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PRIMER CASO
Empieza muy bien, sin saltearse comidas, sin permitidos y con una
rutina de ejercicios semanales. Pero al cabo de unas semanas, se le
presenta un gran antojo de medialunas, chocolate, dulce de leche,
solo de cosas dulces. Al principio lo maneja bien, pero al cabo de
unos días, el antojo se hace más fuerte.
Por un lado Ivana piensa que sería el único permitido que se daría en
la dieta, no lo sentiría tanto y luego lo compensaría con un poco más
de ejercicios. Pero después surge en ella un sentimiento de culpa,
reconoce que estaría muy mal si llega a dejarse llevar por un antojo,
que estaría demostrando su falta de voluntad y por sobre todo que se
estaría mintiendo a ella misma, ya que fue ella la que se propuso esta
dieta.
Ante este gran dilema, para olvidar un poco este antojo que la
perseguía, decide tomar una siesta. Pero resulta que en aquel breve
descanso, ella sueña que se come todo lo que deseaba incluso más, y
que no engordaba ni un gramo, veía a todo el mundo comiendo y
engordando, repitiéndole que “solo se vive una vez” “que si tenés la
posibilidad de darte un antojo, un premio, te lo debes dar por hacer
las cosas bien”, “vas a ver que no engordarás un gramo”, etc. todos
mensajes de aliento para ella…
SEGUNDO CASO
TERCER CASO: