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LA UNIVERSITARIA
CAPITULO I
prepararse aquellos temas, tan nuevos para ella, pero tan necesarios
Las noticias que le habían dado en su casa este último fin de semana,
sus estudios.
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Sin poder contar con los escasos medios que le proporcionaba su
paseo, más tarde seguiría estudiando, ahora quizás tomara un café con
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Le dijo a la recepcionista que quería ver a Paloma, pero esta le
pasar al despacho.
Paloma era una mujer de gran belleza, espectacular podría decirse, a sus
sus ojos del mismo color, grandes y rasgados hacia sus sienes, su rostro
Vestida con un suéter azul claro, muy ajustado a sus grandes pechos
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Se besaron y Paloma, pasó su brazo derecho sobre los hombros de
quepa la menor duda de que haré lo que pueda; pero sabes que el
acuerdo?
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fue, que me quedé sin ingresos, en los comienzos de mis estudios
que ella les proporciona clientes que las requieren para fiestas,
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- Solo con quien quieras; ten en cuenta que a mí me daba
quien y cuanto.
para estudiar.
pensaría y que no diría nada a nadie ; tomó el camino del parque para
caminaba por el parque, recordó que su amiga Adela vivía allí cerca;
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La verdad es que el bloque de pisos en el que vivía su amiga, dejaba
pintura y poca limpieza, unas escaleras que discurrían entre dos bloque s
Salió su amiga a abrirle la puerta, Adela traía puesta una bata y una
- ¡Que alegría tía! Estaba deseando verte Cristina ¿Qué te trae por
mi “chabolo”?
mísera vida que llevo, tengo que trabajar todos los días, nueve o
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es posible, la que te diga lo contrario, te está engañando; si lo
tiempo ni dinero.
Paloma, de su cuerpo espectacular; era cierto que llevaba una ropa cara
y que ella sabía sacar partido a lo que la naturaleza le había dado, pero
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verde intenso, muy rajados y expresivos, enmarcados en dos cejas finas
La ropa que llevaba, solo tapaba, cubría, no resaltaba nada; más bien,
parecía ofrecerlas.
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como cajera de un supermercado; aquella pesadilla llegó a despertarla,
Hubo otro sueño, este llegó cuando la mañana estaba ya cerca; quizás
traído por las primeras luces del día; en él, pudo verse estudiando en su
Las manos de aquel hombre era hábiles y expertas y sabían buscar los
por fin empleo sus labios y toda su boca, chupando y succionando como
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que al terminar, fue a ducharse al cuarto de baño; ella subió a la
Como siempre, tuvo que esperar turno para ducharse, luego regresó a
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con motivos florales y de plantas exóticas, puerta gruesa, remachada
que remataba una cancela de hierro forjado que daba acceso a la casa y
Tiró Paloma de una fina cadena, que hizo sonar una campana en el
que conservaba una buena presencia; sin duda rescoldo de lo que fue;
- ¡Dichosos los ojos que te ven Paloma! Cuanto tiempo sin vernos
¿Qué me traes?
toda tranquilidad.
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Una mesa muy funcional ocupaba la zona central del despacho; tras
- Esa es una buena razón querida; pero esto es como todo, una
ropa interior!
del que sacó una cajita con un conjunto de braga y sujetador, le dijo:
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- Creo Cristina, que estas serán de tu talla, debes tirar con mucho
ropa vieja, que en nada la favorecía; luego se colocó la nueva muda que
mucho más claro que las que ella llevaba, de color carne , conseguían
aún! Puede incluso que tenga por ahí algo que pueda servirte.
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- No te preocupes de esto ahora; esto es como un uniforme de
más.
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- Eso me parece muy bien Remedios ¿Dónde tengo que hacerme las
fotografías?
- Las fotografías te las haré yo; nadie más debe intervenir en esto;
lo que debía resaltar de la niña, fotografió sus pechos, sus nalgas, sus
enmarcado entre sus grandes nalgas y sus muslos; para ello se ayudó
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CAPITULO II
- ¡Dime Remedios!
- Allí estaré.
eso significaba.
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A las cuatro en punto, llamaba Cristina a la puerta de la casa; tiraba de
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mostré ayer, tus fotografías, se declaró muy interesado; tanto que
¿Te gusta?
- Claro niña, las propinas me las dejan también a mí, pero son para
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- Por supuesto que te ayudaré, pero no tengas prisa; por eso elijo
con mucho cuidado los que van a ser tus primeros trabajos;
yo te iré corrigiendo.
propio; así debe ser, tú debes mostrarle estar sintiendo placer, sin
cafetería de su hotel.
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para la empresa, a las órdenes de Manolo; pero este esperaba de ella
Remedios, por una cliente muy importante, que les traía a elegantes
familia, en la escasez.
Un traje de chaqueta azul claro, con una falda ajustada a sus amplias
pecho por un lazo del mismo color que dejaban mostrarse bajo su tejido
fino, a dos enormes pechos que luchaban por salir; que conseguían
había traído puesta, que también era nueva, del día anterior; hasta la
ropa interior la llevaba nueva, a juego con la falda y con la blusa, unas
escuetas bragas, que apenas tapaban nada, más bien resaltaban cosas,
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consejos e instrucciones, que le serían útiles, desde modales, hasta
cien metros de allí, así que irían dando un paseo; Manolo le ofreció su
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- Vamos a ser ocho, al menos eso creo, si no hay sorpresas; debes
hacer algo de amistad con una tal Carmen, una señora de unos
a ti; si quiere quedar contigo para tomar algo otro día, dale
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Comenzaron a servir algunas copas y las conversaciones comenzaron
Cristina se diera cuenta de que eran ambos, a los que debía prestar
especial atención.
Tras los saludos, nada tuvo Cristina que hacer, Carmen se hizo sitio
Carmen en decirle por primera vez, que podían verse otro día.
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- No Cristina, enamorada no, eso no sé lo que es; solo te he dicho
puedo evitar que me gusten los hombres; unos más que otros.
conozco desde hace mucho más tiempo; hace unos cuatro meses,
agarraba con una mano, luego con la otra y aún quedaba espacio
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casi para otra; pero tan grueso, que con su dedo anular y pulgar,
sobre tu sexo; decía ella que nunca le habían hecho nada igual
contarle lo que había sucedido esa noche, fuera lo que fuera, aunque no
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Resultó agradable entrar en el hotel, el calor de su vestíbulo,
estoy acostumbrada.
barra; frente a la mesa, muy cerca, una pequeña pista de baile llena de
con la botella sumergida en agua helada con hielo y dos copas de fino
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cristal labrado; colocó la cubitera y sirvió dos copas, tras esto se marchó
un solo sorbo, Cristina fue mucho más parca y devolvió la copa sobre la
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estuvo relajada, la llevó hasta su pierna, donde comenzaba a marcarse,
cuerpo, tuvo que ser Manolo el que la sujetara con fuerza, para evitar su
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De nuevo la mano de Cristina se puso en tensión y agarró con tanta
Quiso que ella se desahogara, hasta que una vez terminado un largo
pequeño sillón.
así que tras tomar otra copa de cava y colocarse bien las ropas,
no era bueno llamar la atención ante las cámaras de los pasillos; así que
una vez ante la puerta de la habitación, sacó Manolo la tarjeta que abría
muchacha.
