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Ejemplo de 5 mitos
Muchos arman el arbolito sin saber por qué lo hacen, ni qué significa. Sus orígenes se
remontan al siglo VIII, según relata la leyenda más conocida, cuando San Bonifacio
fue a Germania para convertir a los paganos al cristianismo. En una noche de Navidad,
los germanos intentaron sacrificar a un niño debajo de un árbol y San Bonifacio,
furioso, arrancó el tronco de raíz y emergió de este un pino. Con su acción, no solo
salvó la vida del niño, sino que logró que la mayoría de los presentes se convirtieran
al cristianismo, ya que lo consideraron un acto milagroso. Pero fue recién en el siglo
XVI que se empezaron a colocar los árboles de Navidad adentro de los hogares. La
tradición pasó a Reino Unido, de allí a Estados Unidos y de ahí llegó a Latinoamérica.
El evangelio de San Mateo es el único que menciona la figura de los magos, pero no
da sus nombres ni tampoco cuántos eran. Fue en el siglo III cuando Quinto
Tertuliano se refiere por primera vez a los magos como reyes, o de estirpe real.
Posteriormente, durante el siglo IV, se estableció que fueron tres, en representación
al oro, el incienso y la mirra, y se conocieron sus nombres. La figura del rey negro
Baltasar nació en el siglo XVI, se cree que por razones ecuménicas, e incluso en
ocasiones se le representó como “jefe indio”. Según diferentes historiadores, con la
imagen de los tres Reyes Magos se pretendió otorgar universalidad a la llegada de
Jesús.
La historia de Papá Noel, también llamado San Nicolás, Santa Claus o Padre de Hielo,
está íntimamente relacionada con el santo Nicolás de Bari, quien nació en Turquía en
el siglo IV en el seno de una familia adinerada. Luego del fallecimiento de sus padres,
a los 19 años decidió donar su fortuna y dedicar su vida al sacerdocio. San Nicolás
falleció el 6 de diciembre del año 345 y la razón por la que se le represente con una
bolsa, repartiendo regalos, se originó cuando supo que la hija de un vecino iba a
casarse y como su padre no tenía dinero para la fiesta, decidió entregarle una bolsa
con monedas de oro.
Leyenda
Una leyenda es una narración de hechos naturales, sobrenaturales o una mezcla
de ambos que se transmite de generación en generación en forma oral o escrita.
Generalmente, el relato se sitúa de forma imprecisa entre el mito y el suceso
verídico, lo que le confiere cierta singularidad.
Se ubica en un tiempo y lugar familiares a los miembros de una comunidad, lo
que aporta cierta verosimilitud al relato. En las leyendas que presentan elementos
sobrenaturales como milagros, presencia de criaturas féricas o de ultratumba, etc.
y estos sucesos se presentan como reales, forman parte de la visión del
mundo propia o emic de la comunidad en la que se origina la leyenda.
En su proceso de transmisión a través de la tradición oral, las leyendas
experimentan a menudo supresiones, añadidos o modificaciones culturales que
dan origen a todo un mundo lleno de variantes. Las más comunes es la "cristalización" de leyendas
paganas o la adaptación a la visión infantil, cuando el cambio de los tiempos ha reducido las antiguas
cosmovisiones.
1. La Llorona
La llorona es una de las leyendas más conocidas en Guatemala y, aunque hay varios elementos que no
cambian, existen varias versiones sobre el origen de esta leyenda. Uno de los elementos que permanece
igual en todos los relatos es el nombre de la Llorono y su procedencia. Es decir, en todas las leyendas
la mujer lleva el nombre de María y es criolla, es decir, hija de de españoles en época de la colonia.
