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(I696-I787)
Notablemente dotado, el joven Alfonso abordó las ciencias más diversas: letras,
matemáticas, filosofía. Aun agregaba él las artes, por gusto: música, pintura; y poseía
a fondo la lengua francesa. Destinado al foro, desde la edad de l6 años, Alfonso era
Doctor in utroque Jure, derechi civil y derecho canónico. Un incidente sin
importancia, muy explicable aun en un abogado de experiencia, y con mayor razón en
un debutante, tuvo a los ojos del escrupuloso joven las proporciones de un drama que
le rompió muy pronto su carrera: pleiteando en un proceso, de absoluta buena fe, de
repente se dio cuenta de que un error en la interpretación de un documento capital
había falseado todoel problema. No contento con humillarse públicamente por este
error, el joven abogado dejó para siempre el foro. Dios lo esperaba en ese momento. A
pesar de la oposición de su padre, Alfonso, a los 27 años, se dirige hacia el estado
eclesiástico (l723), y es ordenado sacerdote en l725. Atraído primeramente hacia la
orden de los Teatinos, luego hacia el Oratorio, “misiona” con los Lazaristas bajo la
dirección del P. Cutica; luego, soñando en lejanas misines, ¿llamó quizá a la puerta
del Colegio de los chinos, instituído para la formación del clero indígena? Mientras
tanto, sin embargo, funda la obra de las Capillas que junta a las gentes del bajo
pueblo: obreros, empleados, cargadores, etc. . . Esto viene siendo para él una doble
revelación: por una parte, la ignorancia religiosa que reina en estos medios; por otra
parte; la buena voluntad y a menudo las virtudes naturales que los predisponen para
los misterios de la Fe. El encuentro con el P. Falcoia, de la Orden de los piadosos-
obreros, acaba de ilustrarlos sobre el estado de esas gentes, y de descubrirle al mismo
tiempo su verdavero camino: el apostolado del mundo más desheredado
espiritualmente, el del campo.
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auténtico de la Providencia? El P. Falcoia, convertido en Obispo de Castellamare,y el
P. Pagano, confesor de Alfonso, fueron de este parecer. Varios sacersotes piadosos y
celosos se mostraron enamorados del mismo ideal; y el nueve de noviembre de l732
se inauguró, bajo la dirección de Alfonso de Ligorio, la Congregación del Santísimo
Redentor o de los Redentoristas, para la evangelización de las campiñas. El nuevo
instituto fue solemnemente aprobado por Benedicto XlV en l749.
Nuevo giro, muy inesperado, en la vida de Alforso de Ligorio. Pasando por encima de
sus resistencias, en Papa Gregorio Xlll le nombra Obispo de Santa Agata de los
Godos, pequeña diócesis de cuarenta mil almas entre Benevento y Capua, dotada de
un numeroso clero secular y regular, pero afligida por los abusos, las rutinas, la
ignorancia y los vicios, tanto en los clérigos como en los laicos. Se necesitaba allí un
pastor tan firme en los principios como misericordioso en los méritos. El Papa había
sabido escoger.
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Pero este retiro no fue de ninguna manera el reposo. Hacia l780, malentendidos,
ambiciosas y envidiosas revalidades de ciertos religiosos arrojaron la perturbación y la
discordia en la Congregación. La obra se vio amenazada de rompimiento; las casas
erigidas fuera de los estados pontificios trataron de separarse; el santo fundador
mismo vino a ser sospechoso, se le acusó y se le descartó. La prueba ensombreció de
manera singular los últimos años de Alfonso de Ligorio. El apaciguamiento no se hizo
sino casi cerca de l787, como paraproporcionarle a este viejo de 9l años el supremo
consuelo de morir con toda serenidad, rodeado de la veneración de sus hermanos y
enriquecido con la bendición del Soberano Pontífice.
II. OBRAS. San Alfonso de Ligorio había hecho voto de “jamás perder el tiempo”,
voto heroico, al que fue estrictamentefiel, porque, no contento con “orar sin cesar”,
según el precepto evangélico, pasaba sin interrupción de la cátedra al confesionario, o
viceversa. Y el resto del tiempo, en su celda, se “crucificaba a su pluma” (Lacordaire).