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Hizo Manolo, que, una vez desnuda, pusiera sus codos sobre la cama,
era su primo un par de años mayor que ella, fue el que la enseñó a
disfrutar del sexo cuando ella tenía trece años; en las calurosas siestas
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de los veranos que pasaban juntos, en casa de sus abuelos; pero estas
la cama; ambos durmieron hasta que los despertó el sol, que penetraba
Por la tarde, ya casi de noche, tras salir de clase, fue Cristina a ver a
yo te voy a dar ahora otro teléfono nuevo, para que sea solo entre
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- A parte de tu paga, te ha dado quinientos de propina y ha
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CAPITULO III
Al día siguiente; tras una sola noche, no esperó mucho doña Carmen,
parece bien?
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A las dos en punto, entró Cristina en la cafetería; allí, sentada en una
mesa, estaba Carmen; la ropa que traía hoy era mucho más llamativa
- Pues tuviste tú razón, pasé toda la noche con él; también tenías
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- Apenas he dormido esta noche, la verdad es que estoy
mucho más; así que tienes que ayudarme, haré lo que haga falta;
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- Pues escucha bien cual es mi idea; me traerías una copia completa
Carmen, que la bruja cobra por estas cosas; creo que son mil
mismo, a esta misma hora, traeré una copia del proyecto y los mil
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- Mañana a las dos, dalo por hecho, ahora disfrutemos del vino y de
las gambas.
las fotocopias.
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- Esta persona, no debe ver los documentos, no debe saber lo que
contiene el sobre.
de compaginar los estudios con su nuevo trabajo; así que debía saber
- ¡Gracias por venir Cristina! Aquí tienes la carpeta con el sobre que
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- Me apetece Carmen, es una hora muy adecuada para tomar una
fuera importante.
marcharon; cada una por su sitio, con la promesa de verse allí mismo al
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- No tendremos que esperar mucho, estoy esperando a un amigo
con ella; se supone que tengo amistad con una bruja, que te hará
entendido Manolo?
poyetes; allí tomó una gran cacerola puso agua y añadió una serie de
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productos que traía en unos frascos; fueron al menos tres frascos los
sacó un fino cuchillo, de doble filo, con el que abri ó el sobre sin
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respectivas noches; debes tener en cuenta, que la bruja ya te
habrá hechizado.
Cristina; antes de esa hora, me pasaré por aquí para dejar todo el
trabajo.
Al día siguiente, tras sus clases, a las dos en punto, entró Cristina en
estaba sentada en una mesa y frente a ella, una copa de vino blanco,
muy frío; tan frío, que la escarcha se depositaba como una capa
traes?
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- No tienes que hacer nada especial, deja que sea Manolo el que
aunque la que más prisas tenía era sin duda Carmen, que deseaba
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- No has comido mucho ¿Quieres algún postre, dime Carmen?
larga siesta.
Tras la comida y los cafés, dieron un corto paseo hasta el hotel; por el
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- Me apetece darme una ducha antes de ir a la cama; si quieres,
apartar sus ojos del miembro de Manolo, que presentaba una erección
tomado con el café, sin que Carmen pudiera apreciarlo; como sabía que
Manolo; hasta que terminó por arrodillarse frente a él, mientras los
eyaculación, así que la llevó a la cama; le indicó que pusiera sus manos
sobre ella y que mientras estaba de pie, le ofreciera sus grandes nalgas;
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caricias en su sexo con su mano izquierda; cuando comprobó que
con la sujeción de sus manos; podía verse desde atrás, como Manolo
Manolo abrazó con fuerza, con sus brazos, las caderas de Carmen,
duda por causa de la pastilla, pero a ella le daba igual, ignoraba esa
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sobre sus pies que se mantenían sobre la cama, al lado de las caderas
del hombre.
Esta vez, el orgasmo de Carmen, fue aún más ruidoso; agarrada a las
para salir de debajo, buscar una bata con la que cubrir su continuada
erección y llamar al bar, para que le subieran una botella de cava con
otra forma.
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Seguía Manolo presentando una enorme erección, pero estaba
perfección.
- Tenemos que vernos un poco más tarde, nos veremos a la una, así
tarde para nosotros, ahora nos damos una ducha y nos vamos.
explicándose Remedios.
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- Por mi parte, he dejado juntos, acaramelados, a Manolo y a
¿No te parece?
para ti sola; sin tener que dar explicaciones; tengo aquí una
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CAPITULO IV
mucho últimamente.
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- También ha subido tu sentido del humor niña; me alegro de eso;
gustará, ya lo verás.
más de veinte mesas, quizás menos, todo muy limpio y atendido por
La comida que allí se servía, era de las que suele comerse en las casas
coliflor, que solo con su olor, despertaban los más íntimos apetitos de
por delante.
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- Me alegro de que te lo tomes así; tengo un cliente muy especial
para ti, es algo diferente; solo puede servirme alguien como tú, ya
veremos si te decides.
otro, poco más de cuarenta; pero para satisfacerlos, hay que tener
- Sí, pero el viejo, solo mira, todo lo más una furtiva caricia, el que
asustar ya de nada.
platos, mientras les preguntaba si querían repetir, las dos dijeron que
no, por lo que la camarera les puso unos flanes de huevo como postre ;
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con las niñas vestidas de uniforme; muy posiblemente abusó de
una modista que nos echará una mano; te espero a las siete.
Las dos mujeres, acabaron su comida con un café; luego, cada una se
luego se fue a la facultad; quería asistir a sus clases hasta que llegara la
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enseguida apareció frente a la cancela la señora, que venía acompañada
por una falda a cuadros grandes, rojos, azules y otros mezcla de ambos
parte del uniforme, una camisa de color crudo, cerrada con botones.
podía abrochar todos sus botones; pero eso no era ningún problema, ya
arreglos, ya que era tan corta, que no llegaba a tapar sus nalgas; pero
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rápidamente se inclinó la costurera, comprobando que en el bajo de la
aprovechaba para mirar y tocar todo lo que pudo; luego, con alfileres,
supervisar.
llevándolo hasta el lugar justo, hasta donde tapaba toda la nalga; eso
de sus nalgas.
cuando explicó, que pensaba tenerlo todo, para el medio día siguiente ;
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- A las dos y media, estaré en tu casa, comeremos y estaré contigo.
salón por una barra de madera, como un pequeño bar; solo un pequeño
aparato de plasma, cosa que ella no había tenido hasta ese momento.
casa habilitada para tal fin; la camarera, las condujo a la misma mesa
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lechuga silvestre, también rúcula y rábanos; de segundo plato un
que tener en cuenta que la niña tenía trabajo fuerte esa tarde; sabía la
señora, lo pesados que podían llegar a ser los curas, sobretodo cuando
para ver que llevaba algo, solo podían verse sus poderosas nalgas y su
vello púbico, que se trasparentaba con claridad, tras el leve tejido de las
En camisa, con las bragas transparentes como única ropa y con tres
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conseguía disimular las exuberantes nalgas, que parecían querer salir
por todas partes; tuvo que ocuparse Remedios, de graduar la altura que
en ese arte, ella era una artista; una vez estuvo conforme con la altura
donde se le veía.
había adquirido Cristina; ahora sí parecía una colegiala; una niña muy
Los ojos del cura se abrieron como platos, al ver a Cristina ataviada
con el uniforme, su sorpresa fue tanta, que no podía creerlo; por una
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parte, si él hubiera visto esta niña en un colegio, no le hubiera calculado
parecido increíble para esa edad; pero sin duda, era el aspe cto que
inmejorable.
tapices del siglo trece y otras, que no consiguió apreciar Cristina; que
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mantenía erguida su cabeza, con la dignidad que da la inteligencia y la
vez mala, pero sin duda una niña; en ese momento entró su eminencia,
ataviado con su sotana negra; con unos ribetes en rojo, en los puños y
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- Quiero confesar padre; he pecado y solicito su perdón.
