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Morir Bien Expresion PDF
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EUTANASIA
1
MORIR BIEN COMO EXPRESIÓN DEL VIVIR BIEN: A PROPÓSITO DE LA
EUTANASIA
Integrantes;
Docente encargado;
2
TABLA DE CONTENIDO
PÁG.
INTRODUCCIÓN ..................................................................................................... 5
1. PROBLEMA JURIDICO ...................................................................................... 7
1.2 OBJETIVOS ESPECIFICOS ............................................................................. 7
CAPÍTULO PRIMERO ............................................................................................. 8
1.1 CONCEPTO JURISPRUDENCIAL DE VIDA DIGNA ..................................... 11
1.2 CASO VILLAGRÁN MORALES VS. GUATEMALA ....................................... 12
1.3 VIVIR BIEN Y DIGNIDAD HUMANA ............................................................... 12
1.4 DIGNIDAD HUMANA COMO PRESUPUESTO DEL VIVIR BIEN.................. 13
1.4.2 Concepto doctrinario de Muerte Digna..................................................... 17
1.4.3 Concepto Doctrinal de Eutanasia.............................................................. 18
1.4.4 Características de la Eutanasia. ................................................................ 19
CAPÍTULO SEGUNDO ......................................................................................... 31
2.1 DDHH............................................................................................................... 32
2.1 DERECHOS HUMANOS QUE SUSTENTAN ESTA TEORÍA ........................ 37
2.1.1 Libre Desarrollo de la Personalidad.......................................................... 37
2.1.2 Autonomía de la Voluntad o Autodeterminación..................................... 38
2.1.3 El homicidio por piedad. ............................................................................ 40
2.1.3 La inducción o ayuda al suicidio............................................................... 44
2.2 DESARROLLO JURISPRUDENCIAL DE LA EUTANASIA EN COLOMBIA 48
2.2.1 Sentencia C-239 1997. ................................................................................ 48
2.2.2 Proyectos de ley en Colombia referidos a la Eutanasia ......................... 53
2.2.3 Sentencia T-970 2014a. .............................................................................. 57
2.2.4 Resolución 1216 de 2015. .......................................................................... 60
3. CAPÍTULO TERCERO ...................................................................................... 63
3.1.1 Análisis comparativo de la Eutanasia ...................................................... 67
CONCLUSIONES .................................................................................................. 97
BIBLIOGRAFIA ................................................................................................... 100
3
DOCUMENTOS ANEXOS….........…………………………………………………...108
LISTA DE CUADROS
PÁG.
4
INTRODUCCIÓN
El derecho fundamental a la vida forma parte de uno de los pilares básicos para la
protección y garantía por cuenta de todos los países, aspecto que indudablemente
conduce a que dicho derecho sea reconocido como supremo y goce de especial
protección, esto en tanto que se constituye como aquel presupuesto para el
ejercicio de los demás derechos de los cuales goza el ser humano por su
condición de tal. No obstante, la supremacía y salvaguardia absoluta del derecho
a la vida han sido debatidas tanto por juristas, doctrinantes, médicos e incluso
personas del común cuando se encuentran abocadas a una situación de carácter
particular que permea sus vidas; aspecto que pone a pensar en la posibilidad de
que el bien jurídico tutelado máximo de la vida pueda ser razonablemente limitado
ante una circunstancia particular y concreta.
5
Como segunda parte y complemento en el desarrollo investigativo, se aborda la
importancia e incidencia que ha tenido la consagración de los derechos humanos
a la dignidad humana, autodeterminación y libre desarrollo de la personalidad en
el proceso de regulación de la muerte digna en Colombia. Para ello, se aborda
inicialmente el tema de los derechos humanos, sus características, cuales son los
derechos humanos que sustentan las teorías y, finalmente, en el mismo capítulo
se realiza un análisis jurisprudencial de la figura de la eutanasia en Colombia.
Culminando el desarrollo de dicho capitulo con un abre bocas de la resolución No.
1216 de 2015.
6
1. PROBLEMA JURIDICO
2. Determinar la incidencia que han tenido los Derechos Humanos con respecto
a la figura de la Eutanasia y su regulación en Colombia.
7
CAPÍTULO PRIMERO
El presente capítulo tiene por finalidad desarrollar desde un punto de vista jurídico,
la figura de la eutanasia, entendida como un Morir bien, palabra que se define
etimológicamente así: EU: Buena - Thanatos: Muerte; así mismo, ha sido definida
de una manera doctrinaria como: buena muerte o muerte sin sufrimiento
(Zambrizzi,2005);1 figura que ha ido adquiriendo para la sociedad actual un papel
importante en la medida que se trata de proporcionar a una persona que se halla
sometida a una enfermedad o condición terminal y para la cual la medicina no
tiene cura ni un tratamiento que signifique una mejoría sustancial para quien lo
padezca, una forma de morir sin dolor y sin sufrimientos innecesarios debiendo ser
practicada adicionalmente por una persona cuyo móvil sea la compasión y la
piedad.
Para analizar el tema de investigación que se propone se debe empezar por tener
un supuesto de hecho que parte de la Vida misma, esto debido a que si no hay
existencia de la vida humana simplemente la muerte no tendría cabida alguna, se
debe partir de la premisa que todo ser humano tiene derecho a vivir, pero no de
cualquier manera sino de manera digna, de un vivir bien.
Esto en virtud de que si existe el derecho a vivir bien, de una manera amparada y
protegida y de ello se deduce que deben existir instituciones y mecanismos para
su protección, debería bajo esa óptica también, existir un derecho a morir, dado
1
SAMBRIZZI, Eduardo A. Derecho y Eutanasia. Editorial la ley. año 2005. Cap.2 Pág 9.
2
BUITRAGO, Trujillo Hugo Andrei: “Del vivir bien como desarrollo humano integral sostenible y del
2
dialogo
BUITRAGO,para Trujillo
su Hugo
construcción”,
Andrei: “Del vivir
2012. bien Documento
como desarrollo
(enhumano
línea).
integralDisponible
sostenible y del
en:
http://www.google.com.co/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=3&ved=0CCkQFjAC&url=http%3
dialogo para su construcción”, 2012. Documento (en línea). Disponible en:
http://www.google.com.co/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=3&ved=0CCkQFjAC&url=http%3
A%2F%2Frevistas.upb.edu.co%2Findex.php%2Ftrabajosocial%2Farticle%2Fdownload%2F1774%2F1711&
ei=Po0cVJeOLpPPggS4koDICw&usg=AFQjCNGdnqNYib_r3M82QLgd7qhS4szn0w. Citado el 25112015.
8
que sin vida no hay muerte, y por lo tanto esta última también tendría como
fundamento no solo la calidad de vida; sino la dignidad humana, entendida como
“aquella condición especial que reviste todo ser humano por el hecho de serlo, y lo
caracteriza de forma permanente y fundamental desde su concepción hasta su
muerte”.3
Por lo anterior, dentro de este capítulo, tanto el tema de vivir bien como de morir
bien no se miran aisladamente sino por el contrario de una manera conjunta.
Teniendo claro que para hablar del morir bien existen diferentes opiniones que
contrarían la ascendente favorabilidad al derecho a morir dignamente, basados en
concepciones que amparan sus argumentos en pensamientos tradicionalistas,
religiosos o culturales, aspectos estos que no pueden imponerse a las
convicciones de los individuos, reivindicamos que: “el derecho a disponer sobre la
propia vida toma como punto de referencia fundamental la dignidad de la persona,
que en su condición de principio inspirador del conjunto de derechos y libertades
públicas, posibilita la realización del sujeto en el plano individual y social”.4
Por tal motivo, este capítulo se desarrolla en tres apartes el primero tratara del
Vivir Bien, el segundo trata del Morir Bien y el tercero trata de la eutanasia, donde
se toma como fuente de investigación la Constitución Política de Colombia 1991,
la honorable Corte Constitucional, como también argumentos doctrinales,
jurisprudenciales y técnico médicos.
- VIVIR BIEN: Vivir Bien “depende de las vivencias de una persona sujeta a sus
condiciones monetarias, a los estados valorativos de disfrute y al grado moral con
que se relaciona y es compatible con la comunidad en que vive”.5
Tres son los elementos que se destacan del concepto que se menciona del vivir
bien: a) Condiciones económicas; b) la valoración del disfrute, a partir de las
condiciones económicas y c) el criterio moral a partir de las condiciones anteriores,
con el que establece relaciones en y con la comunidad, lo cual permite que todo
ser humano viva bien.
Vivir Bien supone como imperativo primordial el derecho a la vida digna, pues si
bien el Estado colombiano protege el derecho a la vida, esta no se puede tomar de
manera abstracta si no como un complemento de la vida digna, pues como se ha
mencionado no es vivir de cualquier manera si no de vivir dignamente para poder
3
Documento (en línea). Disponible en: http://portal.educar.org/foros/la-dignidad-humana Citado el
25112015.
4
FARFAN, Molina, Francisco. Eutanasia Derechos Fundamentales y Ley Penal. Ediciones Nueva Juridica.
2008 CAP 5. PAG 142.
5
EID, Ahmed y ALIAGA, Lordemann Javier Articulo. "Vivir Bien" y pobreza multidimensional. ¿Es posible
una conciliación conceptual?.. Fundación ARU. Documento (en línea). Disponible en:
http://www.scielo.org.bo/scielo.php?pid=S2074-47062013000200006&script=sci_arttext. Citado el
25112015.
9
morir con dignidad, y se entiende una vida digna como aquella que cada ser
humano tiene de manera continua que abarca todos los entornos de su vida diaria,
es decir, tener una subsistencia digna, que cuando esta se vulnera de cualquier
manera sea económicamente, en el entorno de la salud y demás, en este caso se
vea afectado por una enfermedad terminal y esta no sea digna de soportar el ser
humano este en la capacidad de decidir darle fin a su vida, pues considera que la
vida digna que llevaba anteriormente, se deterioró y de esa manera es indigno
vivirla y no quiere seguirla viviendo.
Como se observará más adelante, esa misma dignidad le permite que no sea visto
como un medio en sí mismo considerado, sino por el contrario en un fin que
conforma un universo, característica que le permite obrar bajo sus propias e
íntimas convicciones.
Por esa razón, al hablar de la doble carga que supone para el Estado la existencia
de los dos derechos en mención, así como su efectiva protección, el autor
Francisco Farfán Molina considera que:
10
suman aquellos aspectos del individuo (dignidad, libertad, libre desarrollo de la
personalidad) que están íntimamente conectados con las condiciones que la
hacen acreedora del calificativo de humano. Ello va a implicar que si las
mencionadas condiciones desaparecen, el bien supremo vida se desvaloriza, se
desvirtúa y se vacía de contenido, lo que obliga a revisar el alcance de la tutela de
este bien jurídico”.6
En esa misma medida, se afirma que el Derecho a la vida digna “no implica la
mera subsistencia, sino el vivir adecuadamente en condiciones dignas”, eso
implica una serie de condiciones tales como lo son la salud, educación y vivienda;
así como el adecuado ejercicio de sus facultades intelectuales, profesionales,
laborales lo que constituye en síntesis una vida humana en condiciones dignas.
“El derecho fundamental a vivir en forma digna implica entonces el derecho a morir
dignamente, pues condenar a una persona a prolongar por un tiempo escaso su
existencia, cuando no lo desea y padece intensas aflicciones, equivale no solo a
un trato cruel e inhumano, prohibido por la Carta (C. P. Artículo 12), sino a una
anulación de su dignidad y de su autonomía como sujeto moral”.7
6
FARFAN, Molina, Francisco. Eutanasia Derechos Fundamentales y Ley Penal. Ediciones Nueva Juridica.
2008 CAP 5. PAG 142.
7
COLOMBIA. CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-239 del 20 de mayo de 1997 con ponencia del
Magistrado Carlos Gaviria Díaz.
8
Ibídem.
11
1.2 CASO VILLAGRÁN MORALES VS. GUATEMALA
“El deber del Estado de proteger la vida debe ser entonces compatible con el
respeto a la dignidad humana y al libre desarrollo de la personalidad. Por ello la
Corte considera que frente a los enfermos terminales que experimentan intensos
sufrimientos, este deber estatal cede frente al consentimiento informado del
paciente que desea morir en forma digna.”11
9
COLOMBIA. CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia sobre el fondo, del 19 de noviembre de 1999, pár.
144). Caso Villagrán Morales y Otros versus Guatemala (caso de los “Niños de la Calle”.
10
COLOMBIA. CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-881 2002. Mg. Ponente Eduardo Montealegre
Lynett. Documento (en línea). Disponible en: http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2002/T-881-
02.htm Día 17 Sep. 2015 Hora: 9:10 a.m. Citado el 26112016.
11
COLOMBIA. CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T-881 2002 Pie de Pág. No. 8. Mg. Ponente
Eduadro Montealegre Lynett. Documento (en línea). Disponible en:
http://www.corteconstitucional.gov.co/relatoria/2002/T-881-02.htm. Citado el 26112016.
12
“El objeto fundamental del principio de la dignidad de la persona es, entonces, la
protección del individuo como fin en sí mismo, el individuo como universo único e
irrepetible con capacidad para darse sus propias leyes morales, las cuales, en
razón de que los otros son, también, fines en sí mismos, deben ser
compatibilizadas con las de las otras personas. De este modo, la dignidad humana
se refleja de manera más inmediata en aquellos derechos que se fundan en las
decisiones racionales y autónomas del sujeto”.12
13
derecho a ser reconocido y a vivir en y con la dignidad propia de la persona
humana”.15 Derecho que se encuentra consagrado en su artículo 1 de la Carta
Política y el cual reza, “Colombia es un Estado social de derecho, organizado en
forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades
territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la
dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y
en la prevalencia del interés general”
iii. Dara curso al desarrollo del plan individual de vida (sin que incida en el plan de
otros).
La Corte Constitucional estableció los parámetros dentro de los cuales debe ser
entendido dicho derecho, afirmando que:
15
BIDART, Campos German J. Teoría general de los Derechos Humanos. Editorial Astrea de Alfredo y
Ricardo De Palma. Ciudad de Buenos Aires. Año 2006. Pág. 74.
16
Ibídem. Pág. 77-78
17
COLOMBIA. CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T- 815/13.
14
plan vital y de determinarse según sus características (vivir como quiera). (ii) La
dignidad humana entendida como ciertas condiciones materiales concretas de
existencia (vivir bien). Y (iii) la dignidad humana entendida como intangibilidad de
los bienes no patrimoniales, integridad física e integridad moral (vivir sin
humillaciones). De otro lado al tener como punto de vista la funcionalidad, del
enunciado normativo “dignidad humana”, la Sala ha identificado tres lineamientos:
(i) la dignidad humana entendida como principio fundante del ordenamiento
jurídico y por tanto del Estado, y en este sentido la dignidad como valor. (ii) La
dignidad humana entendida como principio constitucional. Y (iii) la dignidad
humana entendida como derecho fundamental autónomo”.18
18
COLOMBIA. CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia T- 881/2012.
19
Documento (en línea). Disponible en: http://www.amnistiacatalunya.org/edu/docs/e-carta-nnuu.html.
Citado el 25082015.
15
progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la
libertad;
…
Artículo 1, Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos
y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente
los unos con los otros.
Artículo 23, 3. Toda persona que trabaje tiene derecho a remuneración equitativa y
satisfactoria, que le asegure, así como a su familia, una existencia conforme a la
dignidad humana y que será completada, en caso necesario, por cualesquiera
otros medios de protección social.”
16
debe ser visto como un fin en sí mismo y de sus propios fines; en la medida en
que sus decisiones y consecuencias solo atañen a él y no por el contrario; como
un medio para la consecución de otros fines que con él se propongan.
Pero ¿qué se entiende por Morir Bien? Si bien es cierto la muerte es un hecho
natural del ser humano, la cual no se puede entender solo como hecho natural si
no como morir de manera buena y digna, es decir, proteger la concepción que
cada persona tenga es su interior, cuando su vida por alguna razón o
circunstancia ya no es viable, o cuando la persona considera que su vida ha
cambiado por diferentes motivos, en este caso una enfermedad terminal, y la
misma no le permite bajo ninguna circunstancia seguir con su vida diaria, y por el
contrario debe depender de otros para su subsistencia. Es en esa medida
entonces, que la persona decide tener un bien morir, porque considera que su vida
ya no satisface los estándares que la misma persona se ha propuesto, por lo cual
decida terminar con ella, de una manera tranquila y digna.
1.4.2 Concepto doctrinario de Muerte Digna.
Tal y como lo afirma Ramón Macía
Gómez, “La muerte digna es la muerte que, deseada por una persona, se produce
asistida de todos los alivios y cuidados paliativos médicos adecuados, así como
con todos los consuelos humanos posibles. En otras palabras; una muerte digna
es el hecho y el derecho a finalizar la vida voluntariamente sin sufrimiento, propio
o ajeno, cuando la ciencia médica nada puede hacer para la curación de una
enfermedad mortal”.22
Sin importar las diferentes opiniones que puedan generarse, contrarias al derecho
a morir, por cuanto son concepciones que amparan sus argumentos en
pensamientos tradicionalistas religiosos o culturales, debe considerarse que tales
21
Diccionario de la Lengua Española. Real Academia de la Lengua. Vigésima Segunda Edición
22
GÓMEZ, Ramón Macía. El Concepto legal de muerte digna. Año 2008. Documento (en línea). Disponible
en: http://www.eutanasia.ws/hemeroteca/z15.pdf. Citado el 26082015.
17
aspectos no pueden imponerse a las convicciones de los individuos, partiendo
precisamente del concepto del libre albedrio que cada individuo conlleva en sí
como ser ontológico, tomando como argumento que:
“El derecho a disponer sobre la propia vida toma como punto de referencia
fundamental la dignidad de la persona, que en su condición de principio inspirador
del conjunto de derechos y libertades públicas, posibilita la realización del sujeto
en el plano individual y social”.23
Es por esta razón, que el tema del Vivir Bien es un concepto que debe tenerse en
cuenta para hablar del Morir Bien, dado que son temas que van muy ligados entre
sí, pues sin la vida no se puede generar la muerte tomándolo como un hecho de la
naturaleza humana, es así entonces como se hace referencia al tema de Morir
Bien equiparándolo con la figura de la Eutanasia, en tanto que significa una buena
muerte o muerte sin sufrimiento.
23
Farfán
Molina
Francisco.
Eutanasia
Derechos
Fundamentales
y
Ley
Penal.
Ediciones
Nueva
Jurídica
Bogotá.
Año
2008
Cap.
5
Pág.
142
24
Diccionario de la Real Academia de la Lengua.
25
GAFO, Javier, El debate ético y legal sobre la eutanasia y las personas con deficiencia mental. Pág. 171
18
Además, el autor Francis Bacon se ha pronunciado acerca de otro aspecto
predominante de la figura; donde afirma: “compete al médico proporcionar la salud
y suavizar las penas y los dolores, no solamente cuando ese suavizar puede llevar
a la curación, sino cuando pueda servir para procurar una muerte tranquila”26. De
esta definición dada puede afirmarse que existe otro aspecto referido al tema y es
que se requiere la presencia de una persona calificada que ayuda o proporcione
los medios idóneos para materializar la muerte digna.
26
MORILLAS; Cueva, Lorenzo, en el Prólogo al libro Eutanasia y suicidio. Cuestiones dogmáticas y de
politica criminal, de Roxin, Claus, Mantovani, Ferrando, Barquín Sanz, Jesús de Asuás, Luis, Libertad de
amar y derecho a morir. 7ª ed., Buenos Aires, 1992, pág. 337.
19
de dicha figura, pueden sobresalir de sus prácticas y regulaciones de otros
Estados las siguientes características:27
Enfermo terminal: Según Alicia Zamora Calvo en su texto “El Enfermo Terminal y
la Muerte”28 consagra que:
“Para la Dra. Cicely Saunders, constituye aquél que se enfrenta a una muerte
inexorable en breve plazo. Por otra parte, Calman (1980), establece que la fase
terminal en los pacientes cancerosos se da cuando se les ha diagnosticado con
exactitud, la muerte no parece demasiado lejana y el esfuerzo médico ha pasado
de ser curativo a paliativo. Para Gil y cols. (1988), la fase terminal, mejor
enunciada como síndrome terminal de enfermedad, se define como el estado
clínico que provoca expectativa de muerte en breve plazo, presentándose
comúnmente como el proceso evolutivo final de las enfermedades crónicas
progresivas cuando se han agotado los remedios disponibles.”
20
De la misma manera, existe una serie de tratamientos médicos que permiten
alivianar los dolores del paciente y que le son producidos por su patología,
tratamientos que permiten el suministro de algunos fármacos que alivien el dolor
producido, un claro ejemplo de ellos son:
Puede entenderse de tal definición entonces, que los cuidados paliativos son los
que deben suministrarse a los pacientes que se encuentran en la fase terminal de
la enfermedad y, que indiscutiblemente desencadenara en su muerte, por ende, es
deber del médico durante esa fase suministrar al paciente todos los fármacos
necesarios para mitigar el dolor que la fase terminal de su enfermedad pueda
causar en él.
21
Otro de los aspectos importantes para el tema de la Eutanasia es tener en cuenta
que se entiende por sedación paliativa o terminal, esto a que es un punto clave de
la Eutanasia y se debe considerar tener claro de que trata para poderse aplicar es
así entonces como se entiende por este:
Se afirma por parte por de la SECPAL, que la sedación sin importar que sea
terminal o paliativa, se puede aplicar de diferentes maneras; es por esa misma
razón, que se clasifican en:
32
Documento (en línea). Disponible en:
http://www.secpal.com/guiasm/index.php?acc=see_guia&id_guia=8. Citado el 28092015.
22
En torno de este tópico, afirma por Fonnegra de Jaramillo en su libro Morir Bien,
que la sedación tiene un doble sentido en tanto que: “tras el objeto de un efecto
beneficio (aliviar el sufrimiento) puede presentarse una muerte no
intencionalmente buscada”.
“El hecho de provocar voluntariamente la muerte de otra persona para evitar que
esta sufra o muera de un modo considerado indigno bajo los supuestos de
autonomía, desarrollo de la personalidad y consentimiento libre y voluntario de los
pacientes”.33
Por otro lado, se puede encontrar una definición más completa y que proporciona
todos los elementos distintivos o característicos de esta modalidad de eutanasia,
es por esa razón, que se procede a copiar el aparte textual que señala Miguel
Ángel Núñez Paz en su texto Homicidio Consentido, Eutanasia Y Derecho A Morir
Con Dignidad al afirmar: “se trata de la acción médica por la que se pone fin a la
vida de una persona enferma, sea que esta la solicite o bien que se realice al
margen o aun en contra de la voluntad del paciente”.
Eutanasia por pasiva: Muy por el contrario la Eutanasia por pasiva u omisiva
consiste en la “omisión en la que se incurre de prestar los auxilios ordinarios y
útiles que serían necesarios, al menos potencialmente para evitar la muerte de
alguien”34, por otro lado se agrega por el autor Miguel Ángel Núñez Paz que la
eutanasia por pasiva es:
23
tiene en cuenta la vida en condiciones dignas como bien jurídico tutelado principal
de todas las personas del género humano, dejándose de lado prácticas que pese
a ser necesarias lo único que harán es aumentar el grado de sufrimiento del
paciente sin ninguna razón ni expectativa de vida.
Sin embargo, hay otros autores que sostienen que se da no solo por eso, sino
también de una manera volitiva del paciente; así como lo afirma Carolina Medina y
Graciela Winograd:
Por consiguiente, de dicha definición dada lo que se hace es ratificar una vez más
el poder de autonomía y autodeterminación que tiene el individuo, sin permitir que
se le sean impuestas cargas sobre su salud y cuidados sobre los cuales no están
en capacidad de sobrellevar. Debiendo en ese caso respetar su decisión.
24
expresada previamente a través de un testamento vital, o por una autorización
judicial vía tutela.”
Se afirma, que este tipo de eutanasia tiene lugar en la medida en que se origina
cuando la finalidad del médico mediante los tratamientos es aliviar los dolores del
paciente, por suministrar determinado medicamento o terapia se ocasiona la
muerte del mismo, sin esa ser deseada; caso que puede evidenciarse cuando se
está frente a la sedación tanto paliativa como terminal.
25
Eugenesia, económica o social: Según lo expresado por Gilli Kahn Golan, en su
texto, esta clasificación realmente no existe en cuanto a clasificación eutanásica
como tal; sino que se explican para evitar confusiones. Ella en su texto Eutanasia
y Justicia, las define como:37
SOCIAL: Se refiere a que la persona representa una carga para la sociedad y por
consiguiente no merece seguir viviendo.
- Eutanasia Vs. Inducción o ayuda al suicidio. Este muy usual aunque debatido
tema, implica la autoeliminación del ser humano por su propia cuenta, es decir,
37
KAHN,
Golan
Gilli
Eutanasia
Y
Justicia.
Pontificia
Universidad
Javeriana.
año
2008.
capítulo
1.
Pág.
40.
26
que el sujeto activo de la conducta que en el ordenamiento jurídico colombiano es
delictiva, es el mismo titular del derecho a la vida que con dicho actuar se
conculca; sin embargo, dicho accionar puede darse por sí mismo o bajo la
colaboración de una tercera persona, valiendo decir que su intervención pese a
ser determinante en la medida en que proporciona los medios o información para
que la conducta se materialice, no es quien la ejecuta.38
“El suicidio es una expresión del libre desarrollo de la personalidad, y existe una
importante tendencia a considerar la vida como un bien disponible y a proclamar la
existencia de un derecho a morir; por tanto, la vida es una garantía positiva que no
se puede imponer contra la voluntad de su titular”.39
38
FARFÁN,
Molina.
Francisco.
Eutanasia,
Derechos
Fundamentales
y
Ley
Penal.
Ediciones
Nueva
Jurídica.
2008.
Cap.
2.
Pág.
41,
42,
43.
39
Ibídem.
Pág.43.
27
Ortotanasia: se deriva del prefijo: Orthos: recta o correcta y Thanatos: muerte.
Aspecto que según el autor Eduardo A. Zambrizzi debe ser entendida como
“la muerte correcta, a su debido tiempo y sin que se produzca una situación como
la de la eutanasia; es decir, que no se adelante, procure y sin que se prolongue en
situaciones irracionales para el enfermo”.40
Así mismo, el Dr. Javier Gutiérrez Jaramillo, presidente del Comité de Etica y
medico clínico de la Fundación Valle de Lili, se ha pronunciado frente a la
Ortotanasia afirmando:
Así mismo, se entiende por distanasia según Eduardo Luis Tinant se entiende
como:
“la prolongación exagerada del proceso de morir del paciente, resultante del
empleo inmoderado de medios terapéuticos extraordinarios o desproporcionados,
que linda con el ensañamiento o encarnizamiento terapéutico, esto es, la situación
generada por una obsesiva obstinación medica que excede el deber de preservar
40
SAMBRIZZI.
Eduardo
A.
DERECHO
Y
EUTANASIA.
EDITORIAL
LA
LEY.
AÑO
2005.
Cap.
11,
pág.200.
41
EUTANASIA
Y
JUSTICIA.
PONTIFICIA
UNIVERSIDAD
JAVERIANA.
AÑO
2008.
CAPITULO
1.
PAG
47.
42
KAHN, Golan Gilli. DERECHO Y EUTANASIA. EDUARDO A. SAMBRIZZI. EDITORIAL LA LEY.
AÑO 2005Cap. 11, pág.189
28
la vida, traducida en un poder irracional e inmoral – y aun antijurídico –
concretando en retardar inútilmente la muerte en casos desesperados, recurriendo
a tratamientos absolutamente fútiles, carentes de sentido y de justificación médica
y ética, desde que equivalen a la acción de prolongar la agonía y no una vida”.
Como se puede observar, existen hasta ahora según lo desarrollado dos formas
de asumir la muerte como hecho natural; sin embargo, la recién explicada
Distanasia parece a toda costa vulnerar los derechos de los seres humanos, para
ayudar a entender esto es bueno resaltar dos aportes de autores que se
consideran pertinentes.
43
SAMBRIZZI, Eduardo A. Derecho y Eutanasia. Editorial la Ley. 2005. Cap. 10, pág.190.
29
Juan C. Lapalma, se refiere que en cuanto a los tratamientos médicos exagerados
empleados en la Distanasia que aluden básicamente a mecanismos tecnológicos
que permiten la prolongación de la vida humana, deben ser tomados como aliados
en la medida en que beneficien y no menoscaben la dignidad humana; dado que
su utilización para fines aparentemente beneficiosos como lo es el de evitar la
muerte lo que generan es la “despersonalización de la persona”; teniendo en
cuenta que el deber tanto profesional, como ético y moral de los agentes de la
salud cuando una persona se encuentra en un estado terminal, es cuidar (aspecto
que sin lugar a dudas busca aliviar, asistir y satisfacer en sus necesidades básicas
al paciente y, muy por el contrario no el de curar, persiguiendo a toda costa la
preservación del ser humano, sin importar su deterioro.44
44
SAMBRIZZI, Eduardo A. Derecho y Eutanasia. Editorial la Ley. 2005. Cap. 10, pág.190.
45
EUTANASIA Y JUSTICIA. GILLI KAHN GOLAN. PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA. AÑO
2008. Capítulo 1. Pág. 49.
30
CAPÍTULO SEGUNDO
Son estos derechos tanto humanos como fundamentales los que pese a ser
consagrados en los esquemas constitucionales de manera individual y abstracta,
revisten importancia para la consagración de otros o nuevos derechos, los cuales
están en consonancia con los mismos que deben ser tenidos en cuenta por los
estados; toda vez que son importantes para la realización del ser humano en sí
mismo considerado, tenido en cuenta este como todas aquellas condiciones que le
permitan vivir con dignidad, ello supone entonces su derecho yuxtapuesto a morir
con la misma dignidad que merece vivir.
Con base a todo lo anterior, el presente capitulo desarrolla la incidencia que han
tenido los derechos humanos fundamentales a: la dignidad humana, libre
desarrollo de la personalidad y autonomía de la voluntad de la persona en el
progreso que se ha venido observando en cuanto a la regulación a la muerte digna
en Colombia; implica ello, hacer un análisis de los precedentes jurisprudenciales
hitos en el tema.
31
Por ende, para dar desarrollo al contenido de este capítulo, se ha propuesto un
esquema que consiste en abordar antes que todo el tema concerniente a los
derechos humanos y sus características, en segundo lugar; abordar los derechos
humanos que sustentan esta teoría, en tercer lugar; hacer un análisis del
desarrollo jurisprudencial de la eutanasia en Colombia y por ultimo, hacer una
breve introducción a la Resolución No. 1216 de 2015 expedida por el ministerio de
Salud.
