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DEVOTO

LA INMIGRACIÓN DE ULTRAMAR
La migración europea: un fenómeno de larga duración
La migración de masas fue uno de los fenómenos más característicos del mundo
euroatlántico entre los siglos XIX y XX. Ese enorme movimiento se derramará sobre
muchos países extraeuropeos.
No se trataba sólo de las posibilidades laborales que se creaban en el país de origen,
sino aquéllas que emergían en otros contextos lejanos. Era necesario conocer las
oportunidades efectivas existentes en otros contextos, lo que quería decir información
provista por amigos, parientes, etc. Era necesario tener los medios para alcanzarlas.
Operaban las llamadas cadenas migratorias, es decir, el proceso por el cual los ya
emigrados alentaban y ayudaban a otros a emigrar. Las cadenas brindaban información
y asistencia.
Una mirada de conjunto al caso argentino
La inmigración europea y la historia de la Argentina están indisolublemente ligadas. De
este lado del océano, espacio inmensos subpoblados; del otro lado, una gran población
en enorme crecimiento. Para poner estos fenómenos en contactos era necesario la
aparición de oportunidades en la Argentina, que fueran consideradas mejores que las
existentes en otras partes del mundo o en el propio país de origen y el conocimiento de
esas oportunidades por parte de los potenciales migrantes. Entre 1857, momento en que
comienzan las estadísticas migratorias argentinas y 1960, momento en que el proceso
puede darse por concluido en términos de movimiento de masas, arribaron a la
Argentina unos 7.600.000 inmigrantes procedentes de ultramar. Más significativo aún
que el peso absoluto es el peso relativo.
Podrían delinearse, desde el punto de vista del impacto del fenómeno migratorio, tres
áreas bien diferentes: las provincias del litoral, más cercanas a la ciudad puerto de
Buenos Aires, un área intermedia algo más excéntrica y, finalmente, el noroeste.
En su mayoría eran hombres, jóvenes en edad laboral y de origen rural. La migración
incluyó muchas figuras profesionales, desde comerciantes hasta artesanos, campesinos o
jornaleros. Sobre las procedencias, italianos y españoles fueron largamente dominantes
(alrededor del 75% del total) pero junto con ellos llegaron franceses, rusos, polacos,
alemanes y británicos entre otros.
Una perspectiva dinámica
Mirando en perspectiva histórica el movimiento, pueden detectarse seis grandes oleadas
migratorias.
*La primera oleada es anterior a la misma independencia (1750), coincide con la
expansión de la economía del litoral y con la creación del Virreinato del Río de la Plata
y llega hasta 1810. Así, la presencia de europeos en la revolución de 1810 es muy
visible, sobre todo en la ciudad de Buenos Aires. *La Segunda oleada se produce luego
del ciclo de las guerras de independencia y el primer ciclo de las guerras civiles (1830)
y se expande junto con la economía pecuaria (vacuno y lanar hasta 1870 aprox. La
inmigración europea crece incesantemente a fines de los años sesenta y comienzos de
los setenta. El año 1873 signa un primer hito cuantitativo: 48.000 inmigrantes llegan en
ese año. Sin embargo, el movimiento pronto se detiene y hacia 1875 se derrumba. Las
razones fueron las consecuencias de la crisis económica argentina afectada por el
deterioro de los precios de sus productos de exportación.
*En 1883 comienza la tercera oleada, más corta pero mucho más intensa en
coincidencia con la gran década de la expansión de la frontera (por el genocidio de
pueblos originarios) y de acelerada construcción de vías férreas que acercan la
producción agropecuaria a los mercados internacionales. El porcentaje de grupos

