, de m ercancía. D e
acuerdo con esto, los trab ajad o res y sus organizaciones de trab ajo asociado
tienen que seguir los cursos del m ercado interno y externo y adecuar su acti­
vidad a sus exigencias, tanto a en lo que atañe al volum en como a la estructu­
ra y la calidad del producto" (1).
Al d ejar circular los bienes y servicios producidos por el trabajo asocia­
do, dentro de un m ercado sin especuladores, sin capitalistas ni m ercaderes
usurarios, los trab ajad o res son dueños de sus productos y de realizarlos en el
m ercado, no el E stado dueño de todo y de todos, a fin de que la dem ocracia
económ ica, en ¡a base, perm ita la creación de una adm inistración más de las
cosas que de los hom bres, una Federación y no un E stado clásico, opresor y
explotador. H e ahí lo que parecen no haber com prendido los econom istas
radicales norteam ericanos que, el p roponerse la planificación y la supresión

1 A u to g estió n socialista yugoslava. —N ociones fundam entales, ed ic io n e s CAS.


B elgrado, 1980. pp. 188-189.

- 473-
Economía autogestionaria

del m ercado, caen así en lo que quisieran evitar: el centralism o, el b u ro cra­


tismo, el totalitarism o.
L a crítica de los econom istas radicales norteam ericanos sobre la p ro p ie ­
dad privada de los m edios de producción y del m ercado capitalista como un
negocio de los m onopolios es correcta, pero el m ercado, si es abolida la p ro ­
piedad privada de los m edios de producción entregándolos a los trab ajad o ­
res en form a de em presas autogestionarias, deja de ser un m ercado especu­
lativo; es autorregulador espontáneo —sin crisis— de la ley de la división so­
cial del trabajo, m ediante la arm onía de las ram as de producción o de
servicios, ya que los trab ajad o res en sus em presas autogestionadas tienen
asegurado su derecho al trabajo (plena ocupación efectiva).
Sin em bargo, una sana com petencia socialista en cantidad y calidad de
productos p ara los consum idores que en el m ercado se deciden cada día por
lo m ejor y más barato, obliga a todas las em presas a producir en com peten­
cia; a los autogestores a no com erse el capital, a seguir inviniendo, a tener
m ejores equipos de producción, a increm entar la productividad de su trab a­
jo, a exportar en com petencia a los m ercados internacionales para ganar di­
visas solventes con las cuales pagar las im portaciones de m aterias primas,
energía inorgánica, p atentes novísimas, m aquinaria autom atizada; en fin,
convertir a sus em presas en laboratorios de investigación, en escuelas-fabri­
cas donde se trab aje y se aprendan todos los secretos de la industria; a fin de
que todos sepan hacer todo, p ara b o rrar la división del trabajo entre manual
c intelectual, en tre no calificado y técnico, entre ejecutado pasivam ente y di­
rigido burocráticam ente.
La existencia de un m ercado socialista autogestionario no se opone, sino
que se com plem enta, económ ica y tecnológicam ente, con un plan nacional
de desarrollo económ ico y tecnológico, donde se program a la econom ía n a­
cional a corto m ediano y largo plazo, a fin de no dejarlo todo librado a la im ­
provisación o a la espontaneidad del proceso económ ico. La planificación
económ ica democrática debe procu rar la am plia participación de los trab a ­
jad o res y de los ciudadanos en sus municipios y regiones; pero desde abajo
hacia arriba, desde los planes de las em presas autogestionarias hasta el Plan
E conóm ico Nacional; y no, desde arriba para abajo, como sucede en países
de socialism o burocrático, donde el pueblo produce pero no participa en la
gestión de sus em presas ni en el rep arto del excedente económ ico producido
con su trabajo en ellas.

ANTINOMIAS ECONOMICAS DEL CAPITALISMO

L a desalienación del hom bre asalariado (dependiente del capital privado


o de E stado, que él p roduce pero que se le escapa de las manos, porque hay
clases dom inantes o parasitarias) sucederá en la historia de la hum anidad el
día en que la econom ía sea autogestionaria, desaburgucsada y desburocrati-

- 474-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

zada, diáfana en sus relaciones de producción, consumo, cambio y distribu­


ción.
Las leyes económ icas se buscarán sus propias determ inaciones, indepen­
diente del estado de conciencia y de la voluntad de los econom istas, de los
capitalistas, de los estadistas o de las burocracias, m ientras el capital no esté
al servicio del trabajo p ara potenciarlo, tecnificarlo y liberarlo.
Si el capital es trabajo pasado acum ulado, pero desposeído de él el trab a­
ja d o r p a ra dom inarlo en vez de liberarlo, el proceso económ ico, social y p o ­
lítico no irá hacia una sociedad m ejor sino quizá peor, y a q u e las antim onios
entre el capital y el trabajo crean una sociedad conflictiva, bélica, proclive a
las crisis económicas, convirtiendo así la riqueza en causa de miseria, tan só­
lo por m antener los interese egoístas de las clases y las naciones dom inantes.
Las categorías económicas, m ientras no haya una econom ía autogestio-
naria universal, serán antagónicas unas respecto de otras, no po rq u e ello es­
té en sí en ellas, sino p orque la sociedad es así de clases antagónicas, o de
naciones im perialistas o hegem onistás unas con relación a otras. M ientras no
sea instaurada una econom ía autogestionaria universal, las categorías econó­
micas serán contradictorias, com o puede apreciarse en el cuadro siguiente:

C U A D R O D E C A T E G O R IA S E C O N O M IC A S
C O N T R A D IC T O R IA S D E L C A PITA LISM O

Factores dialécticos en que cada categoría es opuesta a otra

—OFERTA: (si aumenta).......................................................... DEMANDA: (no es igua!)


-CAPITAL CONSTANTE: (crece).............................................CAPITAL VARIABLE: (decrece)
—SALARIO: (aumenta)............................................................. PLUSVALIA: (disminuye)
—VALOR DE USO: (un producto abunda)...............................VALOR DE CAMBIO: (disminuye)
—MERCANCIA: (aumentan las unidades de ella).................... PRECIOS: (bajan)
—DINERO: (se hace escaso)................................................... INTERES: (sube)
—POBLACION: (decrece el capital por persona).....................EMPOBRECIMIENTO: (crece)
—T RA BA JO (aumenta la productividad de é l)......................... DESOCUPACION: (aumenta)
—BURG UESIA: (disminuye, en número,
pero más rica)...............................................PROLETARIADO: (crece)
—PROSPERIDAD: (aumenta sin contrapartida de
expansión en el consumo).......................CRISIS: (detiene el auge)
—INVERSION (aumenta la tasa de )..........................................CONSUMO POPULAR: (decrece)
—COMPETENCIA: (abierta)..................................................... MONOPOLIO: (tiende a anular la competencia)
—CAPITAL: (aumenta, se moderniza, automatiza)..................GANANCIA: (disminuye por unidad de capital)
-PROD UCCION E S SOCIAL: (en cuanto a cooperación
de los trabajadores en las......
fábricas).................................APROPIACION: (es individual)
- PRO D UCCIO N E S MUNDIAL (mercado es mundial,
multinacionales)...............NACIONES SUBDESARROLLADAS: (pierden su inde­
pendencia económica y se empobrecen)

Tales son, en tre otras, las principales contradicciones económ icas del
m odo capitalista de producción. El capitalism o de E stado puede suprim ir o
atenu ar algunas de ellas, pero no superarlas definitivam ente, como evidencia
la crisis en la URSS. Sólo el socialismo autogestionario supera las contradic­
ciones capitalistas: pero 110 lim itándose a la escala nacional, sino instaurado

-4 7 5 -
Economía autogestionaria

en todo el m undo, no en una sola nación, sino en todas partes como nuevo
m odo de producción.
La dialéctica de estas categorías económ icas contradictorias prueba que
el capitalism o es un régim en extrem adam ente contradictorio: se basa en la
pro p ied ad privada de los m edios de producción, en la producción social y la
apropiación privada, en el capital dom inando al trabajo, en antim onias que
hacen del capitalism o una categoría histórica perecedera, no un régim en
eterno, com o lo p reten d en los econom istas burgueses y tecno-burócratas.
Las entidades contradictorias salario-plusvalía, capital constante-capital
variable, inversión-ahorro, com petencia-m onopolio, burguesía-proletariado,
trabajo-capital, valor de uso-valor y de cambio, sólo prueban que el capitalis­
mo privado o de E stado tienen un devoenir histórico p erecedero por la p ro ­
pia dinám ica de sus contradicciones. E n estas entidades contradictorias, se
opera un desarrollo desigual entre sus dos polos conslutivos; pues lo particu ­
lar tiende a lo general, lo pequeño a lo grande, lo inferior a lo superior, lo
dom inado a lo dom inante, lo determ inado a lo determ inante. T al es la ley del
devenir dialéctico contrario a la inm utabilidad de los seres, las sociedades y
las cosas; aunque los econom istas dogm áticos no lo crean así con sus ideolo­
gías anacrónicas.
El paso del E stad o capitalista al autogobierno social es una necesidad
histórica p ara resolver contradicciones e injusticias y para utilizar fuerzas
productivas que, sin crisis y sin guerras, ya no p uede absorber el capitalismo.
La degradación económ ica del capitalism o, más su degeneración política
m oral y cultural, lo condenan a perecer, p o r la misma dialéctica con que el
feudalism o agotó su existencia histórica, política, económ ica y social.
No es posible que p erd u re un régim en de producción y de distribución
que tiene necesidad, p ara p erpetuarse, de hacer guerras locales o mundiales,
destruir enorm es masas de riquezas (crisis económ icas), desem plear a m illo ­
nes de obreros, subsidiar a los cam pesinos p ara que no siem bren dem asiado
trigo, a fin de m antener altos los precios de los granos. No se explica que
pued e m antenerse un sistem a en que decrece, el núm ero de burgueses (cada
vez m ás ricos) m ientras aum enta concom itantcm entc el núm ero de p ro le ta­
rios, de asalariados.
El capitalism o es superado por su propia dinám ica económ ica: a m edida
que aum enta la m asa de capital constante (m áquinas, energía m ecánica, etc)
dism inuye paralelam ente el capital variable (fondo de salarios). Ello p ro d u ­
ce paro tecnológico, lo que prueba la im posibilidad para el capitalism o de
digerir su propio progreso económ ico sin crisis económicas, huelgas, guerras
civiles, luchas de clases. P or consiguiente, la pacificación de la sociedad re ­
quiere su auto-organización com o dem ocracia asociativa, libertaria, directa,
autogestionaria.
El capitalism o está al borde de su final histórico: la com petencia m ercan­
til, que era su ley de oro, se ha transform ado en su contrario: m onopolios,
"trusts", "cárteles", "pools". C onsecuentem ente, la libre com petencia interna­