Así mismo, otro de los elementos en común de las leyendas es que María contrajo matrimonio y que
su esposo viajaba mucho. Los elementos que varian es que, estando de viaje, Maria se enamoro de un
fontanero de nombre Juan de la Cruz y producto de este amor queda embarazada. Otra de las versiones
es que de la persona que se enamora es de un mozo de su finca y la tercera versión es que María llevaba
una vida de libertinaje y se desconoce de quien queda embarazada. Las leyendas, casi todas de ellas,
cuentan que, una vez embarazada, puede ser de 1, 2 o inclusive 3 hijos, y preocupada de lo que diría
su esposo, Maria va al rio y ahoga a sus hijos. Luego de haber ahogado a su hijo o hijos, a María le da
cargo de conciencia y trata de rescatar a sus pequeños y termina ahogada ella tambien. Otro de las
leyendas cuentan que María regresa a su casa y al darse cuenta de lo que había hecho corre por las
calles gritando “mis hijos, mis hijos, donde están mis hijos” con lagrimas en los ojos. Finalmente, las
leyendas cuentan que la llorona está condenada a buscar a sus hijos por toda la eternidad; asimismo, se
comenta que si se escucha a la llorona lejos es porque esta cerca y cuando se escucha cerca es porque
esta lejos.
2. El Sombrerón
Al igual que la Llorona, El sombreron es una de las leyendas más populares en Guatemala y por lo
tanto, tiene varios elementos similares y varios elementos distintos en cada uno de los relatos. Todas
las leyendas concuerdan en que el sombreron era una hombre de pequeña estatura, que usaba un
sombrero muy grande, siempre estaba con una guitarra y tenía una voz maravillosa. Cuentan las
leyendas que el sombreron vio a una mujer que lo deslumbro con su belleza, de ojos oscuros y pelo
negro. Al verla no puedo resistirse y quiso enamorarla, por lo que se acerco a su balcón y le cantó
serenata. La mujer, a quienes en algunas leyendas la llaman Celina, se enamoró de este pequeño hombre
con esta angelical voz a quien esperaba todos los días. Celina dejo de comer esperando a la llegada del
hombre con la voz melodiosa. Los padres de Celina, preocupados, llaman a un sacerdote y al ver que
este no podía ayudarla, la llevaron a un convento. La muchacha murio de tristeza y el dia del velorio
apareció el sombreron cantando y llorando de tristeza. Desde ese día, cuentan las leyendas que se puede
escuchar al sombreron cantar con su guitarra en las noches y busca a mujeres de pelo negro y ojos
oscuros. Asi mismo, se dice que para auyentar al sombreron de una mujer a la que persigue, a esta se
le debe de cortar el pelo.
3. La Ciguanaba
La ciguanaba, según cuentan la leyenda en su origen, era una mujer llamada Sihuehuet, cuyo nombre
significa mujer hermosa. Esta mujer tenia una relación con el hijo de un Dios, del cual quedo
embarazada. Pero Sihuehuet probo no ser una buena madre, al contrario, fue una madre que no cumplia
con sus obligaciones. A parte de ser una mala madre, Sihuehuet tenía un amante. Al descubir esto, el
hijo del Dios, llamado Tlaloc, maldijo a Sihuehuet. La maldición consiste en que la mujer sería bella
de lejos pero una vez las personas se acercaran y la vieran de cerca seria una mujer horrible. Esta
leyenda continua estando vigente, ya que, según cuentan los relatos, la ciguanaba es una mujer que
parece hermosa a primera vista pero al acercarse tiene cara de yegua o incluso de calavera. Se dice que
la ciguanaba persigue a los hombres que son infieles o trasnochadores. Siguen contando las leyendas
que la ciguanaba atrae a los hombres a barrancos o lugares desiertos para que las personas mueran al
seguirla. Otra de las versiones es que la ciguanaba mata del susto a las personas o que, sino mueren, se
vuelven locas luego de verla.
Poesía Epica
La poesía (del griego ποίησις 'acción, creación; adopción; fabricación; composición, poesía; poema' <
ποιέω 'hacer, fabricar; engendrar, dar a luz; obtener; causar; crear') es un género literario considerado
como una manifestación de la belleza o del sentimiento estético por medio de la palabra, en verso o
en prosa.1 Los griegos entendían que podría haber tres tipos de poesía, la lírica o canción, cantada con
acompañamiento de lira o arpa de mano, que es el significado que luego se generalizó para la palabra,
incluso sin música; la dramática o teatral y la épica o narrativa. Por eso se suele entender
generalmente hoy como poesía la poesía lírica. También es encuadrable como una «modalidad textual»
(esto es, como un tipo de texto).2 Es frecuente, en la actualidad, utilizar el término «poesía» como
sinónimo de «poesía lírica» o de «lírica», aunque, desde un punto de vista histórico y cultural, esta es un
subgénero o subtipo de la poesía.