- Casi padre, casi; pero mis apetencias por los hombres, son tan
mayores?
suyo; hace ya dos años, un vecino con cuatro años más que yo,
mis muslos, luego mis nalgas y entre ellas, acariciaba mi sexo con
sus dedos.
excitaba por lo que contaba Cristina; tal era su agitación, que tuvo que
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- No te preocupes Pedro, estoy bien, deja a la niña que siga
que eyaculara.
mayor, quizás tuviera dieciocho años, tal vez más, trabajaba este
también había visto todos nuestros juegos, con los que yo tanto
miembro era mucho mayor y que sabía como utilizarlo; todo ello
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me proporcionó, fue indescriptible padre; tardé mas de media
obsesionado con la magnífica visión que podía observar, bajo las cortas
cubiertas por las finas y ajustadas bragas del color de la carne; que
entre sus magníficos muslos, que se mantenían algo separados entre sí.
- Alza las nalgas de la niña, baja sus bragas y poséela aquí mismo,
El cura, que estaba deseando, le hizo caso; alzó las nalgas de Cristina,
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comenzó a penetrarla, muy suavemente, con parsimonia y leves
encontró los testículos del cura, que colgaban libres entre las piernas de
bruces sobre el suelo, destrozando su nariz, que sonó como una nuez al
Tras una breve inspección, que incluyó una comprobación del pulso y
de la respiración; la cara del cura quedó blanca como la pared; sin duda
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- ¡Está muerto! ¡Vaya un problema! No toques nada Cristina, tienes
que irte; debes salir por donde hemos venido, te pones la capa y
te vas.
el gato la lengua.
- Si me das tres mil, mi boca será una tumba; pero debes ir mañana
tres mil euros y se los entregó a Cristina; esta lo cogió, se los introdujo
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encontrar la salida, ni la pequeña puerta por la que entraron; luego
- No, te pregunto, por que tú sabes lo que suele dar ¿Te ha dicho
algo más?
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CAPITULO V
Al salir de clase, eran casi las dos, la avisó su teléfono de que tenía un
nuevo la invitaba a comer; decía tener cosas que tratar con ella; así que
fuertemente unidas.
- Cierto, así que espero que me des más detalles; ahora comprendo
la buena propina que te dio; los curas suelen ser muy tacaños y
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- Así es niña; ahora espero que me des más detalles de lo sucedido.
- Claro que te los daré, pero tienes que prometerme que no le dirás
al cura, que te he contado nada; ante él, solo sabrás lo que has
Todo se lo contó con detalle Cristina; todo menos lo del dinero, eso
suponía, que era cosa suya y solo ella debía conocerlo; en ese momento,
siempre.
cierta frecuencia.
sola hasta la habitación del hotel; lo mejor que puedes hacer allí,
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- ¿Qué es lo que quiere exactamente de mí?
- ¿Cuánto pagará?
sorprenderá de ti.
- Tendrás que estar esta noche a las diez en su habitación del hotel;
pero discreta.
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mudas de ropa interior y sus útiles de aseo personal; lo suficiente y
su cliente; sin duda, cada vez era más profesional; cada vez le
dedicó una amplia sonrisa y la hizo pasar con premura, luego asomó su
alta que Trino, llamémosle Trino al político, que seguía nervioso y que
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cuerpo de Cristina; este atrajo su atención como atrae la muleta al toro;
Poco a poco, fue ganando confianza Trino, que se atrevió a hacer una
maletín, su portafolio; tomó una leve ducha y colocó sus útiles de baño
las bragas trasparentes y del color de la carne, que dejaban ver bajo su
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tenue tejido, su frondoso vello púbico, casi insultante, bajo el
que se quedaban al aire, bajo el corto camisón, apenas cubiertas por las
camarero, provisto con las bebidas y viandas que había pedido; las que
cena fría y el cava; también avivó su marcha, mientras le daba una corta
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No perdió detalle el político, del corto y espectacular desfile de
entre sus piernas; el final del oscuro canal, que llegaba desde el final de
provocativas, hechizantes.
consideraba transcendentes.
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tendencias; si no de las personas que viven de las ideas e
- Veo, que te resulta fácil pagar con la tarjeta; eso es bueno para
mí, me imagino que será legal; intentaré por todos los medios,
tenue camisón; podían verse con claridad sus grandes y turgentes tetas,
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sus amplias caderas, ceñidas por unas bragas también trasparentes, que
excitar; así que decidió Cristina, que lo mejor era desnudarlo y llevarlo
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central, que se introducía entre sus muslos, haciéndose más ancho, más
cualquier hombre, pero no a Trino, que procuraba tapar con sus manos
su sexo desnudo; tuvo que ser Cristina, que puesta de pie frente al
empeño, también le sirvió para ocultar una sarcástica sonrisa que sin
dijo al político:
déjame trabajar!
completo y se sentó tras él, pegada a sus espaldas, abrazándolo con sus
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- Te contaré alguna historia de pasión, que no apasionante,
y en mis caricias.
tendremos suficiente.
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- Después de acariciar mis pequeñas tetas, mis pezones, mis
lo que le gustaba y por ahí insistiría; sin duda a Trino le gustaban los
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- Cuando el muchacho estaba más excitado, tanto que acariciaba
pene; incluso en sus pequeñísimos testículos; así que decidió seguir por
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- ¿Era grande?
niña; fue entonces, cuando alzó mi falda, colocó mis manos sobre
poco a poco comencé a notar que penetraba, cada vez más; hasta
todo mi sexo.
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de propina; eso, para alguien como él es inconcebible ¿Cómo lo
haces?
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CAPITULO VI
No habían pasado más de dos días, desde la última vez que se vieron;
Como siempre, unos minutos después de las dos, estaba Cristina ante
de alguien en el zaguán.
donde ese día, le tenían preparado un plato muy especial; era la época
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Nunca había probado Cristina aquella exquisitez, de sencilla y
ser rentable; hay que tener en cuenta que este oficio, como todos
consigues sorprenderme.
- Está bien niña; esta vez es una mujer, además, una gran mujer, te
llamará la atención.
fueron breves pero intensos; también consiguió que el vino que sorbía
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- Esa mujer, piensa como un hombre , es un hombre en todos sus
- ¡Que bien me conoces! Está bien acepto ¿Dónde tengo que verme
con ella?
marchó; debía estar en la casa a las seis y media; solo tenía tiempo para
gustaba iniciar sus sesiones temprano, sin duda era una mujer de
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La casa de su nueva cliente, estaba en un viejo y clásico barrio de la
Aprovechó Cristina, que las tardes eran algo frescas, para colocarse
posibles admiradores, con los que sin duda, se hubiera cruzado por la
portón de madera labrada, vieja, algo rajada por el paso del tiempo y el
correcta.
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Solo entonces, se atrevió Cristina a entrar en el amplio, desmesurado
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Andaba Cristina interesadísima en la observación de obras de arte,
porte, casi tan alta como cristina, aunque más corpulenta, sin llegar a la
su negrísimo pelo.
que cubría sus piernas hasta unos centímetros por debajo de sus
rodillas y que tapaba sus grosezuelos brazos, hasta por debajo de sus
codos; sus manos, rematadas por largos y ágiles dedos, agarraron por
las obras de arte que andaban esparcidas por doquier; en aquella casa
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Cuando entraron en el dormitorio principal, le pareció a Cristina, que
una inmensa cama con colchón de agua que se mantenía templada, con
salita verde; allí, una encofiada criada, les había servido el té,
también la pintura.
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- En poesía, el que más consigue tocar mi fibra, ponerme los vellos
- Sabía eso que me dices, pero eso no influye en mi gusto por él,
opinas de la homosexualidad?
de un homosexual.