-476-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

cional en el m ercado m undial ha producido un falso internacionalism o, que


ha conducido a las guerras im perialistas, p o r el rep arto de los m ercados y de
las riquezas naturales de los países subdesarrollados, bajo el signo del im pe­
rialism o o del hegemonism o.
P a ra salir de las crisis económ icas y de las guerras im perialistas, hay que
expropiar a los expropiadores burocráticos o burgueses m ediante el socialis­
mo de autogestión y la p ropiedad social.
Si el capital privado no es socializado, la hum anidad puede verse envuel­
ta por ello en grandes guerras, siem pre más m ortíferas que una revolución
social que, al instaurar el socialismo de autogestión, acabaría con las guerras
y luchas de clases, con el mal inherente a lo inhum ano en la historia.
E l dilem a de nuestra época es: paz, con socialismo de autogestión en el
m undo, o auto-destrucción de nuestra civilización por no resolver a tiem po
las contradicciones económ icas, políticas y sociales que lo conducen al ap o ­
calipsis, dejando que hagan la historia el hegem onism o y el im perialism o
que, con arm as atóm icas, pueden destruir la civilización.
M ientras el pueblo no se interese directam ente por conducir la econo­
mía, la política, la adm inistración, la cultura, la ciencia, la inform ación y la
revolución científico-tecnológica, todas las revoluciones serán ideológicas,
pero no lógicas: ideales, pero no reales: donde lo único que cam biará será la
clase dom inante de turno en el Poder, quedando así irridento el proletariado
creado p o r el capitalism o.
Si las categorías económ icas son antagónicas, como hem os visto en el
cuadro anterior, ello sucede p orque lo antagónico no son las categorías del
pensasam icnto económ ico sino las clases sociales, el sistem a socio económ i­
co universal, ya que, en una sociedad antagónica, p ara que unos ganen otros
tienen que p erder. Así, por ejem plo, para que m ejore la situación de los p a í­
ses im perialistas o hegem onistas, tiene que b ajar el precio internacional de
las m aterias prim as exportadas por los países subdesarrollados. E n este o r­
den de ideas, cuando sube el tipo de interés en W ashington o en L ondres,
aum entan las deudas externas (por alza de los intereses debidos) en los p aí­
ses afro-asiáticos y latinoam ericanos.
Si el m undo fuera uno, con desarrollo paralelo y proporcionado, sin "car­
tel" del petróleo, sin m onopolios m ultinacionales, a favor de unas naciones y
en contra de otras; si hubiera un federalism o universal, teniendo como basa­
m ento el socialismo (sin hom bres pobres ni ricos, sin países ricos ni pobres,
inviniendo en la producción de alim entos lo que ahora se gasta en la produ-
ción de arm am entos), la paz sería p erp etu a ¡Qué difícil es p ara el hom bre
llegar a la edad de la razón!
E n cam bio p a ra los econom istas la p rosperidad depende de que se ad o p ­
ten sus fórm ulas mágicas: "libre empresa", "libre m ercado" y "no intervención
del Estado" en los asuntos económicos, pero m anipulando m ecanism os m o­
netarios, crediticios, cam bíanos y la tasa de interés bancarios, según los inte­
reses de la burguesía. E n este sentido, se expresan econom istas com o Liber-

-4 7 7 -
Eco il o m ia a u t oges t i on a ri a

man, Ilay ct, von M ises y otros. Al contrario, para los dirigistas y los planistas
la prosperidad, la plena ocupación y el progreso económ ico, dependen de
o rientar la econom ia con intervención del E stado, suprim ir el m ercado por
m ecanism os de planificación centralizada o indicativa, sustituir la libre em ­
presa p o r la em presa pública y entregar la condución de la econom ía a la
"tecnoestructura dirigente" que lo hace todo y lo sabe todo en beneficio de
todos, aunque m ás bien sea en provecho de millones de tecno-burócratas
surgidos al calor de la econom ía dirigista (keynesiana) o de m odelo soviéti­
co. E n este o rden de ideas, cabría destacar las posiciones doctrinales de
Keyncs, S chum pctcr y G albraith, como los más representativos, en O cciden­
te y a Liberm an, en O riente, que propone atenuar 1a planificación centraliza­
da dando más libertad a los directores de las em presas soviéticas. E n reali­
dad, todos ellos, sin decirlo, estarían de acuerdo con la "revolución" de ¡os
directores o "managers", según la doctrina tccno-burocrática de Jam es B urn­
ham, ideólogo de los "yuppics".
P ero lo que realm ente 110 se han dado cuenta estas escuelas económ icas
es del hecho de que las contradicciones económicas, que liemos indicado en
el "cuadro de categorías económ icas contradictorias del capitalismo", 110 se
resuelvan con fórm ulas mágicas económ ico-m atem áticas, hecha abstracción
de la infraestructura de clases antagónicas, de las form as de propiedad y de
E stado, de la entropía económ ica creciente del sistema económ ico bürocra-
tizado y de que, en fin, m ientras no exista una econom ía aulogestionaira 110
se resolverán con fórm ulas m atem ático-económ icas o con rigurosa planifica­
ciones centralizadas, lo que el pueblo puede y debe resolver gestionando sus
em presas, su autogobierno, sus asociaciones de econom ía social, cultural,
científica e inform ativa en la sociedad auto-organizada, dcsaburgucsada y
dcsburocratizada. U nicam ente así saldríam os, de una vez por todas, de la
crisis económ ica, política y social inherente a un sistem a que ya no funciona
ni con Fricdm an, ni G albraith, ni Liberm an.

LA S O C I E D A D P O S T - I N D U S T R I A L

L a sociedadpost-induslrial (en la cual se habían puesto tantas esperanzas,


con sus creciente productividad, sus mcgalópolis, su consum o de masas, su
prosperidad, su relativa ocupación) se va viniendo abajo. Especialm ente en
los países escandinavos, E stados U nidos, Inglaterra, C anadá, H olanda, J a ­
pón, Bélgica, D inam arca, Francia, H olanda, España, Italia, quizá porque
creció más la inflación que la producción, los im puestos más que el producto
interno bruto, la deu d a pública más que el ingreso fiscal, el ahorro m enos
que la necesaria tasa de acum ulación y de inversión de capital.
El equilibrio de clases, la arm onía social, la conciliación de los conflictos
sociales, la distribución de la ren ta nacional para igualar, en lo posible, los
ingresos personales m ediante un E stado-benefactor, inspirado en la ideolo­
gía social-dem ócrata o social-cristiana, tuvo su "edad de oro" en las décadas

-478-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

1960-70, entrando en el periodo de ¡as "vacas flacas" a p artir de 1973, cuando


com enzó la crisis energética mundial: preludio de una gran depresión acu­
mulativa y de m ayor alcance que la crisis de 1929^33.
El m odelo de desarrollo económ ico, con el E stado como epicentro de la
econom ía, lia generado, en e l curso de unas décadas, una frondosa b u ro cra­
cia que derro ch a el excedente económico, consum ido im productivam ente en
su mayor parte. Ello genera inflación desocupación, déficit insondable en las
finanzas públicas, devaluaciones m onetarias, increm ento de la deuda interna
y externa (¿yendo así hacia una crisis económ ica sin salida en los finales del
siglo X X y comienzos del siglo X X I?).
Hay, pues, que cam biar el m odelo de desarrollo económ ico, dando más
participación a la sociedad y m enos al E stado; desburocratizar la adm inistra­
ción pública; abolir controles económ icos, financieros, cam biados y crediti­
cios del E stado; auto-organizar a los consum idores en grandes em presas au-
togestionarias de pueblos, villas y barrios; desarrollar la agricultura en base a
la constitución de com plejos cooperativos integrados; autogestionar las in­
dustrias con consejos de em presa donde se asocien el trabajo, el capital y la
técnica; convertir m uchos servicios sociales y públicos en cooperativas o em ­
presas autogestionarias; arm onizar las econom ías nacionales m ediante fed e­
raciones de industrias, de producción o de servicios, convergiendo en un
Consejo de la E conom ía Social (CES); constituir los autogobiernos locales,
com arcales, regionales, federados en un cogobicrno nacional, con menos
burocracia y más com putadoras, con delegados directos al CES y no con
profesionales de la política (m in istro ^ directores, diputados...).
La "sociedad post-industrial", que todo lo que produce quiere consumirlo
rápidam ente, prom ueve las ventas m ediante la magia de la publicidad. A sí se
consum e por consum ir obligando a que el sujeto asalariado se com porte co­
mo un objeto, com o m ercancía entre las m ercancías, com o si el ser para sí
fuera p ara otro (alienación del ser por la cosa).
La prensa y la TV deben crear, con capitalism o, la imagen de un hom bre
m edio, con vida cotidiana intranscendente, sep arada de las dem ás vidas de
la sociedad, a fin de que no se produzca la rebelión de los oprim idos contra
los opresores, si aquéllos llegaran a descubrir en éstos ¡as causas económ i­
cas, políticas y sociales de su conciencia desdichada (alienada).
E n la sociedad de consum o organizada por quienes la dirigen, el hom bre
consum idor debe ser conform ista, condicionado (sin darse cuenta de ello)
por los objetos que el fabrica, pero que se los apropian y venden los capita­
listas. D e esta m anera, el p roductor desposeído de sus m edios de produc­
ción, asalariado por el capital, produce todas las bolitas del juego capitalista,
pero sólo recibe algunas de ellas, para que el juego siga durando.... A sí el
que p roduce bajo un sistem a de trab ajo enajenado, no autogestionado, re­
produce, sin saberlo, el sistema de su alienación.
Ideólogos, filósofos, periodistas, sacerdotes y otros que alienan al pueblo
con doctrinas de dom inación de las m ayorías por las minorías, em plean mi-

