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Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Estudios Superiores Acatlán


Filosofía
Temas selectos de filosofía del hombre
Gutiérrez Fuentes Héctor Noé

La explicación científica del mundo y sus consecuencias en la comprensión de lo humano.

En el capítulo de Copérnico a Newton Hans Jonas se concentra en explicar tres cambios


fundamentales que hubo en el mundo a partir de la revolución Copernicana. Estos cambios
son consecuencias lógicas, es decir, implicaciones conceptuales de la tesis del
heliocentrismo. Sin embargo algunas consecuencias rebasan el límite de lo conceptual, eso
significa que tienen injerencia en la comprensión que el hombre tiene de sí mismo.

En este escrito analizaremos la relación entre las consecuencias lógicas y la comprensión del
hombre que deviene junto con la revolución Copernicana. Nos concentraremos
especialmente en los tres cambios que Jonas señala en su texto. Así, el propósito es plantear
la pregunta: ¿La compresión del hombre depende de la configuración del cosmos o del
universo? Y para ello expondremos de manera separada los tres cambios que la revolución
Copernicana trajo consigo para la comprensión del mundo. Seguido de ello se analizara la
relación entre la concepción del hombre y la compresión del cosmos. Según la exposición de
Jonas ello nos permitirá reflexionar la posible conexión que hay entre estos dos elementos.

Es importante reflexionar sobre las implicaciones de la revolución Copernicana, porque a


través de ello nos adentraremos en una comprensión de las causas de nuestra comprensión
del mundo. Sí de verdad el conocimiento del cosmos deviene en una comprensión del
hombre, al tener claridad de la relación entre ambas nos permitirá entender nuestra posición
en el mundo; Sí es al caso contrario, estaremos en posición de emprender una búsqueda
acerca de cómo comprender al hombre.

§ 1.- Los tres cambios de la revolución Copernicana

Antes de adentrarnos de lleno en el tema es necesario aclarar lo siguiente: Las implicaciones


de la revolución Copernicana no son consecuencias directas del Revolutionibus orbium
coelestium es decir, que Copérnico es el principio de esas consecuencias pero no es él quien
las desarrolla explícitamente, quienes desarrollan las implicaciones son científicos y filósofos
posteriores a Copérnico. A partir de ello es posible comprender que el cambio en el mundo
no surgió inmediatamente con la publicación del libro de Copérnico. Esto fue un proceso que
se extendió por muchos años y que su alcance traspaso los límites de la teoría científica.
Hans Jonas es consciente de lo anterior. Por ello comienza su escrito señalando “Fijémonos
en determinadas consecuencias lógicas de la nueva teoría en la que su inventor difícilmente
pensaría pero que llevaron ineluctablemente a una nueva cosmología física, mucho más allá
de toda mera interpretación de datos astronómicos”1 Con eso Hans Jonas supone que el
lector conoce de manera general la tesis Copernicana, pero pone atención en que dicha tesis
no fue desarrollada por Copérnico.

Después de lo anterior, Jonas expone que las tres consecuencias lógicas de la revolución
copernicana son las siguientes: 1) la homogeneidad de la naturaleza en todo el cosmos; 2) la
eliminación de una arquitectura sólida del cosmos que pudiera explicar el orden de sus
movimientos; 3) la probable infinitud del cosmos, debido a la cual éste deja de ser un todo o
un cosmos en el sentido tradicional. En lo que sigue nos concentraremos en exponer las
consecuencias una por una, evidenciando la conexión entre ellas según el autor. Para
comprender las tres implicaciones se hará mención del antecedente teórico a la revolución
copernicana, pues sólo partir de ello es posible comprender con profundidad lo dicho por
Jonas.

Primero, es necesario señalar que todo en la naturaleza tiene cierto orden intrínseco, el cual
era posible constatar con la manifestación ordinaria del mundo. Este orden es tal que notamos
que todas las cosas tienen un papel específico. Además, denota una uniformidad de las cosas,
pues se mantienen siendo lo que son, es decir, que las abejas son abejas en el tiempo presente,
pero mañana seguirán siendo abejas, y así con las demás cosas. La observación del mundo
era a través de lo más próximo a nosotros. Y esta observación hacía manifiesto el orden de
las cosas. Ello nos indica que el principio por el cual conocemos y explicamos la naturaleza
no está en la mente humana, sino que es una determinada aprehensión del orden que se hace
manifiesto en la naturaleza.

Lo anterior es el principio de la cosmología aristotélica. Esta concepción parte de la


observación del mundo y explica lo que se nos hace manifiesto. Entre sus conceptos más
importantes está el movimiento. El movimiento se dice de tantas formas como podemos decir
el ser2. Con esto, Aristóteles se refiere a que hay distintos tipos de movimiento según veamos

1
Hans Jonas, De Copérnico a Newton en Pensar sobre Dios y otros ensayos, Barcelona, Herder: 1988, p.80.
2
Cfr. Física III,I. 201a

[2]
la cosa que se mueve. Existe el movimiento de translación, de generación, de corrupción y el
cambio lugar. Al respecto, Jonas señala que el estado natural de las cosas es el reposo, por lo
cual se requiere cierto orden y organización del mundo que pueda explicar la causa del
movimiento constante de lo que observamos.

Lo que percibimos del mundo es que se mueve y que está ordenado. Esta máxima era
aplicable hasta en el cielo, es decir, en el universo. Thomas Kuhn explica de la concepción
del universo en Aristóteles:

“Para Aristóteles, el universo entero estaba contenido en la superficie externa de la


esfera de las estrellas. En todos los puntos al interior de la esfera, había materia; los
agujeros y el vacío no tenían razón de ser en el universo de Aristóteles. En el exterior de
la esfera no había nada (…) a través de este presupuesto, Aristóteles daba explicación al
tamaño finito y a la unicidad del universo.”3

Kuhn señala aspectos fundamentales del universo aristotélico. Las esferas celestes ponían en
movimiento todas las cosas al interior de ellas, siendo ellas movidas por el primer motor
inmóvil que es la causa primera de las cosas. El primer motor, es la causa de que podamos
pensar en un universo ordenado, pues éste se encarga de moverlo y de mantenerlo. Es la
causa de que en nuestro mundo notemos ese orden, en palabras de Aristóteles: “Puesto que
es preciso que haya siempre movimiento y que no se interrumpa jamás, tiene que haber
necesariamente algo eterno que mueva primero, y lo primero que mueva, sea uno o más,
debe ser inmóvil.”4

El primer motor, además de ser causa del movimiento, es el principio para pensar en las cosas
más nobles que conforman el universo, es decir, aquellas que son necesarias y que formalizan
la jerarquía ontológica. Esta se da según la corrupción que sufren las cosas. En el mundo
sublunar todo es corruptible, por encima de ella, todo es incorruptible. Esto podemos notarlo,
una vez más, por la observación. La observación nos hace manifiesto que el sol no se
corrompe, pues siempre lo notamos igual, no hay días que ilumine menos, y tampoco ocurre
que su iluminación reduzca gradualmente. En efecto, notamos que lo que está arriba tiende a

3
Thomas Kuhn, La revolución copernicana, Barcelona: Ariel, 1978.
4
Aristóteles, Física VIII, 6, 258b.

[3]
ser incorruptible. Pero lo más próximo a nosotros tiene cambios, y en ese sentido no es tan
noble como el sol o el primer motor inmóvil.

Hasta aquí ya hemos revisado de manera general las tres instancias que Jonas menciona: el
universo está ordenado, pues tiene un principio ordenador y del movimiento que mantiene
las cosas siendo lo que son; tiene una jerarquía que se hace posible por una arquitectura solida
del universo. Lo cual significa que el primer motor ordena el universo, lo organiza y lo
mantiene; dicha jerarquía permite la comprensión y la descripción de lo que observamos.