La guitarra
hace llorar a los sueños.
El sollozo de las almas
perdidas
se escapa por su boca
redonda.
Y como la tarántula,
teje una gran estrella
para cazar suspiros,
que flotan en su negro
aljibe de madera.
La novela es una obra literaria en la que se narra una acción fingida en todo o en parte y cuyo fin es
causar placer estético a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances interesantes así
como de personajes, pasiones y costumbres, que en muchos casos sirven de insumos para la
propia reflexión o introspección. La vigesimotercera edición del Diccionario de la lengua española de
la Real Academia Española la define de manera más general como una «obra literaria narrativa de cierta
extensión» y como un «género literario narrativo que, con precedente en la Antigüedad grecolatina, se
desarrolla a partir de la Edad Moderna.1 La novela se distingue por su carácter abierto y su capacidad
para contener elementos diversos en un relato complejo. Este carácter abierto ofrece al autor una gran
libertad para integrar personajes, introducir historias cruzadas o subordinadas unas a otras, presentar
hechos en un orden distinto a aquel en el que se produjeron o incluir en el relato textos de distinta
naturaleza: cartas, documentos administrativos, leyendas, poemas, etc. Todo ello da a la novela mayor
complejidad que la que presentan los demás subgéneros narrativos.
n cuento (del latín, compŭtus, cuenta)1 es una narración breve creada por uno o varios autores, basada
en hechos reales o ficticios, cuya trama es protagonizada por un grupo reducido de personajes y con un
argumento relativamente sencillo.
El cuento es compartido tanto por vía oral como escrita; aunque en un principio, lo más común era por
tradición oral. Además, puede dar cuenta de hechos reales o fantásticos pero siempre partiendo de la
base de ser un acto de ficción, o mezcla de ficcióncon hechos reales y personajes reales. Suele
contener varios personajes que participan en una sola acción central, y hay quienes opinan que un final
impactante es requisito indispensable de este género. Su objetivo es despertar una reacción emocional
impactante en el lector. Aunque puede ser escrito en verso, total o parcialmente, de forma general se da
en prosa. Se realiza mediante la intervención de un narrador, y con preponderancia de la narración
sobre el monólogo, el diálogo, o la descripción.
Patito Feo
Valores:
Pero cuando por fin salió resultó que ser un pato totalmente
diferente al resto. Era grande y feo, y no parecía un pavo.
El resto de animales del corral no tardaron en fijarse en su
aspecto y comenzaron a reírse de él.
Su madre lo defendía pero pasado el tiempo ya no supo qué decir. Los patos le daban
picotazos, los pavos le perseguían y las gallinas se burlaban de él. Al final su propia
madre acabó convencida de que era un pato feo y tonto.
El pobre patito se sintió muy triste al oír esas palabras y escapó corriendo de allí ante
el rechazo de todos.
Acabó en una ciénaga donde conoció a dos gansos silvestres que a pesar de su
fealdad, quisieron ser sus amigos, pero un día aparecieron allí unos cazadores y
acabaron repentinamente con ellos. De hecho, a punto estuvo el patito de correr la
misma suerte de no ser porque los perros lo vieron y decidieron no morderle.
- ¡Soy tan feo que ni siquiera los perros me muerden!- pensó el pobre patito.
Continuó su viaje y acabó en la casa de una mujer anciana que vivía con un gato y
una gallina. Pero como no fue capaz de poner huevos también tuvo que abandonar
aquel lugar. El pobre sentía que no valía para nada.
Deseó con todas sus fuerzas ser uno de ellos, pero abrió los ojos y se dio cuenta de
que seguía siendo un animalucho feo.
Tras el otoño, llegó el frío invierno y el patito pasó muchas calamidades. Un día de
mucho frío se metió en el estanque y se quedó helado. Gracias a que pasó por allí un
campesino, rompió el frío hielo y se lo llevó a su casa el patito siguió vivo. Estando
allí vio que se le acercaban unos niños y creyó que iban a hacerle daño por ser un
pato tan feo, así que se asustó y causó un revuelo terrible hasta que logró escaparse
de allí.