- 479-
Economía autogestionaria

lloncs de toneladas de papel y de tinta p ara m antener al hom bre alienado,


som etido al im perio de las necesidades, sin disfrute de la libertad económ ica
y política.
M ientras el p roductor sea un juguete de las fuerzas económ icas, que el
mismo ha creado, pero que no controla directam ente, toda dem ocracia será
una dictadura m istificada. D onde el trabajo asalariado-no sea superado por
el trabajo asociado o autogestionado, el hom bre no será el sujeto de la histo­
ria, sino anim al de consum o de m ercancías, convertido el mismo en m ercan­
cía, su cuerpo y alma. Sin superar la alienación del ser p o r la cosa, m ediante
una inform ación dem ocrática, el hom bre-m ercancía nunca será libre con su
conciencia desdichada, más que a condición de instaurar una econom ía au-
togestionada, socialista y libertaria.
H ay que renovar la vieja política: su división de poderes tradicionales es
anacrónica; pues en su estructura sólo gobierna la burguesía (en la econo­
mía) y la burocracia (en las finanzas públicas, la judicatura, las fuerzas arm a­
das, los estam entos sindicales, los partidos políticos); pero ello excluye al
pueblo de la cosa pública. Sólo la dem oocracia directa, la autogestión, la
cooperación, la más am plia participación popular en todo, puede sacar a
nuestra sociedad de la p rofunda crisis en la que la han m etido las burguesías
m onopolistas y las burocracias totalitarias. Pues si la crisis es rep artid a entre
todos, así, entre todos, será resuelta.
Las ideologías expresan las aspiraciones de los dirigentes de los partidos
o de las organizaciones que quieren adm inistrar el P oder como cosa propia,
haciendo del E stado su Olim po colocado sobre la Sociedad oprim ida y ex­
plotada.
El hom bre debe expresar su ser genérico: sin diferencias de clases, cas­
tas, razas, naciones o regiones, religiones o filosofías. Al hom bre para ser
universal, hay que darle, si es p roductor directo, la gestión directa de sus em ­
presas, sus cooperativa, sus servicios sociales, el derecho a los productos de
su trabajo y al rep arto del excedente económ ico de su em presa, instaurando
un socialismo libertario.
P ara que el hom bre sea libre, en la Sociedad auto-organizada y no bajo el
E stado-patrón, tiene que gozar de atributos esenciales: iguales derechos y
deberes; igualdad de condiciones y de oportunidades; libertad económ ica y
política; derecho al trabajo; educación generalizada; pues sin educación no
hay participación del pueblo en nada; sin el saber para el pueblo, siem pre
ten d rá el p o d er la burocracia, la burguesía, las clases dom inantes.
Las em presas autogestionarias, las cooperativas, las m utualidades, los
servicios sociales y públicos com unitarios, las grandes em presas autogestio-
nadas, las federaciones por ram as de producción o de servicios, perm iten
que,el pueblo participe directam ente en su auto-gobierno económ ico, adm i­
nistrativo y político. Tal sería el más barato de todos los gobiernos: desburo-
cratizado, convertido en sociedad auto-organizada; sería así el verdadero go­
bierno del pueblo, por el pueblo y p ara el pueblo.
Y esto, en el siglo XX, no es utopía sino realidad, ya que la llam ada so-

- 480-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

ciedad post-industrial, con su gran desarrollo económ ico y tecnológico, con


los ordenadores y los "robots", con las cadenas de producción autom atizadas
o sem i-autom atizadas, crea tal cantidad de fuerzas productivas que estas no
cabcn, sin crisis y sin guerras, sin conflictos sociales y guerras civiles, en el
estrecho m arco político, económ ico, jurídico y social del capitalism o privado
o de E stado. E n este sentido, la natural evolución de la sociedad post-indus­
trial no es la econom ía dirigida por tecnócratas, según K eynes, Schum pctcr y
G albraith, ni el neo-liberalism o de Fricdm an, H ayet y Mises, ni la tecnocra­
cia de los directores, de Liberm an, sino la econom ía autogestionaria y la so­
ciedad libertaria auto-organizada.
La sociedad post-industrial, según la definen los sociólogos y econom is­
tas de los países industrializados, p areciera que ha llegado al máximo de d e­
sarrollo económ ico y tecnológico, aunque todavía está en el comiczo de la
autom atización del trabajo, de la civilización de los ordenadores y de los "ro­
bots", de los cuales los países industrializados apenas cuentan con unos m i­
llares, como puede verse en el cuadro siguiente:

PO B L A C IO N D E R O B O TS P O R PAISES
Países 1970 1974 1977 1978 1985
Suecia 100 160 600 — 3100
A lem ania occidental — 113 — 700 8800
G ran B retaña — 136 — — 3208
Italia — 93 — 350 4000
E stados U nidos 200 1200 2500 7000 20000
Japón — — — — 70000

FUENTE: Syntcc/Industry.

H acia finales del año 1983, el total de "robots" autónom os, que aprecian
su entorno y se ad ap tan de una m anera autónom a, era de 13.000 en Japón,
6.250 E stados U nidos, 3.500 A lem ania occidental, 1.300 Suecia, 1.152 G ran
B retaña, 950 Francia y 790 Italia.
El precio de los "robots" más sencillos era de 8,5 millones de yens, pero
los más com plicados e inteligentes, se vendían a 16,8 millones de yens, p re­
cios de 1983. A diferencia del hom bre, sin em bargo, sólo pueden realizar ta­
rcas aisladas: soldadura por puntos, m anuntención de m ateriales, pintura a
pistola y otras tareas no integradas en las cadenas de producción en serie
donde el hom bre todavía es insustituible, pues el "robot", por más m aravillo­
so que se lo presente, no tiene la conciencia, la voluntad y el albedrío del
hom bre. Pero, si según parece, algunas em presas robóticas del Japón se dis­
ponen a que los "robots" fabriquen a sus sem ejantes se p ro d u c iría así una ley
de la herencia sólo atribuíblc a los seres vivientes. Así, pues, si se m ultiplica­
ra la población robótica aum entaría el paro obrero, habría m enos contribu­
ciones a la Seguridad social y, en consecuencia, la autom atización del trabajo

-481-
Economía autogestionaria

sólo sería asimilable, sin traum as económ icos y sociales, en una econom ía de
interés social, no individualista ni cstatista, es decir, en la econom ía autoges­
tionaria. Es necesario que todo lo que se gane en productividad por la infor-
m atización y el em pleo de una nueva generación de m áquinas telccom anda-
das p o r ordenador, no produzca más perjuicio que beneficio creando una
desocupación en m asa y, quizá p eo r aún, utilizando la gran productividad al­
canzada p o r las m áquinas de control num érico, para que crezca la b u ro cra­
cia y la tecnocracia supernum erarias, que consum irían im productivam ente el
excedente económ ico, apropiado p ara realizar, plenam ente, la sociedad au­
togestionaria: sin clases, sin explotación del hom bre por el hom bre, con so­
cialismo y no con capitalism o privado o de Estado.
La sociedad post-industrial, con capitalism o m onopolista o con capitalis­
m o cstatista, que utilizan el excedente económ ico conseguido por el trabajo
autom atizado en beneficio de las burguesías nacionales o m ultinacionales o
de las burocracias totalitarias, no conduce ni a la paz ni a la prosperidad, a la
plena ocupación, al bienestar p ara todos, sino a la sociedad m ercantil capita­
lista en beneficio de las em presas que m onopolizan el m ercado con sus cam ­
pañas de publicidad masiva, que tratan al hom bre como animal de consumo
despolitizado.
Al aum entar la tccnificación de la producción m ediante la inform atiza-
ción en casi todos los dom inios de la producción y de la adm inistración, al
crecer la población de "robots" y el núm ero de ordenadores, al autom atizarse
cada vez más el trabajo simple como trabajo inform atizado, afluyen a las em ­
presas m odernas, no trabajadores poco calificados, buena p arte de ellos p ro ­
venientes del cam po, sino trabajadores calificados, técnicos, especialistas,
form ados en escuelas técnicas y en universidades, un proletariado tecnológi­
co que es capaz de gestionar las em presas directam ente sin la mediación
onerosa de las burguesías del O este o de las burocracias del Este: unas, cn-
quistadas en la econom ía de propiedad privada; otras, en la propiedad esta­
tizada. P ara superar estos sistemas de clases, que no superan los antagonis­
mos sociales ni garantizan la p rosperidad y el trabajo para todos, el proleta­
riado de la sociedad post-industrial tiene que liberarse por m edio de la
propied ad social, de la dem ocracia directa, de la autogestión de las em pre­
sas en la agricultura y en los servicios sociales y públicos, pues sin autoges­
tión 110 hay liberación del hom bre. L a autom atización del trabajo no la asi­
mila, sin producir grandes crisis económ icas y sociales, el capitalism o priva­
do o de E stado, sino el socialismo de autogestión.
B ajo el signo de la sociedad post-industrial se ha increm entado, gracias al
aum ento constante de la productividad del trab ajo en la industria y la agri­
cultura, el núm ero de em pleados, burócratas de todo tipo, funcionarios,
"cuellos blancos", profesionales im productivos que han increm entado acele­
radam ente la banda porcentual de la clase m edia respecto de la clase obrera
y de los campesinos.
Com o en países muy industrializados y de gran m ecanización de su agri­

-482-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

cultura se necesita siem pre m enos cantidad m edia de trabajo socialm ente
necesario p ara p roducir una unidad de p roducto industrial o agrario, se p u e­
de así aum entar, paralelam ente con el acrecentam iento de la productividad,
la burocracia im productiva de toda clase. P or consiguiente, la creciente p ro ­
ductividad del trab ajo no beneficia a sus creadores, a los trabajadores, sino a
Sos capitalistas-em presarios y a la clase m edia interm ediaria entre la burgue­
sía y el proletariado, en.el O este, y a la burocracia y a la tecnocracia, en el
E ste, o en países de socialismo adm inistrativo, de econom ía centralm ente
planificada.
E n el O ccidente, la sociedad post-industrial no term ina con la inflación,
la desocupación, el increm ento de los im puestos, sino que estos m ales se
acrecientan con la instauración del Estado-providencia,q u c se apropia, en
algunos países, más del 50% del producto interno bruto (PIB). A sí el E sta­
do-benefactor, instrum ento político de las clases m edias profesionales, que
se presentan como populistas contra los capitalistas, se constituyen en las
usufructuarias de esc E stado, no del pueblo sino de la clase política prove­
niente de la clase m edia, y que se queda con el P oder en nom bre del pueblo;
pero, a la larga, contra el pueblo ya que el E stad o-protector sólo protege a
quien lo m onopoliza: las burocracias políticas y adm inistrativas que hablan­
do en socialistas o populistas proceden en capitalistas.
Si la sociedad post-industrial deja crecer las clases m edias parasitarias a
un nivel prohibitivo, el E stad o será cada vez más malo y más caro, tragándo­
se la m ayor p arte del excedente económ ico producido en las industrias y la
agricultura. P ero p u ede llegar un tiem po en que aum ente tanto los im pues­
tos y la em isión de papel-m oneda insolvente que no quede capital noble para
inversión, p ara p roducir bienes concretos, en cuyo caso lo que produciría el
im puesto excesivo no p odría reproducirse económ icam ente, ya que el E sta ­
do no p u ede quedarse con todo el beneficio, ni en un sistem a de capitalism o
privado ni de E stado.
E l E stado-patrón, en el E ste, y el Estado-providencia,en el O este, ya sea
como exponente del m odelo soviético o del m odelo sueco, tiende a confiscar
la m ayor parte del excedente económ ico producido por el trabajo asalaria­
do, nunca renum erado en proporción de su productividad, en función de ca­
da vez m ayor autom atización de la producción en la agricultura, 1a industria
y los servicios. A pesar de este gran progreso económ ico y tecnológico, del
em pleo de los o rdenadores electrónicos, que conectados a term inales susti­
tuyen a gerentes, tecnócratas y burócratas, el funcionariado en e.l aparato
del E stad o y en la adm inistración de las em presas, no disminuye proporcio-
nalm ente al increm ento de la autom atización de las tarcas burocráticas. D e
esta m anera, se consum e im productivam ente una gran parte del excedente
económ ico de bienes, que deberían ser invertidos, en form a de capital social,
para acelerar el progreso económ ico y tecnológico a fin de que los trab aja­
dores, con pocas horas dedicadas a la producción, crearan una econom ía de
abundancia, dejándoles m ucho tiem po de trabajo libre p a ra su perm anente

