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Del eurocentrismo liberal-colonial a la liberación latinoamericana

Hay quienes piensan que lo que pasa hoy en América Latina es porque somos unos
pueblos retrasados, ignorantes y además aparece una lógica que se impone que si no la seguimos
pues pareciera que estamos errando el camino del progreso. Aunque parezca mentira, y como lo
señala Edgardo Lander en el texto “Ciencias sociales: saberes coloniales y eurocéntrico”; eso
responde a una visión eurocéntrica liberal, es decir, donde el centro es Europa especialmente
aquellos países que vivieron un continuo desarrollo movido fundamentalmente por la economía
liberal. Realidad que no sólo afectó a la economía sino también al modo cómo comienzan a verse
como sociedad, a concebir a la persona humana, la relación con la naturaleza y cualquier otra
realidad social, política, económica, cultural y hasta espiritual. Será a partir del siglo XVIII, con la
llamada Modernidad, donde se va a privilegiar la razón sobre cualquier interpretación de la
realidad, que venga dada por la iglesia o por cualquier productor de conocimiento, llevando ello a
racionalizar e instrumentalizar todo, inclusive el mismo objeto de estudio de las nacientes ciencias
sociales. Situación que llevará poco a poco, contradictoriamente a ir sectorizando este mismo
objeto de estudio a partir de leyes universales que lo rigieran todo, por ejemplo, las leyes de
Newton. “El proyecto de modernidad formulado por los filósofos del iluminismo en el siglo XVIII se basaba
en el desarrollo de una ciencia objetiva, una moral universal, y una ley y un arte autónomos y
regulados por lógicas propias” 23. Esta visión eurocentrista liberal será luego asumida como la
materia de exportación a ser sembrada e impuesta a sangre y fuego en aquellos pueblos y
naciones que, al no identificarse con esta cultura occidental hegemónica, según su visión vivirán
las consecuencias de una minusvaloración cultural, serán echados de menos y donde los principios
de esa cultura impuesta es la que determina inclusive si pueden ser considerados personas
humanas pueblos o no. Si acceden a lo que imponen los conquistadores, serán asumidos como
ciudadanos incluidos en su cultura, si no serán bárbaros. Inclusión que será también una exclusión
porque deben asumir todas las leyes y normas que le exigen para pertenecer a esa sociedad,
donde las leyes y la historia se escriben desde el vencedor y no desde el vencido.

En cuanto a la naturalización de las ciencias sociales, la visión eurocéntrica liberal ayudará


a que éstas, teniendo como base el proceso de enajenación que viven los colectivos sociales ahora
industrializados, vayan dando a esa visión los principios filosóficos, políticos, sociales, científicos y
culturales necesarios para que se conviertan en las bases de un nuevo orden social: “Con las
ciencias sociales se da el proceso de cientifización de la sociedad liberal, su objetivación y
universalización, y por lo tanto, su naturalización” (Pág. 10, el cual siempre buscará imponerse. En
cuanto al avance de las ciencias Sociales en América Latina, debemos reconocer que como dice
Lander, esta visión sigue presente pero se están haciendo grandes esfuerzos por cambiar de
modelo o paradigma, ya que reconociendo los orígenes de esa visión ella resulta corta para la
riqueza, historia, cultura y razón propia de los pueblos latinoamericanos. Hacer nuestro propio
camino en las ciencias sociales implica reconocer “el carácter colonial/eurocéntrico de los saberes
sociales sobre el continente, el régimen de separaciones que les sirven de fundamento, y la idea
misma de la modernidad como modelo civilizatorio universal”. La razón no lo puede ser todo, la
realidad se debe asumir en su complejidad y que cada pueblo o nación debe no sólo escribir su
propia historia sino desde ella asumir el estudio profundamente de su razón de ser y no dejarse
llevar por otros referentes que no sean los suyos propios, que según Lander, que señala Maritza
Montero, encuentra “las contribuciones principales a este episteme latinoamericano las ubica Montero en la
teología de la liberación y la filosofía de la liberación, así como en la obra de Paulo Freire, Orlando Fals
Borda y Alejandro Moreno”. (p.12).

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