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Sashary di Marco.
Sashary di Marco
Que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez.
Sashary di Marco.
Esta historia ocurrió en Tacaná, un lugar lejano, tan lejano que cuando
hablan de él, dicen que posa en el talón de Dios, cerca del sol, a un costado de las
nubes. Dicen también que allí los amantes albergan magia porque su forma de
cortejarse es curiosa. Al amarse buscan lugares oscuros, remotos, alejados, pero al
final todos terminan enterándose del acto. Muchos dicen que en ese misterioso
lugar no habitan personas, sino seres extraños con apariencia de humanos, y son
tan extraños que cuando intercambian ideas todos creen tener la razón que al final
terminan haciendo lo peor. Pelean pero siempre sonríen. Son solidarios y les
encanta albergar visitantes. Juegan al futbol desde niños y les fascina la bailoteada.
Mueren por el chisme, bueno no todos…
En Tacaná son gobernados por seres que además de ser extraños son desapercibidos
y descuidados, muy descuidados.
Para los seres extraños de ese pulcro lugar, amar es sinónimo de:
Tacaná tiene llanuras prodigiosas que incitan a amar, “Valle Verde” por ejemplo.
Lugares que son perfectos para esconderse “Saj Quim” que describe al Pajón Blanco,
o los que detallan a las extrañas del lugar “Sujchay” que es igual a decir mujeres
bonitas. Incluso en Tacaná se ubica la escalera que conduce al cielo, “El Volcán”. Esa
escalera es usada por el Ángel Mayor que Dios designó para cuidar a los amantes de
Tacaná.
En Tacaná hay algo novedoso, diferente, raro podría decirse. Existe un Tribunal del
Amor. Fue establecido por Cesar, el ángel mayor. La función del Tribunal del Amor
es juzgar casos sometidos a su jurisdicción referentes a problemas de amor, y de
parejas disparejas, ósea, parejas con conflictos.
Las sanciones del Tribunal del amor jamás van a consistir en “Separación Absoluta
de Parejas” o “Disolución de Matrimonios”. Velará por la restauración del vínculo
matrimonial y bienestar familiar. Sus sentencias van a ir encaminadas siempre a la
búsqueda del primer amor entre parejas. La sanción más drástica que impone el
Tribunal del Amor es el encierro durante cien años de quién no quiera aceptar
intentar buscar su primer amor.
“El Tribunal del Amor fue establecido por el Ángel Mayor argumentando la falta de
principios en la relación de parejas”
protestante quien es el Vocal II. El que acusa es Cesar, el ángel mayor. El secretario
es el vecino menos chismoso del lugar.
Chemelón, el cerro dónde Gisem vivía quedaba casi a la misa altura del volcán. Ella
siempre veía de cerca cuando el Ángel Mayor bajaba del cielo a acusar en los juicios
de amor. Nunca tuvo el valor de denunciar a quién la abandonó.
para que renegara con tanto fervor su pasado?. Lo cierto es que había jurado no
enamorarse de nuevo.
Así empezó una verdadera historia de amor. Tacaná fue el escenario dónde
consumaron su amor una y otra vez. Fueron tantos los actos de amor que dibujaron
en el cielo un corazón reflejando la pasión que desencadenaban juntos.
Gisem y Kenet habían escuchado someramente sobre los juicios de amor, sabían
muy poco de eso, pero tenían siempre presente que al final de todo acabarían
separados porque su amor era ilegal.
Que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez.
Sashary di Marco.
Al enterarse de la citación que se les había hecho por parte del Tribunal del Amor,
decidieron salir quizás por última vez en despedida de su verdadero amor. Después
del acto esperaron el día advertido por el tribunal. Por fin, el día del juicio había
llegado, Gisem y Kenet eran los acusados. El juicio ante el Tribunal del Amor, de
una verdadera historia de amor estaba a punto de empezar.
Primero ingresó Gisem, después Kenet. Custodiados por cupido caminaron a la silla
de los acusados. En seguida ingresaron los miembros del tribunal vestidos con bata
blanca, corona de rosas en la cabeza y un varejón de membrillo en la mano derecha.
