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Cristologia de Joseph Ratzinger - Jesús Martinez Gordo PDF
Cristologia de Joseph Ratzinger - Jesús Martinez Gordo PDF
INTRODUCCIÓN ................................................................................................................. 3
Cristología personal ................................................................................................ 3
Lectura «simpática» ............................................................................................... 4
La exégesis canónica ............................................................................................. 4
Raíces teológicas de la cristología ...................................................................... 6
La biografía teológica de Joseph Ratzinger ....................................................... 8
1. EL TEÓLOGO Y EXPERTO CONCILIAR ...................................................................... 9
1. La formación teológica de Joseph Ratzinger ..................................................... 9
2. Aportación en los debates sobre la Dei Verbum ........................................... 12
2. TEÓLOGO, OBISPO Y PREFECTO DE LA CONGREGACIÓN PARA LA
DOCTRINA DE LA FE ............................................................................................ 14
1. Alejamiento de Karl Rahner y cercanía con Hans Ur von Balthasar .............. 15
2. El sentimiento anti-romano y el papel de los teólogos ............................... 17
3. El recurso a las verdades «definitivas». La carta apostólica
Ad Tuendam Fidem (1998) .................................................................. 20
3. EL PAPADO DE BENEDICTO XVI ............................................................................ 23
NOTAS ................................................................................................................................ 30
Jesús Martínez Gordo es doctor en teología. Profesor en la Facultad de Teología de Vitoria
y en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas de San Sebastián. Auxiliar del equipo pasto-
ral de Basauri (Bizkaia) y miembro del área teológica de Cristianisme i Justícia.
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1. EL TEÓLOGO Y EXPERTO CONCILIAR
En este primer periodo hay dos puntos que merecen ser reseñados:
el primero, referido a la formación teológica de J. Ratzinger y el segun-
do, su intervención en los debates conciliares sobre la Dei Verbum.
Cuatro son las referencias capitales en rá– soy un poco más platónico. Con eso
la formación teológica de J. Ratzinger: quiero decir que creo que hay una espe-
Platón con su teoría del conocimiento cie de memoria, como un recuerdo de
como recuerdo; el personalismo agusti- Dios, grabado en el hombre, y que hay
niano y su defensa del conocimiento que despertarlo en él. El hombre no sa-
que brota de la fe; la concepción de la be originariamente qué debe saber, ni
historia, del Espíritu Santo, del com- tampoco ha llegado a donde debe llegar;
promiso y de la revelación en San es un hombre, un ser humano en cami-
Buenaventura y, finalmente, la teología no»11.
natural y la eclesiología del concilio
Vaticano I.
1.2. El personalismo de San
Agustín y el conocimiento que
1.1. Impronta platónica y brota de la fe
conocimiento como recuerdo
J. Ratzinger confiesa que durante su
El peso del platonismo es determinante época de estudiante no sintonizaba con
en la configuración de su teología y es- la neoescolástica imperante ni con la
piritualidad: «Personalmente –declara- «lógica cristalina» de Santo Tomás. Le
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resultaba «demasiado cerrada en sí mis- Buenaventura el autor que más va a in-
ma, demasiado impersonal y preconfec- fluir en la configuración de su pensa-
cionada»12, a la vez que excesivamente miento y convicciones teológicas. Su te-
alejada de sus inquietudes personales. sis doctoral así lo atestigua.
El personalismo que buscaba lo en- También San Buenaventura, como J.
cuentra en San Agustín, particularmente Ratzinger, tiene dificultades con la se-
en sus Confesiones. Desde entonces, quedad y aridez de la filosofía aristotéli-
manifiesta en otra ocasión, «soy decidi- ca. Es un saber en el que no hay lugar ni
damente agustiniano. De la misma ma- para la comunión personal con la divini-
nera que la creación es asequible a la ra- dad ni queda sitio alguno para Cristo.
zón y es razonable, de la fe se podría Por eso, le entusiasma la filosofía agus-
decir que es consecuencia de la Creación tiniana del amor, su tesis sobre la pre-
y, por consiguiente, da acceso al conoci- sencia de la imagen trinitaria en el ser
miento; yo estoy convencido de esto. humano o, lo que es lo mismo, su doc-
Creer significa entrar en la compren- trina sobre la irradiación luminosa y la
sión»13. Así pues, San Agustín indica a J. consecuente inhabitación del hombre en
Ratzinger la dirección que hay que to- la verdad eterna. «Saber mucho, pre-
mar ya que el acto mismo de creer «in- guntará en alguna ocasión S. Buenaven-
cluye que procede de Aquel que es la tura, y no gustar nada, ¿qué vale?»15.
