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El colegio al que iba Lucy era un colegio como todos los

demás. Un día comenzaron las obras. Nadie sabía qué


es lo que estaban haciendo, hasta que un lunes Lucy y
sus compañeros se llevaron una gran sorpresa. En el
cole habían abierto una biblioteca para poder ir a jugar
por las tardes.

La biblioteca del cole de Lucy tenía un montón de


juguetes de todo tipo: había muñecas, peluches,
coches, triciclos,rompecabezas , construcciones y
muchas cosas más. Era un verdadero paraíso.

Lucy y sus amigos iban todas las tardes a jugar allí.

Un día, Lucy les dijo a sus amigos:


- ¿te has dado cuenta de que cuando llegamos siempre
está todo muy ordenado?
- Es verdad -dijo Pepe, el más pequeño de todos-. Y
eso que lo dejamos todos los días hecho un desastre.

Todos los niños rieron la broma de Pepe y siguieron


jugando.

Pero un día, cuando los niños entraron en la biblioteca,


se encontraron que estaban todos los juguetes
revueltos y desordenados. Al principio, los niños se
sorprendieron, pero siguieron jugando como si nada.
v
Al día siguiente, cuando volvieron, todo estaba peor
que el día anterior. Pero los niños jugaron como
cualquier otro día.
A los pocos días, los niños empezaron a notar que cada
vez había menos juguetes. Y los que había estaban
destrozados. Pasadas unas semanas, ya no quedaban
juguetes con los que jugar.

- ¿Qué habrá pasado con los juguetes? -dijo Lucy.


- No sé -dijo Pepe-. Pero yo no pienso volver aquí.
Prefiero quedarme en mi casa, con mis cosas.

Los niños volvieron a sus casas. ¡Qué sorpresa se


llevaron al ver que sus juguetes tampoco estaban!
Todos estaban muy enfadados.

Cuando Lucy y sus amigos se encontraron al día


siguiente en el cole, y se contaron lo que les había
pasado, se enfadaron todavía más.

- Aquí está pasando algo -dijo Lucy-. Esto no es normal.

Al salir de clase, vieron que toda la calle estaba llena


de carteles que anunciaban un orfanato de juguetes. El
cartel decía Orfanato de juguetes busca
niños responsables que quieran adoptar un juguete
para cuidarlo y tratarlo bien. Se ruega a los niños que
no cuiden de sus juguetes y que los dejen revueltos por
el suelo, que por favor, no acudan.

- ¡Esto es lo que ha pasado con nuestros juguetes y con


los de la biblioteca! -dijo Lucy señalando el cartel.
La maestra, que los estaba escuchando, se acercó y les
dijo:
- Así es, Lucy. Todos nuestros juguetes están en el
orfanato de juguetes. Allí los están arreglando. Solo los
niños que se comprometan a cuidarlos podrán
recuperarlos. A los juguetes hay que tratarlos bien,
tenerlos limpios y colocarlos en su sitio cuando se
acaba de jugar. ¿te gustaría a ustedes que sus papás
no tuvieran limpios, que estuvieran votados de acá
para allá como un trapo o que pusieran a dormir en
cualquier rincón del suelo?
- No... -contestaron los niños.
- Pues a sus juguetes tampoco.

Los niños lo entendieron perfectamente y desde


entonces tratan bien a sus juguetes, los cuidan y los
dejan bien ordenados cuando acaban de jugar. Incluso
han rescatado del orfanato a los juguetes más viejos y
estropeados para arreglarlos ellos mismos. Todos los
juguetes tienen derecho a jugar y a ser queridos.

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