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En botánica, el pétalo es un antófilo que forma parte de la corola de una flor. Es la parte
interior del perianto, el cual comprende las partes estériles de una flor. En una flor "típica" los
pétalos son llamativos y coloreados, y rodean las partes reproductivas. El número de pétalos
en una flor es indicativo de la clasificación de la planta: dicotiledóneas, que típicamente tienen
cuatro o cinco pétalos; y monocotiledóneas, que tienen tres o algún múltiplo de tres pétalos.
La función principal de los pétalos o de la corola es la de atraer los polinizadores.1
Existe una considerable variación en la forma de pétalos entre plantas. Los pétalos pueden
estar unidos en la base, formando un tubo floral. En algunas flores, el perianto entero forma
una taza (llamada tubo de cáliz) rodeando el gineceo, con los sépalos, pétalos,
y estambres unidos al borde del cáliz.
Las flores de algunas especies carecen o han reducido mucho sus pétalos. Son
llamadas apétalas. Ejemplos de flores con periantios muy reducidos pueden ser vistos entre
las gramíneas. Esto es característico de plantas polinizadas por el viento que no necesitan
atraer a polinizadores.
Anatomía[editar]
La estructura de tépalos y pétalos es similar a la de los sépalos. Las paredes de las células
epidérmicas frecuentemente son convexas o papilosas, especialmente en la cara adaxial. En
muchos pétalos, como los de Brassica napus, las papilas son cónicas, con un engrosamiento
cuticular marcado en el ápice, y estrías radiales hacia la base. Se ha sugerido que estos
engrosamientos permiten una difusión pareja de la luz emergente, de manera que el brillo de
los pétalos es uniforme en cualquier ángulo de iluminación.
Algunas células epidérmicas de los pétalos son osmóforos, contienen aceites esenciales que
imparten la fragancia característica a las flores. El mesófilo generalmente no
presenta parénquima clorofiliano, sino parénquima fundamental.