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Industria Petroquímica

Petroquímica

La petroquímica es una rama de la química que se ocupa de la transformación de


derivados del petróleo y del gas natural en productos químicos cuya posterior
industrialización está destinada a la elaboración de fibras sintéticas, materias plásticas,
elastómeros, detergentes, fertilizantes, pinturas, solventes y una infinidad de otros
productos para diversas industrias.

La mayor parte de los productos petroquímicos se fabrican a partir de un número


relativamente pequeño de hidrocarburos, entre ellos el metano, el etano, propano,
butano y los aromáticos que derivan del benceno, entre otros.
Los procesos para la obtención de dichos productos se llevan a cabo en refinerías e
implican cambios físicos y químicos de los hidrocarburos.

Los productos de origen petroquímico sustituyen o compiten con productos naturales


debido a precios inferiores y mejores propiedades.

Productos básicos, intermedios y finales

Los productos petroquímicos se clasifican en tres categorías: básicos, intermedios y


finales.

a) Productos básicos: Son los que actúan como materias primas básicas para la
obtención de un gran número de productos. Dentro de esta categoría se
encuentran las olefinas (etileno, propileno, butilenos y butadieno) y los aromáticos
(benceno, tolueno y xilenos)
b) Productos Intermedios: Son los que, obtenidos a partir de los anteriores, a su vez
permitirán obtener los productos finales; por ejemplo: dimetileterftalato (DMT),
anhídrido maleico, caprolactama, etc.
c) Productos finales: Son aquellos que se destinan a las industrias usuarias finales;
por ejemplo: polietileno, solventes, fertilizantes, elastómeros, etc. Son los
productos vinculados directamente con el mercado consumidor.

En la figura 1 se indican los principales productos petroquímicos y las materias primas


derivadas del petróleo.
Figura N° 1: Productos petroquímicos

Materias Primas Productos Productos Químicos Productos


Petroquímicos Básicos Intermedios Químicos Finales
Gas Natural Hidrógeno Ácido nítrico Nitrato de amonio
Gas de refinería Amoníaco Formaldehído Sulfato de amonio
Gas licuado Anhídrido carbónico Ácido cianhídrico Urea
Naftas Etileno Acetaldehído H.C.H
Kerosenes Butileno Acetato de vinilo D.D.T
Parafinas Butadieno Dicloroetano Naftenato de cobre
Residuos de refinación Propileno Cloruro de vinilo Resinas Acrílicas
Otros Acetileno Acrilonitrilo Resinas epoxi
Metanol Etilenglicol Polietileno
Benceno Alcohol etílico Poliestireno
Tolueno Etanolaminas Cloruro de
Xilenos Alcohol isopropílico polivinilo
Naftalenos Acetona Plastificantes
Olefinas Estireno Nylon 66
Ácidos Nafténicos Ciclohexano Nylon 6
Negro de humo Adiponitrilo Poliésteres
Sulfuro de carbono Caprolactama Poliacrílicas
Otros Fenol Polipropileno
Ácido tereftálico Cauchos sintéticos
Anhídrido ftálico Detergentes
Anhídrido maleico sintéticos
Otros

Origen industrial y desarrollo de la industria petroquímica

Antes de la revolución industrial de la petroquímica, el hombre obtenía productos


químicos y materiales de dos fuentes fundamentales: la biomasa, de la que extraía
esencias, colorantes, aceites, grasas, etc., y los minerales, a partir de los cuales producía
hierro, acero, bronce, vidrio, cerámicos, sales, álcalis y pigmentos.

En los inicios de la industria, la única fuente de obtención de productos químicos


orgánicos fue por intermedio del hidrocarburo sólido, el carbón, que dio origen al proceso
energético al producir vapor y, por carbonización de la hulla, se producía benceno,
naftaleno, antraceno y derivados; la destilación de la madera, dio lugar a la producción de
ácido acético, formaldehído, acetona, etc.; la fermentación alcohólica y el carburo cálcico,
fuente básica del acetileno y derivados.
Las primeras manifestaciones de la industria petroquímica en el mundo se remontan al
año 1918, con la producción de isopropanol, a partir de propileno, en la planta que la
Standard Oil construyó en su refinería de Bayway, Estados Unidos.

Posteriormente, en 1920, la Carbide & Carbon Co. hizo una planta de etilenglicol, a partir
de etileno (vía clorhidrina). También por esos años, se producía en Estados Unidos, negro
de humo.

Durante la primera guerra mundial, se utilizaba tolueno para la preparación de


trinitrotolueno, que se obtenía a partir del alquitrán de hulla, resultando insuficiente para
cubrir la demanda de este explosivo. Al no existir otra fuente de tolueno, se usaron
sustitutos del trinitrotolueno obtenido por hidratación del propeno, lo que dio
abundantes cantidades de acetona a un costo inferior al de otros procesos existentes.