El secretario ya estaba en la sala de juicios con cuaderno y lápiz en mano para
tomar nota. Huelía a laurel y hoja de pino. El último en ingresar fue Cesar, el Ángel
Mayor. Cuándo entró todos se pararon en señal de respeto y reverencia al ángel de
Dios. Cesar iba acompañado de dos ángeles menores que vestían túnicas rosadas y
alas color violáceo. La sala de juicios estaba repleta por los habitantes extraños de
Tacaná, en su mayoría parejas y enamorados.
Estimados Gisem y Kenet, deseo indicarles que como acusados tienen todos
los derechos que las leyes divinas otorgan. Que pueden defenderse como
consideren apropiado y beneficioso para ustedes. Que pueden hacer uso de
los medios de prueba necesarios. Que todo lo declarado por ustedes puede
ser usado en su contra. Indicarles también que el juicio puede terminar si
ambos aceptan su culpabilidad y se comprometen a cumplir la condena que
como miembros del tribunal impongamos en la sentencia respectiva. Por
último recordarles que las sentencias que se emiten por este órgano
colegiado van siempre encaminadas a la búsqueda de su primer amor, a la
restauración del vínculo matrimonial y familiar. Como pudieron darse
cuenta, se encuentra presente en esta sala de juicios el Ángel Mayor quién
tiene una acusación fuerte en su contra, por lo que les suplico poner mucha
atención. Ángel Mayor, proceda a acusar.
Gracias, en primer lugar quiero solicitar a los miembros del Tribunal del
Amor que permitan el ingreso y la presencia en ésta sala de juicios a Don
Pinabete (un árbol) y al pájaro Haragán, en calidad de testigos.
Al escuchar lo dicho por el presidente de tribunal del amor, Kenet volteó a ver
como Gisem temblaba de nervios, en seguida se paró y empezó su declaración
diciendo.
Que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez.
Sashary di Marco.
Buenos días Ángel Mayor, distinguidos del Tribunal del Amor, amados que
se encuentran presentes en esta sala de juicios, especialmente a usted Gisem.
Jamás pensé que el amor tuviese escenas trágicas como la de hoy!, a pesar de
ello, quiero relatarles con mucha sinceridad lo sucedido. “Caminaba
decepcionado aquella madrugada, repetía una y otra vez en mi mente de
vagabundo que jamás debía volver a amar. Días antes había envuelto mi
amor en una sábana blanca que metí en un cofre plateado. Había sellado ese
cofre con cadenas y candados de acero grueso para después lanzarlo a la
profundidad del océano. Juré que no debía volver a amar. No debía volver a
amar, decían mis labios entrecortados una y otra vez. Sin embargo; aquella
madrugada amaneció rápidamente mientras caminaba pensando y
repitiendo la misma frase. Gisem cambió esa perspectiva. Supe que así se
llamaba, de hecho fue lo último que le pregunté. Su aspecto era diferente, lo
primero que noté al verla fue un palillo que sostenía su cabello. Me causó
curiosidad. Callada se veía atractiva. La briza de esa madrugada galopaba su
mirada de papel llena de inocencia. “Me enamoré”. Qué hizo Gisem para
encontrar el cofre, abrirlo, sacar el amor que enterré y adueñarse de él, no lo
sé. Es cuanto tengo que declarar.
Pensé haber amado una vez, mi inocencia me engañó. Supe con el paso del
tiempo que no fue amor. Me había olvidado de frotarme los labios porque el
frotarme los ojos para secarme las lágrimas en la soledad se había hecho
costumbre. Con Kenet entendí que el amor no se manifiesta de manera vaga.
Que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez.
Sashary di Marco.
Mientras Gisem declaraba, las parejas y los amantes que formaban el público
presente murmuraban. Sin más que probar Gisem y Kenet se declaraban confesos
de sus actos. Se declaraban culpables de sus hechos. Se condenaban frente al Ángel
Mayor y a los que presenciaban el juicio. En seguida el presidente del Tribunal del
Amor preguntó, va interrogar Ángel Mayor?.
