La enseñanza de las Matemáticas fue, desde antes de la Revolución de
Mayo, una de las preocupaciones constantes de los hombres que la hicieron y de muchos gobernantes que consideraron que el aprendizaje de esta ciencia debía formar parte de la preparación básica de los ciudadanos del mañana. A fines del año 1779, el Consulado de Buenos Aires, institución de la que Belgrano era su secretario y propulsor, fundó, debido en gran parte a sus esfuerzos, la llamada Escuela de Náutica. En ella se enseñaba: aritmética y álgebra, geometría y trigonometría, cosmografía, geografía, hidrografía, secciones cónicas, cálculo diferencial e integral y mecánica. Desgraciadamente, la Escuela de Náutica fue clausurada en 1806 a raíz de las invasiones inglesas. Después se fundó, debido siempre a los esfuerzo de Belgrano, la Academia de Matemáticas. Luego estalló la Revolución de Mayo y los hombres de la Junta Revolucionaria manifestaron, de inmediato, el deseo de ponerse en contacto con las conquistas científicas y espirituales de Europa. En setiembre de ese año, la junta de gobierno, instigada por el vocal don Manuel Belgrano, inauguró solemnemente la Escuela de Matemáticas llenando así el vacío de la Escuela de Náutica. A esta escuela le sucedió años después la Escuela de Matemáticas del Estado (año 1816). El genio del general don José de San Martín no podía permanecer indiferente ante la más precisa de las ciencias. Y en efecto: designado en enero de 1814 general en jefe de los Ejércitos del Norte, dispuso la inmediata creación, en Tucumán, de una Escuela de Matemáticas y sus aplicaciones al arte militar. Pero lo más interesante, que muestra las íntimas inclinaciones del espíritu de San Martín, es el hecho de que él, personalmente, dictara un curso de matemáticas, con carácter voluntario, y que el primero en inscribirse como alumno fuera su gran amigo y consejero el general don Manuel Belgrano. Posteriormente, en Mendoza, San Martín, y en Salta, Güemes, -siguiendo el ejemplo de Belgrano- continuaron su prédica en favor de las ciencias exactas y en 1816 consiguieron que en el Colegio de la Santísima Trinidad de cada una de sus ciudades, comenzara a funcionar un curso completo de matemáticas. Con el transcurso de los años, las ciencias y en particular la Matemática, se enseñaron en nuevos centros de cultura, gracias a las semillas que sembraron estos magníficos héroes.