En 1923, la industria petroquímica se expande produciendo en mayor escala alcohol


isopropílico a partir del propileno obtenido del gas residual de las refinerías y, a principios
de la década de 1930, cobra mayor relevancia fabricando alcoholes y acetonas usados
como solventes.

El despegue de la petroquímica como industria importante se produjo durante la segunda


guerra mundial, a raíz de la necesidad de proveer la demanda de productos bélicos tales
como cauchos, explosivos, solventes, etc., y comenzaron a sustituirse productos naturales
por manufacturados, tales como lana, algodón, fibras, aceites para pinturas, etc.

Las nuevas tecnologías, desarrolladas principalmente en Estados Unidos e Inglaterra,


permitieron obtener productos sintéticos tales como fertilizantes, metanol, etanol y
detergentes, a partir principalmente del gas natural, y que anteriormente se producían a
partir de materias primas naturales o carboquímicas, como por ejemplo, el alquitrán de
hulla, que hasta los años 30 fue la fuente principal de productos químicos.

En 1930, la producción de metanol y formaldehído a partir del gas natural alcanza ya


cifras de consideración, que unidas a las de producción de amoníaco, acetonas y alcohol
butílico fueron suficientemente importantes para que pueda ya considerarse a la industria
química derivada del petróleo como una realidad industrial, con características técnicas y
económicas propias y diferenciales.

Por su parte, en los países europeos y Japón, que no disponían de gas natural o se
hallaban alejados de las refinerías de petróleo, el despegue petroquímico comenzó en la
década del 50, con el desarrollo de la tecnología para craquear hidrocarburos líquidos con
fines petroquímicos, sustituyendo la hulla como fuente de productos químicos.
Así es que, al finalizar los años 50, prácticamente toda la producción de productos
sintéticos utilizaba como materia prima el petróleo y, por consiguiente, la carboquímica
fue totalmente abandonada.

Ante el exigente requerimiento de productos químicos, las nuevas técnicas de


refinamiento y cracking, permiten reemplazar a menores costos gran parte de las materias
primas naturales, produciendo fármacos, textiles, plásticos, preservantes alimenticios,
fertilizantes y aportando importantes insumos a la industria automotriz, vidrios y, en
general una amplia cadena productiva para abastecer la demanda manufacturera y las
necesidades de la sociedad.

La industria petroquímica en Argentina

En nuestro país, la actividad petroquímica se inicia en el año 1943 con la instalación por
Yacimientos Petrolíferos Fiscales de una planta industrial para producir alcohol
isopropílico y una fábrica en Campana para elaborar tolueno sintético, montada por la
Dirección General de Fabricaciones Militares en 1944.

Posteriormente se establecen una fábrica de anhídrido ftálico (Compañía Química), tres


de hexaclorobenceno (Compañía Química, Electroclor S.A. y Atanor) y otras pasa DDT,
metanol y formol (Atanor).

Pero la mayoría de las plantas se han construido en la década del 1960 al amparo de las
disposiciones establecidas por la Ley de Inversiones y Radicaciones de Capitales
Extranjeros, promulgada a fines de 1958.

Es así que empresas como Monsanto, Duperial, Indupa, PASA, Ipako y Duranor, entre
otras, producen anhídrido ftálico, clorobenceno, sulfuro de carbono, polietileno BD,
poliéster, negro de humo, etileno, butadieno, estireno, etc. También en esa época se
ubica el comienzo de la producción de fertilizantes en Campana por la empresa Petrosur.

Petroquímica Argentina SA (PASA) construyó en la zona norte del Gran Rosario lo que fue
entonces el complejo petroquímico más importante de América Latina. PASA era entonces
la única planta petroquímica totalmente integrada de América Latina, haciendo la
transformación de nafta, propano y butano, obtenidos de la industria petrolífera, en una
amplia gama de hidrocarburos derivados, entre los cuales el más destacado era el caucho
sintético. La fábrica, equipada con tecnología de punta, empleaba unos 700 obreros de
máxima especialización, entre ellos técnicos químicos y mecánicos que operaban la planta
semiautomática.
Hasta ese momento, si bien el mercado interno era todavía suficiente, se comenzaba a
vislumbrar que su crecimiento era continuo. Por lo tanto, se hizo necesario encarar la
instalación de nuevas plantas mediante el otorgamiento de medidas especiales de
promoción. Se sanciona entonces, en el año 1969, el Decreto 4271 que permite la
utilización de gas natural y nafta para uso petroquímico a precios internacionales y otorga
otras medidas de fomento para la actividad petroquímica.

El Estado decide intervenir en el campo de la petroquímica para producir materias primas


básicas.

A fines de 1970 se crea Petroquímica General Mosconi, con capitales aportados por
Yacimientos Petrolíferos Fiscales y a la Dirección General de Fabricaciones Militares, para
producir 202.600 toneladas anuales de hidrocarburos aromáticos en la localidad de
Ensenada, y cuya puesta en marcha se concretó en junio de 1974.