misma razón. Porque, en la medida que, Sin embargo, del estudio que J.
creyendo, acepto someterme a Aquel Ratzinger realiza de la teología de San
que no comprendo sé también que, pre- Buenaventura concluye cuatro tesis
cisamente, de este modo, abro la puerta que van a ser capitales en los años ve-
a la posibilidad de comprender del mo- nideros, tanto en su propia trayectoria
do justo»14. El estudio de San Agustín teológica como en el gobierno ecle-
–juntamente con la influencia del plato- sial: la presencia asistente del Espíritu
nismo– le lleva decantarse por una pers- en la Iglesia; la primacía de la revela-
pectiva teológica muy atenta a la obje- ción sobre la Escritura; la tradición co-
tividad y precedencia lógica y mo criterio interpretativo y compren-
ontológica de la revelación; sensible a sivo no sólo de la Escritura sino
hablar del misterio de Dios a partir de también de la revelación y la necesi-
sus huellas en la creación y en el cora- dad de salvación para todos, incluidos
zón humano; cuidadosa de la encarna- los proyectos más altruistas y utópicos
ción y del proceso kenótico que tal que puedan darse.
acontecimiento desencadena y atenta a
la sorpresa descolocante que activa esta
manera de proceder de la divinidad. 1.4. La presencia asistente del
Espíritu en la Iglesia
11
2. APORTACIÓN EN LOS DEBATES SOBRE LA DEI VERBUM
13
2. TEÓLOGO, OBISPO Y PREFECTO DE LA
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE
14
ideología, algo que le parece una autén- patrimonio en nombre de la libertad han
tica patraña. Toma conciencia de que la sido totales36.
unánime voluntad de servir a la fe se ha El diagnóstico que se incuba duran-
destruido y ha sido reemplazada por una te su etapa final como docente, alcanza
instrumentalización al servicio de una una argumentada formulación en los
ideología tiránica, de orientaciones, años en que es obispo de Munich y, so-
además, realmente brutales, crueles: bre todo, prefecto de la congregación
«entonces comprendí perfectamente para la doctrina de la fe. El resultado es
que, si se quería perseverar en la volun- un dictamen cultural, espiritual y ecle-
tad del Concilio, había que oponer re- sial marcado por la denuncia de que en
sistencia a todos aquellos abusos»35. el postconcilio se están solapando –con
En su Introducción al cristianismo el pretexto de modernizarse– el miste-
ya ofrece la primera conclusión del rio de Dios y la necesidad de la media-
diagnóstico que está gestando: el sueño ción eclesial. Es un diagnóstico tan rico
de la libertad traído por la modernidad y matizado como polémico, a la vez que
hace que un cristiano llamado Hans imposible de exponer adecuadamente
cambie las pepitas de oro que tiene, pri- en estas pocas líneas.
mero, por un caballo, luego por una va- Sin embargo, hay tres puntos que
ca, posteriormente por un ganso y, fi- conviene explicitar porque ayudan a
nalmente, por una piedra de afilar que contextualizar teológicamente el primer
acaba tirando al mar. El momento en el volumen de la cristología: su relación
que Hans se despierta del sueño liberta- con K. Rahner y H. Urs Von Balthasar;
rio traído por la modernidad le resulta la reconsideración del papel del teólogo
particularmente duro ya que no le que- en la Iglesia y, sobre todo, su apuesta por
da nada. El derribo y la dilapidación del las llamadas “verdades definitivas”.