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familiares entre los arribados será más alto y el porcentaje de retornos más bajo. El
colapso de la crisis política y económica de 1890 dará por concluida la tercera ola y en
1891 el saldo migratorio será por primera vez negativo y comienza a recuperarse en
1893. Los flujos europeos comienzan a mostrar desde la mitad de la década cambios en
sus componentes regionales. La migración italiana inicia su desplazamiento del norte al
centro-sur y la emigración española comienza a crecer con fuerza desde 1897.
*En 1901 inicia la cuarta y mayor oleada que se prolongará hasta 1913. Prolonga su
impulso hasta el desencadenamiento de la Primera Guerra Mundial. Allí se detiene
abruptamente: las personas posterguen decisiones de importancia que implican una
separación de la familia por un tiempo imprevisible.
*Tras el fin del conflicto comienza la quinta oleada (1919), empujada por la
recuperación económica argentina y por el cierre del destino estadounidense por la
aplicación en ese país de las leyes de cuota (1921 y 1924). El movimiento atraerá a la
Argentina migrantes de orígenes nuevos. La misma, sin embargo, tras una brillante
primera mitad de la década del veinte se estabilizará y colapsará ante una nueva crisis
económica, esta vez mundial, la de 1930.
*La sexta oleada, por último, se desarrolla luego del fin de la Segunda Guerra Mundial
y tras un breve período intenso se va apagando lentamente hasta concluir a principios de
la década de 1960. Argentina era un destino menos atractivo que en el pasado: las
devaluaciones y la inflación no atraían a los inmigrantes europeos.
El momento de ascenso de las oleadas puede ser puesto en relación con fases expansivas
de la economía argentina, aunque su volumen total sea estrechamente dependiente de
otros factores como la magnitud de la oferta migratoria global europea. Así, el momento
de máxima recepción de inmigrantes ocurre casi paralelamente en muchos países
receptores transoceánicos. La interrupción de las oleadas, en cambio, no presenta
factores uniformes ya que puede vincularse con problemas económicos o políticos
locales o internacionales, combinados o no entre sí.

LA INTEGRACION DE LOS INMIGRANTES EUROPEOS


La integración económica y social
La inserción de los inmigrantes europeos en la Argentina fue mayoritariamente urbana
en todos los momentos de su historia. Esta se reflejaba en su mayor presencia relativa en
los sectores secundario y terciario de la economía. Aunque la población argentina en su
conjunto se urbanizaba, los inmigrantes europeos lo hacían más aceleradamente. El por
qué los inmigrantes de origen rural terminaron insertándose en la economía urbana no
ha dejado de preocupar a los estudiosos. Años atrás solía enfatizarse que era la ausencia
de abundantes posibilidades en el campo para trabajar como colonos. Las cosas son, sin
embargo, más complejas: *una primera observación debería recordar que un
movimiento rural-urbano afecta al conjunto de las migraciones europeas, fuesen
internas o transoceánicas; una segunda debería insistir en que los inmigrantes
desempeñaban distintas ocupaciones a lo largo del curso de su vida; una tercera, debería
precavernos contra atribuir a los migrantes propósitos muy definidos en cuanto al tipo
de trabajo a desempeñar en la Argentina. Subsiguientemente, debería recordarse que el
panorama general no debe oscurecer las situaciones particulares.
Los datos generales acerca de la inserción ocupacional de los inmigrantes estás
fuertemente condicionados por dos fenómenos: *el papel de la ciudad de Buenos Aires,
gran polo de atracción desde la época colonial; *la zona del interior, a la que los