2.1 DDHH
Son entonces varias las dimensiones desde las cuales se puede dar definición a la
palabra Derechos Humanos, la autora las clasifica en:46
1. Perspectiva filosófica, haciendo alusión a su origen; para ello argumenta que los
derechos humanos son “Principios rectores que configuran la visión del ser
humano, tales principios se consideran como atributos del ser e inherentes a la
persona; de ahí que su negación conduzca a la negación de la persona en si
misma considerada”.
46
GALVIS, Ortiz Ligia. Comprensión de los derechos humanos, una visión para el siglo XXI. Ediciones
Aurora Bogotá DC, mayo 2005. Pág. 63, 64.
32
Por otra parte, la organización de naciones unidas ha contemplado como:
“Los derechos humanos son derechos inherentes a todos los seres humanos, sin
distinción alguna de nacionalidad, lugar de residencia, sexo, origen nacional o
étnico, color, religión, lengua, o cualquier otra condición. Todos tenemos los
mismos derechos humanos, sin discriminación alguna. Estos derechos son
interrelacionados, interdependientes e indivisibles”.47
Según lo anterior, se puede decir que los Derechos Humanos son aquellos que se
gozan, por el simple hecho de ser, de existir, que forman parte de la sociedad; son
derechos inherentes al ser humano, que no necesitan ser reconocidos para
entenderse que se cuentan con ellos.
47
Documento (en línea). Disponible en: http://www.ohchr.org/SP/Issues/Pages/WhatareHumanRights.aspx.
Citado el 29022016.
33
Rodrigo Paz Mahecha, “Son intangibles o inviolables dado que ni el estado ni los
particulares pueden desconocerlo”48
• Interdependencia: esta característica garantiza que no existe tratamiento
preferencial con respecto a los derechos, dado que todos son de igual importancia
en la medida en que todos son; “fundamento de la existencia y necesarios para
mantener la calidad de vida de todos los seres humanos”,49 por consiguiente
entonces esta característica facilita el tratamiento horizontal de los derechos y así
mismo, garantiza su tratamiento de manera integral.
• Exigibilidad: esta característica alude a que todos los derechos son exigibles,
quizá unos en mayor medida que otros y eso se deba a la efectividad de los
sistema de protección con los cuales cuentan o también en cuanto a la eficiencia
para la exigibilidad de su aplicación. Se definen las formas y grados de
exigibilidad; siendo para el caso que nos compete,” los Derechos Civiles y
Políticos por ser propios de la persona son exigibles de manera inmediata y las
obligaciones contraídas por los estados son de obligatorio cumplimiento, aun
cuando los comités no cuenten con los mecanismos para hacer efectivas sus
decisiones”.50
De esa misma manera, otros autores como Gonzalo Paz y Julián Rivera, agregan
a las características antes descritas las siguientes:51
48
GONZALO, Rodrigo Paz Mahecha, Julián Rivera Loaiza. Protección internacional de los derechos
humanos. Universidad Santiago de Cali. Año 2002. Pág. 56.
49
GONZALO, Rodrigo Paz Mahecha, Julián Rivera Loaiza. Protección internacional de los derechos
humanos. Universidad Santiago de Cali. Año 2002. Pág. 66.
50
Ibídem Pág. 67.
51
Ibídem. Pág. 56-57.
34
Así mismo, se agrega por la ONU,
Con respecto a la titularización que cada uno pueda dar con respecto a ellos, el
solo hecho de que se emplee su palabra en sentido singular, “Hombre” conlleva
entonces a un tratamiento universal de la palabra en todo contexto, de ahí que no
puede entenderse o aludirse que correspondan a un solo hombre en particular o a
un grupo de ellos; sino por el contrario, dicho calificativo le otorga un contenido en
toda su extensión de la palabra a una universalidad total, esto supone entonces;
un tratamiento de igualdad, para el cual el autor agrega “cada hombre es sujeto de
estos derechos por cuanto forma parte de la especie humana, por tanto se hallan
en pie de igualdad en la titularidad de sus derechos”,54 lo que esto supone
entonces es que existe una igualdad en cuanto a que no hay hombre que tenga
mejor o menor derechos que otros, dado que como agrega el autor “ son iguales
en cada uno, en cualquiera, en todos”.55
35
respecto a esto, se resalta una afirmación que en el texto se hace de Antonio
Truyol, en su libro Los derechos humanos lo siguiente “decir que existen derechos
humanos equivale a afirmar que existen derechos fundamentales que el hombre
posee por el hecho de ser hombre, por su propia naturaleza y dignidad; derechos
que le son inherentes, y que, lejos de nacer de una concesión de la sociedad
política, han de ser por esta consagrados y garantizados”.56
En ese mismo orden de ideas, se sostiene que, “Los Derechos Humanos son
esenciales para el pleno desarrollo de la personalidad humana y para la felicidad
humana (…) Estos derechos son inviolables porque no solamente son vitales para
el libre desarrollo de la personalidad sino también porque sin ellos el hombre seria
reducido al nivel de los animales”.57
56
BIDART, Campos German J. Teoría general de los derechos humanos. Editorial Astrea de Alfredo y
Ricardo Depalma. Ciudad de Buenos Aires. Año 2006. Pág. 5
57
VILLALOBOS, Badilla Kevin Johan, citando a: (M. R.) BIJU. Human rights in a developing society, New
Delhi India, Editorial Mittal Publications, 2005. Pág. 5.
58
Ibidem. Pág. 7-8.
36
Es por esa misma razón que los derechos humanos cuentan con una efectividad
en cuanto a sistemas de protección, que de ser conculcados en cuanto al orden
local o nacional pueden activarse, los mecanismos de los cuales se habla son dos:
Así mismo, se sostiene por la corte constitucional que, “El derecho fundamental al
libre desarrollo de la personalidad protege la capacidad de las personas para
definir, en forma autónoma, las opciones vitales que habrán de guiar el curso de
su existencia. En esta medida, ha señalado que, en el artículo 16 de la Carta
59
COLOMBIA. CONSTITUCIÓN POLÍTICA de 1991, Art. 16.
60
COLOMBIA.CORTE CONSTITUCIONAL Sala Novena de Revisión, Sentencia T-594/93, 15 de
diciembre 1993.
37
Política, se consagra la libertad in nuce, toda vez que cualquier tipo de libertad se
reduce finalmente a ella o, dicho de otro modo, la anotada norma constitucional
constituye una cláusula general de libertad. Así caracterizado, el derecho al libre
desarrollo de la personalidad presupone, en cuanto a su efectividad, que el titular
del mismo tenga la capacidad volitiva y autonomía suficientes para llevar a cabo
juicios de valor que le permitan establecer las opciones vitales conforme a las
cuales dirigirá su senda existencial”.61
Es por esta misma razón que se sostiene que el derecho al libre desarrollo de la
personalidad se encuentra estrechamente ligado con el derecho de autonomía de
la voluntad o derecho de autodeterminación, en la medida en que el ser humano
se encuentra en la tarea de construir su propia personalidad, proceso en el cual
debe tomar y asumir sus propias decisiones, las cuales definirán sus rasgos y
determinaran sus planes de vida.
Es así, como se agrega por el autor citado Miguel Ontiveros que, “el libre
desarrollo de la personalidad encuentra su basamento teórico en la dignidad
humana. Ésta constituye, junto a la vida, el valor más importante en un Estado
Constitucional, y se traduce en la libertad que todo ser humano tiene de ser uno
mismo; Es decir, que ni el Estado, ni los órganos que lo componen, ni persona
alguna, pueden tener injerencia en la espiritualidad e individualidad de la mujer y
el hombre”.62
Es por eso, que se afirma por el autor Humberto Nogueira Alcalá que, “La
autodeterminación del ser humano, de la persona, lleva al libre desarrollo de la
61
COLOMBIA. CORTE CONSTITUCIONAL, Sentencia SU-642/98, noviembre 5 de 1998.
62
VILLALOBOS, Badilla Kevin Johan, citando a: Miguel Ontiveros. El libre desarrollo de la personalidad
(un bien jurídico digno del estado constitucional) ǁ‖. Araucaria: Revista Iberoamericana de filosofía, política y
humanidades, Sevilla España, año 8, Nº 15, 2006, Pág. 154.
63
PÉREZ, Luño Antonio Enrique. Derechos Humanos, Estado de Derecho y Constitución, Madrid, Editorial
Tecnos, 1986. Pág. 327.
38
personalidad, posibilitando el despliegue de sus capacidades psíquicas, morales,
sociales culturales y económicas, la búsqueda de los ideales de ser humano y de
protagonista de la sociedad en que vive en un momento histórico determinado”.64
39
generaran conflictos constitucionales y de derechos en contraposición ante la
ausencia de pautas que limiten absolutismo, en especial cuando entran en
conflicto varios derechos y valores constitucionales.
Para ser más concisas, el conflicto más claro que pueda demarcarse en cuanto a
este ámbito es la determinación de los dos extremos de la existencia, como lo son
su inicio; que es aún más claro y el otro extremo que quizá puede ser el más
debatido en cuanto a la forma como lo es la determinación del fin de dicha
existencia, determinación que puede ser vista desde diferentes perspectivas
dependiendo de las posturas que sean asumidas. Es por esa misma razón, que
los temas concernientes a la eutanasia deben ser resueltos por medio de la
interpretación jurídica y ponderación, tanto de los derechos y valores
constitucionales previsto dentro del ordenamiento jurídico, esto en razón a que no
ha sido expresamente consagrado el derecho a morir dignamente, solo podría
inferirse de la aplicación del mismo.
Es por esa misma razón, que del derecho a la vida expresamente consagrado en
nuestra carta política, que se derivan una serie de conductas que a la luz jurídica
han sido catalogadas como punibles toda vez que atentan contra dicho bien
jurídico tutelado ya sea de manera parcial o total.
2.1.3 El homicidio por piedad. El Código Penal Ley 599 de 2000 en su artículo
106 consagra que:
“Artículo 106. Homicidio por piedad. El que matare a otro por piedad, para poner
fin a intensos sufrimientos provenientes de lesión corporal o enfermedad grave e
incurable, incurrirá en prisión de uno (1) a tres (3) años”.65
40
Para ello, es necesario ilustrar al lector un poco acerca de la noción de
Consentimiento informado y de su importancia e incidencia dentro de la Eutanasia.
Esto solo puede lograrse luego de que el paciente sea plenamente informado
acerca de su padecimiento, terapias posibles que le pueden ser aplicadas y por
consiguiente, los riesgos que su aplicación o no le pueden ocasionar a su salud,
esto se realiza con la finalidad de que el paciente pueda adoptar una decisión
racional y plena acerca de la forma en que se tratara su patología, es dable
afirmar que para poder que ello se materialice; la información dada por el médico
tratante debe ser clara, actual y real.
Sin lugar a dudas, debe resaltarse el argumento dado por el autor Eduardo A.
Zambrizzi, en cuanto a lo mencionado en el párrafo anterior donde manifiesta que
ello, debe ser así por cuanto “el individuo no es un ser anónimo sobre el cual se
66
SAMBRIZZI, Eduardo A. Derecho y eutanasia. Editorial la Ley. 2005. Cap. 6, Pág.89, 90.
41
prediquen conocimientos médicos, sino por el contrario una persona responsable
a la que debe hacérsele coparticipe del mejoramiento de su propia salud y
curamiento”.67
Es por esa misma razón y en apoyo de dicho argumento que Eduardo Luis Tinant
afirma: “que en ningún momento ni caso puede imponerse a una persona un
determinado procedimiento terapéutico, ni siquiera cuando ello sea para la
prolongación de la vida del enfermo, puesto que dejarse morir por causa de una
enfermedad natural no es equiparable al suicidio, teniendo derecho el individuo a
optar de una forma libre, pues se halla en juego el derecho a la vida privada y
creencias religiosas, y eventualmente, el derecho a una muerte digna”:
67
SAMBRIZZI, Eduardo A. Derecho y eutanasia. Editorial la Ley. 2005. Cap. 6, Pág.89, 90.
42
Existencia de un móvil compasivo: este elemento se refiere a que el sujeto
activo de la acción debe obrar de manera compasiva buscando que el
padecimiento incurable de la persona que padece una enfermedad terminal, se dé
por terminado; buscando adicionalmente que los medios utilizados sean los
idóneos para ese fin.
Ese elemento pietístico que reviste dicha figura permite que aunque la conducta
sea sancionada en aquellos países donde no es permitida su práctica, pueda ser
atenuada la sanción que su infracción se produce.
“El acto de la Eutanasia debe ser practicado sin sufrimiento físico, ello debe ser
interpretado dentro de los límites razonables, siendo una condición que varía en
cada caso; lo que se requiere, dice, es que la privación de la vida se realice por un
medio que provoque menos dolor que su prolongación, o que provoque el menor
dolor posible”. De lo anterior en cuanto a este punto cabe entonces concluir que
no solo se requiere de un móvil compasivo o pietistico, sino; que adicionalmente a
ello el medio que se emplee para materializar la muerte dulce o digna sea
proporcional y propenda por causar el menor daño y sufrimiento posible al que su
patología le produce.
43
En concordancia con lo expresado por el autor Francisco Farfán Molina, lo más
importante de este tipo penal y quizá lo que lo distingue de los demás es el móvil o
determinante de la conducta, el cual pese a tener elementos estructurales
similares al tipo penal de homicidio simple, realmente es un tipo penal especial en
la medida en que concede una atenuación a la descripción normativa del tipo, la
cual es la piedad.68
Así mismo, es dable a la lógica que dicha muerte que se proporciona con dicho
móvil debe corresponder al momento de su materialización al móvil que lo
determina a su comisión; Gonzales Rus en su libro “del homicidio y sus formas”
establece que: “La eutanasia pura es la causación de la muerte sin dolor del
enfermo moribundo o incurable para poner fin a sus padecimientos”.
De ahí entonces, que dicha muerte que se produzca conduzca siempre a un “buen
morir”, es decir, a una muerte sin sufrimientos o mayores traumas a los que su
enfermedad en sentido natural pueda producir.
“El que eficazmente induzca a otro al suicidio, o le preste una ayuda efectiva para
su realización, incurrirá en prisión de dos (2) a seis (6) años.Cuando la inducción o
ayuda esté dirigida a poner fin a intensos sufrimientos provenientes de lesión
corporal o enfermedad grave e incurable, se incurrirá en prisión de uno (1) a dos
(2) años”.69
De este tipo penal pueden anotarse varios aspectos, entre los cuales se encuentra
que lo sanciona el código penal no es en si la conducta del suicidio, dado que una
vez ejecutado no existe la posibilidad de la imputación puesto que quien lesiona y
pone en peligro su bien jurídico tutelado es el mismo suicida; así como tampoco
68
FARFÁN, Molina, Francisco. Eutanasia, Derechos Fundamentales y Ley Penal. 2008. Pág 211, 212, 213.
69
CÓDIGO PENAL. Ley 599 2000. Art. 107.
44
existiría la antijuridicidad dado que el bien jurídico tutelado que se lesiona es el del
mismo suicida y no es un tercero.
Así mismo, es de anotar que lo que se sanciona realmente del tipo penal del Art.
107 es la “inducción efectiva y ayuda eficaz” elementos que sin lugar a dudas se
constituyen como los dos elementos descriptivos del tipo penal autónomo de la
inducción o ayuda al suicidio, lo que sin lugar a dudas permite resaltar que para
que la conducta sea punible se requiere que estos dos elementos existan al
momento de la comisión de la conducta y que se predican del instigador, esto por
tratarse de un tipo penal compuesto conjuntivo.
Así mismo, se afirma que la inducción debe cumplir con unos requisitos propios de
la participación en materia penal y los cuales se encuentran descritos en el Art. 30
del código penal, donde se afirma que dicha colaboración debe ser directa, eficaz
y debe ser dirigida contra una persona determinada. Esto encuentra sustento en
que la instigación o inducción como la describe el código penal, tiene un
significado de amplia connotación donde no solo corresponde a persuadir,
convencer o determinar la convicción del otro a que realice determinada
conducta, dado que la sola proposición del delito no se considera delictiva o
punible dentro de nuestro ordenamiento, toda vez que para que ello suceda se
requiere de la materialización de la conducta por parte del suicida, quien mediante
los medios sugestivos y de persuasión del instigador opta por realizarla.
Es por esa misma razón, que el suicida para poder llevar a cabo la conducta
típica, debe ser una persona que se encuentre en plena capacidad, ello supone un
raciocinio y, que por ende, su voluntad no sea constreñida o manipulada mediante
error, fuerza o dolo. Llegado el caso en que dicha conducta se materialice sobre
un incapaz sea por su edad o por discapacidad mental alguna que imposibilite su
juicio de razón, la conducta típica no sería propiamente la aquí enunciada, sino por
el contrario, se trataría de un tipo penal de homicidio simple o agravado
dependiendo de las condiciones y sujetos que la realicen.
45
opere; esto sin lugar a dudas tiene un elemento que para varios juristas o
académicos puede ser controversial o a favor, y es que a dicho tipo penal no le
son aplicables circunstancias que agraven o atenúen la punibilidad. Dicha
característica autónoma y especial del tipo penal, conlleva entonces a afirmar que,
otro de los elementos característicos que describen este tipo penal, es que se trata
de un sujeto pasivo indeterminado, contra quien se realiza la instigación o
persuasión de convicción de quitarse o atentar contra la propia vida.
Es de aportar a este desarrollo del tema, que este tipo penal es por esencia de
naturaleza dolosa, entendida esta como “el conocimiento y la voluntad de ejecutar
una conducta que se sabe es punible”, razón por la cual el delito de la inducción
supone “un proceso positivo de trasmitir la idea y fijarla en el otro” lo que sin lugar
a dudas, se traduce en la adopción de actos positivos empleados por el instigador
y que necesariamente para la imputación estos estén encaminados a crear la
voluntad en otro de que realice dicha conducta. Siendo en este caso el dolo la
voluntad que tiene el inductor de crear en el suicida la determinación del suicidio o
colaborarle de una manera efectiva para que lo materialice.
Se habla entonces, que la inducción puede ser tanto por acción como por omisión,
siendo en el primer caso la desarrollada en párrafos anteriores y sobre la cual se
aplica el tipo penal descrito en este acápite; cuando se trate de inducción por
omisión no será aplicable dicho tipo penal sino que en su defectos será subsumido
por otro como el de omisión de socorro, conducta que se encuentra tipificada en el
Art 131 del código penal.
Sin embargo, para muchos otros autores la consumación del resultado muerte no
este determinante en este tipo penal, dado que lo que se toma a consideración es
la instigación en si misma considerada y, por ende, el empleo de los medios
necesarios para generar en el suicida el cambio de convicción a la muerte, ello sin
importar la verificación del resultado o finalidad de la instigación, de ahí la razón
por la cual, supone que se ejerza sobre personas capaces y no incapaces.
46
para que dicho tipo penal “inducción o ayuda al suicidio” se encuentre enmarcado
en el código penal en los delitos contra la vida e integridad personal en tanto que
suponen un daño o lesión al interés jurídico de la vida.
La otra forma de tipicidad de este tipo penal es la ayuda efectiva, otro presupuesto
descrito en el tipo penal para que la conducta sea típica, antijurídica y culpable
procediendo por consiguiente la respectiva imputación.
La ayuda efectiva supone una colaboración del cooperador para que el suicidio se
materialice de una manera libre y voluntaria por parte del suicida; es por esa
misma razón, que la ayuda efectiva es una conducta accesoria a la principal del
suicida.70
La cooperación que se brinda por parte del colaborador además de ser dolosa y
encaminada a la producción del resultado, puede ser de varias formas; dado que
puede se puede brindar tanto de una forma material: prestar elementos, indicar
como suicidarse, suministrar el veneno o arma, así como también puede ser
moral- psicológica e intelectual.71
En lo que concierne a la ayuda efectiva al suicidio, se afirma que también debe ser
efectiva, tal como lo debe ser en la inducción, esto sin lugar a dudas lo que
conlleva es que la colaboración debe necesariamente producir la muerte del
suicida.
47
1. Que la víctima (suicida) se encuentre al momento de materializar la conducta
con una lesión o enfermedad grave incurable.
2. Que dicha patología le produzca severos sufrimientos.
3. Que el autor o sujeto activo del delito, además de efectuar la conducta con el
dolo, este dirigido por el elemento subjetivo, la piedad.
Es este tema de vital importancia para el presente trabajo, toda vez que evidencia
lo imprescindible de los derechos fundamentales en el tratamiento de ciertas
circunstancias donde los derechos tanto humanos, como fundamentales deben
verse y valorarse en conjunto.
2.2.1 Sentencia C-239 1997. Para este trabajo es de vital importancia dicha
sentencia de la Honorable Corte Constitucional, toda vez que dicha sentencia
marca una diferencia en la historia Colombiana, pues la misma le abre paso al
tema investigativo permitiendo de esta forma que sea considerado.
Es así entonces, como marca una pauta muy importante en el mundo jurídico en
cuanto al tema de la autonomía de la voluntad del paciente y la relación que tienen
dichas decisiones con otros ámbitos de la vida que revisten de igual validez e
importancia, sentencia que es de vital importancia y marca un precedente histórico
para el tema investigativo, puesto que a raíz de la misma en Colombia la
Eutanasia se considera y legalmente se puede realizar.
Dicha sentencia se estructura de una forma muy concreta, es por esa misma
razón, que se extrajeron los ítems que se consideran más importantes de ella y,
que por ende, servían para sustentar esta posición y trabajo monográfico; sin
embargo, para mejor comprensión e interpretación del lector, dicha sentencia se
anexara a esta monografía.
48
prisión de dieciséis (16) a cincuenta y cuatro (54) meses73” como se puede
evidenciar entonces se basa en un Homicidio por piedad, dando así lugar la Corte
Constitucional en la Sentencia a incluir un concepto de piedad que es importante
resaltar:
Por lo cual, esta alta corporación se dio a la tarea de fijar unos criterios que hacen
que la Eutanasia por activa sea permisiva, criterios dentro de los cuales están: la
verificación rigurosa del estado del paciente, de la madurez de su juicio y de su
voluntad inequívoca de morir, la identificación de las personas que deben
intervenir en el proceso, las circunstancias en las que se debe manifestar el
consentimiento de la persona que desea morir, las medidas que deben ser
aplicadas para la consecución del objetivo, y los aspectos educativos que se
derivan de esas conductas, con el ánimo de generar una nueva cultura sobre la
materia.
“El Estado no puede oponerse a la decisión del individuo que no desea seguir
viviendo y que solicita le ayuden a morir, cuando sufre una enfermedad terminal
que le produce dolores insoportables, incompatibles con su idea de dignidad. Por
consiguiente, si un enfermo terminal que se encuentra en las condiciones objetivas
que plantea el Código Penal considera que su vida debe concluir, porque la juzga
incompatible con su dignidad, puede proceder en consecuencia, en ejercicio de su
libertad, sin que el Estado esté habilitado para oponerse a su designación, ni
impedir, a través de la prohibición o de la sanción, que un tercero le ayude a hacer
uso de su opción. No se trata de restarle importancia al deber del Estado de
proteger la vida, sino de reconocer que esta obligación no se traduce en la
preservación de la vida sólo como hecho biológico”.75
49
debate:
Es precisamente la Piedad lo que permite que este tipo penal autónomo sea
considerado con una menor punibilidad, dado que la piedad se configura como el
elemento subjetivo o finalidad que lleva a la comisión de la conducta, la sentencia
se refiere a la piedad como móvil de la siguiente manera:
“Quien mata a otro por piedad, con el propósito de ponerle fin a intensos
sufrimientos que padece, obra con claro sentido altruista, y es esa motivación la
que ha llevado al legislador a crear un tipo penal autónomo, al cual atribuye una
pena considerablemente menor a la prevista para el delito de homicidio simple o
agravado”.76
76
MOLINA, Farfán, Francisco. Eutanasia, Derechos Fundamentales y Ley penal. Ediciones nueva juridica.
2008. Pág 153
77
COLOMBIA. CORTE CONSTITUCIONAL Sentencia C- 239/ 97
78
Documento (en línea). Disponible en: http://lema.rae.es/drae/?val=piedad. Citado el 29112015.
50
razón que sin lugar a dudas, mueve a otra persona a realizar o encaminar una
conducta, cuyo resultado se hará efectivo en otra que considera su vida invisible
por una condición específica.
Es por esta misma razón, que la piedad en cuanto a lo que el delito de homicidio
consciente además de actuar como móvil es un atenuante, es por esa misma
razón, que el legislador colombiano se vio en la necesidad de crear para estos
efectos un tipo penal autónomo al cual adicionalmente se le atribuye una sanción
jurídica más benevolente.
Evidenciando esto a toda luz que igualmente el deber del estado de protegerlos
tampoco es absoluto. Es precisamente por esa razón, que se en la sentencia C-
239/97, se afirma que la protección que brinda el estado debe estar en perfecta
consonancia con el respeto por la dignidad humana, libre desarrollo de la
personalidad y autodeterminación.
51
“si la manera en que los individuos ven la muerte refleja sus propias convicciones,
ello son pueden ser forzados a continuar viviendo, cuando, por las propias
circunstancias extremas en que se encuentran, no lo estiman deseable ni
compatible con su propia dignidad, con el argumento inadmisible de que una
mayoría lo juzga un imperativo religioso o moral”.79
Esto, por sí sólo no significa que se esté conculcando el derecho a la vida ni
quede este denegando la protección que se encuentra en cabeza del estado, sino
que debe entrar a verse la misma en consonancia con los demás derechos y, a sí
mismo, armonizarla a los mismos fines del individuo, donde entran a verse todos
aquellos elementos subjetivos que se encuentran inmersos en la situación
jurídica.
“El derecho fundamental a vivir en forma digna implica entonces el derecho a morir
dignamente, pues condenar a una persona a prolongar por un tiempo escaso su
existencia, cuando no lo desea y padece profundas aflicciones, equivale no solo a
un trato cruel e inhumano, prohibido por la Carta (CP art. 12), sino a una anulación
de su dignidad y de su autonomía como sujeto moral. (…)”.81
79
COLOMBIA, CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-239 de 1997, Mp: Carlos Gaviria Díaz, Bogotá.
80
COLOMBIA, CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-239 de 1997, MP: Carlos Gaviria Díaz, Bogotá.
81
Ibídem.
52
“Por todo lo anterior, la corte concluye que el estado no puede oponerse a la
decisión del individuo que no desea seguir viviendo y que solicita le ayuden a
morir, cuando sufre una enfermedad terminal que le produce dolores
insoportables, incompatibles con su idea de dignidad.
Lo que sin lugar a dudas esto lleva inmerso, es que frente a estos casos de
enfermos terminales e incurables el interés del estado en la protección y
salvaguarda de la vida humana, debe ceder ante los intereses del paciente, quien
acorde a su dignidad humana, libre desarrollo de la personalidad y autonomía
decide dar por terminada de una manera anticipada su vida con la finalidad de no
verse abocado a enfrentar lo que la misma patología produciría.
El proyecto presentado por el senador Carlos Gaviria Díaz, quien fue ponente de
la Sentencia C-239/1997, radicó el primer proyecto de ley para regular la muerte
digna y voluntaria de los enfermos terminales, que trato de tener como puntos
principales los siguientes:
82
COLOMBIA, CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C-239 de 1997, MP: Carlos Gaviria Díaz, Bogotá.
53
“Proyecto de Ley 155 2004 - El paciente tendría derecho a rechazar o aceptar
tratamientos, procedimientos o cirugías; a no ser resucitado y a rehusarse a la
Distanasia.
El proyecto propuesto por los senadores Armando Benedetti junto con Gina
Parody, con proyecto de Ley 05 del 2007 el cual pretende reglamentar la
sentencia emitida por la corte constitucional y con fecha 20 de mayo de 1997,
sentencia C- 239 de 1997, dicho proyecto tiene como puntos principales los
siguientes:
- La persona que pide el procedimiento tendría que ser valorada por un segundo
médico y por un equipo de sicología y siquiatría.
- La solicitud debería constar por escrito, ante notario público y con testigos.
83
Documento (en línea). Disponible en: http://www.ambitojuridico.com/BancoConocimiento/N/noti-120221-
02_(eutanasia_15_anos_esperando_reglamentacion)/noti-120221-
02_(eutanasia_15_anos_esperando_reglamentacion).asp?Miga=1&CodSeccion=97#cuadro_2. Citado el
29112015.
84
Ibídem.
54
cual se entiende como eutanasia:
“la terminación intencional de la vida por otra persona, esto es, un tercero
calificado, el médico tratante, de una forma digna y humana, a partir de la petición
libre, informada y reiterada del paciente, que esté sufriendo intensos dolores,
continuados padecimientos o una condición de gran dependencia y minusvalía
que la persona considere indigna a causa de enfermedad terminal o grave lesión
corporal con la finalidad de “permitir a los médicos la ayuda a morir dignamente de
los pacientes con enfermedades terminales, es decir; acelerar el proceso de
muerte en los enfermos terminales e incluso el suicidio asistido por parte de los
mismos médicos”, este proyecto encuentra sustento en la posibilidad que debe
brindar el estado a las personas en la toma de decisiones que atañen a su muerte
cuando se encuentren en las condiciones definidas en los artículos 106 y 107, las
cuales otorgan atenuantes al tipo penal descrito, esas son los móviles compasivos
además de la condición de enfermedad grave e incurable, también sostiene que
“con la expedición de la sentencia C-239 de 1997, la corte constitucional abre
paso a la legalización de la eutanasia activa y por unidad normativa y
jurisprudencial, de la asistencia al suicidio en Colombia…”.85
Teniendo además este proyecto unos puntos principales los cuales son:
- Obligaba a las EPS e IPS a crear unidades de cuidados paliativos, que deberían
incluirse en el POS.
Teniendo dicho proyecto los supuestos de la sentencia C- 239 de 1997 bajo los
cuales solo podrían operar las prácticas eutanásicas, esos son.87
“1. Que el paciente sea adulto, mayor de edad, legalmente capaz y en pleno uso
85
Documento (en línea). Disponible en: http://www.ambitojuridico.com/BancoConocimiento/N/noti-120221-
02_(eutanasia_15_anos_esperando_reglamentacion)/noti-120221-
02_(eutanasia_15_anos_esperando_reglamentacion).asp?Miga=1&CodSeccion=97#cuadro_2. Citado el
29112015.
86
Ibídem.
87
COLOMBIA, CONGRESO NACIONAL DE LA REPÚBLICA, Proyecto de ley 100 de 2006, Gaceta del
congreso No. 317, 25 de Agosto de 2006.
55
de sus facultades mentales al momento de solicitar al médico la terminación de su
vida de una forma digna y humana o en su defecto la asistencia al suicidio. En los
casos en que el paciente se encuentre inconsciente y no pueda expresar su
voluntad por escrito ni por ningún otro medio, los familiares podrían utilizar una
petición escrita, y a falta de ellos, el médico tratante que atiende al enfermo. En
caso de tratarse de un menor de edad, que pueda expresar su voluntad por escrito
y que solicite la terminación de su vida, el médico tratante deberá antes de
proceder, a consultar a los padres, tutores o guardianes del menos su opinión y
consentimiento al respecto.
2. Que la petición o solicitud para la terminación de la vida del paciente sea libre e
informada, manifestada inequívocamente por escrito, cuando sea posible,
voluntaria y reiterada, la cual no permita albergar la menos duda sobre si el origen
de la misma es producto de una presión exterior indebida o el resultado de una
depresión momentánea. 3. Que el paciente sufra una enfermedad terminal o lesión
corporal que le produce intensos dolores y continuos padecimientos, los cuales no
pueden ser aliviados por la ciencia médica moderna”.
El proyecto de ley propuesto por el senador Álvaro Ashston Giraldo, del año 2008,
Proyecto de Ley 15 del 2008, mediante el cual se pretende reglamentar “el
derecho de los enfermos terminales a desistir de medios terapéuticos y prohíbe el
enseñamiento terapéutico” tiene sustento en el respeto de la autonomía del
paciente así como de la libre elección de los mismos cuando se encuentran en un
estado terminal, es por esa misma razón que dentro de este proyecto se ha dado
una definición especial para las personas que se encuentran en dicha condición,
donde se afirma:
56
ser un tema complejo en su manejo dadas las convicciones de los ciudadanos y
de los legisladores debía ser tratado en especial por su vínculo con los derechos
fundamentales que ante su negativa se conculcan.
2.2.3 Sentencia T-970 2014. Después de los intentos fallidos por una
reglamentación y de la Sentencia C- 239 / 1997 de la Corte Constitucional en el
año 2014, nuevamente el tema sale a flote dando como resultado la Sentencia T-
970 de 2014 de la misma corporación, la cual se analiza. Sentencia de tutela
proferida en contra de Coomeva EPS ante la negativa a la práctica y
reconocimiento a la muerte digna de la señora Julia, consolidándose ante dicha
negativa una violación a los derechos fundamentales, vida, dignidad humana y
autonomía de la persona; pues a la fecha de instauración de la acción padecía un
cáncer de colón, patología que comprometió grave y progresivamente sus
funciones vitales, hasta el punto de hacer posteriormente progresión de cadera,
pulmonar y carcinomatosis abdominal, lo que sin lugar a dudas desencadenó en
tratamiento quimioterapéutico, al cual de manera voluntaria decidió renunciar pues
afirma que le ocasionaba intensa astrnia, adinamia, cefalea, náuseas y vómito,
sintomatologías que le impedían desarrollar sus actividades cotidianas con
normalidad y autónoma.
Ante dicha circunstancia, la señora solicitó ante el médico tratante de la EPS que
le fuera practicada la eutanasia, encontrándose ante la negativa del médico, pues
el mismo afirmó “que dicho pedir de morir dignamente se materializaba como un
homicidio que no podía consentir”.89 Ante dicha negativa, decide interponer acción
de tutela en contra de Coomeva EPS para que haciendo uso de ese mecanismo
se protejan de manera inmediata los derechos que le están siendo conculcados
por cuenta de la accionada.
57
Municipal de la Ciudad de Medellín, quien mediante providencia 23/07/2013
resolvió no tutelar los derechos invocados en la acción de tutela, argumentando
que correspondía al congreso legislar sobre la materia y a la fecha no lo había
hecho, aspecto que generaba duda en cuanto a los protocolos a seguir ante el
surgimiento de estas eventualidades y que además de ello la constitución política
de Colombia era clara al establecer en su Art. 11 el derecho a la vida con el
carácter de inviolable, el cual no admitía excepciones; razones más de peso para
sentar su precedente de una manera negativa ante la petición de la usuaria del
sistema de seguridad social en salud.
58
Sostiene la Corte, que pese a consagrar el Art 11 de la carta política que el
derecho a la vida es inviolable; se debe desligar un poco la cultura e interpretación
absolutista que ello encierra, pues la vida realmente no debe ser vista desde la
perspectiva de la mera subsistencia; sino por el contrario, que se encuentra
permeada de todas aquellas condiciones y circunstancias que permiten que la
misma sea digna; ello supone además la realización y ejercicio de ciertos
derechos que dotan de digno a dicho vivir.
Por consiguiente, visto desde ese punto de vista, nadie puede ser obligado o no
parece lógico que el estado imponga a una persona la obligación de vivir o
sobrellevar unas cargas excesivas que lo que generan es la anulación o des
personificación de la persona en si misma considerada, de ahí que los derechos
de autonomía individual o personal y dignidad humana entren en juego o
controversia con el derecho a la vida.
Es por esa misma razón, que mediante sentencia T- 439/93 se sostiene que: “los
derechos fundamentales, no obstante su consagración constitucional y su
importancia, no son absolutos y, por tanto, necesariamente deben armonizarse
entre sí con los demás bienes y valores”, argumento que toma vital importancia al
afirmar la corte que no es posible obligar a una persona a recibir un tratamiento
médico cuando su decisión es descontinuarlo, a pesar de las implicaciones que
ello tiene.
Afirma la corte, que esto sin lugar a dudas implica para el estado el deber
constitucional de protección de la vida debe ser compatible con otros derechos
como lo son la dignidad y la autonomía, de ahí que frente a aquellas personas que
padecen una enfermedad terminal ese debe ceder ante su autonomía y a su
“consentimiento informado del paciente que desea morir en forma digna”.
59
derechos fundamentales”, máxime cuando la señora Julia si cumplía con los
supuestos de hecho normativos contentivos en la sentencia C-239/97 , “I).padezca
una enfermedad terminal que le produzca sufrimiento II). Manifieste su voluntad de
provocar la muerte III).deberá practicársele algún procedimiento médico,
normalmente eutanasia, realizado por un profesional de la salud, que garantice su
derecho a morir dignamente”; supuestos que a pesar de cumplirlos a cabalidad la
señora Julia, murió a la espera de su realización y reconocimiento.
Es a si como nuevamente surge para Colombia una nueva posibilidad de que este
tema tan debatido y controversial tenga plena aplicación en Colombia en aras de
garantizar y amparar el derecho fundamental a Morir Bien, figura que sin lugar a
dudas según la corte “materializa la autonomía del paciente en la medida en que
se configura como un procedimiento para proteger el derecho a morir
dignamente”.
Es así como finalmente y con fecha 20 del mes de abril del presente año, se dicta
resolución por cuenta del ministerio de salud y de protección social No.15 por
medio de la cual se da cumplimiento a la orden dada en sentencia T 970/14.
60
el mismo se encuentre dentro de los supuestos normativos contentivos en las
sentencias.
En cuanto a las instituciones EPS e IPS implica varios cambios y sobre todo entrar
a contemplar ciertas políticas que quizá no tenían contempladas dentro de su
objeto social de manera implícita; esto en la medida de que no solo debe contar
con el personal idóneo para practicarla; sino también, con los recursos tanto
económicos y de materias primas que permitan al usuario y beneficiario del
sistema y quien solicita la práctica de la eutanasia, que se le garantice de manera
efectiva su derecho a morir dignamente. Otro de los aspectos y quizá el más
preocupante para dichas instituciones, es el aspecto económico que deja de
percibir al momento de la materialización de la eutanasia, pues con esta se
evitarían procesos tales como internación en UCI (unidad de cuidados intensivos o
intermedios), las cuales son unos de los servicios más costosos que prestan las
IPS y que posteriormente exigen su pago ante la EPS correspondiente donde se
61
encuentre afiliado el paciente; es de notar, que al no percibir dichos ingresos su
patrimonio podría verse afectado de alguna manera, quizá no tan notoria como
para desencadenar en liquidación pero si determinante.
Adicionalmente, dentro de esta escala de sujetos que influyen dentro del proceso
de muerte digna, no puede dejar de lado a los médicos; quienes son en ultimas a
quien corresponde practicar la eutanasia y, con ello, dar por finalizado de manera
anticipada el ciclo vital de un ser humano que así lo ha manifestado previamente;
pues esto implica para ellos varias implicaciones sobre todo de índole legal y ética;
en tanto, que les da temor la responsabilidad jurídica que puede derivarse de su
actuar y de paso, generar un conflicto interno con sus lineamientos de conducta
profesional.
62
3. CAPÍTULO TERCERO
Tras varios proyectos de ley que no salieron avante, resultó que el tema se debió
analizar por medio de una nueva orden que emitió la misma Corte Constitucional
en Sentencia T-970 de 2014, razón por la cual facultó, por así decirlo, al Ministerio
de Salud y Protección Social para que fuera este ente por medio de sus
competencias constitucionales desarrollara el derecho fundamental a morir
dignamente, lo cual efectivamente realizó a través de un acto administrativo de
carácter general.
Es por esta misma razón, que en este capítulo se desarrollará la manera como en
Colombia se le ha dado solución al tema investigativo, el cual ha sido plasmado
por medio de la Resolución No. 1216 de 2015 del veinte de abril de dos mil quince.
A su vez, se hace un analisis de experiencias de otros sistemas jurídicos tanto
nacionales como internacionales, finalmente, se realiza un test de
proporcionalidad tomando en cuenta la actual regulación vigente en Colombia,
para así poder identificar cuáles han sido las fallas del Estado Colombiano
respecto a dicha resolución, toda vez que se dará al lector un punto de vista
respecto a la resolución y sus inconvenientes al momento de su realización.
Por tal motivo, este capítulo se desarrolla en tres partes. El primero, trata de la
Resolución No. 1216 de 2015 del Ministerio de Salud y Protección Social, el
segundo versa sobre un análisis comparativo de la forma como se ha contemplado
la figura de la Eutanasia en otros países, el tercero presenta un Test de
63
proporcionalidad, donde se tiene como fuente de investigación la Resolución No.
1216 de 2015 del Ministerio de Salud y Protección Social.
64
Adicional a esto, el artículo 7 de dicha resolución consagra cuales van a ser las
funciones que tendrá el comité, funciones que dentro de ellas están el revisar la
determinación del médico tratante en cuanto a la solicitud del paciente y
establecer si se le ofreció o se le están suministrando cuidados paliativos al
mismo, vigilar el procedimiento, ordenar a la institución responsable del paciente
designar médico que lleve a cabo el procedimiento, entre otras funciones que se le
otorgan al comité.
Así mismo, la resolución determina el papel que jugarán tanto las EPS como las
IPS durante el proceso de muerte digna, donde principalmente y el más activo es
respetar la decisión del paciente y brindar apoyo durante todas las fases del
proceso tanto a él como a su familia, esto con la finalidad de sobrellevar más fácil
el proceso.
65
médico tratante quien valorara la condición de enfermo terminal.
66
Para mayor ilustración del tema se presenta en la página siguiente el cuadro 1, un
cuadro sinóptico del procedimiento:
67
Cuadro 2. Análisis comparativo de algunos estados del mundo
Países que despenalizan Países que solo permiten Países que despenalizan
todos los tipos de eutanasia el suicidio asistido únicamente la eutanasia pasiva
México D.F.
Irlanda
- Holanda. Holanda más conocida como Nederland, que hace parte de los países
bajos denominados de esta forma porque se encuentran por debajo del nivel del
mar, consta de una superficie total de 41.540 Km2 con una población en 2014 de
16.829.289. En su geografía se puede denotar que aproximadamente una cuarta
parte del país se halla por debajo del nivel del mar, es atravesada por los ríos
Rhin, el Mosa y el Escalda para desembocar en el mar del Norte, limitando al este
con la República Federal de Alemania, al sur con Bélgica y al oeste y norte con el
mar del norte. En su interior Holanda está divida en dos, Holanda septentrional y
Holanda Meridional, siendo su capital Amsterdam.
68
insoportable, por el cual el tribunal condeno al galeno con una pena simbólica,
pero lo más importante de este caso es que el tribunal de Leeuwarden formulo tres
condiciones que de concurrir no se estaría cometiendo ningún delito, tales
condiciones son:
e. Que la acción fuese realizada por un médico especialista o por otro que hubiere
consultado con este y fuese en que le tratase.91
90
TAK, Peter J.P. La nueva Ley sobre Eutanasia en Holanda, y sus precedentes. Revista Penal No. 12.
Universidad de Nijmegen, Holanda. pág. 111. Documento (en línea).Disponible en:
http://portal.uclm.es/descargas/idp_docs/doctrinas/petertak.pdf Citado el 29112015.
91
KAHN, Golán, Gilli. Eutanasia y Justicia. Pontificia Universidad Javeriana. 2008. Pág. 61 citando a:
NUÑEZ, Paz, Miguel Ángel. Homicidio consentido, eutanasia y derecho a morir con dignidad. España:
Editorial Tecnos, 1999, Pág. 235
69
sobre alternativas viables a la finalización de la vida a petición.92
Pero adicional a eso, en el año 1994 con el caso Chabot,95 que consistió en la
finalización de la vida a petición de un paciente que no sufría una enfermedad
incurable física, sino que sufría de un trastorno psiquiátrico, donde el Tribunal
92
TAK, Peter. La nueva ley sobre Eutanasia en Holanda, y sus precedentes. Revista Penal, Universidad de
Nijmegen, Holanda. Documento (en línea).Disponible en:
http://portal.uclm.es/descargas/idp_docs/doctrinas/petertak.pdf. Pág 112. Citando a: Tribunal de Distrito de
Rotterdam, 24 de noviembre 1984, NJ 1985, Num. 63. Citado el 29112015.
93
Ibidem, Pág. 112 citando a: HR 12 noviembre 1984, NJ 1985, num. 106 (caso SCHOONHEIM).
94
ORTEGA, Iñigo. La <<pendiente resbaladiza>> en la eutanasia: ¿ilusión o realidad?, [en línea], año 2003.
Documento (en línea). Disponible en:
http://www.eticaepolitica.net/bioetica/io_pendiente%5Bes%5D.htm#_ftn1. Citado el 29112015.
95
J.P. TAK, Peter. La nueva ley sobre Eutanasia en Holanda, y sus precedentes. Revista Penal, Universidad
de Nijmegen, Holanda [en línea] recuperado 20 Nov. 2015 disponible en:
http://portal.uclm.es/descargas/idp_docs/doctrinas/petertak.pdf. Pág 113.
70
Supremo afirmo que:
“En los casos en que un médico pone fin a la vida de un paciente que no sufre
físicamente sino mentalmente, y que no se encuentra en fase terminal, no hay que
excluir a priori la exención de responsabilidad penal por estado de necesidad….
71
investigación, basada en entrevistas anónimas a médicos, muestra que dos tercios
de estas muertes fueron precedidas de un periodo más corto o más largo de
enfermedad. En la mitad de estos casos [49.000] el medico había tomado una
decisión en que como mínimo había llegado a tomar en consideración la
probabilidad de acelerar el fin de la vida…
Y tal, como lo afirma Peter J.P.Tak el informe del comité tuvo gran importancia,
debido a que “ofreció por primera vez elementos para la comprensión de la
practica actual de la eutanasia y de la incidencia de la misma. Además el informe
dejo claro que los médicos, como regla general, proceden con mucho cuidado
cuando se enfrentan a una petición de poner fin a la vida”.100
72
en que la fiscalía puede decidir si el caso notificado de finalización de la vida a
petición era legitimo o ilegitimo y debía ser investigado.
102
Ibídem. Pág 117.
103
Ibídem.
104
COMITÉ DE DERECHOS HUMANOS EUROPEO. Observaciones finales del Comité de Derechos
Humanos, Netherlands, U.N. Doc. CCPR/CO/72/NET (2001) Parágrafo 5. Documento (en línea). Disponible
en: https://www1.umn.edu/humanrts/hrcommittee/spanish/netherlands2001.html .Citado el 30112015.
73
Motivos de preocupación:
74
Artículo 293. 1. El que le quitare la vida a otra persona, según el deseo expreso y
serio de la misma, será castigado con pena de prisión de hasta doce años o con
una pena de la categoría quinta. 2. El supuesto al que se refiere el párrafo 1 no
será punible en el caso de que haya sido cometido por un médico que haya
cumplido con los requisitos de cuidado recogidos en el artículo 2 de la ley sobre
comprobación de la terminación de la vida a petición propia y del auxilio al suicidio,
y se lo haya comunicado al forense municipal conforme al artículo 7, párrafo
segundo de la ley reguladora de los funerales.
Artículo 294. 1. El que de forma intencionada indujere a otro para que se suicide
será, en caso de que el suicidio se produzca, castigado con una pena de prisión
de hasta tres años o con una pena de multa de categoría cuarta. 2. El que de
forma intencionada prestare auxilio a otro para que se suicide o le facilitare los
medios para ese fin, será, en caso de que se produzca el suicidio, castigado con
una pena de prisión de hasta tres años o con una pena de multa de categoría
cuarta. Se aplicará por analogía el artículo 293, párrafo segundo.106
Además, de formular seis requisitos que el médico debe cumplir con la finalidad de
garantizarle no ser objeto de un proceso los cuales son:
5. El médico debe haber consultado al menos a otro médico, que tiene que haber
visto al paciente, y este último tiene que haber llegado a una opinión
independiente acerca de la situación del paciente;
6. El medico tiene que haber puesto fin a la vida del paciente con los cuidados y
106
KAHN, Golán Gilli. Eutanasia y Justicia. Pontificia Universidad Javeriana. 2008. Pág. 61 citando a:
NUÑEZ PAZ, Miguel Ángel. Homicidio consentido, eutanasia y derecho a morir con dignidad. España:
Editorial Tecnos, 1999, Pág 63 y 64.
75
atenciones médicas debidas.107
La Ley además reglamenta todo lo respectivo a los Comités Regionales los cuales
son conformados por cinco comités, quienes son los encargados de revisar el
informe de comunicación que cada médico debe realizar y el evalúa si el caso es
susceptible de investigación por parte del Ministerio Fiscal y si es así el Comité se
lo comunica y se inicia la investigación.
2. Entre los 16 y 18 años y sea capaz de expresar tal petición, el medico podrá
poner fin a su vida únicamente cuando sus padres o su tutor hayan sido
involucrados en el proceso de toma de la decisión.
3. Entre 12 y 16 años el medico podrá poner fin a la vida en caso de que sus
padres o su tutor consientan a ello.108
107
J.P. TAK, Peter. La nueva ley sobre Eutanasia en Holanda, y sus precedentes. Revista Penal, Universidad
de Nijmegen, Holanda. Pág 123. Documento [en línea]. Disponible en:
http://portal.uclm.es/descargas/idp_docs/doctrinas/petertak.pdf. Citado el 30112015.
108
Ibídem. Pág 124.
109
ORTEGA, Iñigo. La <<pendiente resbaladiza>> en la eutanasia: ¿ilusión o realidad? Documento [en
línea]. Disponible en: http://www.ecaepolitica.net/bioetica/io_pendiente%5Bes%5D.htm#_ftn1. Citado el
30112015.
76
- Análisis caso LAMBERT, de la Corte Europea de Derechos Humanos. Un
ejemplo de ello es como lo ha desarrollado la Corte Europea de Derechos
Humanos en Sentencia del 05 de Junio de 2015 en el Caso Lambert y otros Vs.
Francia.110
El 13 de enero de 2014 los familiares del paciente realizan una petición urgente
para que se le prohibiera al hospital retirarle la alimentación e hidratación al
paciente y para que se ordenara su traslado a otro centro especializado, debido a
que consideraban que el hospital tratante quería matar a su familiar.
77
El caso llega al Consejo de Estado de Francia donde en una cuestión preliminar
decide realizar cuestionamiento a los doctores que tratan al paciente para poder
tomar una decisión, estos cuestionamientos son:
1. Describir el Estado del señor Lambert desde mediados de julio de 2011 hasta la
fecha.
3. Y por último pero siendo el factor más importante se debe tener en cuenta la
voluntad del paciente.
Diciendo que el doctor tratante actuó dentro del marco de la legalidad tanto de la
legislación francesa como de la legislación europea de derechos humanos.
Concluye que aunque el deseo de morir del señor Lambert no haya sido
78
totalmente expreso, esa decisión si se podía complementar con la autorización del
familiar más cercano en este caso la Cónyuge del señor Vicente Lambert.
Por tal motivo, los padres del señor Lambert al haber agotado las instancias
internas, deciden acudir al sistema Europeo de Derechos Humanos, exponiendo
que el sistema legal de Francia desconoció su propia normatividad en cuanto al
tratamiento de la muerte.
Luego de realizar una síntesis del caso y declarándose competente para fallarlo la
Corte Europea de Derechos Humanos falla lo siguiente:
79
Tal y como lo consagra la recomendación 1418 de 1999,111 adoptada por la
Asamblea Parlamentaria de Consejo de Europa el 25 de Junio de 1999 en su 24
sesión donde se busca proteger la dignidad de todos los seres humanos y los
derechos que nacen de ella.
111
INFORME DEL COMITÉ DE ASUNTOS SOCIALES, DE SALUD Y FAMILIA. Recomendación 1418
(1999), adoptado por la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa el 25 de Junio de 1999 (24 sesión).
Doc. 8241, (ponente: Mrs. Gatterer) y el Doc. 8454, opinión del Comité de Asuntos Jurídicos y Derechos
Humanos (ponente: Mr. McNamara)
80
Adicional a esto, la recomendación ya mencionada consagra que los Estados
miembros deben incorporar a su Derecho Interno la protección legal y social
necesaria contra estas amenazas y temores que el enfermo terminal o moribundo
afrontan y mencionan 6 en particular las cuales son:
I. Asegurar que los cuidados paliativos son un derecho legal e individual en todos
los Estados miembros.
III. Garantizar que los familiares y amigos son animados a acompañar al enfermo
terminal o moribundo y reciben un apoyo profesional en tal empeño. Si la familia
y/o las asociaciones de cualquier tipo resultan ser insuficientes o limitadas, se
deben facilitar métodos alternativos o complementarios de asistencia médica.
81
V. Asegurar la cooperación entre todas las personas y profesionales implicados en
la asistencia del moribundo o la persona en fase terminal.
VI. Garantizar el desarrollo y mejora de los estándares de calidad en los cuidados
del enfermo terminal o moribundo.
XIV. Garantizar que ningún enfermo terminal o persona moribunda sea tratada
contra su voluntad y que en esta materia no actúa bajo la influencia o presión de
un tercero. Además, se debe garantizar que su voluntad no se configura bajo
presiones económicas.
82
sobre la coherencia de tales directivas avanzadas, así como sobre la delegación
en personas próximas y el alcance de su autoridad para decidir en lugar del
enfermo. También se debe garantizar que las decisiones de las personas
próximas que se subrogan en la voluntad del paciente -que habrán de estar
basadas en los deseos expresados con anterioridad por el paciente o en
presunciones sobre su voluntad-, se adoptan sólo si el paciente implicado en esa
situación no ha formulado deseos expresamente o si no hay una voluntad
reconocible. En este contexto, siempre debe haber una conexión clara con los
deseos expresados por la persona en cuestión en un periodo de tiempo cercano al
momento en que se adopte la decisión -deseos referidos específicamente al morir-
, y en condiciones adecuadas, es decir, en ausencia de presiones o incapacidad
mental. Se debe asimismo garantizar que no serán admisibles las decisiones
subrogadas que se basen en los juicios de valor generales imperantes en la
sociedad, y que, en caso de duda, la decisión se inclinará siempre por la vida y su
prolongación.
XVI. Garantizar que -no obstante la responsabilidad última del médico en materia
terapéutica- se tienen en cuenta los deseos expresados por un enfermo terminal o
persona moribunda en relación con formas particulares de tratamiento, siempre
que no atenten contra la dignidad humana.
83
autónomas con una población aproximada de 44.903.660 habitantes.
Como bien se pudo observar en el cuadro general sobre los Estados que regulan
la Eutanasia en el mundo España regula el tema como suicidio asistido, la cual se
reguló con la entrada en vigor del Código Penal Español de 1995, que por primera
vez reguló las prácticas de la Eutanasia en dicho país, tal y como lo consagra el
artículo 143:
2. Se impondrá la pena de prisión de dos a cinco años al que coopere con actos
necesarios al suicidio de una persona.
Como se evidencia, el Código Penal castiga a quien decida ayudar a una persona
a darle fin a su vida, pero para el año 2002 fue expedida la Ley 41, por medio de la
cual el Estado implementa las pautas básicas para hacer vale la autonomía del
paciente cuando quiere darle fin a su vida, además ha consagrado la potestad de
112
ABISAMBRA, Evelyn, CARRERO, Lina Maria, LUNA, Juan Camilo, MORALES, Paula, MORENO,
Diego Alejandro, OSSA, Natalia, PINZON, Santiago. Propuesta para la regulación de la Eutanasia en
Colombia desde la experiencia comparada. Universidad de los Andes. 2015. Pág.26
113
AGENCIA ESTATAL BOLETÍN OFICIAL DEL ESTADO. Gobierno de España. Ministerio de la
Presidencia. Documento (en línea). Disponible en: https://www.boe.es/buscar/act.php?id=BOE-A-1995-
25444&tn=1&p=20150428&vd=#a143. Citado el 30112015.
84
las comunidades autónomas de regular sobre la Eutanasia lo que genera una
variedad de leyes existente en España para reglamentar el suicidio asistido,
mediante la figura de “testamento vital”.114
Como bien se mencionó al inicio de este capítulo, España está conformada por
Comunidades Autónomas las cuales regulan el tema bajo la modalidad de
Testamento vital o Documento de voluntades anticipadas, tal y como se consagra
en el artículo 11.1 de la ley básica reguladora 41 de 2002 donde lo define como:
“1. Por el documento de instrucciones previas, una persona mayor de edad, capaz
y libre, manifiesta anticipadamente su voluntad, con objeto de que ésta se cumpla
en el momento en que llegue a situaciones en cuyas circunstancias no sea capaz
de expresarlos personalmente, sobre los cuidados y el tratamiento de su salud o,
una vez llegado el fallecimiento, sobre el destino de su cuerpo o de los órganos
del mismo. El otorgante del documento puede designar, además, un representante
para que, llegado el caso, sirva como interlocutor suyo con el médico o el equipo
sanitario para procurar el cumplimiento de las instrucciones previas”.115
85
el Decreto 13 de 2006, en Baleares por la Ley 5 de 2003 y en Extremadura por la
Ley 10 de 2003, 3 de 2005 y 6 de 2005.
Otra figura que contempla el Estado Español para dar terminación con la vida es la
de sedación paliativa por la cual las comunidades autónomas entiende que “es la
administración de fármacos adecuados, en la dosis y combinaciones requeridas
para disminuir el nivel de conciencia, con el objetivo de reducir la conciencia del
paciente tanto como sea necesario para aliviar uno o más síntomas refractarios
con su consentimiento, o, si no es factible el de su familia o representante en la
fase agónica,”118 implementado esta figura en el testamento vital de la persona,
pero son muy pocas las comunidades autónomas que han regulado esta figura
entre ellas esta Aragón con la Ley 10 2011, Navarra con la Ley 8 de 2011,
Andalucía con la Ley 2 2010 y Canarias con la Ley 1 2015.
117
ABISAMBRA, Evelyn, CARRERO, Lina Maria, LUNA, Juan Camilo, MORALES, Paula, MORENO,
Diego Alejandro, OSSA, Natalia, PINZON, Santiago. Propuesta para la regulación de la Eutanasia en
Colombia desde la experiencia comparada. Universidad de los Andes. 2015. Pág. 28. Pie de Pág. 6, 7, 8 y 9
118
Ibídem. Pág. 28
86
La sedación paliativa en estas comunidades incluye un “Comité de ética
asistencial” el cual ya existía en la mayoría de las otras comunidades autónomas,
este se crea con la finalidad de asesorar y proponer alternativas o soluciones
éticas a los conflictos que puedan surgir en el proceso de la muerte, entre
profesionales, ciudadanos e instituciones.119
Artículo 310. (Homicidio) El que, con intención de matar, diere muerte a alguna
persona, será castigado con veinte meses de prisión a doce años de
penitenciaría.120 Y adicional a esto en el artículo 37 consagra el Homicidio Piadoso
el cual es tomado como eximente para la práctica de la Eutanasia en dicho país el
cual consagra:
370. (Del homicidio piadoso) Los Jueces tiene la facultad de exonerar de castigo al
sujeto de antecedentes honorables, autor de un homicidio, efectuado por móviles
de piedad, mediante súplicas reiteradas de la víctima.121 Y tal y como lo consagra
el artículo “Eutanasia y Ley penal en Uruguay” se puede analizar que:
1. “ El sujeto debe ser una persona con “antecedente honorables”; más allá del
opinable significado de la expresión, importa destacar que no es requisito que
tenga la condición de medico;
2. El sujeto pasivo debe tener “una situación de padecimiento objetiva” pero debe
ser capaz de expresar “suplicas reiteradas”;
119
Ibídem. Pág. 29
120
CÓDIGO PENAL URUGUAYO. Documento (en línea). Disponible en:
http://www.parlamento.gub.uy/Codigos/CodigoPenal/l2t12.htm. Citado el 21 de Nov. 2015.
121
Ibídem.
87
3. El elemento objetivo consiste en dar muerte, es decir, que debe haber un nexo
causal entre la acción u omisión ejecutada y el resuelto letal; y esa acción u
omisión debe ser realizada “por móviles de piedad”;
Es así como en 2013 por medio de un Decreto Poder Ejecutivo No. 001-
2735/2013123 el Presidente Pepe Mujica reglamenta la Eutanasia Pasiva en
Uruguay pues a pesar de que desde 2009 fue aprobada por el Parlamento, la Ley
18473124 no fue regulada sino hasta 2013, donde se establece la voluntad
anticipada que tiene cada paciente de dar por terminada su vida, pero de manera
natural, permitiendo así dejar de suministrar el tratamiento, hasta que la muerte de
manera natural llega a su fin, tal y como lo estipula la Ley 18473 y el decreto
Poder Ejecutivo No. 001-2735/2013 “Toda persona mayor de edad, consciente,
libre y psíquicamente apta, tiene derecho a oponerse a la aplicación de
tratamientos y procedimientos médicos”.
Voluntad Anticipada.