-4 8 3 -
Econom ía a u toges ti ona ria

educación tecnológica, científica y cultural. Así, sin duda, se crearía un tra­


bajo hom ogéneo que sería igualm ente rem unerado para todos, teniendo to­
dos igualdad de condiciones p ara ser elegidos a todos los cargos rotatorios,
dentro de un sistem a de dem ocracia industrial autogestionaria, en las em ­
presas, y de dem ocracia política directa, en los autogobiernos locales,regio­
nales, nacionales o m undial, según la situación o la época.
L a llam ada sociedad post-industrial, que nos parece poco lógico el con­
cepto, ya que la industrialización nunca será post, pues hasta la total au to ­
m atización de la producción, del trabajo m anual y m ental, siem pre habrá p o ­
sibilidad de avanzar en el constante increm ento de la productividad del tra ­
bajo.
Las naciones que más progresen en su acelerada reconversión industrial,
en progreso científico y tecnológico, p odrán com petir ventajosam ente en el
m ercado m undial; serán más poderosas estratégica y económ icam ente; con­
tarán con m onedas sólidas y convertibles m undialm ente; acum ularán reser­
vas de divisas; dispondrán de grandes m asas de capitales para inversión y d e ­
sarrollo; ocuparán, en fin, la vanguardia del progreso económ ico y tecnológi­
co. Si los países del E ste no p udieran responder a estos desafíos, si es más
lenta que en el O este la revolución científico-tecnológica del E ste, no se ju s­
tificarían éstos históricam ente y, a corto o largo plazo, serían superados sus
regím enes políticos. Pues la historia no hace distingos ideológicos, se plantea
solam ente lo que es necesario que suceda p or evolución o por revolución,
tanto en O riente como en O cidente, en el N orte como cíi el Sur.
P ero bajo el capitalism o de monopolios, en O ccidente, y de m onopolio
total de todo y de todos, en O riente, la revolución científico-tecnológica, en
su form a más avanzada de sociedad post-industrial, no conduce a la libera­
ción del hom bre, sino a generalizar la alienación de éste por las falsas ideolo­
gías de su redención, por el fetichism o de la m ercancía y del dinero como
instrum entos de su dom inación.
La ciencia y la técnica, como p o d er de las clases explotadoras de los tra ­
bajadores, o com o poder im perialista de las grandes potencias del O este o
del E ste, a pesar de las maravillas de las m áquinas autom atizadas, no garan­
tizan la prosperidad, la libertad y la em ancipación del hom bre, precisam ente
p orque actúan d entro de una sociedad de clases sociales antagónicas y de
bloques opuestos de naciones consorciadas p ara la guerra en la O TA N o en
el Pacto de Varsovia. Los prodigios de la ciencia y de la técnica, con la infor-
m atización de las m áquinas de paz, tam bién crean arm as de destrucción to ­
tal com o la bom ba atóm ica, de gas letal y de bacterias de exterm inio masivo.
P or otra parte, la colocación de satélites artificiales en el espacio exterior de
la T ierra hace posible la "guerra de las galaxias" m ediante misiles inteligen­
tes, equipados con láser de alta energía. En el mismo sentido, se p u ede si­
tuar en el espacio extraterrestre bom bas atóm icas orbitales.
Y la verdad es que el acero no tiene la culpa de convertirse en cañón, fu ­
sil o am etralladora, ni el átom o en bom ba atóm ica, ni los productos químicos

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Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

y las bacterias en arm as de destrucción masiva del género hum ano, la culpa
la tienen las potencias im perialistas o hegem onistas y una sociedad dividida
en clases sociales antagónicas, cuyo progreso económ ico y tecnológico ya
perm itiría superarlas, creando una sociedad libertaria universal, pues es ana­
crónico que en la época en que un satélite artificial da la vuelta a la Tierra,
en m enos de una hora, todavía tengam os las fronteras nacionales de cuando
el hom bre iba a pie, en b u rro o en carro y diligencia.
N uestro m undo debe ser uno o no será ninguno, aboliendo las clases so­
ciales antagónicas, las naciones-estados, los pobres y los ricos entre clases o
naciones, las desigualdades en el saber y el tener, a fin de que superem os, de
una vez p o r todas, el capitalism o m onopolista de O ccidente y el capitalism o
de E stad o totalitario, en O riente.
A fuerza de tanto progreso tecnológico y económ ico, tenem os p a ra d ó ji­
cam ente millones de seres hum anos ham breados en los países del T ercer
M undo, millones de desocupados privados de su derecho al trabajo porque
la reconversión industrial entre las naciones conduce, bajo el capitalism o, a
la creación de p aro tecnológico que, en 1989, ascendía, en los países de la
O C D E , a unos 31 millones de personas sin em pleo y a m uchos m illones más
en el T ercer M undo, donde falta capital de inversión para prom over el p ro ­
greso económ ico y tecnológico con plena ocupación laboral. Sin em bargo,
todos los años los países más industrializados gastan cerca de un billón de
dólares en sus presupuestos militares: un d erroche de riquezas inútiles para
que siga duran d o el capitalism o con una econom ía de escasez, cuando ya p o ­
dríam os, con socialismo libertario autogestionario, vivir en la abundancia en
una sociedad pacífica, libre y sin clases antagónicas. P or otra parle, los p aí­
ses del T orcer M undo, el 75% de la población m undial, viven en la miseria,
ham breados y analfabetos, habiendo acum ulado, en 1989, en sus relaciones
económ icas desiguales con los países capitalistas avanzados, una deuda p ú ­
blica externa de un billón trecientos mil millones de dólares, de la cual no
pueden pagar ni siquiera los intereses.
l i e ahí el m undo que nos toca vivir: am enazado por las guerras m undia­
les, p o r las crisis económ icas y las luchas de clases que si no las superam os,
con la instauración de una sociedad libertaria basada en el autogobierno y la
pro p ied ad social, nos conduciría, posiblem ente, a una hecatom be económ i­
ca, ecológica, de agotam iento masivo de recursos naturales, de contam ina­
ción del aire, la tierra y el agua y, finalm ente, si no nos liberam os de los blo­
que m ilitares im perialistas o hegem onistas, podríam os ir a una guerra de ni­
vel nuclear que nos devolvería a la época de las cavernas ¡H e ahí la
prodigiosa ascención del "homo sapiens"! ¡Qué fiasco el de nuestra civiliza­
ción! T an sólo p o r conservar el capitalism o de m onopolios m ultinacionales o
de m onopolio total de E stado, ya sea en el O este o en el E ste !Ha llegado,
pues, el tiem po de la acción y del pensam iento unidos, no para in terpretar
especulativam ente un m undo malo, sino p ara transform arlo en uno m ejor
para todos los hom bres, sin distinción de clases, razas, naciones o religiones!.

- 485-
Economía autogestionaria

P erm anecer en el inmovilismo, del pensam iento y de la acción, siendo el


pueblo trab ajad o r pasivo ante el capitalism o de la era nuclear, es exponer a
toda la hum anidad a su autodestrucción p o r no haber sabido em plear a
tiem po una revolución libertaria p ara evitar la guerra total y la injusticia so­
cial.

-4 8 6 -
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

BIBLIOGRAFIA

F R IE D M A N , M.
L ib e rtad de elegir. E dit. G rijalbo. B arcelona, 1979. O b ra escrita en colaboración con su es­
po sa, R o se F ried m an . Se tra ta de un libro "hacia un nuev o liberalism o" o un "anarquism o b u r ­
gués" de e n tre cuyas p ág inas nos p arece o p o rtu n o c itar estos p árrafos:
"La experiencia en seña que, una vez que el se cto r público em p ren d e una actividad, ra ra vez
la term in a, lejos d e ju stificar las esperanzas, la actividad suele te n d e r a e.xpansionai'se exigiendo
la adju d icació n de un p re su p u e sto m ayor, en vez del re c o rte o su spensión del m ism o". (O b r. cit.
p. 5-4).
"P ero n ad a n o s im pide, si q u erem o s edificar una sociedad q u e se base esencialm ente en la
co o p eració n v o lu n taria p a ra organizar ta n to la actividad económ ica com o las dem ás libertades;
u n a sociedad que p re se rv e y estim ule la libertad h um ana, que coloque al E sta d o en su sitio, h a ­
cien d o q u e sea n u estro se rv id o r y 110 d e ja n d o que se convierta en n u e stro am o". (O b r. cit. p.
61).
F ried m an p ro p o n e un nuevo liberalism o, con la m en o r participación del E sta d o y la mayor-
d e la S ociedad. N o ad m ite la planificación centralizada soviética ni la pro g ram ació n económ ica
d e los tecn ó crátas de tipo J. K. G alb raith , o p u esto s al libre m ercado, a la com petencia eco n ó ­
m ica, a la m oneda n eu tra y al rol económ ico de la libre em p resa. F riedm an, la figura m ás d e s ta ­
cada de la E scuela E conóm ica de Chicago, es sin duda, el A n ti-G alb raith de quien dice que se
o p o n e al libre m ercad o —el y sus seguidores —, p o rq u e si este rige no les deja llevar a cabo sus
refo rm as’de cen tralism o b urocrático. P ues con ellas el pueb lo no p u ed e o b te n e r lo q u e quiere,
sino lo q u e estos refo rm a d o re s le dan verticalm entc.
Sin em b arg o , a F riedm an le falta visión de econom ía au to g estio n aria, de tal su e rte q u e la
p lu sv alía o el p x ccdente económ ico se q uede b a jo la gestión d irecta de los p ro d u cto res, a fin de
su p e ra r aj capitalism o, p o r un lado, y al socialism o adm inistrativo, p o r el o tro . P u es G alb raith y
sus tecn ó cratas del O este, no cuestionan la p ro p ied ad privada, ya que lo que qu ieren es succio­
n a r y d istrib u ir la p lu sv alía, en el se n tid o de "suya es la vaca, p e ro yo la o rd e ñ o ”. E n cam bio, las
b u ro cracias del E ste co n vierten la p ro p ied ad p rivada en p ro p ied ad del E stad o , p e ro ellas se r e ­
serv an la p ercep ció n y distribución de la p lu sv alía, sin d a r a los o b re ro s m ás q u e las m igajas. E n
sum a, la solución 110 es un capitalism o neo-liberal, un socialism o burocrático, sino un socialis­
m o au to g eslio n ario , en q u e el tra b a ja d o r sea a u to g esto r de todo.

