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UNIDAD EL AMOR EN LA LITERATURA.

Los tópicos literarios


Los tópicos literarios son ciertos temas o formas de ver un tema que se han fijado y mantenido a lo
largo de la tradición literaria y que van apareciendo y reapareciendo a través de la historia con
diferentes matices. El tópico del Tempus Fugit (“el tiempo se escapa”) tiene un valor en la época
medieval: el tiempo se va, viene la muerte y el encuentro con Dios. En el Renacimiento, el mismo
tópico aparece como justificación a aprovechar el momento (tópico del “carpe diem”). Durante el
Barroco, el Tempus Fugit es la condena fatalista del pesimismo de la época.

Si pensamos en todos los enunciados que puedan haber llegado a convertirse en “lugares comunes”, la
lista de tópicos podría ser interminable. Sin embargo, para rendir la PSU solamente necesitas conocer
algunos de ellos, que son los que se han mantenido establemente desde la retórica de la Antigüedad
clásica hasta nuestros días.

Algunos de los tópicos que se abordan en la PSU son los siguientes:

• Carpe diem: o “aprovecha el día”. La idea central de este tópico se refiere a la necesidad de vivir el
presente y disfrutarlo al máximo, antes de que sea demasiado tarde. El carpe diem se retoma, por
ejemplo, en muchos comerciales con eslóganes como “vive al límite”, “disfruta cada instante”, “no
pierdas un buen momento por un dolor de cabeza”, etc., pues incitan al receptor a la vivencia intensa
del instante presente. Así, por ejemplo, se lee el poema de Góngora:

Mientras por competir con tu cabello


Oro bruñido al sol relumbra en vano,
Mientras con menosprecio en medio el llano
Mira tu blanca frente al lilio bello;

Mientras a cada labio, por cogello,


Siguen más ojos que al clavel temprano,
Y mientras triunfa con desdén lozano
Del luciente cristal tu gentil cuello,

Goza cuello, cabello, labio y frente,


Antes que lo que fue en tu edad dorada
Oro, lilio, clavel, cristal luciente,

No sólo en plata o vïola troncada


Se vuelva, más tú y ello juntamente
En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

• Locus amoenus: o “Lugar ameno”. Este tópico presenta una visión idealizada del entorno natural,
como un lugar en el que se anhela estar y que es muy frecuente en las églogas del Renacimiento. Este
ligar es presentado como un lugar propicio para la reflexión y el encuentro, fundamentalmente, con
Dios, aunque en épocas más antropocéntricas se refiere al lugar más anhelado por el hombre. Las
características de este tópico señalan un lugar en que hay árboles con sombra, arroyuelos, hierba
fresca y pajarillos cantando. Así se lee, por ejemplo, en la “Égloga I” de Garcilaso de la Vega:

Corrientes aguas, puras, cristalinas,


árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado, de fresca sombra lleno.

(Garcilaso: Obras. Madrid, Espasa-Calpe, 1948. p. 16)

• Corta las rosas, doncella o “Colligo virgo rosas”: este tópico se refiere a la necesidad de aprovechar
la lozanía de la juventud mientras esta etapa de la vida dura, pues en la vejez ya no se disfrutará de la
misma manera. Es un llamado a disfrutar de la belleza de la juventud, mientras se posea.
En la actualidad es con frecuencia utilizado este tópico para persuadir al público en comerciales de
cremas antiarrugas, cremas para reafirmar la piel, con eslóganes que hablan de “impedir el paso del
tiempo”.
A modo de ejemplo, te recomendamos leer el siguiente poema de Sor Juana Inés de la Cruz.