¿Cómo se regula? Ley 18473 de 2008 y Decreto Poder Ejecutivo No. 001-
2735/2013
122
ALMADA, Rodríguez, Hugo, CUBERLO, María del Carmen, PANIZZA, Rodolfo, Eutanasia y Ley penal
en Uruguay. 2000 (en línea) Recuperado de:
http://revistabioetica.cfm.org.br/index.php/revista_bioetica/article/viewFile/300/439 el 21 de Nov. 2015
123
Decreto Poder Ejecutivo No. 001-2735/2013 Disponible en:
http://www.msp.gub.uy/sites/default/files/archivos_adjuntos/DECRETO%20VOLUNTAD%20ANTICIPAD
A%20DEL%204%20DE%20DIC.%20DE%202013.pdf recuperado el dia 21 de Nov. 2015
124
LEY 18473 Voluntad Anticipada. Documento (en línea). Disponible en:
http://www.parlamento.gub.uy/leyes/AccesoTextoLey.asp?Ley=18473&Anchor= Recuperado el 21 de Nov.
2015.
88
y procedimiento medico sea de manera presente o
futura. Y según el artículo 7 en su inciso 3 consagra
que en los casos de menores de edad sean niños o
adolescentes, a quien le corresponde es a los padres,
en ejercicio de la patria potestad o en su defecto a su
tutor.
89
de incapaces declarados, que oportunamente no
hubieren designado representante conforme al
artículo 1º "in fine", la deberá pronunciar su curador.
90
Las instituciones Según el artículo 10 de la Ley consagra que deberán:
públicas y Privadas
de prestación de A) Garantizar el cumplimiento de la voluntad
servicios de salud anticipada del paciente expresada en el documento
escrito que alude el artículo 2º de la presente ley,
incorporándolo a su historia clínica.
Todo esto, se ha desarrollado con el fin de tener una perspectiva amplia de como
en otros países del mundo han dado respuesta al tema investigativo, donde
podemos evidenciar que aunque en los Estados que escogimos se regula de
manera diferente, la figura de la Eutanasia es permitida, dándole una respuesta
eficaz a la controversia que genera el hecho que cada vez más personas que se
encuentran con enfermedades terminales o que crean que su situación no es
compatible con su sentido de dignidad permitirles darle fin a la misma, han
encontrado una solución rápida para acabar con su sufrimiento.
91
Protección Social, si no como desde la Sentencia C 239 de 1997, emitida por el
máximo órgano de la jurisdicción constitucional que ordenó, debía ser el Congreso
de la Republica el que emitiera la regulación correspondiente, además de que es
el órgano competente, un tema de tan alto impacto no sólo en la sociedad si no en
el mundo entero debe regularse por esa vía. La ley expone que es mediante un
procedimiento especial llamado estatutario que no solo regula el tema
administrativo sino además, todo el proceso que conlleva el dar por terminado la
vida de una persona que considera que su vida ya no es digna de vivir.
125
COMISIÓN COLOMBIANA DE JURISTAS. El papel de la Corte Constitucional y la Tutela en la
realización del Estado Social de Derecho. Pág. 17. 2003. Documento (en línea). Disponible en:
http://www.coljuristas.org/documentos/libros_e_informes/el_papel_de_la_corte_constitucional.pdf. Citado el
30112015.
126
SAPAG, A. Mariano. El principio de Proporcionalidad y de razonabilidad como límite constitucional al
poder del Estado: Un estudio comparado. Díkaion, vol. 22, núm. 17, diciembre, 2008, pp. 180Universidad de
La Sabana Cundinamarca, Colombia. Documento (en línea). Disponible en:
file:///C:/Users/stephanie/Downloads/EL%20PRINCIPIO%20DE%20PROPORCIONALIDAD%20Y%20DE
%20RAZONABILIDAD%20COMO%20L%C3%8DMITE%20CONSTITUCIONAL%20AL%20PODER%2
0DEL%20ESTADO-.pdf. Citado el 30112015.
92
Según la Sentencia T-301/04,127 para realizar un test de proporcionalidad se debe
seguir unos parámetros, expresados de la siguiente manera:
Con base en la definición, se exponen dos requisitos para que haya idoneidad: El
primero, consta en la legitimidad constitucional del fin. Y el fin llega a ser legítimo
en el instante en el que se orienta a la protección de una prerrogativa fundamental.
El segundo requisito que corresponde a la “adecuación de la medida examinada”,
que quiere decir que es necesario que exista una relación de facto o de hecho con
la medida que se persigue. En otras palabras, se debe proteger el derecho
fundamental de alguna manera.
127
COLOMBIA. CORTE CONSTITUCIONAL. Sentencia C 301 2004. MP Eduadro Montealegre Lynett.
128
DICCIONARIO DE DERECHOS HUMANOS. Universidad de Alcalá. Documento (en línea). Disponible
en: http://diccionario.pradpi.org/inicio/index.php/terminos_pub/to_pdf/114. Citado el 30112015.
129
DICCIONARIO DE DERECHOS HUMANOS. Universidad de Alcalá. Documento (en línea). Disponible
en: http://diccionario.pradpi.org/inicio/index.php/terminos_pub/to_pdf/114. Citado el 30112015.
93
3. Subprincipio de proporcionalidad: la proporcionalidad es un concepto
fundamental para el estudio de la eutanasia. Para la explicación de este principio
se debe tomar en cuenta que la intervención sobre un derecho fundamental debe
compensar los sacrificios que realiza el perjudicado.
94
por varios autores entre ellos, Robert Alexy, es muy importante dado que a prima
facie no es posible dar prevalencia a uno sobre otro, esto en tanto, que por
tratarse de derechos fundamentales consagrados todos en la carta política no
guardan algún tipo de relación jerárquica entre ellos; razón por la cual, no es
posible a priori identificar qué derecho prima sobre otro.
Esto conlleva entender, que el único facultado para expedir y regular este tipo de
Derechos es en Congreso, motivo por el cual, al analizar la Resolución y
aplicándole el test de proporcionalidad en el primer sub principio de idoneidad este
carece de toda validez puesto que en Colombia el tratamiento que se debe seguir
según la propia Constitución Política es la de una Ley Estatutaria y no mediante
una procedimiento administrativo emanado del poder ejecutivo.
Ahora bien, si se observa desde el sub principio de necesidad se puede ver que la
Resolución tampoco cumple con el principio ya que existe el medio idóneo que
como ya se expresó anteriormente, se debe realizar. Como lo ha expresado la
Corte Constitucional en Sentencia C-022 de 1996, “la necesidad de la utilización
de esos medios para el logro del fin (esto es, que no exista otro medio que pueda
conducir al fin y que sacrifique en menor medida los principios constitucionales
afectados por el uso de esos medios.”
95
Frente a la proporcionalidad en sentido estricto la misma Sentencia consagra que;
“el principio satisfecho por el logro de este fin no sacrifique principios
constitucionalmente más importantes,” por lo cual se puede observar que si bien
se está satisfaciendo el Derecho a una Muerte Digna, por medio de una resolución
que solo regula temas administrativos la misma no fue realizada por un ente
competente, lo cual no permite que al aplicar el test, este mismo sea válido para el
ordenamiento jurídico Colombiano, por lo que se concluye que en Colombia aun el
tema del Derecho Fundamental de la Muerte Digna se encuentra actualmente sin
regulación legal.
96
CONCLUSIONES
4) Esta facultad que viene siendo reconocida por el desarrollo y despliegue vital
que ha tenido el derecho a la dignidad humana; implica también que a toda luz no
es viable que el estado imponga mediante cualquier restricción la vida a un ser
humano, ello supone a la vez, que no podrá el mismo imponer u obligarlo al
sometimiento o permanencia en tratamientos, que lo único que generarán es la
prolongación de su existencia mediante mecanismos innecesarios, que
inexorablemente también conducirán a su muerte, solo que en un tiempo más
prolongado y con padecimientos agregados a su patología.
97
5) No obstante, en el campo jurídico esta figura es muy debatida dado que el
derecho a disponer sobre la propia existencia no es del todo absoluto; muy por el
contrario, el mismo debe encontrarse sometido a unos límites, requisitos y
garantías que permitan delimitar la frontera entre lo licito y lo que se encuentra
sujeto a sanción penal. Es por esa misma razón, que reviste de vital importancia la
Sentencia C- 239 de 1997, sentencia que marca la pauta en Colombia con
respecto al tema de la eutanasia y que también enmarca en la historia de
Colombia una necesidad de regulación, con respecto a una práctica médica
comúnmente practicada pero sin regulación alguna.
98
(Comité Interdisciplinario) en cuanto a la procedencia o no en la práctica
eutanásica; aspecto que sin lugar a dudas desnaturaliza el fundamento
constitucional de dicho procedimiento, en la medida que su procedencia se
sustenta para el paciente y sus familiares en un derecho subjetivo como lo es el de
la dignidad humana y no por el contrario, como una determinación que el comité
pueda adoptar a su arbitrio.
10) Razón por la cual, dentro de este trabajo investigativo se optó por realizar y
analizar la figura del test de proporcionalidad, a fin de poder identificar después de
analizada la resolución y de tener como fundamento varias recomendaciones
internacionales realizadas por la corte interamericana a varios países en su intento
de legislación al mismo tema, que la medida en sí que se había adoptado en la
resolución, no evidenciaba en si misma los criterios de necesidad, idoneidad y
proporcionalidad.
99
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deficiencia mental. Pág. 171.
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102
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JURISPRUDENCIA
103
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ARTÍCULOS
104
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105
DOCUMENTOS ANEXOS
El homicidio por piedad, según los elementos que el tipo describe, es la acción de quien
obra por la motivación específica de poner fin a los intensos sufrimientos de otro.
Doctrinariamente se le ha denominado homicidio pietístico o eutanásico. Por tanto, quien
mata con un interés distinto, como el económico, no puede ser sancionado conforme a este
tipo. Se confunde los conceptos de homicidio eutanásico y homicidio eugenésico; en el
primero la motivación consiste en ayudar a otro a morir dignamente, en tanto que en el
segundo se persigue como fin, con fundamento en hipótesis seudocientíficas, la
preservación y el mejoramiento de la raza o de la especie humana. Es además, el
homicidio pietístico, un tipo que precisa de unas condiciones objetivas en el sujeto pasivo,
consistentes en que se encuentre padeciendo intensos sufrimientos, provenientes de lesión
corporal o de enfermedad grave o incurable, es decir, no se trata de eliminar a los
improductivos, sino de hacer que cese el dolor del que padece sin ninguna esperanza de
que termine su sufrimiento. El comportamiento no es el mismo cuando el sujeto pasivo no
ha manifestado su voluntad, o se opone a la materialización del hecho porque, a pesar de
las condiciones físicas en que se encuentra, desea seguir viviendo hasta el final; al de
aquel que realiza la conducta cuando la persona consiente el hecho y solicita que le
ayuden a morir.
El principio de que no hay acción sin culpa, corresponde a la exigencia del elemento
subjetivo o sicológico del delito; según dicho principio, ningún hecho o comportamiento
humano es valorado como acción sino es el fruto de una decisión; por tanto, no puede ser
castigado si no es intencional, esto es, realizado con conciencia y voluntad por una persona
capaz de comprender y de querer. De ahí que sólo pueda imponerse pena a quien ha
realizado culpablemente un injusto.
106
DERECHO PENAL DEL ACTO-Criterios de imposición de la pena/DERECHO
PENAL DEL ACTO-Grado de culpabilidad y componentes subjetivos
adicionales/ACTO PUNIBLE-Móviles de la conducta
Para el derecho penal del acto, uno de los criterios básicos de imposición de la pena es el
grado de culpabilidad, de tal manera que a su autor se le impone una sanción, mayor o
menor, atendiendo a la entidad del juicio de exigibilidad, es decir, la pena debe ser
proporcional al grado de culpabilidad. No obstante, es de considerar que el aspecto
subjetivo de la prohibición no se agota, en todos los casos, en las formas de culpabilidad
que enumera el Código Penal (dolo, culpa y preterintención). La ilicitud de muchos hechos
no depende únicamente de su materialización y realización consciente y voluntariamente,
sino que debe tenerse en cuenta el sentido específico que a la acción u omisión le imprime
el fin perseguido por el sujeto. Tales componentes sicológicos pueden ser tenidos en
cuenta únicamente cuando es el propio tipo el que de modo expreso los acoge, ya sea para
fundamentar el injusto, su agravación, atenuación o exclusión. Esos componentes
subjetivos adicionales cumplen la función de distinguir un comportamiento punible de otro
que no lo es, o de diferenciar entre sí varias figuras delictivas. Para graduar la culpabilidad
deben tenerse en cuenta los móviles de la conducta, pero sólo cuando el legislador los ha
considerado relevantes al describir el acto punible. Dichos móviles, que determinan en
forma más concreta el tipo, en cuanto no desconozcan las garantías penales ni los demás
derechos fundamentales, se ajustan a la Constitución, y su adopción hace parte de la órbita
de competencia reservada al legislador. Los móviles pueden hacer parte de la descripción
del tipo penal, sin que por ello, en principio, se vulnere ninguna disposición constitucional.
PIEDAD-Definición
Quien mata a otro por piedad, con el propósito de ponerles fin a los intensos sufrimientos
que padece, obra con un claro sentido altruista, y es esa motivación la que ha llevado al
legislador a crear un tipo autónomo, al cual atribuye una pena considerablemente menor a
la prevista para el delito de homicidio simple o agravado. Tal decisión no desconoce el
derecho fundamental a la vida, pues la conducta, no obstante la motivación, sigue siendo
antijurídica, es decir, legalmente injusta; pero en consideración al aspecto subjetivo la
sanción es menor, lo que se traduce en respeto por el principio de culpabilidad, derivado de
la adopción de un derecho penal del acto. La medida de esa pena que, se insiste, como tal,
comporta reproche por la materialización de un comportamiento que desconoce el bien
jurídico protegido de la vida, pero que, de otra parte, considera relevante la motivación del
acto, sólo puede ser determinada en abstracto por el legislador, sin que le sea dable al juez
constitucional desconocer los criterios de utilidad que lleva implícita esa elección.
107
HOMICIDIO POR PIEDAD-Elementos objetivos/PENAS-Razonable proporcionalidad
con grado de culpabilidad del acto
Es claro que para que se configure esta forma de homicidio atenuado no basta el actuar
conforme a un sentimiento de piedad, ya que es necesario que se presenten además los
elementos objetivos exigidos por el tipo penal, a saber, que el sujeto pasivo tenga intensos
sufrimientos derivados de lesión corporal o enfermedad grave o incurable. No existe
homicidio piadoso cuando una persona mata a otro individuo que no padece esos
sufrimientos, aún cuando invoque razones de piedad. En este caso, que constituye un
homicidio simple, o incluso agravado, la muerte es el producto del sentimiento egoísta del
victimario, que anula una existencia, por que a su juicio no tiene ningún valor. En esta
conducta, la persona mata porque no reconoce dignidad alguna en su víctima, mientras que
en el homicidio por piedad, tal como está descrito en el Código Penal, el sujeto activo no
mata por desdén hacia el otro sino por sentimientos totalmente opuestos. El sujeto activo
considera a la víctima como una persona con igual dignidad y derechos, pero que se
encuentra en una situación tal de sufrimiento, que la muerte puede ser vista como un acto
de compasión y misericordia. En un Estado Social de Derecho las penas tienen que
guardar una razonable proporcionalidad con el grado de culpabilidad del acto, y no sólo con
la gravedad material y objetiva de la lesión al bien jurídico.
108
tanto, si la manera en que los individuos ven la muerte refleja sus propias convicciones,
ellos no pueden ser forzados a continuar viviendo cuando, por las circunstancias extremas
en que se encuentran, no lo estiman deseable ni compatible con su propia dignidad, con el
argumento inadmisible de que una mayoría lo juzga un imperativo religioso o moral. De
nadie puede el Estado demandar conductas heroicas, menos aún si el fundamento de ellas
está adscrito a una creencia religiosa o a una actitud moral que, bajo un sistema pluralista,
sólo puede revestir el carácter de una opción. Nada tan cruel como obligar a una persona a
subsistir en medio de padecimientos oprobiosos, en nombre de creencias ajenas, así una
inmensa mayoría de la población las estime intangibles. Porque, precisamente, la filosofía
que informa la Carta se cifra en su propósito de erradicar la crueldad. Desde una
perspectiva pluralista no puede afirmarse el deber absoluto de vivir. Quien vive como
obligatoria una conducta, en función de sus creencias religiosas o morales, no puede
pretender que ella se haga coercitivamente exigible a todos; sólo que a él se le permita vivir
su vida moral plena y actuar en función de ella sin interferencias. Además, si el respeto a la
dignidad humana, irradia el ordenamiento, es claro que la vida no puede verse simplemente
como algo sagrado, hasta el punto de desconocer la situación real en la que se encuentra
el individuo y su posición frente el valor de la vida para sí. En palabras de esta Corte: el
derecho a la vida no puede reducirse a la mera subsistencia, sino que implica el vivir
adecuadamente en condiciones de dignidad.
La Constitución no sólo protege la vida como un derecho sino que además la incorpora
como un valor del ordenamiento, que implica competencias de intervención, e incluso
deberes, para el Estado y para los particulares. La Carta no es neutra frente al valor vida
sino que es un ordenamiento claramente en favor de él, opción política que tiene
implicaciones, ya que comporta efectivamente un deber del Estado de proteger la vida. Sin
embargo, tal y como la Corte ya lo mostró en anteriores decisiones, el Estado no puede
pretender cumplir esa obligación desconociendo la autonomía y la dignidad de las propias
personas. Por ello ha sido doctrina constante de esta Corporación que toda terapia debe
contar con el consentimiento informado del paciente, quien puede entonces rehusar
determinados tratamientos que objetivamente podrían prolongar la duración de su
existencia biológica pero que él considera incompatibles con sus más hondas convicciones
personales. Sólo el titular del derecho a la vida puede decidir hasta cuándo es ella deseable
y compatible con la dignidad humana. Y si los derechos no son absolutos, tampoco lo es el
deber de garantizarlos, que puede encontrar límites en la decisión de los individuos,
respecto a aquellos asuntos que sólo a ellos les atañen.
El deber del Estado de proteger la vida debe ser entonces compatible con el respeto a la
dignidad humana y al libre desarrollo de la personalidad. Por ello la Corte considera que
frente a los enfermos terminales que experimentan intensos sufrimientos, este deber estatal
cede frente al consentimiento informado del paciente que desea morir en forma digna. En
efecto, en este caso, el deber estatal se debilita considerablemente por cuanto, en virtud de
109
los informes médicos, puede sostenerse que, más allá de toda duda razonable, la muerte
es inevitable en un tiempo relativamente corto. En cambio, la decisión de cómo enfrentar la
muerte adquiere una importancia decisiva para el enfermo terminal, que sabe que no puede
ser curado, y que por ende no está optando entre la muerte y muchos años de vida plena,
sino entre morir en condiciones que él escoge, o morir poco tiempo después en
circunstancias dolorosas y que juzga indignas. El derecho fundamental a vivir en forma
digna implica entonces el derecho a morir dignamente, pues condenar a una persona a
prolongar por un tiempo escaso su existencia, cuando no lo desea y padece profundas
aflicciones, equivale no sólo a un trato cruel e inhumano, prohibido por la Carta, sino a una
anulación de su dignidad y de su autonomía como sujeto moral. La persona quedaría
reducida a un instrumento para la preservación de la vida como valor abstracto.
El Estado no puede oponerse a la decisión del individuo que no desea seguir viviendo y
que solicita le ayuden a morir, cuando sufre una enfermedad terminal que le produce
dolores insoportables, incompatibles con su idea de dignidad. Por consiguiente, si un
enfermo terminal que se encuentra en las condiciones objetivas que plantea el Código
Penal considera que su vida debe concluir, porque la juzga incompatible con su dignidad,
puede proceder en consecuencia, en ejercicio de su libertad, sin que el Estado esté
habilitado para oponerse a su designio, ni impedir, a través de la prohibición o de la
sanción, que un tercero le ayude a hacer uso de su opción. No se trata de restarle
importancia al deber del Estado de proteger la vida sino, de reconocer que esta obligación
no se traduce en la preservación de la vida sólo como hecho biológico.
El consentimiento del sujeto pasivo debe ser libre, manifestado inequívocamente por una
persona con capacidad de comprender la situación en que se encuentra. Es decir, el
consentimiento implica que la persona posee información seria y fiable acerca de su
enfermedad y de las opciones terapéuticas y su pronóstico, y cuenta con la capacidad
intelectual suficiente para tomar la decisión. Por ello la Corte concluye que el sujeto activo
debe de ser un médico, puesto que es el único profesional capaz no sólo de suministrar esa
información al paciente sino además de brindarle las condiciones para morir dignamente.
Por ende, en los casos de enfermos terminales, los médicos que ejecuten el hecho descrito
en la norma penal con el consentimiento del sujeto pasivo no pueden ser, entonces, objeto
de sanción y, en consecuencia, los jueces deben exonerar de responsabilidad a quienes
así obren.
Como el Estado no es indiferente a la vida humana, sino que tiene el deber de protegerla,
es necesario que se establezcan regulaciones legales muy estrictas sobre la manera como
debe prestarse el consentimiento y la ayuda a morir, para evitar que en nombre del
homicidio pietístico, consentido, se elimine a personas que quieren seguir viviendo, o que
no sufren de intensos dolores producto de enfermedad terminal. Esas regulaciones deben
estar destinadas a asegurar que el consentimiento sea genuino y no el efecto de una
depresión momentánea. El Estado, por su compromiso con la vida, debe ofrecer a los
110
enfermos terminales que enfrentan intensos sufrimientos, todas las posibilidades para que
sigan viviendo, por lo cual es su obligación, en particular, brindarles los tratamientos
paliativos del dolor.
Los puntos esenciales de esa regulación serán sin duda: 1. Verificación rigurosa, por
personas competentes, de la situación real del paciente, de la enfermedad que padece, de
la madurez de su juicio y de la voluntad inequívoca de morir; 2. Indicación clara de las
personas (sujetos calificados) que deben intervenir en el proceso; 3. Circunstancias bajo las
cuales debe manifestar su consentimiento la persona que consiente en su muerte o solicita
que se ponga término a su sufrimiento: forma como debe expresarlo, sujetos ante quienes
debe expresarlo, verificación de su sano juicio por un profesional competente, etc; 4.
Medidas que deben ser usadas por el sujeto calificado para obtener el resultado
filantrópico, y 5. Incorporación al proceso educativo de temas como el valor de la vida y su
relación con la responsabilidad social, la libertad y la autonomía de la persona, de tal
manera que la regulación penal aparezca como la última instancia en un proceso que
puede converger en otras soluciones.
La Corte considera que mientras se regula el tema, en principio, todo homicidio por piedad
de enfermos terminales debe dar lugar a la correspondiente investigación penal, a fin de
que en ella, los funcionarios judiciales, tomando en consideración todos los aspectos
relevantes para la determinación de la autenticidad y fiabilidad del consentimiento,
establezcan si la conducta del médico ha sido o no antijurídica, en los términos señalados
en esta sentencia.
En aras de la seguridad jurídica, la Corte exhortará al Congreso para que en el tiempo más
breve posible, y conforme a los principios constitucionales y a elementales consideraciones
de humanidad, regule el tema de la muerte digna.
Magistrado Ponente:
Dr. CARLOS GAVIRIA DIAZ.
Santafé de Bogotá, D.C., veinte (20) de mayo de mil novecientos noventa y siete (1997).
111
I. ANTECEDENTES.
A. NORMA ACUSADA.
"Homicidio por piedad. El que matare a otro por piedad, para poner fin a intensos
sufrimientos provenientes de lesión corporal o enfermedad grave o incurable, incurrirá en
prisión de seis meses a tres años".
B. DEMANDA.
Los argumentos que expone el actor para solicitar la inexequibilidad del artículo 326 del
Código Penal son los siguientes:
- La vida es tratada por el legislador como un bien jurídico no amparable, no tutelable, sino
como una cosa, como un objeto que en el momento en que no presente ciertas cualidades
o condiciones debe desaparecer. El homicidio piadoso es un subterfugio traído de
legislaciones europeas en donde la ciencia, la técnica y la formación son disímiles al medio
112
colombiano, donde se deja morir a las personas a las puertas de los hospitales. Es una
figura que envuelve el deseo de librarse de la carga social.
- La norma olvida que no toda persona que tenga deficiencias en su salud tiene un deseo
vehemente de acabar con su vida, al contrario, las personas quieren completar su obra por
pequeña o grande que ella sea.
C. INTERVENCIONES.
- La conducta de quien suprime la vida de otro para poner fin a intensos sufrimientos que
éste padece, no está libre de sanción. Dicha conducta está precisamente tipificada en el
artículo 326 del Código Penal, que hace parte del titulo XIII que reprime los hechos que
impliquen vulneración de la vida e integridad personal. Su distinción con otras normas
penales, identificadas con el mismo objeto de protección, radica en el elemento normativo
que contiene y cualifica al comportamiento acriminable, para el que se requiere una
valoración cultural, ética o social, en el proceso de adecuación típica.
113
como pretender que todas las conductas penales y contravencionales establecidas en el
ordenamiento jurídico para castigar conductas que atenten contra la vida, deberían tener la
misma sanción.
- La sanción menor del homicidio por piedad obedece a que el derecho penal es
culpabilista, lo cual implica que el monto de la pena debe estar en relación directa con el
juicio de reproche. El homicidio pietístico no tiene una motivación perversa, sino altruista,
no es ayudar para el morir, sino ayudar en el morir. En este orden de ideas, el juicio de
reproche que se le hace a un homicida motivado por la piedad debe ser mucho menor que
el que se le hace a un homicida que mata por otras razones. Es un tratamiento desigual
para una situación desigual, lo cual nos acerca más a la justicia que a su negación.
D. EL MINISTERIO PUBLICO.
El Procurador General de la Nación (E) solicita a la Corte declarar exequible el artículo 326
del Código Penal, con fundamento en estas consideraciones:
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- En la norma acusada, antes que propiciarse la conducta homicida, se reconoce
plenamente que ella lesiona un interés jurídico y en tal sentido se impone una sanción para
quien incurre en la misma; sólo que la sanción es inferior a la prevista para el homicidio
simple, en atención a que tal conducta está precedida de unas especiales circunstancias
subjetivas tenidas en cuenta por el autor de la ley penal como factor de atenuación del
castigo, en consideración a que la responsabilidad penal, en nuestro ordenamiento, no se
determina únicamente a partir del bien jurídico protegido, sino con fundamento en principios
como el de proporcionalidad de la responsabilidad del autor del hecho.
- Considerar el bien jurídico tutelado como único criterio para establecer la punibilidad de
una conducta realizada por una persona determinada, conduce a una deshumanización de
la actividad punitiva del Estado, por cuanto al no tener en cuenta el legislador el principio
lógico de la proporcionalidad de la responsabilidad del autor en la comisión de un hecho
típico, se estaría desconociendo un axioma básico del derecho penal, a partir del cual se
reconoce la vulnerabilidad del hombre, su falibilidad, sus miedos, sus anhelos, rabias,
condicionamientos, estados de crisis y sus respuestas frente a los diferentes estímulos del
mundo que lo rodea.
A. COMPETENCIA.
Por dirigirse la acusación contra disposiciones que forman parte de un decreto con fuerza
de ley, compete a esta Corporación decidir sobre su constitucionalidad, de conformidad con
lo dispuesto en el artículo 241-5 de la Carta.
El homicidio por piedad, según los elementos que el tipo describe, es la acción de quien
obra por la motivación específica de poner fin a los intensos sufrimientos de otro.
Doctrinariamente se le ha denominado homicidio pietístico o eutanásico. Por tanto, quien
mata con un interés distinto, como el económico, no puede ser sancionado conforme a este
tipo. El actor confunde los conceptos de homicidio eutanásico y homicidio eugenésico; en el
primero la motivación consiste en ayudar a otro a morir dignamente, en tanto que en el
segundo se persigue como fin, con fundamento en hipótesis seudocientíficas, la
preservación y el mejoramiento de la raza o de la especie humana. Es además, el homicidio
pietístico, un tipo que precisa de unas condiciones objetivas en el sujeto pasivo,
consistentes en que se encuentre padeciendo intensos sufrimientos, provenientes de lesión
115
corporal o de enfermedad grave o incurable, es decir, no se trata de eliminar a los
improductivos, sino de hacer que cese el dolor del que padece sin ninguna esperanza de
que termine su sufrimiento.
Es preciso aclarar, que diferentes conductas pueden adecuarse al tipo penal, lo que
necesariamente lleva a la Corte, a la luz de la Constitución, a realizar un análisis distinto
frente a cada una de ellas. En efecto, el comportamiento no es el mismo cuando el sujeto
pasivo no ha manifestado su voluntad, o se opone a la materialización del hecho porque, a
pesar de las condiciones físicas en que se encuentra, desea seguir viviendo hasta el final;
al de aquel que realiza la conducta cuando la persona consiente el hecho y solicita que le
ayuden a morir.
En estas condiciones, los interrogantes que debe absolver la Corte, en su orden, son los
siguientes: 1) ¿Desconoce o no la Carta, la sanción que contempla el artículo 326 del
Código Penal para el tipo de homicidio piadoso? y, 2) ¿Cuál es la relevancia jurídica del
consentimiento del sujeto pasivo del hecho?.
Dado que el homicidio por piedad es un tipo doloso, las reflexiones siguientes se limitarán a
esta forma de culpabilidad.
Dicha definición implica, por una parte, que el acontecimiento objeto de punición no puede
estar constituido ni por un hecho interno de la persona, ni por su carácter, sino por una
exterioridad y, por ende, el derecho represivo sólo puede castigar a los hombres por lo
efectivamente realizado y no por lo pensado, propuesto o deseado, como tampoco puede
sancionar a los individuos por su temperamento o por sus sentimientos. En síntesis, desde
esta concepción, sólo se permite castigar al hombre por lo que hace, por su conducta
social, y no por lo que es, ni por lo que desea, piensa o siente.
Pero, además, un derecho penal del acto supone la adscripción de la conducta al autor, en
cuanto precisa, además de la existencia material de un resultado, la voluntad del sujeto
dirigida a la observancia específica de la misma. En otros términos, el derecho penal del
acto supone la adopción del principio de culpabilidad, que se fundamenta en la voluntad del
individuo que controla y domina el comportamiento externo que se le imputa, en virtud de lo
cual sólo puede llamarse acto al hecho voluntario.
116
misma, sino al sentido subjetivo que el autor confiere a su comportamiento social, en tanto
que sujeto libre; y así, sólo puede ser considerado como autor de un hecho, aquél a quien
pueda imputársele una relación causal entre su decisión, la acción y el resultado, teniendo
en cuenta su capacidad sicofísica para entender y querer el hecho, considerada en
abstracto, y la intención, en concreto, de realizar el comportamiento que la norma penal
describe.