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- El principio general, es bastante sencillo, mis sentimientos y
impresionada, me hechizaste.
complicado.
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Cambió en ese momento Rufina el tema de la conversación,
- Cierto Rufina, o bien ese ser no es tan bueno como ellos dicen, o
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Disfrutaron ambas mujeres de la conversación durante un buen rato;
Rufina un paso por detrás, hasta que esta la cogió por la cintura y la
Sorprendida con las obras de arte , que poblaban las paredes de los
vino, un tinto de la rivera del Duero, reserva del noventa y cinco; sirvió
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primero solo un poco en la gran copa de Rufina, que lo probó y dio
pezones; primero los palpó con sus dedos y luego los besó, los chupó,
los lamió; dejando que su lengua jugase unos minutos con ellos,
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mientras observaba, de vez en cuando, la expresión de relajante placer y
satisfacción de la muchacha.
fuerza entre sus manos; luego la llevó hasta su boca y la olió, aspirando
a acariciar las nalgas de Cristina, besaba sus caderas y por fin se decidió
hembra, a mujer.
Tras algún minuto, en el que estuvo extasiada con los olores y sabores
piernas, para permitir que los dedos de la señora, pudieran acariciar sus
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hombros; todo con mucha suavidad y deleitándose en ello; luego se
sentada, de esa forma enjabonó sus caderas, sus nalgas, sus piernas e
Tras secarse con una gran toalla, Rufina fue has el armario y sacó un
especie de culote.
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Mientras Cristina continuaba desnuda, tumbada sobre la cama, a
película, en la que podía verse una playa y sobre la arena dorada, casi
atención en uno que le gustaba más que los demás; mientras, Rufina, se
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escuchar algún ruido gutural en la garganta de la muchacha, mientras
Rufina la poseía con fuerza y acariciaba con sus manos las desnudas
Una de las veces en que más se excitó Cristina, fue con una corta
que él; el macho, pesaría cuatro o cinco veces más que la joven hembra
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y el miembro del macho era tan grande como un tronco de árbol, pero
verdaderamente impensable.
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CAPITULO VII
viento de poniente y aquella fina lluvia que castigaba sus piernas, por
cafetería que había en la esquina contraria; pensaba tomar allí una copa
nada desde las ocho de la mañana, hora a la que tomó un café con leche
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comprobó su teléfono, que lo había tenido en silencio hasta ese
momento.
teléfono, no podía ser de nadie más: “Te espero para comer, tenemos un
negocio pendiente”; esto alteró los planes de Cristina, así que se tomó
atención de la concurrencia.
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correctamente, de que la cocinera, una vieja sirvienta de gran confianza,
tenían que mantener con Cristina; sabía Remedios, que algunas tendrían
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- Eso es cierto, este hombre vive en su casa con su mujer, una
carpetas y minifalda.
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guiso, que empezaba a desprender unos aromas que despertaban el
apetito de cualquiera.
legumbre; tras ellos, les trajeron una fuente con uva, ya lavada, de la
que cada una se sirvió un racimo; para terminar, se tomaron dos cafés
dio una ducha y eligió con cuidado la ropa que debía ponerse; tenía la
verde muy claro; se ajustaba con tanta fuerza a su pecho, que dejaba en
evidencia los pezones de sus tetas y las enmarcaba por su parte inferior,
exuberancia.
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trabajo, apuntes y ropa interior de recambio, por si fuera necesaria; así
del interfono, que había en uno de los muros que sostenía la enorme
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los que se llevan o llevaban por promesa, de color púrpura; se trataba
de una bata sin formas, que cubría su cuerpo, desde su cuello hasta
duda, evitaban las estancias principales y que la llevó hasta una extraña
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banco y a su lado se sentó Cristina, que aún conservaba pue sta su
- Sin duda doña Filo, por mi parte, puede estar tranquila, este es mi
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- Por mi parte es lo suficiente; yo siempre estaré presente durante
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Como ya eran las nueve de la noche, una muchacha del servicio,
mediante una corta oración; primero fue una sopa, luego una tortilla
francesa y por fin, una macedonia de frutas; había sido una cena ligera,
pidieron que se desprendiera del vestido, bajo él, solo tenía Cristina
unas bragas, ribeteadas por finas tiras de encaje , que enmarcaban sus
ley de la gravedad.
Cristina, le colocó la señora una amplia bata; tan amplia y larga, que
minutos más tarde, la abrió otra vez; traía Ernesto una bata corta y que
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Tenía el hombre un miembro adecuado y bien proporcionado, que
Tomó asiento filomena en una cómoda silla, algo baja, casi una
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ciertos resultados en forma de humedades; incluso su fino olfato,
erección, hasta que llegó a contactar con los dedos de Cristina, que lo
expresara en su rostro.
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Cristina retiró su mano del pene del hombre, permitiéndole penetrarla
evidente; la que tuvo que disimular el suyo, fue cristina, que lo encubrió
un hilo de semen.
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- Un té estará bien señora y no hay prisa don Ernesto; mis
Doña Filo, mandó llamar a una de las criadas y le pidió que trajera té,
las pastas.
por la criada, que portaba una bandeja con el té y las pastas; dejó
bandeja con las pastas, estuvo Cristina en la ducha; cuando salió del
insípida bata que había llevado durante todo el tiempo; durante toda su
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Habían colocado tres sillas, iguales a la que ocupó Filomena durante el
bandeja con las pastas; ocupó Cristina la silla que quedaba libre y
indujo a conversar.
- Para contrarrestar eso señora, dedico todos los días, al menos dos
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- Bien hecho hija, me caes bien; eso debía hacer el impío de mi
terminaría antes con tan incómoda visita; así que cada vez que se
faena que le resultó imposible, ya que era tan grande la erección, que la
apartó un poco la pequeña mesa y abrió del todo la bata del marido,
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unos centímetros su bata, introdujo las piernas del hombre entre las
Ernesto, con sus dos manos ahora sobre los hombros del hombre; sin
maduro, fomentó que este deslizara su mano bajo su bata hasta llegar a
realizar una habilidad que ella tenía muy oculta; conseguía que su
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durante la eyaculación de Ernesto, que coincidió con el orgasmo de la
ella quisiera.
esta la recibió como siempre, con una amplia sonrisa y con un abultado
sobre.
de mis secretos.
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CAPITULO VIII
aprovechado que tenía una hora libre entre dos clases, para tomar un
Recordó, que debía ponerse una ropa más adecuada para ir al pueblo,
costaba llegar a fin de mes; también era importante, tener muy bien
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Decidió Cristina, que esa tarde, después de las clases, iría a comprarse
pueblo y ante sus padres; también tendría que reprimir sus ganas de
estudiantes; esa era una de las costumbres que no había perdido; pero
todas las mañanas, el rocío; que caía al amanecer, favorecido por las
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Abrió Remedios la cancela y salió al zaguán, mientras daba las últimas
restaurante.
junto con el vino, también les trajo el pan de pueblo, cortado en gruesas
cerdo con patatas, una exquisitez que Cristina reconoció adorar y llevar
años sin probar; sin duda era un guiso adecuado para aquellas fechas,
complicadas, me impresiona.
122
- Cierto, te he buscado otro caso especial; pero he de aclararte
algo, con tus trabajos especiales, ganas mucho más que cualquier
mismo que tú; pero ya sabes que eres tú la que decide si hace un
trabajo o no lo hace.
con muy buenas notas; pero al parecer tiene pocas relacione s con
123
él, porque ellos van de viaje a Roma y la hija tiene un novio con el
- Por eso paga el doble, más la propina; por cierto, vive en un chalet
- Está bien, me hago cargo del trabajo ¿Dónde tengo que verlo?