Hace falta aclarar que el hecho de que el mundo sea cerrado deviene de dos elementos
fundamentales. En primer lugar de una reflexión acerca de que lo infinito no puede ser una
causa del movimiento, pues nunca obtendríamos una explicación final del mundo. Por lo que
el universo debe tener límites. Ellos están determinados por las esferas que contienen la
totalidad de lo que es. En ese sentido, la arquitectura del cosmos es posible porque todas las
cosas deben tener un principio que dote de movimiento y de sentido al todo que es el mundo.

Retomemos la pregunta, ¿cómo una revolución en el cambio astronómico tiene


consecuencias tan amplias? La respuesta quizá podamos esbozarla del siguiente modo:
porque la revolución atacó justo en un punto medular de la antigua concepción del mundo,
de donde se sostenían las 3 instancias que mencioné con Hans Jonas.

Lo primero que Hans Jonas menciona es: que el universo pasó a tener una homogeneidad.
Lo que significa que cada parte del mundo tiene el mismo valor. A primera vista, esto sucede
frente al hecho de que la tierra deja de ser el centro del universo. Dado que los astros giraban
en torno a la tierra, y además eran incorruptibles, eternos y perfectos, se anteponía que eran
de una sustancia más noble que lo perecedero de la tierra. Hans Jonas menciona: “En lugar
de tener una sustancia más noble, eran ahora ejemplos adicionales de la misma realidad
física con que estamos familiarizados en esta tierra, tosca, material y pesada”5 La tierra, y
por lo tanto el universo, ya no tienen esa categoría ontológica especial, ni esa jerarquía que
hacía superior y más noble lo que se encuentra por encima de la esfera sublunar.

Esto implica que el universo está compuesto en todas las partes del mismo tipo de materia y
más adelante, históricamente, todo estará sujeto a las mismas leyes. Es decir, que las leyes

5
Hans Jonas, De Copérnico a Newton en Pensar sobre Dios y otros ensayos, Barcelona, Herder: 1988, p.81.

[4]
del movimiento dentro de la tierra se aplicarán también fuera de ella. Esto rompe con la idea
de la jerarquía ontológica en tanto que implica pensar a las cosas como iguales, implica
pensar que la tierra y los orbes celestes no tienen una sustancia más noble.

La segunda instancia que Hans Jonas menciona es que hay una disolución de la arquitectura
solida del cosmos, que era capaz de explicar el orden de sus movimientos. Esta arquitectónica
es lo que conocemos como el universo de las dos esferas, que mantenían en movimiento
perfecto los cuerpos celestes, y que funcionaba a través de la máxima que mencionamos más
arriba, a saber: que hay una órbita circular y una velocidad constante.

Lo anterior es una de las implicaciones posteriores al planteamiento de Copérnico. En


específico, podemos señalar a Kepler y las leyes del movimiento. En primer lugar, porque
Kepler propone un movimiento eclíptico, en ausencia de una materia etérea que componga
los cuerpos celestes, y en ausencia del modelo de las esferas. Como los planetas ya no tienen
esa sustancia más noble, y el universo ya no tenía esa configuración única a través de la
circularidad y perfección, es posible proponer el movimiento eclíptico.

Hans Jonas menciona sobre lo anterior que cada ley de Kepler termina con una necesidad del
antiguo universo. La forma circular fue descartada por el movimiento eclíptico. El
movimiento a una velocidad constante, fue descartado por la segunda ley que propone una
cierta velocidad según la cercanía que el planeta tenga al sol. Esto termina con esa
arquitectura del universo que era capaz de dar cuenta de sus movimientos mediante el orden,
la armonía, la belleza y la perfección. Ahora tenemos un universo con la misma materia en
todas partes, y con leyes de movimiento que son las mismas para el cielo como para la tierra.

