Si yo fuera una mosca cantaría “what a wonderful world”.
Una mosca en la pared, en el foco, en el vino.
Vino y no la paré, escuché un zumbido mezquino planear sobre un bistec, agusanado, podrido. Guiada por el buqué de mi piel, llegó a mi oído. Con asco, un manotazo, con miedo, fuga. Panóptico alado, que el mundo censura te odian, desprecian, pero no te escuchan. Es tu condena jamás causar ternura. ¿Habrá sido la idea de algún demente? ¿O simplemente tu vulgar apariencia? ¿Que coinciden la tragedia y tu presencia? ¿Será acaso tu cercanía con la muerte? Séptico díptero ácrata. ¿Qué tanto podrían importarte nuestros juicios? Si en tus virtudes sólo encontramos vicios. Fárrago de patas, alas y ojos. porque “mosca” insinúa despojo. Despojo, despojo de lo tuyo En función de lo de nosotros. Porque “mosca” te convierte En enemigo del enemigo que es su propio enemigo. Pero, ¿Qué tanto podrían importarte nuestros juicios? Si encuentras un cadáver en cada resquicio. Si esto es un banquete es gracias a nuestro oficio: Matar Uno al Otro con o sin beneficio. Vuela, Párvulo pútrido tábano. Vuela lejos del sentido. Y ¡Cólera! Colma de inocentes miasmas las ciudades. ¡Cólera! A aquellos que no estaban, Que no estaban, Que no estaban en aquella fosa Que nadie encontró.
Rapunzel, pero al revés.
¿Otra vez dieciséis de febrero? ¿Cuándo será ayer, mañana, enero? Has teñido con vino tus penas Y tu llanto adornaste con drogas.
El espejo te reconoce apenas,
Ya eres más lamento que persona.
Una vez y otra vez,
De nuevo es dieciséis. Atrapada en un laberinto de tiempo, todos los días son el mismo.
Coctel de pesares variopinto.
¿Dónde están las canciones, la tinta? Te obligaron a creer que eras distinta. Urdieron con barrotes de cristal Una prisión sonora que repite Sin tregua:
Hit me baby one more time
Y one more time no fue suficiente.
Porque nada lo es. Insaciable el anhelo ajeno Clamó “gimme more, gimme more” But, there is no more, you said. Se acabó. It is done. Arrancaste de tu testa el pesar Y tu pelo. Y arrancada del favor del mundo, Pusiste en juego La rebeldía del fracaso, La dignidad de la incompetencia ¡la estética del fiasco!