Soneto 95

ESCOGE ANTES EL MORIR QUE EXPONERTE A LOS ULTRAJES DE LA VEJEZ

Miró Celia una rosa que en el prado


ostentaba feliz la pompa vana
y con afeites de carmín y grana
bañaba alegre el rostro delicado;

y dijo: -Goza, sin temor del Hado,


el curso breve de tu edad lozana,
pues no podrá la muerte mañana
quitarte lo que hubieres hoy gozado;

y aunque llega la muerte presurosa


y tu fragante vida se te aleja,
no sientas el morir tan bella y moza:

mira que la experiencia te aconseja


que es fortuna morirte hermosa
y no ver el ultraje de ser vieja.

(Sor Juana Inés de la Cruz: Selección. Madrid, Editora Nacional, 1978. pp. 181 – 182)

Temas de la literatura universal


A lo largo de nuestra historia, los seres humanos hemos buscado dejar por escrito el testimonio de
nuestras más íntimas vivencias. Así, la escritura nos ha acompañado desde muy cerca como depósito
de inquietudes y reflexiones en torno a los más variados temas, muchos de los cuales ya son
considerados universales: la vida, la muerte, el amor, los viajes, el paso del tiempo, etc. Cada época
ha experimentado de modo diferente estos temas, de tal forma que la literatura se nos presenta como
una instancia de mucho interés para conocer la manera en que distintas épocas abordaron
determinados temas. Asimismo, la lectura de obras anteriores a nuestra época, pero que tratan temas
vigentes, nos permite entender la permanencia o variación de ciertas ideas o temas en la literatura
actual.

Lee los siguientes fragmentos para que comprendas mejor esta idea:

1) “Lo que sé seguramente es que no moriré de enfermedad ni de otra manera alguna. No habría sido
preservado ahora de la muerte si no debiese perecer de alguna terrible desgracia. Pero, ¡que mi
destino sea el que debe ser!” (Sófocles: Edipo Rey. Buenos Aires, Colección Nogal, 2002).

2) “Cien años que yo viviera, no hablaría de otra cosa. Primero tu padre; que me olía a clavel y lo
disfruté tres años escasos. Luego tu hermano. ¿Y es justo y puede ser que una cosa pequeña como
una pistola o una navaja pueda acabar con un hombre, que es un toro? No callaría nunca. Pasan los
meses y la desesperación me pica en los ojos y hasta en las puntas del pelo…” (García Lorca,
Federico: Bodas de Sangre. Santiago, Editorial Centro Gráfico, 2003).

En ambos fragmentos se habla sobre un mismo tema, la muerte, aunque de manera muy diferente. En
el primer fragmento se trata de una visión de la muerte desde una perspectiva pesimista que considera
el cumplimiento de un destino anterior a la voluntad. En cambio, en el segundo fragmento, que
corresponde a una obra escrita en 1933, se presenta una perspectiva de la muerte sin resignación,
como un evento inmerecido.

Lo importante para la PSU es que sepas identificar o reconocer en un texto literario qué visión se
despliega acerca de alguno de estos grandes temas. Es decir, los temas tienen características
universales, pues están presentes en distintas culturas de diferentes épocas, pero son abordados de
manera particular en cada una de aquellas tradiciones artísticas. En el caso del amor, por ejemplo,
puedes encontrar perspectivas negativas en torno al tema, que consideren la relación entre amor y
sufrimiento o vinculado a la imposibilidad de ser correspondido. También es posible que en otros textos
sea considerado como un sentimiento positivo, agradable, compartido por más de uno. Algunas obras
podrían también ver el amor desde una perspectiva idealizada, mientras que otras pueden tratarlo
como una emoción ligada al cuerpo y a la sensualidad. Lo mismo sucede con el viaje, tema que puede
ser entendido en tanto desplazamiento físico, pero además en cuanto proceso de transformación de un
sujeto a partir de sus experiencias.

El tema del amor en la literatura.

De manera permanente, a lo largo de la tradición literaria, el amor ha estado presente en la literatura


como uno de los temas recurrentes. A lo largo de los distintos periodos de la historia, el amor ha ido
expresando las diversas formas de expresión del mismo y ha demostrado que es un reflejo del tipo de
sociedad que lo sustenta. De este modo, la idea que se tiene sobre el amor en el periodo medieval no
es la misma que se manifiesta en el periodo del romanticismo, por ejemplo.