En otros términos, el principio de que no hay acción sin culpa, corresponde a la exigencia
del elemento subjetivo o sicológico del delito; según dicho principio, ningún hecho o
comportamiento humano es valorado como acción sino es el fruto de una decisión; por
tanto, no puede ser castigado si no es intencional, esto es, realizado con conciencia y
voluntad por una persona capaz de comprender y de querer. De ahí que sólo pueda
imponerse pena a quien ha realizado culpablemente un injusto.
Las consideraciones precedentes guardan armonía con la definición del derecho penal
como mecanismo de regulación de la conducta humana, dirigido, por ende, a acciones
susceptibles de ser realizadas o no por los destinatarios de la norma; requiere, entonces,
del conocimiento y de la voluntad de aquéllos a quienes se dirige, con el propósito de
orientarlos o condicionarlos. Lo contrario supondría una responsabilidad por el simple
resultado, que es trasunto de un derecho fundado en la responsabilidad objetiva, pugnante
con la dignidad de la persona humana.
Para el derecho penal del acto, uno de los criterios básicos de imposición de la pena es el
grado de culpabilidad, de tal manera que a su autor se le impone una sanción, mayor o
menor, atendiendo a la entidad del juicio de exigibilidad, es decir, la pena debe ser
proporcional al grado de culpabilidad.
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La ubicación dogmática de este elemento ha sido discutida en la doctrina. Hay autores que
la consideran un elemento subjetivo del tipo, en tanto que para otros se trata de un
elemento subjetivo de la culpabilidad. Pero, al margen de la discusión doctrinaria, lo cierto
es que para graduar la culpabilidad deben tenerse en cuenta los móviles de la conducta,
pero sólo cuando el legislador los ha considerado relevantes al describir el acto punible.
Dichos móviles, que determinan en forma más concreta el tipo, en cuanto no desconozcan
las garantías penales ni los demás derechos fundamentales, se ajustan a la Constitución, y
su adopción hace parte de la órbita de competencia reservada al legislador.
Aceptado, entonces, que los móviles pueden hacer parte de la descripción del tipo penal,
sin que por ello, en principio, se vulnere ninguna disposición constitucional, el paso
siguiente consistirá en examinar si la disminución punitiva que contempla la norma
acusada, en relación con el tipo de homicidio simple o agravado, en consideración al
aspecto subjetivo del acto, resulta proporcionada y razonable o, por el contrario, desconoce
derechos y garantías fundamentales.
Quien mata a otro por piedad, con el propósito de ponerles fin a los intensos sufrimientos
que padece, obra con un claro sentido altruista, y es esa motivación la que ha llevado al
legislador a crear un tipo autónomo, al cual atribuye una pena considerablemente menor a
la prevista para el delito de homicidio simple o agravado. Tal decisión no desconoce el
derecho fundamental a la vida consagrado en el artículo 11 de la Carta, pues la conducta,
no obstante la motivación, sigue siendo antijurídica, es decir, legalmente injusta; pero en
consideración al aspecto subjetivo la sanción es menor, lo que se traduce en respeto por el
principio de culpabilidad, derivado de la adopción de un derecho penal del acto, tal como lo
consagró el constituyente en el artículo 29, según se expuso antes.
Ahora bien: la medida de esa pena que, se insiste, como tal, comporta reproche por la
materialización de un comportamiento que desconoce el bien jurídico protegido de la vida,
pero que, de otra parte, considera relevante la motivación del acto, sólo puede ser
determinada en abstracto por el legislador, sin que le sea dable al juez constitucional
desconocer los criterios de utilidad que lleva implícita esa elección.
No sobra recordar que la piedad ha sido considerada históricamente por el legislador como
un motivo de atenuación de la sanción. Y así, en el artículo 364 del estatuto penal anterior
(ley 38 de 1936), se establecía que la sanción para el homicidio podía, excepcionalmente,
atenuarse, cambiarse por prisión o arresto y aún "concederse el perdón judicial", cuando el
hecho fuera realizado por piedad.
Es claro que para que se configure esta forma de homicidio atenuado no basta el actuar
conforme a un sentimiento de piedad, ya que es necesario que se presenten además los
elementos objetivos exigidos por el tipo penal, a saber, que el sujeto pasivo tenga intensos
118
sufrimientos derivados de lesión corporal o enfermedad grave o incurable. Por consiguiente,
no existe homicidio piadoso cuando una persona mata a otro individuo que no padece esos
sufrimientos, aún cuando invoque razones de piedad. En este caso, que constituye un
homicidio simple, o incluso agravado, la muerte es el producto del sentimiento egoísta del
victimario, que anula una existencia, por que a su juicio no tiene ningún valor. En esta
conducta, la persona mata porque no reconoce dignidad alguna en su víctima, mientras que
en el homicidio por piedad, tal como está descrito en el artículo 326 del Código Penal, el
sujeto activo no mata por desdén hacia el otro sino por sentimientos totalmente opuestos.
El sujeto activo considera a la víctima como una persona con igual dignidad y derechos,
pero que se encuentra en una situación tal de sufrimiento, que la muerte puede ser vista
como un acto de compasión y misericordia.
El consentimiento es, en relación con algunos tipos penales, causal de atipicidad, como en
el hurto, daño en bien ajeno, secuestro, extorsión; en otros, circunstancia de atenuación
punitiva, v. gr., la sanción para quien realice el aborto, es menor cuando la mujer consiente
en el hecho y, en otros hechos punibles, el consentimiento de la víctima es una condición
necesaria para la configuración del tipo, como en el estupro. En relación con el homicidio
por piedad, ninguna disposición penal hace alusión al consentimiento del sujeto pasivo del
hecho. ¿Significa esta omisión que dicho consentimiento no es relevante?.
El Código Penal de 1936 contemplaba un tipo penal denominado homicidio consentido (art.
368), al cual asignaba una pena de tres a diez años de presidio, lo que indicaba que
aunque el legislador consideraba la vida como un bien jurídicamente protegible, a pesar de
la decisión de su titular, y por ende calificaba como injusto el homicidio consentido, la
voluntad del sujeto pasivo obraba como una causal de atenuación de la sanción.
Conjuntamente con este tipo, se estableció el homicidio pietístico, caracterizado porque en
él el autor obraba motivado por el deseo de acelerar una muerte inminente o poner fin a
graves padecimientos o lesiones corporales reputados incurables. Al autor de este hecho
podía el juez atenuarle la pena prevista para el homicidio, cambiarle el presidio por prisión,
y aún concederle el perdón judicial, lo que en la práctica ocurría cuando mediaban, además
de la piedad, la voluntad del sujeto pasivo del hecho. Cabe anotar, además, que ni en ese
estatuto ni en el Código Penal que hoy rige se consagró como delito la tentativa de suicidio,
admitiéndose así, aún bajo el imperio de una Constitución notoriamente menos explícita
que la vigente en el reconocimiento de la autonomía personal, que la decisión del individuo
sobre el fin de su existencia no merecía el reproche penal.
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La Constitución de 1991 introdujo significativas modificaciones en relación con los derechos
fundamentales, que obligan a reinterpretar todas las disposiciones del Código Penal, bajo
esa nueva luz; es por ello que la Corte entra a analizar si es legítimo que dentro de este
orden constitucional se penalice a la persona que ejecuta un homicidio por piedad, pero
atendiendo a la voluntad del propio sujeto pasivo.
Si bien existe consenso en que la vida es el presupuesto necesario de los demás derechos,
un bien inalienable, sin el cual el ejercicio de los otros sería impensable, su protección en el
ámbito jurídico occidental, y la respuesta en torno al deber de vivir cuando el individuo sufre
una enfermedad incurable que le causa intensos sufrimientos, es vista desde dos
posiciones: 1) La que asume la vida como algo sagrado y 2) aquella que estima que es un
bien valioso pero no sagrado, pues las creencias religiosas o las convicciones metafísicas
que fundamentan la sacralización son apenas una entre diversas opciones. En la primera,
independientemente de las condiciones en que se encuentra el individuo, la muerte debe
llegar por medios naturales. En la segunda, por el contrario, se admite que, en
circunstancias extremas, el individuo pueda decidir si continúa o no viviendo, cuando las
circunstancias que rodean su vida no la hacen deseable ni digna de ser vivida, v. gr.,
cuando los intensos sufrimientos físicos que la persona padece no tienen posibilidades
reales de alivio, y sus condiciones de existencia son tan precarias, que lo pueden llevar a
ver en la muerte una opción preferible a la sobrevivencia.
Como bien lo ha expresado esta Corporación, "la dignidad humana ... es en verdad
principio fundante del Estado,... que más que derecho en sí mismo, es el presupuesto
esencial de la consagración y efectividad del entero sistema de derechos y garantías
contemplado en la constitución." Este principio atiende necesariamente a la superación de
la persona, respetando en todo momento su autonomía e identidad. En este sentido la
Corte señaló:
Por otra parte, el mismo artículo 1 de la Constitución, en concordancia con el artículo 95,
120
consagra la solidaridad como uno de los postulados básicos del Estado Colombiano,
principio que envuelve el deber positivo de todo ciudadano de socorrer a quien se
encuentra en una situación de necesidad, con medidas humanitarias. Y no es difícil
descubrir el móvil altruista y solidario de quien obra movido por el impulso de suprimir el
sufrimiento ajeno, venciendo, seguramente, su propia inhibición y repugnancia frente a un
acto encaminado a aniquilar una existencia cuya protección es justificativa de todo el
ordenamiento, cuando las circunstancias que la dignifican la constituyen en el valor
fundante de todas las demás.
Nada tan cruel como obligar a una persona a subsistir en medio de padecimientos
oprobiosos, en nombre de creencias ajenas, así una inmensa mayoría de la población las
estime intangibles. Porque, precisamente, la filosofía que informa la Carta se cifra en su
propósito de erradicar la crueldad. Rorty lo ha expresado en palabras exactas: quien
adhiere a esa cosmovisión humanística, es una persona que piensa "que la crueldad es la
peor cosa que puede hacer".
En síntesis, desde una perspectiva pluralista no puede afirmarse el deber absoluto de vivir,
pues, como lo ha dicho Radbruch, bajo una Constitución que opta por ese tipo de filosofía,
las relaciones entre derecho y moral no se plantean a la altura de los deberes sino de los
derechos. En otras palabras: quien vive como obligatoria una conducta, en función de sus
creencias religiosas o morales, no puede pretender que ella se haga coercitivamente
exigible a todos; sólo que a él se le permita vivir su vida moral plena y actuar en función de
ella sin interferencias.
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2. La vida como valor constitucional, el deber del Estado de protegerla y su relación
con la autonomía de la persona.
La Constitución no sólo protege la vida como un derecho (CP art. 11) sino que además la
incorpora como un valor del ordenamiento, que implica competencias de intervención, e
incluso deberes, para el Estado y para los particulares. Así, el Preámbulo señala que una
de las finalidades de la Asamblea Constitucional fue la de "fortalecer la unidad de la Nación
y asegurar a sus integrantes la vida". Por su parte el artículo 2º establece que las
autoridades están instituidas para proteger a las personas en su vida y asegurar el
cumplimiento de los deberes sociales del Estado y de los particulares. Igualmente el
artículo 95 ordinal 2 consagra como uno de los deberes de la persona actuar
humanitariamente ante situaciones que pongan en peligro la vida de sus semejantes.
Finalmente, el inciso último del artículo 49 establece implícitamente un deber para todos los
habitantes de Colombia de conservar al máximo su vida. En efecto, esa norma dice que
toda persona debe cuidar integralmente su salud, lo cual implica a fortiori que es su
obligación cuidar de su vida. Esas normas superiores muestran que la Carta no es neutra
frente al valor vida sino que es un ordenamiento claramente en favor de él, opción política
que tiene implicaciones, ya que comporta efectivamente un deber del Estado de proteger la
vida. Sin embargo, tal y como la Corte ya lo mostró en anteriores decisiones, el Estado no
puede pretender cumplir esa obligación desconociendo la autonomía y la dignidad de las
propias personas. Por ello ha sido doctrina constante de esta Corporación que toda terapia
debe contar con el consentimiento informado del paciente, quien puede entonces rehusar
determinados tratamientos que objetivamente podrían prolongar la duración de su
existencia biológica pero que él considera incompatibles con sus más hondas convicciones
personales.
"La decisión de María Libia Pérez Angel (quien padecía de cáncer) de no acudir a los
servicios médicos ...no vulnera ni amenaza los derechos de los demás, ni el ordenamiento
jurídico; por consiguiente, merece ser respetada, dentro del ámbito del reconocimiento de
su derecho al libre desarrollo de su personalidad".
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3. Enfermos terminales, homicidio por piedad y consentimiento del sujeto pasivo.
El deber del Estado de proteger la vida debe ser entonces compatible con el respeto a la
dignidad humana y al libre desarrollo de la personalidad. Por ello la Corte considera que
frente a los enfermos terminales que experimentan intensos sufrimientos, este deber estatal
cede frente al consentimiento informado del paciente que desea morir en forma digna. En
efecto, en este caso, el deber estatal se debilita considerablemente por cuanto, en virtud de
los informes médicos, puede sostenerse que, más allá de toda duda razonable, la muerte
es inevitable en un tiempo relativamente corto. En cambio, la decisión de cómo enfrentar la
muerte adquiere una importancia decisiva para el enfermo terminal, que sabe que no puede
ser curado, y que por ende no está optando entre la muerte y muchos años de vida plena,
sino entre morir en condiciones que él escoge, o morir poco tiempo después en
circunstancias dolorosas y que juzga indignas. El derecho fundamental a vivir en forma
digna implica entonces el derecho a morir dignamente, pues condenar a una persona a
prolongar por un tiempo escaso su existencia, cuando no lo desea y padece profundas
aflicciones, equivale no sólo a un trato cruel e inhumano, prohibido por la Carta (CP art.12),
sino a una anulación de su dignidad y de su autonomía como sujeto moral. La persona
quedaría reducida a un instrumento para la preservación de la vida como valor abstracto.
Por todo lo anterior, la Corte concluye que el Estado no puede oponerse a la decisión del
individuo que no desea seguir viviendo y que solicita le ayuden a morir, cuando sufre una
enfermedad terminal que le produce dolores insoportables, incompatibles con su idea de
dignidad. Por consiguiente, si un enfermo terminal que se encuentra en las condiciones
objetivas que plantea el artículo 326 del Código Penal considera que su vida debe concluir,
porque la juzga incompatible con su dignidad, puede proceder en consecuencia, en
ejercicio de su libertad, sin que el Estado esté habilitado para oponerse a su designio, ni
impedir, a través de la prohibición o de la sanción, que un tercero le ayude a hacer uso de
su opción. No se trata de restarle importancia al deber del Estado de proteger la vida sino,
como ya se ha señalado, de reconocer que esta obligación no se traduce en la
preservación de la vida sólo como hecho biológico.
En el caso del homicidio pietístico, consentido por el sujeto pasivo del acto, el carácter
relativo de esta prohibición jurídica se traduce en el respeto a la voluntad del sujeto que
sufre una enfermedad terminal que le produce grandes padecimientos, y que no desea
alargar su vida dolorosa. La actuación del sujeto activo carece de antijuridicidad, porque se
trata de un acto solidario que no se realiza por la decisión personal de suprimir una vida,
sino por la solicitud de aquél que por sus intensos sufrimientos, producto de una
enfermedad terminal, pide le ayuden a morir.
No sobra recordar que el consentimiento del sujeto pasivo debe ser libre, manifestado
inequívocamente por una persona con capacidad de comprender la situación en que se
encuentra. Es decir, el consentimiento implica que la persona posee información seria y
fiable acerca de su enfermedad y de las opciones terapéuticas y su pronóstico, y cuenta
con la capacidad intelectual suficiente para tomar la decisión. Por ello la Corte concluye que
123
el sujeto activo debe de ser un médico, puesto que es el único profesional capaz no sólo de
suministrar esa información al paciente sino además de brindarle las condiciones para morir
dignamente. Por ende, en los casos de enfermos terminales, los médicos que ejecuten el
hecho descrito en la norma penal con el consentimiento del sujeto pasivo no pueden ser,
entonces, objeto de sanción y, en consecuencia, los jueces deben exonerar de
responsabilidad a quienes así obren.
Como el Estado no es indiferente a la vida humana, sino que, como se señaló, tiene el
deber de protegerla, es necesario que se establezcan regulaciones legales muy estrictas
sobre la manera como debe prestarse el consentimiento y la ayuda a morir, para evitar que
en nombre del homicidio pietístico, consentido, se elimine a personas que quieren seguir
viviendo, o que no sufren de intensos dolores producto de enfermedad terminal. Esas
regulaciones deben estar destinadas a asegurar que el consentimiento sea genuino y no el
efecto de una depresión momentánea. Por ejemplo, bien podría el Estado exigir que la
petición sea expresada en más de una ocasión, y luego de transcurrido un término
razonable entre las mismas. Podría también considerarse la posibilidad de que en todos los
casos se contara con una autorización judicial, a fin de asegurar la autenticidad del
consentimiento y garantizar que todos los intervinientes se preocupen exclusivamente por
la dignidad del enfermo. Igualmente la ley podría ordenar que, previa a la última petición, la
persona atienda a una reunión con un equipo de apoyo que le explique integralmente su
situación y le ofrezca todas las alternativas posibles distintas a la opción de morir. Esto
significa que el Estado, por su compromiso con la vida, debe ofrecer a los enfermos
terminales que enfrentan intensos sufrimientos, todas las posibilidades para que sigan
viviendo, por lo cual es su obligación, en particular, brindarles los tratamientos paliativos del
dolor. En fin, puntos esenciales de esa regulación serán sin duda:
2. Indicación clara de las personas (sujetos calificados) que deben intervenir en el proceso.
4. Medidas que deben ser usadas por el sujeto calificado para obtener el resultado
filantrópico.
Como estas regulaciones sólo pueden ser establecidas por el legislador, la Corte considera
que mientras se regula el tema, en principio, todo homicidio por piedad de enfermos
terminales debe dar lugar a la correspondiente investigación penal, a fin de que en ella, los
124
funcionarios judiciales, tomando en consideración todos los aspectos relevantes para la
determinación de la autenticidad y fiabilidad del consentimiento, establezcan si la conducta
del médico ha sido o no antijurídica, en los términos señalados en esta sentencia.
De otro lado, y en aras de la seguridad jurídica, la Corte exhortará al Congreso para que en
el tiempo más breve posible, y conforme a los principios constitucionales y a elementales
consideraciones de humanidad, regule el tema de la muerte digna.
III. DECISION.
R E S U E L V E:
Primero: Declarar EXEQUIBLE el artículo 326 del decreto 100 de 1980 (Código Penal), con
la advertencia de que en el caso de los enfermos terminales en que concurra la voluntad
libre del sujeto pasivo del acto, no podrá derivarse responsabilidad para el médico autor,
pues la conducta está justificada.
Segundo: Exhortar al Congreso para que en el tiempo más breve posible, y conforme a los
principios constitucionales y a elementales consideraciones de humanidad, regule el tema
de la muerte digna.
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CORTE CONSTITUCIONAL SENTENCIA T-970 2014
La carencia actual de objeto puede presentarse a partir de la ocurrencia de dos supuestos: (i) el
hecho superado y (ii) el daño consumado. La primera hipótesis se presenta cuando, por la
acción u omisión del obligado, se supera la afectación de tal manera que “carece” de objeto el
pronunciamiento del juez. La jurisprudencia de la Corte ha comprendido la expresión hecho
superado en el sentido obvio de las palabras que componen la expresión, es decir, dentro del
contexto de la satisfacción de lo pedido en tutela. El daño consumado tiene lugar cuando la
amenaza o la vulneración del derecho fundamental han producido el perjuicio que se pretendía
evitar con la acción de tutela. La configuración de este supuesto ha sido declarada por la Corte,
por ejemplo, en los casos en que el solicitante de un tratamiento médico fallece durante el
trámite de la acción como consecuencia del obrar negligente de su E.P.S., o cuando quien
invocaba el derecho a la vivienda digna fue desalojado en el curso del proceso del inmueble
que habitaba.
En el presente caso se configura la carencia actual de objeto por daño consumado, el cual
se originó en la violación del derecho de la accionante a decidir cómo y cuándo morir y se
concretó en su imposibilidad de finiquitar el dolor que experimentaba por medio del
procedimiento que consideraba más adecuado para el efecto.
EUTANASIA-Definiciones
EUTANASIA-Elementos
Las definiciones sobre eutanasia son múltiples y actualmente no se cuenta con alguna
totalmente aceptada. No obstante, lo que sí está claro es que en este procedimiento deben
concurrir los siguientes elementos: (i) el sujeto pasivo que padece una enfermedad terminal; (ii)
el sujeto activo que realiza la acción u omisión tendiente a acabar con los dolores del paciente
126
quien, en todos los casos, debe ser un médico; (iii) debe producirse por petición expresa,
reiterada e informada de los pacientes. Así, la doctrina ha sido clara en señalar que cuando no
existen de los anteriores elementos, se estará en presencia de un fenómeno distinto que no
compete en sí mismo a la ciencia médica. Sin embargo, cuando se verifican en su totalidad, la
eutanasia puede provocarse de diferentes maneras.
Será activa o positiva (acción) cuando existe un despliegue médico para producir la muerte de
una persona como suministrar directamente algún tipo de droga o realizando intervenciones
en busca de causar la muerte.
La eutanasia es pasiva o negativa (omisión) cuando quiera que, la muerte se produce por la
omisión de tratamientos, medicamentos, terapias o alimentos. En este tipo de eutanasia, la
actuación del médico es negativa pues su conducta es de “no hacer”. En otras palabras, se
culmina todo tipo de actividad terapéutica para prolongar la vida de una persona que se
encuentre en fase terminal.
EUTANASIA DIRECTA
Es directa cuando existe una provocación intencional del médico que busca la terminación de
la vida del paciente
EUTANASIA INDIRECTA
DISTANASIA-Definición
La distanasia supone la prolongación de la vida por cualquier medio, incluso, causando
efectos perversos en la salud, dignidad y vida del paciente. El objetivo de esta práctica
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consiste en impedir innecesariamente la muerte de la persona. Dado que la distanasia
prolonga la vida de manera innecesaria, la ciencia médica ha optado por establecer
tratamientos en los cuales se garantice la dignidad y el no sufrimiento de las personas. Ese es
el caso de los cuidados paliativos que parte de un supuesto y es la no voluntad del paciente
para morir.
Es un tratamiento médico que dignifica la vida de quienes inevitablemente van a morir, pero que
su voluntad no es otra a que llegue la muerte de forma natural. Recientemente, esta
Corporación dio un debate acerca de la constitucionalidad de la ley de cuidados paliativos. Este
procedimiento es una alternativa intermedia a la eutanasia y distanasia. En efecto, no prolonga
innecesariamente la vida, pero tampoco la termina deliberadamente ya que el paciente no lo
quiere así. El objetivo es orientar los tratamientos médicos al alivio del dolor, en vez de buscar
la sanación del enfermo.
EUTANASIA-Despenalización
La Corte despenalizó la eutanasia cuando quiera que (i) medie el consentimiento libre e
informado del paciente; (ii) lo practique un médico; (iii) el sujeto pasivo padezca una
enfermedad terminal que le cause sufrimiento. En esos eventos, la conducta del sujeto
activo no es antijurídica y por tanto no hay delito. En caso de faltar algún elemento, la
persona será penalmente responsable por homicidio.
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DERECHO FUNDAMENTAL A MORIR DIGNAMENTE-Alcance y contenido
La muerte digna fue reconocida por diversas fuentes normativas. En algunos Estados la
discusión fue pública y se despenalizó la eutanasia a través de mecanismos de democracia
directa como referendos. Otra alternativa fue directamente la vía legislativa. Sin embargo, en la
gran mayoría de casos la dimensión subjetiva del derecho a morir dignamente se dio a través
de decisiones judiciales. Así, los jueces optaron por dos vías. En primer lugar, aceptar que
existe una correlación muy estrecha entre el derecho a la vida, a la dignidad humana y a la
autonomía personal. Así, desde una interpretación sistemática de los derechos fundamentales,
sostuvieron que era posible que una persona decidiera autónomamente, bajo ciertas
circunstancias, provocar su propia muerte. Es de allí que nace el derecho a morir dignamente.
En segundo lugar, los jueces, ante la tensión existente, decidieron despenalizar la eutanasia
como una manera de garantizar la vigencia de los derechos constitucionales. Así, la
penalización de esta práctica médica se convertía en un obstáculo. No obstante, la
despenalización no fue absoluta. Se establecieron unas condiciones sin las cuales provocar la
muerte de una persona sería igualmente considerado un delito.
Entre otras labores que determine el Ministerio, el comité deberá acompañar a la familia del
paciente y al paciente en ayuda sicológica, médica y social, para que la decisión no genere
efectos negativos en el núcleo familiar, ni en la situación misma del paciente. Esa atención no
puede ser formal ni esporádica sino que tendrá que ser constante, durante las fases de
decisión y ejecución del procedimiento orientado a hacer efectivo el derecho. Además, dicho
comité deberá ser garante y vigilar que todo el procedimiento se desarrolle respetando los
129
términos de esta sentencia y la imparcialidad de quienes intervienen en el proceso.
Igualmente, en caso de detectar alguna irregularidad, deberá suspender el procedimiento y
poner en conocimiento de las autoridades competentes la posible comisión de una falta o de
un delito, si a ello hubiere lugar.
Magistrado Ponente:
LUIS ERNESTO VARGAS SILVA
SENTENCIA
En el trámite de revisión del fallo proferido por el Juzgado Décimo Civil Municipal de la Ciudad
de Medellín, que resolvió en primera y única instancia, la acción de tutela promovida Julia en
contra de Coomeva E.P.S.
I. ANTECEDENTES
El cinco (05) de julio de dos mil trece (2013) la señora Julia interpuso acción de tutela contra
Coomeva EPS, en procura de la protección de sus derechos fundamentales a la vida y a morir
dignamente (Art. 11 C.P.), los cuales estimó vulnerados por la EPS Coomeva. Fundamentó su
demanda en los siguientes hechos:
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1. 2. Indicó que en el mes de enero de dos mil diez (2010), su enfermedad hizo
“progresión en pelvis” (metástasis), por lo cual fue sometida a una intervención quirúrgica
llamada Hemicolectomía, al igual que a sesiones de quimioterapia. Esos procedimientos fueron
realizados entre los meses de febrero y diciembre del mismo año.
1. 4. Pese a ello, el veintitrés (23) de febrero de dos mil doce (2012), la accionante
manifestó su voluntad de no recibir más ciclos pues su tratamiento le causaba “intensa astenia,
adinamia, cefalea, náuseas y vómito”. Todos ellos efectos secundarios que le impedían
desarrollar sus actividades cotidianas sin ayuda de terceros.
1. 5. Fue así como en los meses posteriores, la actora fue hospitalizada por
presentar “cuadro de obstrucción intestinal”, necesitar apoyo para su cuidado, padecer dolor
abdominal severo, entre otros. El cuatro (04) de junio de dos mil trece (2013), un médico
oncólogo adscrito a la Clínica Vida dejó constancia de que el cáncer que padecía la paciente,
quien para ese momento había perdido trece (13) kilogramos de peso, no solo se encontraba en
“franca progresión”, sino que además había deteriorado su estado funcional y calidad de vida.
En consecuencia, el especialista ordenó suministrarle el “mejor cuidado de soporte por cuidados
paliativos”.
1. 8. De este modo, pidió al juez tutelar su derecho fundamental a la vida digna y por
tanto, determinar en la sentencia la fecha y hora para “morir dignamente y de manera tranquila
a través de la eutanasia”.
La EPS Coomeva, a través de apoderado judicial, manifestó que no vulneró los derechos
fundamentales de la actora. En su criterio, no es posible autorizar el procedimiento de
eutanasia, pues según las circunstancias del caso no se cumplen todos los requisitos
establecidos por la Corte para practicarla. Lo anterior, fundamentado en las siguientes
consideraciones:
131
acción de tutela promovida por la señora Julia, en atención a la falta de regulación de los
procedimientos de eutanasia. Por su parte, solicitó la vinculación al proceso del Ministerio de
Salud y Protección Social, “por cuanto es el Estado el directamente responsable de dar
efectividad a la sentencia proferida en su momento por la Corte Constitucional y gestionar la
reglamentación en la materia”.
1. 2. Así, refirió que la Corte Constitucional estableció unas condiciones que deben
cumplirse para que una persona en esas circunstancias pueda, libremente, optar por terminar
con su vida ayudado por un tercero profesional de la salud. Sin embargo, hasta el momento no
existe ningún tipo de regulación que habilite a una entidad de la salud a prestar el servicio de
eutanasia. No obstante, el vacío no fue absoluto. Existen cinco puntos fijados por la Corte que
sirven como parámetros para realizar ese procedimiento, al igual que medidas que el legislador
debería adoptar. En primer lugar, (i) una verificación rigurosa del paciente, con el fin de
corroborar la madurez de su juicio y la voluntad inequívoca de morir. En segundo lugar, (ii)
indicación clara de los médicos que deben intervenir en el procedimiento. En tercer lugar, la
forma y circunstancias bajo las cuales se debe manifestar el consentimiento. En cuarto lugar,
(iii) las medidas que deben ser usadas por el médico para practicar la eutanasia y, finalmente,
en quinto lugar, (v) crear procesos educativos en relación con valores como la vida para que
esa decisión sea la última que se tome.
1. 4. De otro lado, señaló que la negativa del médico tratante de la afiliada, frente a
su requerimiento consistente en la práctica de la eutanasia, obedece “a su posición personal
sobre el tema y por lo tanto al derecho que tiene para presentar objeción de conciencia ante tal
solicitud” (fl. 71, c. 1). Al respecto, indicó que no puede obligar a ninguno de los profesionales
adscritos a su red de servicios a proceder de esa manera, si se tiene en cuenta que en la
sentencia C-239 de 1997, al emplear la expresión “brindarle las condiciones para morir
dignamente”, para referirse al obrar del médico que lleva a cabo el acto eutanásico, la Corte
Constitucional puso de presente la necesidad de que tal procedimiento se soportara en la
voluntad del galeno. Así, no obstante “el médico puede ofrecer información seria y fiable acerca
de la enfermedad y de las opciones terapéuticas y su pronóstico”, no se encuentra obligado a
“ejecutar la acción que va a dar por terminada la vida de una persona” (fl. 73, c. 1). 3.1.4
132
incompatibilidad que a juicio de la paciente existe entre los dolores que siente y su idea de vida
digna obedece a una dimensión objetiva “poco aprensible para Coomeva E.P.S.” (fl. 71 y 72, c.
1).
