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Ta aoe AWN U3 Tee tou ut acute El rol de la universidad argentina en el siglo XXI y el papel de la comunidad universitaria en los tiempos que corren Dr. Alberto Sileoni* ~ puede considerarse un afio extraordinario por muchas razo- nies que hacen al devenir de la historia universal. La paz, que an- dando el siglo se revelaria provisoria, llegaba por fin alos campos de batalla europeos y, con ella, comenzarfan a soplar vientos de cam- bio revolucionario en todas las manifestaciones de la vida colectiva: desde a politica hasta el arte, desde las convenciones sociales a la vida privada, todo fue alcanzado de algtin modo por el horror de las trincheras. Ya no fue posible seguir pensando un mundo como el que los hombres habfan conocido hasta 1914; empezaba realmente cl siglo XX, ms alld de los calendarios y las convenciones. ‘Aeeste recuento de las pérdidas y, conjuntamente, a este nue- ‘yo amanecer de las esperanzas, se sumé una grave constataci6n la guerra habia diezmado a una generacién entera. Los jévenes ha- bfan sido quienes habian aportado su sangre para beneficio de los siempre triunfantes poderes econémicos. Ese nuevo sujero social es cl que, en este lado del mundo y en esa fortaleza que todavia era la Universidad de Cérdoba, produce entonces un acontecimiento que se revelaria como la gran revolucién universicaria, que cambiaria la vieja légica cerrada y oligérquica de las universidades, por la cons- truccién de una nueva institucién abierta, popular y democritica, Dos caminos cligieron seguir répidamente los jévenes reformis- tas, y en ambos acertaron; y asc acierto fue tan duradero, que sus efectos nos siguen alcanzando. Fl primero fue asumir que la Refor- ‘ma Universitaria serfa un gesto banal y destinado a una derrota se- ura si ella no se sumaba una reforma profunda de las sociedades en las que se aplicaba. Asi, desde sus comienzos los universitarios del 18 plantearon unis sus reclamos a los del también joven mo- [P] Ministro de Educacion dela Nacion, vimiento obrero argentino. La otra dimensién es quiz la mds re- cordada: su extensidn latinoamericana, su cardcter de formadora de movimientos politicos y sociales antiimperialistas, desde La Plata a Lima, desde Montevideo a México. Bajo sus consignas y por un tiempo considerable, las juventudes del continente encontraron un lenguaje comin y un camino de lucha por la justicia social. No sin razén, pasados los afos, en la primavera del °68 muchos de aquellos nuevos jévenes yolvieron su mirada hacia ese pasado que en miiti- ples formas los anunciaba, y los animaba a seguir. Desde entonces, mucho camino se ha recortido, Con avances Y Fetrocesos con respecto a aquellos ideales originales, avances que en nuestro caso encuentran un punto de inflexién decisivo en la gratuidad de la enseftanza universicaria durante el primer gobierno justicialista, y retrocesos siempre ligados a las dictaduras del sable y del “mercado”. Hoy, la educacién y el conocimiento son, en nuestro pals, bie- nes piblicos y constituyen derechos personales y sociales y, por lo tanto, resulta un deber indelegable del Estado proveer a todos los ciudadanos una educacién de calidad. Si entendemos la educacién como una estrategia de fortalecimienta de todas las potencialidades nacionales, como un proceso de disminucién de desigualdades y un instrumento para alcanzar mayores niveles de justicia socials si la concebimos como un medio para acelerar el desarrollo econémico, mejorar la calidad de vida y promover la realizacién social y perso- nal de los ciudadanos con dignidad y libertad, entonces concluire- ‘mos en la importancia de que el Estado asuma plenamente un rol protagSnico como proveedor, regulador y garante de la educacién y de su calidad. La educacién superior no puede ser considerada fuera de los a «ances de este concepto de bien piblico que asignamos a la educa- cién en general. En ese contexto, la universalizacién de la educa- cién superior es un objetivo de las politicas publica, y el acceso a «se nivel de todos os ciudadanos constituye un desaffo y un criterio para evaluar la calidad del sistema. Nuestras universidades deben seguir avanzando hacia la recupe- racién del lugar de conciencia critica que les corresponde, por su historia y por su presente. Ellas deben constituitse como foro, no sélo de las diversas disciplinas