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LA CRISTOLOGÍA DE J.

RATZINGER - BENEDICTO XVI


A LA LUZ DE SU BIOGRAFÍA TEOLÓGICA

Jesús Martínez Gordo

INTRODUCCIÓN ................................................................................................................. 3
Cristología personal ................................................................................................ 3
Lectura «simpática» ............................................................................................... 4
La exégesis canónica ............................................................................................. 4
Raíces teológicas de la cristología ...................................................................... 6
La biografía teológica de Joseph Ratzinger ....................................................... 8
1. EL TEÓLOGO Y EXPERTO CONCILIAR ...................................................................... 9
1. La formación teológica de Joseph Ratzinger ..................................................... 9
2. Aportación en los debates sobre la Dei Verbum ........................................... 12
2. TEÓLOGO, OBISPO Y PREFECTO DE LA CONGREGACIÓN PARA LA
DOCTRINA DE LA FE ............................................................................................ 14
1. Alejamiento de Karl Rahner y cercanía con Hans Ur von Balthasar .............. 15
2. El sentimiento anti-romano y el papel de los teólogos ............................... 17
3. El recurso a las verdades «definitivas». La carta apostólica
Ad Tuendam Fidem (1998) .................................................................. 20
3. EL PAPADO DE BENEDICTO XVI ............................................................................ 23
NOTAS ................................................................................................................................ 30
Jesús Martínez Gordo es doctor en teología. Profesor en la Facultad de Teología de Vitoria
y en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de San Sebastián. Auxiliar del equipo pasto-
ral de Basauri (Bizkaia) y miembro del área teológica de Cristianisme i Justícia.

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INTRODUCCIÓN

Hay tres detalles que han llamado particularmente la atención en la


cristología del papa Benedicto XVI: su decisión de publicarla como teó-
logo particular, su solicitud para que se realice una lectura «simpática»
de la misma y su decantamiento por la llamada “exégesis canónica”.
Son tres puntos que tienen, más allá de las sorpresas iniciales, cierta
importancia porque marcan la lectura y recepción de esta obra.

Cristología personal infalibles, el auténtico –al ser falible–


pide obediencia religiosa de entendi-
Nos encontramos, en primer lugar, con
miento y voluntad (obsequium religio-
un papa que no quiere dejar de ejercer
sum). Así pues, en esta ocasión, no hay
la teología a título individual. Benedicto
exigencia alguna de “obediencia reli-
XVI pide que su cristología sea leída co-
giosa” ni, por supuesto, de “asentimien-
mo una aportación estrictamente perso-
to de fe”. Simplemente, se trata de una
nal; por tanto, sin tener en cuenta las
aportación personal al servicio de la co-
consecuencias derivadas de un acto de
munidad cristiana y abierta al debate te-
magisterio oficial (ya sea extraordina-
ológico. Y así debe ser tomada.
rio, “ordinario y universal”, “definitivo”
o auténtico). Si las formas de magiste- Esta manera de proceder –por más
rio extraordinario, “ordinario y univer- que pueda sorprender– no es algo total-
sal” y “definitivo” demandan asenti- mente nuevo en la biografía teológica
miento de fe (assensus fidei) por ser de J. Ratzinger. Cuando Juan Pablo II le
3
pidió hacerse cargo del dicasterio para cristiano: la “empatía crítica”, el esfuer-
la doctrina de la fe, el entonces obispo zo por leer y entender a cualquier autor
de Munich y Frisinga solicitó al papa desde sí mismo, a partir de la perspecti-
poder seguir actuando como teólogo a va que pone en juego, escuchando y res-
título particular y de manera diferencia- petando sus opciones metodológicas y
da de su responsabilidad al frente de di- argumentativas. Pero sin renunciar, por
cho dicasterio. Juan Pablo II le comuni- ello, a superar críticamente los posicio-
có, una vez realizadas las consultas namientos, tesis, argumentos, perspecti-
pertinentes, que tal pretensión era posi- vas y conclusiones que se estimen no
ble. Al publicar esta primera parte de su asumibles o superables. En esto consis-
cristología, Benedicto XVI no hace si- te el método de la “simpatía crítica” o,
no continuar con la petición presentada mejor dicho, de la “empatía crítica”. Y
y aceptada por Juan Pablo II en su día. ésta es la perspectiva exigible a cual-
Queda pendiente mostrar cómo al- quier lector y, por supuesto, a todo es-
gunos de los posicionamientos persona- pecialista. Es, además, la perspectiva
les de J. Ratzinger han anticipado o han genuinamente “católica” ya que mantie-
finalizado en decantamientos doctrina- ne en el equilibrio inestable que caracte-
les mientras ha sido prefecto de la con- riza a lo católico no sólo verdades o
gregación para la doctrina de la fe. comportamientos, sino también actitu-
des aparentemente difíciles de mantener
en conjunto: humanidad y divinidad,
Lectura «simpática» unidad y Trinidad, Jesús y Cristo, sin-
gularidad y universalidad, primado y
Pero nos encontramos, en segundo lu-
colegialidad, eternidad y tiempo, vier-
gar, con una papa que no sólo publica el
nes santo y domingo de resurrección y,
primer volumen de su cristología como
en esta ocasión, empatía y crítica.
expresión de una búsqueda personal, si-
no que además pide que sea leída con Sin la “empatía” propia del queha-
un mínimo de simpatía «sin la que no es cer teológico es sumamente difícil en-
posible comprensión alguna»1. Tal peti- tender –sin distorsionar– cualquier pro-
ción ha de ser entendida como exclusión puesta que se formule. Y sin la “crítica”
de dos actitudes igualmente negativas se hace imposible que el saber teológi-
para la investigación teológica y para la co progrese y no caiga en el discurso
fe: la lectura hipercrítica de quien pue- meramente laudatorio o repetitivo. Así
de tener un complejo de Edipo eclesial pues, “empatía crítica”.
mal resuelto (y, por extensión, ante cual-
quier autoridad) y la lectura de quien se
La exégesis canónica
limita a “hacerle la ola” por ser “vos
quien sois”, confundiendo “simpatía” Hay un tercer detalle que marca la re-
con adulación. dacción del primer volumen de la cris-
Entre un extremo y otro se encuen- tología que nos ocupa: es su desmarque
tra la actitud metodológica exigible en del método histórico-crítico y su apues-
toda investigación teológica y a todo ta por la llamada “exégesis canónica”.
4
Es cierto que la teología católica, re- completamente) con quienes hace ya
conoce J. Ratzinger, se ha abierto al mé- unos años recordaron –acertadamente,
todo histórico-crítico y que sigue sien- por cierto– que el método histórico-crí-
do una dimensión irrenunciable del tico corría el riesgo de hipertrofiarse, a
quehacer exegético, pero es igualmente la vez que llamaron la atención sobre el
cierto que no agota la tarea de la inter- peligro de que la Escritura acabara se-
pretación2. cuestrada por los exégetas, un «club
Y no la agota porque presenta tres li- muy rico y exclusivo»5. Estos mismos
mitaciones: al centrarse en conocer lo teólogos defendieron que «Escritura y
acontecido en el pasado deja el misterio realidad» se iluminaban mutuamente6,
de Dios en el pasado y lo incapacita pa- es decir, que la lectura de la Escritura te-
ra hablarnos en el presente, aborda la re- nía la virtud de leer la realidad y de “le-
velación como un acontecimiento me- ernos” a nosotros7 y proclamaron que
ramente humano y descuida la unidad todos los métodos exegéticos tenían que
de la Biblia como Palabra que es de estar «al servicio del anuncio de la
Dios. Consecuentemente, establece una Buena Nueva a los pobres»8. He aquí al-
separación metodológica entre historia gunos de los puntos más relevantes que
y fe que desemboca en el aparcamiento el personal posicionamiento de Bene-
de esta última. La fe –que es la que ha- dicto XVI ha vuelto a poner de actuali-
ce que la Escritura sea un libro único– dad y que G. Gutiérrez trajo a colación
acaba desalojada de la historia y se des- con indudable acierto hace ya dos déca-
cuida el hecho constitutivo de la das Es incuestionable que ambos recla-
Escritura: que Dios ha entrado en la his- man la Escritura como el «alma de la te-
toria y ha hecho historia con su encar- ología» (Cf. DV 24) y que ha de ser leída
nación, con sus palabras y con su ac- en fecunda relación con la realidad.
tuación3. Estas son, por tanto, algunas de las
La llamada “exégesis canónica” razones que avalan la apuesta metodo-
ayuda a superar –concluye J. Ratzinger, lógica de J. Ratzinger. Sin embargo tam-
citando Dei Verbum nº 12– las limita- bién es preciso indicar que siguen per-
ciones reseñadas ya que permite sumer- sistiendo las reservas que hace más de
girse interiormente en la presencia de la dos décadas se formularon al diagnósti-
Palabra y posibilita que los textos bíbli- co y al modo liberacionista de leer la
cos aparezcan en una nueva luz4. Es una Escritura. Y quizá la más preocupante
lectura espiritual, orante y teológica de sea la que pregunta si esta legítima y ne-
los textos sagrados a partir de ellos mis- cesaria manera de acercarse a la
mos, en sintonía con el uso que la Biblia Escritura, sin las debidas cautelas, pue-
hace de sus textos y de cuya relectura de acabar apadrinando lecturas poco
hay testimonios sobrados en los dife- consistentes (con el riesgo de propiciar
rentes libros. comprensiones fundamentalistas en
Curiosamente, la propuesta metodo- nombre del dogma de la inspiración). Y
lógica que formula Benedicto XVI sin- junto a ella, ésta otra, referida más di-
toniza (en buena parte, por tanto, no rectamente a J. Ratzinger: en qué medi-
5
da el magisterio vuelve a tener una po- son propios) y si ha contemplado debi-
sición equiparable o incluso por encima damente la pluralidad existente en el in-
de la Escritura. Si así fuera, ¿es posible terior de este método en nuestros días.
sostener que nos encontraríamos con el No se puede ignorar que en la actuali-
esquema preparatorio De fontibus reve- dad se habla de la tercera investigación
lationis, rechazado por los padres con- sobre el Jesús histórico y que abundan
ciliares y finalmente superado por la los críticos posicionamientos ante mu-
Constitución Dogmática Dei Verbum? chas de sus aportaciones entre la gran
No es una pregunta baladí porque si se mayoría de los exégetas católicos más
confirmara este riesgo, se podrían estar relevantes.
favoreciendo actitudes teológicas y En apretada síntesis: el recurso a la
eclesiológicas muy cercanas a las ofi- llamada “exégesis canónica” lleva a ras-
cialmente vigentes las vísperas del trear en la biografía teológica de
Concilio Vaticano II. La biografía teo- Benedicto XVI cómo articula los bino-
lógica de Benedicto XVI puede ayudar mios revelación y tradición o teología y
a clarificar la entidad de las citadas magisterio. Dos pares de cuestiones
cuestiones, particularmente, de esta úl- fundamentales que marcan toda su pro-
tima. ducción teológica y las diferentes res-
ponsabilidades eclesiales que ha des-
empeñado.
observar su trayectoria
teológica y espiritual Raíces teológicas de la cristología
ayuda a explicitar Hay, finalmente, un cuarto detalle que
sus sensibilidades al abordar no se puede perder de vista cuando se
el misterio de Dios estudia cualquier obra teológica. Y más
o la situación de la iglesia y si es la de un papa que quiere seguir
ejerciendo como teólogo: cualquier
de la sociedad aportación necesita ser contextualizada,
por lo menos en la trayectoria del autor
para que la empatía crítica desde la que
Obviamente, aparecen también otras se pretende el acercamiento esté debi-
dos importante reservas: saber si la sin- damente fundamentada. Esto quiere de-
tética presentación que J. Ratzinger cir que no parece muy prometedora
ofrece del método histórico-crítico es lo aquella lectura que se “limite a leer” es-
suficientemente aquilatada o peca de te primer volumen de la cristología por
una cierta simplicidad (el factor históri- sí misma y desde sí misma, es decir, des-
co es indispensable para la fe y para que cuidando sus diagnósticos eclesiales y
la teología no acabe siendo discurso “ei- culturales o aparcando las reflexiones
segético”, es decir, el resultado de pro- teológicas que ha ido formulando J.
yectar –en este caso, a la Escritura– sen- Ratzinger con anterioridad. Es probable
tidos, deseos y expectativas que no le que ésta sea una actitud generalizada en
6
la recepción de esta primera parte de la Tal es el caso, por ejemplo, de:
cristología entre algunos sectores ecle- – sus criticas valoraciones sobre la
siales. Y es posible que lo sea en conti- renovación litúrgica de Pablo VI (pro-
nuidad con la excelente acogida que tu- dujo «unos daños extremadamente gra-
vo la primera de sus encíclicas sobre el ves»9) y la reciente recuperación de la
amor de Dios (Deus caritas est). Si en- misa en latín;
tonces fueron muchas las personas que – sobre el papel de los teólogos en el
quedaron gratamente sorprendidas por concilio y postconcilio (con la autocon-
su tono propositivo, casi en las antípo- ciencia de ser los únicos representantes
das del autoritativo –y hasta polémico– de la ciencia, por encima de los obispos
del que hacía uso el cardenal J. –al decir de J. Ratzinger– y su posterior
Ratzinger durante su mandato como recolocación como difusores del magis-
prefecto de la congregación para la doc- terio);
trina de la fe, ahora son tantas o más las – sobre la debilidad magisterial de
gratamente sorprendidas por los detalles una buena parte de los obispos, particu-
reseñados. larmente en el Concilio (dando alas a la
Sin embargo, una vez reposadas las llamada “iglesia popular”) y la desapa-
sorpresas iniciales, es preciso reconocer rición a partir de 1985 del imaginario
que la mirada a su trayectoria teológica iglesia “pueblo de Dios” en favor de la
y espiritual puede ayudar a explicitar los iglesia como “comunión”10;
acentos a los que ha sido sensible cuan- – sobre el peligro de división y frag-
do ha abordado el misterio de Dios o la mentación que amenaza a la iglesia pos-
situación de la iglesia y de la sociedad, tconciliar en nombre de la colegialidad
así como las razones de semejantes sub- episcopal y de la corresponsabilidad
rayados. Un recorrido de este calado bautismal (con la posterior pérdida de
permitirá apreciar lo que hay de conti- entidad magisterial de las conferencias
nuidad con tal trayectoria teológica en episcopales, la prohibición de que los sí-
la presente cristología y cuál es su no- nodos puedan formular peticiones de re-
vedad más reseñable cuando se adentra visión sobre cuestiones reservadas a la
en la explicitación del misterio de un Santa Sede y el decantamiento por una
Dios crucificado y resucitado. forma de ejercicio del primado que se
Además, ésta es una observación acerca al existente antes del concilio y
particularmente importante si se puede que estaba fundamentado en la división
mostrar fehacientemente lo que para al- entre el “poder de orden” y el “poder de
gunos de sus críticos es una conclusión jurisdicción”);
difícilmente cuestionable: que bastantes – sobre la precedencia «lógica y on-
diagnósticos y posicionamientos perso- tológica de la iglesia universal sobre la
nales en su época de prefecto de la con- iglesia local» como revisión del decre-
gregación para la doctrina de la fe e, in- to conciliar Christus Dominus nº 11 en
cluso, de tiempos anteriores, han el que se sostiene que en la diócesis «se
acabado más tarde o más temprano en encuentra y opera verdaderamente la
decantamientos doctrinales. Iglesia de Cristo que es una, santa, ca-
7
tólica y apostólica»; sobre la reaparición La biografía teológica de Joseph
del “mesianismo marxista” y su im- Ratzinger
pregnación en las formas utópicas de la
teología de la liberación; En la biografía teológica del papa
– sobre la llamada dictadura del re- Benedicto XVI se pueden diferenciar
lativismo y la prevalencia de la verdad claramente tres etapas.
sobre la libertad o de los derechos hu- 1. Una primera, que corresponde al
manos en el seno de la Iglesia; tiempo de su formación teológica, a su
– sobre la professio fidei y la nueva trabajo como profesor de teología en
forma de magisterio infalible y no defi- Munich, Bonn y Münster y a su partici-
nido que son las llamadas “verdades de- pación como experto conciliar en el
finitivas” y, de manera particular, sobre Vaticano II (1962).
la cuestión de fondo que aletea en casi
todas estos diagnósticos y posteriores 2. La segunda, es una fase que abar-
determinaciones y que no es otra que la ca el período final de su docencia teo-
relación entre revelación, tradición, es- lógica (particularmente en Tubinga), la
critura y magisterio. consagración como obispo, su ministe-
rio episcopal en la diócesis de Munich
La cantidad y entidad de las cuestio- y Freising (1977) y, sobre todo, el tiem-
nes enumeradas muestra, a la vez, la im- po que está al frente de la Congregación
portancia de contextualizar la cristología para la doctrina de la fe (1981).
de J. Ratzinger-Benedicto XVI a partir
de su biografía teológica con el fin de 3. La tercera etapa, inaugurada en la
apreciar un poco mejor lo que puede es- primavera de 2005, comienza con su pa-
tar teológica y eclesialmente en juego. pado como Benedicto XVI.

8
1. EL TEÓLOGO Y EXPERTO CONCILIAR

En este primer periodo hay dos puntos que merecen ser reseñados:
el primero, referido a la formación teológica de J. Ratzinger y el segun-
do, su intervención en los debates conciliares sobre la Dei Verbum.

1. LA FORMACIÓN TEOLÓGICA DE JOSEPH RATZINGER

Cuatro son las referencias capitales en rá– soy un poco más platónico. Con eso
la formación teológica de J. Ratzinger: quiero decir que creo que hay una espe-
Platón con su teoría del conocimiento cie de memoria, como un recuerdo de
como recuerdo; el personalismo agusti- Dios, grabado en el hombre, y que hay
niano y su defensa del conocimiento que despertarlo en él. El hombre no sa-
que brota de la fe; la concepción de la be originariamente qué debe saber, ni
historia, del Espíritu Santo, del com- tampoco ha llegado a donde debe llegar;
promiso y de la revelación en San es un hombre, un ser humano en cami-
Buenaventura y, finalmente, la teología no»11.
natural y la eclesiología del concilio
Vaticano I.
1.2. El personalismo de San
Agustín y el conocimiento que
1.1. Impronta platónica y brota de la fe
conocimiento como recuerdo
J. Ratzinger confiesa que durante su
El peso del platonismo es determinante época de estudiante no sintonizaba con
en la configuración de su teología y es- la neoescolástica imperante ni con la
piritualidad: «Personalmente –declara- «lógica cristalina» de Santo Tomás. Le
9
resultaba «demasiado cerrada en sí mis- Buenaventura el autor que más va a in-
ma, demasiado impersonal y preconfec- fluir en la configuración de su pensa-
cionada»12, a la vez que excesivamente miento y convicciones teológicas. Su te-
alejada de sus inquietudes personales. sis doctoral así lo atestigua.
El personalismo que buscaba lo en- También San Buenaventura, como J.
cuentra en San Agustín, particularmente Ratzinger, tiene dificultades con la se-
en sus Confesiones. Desde entonces, quedad y aridez de la filosofía aristotéli-
manifiesta en otra ocasión, «soy decidi- ca. Es un saber en el que no hay lugar ni
damente agustiniano. De la misma ma- para la comunión personal con la divini-
nera que la creación es asequible a la ra- dad ni queda sitio alguno para Cristo.
zón y es razonable, de la fe se podría Por eso, le entusiasma la filosofía agus-
decir que es consecuencia de la Creación tiniana del amor, su tesis sobre la pre-
y, por consiguiente, da acceso al conoci- sencia de la imagen trinitaria en el ser
miento; yo estoy convencido de esto. humano o, lo que es lo mismo, su doc-
Creer significa entrar en la compren- trina sobre la irradiación luminosa y la
sión»13. Así pues, San Agustín indica a J. consecuente inhabitación del hombre en
Ratzinger la dirección que hay que to- la verdad eterna. «Saber mucho, pre-
mar ya que el acto mismo de creer «in- guntará en alguna ocasión S. Buenaven-
cluye que procede de Aquel que es la tura, y no gustar nada, ¿qué vale?»15.
misma razón. Porque, en la medida que, Sin embargo, del estudio que J.
creyendo, acepto someterme a Aquel Ratzinger realiza de la teología de San
que no comprendo sé también que, pre- Buenaventura concluye cuatro tesis
cisamente, de este modo, abro la puerta que van a ser capitales en los años ve-
a la posibilidad de comprender del mo- nideros, tanto en su propia trayectoria
do justo»14. El estudio de San Agustín teológica como en el gobierno ecle-
–juntamente con la influencia del plato- sial: la presencia asistente del Espíritu
nismo– le lleva decantarse por una pers- en la Iglesia; la primacía de la revela-
pectiva teológica muy atenta a la obje- ción sobre la Escritura; la tradición co-
tividad y precedencia lógica y mo criterio interpretativo y compren-
ontológica de la revelación; sensible a sivo no sólo de la Escritura sino
hablar del misterio de Dios a partir de también de la revelación y la necesi-
sus huellas en la creación y en el cora- dad de salvación para todos, incluidos
zón humano; cuidadosa de la encarna- los proyectos más altruistas y utópicos
ción y del proceso kenótico que tal que puedan darse.
acontecimiento desencadena y atenta a
la sorpresa descolocante que activa esta
manera de proceder de la divinidad. 1.4. La presencia asistente del
Espíritu en la Iglesia