G A L B R A IT H , J. K.
171 nuev o E stad o industrial. E diciones A riel. B arcelona, 1972. G alb raith fustiga en este li­
b ro la eco n o m ía clásica liberal-conservadora, a la cual hace resp o n sab le del deseq u ilib rio eco ­
nóm ico, d e la desocupación, p o r falta de planificación, de buen os m éto d o s políticos, o sea,de la
o p o rtu n a in terv en ció n del E sta d o com o m ultiplicador o p ro p u lso r de la d em anda.
"El sistem a d escrito en m i lib ro —dice — asocia el P o d e r con la organización, con la b u r o ­
cracia p ú b lica y p riv ad a" (...). "En la m oderna sociedad industrial ejerce el p o d e r decisivo la o r ­
ganización, no el capital, el b u ró c ra ta industrial, 110 el capitalista. A sí es en los sistem as indus­
triales de O ccidente. Y a s í es en las sociedades socialistas" (O b r. Cit. p. 19).
l i e a h í el p cn d sarn icn to de G alb raith m o strán d o se com o el econom ista de la "tecnoestruc-
tura", en O ccidente, y d e la burocracia política, en O rien te. E n este o rd en de ideas, G alb raith
es el A n ti-F ried m an , el ideólogo de los "cuellos blancos", de las burocracias sindicales y p o líti­
cas im productivas.

IIA Y E T , F. A.
L os fu n d am en to s de la libertad, fo m en to de C u ltu ra E diciones. V alencia, 1961. Se tra ta de
una extensa o b ra d o n d e el a u to r, au n q u e d an d o prim acía a la ciencia económ ica, la re fu e rz a en
p a ra le lo con la sociología y la política, d e n tro de una concepción neo-liberal. A l tr a ta r del E sta ­
do, en el pro ceso económ ico, expresa so b re el esta d u ra crítica:
"La d esconfianza con que se m ira la m anera com o son ad m in istrad as las em p resas públicas

- 487-
Economía autogeslionaria

se h alla so b rad am en te justificada. E s m uy difícil aseg u ra r q u e tales en tid ad es se rá n g obernadas


com o las priv ad as: sólo cuando tal condición se cum pla, la estatificación, en principio, p u ed e
d e ja r d e se r discutida. E n el m om en to en que el g o b ern an te utiliza cualquiera de sus p o d eres
coactivos y p articu larm en te las exacciones fiscales con vistas a ay u d ar a las em p resas públicas,
la estatificació n se convierte en un au ten tico m onopolio. P ara neu tralizarlo se ría n ecesario que
to d as las v en ta ja s especiales, incluidos los subsidios a las em p resas públicas, fu era n tam bién
en treg ad o s a las en tid ad es p riv ad as en com petencia. E s ocioso su b ra y a r cúan difícil resu lta a la
ad m in istració n satisfacer las condiciones m encionadas y com o, p o r tan to , la g en eral m alev o len ­
cia co n tra las em p resas estatificadas resu lta consid erab lem en te increm entada. P ero to d o ello
n o q u iere d ecir q u e en una eco n o m ía libre no p u e d a n o p e ra r tal tip o de em presas. H a b ría n de
m a n te n e rse d e n tro d e lím ites estrechos, p u esto q u e so m e te r al co n tro l d isc reto del p o d e r p ú ­
blico u n se cto r excesivam ente extenso de la actividad m ercantil p u e d e significar un pelig ro real
p a ra la lib ertad . A h o ra bien, no nos op o n em o s en este lug ar a la socialización de las em presas,
sin o al m o n o p o lio estatal". (O b r. Cit.p. 387).
L a em p resa au to g eslio n aria, d e n tro de la p ro p ied ad social y la lib ertad de m ercado socia­
lista, q u e n o es una em presa estatal, sin d u d a p u e d e n reso lv er ios in convenientes del m o n o p o ­
lio estatal o del capitalism o de E stad o . E n este o rd en de ideas, el dilem a económ ico-social de
n u e stra época n o se ría capitalism o priv ad o o capitalism o d e E stad o , liberalism o o dirigism o, si­
n o capitalism o o socialism o autogestionario. A sí d esap arecería n las clases dirig en tes p a ra sita ­
rias, b u rg u esías y burocracias; si la p a rte de excedente económ ico que estas consum ían im p ro ­
d u ctiv am en te fu era invertida, en las em p resas autogestionarias, el crecim iento económ ico se ría
m ; yor, m ás acelerad o, q u e con capitalism o p riv ad o o de E stad o . L a liberación del tra b a jo y del
h o m b re n o se alcanza con un liberalism o refo rm ad o , sino con un socialism o au to g estio n ario ,
no ab stracto , sin o realizado en la práctica: d irectam en te p o r los trab ajad o re s.

K EY N ES, J. M.
T e o ría ¡renera! ... E s el libro de cabecera de los econom istas tecn ó cratas y de to d a clase de
p o lítico s re fo rm ista s de la segunda gu erra m undial, in m ed iatam en te an tes y después de ella.E l
éxito d e la te o ría económ ica kcynesiana es que p ro m e tía la p ro sp erid ad y el p len o em pleo, d e n ­
tro del capitalism o, p e ro h ipotecándolo en su conducción a la Iccno-burocracia: nueva clase di­
rigente.
"Los fallos prin cipales de la sociedad económ ica en q u e vivim os —dice K e y n e s— son su in ­
capacidad p a ra p ro p o rcio n arn o s plena ocupación y su distribución a rb itra ria y 110 eq u itativ a de
la riqueza y la ren ta" (...) "Los actuales sistem as p olíticos a u to rita rio s p arecen reso lv er el p r o ­
b lem a del d esem p leo a costa de la eficiencia y de la libertad" (...) "Q uizá sea posible m ed ian te
u n análisis cori'ccto del p ro b lem a c u ra r el mal p re se rv a n d o la eficacia y la libertad". (P á rra fo
citad o en S istem as económ icos y sociedad, p o r G eorge D alto n , p. 101. A lianza E ditorial. M a ­
drid 197-4).
l i e a h í u n as p alab ras se d u cto ras p a ra to d o refo rm ista social-dem ócrata, intervencionista
d em o -b u rg u és o p a ra econom istas de cáted ra llam ados a reg ir la econom ía, según los p rin ci­
pio s d e la eco n o m ía kcynesiana. H ace r evolucionar el capitalism o, desde d e n tro , en el sen tid o
de la p len a ocupación, de la p ro sp erid ad in in terru m p id a, ten ien d o p ro sp erid ad y lib ertad , era
un d esafio a la bu ro cracia soviética, d em o strán d o le que el capitalism o p u e d e d esarro llarse sin
crisis, o con p eq u eñ as rccesiones, sin q u ita r a nadie la libertad política. Sin em bargo, luego de
m ed io siglo d e d o trin a kcynesiana, en base al E stado-providencia, que cm p o b rerc e a to d o s con
la inflación, los im p uestos y la desocupación, K eynes p u ed e p a s a r ya a la h isto ria de las d o ctri­
nas económ icas, recibiendo un m erecido réquiem .

L IB E R M A N , Y. G.
Plan, b en eficio y prim as. E diciones A riel. B arcelona, 1968. E ste ensayo está incluido en el
lib ro in titu lad o , "Plan y beneficio en la eco n o m ía soviética". E ste a u to r d io m ucho qu e h a b la r
con sus tesis so b re la necesaria re fo rm a económ ica en las em p resas soviética. Y en este o rd en
d e ideas, L ib e rm an expresa:

- 488-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

"Se p u ed e afirm a r con p leno fu n d am en to q u e el sistem a p ro p u e sto liberará a la planifica­


ción centralizada de la m inuciosa tutela de las em presas, de los nocivos intentos de influir en la
p ro d u cció n con m edidas no económ icas, sino adm inistrativas. La em presa es m e jo r quien nadie
conoce y p u ed e v a lo ra r las p ro p ia s reservas p roductivas. P ero no debe tem er, trab a jando bien,
p o n erse en una difícil situación al añ o siguiente.
'T o d o s los in stru m en to s fu n d am en tales de la planificación centralizada —precios, fin an ­
ciación, p resu p u esto s, co ntabilidad económ ica, grandes inversiones —, todos los índices de v a ­
lo r y los prin cip ales índices físicos de los ritm o s y de las pro p o rcio n es en la esfera de la p ro d u c ­
ción y del consum o serán d eterm in ad as desde el c e n tro ”.
"No hay d u d a —prosigue — de que los cálculos y las norm as son necesarios, p e ro d eben ser
las em p resas q u ien es los establezcan". (O br. Cit. pp. 24-25).
E n sum a, L ib erm an p ro p o n e una cierta au to n o m ía en las em p resas soviéticas, hacerlas m e ­
n os d ep en d ien tes del G osplan y de los "sovnarjoses" (com ités ejecutivos locales del S oviet, es
decir, del I'C U S ). P o r o tra parte, estim ular el tra b a jo asalariad o con un sistem a de prim as v alo ­
rad o en razón de la cantidad y la calidad del tra b a jo a p o rta d o p o r los o b rero s. L as em presas
han de fu n cio n ar d e n tro de un sistem a de precios ren tab les p ara ellas, o b te n ie n d o beneficio,
estan d o en in terés de los consum idores, p ro d u cien d o bienes ren tab les y reh u san d o los que 110
lo sean. E n una palab ra, co n v ertir la em presa soviética en una en tid ad m uy sim ilar a las e m p re ­
sas del capitalism o d esarro llad o , p e ro sin capitalistas, con la tecnocracia colocada en sus d irec­
ciones, sin d a r p articipación, en un se n tid o auto g estio n ario , a sus trab ajad o re s, dirigidas verti-
calm en te p o r sus d irecto res no m b rad o s p o r el g obierno y no p o r los tra b a ja d o re s, a fin de que,
sin h a b e r d erech o de huelga, se alcance la m áxim a tasa de plu sv alía lo cual es una iro n ía co n tra
M arx, en un p a ís dicho socialista. P ero he a h í lo que q u ería G orbachov, con su "P crestro ik á”,
en em p resas m ixtas con los capitalistas occidentales in teg ran d o la econom ía soviética en el ca­
p italism o m undializado.