El resto del invierno fue duro para el pobre patito. Sólo, muerto de frío y a menudo
muerto de hambre también. Pero a pesar de todo logró sobrevivir y por fin llegó la
primavera.
Una tarde en la que el sol empezaba a calentar decidió acudir al parque para
contemplar las flores, que comenzaban a llenarlo todo. Allí vio en el estanque dos de
aquellos pájaros grandes y blancos y majestuosos que había visto una vez hace
tiempo. Volvió a quedarse hechizado mirándolos, pero esta vez tuvo el valor de
acercarse a ellos.
Voló hasta donde estaban y entonces, algo llamó su atención en su reflejo. ¿Dónde
estaba la imagen del pato grande y feo que era? ¡En su lugar había un cisne! Entonces
eso quería decir que… ¡se había convertido en cisne! O mejor dicho, siempre lo había
sido.
Desde aquel día el patito tuvo toda la felicidad que hasta entonces la vida le había
negado y aunque escuchó muchos elogios alabando su belleza, él nunca acabó de
acostumbrarse.
El Hada fea
Las hadas, por lo general, son criaturas bellas, dulces, amables y llenas de amor.
Pero hubo una vez un hada que no eran tan hermosa. La verdad, es que era horrible,
tanto, que parecía una bruja.
El Hada Fea vivía en un bosque encantado en el que todo era perfecto, tan perfecto
que ella no encajaba en el paisaje, por eso se fue a vivir apartada en una cueva del
rincón más alejado del bosque. Allí cuidaba de los animalitos que vivían con ella, y
disfrutaba de la compañía de los niños que la visitaban para escuchar sus cuentos y
canciones. Todos la admiraban por su paciencia, la belleza de su voz y la dedicación
que prestaba a todo lo que hacía. Para los niños no era importante en absoluto su
aspecto.
No quería contarles que en realidad era porque el resto de las hadas la rechazaban
por su aspecto.
Un día llegó una visita muy especial al bosque encantado. Era la reina suprema de
todas las hadas del universo: el Hada Reina. La cual estaba visitando todos los reinos,
países, bosques y parajes donde vivían sus súbditos para comprobar que realmente
cumplían su misión: llevar la belleza y la paz allá donde estuvieran.
Para comprobar que todo estaba en orden, el Hada Reina lanzaba un hechizo muy
peculiar, que ideaba en función de lo que observaba en cada lugar.
Pero en ese momento, el bosque encantado empezó a quedarse sin colores, y todo
se volvió gris.
-Parece que no es verdad lo que me decís -dijo el Hada Reina-. Tendréis que buscar
el motivo de que vuestro hogar haya perdido el color. Cuando lo hagáis, este bosque
encantado recuperará todo su brillo y esplendor. Sólo cuando la auténtica belleza
viva entre vosotras este lugar volverá a ser perfecto.
Tras la visita del Hada Reina se reunieron urgentemente todas las hadas del consejo
del bosque encantado.
-Esto es cosa del Hada Fea -dijo una de las hadas del consejo-. Ella es la culpable.
-Vayamos a buscarla -dijo el Hada Gobernadora del bosque -. Hay que expulsarla de
aquí.
Todas las hadas fueron en busca del Hada Fea. Cuando la encontraron le pidieron
que se marchara. La pobre Hada Fea, pensando que era la culpable, se marchó.
Pero cuando cruzó las fronteras del bosque, éste dejó de ser gris y pasó a ser de
color negro.
Mientras los niños se enteraron de la noticia fueron rápidamente a hablar con el resto
de las hadas muy enfadados.
-¿Qué habéis hecho? ¿Por qué le habéis echado de aquí? -decían
llorando los niños -. Puede que el Hada Fea no sea muy bonita,
pero es mucho mejor que vosotras.
-¡Dejadla que vuelva a entrar! Ella es buena y cariñosa, y no como
vosotras que sois presumidas y egoístas. No es el Hada Fea quien
hace feo este lugar sino vuestro egoísmo.
- ¡Mirad eso! -dijo el niño. El suelo que acaba de pisar el Hada Fea ha recuperado su
color, y también las flores que tiene a su lado.