Sí, respondió consternado de lo que había oído. Persistió diciendo: Para los
habitantes de éste mágico lugar, refiriéndose a Tacaná. El amor es la
subsistencia de su ser, alimenta su alma, los mantiene en armonía. Todos
aquí son adictos al amor. El amor es fuerza de voluntad entre parejas, es
sinónimo de reglas, de guardarlas y no romperlas. El amor es para siempre
según lo establecen las leyes divinas. La guarda y conservación del primer
amor entre parejas es fundamental para vivir este momento terrenal, siendo
éste el canal que los transporte de la mano al mundo de la eternidad. Kenet,
dígale a los miembros del tribunal del amor, que tiene que decir usted de
Gisem, acaso ella tuvo la culpa?.
Sí miembros del tribunal, ella es una ladrona, se robó mi corazón respondió
Kenet entristecido.
Gisem, que manifiesta en su defensa? replicó el Ángel Mayor.
Acúseme señor Juez, soy culpable manifestó Gisem con la mirada divagando.
Que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez.
Sashary di Marco.
Los miembros del Tribunal del Amor se veían entre sí disponiendo ya en fallar
mientras los amantes y parejas murmuraban en tono más elevado.
Al escuchar eso, el Ángel Mayor solicitó el ingreso del primer testigo, Don Pinabete.
Dijo que por sus largas ramas no pudo ingresar desde el inicio del juicio.
Inmediatamente hicieron entrar al árbol, sus ramas eran bastante largas y sus hojas
casi secas. Tuvo que agacharse para poder entrar, pero aun así sus ramas pegaron
en la parte de arriba de la entrada. El Ángel Mayor pidió que se sentara pero el
árbol indico con señas no poder hacerlo.
Gracias don Pinabete, como se le indicó al inició, usted está en esta sala de
juicios a requerimiento del Ángel Mayor para atestiguar los sucesos de amor
entre Gisem y Kenet que usted presenció, que puede decirnos al respecto
dijo el presidente del Tribunal del Amor al escuchar lo escueto que había
sido aquel árbol viejo.
Claro que conozco a Gisem dijo rápidamente. La vi llorar muchas veces.
Siempre de mañana subía a las llanuras, levantaba la cabeza, alzaba la
mirada al cielo, extendía las manos a los extremos y lloraba de repente. Su
Que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez.
Sashary di Marco.
angustia reflejaba en el cielo lloviznas leves. Era casi de todos los días. Me
entristecía mucho al verla llorar, no entendí nunca por qué, pues lloraba sin
reclamar. Un día, escuché sonrisas acercarse. Una pareja imaginé, pero
nunca que fuese Gisem. El joven que la sujetaba sonreía fuerte. Caminaban
lento, disfrutaban la briza de esa tarde roja. Llegaron hasta donde yo. Se
sentaron, charlaron de todo, sonreían, se besaban, parados, sentados y
recostados. Estaban nerviosos porque se paraban, se sentaban y se
recostaban una y otra vez. Su forma de cortejarse era diferente a los demás
amantes que había visto. Había algo especial en ellos. Magia quizás, o
simplemente amor verdadero. Pasaron las horas de par en par hasta el
anochecer.
Es lo único?. No pasó nada más?, preguntó el sacerdote, vocal II., del
Tribunal del Amor.
Claro que pasó algo más, reveló aquel árbol viejo entre estornudos y tos.
Al escuchar tales respuestas, sonrieron todos en las sala de juicios. El Ángel Mayor
se sonrojó. Los miembros del tribunal callaron.
No más preguntas.