Cuando todo estuvo aclarado, las dos mujeres habían dado cuenta del
Diez minutos antes de que dieran las diez de la mañana del sábado,
124
Llevaba Cristina, unos vaqueros, rotos y desgastados, muy cómodos;
sobre ellos, una camisa de color claro y liso, sobre la camisa, un jersey
como su camisa.
sin duda eres preciosa; espero que mi hijo, que también se llama
comentario.
125
- No te enfades niña, es que me has impresionado; en otra ocasión
- Llamémosle así.
Casi media hora después, entraban en una gran finca, a la que daba
El coche rodeó la casa y paró en una puerta lateral, la que daba acceso
126
En una sala que servía de biblioteca y de sala de estudios, estaba Fran,
sentado frente a una pequeña mesa y con un libro abierto sobre ella;
Era Fran muy alto; a pesar de sus dieciséis años, mediría ya, ci ento
dedos muy largos y piel algo demacrada; sin duda pasaba demasiado
bien, debe pasar un buen fin de semana; si queréis dar una vuelta
- ¡Gracias Fran! Por ahora iré a mi cuarto para colocar las cosas en
el armario.
127
Se marchó el padre sin decir nada más, dejaba aquel asunto en manos
de Cristina, seguro que ella sabía como hacerlo, así que en cuanto el
Subieron los dos muchachos, en las escaleras, dejó Fran, que Cristina
subiera delante, de esa forma, pudo ver con nitidez, los muslos y gran
colgar sus ropas, que no eran muchas las que traía en la maleta.
estarás equipada.
cambiarme.
128
mirando de frente; no es que Cristina no se hubiera dado cuenta, pero
armario, que estaba entreabierta; podía verla desde todos los ángulos
tan solo con un escueto tanga, que apenas cubría nada, ni por delante ni
se veían sus nalgas, de un lado y del otro y por fin se puso la corta falda
rodeada por altas y finas alambradas, que impedían que las pelotas se
fueran muy lejos; fuera de las alambradas, había unas pequeñas casetas,
129
que servían de vestuarios y de duchas, hacia ellas corrió Fran, para
cambiarse de ropa.
Tras unos minutos, salió de una de las casetas Fran, equipado como
para jugar, con su pantalón blanco y corto y un polo del mismo color;
allí estaban también las raquetas y las pelotas; cuando le entregó una
Fran tiraba fuera la pelota con mucha frecuencia; cada ve z que tenía que
130
agarrando con fuerza su pene; no podía ni moverse, estaba paralizado
por la excitación.
Decidió Cristina que había llegado el momento de hacer algo, así que,
su mirada, de las nalgas de Cristina, que tras los movimientos del juego,
Una vez dentro, sin cerrar la puerta, recogió Cristina las dos raquetas
el calzón de Fran y agarró con fuerza el pene del muchacho; una vez
131
acto seguido, eyaculó con tal fuerza, que fue el semen a estamparse , en
falda subía por encima de su cintura, lo que con las bragas que portaba,
132
En el comedor, en una gran mesa, el servicio, había puesto los dos
que les servía; Fran, deslizó su mano bajo la mesa y comenzó a acariciar
Nada, ningún gesto hizo Cristina, salvo que hacía ademanes de cerrar
sus muslos, pero eso no hacía más que excitar a Fran, que insistía con
del comedor, con rumbo a la cocina, para traer algo más y los dejaba
volvió a trastear entre las piernas de Cristina; cada vez era más atrevido,
133
- Me estaré quieto Cristina, pero promete que me harás otra de
- ¡Vale, lo haré!
procurando ver algo, pero nada veía; Cristina, viendo el interés del
enseguida que comprobó que nadie los había seguido, entró Fran en el
una cortísima bata roja de seda; Fran, cerró la puerta tras rebasarla y se
hacia atrás y llamó a Fran, indicándole que acercar su oreja has su boca,
entonces le dijo:
- Si quieres que te haga otra vez una paja, debes tú antes, comerme
134
Se había quedado sin habla el muchacho, pero cristina lo cogió de la
mano y lo llevó hasta tenerlo entre sus piernas, luego le dijo que se
arrodillase, entre sus rodillas; Cristina abrió su bata y sus piernas, luego
tomó su cara entre sus manos y la llevó hasta muy cerca de su sexo,
entonces le dijo:
que no tardó en sentir su primer orgasmo; cosa que animó a Fran, que
Abrazó Cristina a Fran con sus piernas, rodeando su espalda con ellas
escandaloso orgasmo.
testículos.
135
lugar, luego lo abrazó con sus brazos y con sus piernas, permitiéndole
dormitorio de Fran.
- Date prisa Fran, que vamos a dar una vuelta por la finca, hace muy
136
esmerilados en todo su derredor; esperó Cristina a que bajara Fran, que
más interesante.
rudimentario vehículo, muy útil para andar por terrenos ásperos; era el
único vehiculo que le permitía usar su padre, solo por los caminos de la
137
con su monte bajo y sus encinas, que parecían salpicadas, sin orden
izquierda; fue el lugar elegido por Fran para aparcar el coche fuera del
camino, bajo una encina; frente a ellos, se extendía una pequeña meseta
con mucha hierba de diferentes alturas; desde allí podrían ver algunos
138
Nada tardó Fran, en desabrochar su cinturón, abrir su bragueta y bajar
excitado, con su pene estirado al máximo; sin duda era aún algo
delgado, pero tenía una adecuada longitud; aún tendría que engrosar
con el tiempo; los que si eran muy pequeños eran sus testículos, sin
dar masajes más enérgicos, más rápidos, apretando con mayor fuerza;
disparado fuera del coche y solo luego, cuando fluyó con más fluidez,
139
pañuelo y limpio su mano y el miembro del muchacho; para terminar de
un silbante vuelo, otro macho, vino a cantar en una zona próxima; sin
lado del otro, así hasta que estalló la pelea y los machos blandie ron sus
espuelas al aire, se golpearon, hasta que uno de los dos cedió y se batió
140
Mientras regresaban, la tarde comenzaba a hacer lugar a la noche; en
sexo.
novio?
pero además, las raras veces que eso sucede, ese es otro tipo de
141
amor, eso es el cariño y nada tiene que ver con la pasión de los
años juveniles, son cosas diferentes, a las que se les quiere poner
el mismo nombre.
niños.
Durante la cena, pretendió Fran proseguir con el juego y cada vez que
por su lado Fran, estaba deseoso de saber lo que le haría Cristina y ella,
la habitación de la muchacha.
142
Tomó Cristina la iniciativa, aunque las manos de Fran intentaron abrir
largo y fino pene en erección; sobre él, se tendió Cristina, que por señas
143
seguía chorreando de la punta de su pene aún en erección y lo utilizó
- Te voy a pedir ahora una cosa Fran, vas a penetrarme por detrás;
novio, pero él, la tiene muy gorda y no me cabe; con la tuya creo
Se puso Cristina a cuatro patas, con sus rodillas y sus manos sobre la
cama, e indicó a Fran, que se colocara tras sus nalgas, luego agarró con
sin algún esfuerzo, el miembro entró por completo y una vez dentro,
dormitorio, pero de nuevo tuvo Fran deseos de poseerla, así que tras
144
Cuando llegó su padre, a eso de las siete de la tarde, los encontró a
contó todo con detalle; Javier, la llevó hasta donde ella le dijo, a muy
Como siempre, a medio día del lunes, Cristina, tras sus clases, fue a
145
CAPITULO IX
de otros motivos navideños; casi todos los días, tenía Cristina que
Aquella mañana, había tenido que afrontar uno de los parciales más
complicados, para el que había tenido que estudiar muchas horas; así
que había decidido ese día, darse un homenaje; comer en un buen sitio
tenía mucho interés en hacer trabajos ahora, pero al menos, tendría que
acudir y escucharla, luego discutiría con ella sobre los días y las horas;
146
A las dos en punto, tiraba Cristina de la fina cadena que hacía las
que hoy, venía la señora acompañada por otra; sin duda una posible
misma edad que Remedios, parecía mucho mayor, sin duda estaba
reservada; pero esta vez, la mesa era mayor y estaba en una habitación
absoluto privado.