El Hada Fea perdonó a sus hermanas y las acompañó por todo el bosque. Todo el
mundo pudo admirar el gran corazón de aquel hada que, aunque tenía una cara muy
fea, emocionaba a todos con su belleza interior.
Cenicienta
Érase una vez un hombre bueno que tuvo la desgracia de quedar viudo al poco tiempo
de haberse casado. Años después conoció a una mujer muy mala y arrogante, pero
que pese a eso, logró enamorarle.
Ambos se casaron y se fueron a vivir con sus hijas. La mujer tenía dos hijas tan
arrogantes como ella, mientras que el hombre tenía una única hija dulce, buena y
hermosa como ninguna otra. Desde el principio las dos hermanas y la madrastra
hicieron la vida imposible a la muchacha. Le obligaban a llevar viejas y sucias ropas
y a hacer todas las tareas de la casa. La pobre se pasaba el día barriendo el suelo,
fregando los cacharros y haciendo las camas, y por si esto no fuese poco, hasta
cuando descansaba sobre las cenizas de la chimenea se burlaban de ella.
Un día oyó a sus hermanas decir que iban a acudir al baile que daba el hijo del Rey.
A Cenicienta le apeteció mucho ir, pero sabía que no estaba hecho para una
muchacha como ella.
Planchó los vestidos de sus hermanas, las ayudó a vestirse y peinarse y las despidió
con tristeza. Cuando estuvo sola rompió a llorar de pena por no poder ir al baile.
Entonces, apareció su hada madrina:
- Mmmm… creo que puedo solucionarlo, dijo esbozando una amplia sonrisa.
Cenicienta recorrió la casa en busca de lo que le pidió su madrina: una calabaza, seis
ratones, una rata y seis lagartos. Con un golpe de su varita los convirtió en un
magnífico carruaje dorado tirado por seis corceles blancos, un gentil cochero y seis
serviciales lacayos.
- Sólo una cosa más Cenicienta. Recuerda que el hechizo se romperá a las doce de
la noche, por lo que debes volver antes.
A Cenicienta le ocurría lo mismo y estaba tan a gusto que no se dio cuenta de que
estaban dando las doce. Se levantó y salió corriendo de palacio. El príncipe,
preocupado, salió corriendo también aunque no pudo alcanzarla. Tan sólo a uno de
sus zapatos de cristal, que la joven perdió mientras corría.
Anonimato
Una gran cantidad de obras pertenecientes a la literatura
medieval son anónimas. Esto no es debido únicamente a la
falta de documentos de este período, sino también a que el
papel que jugaban los autores en aquella época difiere
considerablemente de la interpretación romántica del término en la actualidad. Los autores medievales
estaban sometidos a menudo a los escritores clásicos y a los Padres de la Iglesia católica, y tendían a
reescribir historias, que habían oído o leído, de forma embellecida, más que a crear historias nuevas. E
incluso cuando creaban una nueva historia no suele quedar claro quién era el autor, ya que atribuían
ciertas ideas a otros libros de otros autores. Esto hace que el nombre de los autores individuales sea
poco o nada importante y por ello, los grandes trabajos de la época nunca son atribuidos a una persona
en concreto.
Literatura religiosa
Género literario
No debe confundirse con el concepto más específico de Literatura de género.
Los géneros literarios son los distintos grupos o categorías en que podemos clasificar las obras
literarias atendiendo a su contenido y estructura. La retórica los ha clasificado en tres grupos
importantes: épico o narrativo, lírico y dramático, a los que se añade con frecuencia el género didáctico,
convirtiéndose en un punto de referencia para el análisis de la literatura.1 Así mismo, y desde el punto de
vista del autor, los géneros literarios son modelos de estructuración formal y temática que le permiten
establecer un esquema previo a la creación de su obra.
La clasificación de las obras literarias en géneros y subgéneros se atiene a criterios semánticos,
sintácticos, fonológicos, discursivos, formales, contextuales, situacionales y afines. En la historia, ha
habido varias clasificaciones de los géneros literarios, por lo que no se puede determinar una
categorización de todas las obras siguiendo un criterio común.
