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Imitación.- la imitación tiene una gran parte en el lenguaje es evidente que los niños
aprenden sus primeras palabras, por lo común meras etiquetas, oyendo e imitando. De
hecho, adquieren de ese modo casi todo su primer léxico, no es posible inventar
palabras y hacerse entender. Pero no es tan fácil explicar la adquisición de la sintaxis.
Algunas frases son imitativas, pero otras como “no es tú” o “yodas eso” son
claramente originales: no es probable que los niños hayan escuchado algo así.
Balbuceos.- Desde sus primeros momentos, los niños exploran diversos sonidos.
A menudo, comienzan en emisiones vocálicas y consonantes anteriores (la
articulan al frente de la boca): “Ahh, bahh, bahh, ahh”. A los seis meses tienen un
repertorio mucho más variado, y concatenan números sonidos que alargan, cortan
y modifican en altura y ritmo; también parecen ejercer un control progresivo de sus
vocalizaciones, y las repiten a voluntad, las prolongan y detienen en una suerte de
charla aparente y auto imitativa, llamada a veces iteración.
Las vocalizaciones incipientes comprenden apenas unos cuantos sonidos o
fonemas. Pero al segundo mes los niños Articulan varios sonidos consonánticos
así como tronidos y chasquidos, gorgojeos y gruñidos, y otras emisiones, algunas
de las cuales están fuera del alcance de la lengua materna de los progenitores. El
número de fonemas crece con rapidez durante el primer año, si bien hacia el final
lo hace más lentamente.
¿Qué importante son los balbuceos?
El balbuceo infantil es una forma irresistible de comunicación, y en todo el mundo
los adultos que cuidan a los niños se delectan imitando y fomentando las
vocalizaciones. Según parece en el curso de los balbuceos los pequeños están
aprendiendo a producir los sonidos que utilizaran más tarde para hablar.
Las investigaciones recientes han descubierto que, en relación con el lenguaje, los
bebes son universalista, que pueden distinguir todos los sonidos del habla
humana, mientras que los adultos son especialistas, y solo perciben y producen los
sonidos de su lengua materna. Los investigadores probaron a niños de seis meses
que fueron enseñados a mirar sobre el hombro cuando oyeran una diferencia en
pares de sonidos y a ignorarlos las similitudes conocidas de su propio idioma. Este
estudio demuestra que la percepción del lenguaje está claramente delimitada por
la experiencia, a una edad menor de lo que se pensaba, también indico que las
“conversaciones” entre padres e hijos son instrumento para la producción del
lenguaje hablado ( kuhl, Willians,Lacerda,Stevens y Lindblon, 1992)