1.3. El maestro S. Buenaventura La sintonía con San Buenaventura le


llevará a descubrir de su mano una tesis
Siendo incuestionable la centralidad de capital en su teología y en su trayecto-
S. Agustín, es, sin embargo, San ria como responsable eclesial: no hay
10
–en contra de lo que sostienen J. de no y debe ser percibida; si no, no se pro-
Fiore y sus seguidores– una edad deter- duciría ‘revelación’»19. Por tanto, sobra
minada en la que el Espíritu Santo ac- el recurso al criterio de la «sola Scrip-
túe de modo particular. Su presencia, tura» ya que ésta se encuentra íntima-
más bien, aletea y atraviesa toda la his- mente vinculada al sujeto que com-
toria, de principio a fin: por eso, la edad prende (la Iglesia), y con ello está dado
de Cristo es la edad del Espíritu Santo16. también el sentido esencial de la tradi-
ción. Es así como se gesta y sale a la luz
el concepto de “tradición”: «aquello de
1.5. La primacía de la revelación la revelación que sobresale de las
sobre la Escritura Escrituras, que a su vez, no puede ser
De San Buenaventura recibe, además, expresado en un códice de fórmulas, es
una concepción de la revelación que es, lo que denominamos ‘tradición’»20.
por lo demás, una evidencia incontesta-
da: la revelación no es simplemente «la
1.7. También la solidaridad
comunicación de algunas verdades a la
necesita ser visitada por la gracia
razón», sino «el actuar histórico de
Dios, en el cual la verdad se revela gra- También la fraternidad y la solidaridad
dualmente»17. Esto quiere decir que la necesitan ser redimidas. Nada humano,
revelación precede a las Escrituras y se por admirable y utópico que sea, está
refleja en ellas, pero no es simplemente exento de la necesidad de salvación: «la
idéntica a ellas. fraternidad también tiene que ser redi-
Dicho de otra manera: «la revelación mida, y para eso hay que acercarla a la
es siempre más grande que la Escritura. Cruz, para que ahí tome su verdadera
La revelación, esto es, el dirigirse de forma»21.
Dios hacia el hombre, su salirle al en-
cuentro, es siempre más grande de cuan-
to pueda ser expresado con palabras hu- 1.8. En síntesis
manas, más grande incluso que las Es incuestionable la importancia de
palabras de las escrituras»18. Platón, San Agustín y San Buenaven-
tura. Como también lo es que la suya es
una perspectiva legítima pero que no
1.6. La tradición como criterio contempla debidamente algo de lo mu-
interpretativo y comprensivo de cho que deja en el camino: entre otros,
la Escritura y de la revelación Aristóteles (“universal concreto” e in-
Nadie discute que las escrituras son el ducción), San Ireneo (dignificación de
testimonio esencial de la revelación, pe- la persona como consecuencia de la en-
ro tampoco se puede obviar que «la re- carnación) y de Santo. Tomás (el cono-
velación es algo vivo, más grande, que, cimiento por connaturalidad propio de
para que sea tal, debe llegar a su desti- toda criatura)22.

11
2. APORTACIÓN EN LOS DEBATES SOBRE LA DEI VERBUM

J. Ratzinger es llamado a participar co- sores de teología no acepten el dogma


mo experto en el concilio Vaticano II de la Asunción en cuerpo y alma de
por el cardenal Frings de Colonia. A su María al cielo por ser una doctrina des-
mano se debe una famosa intervención conocida antes del siglo V y no formar
del cardenal invitando abrirse al mun- parte, por tanto, de la “tradición apos-
do y a recuperar las raíces genuina- tólica”. Estos profesores, indica, tenían
mente cristianas. Sin embargo, J. una concepción estricta de “tradición”,
Ratzinger dará años después mucha entendiendo por tal lo que ya estaba fi-
más importancia (y, de hecho, la tiene) jado. El “recordar” posterior no podía
a su contribución en la Dei Verbum. Fue pasar de descubrir aquello que al prin-
una intervención que, además de pasar cipio no era visible y, sin embargo, «ya
inadvertida, fue erróneamente colocada estaba dado en la palabra original»23.
–criticará– en el grupo de las aporta- Esta era la concepción que el mun-
ciones abiertas y progresistas. do teológico alemán tenía de la “tradi-
En el origen de esta importante in- ción” en el tiempo inmediatamente pos-
tervención se encuentran, además de terior a la finalización de la segunda
las convicciones explicitadas en la for- guerra mundial y anterior al Vaticano II
mación teológica, dos hechos de enor- y que marca la redacción de la Dei
me importancia para la configuración Verbum. No había un concepto de
de su perspectiva y para el futuro del Tradición “viva” y, por tanto, se tenían
gobierno eclesial: el rechazo del dogma dificultades para entender la Tradición
de la Asunción por parte de algunos como el cauce vivo en el que nos llega
profesores (al entender que no formaba la revelación mediante el auxilio de la
parte de la “tradición apostólica”) y el Escritura, pero que es bastante más que
debate abierto por J. R. Geiselmann so- ella gracias a la asistencia de Espíritu
bre la relación entre Escritura y Santo. El descuido de este capital pun-
Tradición en las actas del concilio de to impedía una concepción de la
Trento. Es lo que se conoce como el de- Tradición abierta y creativa.
bate –cerrado en falso, al decir de J.
Ratzinger– sobre el “partim” “partim”
y que tuvo una enorme importancia en 2.2. El debate sobre el “partim”
la redacción final de la Dei Verbum. “partim”
Pero esta limitada concepción sobre la
relación entre revelación, Escritura y
2.1. El dogma de la Asunción de
tradición se vio incrementada en el
María
transcurso del Vaticano II por el estudio
Al joven J. Ratzinger le llama podero- que publicó J. R. Geiselmann sobre las
samente la atención que algunos profe- actas de Trento en las que se recogen
12
las aportaciones al decreto sobre la tra- que la fe debía retirarse a la indetermi-
dición. nación y a la continua mutabilidad de
Según el estudio de J. R. Geisel- hipótesis históricas o aparentemente ta-
mann en el concilio de Trento se había les: a la postre, “creer” significaba algo
propuesto en un primer momento una así como “opinar”, tener una opinión
formula según la cual la revelación es- sujeta a continuas revisiones»25.
taría “en parte” en las Sagradas escritu- El drama de la época postconciliar
ras y “en parte” en la Tradición. En el ha estado ampliamente determinado
texto final, sin embargo, el «en parte…, por este debate y por sus «consecuen-
en parte» fue evitado y sustituido por cias lógicas»26. Es patente que el méto-
una “y”: sagradas escrituras y tradición do histórico-crítico no puede reconocer
nos transmiten juntas la revelación. J. otra instancia distinta de la del argu-
R. Geiselmann dedujo que Trento había mento histórico27 y que «no tolera deli-
querido enseñarnos que no existía divi- mitación alguna a través de un magis-
sión alguna de los contenidos de la fe terio de autoridad»28. La consecuencia
entre la escritura y la tradición sino que es que problematiza el concepto de tra-
ambas contenían, cada una por cuenta dición ya que por medio del método
propia, el todo; es decir, eran en sí mis- histórico «no se alcanza a comprender
mas completas. La consecuencia de to- que una tradición oral, que fluye junto
do ello era que se comenzaba «a soste- a las Sagradas Escrituras y se remonta
ner que la iglesia no podía enseñar nada hasta los Apóstoles, pueda representar
que no fuese expresamente rastreable una fuente de conocimiento histórico
en las sagradas escrituras, puesto que junto a la Biblia»29.
esta ultima contiene exactamente en No tiene nada de extraño que al jo-
modo completo todo aquello que se re- ven J. Ratzinger le pareciera que el mé-
fiere a la fe. Y dado que se identifica- todo de la teología liberal (Harnack y
ban interpretación de la escritura y exé- su escuela) era arbitrario y trivializador
gesis histórico-crítica, esto significaba ni que propusiera «ser enderezado a tra-
que la iglesia no podía enseñar nada que vés de la obediencia al dogma»30.
no resistiese a la prueba del método his- La constitución dogmática Dei
tórico-crítico»24. Verbum, concluirá J. Ratzinger, «no ha
Se iba más lejos que Trento y se sos- sido plenamente aceptada todavía»31,
tenía que «en la Iglesia la exégesis de- quedando pendiente de comunicar sus
bía ser la última instancia, lo que equi- autenticas afirmaciones a la concien-
valía –dada la diversidad de cia eclesial y darle forma a partir de
interpretaciones entre los exegetas– a ella.