Buenos días insignes miembros del Tribunal del Amor. Ángel Mayor un
gusto poder conocerlo. Amantes que abarrotan esta sala. Parejas presentes
que se endulzan con las miradas. Me presento revelándoles que soy
popularmente conocido como Pájaro Haragán. De esa manera empezó su
relato el testigo. Inclinó su cabeza y prosiguió con su dicho. Desde los inicios
del mundo, los de mi clase somos expertos en recorrer riveras, veredas,
llanuras, senderos y bosques, caminamos de un lugar a otro. Además de
caminar lo que ciertamente amamos es sentarnos a observar la naturaleza,
caminamos cinco pasos, nos sentamos, corremos cinco metros, nos
sentamos, quizás sea ese el motivo por el que nos llaman pájaros haraganes.
Quiero indicar que no me he enamorado jamás, pero he escuchado a
muchos dialogar del amor. Mi conocimiento en cuanto al tema es escaso, mi
forma de conocer el amor es rustico podría decirse. Pero si sé, qué es el
amor, a groso modo tal vez. Jajajaja, carcajeo. Después continuó diciendo.
Una tarde de verano, soleado por supuesto, caminaba distraído de norte a
sur, hacía frió a pesar del sol, el viento llegó tempranero esa tarde. En esa
ocasión visitaba las llanuras del cerro Chemealón, iba de subida, es un lugar
muy alto, complicado de subir pero vale la pena. Para mí siempre vale la
pena. Iba visualizando el enorme horizonte verde, los hermanos árboles se
inclinaban por el viento, pensaba, como Dios hizo todo hermoso, cuando de
repente mis patas pisaron algo suave, se sentía como algodón, se me
enredaron. Un hilo dije. Al voltear una cara cerca del suelo reía. Cara de
Que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez.
Sashary di Marco.
Gracias señor Pájaro Haragán. Ángel Mayor tiene preguntas que dirigirle al
testigo?
Por supuesto. Señor Pájaro Haragán reconoce usted en esta sala de juicios a
los actores que se amaron aquella tarde?
Que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez.
Sashary di Marco.
Los miembros del Tribunal del Amor estaban asombrados del relato de los testigos.
Se veían y hablaban sigilosos. Nunca tuvieron un caso parecido al que en ese
momento se juzgaba.
Miembros del Tribunal del Amor. El amor es aparejar lo disparejo. Altas con
bajos, morenos con blancas, rurales con céntricos, indios con ladinos,
Que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez.
Sashary di Marco.
Era el momento en que Gisem y Kenet debían defender su amor frente al Tribunal
del Amor, sin abogados, sin testigos a su favor. Se silenció por un instante la Sala de
Que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez.
Sashary di Marco.
Juicios en espera de ver quién de los dos amantes se defendía primero. Los
miembros del tribunal conversaban sigilosos. El ángel mayor bostezaba. Los
amantes y parejas susurraban ocultos. El Pinabete estornudaba. El Pájaro Haragán
observaba las paredes del lugar. El secretario del tribunal apuntaba todo lo que veía.
Gisem fue la primera en pararse. Empezó con su defensa.
La forma en que Kenet me ama es rara, de esa forma la voy describir, rara. Él
dice que le encanta mis patas. Que el entrar en mí es un sueño perspicaz
para él. De tanto que habla enmudece a veces, así demuestra que algo le
perturba. Dice que mi acento mejicano caquero chafa le causa gracia. Que
hablo como niña y que cuando enfurezco soy un demonio vestido de
princesa. Casi no se enoja. Le gusta que me tiña las uñas, de preferencia que
sean rojas. Lo pálido de mi piel lo enloquece. Hasta en mi caminar encuentra
gracia. Cuando me rio me abrasa, y si lloro lo mismo pasa. Mi risa alegra sus
días, su llanto opaca las mías. Hacer el amor con Kenet, mmm, es prodigioso.
Cuando me toca. Su boca en mí boca. Sus manos en mis manos. Sus pies en
mis pies. Su aliento en mi aliento. Todo calza. Mis defectos son sus virtudes.
Mi placer su placer. Así me ama Kenet. No me pidan que deje de amarlo.
Sería incapaz de separarme de él, moriría. Condénennos pero no como el
Ángel Mayor lo pide.