Gracias a esta asiduidad en el trabajo, tanto como por la grandeza de su espíritu y por
la intensidad de su vida interior, le dejó a la posteridad una obra inmensa y de valor de
primera clase”.
Simples notas primeramente sobre la Medulla theologiae moralis del Jesuita Hermann
Busembaum; luego las notas zse amplian en verdaderas disertaciones, se convierten
en tratados, cuyo carácter personal y cuya amplitud hacen del comentarista un autor
original para quien el texto primitivo de Busembaum no sirve sino de hilo conductor.
El propio autor se tomó el trabajo de resumirla y de hacerla más fácilmente apicable,
en dos obras: La instrucción práctica del confesor (l757), cuya traducción latina Homo
apostolicus (l759) es también de San Alfonso, así como “El confesor de campesinos”
(l764).
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de Navidad” u una Novena del Sagrado Corazón” (l758): La “Práctica del amor a
Jesucristo”.
Por incompleta que sea, esta enumeración permite emitir un juicio: San Alfonso de
Ligorio, a quien la universalidad de su genio hubiese permitido abordar muchas otras
cuestiones, aunque se ciñó sistemáticamente al estudio y la difusión de la verdad
religiosa y cristiana, en este dominio restringido cuanto menos manejó todos los
géneros. Agregaremos que sobresalió en todos.
Algunos teólogos reprochan al gran moralista que fue San Alfonso de Ligorio sus
meticulosos análisis de los estados de almas, sus direcciones de los actos humanos,
cosas todas conocidas en los manuales bajo los nombres de “probabilismo,
equiprobabilismo, probabiliorismo, tuciorismo, etc.”. Aunque se encuentran, en
efecto, estas nociones y estos términos en la “Teología Moral”, manifiestan una alma
no solamente escrupulosa consigo misma, sino sobre todo cuidadosa de establecer a
las otras almas en una paz auténtica, fundada en la Verdad integral, tal alejada de la
indulgencia ilusoria como del temor injustificado.
Desde l749 Alfonso de Ligorio escribía una “Disertación escolástico-moral para echar
mano moderadamente de una opinión probable si está en concurrencia con una
opinión más problable”;luego, diez y veinte años más tarde, nuevas “Disertaciones
sobre el uso moderado de la opinión probable”. Con este motivo fue objeto de
violentas críticas de teólogos anónimos, pero sobre todo el domingo Patuzzi. Un
libero intitulado “La causa del probabilismo puesta sobre el tapete por Mons. De
Ligorio y de nuevo convicta de falsedad por Adelfo Desiteo” (el seudónimo de
Patuzzi) provocó de parte de Alfonso una respuesta: “Apología en defensa de la
disertación sobre el uso de la opinión probable, contra los ataques de cierto Padre
lector que toma el nombre de Adelfo Dositeo”. Aquí establecía claramente el Santo
Doctor “que una ley no podría tener fuerza obligatoria si su existencia no estaba
establecida de manera convincente, o al menos más probable que la opinión
contraria”, y luego “que una ley incierta no podría imponer una obligacón cierta”.
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tomistas y moninistas, San Alfonso estudia los medios prácticos de obtener la Gracia,
en particular los Sacramentos y la Oración.
Además, sería un ainjusticia ver en San alfosno un simple compilador. Lo que toma de
otros lo asimila perfectamente, lo hace suyo, y sabre presentarlo bajo una forma
personalísima?. ¿Su originalidad?... Está en la síntesis de variadas enseñanzas
provenientes de fuentes tandiversas: "Tras de haber consumado la derrota de la
teología jansenista, en sus obras entrega la suma de lo que desde hacía dos siglos se
había impuesto al pensamiento y a la devoción de los católicos" (Christus, p. 216).
Seguramente que algunos de sus tratados han envejecido; fueron escritos para su
tiempo, en atención a necesidades o dificultades que han cambiado. Tales cuales
tienen todavía un interés histórico y nos ilustran sobre la casuística de la época. Por
último, los principios morales que exponen o defiende son siempre válidos.