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3. EL RECURSO A LAS VERDADES “DEFINITIVAS”:
LA CARTA APOSTÓLICA AD TUENDAM FIDEM (1998)
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3. EL PAPADO DE BENEDICTO XVI
Son positivamente reseñables sus posi- lar muestra la figura de un Papa más
cionamientos sobre la laicidad del ocupado en testimoniar la fe y alentar
Estado, sobre la necesidad de que la que en sajar y curar. Sin embargo, es una
iglesia se recoloque en el nuevo marco tarea que no alcanza plenamente su ob-
político y sobre el ecumenismo. Sin em- jetivo ya que en muchos momentos re-
bargo, sus comentarios sobre el islam y aparece, a pesar de su incuestionable
la violencia, su diagnóstico de la con- buena voluntad, el teólogo fundamental
quista de América latina, su aparente que no ha olvidado ni ha renunciado a
fracaso en el intento de renovar la curia, retomar algunas de las cuestiones plan-
su denuncia sobre la «prostitución» del teadas a lo largo de su trayectoria, par-
teólogo63 y la Notificatio a Jon Sobrino ticularmente, las referidas a la relación
son algunas de las señales que contradi- entre revelación y tradición, así como
cen –al menos, de momento– el cambio entre sagrada escritura y magisterio.
pronosticado por algunos cardenales Esto es algo constatable, por ejemplo,
electores e, incluso, teólogos. en la centralidad que concede a su sin-
La publicación del primer volumen gular interpretación del evangelista
de la cristología como teólogo particu- Juan. Y, desde ella, a muchas de las po-
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lémicas cuestiones tratadas en su perío- nos introduce «en aquella profundidad
do como Prefecto de la Congregación que procede de Dios y conduce a Él», es
para la Doctrina de la Fe. decir, «nos muestra verdaderamente la
persona de Jesús, tal como era, y por eso
nos muestra a Aquel que no sólo era, si-
3.1. La centralidad de Juan no que es; Aquel que, en todos los tiem-
Es cierto que en este primer volumen de pos, puede decir en la forma de presen-
la cristología hay abundantes referencias te: ‘Yo soy’ ‘Antes de que Abrahán
a los sinópticos, pero también lo es que fuera, Yo soy’ (Jo 8, 58). Este Evangelio
no ocupan el puesto capital que, final- nos muestra el verdadero Jesús y pode-
mente, es concedido a Juan. El cuarto mos usarlo tranquilamente como fuente
evangelista subraya el recuerdo y la me- de Jesús»64.
moria, algo capital para un platónico y Como se puede apreciar, la referen-
agustiniano. El recordar del que habla cia a la historia de Jesús tiene una im-
Juan, sostiene Benedicto XVI, no es el portancia secundaria al quedar articula-
resultado de un mero proceso psicológi- da desde la primacía del “recuerdo”
co o intelectual en el ámbito privado, si- vivo en que nos llega. J. Ratzinger sin-
no un acontecimiento eclesial que –al es- toniza en esta apuesta con sus maestros
tar guiado por el Espíritu Santo– S. Agustín y S. Buenaventura y con su
trasciende la esfera propiamente huma- amigo H. Urs von Balthasar, a pesar de
na del comprender y conocer, muestra la que apunte en alguna ocasión –acerta-
cohesión entre la Escritura y realidad y damente, por cierto– que una fe que se
nos guía a toda la entera verdad. olvide de la dimensión histórica se con-
vierte en “gnosticismo” porque descui-
da la carne, la encarnación y la verda-
dera historia62.
la referencia a En esta apuesta por el cuarto evan-
la historia de Jesús tiene gelio no sólo reaparecen referencias tan
una importancia secundaria importantes en la biografía teológica de
J. Ratzinger como el nexo entre conocer
al articularse desde la primacía y recordar, historia y fe, Espíritu Santo
del “recuerdo” vivo y magisterio o revelación y tradición, si-
en que nos llega no que se justifican, entre otros puntos,
su concepción de “la” verdad y su posi-
ción favorable a la llamada exégesis ca-
Consecuentemente, el cuarto evan- nónica.
gelista deja abierta a cada época y gene-
ración –gracias al comprender en el re-
3.2. Verdad y evidencia
cordar– una vía de mejor y más profunda
comprensión de esa verdad. Es un cami- Hay un punto de fondo que atraviesa to-
no que, yendo más allá de la historicidad da la biografía teológica de Ratzinger y
de los acontecimientos y de las palabras, esta cristología de principio a fin: su pa-
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sión por mostrar la capacidad seductora conmover a todos, empezando por los
de Jesús, “la” verdad por excelencia. mismos padres griegos y latinos, si-
Benedicto XVI siempre ha tenido un guiendo por casi todos los santos y mís-
interés particular por argumentar la re- ticos y continuando por las personas de
lación existente entre verdad y eviden- buena voluntad de todos los tiempos.
