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Chavistamente: Como Chávez

15 diciembre, 2017

CAROLA CHÁVEZ/CIUDAD COJEDES


Esta semana me topé tantas veces con un comentario tantas veces escuchado,
cada vez que hay elecciones, cada vez que un candidato es revolcado por una
zaparapanda de votos, brota de las profundidades del supremacismo
clasemediero la amarga frase: “Los compraron (se vendieron) por una bolsa de
comida”. Después de 18 años de lecciones electorales, algunos parecen no
haber aprendido nada.

Creer que el pueblo se vende, que el pueblo se compra, demuestra un profundo


desprecio por quienes han sostenido esta revolución durante todos estos años,
aguantando todos los chaparrones, del lado más duro y cruel de esta larga
batalla. Nosotros, la clase media, pecamos de arrogantes. Nos subimos a una
lucha una vez que estaba empezada, y llegandito, quisimos ordenar la pea.
Nosotros no llegamos aquí para aprender, vinimos a enseñar, porque hemos
leído y viajado, sabemos cómo deben ser las cosas, y las cosas deben ser como
una idílica mezcla de Noruega con Dubai y la URSS, pulida con photoshop, una
vaina impecable, donde lo humano es borrado por la pureza y la perfección.
Subidos a un ridículo taburetico, con una batuta de moral inmaculada,
señalamos errores en un mar de avances sociales, culturales y políticos,
salpicados de desaciertos, sí, pero enormes avances al fin y a cabo. Ponemos
nombres a las cosas que no entendemos: populismo, paternalismo, demagogia,
así descalificamos a los salvavidas urgentes, muchas veces desesperados,
improvisados que han mantenido, hasta en los peores momentos de esta
guerra, a los más vulnerables
a flote.

Desde el taburetico señalamos a Chávez, que así no se hace, que así no se dice,
que guarda el crucifijo, que la cagaste, que yo era de izquierda primero que tú.
Y me disculpan, pero yo aquí me bajo porque mi escasa formación ideológica no
me permite seguir en la comparsa que, nublada de soberbia, desde el taburetico
cuestionó a Chávez su decisión más pensada, la más difícil de todas, la más
definitiva, la que fue firme, plena, como la luna llena, irrevocable, absoluta,
total… Chávez se equivocó, afirmaron por goteo, mientras Nicolás llevaba el
timón en medio de la más poderosa tormenta.

Que así no, que si el legado, que así no va a durar ni dos días, que no va a ganar
una sola elección, que ya van a ver, que yo me voy, que yo no me hundo con
este barco, que coño de la madre que no se hunde, que bueno, que miren que
les traigo unas orientaciones, un nuevo liderazgo, uno de verdad, no como ese
que lleva el timón, que lo lleva tan mal, que mira que hay corruptos, que mira
que todo está carísimo, que quiero chuney de manzana y pecans, que subieron
la tarifa de Direct TV, que la gente pasa hambre… Coño, que les dan cajas de
CLAP, que no les den el pescado, que les enseñen a pescar… ¿Qué es
el carnet de la Patria? ¿Un carnet como el de AD? Y el pueblo sacándose esa
vaina porque no tiene formación política… Mientras que así, chico, sin formación
política, el pueblo burló al paramilitarismo y cruzó ríos y trochas para votar por
la Constituyente, y apagado el candelero, volvió a votar, una y dos veces, a pesar
de los augurios que desde el taburetico aseguraban que el pueblo no votaría
más porque la Constituyente solo frenó la guerra civil pero no la guerra
económica y eso iba a costarle al chavismo, como iba a costarle no escoger a tal
candidato.

Y el pueblo “equivocándose, vendiéndose por una caja de comida, por un bono


navideño”, vota por un proyecto, con sus aciertos y errores, con más aciertos
que errores, consciente el pueblo de que este proyecto no es un nombre, ni un
cargo de elección popular, que todo es mucho más complejo, más a largo
alcance y a la vez inmediato. Vota el pueblo para frenar el más feroz ataque del
enemigo histórico mientras apunta a consolidar el futuro como el que nos
contaba Chávez. Se equivocan los que creen que el pueblo se vende por una caja
de comida. Se equivocan también los que creen que con una caja de comida
pueden comprarlo. El pueblo votó y seguirá votando para pesar de la soberbia
que insiste en enseñarlo a no ser como ha sido: valiente, clarito, firme y
victorioso… como Chávez.

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