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Los bebés recién nacidos dan la impresión de ser desvalidos e ignorantes. Para el
observador casual, aparentemente no hacen más que dormir, comer y llorar. No
obstante, los psicólogos del desarrollo han descubierto que los recién nacidos presentan
una serie de facultades antes insospechadas. Por ejemplo los bebes de una semana de
nacidos ya puedes diferenciar la voz de su madre de la de las otras mujeres, además de
imitar gestos faciales sencillos. Los infantes aparentan estar ´´sintonizados´´
perceptualmente a las imágenes y sonidos de su medio ambiente a una edad
notablemente temprana.
Los recién nacidos llegan al mundo equipados con diferentes respuestas innatas
llamadas reflejos. Muchos de estos son esenciales para la vida como los que controlan la
respiración (tos, estornudos y bostezos) y los relacionados a la alimentación (succión,
tragar). Otros como el reflejo de Babinsky (en el que los dedos de los pies se separan
cuando se toca el pie) aparentemente no sirven para nada.
Cuando los bebés tienen 7 o 8 meses ya han desarrollado el apego a la madre y quizás
también a una o dos personas que les sean familiares. La tendencia al desarrollo de
vínculos de este tipo es una característica universal de los bebés. Existen dos tipos de
apegos: el apego seguro, cuando el cuidador demuestra cariño, protección,
disponibilidad y atención a las señales del bebé, lo que le permite desarrollar un
concepto de sí mismo positivo y un sentimiento de confianza; y el apego inseguro,
cuando el cuidador tiene carencias en lo que respecta al cuidado que debería dar o el
tipo de relación que debería ofrecer.
El bebé que a los 12 meses no se ha apegado de manera segura con la madre corre un
riesgo superior al promedio de tener diferentes problemas posteriormente. Los bebés
cuyo apego es seguro tienen más probabilidades de ser amigables y cooperativos y los
de apego inseguro es probable que sean agresivos, impulsivos o excesivamente
dependientes y apegados a su madre.
LA ADOLESCENCIA
Entre los 11 o 12 años, los niños llegan a la última etapa del desarrollo cognoscitivo: la
de las operaciones formales, adquiere el pensamiento proposicional, el cual le da la
capacidad de pensar de manera abstracta y con frecuencia muestran un razonamiento
hipotético – deductivo, que les permite verificar un conjunto de posibilidades mediante
el uso de métodos experimentales.
Este periodo también es conocido como la época de “las tormentas y el estrés”, ya que
los adolescentes fluctúan entre extremos estados emocionales, por ejemplo pasar de la
diligencia a la pereza.
Los adolescentes no solo deben adaptarse a cambios físicos, sino que van rompiendo los
vínculos de dependencia emocional con sus padres y comienzan a actuar con mayor
autonomía, además, entablan vínculos más sólidos con su entorno, van descubriendo su
propia identidad y consolidando una idea de sí mismo y por tal una autoestima la cual
debe ser razonablemente elevada para asegurar una óptima salud mental; estos cambios
suelen asociarse con la madurez emocional.