cia. Su desmarque de la neoescolástica Es cierto que a esta comprensión de
y su asentamiento agustiniano encuen- la verdad le ronda el riesgo del “ateis-
tran aquí una correcta explicación. Nada mo cristiano”. Pero no es menos cierto
de extraño que ahora subraye el lado es- que la perspectiva marcadamente plató-
piritual de quien se autopresenta –para nica y agustiniana a la que se apunta J.
escándalo de los judíos y extraños– no Ratzinger tiene que eludir los riesgos
sólo como «el camino y la vida» sino, del docetismo o intelectualismo y del
sobre todo, como “la” verdad. Y que lo espiritualismo desencarnado y ciego.
haga reclamando para sí la evidencia En definitiva, del “gnosticismo” que
propia de toda belleza y la capacidad de acertadamente denuncia en su cristolo-
seducción y fascinación que le es propia. gía.
Ésta es una legítima acentuación que Pocos discuten que Mt 25, 31 y
cuenta con una fecunda y rica tradición 1Juan 4, 8 son dos textos con una indu-
en la historia de la teología. Pero es una dable fuerza para marcar la teología de
perspectiva entre otras, igualmente todos los tiempos. Así ha sucedido
arraigadas en la tradición cristiana. siempre, con la dramática excepción del
Existen, por ejemplo, otras más siglo XIX y parte del XX, un tiempo en
atentas a mostrar que “la” verdad de el que la iglesia, ocupada en curarse las
Dios consiste precisamente en su amor heridas dejadas por la pérdida de los es-
y, de manera particular, en su asociación tados pontificios y por sacudirse las in-
con los crucificados de este mundo. Son gerencias de los poderosos de este mun-
cristologías que muestran sobradamen- do, acaba descuidando la centralidad de
te que el seguimiento de Jesús “veri-fi- los pobres y deja que el marxismo se
ca” (es decir, se hace verdad) en los apropie violentamente de semejante
bienaventurados a los que está asocia- verdad.
do, por puro amor, de manera preferen- Desde entonces, una parte de la igle-
te. Y que como consecuencia de tal aso- sia católica ha tenido enormes dificulta-
ciación –sólo aceptable y comprensible des para diferenciar el ropaje inacepta-
en la fe– es consuelo para unos y agui- blemente violento y autoritario de la
jón para otros. reivindicación marxista de la raíz radi-
La concepción que Benedicto XVI calmente evangélica que aletea en su
tiene de la verdad explica que en sus re- defensa del proletariado y, por exten-
ferencias a los santos padres no resalte sión, de los pobres. Y como consecuen-
como es debido un dato incontestable cia de ello, ha tenido dificultades para
para ellos: que los pobres son los vica- superar una concepción paternalista o
rios de Cristo y que en tal verdad se alo- meramente asistencialista de la pobreza
ja una capacidad de seducción capaz de y abrirse a una consideración estructu-
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ral de la misma. Esto es algo evidente Jesús histórico y el Cristo de la fe ale-
en la biografía teológica de J. Ratzinger. jándose el uno del otro. Y lo hace de la
Una legítima y argumentada prevención mano de la investigación histórico-crí-
ante el marxismo triunfante durante su tica ¿Qué significado puede tener la fe
época como profesor y obispo parece en Cristo si el hombre Jesús era tan di-
haberse convertido –una vez derrotado ferente de cómo lo habían presentado
ideológicamente con la caída del muro los evangelistas y de cómo lo anuncia la
de Berlín– en un prejuicio difícilmente Iglesia partiendo de los Evangelios?66
superable. Se inicia un proceso de reconstrucción
Es deseable que, sin renunciar a una del Jesús histórico que más tiene que ver
oportuna crítica sobre las manifestacio- con la biografía de sus autores que con
nes contemporáneas del pelagianismo, Jesús mismo.
se acompañe dicha crítica de similares La consecuencia de todo ello es
cautelas ante las actuales variantes del –diagnostica J. Ratzinger– un Jesús his-
docetismo (en el fondo, confesión de tórico cada vez más alejado de nosotros
palabra sin coherencia de vida ni expe- porque en realidad sabemos muy poco
riencia mística). Éste es, con certeza, el de Él. En esta onda se encuentra R.