El Juzgado Décimo Civil Municipal de la Ciudad de Medellín, en providencia del veintitrés (23)
de julio de dos mil trece (2013), resolvió no tutelar los derechos fundamentales invocados por
Julia. En criterio de este juez, la Sentencia C-239 de 1997 sentó las bases para el
reconocimiento de la eutanasia. La Corte estableció la constitucionalidad de la despenalización
del homicidio por piedad en aquellos casos en los que el profesional de la salud lo realice,
siempre que se cuente con consentimiento del paciente y se trate de una enfermedad terminal.
Pese a ello, ordenó al Congreso regular el asunto sin que hasta la fecha exista un marco
normativo que indique a los profesionales de la salud, cómo deben actuar en estos casos. En
otros términos “ante la petición de un usuario para poner fin a su vida (…) no se sabría a ciencia
cierta, el protocolo a seguir para el efecto, como tampoco se puede acudir a criterios auxiliares
de la actividad judicial”. Por el contrario, puntualizó, lo que sí existe es una norma en la
Constitución (Art. 11) que establece que la vida es un derecho inviolable y que no admite
excepciones. De ello se infiere que al no existir normas aplicables al caso, se debe acudir a
esos criterios superiores contenidos en la Carta.
Por otra parte, argumentó que luego de decretadas algunas pruebas para conocer con certeza
el estado de salud de la paciente, las entidades oficiadas no enviaron ningún informe. Eso,
impidió que el juzgado pudiera tomar una decisión con base en un material probatorio
consistente pues nunca pudo verificar los requisitos que la Corte estableció para la práctica de
la eutanasia. En particular, no se logró constatar las condiciones de salud mental de la
accionante que permitiera verificar su inequívoco consentimiento.
133
del Valle, así como al Presidente de la Academia Nacional de Medicina de Colombia.
Ana Isabel Gómez, directora del programa de medicina de la Escuela de Medicina y Ciencias de
la Salud de la Universidad del Rosario, respondió a los interrogantes formulados por esta Sala.
Para ello, dividió su exposición en tres partes que a continuación se desarrollarán.
En segundo lugar, señaló que la muerte digna es un concepto que admite diferentes
consideraciones. En todo caso, cuando un paciente que padece una enfermedad sin ninguna
posibilidad de recuperación, el médico tratante debe seguir ciertos pasos a fin de o bien
disminuir su dolor, en última instancia, realizar la eutanasia. Así (i), debe asegurarse que el
paciente o quien lo represente esté completamente informado para tomar decisiones.
Igualmente (ii), deben tomar todas las medidas necesarias para aliviar el dolor físico y mental.
Adicionalmente (iii), tendrán que adaptarse las medidas terapéuticas conforme a las
condiciones del paciente. En algunos casos, no prolongar innecesariamente la vida o muerte si
no existen posibilidades razonables de recuperación. Finalmente (iv), como última medida y en
un porcentaje menor de casos, debe sugerir, previa confirmación del diagnóstico e información
detallada al paciente, practicar la eutanasia. Dice la interviniente, que algunas veces es una
decisión difícil para un médico, por lo cual puede conformarse un comité de ética médica.
Finalmente, en tercer lugar, manifestó que en la Universidad del Rosario se cuenta con
formación específica en dolor y cuidado paliativo en los programas de posgrado y pregrado.
Igualmente, existe una línea específica de formación de estudiantes en derecho médico y
bioética en la cual se tratan temas como eutanasia, interrupción voluntaria del embarazo, así
como los métodos y procedimientos para practicarlos.
134
Específicamente, en el capítulo VII, artículo 35, estableció que esta superintendencia solo
tendría labores de inspección, vigilancia y control sobre los servicios de salud y de sus recursos.
De allí, estimó que a “esta entidad no le corresponde dentro de sus funciones las de fijar
criterios, pautas o prácticas para la atención en salud de los pacientes que requieran el
procedimiento de la eutanasia”.
Universidad Javeriana
Ahora bien, desde el punto de vista de educación médica, manifestó que en la mayoría de
Facultades de Medicina existen cursos de ética médica, profesionalismo, bioética o derecho
médico, en los cuales los estudiantes conocen la normatividad nacional así como las
posibilidades médicas y éticas para realizar esas acciones. En el caso de la Universidad de los
Andes, los estudiantes tienen dos cursos de Ética Médica y Profesionalismo, los cuales son
cursados en tercer y décimo semestre.
Finalmente, frente al tema de propuestas de la academia científica para regular estos asuntos,
dijo que no conoce ninguna en particular. Estimó que tan solo la Fundación Pro Derecho a Morir
Dignamente ha liderado la defensa y divulgación de la muerte digna, así como informes sobre
estos tópicos a la sociedad científica.
El señor Gerardo Campo Cabal, Director de la Escuela de Medicina, respondió a las consultas
hechas por esta Sala. Dijo que la Escuela no cuenta con algún protocolo o guía para realizar
eutanasias así como tampoco conoce alguno estandarizado en Colombia. De igual manera,
135
dicha facultad no ha presentado en los últimos siete años, ninguna propuesta a nivel nacional o
regional sobre alternativas para la regulación de la eutanasia. Finalmente, dijo que la facultad
actúa acorde con la Constitución Política de Colombia, la ley 23 de 1981, el Código Penal, el
Decreto 2491 de 2004 y la Resolución 13437 de 1991 del Ministerio de Salud. No obstante,
considera viable optar por procedimientos alternativos a este tipo de prácticas.
Su presidente, el señor Fernando Sánchez, se refirió a la solicitud hecha por esta Corte de la
siguiente forma. Primero, advirtió que no existe un protocolo médico comúnmente aceptado con
métodos de eutanasia. Como segunda medida, indicó que “el manejo queda a juicio del médico
o del grupo médico tratante”. Finalmente, señaló que la Academia Nacional de Medicina no ha
presentado ninguna propuesta para regular la eutanasia.
Ahora bien, sostuvo que internacionalmente existen protocolos para esos efectos.
Principalmente, en países como Holanda y Bélgica que ya han reglamentado esos eventos. De
allí que la práctica médica pueda emplear esa información científica reconocida, para utilizarla
en el ámbito nacional. A pesar de que en Colombia no existan protocolos sobre este respecto,
de ahí no se sigue que sean inexistentes en el mundo entero.
Así mismo, dijo que la Fundación siempre ha sostenido que en algunos casos, cuando la
persona está en pleno uso de sus facultades mentales y en ejercicio de su autonomía, debe
respetarse su decisión de morir “con la misma dignidad que se predica para su vida”. Esa
decisión no puede ser interferida por ninguna persona. No obstante, también reconoce el
derecho de los médicos a objetar conciencia, sin que ello implique que el paciente vea negado
su derecho a decidir sobre el final de su vida.
Finalmente, sugirió los siguientes sitios web como fuentes de información: a) WorldFederation
of Right-t-Die Societies en www.worldrtd.net, b) En Bélgica, Holanda y Luxemburgo www.vida-
digna.org.
Myriam Saavedra Estupiñan y Carlos Arturo Guerrero Fonseca, respondieron las preguntas
formuladas por esta Corte. A continuación se sintetizan el concepto de los dos académicos.
136
Coincidieron en que en Colombia no existe ningún protocolo para practicar la eutanasia directa.
Esto es, cuando la intervención del médico está dirigida a causar la muerte del paciente directa
e inmediatamente. Así mismo, indicaron que en los casos de enfermedades como la que sufre
la paciente, sí existen protocolos para tratarle. No obstante, cuando estos cuidados paliativos no
causan el efecto esperado y se pretenda practicar la eutanasia si el tratado se encuentra en
fase terminal, existen múltiples protocolos pero ninguno específico para realizar ese
procedimiento en particular. Es decir, existen protocolos paliativos, de fonoaudiología,
gastroenterología, neumología, etc.
• - Copia del documento “FAQ Eutanasia. Preguntas y respuestas sobre la ley holandesa
de Verificación de la terminación de la vida a petición propia y ayuda al suicidio”, elaborado por
los ministerios de Sanidad, Bienestar y Deporte y de Justicia de Holanda y traducido al
castellano por el Ministerio de Asuntos Exteriores del mismo país (fl. 51 a 51.17, c. ppal.).
• - Copia del documento “The first five years of euthanasia legislation in Belgium and the
Netherlands: description and comparision of cases”, elaborado en el año 2011 por Vrije
Universiteit Brussel (fl. 58 a 64, c. ppal.).
Competencia.
Esta Corte es competente para conocer del fallo materia de revisión, de conformidad con lo
137
establecido en los artículos 86 y 241.9 de la Constitución Política, en los artículos 31 a 36 del
Decreto 2591 de 1991, y en virtud del auto del treinta y uno (31) de octubre de dos mil trece
(2013) expedido por la Sala de Selección Número Diez de esta Corporación, que decidió
seleccionar el presente asunto para su revisión.
1.1 La demandante considera que la EPS Coomeva ha violado sus derechos fundamentales a
la vida y a morir dignamente, por su decisión de no realizar la eutanasia a pesar de padecer una
enfermedad terminal debidamente diagnosticada por su médico y existiendo su manifestación
libre de querer morir. Por su parte, la entidad demandada estima que aunque la Corte ya se ha
pronunciado sobre este asunto, no es posible realizar el procedimiento pues existen vacíos
normativos en el ordenamiento jurídico que impide llevar a cabo esa práctica. En igual forma,
sostuvieron que no se pudo determinar con certeza el consentimiento de la actora.
1.2 El juez de primera instancia considera que no se vulneraron los derechos fundamentales por
parte de la EPS, pues en Colombia aún no existe reglamentación legal sobre la eutanasia y por
el contrario, el artículo 11 de la Carta establece que el derecho a la vida es inviolable. De igual
forma, no es posible autorizar su práctica puesto que no se logró comprobar las condiciones
mentales de la paciente, que permitiera constatar consentimiento inequívoco de morir.
1.3 En ese orden, la Sala Novena debe determinar si la EPS Coomeva desconoció los derechos
fundamentales a la vida digna, la muerte digna y la dignidad humana de la señora Julia, al
negarse a practicarle el procedimiento de eutanasia, a pesar de su solicitud expresa, en
circunstancias de dolor extremo derivadas del cáncer de colón que padecía y que a la postre
causó su muerte, basando la negativa en que (i) la peticionaria no se hallaba en condiciones de
expresar su consentimiento libre e informado, y (ii) no existe una ley expedida por el Congreso
que permita llevar a cabo el procedimiento.
1.4 Como cuestión previa, la Sala hará referencia a la jurisprudencia sobre carencia actual de
objeto por “daño consumado”; su contraste con el concepto de “hecho superado”, y las medidas
que ha adoptado la Corte cuando se configura una de estas situaciones ante la muerte del
peticionario.
1.5 Posteriormente, (i) presentará un marco teórico en el cual se realizarán algunas precisiones
terminológicas sobre los procedimientos médicos para provocar la muerte asistida de un
paciente, (ii) reiterará la sentencia C-239/1997 como fundamento normativo esencial del
derecho a morir dignamente, haciendo énfasis (iii) en las reglas sobre el modo en que debe
darse el consentimiento informado y (iv) la ausencia de legislación interna para realizar este
procedimiento. En ese marco, (v) examinará el tratamiento normativo que otros Estados le han
dado a este derecho y, finalmente, (vi) resolverá el caso concreto.
2.1 De acuerdo con la metodología propuesta para solucionar el caso concreto, a continuación
se abordará el estudio de las principales reglas que ha fijado la Corte sobre carencia actual de
objeto, específicamente, daño consumado. Este parece ser un tema ineludible para esta Sala a
partir de la exposición de los hechos reseñados en párrafos anteriores. En el trámite de
instancia, la señora Julia falleció, motivo por el cual se harán algunas precisiones metodológicas
138
y argumentativas a fin de proteger el ámbito objetivo del derecho.
2.3 En ese orden, esta Corporación ha desarrollado la teoría de la carencia actual de objeto
como una alternativa para que los pronunciamientos de la Corte no se tornen inocuos. Sin
embargo, ese propósito se debe ver con base en una idea sistemática de las decisiones
judiciales. Así, es claro que la tarea del juez constitucional no solo es proteger los derechos
fundamentales a través de la solución de controversias, sino también, mucho más en un Estado
Social y Democrático de Derecho, supone la presencia de injusticias estructurales que deben
ser consideradasy a pesar de que no existan situaciones fácticas sobre las cuales dar órdenes,
ello no es suficiente para obviar la función simbólica que tienen sus decisiones. De allí que se
haya establecido que las sentencias de los jueces de tutela deben procurar por la vigencia
subjetiva y objetiva de los derechos, pero también la supremacía, interpretación y eficacia de la
Constitución de 1991.
2.4 Pues bien, a partir de allí, la Corte ha aclarado que el fenómeno de la carencia actual de
objeto puede presentarse a partir de la ocurrencia de dos supuestos: (i) el hecho superado y (ii)
el daño consumado. Así las cosas, la primera hipótesis “se presenta cuando, por la acción u
omisión (según sea el requerimiento del actor en la tutela) del obligado, se supera la afectación
de tal manera que “carece” de objeto el pronunciamiento del juez. La jurisprudencia de la Corte
ha comprendido la expresión hecho superado en el sentido obvio de las palabras que
componen la expresión, es decir, dentro del contexto de la satisfacción de lo pedido en tutela”.
Es decir, el hecho superado significa la observancia de las pretensiones del accionante a partir
de una conducta desplegada por el agente transgresor. También se ha señalado que se
configura la carencia actual de objeto por hecho superado, entre otras circunstancias, por
ausencia de interés jurídico o sustracción de materia. En esos casos, la obligación del juez de
tutela no es necesariamente pronunciarse de fondo.
139
su ocurrencia y conminar a que se adopten las medidas necesarias para evitar su repetición, so
pena de las sanciones pertinentes. De cualquier modo, lo que sí resulta ineludible en estos
casos, es que en la sentencia se demuestre la reparación del derecho antes de la aprobación
del fallo, es decir, que se demuestre el hecho superado. De lo contrario, no estará comprobada
esa hipótesis.
2.5 Por su parte, en el daño consumado la situación es diferente. Este evento tiene lugar
cuando la amenaza o la vulneración del derecho fundamental han producido el perjuicio que se
pretendía evitar con la acción de tutela. La configuración de este supuesto ha sido declarada
por la Corte, por ejemplo, en los casos en que el solicitante de un tratamiento médico fallece
durante el trámite de la acción como consecuencia del obrar negligente de su E.P.S., o cuando
quien invocaba el derecho a la vivienda digna fue desalojado en el curso del proceso del
inmueble que habitaba. En casos como los anotados, esta Corporación ha reiterado que si la
consumación del daño ocurre durante el trámite de la acción, resulta imperioso que tanto los
jueces de instancia como la propia Corte Constitucional, en sede de revisión, se pronuncien
sobre la vulneración acaecida y el alcance de los derechos fundamentales lesionados. Lo
anterior, con el objeto de adoptar las medidas necesarias para evitar que situaciones similares
se produzcan en el futuro y para proteger la dimensión objetiva de los derechos que se
desconocieron. Esto último, con el propósito de defender la efectividad de las garantías
fundamentales como expresión del sistema de valores y principios que nutren el ordenamiento
jurídico.
2.6 En casos como los anotados, esta Corporación ha reiterado que si la consumación del daño
ocurre durante el trámite de la acción resulta imperioso que tanto los jueces de instancia como
la propia Corte Constitucional, en sede de revisión, se pronuncien sobre la vulneración acaecida
y el alcance de los derechos fundamentales lesionados. Lo anterior, con el objeto de adoptar las
medidas necesarias para evitar que situaciones similares se produzcan en el futuro y para
proteger la dimensión objetiva de los derechos que se desconocieron. Esto último, con el
propósito de defender la efectividad de las garantías fundamentales como expresión del sistema
de valores y principios que nutren el ordenamiento jurídico.
2.7 Bajo estos supuestos, el juez constitucional deberá verificar si en efecto tuvo lugar una
conducta contraria a la Constitución y, de ser así, revocar la providencia que denegó el amparo,
pues “no es viable confirmar un fallo contrario al ordenamiento superior”. En criterio de la Corte,
apoyar la tesis contraria, es decir, consentir que el juez no se pronuncie sobre la consumación
del daño causado por la violación de un derecho fundamental, equivaldría a tolerar un
comportamiento incompatible con la Carta y a aceptar la inoperancia de la justicia en estos
casos. En consecuencia, cuando se configura la carencia actual de objeto por daño consumado
en el curso del proceso, el juez constitucional está obligado a (i) pronunciarse de fondo en la
parte motiva y resolutiva de la sentencia sobre la ocurrencia o no de una vulneración de
derechos fundamentales; (ii) aplicar el artículo 24 del Decreto 2591 de 1991, a cuyo tenor el
juez “prevendrá a la autoridad pública para que en ningún caso vuelva a incurrir en las acciones
u omisiones que dieron mérito para conceder la tutela”; (iii) informar a quien haya promovido el
amparo o a sus familiares acerca de las acciones jurídicas en uso de las cuales puede obtener
la reparación del daño, y, finalmente; (iv) de ser necesario, compulsar copias del expediente de
tutela a las autoridades que considere obligadas a investigar la conducta que generó el daño.
2.8 En virtud de las consideraciones expuestas y de acuerdo con las circunstancias que pasan
a explicarse, para la Sala es claro que en el presente caso se configura la carencia actual de
140
objeto por daño consumado. En efecto, la Sala encuentra que de conformidad con los
supuestos fácticos que fundamentaban la acción de tutela y la pretensión de amparo el daño
que se causó a la accionante consistió en el sufrimiento físico y sicológico que debió padecer
hasta el día de su muerte. El deseo de la accionante era poner fin a ese sufrimiento y por ello,
ante la negativa de su médico tratante y de su EPS frente a la solicitud de practicarle un
procedimiento eutanásico, interpuso la presente acción de tutela. No obstante, comoquiera que
el juez de instancia denegó la protección de su derecho fundamental a la vida digna, el perjuicio
que pretendía evitar mediante la solicitud de amparo sólo cesó con su fallecimiento.
En este sentido, resulta necesario aclarar que el daño no se concretó con la muerte, pues más
allá de toda duda razonable ésta era inevitable en un tiempo relativamente corto. De hecho, la
muerte no era el suceso que la accionante pretendía impedir por medio de la acción de tutela.
Por el contrario, lo que la actora pretendía era que aquella se causara en condiciones diferentes
a las impuestas por la propia enfermedad. De este modo, desde esta perspectiva, para la Sala
el daño se concretó en el dolor que la accionante sufrió en razón a la negativa de su médico de
acceder a practicar un procedimiento eutanásico.
2.9 Ahora bien, a juicio de la Sala es evidente que el hecho que prolongó el sufrimiento que la
accionante consideraba incompatible con su idea de dignidad, no fue la enfermedad en sí
misma, sino la respuesta negativa a su solicitud de eutanasia. Aunque la actora manifestó ante
su médico tratante y ante el juez de tutela su deseo de morir por medio de la eutanasia, ambos
estimaron que tal voluntad no tenía respaldo legal y, con fundamento en esta observación, se
negaron a actuar en consecuencia. Como ya se indicó, la voluntad de la actora en la práctica de
dicho procedimiento tenía respaldo en su deseo de no prolongar los insoportables dolores que
la aquejaban.
Según lo expresado por la Corte en la sentencia C-239 de 1997, la cual será analizada más
adelante con el debido detenimiento, “condenar a una persona a prolongar por un tiempo
escaso su existencia, cuando no lo desea y padece profundas aflicciones, equivale no sólo a un
trato cruel e inhumano, prohibido por la Carta (CP art.12), sino a una anulación de su dignidad y
de su autonomía como sujeto moral”.
2.10 Es por lo anterior, que esta Sala considera que el desconocimiento de la decisión tomada
por la accionante de poner fin a su vida -lo que en últimas significó imponerle la obligación de
vivir en condiciones que ella valoraba indignas-, constituye la causa del daño pues si se hubiera
tramitado su petición del acto eutanásico, la paciente no habría continuado experimentando el
dolor y el sufrimiento que sólo terminó con la muerte natural. Así las cosas, se ha de concluir
que en el presente caso se configura la carencia actual de objeto por daño consumado, el cual
se originó en la violación del derecho de la accionante a decidir cómo y cuándo morir y se
concretó en su imposibilidad de finiquitar el dolor que experimentaba por medio del
procedimiento que consideraba más adecuado para el efecto.
Como bien se indicó en la argumentación que precede a este análisis, la situación descrita, la
cual ha de ser declarada en la parte resolutiva de la presente sentencia, obliga a la Sala no sólo
a pronunciarse de fondo sobre la vulneración de derechos fundamentales, sino a adoptar las
medidas necesarias para evitar que situaciones similares se produzcan en el futuro. Ambas
tareas se llevarán a cabo enseguida.
141
a morir dignamente.
3.1 El propósito de esta sección es utilizar elementos teórico-científicos para solucionar el caso
concreto. De allí que, a continuación, se desarrollen algunos conceptos que han proliferado en
la discusión acerca del derecho a morir dignamente para que una vez precisados, se pueda
iniciar con el estudio de algunas legislaciones del mundo que dan cuenta de cómo se ha
regulado el derecho a la muerte digna en otras partes distintas a Colombia. Valga la pena
anotar que las discusiones que se plantearán responden únicamente a un interés que busca
clarificar distintos términos técnicos. Si bien este Tribunal reconoce que detrás de estos temas
hay debates éticos, morales, políticos, religiosos, etc. muy fuertes, y que incluso nutren las
decisiones de la Corte, esta sección solo pretende enfocarse en estudios empírico – científicos
que evidencien la cantidad de términos que se sitúan en la práctica médica, para dar cuenta de
los límites y alcances que ellos presentan.
3.2.1 En torno al debate sobre el derecho a morir dignamente se han suscitado diversos
procedimientos y conceptos médicos. La doctrina científica ha propuesto, cada vez con mayor
frecuencia, prácticas tendientes a garantizar la voluntad y dignidad del paciente a la hora de
morir, a pesar de que algunas sean más o menos restrictivas. Por ejemplo, existen términos
como distanasia, ortotanasia, ayuda al suicidio, entre otros. Sin embargo, en esas
circunstancias, la discusión y en algunos casos la garantía del derecho, se torna difusa pues
ante la concurrencia de diversos escenarios y procesos para la decisión de dar fin a la vida, se
ha causado una especie de confusión entre los profesionales de la salud, el legislador, los
jueces, y en general la opinión pública, en tanto no se conoce con exactitud el significado de
cada uno de esos términos.
Pese a ello, lo que parece una dificultad, realmente es un avance para la plena vigencia de la
muerte digna pues dependiendo de la voluntad del paciente, existe uno u otro procedimiento
médico. Si el paciente decide vivir, existen mecanismos para garantizar que su vida transcurra
de la manera más digna posible. Pero si lo que desea es morir, existen otros para que muera
dignamente. A continuación se aborda el estudio del concepto de eutanasia, para,
seguidamente, distinguirlo de otras prácticas médicas.
3.2.2 La gran mayoría de autores coinciden en señalar que la procedencia etimológica del
término eutanasia es heredado de las palabras griegas “buena muerte”. En 1987, la Asociación
Médica Mundial propuso que la eutanasia era el “acto deliberado de dar fin a la vida de un
paciente”. Por su parte, en enero de 2002, la Sociedad Española de Cuidados Paliativos
sostuvo que este procedimiento consistía en la “conducta (acción u omisión) intencionalmente
dirigida a terminar con la vida de una persona que tiene una enfermedad grave e irreversible,
por razones compasivas y en un contexto médico”. La Organización Mundial de la Salud la
definió como “aquella acción del médico que provoca deliberadamente la muerte del paciente”.
Tal y como se aprecia, las definiciones sobre eutanasia son múltiples y actualmente no se
cuenta con alguna totalmente aceptada. No obstante, lo que sí está claro es que en este
procedimiento deben concurrir los siguientes elementos: (i) el sujeto pasivo que padece una
enfermedad terminal; (ii) el sujeto activo que realiza la acción u omisión tendiente a acabar con
los dolores del paciente quien, en todos los casos, debe ser un médico; (iii) debe producirse por
petición expresa, reiterada e informada de los pacientes. Así, la doctrina ha sido clara en
142
señalar que cuando no existen de los anteriores elementos, se estará en presencia de un
fenómeno distinto que no compete en sí mismo a la ciencia médica. Sin embargo, cuando se
verifican en su totalidad, la eutanasia puede provocarse de diferentes maneras.
3.2.3 En ese orden, una clasificación de la eutanasia es según su forma de realizarse. Será
activa o positiva (acción) cuando existe un despliegue médico para producir la muerte de una
persona como suministrar directamente algún tipo de droga o realizando intervenciones en
busca de causar la muerte. La eutanasia es pasiva o negativa (omisión) cuando quiera que, al
contrario de la activa, la muerte se produce por la omisión de tratamientos, medicamentos,
terapias o alimentos. En este tipo de eutanasia, la actuación del médico es negativa pues su
conducta es de “no hacer”. En otras palabras, se culmina todo tipo de actividad terapéutica para
prolongar la vida de una persona que se encuentre en fase terminal. Uno de los primeros casos
de eutanasia pasiva fue con ocasión de la paciente Karen Ann Quinlan en los Estados Unidos.
Su caso provocó tantas discusiones “que fue el primero que marcó una nueva época en la
medicina”.
3.2.4 Por otra parte, la eutanasia puede ser clasificada según su intencionalidad. Es directa
cuando existe una provocación intencional del médico que busca la terminación de la vida del
paciente. Un ejemplo de este evento sucedió con el caso de Terri Schiavo a quién se le
suspendió la alimentación e hidratación con el claro propósito de terminar intencionalmente con
su vida. Aunque la diferencia parezca sutil con la eutanasia pasiva, la distinción está en la
intencionalidad. Mientras que en la primera, por ejemplo, se desconectan los aparatos médicos
sin intención de causar la muerte, en la eutanasia directa el móvil es evidente.
3.2.6 Como se puede apreciar, la ciencia médica ha distinguido varias clases de eutanasia, sin
que hasta el día de hoy exista consenso sobre cuál de todas ellas debe realizarse. Esa
situación puede tener un lado positivo, pues demuestra la movilidad científica frente al tema y la
discusión abierta y constante de las escuelas médicas sobre estos asuntos. Sin embargo, esta
proliferación de términos puede tener efectos no tan constructivos pues la multiplicidad de
clasificaciones impide la sistematización de conceptos y con ello, un consenso frente a cuales
procedimientos seguir cuando quiera que la persona en ejercicio de su autonomía, decide morir
o vivir. Esa misma duda han tenido las escuelas médicas pues además de las diferentes
clasificaciones de la eutanasia, se han propuesto otros procedimientos que también intentan
garantizar la voluntad del paciente según si su intención es morir o vivir. En efecto, la ciencia
entendió que no se puede obligar a vivir a quien quiere morir, como provocar la muerte de quien
desea vivir. Desafortunadamente, de algunas no se obtiene el resultado esperado el cual es
garantizar la dignidad del enfermo.
143
3.2.7 Siguiendo esa línea argumentativa, el primer evento, en contraposición con la eutanasia,
es la distanasia. Esa práctica supone la prolongación de la vida por cualquier medio, incluso,
causando efectos perversos en la salud, dignidad y vida del paciente. El objetivo de esta
práctica consiste en impedir innecesariamente la muerte de la persona. Esa alternativa es muy
común “en los países donde están penalizadas las prácticas eutanásicas [pues] cuando
inicialmente se decide conectar al paciente a un aparato respiratorio o a una sonda gástrica, se
basa en la posibilidad de recuperar sus funciones vitales. Es muy probable que posteriormente
el enfermo entre en un estado comatoso permanente e irrecuperable”. Dado que la distanasia
prolonga la vida de manera innecesaria, la ciencia médica ha optado por establecer
tratamientos en los cuales se garantice la dignidad y el no sufrimiento de las personas. Ese es
el caso de los cuidados paliativos que como se mostrará más adelante, parte de un supuesto y
es la no voluntad del paciente para morir.
3.2.9 Otro concepto es el denominado suicidio asistido. En este evento, el sujeto activo y pasivo
se confunde pues la intervención del médico no es directa, ya que es el mismo enfermo quien
provoca su muerte. Ese es el caso en el que galeno proporciona todos los medios necesarios
para que el enfermotermine por sí mismo con su vida. En otras palabras, simplemente ayuda al
suicida a cometer la conducta. Un ejemplo puede ser aquel médico que prepara o receta una
sustancia para que quien quiere morir, la consuma. A pesar de tener gran influencia, la
conducta es realizada por el paciente. A veces se tiende a asimilar la eutanasia como el suicidio
asistido, pero la diferencia radica en que en la eutanasia el sujeto activo no se confunde con el
pasivo y es el médico quien realiza la conducta tendiente a causar la muerte.
3.2.10 En ese orden de ideas, existen también los denominados cuidados paliativos y/o
ortotanasia, recientemente reglamentados por el Congreso de Colombia mediante la Ley 1733
de 2014. Ese es un tratamiento médico que dignifica la vida de quienes inevitablemente van a
morir, pero que su voluntad no es otra a que llegue la muerte de forma natural. Recientemente,
esta Corporación dio un debate acerca de la constitucionalidad de la ley de cuidados paliativos.
144
forma de terapia.
3.2.13 La anterior presentación muestra que la extensión del ámbito de aplicación del derecho
fundamental a morir dignamente no es solo una consecuencia lógica de la autonomía personal,
sino que además presenta indudables retos en las legislaciones y ordenamientos jurídicos. En
efecto, los avances evidencian tensiones que requieren ser solucionadas. El derecho a morir
dignamente es un derecho complejo pues involucra elementos penales que distorsionan, o
refuerzan, su garantía. Así las cosas, si bien la eutanasia materializa la autonomía del paciente,
su mal manejo puede generar consecuencias de proporciones insospechadas. De ahí que las
legislaciones tienen en común una preocupación porque la voluntad del paciente sea lo más
libre y autónoma posible.
De esta manera, hay que decir es que la eutanasia es tan solo un procedimiento para proteger
el derecho a morir dignamente. Existen situaciones e hipótesis en las cuales no será el medio
apropiado para garantizar la plena vigencia de los derechos fundamentales. Por ejemplo,
algunos países han aprobado el suicidio asistido como alternativa para causar la muerte de un
paciente que padezca una enfermedad terminal. En otros eventos, cuando el enfermo no desea
provocar su muerte, existen procedimientos médicos para morir de la manera más digna
posible. Ese es el caso de la ortotanasia o de los cuidados paliativos. Como se aprecia, si bien
existe una multiplicidad de términos que pueden generar confusiones en la escuela médica, las
autoridades jurídicas e incluso en la opinión pública, lo cierto es que gracias a esa cantidad de
prácticas médicas, cada paciente, dependiendo de su deseo, podrá optar por una u otra.
