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Actualidad, una alternativa de la existencia.

Ser, puro ser –sin ninguna otra determinación. En su inmediación indeterminada es igual sólo a sí
mismo, y tampoco es desigual frente a otro; no tiene ninguna diferencia, ni en su interior ni hacia lo
exterior. Por vía de alguna determinación o contenido. Que se diferenciara en él, o por cuyo medio
fuese puesto como diferente de otro, no sería conservado en su pureza. Es la pura indeterminación y
el puro vacío–. No hay nada en él que pueda intuir, si puede aquí hablarse de intuir; o bien él es sólo
este puro, vacío intuir en sí mismo. Tampoco hay nada en él que uno pueda pensar, o bien éste es
igualmente sólo un pensar vacío. El ser. Lo inmediato indeterminado, es en realidad la nada, ni más
ni menos que la nada.1

Con estas palabras inaugura Hegel la Ciencia de la Lógica. El ser, el fundamento de la


metafísica, es un concepto tan general, capaz de abarcar tanto, tanto como todo, que
termina por abarcar nada. La existencia, como un predicado de segundo orden parece tener
un problema similar al que nos expone Hegel.
El termino o lo que se concebía como existencia cambio súbitamente después del siglo
XIX. Este cambio podemos atribuírselo a dos grandes pensadores: Gottlob Frege (1848 –
1925) y Bertrand Russell (1872 – 1970). Después de estos dos pensadores la existencia
será entendida –por lo menos para la tradición que se suscribe a estas ideas- como la
negación del cero, o como dice McGinn “la existencia consiste en la propiedad de tener
instancias”2. Para comprender esto, parece necesario arrojar luz sobre los predicados de
primero orden y los de segundo orden. Tomemos como ejemplo un pingüino, este pingüino
no vuela y es un ave marina, además de ser adorable; hasta este momento estamos dentro
de la predicación de primer orden, que consiste en predicar las propiedades del objeto, es
decir, una proposición de primer orden consiste en decir algo con respecto de un objeto.
Ahora, en lugar de pensar en un pingüino singular, pensemos el concepto “pingüino”. Todo
concepto se compone de notas características, dentro de estas notas características caerían
las propiedades de los objetos. Una nota característica del concepto “pingüino” sería “ave
marina” e “incapaz de volar” además de “adorable”, si las propiedades de un objeto
cumplen con las características de un concepto, se dirá que el concepto está instanciado y
podría decirse que existe. Ahora bien, cuando hablamos de propiedades de un concepto,

1
HEGEL, G.W.F. Ciencia de la Lógica. Buenos Aires: las cuarenta, 2013. PP. 106.
2
McGinn, Colin. Logical properties: identity, existence, predication, necessity, truth. Oxford. University
Press, NY. PP. 20.
hemos dado un paso a la predicación de segundo orden. Esta consiste, pues, en predicar
acerca de predicados o conceptos. Un ejemplo de esto sería atribuirle una propiedad a un a
varios conceptos, dando lugar a un concepto de nivel superior.
Si entendemos el concepto como una generalidad abstracta, se hace necesario postular que
la predicación de segundo orden, al ser una predicación acerca de conceptos, es una
predicación mucho más alejada de la materia o bien, de los individuos.
La existencia como un predicado de segundo orden tendría que ver más con conceptos que
con las individualidades o bien, con los objetos, como McGinn señala:

La tesis es que cuando tú dices que Bill Clinton existe, no le atribuyes a cierto objeto la propiedad de
la existencia, pues no hay tal propiedad; lo que haces es decir de alguna propiedad, que está
ejemplificada –pero esa propiedad no es la propiedad de la existencia, sino que es alguna otra
propiedad a la que eludes. En vez de atribuir una propiedad a un objeto, atribuyes una propiedad a
una propiedad –la propiedad de segundo orden de tener una instancia. Cuando piensas que un objeto
existe, lo que realmente piensas es que una propiedad se ejemplifica .3

El pensamiento, es por tanto, sobre aquella propiedad y no sobre Clinton, no sobre el objeto
individual, sino sobre alguna propiedad extraña que subyace al individuo, o que está más
allá de él, en el orden de los conceptos o de las propiedades.
El problema de esto, como se dijo al principio, con el ejemplo de Hegel, es la generalidad.
Se habla de generalidades, “existencias generales”, según McGinn: “Cuando piensas que
los tigres existen, no piensas en ciertos objetos felinos que cada uno tiene la propiedad de
existencia; sino que piensas, en la propiedad de ser tigre, que tiene instancias –no se lleva a
cabo ningún acto mental de predicación de la existencia de algún objeto”4. En la
concepción ortodoxa (la que se da después de Frege y Russel) de la existencia, cuando se
dice que un individuo existe, no se dice nada acerca del individuo, sino que se hace
referencia a un predicado que lo contiene, del cual es instancia: “El sujeto del enunciado
nunca es un término para un individuo, sino siempre un término para una propiedad”
Ahora que nos encontramos con la existencia separada de los objetos, ¿qué puede hacerse
al respecto? Los herederos de aquella tradición han tratado de dar respuesta a dicha
pregunta. Uno de ellos es Geach.

3
Ibid. PP. 17.
4
Ibid. PP. 18.
Geach tratará de resolver el problema por medio de la noción de actualidad. Ya en las
primeras páginas de su artículo “lo que actualmente existe” recupera una distinción
importantísima de Frege:

Varias veces en sus trabajos, Frege distingue enfáticamente existencia en su sentido de actualidad
(Wirklichkeit), de existencia tal como es expresada en “hay una cosa tal” (es gibt ein…). Incluso
llega a decir que una de las más burdas falacias que podemos cometer consiste en descuidar esta
distinción, una confusión entre conceptos de niveles diferentes. La actualidad es atribuible a objetos
individuales; existencia, como es expresada en “hay un…” no lo es.5

Para explicar esta diferencia entre los dos tipos de existencia, utilizaremos la noción de
“cambio” en el autor.
Se dijo ya, que la actualidad es una propiedad de los objetos individuales. Un ejemplo de
esto sería Ernesto estudia para convertirse en médico. Ernesto, un objeto particular sufre
una transformación, es decir, cambia, es mutable, como todos los objetos actuales. Todos
estos, están sujetos a cambio o bien, podría decirse que son contingentes. Hay por otro lado,
objetos no actuales, tales como los números o Dios.
Geach crítica el cambio Cambridge que se puede definir de la siguiente manera: “Aquella
cosa llamada “x” ha cambiado si tenemos que “F(x) en el tiempo t” es verdadero y “F(x) en
el tiempo t1”. A esta forma de concebir el cambio le criticará el ser sumamente abstracta,
todo objeto podría caer dentro de esta definición. No ayuda para esclarecer el problema de
la actualidad. Para esto, es necesario otro tipo de cambio, el cambio real, que dé cuenta de
las mutaciones de los objetos particulares. Los objetos que pueblan el mundo, nuestro
mundo.
Ahora bien, nos encontramos con que la crítica de Geach a la existencia es similar a la de
McGinn. Ambos rechazan la existencia como predicado de segundo orden puesto que no da
cuenta de los objetos particulares, porque se encuentra muy alejada de ellos.
Pensar los objetos actualmente, nos permite dar cuenta tanto de su existencia como de sus
cambios, sin recurrir a un aparato conceptual que complique más las cosas. La predicación
de primer orden es suficiente para dar cuenta de estos dos fenómenos: existencia y cambio,
prescindiendo de la predicación de segundo orden.

5
Geach, Peter. Lo que de hecho existe. Pp.1

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