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Dado el gran avance tecnológico en los últimos año se hacia necesaria una

revisión de la etiqueta energética. Por ello, en 2010 la Unión Europea aprobó un


nuevo etiquetado energético para indicar la eficiencia energética más allá de A.

La nueva Directiva Marco introduce un nuevo diseño de la etiqueta energética que


ha mantenido, no obstante, sus características de aspecto uniforme y sencillo en
las diferentes categorías de producto. Los elementos básicos de la etiqueta
permanecen en el nuevo diseño: escala de clasificación con letras, siete clases
energéticas, colores de verde oscuro (alta eficiencia energética) a rojo (baja
eficiencia energética). Por otro lado, se han añadido elementos adicionales para
destacar los productos con mejores características y el progreso técnico:

Se añaden hasta tres clases adicionales, A+, A++ y A+++, a la actual escala de
clasificación desde A hasta G.

La nueva etiqueta será independiente del idioma ya que los textos se sustituirán
por pictogramas que informan a los consumidores sobre las características de un
determinado producto.
Cada producto individual se suministrará con la nueva etiqueta completa. La
práctica actual de proporcionar la base y la tira de datos por separado
desaparecerá.

La declaración de ruido será obligatoria para los productos en los que el ruido es
un criterio relevante.

A 2010 sólo se han publicado Reglamentos de aplicación del nuevo etiquetado


energético para aparatos de refrigeración, lavadoras y lavavajillas. A partir del 20
de diciembre de 2010 los proveedores pueden hacer uso del nuevo etiquetado
para estos productos de forma voluntaria, y a partir del 30 de noviembre de 2011
será obligatorio su uso. Para el resto de productos (secadoras, lava-secadoras y
hornos) se publicarán más adelante los Reglamentos del nuevo etiquetado
energético. Mientras tanto, sólo se podrá utilizar el etiquetado actual, basado en
las clases energéticas A-G.

Las obligaciones que se establecen para el distribuidor, tanto en el etiquetado


actual como en el nuevo, son las mismas. La única diferencia estriba en que con el
etiquetado actual, el distribuidor debe colocar la base de color genérica y encima
de ella la tira técnica con los datos específicos del modelo, mientras que en el
nuevo etiquetado la base y la tira desaparecen por tratarse de una pieza única.

Normativa internacional para etiquetas ecológicas


La ISO 14000 agrupa un conjunto de normas destinadas a estudiar los aspectos
medioambientales en las empresas. Estas normas permiten que cualquier
organización industrial o de servicios, de cualquier sector a nivel mundial, pueda
tener control sobre el impacto de sus actividades sobre el ambiente.

Esta familia puede clasificarse en dos bloques: las normas ISO 14001/04 y las
series ISO 14010 e ISO 14030 son normas utilizadas por las empresas para
organizar su gestión medioambiental, mientras que las series ISO 14020 e ISO
14040 son normas aplicables a productos y servicios. Estas últimas desarrollan un
nuevo enfoque en lo que respecta a la consideración del medio ambiente durante
la fase de diseño de los productos.

Las normas de la serie ISO 14040, relativa a las metodologías de Análisis del
Ciclo de Vida (ACV), se centran en el estudio de los aspectos ambientales y los
posibles impactos a los largo de todo el ciclo de vida de un producto, desde la
adquisición de las materias primas hasta su eliminación o recuperación al final de
su vida útil, pasando por su fase de transporte de materias primas, producción,
distribución, uso y mantenimiento.

Las normas de la serie ISO 14020 diferencian tres tipos de etiquetado ambiental:

Etiquetas ecológicas

Las etiquetas ecológicas constituyen el primer grupo de marcas de calidad


ambiental, diseñadas para productos y servicios. Son bien conocidas, aunque su
grado de implantación real podría mejorar mucho. La Etiqueta Ecológica Europea
es un distintivo oficial de la Unión Europea que denota que un producto o servicio
ha sido valorado como más eficiente medioambiental que otros productos o
servicios similares en su categoría, es decir, permite identificar productos y
servicios más respetuosos con el medio ambiente, lo que conlleva numerosos
beneficios para las empresas que lo logran, como la apertura de nuevos
mercados, el distintivo de calidad que supone y la fiabilidad de que el producto
realmente respeta el medio ambiente.

Se puede otorgar a productos y servicios existentes en la Unión Europea,


Noruega, Liechtenstein e Islandia que cumplan los requisitos ambientales
establecidos y que contribuyan de forma significativa a mejorar aspectos
ecológicos clave. Actualmente en España hay un centenar de licencias de la
Etiqueta Ecológica Europea, de las que 19 se han concedido en la Comunidad
Valenciana.

La etiqueta ecológica puede ser solicitada por cualquier fabricante, importador o


prestador de servicios. También la pueden solicitar los comerciantes y minoristas,
siempre que los productos que pongan en el mercado lleven su propio nombre
comercial.