Kenet, puede hacer uso del tiempo necesario para defenderse de la acusación
que se le hace, indicó el presidente del tribunal.
Gracias miembros del tribunal del amor. La imperfección en mi es notoria.
Me enojo fácilmente. Uso de pretextos mis lágrimas. Me escondo detrás de
las excusas. Mis ojos han pecado viendo mujeres, más no he fallado jamás.
Me distraigo pretendiendo hacer feliz a los demás y me olvido de mí. El
trabajo me absorbe. Soy descortés. Mi forma de amar es vulgar. No creo
llamarle hacer al amor al acto carnal, pues hasta en él uso la rudeza. A pesar
de ello Gisem me ha amado. Como renunciar a ella. Moriría también. Que
nos condenen pero no de la forma que el Ángel Mayor lo pide.
Si el acusado no está de acuerdo con la sentencia solicitada por el Ángel
Mayor, que es lo que pide entonces?, preguntó el presidente del Tribunal del
Amor.
“Que la condena de amor sea en la misma celda señor Juez”.
La sala de juicios enmudeció totalmente. Se prolongó ese silencio. Los tres ángeles
golpearon sus alas a su cabeza. Los testigos sonrieron sonrojados. El secretario del
tribunal continuaba tomando nota de lo manifestado por el acusado.
Sí. La ley divina es clara en indicar que se prohíbe totalmente la práctica del
amor entre parejas no consideradas como de primer amor, por lo tanto,
reitero mi petición en el sentido de condenar a los acusados a disolver la
relación de pareja que sostienen, obligándolos a buscar su primer amor y
restablecer su antigua relación, cada uno por su lado, así como la
prohibición de comunicarse entre sí para siempre, caso contrario, se les
condene al encierro por cien años, cada uno en su celda, únicamente.
Jamás fui tan feliz más que en tus brazos Kenet. Son tan fuertes que me
permitieron llorar de felicidad muchas veces. No existe un primer amor para
mi más que tú. Acepto que soy culpable al amarte. Condéneme señor Juez,
pero que sea en la misma celda. Gisem derramó lágrimas y se sentó.
Gisem y Kenet le pedían al presidente del tribunal que los condenarán porque los
vocales casi no se habían pronunciado.
Que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez.
Sashary di Marco.
Treinta minutos en espera. Gisem y Kenet aprovecharon ese espacio para tomarse
de las manos y orar. Se abrazaron. Fueron instantes efímeros para ellos. A la oración
se unieron Don Pinabete y el Pájaro Haragán, en seguida todas las parejas y
amantes del lugar. La vecina chismosa fingía hacerlo. El Ángel Mayor y los ángeles
menores únicamente se dispusieron a cerrar los ojos mientras todos oraban. La sala
de juicios se había convertido en un santuario de plegarias.
Pasado los treinta minutos el secretario anunció el ingreso de los miembros del
Tribunal del Amor. Todos se pararon en señal de respeto.
El presidente del Tribunal del Amor sacó un legajo de hojas, las puso sobre la mesa
y empezó a darle lectura a la sentencia.
Gisem y Kenet, fueron escoltados por los ángeles menores hasta la prisión llamada –
El pico del loro- para cumplir su condena. Fueron encadenados de pies y manos.
Caminaron descalzos desde el tribunal del amor, pasaron por el lugar llamado
Cunlaj, que quiere decir, -adiós mentiroso-. Después por Cucuná, que significa –
adiós, adiós mamá-. Llegaron y fueron encerrados en la misma celda, de esa manera
empezaron a cumplir su condena de amor, Juntos.
F I N.
Sashary di Marco.
Que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez.
Sashary di Marco.
Quizás todas las novelas de amor han sido escritas, a pesar de ello, hoy decidí
escribir la mía, porque sé que son insuficientes los Screenshoots que han grabado
mis ojos a tu cuerpo desnudo en todos aquellos momentos especiales, es por ello
que pido “que la condena de amor sea en la misma celda, señor Juez”.