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15 diciembre, 2017
Desde el taburetico señalamos a Chávez, que así no se hace, que así no se dice,
que guarda el crucifijo, que la cagaste, que yo era de izquierda primero que tú.
Y me disculpan, pero yo aquí me bajo porque mi escasa formación ideológica no
me permite seguir en la comparsa que, nublada de soberbia, desde el taburetico
cuestionó a Chávez su decisión más pensada, la más difícil de todas, la más
definitiva, la que fue firme, plena, como la luna llena, irrevocable, absoluta,
total… Chávez se equivocó, afirmaron por goteo, mientras Nicolás llevaba el
timón en medio de la más poderosa tormenta.
Que así no, que si el legado, que así no va a durar ni dos días, que no va a ganar
una sola elección, que ya van a ver, que yo me voy, que yo no me hundo con
este barco, que coño de la madre que no se hunde, que bueno, que miren que
les traigo unas orientaciones, un nuevo liderazgo, uno de verdad, no como ese
que lleva el timón, que lo lleva tan mal, que mira que hay corruptos, que mira
que todo está carísimo, que quiero chuney de manzana y pecans, que subieron
la tarifa de Direct TV, que la gente pasa hambre… Coño, que les dan cajas de
CLAP, que no les den el pescado, que les enseñen a pescar… ¿Qué es
el carnet de la Patria? ¿Un carnet como el de AD? Y el pueblo sacándose esa
vaina porque no tiene formación política… Mientras que así, chico, sin formación
política, el pueblo burló al paramilitarismo y cruzó ríos y trochas para votar por
la Constituyente, y apagado el candelero, volvió a votar, una y dos veces, a pesar
de los augurios que desde el taburetico aseguraban que el pueblo no votaría
más porque la Constituyente solo frenó la guerra civil pero no la guerra
económica y eso iba a costarle al chavismo, como iba a costarle no escoger a tal
candidato.