Finalmente, hay una tercera implicación que Hans Jonas menciona, y es que con la nueva
teoría heliocéntrica y los cambios que llegaron con la revolución copernicana, abrieron la
posibilidad para pensar el universo como infinito. El universo antiguo era cerrado, no había
vacío, y todo estaba ordenado de tal forma que atendiendo a la arquitectura del universo era
posible dar cuenta de sus movimientos en cierta medida. El telescopio que funciona como
ampliación de nuestra visión, dejó ver no sólo que la luna tiene cráteres y forma similar al de
la tierra, sino estrellas que nunca antes habían sido vistas, y que las dimensiones calculadas
hasta entonces quizá no eran suficientes. Esto llevó al pensamiento occidental a la hipótesis
de que el universo puede tener una extensión más allá de lo que podemos ver sin que tenga

[5]
un fin necesario. Y esta consecuencia está aunada a una duda en los sentidos, pues estos ya
no alcanzan para estudiar de manera certera el mundo.

Como ejemplo inmediato de lo anterior tenemos la filosofía cartesiana, que propone una
noción de materia como indefinida (por no decir infinita) extensa en el universo. Además,
con Descartes es posible notar la homogenización, pues él considera que la extensión tiene
siempre la misma materia bajo ciertas cualidades y atributos, pero en última instancia la
materia es la misma, tanto para los cuerpos celestes, como para cualquier ser viviente.

§2.- ¿la concepción del hombre depende del orden del universo o del mundo?

La revolución copernicana, además de los cambios que implica en la concepción del


universo, se extiende a la comprensión del hombre. Un ejemplo de ello es el hecho de que
para conocer podíamos tener certeza y guiarnos por aquello que percibíamos con los sentidos.
La revolución trajo consigo la duda en los sentidos a partir de la necesidad de recurrir a cierta
indumentaria para la experimentación. Esto significa dos cosas: en primer lugar la duda en
los sentidos; en segundo lugar, que si lo que observamos no es suficiente, y tampoco la
experiencia común que tenemos sobre el mundo, entonces para el conocimiento es necesario
realizar experimentación controlada, lo cual toca el valor de la experiencia del mundo. El
experimento se opone a la experiencia porque las condiciones creadas para ello no se dan en
la naturaleza a menos que se la someta con aquello que resulta conocido para mí a partir del
instrumento o de la razón.

Por lo anterior, el hombre no puede explicar ya el movimiento celeste desde la teoría


geocéntrica, que resulta más intuitiva frente a la heliocéntrica. Jonas muestra que la nueva
ciencia no deja lugar para la experiencia que tenemos de los sentidos, así la explicación del
mundo o del universo pierde significado y sentido para el hombre.

Lo anterior se puede notar cuando Jonas habla acerca de Pascal. El francés, frente al universo
infinito, declara que le deviene un sentimiento de soledad cósmica. El lugar que el hombre
ocupa en el mundo no parece tener una explicación clara y con sentido si éste ha perdido su
lugar en el mundo. Dado que el universo es infinito, se pierde todo punto de referencia.
Comenta Hans Jonas: “Pascal retrocedió angustiado ante la soledad de la humanidad en un
universo indiferente. Pero, cualquiera que fuera la respuesta, el cosmos y el lugar del ser

[6]
humano en él se habían modificado hasta lo irreconocible.”6 Así, Pascal hace notar una
consecuencia de la expansión del universo es la pérdida del lugar del hombre en él. En este
sentido es posible notar que el lugar del hombre depende de la concepción infinita del
universo.

Hans Jonas también expone las consecuencias que Giordano Bruno refiere acerca del
universo infinito. Dice Hans Jonas: “este espíritu ardiente saludó la apertura del universo
como del derribo de muros de prisión, como un infinito exterior que tenía su correspondencia
en el infinito de la interioridad humana.”7 Con ello denota que Giordano Bruno no vio en
las consecuencias de la concepción del universo el abandono del hombre, sino su liberación;
el infinito se corresponde con la interioridad humana, y ello no es una prueba de la soledad
del hombre en el infinito.