error más extendido y más disolvente de Schnackenburg, para quien sólo nos
los que amenazan en nuestros días a la queda la historia de las tradiciones y de
fe cristiana y sobre el que se echa de me- las redacciones.
nos una crítica consideración en esta Esta conclusión, sentencia Benedic-
cristología y en su precedente biografía to XVI, es «dramática para la fe» por-
teológica. Al menos, tan contundente e que la deja sin una referencia cierta y la
insistente como la que se realiza del pe- relación con Jesús corre el riesgo de
lagianismo o “ateísmo cristiano”. sustentarse en el vacío o, en el mejor
Es así como “la” verdad manifesta- de los casos, en las ocurrencias del exé-
da en Jesús podrá ser mostrada en todo geta de turno67. La Biblia queda inca-
su alcance y con todas sus consecuen- pacitada para hablar del Dios viviente y
cias. Y es así como evidenciará su in- se extiende la convicción de que cuan-
cuestionable capacidad para seducir y, do nos aproximamos a la Escritura y la
también, escandalizar. comentamos, en realidad estamos ha-
blando de nosotros mismos. Peor toda-
vía: estamos decidiendo qué puede ha-
3.3. Recelo a la exégesis cer Dios y qué queremos o debemos
histórico-crítica hacer nosotros68.
Jesucristo era presentado en los años Esta manera de acercarse a la
treinta –afirma Benedicto XVI– a partir Escritura acaba secuestrando la comu-
de los Evangelios, por lo cual, a través nión de Jesús con el Padre. En ella con-
del hombre Jesús se hacía visible Dios siste la singularidad del Jesús histórico.
y a partir de Dios se podía ver la ima- Sin ella no es posible comprender na-
gen del auténtico hombre. En los años da. Y sólo partiendo de ella se puede en-
cincuenta aparece el debate sobre el tender todo, incluso en nuestros días69.
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3.4. La lógica “católica” tiniano que es– del Cristo de la fe y des-
de Él se encamina al Jesús histórico:
La contundente valoración que J.
«Yo sólo busco, más allá de las meras
Ratzinger formula de la exégesis histó-
interpretaciones histórico-críticas, apli-
rico-crítica (y las consecuencias que
car los nuevos criterios metodológicos,
comporta) lleva a recordar, una vez más,
que nos permiten una interpretación
la importancia suma de primar la lla-
propiamente teológica de la Biblia y que
mada lógica “católica” frente a otras
exigen la fe, sin por ello querer y poder
lecturas de la Escritura excesivamente
renunciar de ninguna manera a la serie-
marcadas por biografías personales o
dad histórica»70. Es una legítima pers-
por legítimas –pero, frecuentemente, li-
pectiva teológica y espiritual, atenta a la
mitadas– acentuaciones personales.
iluminación interior que procede de lo
Desde los tiempos del PseudoDio- alto y pronta a contemplar fascinado el
nisio sabemos que toda teología que se misterio divino. El Cristo de la fe es el
precie de tal ha de cuidar la encarnación punto de partida axiomático de su teo-
del Hijo y la resurrección del Cruci- logía y espiritualidad: a Cristo –viene a
ficado. También sabemos que la rique- decir J. Ratzinger– o «se le toma como
za del misterio que se nos entrega en un loco o se le sigue como un loco». Es
Jesucristo solo puede ser balbucida cristiano quien ha quedado seducido por
manteniendo en el equilibrio inestable la contemplación de un misterio capaz
–propio de todo pensamiento “católi- de iluminar todas las parcelas de la exis-
co”– esas verdades que para un pensa- tencia. Cuando ello sucede, el cartesia-
miento racionalmente estrecho son per- no «cogito ergo sum» se convierte en un
cibidas como contradictorias o “católico” «cogitor ergo sum» («Soy
imposibles de articular: Jesús y Cristo, pensado, luego existo»). Ésta es la loa-
trascendencia e inmanencia, revelación ble inquietud que late en su apuesta por
e historia o Escritura y tradición. Y sa- la “exegesis canónica”. «Sólo a partir de
bemos, igualmente, que la pluralidad de Dios se puede comprender al hombre y
discursos teológicos es consecuencia de sólo si vive en relación con Dios, su vi-
acercarse a un misterio que excede da se hace justa. Dios no es un lejano
nuestras capacidades comprensivas y desconocido. Nos muestra su rostro en
también de adoptar diferentes puntos de Jesús; en su actuar y en su voluntad re-
partida: no es lo mismo aproximarse conocemos los pensamientos y la vo-
desde inquietudes veritativas que estéti- luntad de Dios mismo»71.
cas o amorosas. En cualquier caso, pa-
ra que toda aproximación sea efectiva-
mente “católica” tendrá que integrar las 3.5. Riesgo de subjetivismo
verdades a las que otras perspectivas
son más sensibles y ser muy conscien- Pero como toda apuesta, presenta –si se
te, a la vez, de los riesgos que rondan a analiza a la luz de la historia de la espi-
la perspectiva adoptada. ritualidad– indudables limitaciones. Y
no es la menor de ellas su proclividad a
Con su apuesta por la “exégesis ca-
favorecer interpretaciones “eisegéti-
nónica” J. Ratzinger parte –como agus-
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cas”, es decir, proyectivas de deseos y el Jesús histórico ha de seguir siendo el
sentidos ajenos –y hasta enfrentados– al criterio último de la identidad cristiana
Jesús de la historia. Para que el recur- y de toda cristología; como lo fue para
so a Cristo no acabe convirtiéndose en Pablo, los evangelistas, el redactor de la
la búsqueda de un analgésico, de un pla- carta a los hebreos y el de la
cebo, de un hippy fascinante, de un post- Apocalipsis.
moderno debidamente autocentrado o Esta circularidad entre Cristo y Jesús
de un fiel más dócil a la autoridad ecle- desde la primacía de la historia es algo
sial que a la palabra del Maestro se ne- –recuerdan estos teólogos y exégetas–
cesita la referencia del Crucificado, del que ha pervivido a lo largo de la histo-
Jesús histórico. Gracias a Él sabemos, ria de la iglesia, a pesar de que la tradi-
por ejemplo, que nuestro centro es “ex- ción cristiana no haya considerado nun-
céntrico”, que pasa fuera de nosotros, de ca conveniente canonizar la historia de
nuestra subjetividad, deseos, aspiracio- Jesús (O. Tuñí).
nes, ilusiones y que se actualiza en los Y por si este argumento sobre la pri-
crucificados de este mundo. macía del Jesús histórico sobre el Cristo
de la fe no fuera suficiente, hay que re-
cordar que es el criterio reivindicado por
la declaración Dominus Iesus en su crí-
el Jesús del kerigma tico e interesante diálogo con aquellas
es más que el Jesús histórico, posiciones que hacen de la máxima
pero el Jesús histórico «Jesús separa, el Espíritu une» el axio-
ha de seguir siendo ma configurador de su perspectiva. Juan
el criterio último Pablo II recuerda acertadamente que el
Espíritu del que hablamos y al que nos
de la identidad cristiana referimos es el Espíritu de Jesús, el re-
sucitado de entre los muertos, es decir,
el histórico.
Por ello, hay que recordar que junto Por tanto, el ir “más allá” del dato
a esta perspectiva legítimamente prima- histórico que legítimamente reivindica
da por J. Ratzinger existe la que, par- Benedicto XVI apoyándose en la “exé-
tiendo del Jesús histórico, aproxima al gesis canónica” está obligado a pasar,
Cristo. Y, al acercarle, ahorra el riesgo más tarde o más temprano, por el crisol
masoquista que ronda a todo seguidor del Jesús histórico, el Crucificado que
que se queda únicamente en la contem- se actualiza en los crucificados de este
plación del Crucificado. mundo. Es ese crisol el que evita incu-
Es la perspectiva en la que están em- rrir en el riesgo “eisegético” indicado
peñados, desde E. Käsemann, una bue- con los espiritualismos, subjetivismos y
na parte de los exégetas y teólogos ca- manipulaciones sobre los que alertaron
tólicos que tienen claro, con Benedicto incansablemente los santos y los místi-
XVI, que el Jesús del kerigma es más cos. Entre ellos, Santa Teresa y San
que el Jesús histórico, pero también que Ignacio.