13
2. TEÓLOGO, OBISPO Y PREFECTO DE LA
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE

La segunda, es una fase que abarca el período final de su docencia


teológica (particularmente en Tubinga), la consagración como obispo,
su ministerio episcopal en la diócesis de Munich y Freising (1977) y,
sobre todo, el tiempo que está al frente de la Congregación para la doc-
trina de la fe (1981).

Es cierto que J. Ratzinger denuncia en acabar la asamblea episcopal empieza a


la etapa anterior que la iglesia tiene «las hablar de un Konzils-Ungeist, de un fal-
riendas demasiado cortas; hay demasia- so espíritu conciliar, reclamando la ne-
das leyes, muchas de las cuales han con- cesidad de reconducir la aplicación del
tribuido a la falta de fe de este siglo, en Vaticano II, particularmente frente a
vez de contribuir a su salvación»32. Y es quienes entienden que la reforma con-
cierto que cuando años después –ya co- siste en soltar lastre, en hacer que la his-
mo prefecto de la Congregación para la toria resulte más cómoda, en aligerar de
Doctrina de la Fe– se le pregunta por es- tal modo que al final parezca que no con-
ta observación, manifiesta no acordarse siste en un «robustecimiento de la fe, si-
de ella, y la reinterpreta en el sentido de no en una disolución de la misma»34.
que la teología escolástica no era buen Concretamente, en Tubinga se per-
instrumento para un posible diálogo en- cata –ante algunas lecturas cristianas del
tre la fe y nuestro tiempo33. marxismo– de que en la iglesia se han
Sin embargo, este primer diagnósti- infiltrado tendencias que se sirven del
co es algo casi anecdótico. Al poco de cristianismo como instrumento para su

14
ideología, algo que le parece una autén- patrimonio en nombre de la libertad han
tica patraña. Toma conciencia de que la sido totales36.
unánime voluntad de servir a la fe se ha El diagnóstico que se incuba duran-
destruido y ha sido reemplazada por una te su etapa final como docente, alcanza
instrumentalización al servicio de una una argumentada formulación en los
ideología tiránica, de orientaciones, años en que es obispo de Munich y, so-
además, realmente brutales, crueles: bre todo, prefecto de la congregación
«entonces comprendí perfectamente para la doctrina de la fe. El resultado es
que, si se quería perseverar en la volun- un dictamen cultural, espiritual y ecle-
tad del Concilio, había que oponer re- sial marcado por la denuncia de que en
sistencia a todos aquellos abusos»35. el postconcilio se están solapando –con
En su Introducción al cristianismo el pretexto de modernizarse– el miste-
ya ofrece la primera conclusión del rio de Dios y la necesidad de la media-
diagnóstico que está gestando: el sueño ción eclesial. Es un diagnóstico tan rico
de la libertad traído por la modernidad y matizado como polémico, a la vez que
hace que un cristiano llamado Hans imposible de exponer adecuadamente
cambie las pepitas de oro que tiene, pri- en estas pocas líneas.
mero, por un caballo, luego por una va- Sin embargo, hay tres puntos que
ca, posteriormente por un ganso y, fi- conviene explicitar porque ayudan a
nalmente, por una piedra de afilar que contextualizar teológicamente el primer
acaba tirando al mar. El momento en el volumen de la cristología: su relación
que Hans se despierta del sueño liberta- con K. Rahner y H. Urs Von Balthasar;
rio traído por la modernidad le resulta la reconsideración del papel del teólogo
particularmente duro ya que no le que- en la Iglesia y, sobre todo, su apuesta por
da nada. El derribo y la dilapidación del las llamadas “verdades definitivas”.

1. ALEJAMIENTO DE KARL RAHNER Y CERCANÍA CON HANS UR VON


BALTHASAR

J. Ratzinger publica conjuntamente con considerar como su primer gran libro:


K. Rahner algunas de las obras teológi- El nuevo pueblo de Dios. Poco a poco
cas más emblemáticas del momento en se diluye esta fecunda relación con K.
sus primeros años como profesor: Rahner hasta llegar a la confrontación
Primado y Episcopado, Revelación y en los primeros años de la recién crea-
tradición37 y escribe lo que se puede da Comisión Teológica Internacional
15
por la diferente concepción sobre el pa- No son los “cristianos anónimos”
pel del teólogo y de dicha Comisión (aquellas personas que sin aceptar ex-
Teológica Internacional en el gobierno plícitamente a Jesús como el Salvador,
de la iglesia (ayudar a formular el ma- mantienen sin embargo un compromiso
gisterio vs. limitarse a difundirlo). «En a favor de la liberación y, particular-
mi teología –confesará años después– mente, de los más pobres) los que trae-
juegan un papel importante, a diferen- rán la salvación al mundo –sostiene el
cia de K. Rahner, las Escrituras, los pa- teólogo de Basilea–, sino los mártires,
dres y la dimensión histórica de la reve- aunque abracen, como sucede con
lación»38. No es irrelevante que sea H. Córdula, la palma del martirio a última
U. von Balthasar quien proponga que hora. Los mártires –a diferencia de los
Ratzinger forme parte del equipo fun- “cristianos anónimos”– son personas
dador de la revista Communio, que se que entregan su vida porque conocen y
perfila como alternativa a Concilium. experimentan que gratis han de dar lo
que gratis han recibido.
Cuando la gracia de la salvación
no se cultiva y cuida, cuando el com-
Ratzinger coincide con promiso no va debidamente acompa-
algunos de los temas, ñado de la mística y de una identidad
con el estilo y explícitamente reconocida y asumida
con la denuncia de fondo –recuerda H. U. von Balthasar–, el
riesgo de incurrir en lo que llamaba
que late en el diagnóstico «ateísmo cristiano» se incrementa
de H. Urs von Balthasar hasta niveles insospechados. Éste es
uno de los mayores riesgos de la re-
cepción conciliar.
A la par que se va enfriando su rela- J. Ratzinger va a coincidir con al-
ción con K. Rahner, empieza a existir gunos de los temas, con el estilo y con
una sintonía entre sus diagnósticos y los la denuncia de fondo que late en el
formulados por H. Urs von Balthasar, diagnóstico de H. Urs von Balthasar39,
uno de los primeros teólogos que aban- con las oportunas modulaciones perso-
dera –durante la celebración del mismo nales. La “mundanización” de la igle-
concilio y a lo largo de todo el pontifi- sia y el solapamiento del misterio de
cado de Pablo VI– una lectura involuti- Dios sólo pueden ser combatidas con
va del Vaticano II. El teólogo suizo cri- cristianos que presenten un perfil mar-
tica el optimismo ingenuo que rezuma cado por un coraje evangélico similar
la Gaudium et Spes y la ceguera de los al demostrado por los santos y mártires
padres conciliares para percibir el aloja- a lo largo de la historia de la iglesia. La
miento del pecado en la entraña misma sola garantía institucional no sirve pa-
de ese mundo al que conceden tanta ra nada, si no existen las personas que
centralidad en el misterio de la salva- la sostengan con sus propias convic-
ción. ciones personales40.
16
2. EL SENTIMIENTO ANTI-ROMANO Y EL PAPEL DE LOS TEÓLOGOS