El género épico: actualmente asimilado al género narrativo. En su origen fue un género literario en
el que el autor presentaba hechos legendarios, generalmente haciéndolos pasar por verdaderos o
basados en la verdad. Su forma de expresión habitual es la narración, aunque pueden
entremezclarse también la descripción y el diálogo. En algunos casos, la épica no es escrita, sino
contada oralmente por los rapsodas.
El género lírico: en el que el autor transmite sentimientos, emociones o sensaciones respecto a una
persona u objeto de inspiración. La expresión habitual del género lírico es el poema. Aunque los
textos líricos suelen utilizar como forma de expresión el verso, hay también textos líricos en prosa
(prosa poética).
El género dramático: fundamentalmente ligado al teatro, es aquel que representa algún episodio o
conflicto de la vida de los seres humanos por medio del diálogo de los personajes. Sus rasgos más
característicos son el uso del diálogo y que no aparece la figura del narrador. Este género está
destinado a ser representado, por lo que abarca todo lo escrito para el teatro. El fin de una obra del
género dramático, aunque puede ser leída, es su representación en un escenario ante unos
espectadores. Esta tarea es llevada a cabo por los actores, que encarnan a los personajes y que
son conducidos por un director.
Cada uno de estos géneros vendría definido por un modo de expresión y un estilo propio que debía
adecuarse a su finalidad estética. Cualquiera de ellos puede expresarse en verso o en prosa.
Subgéneros
Los cuatro grandes géneros literarios bajo la visión moderna (narrativa, lírica, dramática y didáctica)
comprenden cada uno de ellos una variedad de subgéneros, en algunos textos definidos como «formas
literarias». Fundamentalmente son:
Subgéneros narrativosLa épica: referida a las hazañas de uno o más héroes y las luchas reales o
imaginarias en las que han participado. Su forma de expresión tradicional ha sido el verso, bajo la forma
de poemas épicos cuya finalidad última es la exaltación o engrandecimiento de un pueblo.
La epopeya: en una edad antigua de carácter mítico. Sus personajes son dioses y seres mitológicos.
Entre las epopeyas más importantes se encuentran la Ilíada y la Odisea.
El cantar de gesta: cuenta hazañas realizadas por los caballeros de la Edad Media. Generalmente
son leyendas heroicas de un pueblo, como el Cantar de los nibelungos y el Cantar de mio Cid.
El cuento: una narración breve basada o no en hechos reales, inspirada o no en anteriores escritos
o leyendas, cuya trama es protagonizada por un grupo reducido de personajes, y que tiene un
argumento relativamente sencillo.
La novela: una obra literaria en prosa en la que se narra una acción fingida en todo o en parte, y
cuyo fin es causar placer estético a los lectores con la descripción o pintura de sucesos o lances
interesantes, así como de caracteres, pasiones y costumbres. Es la forma literaria más practicada
en la actualidad. Existe una gran diversidad de tipos o géneros de novelas. Según el teórico Michael
Bajtín, la novela es el género que representa un mayor grado de complejidad en la construcción de
sus ideas.2
La fábula: composición literaria breve en la que los personajes casi siempre son animales que
presentan características humanas como el hablar. Estas historias incluyen una enseñanza
o moraleja de carácter instructivo que suele figurar al final del texto, por lo que se considera que
poseen un carácter mixto narrativo y didáctico.
Subgéneros líricos antiguos
Madrigal: Poema lírico breve, generalmente amoroso, que expresa un cumplido elogioso dirigido a
una dama, y en el que se combinan versos de 11 y 7 sílabas. Composición musical renacentista
escrita para varias voces, con o sin acompañamiento de instrumentos, de tema profano,
generalmente amoroso, y cuya letra solía ser un poema culto.
Subgéneros dramáticos
Son las distintas variedades del drama u obra de teatro, constituida por diálogos entre personajes y con
un cierto orden.34
El ensayo.
La biografía.
La crónica.
La oratoria: discurso forense, festivo, político; pregón, arenga, exaltación...
La epístola o carta.
El tratado científico o filosófico.
La fábula, con carácter mixto entre narrativo y didáctico.
La novela didáctica.
El diálogo.
