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Palabras alusivas para el 20 de junio

Es difícil hablar de alguien que ya no está, de quien cambio su


vocación de abogado para ocupar el cargo que su patria le ofrecía y aun así,
pudo decir años mas tarde en una de sus cartas: “no busco gloria sino la
unión de los americanos”.

Hablar de un hombre que por todo premio a sus gloriosas victorias en


los campos de Salta y Tucumán. Solo pidió poder fundar escuelas donde se
enseñara a respetar los derechos del hombre.

Hablar de un hombre junto a quien marcho todo el pueblo jujeño


durante el éxodo, destruyendo sus pertenencias para no dejar nada que el
enemigo pudiera utilizar.

Hablar de un hombre que no replegó su fuerza a pesar de la derrota.

Hablamos entonces, no de un hombre común, sino de uno cuyo


destino signo y dirigió miles de destinos; de alguien sobre cuya espalda
cayo la enorme responsabilidad de comandar hombres de batallas y
acumular resonante triunfo.

Normalmente, asignamos la figura de Belgrano con la creación de un


símbolo patrio: la Bandera; porque un 27 de febrero de 1812. En orillas del
Río Parana, sin pedir permiso a sus superiores, se celebro la ceremonia de
la Bandera.

Formada la tropa, Belgrano desvaino la espada y dijo: “este será el


color de nuestra divisa, con que marcha el combate, los defensores de la
patria”.

Es así que hoy, hacia donde miremos ella está, acobijándonos. Cielo
y nube que se besan, que se juntan, que nos obligan a seguir luchando,
como lo hicieron Belgrano y tantos hombres, por una patria justa, libre y
soberana.

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