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El santo vasco afirma en su autobio- ello, no está de más recordar, en esta
grafía que aprendió a renunciar a «gran- ocasión de la mano de Jon Sobrino, que
des noticias y consolaciones espiritua- la cruz de Jesús es el dato definitivo que
les» y también a «nuevas inteligencias critica todos los absolutos (y métodos
de cosas espirituales y nuevos gustos», teológicos) porque ella no es ni puede
en particular, cuando le sobrevenían en ser un absoluto.
horas de sueño o de trabajo porque le Ésta es la asignatura pendiente de la
imposibilitaban hacer lo que tenía que “exégesis canónica” aplicada por J.
hacer72. Ratzinger en el primer volumen de su
Y la mística castellana escribe que cristología, a pesar de que no falten rei-
«es falta de humildad querer que se os teradas reseñas a la dramática situación
dé lo que nunca habéis merecido», que del continente africano.
«está muy cierto a ser engañado o muy Sin embargo, es una referencia que
a peligro», que nadie está seguro de que no acaba configurando su perspectiva
ese camino sea el que le conviene y que teológica y que casi siempre se sostiene
«la mesma imaginación, cuando hay un en un diagnóstico más religioso y cul-
gran deseo, ve aquello que sea»73. Por tural que político o económico.
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NOTAS
1. J. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di Naza- 16. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 69.
ret, Città del Vaticano - Milano, 2007, pág. 17. RATZINGER, Mi vida..., pág. 120-121.
20. 18. RATZINGER, Mi vida..., pág. 150.
2. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di Nazaret, 19. RATZINGER, Mi vida..., pág. 150.
pág. 12. 20. RATZINGER, Mi vida..., pág. 150.
3. BENEDICTO XVI, Encuentro del Santo Padre 21. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 207.
con los obispos de Suiza. Discurso de. Sala 22. Si bien es cierto –sostiene el Aquinate– que la
Bolonia, martes 7 de noviembre de 2006. revelación se encarga de confirmar algunas de
4. BENEDICTO XVI, Encuentro... las verdades alcanzadas con el auxilio de la
5. G. GUTIÉRREZ, La fuerza histórica de los po- razón natural, también es cierto que existen
bres, Salamanca, Sígueme, 1982, pág. 14. otras que tiene que precisar y, finalmente, no
6. G. GUTIÉRREZ, Dios o el oro en las Indias faltan las que presupone la fe. La revelación
(s.XVI), Salamanca, Sígueme, 1990, pág. 130. es una luz para la razón y ésta conserva siem-
7. G. GUTIÉRREZ, Hablar de Dios desde el sufri- pre sus funciones, incluso cuando tiene que
miento del inocente. Una reflexión sobre el abordar una cuestión de fe.
libro de Job, Lima, CEP, 1986, pág. 24. 23. RATZINGER, Mi vida..., pág. 107-108.
8. GUTIÉRREZ, La fuerza histórica..., pág. 14. 24. RATZINGER, Mi vida..., pág. 148.
9. J. RATZINGER, Mi vida. Autobiografía, Madrid, 25. RATZINGER, Mi vida..., pág. 148.
Encuentro, 2006, pág. 177. 26. RATZINGER, Mi vida..., pág. 148.
10. RATZINGER, Mi vida..., pág. 159-160: La con- 27. RATZINGER, Mi vida..., pág. 146.
secuencia es que se instala en la conciencia 28. RATZINGER, Mi vida..., pág. 146.
eclesial una idea de una soberanía eclesial 29. RATZINGER, Mi vida..., pág. 148.
popular en la que el pueblo mismo establece 30. RATZINGER, Mi vida..., pág. 99.
aquello que quiere entender con el término 31. RATZINGER, Mi vida..., pág. 153.
iglesia, que ya se define como pueblo de 32. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 79.
Dios. Es una anticipación de la idea de la 33. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 80.
“Iglesia desde abajo” o de la “Iglesia del pue- 34. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 81.
blo”. 35. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 83.
11. J. RATZINGER, Sal de la tierra. Cristianismo e 36. J. RATZINGER, Introducción al cristianismo,
Iglesia católica ante el nuevo milenio. Una Salamanca, Sígueme, 1972, pág. 17.
conversación con P. Seewald, Madrid, 37. K. RAHNER Y J. RATZINGER, Revelación y tra-
Palabra, 1997, pág. 45. dición, Barcelona, Herder, 1970.