El poema didáctico extenso, como Phainomena del griego Arato, o De rerum natura de Lucrecio,
las Geórgicas de Virgilio y el Astronomicon de Manilio, todos romanos, o el Ensayo sobre el
hombre del inglés Alexander Pope.
Ejemplo de Novela
La buenaventura (Alarcón)
La buenaventura
de Pedro Antonio de Alarcón
No sé que día de Agosto del año 1816 llegó a las puertas de la Capitanía General de Granada cierto
haraposo y grotesco gitano, de sesenta años de edad, de oficio esquilador y de apellido o sobrenombre
"Heredia", caballero en flaquísimo y destartalado burro mohino, cuyos arneses se reducían a una soga
atada al pescuezo; y, echado que hubo pie a tierra, dijo con la mayor frescura «que quería ver al Capitán
General.»
Excuso añadir que semejante pretensión excitó sucesivamente la resistencia del centinela, las risas de
los ordenanzas y las dudas y vacilaciones de los edecanes antes de llegar a conocimiento del
Excelentísimo Sr. D. Eugenio Portocarrero, conde del Montijo, a la sazón Capitán General del antiguo
reino de Granada... Pero como aquel prócer era hombre de muy buen humor y tenía muchas noticias de
Heredia, célebre por sus chistes, por sus cambalaches y por su amor a lo ajeno..., con permiso del
engañado dueño, dió orden de que dejasen pasar al gitano.
Penetró éste en el despacho de Su Excelencia, dando dos pasos adelante y uno atrás, que era como
andaba en las circunstancias graves, y poniéndose de rodillas exclamó:
- ¡Viva María Santísima y viva su merced, que es el amo de toitico el mundo!
- Levántate; déjate de zalamerías, y dime qué se te ofrece... -respondió el Conde con aparente sequedad.
Heredia se puso también serio, y dijo con mucho desparpajo:
- Pues, señor, vengo a que se me den los mil reales.
- ¿Qué mil reales?
- Los ofrecidos hace días, en un bando, al que presente las señas de Parrón.
- Pues ¡qué! ¿tú lo conocías?
- No, señor.
- Entonces....
- Pero ya lo conozco.
- ¡Cómo!
- Es muy sencillo. Lo he buscado; lo he visto; traigo las señas, y pido mi ganancia.
- ¿Estás seguro de que lo has visto? -exclamó el Capitán General con un interés que se sobrepuso a sus
dudas.
El gitano se echó a reír, y respondió:
- ¡Es claro! Su merced dirá: este gitano es como todos, y quiere engañarme. ¡No me perdone Dios si
miento!. Ayer ví a Parrón.
- Pero ¿sabes tú la importancia de lo que dices? ¿Sabes que hace tres años que se persigue a ese
monstruo, a ese bandido sanguinario, que nadie conoce ni ha podido nunca ver? ¿Sabes que todos los
días roba, en distintos puntos de estas sierras, a algunos pasajeros; y después los asesina, pues dice que
los muertos no hablan, y que ése es el único medio de que nunca dé con él la Justicia? ¿Sabes, en fin,
que ver a Parrón es encontrarse con la muerte?
El gitano se volvió a reír, y dijo:
- Y ¿no sabe su merced que lo que no puede hacer un gitano no hay quien lo haga sobre la tierra?
¿Conoce nadie cuándo es verdad nuestra risa o nuestro llanto? ¿Tiene su merced noticia de alguna zorra
que sepa tantas picardías como nosotros? Repito, mi General, que, no sólo he visto a Parrón, sino que he
hablado con el.
- ¿Dónde?
- En el camino de Tózar.
- Dame pruebas de ello.
- Escuche su merced. Ayer mañana hizo ocho días que caímos mi borrico y yo en poder de unos ladrones.
Me maniataron muy bien, y me llevaron por unos barrancos endemoniados hasta dar con una plazoleta
donde acampaban los bandidos. Una cruel sospecha me tenía desazonado. «¿Será esta gente de Parrón?
(me decía a cada instante.) ¡Entonces no hay remedio, me matan!..., pues ese maldito se ha empeñado
en que ningunos ojos que vean su fisonomía vuelvan a ver cosa ninguna.»
