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Rafael Tellechea – DNI 95467348 – Problemas de la filosofía y estética contemporánea

– Cátedra Mosa – Comisión Viernes 9 a 11


1) Kant: Comente lo que planteaba este pensador en “observaciones sobre el
sentimiento de lo bello y lo sublime”.
2) Lo bello y lo sublime en “crítica del juicio”, modalidades del juicio.
3) Descartes: comente 2 de las 4 partes del discurso del método desarrolladas en
clase.

2) En el texto “observaciones sobre el sentimiento de lo bello y lo sublime” Kant


comienza por enfatizar acerca de la subjetividad de las “sensaciones de contento o
disgusto”, dado que entiende que para cada quien será diferente de acuerdo a su propio
condicionamiento histórico y circunstancial. “De ahí proviene que algunos sientan
placer con lo que a otros produce asco; de ahí la enamorada pasión que es a menudo
para los demás un enigma.”
Repara asimismo en que esto sucede dado que todos contamos con una sensibilidad,
más allá de que esta se vea estimulada por tal o cual disparador.
Establece una clara diferenciación entre estos estímulos y los conceptos de bello y
sublime, cuya diferencia se basa en una relación si se quiere “de tamaño”, aludiendo a
que lo sublime escapa siempre a las dimensiones del hombre y es por ello que resulta
tan apabullante.
Se refiere a ambas como emociones agradables, pero distingue en lo sublime el estar
adosado también a un carácter terrorífico, siendo lo bello simplemente definido como
“alegre y sonriente”.
Para esclarecer aún más la cuestión, ejemplifica ampliamente, enunciando por ejemplo
que: “Altas encinas y sombrías soledades en el bosque sagrado son sublimes;
platabandas de flores, setos bajos y árboles recortados en figuras son bellos.”
Continuando con una imagen que, al menos para mí, ilustra de manera sumamente
poética estas dos categorías: “La noche es sublime, el día es bello.”
Define también a su manera otros conceptos: lo sublime terrorífico, lo noble y lo
magnífico, que serían otras subcategorías dentro del dominio de lo sublime, de acuerdo
a la sensación específica que en él generan. Pero es finalmente la gran magnitud,
aquello que diferencia a lo sublime de lo bello, sumado a este aspecto terrorífico que
podría tener que ver con lo infinito, a pesar de que como dirá en su “Critica del Juicio”,
esto es solo un concepto, una idea que no existe más que en el plano del conocimiento.
3) En su “Critica del juicio” Kant establece diferentes formas en las que se emiten los
juicios del gusto y vuelve a aludir a los sentimientos de bello y sublime.
Elabora así una hoja de ruta que permita discriminar los juicios estéticos “puros”, de
otras variaciones, que aparta de esta categoría por considerarlos interesados o
directamente impuros.
Acerca del sentimiento de lo bello, Kant enumera cuatro características básicas o formas
en que se diferencian de otros tipos de juicio.
La primera hace referencia al impacto inicial que el objeto genera en el sujeto, el cual
carece de concepto, más allá de lo que los sentidos aportan. Se trata de un juicio que
debe necesariamente ser desinteresado, esto implica que no exista un interés privado de
parte del sujeto en el momento de emitir el juicio.
Es un juicio que además tiene carácter de universalidad, dado que esta misma
apreciación resulta transferible entre sujetos: esta desinteresada satisfacción debe
suscitar en otro sujeto un efecto o sentimiento similar.
La comunicabilidad de la experiencia está también presupuesta. Esto aparece en el texto
introductorio de Larroyo cuando se enuncia que “Lo universal significa en el arte el
poder éste ser comunicado a los demás; lo necesario, el estar radicado en una aptitud
común humana”, aquello que Kant denomina sensus communis.
En un tercer momento el autor habla de lo bello como una “finalidad sin fin” de acuerdo
a la relación, entendiendo como finalidad al objeto y al fin de acuerdo a la utilidad que
este denota.
Cuando hablamos de lo bello en el arte por ejemplo, la finalidad tiene un impacto
mucho mayor en el sujeto que las posibles elucubraciones de fin: prevalece la actitud
contemplativa, pues aquello que quiere ser expresado está sujeto a la libre interpretación
de quien reciba la experiencia sensorial.
En cuarto lugar enumera la modalidad, cuya premisa es que en todo ser humano hay una
especial disposición para la apreciación de lo bello. Esto aparece como una necesidad,
condicionada también por el contexto social y la exposición a distintas manifestaciones
de lo bello, en las distintas manifestaciones artísticas, por ejemplo.
Todas estas son las características que el autor establece acerca de juicios de gusto en
relación a lo bello.
Sin embargo, habla también acerca de las características propias de aquello que
denominamos “lo sublime”, que comparte todas estas características, pero es en cambio
una representación de gran magnitud. Se trata de fenómenos naturales, de gran fuerza o
dimensión, que generan en el sujeto una sensación de empequeñecimiento y que se
suelen relacionar a la idea de lo infinito.

6) En el “Discurso del método”, luego de emprender una ámplia búsqueda a través de su


formación académica y sus viajes, Descartes se propone cuestionar todo aquello que ha
aprendido, dado que entiende que no hay en aquello que hasta ahora conoce una verdad
absoluta, sino que existen tantas vertientes de pensamiento como sujetos en el mundo.
Propone una nueva forma de pensamiento lógico, basado en silogismos, trayendo de
alguna forma la certeza que había encontrado en la geometría y el álgebra a su
jurisdicción intelectual.
El objetivo de su método es, en sus propias palabras: “aumentar gradualmente mi
conocimiento y elevarlo poco a poco hasta el punto más alto a que la mediocridad de mi
ingenio y la brevedad de mi vida puedan permitirme llegar.”
Es en la segunda parte que elabora las reglas del método, fundadas sobre cuatro
preceptos. El primero de ellos propone no admitir por verdadero nada que no se conozca
que es en evidencia tal, evitando de manera minuciosa precipitaciones y prevenciones,
sin abarcar en el juicio más que lo que no sea posible poner en duda. En segundo lugar,
la división de las dificultades que pudieran aparecer en cuantas partes sea necesario. El
tercero de los preceptos propone recomponer los razonamientos desde aquellos más
simples hasta los más complejos. Y en cuarto y último lugar hacer recuentos tan
integrales y completos que se esté seguro de no haber omitido ningún detalle.
Más adelante, es en la cuarta parte del método que Descartes propone una de sus
máximas más conocidas, a la cual llega luego de postular que también de los sentidos es
preciso dudar, dado que éstos tienden a engañarlo.
Propone entonces que de lo único que no podemos dudar es de nuestra propia
existencia: “Cogito ergo sum” o “pienso, luego existo” es la premisa a la que llega por
medio de la duda. Dice de ella que “observando que esta verdad: “yo pienso, luego soy”
era tan firme y segura que las más extravagantes suposiciones de los escépticos no son
capaces de conmoverla, juzgué que podía recibirla, sin escrúpulo, como el primer
principio de la filosofía que andaba buscando”.
Podía en base a eso fingir que todo aquello que los sentidos le aportaban como prueba
de la realidad era falso, no obstante estaba allí también haciendo uso de sus facultades
de ser pensante, por lo cual no le queda otra alternativa que admitir su propia existencia.

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