Paralelamente, el Estado encaró también el proyecto para producir olefinas a través de la


creación de Petroquímica Bahía Blanca. Sin embargo las ofertas y demandas intra-
complejo no fueron debidamente coordinadas, dando origen a diversas corrientes de
importaciones-exportaciones de productos.

El 22 de julio de 1976, se funda el Instituto Petroquímico Argentino (IPA), una asociación


civil sin fines de lucro, que desarrolla actividades de carácter científico, técnico,
económico y estadístico, en el campo de la industria petroquímica. Dentro de esas
actividades, su principal objetivo es la capacitación y perfeccionamiento de los recursos
humanos del sector.

Hacia el fin de los años ’70 el sector sufre un proceso de estancamiento que obedece a
distintas razones: la crisis del petróleo de esa década que produce una variación sustancial
de los precios relativos y la política de apertura del mercado interno a la importación de
productos manufacturados con sobrevaluación de la tasa de cambio.

Esta inestabilidad de las reglas de juego no permitió un crecimiento sostenido de la


industria en ese período.

En los años ‘80 se produjo una importante expansión de la capacidad instalada en la


industria petroquímica (basada fundamentalmente en proyectos concebidos en los años
’70). De este modo, la industria petroquímica fue uno de los pocos sectores
manufactureros dinámicos de la economía argentina en los años ’80. Durante dicho
período, el Estado contribuyó con una parte significativa de los costos de la inversión y
nuevamente implementó regímenes de promoción industrial y aseguró precios favorables
y provisión preferencial de materias primas, con lo cual parte de la renta primaria era
trasladada a las firmas petroquímicas. Igualmente protegió el mercado interno mediante
barreras arancelarias y reguló la entrada al sector. Así, en tanto se verificó una caída en
términos absolutos del PBI global, la producción física de esta industria creció a una tasa
anual de casi el 12%.

En 1981 se pone en marcha la producción de disocianato de tolueno en la Petroquímica


Río Tercero.

Se registra un notable crecimiento de los termoplásticos durante la década y una


reestructuración en la producción. La producción de petroquímicos básicos pasó de
representar el 47% de la producción en 1980 al 35% en 1989, mientras que la incidencia
de los intermedios se incrementó del 28% al 35% y la de los finales del 25% al 30% durante
esos mismos años. De esta manera, los productos básicos dejan de tener el mayor peso
dentro de la producción total, lo cual influye en la magnitud de las exportaciones del
sector.

A partir de 1990 se produce una ruptura en esta trayectoria de crecimiento, como


consecuencia de transformaciones internas y externas a la actividad. Las transformaciones
estructurales implementadas desde el inicio de la década tuvieron un impacto directo
sobre el funcionamiento del sector petroquímico, a saber: la profundización de la apertura
comercial (incluidos los avances operados en el proceso de integración regional en el
marco del Mercosur), privatizaciones de empresas públicas del sector, modificaciones en
el marco regulatorio que rige al sector petrolero y gasífero (ley de emergencia
económica,1989, y decretos de desregulación petrolera, gasífera y eléctrica, 1990-1992).
Las empresas enfrentan fuertes alzas en los costos de la energía eléctrica y sufren el
deterioro del tipo de cambio efectivo para el sector, al tiempo que los precios
internacionales atraviesan por ciclos de depresión y de recuperación, cambios en el
ámbito de la política comercial y sobrecapacidades en las principales líneas de productos,
todo lo cual conduce a una importante pérdida de rentabilidad. Cabe destacar que a
mediados de la década del ‘90 la producción era del orden de 3 MM ton.

Asimismo, la experiencia adquirida por las empresas nacionales en la producción de


productos petroquímicos básicos, que implica una disminución de los costos de
producción, no puede ser internalizada por las firmas como un aumento de beneficios,
sino que, debe ser trasladada a precios debido a las nuevas características del mercado
que imponen una cierta convergencia de los precios domésticos con los internacionales.
La privatización de las grandes empresas estatales o mixtas (Petroquímica General
Mosconi, Petroquímica Bahía Blanca) y la retirada de grandes grupos locales, abrió paso al
liderazgo de grandes operadores mundiales como Dow (EEUU) y Solvay (Bélgica).
En 2005, la producción petroquímica totalizó 5,8 MM ton. Este valor comprende a
productos básicos, intermedios y finales. Este fuerte aumento es principalmente
consecuencia de las inversiones que se concretaron en el Polo de Bahía Blanca.
En línea con este incremento en la producción, han disminuido las importaciones
petroquímicas (de picos de 2,5 MM ton alcanzados en 1996 y 1999, cayeron a 1,4 MM ton
en 2002) y sobre todo han aumentado notablemente las exportaciones (de un nivel de
500.000 ton en 1996, escalaron a 1,8 MM ton en 2002). La demanda de productos finales
se expandió ampliamente, siendo los principales mercados en crecimiento los fertilizantes
y los termoplásticos.

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