4.1 Las discusiones acerca de si se debía despenalizar la eutanasia se dieron en Colombia con
mayor intensidad en la década de los años noventa. La Corte, luego de una demanda
ciudadana de inconstitucionalidad, a través de la Sentencia C-239 de 1997, decidió la
exequibilidad de la norma acusada. En aquella ocasión, no solo sostuvo que la eutanasia y
otras prácticas médicas como las reseñadas en el capítulo anterior, bajo determinadas
condiciones, no son delito, sino que también, reconoció que el derecho a morir dignamente
tiene la categoría de fundamental. Al ser así, los efectos de esa decisión serían especiales. De
igual manera, fijó algunos criterios para que el legislador reglamentara ese derecho y
estableciera pautas, criterios, procedimientos, etc. a fin de materializarlo.
A partir de ese momento, este Tribunal Constitucional no ha estudiado un caso con similares
características, motivo por el cual la Sala estima como indispensable recapitular las principales
reglas de esta providencia, haciendo énfasis en el consentimiento libre e informado del
145
paciente, y la ausencia de legislación y protocolos médicos como obstáculos para la plena
vigencia de los derechos fundamentales.
4.2 En el año 1997 se presentó una demanda de inconstitucionalidad en contra del artículo 326
del Decreto 100 de 1980. El texto acusado definía el homicidio por piedad de la siguiente
manera: “el que matare a otro por piedad, para poner fin a intensos sufrimientos provenientes
de lesión corporal o enfermedad grave o incurable, incurrirá en prisión de seis a tres años”.
Según el demandante, ese artículo era inconstitucional pues contravenía el artículo 11 Superior
ya que nadie puede disponer de la vida de otro y aquel que mate a quien se encuentra en difícil
estado de salud, debe recibir como sanción la impuesta al homicidio simple. Así, indicó, la
disposición demandada “constituye una autorización para matar; y es por esta razón que debe
declararse la inexequibilidad de esta última norma, compendio de insensibilidad moral y de
crueldad”.
4.3 Pues bien, para resolver esta demanda, la Corte dividió su exposición en tres grandes
partes. En primer lugar (i) abordó el estudio de los elementos del homicidio por piedad. En
segundo lugar, (ii) se refirió al consentimiento del sujeto pasivo para, finalmente, como tercera
medida, (iii) condicionó la exequibilidad de la norma acusada a determinadas hipótesis. Esta fue
la primera y única decisión en la que la Corte abordó temas relacionados con la muerte digna.
Lo importante de esta aclaración es que el análisis que hizo fue diferente al caso que ocupa a
esta Sala. Como se aprecia, el problema jurídico que abordó en aquella oportunidad, estuvo
dirigido a determinar si cuando media el consentimiento del sujeto pasivo en el homicidio por
piedad, era constitucional imponer la sanción prevista en el Código Penal, de tal manera que su
análisis se hizo en abstracto. Su propósito fue determinar cuándo existía delito, a diferencia de
este caso que se hace en sede de revisión y control constitucional concreto.
4.4 En ese orden de ideas, en esa decisión la Corte sostuvo que el homicidio por piedad es la
acción de quien actúa motivado únicamente por poner fin al intenso sufrimiento de otra persona.
Así, indicó que la doctrina ha dicho que ese tipo de actos de denominan homicidios pietísticos o
eutanásicos. En consecuencia, quien prive de su vida a alguien por motivos diferentes a poner
fin al sufrimiento, “como el económico, no puede ser sancionado conforme a este tipo”. Así, este
delito contiene un tipo penal que “precisa de unas condiciones objetivas en el sujeto pasivo,
consistentes en que se encuentre padeciendo intensos sufrimientos, provenientes de lesión
corporal o de enfermedad grave o incurable, es decir, no se trata de eliminar a los
improductivos, sino de hacer que cese el dolor del que padece sin ninguna esperanza que
termine su sufrimiento”. En todo caso, puntualizó, “el comportamiento no es el mismo cuando el
sujeto pasivo (…) se opone a la materialización del hecho porque, a pesar de las condiciones
físicas en las que se encuentra, desea seguir viviendo hasta el final, al de aquel que realiza la
conducta cuando la persona consiente el hecho y solicita que le ayuden a morir”. Como se
señaló, el consentimiento sería el concepto determinante para permitir, o mejor, para
despenalizar la eutanasia.
4.5 Así las cosas, en Colombia la Constitución de 1991 consagra un derecho penal de acto que
supone la adopción del principio de culpabilidad. En efecto, nuestro ordenamiento jurídico prevé
que para que exista un delito y la persona pueda ser sancionada, deben coexistir al menos tres
elementos: tipicidad, antijuridicidad y culpabilidad. Para el caso de la culpabilidad, solo puede
ser penalizada aquella conducta en la que concurre la voluntad y consciencia del agente. Ahora
bien, según el grado de culpabilidad, una misma conducta (matar a otro) puede tener diferentes
efectos y diversas consecuencias para la legislación penal. Lo cierto es que “para graduar la
146
culpabilidad deben tenerse en cuenta los móviles de la conducta, pero sólo cuando el legislados
los haya considerado relevantes al describir el acto punible”. En ese sentido, por ejemplo, la
tradición jurídica ha mostrado que el legislador, ha considerado la culpa como un factor para
atenuar, agravar o eximir de la pena. La ilicitud de la conducta no depende solamente de su
materialización, “sino que debe tenerse en cuenta el sentido específico que a la acción u
omisión le imprime el fin perseguido”.
4.6 Pues bien, la piedad es un estado afectivo que incide en la imputación de un delito, como en
casos del estado de ira e intenso dolor consagrado en la legislación penal. En ese último
evento, la ira e intenso dolor funge como una causal de atenuación punitiva. La diferencia con el
homicidio por piedad consiste en que el móvil de la piedad no radica en actuar en favor de sí
mismo, sino de otro. En consecuencia, quien mata a otro para evitar que siga padeciendo de
intensos sufrimientos persigue, en principio, un fin altruista que ha llevado al legislador a
establecer un tipo penal independiente del delito de homicidio simple o agravado. Para el
legislador no es lo mismo alguien que provoque la muerte de una persona persiguiendo fines
pietísticos, que propósitos egoístas.
Sin embargo, por la complejidad del asunto y evitando malas prácticas, el mismo legislador
previó elementos objetivos del tipo penal sin los cuales no puede hablarse de fines altruistas en
la conducta del actor. Así, “no basta el actuar conforme a un sentimiento de piedad, ya que es
necesario (…) que el sujeto pasivo tenga intensos sufrimientos derivados de lesión corporal o
enfermedad grave o incurable”. Así, no existe homicidio eutanásico cuando quiera que un
individuo mata a otro “que no padece esos sufrimientos, aun cuando invoque razones de
piedad. En este caso, que constituye un homicidio simple, o incluso agravado, la muerte es el
producto del sentimiento egoísta del victimario, que anula una existencia, porque a su juicio no
tiene ningún valor”. En el mismo sentido, dice esta Corporación, en el homicidio por piedad “el
sujeto activo considera a la víctima como una persona con igual dignidad y derecho, pero que
se encuentra en una situación tal de sufrimiento, que la muerte puede ser vista como un acto de
compasión y misericordia”.
4.7 Ahora bien, cuando en el caso del homicidio piadoso media el consentimiento del sujeto
pasivo, la situación varía radicalmente. En aquella oportunidad la Corte admitió que en algunos
escenarios la aquiescencia en una conducta presuntamente delictiva, no solo puede ser causal
de antijuridicidad (como el caso del hurto, daño en bien ajeno, secuestro, extorsión), sino
también en otros escenarios puede una circunstancia que atenúa la pena e incluso el
consentimiento del sujeto pasivo es considerado como una exclusión total de responsabilidad
penal. Pues bien, en la historia de la legislación penal colombiana el código de 1936 contempló
un tipo penal denominado homicidio consentido¸ el cual atenuaba la pena. En esa misma línea,
“ni en ese estatuto ni en el Código Penal que hoy rige se consagró como delito la tentativa de
suicidio” evidenciándose así, que la decisión del individuo sobre su propia existencia no merece
reproche penal o jurídico alguno.
4.8 De esta forma, la Corte sostuvo que el consentimiento en la legislación penal tiene
incidencia y que puede llegar a reconfigurar el tipo penal que se pretende aplicar. Para llegar a
esa conclusión, se preguntó cuál es el valor normativo y moral del derecho a la vida y la
autonomía personal, a la luz de la Constitución de 1991. En ese orden, indicó que si bien existe
consenso en que la vida es el presupuesto indispensable para disfrutar otros derechos, el punto
sobre el cual recaía la discusión sería en torno al deber de vivir cuando una persona sufre una
enfermedad incurable. Así, existen al menos dos posiciones: “1) La que asume la vida como
147
algo sagrado y 2) aquella que estima que es un bien valioso pero no sagrado, pues las
creencias religiosas o las convicciones metafísicas que fundamentan la sacralización son
apenas una entre diversas opciones”.
4.9 Sin embargo, la Corte entendió que Colombia al ser un Estado laico, no puede restringir las
visiones religiosas a una posición pues existen diversas opiniones, incluso dentro de una misma
creencia, las cuales merecen respeto. Por ello, si bien el debate en torno a la eutanasia puede
implicar, como en efecto ocurre, discusiones morales, éticas y religiosas, no es dable al Estado
imponer una de todas esas visiones. De la misma manera que estaría mal obligar a un médico
cuyas concepciones religiosas le impedirían realizar un determinado procedimiento, también
sería constitucionalmente inadmisible obligar a una persona a vivir cuando no lo quiere. De allí
que se debe procurar por salidas intermedias que a veces parecen radicales, en procura de la
vigencia de los derechos fundamentales de todas y todos.
En esa oportunidad, en relación con la posibilidad de provocar la muerte, la Corte indicó que:
4.11 Bajo este panorama, la Constitución no solo protege la vida sino también otros derechos.
Por eso ninguno es absoluto. Cada garantía constitucional debe verse en concreto pues
dependiendo de las circunstancias particulares de los casos, su restricción será mayor o
menor. En el caso de la vida, por ejemplo, la Corte desde sus inicios consideró que es posible
limitarla para salvaguardar otros derechos, especialmente, el libre desarrollo de la personalidad
y la autonomía personal. Particularmente, en la Sentencia T-493 de 1993 se estudió un caso en
el que una persona decidió, libre y autónomamente, no prolongar su tratamiento médico. En
aquella ocasión, la Corte privilegió la autonomía personal que la vida misma. En sus
consideraciones puntualizó que no era posible obligar a una persona a recibir un tratamiento
médico cuando su decisión es descontinuarlo, a pesar de las implicaciones que ello tiene. Eso
148
llevó a la Corte a sostener que "los derechos fundamentales, no obstante su consagración
constitucional y su importancia, no son absolutos y, por tanto, necesariamente deben
armonizarse entre sí con los demás bienes y valores protegidos por la Carta, pues, de lo
contrario, ausente esa indispensable relativización, la convivencia social y la vida institucional
no serían posibles".
El deber constitucional del Estado de protección de la vida debe ser compatible con otros
derechos como la dignidad y la autonomía. De ahí que frente a aquellas personas que padecen
una enfermedad terminal ese deber cede ante su autonomía individual y a “su consentimiento
informado del paciente que desea morir en forma digna”. En este preciso evento, las labores del
Estado pasan de ser positivas a negativas. Eso cuando existen argumentos médicos razonables
de los que se infiere que la muerte vendrá en poco tiempo, ante lo cual la persona no escoge
entre vivir y mucho tiempo, sino entre morir dignamente y vivir sin calidad. Ella como sujeto
autónomo y moral, es quien decide qué hacer con su vida. Si no fuera así, la vida se convertiría
en un deber y por tanto su ejercicio dejaría de ser una garantía constitucionalmente legítima.
Incluso, si los derechos se convierten en obligaciones, la idea misma de Estado Social y
Democrático de Derecho carecería de contenido. Por tanto, “el Estado no puede oponerse a la
decisión del individuo que no desea seguir viviendo y que solicita le ayuden a morir, cuando
sufre una enfermedad terminal que le produce dolores insoportables, incompatibles con su
dignidad”. Es más, tampoco puede el Estado castigar a quien pone fin a la vida de un enfermo
terminal cuando medie su consentimiento. Una lectura literal del artículo llevaría a la Corte a
sostener que esa sería una causal de exclusión antijuridicidad.
4.13 Para excluir el carácter delictivo de la conducta, en primer lugar, como ya se dijo, (i) debe
mediar el consentimiento del sujeto pasivo. Pero ese consentimiento debe ser libre e informado,
lo cual significa que debe ser manifestado por una persona “con capacidad de comprender la
situación en que se encuentra”. Es decir, el consentimiento implica que el paciente posee
información seria, fiable y precisa, pero además cuenta con capacidad intelectual suficiente
para tomar la decisión. Para garantizar ese consentimiento, (ii) el sujeto activo debe ser un
médico pues es él el único capaz de brindarle la información precisa al paciente, pero además
las condiciones para morir dignamente. En caso de que no sea un médico, el consentimiento
estará viciado y por tanto, habrá delito. En tercer lugar (iii) el paciente debe padecer una
enfermedad terminal que le cause sufrimiento, pues sin ello el elemento subjetivo de la piedad
desaparecería. Estas reglas serán reiteradas y desarrolladas más adelante a fin de permitir
eficientemente que las personas puedan ejercer su derecho a morir dignamente.
149
4.14 Para desarrollar estas subreglas, este Tribunal Constitucional, mediante Sentencia C-239
de 1997, exhortó al Congreso de la República para que en el menor tiempo posible
reglamentara el homicidio por piedad a partir de los criterios establecidos en aquella decisión.
Para tal fin, en relación con el procedimiento para obtener el consentimiento, señaló que éste
debe ser genuino y no el emitido por una depresión momentánea. Para ello, podría exigirse la
petición por más de una vez y luego confirmada en un determinado tiempo, o autorización
judicial previa antes de provocar la muerte del paciente. De igual forma, sostener reuniones con
expertos para buscar alternativas diferentes a la muerte. De ahí que:
4.13 En síntesis, la Corte despenalizó la eutanasia cuando quiera que (i) medie el
consentimiento libre e informado del paciente; (ii) lo practique un médico; (iii) el sujeto pasivo
padezca una enfermedad terminal que le cause sufrimiento. En esos eventos, la conducta del
sujeto activo no es antijurídica y por tanto no hay delito. En caso de faltar algún elemento, la
persona será penalmente responsable por homicidio. Además de eso, la sentencia reconoció
que existe un derecho fundamental a morir dignamente, asunto que será tratado en el siguiente
capítulo.
5.1 De acuerdo con el análisis realizado previamente, la Corte despenalizó el homicidio por
piedad siempre que se constataran las circunstancias descritas en la Sentencia C-239 de 1997.
Lo importante de esa providencia es que, por un lado, permitió la práctica de la eutanasia y
otros procedimientos tendientes a garantizar la dignidad del paciente, y segundo, elevó a la
categoría de fundamental el derecho a morir dignamente. Fue así que una vez enunciada esta
garantía fundamental, exhortó al Congreso para que en el menor tiempo posible reglamentara la
manera como en la práctica se materializaría ofreciendo algunos criterios que deberán tenerse
en cuenta a la hora de expedir la ley estatutaria sobre el tema.
Sin embargo, han transcurrido más de diecisiete años sin que el Legislador haya expedido una
ley sobre este tema. Esa situación lleva a la Sala a preguntarse si ¿es condición indispensable
la voluntad del legislador para que los derechos fundamentales tengan fuerza normativa? O
visto de otra forma, ¿es eso suficiente para que en la práctica no se pueda realizar la
eutanasia? Vale la pena recordar la Sentencia C-139 de 1996 cuando la Corte tuvo que
enfrentarse a un problema de similares características. En aquella ocasión, en relación con la
ausencia de legislación que regulara derechos étnicos, esta Corporación sostuvo que “no es
150
cierto, entonces, como lo afirman los demandantes, que la vigencia de la jurisdicción indígena
esté en suspenso hasta que se expida la ley de coordinación con el sistema judicial nacional. La
Constitución tiene efectos normativos directos, como lo ha afirmado esta Corte reiteradamente,
de tal manera que si bien es de competencia del legislador coordinar el funcionamiento de la
jurisdicción indígena y la jurisdicción nacional, el funcionamiento mismo de ésta no depende de
dicho acto legislativo”. Evidentemente, la garantía y efectividad de los derechos no depende
exclusivamente de la voluntad del legislador. Sin duda es un actor muy importante en la
protección de los derechos fundamentales, pero la Constitución, siendo norma de normas, es
una norma jurídica que incide directamente en la vida jurídica de los habitantes y se debe
utilizar, además, para solucionar casos concretos.
5.3 De acuerdo con lo anterior, la posición de la Corte en relación con la fundamentalidad de los
derechos ha variado a lo largo de su historia, utilizando distintos criterios para identificarlos. Sin
el ánimo de exponer en detalle las discusiones teóricas que sobre el punto se suscitan, este
Tribunal ha indicado que un derecho adquiere la categoría de fundamental cuando quiera que el
derecho encuentre su fundamento en la dignidad humana. Esa tesis, sería reiterada además
por las Sentencias T-227 de 2003 y T-760 de 2008; esta última sobre el derecho a la salud.
En aquellas decisiones, lejos de abandonar la discusión, la Corte indicó que la dignidad humana
sería el eje central para identificar un derecho como fundamental. En efecto, mediante
Sentencia T-801 de 1998 la Corte le confirió a la dignidad una especial relevancia
constitucional. Así, en esa providencia indicó que “es la realidad de cada caso concreto, las
circunstancias únicas y particulares que lo caracterizan, las que permiten definir si se encuentra
verdaderamente vulnerado un derecho fundamental, si ello afecta la dignidad de la parte actora
y si esta última está en situación de indefensión frente al presunto agresor. Como se aprecia, de
“esta sentencia surge un elemento que resulta decisivo para sistematizar el concepto de
derecho fundamental: dignidad humana”. En otros términos, la dignidad humana sería el
concepto indispensable a analizar si se le quiere dar la categoría de fundamental a un derecho.
151
fundamentales, teniendo como eje central la dignidad humana, en tanto que valor central del
sistema y principio de principios”. En el mismo sentido, la Sentencia T-760 de 2008 sobre el
derecho a la salud, reiteró las anteriores consideraciones.
Pero adicionalmente, no basta con que un derecho sea o tenga relación con la dignidad
humana. Debe ser, a su vez, traducible en un derecho subjetivo. Eso fue lo que dijo la Corte en
la Sentencia T-227 de 2003 cuando estableció que “será fundamental todo derecho
constitucional que funcionalmente esté dirigido a lograr la dignidad humana y sea traducible en
un derecho subjetivo”. Es decir, que sea posible identificar el titular del derecho, el destinatario y
su contenido. Sin embargo, esta idea debe verse de manera amplia, pues en algunas
circunstancias esa "traducibilidad" puede ser una barrera para el reconocimiento de la
integralidad de los derechos, entendiendo que los llamados derechos económicos sociales y
culturales, no son fácilmente traducibles.
Por su parte, la fundamentalidad de los derechos también depende de los consensos que
existan en relación a ellos. Por ejemplo, a nivel legislativo, judicial, constitucional, o incluso de
derecho internacional de los derechos humanos. Eso fue destacado en la Sentencia T-227 de
2002 cuando la Corte dijo lo siguiente:
152
señalado que la calidad de fundamental de un derecho no depende de la vía procesal
mediante la cual éste se hace efectivo.”.
En síntesis, en relación con los derechos fundamentales, la Corte ha dicho que (i) la
característica esencial es su fundamento y relación estrecha con la dignidad humana, pero
además que para identificar su carácter de fundamental (ii) el juez debe evaluar (de manera
flexible) consensos a nivel dogmático, constitucional, de derechos humanos o legislativos. Es
decir, no se trata de un asunto aislado sino que la opinión debe tener cierta relación intrínseca
entre lo que se pretende como fundamental, y la idea misma de derecho subjetivo. Ligado con
lo anterior, la fundamentalidad de un derecho (iii) depende de la posibilidad de traducirlo en un
derecho subjetivo, en la mayor medida de lo posible pues existen garantías en las que resulta
muy difícil determinar el extremo activo, pasivo y el contenido de las obligaciones impuestas.
Pese a todo lo anterior, (iv) cada caso debe ser analizado de manera concreta pues la
proliferación de derechos fundamentales sin garantías verdaderas, puede convertirse en
ineficacia normativa.
A partir de lo expuesto, para esta Corte no cabe duda que el derecho a morir dignamente tiene
la categoría de fundamental. Y ello es así por varias razones. Siguiendo sus razonamientos,
esta Corporación ha señalado que un derecho fundamental busca garantizar la dignidad del ser
humano. Es decir, para que una garantía pueda ser considerada como fundamental, debe tener
una estrecha relación con la dignidad como valor, principio y derecho de nuestro ordenamiento
constitucional. En el caso de la muerte digna, la Sala de Revisión, al igual que la Sala Plena en
la Sentencia C-239 de 1997, considera que su principal propósito es permitir que la vida no
consista en la subsistencia vital de una persona sino que vaya mucho más allá. Esos aspectos
adicionales son propios de un sujeto dotado de dignidad que como agente moral, puede llevar a
cabo su proyecto de vida. Cuando ello no sucede, las personas no viven con dignidad. Mucho
más si padece de una enfermedad que le provoca intenso sufrimiento al paciente. En estos
casos, ¿quién si no es la propia persona la que debe decidir cuál debería ser el futuro de su
vida? ¿Por qué obligar a alguien a vivir, en contra de su voluntad, si las personas como sujetos
derechos pueden disponer ellos mismos de su propia vida?
Lejos de ser preguntas abiertas, los interrogantes planteados muestran la estrecha relación que
tiene el derecho a la muerte digna con la dignidad humana. En criterio de esta Sala, morir
dignamente involucra aspectos que garantizan que luego de un ejercicio sensato e informado
de toma de decisiones, la persona pueda optar por dejar de vivir una vida con sufrimientos y
dolores intensos. Le permite alejarse de tratamientos tortuosos que en vez de causar mejoras
en su salud, lo único que hacen es atentar contra la dignidad de los pacientes. Cada persona
sabe qué es lo mejor para cada uno y el Estado no debe adoptar posiciones paternalistas que
interfieran desproporcionadamente en lo que cada cual considera indigno. Recuérdese la
Sentencia C-239 de 1997 cuando dijo que “el Estado no puede oponerse a la decisión del
individuo que no desea seguir viviendo y que solicita le ayuden a morir, cuando sufre una
enfermedad que le produce dolores insoportables, incompatibles con su idea de dignidad”.
Algunas enfermedades son devastadoras, al punto de producir estados de indignidad que solo
pueden ser sanadas con la muerte. El fin del derecho a morir dignamente, entonces, es impedir
que la persona padezca una vida dolorosa, incompatible con su dignidad. Eso se da cuando los
tratamientos médicos realizados no funcionan o sencillamente cuando el paciente,
voluntariamente, decide no someterse más a esos procedimientos pues considera, según su
propia expectativa, que es indigno la manera como está viviendo.
153
Así las cosas, el derecho a morir dignamente es un derecho autónomo, independiente pero
relacionado con la vida y otros derechos. No es posible considerar la muerte digna como un
componente del derecho a la autonomía, así como tampoco es dable entenderlo como una
parte del derecho a la vida. Sencillamente, se trata de un derecho fundamental complejo y
autónomo que goza de todas las características y atributos de las demás garantías
constitucionales de esa categoría. Es un derecho complejo pues depende de circunstancias
muy particulares para constatarlo y autónomo en tanto su vulneración no es una medida de
otros derechos. En todo caso, es claro que existe una relación estrecha con la dignidad, la
autonomía y la vida, entre otros.
En segundo lugar, el derecho a morir dignamente cumple con el segundo criterio que la Corte
ha dado para identificarle como fundamental. En efecto, existe consenso (en el sentido ya
señalado) sobre la necesidad de reglamentar esa materia. A pesar de no ser un tema pacífico,
el Congreso en cuatro oportunidades ha intentado reglamentar el asunto que no deja de ser
controversial y sensible. Eso se explica al día de hoy, diecisiete años después de la sentencia
de la Corte, no existe una decisión por parte del legislador. La ausencia de ley no ha sido por
inactividad del Congreso. Adicionalmente, la Corte Constitucional mediante la ya tan
mencionada sentencia C-239 de 1997 declaró que el derecho a morir dignamente es un
derecho fundamental. La discusión parece estar zanjada pues este Tribunal, luego de un
ejercicio argumentativo e interpretativo de la Constitución, reconoció que el derecho a morir
dignamente es un derecho fundamental. En efecto, sostuvo que “el deber del Estado de
proteger la vida debe ser entonces compatible con el de la dignidad humana y al libre desarrollo
de la personalidad (…) el derecho a vivir en forma digna implica entonces el derecho a morir
dignamente”.
Finalmente, la muerte digna se puede traducir en un derecho subjetivo, pues son identificables
tanto los sujetos activos, pasivos, obligados y el contenido mínimo de la obligación. No
obstante, por razones metodológicas, ese será un asunto que se desarrollará en el caso
concreto. El propósito será identificar con mayor certeza el contenido mismo de este derecho
fundamental, sujetos activos y pasivos. Para ello, se basará en el derecho comparado como
criterio de razonabilidad en la decisión de esta Corporación, para lo cual analizará la regulación
que algunos países le han dado al asunto. El objetivo es brindar un panorama comparado sobre
cómo se han comportado distintos ordenamientos jurídicos diferentes al colombiano, para dar
cuenta de los problemas y virtudes de este tipo de regular esas prácticas.
6.1 La regulación del derecho a morir dignamente ha estado precedida de intensos debates
éticos y morales. Su reconocimiento se ha dado principalmente por decisiones judiciales las
cuales se centraron en discusiones sobre los conceptos de libertad, autonomía, dignidad y
laicismo. Otros Estados optaron por someter a referendos ciudadanos o trámites legislativos la
posibilidad de que un médico provoque la muerte de un paciente, bajo determinadas
condiciones. A continuación se presentarán tres casos: Estados Unidos, Bélgica y Holanda. La
razón principal es que estos paísesson pioneros en esta práctica y son aquellos en los que se
ha producido un mayor desarrollo normativo. Entre otros asuntos, tienen en común que lo que
comenzó como la despenalización de una práctica, posteriormente fue desarrollado como un
derecho.
6.2 Holanda: Ley de la Terminación de la Vida o a Petición Propia y del Auxilio al Suicidio.
154
6.2.1 Según algunos autores, Holanda se “destaca como la pionera en el campo de la
eutanasia, no sólo por su legislación sino por la actitud de los médicos y de los enfermeros
frente a la eutanasia, y sobre todo, por la enorme frecuencia con la que se aplica”. En el año
2001 se culminó el proceso para despenalizar la eutanasia en los Países Bajos y si bien desde
1973 se eximió de responsabilidad penal a los médicos que realizaran la eutanasia bajo ciertas
condiciones, solo hasta principios de la década del dos mil se logró una regulación compleja de
este asunto. En un primer momento, los destinatarios de la decisión no sabían con certeza
cuándo y cómo era posible realizar la eutanasia, sin que ello implicara responsabilidad penal.
Posteriormente, se tuvo un mayor desarrollo legislativo que no solo generó calidad a los
operadores, sino también permitió que los pacientes pudieran ver materializados sus derechos.
6.2.2 Así las cosas, en Holanda, antes de los años setenta, se dieron grandes discusiones
acerca de si se debía o no permitir a los médicos practicar la eutanasia, cuando quiera que los
pacientes así lo manifestaran. Sin embargo, fue en 1973 que el Tribunal de Leeuwarden decidió
un caso que abrió las puertas y concretó de manera significativa el debate. En su fallo, el
tribunal estableció que un médico podría, bajo determinadas circunstancias, poner fin a la vida
de un enfermo sin que por ello deba ser procesado penalmente. En aquella ocasión, la justicia
holandesa determinó que esas prácticas eutanásicas serían admisibles siempre y cuando: (i) el
paciente fuera un enfermo incurable independientemente de la causa de su enfermedad; (ii) si
soportaba sufrimiento físico o psíquico insoportable; (iii) debía haber manifestado su voluntad, si
fuera posible, de poner fin a su vida; (iv) que su muerte fuera inminente y; (v) que la práctica
fuera realizada por un especialista médico. En caso de no concurrir estos requisitos, el sujeto
activo estaría cometiendo un delito.
6.2.3 A partir de tales criterios fijados por la sentencia Leeuwarden, “las prácticas eutanásicas
fueron aceptadas lentamente y se admitió como conducta lícita la terminación de la vida a
petición del paciente bajo los requisitos establecidos”. Posteriormente, en 1981, el tribunal de
Rotterdam amplió las posibilidades previstas en el fallo anotado, y consideró que el auxilio al
suicidio tampoco debía ser punible y que el deseo de morir tampoco si había sido razonado
conscientemente sin existir alternativa razonable. A partir de allí, el desarrollo jurisprudencial fue
mayor. Las decisiones judiciales serían la base para que, más recientemente, el legislador
optara por asumir el asunto y regular dicha práctica.
6.2.4 En 1984, la Suprema Corte Holandesa incluyó nuevos elementos para garantizar la
validez y vigencia de la voluntad del paciente. No basta simplemente manifestarla, dijo la Corte,
que ella debía estar rodeada de unas condiciones para que fuera genuina y estuviera libre de
vicios. El objetivo de esa providencia fue dotar de mayor certeza el consentimiento del paciente.
Así las cosas, además de lo establecido en la decisión de Leeuwarden, la voluntad (i) debe
provenir exclusivamente del paciente y ser libre y voluntaria. Igualmente, (ii) no bastaba con
manifestarse una vez, sino que tiene que ser estable, bien considerada y persistente.
6.2.5 En 1990, el Gobierno Holandés decidió conformar una comisión presidida por un miembro
de la Corte Suprema Holandesa. El objetivo era sentar las bases para regular legalmente la
eutanasia. Fue así como el primero de junio de 1994 se expidió un decreto que tenía como
propósito reglamentar el procedimiento legal que deben seguir los médicos en casos de muerte
activa, sin que medie una enfermedad terminal, eutanasia y auxilio al suicidio. En ese orden, el
decreto pretendió controlar dichas prácticas y en especial, desarrollar medidas de seguridad
que garanticen la voluntad libre del paciente, pues al parecer uno de los resultados de la
155
investigación fue el aumento de esta conducta sin el control de los tribunales. Pero además,
como se aprecia, en esta norma se incluyó una nueva hipótesis la cual abrió la posibilidad de
que sin que exista una enfermedad terminal, se pueda inducir la muerte de una persona.