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inmigrantes llegaron en pequeños números (y donde fueron plenamente urbanos),
mientras las áreas rurales permanecieron pobladas por los nativos; en el litoral
argentino, “pampa gringa”, en el período que coincidió con la gran expansión agraria
(1880-1914), los europeos sobrepasaron a los nativos.
Un buen modo de observar el problema es analizar los distintos contextos temporales.
En los más de setenta años que separan la fundación del Virreinato del Río de la Plata y
la caída de Rosas llegaron numerosos europeos cuyo destino principal fue la ciudad de
Buenos Aires, y aprovechar las oportunidades existentes. Sólo algunos pocos grupos
supieron aprovechar las ventajas emergentes del ciclo del lanar. En los veinte años
sucesivos a Caseros que coinciden con el ciclo migratorio que culmina en 1873, esa
preponderancia urbana se mantiene.
A partir de la década de 1880, con los comienzos de la migración de masas, la inserción
económica de los inmigrantes se bifurca. Una parte sigue el renovado proceso de
expansión de la frontera agricola acompañada por la creación de colonias. Los italianos
septentrionales serían el grupo dominante.
La historia de los italianos y otros europeos en las áreas de la pampa gringa puede
dividirse en dos etapas: 1° dura hasta alrededor de 1895, se crearon 288 colonias en la
provincia de Santa Fe y 147 en la de Córdoba. Las cosas cambian a partir de esa fecha.
La expansión de los arrendamientos a expensas de la pequeña propiedad; el aumento del
canon de los mismos; el aumento especulativo del precio de la tierra; el retorno al
patrón oro en 1899 que revalorizaba el peso argentino en perjuicio de los exportadores;
todos estos factores se conjugaron para que la integración económica de los inmigrantes
fuese menos exitosa.
Paralelamente a la inserción rural, se encuentra a los inmigrantes en las actividades
económicas urbanas. El proceso puede seguirse con detenimiento en la ciudad de
Buenos Aires. Los inmigrantes constituían alrededor de dos tercios de la población de la
ciudad en edad activa entre 1887 y 1914. Esto implicaba que estuvieran representados
en todos los sectores de la vida económica, en algunos, sobrepresentados.
Luego de las dos guerras mundiales, la inserción urbana de los inmigrantes se acentuó.
Ello era el resultado de que el proceso de expansión agropecuaria se desaceleró o
directamente se detuvo. Por otra parte, el rápido proceso de tecnificación del agro
argentino limitaba los requerimientos. En el sector urbano, los inmigrantes europeos
siguieron muy presentes en aquellas actividades en que lo eran en el período anterior.
El balance del panorama presentado : hay que observar que los datos disponibles son
fragmentarios; que son mucho más abundantes para el período anterior a 1914 que para
el posterior; que las trayectorias fueron disimiles y todo cuadro de conjunto tiene algo
de artificial.
Con esas salvedades es posible sostener que los inmigrantes europeos, tras un período
variable en el tiempo de ajuste a la economía local, consiguieron mayoritariamente una
inserción en sectores centrales y estables en el sistema ocupacional. Los estudios
comparativos disponibles exhiben bien que esa inserción económica fue más exitosa
que en otros contextos americanos

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La interacción social, política y cultural de los inmigrantes
Se han propuesto dos modelos alternativos para intentar comprender el proceso de
integración de los inmigrantes en la sociedad:
*crisol de razas: los inmigrantes habrían perdido rápidamente sus identidades y
sociabilidades originarias integrándose en una nueva realidad emergente y dando lugar a
los argentinos.
*pluralidad cultural: habrían coexistido durante buena parte de su historia nativos y
distintos grupos de extranjeros, en una relación apacible o conflictiva pero en cualquier
caso como culturas y sociabilidades diferenciadas.
Ambas parten de algunas premisas discutibles y no era evidente que siempre se
estuviera discutiendo en el mismo plano. Es evidente que ambas posiciones
representaban algo así como tipos ideales, que, como tales, no se verifican en la realidad
concreta. En segundo lugar, los partidarios del pluralismo defendían una posición
situacional, es decir, miraban a los migrantes en un contexto temporal específico. Los
partidarios del crisol, en cambio, miraban mucho más el problema desde sus resultados.
En tercer lugar, ambos modelos prestaban poca atención a las diferencias espaciales. Se
hablaba a menudo de la Argentina sin reparar en que existían muchas diferencias
regionales y locales y que los resultados obtenidos para un área específica no podían
proyectarse sin más a Argentina toda. Finalmente, es necesario distinguir entre los
distintos grupos migratorios ya que el proceso no tiene porqué ser uniforme.
Las explicaciones acerca de la integración de los inmigrantes se centraron en enfoques
estructurales. Estos presentan ventajas y límites. Entre los primeros, está el de brindar
datos homogéneos, cuantificables, acerca de las actitudes de los migrantes considerados
en conjunto. Entre los límites, el de simplificar los matices en pos de la ley de los
grandes números y el de utilizar indicadores indirectos de no siempre sencilla
interpretación. Los enfoques estructurales priorizaron distintos tipos de variables para
explicar la relación que los inmigrantes tuvieron hacia la Argentina:
*el estudio de la inserción laboral y la movilidad social y el de su participación política:
se afirmaba que si los inmigrantes desempeñaban trabajos estables y calificados su
tendencia a integrarse en la sociedad a la que habían llegado era mayor. Con respecto a
la integración política de los inmigrantes ha existido un largo debate. Los inmigrantes se
negaron en su gran mayoría a adquirir la ciudadanía argentina y ello les impedía
participar en el sistema político por las vías formales, salvo en el nivel municipal en
diferentes momentos. Las razones de esa elección estaban vinculadas a que hacerlo
implicaba renunciar a la ciudadanía de origen. Por otra parte, los grupos dirigentes
inmigrantes tenían distintos mecanismos de presion para influir sobre el Estado
argentino. Diferentes propuestas se presentaron en el parlamento argentino para
nacionalizar compulsivamente a los inmigrantes o para que pudiesen votar sin renunciar
expresamente a la ciudadanía de origen. La solución propuesta por Sáenz Peña fue otra
y ella implicaba apuntar a nacionalizar a los hijos no a los padres.
Algunos estudiosos han argumentado que la no participación de los inmigrantes tuvo
importantes consecuencias para la vida política e institucional argentina, ya que dejaba
fuera del sistema político a importantes grupos sociales.