Estaba yo haciendo estas reflexiones, cuando se me presentó un hombre vestido de macareno con mucho
lujo, y dándome un golpecito en el hombro y sonriéndose con suma gracia, me dijo:
- Compadre, ¡yo soy Parrón!
Oír esto y caerme de espaldas, todo fue una misma cosa.
El bandido se echó a reír.
Yo me levanté desencajado, me puse de rodillas, y exclamé en todos los tonos de voz que pude inventar:
- ¡Bendita sea tu alma, rey de los hombres!... ¿Quién no había de conocerte por ese porte de príncipe real
que Dios te ha dado? ¡Y que haya madre que para tales hijos! ¡Jesús! ¡Deja que te dé un abrazo, hijo mío!
¡Que en mal hora muera si no tenía gana de encontrarte el gitanico para decirte la buenaventura y darte
un beso en esa mano de emperador! ¡También yo soy de los tuyos! ¿Quieres que te enseñe a cambiar
burros muertos por burros vivos? ¿Quieres vender como potros tus caballos viejos? ¿Quieres que le
enseñe el francés a una mula?
El Conde del Montijo no pudo contener la risa. Luego preguntó:
- Y ¿qué respondió Parrón a todo eso? ¿Qué hizo?
- Lo mismo que su merced; reírse a todo trapo.
- ¿Y tú?
- Yo, señorico, me reía también; pero me corrían por las patillas lagrimones como naranjas.
- Continúa.
En seguida me alargó la mano y me dijo:
- Compadre, es V. el único hombre de talento que ha caído en mi poder. Todos los demás tienen la maldita
costumbre de procurar entristecerme, de llorar, de quejarse y de hacer otras tonterías que me ponen de
mal humor. Sólo V. me ha hecho reír: y si no fuera por esas lágrimas....
- Qué, ¡señor, si son de alegría!
- Lo creo. ¡Bien sabe el demonio que es la primera vez que me he reído desde hace seis u ocho años!
Verdad es que tampoco he llorado.
- Pero despachemos. ¡Eh, muchachos!
Decir Parrón estas palabras y rodearme una nube de trabucos, todo fue un abrir y cerrar de ojos.
- ¡Jesús me ampare! -empecé a gritar-.
- ¡Deteneos! -exclamó Parrón-. No se trata de eso todavía. Os llamo para preguntaros qué le habéis
tomado a este hombre.
- Un burro en pelo.
- ¿Y dinero?
- Tres duros y siete reales.
- Pues dejadnos solos.
Todos se alejaron.
- Ahora dime la buenaventura, -exclamó el ladrón, tendiéndome la mano.
Yo se la cogí; medité un momento; conocí que estaba en el caso de hablar formalmente, y le dije con
todas las veras de mi alma:
- Parrón, tarde que temprano, ya me quites la vida, ya me la dejes..., ¡morirás ahorcado!
- Eso ya lo sabía yo... -respondió el bandido con entera tranquilidad-. Dime cuándo.
Me puse a cavilar.
Este hombre (pensé) me va a perdonar la vida; mañana llego a Granada y doy el cante; pasado mañana
lo cogen... Después empezará la sumaria...
- ¿Dices que cuándo? -le respondí en alta voz-. Pues ¡mira! va a ser el mes que entra.
Parrón se estremeció, y yo también, conociendo que el amor propio de adivino me podía salir por la tapa
de los sesos.
- Pues mira tú, gitano... -contestó Parrón muy lentamente-. Vas a quedarte en mi poder... ¡Si en todo el
mes que entra no me ahorcan, te ahorco yo a ti, tan cierto como ahorcaron a mi padre! Si muero para esa
fecha, quedarás libre.
- ¡Muchas gracias! -dije yo en mi interior-. ¡Me perdona... después de muerto!
Y me arrepentí de haber echado tan corto el plazo.
Quedamos en lo dicho: fui conducido a la cueva, donde me encerraron, y Parrón montó en su yegua y
tomó el tole por aquellos breñales....
- Vamos, ya comprendo... -exclamó el Conde del Montijo-. Parrón ha muerto; tú has quedado libre, y por
eso sabes sus señas...
- ¡Todo lo contrario, mi General! Parrón vive, y aquí entra lo más negro de la presente historia.