6.2.6 Precisamente, cuatro años más tarde, en 1994, la Corte Suprema Holandesa resolvió un
caso de un psiquiatra que fue acusado por el delito de auxilio al suicidio practicado a una
paciente que no padecía una enfermedad terminal. En efecto, la mujer sufría de depresión
causada por la pérdida de sus dos hijos y la separación de su esposo. En numerosas
oportunidades indicó su deseo de morir y su rechazo a someterse a algún tratamiento. El
psiquiatra Boudewijn Chabot realizó el procedimiento, pero más tarde fue absuelto por la justicia
holandesa. Este caso implicó una ampliación de las hipótesis ya indicadas pues ahora no se
requería tener una enfermedad terminal. Así, a partir de este precedente, la eutanasia fue
permitida siempre que (i) exista un sufrimiento insoportable; (ii) que el tratamiento médico no
produzca los efectos esperados; (iii) no es necesaria una enfermedad terminal y, finalmente;
debía ser practicada por un especialista médico.
Pues bien, a partir de esos antecedentes, en el año 2001 se legalizó, ahora a través de normas
legales, la posibilidad de practicar la eutanasia a personas enfermas que sufrían dolores
intensos sin posibilidad médica de sanación o curación. El cambio fue drástico. Lo que antes
estaba sujeto a1 penalización, ahora sería regulado como un derecho y se establecería un
procedimiento para su realización. No solo la despenalización, sino su ejecución.
6.2.7 Fue así como se promulgó la “Ley de la Terminación de la Vida o a Petición Propia y del
Auxilio al Suicidio”, la cual entraría a regir desde el primero de abril de 2002. Esta norma tiene
dos propósitos principales. Por un lado, despenalizar legalmente la eutanasia (si se
comprueban unas condiciones) y, por otra parte, regular el procedimiento para que la voluntad
del paciente fuera lo más libre e informada posible. De otra manera, sin regulación, la práctica
podía mostrar más problemas que beneficios. Por ejemplo, conductas delictivas, entre otros
asuntos.
En ese orden, el artículo 20 modificó los artículos 293 y 294 del código penal holandés que
castigaba este tipo de conductas. Así, el artículo 293 quedaría de la siguiente manera:
“El que quitare la vida a otra persona, según el deseo expreso y serio de la
misma, será castigado con pena de prisión de hasta doce años o con una pena de
multa de la categoría quinta. El supuesto al que se refiere el parágrafo 1 no será
punible en el caso de que se haya cometido por un médico que haya cumplido con los
requisitos de cuidado recogidos en el artículo 2 de la Ley sobre comprobación de la
terminación de la vida y del suicidio asistido, y se lo haya comunicado al forense
municipal conforme al artículo 7, parágrafo segundo de la ley reguladora de los
funerales”.
“El que de forma intencionada indujere a otro para que suicide será, en caso
de que el suicidio se produzca, castigado con una pena de prisión de hasta tres años o
con una pena de multa de la categoría cuarta. El que de forma intencionada prestare
auxilio a otro para que se suicide o le facilitare los medios necesarios para este fin,
será, en caso de que se produzca el suicidio, castigado con una pena de prisión de
156
hasta tres años o con una pena de multa de la categoría cuarta (…)”
6.2.8 De acuerdo con lo anterior, las disposiciones reseñadas remiten al artículo 2 de la Ley
sobre Comprobación de la Terminación de la Vida y del Suicidio Asistido, la cual establece unas
obligaciones al médico que vaya a realizar la eutanasia. El objetivo de la Ley es restringir al
máximo la posibilidad para que se efectúen malas prácticas, pero también para garantizar que
la voluntad del paciente encuentre primacía en esta clase de eventos. Así, la mencionada
norma establece que:
6.2.9 En esos eventos, el medico queda facultado para atender la petición del paciente, que
como mínimo tenga dieciséis años y que haya dejado por escrito una solicitud formal de que le
realicen ese procedimiento. En caso de que la persona tenga más de dieciséis pero menos de
dieciocho, debe haber participación de los padres del menor en la decisión. Si tiene entre doce
y dieciséis, deberá existir autorización expresa por parte de los padres. En ese orden, los
requisitos establecidos en la mencionada ley son los siguientes: (i) el sufrimiento del paciente
debe ser insoportable y sin ninguna posibilidad de mejora. Adicionalmente (ii) el médico debe
consultar, antes de realizarlo, con un comité creado especialmente para estos casos. De igual
manera (iii) el paciente debe tener mínimo 12 años.
157
6.2.11 De acuerdo con lo anterior, el derecho a morir dignamente inicialmente fue desarrollado
por decisiones judiciales. Al comienzo fue tratado desde la perspectiva penal y en casos
concretos, para después, en el 2001, ser desarrollado por el legislador. El cambio fue drástico
pues si bien existen elementos penales en la norma, su propósito no es exclusivamente
punitivo. Es también constitucional pues se trata de ofrecer garantías legislativas y avances
normativos para permitir que de manera autónoma las personas ejerzan sus derechos
libremente.
6.3 Estados Unidos de América: La Ley de la Muerte Digna del Estado de Oregón y otras
normas.
6.3.1 En este país, pocos Estados han despenalizado la eutanasia y tan solo algunos la han
reglamentado. De hecho, al igual que lo que sucedió en Holanda en sus inicios, el desarrollo del
derecho a morir dignamente se ha dado principalmente a través de fallos judiciales. Por
ejemplo, en el Estado de la Florida, tan solo se permitió la eutanasia pasiva de Terri Schiavo a
través de una sentencia. Recientemente el debate se reabrió con ocasión del caso de Brittany
Maynard. Los hechos de estos casos se enmarcaron dentro del concepto del suicidio asistido.
Lo importante es que por el modelo de organización política de ese país, cada Estado tiene
cierta autonomía normativa que le permite penalizar o despenalizar esa práctica. De allí que en
este capítulo la Sala abordará tan solo el tratamiento legislativo que le han dado algunos
Estados.
6.3.3 Así las cosas, el suicidio asistido es permitido en el Estado de Oregón (USA) siempre que
(i) el paciente sea una persona adulta (ii) mentalmente competente y, finalmente, (iii) si la
enfermedad diagnosticada no permite pronosticar más de seis meses de vida. Solo si concurren
estas tres condiciones, la persona podrá solicitar al médico su ayuda para morir y este, si lo
realiza, no cometerá delito alguno. A pesar de la sencillez de la norma, involucra aspectos de
indispensable complejidad. De allí que el objetivo subsiguiente sea el de regular aspectos como
la garantía de voluntad del paciente.
6.3.4 En ese sentido, el procedimiento para asegurar la voluntad del paciente y evitar abusos,
como conductas delictivas, es regulado con mayor detalle. En efecto, en la norma existe un
gran número de medidas preventivas que buscan impedir malas prácticas. Así pues, cuando el
paciente se haya decidido someterse a un procedimiento de muerte digna debe comunicarlo a
su médico tratante. Posteriormente, el enfermo, 15 días después, debe ratificar su
158
manifestación donde indica su deseo de morir, y entregarle un documento por escrito en el cual
expresa su voluntad. Seguidamente, 48 horas después, el medico está autorizado a suministrar
un fármaco para cumplir con su petición de morir con dignidad. Vale anotar que este
procedimiento está integrado por distintas opiniones médicas y actuaciones públicas. Su
propósito es doble: garantizar que el consentimiento del paciente sea libre, certero, informado,
y, por otro lado, dar la mayor publicidad posible a estas prácticas para evitar abusos. Incluso,
dentro de un determinado plazo, los galenos deben rendir informes de sus prácticas.
6.3.5 Otro Estado que reguló esta clase de procedimientos fue el de la Florida. Fue allí en
donde se dio una gran discusión sobre la posibilidad de practicar la eutanasia a pacientes
terminales. Todo con ocasión del caso de Terri Schiavo que ya fue reseñado en párrafos
anteriores, quien fue conectada a aparatos artificiales durante más de quince años sin mejoría
alguna. Su esposo solicitó a las autoridades judiciales en 1998 la desconexión de su esposa.
Sin embargo, los padres de Terri se encontraban en desacuerdo. Luego de muchos años de
discusiones y disputas, en el 2005, los jueces tomaron la decisión de permitir que la paciente
fuera desconectada, quien moriría dos semanas después por desnutrición y deshidratación. Fue
un típico caso de eutanasia pasiva.
6.3.6 A partir de ese caso, la opinión pública retomó estas discusiones y en su gran mayoría
estuvieron de acuerdo con que la voluntad del paciente debía primar en estos eventos, a pesar
de prohibiciones legales expresas e incluso de tipos penales sancionadores. Sin embargo, la
principal crítica que despertó este caso fue la disparidad de legislaciones y regulaciones pues al
existir diferentes normas en distintos Estados, se creaba un estado de desigualdad entre sus
habitantes. Pese a ello, no dejó de ser un caso muy importante para la posterior
despenalización de la eutanasia en otras partes de los Estados Unidos.
Por ejemplo, en el Estado de Texas existe un Código de Salud y Seguridad el cual contiene, en
su capítulo 166, la ley de cuidado fútil. Dicha norma permite practicar la eutanasia pasiva al
desconectar los equipos que mantienen artificialmente con vida a los enfermos. Así, entre otras
cosas, se debe informar por escrito a la familia del paciente por parte del hospital sobre el
proceso de decisión del comité de ética, así como dentro de las 48 horas siguientes, convocarla
para tomar una decisión conjunta. De igual manera, si no se logra un acuerdo, el comité deberá
enviar al paciente a una institución que acepte hospitalizarlo y brindarle los tratamientos
solicitados por su familia. En caso de que se logre un acuerdo, podrán desconectar al paciente.
La decisión del comité de ética es discutible ante los jueces. Aunque esta ley está vigente
desde 1999, solo hasta el año 2005 un juez autorizó retirar el respirador a un paciente. La
situación particular era que se trataba de un menor de edad de seis meses que sufrió una
enfermedad genética denominada displasia tanatofórica.
6.4 Bélgica. La terminación intencional de la vida a parir de una petición voluntaria, inmediata y
reiterada del paciente en la legislación Belga.
6.4.1 Este es otro país donde se ha regulado con grandes avances el derecho a morir
dignamente. La eutanasia fue despenalizada en el año 2002, poco tiempo después de que
Holanda lo hubiera hecho, y a partir de ahí las discusiones para ampliar las hipótesis en las que
procede no han parado de surgir. La ley Belga define la eutanasia como “la terminación
intencional de la vida de otra persona, a solicitud de quien se verá privada de la vida”. De allí
que sea posible distinguir varios supuestos legales en los que dicha conducta no será
considerado delito.
159
6.4.2 Así las cosas, el paciente debe ser mayor de edad o menor emancipado. Pero además,
deberá tener capacidad legal y de conciencia al momento de realizar su petición. El objetivo es
blindar la autonomía incluso, de interferencias propias que puedan alterarla. De allí que la
misma norma exija que la petición debe ser voluntaria, meditada y reiterada. No basta
manifestarla una sola vez y se verá viciada si media algún tipo de presión externa al paciente.
Incluso, la norma prevé el sufrimiento como una forma de alterar la voluntad del enfermo.
Igualmente, la legislación belga no distingue entre estado terminal del paciente o enfermedad
crónica. Se trata de no restringir las posibilidades con reglas estrictas que posteriormente
pueden ser fácilmente controvertibles.
6.4.5 Con el objeto de regular y especialmente controlar estas prácticas, la ley belga creó una
“Comisión Federal de Control y de Evaluación”. Dicha comisión tiene la misión de dotar de
transparencia esos procedimientos médicos. Está integrada por 16 expertos interdisciplinarios
que son designados por sus conocimientos y experiencia. Algunos son abogados, la mayoría
médicos, otros psicólogos e incluso existen miembros de la sociedad civil representada por
organizaciones sociales.
Algo muy importante de esta ley que la distingue de la norma holandesa, es que incorpora
disposiciones procesales que tienen que ver con otro tipo de situaciones jurídicas. Por ejemplo,
en su artículo 15 establece que la muerte ocurrida en estas condiciones se entenderá que fue
natural, para efectos de negocios o cláusulas procesales, de sucesiones, o incluso de seguros
de vida.
6.5 Conclusiones
6.5.1 En síntesis, el derecho comparado aporta unos criterios de razonabilidad para regular el
derecho a morir dignamente. A partir de la reseña efectuada, se pueden extraer las siguientes
conclusiones. La muerte digna fue reconocida por diversas fuentes normativas. En algunos
Estados la discusión fue pública y se despenalizó la eutanasia a través de mecanismos de
democracia directa como referendos. Otra alternativa fue directamente la vía legislativa. Sin
embargo, en la gran mayoría de casos la dimensión subjetiva del derecho a morir dignamente
se dio a través de decisiones judiciales. Así, los jueces optaron por dos vías. En primer lugar,
aceptar que existe una correlación muy estrecha entre el derecho a la vida, a la dignidad
humana y a la autonomía personal. Así, desde una interpretación sistemática de los derechos
fundamentales, sostuvieron que era posible que una persona decidiera autónomamente, bajo
ciertas circunstancias, provocar su propia muerte. Es de allí que nace el derecho a morir
dignamente. En segundo lugar, los jueces, ante la tensión existente, decidieron despenalizar la
eutanasia como una manera de garantizar la vigencia de los derechos constitucionales. Así, la
penalización de esta práctica médica se convertía en un obstáculo. No obstante, la
160
despenalización no fue absoluta. Se establecieron unas condiciones sin las cuales provocar la
muerte de una persona sería igualmente considerado un delito.
6.5.3 En ese mismo sentido, finalmente, el papel que jugó la reglamentación de las prácticas
eutanásicas fue muy importante para garantizar la voluntad del paciente. Así, la autonomía
individual sería el pilar fundamental en las leyes expedidas. De allí que su protección se haya
dado a través de dos criterios o principios. El primero, la primacía de la autonomía de la
voluntad. Consistió, básicamente, en que la decisión del paciente prima por encima de la
voluntad de cualquier otro individuo, incluyendo su familia o sus médicos tratantes. De allí que,
incluso, se presuma la capacidad psicológica del paciente al manifestarla. De otro lado,
segundo criterio o principio, radica en la protección jurídica de esa autonomía. Los legisladores
optaron por blindar la voluntad al punto de, por ejemplo, crear comités de seguimiento de estos
procesos, y exigir que la manifestación de voluntad del paciente sea reiterada y sostenida. De
igual forma, una edad y consciencia mental determinada (en algunos casos no).
6.5.4 Como se puede apreciar, la existencia de una reglamentación es muy relevante en estos
procesos. Sin normas claras y procedimientos precisos, los médicos no sabrán con exactitud
cuándo están cometiendo un delito y cuándo concurriendo a la satisfacción de un derecho
fundamental, pues a pesar de que exista una despenalización judicial, de ahí no se sigue la
necesaria claridad y certeza para los especialistas. Esa delimitación jurídica también es
beneficiosa para los pacientes pues en esos casos se trata de remover barreras materiales para
que sus derechos se vean realmente materializados.
7.1 Carencia actual de objeto por daño consumado. Lineamientos para garantizar el derecho a
morir dignamente.
161
7.1.2 En el caso concreto, la señora Julia falleció en el trámite de la presente acción de tutela.
Sin embargo, la Sala considera que ese hecho no es suficiente para dejar de pronunciarse
sobre el fondo del asunto, especialmente porque deben fijarse algunas reglas relativas al
procedimiento de eutanasia como forma de garantizar el derecho a morir dignamente y evitar
que ante la ausencia de legislación aplicable, se diluyan las garantías fundamentales de las
personas que deciden tomar esta decisión. Para ello se hará brevemente una referencia al caso
examinado y posteriormente se dictarán algunos criterios que deberán ser tenidos en cuenta en
hechos futuros por los sujetos que deban intervenir en este tipo de prácticas médicas.
7.1.3 En relación con el caso de la Señora Julia, la Sala estima que existió una violación a sus
derechos fundamentales por parte de la EPS, así como de los médicos tratantes. De acuerdo
con los hechos planteados, la peticionaria padecía una enfermedad terminal que le causaba
intensos dolores, motivo por el cual solicitó en varias ocasiones a su médico tratante que le
practicara la eutanasia como única forma de dar fin a su sufrimiento. En esas mismas
oportunidades el médico y la EPS negaron la práctica de la eutanasia, por dos razones
principales. La primera, porque no existe una forma para verificar que la señora Julia sufría de
un intenso dolor, ya que esos son asuntos que le compete determinar a su médico y ante la
indeterminación del dolor, difícilmente se sabe si la manifestación de voluntad de la paciente es
libre e informada. Indicaron que esos conceptos son relativos y que, como segunda razón, el
legislador no ha expedido una Ley estatutaria que defina ni los procedimientos ni los criterios
para realizar esta clase de eventos.
7.1.4 Luego de analizadas las pruebas que reposan en el expediente, la Sala no encuentra
justificación constitucionalmente válida a la negativa de la EPS de practicar la eutanasia a la
señora Julia. En efecto, del caso se desprende que se cumplen con todos los requisitos que,
por un lado, eximen de responsabilidad penal a quien provoque la muerte, pero también, por
otro, estructuran las causales para que se esté en presencia de una obligación derivada del
derecho fundamental a morir dignamente. La ausencia de legislación no constituye razón
suficiente para negarse garantizar los derechos de la peticionaria. La Sentencia C-239 de 1997
si bien dejó en manos del Legislador la regulación del tema, sostuvo que cuando una persona
que: (i) padezca una enfermedad terminal que le produzca sufrimiento y que (ii) manifieste su
voluntad de provocar su muerte, (iii) deberá practicársele algún procedimiento médico,
normalmente eutanasia, realizado por un profesional de la salud, que garantice su derecho a
morir dignamente. Así, el precedente constitucional vigente para la época de la negativa era
suficiente para proteger el derecho a morir dignamente de la señora Julia. En el caso concreto,
a pesar de cumplirse con esos presupuestos la paciente murió esperando que le practicaran el
procedimiento.
Advierte la Corte que en casos como el examinado, la ausencia de una regulación del derecho
a morir dignamente se convierte en una barrera para su materialización. Por ese motivo,
considera la Sala que, en aras de garantizar el goce efectivo del derecho fundamental analizado
en esta providencia, se darán algunas pautas normativas para facilitar su ejercicio, sin perjuicio
de que el Congreso de la República en desarrollo de la cláusula general de competencia en
materia legislativa que le adscribe la Constitución, y tomando en cuenta las directrices trazadas
en esta decisión, proceda su regulación.
162
poner fin a su vida, lo que en últimas significó imponerle la obligación de vivir en condiciones
que ella consideró indignas. Así las cosas, se ha de concluir que en el presente caso se
configura la carencia actual de objeto por daño consumado, el cual se originó en la violación del
derecho de la accionante a decidir cómo y cuándo morir y se concretó en su imposibilidad de
finiquitar el dolor que experimentaba por medio del procedimiento que consideraba más
adecuado para el efecto.
7.2 Presupuestos para hacer efectivo el derecho a morir dignamente, mientras el Congreso
regula la materia.
7.2.1 A partir de lo expuesto, lo primero que hay que decir es que el procedimiento para
garantizar el derecho a morir dignamente puede ser múltiple. En algunos casos, la fórmula no
será la eutanasia sino otro que se ajuste a la voluntad del paciente. Por ejemplo, cuando el
enfermo padezca dolores insoportables pero su decisión no sea en lo absoluto terminar con su
vida, los cuidados paliativos serán la alternativa. Sin embargo, en vista de la ausencia de
legislación aplicable al caso, esta Corporación, con base en lo reseñado en la parte
considerativa de esta providencia, fijará algunos lineamientos tendientes a materializar el
derecho a morir dignamente.
7.2.2 En la Sentencia C-239 de 1997, la Corte puntualizó que la enfermedad que padezca el
sujeto no solo debe ser terminal, sino además producir intensos dolores que causen sufrimiento
al paciente. Este requisito debe verse desde dos puntos de vista: uno objetivo y el otro
subjetivo. El objetivo implica que la enfermedad debe estar calificada por un especialista. No
basta con que el sujeto pasivo indique, sin mediar conocimiento técnico, que padece una
enfermedad terminal. En relación con este aspecto, la autonomía de la persona se restringe
pues lo que se persigue con ese requisito es delimitar la garantía constitucional e impedir usos
indebidos de la misma. En ese orden, la enfermedad debe ser calificada por un experto como
terminal, pero además, debe producir intenso dolor y sufrimiento.
Una vez se tenga certeza de que se trata de una patología terminal, adquiere relevancia el
elemento subjetivo, consistente en el dolor que cause sufrimiento intenso al paciente. Aunque
se pueda establecer médicamente que una enfermedad implica mucho dolor (aspecto objetivo),
limitar esa certeza a un concepto médico choca con la idea misma de autonomía y libertad de
las personas. Nadie más que el propio paciente sabe que algo le causa un sufrimiento de tal
envergadura que se hace incompatible con su idea de dignidad. Los dolores pueden ser
médicamente de muchas clases y la falta de acuerdo médico puede llevar a la vulneración de
los derechos del paciente. Aunque el papel del médico en estos procedimientos es
indispensable, no por ello es absoluto. De esta manera, será la voluntad del paciente la que
determine qué tan indigno es el sufrimiento causado, aunado a los exámenes médicos. No
pueden los médicos oponerse a la voluntad del paciente cuando quiera que objetiva y
subjetivamente su voluntad se encuentra depurada. Existe una prevalencia de la autonomía del
enfermo.
7.2.3 A partir de lo anterior, se sabe que el enfermo sufre de una patología terminal que le
causa sufrimiento intenso. Sin embargo, en criterio de esta Corporación debe además mediar el
163
consentimiento de la persona. Ese consentimiento debe ser libre, informado e inequívoco.
Sobre este punto, la Corte ya había dicho que el consentimiento del sujeto pasivo debe “ser
libre, manifestado inequívocamente por una persona con capacidad de comprender la situación
en que se encuentra. Es decir, el consentimiento implica que la persona posee información
seria y fiable acerca de su enfermedad y de las opciones terapéuticas y su pronóstico, y cuenta
con la capacidad intelectual suficiente para tomar la decisión”.
7.2.4 En esas condiciones, el consentimiento libre implica que no existan presiones de terceros
sobre su decisión. Lo determinante es que el móvil de la decisión sea la genuina voluntad del
paciente de poner fin al intenso dolor que padece. Además el con sentimiento debe ser
informado, motivo por el cual los especialistas deben brindar al paciente y a su familia toda la
información objetiva y necesaria, para que no se tomen decisiones apresuradas pues de lo que
se trata es de disponer de la vida misma del ser humano. Finalmente, el consentimiento tendrá
que ser inequívoco. Una decisión como la que aquí se construye lo que pretende, en principio,
es la protección de la vida del paciente y de su propia voluntad, por tanto, mediante este
requisito se busca asegurar que la decisión del paciente de provocar su muerte sea consistente
y sostenida, es decir, que no sea el producto de episodios anímicos críticos o depresivos.
7.2.5 Con el propósito de garantizar que el consentimiento vertido esté revestido de los
anteriores atributos, se prevén los siguientes dispositivos: Primero, (i) la creación de un comité
científico interdisciplinario de acompañamiento al paciente y su familia, durante el proceso. Para
el efecto, la Corte ordenará al Ministerio de Salud que imparta una directriz a todos los
hospitales, clínicas, IPS, EPS, y en general a los prestadores del servicio de salud para que
conformen un grupo de expertos interdisciplinarios que cumplirán varias funciones cuando se
esté en presencia de casos en los que se solicite el derecho a morir dignamente. Entre otras
labores que determine el Ministerio, el comité deberá acompañar a la familia del paciente y al
paciente en ayuda sicológica, médica y social, para que la decisión no genere efectos
negativos en el núcleo familiar, ni en la situación misma del paciente. Esa atención no puede
ser formal ni esporádica sino que tendrá que ser constante, durante las fases de decisión y
ejecución del procedimiento orientado a hacer efectivo el derecho. Además, dicho comité
deberá ser garante y vigilar que todo el procedimiento se desarrolle respetando los términos de
esta sentencia y la imparcialidad de quienes intervienen en el proceso. Igualmente, en caso de
detectar alguna irregularidad, deberá suspender el procedimiento y poner en conocimiento de
las autoridades competentes la posible comisión de una falta o de un delito, si a ello hubiere
lugar.
7.2.6 La segunda forma es (ii) a través de un procedimiento en el que se blinde la decisión del
enfermo. Este punto fue objeto de pronunciamiento en la Sentencia C-239 de 1997, cuando
indicó lo siguiente:
“Por ejemplo, bien podría el Estado exigir que la petición sea expresada en más de una
164
ocasión, y luego de transcurrido un término razonable entre las mismas. Podría
también considerarse la posibilidad de que en todos los casos se contara con una
autorización judicial, a fin de asegurar la autenticidad del consentimiento y garantizar
que todos los intervinientes se preocupen exclusivamente por la dignidad del enfermo.
Igualmente la ley podría ordenar que, previa a la última petición, la persona atienda a
una reunión con un equipo de apoyo que le explique integralmente su situación y le
ofrezca todas las alternativas posibles distintas a la opción de morir”.
7.2.7 Siguiendo esos lineamientos, cuando se constate que la persona padece de una
enfermedad terminal que le causa dolores intensos, la persona tendrá derecho a manifestar su
deseo de morir. Esa voluntad será recibida por el médico quién convocará al comité científico
interdisciplinario para que comience su actividad. Una vez sea expresada la intención de morir,
garantizando lo inequívoco del consentimiento, el médico o el comité deberá en un plazo
razonable (criterio de celeridad) que no podrá ser superior a diez (10) días calendario, preguntar
al paciente si su intención continúa en pie. En caso de que así sea, el procedimiento será
programado en el menor tiempo posible, que no podrá ser superior a lo que el paciente indique
o máximo quince (15) días después de reiterada su decisión. En cualquier momento el enfermo
podrá desistir de su decisión y con ello, activar otras prácticas médicas como los cuidados
paliativos en los términos de la Sentencia C-233 de 2014.
7.2.8 Igualmente, el consentimiento puede ser previo, posterior, formal o informal. Será previo
cuando antes de sufrir el suceso patológico, formal o informalmente, la persona manifiesta por
cualquier medio su deseo de que le sea aplicado algún procedimiento para garantizar su
derecho a morir dignamente. Por el contrario, será posterior cuando la voluntad se manifieste
luego de ocurrido el suceso patológico. En el mismo sentido, la voluntad podrá ser expresada
formal (por ejemplo por escrito), así como también informalmente (de manera verbal).
7.2.9 De otro lado, el consentimiento también puede ser sustituto. Esta manera de manifestar el
consentimiento ocurre cuando la persona que sufre de una enfermedad terminal, se encuentra
en imposibilidad fáctica para manifestar su consentimiento. En esos casos y en aras de no
prolongar su sufrimiento, la familia, podrá sustituir su consentimiento. En esos eventos, se
llevará a cabo el mismo procedimiento establecido en el párrafo anterior, pero el comité
interdisciplinario deberá ser más estricto en el cumplimiento de los requisitos.
7.2.10 Una vez garantizado el derecho a la muerte digna, el comité interdisciplinario apoyará a
la familia del paciente en todo lo que tiene que ver con asistencia sicológica, médica, legal, etc.
Así mismo, el Comité deberá enviar un documento al Ministerio de Salud, en el cual reporte
todos los hechos y condiciones que rodearon el procedimiento a fin de que el Ministerio realice
un control exhaustivo sobre el asunto. De igual forma, el Ministerio deberá elaborar un protocolo
médico consensuado con la academia médica, psicológica, jurídica, y las organizaciones
sociales, que sugiera a los médicos cuál es el procedimiento técnico a utilizar en estos casos.
Dicho protocolo no podrá definir ni el contenido del derecho fundamental a la muerte digna, ni
obligaciones adicionales a las establecidas en esta providencia.
7.2.11 Conforme a lo establecido en esta providencia, los médicos y los prestadores de salud
en general, son los principales obligados respecto de la aplicación de los procedimientos
orientados a hacer efectiva la voluntad del paciente de ejercer su derecho a morir dignamente.
No obstante, en el caso de los profesionales de la salud encargados de intervenir en el
procedimiento, las convicciones personales que eventualmente puedan oponer al cumplimiento
165
de este deber, no pueden constituirse en un obstáculo para la plena vigencia de los derechos
fundamentales del paciente. Si se presenta esta eventualidad, dentro de las veinticuatro (24)
horas siguientes al momento en que el médico, por escrito, argumente sus razones por las
cuales realizar el procedimiento va en contravía de sus convicciones personales, deberá
reasignarse otro profesional de la salud para que realice el procedimiento. En todo caso, si se
presentan dificultades fácticas que impidan que el paciente pueda cumplir con su voluntad, la
acción de tutela siempre será el mecanismo adecuado para superar las barreras que se puedan
generar.
(iii) Criterios que deberán tenerse en cuenta en la práctica de procedimientos que tengan
como propósito garantizar el derecho fundamental a la muerte digna
7.2.12 A partir de las anteriores reglas, los procedimientos para la garantía del derecho
fundamental a morir dignamente deberán atender a los siguientes criterios:
• Prevalencia de la autonomía del paciente: Los sujetos obligados deberán analizar los casos
atendiendo siempre a la voluntad del paciente. Solo bajo situaciones objetivas e imparciales, se
podrá controvertir esa manifestación de la voluntad.
• Oportunidad: se encuentra en conexión con el anterior criterio e implica que la voluntad del
sujeto pasivo sea cumplida a tiempo, sin que se prolongue excesivamente su sufrimiento al
punto de causar su muerte en condiciones de dolor que, precisamente, quiso evitarse.
• En todo caso, esta providencia deberá ser interpretada con base en los criterios adicionales
previstos en la Sentencia C-239 de 1997.
7.2.13 Por las razones expuestas, la Sala declarará la carencia actual de objeto por daño
consumado, no obstante, con base en las consideraciones efectuadas en esta decisión proferirá
algunas órdenes a fin de hacia el futuro no se vuelvan a presentar situaciones como la que dio
origen a esta sentencia. De igual manera, exhortará al Congreso de la República para que
proceda a regular el derecho fundamental a morir dignamente, tomando en cuenta lo
establecido por esta providencia.
DECISIÓN
RESUELVE:
166
PRIMERO: LEVANTAR la suspensión de términos decretada mediante auto de fecha cinco
(05) de febrero de dos mil catorce (2014).
SEXTO: Por Secretaría General, líbrense las comunicaciones previstas en el artículo 36 del
Decreto Ley 2591 de 1991.
167