Tipos de amor:
Dentro de los diversos tipos de amor, existen dos extremos que son utilizados para expresar los
distintos tipos, uno es el amor sensual y el otro, el amor idealizado.

El Amor Sensual:

Es la expresión que se basa en los sentidos, en lo erótico, en lo físico; va muy ligado al llamado del
goce de los placeres de este mundo sin preocupación en la trascendencia. Se expresa, también, como
la unión física de los amantes.

Ejemplo:

Carta de Abelardo a Eloisa:

Tú sabes a qué bajeza arrastró mi desenfrenada concupiscencia a nuestros cuerpos. Ni el simple pudor,
ni la reverencia debida a Dios fueron capaces de apartarme del cieno de la lascivia, ni siquiera en los
días de la Pasión del Señor o de cualquier otra fiesta solemne. Merezco la muerte y alcanzo la vida. Se
me llama y doy la espalda. Persisto en el crimen y soy perdonado contra mi voluntad.
Me dices: “Pero yo sufrí por ti”. No lo pongo en duda. Pero sufriste más por ti; y eso mismo contra tu
voluntad. No por un amor que saliera de ti, sino por coacción mía. Ni redundó en tu salvación, sino en
tu dolor. Él, en cambio, padeció porque quiso y te trajo la salvación; Él que con su pasión cura toda
enfermedad y disipa toda pasión. En Éste – te lo suplico – no en mí has de centrar toda tu devoción,
toda la compasión, toda compunción. Llora la gran injusticia cometida con un ser tan inocente y no
llores la justa venganza de la equidad sobre mí – y, si quieres, como ya se dijo – la suprema gracia
sobre nosotros dos.

El Amor Idealizado:

Consiste en elevar al ser amado a dimensiones más allá de la realidad. La idealización provoca que no
se enamore del ser real, sino que de la imagen perfecta y mental que se tiene de ese ser. Este tipo de
amor difícilmente se concreta, tiende a sobrevivir más en el plano de la ilusión y de la esperanza de
poder concretarlo. Ejemplos de este amor es el que siente Don Quijote de la Mancha hacia su
idealizada Dulcinea o la admiración amorosa del poeta Dante Alighieri hacia su amada Beatriz.

Ejemplo:

Ve claramente toda salud


quien a mi dama entre las damas mira;
las que con ella van se ven obligadas
de agradecer a Dios tan bella gracia.

Y su belleza es de tanta virtud,


que a las demás ninguna envidia alcanza,
y así con ella las hace andar vestidas
de gentileza, amor y fe.

Verla vuelve a toda cosa humilde,


y no solo ella se hace ver agradable
sino que cada una por ella recibe honor.

Y hay en sus actos tanta gentileza


que nadie puede traerla a la memoria
sin suspirar de dulzura y de amor.

Dante Alighieri

El tema del viaje en Literatura.

Cada vez que emprendemos un viaje que nos traslada a lugares nuevos y desconocidos, dicha
experiencia provoca un cambio en nosotros, no sólo porque tomamos conocimientos de nuevas
regiones y lugares, sino que ganamos experiencias, vivencias personales que gatillan un cambio en
nuestra manera de ver la vida. En resumidas cuentas, maduramos, crecemos como personas y
estamos mejores preparados para enfrentar futuras situaciones nuevas. De todo viaje -un viaje de
vacaciones, una visita casual a algún lugar, un viaje para solucionar un problema- sacamos algo que
nos enriquece como personas. Aunque nos vaya mal, aunque no nos resulten las cosas, aunque no lo
pasemos bien, un viaje siempre aporta a nuestro crecimiento como persona.
Es por eso, que en literatura el tema del viaje se aborda de una manera especial, pues no solo implica
un desplazamiento físico, sino siempre va de la mano con un viaje interior. El viaje es una metáfora del
crecimiento interior de un personaje. Dependiendo de aquello que la literatura quiera significar por
medio del relato, podemos reconocer distintos tipos de viajes:
El viaje en la tradición literaria:

Viaje a los infiernos:


Este tipo de viaje representa de manera simbólica la caída de un personaje en lo espiritual, en lo
valórico o en lo existencial como si fuera una caída al “infierno”, lugar en el que se pagan las culpas, el
castigo por perder el “camino recto de la vida”, como lo señala Dante Alighieri al comienzo de la Divina
Comedia. Es justamente en esta obra donde se representa de manera más clara este tipo de viaje. El
protagonista realiza un descenso hasta el mismo infierno como acto de castigo y purgación para
alcanzar el camino al cielo, la perfección.

En medio del camino de nuestra vida


me encontré por una selva oscura,
porque la recta vía era perdida.

¡Ay, qué decir lo que era es cosa dura


esta selva salvaje, áspera y fuerte,
cuyo recuerdo renueva la pavura!

Tanto es amarga, que poco lo es más la muerte:


pero por tratar del bien que allí encontré,
diré de las otras cosas que allí he visto.

No sé bien redecir como allí entré;


tan somnoliento estaba en aquel punto,
cuando el veraz camino abandoné.

Pero así como llegué junto al pie de un monte,


allá donde aquel valle cesaba,
que de pavor me había acongojado el corazón,

Dante Alighieri, La Divina Comedia, El Infierno: Canto I (fragmento)

Viaje interior:
Es aquel tipo de viaje en que el protagonista busca, como principal objetivo, el crecimiento espiritual,
el conocimiento, la sabiduría que le permitan alcanzar un estado anhelado y que es el motor de este
desplazamiento. En este viaje, el personaje va viviendo peripecias y conociendo a otros personajes que
le orientan en su búsqueda.

Siddharta había empezado a alimentar el descontento en su interior. Comenzó por comprender que el
amor de su padre, el cariño de su madre, y también el afecto de su amigo, Govinda, no le harían feliz
para toda la vida. No le satisfacía ni le bastaba. Había empezado a presentir que su venerable padre y
los otros profesores, junto con los sabios brahmanes, ya le habían comunicado la parte más
importante de su sabiduría. Adivinaba que ya habían henchido hasta la plétora el recipiente, y, sin
embargo, el recipiente no se encontraba lleno (...) Los sacrificios y la invocación de los dioses eran
excelentes... Pero, ¿lo eran todo? ¿Y qué sucedía con los dioses? ¿Acaso los dioses no eran unos seres
creados como yo y como tú, súbditos del tiempo, pasajeros? ¿Tenía sentido, entonces, ofrecer
sacrificios a los dioses? ¿Dónde vivía, dónde latía su corazón eterno? ¿Dónde sino en el propio yo, en
nuestro interior, en lo indestructible que cada uno lleva dentro de sí? ¿Pero dónde se hallaba este yo,
este interior, este último? No es carne ni es hueso, no es pensamiento ni conciencia: así lo enseñan los
grandes sabios. Entonces, ¿dónde? ¿Dónde se encontraba? ¿Existía otro camino para llegar al yo, al
atman..., un camino que valía la pena buscar? (...)
Empezó Siddharta:
-Con tu permiso, padre. He venido a comunicarte que deseo abandonar mañana tu casa para irme con
los ascetas. Mi deseo es convertirme en un samana. Espero que mi padre no se oponga.

Hermann Hesse, Siddhartha (fragmento)

Viaje por diversos espacios terrestres o extraterrestres :


Este viaje se caracteriza por la aventura que se vive en él. Cada espacio que se recorre proporciona un
suceso que pone a prueba la valentía, la astucia, la destreza, los valores, o la fe del héroe que lo
emprende. Implica siempre un crecimiento por parte del héroe que lo emprende, cualquiera sea su
resultado.