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*el análisis de las pautas matrimoniales, residenciales y asociativas de los inmigrantes:
brindan imágenes contradictorias y variables en el tiempo. Según los primeros, los
inmigrantes tuvieron comportamientos bastante endogamicos. En el caso de
matrimonios exogámicos, los mismos se producían mayoritariamente entre inmigrantes
europeos, siendo más raros los enlaces entre europeos y criollos. Los estudios para la
segunda posguerra son mucho menos abundantes pero parecen mostrar
comportamientos mucho más exogámicos. Si el indicador matrimonial parece favorecer
la hipótesis del pluralismo cultural, diferente es el panorama que emerge de los estudios
sobre las pautas residenciales. Los mismo muestran que los inmigrantes europeos se
encontraban más dispersos que concentrados en el espacio urbano. Finalmente, los
estudios sobre asociaciones voluntarias exhiben que los inmigrantes europeos
participaban activamente de entidades por ellos creadas. Las más difundidas eran las de
socorros mutuos. Entidades que tenían múltiples propósitos, estaban integradas en su
mayoría por varones adultos.
El mejor de los tres indicadores, el matrimonial, argumenta a favor de los ámbitos de
sociabilidad de los inmigrantes por el simple hecho de que uno se casa con alguien que
conoce y suele conocerlo en reuniones, fiestas, celebraciones, a las que asiste. Las
pautas residenciales son más problemáticas. Testimonian acerca de espacios de
potencial sociabilidad compartidos.
Todo esto no significa que los inmigrantes hubiesen permanecido inmutables luego de
su llegada ni que las colectividades de inmigrantes fueron realidades autónomas y
autosuficientes. Tampoco implica que la coexistencia de distintos espacios étnicos haya
sido necesariamente conflictiva.
En este sentido el modelo “salad bowl” (ensaladera), donde los distintos componentes
coexisten sin mezclarse, puede ser más pertinente. La imagen presentada es, con todo,
demasiado limitada. Se trata de preguntarse acerca de los cambios que se producen en
un inmigrante entre el momento de llegada y los posteriores. El mismo llega al país con
un conjunto de creencias, La alimentación y la vestimenta pueden ayudar en muchos
planos. Los inmigrantes, hasta donde pudieron, trataron de mantenerse fieles a sus
hábitos alimenticios. Sobre la vestimenta, los cambios son notables para el período de
las migraciones de masas. Sobre hábitos y prácticas sociales se sabe menos y la
conjetura colorea las opiniones dominadas por imágenes impresionistas.
No es abusivo sostener que los inmigrantes creyeron ser italianos, españoles, alemanes o
franceses. Sin embargo, lo eran de un modo diferente al de aquellos que habían
permanecido en el país de origen. Sus hijos, la gran mayoría, creyeron ser plenamente
argentinos. Sin embargo, más allá de la identidad verbalizada y de tantos otros rasgos
culturales, conservaban mucho de la memoria social de sus ancestros.

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