Los productos o servicios que pueden optar a la Etiqueta Ecológica Europea son
aquellos que tienen publicados sus correspondientes criterios ecológicos en el
DOUE. Se pueden agrupar en equipos y material de oficina y del hogar:
ordenadores personales, ordenadores portátiles, televisores, papel para copias y
papel gráfico y papel tisú; productos de limpieza: detergentes lavavajillas a mano,
detergentes para ropa y para lavavajillas, productos de limpieza de uso general,
productos de limpieza para cocinas y baños, jabones y champús.

Electrodomésticos: lavadoras, lavavajillas, frigoríficos y aspiradoras, productos


textiles, calzado y colchones, material de bricolaje y jardinería; pinturas y barnices,
iluminación eléctrica, enmiendas del suelo y sustratos de cultivos, así como
alojamientos turísticos y campings y otros: entre los que se encuentran bombas de
calor, lubricantes y baldosas rígidas para suelos.

Actualmente se encuentran en desarrollo los criterios ecológicos de mobiliario de


madera, papel impreso, equipos que usan energía y edificios.

Sin embargo, la EEE no puede concederse a las substancias o productos que


estén clasificados como muy tóxicos, tóxicos, peligrosos para el medio ambiente,
los productos fabricados mediante procesos que puedan causar daños apreciables
a las personas y el medio ambiente, o cuando su uso normal pueda ser nocivo
para los consumidores, los medicamentos y productos sanitarios y los productos
alimentarios y las bebidas.

Autodeclaraciones ambientales

La norma ISO 14021 es una norma voluntaria que especifica los requisitos
relativos al etiquetado ambiental de tipo “autodeclaraciones medioambientales”.
Engloba a todas aquellas declaraciones en forma de afirmaciones, símbolos o
gráficos que indican un aspecto ambiental de un producto, componente o envase,
y que se encuentran presentes en las etiquetas, manuales técnicos o
propagandas.

Estas autodeclaraciones ambientales pueden efectuarlas los propios fabricantes


de los productos, sin necesidad de una certificación dada por una parte
independiente. La ausencia del proceso de certificación le confiere al declarante la
total responsabilidad de su declaración, por lo que debe ser responsable de la
evaluación y de facilitar los datos necesarios para su verificación.
La norma ISO 14021 sólo identifica un símbolo: el bucle de Möbius. Este símbolo
puede utilizarse indistintamente para indicar que el producto o envase que lo lleva
es reciclable, o contiene material reciclado, en cuyo caso debe acompañarse del
porcentaje correspondiente al contenido reciclado (en el centro del círculo). 

Ecoetiqueta tipo II: Tienen una enorme flexibilidad, pero algunas de estas
ecoetiquetas carecen de credibilidad

https://maryluna0924.wixsite.com/ecoetiqueta/ejemplos-de-ecoetiquetas

.Declaraciones ambientales

Las declaraciones ambientales son el tercer grupo de etiquetas ecológicas. Es un


proceso voluntario, regulado por la norma ISO 14025, mediante el cual un sector
industrial desarrolla una “declaración medioambiental”. Es la información
ambiental cuantitativa sobre el ciclo de vida de un producto, basada en una
verificación independiente, con datos sistemáticos presentada como un conjunto
de categorías de parámetros.

Las declaraciones ambientales utilizan parámetros en base a la aplicación de


etapas de la metodología de Análisis de Ciclo de Vida (ACV), es decir, ofrece
información sobre los impactos ambientales potenciales asociados con el ciclo de
vida (entradas y salidas) de un producto.

El objetivo global de todas ellas es alentar la demanda y el suministro de aquellos


productos con menos impacto negativo sobre el medio ambiente mediante la
comunicación de información verificable, precisa y no engañosa relativa a los
aspectos ambientales de los mismos.

Podríamos agrupar las etiquetas en España en:

Ecoetiquetas tipo I: son etiquetas verificadas por terceros, basadas en la ISO


14024-1999. Son de carácter voluntario, basadas en el Análisis del Ciclo de Vida
(ACV). Indican la preferencia ambiental del producto o servicio dentro de una
categoría de productos, aportando información concisa a los consumidores. Para
garantizar la transparencia y cumplimiento de criterios es necesaria la certificación
por parte de un organismo oficial.

Ecoetiqueta tipo II: se trata de autodeclaraciones ambientales de productos


basadas en la ISO 14021-1999. Suele considerarse un único criterio ambiental, y
se expresa en forma de símbolos, gráficos en los productos, boletines técnicos,
etc. Tienen una enorme flexibilidad, pero algunas de estas ecoetiquetas carecen
de credibilidad.

Ecoetiqueta tipo III: es una nueva forma de declaración ambiental sobre el


producto (DMP), que presenta información cuantificada, de forma normalizada (por
ejemplo emisiones de CO2, NO2, etc.). El objetivo es que los consumidores
formen su propio juicio sobre el producto, o para que dicha información pueda
incluirse en un Análisis del Ciclo de Vida (ACV). La Norma utilizada es UNE-ISO
14025-2007.