M ISES, von L.
T e o r í a o h isto ria . U nión E ditorial. M adrid, 1974. Se trata de un ensayo so b re el m éto d o en
la investigación histórica, p o n ien d o el a c e n to en la econom ía, au n q u e tra ta n d o de d esm en tir el
m aterialism o histórico y dialéctico de M arx.
S o b re los p ro b lem as económ icos, analizando los problem as de la com petencia m ercantil y
la te o ría del eq u ilib rio económ ico. M ises afirm a:
"La v erd ad es que la com petencia sólo p u ed e existir en una econom ía cam biante. Su fu n ­
ción consiste precisam en te en d e stru ir el equilibrio y cre a r una ten d en cia hacia el logro del
equilib rio . N o p u ed e h ab er ninguna com petencia en un estado de equilibrio estático, p o rq u e en
tai estad o no h ab rá lugar p ara q u e un c o m p etid o r pu d iera in terv en ir p ara hacer algo q u e sa tis­
faciera m ejo r a los co nsum idores que lo que ya se hace. L a definición m ism a del equ ilib rio im ­
plica que no hay d esaju ste en ninguna p a rte del sistem a económ ico y, en consecuencia, ninguna
necesidad de corrcción. ni de actividad em presarial, ni de utilidades ni p erd id as em presariales.
E s p recisam en te la ausencia de utilidades lo que induce al econom ista m atem ático a co n sid erar
el estad o de eq u ilib rio in alterad o com o el estado ideal, pues se inspira en el p erju icio de q u e
los em p resario s son p arásito s inútiles y la utilidades un lucro injusto. (O br. Cit. p. 319).
U n a sana co m p eten cia es posible sin capitalism o p rivado o de E stado, com pitiendo las e m ­
p resas en tre si en un m ercado autogestionario; a fin de que los consum idores sean libres de
elegir lo m e jo r en libertad; de que el m ercado obligue, al m ism o tiem po, a las em p resas a su re ­
conversión o m odernización industrial para e n fre n ta r la com petencia en los m ercados ex terio ­
res; p ara im p o rtar, con la obtención de suficientes divisas, las tecnologías m ás avanzadas que se
necesiten y los eq u ip o s de producción y las m aterias prim as esenciales; p u es ningún país p uede
p asarse sin el m undo.
E n cu an to al eq u ilib rio económ ico perfecto no existe, sin duda, au n q u e así lo crean las tec­
nocracias cn q u isfad as en la planificación centralizada. U na econom ía p erfecta es una p erfecta
to n te ría de las b urocracias totalitarias. Ll d esarro llo desigual económ ico y tecnológico en tre las
d istin tas ram as d e producción o de servicios y d e n tro de las in d u strias en una m ism a ram a de
in d u stria, hace im posible el eq u ilib rio perfecto. Se d ebe p ro c u ra r el equilibrio económ ico d in á­
m ico d e n tro de 1111 sistem a de econom ía auto g estio n aria, sin te n e r q u e s o p o rta r los tra b a ja d o ­

- 489-
Economía autogeslionaria

res, necesariam en te, a los em presarios p riv ad o s o al E stad o -em p resario ; es decir, sin libre em ­
p resa priv ad a, en el sen tid o de M ises, ni em presa estatal (aú n liberada de la planificación cen­
tralizad a) com o q u iere L iberm an, su stitu y en d o la dirección de la burocracia do arrib a p o r la
tecnocracia de ab ajo, en las em presas públicas, ¿P ero q u e g an arían así los tra b a ja d o re s b a jo la
b u rg u esía o la burocracia?.

S C H U M P E T E R , J. A.
Capitalism o, sori,'disine el dém o cralic. E ditions P ayot. P arís, 1974. U n o de los libros fu n d a ­
m en tales de la eco n om ía m oderna d onde su autor, en tre o tra s cosas, p lan tea un d ev e n ir dialéc­
tico de au to d estru cció n del capitalism o en estos térm inos:
"H em os co n statad o —d ic e — que, n orm alm ente, el h om bre de em p resa m od ern o , ya sea
em p resario o sim ple ad m in istrad o r-g eren te, p erten ece gen eralm en te a la categoría de las p e r ­
sonas del p o d e r (y no a la de los p ro p ietario s). P o r la lógica de su posición, su m en talid ad a d ­
q u irid a se parece, pues, e n cierta m edida, a la de un em p lead o asalariad o tra b a ja n d o en una o r­
ganización burocrática". (O b r. Cít. p. 218).
"Se d iría —pro sigue m ás a d e la n te — q u e la evolución económ ica q u e socava la posición de
la b u rg u esía (am in o ran d o el rol de los em presarios y de los capitalistas, dislocando sus capas
p ro tecto ras, crean d o una atm ó sfera de hostilidad) d estruye igualm ente, en su in terio r, las fu e r­
zas m otrices del capitalism o. N ada m uestra m ejo r q u e el régim en capitalista, no so lam en te se
apoya so b re so p o rtes co n stitu id o s con m ateriales 110 capitalistas, p ero o b ten ien d o su en ergía
p ro p u lso ra de reglas de conducta no capitalistas, que lo condenan sim u ltán eam e n te a d e s tru ir­
se". (O b r. Cít. p. 225).
E sta in terp retació n del p o rv en ir del capitalism o, a u to d e s tru íd o p o r fuerzas p ro p ia s y no ca­
p italistas, in h eren tes al sistem a, expresadas com o una tendencia, un fatalism o histórico, revelan
el p en sam ien to de la tecnocracia que, p o r conocer la ingeniería estru ctu ral co n trad icto ria del
capitalism o, d eb e co n v ertirlo en socialism o dirigido p o r las burocracias p o líticas y sindicales,
p o r p ro feso re s, sociólogos, econom istas, ingenieros, técnicos, p o r la tecno-burocracia o la 'e li­
te" del saber, a la cual p erten ecen los "socialistas de cátedra": los S chum peter, los G alb railh , en
O ccidente; los L ib erm an y C ía, en O rien te.
E sc socialism o, con E stad o -em p resario , con burocracias políticas aliadas a las tecn o cra­
cias, no lia sid o creado p o r el p ro letariad o , pues ninguno de sus re p re se n ta n te s ha escrito nada
so b re ello, sino los rep re se n ta n te s de la clase m edia ilustrada que quiere el "socialismo", no con
au to g estió n en em p resas de tra b a jo librem ente asociadao con sus m edios de producción, sino
con socialism o ad m inistrativo, en la form a, p ero realm en te capitalism o de E stad o , en su conlc-
nido. A s í las cosas la "autodestrucción del capitalism o" y su conversión en "socialism o",es un
juego de p alab ras, un cam bio de no m b re de las cosas, p ero resp o n d ien d o al m ism o contenido.
Y com o los o b re ro s no están muy versados en estas cosas, sobre nom inalism o y realism o, hay
que en g añ arlo s con el espejism o de un socialism o p rom etido; p e ro en la práctica, no realizado
m ás q u e en el m u n d o m etafisico de las ideas; cu an d o lo real es ed ificar el socialism o en la p rà ti­
ca; hay una so ta m anera de hacerlo: las em p resas autogestionarias don d e la au togestión con d u ­
ce a la desalienación de o b rero , su p e ra n d o la explotación del ho m b re p o r el hom bre, la b u rg u e ­
sía y la burocracia, com o ciases profesionales de la política y de la condución de la econom ía.

K A R D E L J, E.
E xposición an te el S egundo C ongreso de los A u lo g esto rcs de Y ugoslavia, m ayo 1971. D is­
curso co m p ren d id o en "La A uto g estió n Socialista en Y ugoslavia". -1950 -1 9 8 0 . D ocum entos.
Selección y p resen tació n de I!. B oskovic y D. Dsic. E dit. C uestiones A ctuales del Socialism o.
B elgrado, 1980.
E 11 este im p o rtan te discurso, E d v ard K ardelj precisó sus ideas y definiciones del socialism o
de au to g estió n con estas palabras: "El sen tid o histórico de la transición de n u estra sociedad a la
fo rm a au to g esto ra de relaciones de producción socialista no residía en la idea utópica de e s ta ­
b lecer un sistem a estático, sin conflictos, de instituciones dem ocráticas y socio-económ icas y de
relacio n es ideales en tre los hom bres. Ll sen tid o y el o b je to de este paso fue la aspiración de las
fuerzas socialistas de o p o n erse a la dom inación de d eterm in ad as tendencias del m onopolio de