Por lo anterior, podemos notar dos consecuencias radicalmente distintas sobre cómo se
comprende al hombre a partir del universo infinito. Considero que Hans Jonas lo expone así
por un motivo específico: cuestionar en qué sentido estas consecuencias se relacionan con el
universo infinito como principio de explicación del mismo. Cabe señalar, que en la
presentación del ensayo Jonas declara con especial atención que las consecuencias de la
revolución son consecuencias lógicas. Al poner énfasis en la noción de consecuencias, dirige
la vista al hecho de que la revolución copernicana va careciendo de elementos de explicación
del universo, por lo que sus elementos serán un agregado constante a una concepción general
del universo.

Pero dada la contradicción que en este pasaje Jonas expone, y que no aborda con mayor
profundidad, considero que nos permite cuestionar la relación antes dicha. Es decir, plantear
la pregunta con justeza e intentar abordarla. ¿En qué sentido tener un universo infinito o
cerrado nos permite tener determinada concepción del orden? Creo que para intentar dar
respuesta a ello podemos concentrarnos en las diferencias entre la ciencia moderna y la
ciencia antigua o aristotélica.

La diferencia fundamental entre los distintos modos de investigar y comprender el mundo se


da gracias a la confianza o desconfianza en los sentidos. Mientras que para la ciencia

6
Ibid, p. 87.
7
Ibid, p.87.

[7]
aristotélica podemos partir de lo evidente e inmediato para nosotros, la ciencia moderna niega
que con los sentidos encontremos la verdad. La naturaleza sólo es indagable a partir de la
experimentación y la cuantificación dada por la razón y la matemática.

Conclusiones

Dado que la diferencia de las ciencias tiene relación con la confianza en los sentidos, creo
que podemos afirmar lo siguiente: no se trata del hecho de que la comprensión del hombre
dependa del universo, sino de cómo la ciencia nos permite o no observar e investigar el
mundo. La ciencia moderna no puede concentrarse en la pregunta por el hombre porque, si
no es por medio de la cuantificación y la experimentación, es imposible conocer algo. De
este modo, lo más profundo del hombre como sus pasiones o pensamientos, son
inexplicables. El hombre se queda sin un lugar en el mundo porque la ciencia que domina
hace imposible abordar la profundidad de la cuestión; toda teorización del hombre termina
siendo ajena y sin sentido para nosotros.

Al respecto, Kass afirma en The hungry soul lo siguiente:

Esa doctrina movía al sujeto que conoce de aquello que conoce, con lo que
aislaba más al ser humano, con sus pasiones y sus inquietudes morales, de la
naturaleza tal y como la mostraba la ciencia moderna. (…) Por esas razones, la
ciencia natural no puede aportar información útil sobre las aspiraciones
humanas, nada consistente que ofrecer para fundamentar las normas de la
conducta humana.” 8

A partir de esto y lo revisado en Jonas, considero que estamos en posición de observar que
la comprensión de lo humano no depende del todo de la concepción del cosmos, sino del
alcance y seguridad que la ciencia nos ofrece para indagar en ello. En medida que la ciencia
desconfía de los sentidos, relega al hombre a un lugar aislado y sin explicación posible sobre
sus pasiones y cuestiones fundamentales. Sin embargo, ello no deviene en consecuencias
como las que observan Pascal y Bruno; sino que nos deja en esas posiciones porque sin la
posibilidad de explicación o indagación sobre el hombre, es posible después afirmar
cualquier cosa sobre el sentido de su ser.

8
Kass,L, The hungry soul: eating and perfecting of our nature, Chicago, University of Chicago press: 1999,
p.10. La traducción es mía.

[8]
Bibliografía:

Aristóteles. Física. s.f.

Descartes. Los principios de la filosofía. Buenos Aires: Losada, 1997.

Jonas, Hans. «De Copérnico a Newton: Los comienzos de la concepción moderna del mundo.» En
Pensar sobre Dios y otros ensayos, de Hans Jonas, 80-98. Barcelona: Herder, 1998.

Kass, Leon, The The hungry soul: eating and perfecting of our nature, Chicago, University of
Chicago press: 1999.

Kuhn, Thomas. La revolución copernicana. Barcelona: Ariel, 1978.

[9]

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