Después de esperar el tiempo que habéis oído, y viendo que no elegían nuevo Papa, pensaron que
habían demorado bastante para regresar cerca del Gran Khan, y decidieron volver. Entonces se fueron
de Venecia, llevándose a su hijo Marcos, directamente a San Juan de Acre, en busca del Legado
antedicho. Con él platicaron sobre estos asuntos y le pidieron venia de ir a Jerusalén a recoger el
aceite de la lámpara del sepulcro de Jesucristo, ya que el Gran Khan había expresado el deseo de
poseerlo. El Legado les dio permiso. Fueron luego al Santo Sepulcro, a Jerusalén, y habiendo cogido el
aceite volvieron a Acre a decirle al Legado: «Señor, mucho hemos tardado en volver a ver al Gran
Khan, y como aún no hay Papa, creemos es nuestro deber el írselo a decir». (...)
En cuanto los dos hermanos estuvieron en posesión de las credenciales, pusiéronse en camino para
volver a la tierra del Gran Khan. Y tanto anduvieron, que llegaron a Laias. Mas no bien hubieron
llegado, fue elegido Papa el Legado que tenía por nombre Gregorio de Plasencia. Grande fue la alegría
que experimentaron al oír esta nueva, y no tardó en llegar a Laias un emisario del Papa diciendo a
micer Nicolás y Mafeo que retrocedieran a ver al Pontífice. (...)
Y cuando llegaron a Acre fueron a Su Santidad el Papa y se prosternaron humildemente ante él. Les
recibió con gran deferencia, dándoles su bendición y haciéndoles gran fiesta. Y el Papa acordó darles
para que les acompañaran a dos de los predicadores, los más sabios de toda la provincia, y éstos se
llamaban Nicolás de Vicenza y Guillermo de Trípoli. El Papa expidió sus breves y cédulas que contenían
el mensaje que enviaba al Gran Khan, y dando a todos su santa bendición, se fueron los cuatro con
Marcos, hijo de micer Nicolás.

Marco Polo, Viajes. (fragmento)

La Odisea de Homero.
Obra en que se narran las peripecias de un viaje lleno de aventuras del héroe que intenta volver a su
ciudad natal.

Etapas del viaje mítico o del héroe

“… El héroe mitológico abandona su choza o castllo, es atraído, llevado o avanza voluntariamente hacia el
umbral de la aventura. Allí encuentra la presencia de una sombra que cuida el paso. El héroe puede derrotar o
conciliar con esta fuerza y entrar vivo al reino de la oscuridad (batalla con el hermano, batalla con el dragón,
ofertorio, encatamiento), o puede ser muerto por el oponente y descender a la muerte(desmembramiento,
crucifixión). Detrás del umbral, después, el héroe avanza a través de un mundo de fuerzas poco familiares y sin
embargo extrañamente íntimas, algunas de las cuales lo amenazan peligorsamente (pruebas), otras le dan una
ayuda mágica(auxiliares). Cuando llega al nadir del periplo mitológico, pasa por una prueba suprema y recibe su
recompensa. El triunfo puede ser representado como la unión sexual del héroe y la diosa madre del
mundo (matrimonio sagrado), el reconocimiento del padre-creador(concordia con el padre), su propia
divinizacvión (apoteosis) o también, si las fuerzas le han permanecido hostiles, el robo del don que ha venido a
ganar (robo de su desposada, robo del fuego), intrínsecamente es la expansión de la conciencia y por ende del
ser (iluminación, transfiguración, libertad). El trabajo final es el del regreso. Si las fuerzas han bendecido al héroe,
ahora éste se mueve bajo su protección(emisario); si no huye y es perseguido (huida con transformación, huida
con obstáculos). En el umbral del retorno, las fuerzas trascendentales deben permanecer atrás; el héroe vuelve a
emerger del reino de la congoja (retorno, resurrección). El bien que trae restaura al mundo (elixir).
El Héroe de las Mil Caras, Joseph Campbell

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