- 490-
Crítica de la economía neo —liberal, dirigida
y centralmente planificada

p ro p ied ad estatal. S em ejan te dom inación rep ro d u ciría, grad u alm en te y au to m áticam en te, ele­
m en to s en las relacio n es de producción y distribución en los que —en caso de seguir d e s a rro ­
llán d o se se m ejan te proceso e sp o n ta n e ista — las funciones de la gestión estatal y las funciones
del tra b a jo social no sólo co m enzarían a en ajen arse de los tra b a ja d o re s sino q u e iría n convir­
tién d o se, en cada vez m ayor m edida, de arm a suya y a su servicio —lo que d eb e s e r — en d u eñ o
so b re él. C o n tra ria m e n te a este proceso, n u estra sociedad puso en m archa, b a jo la form a de
au to g estió n , un p ro ceso que tien d e a q u e la producción y la distribución se d esarro llen g rad u al­
m en te en las relacio n es d onde el trab ajo , com o dice M arx, sea "realm ente libre" sin dom inación
so b re los ho m b res. Y en esto reside la esencia de las relacion es socialistas e n trre los hom bres".
(D iscu rso citado, incluido en I a autogestión socialista en Y ugoslavia. 1950-1980. D ocum entos.
p. 259).
K ard elj, ad iferen cia de L iberm an, p o n e al tra b a ja d o r en el c e n tro de la vida económ ica, no
p asiv am en te b a jo las ó rd e n e s de la tecnocracia dirigida p o r la b u rocracia política, sino qu e los
d irecto res de las em p resas son elegidos p o r los consejos o b re ro s au to g esto res de éstas. Las
b u rg u esías (O e ste ) y las burocracias estatales (E ste) no se han p ro p u e sto nunca qu e el tra b a jo
se asocie con sus m edios de p rodución. E llo su p o n d ría la liquidación del antag o n ism o e n tre el
capital p riv ad o o de E stad o y el tra b a jo asalariado: libre, p o r fin, m ediante la au to g estió n , p e r ­
d ien d o su condición de tra b a jo asalariado, ya q u e así su participación en el p ro d u c to no es co­
m o salario sino com o ingreso, en razón de los resu ltad o s variab les del colectivo de trab ajo .
N o hay liberación del tra b a ja d o r si éste no se tran sfo rm a en a u to g e sto r de sus p ro p io s m e ­
dio s d e pro d u cció n en em presas de p ro p ied ad social, condición sin la cual no p u ed e existir el
socialism o, ya que la p ropiedad p rivada de las em p resas constituye el capitalism o de E stado. E n
am b o s casos, ello su p one la existencia del tra b a jo asalariado, se p ara d o de sus m edios de p ro ­
ducción y, a su vez, la alienación del o brero: d ep en d ien te del em p resario o del E stad o -p atró n .
Y m ien tra s esa alienación su rja del antagonism o e n tre el capital o p u esto al trab ajo , el n eo -lib e­
ralism o d e F riedm an, I Iayct y M ises, el "socialism o de cátedra" de G alb raith y S ch u m p ctcr y el
refo rm ism o de L ib erm an , no se rán m ás que ideologías económ icas o políticas p a ra e n g a ñ a r al
p u eb lo trab ajad o r.
L a d esalicnación sólo es posible con la auto g estió n , a fin de que el ho m b re en aje n a d o c o ­
m o m ercn acía (salario ) o d ep en d ien te de o tro (q u e posee los m edios de producción, p ero no
del tra b a ja d o r), recu p ere su p erso n alid ad y su libertad d e n tro de una sociedad sin clases, racio­
n alm en te au to -o rg an izad a, don d e se haya socializado el E stad o , m ediante una eco n o m ía aulo-
g estio n aria, q u e asim ile m ejo r qu e cualq u ier o tra revolución científico-tecnológica, la a u to m a ti­
zación del tra b a jo m anual y m ental. Pues sólo a s í h ab rá igual tiem po de tra b a jo y de ocio p a ra
todos; igualdad económ ica, com o condición de la lib ertad política, en una sociedad d o n d e to ­
dos los h o m b res te n d rán iguales condiciones cu ltu rales y de educación. Sólo a s í d esap arecería
la división social del tra b a jo q u e crea clases, p o r diferencias e n tre tra b a jo m anual e intelectual,
incluso en p aíses d o n d e haya desap arecid o la p ro p ied ad privada; p e ro haya sido su stitu id a p o r
la p ro p ied ad social, no gestionada p o r burocracias y tecnocracias estufistas.
E n d efinitiva, la au to g estió n —com o estim a K ardelj — es cada vez m ás un facto r d c.supcra-
ción de la en ajen ació n del ho m b re tra b a ja d o r y de recuperación de su perso n alid ad , de su dig­
nidad y su lib ertad con igualdad.. M ie n tras el tra b a jo hum ano sea asalariad o y el capital no p e r­
tenezca al tra b a jo que lo ha creado, todos los regím enes económ ico, sociales y p olíticos serán
co n trad icto rio s: ten d rá n com o co n ten id o antagónico la lucha de clases y com o form a un E stad o
de clase d o m in an te so b re las clases dom inadas.
A sí, pues, la liberación del hom bre, no sólo com o clase sino com o especie am enazada p o r
p osibles g u erras n ucleares, pasa p o r la abolición del capitalism o, ya sea p riv ad o o de E stado,
m ed ian te un socialism o auto g estio n ario , fed erativ o y libertario, q u e sin clases antagónicas y sin
p o ten cias im perialistas o hegem onistas, sea capaz de g aran tizar la paz p e rp e tu a e n tre los h o m ­
b res, sin d iferen cias d e clases, sin castas, sin naciones, con el m undo un solo país. Sólo así h a ­
b rem o s su p e ra d o la crueldad de los im perialism os y los hegem onism os, y las g u erras que ellos
co n tien en in m an en tem en te, a s í com o la lucha de clases com o co n ten id o de una historia b á rb a ­
ra d e la hu m an id ad , e n tra n d o p o r fin en una civilización universal lib erta ria q u e, sin g u erra s ni
lucha d e clases, p o d rá co n q u ista r n u estro espacio in tcrp la n ctario p o r el v e rd a d e ro "hom o s a ­
p ien s”: el h o m b re huniversal, 110 alien ad o p o r falsas políticas, fetichism o del d in ero , culto del

- 491-
Economía autogestionaria

E stad o , ideo lo g ías obsoletas y nacionalism os belicistas. Sólo al h om bre huniversal, qu e co n ­


quiste los espacios siderales, en paz y libertad, al elevarse p o r encim a de la T ie rra, com o un só­
lo p aís d escu b rirá que el es el dios de la creación al alcanzar su liberación total.
Si el m u n d o no es tan b u en o com o el h om bre lo q uisieran, no es p o r culpa de aquel sino
m ás bien de este; pues un m undo igual p a ra todos los h o m b res sólo es posible con igualdad
económ ica, con libertad política y con solidaridad en tre los h o m b res y e n tre las naciones. N ece­
sitam os, p u es, la dem ocracia d irecta y no el parlam en tarism o retórico, el socialism o lib e rta rio y
n o el cap italism o de m onopolio ni el com unism o totalitario.

- 492-
IN D IC E

IN T R O D U C C IO N ................... ..................................................... 4
Los m odos de p ro d u c c ió n ............................................... 10
L a com unidad prim itiva ................................................. 15
C uadro de categorías del proceso e c o n ó m ic o ........... 15
Evolución de la propiedad, las clases, la familia y el
E stado ( c u a d r o ) ................................................................ 17
El capitalism o en su d e v e n ir ........................................... 18
D ialéctica capital-trabajo ............................................... 23
A lienación, "praxis" y lib e ra c ió n .................................... 25
La tercera revolución in d u s tria l.................................... 28
B IB L IO G R A F IA .............................................................. 32

C A P IT U L O I

Dialéctica de las C ategorías del pensam iento


e e o n o m ic o ........................................................................................ 35

D ialéctica de las categorías socio -eco n óm icas........... 37


C uadro histórico de categorías económ icas, sociales
y p o lític a s..................... ....................................................... 38
Antagonismos: capitalismo y so c ia lism o ..................... 40
D ialéctica de las fuerzas productivas .......................... 41
Econom ía: definiciones y c o n tra d ic c io n e s ................. 42
D inám ica de las c a te g o r ía s ............................................. 45
C ategorías cuantitativas y cualitativas del proceso
económ ico ( c u a d r o ) .......................................................... 45
Propiedad, libertad y alienación .................................. 51
C ategorías y estructuras ................................................. 56
Dialéctica: hegelianismo y m arx ism o ............................ 60
Lenguaje y alienación ..................................................... 64
B IB L IO G R A F IA .............................................................. 71

C a p ít u l o ii

C ada modo de producción tiene su crecim iento


especifico de p o b la c ió n ................................................................ 75
Coeficiente de m ortalidad y esperanza de vida en
distintos países ( c u a d r o ) ................................................. 77

- 493 -
Economia autogesUoiiaria

N co-fcudalism o c im p e ria lism o ................. ................... 78


Evolución histórica de la población en el mundo
(c u a d ro )............................................................................... 79
D esarrollo desigual en el m u n d o .................................. 80
Consum o de energía y accro por habitante en
distintas regiones del mundo (cuadro) ........................ 81
M althusianism o económ ico ........................................... 82
La ley de la población de M althus (cuadro de
progresiones: geom étrica y a ritm é tic a )....................... 83
Subdcsarrollo y población ............................................. 86
N acim ientos y a lim e n to s ................................................. 89
Producción mundial de cereales y leguminosas
(c u a d r o ) ............................................................................... 92
Análisis de clases de la población ................................ 94
La crisis de la civilización urbana ................................ 9S
Las mcgalópolis del año 2000 (c u a d ro )........................ 99
M egatoncs contra m cgalópolis...................................... 100
El holocausto de las c iu d a d e s ........................................ 103
B IB L IO G R A F IA .............................................................. 109

C A P IT U L O III

La ley del valor de uso de las cosas o b i e n e s .......................... 115

Los m isterios del valor eco n ó m ic o ................................ 117


V alor y n e c e sid a d e s.......................................................... 119
V alor y capitalism o .......................................................... 122
D erecho, libertad y necesidad ...................................... 126
Crisis de la "sociedad de consumo" .............................. 129
La ley de valor en el socialismo .................................... 134
B IB L IO G R A F IA ...................................... . ..................... 138

C A P IT U L O IV

M istificaciones de la ley del valor en los países


cap italistas y s o c ia lis ta s .............................................................. 143
A m bito de la ley del v a l o r ............................................... 148
Objctivización del v a lo r ................................................... 151

- 494-
Indice

D inero y v a l o r .................................................................... 154


M ercancía, dinero y capitalism o .................................. 157
Valor, productividad y c o m p e te n c ia ............................ 159
T ransfiguraciones del v a lo r ............................................. 165
B IB L IO G R A F IA .............................................................. 172

C a p it u l o v

Teoría m arginalista del valor ................................................... 177

La desutilidad m a rg in a l................................................... 180


Desutilidad marginal de una libra de alimentos
(c u a d ro )............................................................................... 181
Econom ism o y psicologism o...................................... .... 183
M arginalism o y capitalism o ........................................... 185
N ecesidades y realidades ............................................... 1SS
E l subjetivism o de la utilidad f i n a l ................................ 191
B IB L IO G R A F IA ..............................................................

C A P IT U L O VI

Los m ecanism os de los precios en la economía 188


m e r c a n til..........................................................................................

Precios en horas de tr a b a jo ............................................ 202


Francia: precio de algunos productos en horas de
t r a b a j o ................................................................................. 203
Precios, m oneda y p ro d u c tiv id a d .................................. 204
D inero, valor y precio ..................................................... 205
¿Inflación o .deflación? ................................................... 209
A um ento de los precios al consum o en varios países 210
(cuadro e s ta d ís tic o )..........................................................
M oneda y desarrollo económ ico .................................. 212
Indices de depreciación m onetaria (cuadro, por
países) ................................................................................. 213
P orcentajes de aum ento del costo de la vida y de los
salarios, por países (c u a d ro )........................................... 215
Los precios m undiales y el dólar .................................. 216

- 495 -
Economía autogcstionnria

Precios in te rn a c io n a le s................................................... 21S


Cotización mundial de las m aterias prim as (cuadro) 220
Evolución de los precios de las m aterias primas
(c u a d ro )............................................................................... 226
El fetichismo de los precios ........................................... 229
Precios: capitalismo y so c ia lism o .................................. 237
Los precios de la ley del e m b u d o .................................. 238
URSS: precios, m ercados, escasez y "colas". . . . . . . . 240
B IB L IO G R A F IA .............................................................. 244

C A P IT U L O VII

D inám ica de la ley de la com petencia e c o n ó m ic a ................. 249

D ialéctica de la com petencia ........................................ 251.