J. Ratzinger declara que había un tácito mo los verdaderos representantes de la


consenso en que la Iglesia había de ser ciencia y, precisamente por esto, ya no
el tema principal del concilio Vaticano podían aparecer sometidos a los obis-
II y que se reemprendería y llevaría a pos»43. En la Iglesia, al menos en el ám-
término el camino trazado por el bito de opinión pública, «todo parecía
Vaticano I prematuramente interrumpi- objeto de revisión, e incluso la profesión
do a causa de la guerra franco-prusiana de fe ya no parecía intangible sino suje-
del año 1870. Pareja con esta gran cues- ta a las verificaciones de los estudiosos.
tión corría la relación entre la Iglesia y Tras esta tendencia del predominio de
el mundo41. los especialistas se percibía otra cosa: la
Sin embargo, poco antes de finalizar idea de una soberanía eclesial popular
el concilio empieza a darse cuenta –se- en la que el pueblo mismo establece
gún declara años después– de que crece aquello que quiere entender con el tér-
cada vez más la sensación de que en la mino Iglesia, que aparecía ya claramen-
Iglesia no hay nada estable, que todo te definida como pueblo de Dios. Se
puede ser objeto de revisión. «El anunciaba así la idea de ‘Iglesia desde
Concilio tendía a asemejarse a un gran abajo’, de ‘Iglesia del pueblo’, que des-
parlamento eclesial, que podía cambiar pués, sobre todo en el contexto de la te-
todo y revolucionar cada cosa a su ma- ología de la liberación, se convirtió en
nera. Era muy evidente que crecía un re- el fin mismo de la reforma»44.
sentimiento contra Roma y la Curia, que
aparecían como el verdadero enemigo
de cualquier novedad y progreso»42. 2.1. La “Declaración de Colonia”
(1989)
Y mientras crecían las divisiones y
enfrentamientos, se asentaba la convic- La divulgación de estos diagnósticos y
ción de que si los obispos podían cam- las decisiones magisteriales que se están
biar la Iglesia, y hasta la misma fe, ¿por empezando a tomar, llevan a que un nu-
qué lo podían hacer únicamente ellos y trido grupo de teólogos alemanes, cen-
no el resto del pueblo de Dios? Además, troeuropeos y del área mediterránea de-
todo el mundo sabía que las cosas nue- nuncien en 1989 las actuaciones
vas que sostenían los obispos las habí- «autoritarias y excluyentes» de J.
an aprendido de los teólogos. Como Ratzinger y planteen la conveniencia de
consecuencia de esa influencia, obispos prestar una mayor atención a la opinión
hasta entonces conservadores, volvían de todos los cristianos (sensus fidelium),
progresistas a sus diócesis. tanto en la promulgación magisterial co-
El papel de los teólogos en el conci- mo en el gobierno eclesial. Es lo que se
lio creó en ellos «una nueva conciencia conoce como la “Declaración de Colo-
de sí mismos: comenzaron a sentirse co- nia”.
17
Semejante denuncia y la subsiguien- pal como autoridad magisterial y la fun-
te propuesta son interpretadas por el ción secundaria del teólogo con relación
sector mayoritario de la curia vaticana a dicho ministerio. Es una preocupación
como una inaceptable invitación a que que se plasma en la instrucción Donum
la Iglesia capitule ante la mentalidad de veritatis sobre la vocación eclesial del
la época y como una justificación de to- teólogo (1990)45.
do lo que suponga “resistencia” y críti- Dicha instrucción reconoce el im-
ca ante el magisterio católico. Una de portante papel de los teólogos durante la
las consecuencias de esta “Declaración preparación y realización del Concilio
de Colonia” es el nacimiento del movi- Vaticano II, pero tal reconocimiento no
miento “Somos Iglesia”, ocupado en en- obsta para que también se les responsa-
sombrecer, al decir de este sector ma- bilice de las crisis padecidas por la igle-
yoritario de la curia vaticana, la imagen sia en el postconcilio.
de Juan Pablo II y de su prefecto para la El magisterio, indica la Instrucción,
doctrina de la fe. A partir de ahora se in- no es un ministerio extrínseco a la ver-
crementan, entre otras, las acusaciones dad cristiana ni algo sobrepuesto a la fe.
de proponer un magisterio exento de Nace, más bien, de su entraña misma,
misericordia en relación con la moral consiste en el servicio a la palabra de
sexual y de mirar a otro lado cuando se Dios y es una institución querida positi-
topa con la pandemia del sida. vamente por Cristo como elemento
La reacción no se hace esperar. Y constitutivo de la iglesia. Cuenta con la
viene en forma de una instrucción sobre asistencia del Espíritu Santo prometido
la vocación eclesial del teólogo (Donum por Jesús, lo que le habilita para propo-
veritatis, 1990), una encíclica sobre la ner enunciados «de modo definitivo» so-
primacía de la verdad (Veritatis splen- bre cuestiones que «aunque no estén
dor, 1993) y, sobre todo, la revisión de contenidas en las verdades de fe, se en-
la profesión de fe en la carta apostólica cuentran sin embargo íntimamente liga-
Ad tuendam fidem (1998) con la puesta das a ellas, de tal manera que el carácter
de largo de las llamadas “verdades de- definitivo de esas afirmaciones deriva,
finitivas”. en último análisis, de la misma
Revelación». Tales verdades «pueden
ser enseñadas infaliblemente por el
2.2. La instrucción Donum Magisterio»46. Por su parte, compete al
veritatis sobre la vocación teólogo «lograr, en comunión con el ma-
eclesial del teólogo (1990) gisterio, una comprensión cada vez más
La rápida socialización de la “declara- profunda de la Palabra de Dios conteni-
ción de Colonia” y la fuerza del movi- da en la Escritura inspirada y transmiti-
miento propiciado determinan que vuel- da por la tradición viva de la iglesia»47.
van a dispararse todas las alarmas sobre El magisterio es consciente, recono-
la urgencia de cuidar la unidad y la ver- ce la Instrucción, de que existe una de-
dad, algo que pasa por recuperar la cen- cantación doctrinal a lo largo del tiem-
tralidad que tiene el ministerio episco- po. Pero tal reconocimiento no justifica
18
actitudes y planteamientos relativistas irreparablemente el nexo mismo con
ante los enunciados de fe propuestos ni Cristo»52.
permite constituir el propio discurso te- Por tanto, no se pueden aplicar en la
ológico «en una instancia autónoma y iglesia los criterios de conducta que tie-
exclusiva para juzgar la verdad de una nen su razón de ser en la sociedad civil
doctrina»48. Por eso, es preciso clarificar o en las reglas de funcionamiento de una
el disenso de algunos teólogos en rela- democracia o en la mentalidad domi-
ción con el magisterio, indicando segui- nante en el medio ambiente. Cuando se
damente la improcedencia de constituir recurre a tales instancias –con la abso-
su propio discurso en una especie de lutización de los argumentos y compor-
«magisterio paralelo»49 o la incoheren- tamientos reseñados– es porque hay
cia de invocar el respeto debido a los de- «una grave pérdida del sentido de la ver-
rechos humanos en asuntos doctrinales. dad y del sentido de iglesia»53.
Por encima de tal demanda se encuen-
tra «la fuerza de la verdad misma»50 y el
respeto a ella debido. Cuando un teólo- 2.3. La objetividad de la verdad:
go no sintoniza con el sentir eclesial es- Veritatis splendor (1993)
tá de más apelar a dichos derechos hu-
manos porque es él quien entra en La encíclica Veritatis splendor (1993)
contradicción «con el compromiso que prolonga el diagnóstico explicitado con
libre y conscientemente ha asumido de ocasión de la «instrucción sobre la vo-
enseñar en nombre de la iglesia»51. Por cación eclesial del teólogo» (1990). Es
tanto, tiene toda la libertad del mundo un texto magisterial importante porque
para dejar de ejercer en nombre y co- enfatiza la influencia de la sensibilidad
munión con el magisterio. social y cultural en la vida eclesial y, de
modo particular, entre los teólogos, y
Finalmente, tampoco es procedente
marca la senda que va a seguir la Iglesia
apelar a la propia conciencia. Este re-
en su relación con el mundo durante los
curso es válido –indica la Instrucción–
pontificados de Juan Pablo II y
cuando se trata de tomar una decisión.
Benedicto XVI.
Pero no lo es cuando está en juego la
verdad de un enunciado doctrinal. A partir de esta encíclica se oficiali-
Recurrir a la propia conciencia para jus- za lo que venía siendo hasta ahora una
tificar la colisión con el magisterio de la posición minoritaria en el modo de en-
iglesia es incompatible con la economía tender y vivir la relación de la iglesia
de la Revelación y con su transmisión con el mundo. Se trata, obviamente, de
en la iglesia. «Los enunciados de fe una perspectiva bastante alejada de la
constituyen una herencia eclesial, y no puesta en juego –cierto que con una
el resultado de una investigación pura- cierta dosis de ingenuidad– por los pa-
mente individual y de una libre crítica dres conciliares en el Vaticano II cuan-
de la Palabra de Dios. Separarse de los do debatieron y aprobaron la constitu-
pastores que velan por mantener viva la ción pastoral Gaudium et Spes sobre la
tradición apostólica, es comprometer relación de la iglesia en el mundo.

19
3. EL RECURSO A LAS VERDADES “DEFINITIVAS”:
LA CARTA APOSTÓLICA AD TUENDAM FIDEM (1998)

El año 1998 se publica la revisión de la mención alguna para la segunda cate-


professio fidei y del juramento de fide- goría, las doctrinas definitivas. La carta
lidad para los candidatos a ministerios apostólica llena este vacío.
eclesiales y para los teólogos.