- Pues tu distracción esta tarde , vamos a ser Rafaela y yo, así que
guiso que nos han preparado ¿Qué nos han hecho hoy?
147
- Pues he encargado que nos tengan un vino muy especial, se trata
tertulia.
148
- Me imagino, que soy yo esa profesional; está bien, contadme el
conoceré?
149
- Lo entiendo, pero no tengo claro como podré acercarme a ella;
además, en todo caso, esta sería una misión larga, llevaría mucho
su conversación y les ayudaba a ver las cosas más claras, más fáciles;
una semana, siete días; cada uno de esos días, lo pagará mi amiga
mutuo acuerdo.
mis ideas.
150
De nuevo las tres mujeres, se ocuparon de los dulces y del
Concha?
maleta.
delicias; sabía Cristina, que no debía abusar de los dulces y del licor,
151
En cuanto apareció en la puerta de la cafetería Rafaela, la reconoció
anterior, en nada había mejorado; venía seguida de una joven, que sin
que se le notaba más, llamaba más la atención al ser más joven; no era
resaltaba más a causa de sus zapatos, casi planos y que nada ayudaban
Su pelo negro, caía en una melena corta y sin gracia, por lo que su
parciales.
152
- No te preocupes Cristina, yo soy poco amiga de fiestas y tengo
dejarlas solas cuanto antes, pera que las muchachas pudieran intimar;
normalmente Cristina.
alguno.
153
- Como has llegado a evitarlo, es muy embarazoso; explícame
más tiempo.
154
pequeña mesa junto a su cama y había cedido la mesa del salón, para
amplio ventanal del salón, salió de su habitación Cristina, que se dir igió
a Concha.
iremos a cenar.
155
una raja de cuatro dedos, separaba la hoja de la puerta de su bastidor;
tendida en la añera, con sus ojos cerrados, con su mano derecha entre
Dio Concha un corto paso atrás, para poder seguir viendo la escena,
vagina, con una cadencia lenta unas veces y rápida las otras, cuando sus
oído; podía escuchar una suave canción que cantaba Cristina mientras
el bolsillo de la bata.
156
- Iré a la bañera y me bañaré , necesito un baño, luego iremos a
rubor que lo invadía y dominaba todo; así que decidió intervenir; sacó
157
untó con abundante gel; luego, agarrado con las manos de ambas
la vagina; cosa sencilla con la lubricación del gel, que lo facilitó en gran
enseguida salió Concha del cuarto de baño, cubierta por su bata y con
Una vez vestidas, ambas fueron a una pizzería cercana para cenar
158
- Tienes razón Cristina, mucho más tranquila, mucho más relajada,
159
tenía hasta un mando a distancia; se trataba de uno de esos
- Claro hija, eso es lo que más les gusta a los hombres; esas cosas
lo que tu quieras.
160
- ¿Me lo dejarás esta noche?
Las dos muchachas, tomaron asiento ante sus mesas de estudio, ante
sus libros de texto y sus apuntes; media hora más tarde, quizás no
Cristina completamente desnuda, solo con las bragas; las tenía algo
grandes, pero que le podían ser muy útiles en esta ocasión; comprendió
161
muy bueno; algo pasada de carnes, pero muy bien colocadas y con unas
cuarto de baño para traer una crema hidratante, con la que untó todo el
de Cristina.
sirvieran de sujeción.
162
de esos niveles, el estremecimiento de Concha, resultó evidente,
hacía entrega del mando; para que fuera ella, la que decidiera la
intensidad adecuada.
mente despierta al examen parcial que tenía al día siguiente; fue en ese
cama; se asomó con cuidado suficiente para no ser vista por concha,
163
Sin duda, Concha se había despertado en medio de la excitación de un
acariciaba con fuerza sus tetas desnudas, pellizcaba sus pezones y sus
aureolas.
hora del examen que era a las doce; pudo comprobar que Concha,
retozar sobre la cama durante un rato, hasta que por lo que escuchaba,
quizás más de uno; solo entonces salió del baño Cristina y comenzó a
164
cafetera en la cocina; para cuando salió Concha del cuarto de baño, ya
estaba Cristina, tomando una taza de hume ante café con leche; eran ya
Cuando salió Concha del cuarto de baño, sus ojeras eran evidentes,
sin duda daban a entender que había tenido una nuche llena de sueños
165
puedes acompañarme, aunque para eso tendremos que cambiar
- Pues habrá que ponerle pilas, después del tute que le has dado
Durante los tres días que las separaban del viernes, hubo que
cambiarle dos veces las pilas al aparato; a pesar de que concha, también
cada vez estaban más cerca las navidades; ya no tendría excusa Cristina
para no ir a su casa, así que tendría que terminar cuanto antes con este
166
su ropa; así que fueron a algunos grandes almacenes, tampoco querían
utilizarían esa noche para ir de fiesta; se inclinó Cristina, por que fueran
las dos con los vestidos de lana ajustados, muy similares en sus formas,
demasiado concurrido.
167
Tras pedir unas copas, unos “Mojitos”, estaban las dos muchachas
Cristina a acariciar sus nalgas, sus piernas luego y agarrando con fuerza
agradablemente sorprendido.
equivocarme.
168
- Está muy bien, es aceptable, debes tener en cuenta, que con estas
al aseo, lo que suelen hacer las mujeres para hablar; de esa forma,
169
estaba bailando con Alejandro, le trasteé entre las piernas y tiene
bien, a mí me gustan.
Puestos de acuerdo, las dos parejas, salieron del bar; los dos
hombres, las dejaron caminar delante, sin duda, para apreciar sus
dibujo, sus archivos de planos y una mesa de trabajo, una amplia mesa
abrieron una botella de cava y sirvieron las copas; tras darles un trago,
170
Tras dar otro sorbo a la copa, Alejandro abrazó a Cristina y se
su acompañante.
contraluz del ventanal, para poderle mostrar los que tenía en su mano;
Algún giro de baile más tarde, pudo comprobar Concha, que Cristina
acariciaba sus testículos, que los había sacado también del encierro en
171
que terminó obligándola a sacar de su boca el miembro que chupaba,
Decidió Cristina que era hora de dar otro paso; se acercó a Concha, la
agarro de los hombros y la alzó; una vez la tuvo en pie, alzó su vestido,
pequeñas bragas.