Las normas de la familia ISO 14000, que como hemos visto regulan el uso de
etiquetas ecológicas y declaraciones ambientales, han sido desarrolladas en los
últimos años para evitar que las empresas las utilicen como meras herramientas
de marketing.

El objetivo de los programas de etiquetado ecológico es contribuir a una reducción


de los impactos medioambientales asociados a los productos, a través de la
identificación de aquellos que cumplen con los criterios específicos que permitan
considerarlos globalmente preferibles para el medio ambiente.

De esta forma, la etiqueta ecológica de un producto informa a el público que éste


cumple las rigurosas especificaciones ambientales exigidas por el organismo que
otorga la ecoetiqueta tipo I. Toda solicitud de concesión de este tipo de etiqueta
ecológica está sujeta al pago de un canon y cada país posee sus programas
propios de etiquetado validados a nivel internacional.

La UE puso en marcha la creación de una etiqueta ecológica en 1992, para todo el


ámbito comunitario con el propósito de promover aquellos productos con bajo
impacto ambiental y proporcionar a los consumidores una mejor información sobre
las repercusiones ecológicas de los productos.

En Europa existen dos tipos de etiquetas: La Etiqueta Ecológica Europea para los
productos de consumo y equipamiento del hogar y, las etiquetas para los
alimentos, agricultura, producción integrada y etiquetado de transgénicos.

Para cada categoría de productos hay unos criterios ecológicos que permiten la
evaluación y concesión de la ecoetiqueta tipo I, que es válida durante un periodo
máximo de tres años. El producto está siempre bajo control del organismo que
otorga la ecoetiqueta.

Distintiu de Garantia de Qualitat Ambiental (Cataluña).


Distintiu de Garantia de Qualitat Ambiental (Cataluña).

AENOR Medio Ambiente (España). 

Etiqueta ecológica de la Unión Europea – EU.

Certificación FSC (Consejo de Gestión Forestal).

Existen otras muchas ecoetiquetas a nivel europeo e internacional, como son:

Ángel Azul – Umweltzeichen Weil (Alemania) 



PEFC (Certificación Forestal Paneuropea).

Cisne Escandinavo – Miljömärkt Swan (Escandinavia).

NF Environnement (Francia).

Environmental Choice (E.E.U.U).

ANAB-IBO-IBN (Italia), y otras etiquetas.

El organismo competente en cada caso, decidirá si concede o no la etiqueta en


función de los resultados de la comprobación del cumplimiento de los criterios
ecológicos correspondientes.

Los problemas del etiquetado ecológico

El etiquetado ecológico, podría enfrentarse a algunas complicaciones, ya que,


tanto las compañías como los consumidores, están empezando a saturarse y a
confundirse, según a advertido un estudios publicado por la escuela de negocios
suiza IMD, el Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial y la Escuela
Politécnica Federal de Lausanne (EPFL), Suiza.

La investigación, reseñada por Europa Press (julio de 2012), sugiere que el


proceso de «etiquetado ecológico» se ha convertido en algo tan fragmentado que
la actual percepción industrial está dominada por una retasación de amplia gama.

El Ministerio de Medio Ambiente de Alemania presentó la primera etiqueta


ecológica del mundo, «Blue Angel», en 1978, a fin de destacar las credenciales
medioambientales y de sostenibilidad de los productos. Ahora se utilizan más de
400 en 25 industrias, promoviendo unas preocupaciones cada vez mayores en
torno a la proliferación, credibilidad y conocimiento de los consumidores.
Los investigadores de IMD y la EPFL encuestaron a más de 1.000 ejecutivos de
todo el mundo en torno a sus actitudes frente a las etiquetas ecológicas. El
profesor de IMD Ralf Seifert, coautor del estudio, explicó: «No son solo los
consumidores los que están confundidos. La selección de una etiqueta ecológica
se ha convertido en una decisión altamente compleja para las firmas».

La investigación ha descubierto la fragmentación continuada, confusión de


consumidor y falta de consenso de los criterios de calificación que se ven como los
principales retos para las esperanzas de la continuidad del etiquetado ecológico
en su forma actual. El estudio advierte de que las compañías y clientes están en
riesgo de verse «agobiados» a no ser que se de un diálogo mejor y cooperación
entre los accionistas.

Compañías internacionales como Hewlett-Packard, Nestlé o Canon han tomado


parte en el estudio, que se ha dedicado en primer lugar a investigar el motivo por
el que las firmas han adoptado etiquetas ecológicas.

Los encuestados han indicado que han fortalecido su marca haciendo frente a la
demanda de sostenibilidad de los consumidores y de protección contra los
ataques de los grupos de presión como principales beneficios de esta práctica.
Pero también han expresado lo que el estudio denomina «escepticismo
sustancial» frente a la credibilidad de las etiquetas ecológicas y el rigor del criterio
y de los procedimientos de certificación.

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