que las atraviesan, sino también de Ja cultura y la transferencia de conocimientos. En ellas, se debe ge- nerar espacios de investigacién y recuperacién de los saberes de las propias comunidades en lo que atafic a los principales problemas que afectan a los hombres y mujeres de nuestro pais, tales como la 12 Presentacin exclusién, la pobreza, la educacién, la salud, el desarrollo econé- ico, el medio ambiente y los derechos humanos. La universidad debe convertirse en uno de los actores principales de la construc cién social del conocimiento, actuando con anticipacién a los fines de favorecer los cambios deseados para toda la comunidad. Las instituciones universitarias, que han sido capaces de estimu- lar el debate cn la sociedad, aun en medio de las crisis més com- plejas de nuestro pasado reciente, sostenidas en su autonomia y en la libertad académica, deben enfocar su capacidad critica a su propia organizacién, revisando las normas y las pricticas que hayan desnaturalizado su rol esencial y la pudieran haber llevado 2 una perspectiva centrada en s{ misma, desatendiendo los esfuerzos en la creacién de una sociedad distinea y mejor. La generacién y la trans- formacién del conocimiento tienen que ir intimamente unidas para hacer socialmente rentable su labor, con actitud proactiva frente a los debates sobre los grandes problemas nacionales. De la autonomia surge un compromiso reciproco entre la uni- versidad, la sociedad y el Estado para continuar con la formacién de recursos humanos de la mds alta calidad, profundizar su com- promiso con el desarrollo suscentable de la Argentina, fomentando su capacidad para analizar y aportar soluciones a problemas com- plejos, contribuir al desarrollo regional y a la recuperacién social, ampliando los niveles de transferencia y realizando apores para clevar la calidad de vida de los ciudadanos. En este marco, la universidad debe actualizar su funcién so- cial asumiendo los desafios que impone la realidad existerte, pero también realizando un aporte protagénico a la generaciér: de una realidad diferente, replantedndose permanentemente qué funcio- nes debe cumplir y como, para contribuir al desarrollo sostenible en concordancia con el proyecto de crecimienta de la nacidin con compromiso histérico y perspectiva internacional. La universidad puede y debe convertirse aun més en un centro de reflexién sobre el saber, as{ como en un foco de debate y de dilogo entre cientificos y ciudadanos. a universidad debe promover valores democriticos, reforzar y desarrollar las identidades culturales y, desde esos valores, integrarse a redes de diferentes regiones y participar crecientemente en los cespacios de interaccién virtual. Los retos de la globalizacién, los desarrollos de las tecnologias de la comunicacién y la informacién, los avances sin presedentes, en los campos de la ciencia y la tecnologia, entre otros, se suman a |e realidad latinoamericana de creciente tensién entre las politicas distributivas, de desarrollo auténomo y de recuperacién del rol del Estado que alumbré el nuevo siglo. La lucha permanente contra la injusticia social, la pobreza y desigualdad de oportunidades, flage- Jos que impactan también sobre la educaci6n superios, reclama a las universidades otra forma de concebir y de utilizar la produccién de conocimiento cientifico y tecnolégico, asi como pensar la forma- cidn de universitarios para asumir y superar sus propias realidades sociales. Estos lineamientos y desafios politicos ¢ institucionales deben contribuir al debate sobre los retos que se presentan para construir una universidad més inclusiva, pertinente y de calidad, y vinculada con un modelo de pais y de futuro mejor para todos los argentinos y argentinas. Serd este nuevo siglo el que permica retomar aquellos suefios del '18. Suefios que, debemos recordarlo, produjeron, como suc- le ocurtir, sus propios fantasmas. Deodoro Roca, con su mirada aguda, identificé muy tempranamente el peor de ellos y sentencié: “el puro universitario es una cosa monstruosa”. Lo decfa, precisa- mente, aquél que més que ningin otro unirfa su nombre al de la Reforma Universitaria. Nuestra tarea es no traicionar esas ideas y sofas, bien despiertos, en el futuro de una universidad argentina comprometida con el destino del pueblo argentino. it 14 Presentacién

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