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Patrimonio Cultural
Patrimonio Cultural
El patrimonio cultural es la herencia cultural propia del pasado de una comunidad, con la
que esta vive en la actualidad y que transmite a las generaciones presentes y futuras.
Las entidades que identifican y clasifican determinados bienes como relevantes para la cultura
de un pueblo, de una región o de toda la humanidad, velan también por la salvaguarda y la
protección de esos bienes, de forma tal que sean preservados debidamente para las
generaciones futuras y que puedan ser objeto de estudio y fuente de experiencias
emocionales para todos aquellos que los usen, disfruten o visiten.
La Convención sobre la Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural fue adoptada por
la Conferencia General de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la
Ciencia y la Cultura (Unesco) el 16 de noviembre de 1972, cuyo objetivo es promover la
identificación, protección y preservación del patrimonio cultural y natural de todo el mundo, el
cual es considerado especialmente valioso para la humanidad.
Pueblos indígenas
Patrimonio Cultural El patrimonio cultural está formado por aquellos elementos de valor histórico
y artístico que reflejan la herencia de las generaciones pasadas y que permiten comprender la
historia y la forma de ser de un pueblo o más ampliamente, de una civilización. El interés por
conocer, inventariar y proteger los testimonios de culturas pasadas se asocia a los inicios del
nacionalismo en México. La generación de conocimientos y valores fundados en los monumentos
arqueológicos e históricos ha sido una constante de la historia moderna y contemporánea de
México. Los criollos de los siglos XVII y XVIII crearon y difundieron los primeros símbolos
patrióticos, y los asentaron en valores religiosos e históricos. El jesuita veracruzano Francisco
Javier Clavijero, en su Historia Antigua de México, plasmo la idea de la nacionalidad y el
sentimiento mexicano por antonomasia. Con la independencia consumada, se firma en 1825 la
orden para la creación del Museo Nacional, que comenzó a funcionar en el edificio de la real y
pontifica Universidad de México. Fue en 1866 que el museo se traslado al edificio de moneda 13,
hasta septiembre de 1964 en que se cambio a su sede actual en Chapultepec. Sin embargo, no fue
sino hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando por primera vez se manifiesta la necesidad de
conservar los monumentos históricos y se empieza a glorificar el pasado prehispánico en la
búsqueda de símbolos que configuren la identidad nacional. Ya en los mexicas se observa lo
anterior cuando se afirmaron como los herederos de la tradición artística y cultural de los antiguos
habitantes de Tula, trasladaron los viejos monumentos de los dioses Toltecas agregándolos a su
panteón particular. Maximiliano fundo una comisión científica dedicada al estudio de las
estructuras prehispánicas de México, pues tenía la idea de fundar un nuevo reinado con base en el
pasado precolombino. Una vez restaurada la República y dad la importancia creciente que para el
estado tenía la conservación y estudio de las antigüedades arqueológicas, se prohibió a los
particulares realizar excavaciones. Durante el porfiriato, se consolido el interés por la conservación
de los monumentos arqueológicos e históricos, principalmente a partir de la creación de la
inspección general de monumentos en el año 1885. Sin embargo, la primera protección legal de
los restos arqueológicos ocurrió en 1897 con la promulgación de la ley sobre monumentos y zonas
arqueológicas; la ley trajo como resultado la formación de la Carta Arqueológica de la República
Mexicana. Leopoldo Batres hizo importantes contribuciones encaminadas a esclarecer el pasado
prehispánico de México con sus trabajos de investigación en Teotihuacán, Mitla y el Papaloapan;
en este último lugar describió con gran intuición la presencia de una civilización pre maya en
Veracruz. Discípulo de la Escuela Internacional de Etnología en México, Manuel Gamio,
considerado como el fundador moderno de la antropología en México, preparo un directorio de
las principales ruinas de la república mexicana. Su investigación la población del valle de
Teotihuacán es el primer estudio multidisciplinario en el país. En 1939, con la publicación de la
carta Arqueológica de la República Mexicana por parte del INAH y el Instituto Panamericano de
Geografía e Historia, se da un paso muy importante en la protección del patrimonio cultural. En
1972 México actualizo su marco jurídico de protección al patrimonio cultural con la Ley Federal
sobre Monumentos y Zonas Arqueológicas, Artístico e Históricos, vigente hasta la actualidad con
una adición en la cual se protege a los fósiles. La participación de la población en la identificación y
clasificación de su patrimonio cultural extendió las fronteras de los llamados monumentos
históricos; ha obligado a incluir monumentos y zonas de carácter popular, profundizando con ello
la conciencia acerca de la importancia de preservar su patrimonio. Hoy, esa misma población es la
mejor defensora de sus bienes culturales. Las fiestas populares del estado de Veracruz, al igual que
en el resto del país, son lugar de encuentro de manifestaciones de gran contenido artístico. Tales
expresiones sustentan el patrimonio cultural popular. En esta cultura popular hay un fondo de
tradición y creatividad, así como de repercusiones sociales y económicas. Por eso la importancia
de revalorizar, conservar y difundir las danzas, las tradiciones, la artesanía, los patrones
alimenticios, etc. Existen instancias del Estado para el resguardo del patrimonio cultural. Entre
ellas podemos mencionar el Instituto Nacional de Antropología e Historia, al Instituto Veracruzano
de Cultura, al Instituto y Museo de Antropología de la Universidad Veracruzana, las cuales han
venido desarrollando actividades muy importantes en lo que se refiere a la conservación,
catalogación, difusión y restauración de los bienes muebles e inmuebles de la entidad
veracruzana.