3.2. El comentario de Joseph


3.1. La professio fidei Ratzinger y Tarcisio Bertone
En esta profesión de fe se añaden al cre- Las formas principales con las que tra-
do niceno-constantinopolitano tres pá- dicionalmente se ha presentado el ma-
rrafos en los que se jura lo siguiente: gisterio son, a la luz de los concilios
Vaticano I y II: el extraordinario (infali-
Creo, también, con fe firme, todo ble), el ordinario y universal (igualmen-
aquello que se contiene en la palabra te infalible) y el auténtico (falible).
de Dios escrita o transmitida por la
A estas formas tradicionales de ma-
tradición, y que la iglesia propone
gisterio hay que añadir –según el co-
para ser creído, como divinamente
mentario que hacen J. Ratzinger y T.
revelado, mediante un juicio solem-
Bertone a la carta apostólica– las verda-
ne o mediante el magisterio ordina-
des “definitivas”, es decir, aquellas ver-
rio y universal.
dades propuestas como universales e
Acepto y retengo firmemente, asi- irreformables pero que no son definidas.
mismo, todas y cada una de las co- Se fundamentan en la asistencia del
sas sobre la doctrina de la fe y las Espíritu Santo al magisterio y, por tan-
costumbres, propuestas por la igle- to, en la infalibilidad que le es propia.
sia de modo definitivo. Se proclama con la finalidad de mante-
Me adhiero, además, con religioso ner la comunión eclesial en torno a una
obsequio de voluntad y entendi- verdad o praxis disputada cuyo acceso
miento, a las doctrinas enunciadas común es muy difícil y que hay que ad-
por el romano pontífice o por el co- mitir religiosamente como definitivas
legio de los obispos cuando ejercen («tamquam definitive tenenda») por su
el magisterio auténtico, aunque no conexión directa con el deposito de la fe
tengan la intención de proclamarlas o por un «nexo lógico» o «histórico»55.
con un acto definitivo54.
J. Ratzinger y T. Bertone sostienen
El actual código de derecho canóni- que la infalibilidad del magisterio actúa
co contempla la primera y la tercera ca- tanto en una definición solemne como en
tegoría mediante «justas sanciones» pa- una declaración definitiva. Por tanto, pa-
ra quienes disienten, pero no hay ra que la infalibilidad entre en acción no
20
se exige una definición solemne56. Es así enseñar, como así le ha sucedido a R.
como se recurre a una nueva y sorpren- Nugent por no haber aceptado como de-
dente forma de magisterio para dirimir finitivos determinados posicionamien-
determinadas cuestiones disputadas (las tos del magisterio referidos a la homo-
verdades “definitivas”) dotándolas de un sexualidad58.
alcance inusitado en la vida de la
Iglesia57.
3.3. Crítica reacción de la
Finalmente, en el comentario de J. conferencia episcopal alemana
Ratzinger y T. Bertone se indica que son
doctrinas definitivas enseñadas con el No es de extrañar que la conferencia
carisma de la infalibilidad las referidas episcopal alemana presentara muchas
a la naturaleza ilícita de la prostitución dificultades para aplicar el motu propio.
y la fornicación, la condena de la euta- Concretamente, indica que en el prime-
nasia, la ordenación sacerdotal reserva- ro de los párrafos del juramento se rom-
da a los hombres o la declaración de pe la unidad de la escritura y de la tra-
León XIII por la que las ordenaciones dición –algo enseñado expresamente
anglicanas eran nulas e inválidas. por del Vaticano II– a favor de dos rea-
lidades separadas: «la palabra de Dios
escrita o transmitida por la tradición».
La escritura y la tradición quedan yux-
Ratzinger y Bertone sostienen tapuestas en la definición propuesta me-
que la infalibilidad diante un “vel” (“o”). Ésta fue, precisa-
del magisterio actúa mente la posición defendida en el
Vaticano II por quienes eran partidarios
en una definición solemne y de una concepción restrictiva de la re-
en una declaración definitiva velación, algo que finalmente no salió
adelante59.
En el postconcilio, J. Ratzinger ya
La explicación dada por J. Ratzinger había denunciado que el dogma era sen-
y T. Bertone provocó una generalizada tido como «un vínculo exterior» y no
perplejidad en el mundo teológico y tu- como la «fuente vital» que posibilita
vo una enorme importancia en la rela- «nuevos conocimientos»60.
ción con otras confesiones cristianas (en Pero en el segundo de los párrafos se
especial en lo que toca al sacerdocio de afirma –contrariamente a las enseñan-
la mujer), con los mismos obispos y, por zas del Vaticano I y II– la infalibilidad
supuesto, con los fieles ya que el recha- del Papa para asuntos secundarios de la
zo de estas doctrinas o negarse a darles fe, sin tener en cuenta que se trata úni-
«un asentimiento firme y definitivo» su- camente de una opinión teológicamen-
pone la pérdida de la plena comunión te bien argumentada pero cuya aplica-
con la iglesia católica, es decir, implica ción es muy contestada.
incurrir en herejía o, cuando menos, su- Y, finalmente, en el tercero de los pá-
pone la retirada de la autorización para rrafos se exige rígidamente –denuncian
21
los obispos alemanes– el llamado obse- Romanos Pontífices»! (Lumen Gentium
quium religiosum para asuntos propios nº 27).
del magisterio auténtico. Con la publicación de la carta apos-
Como se puede apreciar, la confe- tólica Ad tuendam fidem nos encontra-
rencia episcopal alemana tuvo graves mos con un desarrollo doctrinal tan im-
reservas para aceptar y aplicar este ju- portante como la misma definición de la
ramento de fidelidad. Por ello, no lo exi- infalibilidad del papa por el Vaticano I
gía a los fieles. en 1870. Además, el hecho de añadirlo
En otoño de 1999 la curia vaticana al credo niceno-constantinopolitano no
urge insistentemente a los obispos ale- contribuye en nada a la unidad ecumé-
manes para que lo pongan en vigor, al- nica. Lo que se ha hecho y el modo co-
go que finalmente es decidido en la mo se ha hecho es enteramente nuevo.
asamblea episcopal de primavera del Y no hay precedente de ello en toda la
año 2000 acompañándolo de una expli- historia de la cristiandad.
cación redactada por la comisión de la
fe. En esta declaración se recuerda que No hay que extrañarse de que J.
la competencia del papa para juzgar de- Moingt se pregunte cómo se debe tener
finitivamente en el campo de las ense- como “definitivamente” cerrado desde
ñanzas secundarias de la fe no pasa de la fe un debate generalmente considera-
ser una sentencia teológica bien argu- do abierto a la investigación61. A él se
mentada y que su aplicación es algo han sumado otros que entienden que es-
fuertemente contestado. Con respecto a ta forma de gobernar apoyándose en las
la petición del obsequium religiosum se llamadas verdades “definitivas” es un
indica expresamente que es posible un paso más en la involución de una igle-
desacuerdo leal bajo determinadas con- sia que prefiere imponer una doctrina no
diciones por parte de los teólogos. tanto por la fuerza de sus argumenta-
Pero las consecuencias de este motu ciones teológicas sino por la amenaza
propio no acaban aquí. También afectan de sanciones. En los últimos años, pro-
a los obispos, sucesores de los apósto- siguen estos teólogos, se ha ido pasan-
les. Así, por ejemplo, si un prelado ex- do –parafraseando a J. I. González
presa públicamente su desacuerdo con Faus– de la autoridad de la fe a la fe en
el papa en algunas de las llamadas ver- la autoridad, de la fundamentación teo-
dades “definitivas” podría ser «castiga- lógica a la autoridad del cargo, del diá-
do con una pena justa» que, sin llegar a logo a la uniformidad doctrinal62. Y no
la excomunión, podría comportar la pri- sólo en la relación de la curia vaticana
vación de su oficio, en el caso de que se con resto de las iglesias locales, sino
mantuviera en su posición después de también en el seno de muchas diócesis
haber sido debidamente advertido. ¡Qué ya que se acaba apadrinando una forma
lejano suena el concilio Vaticano II de gobierno, cuando menos, autocrática
cuando sostenía que los obispos no de- que, en el mejor de los casos, escucha
bían «considerarse como vicarios de los pero no hace caso a lo manifestado.

22
3. EL PAPADO DE BENEDICTO XVI

La tercera etapa, inaugurada en la primavera de 2005, comienza con su


papado como Benedicto XVI. Es un tiempo en el que parecen haber pasa-
do a un segundo plano el lenguaje y la forma autoritativa de la fase pre-
cedente y en el que entra en escena un estilo mucho más propositivo.

Son positivamente reseñables sus posi- lar muestra la figura de un Papa más
cionamientos sobre la laicidad del ocupado en testimoniar la fe y alentar
Estado, sobre la necesidad de que la que en sajar y curar. Sin embargo, es una
iglesia se recoloque en el nuevo marco tarea que no alcanza plenamente su ob-
político y sobre el ecumenismo. Sin em- jetivo ya que en muchos momentos re-
bargo, sus comentarios sobre el islam y aparece, a pesar de su incuestionable
la violencia, su diagnóstico de la con- buena voluntad, el teólogo fundamental
quista de América latina, su aparente que no ha olvidado ni ha renunciado a
fracaso en el intento de renovar la curia, retomar algunas de las cuestiones plan-
su denuncia sobre la «prostitución» del teadas a lo largo de su trayectoria, par-
teólogo63 y la Notificatio a Jon Sobrino ticularmente, las referidas a la relación
son algunas de las señales que contradi- entre revelación y tradición, así como
cen –al menos, de momento– el cambio entre sagrada escritura y magisterio.
pronosticado por algunos cardenales Esto es algo constatable, por ejemplo,
electores e, incluso, teólogos. en la centralidad que concede a su sin-
La publicación del primer volumen gular interpretación del evangelista
de la cristología como teólogo particu- Juan. Y, desde ella, a muchas de las po-
23
lémicas cuestiones tratadas en su perío- nos introduce «en aquella profundidad
do como Prefecto de la Congregación que procede de Dios y conduce a Él», es
para la Doctrina de la Fe. decir, «nos muestra verdaderamente la
persona de Jesús, tal como era, y por eso
nos muestra a Aquel que no sólo era, si-
3.1. La centralidad de Juan no que es; Aquel que, en todos los tiem-
Es cierto que en este primer volumen de pos, puede decir en la forma de presen-
la cristología hay abundantes referencias te: ‘Yo soy’ ‘Antes de que Abrahán
a los sinópticos, pero también lo es que fuera, Yo soy’ (Jo 8, 58). Este Evangelio
no ocupan el puesto capital que, final- nos muestra el verdadero Jesús y pode-
mente, es concedido a Juan. El cuarto mos usarlo tranquilamente como fuente
evangelista subraya el recuerdo y la me- de Jesús»64.
moria, algo capital para un platónico y Como se puede apreciar, la referen-
agustiniano. El recordar del que habla cia a la historia de Jesús tiene una im-
Juan, sostiene Benedicto XVI, no es el portancia secundaria al quedar articula-
resultado de un mero proceso psicológi- da desde la primacía del “recuerdo”
co o intelectual en el ámbito privado, si- vivo en que nos llega. J. Ratzinger sin-
no un acontecimiento eclesial que –al es- toniza en esta apuesta con sus maestros
tar guiado por el Espíritu Santo– S. Agustín y S. Buenaventura y con su
trasciende la esfera propiamente huma- amigo H. Urs von Balthasar, a pesar de
na del comprender y conocer, muestra la que apunte en alguna ocasión –acerta-
cohesión entre la Escritura y realidad y damente, por cierto– que una fe que se
nos guía a toda la entera verdad. olvide de la dimensión histórica se con-
vierte en “gnosticismo” porque descui-
da la carne, la encarnación y la verda-
dera historia62.
la referencia a En esta apuesta por el cuarto evan-
la historia de Jesús tiene gelio no sólo reaparecen referencias tan
una importancia secundaria importantes en la biografía teológica de
J. Ratzinger como el nexo entre conocer
al articularse desde la primacía y recordar, historia y fe, Espíritu Santo
del “recuerdo” vivo y magisterio o revelación y tradición, si-
en que nos llega no que se justifican, entre otros puntos,
su concepción de “la” verdad y su posi-
ción favorable a la llamada exégesis ca-
Consecuentemente, el cuarto evan- nónica.
gelista deja abierta a cada época y gene-
ración –gracias al comprender en el re-
3.2. Verdad y evidencia
cordar– una vía de mejor y más profunda
comprensión de esa verdad. Es un cami- Hay un punto de fondo que atraviesa to-
no que, yendo más allá de la historicidad da la biografía teológica de Ratzinger y
de los acontecimientos y de las palabras, esta cristología de principio a fin: su pa-
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sión por mostrar la capacidad seductora conmover a todos, empezando por los
de Jesús, “la” verdad por excelencia. mismos padres griegos y latinos, si-
Benedicto XVI siempre ha tenido un guiendo por casi todos los santos y mís-
interés particular por argumentar la re- ticos y continuando por las personas de
lación existente entre verdad y eviden- buena voluntad de todos los tiempos.
cia. Su desmarque de la neoescolástica Es cierto que a esta comprensión de
y su asentamiento agustiniano encuen- la verdad le ronda el riesgo del “ateis-
tran aquí una correcta explicación. Nada mo cristiano”. Pero no es menos cierto
de extraño que ahora subraye el lado es- que la perspectiva marcadamente plató-
piritual de quien se autopresenta –para nica y agustiniana a la que se apunta J.
escándalo de los judíos y extraños– no Ratzinger tiene que eludir los riesgos
sólo como «el camino y la vida» sino, del docetismo o intelectualismo y del
sobre todo, como “la” verdad. Y que lo espiritualismo desencarnado y ciego.
haga reclamando para sí la evidencia En definitiva, del “gnosticismo” que
propia de toda belleza y la capacidad de acertadamente denuncia en su cristolo-
seducción y fascinación que le es propia. gía.
Ésta es una legítima acentuación que Pocos discuten que Mt 25, 31 y
cuenta con una fecunda y rica tradición 1Juan 4, 8 son dos textos con una indu-
en la historia de la teología. Pero es una dable fuerza para marcar la teología de
perspectiva entre otras, igualmente todos los tiempos. Así ha sucedido
arraigadas en la tradición cristiana. siempre, con la dramática excepción del
Existen, por ejemplo, otras más siglo XIX y parte del XX, un tiempo en
atentas a mostrar que “la” verdad de el que la iglesia, ocupada en curarse las
Dios consiste precisamente en su amor heridas dejadas por la pérdida de los es-
y, de manera particular, en su asociación tados pontificios y por sacudirse las in-
con los crucificados de este mundo. Son gerencias de los poderosos de este mun-
cristologías que muestran sobradamen- do, acaba descuidando la centralidad de
te que el seguimiento de Jesús “veri-fi- los pobres y deja que el marxismo se
ca” (es decir, se hace verdad) en los apropie violentamente de semejante
bienaventurados a los que está asocia- verdad.
do, por puro amor, de manera preferen- Desde entonces, una parte de la igle-
te. Y que como consecuencia de tal aso- sia católica ha tenido enormes dificulta-
ciación –sólo aceptable y comprensible des para diferenciar el ropaje inacepta-
en la fe– es consuelo para unos y agui- blemente violento y autoritario de la
jón para otros. reivindicación marxista de la raíz radi-
La concepción que Benedicto XVI calmente evangélica que aletea en su
tiene de la verdad explica que en sus re- defensa del proletariado y, por exten-
ferencias a los santos padres no resalte sión, de los pobres. Y como consecuen-
como es debido un dato incontestable cia de ello, ha tenido dificultades para
para ellos: que los pobres son los vica- superar una concepción paternalista o
rios de Cristo y que en tal verdad se alo- meramente asistencialista de la pobreza
ja una capacidad de seducción capaz de y abrirse a una consideración estructu-
25
ral de la misma. Esto es algo evidente Jesús histórico y el Cristo de la fe ale-
en la biografía teológica de J. Ratzinger. jándose el uno del otro. Y lo hace de la
Una legítima y argumentada prevención mano de la investigación histórico-crí-
ante el marxismo triunfante durante su tica ¿Qué significado puede tener la fe
época como profesor y obispo parece en Cristo si el hombre Jesús era tan di-
haberse convertido –una vez derrotado ferente de cómo lo habían presentado
ideológicamente con la caída del muro los evangelistas y de cómo lo anuncia la
de Berlín– en un prejuicio difícilmente Iglesia partiendo de los Evangelios?66
superable. Se inicia un proceso de reconstrucción
Es deseable que, sin renunciar a una del Jesús histórico que más tiene que ver
oportuna crítica sobre las manifestacio- con la biografía de sus autores que con
nes contemporáneas del pelagianismo, Jesús mismo.
se acompañe dicha crítica de similares La consecuencia de todo ello es
cautelas ante las actuales variantes del –diagnostica J. Ratzinger– un Jesús his-
docetismo (en el fondo, confesión de tórico cada vez más alejado de nosotros
palabra sin coherencia de vida ni expe- porque en realidad sabemos muy poco
riencia mística). Éste es, con certeza, el de Él. En esta onda se encuentra R.
error más extendido y más disolvente de Schnackenburg, para quien sólo nos
los que amenazan en nuestros días a la queda la historia de las tradiciones y de
fe cristiana y sobre el que se echa de me- las redacciones.
nos una crítica consideración en esta Esta conclusión, sentencia Benedic-
cristología y en su precedente biografía to XVI, es «dramática para la fe» por-
teológica. Al menos, tan contundente e que la deja sin una referencia cierta y la
insistente como la que se realiza del pe- relación con Jesús corre el riesgo de
lagianismo o “ateísmo cristiano”. sustentarse en el vacío o, en el mejor
Es así como “la” verdad manifesta- de los casos, en las ocurrencias del exé-
da en Jesús podrá ser mostrada en todo geta de turno67. La Biblia queda inca-
su alcance y con todas sus consecuen- pacitada para hablar del Dios viviente y
cias. Y es así como evidenciará su in- se extiende la convicción de que cuan-
cuestionable capacidad para seducir y, do nos aproximamos a la Escritura y la
también, escandalizar. comentamos, en realidad estamos ha-
blando de nosotros mismos. Peor toda-
vía: estamos decidiendo qué puede ha-
3.3. Recelo a la exégesis cer Dios y qué queremos o debemos
histórico-crítica hacer nosotros68.
Jesucristo era presentado en los años Esta manera de acercarse a la
treinta –afirma Benedicto XVI– a partir Escritura acaba secuestrando la comu-
de los Evangelios, por lo cual, a través nión de Jesús con el Padre. En ella con-
del hombre Jesús se hacía visible Dios siste la singularidad del Jesús histórico.
y a partir de Dios se podía ver la ima- Sin ella no es posible comprender na-
gen del auténtico hombre. En los años da. Y sólo partiendo de ella se puede en-
cincuenta aparece el debate sobre el tender todo, incluso en nuestros días69.
26
3.4. La lógica “católica” tiniano que es– del Cristo de la fe y des-
de Él se encamina al Jesús histórico:
La contundente valoración que J.
«Yo sólo busco, más allá de las meras
Ratzinger formula de la exégesis histó-
interpretaciones histórico-críticas, apli-
rico-crítica (y las consecuencias que
car los nuevos criterios metodológicos,
comporta) lleva a recordar, una vez más,
que nos permiten una interpretación
la importancia suma de primar la lla-
propiamente teológica de la Biblia y que
mada lógica “católica” frente a otras
exigen la fe, sin por ello querer y poder
lecturas de la Escritura excesivamente
renunciar de ninguna manera a la serie-
marcadas por biografías personales o
dad histórica»70. Es una legítima pers-
por legítimas –pero, frecuentemente, li-
pectiva teológica y espiritual, atenta a la
mitadas– acentuaciones personales.
iluminación interior que procede de lo
Desde los tiempos del PseudoDio- alto y pronta a contemplar fascinado el
nisio sabemos que toda teología que se misterio divino. El Cristo de la fe es el
precie de tal ha de cuidar la encarnación punto de partida axiomático de su teo-
del Hijo y la resurrección del Cruci- logía y espiritualidad: a Cristo –viene a
ficado. También sabemos que la rique- decir J. Ratzinger– o «se le toma como
za del misterio que se nos entrega en un loco o se le sigue como un loco». Es
Jesucristo solo puede ser balbucida cristiano quien ha quedado seducido por
manteniendo en el equilibrio inestable la contemplación de un misterio capaz
–propio de todo pensamiento “católi- de iluminar todas las parcelas de la exis-
co”– esas verdades que para un pensa- tencia. Cuando ello sucede, el cartesia-
miento racionalmente estrecho son per- no «cogito ergo sum» se convierte en un
cibidas como contradictorias o “católico” «cogitor ergo sum» («Soy
imposibles de articular: Jesús y Cristo, pensado, luego existo»). Ésta es la loa-
trascendencia e inmanencia, revelación ble inquietud que late en su apuesta por
e historia o Escritura y tradición. Y sa- la “exegesis canónica”. «Sólo a partir de
bemos, igualmente, que la pluralidad de Dios se puede comprender al hombre y
discursos teológicos es consecuencia de sólo si vive en relación con Dios, su vi-
acercarse a un misterio que excede da se hace justa. Dios no es un lejano
nuestras capacidades comprensivas y desconocido. Nos muestra su rostro en
también de adoptar diferentes puntos de Jesús; en su actuar y en su voluntad re-
partida: no es lo mismo aproximarse conocemos los pensamientos y la vo-
desde inquietudes veritativas que estéti- luntad de Dios mismo»71.
cas o amorosas. En cualquier caso, pa-
ra que toda aproximación sea efectiva-
mente “católica” tendrá que integrar las 3.5. Riesgo de subjetivismo
verdades a las que otras perspectivas
son más sensibles y ser muy conscien- Pero como toda apuesta, presenta –si se
te, a la vez, de los riesgos que rondan a analiza a la luz de la historia de la espi-
la perspectiva adoptada. ritualidad– indudables limitaciones. Y
no es la menor de ellas su proclividad a
Con su apuesta por la “exégesis ca-
favorecer interpretaciones “eisegéti-
nónica” J. Ratzinger parte –como agus-
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cas”, es decir, proyectivas de deseos y el Jesús histórico ha de seguir siendo el
sentidos ajenos –y hasta enfrentados– al criterio último de la identidad cristiana
Jesús de la historia. Para que el recur- y de toda cristología; como lo fue para
so a Cristo no acabe convirtiéndose en Pablo, los evangelistas, el redactor de la
la búsqueda de un analgésico, de un pla- carta a los hebreos y el de la
cebo, de un hippy fascinante, de un post- Apocalipsis.
moderno debidamente autocentrado o Esta circularidad entre Cristo y Jesús
de un fiel más dócil a la autoridad ecle- desde la primacía de la historia es algo
sial que a la palabra del Maestro se ne- –recuerdan estos teólogos y exégetas–
cesita la referencia del Crucificado, del que ha pervivido a lo largo de la histo-
Jesús histórico. Gracias a Él sabemos, ria de la iglesia, a pesar de que la tradi-
por ejemplo, que nuestro centro es “ex- ción cristiana no haya considerado nun-
céntrico”, que pasa fuera de nosotros, de ca conveniente canonizar la historia de
nuestra subjetividad, deseos, aspiracio- Jesús (O. Tuñí).
nes, ilusiones y que se actualiza en los Y por si este argumento sobre la pri-
crucificados de este mundo. macía del Jesús histórico sobre el Cristo
de la fe no fuera suficiente, hay que re-
cordar que es el criterio reivindicado por
la declaración Dominus Iesus en su crí-
el Jesús del kerigma tico e interesante diálogo con aquellas
es más que el Jesús histórico, posiciones que hacen de la máxima
pero el Jesús histórico «Jesús separa, el Espíritu une» el axio-
ha de seguir siendo ma configurador de su perspectiva. Juan
el criterio último Pablo II recuerda acertadamente que el
Espíritu del que hablamos y al que nos
de la identidad cristiana referimos es el Espíritu de Jesús, el re-
sucitado de entre los muertos, es decir,
el histórico.
Por ello, hay que recordar que junto Por tanto, el ir “más allá” del dato
a esta perspectiva legítimamente prima- histórico que legítimamente reivindica
da por J. Ratzinger existe la que, par- Benedicto XVI apoyándose en la “exé-
tiendo del Jesús histórico, aproxima al gesis canónica” está obligado a pasar,
Cristo. Y, al acercarle, ahorra el riesgo más tarde o más temprano, por el crisol
masoquista que ronda a todo seguidor del Jesús histórico, el Crucificado que
que se queda únicamente en la contem- se actualiza en los crucificados de este
plación del Crucificado. mundo. Es ese crisol el que evita incu-
Es la perspectiva en la que están em- rrir en el riesgo “eisegético” indicado
peñados, desde E. Käsemann, una bue- con los espiritualismos, subjetivismos y
na parte de los exégetas y teólogos ca- manipulaciones sobre los que alertaron
tólicos que tienen claro, con Benedicto incansablemente los santos y los místi-
XVI, que el Jesús del kerigma es más cos. Entre ellos, Santa Teresa y San
que el Jesús histórico, pero también que Ignacio.
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El santo vasco afirma en su autobio- ello, no está de más recordar, en esta
grafía que aprendió a renunciar a «gran- ocasión de la mano de Jon Sobrino, que
des noticias y consolaciones espiritua- la cruz de Jesús es el dato definitivo que
les» y también a «nuevas inteligencias critica todos los absolutos (y métodos
de cosas espirituales y nuevos gustos», teológicos) porque ella no es ni puede
en particular, cuando le sobrevenían en ser un absoluto.
horas de sueño o de trabajo porque le Ésta es la asignatura pendiente de la
imposibilitaban hacer lo que tenía que “exégesis canónica” aplicada por J.
hacer72. Ratzinger en el primer volumen de su
Y la mística castellana escribe que cristología, a pesar de que no falten rei-
«es falta de humildad querer que se os teradas reseñas a la dramática situación
dé lo que nunca habéis merecido», que del continente africano.
«está muy cierto a ser engañado o muy Sin embargo, es una referencia que
a peligro», que nadie está seguro de que no acaba configurando su perspectiva
ese camino sea el que le conviene y que teológica y que casi siempre se sostiene
«la mesma imaginación, cuando hay un en un diagnóstico más religioso y cul-
gran deseo, ve aquello que sea»73. Por tural que político o económico.

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NOTAS

1. J. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di Naza- 16. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 69.
ret, Città del Vaticano - Milano, 2007, pág. 17. RATZINGER, Mi vida..., pág. 120-121.
20. 18. RATZINGER, Mi vida..., pág. 150.
2. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di Nazaret, 19. RATZINGER, Mi vida..., pág. 150.
pág. 12. 20. RATZINGER, Mi vida..., pág. 150.
3. BENEDICTO XVI, Encuentro del Santo Padre 21. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 207.
con los obispos de Suiza. Discurso de. Sala 22. Si bien es cierto –sostiene el Aquinate– que la
Bolonia, martes 7 de noviembre de 2006. revelación se encarga de confirmar algunas de
4. BENEDICTO XVI, Encuentro... las verdades alcanzadas con el auxilio de la
5. G. GUTIÉRREZ, La fuerza histórica de los po- razón natural, también es cierto que existen
bres, Salamanca, Sígueme, 1982, pág. 14. otras que tiene que precisar y, finalmente, no
6. G. GUTIÉRREZ, Dios o el oro en las Indias faltan las que presupone la fe. La revelación
(s.XVI), Salamanca, Sígueme, 1990, pág. 130. es una luz para la razón y ésta conserva siem-
7. G. GUTIÉRREZ, Hablar de Dios desde el sufri- pre sus funciones, incluso cuando tiene que
miento del inocente. Una reflexión sobre el abordar una cuestión de fe.
libro de Job, Lima, CEP, 1986, pág. 24. 23. RATZINGER, Mi vida..., pág. 107-108.
8. GUTIÉRREZ, La fuerza histórica..., pág. 14. 24. RATZINGER, Mi vida..., pág. 148.
9. J. RATZINGER, Mi vida. Autobiografía, Madrid, 25. RATZINGER, Mi vida..., pág. 148.
Encuentro, 2006, pág. 177. 26. RATZINGER, Mi vida..., pág. 148.
10. RATZINGER, Mi vida..., pág. 159-160: La con- 27. RATZINGER, Mi vida..., pág. 146.
secuencia es que se instala en la conciencia 28. RATZINGER, Mi vida..., pág. 146.
eclesial una idea de una soberanía eclesial 29. RATZINGER, Mi vida..., pág. 148.
popular en la que el pueblo mismo establece 30. RATZINGER, Mi vida..., pág. 99.
aquello que quiere entender con el término 31. RATZINGER, Mi vida..., pág. 153.
iglesia, que ya se define como pueblo de 32. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 79.
Dios. Es una anticipación de la idea de la 33. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 80.
“Iglesia desde abajo” o de la “Iglesia del pue- 34. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 81.
blo”. 35. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 83.
11. J. RATZINGER, Sal de la tierra. Cristianismo e 36. J. RATZINGER, Introducción al cristianismo,
Iglesia católica ante el nuevo milenio. Una Salamanca, Sígueme, 1972, pág. 17.
conversación con P. Seewald, Madrid, 37. K. RAHNER Y J. RATZINGER, Revelación y tra-
Palabra, 1997, pág. 45. dición, Barcelona, Herder, 1970.
12. RATZINGER, Mi vida..., pág. 89. 38. RATZINGER, Mi vida..., pág. 152.
13. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 36. Cf. tam- 39. H. URS VON BALTHASAR - J. RATZINGER, ¿Por
bién pág. 72: «Mi teología tiene cierto carác- qué soy todavía cristiano? ¿Por qué perma-
ter bíblico e incluso patrístico, sobre todo, nezco en la Iglesia?, Salamanca, Sígueme,
agustiniano». 2005. En original alemán: Zwei Plädoyers
14. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 37. (Dos discursos finales).
15. S. BUENAVENTURA, Hexaemeron, 22. 21. 40. RATZINGER, Mi vida..., pág. 52.
30
41. RATZINGER, Mi vida..., pág. 144. Donum veritatis, 1990, nº 16, 23, 24, DzH,
42. RATZINGER, Mi vida..., pág. 158. 4874, 4877, 4878.
43. RATZINGER, Mi vida..., pág. 159. 58. Ver un resumen del affaire R. Nugent en
44. RATZINGER, Mi vida..., pág. 159-160. Selecciones de teología, 171 (2004), pág.
45. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, 174-175.
Instrucción «Donum veritatis», sobre la 59. L. A. SCHÖKEL, «El dinamismo de la tradi-
vocación eclesial del teólogo”, AAS 82 ción», en L. A. SCHÖKEL Y A. M. ARTOLA
(1990). (Ed), La palabra de Dios en la historia de los
46. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 16. hombres. Comentario temático a la constitu-
47. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 6. ción Dei Verbum, Bilbao, Mensajero, 1991,
48. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 28. pág. 243-283.
49. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 34. 60. RATZINGER, Mi vida..., pág. 106.
50. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 36. 61. J. MOINGT, «Sur un débat clos», RSR, 82/3
51. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 37. (1994), pág. 322.
52. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 38. 62. J. I. GONZÁLEZ FAUS, La autoridad de la ver-
53. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 39. Juan dad. Momentos oscuros del magisterio ecle-
Pablo II reitera este importante punto Cf. 24 siástico, Santander, Sal Terrae, 1996.
de noviembre de 1995: JUAN PABLO II, 63. J. M. LAHIDALGA AGUIRRE, «La “prostitución
Teología y Magisterio. Discurso de S.S Juan del teólogo” según Benedicto XVI, y la críti-
Pablo II a la Asamblea plenaria de la ca en la Iglesia (I)», Surge, 640 (2007), pág.
Congregación para la Doctrina de la Fe. 161-173.
54. JUAN PABLO II, Carta Apostólica dada en 64. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
forma de “Motu Propio” «Ad tuendam Nazaret, pág. 275.
fidem», con la cual se introducen algunas 65. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
normas en el Código de Derecho Canónico y Nazaret, pág. 268.
el Código de Cánones de las Iglesias 66. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
Orientales, Ciudad del Vaticano, 1998. Nazaret, pág. 7.
55. J. M. ROVIRA BELLOSO, Introducción a la teo- 67. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
logía, Madrid, Biblioteca de Autores Nazaret, pág. 8.
Cristianos, 2003; R. G. GAILLARDETZ, «The 68. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
ordinary universal magisterium: unresolved Nazaret, pág. 58.
questions», Theological Studies, 63 (2002), 69. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
pág. 447-471. Nazaret, pág. 10.
56. J. RATZINGER - T. BERTONE, «Nota doctrinal 70. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
ilustrativa de la fórmula conclusiva de la Nazaret, pág. 19.
«professio fidei», n. 6, 7, 8, 9. 71. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
57. Ésta es una tesis que ya aparece en la Nazaret, pág. 157.
«Instrucción sobre la vocación eclesial del 72. IGNACIO DE LOYOLA, Autobiografía, n. 26, 54,
teólogo». Cf. JUAN PABLO II, «Instrucción de 82 y ss.
la congregación para la doctrina de la fe», 73. SANTA TERESA DE JESÚS, Moradas, 6, c. 9.16.

Nota: El libro citado J. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di Nazaret (Città del Vaticano - Milano, 2007),
tiene también edición en castellano: Joseph RATZINGER BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret, Madrid, La
esfera de los libros, 2008.

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