12. RATZINGER, Mi vida..., pág. 89. 38. RATZINGER, Mi vida..., pág. 152.
13. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 36. Cf. tam- 39. H. URS VON BALTHASAR - J. RATZINGER, ¿Por
bién pág. 72: «Mi teología tiene cierto carác- qué soy todavía cristiano? ¿Por qué perma-
ter bíblico e incluso patrístico, sobre todo, nezco en la Iglesia?, Salamanca, Sígueme,
agustiniano». 2005. En original alemán: Zwei Plädoyers
14. RATZINGER, Sal de la tierra... pág. 37. (Dos discursos finales).
15. S. BUENAVENTURA, Hexaemeron, 22. 21. 40. RATZINGER, Mi vida..., pág. 52.
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41. RATZINGER, Mi vida..., pág. 144. Donum veritatis, 1990, nº 16, 23, 24, DzH,
42. RATZINGER, Mi vida..., pág. 158. 4874, 4877, 4878.
43. RATZINGER, Mi vida..., pág. 159. 58. Ver un resumen del affaire R. Nugent en
44. RATZINGER, Mi vida..., pág. 159-160. Selecciones de teología, 171 (2004), pág.
45. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE, 174-175.
Instrucción «Donum veritatis», sobre la 59. L. A. SCHÖKEL, «El dinamismo de la tradi-
vocación eclesial del teólogo”, AAS 82 ción», en L. A. SCHÖKEL Y A. M. ARTOLA
(1990). (Ed), La palabra de Dios en la historia de los
46. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 16. hombres. Comentario temático a la constitu-
47. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 6. ción Dei Verbum, Bilbao, Mensajero, 1991,
48. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 28. pág. 243-283.
49. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 34. 60. RATZINGER, Mi vida..., pág. 106.
50. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 36. 61. J. MOINGT, «Sur un débat clos», RSR, 82/3
51. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 37. (1994), pág. 322.
52. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 38. 62. J. I. GONZÁLEZ FAUS, La autoridad de la ver-
53. CONGREGACIÓN, Instrucción..., n. 39. Juan dad. Momentos oscuros del magisterio ecle-
Pablo II reitera este importante punto Cf. 24 siástico, Santander, Sal Terrae, 1996.
de noviembre de 1995: JUAN PABLO II, 63. J. M. LAHIDALGA AGUIRRE, «La “prostitución
Teología y Magisterio. Discurso de S.S Juan del teólogo” según Benedicto XVI, y la críti-
Pablo II a la Asamblea plenaria de la ca en la Iglesia (I)», Surge, 640 (2007), pág.
Congregación para la Doctrina de la Fe. 161-173.
54. JUAN PABLO II, Carta Apostólica dada en 64. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
forma de “Motu Propio” «Ad tuendam Nazaret, pág. 275.
fidem», con la cual se introducen algunas 65. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
normas en el Código de Derecho Canónico y Nazaret, pág. 268.
el Código de Cánones de las Iglesias 66. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
Orientales, Ciudad del Vaticano, 1998. Nazaret, pág. 7.
55. J. M. ROVIRA BELLOSO, Introducción a la teo- 67. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
logía, Madrid, Biblioteca de Autores Nazaret, pág. 8.
Cristianos, 2003; R. G. GAILLARDETZ, «The 68. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
ordinary universal magisterium: unresolved Nazaret, pág. 58.
questions», Theological Studies, 63 (2002), 69. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
pág. 447-471. Nazaret, pág. 10.
56. J. RATZINGER - T. BERTONE, «Nota doctrinal 70. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
ilustrativa de la fórmula conclusiva de la Nazaret, pág. 19.
«professio fidei», n. 6, 7, 8, 9. 71. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di
57. Ésta es una tesis que ya aparece en la Nazaret, pág. 157.
«Instrucción sobre la vocación eclesial del 72. IGNACIO DE LOYOLA, Autobiografía, n. 26, 54,
teólogo». Cf. JUAN PABLO II, «Instrucción de 82 y ss.
la congregación para la doctrina de la fe», 73. SANTA TERESA DE JESÚS, Moradas, 6, c. 9.16.
Nota: El libro citado J. RATZINGER - BENEDETTO XVI, Gesù di Nazaret (Città del Vaticano - Milano, 2007),
tiene también edición en castellano: Joseph RATZINGER BENEDICTO XVI, Jesús de Nazaret, Madrid, La
esfera de los libros, 2008.
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