La com petencia m e rc a n til............................................... 253
C om petir p ara e x p o rta r................................................... 258
M ercado común y m u n d o ............................................... 262
Precios y devaluaciones m o n etarias.............................. 265
Precios, oro y dólar .......................................................... 268
B IB L IO G R A F IA .............................................................. 271

C A P IT U L O VIII

I.a ley de los m ercados de Sav o los productos se


com pran con productos .............................................................. 277

Fragilidad de la teoría de J. B. Say .............................. 278


La ley de desarrollo desigual económico ................... 280
Pobres y ricos en el m u n d o ............................................. 286
A gricultura com parada de los países pobres y ricos 287
(cuadro e s ta d ís tic o )..........................................................
La ley de la división internacional del t r a b a j o ........... 288
C ontradicciones del neo-capitalism o .......................... 293
La escalada progresiva de la inflación (cuadro) . . . . 294
D esarm onías del capitalism o ........................................ 299

- 496 -
Indice

B IB L IO G R A F ÍA .............................................................. 306

C A P IT U L O IX

C ibernética, capitalism o y socialism o .................................... 315

El cam bio te c n o ló g ic o ..................................................... 319


El milagro de la p ro d u c tiv id a d ...................................... 323
Evolución de la productividad en E stados U nidos
(cu ad ro )................................................................................ 324
Evolución de la productividad p ara segar una has.
de trigo (cuadro) .............................................................. 325
1850-1960: aum ento de la producción industrial
( c u a d r o ) ............................................................................... 326
T ecnolog ía)'p ro d u ctiv id ad ........................................... 327
A um ento de la productividad en tres países
industrializados (cuadro) ............................................... 329
C iencia y trabajo asociado ........................................... .. 331
Econom ía, tecnología, id eo lo g ías.................................. 335
"Praxis" y d e sa lie n a c ió n ................................................... 339
Energía, productividad y socialismo ................. .......... 3-17
L a "fuga" de cerebros a U SA ........................................ 345
"Robots" industriales y s o c ia lis m o ................................ 347
Población mundial de "robots" industriales: 19S5
( c u a d r o ) ................. ............................................................. 34S
Los Bancos de D a to s ....................................................... 350
C ontradicciones del desarrollo c a p ita lis ta ................. 353
Revolución tecnología y conservadurism o
e c o n ó m ic o ........................................................................... 355
B IB L IO G R A F IA .............................................................. 358

C A P IT U L O X

La ley de la participación decreciente del obrero en su


producto .......................................................................................... 365

D ialéctica del c a p ita lism o ............................................... 367


La ley del mínimo de subsistencia del obrero ........... 369

- 497 -
Ec o n om ¡a a u t oges t ¡o na r¡ a

L a ley de la productividad creciente y de la


desocupación creciente en el capitalism o (cuadro) . 371
Productividad y desocupación ...................................... 372
La inflación de paro obrero ........................................... 37S
L a lucha de clases y el pauperism o .............................. 380
Perspectivas de las clases s o c ia le s ................................ 3S2
E m ancipación del o b r e r o ............................................... 3S4
El proceso de cambio revolucionario .......................... 3S6
La em presa de participación ........................................ 3S8
B IB L IO G R A F ÍA .............................................................. 398

C A P IT U L O XI

F.l capitalism o neo-colonial de las em presas


m ultinacionales ............................................................................. 405

Las internacionales del c a p ita lism o .............................. 410


V olumen dev en ías y em pleados de las 50 em presas
más grandes del mundo (cuadro) ................................ 411
La lela de araña de las multinacionales ..................... 412
El tejido de las m ultinacionales (asociaciones y
fusiones) ............................................................................. 413
Intcrnacionali/.ación del c a p i ta l .................................... 423
El capitalism o m ultinacional .................................... .... 426
El neo-colonialism o de las m ultinacionales ............... 429
M ultinacionales soviéticas ............................................. 435
C uadro de 72 m ultinacionales soviéticas, en 22
p a í s e s ................................................................................... 436
La sociedad de las m u ltin a c io n a le s.............................. 439
B IB L IO G R A F IA .............................................................. 447

C A P IT U L O X Ií

C ritica de la economía neo-liberal, dirigida y 451


centralm ente planificada ............................................................

Ni burgueses, ni burócratas ni te c n ó c ra ta s ................. 455


Jonli M aynard K c y n c s ..................................................... 456
Joscph A. S c h u m p e te r..................................................... 458

- 498 -
Indi

Jonh K. G a lb ra ith .............................................................. 460


Ycvsci G. L ib c rm a n ......................................................... 461
M illón Fricdm an ..................... ........................................ 465
Friedrich A. H a y c t............................................................ 466
Ludwig von M ises ............................................................ 46S
E d v a rd K a rd c lj.................................................................. 470
Los economistas radicales ............................................. 471
A ntinom ias económicas del c a p ita lism o ..................... 474
C uadro de categorías económ icas contradictorias
del capitalismo: factores dialécticos en que cada
categoría es opuesta a o t r a ............................................. 475
Las sociedad p o st-in d u stria l........................................... 47S
B IB L IO G R A F IA .............................................................. 4S7

OTRAS OBRAS DHL AUTOR 501


OTRAS OBRAS DEL AUTOR

El destino de H ispanoam érica. E d. Bajel. Buenos Aires, 1952.

R adiografía del Plan Prebiscli. E d. G uitem . B uenos A ires. 1956.

La oligarquía en la crisis económ i­ Ed. C átedra Lisandro de la Torre.


ca argentina. Buenos A ires. 1956.

La agonía del im perialism o, (dos Ed. Saphos. Buenos Aires, 1957


tom os)

El im perialism o del dólar. Ed. Peña Lillo. Buenos Aires, 1962.

Teoría de la violencia. Ed. Jam cana. Buenos Aires, 1965

La segunda revolución española Ed. El Siglo Ilustrado. M ontevideo,


1967

E strategia de la guerrilla urbana Ed. M anuales del Pueblo. M ontevi­


(I a edición). deo. 1966.

C hecoslovaquia 1968. (En colabo­ E d. M ordejai. Anilevieh. M ontevi­


ración con otros au tores). deo, 1968.

D esalío al Pentágono. E d. A ndes. M ontevideo. 1969.

La rebelión del Tercer m undo. E d. A ndes. M ontevideo 1969.

D em ocracia directa. E d. Aconcagua. M ontevideo, 1970.

S ocialism o de au togestión. Ed. A concagua. M ontevideo, 1971.

La década crítica de América Lati­ Ed. Sandino. M ontevideo, 1971.


na.

Las in version es extranjeras en E d. Centro-Sinam os. Lima, 1975


América Latina.

Explosión demográfica,, latifundios Ed. C a ru tro -E d ito r de am érica L a­


v revoluciones en América Latina. tina. Buenos A ires 1974.

La C olonización financiera del C en tro E d itor de A m érica Latina.


EMI. Serie Transform aciones. No. 109.
Buenos Aires, 1973.

Poder y crisis del dólar. C en tro E d itor de A m érica Latina.


Serie Transform aciones, no. 94.
Buenos Aires. 1973.

-5 0 1 -
El cooperativism o peruano. (Inte­ E . C entral de C ooperativas Agrá-
gración y desarrollo). rias C ale-Pcru. Lima, 1975.

La propiedad social, m odelo de de­ Ed. C cntro-Sinam os. Lima, 1976.


sarrollo peruano.

ET.T. - I.R.M. en E spañ a (depen­ E d. Z ero. M adrid, 1978


dencia o autodeterm inación).

R evalorización de la guerrilla u r­ A. G uillén & D. H dgcs. México.


bana. 1977.

G uerrilla 1. (En colaboración con Ed. Ila c c r, B arcelona 1978.


otros au tores).

El "error"miIitar de las izquierdas E. I lacer. Barcelona, 1980.


(A n álisis estratégico de la guerra
civil española 1936-39)

El cap italism o soviético: últim a Q uim ada Ediciones M adrid, 1979.


etapa del im perialism o.

riiilo so lliy o ftlie ui ban guerrilla. T he revolutionary writings of


A brahm Guillén, por D onald C.
Ilodges, William M arow & Co.,
INC. New York, 1973.

Stad guerilla in Lateinom erika, Berlín occidental, 19S4.


por Abraham G uillen. Rliizon
Verlag.

Der K rieg ahne Krönten und Berlín occidental, 19S4.


S ch lach ten, por Abraham G ui­
llen. Rhizan Verlag.

E conom ía libertaria, alternativa Ediciones Fundación A nselm o L o­


para un m undo en crisis renzo. Bilbao, 1988.
se vote cada 4 ó 5 años, sino en que los
hombres se autogobiernen todos los días,
mediante un socialismo de autogestión,
en sus empresas socializadas, sus coope­
rativas, en sus mutualidades, sus federa­
ciones de producción y de servicios, y sus
autogobiernos; en todos los organismos
que debe participar directamente el pue­
blo, constituido como sujeto activo de la
historia y no como objeto pasivo de la cla­
se oolítica: burguesa, pequeño burguesa,
burocrática o tecnocrática. He ahí, en
esencia, con la propiedad social y el auto­
gobierno, la forma y el contenido del so­
cialismo libertario, sin socialismo burocrá­
tico (Este) ni socialismo de terciopelo
(Oeste).

ECONOMÍA AUTOGESTIONARIA es
un libro de lectura fácil, muy intelegíble.
ya que Abraham Guillén, con estilo claro,
conciso y convincente, hace lo difícil fácil
poniendo la economía al alcance de to
dos, tanto de estudiosos como de espe­
cialistas.
El autor aclara que hay tantas doctri­
nas económicas como posiciones de cla­
se diferentes, en ese sentido, la economía
no puede presentarse como una ciencia
objetiva, hasta que no sea una economía
autogestionaria, liberada de ideologías
burguesa, tecnocráticas y burocráticas,
tanto en el Oeste como en el Este.
El gran aporte de ECONOMIA AUTO-
GESTIONARIA es que no se limita su es­
tudio a la economía socialista oriental, si­
no que abarca el Este y el Oeste, el Norte
y el Sur, el mundo como totalidad, en
nuestra época.
Por otra parte Abraham Guillén des­
mistifica la economía contemporánea, so­
metiendo a una crítica esclarecedora el
neo-capitalismo occidental y el seudo-co-
munismo oriental. En este orden de ideas,
puntualiza que el socialismo no ha fraca­
sado en los países denominados com u­
nistas, sino el capitalismo de Estado, ya
que el socialismo y, menos aún el com u­
nismo, no han sido ensayados ni en la
URSS ni en otros países de su esfera de
influencia o de afinidad ideológica.
ECONOMIA las bases del
desarrollo económico
AUTOGESTIONARIA de la sociedad libertaria

Los medios de comunicación de


masas occidentales, han hechado las
campanas al vuelo, diciendo que la
economía de los países comunistas
está en una profunda crisis, que ha
determinado su cambio en un sentido
neo-capitalista.
ECONOMIA AUTOGESTIONARIA,
desentrañando las contradicciones del
capitalismo de Estado (Este) y del
capitalismo multinacional y
monopólico (Oeste), explica
elocuentemente el mundo
contemporáneo. Aporta una
información económica, política,
social y científica para comprenderlo a
la luz de los hechos; descorriendo el
velo para que se vea toda la verdad,
que ocultan los medios de
comunicación, las universidades y los
libros premiados por el sistema.
En suma, Abraham Guillén reivindica
el socialismo y la libertad, la
democracia directa del autogobierno,
para superar el Estado caro y malo.
Por todo ello, el presente libro,
explica, con la verdad por delante, el
mundo de nuestro tiempo.

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