172
momentáneamente de chupar el órgano que sujetaba con fuerza con su
mano derecha.
mil formas y se ocupaba Cristina, de que todas las fuerzas de los dos
hombres, fueran a parar sobre Concha, que fueran siempre hacia ella y
así fue, hasta que los hombres quedaron rendidos y los cuatro quedaron
lugar donde desayunar, una céntrica cafetería, que a esas horas, estaba
173
Tras el primer desayuno, pensaban tomar un segundo, mientras lo
pedía Concha, Cristina se acercó al aseo, sabía que en esos aseos había
localizara a doña Rafaela, que era importante que viera los cambios
le pidió que fueran a comer a una conocida pizzería y que Rafaela y ella,
medias blancas, que llegaban casi hasta sus abundantes nalgas, sobre
un niké sin mangas muy ajustado, bajo ellas, solo sus grandes y
permitir que fuera Concha, la que más llamara la atención; con aquella
174
- No demasiado, aunque algo sí la llamas; pero eso es lo que
hombres.
fue fantástico.
escalones más abajo, podían ver con claridad las pequeñas y ajustadas
175
Concha algunos comentarios, que la hicieron ruborizarse, más por la
cristalera que las separaba de la calle, cuando por la acera, vieron venir
bajo de la corta falda vaquera para intentar tapar sus muslos todo lo
176
Tomaron asientos todos y se dispusieron a comer pizza, aunque no
eran las pizzas del especial agrado de las señoras; era tal la alegría de
- Muy bien tía, iremos a verlo cuanto antes, aunque estoy muy a
en el apartamento.
convento.
sobrina; todo había sucedido incluso mejor de lo que ella había previsto;
177
marcharía el domingo por la tarde a su pueblo, ya tenía comprado el
billete; pero que antes tenía unas cosas que hacer; quedó con Remedios
marchaban delante las dos muchachas y tras ellas las señoras; no pudo
artista”.
increíble.
178
CAPITULO X
tuvo que elegir la ropa con mucho cuidado, incluso su ropa interior, que
179
juventud, fue una mujer de banderas, pero ahora se doblaba sobre su
estaba marcado por las preocupaciones; sin duda por las dificultades
a su edad, hacía ya algún año que había cumplido los cincuenta y eso,
que los visitara en su casa, a todos dijo Cristina que así lo haría, les
180
Cuando todos se hubieron marchado, Cristina cogió la maleta y la
puso sobre la mesa, de ella extrajo varias cajas; una era una caja de
- ¡Pero hija! ¿Cómo has hecho esto? Este dinero te hará falta para
mientras hablas con tu padre y te tomas una copita, solo una, iré
ocupaba y fue a sentarse junto a su hija, tomó sus manos, la miró a los
181
personas de mi edad, prefieren a los más jóvenes y en el campo,
hay trabajo ni para ti ni para mí; pero hay algo que me dio ayer
una esperanza.
182
- No tengo ninguna idea hija, pero él es buena persona y cualquier
En ese momento los llamó la madre desde la cocina, cenarían los tres
en la mesa que había junto al hogar, aquel lugar era más acogedor y
descendía por las laderas del cerro Canelo y recorría una por una todas
las calles del pueblo, desde arriba hasta abajo; dejando helados a todos
que los días que soplaba el solano, no eran aptos para andar a esas
Cenaron los tres, los huevos del corral que había preparado la madre,
luego añadieron algo de fiambres, de los que había traído Cristina y por
183
humedales, convirtiendo sus cristalinas aguas serranas en carámbano
patio, un cuarto de baño pequeño, solo contenía una ducha, la taza del
barro cocido.
con café y leche y unos dulces típicos del pueblo, unas perrunillas de
- No nos olvidemos de esa visita hija, yo creo que las diez, puede
184
- De acuerdo madre, nos lo pensaremos con tranquilidad.
para verlo.
Cinco minutos más tarde, regresó el funcionario, que les dijo que lo
entró el ordenanza y luego les dijo que pasaran; el alcalde los estaba
compromiso alguno.
185
- Suena interesante don pedro, pero ¿Me permitiría seguir con mis
estudios?
- Está bien Cristina, vamos a hablar de política, pero para eso debes
decidas tu respuesta.
- Tenga por seguro don Pedro que escucharé con toda mi atención
186
me diga a nadie; solo después de escucharlo con atención y de
pensármelo, le contestaré.
que tengo cincuenta y cinco años, que soy muy rico y que también
paciencia; pretendo tener uno o dos hijos, que sean mis herederos
absolutamente impotente?
- Cierto Cristina, así es, soy impotente y estéril; pero esto fue
187
- Cierto, así sería, y lo de tener uno o dos, sería posible que lo
palabra de honor.
- Tengo otra duda don Pedro ¿Sería en una sola cama o en camas
separadas?
188
- Sin duda en camas separadas, incluso si insistes, dormiríamos en
lo prometo.
delicada e importante.
tenía claro; para ella era evidente que la decisión tenía que ser suya, ya
189
consideraba imprescindible hacerlo en frío; aquella decisión era bueno
cantos rodados, como los que hay en todas las casas que tienen corral,
sentó, sobre una de las sillas de palo y enea que había frente a la rustica
mesa de tablas sin barnizar, en crudo, sobre la que solían hacer los tres,
a tu padre y a mí.
mujer a contrapié.
190
- ¿Qué le has contestado, Cristina, hija?
apresurada e insolente.
aunque algo supiera, sin duda aquello superaba sus expectativas, pero
fincas; con una sola de sus pequeñas fincas, viviríamos nosotros con
los grandes y el otro con una caja de diferentes chacinas aún frescas;
191
- Traemos tres cajas más, una con tocino curado, otra con dulces
Tras dejar las cajas y el jamón; los dos obreros, aceptaron una copa
de anís, que les ofreció José, ya que no podía darles propina; luego se
familia.
tuya, pero hay algo que me intriga ¿Qué pasará con tus estudios?
192
- Me ha prometido madre, que podré terminarlos, que viviríamos en
le entrará la prisa.
de la conversación, ya te la contaré.
Dejó Cristina a sus padres colocando las provisiones que les habían
problema que se les venía encima en las navidades, ahora todo era
193
Mientras caminaba sin rumbo preciso por un camino que rodeaba el
pueblo, pudo ver a lo lejos a su viejo amigo el pastor, que sentado sobre
una piedra, vigilaba a su ganado, que en esta ocasión eran unas cabras;
sintió deseos de hablar con él, de recordar los felices momentos de las
Los zapatos que llevaba, no eran los más adecuados para caminar por
resecas del año anterior, lo que la obligó a desistir de tomar la ruta más
ella; pero al fondo del camino, apareció una nueva figura; esto la hizo
pastor; decidió observar sin ser observada, ver lo que sucedía, así que
194
permaneció oculta, incluso procuró buscar el mejor sitio, el más cómodo
duda de acariciar sus nalgas, cosa que agradeció Filo abrazando con
Agarró Filo la mano derecha del pastor; tuvo para ello que alzar sus
había hecho más hombre, más ancho, más robusto; se dejó llevar por la
195
- Todos los días no puede ser Filo; ten en cuenta que yo también
boca, allí mordió el festón; tomó asiento, sobre una piedra a media
altura y permitió que el pastor, tomase asiento en otra piedra más baja,
entre sus piernas; tomó el pastor las pantorrillas de Filo y las puso sobre
fuerza con que aplastaba Filo el rostro del pastor, tirando de la cabeza
El pastor dejó luego caer sus pantalones, mientras Filo se ponía en pie
como en longitud.
hasta que ella tuvo dos orgasmos más y quedó rendida, con sus brazos
196
Sin duda, algo sabía filo, sobre el pastor, algo con lo que lo mantenía
que era evidente que el pastor, no tenía ningún interés en ella; pero
para hablar con Remedios; iría por la mañana y regresaría a medio día.
que musitaba entre dientes, mientras preparaba los avíos para la olla.
197
- Me parece bien hija que hables con quien necesites, debes estar
solo algunas cosas sobre la facultad y los estudios, pero todos, parecían
dejar a una sola de sus tías; pero dejó para la última, la casa de su tía
prima, fue mucho más frío, aunque las tres se sentaron en la cocina y se
nadie en la ciudad.
198
- Bueno hija, pero tendrás compañeros y amigos de facultad y de
trabajo.
- Recuerdo prima Cristina, que tú eras muy amiga del pastor; verás
- Eso, prima Filo, solo fue una amistad de niños, nada más.
juegos de niños.
mucho tu visita.
199
Cuando Cristina abandonó la casa de su tía, estaba bastante alterada,
fueran las nueve de la mañana; sabía Cristina, que Remedios, a esa hora
hacen época; la señora dejó la taza del café sobre la encimera de granito
y abrazó a Cristina, luego se ocupó de servir nuevos cafés para las dos;
una vez tuvieron las humeantes tazas en las manos, ambas se dirigieron
200
al despacho, buscando la intimidad que proporcionaba la gruesa puerta
de madera.
con detalle.
sucedido con el alcalde; le contó todo con detalle; relatando cada uno
- Tienes hija que pensártelo muy bien, es algo que será muy
- Todo lo contrario hija; opino que debes decirle que sí; pero debe s
- Pero hay mujeres que se casan por amor ¿No es cierto Remedios?
confirmaría la regla.
201
- Claro que podrás enamorarte; por un tiempo, como todas, podrás
engaño alguno.
- Creo que debes decirle que sí, luego habrá que amarrarlo todo en
202
- Tengo unas capitulaciones que hizo una antigua cliente mía y de
entregó a Cristina.
archivo; le gustaba conservar sus cosas en orden, esa era la única forma
- Como te dije antes, tengo otro secreto que decirte; conozco a una
algo de silicona.
203
- ¿Para qué puede servirme eso?
reyes, es importante.
diferentes consejos que le había dado Remedios, sin duda era una
las sillas de palo y enea y esperó a que tomaran asiento sus padres.
204
mano; pero tengo que deciros algo importante, debéis dejar que
personalmente a Cristina.
posible.
tu felicidad.
205
- Con respecto a lo de las fechas, debemos tomárnoslo con
- Así será Cristina, iré esta misma tarde, a las siete; llevaré un anillo
Una de las razones de haberla elegido, había sido sin duda el historial
alcalde, de elegir una buena herencia genética para sus hijos, del otro
tarde; por parte de su madre, todo fue nerviosismo, mandó llamar a sus
coche del alcalde, se bajaron del vehículo, el alcalde, muy trajeado y dos
206
de los hombres de su confianza; la expectación en la calle era enorme ; a
luego se abrazaron.
reunido aquí; así que amigo José, le comunico que vengo a pedirle
concedo su mano.
sacó del bolsillo de su chaqueta un anillo, con una preciosa piedra azul,
207
- Este es el anillo Cristina, con el que pretendo sellar nuestro
madre.
- Muy bien José, también debo decirte, que desde mañana, pasarás
condiciones económicas.
Todo aquello tenía abrumado a José, que optó por no contestar nada;
parecían haberse acabado todos sus problemas; pero don Pedro sacó la
208
- Tengo en mi despacho, un borrador de capitulaciones
navidad.
despacho.
alcalde con Cristina; había opiniones para todos los gustos; pero las
209
interesó por el contrato de las capitulaciones; decidieron que tendrían
que reunirse en estos días para ir aclarándolo todo, sin prisas pero sin
pequeño cofre de plata lleno de perlas naturales, sin engarzar, para que
ella pudiera decidir lo que se hacía con ellas; quería mostrarle a Cristina,
Arreglaron las mujeres una cita para el día siguiente, tenían que
estuvo examinando y le dijo que para reponer el himen, solo tendría que
llamar por teléfono para decidir el día que quería realizarse la pequeña
210
la maquilladora y cambió de tal forma el aspecto de Cristina, que ni ella
café a una cafetería cercana, que les permitiera hablar con tranquilidad
de todo lo que les había sucedido ese día, que había sido tan intenso.
211
- Hija, nuestro negocio ¿No creerás que con la edad que tienes,
tu plan?
cliente muy especial y puede que esta vez lo deje para ti; pera que
212
Pasaron dos días, sin que Cristina recibiera ningún mensaje; el que si
en el sexto piso del edificio, poseía el alcalde un piso enor me, de más
cuarto de baño espectacular; con dos camas separadas, entre las que se
podía incluso desplegar una mampara, que convertía a las dos camas en
absolutamente independientes.
tus estudios.
213
- De acuerdo Cristina, cuando tú quieras, pero te pido que lo hagas
cuanto antes.
es que era una jaula magnífica; pero una jaula sin lugar a dudas, amplia,
entregó a Cristina una copia de las llaves del piso, para que fuera
había tenido para disfrutar de él; pero había otra cosa de la que tendría
214
Una vez en el restaurante y mientras daban algunos sorbos al
lo hacemos, explícame.
215
Tras la comida, se marchó Cristina, quería asistir a un par de clases y
216
Después de parar en la hamburguesería que les cogía de paso y
217
- ¿Te importa si me baño contigo? Así acabamos los dos a la vez.
Fue a sentarse Cristina frente a él y pasó sus piernas sobre las del
mismo que hacía ella; enseguida se afanó Ricardo en masajear las tetas
sentada, de esta forma, pudo lavar todo su sexo, que ahora mantenía
todo; pero volvió a untar de gel el poderoso miembro, luego subió sus
218
enorme miembro, comenzase a penetrarla; mientras ella se agarraba
Decidió Cristina que debían salirse del agua e ir ya a la cama, así que
219
mantenía una gran capacidad sexual; por lo que ahora en el segundo
animó a que se subiera sobre ella y lo condujo hasta el lugar que debía
mucha maestría, hasta que lo sintió dentro por completo; luego retiró su
Pasó cristina sus piernas por detrás de las de Ricardo, abrazando con
esta vez tardaría más en eyacular, así que se ocupo ella en entregar se al
agarrar con toda la fuerza de sus dedos, las prietas nalgas de Cristina;
220
Ricardo, una de sus manos, de las tetas de la muchacha, aunque estaba
con la polla del muchacho, que estaba ahora en una flácida erección, así
durmiendo; ella tuvo una ocurrencia, se dio media vuelta y sin soltar la
luego a empujar hacia atrás con sus nalgas y a abrirlas con sus manos,
hasta que poco a poco se introdujo casi por completo; decidió entonces
221
De nuevo pudo sentir varios orgasmos y en uno de ellos, quedó
ventana de su dormitorio.
Se puso Cristina una bata, solo la bata sobre su piel, y fue a preparar
por lo que quería para desayunar; su respuesta fue que quería leche con
cacao y azúcar.
Ricardo, tomara asiento en uno de los dos taburetes que había frente a
acercó entonces, hasta dejar sus tetas frente a él, luego dejó que se
se empleó en ellas el joven, tanto con la boca como con las manos;
sillón, sin brazos; luego, Cristina dejó caer su bata y se puso de pie en
el asiento del sillón, colocando sus pies al lado de las caderas del
222
muchacho, se agachó y agarró el miembro con su mano izquierda
- Siento mucho placer tita Cristina, creo que voy a morir de placer.
de vestirse, para poder salir a la calle; la mañana era fantástica, fría pero
despejada y luminosa.
223
Mientras caminaban por la acera de la concurrida avenida, Ricardo no
soltaba la mano de su tía Cristina, jugaba con ella como lo hace un niño
dos besos en las mejillas, le dijo a remedios que vendría a comer con
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EPÍLOGO
la enorme terraza del piso, del que había pasado a ser su casa; la suya y
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ginecólogo, amigo personal del alcalde; por lo que no hubo ningún
con sus padres; una de las cosas con las que más disfrutaba Cristina,
era con sus visitas a la finca “La Serrana”, donde montaba a caballo y
sexuales, por cierto, veía con cierta frecuencia a Ricardo, pero también a
Todo aquello cambió tres años más tarde; cuando tras los exámenes
FIN
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